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Geografía Humanística 
Mª Jesús González González 
Universidad de León 
 
 
 
 
La Geografía Humanística aparece iniciada la década de 1970 en el mundo 
anglosajón, con sus enfoques fenomenlógico y existencialista, como la crítica 
más sofisticada al positivismo lógico dominante en la disciplina. La crítica de la 
Geografía humanística era ética, con una orientación política más implícita que 
explícita. Fue una respuesta a la Geografía cuantitativa y teorética de los años 
50 y 60. Surge una visión más humanizada que destaca los aspectos humanos a 
partir de los significados, intenciones o propósitos, valores y principios del 
grupo humano. Se trata, en suma, de un conocimiento empatetico a través de la 
experiencia vivida. “La geografía humanista es un desarrollo lógico del descu-
brimiento en geografía de la dimensión subjetiva y de la experiencia personal 
“(CAPEL, H. 1981). 
Este planteamiento propone una metodología inductiva que permita inter-
pretar las relaciones entre el hombre y el medio. Su producción aunque escasa 
va encaminada hacia el estudio del “espacio geográfico vivido”. En vez de tener 
como objetivo la búsqueda de leyes generales, ahora se pretende una compren-
sión de los hechos que se logra a través de un contacto de los mismos dentro, 
es decir que el geógrafo participa y se compromete con lo que estudia (ESTE-
BANEZ, J. 1982). 
La Geografía Humanística se apoya en las doctrinas filosóficas del existen-
cialismo y la fenomenología. El existencialismo es una filosofía del ser humano 
en el sentido total de su existencia. La existencia está caracterizada por particu-
laridades concretas, en comparación al concepto abstracto y universal de 
Humanidad. 
En el existencialismo no hay mundo aparte del de los seres humanos. Esto 
significa que los hombres organizan los fenómenos en cierta clase de unidad o 
mundo. No hay existencia humana aparte del mundo en el que él o ella existe, 
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existir significa estar en el mundo y confrontar aquello que es diferente a uno 
mismo. La existencia significa él o ella misma por la separación respecto a los 
otros. 
El existencialismo se refiere a la vida emocional, los sentimientos, estados de 
ánimo, a través de los cuales la gente se implica en el mundo. El existencialismo 
difiere de la ciencia positivista por el énfasis concedido a la experiencia perso-
nal, conocimiento por participación más que por observación, el énfasis en la 
subjetividad respecto a la objetividad. Al igual que el idealismo, el existencialis-
mo es una filosofía del sujeto, pero mientras que el idealista empieza por las 
ideas, el existencialista empieza por la mera confrontación de la existencia. 
La fenomenología significa el estudio del fenómeno (un fenómeno es algo 
que aparece o se presenta a alguien), implica la descripción de las cosas como 
las experimenta uno. Las experiencias incluyen la vista, el oído y otras relaciones 
sensoriales como creer, recordar, imaginar... En la fenomenología la experiencia 
es siempre de algo, siempre se refiere a algo que no puede ser caracterizado 
independientemente, los objetos no pueden ser caracterizados como un mundo 
externo separado. La fenomenología denomina a esto intencionalidad, mientras 
que el fenómeno experimentado se denomina objeto de intención. 
La diferencia entre la Geografía positivista y humanística reside en el papel 
del hombre en el mundo que adjudican cada una. La Geografía positivista mira 
alrededor y ve espacio. Contempla la superficie terrestre de un modo homogé-
neo, medible. La relación del hombre respecto al espacio es el esfuerzo necesa-
rio para superar la fricción de la distancia (costes de transporte, tiempo de via-
je,...) lo cual tiene efectos predecibles en la actividad del hombre sobre el espa-
cio, y con una noción de localización como mera posición en una extensión 
espacial abstracta. De modo que puede haber leyes objetivas del comportamien-
to humano en el espacio. 
La Geografía humanística mira al entorno y ve el lugar, es decir, una serie de 
localizaciones en las que la gente vive, tienen experiencias y encuentran un sig-
nificado. La simple mención del lugar como centro de experiencias vitales signi-
fica para los positivistas la sospecha de que la Geografía humanística es acientí-
fica e incapaz de producir generalizaciones más allá de la opinión personal. La 
Geografía Humanística extrae de la fenomenología existencial el interés por el 
mundo, el ámbito de la experiencia vivida, el interés en los espacios ocupados 
por la experiencia. 
A diferencia de la geografía radical o de la geografía de la percepción y del 
comportamiento, que si bien no aceptaban la teoría, si se servían de los mismos 
métodos positivistas, la geografía humanista rechaza tanto su teoría como su 
método. Este rechazo implica partir de unos presupuestos paradigmáticos to-
talmente diferentes, que son, justamente, los que permiten abordar, por ejem-
plo, el tema del paisaje desde una nueva óptica. 
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La Geografía Humanística da contenido existencial a conceptos tradiciona-
les en Geografía. El lugar (place) es definido como un centro de significado o 
foco de nexo emocional, más que como un mero punto físico en el espacio. La 
aproximación humanística es una reacción contra la visión mecanicista, objetiva 
del ser humano, en favor de una visión que destaca los aspectos más humanos: 
significados, valores, ambiciones,... En este sentido, el paisaje es un lugar: de ahí 
parten algunos humanistas al abordar el tema del paisaje. Es obvio: el lugar no 
tiene escala. La casa, la plaza, el pueblo o el paisaje de una comarca o región 
pueden ser lugares, puesto que todos ellos –después de una relación íntima y 
cotidiana- pueden convertirse en símbolos de nuestras aspiraciones, frustracio-
nes, emociones y experiencias pasadas y presentes( Nogué i Font, J., 1985). En 
“The Interpretation of Ordinary Landscapes”, Meining (1979) aboga claramen-
te por esta concepción del paisaje. 
A continuación se exponen las ideas de los autores más relevantes en La 
Geografía Humanística: E. Relph, Yi-Fu Tuan, A. Buttimer, A. Seamon, D. 
Ley. 
Según Relph si la Geografía está interesada en hacer leyes y teorías las críticas 
de la fenomenología podrían ser ignoradas. Pero si la Geografía está interesada 
en la comprensión de la gente a nivel humano, la fenomenología tiene mucho 
que ofrecer. 
Relph señala que un conocimiento práctico de los lugares es esencial para la 
existencia humana. El lugar es una experiencia profunda y compleja de la expe-
riencia humana en el mundo. Este autor considera el lugar como un fenómeno 
de la geografía del mundo vivido de las experiencias cotidianas. 
Hay una fuerte relación entre la comunidad/colectividad y el lugar, refor-
zando la identidad recíprocamente. En la experiencia personal y colectiva de 
lugares concretos hay una fuerte vinculación que constituye "nuestras raíces en 
los sitios". 
Relph señala varios niveles del desenraizamiento y enraizamiento en los lu-
gares: desenraizamiento existencial (todos los lugares tienen carencia de identi-
dad), desenraizamiento objetivo (catalogación de la información y neutraliza-
ción del pensamiento para explicar científicamente la organización espacial de 
los lugares), desenraizamiento incidental (los lugares son experimentados como 
plataformas de actividades), enraizamiento indirecto (los lugares son experi-
mentados por medio de otros: poesía, pintura), enraizamiento comportamental 
(atender a la apariencia de un lugar) etc., 
La autenticidad e inautenticidad del lugar es otro concepto de este autor. Un 
sentido auténtico del lugar implica estar y pertenecer a un lugar (casa, ciudad de 
origen, región) como individuo y miembro de la colectividad. Proporciona una 
sólida fuente de identidad para las personas y la colectividad. Dado el avance 
tecnológico y el aumento de la movilidad se ha debilitado la capacidad simbóli-
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ca de los lugares. La faltade conexión afectiva con el lugar está bastante exten-
dida y tiene que ver con la toma de decisiones de un anónimo "ellos". Es la 
forma dominante en las sociedades industrializadas y equivale a una ausencia de 
sentido de pertenencia a un lugar. La tendencia es hacia un entorno con pocos 
lugares significativos, una geografía sin lugares. 
Yi-Fu Tuan da mayor énfasis a la imaginación del entorno. Analiza el nexo 
afectivo entre la gente y el lugar, subrayando las formas de percibir el entorno. 
La experiencia estética más intensa proviene de la sorpresa, pero una aprecia-
ción duradera del paisaje permanece por la fusión de incidentes humanos y la 
curiosidad científica. 
Los lugares tienen capacidad para crear imágenes. Ciertos lugares tienen 
gran capacidad para excitar sentimientos de topofilia o lugares con los que el 
hombre establece lazos afectivos ya que evocan experiencias agradables. Hay 
modelos que apelan a la imaginación humana: la costa del mar, un lago, los 
valles pequeños, las islas... 
A. Buttimer piensa que la fenomenología se fija más en la experiencia que en 
el conocimiento. Su aportación es cuestionar a los científicos sociales sus for-
mas de conocimiento y de ser, y a aceptar la responsabilidad de la libertad. 
Centrándose en las relaciones entre la gente, lugares, lenguaje, dice que la 
identidad personal y cultural están muy ligadas a la identidad del lugar. La iden-
tidad con un lugar depende de si es el centro para los diversos intereses de una 
persona. 
D. Seamon analiza las experiencias cotidianas de la gente y los comportamien-
tos asociados con los lugares en los que viven. Busca modelos básicos que re-
presenten el comportamiento humano y la experiencia. Plantea investigar el 
movimiento diario como un fenómeno en si mismo antes de su definición. 
Dice que la cognición sólo desempeña un papel parcial en el comportamiento 
diario, que es sobre todo precognitivo, implicando conocimiento prereflexivo 
del cuerpo. Discrepa sobre que el movimiento es un proceso de estímu-
lo-respuesta, diciendo que el cuerpo tiene una capacidad intencional que permi-
te el conocimiento de los espacios cotidianos en los que la persona vive. 
D. Ley adapta las ideas de la fenomenología existencial al estudio de la geo-
grafía social urbana. El lugar debería ser contemplado como el objeto para el 
sujeto. El lugar no es sólo un objeto, sino también una imagen e intención. El 
lugar siempre tiene significado, siempre es para su sujeto. Así como el lugar no 
tiene significado sin el sujeto, el sujeto tiene una identidad indefinida cuando es 
separado del lugar. Los lugares pueden tener múltiples realidades, sus significa-
dos son cambiantes según las diferentes intenciones de sus sujetos. El paisaje 
ofrece pistas para el comportamiento adecuado. El significado de un lugar atrae 
sistemáticamente a grupos con intereses y valores similares, como consecuencia 
la ciudad se convierte en un mosaico de mundos sociales distintos. 
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La Geografía Humanística fue objeto de críticas. Según Pickles lo que hace 
es ordenar las experiencias geográficas de la gente, pero eso es una concepción 
kantiana más que de Husserl. Además no hay explicación de la constitución del 
objeto. Según este autor la relación entre la fenomenología y la ciencia es malin-
terpretada por los geógrafos humanistas. Señala la ausencia de método, así co-
mo haber caído en una interpretación subjetiva y voluntarista de la idea feno-
menológica de la intencionalidad. La fenomenología geográfica llega a un subje-
tivismo radical, incapaz de responder a los asuntos básicos del comportamiento 
social. Por tanto, se señala que este enfoque confunde el mundo de las ideas 
con la realidad objetiva, la producción científica es meramente descriptiva y que 
no hay una metodología claramente especificada. 
Las estructuras del espacio humanizado no se pueden aprender sin hacer re-
ferencia al espacio social y sus relaciones. Fremont plantea que ni geógrafos ni 
sociólogos, estudian el espacio social en su complejidad. Parte de la base de que 
en el juego social hay relaciones complejas en las que los intereses de clase tie-
nen mucho que ver. El aprendizaje del espacio no se desarrolla en una sociedad 
neutra, sino que poco a poco tenemos una determinada imagen del espacio 
modelada por la información exterior. Como señala Buttimer , de la racionali-
dad del “homo economicus” se pasa a la consideración del “homo sapiens” 
entendiendo no sólo como un ser económico sino como un ser social con ne-
cesidades de relación y con unos valores culturales y sociales. 
Las relaciones del hombre y del espacio son a menudo descritas por los geó-
grafos en términos de equilibrio, expansión...., términos que hacen suponer una 
buena adaptación al espacio. Sin embargo, la realidad vivida se muestra diferen-
te porque se plantean problemas de adaptación e inadaptación y alineación del 
espacio. Este no es solamente un espacio producción en sentido de los meca-
nismos económicos, sino que es también creado; para crearlo es necesario or-
ganizarlo a la medida de los hombres, no a la inversa. Fremont propone rein-
ventar una pedagogía de la geografía (esta podría convertirse en un arte del 
espacio), pero cuando se quiere ordenar un espacio, se ve que el propio hombre 
que lleva a la práctica la ordenación de su territorio, ya esta alineado, ha caído 
en la utopía. 
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