Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 A Ñ O 1 / N ° 2 B O L E T ÍN V IR T U A L A Ñ O 1 / N ° 2 SOCIOLOGÍA ECONÓMICA L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 2 A Ñ O 1 / N ° 2 03 08 12 20 INTRODUCCION Ecrita por Guillermo Rochabrún Silva JUAN CARLOS ZEVALLOS La formación del mercado de fuerza de trabajo libre en la sierra central. CARLOS BARRENECHEA la subcontratación en el Perú y sus efectos en las relaciones laborales. NATALIA BOLAÑOS Marx y el voluntariado ÍN D IC E A Ñ O 1 / N ° 2 INTRODUCCIÓN SOCIOLOGÍA ECONÓMICA _Guillermo Rochabrún Silva MSSc L a C o lm e n a l I N T R O D U C C IÓ N A Ñ O 1 / N ° 2 Magister en Sociología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido profesor de Teoría Sociológica y Sociología Económica en la Facultad de Ciencias Sociales de dicha universidad* 3 Estos trabajos han sido selec-cionados porque además de sus méritos propios de al- guna manera se sitúan en pun- tos extremos. Veamos esto muy brevemente. Por una parte está la formación de una fuerza de trabajo libre en la sierra central del Perú, a lo largo del siglo XX. Para Marx la existencia de un proletariado es la condición fundamental para la existencia del capital- ismo. La situación es, empero, totalmente distinta cuando, como en la minería de cobre de la sierra central, capitales individuales requieren fuer- za de trabajo, en un contexto donde su mercancía –el co- bre- no va a ser vendida, sino transportada a una economía industrial dónde será compra- da y aprovechada como objeto de trabajo (materia prima), ela- borada –ahí sí- por un proleta- riado plenamente establecido a lo largo de siglos, y en toda la extensión de la rotación del capital. En cambio en el Perú esos capitales individuales no requieren sino de una fuerza de trabajo estable y calificada. Por circunstancias económicas y políticas en la sierra sólo era posible conseguirla en tanto fuese “libre”; es decir, capaz de ser contratada, y ello era el “factor” escaso. Dicho en otros términos, se podría haber uti- lizado fuerza de trabajo servil, por ejemplo si los terratenien- tes se hubiesen transformado en mineros, pero ello no ocu- rrió; por lo tanto una nueva ac- tividad económica sólo podía hacerse en los intersticios de estesistema. El trabajo de Juan Carlos Zevallos explora el siste- ma de enganche, como es- trategia utilizada para resolver este problema1. Aquí el capital va en busca de fuerza de trabajo. Por el con- trario, en la subcontratación, examinada por Carlos Barre- nechea, el capital “elude” la relación franca y formal con la fuerza de trabajo; por el con- trario se escabulle, se desdobla, se escinde entre la capacidad de dar órdenes y la capacidad de sancionar, al tiempo que di- luye su responsabilidad ante la suerte del trabajador. Mientras que en un inicio el capital re- clamaba la presencia franca y estable de la fuerza de trabajo, ahora los capitales se escon- den de élla, y así debilita pro- fundamente la fuerza colecti- va de ésta. El último extremo es el traba- jo de Natalia Bolaños, referido a actividades que “normal- mente” serían pagadas, pero que en diversos casos son realizadas sin remuneración mediante, sino que se llevan a cabo ya sea por vocación, con- vicción, sentido del deber, etc. ¿Cómo “calzan” estas activi- dades –cuya extensión es bas- tante significativa- en la noción de “trabajo” de Marx, y qué las hace posibles? ¿Son una alter- nativa a la compra-venta de fuerza de trabajo? Este puñado de trabajos mues- tra la fertilidad y pertinencia de un “clásico” como Marx, siem- pre y cuando funcione como punto de referencia a ser pen- sado, y no como fuente de ci- tas célebres o de hipótesis ad- hoc. 1 Un cauce diferente lo tuvo la explotación del caucho, que tuvo lugar en la región amazónica entre fines del siglo XIX y 1915 aproxi- madamente, donde la “habilitación” inicial fue gradualmente convertida en relación de esclavitud. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 4 A Ñ O 1 / N ° 2 LA FORMACIÓN DEL MERCADO DE FUERZA DE TRABAJO LIBRE EN LA SIERRA CENTRAL _Juan Carlos Zevallos Estudiante de Sociología PUCP gente proletario? Se respon- derá esta pregunta subdivi- diéndola en otras dos: ¿Qué procesos propiciaron la apa- rición y expansión de una fuer- za de trabajo libre en el centro del Perú? ¿En qué medida esa fuerza de trabajo ha quedado permanentemente asalariada? En este sentido, este ensayo se ocupa, por un lado, de ana- lizar el proceso de penetración y consolidación de la actividad minera capitalista dentro de la región central (Cerro de Pasco, Huancavelica y Junín en este estudio), predominantemente agrícola y ganadera, y su im- pacto en la formación de un mercado de fuerza de trabajo. Primera parte. De la aparición del mercado de fuerza traba- jo: 1880-1930 En esta etapa describiremos las condiciones (establecidas por las necesidades de la em- presa minera y el desarrollo económico y demográfico de la región) que favorecieron el proceso de conversión de los mineros estacionales a es- tables. Proceso que tuvo un quiebre en 1930, a partir de la crisis internacional. A finales del siglo XIX, ante un incipiente mercado de fuerza de trabajo libre, los capitalis- tas mineros (nacionales en su mayoría) intentaron desarro- llarlo para así tener un contin- gente estable de trabajadores que pudieran capacitar y hacer más eficientes. Sin embargo, ninguno de los dos objetivos se cumplió a cabalidad: no todos los campesinos vendían volun- tariamente su fuerza de traba- jo a las minas, y los que iban no trabajaban más de unos pocos meses. Para paliar el primer problema se recurrió al enganche, con- trato que consistía en otorgar un sueldo adelantado al futu- ro trabajador para que éste lo retribuya con trabajo para la empresa por un tiempo de- terminado (Long 2001). Los enganchadores convencían a personas que necesitaban dinero -como los padrinos de fiestas patronales, por ejem- plo- para contratarlos. Sin em- bargo, este mecanismo fue ineficiente durante gran parte de este periodo, sobre todo porque los salarios ofrecidos apenas aseguraban la subsis- 1 Grupo de personas (con libertad política) que no posee alguna propiedad donde se puedan producir bienes que permitan su sub- sistencia o la de su familia. La explotación minera en la sierra central fue un nue- vo impulso para el desarrollo económico del país. Cerro de Pasco, con sus inmensas vetas polimetálicas, se convierte en uno de los centros más impor- tantes de explotación minera desde finales del si-glo XIX y durante todo el siglo XX gra- cias al incremento del precio de los metales, las nuevas tec- nologías disponibles y la pre- sencia de ingenieros de minas (Thorp y Bertram, 1988). La expansión minera, sin embar- go, se enfrentó a un problema central: la falta de un merca- do de fuerza de trabajo libre1, pues la población circundante se dedicaba a labores agro- pecuarias que no necesitaban de la existencia de dicho mer- cado. Es decir, trabajar para otra persona no era una ac- tividad común ni necesaria en la sierra central, salvo pocas excepciones. Este hecho ocu- rrió hasta las décadas de 1930 y 1940, en las que el contin- gente proletario que la mine- ría necesitaba, se estabiliza. Cabe preguntarse entonces ¿cómo apareció este contin- L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 5 A Ñ O 1 / N ° 2fuente: difusión tencia del asalariado y no así la de su familia, por lo que él tampoco pudo generar exce- dentes importantes. El campe- sino-minero aún dependía de su propia producción agríco- la para poder subsistir, por lo que mantuvo sus lazos con la comunidad en que tenía sus tierras, no se proletarizó. (De Wind 1985). Por otro lado, la temporalidad del empleo se debía al predo- minio de la actividadagrope- cuaria en la vida económica de los campesinos de la región central. Para ellos, la activi- dad minera se convirtió en un piso ecológico más (Contreras 1985); es decir, el empleo en la mina estuvo determinado por los ciclos agrícolas, y no al revés como ocurriría lue- go. Los campesinos buscaron empleo temporal en las minas porque esta les ofrecía un sala- rio y también un mercado para sus productos. Esto cambiaría con la llegada de la Cerro de Pasco Corporation y un con- junto de procesos en el mundo campesino. 1902, la llegada de la Cerro de Pasco Mining Corporation La baja rentabilidad obtenida por los capitalistas nacionales fue motivo para que la Cerro de Pasco Corporation (en ade- lante denominada “la com- pañía“) se haga del 80% de las concesiones en Cerro de Pas- co en 1902 (Thorp y Bentham, 1978: 81-82). Su llegada aceleró de forma abrupta el proceso de creación de fuerza de tra- bajo libre en la región central. Como señala Kruijt (1983), esto ocurrió, primero, porque de- mandó mucha mayor fuerza de trabajo para incrementar su producción y aprovechar los altos precios internacionales de los metales. De 1920 a 1930 el número de obreros pasó de 7,840 a 12,888 para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo en sus centros de operación: La Oroya, Cerro de Pasco, Casapalca, Morococha, Goylla- risquizga, Yauricocha (Grondin 1978, 96). Segundo, porque la llegada del ferrocarril a Cerro de Pasco (construido por la misma empresa) permitió in- crementar significativamente la cantidad de mineral trans- portado2. Tercero, porque las nuevas tecnologías adoptadas por la Cerro pronto requirieron de una fuerza de trabajo libre y estable, con distintos tipos de especialización. En este periodo se buscaron mineros con gran resistencia física por las características del 2 Miller (1985) señala que en 1924 se transportaban 714 000 toneladas de mineral gracias al ferrocarril, frente a las 17 000 toneladas transportadas por animales de carga en 1900 L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 6 A Ñ O 1 / N ° 2 fuente: difusión trabajo. Fueron empleados en los trabajos más duros, como el de extracción, que se rea- lizaba en jornadas de 36 horas (Lévano 1967 citado por Kruijt 1983) a más de 4 mil m.s.n.m. La dureza de las condiciones en las que se realiza este tra- bajo desincentivó a los cam- pesinos/obreros, lo que generó resistencia de su parte para asa- lariarse y, a la par, a los engan- chadores se les hizo más difícil reclutar trabajadores (Bonilla 1974). Frente a este escenario, cabría preguntarse entonces ¿por qué la resistencia a pro- letarizarse cedía?, ¿qué ocu- rrió en el campo en este peri- odo? A continuación, señalaré algunos factores que también darán luces sobre la formación del proletariado de la Cerro. Transformaciones sociales en las comunidades campesinas La fuerza de trabajo de la que se alimentaba la corporación provenía en su gran mayoría de la región central, que compren- de los departamentos de Junín, Cerro de Pasco y Huancavelica. Por lo tanto, una mirada rápida a los procesos que ahí ocurrían da luces acerca del proceso de consolidación de un mercado de fuerza de trabajo minera. Se trata del crecimiento de- mográfico, el aumento de la presión sobre la tierra que in- viabiliza una economía exclu- sivamente agrícola y la necesi- dad de adquirir dinero de parte de los campesinos. Estos son factores de expulsión del cam- po que se desarrollan en este periodo, es decir, factores que obligan a los campesinos a in- cursionar en otras actividades económicas no agrícolas. En sus estudios de la Comu- nidad Campesina de Muqui- yayuyo, ubicada en el valle del Mantaro, Adams (1959) y Grondín (1978) señalan que el crecimiento demográfico y la ley sobre herencia (que determinaba la división de la tierra en partes iguales entre los descendientes) fueron las principales causas del creci- miento del minifundismo. Este fenómeno devino en el em- pobrecimiento de las familias, pues la agricultura no aseguró más su subsistencia. Si en 1900 el promedio de hectáreas por familia fue 1.5, para 1930 el pro- medio era de menos de 1 ha. (Grondín 1978, 89). Se observan entonces los primeros condicionantes para la formación de un mercado de fuerza de trabajo, pues las fa- milias tuvieron que diversificar sus actividades económicas para asegurar su subsistencia. Los comuneros se vieron obli- gados a acudir masivamente a los centros de producción de forma estacional para obtener un complemento para el ingre- so familiar. Las opciones eran migrar a las haciendas de la costa, hacia Lima o los centros mineros, pero lo limitado de las opciones, la cercanía de las minas y la presencia de los en- ganchadores, hicieron de esta la opción más popular3. Por este motivo las mineras dieron salarios bajos que al obrero común permitían ge- nerar un pequeño excedente y apenas lograr costear su sub- sistencia, no la de su familia. En este punto es importante pre- cisar que ofrecer salarios que no garanticen la subsistencia familiar contradice la necesidad de la compañía de contar con trabajadores permanentes. Sin embargo, al tratarse de mano 3 66% de encuestados migró a las minas entre 1910 y 1930. (Grondin 1978, 102) L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 7 A Ñ O 1 / N ° 2 de obra no calificada, emplea- da en trabajos físicos duros como el de extracción (que no cuenta con un sindicato que luche por alzas salariales), que cuenta con pocas oportuni- dades laborales; se esclarece parcialmente tal contradicción, pues se trata de una población que buscaba vender su fuerza de trabajo de forma estacio- nal. Se trata de un mercado de fuerza de trabajo en formación, en su periodo inicial. Es así que la necesidad de contar con en- ganchadores va desaparecien- do hacia la década de 1920. Sin embargo, aún no desaparece el carácter estacional de los asalariados, por lo que aún no se establece dicho mercado. Ahora bien, hubo un pequeño grupo de obreros y emplea- dos cuya situación fue dife- rente gracias a que sus salarios fueron más altos que el prome- dio y generaron un excedente local (al menos en el caso de Muquiyauyo) que dinamizó la economía local. Esto dio pie a la extensión de la artesanía y comercio como actividades alternativas, pues se fue cons- tituyendo un mercado para su desarrollo. Por otro lado, Flores Galindo (1983) y De Wind (1985) coin- ciden en que el crecimiento de la actividad comercial hizo que el costo de vida y la necesidad de disponibilidad de dinero se incrementen. Esto habría ocurrido por la presencia de mineros, quienes ocasionaron procesos de inflación local que afectaron principalmente a los campesinos pobres no asala- riados. Por lo tanto, surge otro factor de expulsión del campo: la necesidad creciente de dine- ro a nivel local. La demanda local de dinero creció también por la ausen- cia de comuneros, quienes se encontraban trabajando en las minas. Esto afectó prácticas como el intercambio recíproco de trabajo para labores agríco- las, construcción de casas, en- tre otros; pues en esta ausencia no se podía intercambiar tra- bajo y se comenzó a contratar peones a cambio de di- nero4. Es decir, los comuneros que se quedaban en el campo debían disponer de dinero que antes no necesitaban, y que además posiblemente no tenían. Por otro lado, Long (2001) también atribuye la deman- da creciente de moneda al mayor prestigio que conlleva el consumo de bienes no pro- ducidos por uno mismo. Dicha demanda, además, afectó a la organización comunal y sus prácticas; por ejemplo, la cons- trucción de la casa municipal de Muquiyayuyo en 1909 tuvo que ser postergada “con moti- vo de que los brazos de la co- munidad se ausentaron a los minerales” (Grondín 1978, 98). La contaminación y la división ganadera de la Cerro. Los factores de expulsión del campotambién fueron conse- cuencia directa del accionar de la compañía; me refiero a la contaminación fruto de sus operaciones en La Oroya, y a la compra de tierras de comu- nidades y haciendas en Pasco. Acerca de la primera, el fun- cionamiento de la fundición de la Oroya (en 1922) ocasionó el envenenamiento de las tie- rras ubicadas en un radio de 32 kilómetros (Klaren 2004), las que tuvo que comprar (junto a los animales perju- dicados) a precios reducidos luego de una demanda im- puesta por los afectados -y que luego empleó, por lo que su compra es tomada como una inversión a largo plazo. La contaminación del río Manta- ro, por su parte, redujo la pro- ductividad de las numerosas comunidades del valle respec- tivo, agudizando el problema de la subsistencia de los cam- pesinos descrita líneas arriba. La expansión de la “división ganadera” de la compañía, por su parte, se realizó me- diante la ocupación y compra (algunas veces en ese orden) de los terrenos adecuados para el desarrollo ganadero en la zona de puna del depar- tamento de Pasco. La expan- sión de tierras comenzó tan pronto como las operaciones mineras, es así que para 1926, “la Compañía había adquirido cerca de treinta haciendas que cubrían 270 000 hectáreas” (De Wind, 1985: 259). Esta estrategia de expansión fue particularmente violenta. Como señala Kapsoli (1975), en 1937 la compañía, gracias a un acuerdo con el Ministerio de Fomento, se adueñó de las minas de carbón ubicadas en el territorio de la comunidad de Rancas. Para solucionar el problema se firmó un acuerdo entre el Estado, la comunidad y la minera que beneficiaba a esta última, otorgándole las tierras. Cuando en 1960 los co- muneros invadieron las tierras que le habían sido arrebata- das, fueron masacrados por Los factores de expulsión del campo también fueron consecuencia directa del accionar de la compañía; me refiero a la contaminación fruto de sus operaciones en La Oroya, y a la compra de tierras de comunidades y haciendas en Pasco. 4 Cabe preguntarse por qué no se desarrolló el trabajo a cambio de especies. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 8 A Ñ O 1 / N ° 2 las fuerzas estatales. El caso de Rancas no fue el único; la ocupación de tierras fue una estrategia de expansión de la división ganadera y, a la vez, fue un factor de expulsión de los campesinos y pastores, quienes al dejar o ver reducidas sus tierras se empobrecieron, y buscaron oportunidades mi- grando o asalariándose en los centros mineros. Kapsoli (1975) Las haciendas de la Cerro, como señalan Kapsoli (1975) y De Wind (1985), fueron con- vertidas en empresas capitalis- tas. Su producción era vendida a los propios trabajadores a la mitad del precio solicitado en Huancayo, lo que les permitió mantener bajos los sueldos, puesto que a los trabajadores de la empresa se les beneficia- ba con productos baratos. En suma, los procesos que propiciaron el asalariamien- to en esta etapa son 1) el cre- cimiento demográfico que aumenta la presión sobre la tierra, 2) la ineficiencia de una economía exclusivamente agrícola para garantizar la sub- sistencia de las familias y 3) la demanda (cada vez mayor) de dinero por un proceso de in- flación local y 4) la compra o invasión de tierras de campesi- nos de parte de la empresa. Es- tos factores se alimentan entre sí, incrementando la necesidad de asalariarse y haciendo ce- der la resistencia al mismo. La crisis de 1929 llega y la com- pañía reduce drásticamente el número de trabajadores, pues cierra algunos centros mineros. Sin embargo, los pocos traba- jadores que conservan su em- pleo comienzan a formar un grupo estable, el que creció en la siguiente etapa. Segunda parte. Sobre la tran- sición previa a la consoli- dación del contingente obrero estable: 1930-1945 La siguiente etapa es una de transición en la formación de fuerza de trabajo libre. Como la experiencia era valorada y relativamente mejor remunera- da por la Compañía, hubo una alta tendencia a contratar a los mismos obreros -aún de for- ma estacional. Flores-Galindo (1983) nota, por un lado, ma- yor presencia de contratos continuos de un año o más a partir de 1925 y, por otro, que en 1930 más del 50% de obre- ros en Morococha habían tra- bajado antes para la Cerro. Además, con la apertura del complejo metalúrgico de La Oroya y la consolidación de la operatividad permanente de las minas de Morococha, Casapalca y Goyllarisquisga, la compañía necesitó disponer de más fuerza de trabajo per- manente y cada vez más cali- ficada. Por lo tanto, tuvo que hacer más atractivo el trabajo minero para los campesinos de las comunidades aledañas a sus minas y las del valle del Mantaro. Para este objetivo construyó ciudades para asen- tar a las familias de los obreros. Se construyeron campamen- tos mineros, hospitales, cole- gios, mercantiles. Además, se introdujo un sistema de pre- mios (una leve mejora de suel- dos, aunque aún insuficientes para subsistir), y se ofrecieron oportunidades para adquirir calificación y conocimientos (Kruijt 1983). Con estos servi- cios se logró atraer población estable a los centros mineros. De regreso al caso de Muqui- yauyo, si bien muchos cam- pesinos/obreros regresan a sus tierras luego de la crisis de 1929, la agricultura pierde espacio como actividad cen- tral. Si en el periodo ante- rior la minería era un trabajo complementario al agrícola, en esta etapa la agricultura fue un complemento al ingreso con- seguido por otras fuentes. “Una parte cada vez más importante de la población no vivía más única o principalmente de la agricultura. No solo la economía se diversificaba, sino que se estructuraba en forma distinta” (Grondin, 1978: 130). Surgieron nuevos grupos de poder local como negociantes, artesanos y Fuente: difusión L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 9 A Ñ O 1 / N ° 2 profesionales; en general, se da una nueva estratificación según la ocupación. Cuando en 1934 la compañía convoca traba- jadores nuevamente, muchos deciden regresar a ella, repro- duciendo nuevamente una estructura económica familiar diversificada que, al parecer, había sido normalizada, pues les brindó estabilidad gracias al ingreso fijo obtenido en las minas sin necesidad de romper el nexo con el lugar de origen (Grondin, 1978: 138). Tercera parte. De la consoli- dación de la fuerza de trabajo libre. 1945 en adelante. El deseado contingente de tra- bajadores estables comenzó a aparecer luego de la crisis del 29, pero no es hasta después de la Segunda Guerra Mundial que la dificultad para reclutar trabajadores desaparece, prin- cipalmente por cuatro moti- vos: la explosión demográfica, la mejora de la producción por innovación tecnológica, la me- jora de los salarios para el per- sonal permanente y la legis- lación obrera (De Wind 1985). La Cerro aprovechó la oferta de fuerza de trabajo para ca- pacitar a los trabajadores -en mecánica, carpintería, electri- cidad- y para solicitar más re- quisitos para seleccionarlos. Se exigieron requisitos culturales (que hablen español), médicos (no sufrir ninguna enfermedad en los pulmones, con lo que fueron descartados muchos ex trabajadores mineros, para dis- minuir costos por asegurarlos), y políticos (no haber participa- do en huelgas, ni pertenecer a la “lista negra5”). Aprovechando los precios al- tos de los metales, la empresa, incrementó su productividad mediante programas para la intensificación de la produc- tividad, la que incluyó mejoras tecnológicas como la intensi- ficación de la mecanización, sobre todo por la introducción de la minería a tajo abierto. Este incremento de la pro- ductividad permitió las me- joras salariales que se dieron en esta etapa. Por otro lado, para aumentar la productivi- dad la compañía también con- trató más personal calificado y con experiencia. Además, se otorgaron más derechos ymejores sueldos al personal con 5, 10 ó 15 años de servicio. Legislación del trabajo y sindi- catos Un motivo central en la expli- cación de la estabilización de un gran grupo de obreros es la aparición de la legislación laboral en 1945, que normó aspectos como la fundación y reconocimiento de sindicatos, procedimientos huelguísticos, reglamentación de la estabili- dad laboral, y procedimientos de despido y jubilación –que imponían compensaciones para el ex trabajador. (Kruijt 1983). El Estado entraba a nor- mar asuntos laborales a través del recién creado Ministerio de Trabajo. La existencia de esta institución es significativa por sí sola, pues antes era solo un órgano del Ministerio de Fo- mento. La sindicalización cobró ma- yor poder en esta etapa. Si bien los intentos de formar sindica- tos provienen de 1918, es solo a partir de 1945 que el sindicato obrero cobra fuerza e incenti- va incrementos salariales. Esto por dos motivos: primero, por la existencia de un contingente de trabajadores no estaciona- les que debe luchar por sala- rios altos que aseguren la sub- sistencia familiar; segundo, la legislación laboral regulariza la situación del sindicato: logra su reconocimiento por el Esta- do y la compañía. En esta etapa la demanda por salarios más altos es impor- tantísima, pues al estar cada vez más separados de labores agrícolas, los obreros necesi- tan salarios más altos ya que dependen exclusivamente de su sueldo para garantizar la supervivencia de su familia. Un grupo cada vez mayor de obreros ya no dispone de ac- tividades agrícolas que incre- menten los ingresos familiares. Es en este escenario en que las luchas obreras por mejoras salariales cobra tal importan- cia, hecho que no podía ocurrir antes, pues solo en este mo- mento es pertinente referirse a la existencia de un contingente proletario permanente. Con esto no se sugiere que los salarios obreros hayan cubier- to la subsistencia familiar. Long (2001: 97) señala que en 1948 este objetivo aún no se logra- ba, por lo que se debía buscar otras fuentes de ingreso como artesanía o pequeños nego- cios. Recién en 1972 los salarios cubrieron las necesidades mí- nimas familiares, y con dificul- tad pues los gastos en alimen- tos y ropa comprendían casi la totalidad del mismo. Los obreros necesitan salarios más altos ya que dependen exclusivamente de su sueldo para garantizar la supervivencia de su familia. Un grupo cada vez mayor de obreros ya no dispone de actividades agrícolas que incrementen los ingresos familiares. 5 Lista en la que figuraban quienes habían participado en alguna protesta contra la compañía o en los intentos por formar un sindi- cato. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 0 A Ñ O 1 / N ° 2 ¿Desconexión con el campo? Con el correr de los años, la ten- dencia a abandonar las labores agrícolas se acentúa, también fruto de la explosión demográ- fica y la mejora de salarios de la compañía; sin embargo, este alejamiento del campo no es total. Kruijt (1983) señala que los trabajadores de los centros mineros tendían a regresar a sus pueblos natales luego de su cese. Durante el tiempo de contrato, el nexo de los obre- ros con sus pueblos de origen se reflejaba en la asistencia a las festividades, su partici- pación como organizadores o como padrinos. Incluso, señala el mismo autor, en 1970 “visita no autorizada al pueblo natal” era una falta que el 37% de los obreros había cometido por lo menos una vez. El mismo nom- bre de la categoría es llamati- vo, y su existencia evidencia el nexo vivo entre el centro mi- nero industrial y el campo. Es necesario aclarar que este nexo no implica necesariamente que los trabajadores continúen re- alizando labores agrícolas, sino por el contrario, para 1972, el 68% de los trabajadores de la Cerro tenía un record inin- terrumpido de trabajo. (Kruijt 1983). Al parecer, se trató más de un lazo cultural que de uno económico. Otro hecho importante acerca de la relación con el campo es que los obreros, al regresar a sus lugares de origen, por ju- bilación, invertían parte de su sueldo en mejorar la produc- ción agrícola, comprar nuevos insumos y la construcción de sus casas (Long 2001). Este autor sitúa esta observación en 1960, y complejiza la rela- ción entre labores agrícolas y minero-industriales, pues hace menos nítida la diferencia en- tre una fuerza de trabajo pro- letaria y una propietaria, ya que los obreros volverían a ser campesinos en otra etapa de sus vidas. *** Como hemos visto, el merca- do de fuerza de trabajo –así como la escisión entre propie- dad y trabajo- va apareciendo gracias, por un lado, al esfuer- zo de los mismos capitalis- tas mineros (construcción de ciudades, incremento de suel- dos, polución y compra de tierras comunales); por otro, a los procesos demográficos en las comunidades. Hechos que desembocan en la insuficien- cia de la economía tradicional para garantizar la subsistencia familiar, por lo que muchos co- muneros necesitaron vender su fuerza de trabajo. Es así que surge y crece el mercado de fuerza de trabajo libre, indis- pensable para el desarrollo de la economía capitalista En este sentido, la escisión en- tre propiedad y trabajo (la rup- tura del nexo entre el hombre y sus medios de producción) es un proceso que se desarrolla desde fines del siglo XIX en el que coexisten la fuerza de tra- bajo proletaria de la Cerro (per- manente) y la campesina/obre- ra (estacional). Dicha escisión tiene un punto de quiebre en los años 50, cuando los sala- rios sufren incrementos con- siderables, la legislación laboral da estabilidad a los obreros en su centro de trabajo y prote- ge la formación de sindicatos y la negociación colectiva. Es así que en la década de 1970 los salarios permitieron la sub- sistencia familiar. Estos facto- res habrían incentivado el es- tablecimiento permanente de familias en los campamentos mineros. Hecho que no implica que se rompa todo nexo con el lugar de origen, pero el mismo adquiere un carácter cultural o social (fiestas, visitas fami- liares) y relega su importancia económica o la elimina. Las nuevas familias obreras se hacen totalmente depen- dientes de la venta de su fuer- za de trabajo, de la capacidad adquisitiva del salario que per- ciben. Y, en tanto se sumergen en la lógica de mercado, son afectados directamente por una serie factores como la de- terminación de la oferta y la demanda en la valorización de los recursos, la impersonalidad de las transacciones, tener al dinero como único medio de transacción, entre otros. La penetración del capitalismo permitió a los campesinos a acceder a fuentes alternativas de financiamiento, lo que lue- go dio espacio para la com- foto: difusión L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 1 A Ñ O 1 / N ° 2 plejización de la estructura social local mediante la diver- sificación de las ocupaciones (transporte, artesanía, comer- cio) y la modificación del siste- ma de dominación política en pueblos y ciudades. (Alberti, 1974) Otro proceso importante son los cambios sufridos por las instituciones, por ejemplo, el trabajo comunal y el inter- cambio recíproco de trabajo son prácticamente desplaza- dos por la ausencia de los co- muneros que migran para tra- bajar a cambio de un salario. Llama la atención la siguiente particularidad del caso de la sierra central: la relación de interdependencia y conflic- to entre el modo de produc- BIBLIOGRAFÍA Alberti, Giorgio. Poder y conflicto social en el valle del Mantaro. Lima: IEP. 1974 Adams, Richard. A community in the andes: problems and progress in Muquiyauyo. Seattle: University of Washington Press. 1959 Bonilla, Heraclio. El minero de los andes. Lima: IEP. 1974 Contreras, Carlos. Campesinado y minería en la sierra central en el siglo XIX. En Allpanchis No26. Cusco: Instituto de Pastoral Andina. 1985 De Wind,Adrian. De campesinos a mineros. El trasfondo de las huelgas en las minas del Perú. En Allpanchis No26. Cusco: Instituto de Pastoral Andina. 1985 Fisher, John. Minas y mineros en el Perú colonial. Lima: IEP. 1977 Flores Galindo, Alberto. Los mineros de la Cerro de Pasco. 1900-1930. Lima: Pontificia Universidad Católica: Fondo editorial. 1983 Grondin, Marcelo. Comunidad andina: explotación calculada. Santo Domingo. 1978 Kapsoli, Wilfredo. Los movimientos campesinos en Cerro de Pasco 1800-1963. Huancayo. Instituto de Estudios Andinos. 1975 Klaren, Peter (2004). Nación y sociedad en la historia del Perú. Lima: IEP Kruijt, Dirk. Estado, clase obrera y empresa transnacional. El caso de la minería peruana, 1900-1980. Mexico: Siglo veintiuno editores. 1983 Long, Norman. Mineros campesinos y empresarios en la sierra central del Perú. Lima: IEP, 2001 Miller, Rory. Railways and economic development in Central Peri, 1890-1930. En Social and Economic change in modern Peru. Liverpool: Centre for Latin-American Studies-University of Liverpool. 1985 Thorp, Rosemary y Geoffrey Bertram. Perú, 1890-1977: Crecimiento y políticas en una economía abierta. Lima: Mosca Azul. 1988 ción capitalista y la economía campesina. Conflicto porque el desarrollo de la minería capitalista ocasionó la des- trucción de tierras de cul- tivo, contaminación del río principal que las alimenta- ba (Mantaro) y el desplaza- miento de la población de actividades agropecuarias a mineras o industriales. Interde- pendencia porque en un primer momento los salarios bajos ha- cen que la actividad minera se complemente con la agrícola para garantizar la superviven- cia de la fuerza de trabajo de la que depende la Compañía. Luego porque las familias di- versifican sus fuentes de ingre- so y el trabajo minero pasa a ser un elemento esencial de la economía campesina, pues la dinamizó mediante el capital que los obreros invierten en sus localidades en distintos ru- bros. Finalmente cabe pregun- tarse si el ingreso de capitales que dinamicen la economía local habría neutralizado la mi- gración hacia centros urbanos o mineros o si, por otro lado, la habría fomentado al mostrarse como una vía exitosa de acu- mulación de capital.__ L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 2 A Ñ O 1 / N ° 2 LA SUBCONTRATACIÓN EN EL PERÚ Y SUS EFECTOS EN LAS RELACIONES LABORALES. _Carlos Barrenechea Estudiante de Ciencia Política PUCP. La subcontratación, como forma de adquisición de fuerza de trabajo por parte de las empresas, es un fenómeno que sigue tomando cada vez más fuerza, teniendo como punto central para su difusión la serie de reformas llevadas por Alberto Fujimori duran- te su gobierno. Si bien hace falta más investigación sobre este tema, podemos recurrir a algunos datos para dar cuen- ta de la magnitud de este fenómeno1. En el sector minero, uno de los más importantes para la economía del país2, pode- mos ver un ejemplo claro de los efectos de la normati- va laboral sobre el uso de la subcontratación, tal como se puede constatar en el siguien- te cuadro. Adquisición de fuerza de tra- bajo en el sector minero Como podemos ver en los úl- timos cuatro años, el uso de la subcontratación supera la mi- tad del total de los trabajadores del sector, llegando el 2012 al 71.2%. Es así que se hace nece- sario la investigación de este fenómeno, y cómo es que éste altera las relaciones de poder entre los trabajadores y la em- presa capitalista, en el proce- so productivo planteado por Karl Marx en El Capital, labor al que este trabajo busca aproxi- marse. Para ello procederé a hacer una descripción de las reformas que modificaron esta modalidad de contratación, so- bre todo a partir del momento en que ésta toma mayor im- pulso; es decir el gobierno de Alberto Fujimori. Luego haré un análisis del efecto de estas reformas y cómo alteran la re- lación entre la fuerza de traba- jo asalariada y los capitalistas dueños de las empresas usua- rias. Finalmente, para terminar señalaré algunas conclusiones. 1 Se hace necesario el desarrollo de indicadores sobre la cantidad de personas que trabajan bajo esta modalidad, así como de otros que se pueden desprender, o que se relacionan con estos. 2 El sector minero representa el 75% de las inversiones totales realizadas en el país (MEM, 2013, pág. 6). Los productos mineros metálicos, no metálicos, de joyería y metal mecánicos, en conjunto representan el 62% del total de las ventas del país (MEM, 2013, pág. 64). Las regiones recibieron 5,018 millones de soles por Canon minero, 521 millones de soles por regalías, y 162 millones de soles por derecho de vigencia 3 Elaboración propia (MEM, 2013, pág 114).. Año Total Trabajadores en el sector Trabajadores Contratados Trabajadores Subcontratados 2009 126,083 58,987 67,096 2010 165,531 67,575 97,956 2011 175,330 73,257 102,073 2012 206,078 59,254 146,824 Fuente: Ministerio de Energía y Minas. Anuario Minero 2012 (MEM, 2013, pág. 102)3. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 3 A Ñ O 1 / N ° 2 1) Fujimori: Flexibilización Laboral y Subcontratación 1.1) Contexto La situación económica y labo- ral a fines del primer gobierno de Alan García se encontraba en contexto de crisis económi- ca: alta inflación, déficit fiscal, recesión económica, caída del PBI, etc. El aspecto laboral es- taba afectado por la precarie- dad del empleo, reducción en capacidad adquisitiva de los trabajadores, reducción de los trabajadores sindicalizados, etc. El discurso liberal señalaba que además de hacerse necesaria la disminución del rol del Es- tado, reduciéndose a los roles de salud, educación y defensa, se debía desregular la excesiva normativa laboral, para devol- ver el equilibrio al mercado la- boral, y permitir a empresarios y trabajadores desenvolverse con libertad en el escenario laboral. La flexibilización la- boral era entonces la respuesta (Canessa,1999, pág. 91). Dadas las condiciones del momento, el discurso libe- ral obtiene una gran fuerza en importantes sectores de la so- ciedad, en contraposición al modelo de Estado interventor y planificador, el cual era visto como uno de los principales motivos que devinieron en la profunda crisis. Es así que en el debate previo a las eleccio- nes presidenciales de 1990, se da un enfrentamiento entre el liberalismo, respaldado por Vargas Llosa, en oposición al populismo de Fujimori. Este último gana las elecciones, sin embargo, tras ser elegido se alinea con la propuesta liberal. Resulta importante señalar que no hubo mayor debate sobre las posibles consecuencias del ajuste estructural y la flexibili- zación laboral, el éxito tenido en Chile por estas reformas era argumento suficiente para re- plicarlas. Por otro lado, Fuji- mori, una vez elegido viaja a Estados Unidos a reunirse con los presidentes de los orga- nismos multinacionales: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, y Banco Interamerica- no de Desarrollo. Estos prome- ten su respaldo para la rein- serción de Perú en el circuito económico internacional, si este aplica un ajuste estructu- ral en el país, así como la flexibi- lización laboral, como parte de éste. Tal como señala Canessa, esto pone fin a casi medio si- glo de una forma de estructu- rar las relaciones laborales, a partir de un modelo de Estado interventor (1999,pág. 93). Es así que las reformas de flexi- xibilización laboral se inician en febrero de 1991, por medio de un conjunto de Decretos Le- gislativos. Carlos Boloña, Mini- nistro de Economía y Finanzas, dijo entonces: “el objetivo de la reforma en el mercado labo- ral es su flexibilización, tanto a través de la libre entrada o salida de este (libertad para reducir y aumentar personal), como de la libre determinación de los salarios y la reducción de los costes laborales. Se requiere acabar con el poder monopóli- co de los sindicatos en las ne- gociaciones de las condiciones de trabajo y en el uso de la huelga como mecanismo de negociación” (Miranda, 2005, pág. 7). La flexibilización ten- dría como objetivos a mediano plazo el aumento del empleo, y junto con este, el aumento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores una vez pasen los efectos inmediatos del ajuste. La Subcontratación y sus reformas Entendemos por subcon- tratación o tercerización, la re- lación de trabajo en la que “una empresa – en cumplimiento de un contrato comercial- pro- vee trabajadores a otra, con el objetivo de que esta última sea quien dirija y controle su prestación de servicios” (Gue- rra, 2013, pág. 52). Esto supone tres actores: la empresa usuaria, la interme- diadora, y el trabajador. La re- lación laboral, sin embargo, se da entre los dos últimos; de este modo, la intermediaria pone a los trabajadores a dis- posición de la empresa usuaria, sin que esto implique la consti- tución de un vínculo jurídico entre la empresa usuaria y el trabajador. De esta manera se traspasa a la empresa usuaria la dirección y fiscalización de la labor de los trabajadores, pero la capacidad de sancionarlos se mantiene en manos de la in- termediadora (ibídem). En el caso peruano dentro de las empresas intermediadoras podemos identificar las coo- perativas de trabajadores y las empresas de servicios. A con- tinuación veremos cómo se regularon estas a partir de las reformas implementadas por Fujimori. Carlos Boloña, Ministro de Economía y Finanzas, dijo entonces: “el objetivo de la reforma en el mercado laboral es su flexibilización, tanto a través de la libre entrada o salida de este (libertad para reducir y aumentar personal), como de la libre determinación de los salarios y la reducción de los costes laborales. Se requiere acabar con el poder monopólico de los sindicatos en las negociaciones de las condiciones de trabajo y en el uso de la huelga como mecanismo de negociación” L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 4 A Ñ O 1 / N ° 2 foto: difusión La ley Nº 15260 del año 1964 había instituido la figura jurídi- ca de las cooperativas de tra- bajadores. Esta situación es modificada el 21 de mayo de 1981 por el decreto Legisla- tivo Nº 85 – Ley General de Cooperativas-. La idea de las cooperativas era brindar tra- bajo a sus socios, exceptuán- dolos de la legislación laboral. La ley Nº24514 –Ley de Esta- bilidad Laboral- promulgada el 4 de junio de 1986 señala que las empresas de servicios y las cooperativas estaban prohibi- das de otorgar servicios de em- pleos permanentes, a menos que se tratase de activi- dades complementarias: limpie- za, seguridad, etc. Iniciado el gobierno de Fujimori se da el Decreto Legislativo Nº 728 – Ley de Fomento del Empleo- publicado el 12 de noviembre de 1991, el cual permitió a las cooperativas brindar servicios sin importar que la labor fuera permanente o complementa- ria. Se señalaba además que los contratos entre las coope- rativas y las empresas usua- rias no podían exceder los tres años, tras los cuales se podía renovar contrato de acuerdo mutuo. Se definió además que el personal contratado por me- dio de cooperativas no podía exceder el 20% del personal de la empresa usuaria (1999, pág. 139). Esto generó impor- tantes cambios, porque las empresas usuarias podían ha- cer uso de esta normativa para reemplazar a sus trabajadores por cooperativistas, pues estos trabajadores estaban excep- tuados de la legislación laboral, ahorrándoles diferentes costos como las compensaciones por tiempo de servicio, seguridad social, etc. Por otro lado, en cuanto a la condición de las empresas de servicios, se dan importantes cambios. Al igual que con las cooperativas de trabajadores, se las modifica por Decreto Legislativo N°728. Se esta- blecen dos tipos de estas em- presas: las temporales y las complementarias. Las prime- ras son “aquellas contratadas para la prestación de servicios en beneficio de terceros con el fin de colaborar temporal- mente en el desarrollo de sus actividades. La prestación de servicios es cumplida por per- sonas naturales, contratadas directamente por la empresa de servicios temporales, la cual tiene con respecto de éstas el carácter de empleador.” (1999, pág. 140). Las complementa- rias serían “aquellas cuyas ac- tividades principales es la de poner a disposición de otras empresas, actividades comple- mentarias de mantenimiento, limpieza, vigilancia, seguridad y otras de carácter especializa- do” (ibídem). Las empresas de servicios temporales, al igual que las cooperativas de traba- jadores, cumplen con el rol de prestar fuerza de trabajo para actividades del mismo rubro de la empresa usuaria. Al igual que con las cooperativas, se estableció como tope el 20% del personal. Posteriormente, el 28 de julio de 1995, en el segundo gobier- no de Fujimori, las condiciones de estas empresas se modifi- can por medio de la reforma a la Ley de Fomento al Empleo, Ley N° 26513. Ella entre otras cosas, estableció que tanto las cooperativas como las empre- sas de servicios debían otorgar a sus trabajadores los benefi- cios sociales establecidos en el régimen laboral de la actividad privada. Así se buscó mejorar las condiciones de los subcon- tratados, quienes eran tratados de manera inferior, a pesar de realizar labores análogas a tra- bajadores contratados direc- tamente. Sin embargo, a pesar de estas modificaciones, estas condiciones persistieron pues siguió existiendo un trato dife- renciado e inferior a los sub- contratados. Esta situación se volvió a mo- dificar por medio de la segun- da reforma a la Ley de Fo- mento al Empleo (Decretos Legislativos Nos. 855 y 871). En ese sentido, respecto a las subcontrataciones, se modifi- caron dos cosas. La primera fue que tanto las cooperativas de trabajadores como las em- presas de servicios, estarían sujetas a la contribución al Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI). La segunda modi- ficación fue que se amplió el límite del total de trabajadores L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 5 A Ñ O 1 / N ° 2 de este tipo que las empresas usuarias podían adquirir, pa- sando del 20% del total de los trabajadores de la empresa, al 50% de ésta. Además, en el caso de los cooperativistas, se suprimió la comparación con trabajadores análogos para definir la remuneración. Finalmente, por ahora, esta situación será modificada tras el fin del gobierno de Fujimori, por medio de la Ley N° 27626, que regula la actividad de las empresas especiales de servi- cios y de las cooperativas de trabajadores. Esta Ley entró en vigencia desde el 10 de enero del 2002, buscando modificar la anterior regulación tan per- misiva. Así la reforma modifi- ca el límite establecido para la cantidad de este tipo de per- sonal que puede ser contrata- do por la empresa usuaria, re- gresándola nuevamente al 20% del total de los trabajadores de la empresa. Sin embar- go, especifica que este límite no aplicará para los servicios complementarios o especia- lizados, siempre que la empre- sa intermediaria asuma plena autonomía técnica, así como toda la responsabilidad en el desenvolvimiento de las acti- vidades. Además define cinco modalidades bajo las cuales las empresas que brindan ser- vicios de intermediación, de- benser inscritas: “Empresas de servicios temporales Son aquellas entidades que desplazan a su personal a la empresa usuaria para el de- sarrollo de labores tempo- rales, sean estas principales o secundarias, bajo el poder de dirección de esta última. Los supuestos habitantes se corresponden con los con- tratos de naturaleza oca- sional y de suplencia. Empresas de servicios com- plementarios Se trata de personas jurídi- cas que destacan sus traba- jadores a la empresa usuaria para el desarrollo de labores secundarias, es decir, para la realización de actividades no vinculadas con la activi- dad principal, cuya ausencia o falta de ejecución no inte- rrumpe la actividad empre- sarial. En este supuesto la empresa usuaria carece de las facultades que emanan del poder de dirección. Empresas de servicios es- pecializados Se encargan de brindar ser- vicios de alta especialización de carácter auxiliar, no vin- culados a la actividad prin- cipal de la empresa usua- ria, por lo que esta última no ejerce poder de dirección al- guna sobre los trabajadores destacados. Cooperativas de trabajo temporal Son aquellas constituidas es- pecíficamente para destacar a sus socios trabajadores a las empresas usuarias con la finalidad que estos desarro- llen labores temporales co- rrespondientes con los con- tratos de naturaleza oca- sional o de suplencia. Cooperativas de trabajo y fomento del empleo Se constituyen específica- mente para destacar a sus socios trabajadores a las empresas usuarias con la finalidad que estos presten servicios secundarios, de carácter complementario o especializado.” (Guerra, 2013, pág. 58) 2) El Efecto de las Subcon- trataciones en las Rela- ciones Laborales: De lo anterior, se desprende que el contrato suscrito por el trabajador es con la empresa intermediaria. De este modo ésta es responsable tanto de los derechos como de los de- beres que asume cualquier empleador. Sin embargo el trabajador se encuentra en la práctica bajo la dirección de la empresa usuaria, pues es ésta quien lo supervisa cotidiana- mente, y de hecho en cierto modo también está sujeto a las sanciones de ésta, pues fi- nalmente las sanciones que los trabajadores reciban depende- foto: difusión L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 6 A Ñ O 1 / N ° 2 rán de la percepción de la em- presa usuaria y de lo que in- forme a la intermediaria. Es así que si bien en un sentido for- mal el trabajador es empleado de la empresa intermediaria, en un sentido material, la usua- ria es la empleadora. Por con- siguiente, tal como señala Juan Gorelli, “este mecanismo hace posible lo imposible, pues faci- lita externalizar aquello que por definición no es externa- lizable en Derecho del Trabajo: la estipulación misma del con- trato de trabajo” (Gorelli, 2009, pág. 148). Esto afecta a los subcontra- tados, pero también los otros trabajadores de las empre- sas son potencialmente afec- tados, tanto individualmente, reduciendo su poder por el riesgo de ser desplazados de sus puestos por subcontra- tados, como su poder colec- tivo, por la pérdida de traba- jadores que podrían engrosar el sindicato del que forman parte, en caso este exista. Entonces, se afectan las rela- ciones tanto individuales como colectivas, ya que hay una diso- ciación de la articulación entre el carácter jurídico y económi- co tal cual se desarrolla tradi- cionalmente entre trabajador y empleador. Normalmente el empleador es la misma em- presa donde y para la cual de- sarrollan sus labores, mientras que ahora es otra empresa la que los emplea. A diferencia de como se espera tradicio- nalmente, los trabajadores que pertenecen a un mismo ciclo productivo pueden estar suje- tos a contratos con diferentes empresas, y por consiguiente, estar sujetos por condiciones laborales muy diferentes en- tre sí. Es por esta autonomía económica y jurídica de ambas empresas, que la usuaria se li- bera de las responsabilidades laborales que devienen de un contrato directo con el traba- jador. Esto se reflejará en una reducción de los costos para la empresa usuaria, no solo por estar libre de las respon- sabilidades laborales con los subcontratados, sino además porque la empresa terceriza- dora ofrecerá una fuerza de trabajo que realizará la misma labor por menor costo, pues el sueldo que paga a sus tra- bajadores no está definido por el proceso productivo que desarrolla la empresa usua- ria, sino por los acuerdos a los que llegan los trabajadores en el contrato celebrado con la in- termediaria. Esto lo podemos observar en el siguiente gráfi- co. Así, la subcontratación genera incentivos para las empresas usuarias, en detrimento de los trabajadores, pues además de que buscarán reemplazar toda la fuerza de trabajo posible4, en la medida que no son respon- Sueldos en el sector minero según tipo de contratación 2011 Fuente: Ministerio de Energía y Minas. Anuario Minero 2011 (MEM, 2012, pág. 76). 4 Recordar que siempre que las empresas de servicios complementarios o especializados puedan demostrar autonomía técnica y plena responsabilidad en el desenvolvimiento de las actividades, no aplicará el tope de 20% de subcontratados sobre el personal total de los trabajadores de la empresa. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 7 A Ñ O 1 / N ° 2 sables jurídicos de los subcon- tratados, no tendrán incenti- vos para brindar las mismas condiciones laborales que para sus trabajadores directos, con quienes si guardan una respon- sabilidad no solo económica, sino también jurídica. En la mis- ma medida, la empresa inter- mediaria buscará reducir cos- tos para asegurar su margen de ganancia, tampoco asegu- rará las mejores condiciones laborales. Esta situación se puede observar por ejemplo, en los 65 accidentes mortales que ocurrieron en las empre- sas del sector minero durante el 2010. De estos, el 32% de los accidentes mortales, ocurrie- ron a trabajadores contratados directamente por las empre- sas, mientras que el 68% de estos accidentes ocurren a tra- bajadores contratados por me- dio de una empresa interme- diaria (Guerra, 2013, pág. 107). Un aspecto clave de cómo afecta este tipo de contrata- ciones las relaciones laborales, es que al eliminar la estabilidad laboral, se elimina en buena medida las condiciones ma- teriales para la sindicalización (Manky, 2011, pág. 128). En- tonces, la subcontratación incide en el poder colectivo con el que cuentan los traba- jadores, afectando sobre todo a sus principales medios para ejercer medidas de presión, como lo son la conformación de organismos sindicales, la huelga, y la negociación colec- tiva. Una de estas trabas, es la dificultad cuantitativa para la concreción de una huelga. Por la relación de los trabajadores subcontratados con la empre- sa usuaria, éstos no se encon- trarán incentivados a partici- par en una huelga. Por un lado, por la inestabilidad laboral que tienen, por la que pueden ser reemplazados fácilmente; y por otro, cuando son subcon- tratados por cooperativas o empresas de servicios tempo- rales, ya que su trabajo con esa empresa es temporal, no tienen mayor interés por la mejora de las condiciones, más que ase- gurar su propia situación. De esta manera, al mantener un importante sector de los traba- jadores en sus actividades, una huelga se hace menos efectiva, pues no se genera el impacto deseado en el nivel de produc- tividad de la empresa usuaria. Otro problema es la dificultad cuantitativa para la consti- tución de un organismo sindi- cal, o el debilitamiento de al- guno ya existente. Esto pues al tener una menor cantidad de trabajadores sindicalizados, ya sea tanto por imposibilidad, falta de incentivos para sindi- calizarse, o porque sus intere- ses son diferentes, se reducirá el tamaño del sindicato, lo que significará menos poder para negociar con la empresa. De igual manera esto afec- tala capacidad de negocia- ción colectiva, pues dificulta la elección de la comisión ne- gociadora, así como complica la determinación de un pliego de reclamos. Además, al divid- irse más la población de tra- bajadores de una empresa, se pueden conformar diferentes organizaciones sindicales, foto: difusión L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 8 A Ñ O 1 / N ° 2 fragmentando también de esta manera la representatividad de estas. A esto se debe agregar que la subcontratación gene- ra dificultad para identificar la contraparte en el proceso de negociación colectiva, huelga, etc., pues existen dos empresas. Finalmente otro aspecto que resulta interesante mencio- nar, es el efecto de las per- cepciones de los trabajadores subcontratados en relación a los contratados, sobre la sindicalización. Balbi (1995, pág. 109-113) señala los traba- jadores eventuales5 tienen una percepción negativa de los trabajadores estables y sindi- calizados, pues a diferencia de los primeros, los estables no muestran mayor interés en calificarse, debido a su estabi- lidad laboral. A esto se suma, que los trabajadores even- tuales se sentirían discrimina- dos, pues los estables perciben mayores sueldos, a pesar de trabajar con menor intensidad. Además, un importante sector de los trabajadores eventuales percibe que los sindicatos solo defienden los intereses de los trabajadores estables, y que los resultados de las negocia- ciones colectivas no los bene- fician. Es así, que en conjunto, los trabajadores eventuales no se sentirían incentivados para sindicalizarse, sino que en- contrarían en obtener mejores calificaciones el mejor camino para asegurar, individualmente, sus intereses laborales. 3) Conclusiones Como podemos observar, la subcontratación tiene un im- portante efecto en las rela- ciones laborales que se desa- rrollan entre las empresas y la fuerza de trabajo. Sobre todo vemos esto, en cómo las rela- ciones de poder se vuelven más asimétricas, incrementando el poder de las empresas que ha- cen uso de empresas terceriza- doras, en detrimento del poder perdido tanto por cada traba- jador individualmente, como por los trabajadores de mane- ra colectiva. Se debe señalar, que si bien se ha hablado del caso peruano, el fenómeno de la subcontratación y flexi- bilización laboral, forma par- te de un proceso que se dio a lo largo del mundo. Si bien hasta antes de la década de 1970, a lo largo del mundo se había desarrollado un progre- sivo avance en normativa la- boral en defensa del traba- jador, a partir de la crisis de dicha década se da un impor- tante giro en esta3, en la que el trabajador deja de ser el cen- tro de atención, y pasa a serlo la empresa. Esta última resulta importante para los Estados no solo por los ingresos fis- cales que genera, sino también por la creación de empleos, lo cual resulta fundamental para aliviar la carga del Estado. Sin embargo, el nuevo enfoque de la normativa laboral no se cen- tra en proteger al trabajador, sino el trabajo (Gutiérrez, 1990, pág. 122) y en promover el crecimiento de este, tal como vimos en el caso peruano. Es aquí donde se da el quiebre de las relaciones de producción tal como las entendemos tradi- cionalmente, quiebre que no se explica en términos de eficien- cia de la fuerza de trabajo, ni de eficiencia empresarial, sino que resulta un asunto de poder. De reducir el poder de los traba- jadores, sobre todo de manera colectiva, debilitando su ca- pacidad de negociación, de or- ganizarse colectivamente, de sindicalizarse, etc. Es así que el mermado poder de los traba- jadores, reducido por modali- dades como la subcontratación junto con otras medidas de flexibilización laboral, explica en parte el por qué los traba- jadores no han podido con- trarrestar dichas modalidades. Por último, debemos señalar además, que solo hemos habla- do de la mayor asimetría entre el poder del capitalista y de los trabajadores, generada por la subcontratación, en el caso Pe- ruano. Si tomamos en cuenta todas las reformas que se han dado a partir del gobierno de Alberto Fujimori, para flexibili- zar otros temas como el de los despidos, las contrataciones, la normatividad sobre sindicatos, negociación colectiva, huelgas, contrataciones temporales, etc. nos daremos cuenta que 4 Balbi habla de trabajadores eventuales y de trabajadores estables sindicalizados, los cuales para motivos de este artículo serían los subcontratados y los contratados sin intermediarios, respectivamente. 5 Para ver más sobre las transformaciones en el ámbito laboral, poderes, prácticas estatales, etc. que se dieron como resultado de la crisis de 1970, ir a Harvey 1990, Cap. 7. Como podemos observar, la subcontratación tiene un importante efecto en las relaciones laborales que se desarrollan entre las empresas y la fuerza de trabajo. Sobre todo vemos esto, en cómo las relaciones de poder se vuelven más asimétricas, incrementando el poder de las empresas que hacen uso de empresas tercerizadoras, en detrimento del poder perdido tanto por cada trabajador individualmente, como por los trabajadores de manera colectiva” L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 1 9 A Ñ O 1 / N ° 2 BIBLIOGRAFÍA BALBI, Carmen Rosa 1994 Sindicalismo y flexibilización del mercado de trabajo en el Perú». Debates en Sociología. Lima, número 19, pp. 91-117. CANESSA, Miguel 1999 La flexibilización laboral en el Perú: la precarización de las relaciones de trabajo en los noventa. Tesis para obtener el grado de Licenciatura en Ciencias Sociales con mención en Sociología. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. CANESSA, Miguel 2003 Las violaciones a la libertad sindical en el Perú (1980-2002): pronunciamientos de los órganos de control de la OIT. Lima: CEDAL. GUTIÉRREZ, Esthela 1990 La ocupación del futuro: Flexibilización del trabajo y desreglamentación laboral. Caracas: Nueva Sociedad. GORELLI, Juan 2009 Descentralización productiva y ordenamiento laboral. En busca de respuestas jurídicas a la desprotección del trabajador”. En OJEDA AVILÉS, Antonio, Lima. Temas centrales del derecho del trabajo del siglo XXI. Lima: PUCP y ARA Editores. GUERRA, Luciana 2013 El impacto de la tercerización en las relaciones colectivas de trabajo y en los equilibrios constitucionales: análisis y propuestas. Tesis para obtener el grado de Licenciatura en Derecho. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. MANKY, Omar 2011 El día después del tsunami. Notas para comprender a los sindicatos obreros peruanos en las últimas décadas del siglo XX ». Debates en Sociología. Lima, número 36, pp. 107-134. MINISTERIO DE ENERGÍA Y MINAS 2012 Anuario Minero 2011 MEM. Lima. MINISTERIO DE ENERGÍA Y MINAS 2013 Anuario Minero 2012 MEM. Lima MIRANDA, Guillermo 2005 Informalidad laboral y la acción estatal en el Perú. Buenos Aires: Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral OEA. la relación de poder se vuelve más asimétrica aun. Todo esto promovido desde una pro- puesta neoliberal, que en Perú ha calado con gran fuerza, y que casi no cuenta con con- trapesos, obteniendo en cierto punto una dinámica propia, y a la vez explicativa de muchos de los fenómenos que vivimos actualmente.__ L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 2 0 A Ñ O 1 / N ° 2 MARX Y EL VOLUNTARIADO _Natalia Bolaños Estudiante de Sociología PUCP Para Marx el trabajo es lo que nos hace humanos. Es una actividad consciente orientada hacia un fin donde, a través de sus fuerzas corpóreas, el hom- bre transforma la naturaleza y a la vez transforma su natu- raleza propia, mediando, regu- lando y controlando su meta- bolismo con ella. Los hombres son lo que producen y cómo lo hacen, así como las relaciones sociales que esto conlleva. El trabajo es una necesidad del hombre, y no solo un medio para sobrevivir. Sin embargo, la sociedad capitalistahace del trabajo una mercancía, algo que se compra para así apro- piarse del valor que genera. Al trabajador se le paga lo que cuesta cubrir las necesidades básicas para reproducir su fuerza de trabajo, por lo que el hombre se ve forzado a traba- jar a cambio de una remune- ración que le permita vivir, aun cuando el trabajo que hace no sea de su elección. El trabajo voluntario, por otro lado, es ofrecido por decisión propia y libre. Lo consideramos trabajo y no solo actividad porque, además de incorporar las características del traba- jo descritas arriba, crea valor. Mientras que “el trabajo se pre- senta en la Economía Política únicamente bajo el aspecto de actividad lucrativa” (Marx, 2010: 7), el voluntariado pre- senta una nueva perspectiva. El trabajo de los voluntarios no produce ‘bienes’ en forma de mercancías, pero sí servicios en forma de capacidades gene- radas en los beneficiarios. A pesar de que el valor generado no se le devuelve al trabajador en forma de remuneración económica directa, sí obtiene otros tipos de retribuciones, ya sean de prestigio al poner su trabajo voluntario en el CV, de experiencia, de empodera- miento, o de gratificación per- sonal al sentir que contribuye a un fin mayor. Este último punto, podría verse como una versión, o un inicio, del ideal marxiano del trabajo como realización del hombre. En particular, está caracterizado por “un deseo de contribuir al bien común, libremente y con espíritu de solidaridad, sin esperar a cam- bio ninguna recompensa mate- rial” (UNV, 2011). Sin embargo es importante analizar deteni- damente el trabajo voluntario y a quienes lo realizan, para ver en qué medida se aleja del sistema capitalista y en qué medida lo perpetúa. Definimos primero el trabajo voluntario como trabajo ofrecido sin ser exigido y sin que se espere un equivalente monetario a cam- bio. Nos planteamos las sigui- entes preguntas: 1. En un mundo capitalista donde predominan las re- laciones monetarias, ¿qué hace posible que se realice un trabajo no remunerado? 2. ¿De dónde nace el deseo de hacer trabajo volunta- rio? Es decir, ¿cuáles son las motivaciones de su re- alización? 3. ¿Qué lugar ocupa el tra- bajo voluntario dentro del capitalismo?, ¿significa una grieta en éste? Para responder a estas pregun- tas, tomamos un estudio de caso: un grupo de voluntarios que trabajan con la ONG Buil- ding Dignity, o Centro para el Desarrollo con Dignidad (CED- ED), en La Encantada, Villa El Salvador. Es una organización norteamericana cuya misión es mejorar la oferta educativa de la zona, formar y capaci- tar líderes locales, y apoyar un desarrollo generado en, y lide- rado por, los miembros de la comunidad. Nació hace 3 años con dos estadounidenses y un peruano local, y ha crecido al punto de que recibe numero- sos voluntarios extranjeros, locales, y de otras partes de Lima a través de programas fi- nanciados por organizaciones internacionales y de contac- tos locales con grupos de vo- luntariado. La información se L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 2 1 A Ñ O 1 / N ° 2 fuente: difusión obtuvo a base de entrevistas a los dirigentes de la ONG y a los voluntarios participantes, y a través de observación parti- cipante. La información obtenida ha sido analizada a partir de las formas y categorías que ex- pone Marx en El Capital: venta (u ofrecimiento) de la fuerza de trabajo como mercancía; trabajo objetivado en dinero o en algún otro equivalente no monetario que satisface dis- tintas necesidades; exceden- te (de tiempo y/o dinero); las relaciones (mercantiles y so- ciales) que se derivan del vol- untariado; el valor generado por el trabajo, tanto para quien lo realiza como para quien se beneficia de él; y la alienación en el trabajo implícita en las motivaciones. 1. En un mundo capitalista donde predominan las rela- ciones monetarias, ¿qué hace posible que se realice un trabajo no remunerado? Sería imposible que, inmersos en el capitalismo y las rela- ciones monetarias, se genera- lizase el trabajo no remunera- do, sin cambiar drásticamente las relaciones sociales. El vo- luntario necesita dinero para sobrevivir en la sociedad capi- talista, para satisfacer necesi- dades materiales como comi- da, abrigo, y refugio. Es por eso que el trabajo voluntario siempre va acompañado de un sustento económico exte- rior, lo cual se ve en quienes participan en CEDED. Son tres directores: Jesús, uno de los directores fundadores, ha teni- do posiciones de liderazgo en Villa El Salvador y actualmente dirige programas de radio en una estación local de donde recibe un salario. Emily, la fun- dadora estadounidense, reali- za consultorías en economía y desarrollo para el Banco In- teramericano de Desarrollo. Vemos que el trabajo de Emily y de Jesús en CEDED no es totalmente gratuito: es de- cir, reciben un salario. Sin em- bargo, Emily indica que es una remuneración muy baja, y que sin el apoyo económico que le brindan sus consultorías no podría solventar sus gastos. Se ve también el distinto valor que su trabajo genera: por un lado, sus consultorías generan un valor de cambio, el cual ella recibe en forma de dinero. Por otro lado, su trabajo en CEDED genera un valor de uso que es disfrutado por los beneficiarios en tanto reciben ayuda con sus tareas, talleres de liderazgo, o capacitaciones. Julia, final- mente, trabaja como directo- ra de programas en CEDED gracias a una subvención de Princeton, organización que beca a una persona cada año para atender a la ONG. De este modo, aunque su trabajo no reciba un pago por parte de CEDED, sí recibe un salario por parte de la beca de Princeton, cubriendo así sus necesidades. Se encuentran también los vo- luntarios que no reciben nin- guna compensación monetaria por su trabajo en CEDED. Acá encontramos a Aldo, joven estudiante ítalo-peruano que vino a Lima a visitar familia en sus vacaciones universitarias y buscó asociaciones de volun- tariado en internet, “algo que hacer durante el día” (Bolaños, 2013). Su vida de universita- rio implica que recibe dinero de sus padres para cubrir sus necesidades, y en sus vaca- ciones únicamente busca ocu- par su tiempo. Igual es la situ- ación de Mikey, estadounidense estudiando en Lima a través de un instituto de intercambio universitario que no solo orga- niza programas de intercambio sino que también pone a los estu- diantes en contacto con organizaciones donde pueden prestar servicios de volunta- riado. Así, Mikey dedica parte de su dinero, ya sea proporcio- nado por sus padres, présta- mos estudiantiles o ahorros propios, a su desempeño como voluntario. Por último está el grupo de estudiantes nor- teamericanos con especialidad en Estudios Globales que han venido a CEDED para realizar trabajo voluntario, pagando sus propios pasajes y estadía. Por otro lado, están los volun- tarios que trabajan. Abby es una canadiense que vino a Lima cuando su esposo obtu- vo un puesto de trabajo. Traba- ja como profesora de inglés y L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 2 2 A Ñ O 1 / N ° 2 es este salario, junto con el de su esposo, lo que permite que dedique su tiempo excedente al voluntariado. Cathy es tam- bién una estadounidense que trabaja en su embajada, con un salario fijo, y que en su tiempo libre ayuda ofreciendo tutoría en CEDED. Finalmente está Roxana, profesora escolar que también se “cachuelea” de dis- tintas formas porque su salario de docente no le alcanza para cubrir sus necesidades. Ella se involucró con CEDED a través de una organización de artes dramáticas en Villa El Salvador, donde realizaba trabajo volun- tario: “no me pagaban, pero lo hacía porque me gustaba” (Bolaños, 2013). Así, aun cuan- do considera que su sueldo no le da suficiente para llevar la calidad de vida que quisiera, igual dona su tiempo y trabajo a esta ONG. Finalmentehacemos un caso especial de los voluntarios lo- cales de Villa El Salvador. Es- tanislao es un joven que vive cerca del Centro y que estudia diseño en un instituto. Su fa- milia lo mantiene y paga por sus estudios, por lo que le es posible ayudar brindando tall- eres de arte. Rocío es también una joven de La Encantada que asistió a los talleres de liderazgo y ahora estudia far- macéutica en la Universidad Alas Peruanas; en su tiempo libre ayuda brindando tutoría en matemáticas y ciencias. Fi- nalmente está Jesusa, señora que vende chocotejas en La Encantada, y que brinda ta- lleres con otras señoras de la localidad, como preparación de dulces y diseño de muñe- cas artesanales, organizándo- las y enseñándoles a elaborar estos productos para luego vender y generar ingresos que se reparten entre ellas. Lo que tienen en común la mayoría de estas personas es que el voluntariado no es su única ocupación, sino que lo hacen con su tiempo libre. Así, lo que ofrecen es no solo tra- bajo concreto, sino su tiempo. No son dueños de su tiempo, ya que tienen trabajos que sí son remunerados en forma de salario, pero en su tiempo de “ocio”, el cual sí les pertenece, tiempo “excedente,” el volun- tariado forma parte de su lla- mada “recuperación de fuerza de trabajo”. La recuperación no implica únicamente comer y dormir para recuperar las fuerzas físicas, sino que incluye actividades que llenen a uno de manera espiritual. De esta manera los voluntarios, y en particular quienes traba- jan, están sujetos al empleador en tanto y en cuanto venden sus fuerzas de trabajo a cam- bio de un salario que les per- mite cubrir sus necesidades. Mas entre estas necesidades se ubica el voluntariado como forma de ayuda al prójimo y como auto-realización (incluso cuando la motivación incluye razones de crecimiento per- sonal, como ya se indicó); es una necesidad que no es una mercancía y, por lo tanto, no se puede comprar. 2. ¿De dónde nace el deseo de hacer trabajo voluntario? ¿Cuáles son las motivaciones de su realización? Las razones que dieron los voluntarios sobre sus motiva- ciones fueron varias. Comen- zamos con la fundadora, quien aunque recibe un salario míni- mo está eligiendo este trabajo en vez de otras posibilidades más gratificantes económica- mente. Emily co-fundó Building Dignity el 2008, y el proyecto se convirtió en su sueño. Mien- tras estudiaba una maestría en el extranjero, venía a Lima en sus vacaciones para supervi- sar la construcción y crecimien- to de CEDED, sacrificando la posibilidad de viajar a otros lugares. Tiene un compromi- so con el Centro; es como “su bebé” y quiere verlo crecer. “Me sería mucho más cómodo vivir en Miraflores, y salir con mis amigos en Lima. Pero eso me quitaría legitimidad ante la gente de La Encantada” (Bo- laños, 2013). Como graduada de Oxford y becada múltiple, podría trabajar para una em- presa privada y ganar mucho dinero, pero se contenta con obtener lo necesario para re- cuperar su fuerza de trabajo y continuar con su proyecto. Para Julia y los estudiantes de intercambio o de la Universi- dad de Minnesota, las motiva- ciones son personales, además del compromiso con el cambio. La beca de Julia le ayuda a ganar experiencia enseñando y en proyectos de desarrollo, así como para incluir en su CV. En cuanto a los estudiantes de Minnesota, su voluntariado cuenta como créditos para un curso; reciben, entonces, una recompensa académica, así como experiencia en temas de su especialidad. El común denominador entre los voluntarios que trabajan es la motivación de darle sentido a sus vidas. En cambio para los voluntarios locales la moti- vación es el compromiso más concreto con su comunidad (...) el voluntariado como forma de ayuda al prójimo y como auto- realización; es una necesidad que no es una mercancía y, por lo tanto, no se puede comprar. L a C o lm e n a l B o le tí n V ri tu a l 2 3 A Ñ O 1 / N ° 2 y el desarrollo que visualizan. Dos fueron participantes en el taller de liderazgo, y ahora estudian en centros de edu- cación superior en Lima, algo muy lejano a las posibilidades económicas y educativas de La Encantada. Aunque es su posición económica ventajosa la que les permite estudiar, son sus valores y principios perso- nales los que los orientan hacia la solidaridad, la cual ven como una alternativa al orden social existente. Marx escribe en una carta a su padre: “La principal guía que debe dirigirnos en la elección de profesión es el bienestar de la sociedad y nuestra pro- pia perfección… La naturaleza humana está constituida de tal modo, que sólo podemos atender a nuestra propia per- fección trabajando por la per- fección y el bien de los demás” (Marx, 1925). Se ve la preocu- pación de Marx con el carácter solidario y comunitario del tra- bajo Esta idea de trabajar por el bienestar de la sociedad se ve reflejada en las declara- ciones de algunos voluntarios, cuyas motivaciones eran “brin- dar la seguridad y apoyo a los niños en sus tareas” (Mikey), promover el desarrollo de los adolescentes y darles lideaz- go para transmitir a la comu- nidad (Rocío), generar respe- to y apoyo moral a los niños para que aprendan bien en el colegio y puedan estudiar en la universidad y salir de estas condiciones (Roxana). Por otro lado, como ya se men- cionó, tienen motivaciones de crecimiento personal y espi- ritual. Para Rocío, “es gratifi- cante ayudar a aprender […] Me siento parte de la misión de ayudar a los niños en sus preocupaciones, y ver las bue- nas notas cuando aprenden” (Bolaños, 2013). A Cathy le gusta que aunque no entien- da mucho español, igual quiere estar ahí porque ve la pasión y la lucha por la mejoría; eso la absorbe y la atrae a CEDED. Por su parte, Aldo valora las nuevas amistades que ha crea- do ahí, así como su aporte: “ver aprender a los niños es inolvi- dable” (Bolaños, 2013). 3. ¿Qué lugar ocupa el trabajo voluntario de CEDED dentro de una forma de vida domi- nada por el capitalismo, y en qué medida significa una “gri- eta” en éste? El trabajo de voluntariado no es un trabajo abstracto capi- talista, una labor obligada que se necesita desempeñar para obtener una remuneración monetaria; es un hacer, un tra- bajo concreto, enmarcado en la solidaridad y horizontalidad que lo caracteriza. Es trabajo específico, concreto, porque los voluntarios parten de sus habilidades, de lo que saben/ pueden hacer, y le agregan la voluntad de ofrecerlo sin pedir nada a cambio. Es valor de uso. El trabajo es determinado por las relaciones sociales que éste implica. Al ser voluntario, no se trata de la fuerza de trabajo como mercancía, tal y como el capitalismo lo determina im- plicando una compra y ven- ta. Es una relación diferente: se ofrece la fuerza de trabajo, ya no por su valor monetario, por el precio en el equivalente dinerario, sino por su valor de uso, siendo una forma distinta que se ve al tomar en cuenta las motivaciones de los volun- tarios. De esta manera, la fuer- za de trabajo que cada volun- tario trae se convierte en tra- bajo concreto, medido ya no de manera cuantitativa en térmi- nos de horas de trabajo, sino de manera cualitativa en términos de los beneficios que perso- nales y externos que produce. Se genera una grieta en el capitalismo, en términos de Holloway, donde lo importante no es qué se hace, sino cómo. Las personas y su trabajo ya no son medios para un fin, sino un fin en sí, y se contraponen el compañerismo y la solidari- dad a las relaciones mercan- tiles. “Una grieta es la creación perfectamente común de un espacio o momento en el que afirmamos un tipo diferente de hacer” (Holloway, 2012: 112), “una forma diferente de rela- cionamiento entre las perso- nas” (íbid.: 92). El trabajo realizado en CEDED no implica relaciones capita- listas donde se compra fuer- za de trabajo y se paga por menos que el
Compartir