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~80CT. 1884 
LA BATALLA DE CARABOBO 
24 de junio de 1821
HNO. NECTARIO MARIA 
LA BATALLA DE CARABOBO 
24 de Junio de 1621
La edicién de esta obra ha 
sido ordenada por el Dr. Luis 
Herrera Campins, Presidente 
Constitucional de Venezuela. 
Reciba el muy digno Gober- 
nante la expresién sincera de 
nuestro mds profundo agradeci- 
miento.
CARABOBO 
Etimologia de este nombre 
Carabobo es voz indigena de una quebrada o peque- 
fia corriente, que ha dado su nombre a la sabana 
adyacente y a la gran batalla que alli se dio el 24 de 
junio de 1821, la cual sell6 para siempre la independen- 
cia de Venezuela; y su relacién completa es la que 
publicamos en el presente estudio. 
La Etimologia de este nombre, segun parece, seria la 
siguiente: 
Carabobo encierra dos voces indigenas. 
Cara: designacién de una especie de musgo o hier- 
becita que se ve sobre su cauce. 
Bobo: que significa agua o corriente suave. 
De este modo Carabobo designaria un agua sobre la 
cual aparecen musgos o hierbecitas.
LA BATALLA DE CARABOBO 
Este trabajo consta de dos secciones: La primera es 
un estudio analitico-critico de la Batalla y antecedentes, 
de acuerdo con los partes oficiales del Ejército Pa- 
triota, principalmente del Libertador y del Coronel 
Pedro Briceno Méndez; y sobre todo con los documen- 
tos del Ejército Realista, que hasta ahora eran total- 
mente desconocidos. 
La segunda comprende parte de la voluminosa y ri- 
ca documentacién del Ejército Realista, que reposa en 
el Archivo General de Indias de Sevilla y en el His- 
térico Nacional de Madrid. 
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Principales fuentes de informacion: 
Para escribir este estudio, hemos consultado: 
l. 
2. 
Las Memorias del General O’Leary. 
El Archivo del General Miguel de la Torre, que 
copiamos en su integridad y cuyos originales 
estan en el Archivo Histérico Nacional de Ma- 
drid. Sus copias dieron 34 volimenes y uno de 
indices. Enviamos una coleccién completa al 
«Archivo General de la Nacién» de Caracas, y 
otra a la Academia Nacional de la Historia. 
. El Archivo del Ejército Expedicionario de Costa 
Firme, que se encuentra en el Archivo General 
de Indias, en la seccién de Cuba. 
. El valiosisimo Archivo del Museo Naval de 
Madrid. 
. El Archivo Histérico Militar de la calle Martires 
de Alcala y 
. El Archivo del Ministerio del Ejército (Madrid). 
13
Nota explicativa.—E] Ejército Expedicionario de 
Costa Firme, a las 6rdenes del General Pablo Morillo, y 
después de Miguel de la Torre y al fin, de Francisco 
Tomas Morales, actu6é en Venezuela hasta la capitula- 
cién de Morales en Maracaibo, el 3 de agosto de 1823, 
y la toma de Puerto Cabello por el General José 
Antonio Paez, el 8 de noviembre de aquel mismo afio. 
En esta ultima ciudad se hallaba el voluminoso Ar- 
chivo de este ejército, el cual fue llevado para Cuba, de 
donde, afios mas tarde, lo trasladaron a Espafia y de- 
positaron en el Archivo General de Indias, en la seccién 
correspondiente a Cuba, por haber sido enviado desde 
esta isla. 
Sin sospechar su existencia, descubrimos un dia tan 
valioso depésito. Después de revisarlo cuidadosamente, 
copiamos, en 17 volimenes, las piezas que entonces nos 
parecieron de mayor importancia. 
La documentacién del Ejército Expedicionario, que 
se refiere a Venezuela, se encuentra, como dijimos, en 
la seccién de Cuba, principalmente en los legajos 896 a 
920; varios de estos nimeros van dobles; también hay 
algunas piezas en los ndmeros 758 a 887 y 2.270 a 
2.316, de la misma seccién y archivo. 
15
CAPITULO I 
El Armisticio. Sublevacién de Maracaibo. Plan de ataque 
El Armisticio.—El 25 de noviembre de 1820 se fir- 
m6 en Trujillo el armisticio, que suspendia por seis 
meses las hostilidades de las guerras de independencia, 
que asolaban el suelo de Venezuela. 
Los representantes del General espafiol Pablo Mo- 
rillo que firmaron el precioso documento, fueron el 
Brigadier Ram6én Correa, el Alcalde primero de Cara- 
cas don Juan Rodriguez del Toro, y don Francisco 
Gonzalez de Linares; y con caracter de Delegados del 
Libertador Sim6n Bolivar, firmaron el General Antonio 
José de Sucre, el Coronel Pedro Bricefio Méndez y el 
Teniente Coronel José Gabriel Pérez; tanto Morillo 
como Bolivar lo aprobaron y ratificaron en todas sus 
partes. 
Al dia siguiente, fue aceptado en todos sus puntos el 
Tratado de Regularizacién de la guerra, que firmaron 
los mismos delegados, siendo convalidado por los dos 
Generales en jefe. 
Ambos tratados se vieron en cierto modo sellados y 
ennoblecidos por el Abrazo de Santa Ana, verificado el 
27 de noviembre, en la hist6rica entrevista de Bolivar y 
Morillo. Este, unos 20 dias después, el 17 de diciembre, 
se embarcaba en La Guaira para Espafia, quedando el 
17
General Miguel de la Torre, su inmediato sustituto, al 
frente del ejército realista en Venezuela. 
Morillo se llevaba del Libertador una profunda im- 
presibn que después comunicé a su Gobierno en un 
informe reservado: «Nada es comparable —dijo— a la 
incansable actividad de este caudillo. Su arrojo y su 
talento son sus titulos para mantenerse a la cabeza de la 
revolucién y de la guerra, pero es cierto que tiene de su 
estirpe espafiola rastros y cualidades que le hacen supe- 
rior a cuantos le rodean. El es la revolucién.» 
El Armisticio, que debia durar seis meses, no fue 
mas que un alto en la guerra, destinado a acumular pre- 
parativos y energias para precipitar una nueva con- 
frontacién de los contendientes. 
No cabe duda que la causa de la independencia fue 
la que mas se beneficié de la tregua que establecia la 
suspensién de la contienda armada, pues, gracias a ella, 
los patriotas de Maracaibo alcanzaron la independencia, 
y es conveniente que perfilemos los rasgos mas salientes 
de este pronunciamiento, a la gloria de la noble capital 
zuliana. 
Sublevacién de Maracaibo.—Desde el alborotado 
intento del 19 de mayo de 1799, que dio lugar al en- 
carcelamiento y condena de Francisco Javier Pirela, 
Pascual Bocé, José Romero y Francisco Meguiet, los 
hijos de Maracaibo, cinco 0 mas veces habian preten- 
dido alcanzar la independencia, pero, por un motivo u 
otro, cada vez, todos sus proyectos habian fracasado, 
teniendo como inmediatas consecuencias las mas acer- 
bas represalias; pero distintos fueron los resultados de 
este sublevamiento.
Seguin refiere el mismo Miguel de la Torre (1) la 
insurreccién de Maracaibo fue obra del Gobernador 
Militar de aquella plaza, don Francisco Delgado, que 
auspicié su realizacién. 
Bajo pretextos especiosos salieron de la ciudad, por 
delegacié6n del Ayuntamiento, don Domingo Bricefio y 
José Maria Delgado, hermano del Gobernador respon- 
sable de cuanto se urdia, para tratar con el General 
Rafael Urdaneta. 
Este, viendo la actitud tanto del Gobernador como 
la de todos los miembros del Ayuntamiento, crey6 un 
imperioso deber suyo atender al clamor de los patrio- 
tas de Maracaibo. 
Requisicioné cuantos buques pudo, e hizo embarcar 
en ellos, el 26 de enero, al batall6n del Coronel José Ra- 
fael Heras, que habia bajado presurosamente de Tru- 
jillo, el cual, el mismo dia se hizo a la vela para la pun- 
ta Camacho, donde permanecié hasta la tarde del dia 28 
esperando la proclamacién de la independencia por el 
Ayuntamiento. Pero antes, el Gobernador Francisco 
Delgado, el 27 por la noche, para que la tropa evacuara 
la ciudad, entreg6 a su jefe, Comandante Valcarcel, una 
orden falsificada de don Miguel de la Torre, para su 
inmediata salida hacia Coro. 
El 28 de enero el Ayuntamiento de la ciudad 
acordé: «que protestando como protesta ante el Ser 
Supremo la sinceridad y justicia de sus sentimientos, 
debe en su consecuenciadeclarar como declara al 
pueblo de Maracaibo, libre e independiente del Gobier- 
no espafiol, cualesquiera sea su forma desde este mo- 
(1) «Manifiestoe que hace a los pueblos de Venezuela el Mariscal de Campo 
don Miguel de la Torre, General en Jefe del Ejército Expedicionario de Costa Firme 
sobre la continuacién de la guerra. Caracas. Imprenta de Juan Gutiérrez, afio de 
1821, pags, 13 y 14. 
19
mento en adelante; y en virtud de su soberana libertad 
se constituye en Reptblica democratica y se une con los 
vinculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y 
continentales que bajo la denominacién de Reptblica 
de Colombia, defienden su libertad, segtin las leyes 
imprescriptibles de la naturaleza...» 
Después del pronunciamiento, Francisco Delgado 
lanz6 un bando que imponia pena de la vida al que 
atentase contra el nuevo orden de cosas que acababa de 
establecerse. La independencia de Maracaibo era una 
realidad. 
Una salva de disparos y los prolongadisimos repi- 
ques de todas las campanas de la ciudad, anunciaron al 
pueblo el fausto acontecimiento. 
Al siguiente dia, Francisco Delgado, Gobernador 
militar, comunica al Libertador y al General Urdaneta 
la resolucién del Ayuntamiento; y el 29 el Coronel don 
José Rafael Heras hace su entrada en la ciudad, reci- 
biendo, tanto él como su batallén, las mas sinceras de- 
mostraciones de jubilosa alegria de toda la ciudadania. 
EI jefe realista don Miguel de la Torre protest6 por 
lo que consideraba flagrante violacién del armisticio, 
aunque bien considerado, no lo era, pues el pronuncia- 
miento habia sido obra exclusiva de los hijos de Mara- 
caibo, que tenian el legitimo derecho de expresar su vo- 
luntad y de seguir las justas aspiraciones de un ver- 
dadero patriotismo. 
Rompimiento del armisticio.—El propésito primor- 
dial del armisticio era el restablecimiento de la paz en- 
tre Espafia y la Reptiblica de Colombia, y la tregua 
acordada por ambos mandos era con este tinico fin. 
20
Pero la paz resultaba imposible sin el reconocimien- 
to, por parte de Espafia, de la absoluta independencia 
de Colombia. 
La correspondencia cruzada entonces entre La To- 
rre, Bolivar y Urdaneta, corre toda inserta en el Mani- 
fiesto que ese Jefe publicé, en la imprenta de Juan Gu- 
tiérrez, de Caracas, en aquel mismo afio de 1821. Por él 
sabemos que La Torre, en su carta del 23 de febrero, 
pide a Bolivar, en cumplimiento del armisticio, ordene 
a Urdaneta la evacuacién de Maracaibo (2), y en otra 
posterior recalca que la decisién de la independencia 
estaba fuera de sus facultades, y que «hasta ahora na- 
die, ni aun en conversacién privada, habia ofrecido se- 
mejante reconocimiento.» 
Bolivar, en su carta del 10 de marzo de 1821, fecha- 
da en Boconé de Trujillo, escribia al General La Torre, 
exponiendo el triste estado de la tropa acantonada en 
los llanos, y agrega: 
«,,, entre el éxito dudoso de una campafia y el sacri- 
ficio cierto de nuestro ejército por la peste y el ham- 
bre, no se puede vacilar. Es, pues, de mi deber, hacer la 
paz o combatir...» 
Pero, repetimos, como la paz no podia ser sin el re- 
conocimiento de la independencia, la guerra era inevi- 
table. 
La Torre recibié la comunicacién de Bolivar en su 
cuartel general de Caracas, y el 23 de mayo le contesté 
en los siguientes términos: « Tengo el honor de acusar el 
recibo del oficio de V. E. de 10 del actual en Boconé de 
Trujillo, en el que desentendiéndose absolutamente, y 
(2) Idem., pag. 17. 
2!
como si no existiesen, de nuestras contestaciones pen- 
dientes sobre el acontecimiento de Maracaibo ............ 
me intima V. E. a el reconocimiento de la independen- 
cia por los sefiores comisionados por S. M. o la conti- 
muaciOn de la Querra 22... ccc cee cee cee cee 
«En este paso inesperado ............... me impone el 
deber de contestar a V. E. que en conformidad del 
oficio de V. E., y en cumplimiento del articulo 12 del 
tratado de armisticio que en él cita, habiéndolo recibido 
el 10 del actual, las operaciones militares comenzaran el 
28 del préximo abril.» (3). 
Desde entonces, ambos bandos se prepararon a las 
contingencias de la guerra, que tantos estragos nos ha- 
bia causado, pero que venia a ser inevitable para el lo- 
gro de nuestra independencia. 
Elaboracién del plan estratégico de la campafa de 
1821.—Como el Libertador estaba convencido que 
voluntariamente Espafia no consentiria en otorgar la 
independencia a Colombia, y que ésta habia de con- 
quistarse por las armas, poco después del armisticio y 
antes de que el General Antonio José de Sucre saliera 
para el sur, reunié en Consejo de Guerra a la alta ofi- 
cialidad, para elaborar un plan de ataque, cuando 
llegara la hora de reanudar las hostilidades. 
Todos expusieron sus ideas particulares, pero Sucre 
y Pedro Bricefio Méndez presentaron, cada uno, un 
plan de operaciones para lograr el éxito apetecido. 
Estudiados y discutidos ambos proyectos, finalmente el 
del General Antonio José de Sucre fue el que recibi6 la 
aprobacién de todos, especialmente la del Libertador. 
(3) Idem, pag. 33. 
22
Sus puntos esenciales eran los siguientes: Reconcen- 
trar todas las tropas posibles para atacar por el centro y 
poder dar un golpe certero al enemigo; pero para 
asestarlo con el mayor acierto posible, era indispen- 
sable atacar a la vez los flancos de las posiciones 
realistas, es decir, lanzar fuertes operaciones sobre Ca- 
racas y sobre el flanco izquierdo de la region barquisi- 
metana. De este modo, las fuerzas enemigas tendrian 
que dividirse, y el avance del centro sobre San Carlos y 
Valencia tendria asi grandes posibilidades de feliz re- 
sultado. 
Mas adelante veremos que la ejecucién de este plan 
produjo maravillosos efectos, pues La Torre, para aten- 
der a urgentes llamadas del Coronel José Pereira, jefe 
de las fuerzas realistas que actuaban contra Bermudez, 
que habia invadido la regi6n de Caracas, ordena se le 
incorporen el tercer Batallon del Rey, y otro de Hos- 
talrich, privandose asi de su anexién al Cuerpo central 
que mandaba. 
Manuel Lorenzo, jefe de las fuerzas realistas del 
Occidente, al participar a La Torre el avance del Gene- 
ral Urdaneta que —dice— viene con 2.000 hombres, 
despacha contra él, dos dias antes de la batalla de Cara- 
bobo, el 22 de junio, al Coronel Juan Tello con cinco 
compaiiias del 1° de Navarra, el 5° Escuadrén de Lan- 
ceros del Rey y el llamado de Baquianos, es decir, de- 
bilita su frente, el principal, sustrayéndole cerca de mil 
unidades de sus mejores tropas. De este modo la obra 
de los nuestros se veria facilitada y coronada del éxito, 
con el golpe que, cuarenta y ocho horas después, 
asestarian al grueso del ejército realista, al mando del 
General La Torre, en el Campo de Carabobo. 
23
Como queda dicho, Bolivar ordena al General Ber- 
midez hacer los preparativos y marchar sobre Caracas, 
al terminar el plazo, que expiraba el 28 abril, y a 
Urdaneta que lance sus fuerzas sobre Barquisimeto, 
San Felipe y avance hacia Valencia. 
24
CAPITULO II 
Reanudaciton de las hostilidades 
El General Bermudez en accién.—Bermidez, para 
atender a las 6rdenes del Libertador, en Barcelona, 
ciudad que se habia sumado a nuestra causa, trabaja 
activamente en organizar sus fuerzas. Rotas las hostili- 
dades, Bermudez, secundado por Monagas y otros jefes 
patriotas, abre operaciones, y marchando a lo largo de 
la costa, llega hasta Guatire, en donde derrota a una 
columna realista; y al siguiente dia, 14 de mayo, logra 
entrar en Caracas y aumenta sus filas con 1.200 hom- 
bres, esclavos y otras gentes del humilde pueblo y 
avanza triunfante hasta La Victoria, dispersando a las 
fuerzas de Ram6én Correa, que habia abandonado la 
Capital (4). 
Morales, con su segundo, José Pereira, avanza 
contra Bermudez, que retrocede sin librar batalla y es 
perseguido por Pereira, mientras Ramén Correa, en 
calidad de Capitan General, hace su entrada en la 
capital el 28 de mayo por la noche. 
A poco, el CoronelJosé Pereira queda como Unico 
(4) Oficio de Ramén Correa al Secretario de Estado y del Despacho de la 
Gobernacién de Ultramar. A. G. I. Caracas, leg. 55. 
El Cura de Guatire, Ascension Gonzalez, por haber dado informes favorables de 
los independientes y exteriorizado sus simpatias por ellos, fue remitido preso a 
Puerto Cabello. 
25
jefe de toda la region de Caracas, pues Morales sale, 
atendiendo una orden de La Torre, que le ordena 
incorporarse a su mando (3 de junio). 
Pero, ante las maniobras de Bermidez y la predis- 
posicién general de la poblacién, que se muestra favo- 
rable a los patriotas, en carta del 1° de junio y otras 
posteriores, Pereira pide a La Torre y a Ram6n Correa 
el envio del Tercer Batallén del Rey, que se aprestaba a 
salir para Valencia, a unirse al ejército central. «Los 
pueblos —dice Pereira en una de sus cartas al General 
en Jefe—, respiran todos malas ideas, y si no les damos 
pronto un buen golpe se incrementaran en fuerzas y 
opinién»; y en otra leemos: «Estos pueblos son mas 
insurgentes que Bolivar, y los que no siguieron a los 
rebeldes (habla de los hombres en estado de llevar 
armas) se fueron a los montes, de que no los saca ni el 
buen trato ni ofertas; no cuento con un hombre que dé 
noticias de la posicién del enemigo, ni menos que haga 
el menor servicio en favor nuestro.» (Carta del 3 de 
junio). 
Estas dos citas de un jefe realista, evidencian a las 
claras el favorable ambiente popular de que ya gozaban 
los patriotas que luchaban por la independencia. 
En aquellos dias llegaba a Naiguata un barco tra- 
yendo armas para los patriotas, pero fueron confiscadas 
por los realistas; en total, 304 fusiles y mas de 200 
bayonetas. 
La Torre accede a las repetidas demandas del 
Coronel José Pereira y le envia el Batall6én del Rey y la 
Compania de Hostalrich, al mando de Aboy, todo lo 
cual debilitaba su frente de combate, en contra de 
Bolivar, que estaba ya acampado en San Carlos. 
Es cierto que Bermudez disponia de fuerzas impor- 
26
tantes, pero mal adiestradas, mientras que las de Pe- 
reira y Aboy eran unidades regulares, de rigurosa 
disciplina; por lo cual no nos debe extrafiar que el 8 de 
junio el Coronel Macero, subalterno de Bermudez, que 
disponia de 400 hombres y 150 caballos, fuese derrota- 
do por Ramén Aboy en el sitio del Rincén, en las 
inmediaciones de Santa Lucia. 
A pesar de esta pérdida y de otras mas, Bermidez y 
los suyos cumplieron admirablemente su principal mi- 
sin, que consistia en impedir que La Torre pudiese 
disponer de los importantes contingentes que le hu- 
biesen fortalecido contra Bolivar. 
Atn mas, todavia el 11 de junio, La Torre destaca al 
Teniente Coronel Lucas Gonzalez con 200 hombres 
para auxiliar a Pereira. 
Pero la derrota de Macero no amilané a Bermidez, 
que seis dias después, el 14 de junio, atac6é a Lucas 
Gonzalez en la misma regién del Rincén y le infligié 
una completa derrota, muriendo el jefe realista en la 
accién y perdiendo los enemigos 279 hombres; salva- 
ronse solamente unos 85 (5). 
Por el litoral, un destacamento patriota ocupa a 
Caraballeda el 15 de junio. 
Bermtdez organiza sus huestes, que en nimero de 
unos 1,500 entran en Baruta el 20 de junio. Aspira 
aduefiarse de la capital, mientras José Pereira estaciona 
sus fuerzas en el Calvario, y sigue pidiendo a gritos 
refuerzos, pues cree el triunfo dudoso. 
El 22, por la mafiana, las autoridades realistas, con 
el Capitan General Ramén Correa a la cabeza, dejan la 
capital, asi como también muchas familias espafiolas y 
(5) Comunicacién de José Rodriguez Rubio del 16 de junio de 1821, quien 
sustituyé a Lucas Gonzilez. Archivo de Miguel de la Torre, leg. 10, paquete 27. 
27
se disponen a abandonar también La Guaira, pues la 
derrota de Pereira significaria la pérdida de Caracas y 
de toda la regién del litoral. 
Bermudez entra en la capital, pero a poco, Pereira 
desencadena el ataque (23 de junio, vispera de Carabo- 
bo); los nuestros resisten con valor, y se atrincheran en 
las casas, pero se ven obligados a retirarse, abandonan- 
do todo al enemigo. 
Bermudez dejé en las calles de la ciudad 66 muer- 
tos, 10 heridos graves y 220 prisioneros; ademas perdi6 
600 fusiles, un cafién, 1.800 cartuchos, 11 cajas de 
guerra, equipajes, ganados y cuanto tenia (6). Si la 
derrota de los patriotas fue completa, Pereira no la 
pudo gozar largo tiempo, porque el triunfo de Carabo- 
bo vino a cambiar la faz de la guerra y de todos los 
acontecimientos. 
El 26 de junio, La Torre da orden a Pereira de 
embarcarse para Puerto Cabello. | 
Los efectos morales del triunfo de Carabobo fueron 
fatales para los soldados realistas, lo dice Pereira en su 
comunicacién del 29 de junio: «Al bajar a La Guaira, 
en menos de nueve leguas, he tenido 100 hombres de 
baja», es decir, cien desertores, y agrega: «Muchos 
oficiales espafioles y del pais se quedaron en Caracas 
con los enemigos, después que yo emprendi la retira- 
da..., antes de avistarse conmigo, hablaron con poca 
reserva, ponderando demasiado al enemigo, me trastor- 
naron la tropa y debilitaron su heroismo.» 
Bolivar, después de Carabobo, precipité su marcha 
para ocupar a Caracas, pero antes envié con un edecan 
una comunicaci6n al Coronel José Pereira, ofreciéndole 
(6) Relacién de la derrota de Bermidez, ¢! 23 de junio de 1821. Archivo de 
Miguel de la Torre, legajo 10, pequete 27. 
28
una honrosa capitulacién y éste contest6 que si en La 
Guaira no encontraba transportes, trataria el asunto. 
Al llegar a la capital, el Libertador le dirige otro 
comunicado ain mas expresivo: «Cuando un oficial — 
dice— ha llenado como V. S. sus deberes, ain mas alla 
de lo justo, es una loca temeridad no ceder a las leyes 
imperiosas e irresistibles de la fuerza y de la necesidad. 
La guerra ha mudado de aspecto. No estamos en el caso 
de elegir una muerte desesperada e infructuosa, cuando 
puede considerarse una vida honrosa y ahorrar sangre 
inocente. Yo, pues, ratifico a V. S. de nuevo mis 
disposiciones para oirlo y acordarle una capitulacién 
honorifica...» 
«Espero la contestacién de V. S. en todo el dia de 
mafiana para tomar un partido definitivo y pronto»; era 
un ultimatum. 
Pereira contest6 inmediatamente y el Libertador le 
correspondi6 el mismo dia (2 de julio de 1821), envian- 
dole las bases de la capitulacién, que acepté Pereira con 
algunas modificaciones, que tuvieron la venia de Boli- 
var (7). 
Dos horas después de firmado el documento, las 
tropas patriotas ocuparon La Guaira. 
Pereira pidid proteccién al Almirante francés Mr. 
Julien Legredier, cuyos buques de guerra se hallaban 
anclados en el puerto de La Guaira, pero éste, por 
deferencia a los patriotas, acept6 trasladarlo a Puerto 
Cabello, s6lo después de firmada la capitulacién con el 
General Bolivar. 
Como en los articulos se estipulaba que los oficiales 
(7) Las cléusulas de la Capitulacién y sus modificaciones aceptadas por Bolivar. 
Archivo Miguel de la Torre, legajo 11, paquete 30. 
29
y soldados eran libres de irse o de quedarse con los 
independientes, de las 622 unidades que le quedaban, 
descontadas las muchas deserciones que habia tenido 
(dice que se le iban de 60 a 80 diarios), 356 se pasaron a 
los patriotas, a saber: tres capitanes, tres tenientes, tres 
subtenientes, 20 sargentos, 16 cabos, 41 tambores, 
cinco trompetas y 256 soldados rasos (8). 
Solamente 266 entre oficiales y soldados, aprove- 
charon de los barcos franceses para su traslado a Puerto 
Cabello, en la mafiana del 4 de julio. 
Si el General José Francisco Bermidez tuvo reveses 
terribles, como el del 23 de junio, habia, sin embargo, 
cumplido una misién importantisima y contribuido 
poderosamente al triunfo de Carabobo, impidiendo que 
un Coronel de la talla de José Pereira, con sus aguerri- 
das tropas, hubiese podido intervenir contra Bolivar; 
por eso, al igual que los héroes de la inmortal jornada, 
su nombre debe figurar junto a ellos y recibir los 
mismos homenajes que la Patriaagradecida tributa a su 
gloriosa memoria. 
Los Fefes Patriotas en el Occidente de Venezuela.— 
Resuelta la reanudacién de las hostilidades para el 28 de 
abril, unos dias antes, desde Barinas, el Libertador 
lanz6 una proclama en la cual decia: «Esta guerra... sera 
una guerra santa para desunir al adversario, no por 
destruirlo, compartiremos todos por alcanzar la caricia; 
si, de una gloria...» 
«Todos los colombianos y hasta nuestros invasores, 
cuando quieran, seran colombianos.» 
Bajo el impulso de tan nobles sentimientos, que 
(8) Némina de los individuos que el 4 de julio de 1821 se han pasado a los 
enemigos (Firmado: José Pereira). 
30
honran a Bolivar, iba a principiar la campafia de la 
libertad y el mas espléndido triunfo coronaria los 
esfuerzos de muchos afios de sacrificios y de luchas, 
que habian costado rios de sangre noble y generosa. 
El] General Rafael Urdaneta habia sido nombrado 
jefe de las operaciones de Occidente, y el valiente 
Coronel Cruz Carrillo, Gobernador, Comandante Ge- 
neral e Intendente de la Provincia de Trujillo, jefe de la 
Divisién de vanguardia. 
Antes de abrir operaciones, Cruz Carrillo dio tam- 
bién una proclama en el Cuartel General de Carache, 
ciudad que habia ocupado el 5 de mayo de 1821, con un 
importante contingente militar, bien preparado y cuida- 
dosamente adiestrado. 
El Coronel Manuel Lorenzo, jefe de la plaza de 
Barquisimeto y de las fuerzas realistas que operaban en 
el Occidente, se caracterizaba por su energia excepcio- 
nal. 
En carta del 15 de mayo a Miguel de la Torre, 
informaba que el 30 de abril habia emprendido opera- 
ciones contra los patriotas de las regiones de Quibor y 
Carora, y sefialaba que, noticiosos los vecinos de esta 
Ultima ciudad de su aproximaci6n, la emigracién habia 
sido general, y no habia hallado alli autoridad alguna a 
quien recurrir para el auxilio de la tropa. Esto eviden- 
ciaba a todas luces el fervor patridtico de los nobles 
carorenos. 
E] indio Reyes Vargas, desde la regién de Siquisi- 
que y Rio Tocuyo, con unos 400 hombres que habia 
reunido, a las dos de la tarde del 5 de mayo, llegé al 
pueblo de Barbacoa y dio también alli una interesante 
proclama. 
31
Tanto las fuerzas de Carrillo como las de Reyes 
Vargas ocuparon al Tocuyo. 
El Padre José Torrellas, junto con su hermano, 
tomé también partido por la independencia con gentes 
que se alzaron con él, en las regiones de Buria, el Altar 
y Sarare; y aunque Manuel Lorenzo despaché contra 
este ultimo a 150 hombres, amenazado por las fuerzas 
combinadas de los tres, se vio forzado a abandonar a 
Barquisimeto y replegarse sobre San Felipe el 27 de 
mayo. Cruz Carrillo y Reyes Vargas ocuparon a Bar- 
quisimeto por la tarde de ese mismo dia. Las fuerzas 
patriotas aumentaban paulatinamente y Torrellas habia 
logrado reunir 200 hombres. 
Reyes Vargas, con Torrellas, el 31 de mayo, llegaron 
hasta Guama para atacar a Manuel Lorenzo. Este, 
repetidas veces, clamaba por auxilio al Cuartel General 
de la Torre, acampado en Carabobo. 
El indio Reyes Vargas, que si bien era hombre de 
singular bravura y temerario arrojo, carecia de talento 
organizador, el 5 de junio, empefié el ataque contra las 
fuerzas de Manuel Lorenzo en las vecindades de San 
Felipe, pero con tan mala suerte, que fue batido, 
dejando en el campo de batalla 80 muertos, armamen- 
tos, caballos y equipaje; sin embargo, con el grueso de 
sus tropas, pudo retirarse hasta Barquisimeto, donde se 
reorganiz6 al amparo de Cruz Carrillo, que ocupaba 
esta plaza; sus fuerzas antes de la accién eran de 500 
soldados y 100 jinetes. Otro grupo patriota que mero- 
deaba por el cerro de Zaragoza fue también dispersado 
por Manuel Lorenzo. 
El General Urdaneta que, desde Maracaibo, cru- 
zando por la provincia de Coro, ocupaba el 28 de mayo 
esta ciudad, avanzaba con un fuerte contingente, y el 9 
32
CAPITULO III 
Avance del Libertador hasta Tinaquillo.—Organizacion 
de sus fuerzas 
Como ya vimos, fijado el 28 de abril para reanudar 
las hostilidades, el Libertador dispuso la reconcentra- 
cién de todas las fuerzas del Apure, Barinas y otras mas 
y ordené el avance. 
Por sus 6rdenes, el mismo dia 28 de abril, un 
destacamento de caballeria pasé el rio Santo Domingo, 
atacé y derroté a las avanzadas realistas en Boconé de 
Barinas, haciéndoles algunos prisioneros. Inmediata- 
mente la divisién del Coronel Plaza, a las érdenes 
directas del Libertador, invade el territorio ocupado 
por los realistas. El] Coronel José Maria Herrera, jefe de 
la 5.* divisi6n enemiga que ocupa a Guanare, se retira 
hasta situar su cuartel general en San Carlos. Bolivar 
entra en la ciudad, alli estaciona para dar descanso a sus 
tropas y rapidamente avanza hasta San Carlos, abando- 
nada por Herrera; la ocupa el 3 de junio y el mismo dia 
sus avanzadas entran en El Tinaco (10). El Libertador 
fij6 su cuartel general en San Carlos para dar tiempo a 
la incorporacién de las divisiones de Paez y de las de 
Occidente. 
(10) Carta del Coronel José Maria Herrera al General La Torre. Archivo 
General La Torre, legajo 21, paquete 72. 
35
La Torre, desde comienzos de junio, ha fijado su 
cuartel general en Carabobo, e imparte dérdenes al 
Coronel José Maria Herrera, para que no exponga sus 
tropas a ser batidas, sino que vaya retrocediendo paula- 
tinamente, procurando obtener el mayor nimero de 
datos posibles sobre las fuerzas contrarias; y si éstos 
avanzan hasta Tinaquillo, retroceda a estacionarse en 
Carabobo. 
E] General José Antonio Paez salié del Apure el 11 
de mayo, y el 12 de junio se reunié con el Libertador 
acampado en San Carlos (11), alli se incorporaron 
también las fuerzas del Coronel José Rafael Heras, 
enviadas por Urdaneta. 
Ocupado Tinaquillo poco después del Tinaco, Boli- 
var dominaba practicamente todos los llanos; pero 
diariamente una descubierta enemiga se presentaba en 
la regién para tener en observacién todos los movi- 
mientos de los patriotas y obtener el mayor numero de 
informes posibles. 
E] 19 de junio, el Libertador ordené al Teniente 
Coronel Silva, castigar a esta impertinente avanzada 
enemiga. Este cumplié su encargo con tanta presteza y 
habilidad, que el Comandante y cuatro hombres de la 
descubierta fueron muertos y los demas hechos prisio- 
neros. Escarmentado La Torre por este inesperado 
contratiempo, no volviéd a mandar més avanzadas de 
inspecci6n. 
(11) Péez salié de Achaguas con 1.500 jinetes, 2.000 caballos de reserva y 4.000 
novillos, para cl abastecimiento de carne de las tropas; y llega a San Carlos el 12 de 
junio. Estacionados Bolivar y Paez en el Tinaco se presenta alli Pascual Churruca, 
delegado de Miguel de la Torre, para proponer un armisticio, proyecto que no se 
tom6é en consideracién. 
En el almuerzo Churruca pregunta por Paez y grande fue su asombro cuando 
Bolivar se lo present. 
36
El Libertador, debidamente informado por su servi- 
cio secreto de espias, de las posiciones enemigas, y 
deseando entrar en accién antes de que La Torre 
pudiera recibir los batallones que luchaban contra los 
patriotas en las regiones de Caracas y del Occidente, 
situ6é todas sus fuerzas en la sabana de Tinaquillo, 
donde el 23 de junio pas6é una Ultima revista a sus 
batallones y escuadrones, previamente organizados en 
tres divisiones: 
Primera divisién: la integran la Legién Britdnica, el 
Batallén Bravo de Apure y la Caballeria de Péez, 
compuesta de 1.500 jinetes. 
La Segunda divisién esta formada de la Segunda 
Brigada de Guardia, con los batallones Tiradores, Bo- 
yacd y Vargas y el Escuadrén Sagrado de Caballeria al 
mando del impertérrito Coronel Aramendi. El General 
Cedefio asume el mando de esta segunda divisién. 
La Tercera Divisién comprende la primera brigada 
de La Guardia con los batallones Rifles, Granadero, 
vencedor de Boyacé, Anzoategui y un regimiento de 
lanceros de caballeria, al mando del intrépido Coronel 
Juan José Rondén. El General Ambrosio Plaza es el 
jefe de esta tercera divisién. Marifio erael jefe del 
Estado Mayor. 
37
CAPITULO IV 
El eército realista que peled en Carabobo. Su constitucion 
y numero 
Sobre la cantidad global de unidades a que ascen- 
deria el ejército patriota, poseemos los datos que vamos 
a presentar: 
E] Libertador en el parte oficial que de esta batalla 
envié al Vicepresidente de Colombia, General Santan- 
der, al dia siguiente, 25 de junio, dice: «El ejército 
espafiol pasaba de 6.000 hombres, compuesto de todo lo 
mejor de las expediciones pacificadoras... (Mas ade- 
lante, veremos que este nimero no es exacto). 
«E] ejército libertador tenia igual fuerza que el 
enemigo...» 
Seguin esto las tres divisiones de Bolivar sumaban 
unas 6.000 unidades. La Torre a su vez da también 
datos especificos. Leemos en su comunicacién del 30 
de junio al Secretario de Estado y del Despacho 
Universal de la Guerra: «A las doce menos cuarto del 
dia 24 se presentaron los Generales Bolivar, Paez y 
Cedefio con 4.500 infantes y 2.500 caballos en una 
columna...» Esto sumaria 7.000 guerreros, pero esta 
cantidad es algo exagerada (12). 
(12) Archivo General Miguel de la Torre, legajo 21, paquete 73. 
39
Ahora diremos que el dato mas cierto y seguro que 
poseemos sobre el nimero de fuerzas de Bolivar en 
Carabobo, es el que da el General O’Leary en el 
capitulo trigésimo del segundo tomo de sus memorias. 
Describe el avance del ejército patriota y dice que el 
23 de junio en Tinaquillo, Bolivar pas6 revista a todas 
sus tropas y que éstas sumaban en total 6.500 hombres. 
Varios historiadores apuntan también este nimero 
como siendo el real y verdadero. 
En cuanto al ejército realista, poseemos datos mas 
precisos, dignos de toda nuestra credibilidad. 
En cuanto legajos de una Seccién del Archivo 
General de Indias y en otros del Archivo Militar de 
Madrid, que conocemos y hemos debidamente consul- 
tado, aparecen las estadisticas, a veces mensuales, de los 
diversos cuerpos del que llamaban «Ejército Expedi- 
cionario de Tierra Firme», con numerosos diarios de 
sus diversos movimientos. 
De todas estas informaciones sélo utilizaremos los 
recuentos mas inmediatos al dia de la batalla, 24 de 
junio de 1821. Es también de suponer que los nimeros 
que el propio General realista Miguel de la Torre 
apunta en su ya citada carta y que envia a las autori- 
dades de Madrid, son fiel trasunto de la verdad. 
Como ya hemos apuntado, La Torre habia fijado su 
cuartel general en Carabobo y esto desde comienzos de 
junio, y efectuado alli la reconcentracién de sus tropas. 
Hemos hallado una estadistica completa de todas las 
fuerzas del Rey estacionadas en Carabobo, que lleva 
fecha 7 de junio de 1821 y asimismo una parcial del 15 
del mismo mes, es decir, como una semana antes de la 
batalla. 
40
Tenemos especial complacencia el presentar aqui 
estos datos tan interesantes. 
 
 
Caballeria Hombres Caballos 
Lanceros del Rey ............00000 841 323 
Husares de Santiago .............. 315 300 
Dragones Leales ................:008 308 264 
Guias del General ................. 184 170 
Escuadr6én del General .......... 67 0 
Total ......cccccceeeeeeeeeeeee 1.715 1.057 
Estas notas corresponden al 7 de junio de 1821 (13). 
De la némina que lleva fecha 15 del mismo mes, 
también en Carabobo, vemos que los Dragones Leales 
tenian 338 caballos y Guias 225, es decir que en sdélo 8 
dias habian aumentado, los primeros con 74 caballos y 
los segundos con 55 caballos mas. También habian 
tenido un ligero cambio sus hombres de caballeria 
Dragones Leales habia subido de 3, mientras Guias del 
General habia disminuido de una unidad. De los 
Lanceros del Rey y Husares de Santiago sdlo tenemos 
sus estadisticas del 7 de junio y no las del 15 del mismo 
mes. 
Hemos visto que para el 7 de junio los realistas 
tenian solamente 1.057 caballos, y que a los 8 dias los 
escuadrones Dragones y Guias habian subido ellos 
solos de 129 caballos y que para el 24 de junio, dia de la 
batalla, toda la caballeria realista tenia 1.551 cabalga- 
duras, y si a este niimero agregamos las 200 de los 
(13) Hacemos constar que todos los datos estadisticos, mgurosamente contro- 
lados, han sido tomados de los originales correspondientes al afio de 1821, legajos 
910-A, 910-B, 911-A, 911-B de la Seccién Cuba del Archivo General de Indias. 
41
escuadrones Lanceros del Rey y Baquianos, que a las 
ordenes de Juan Tello, salieron contra Urdaneta y Cruz 
Carrillo, tenemos un aumento de mas de 600 cabalga- 
duras en sdlo 17 dias. Motivé este rapido aumento de la 
caballeria realista la drastica orden, dada por la Torre, 
de requisicionar todos los caballos que se encontraran 
en todos los valles de Aragua, lugares circunvecinos y 
llanos de Calabozo. 
Tenemos también a nuestra disposicién datos per- 
tinentes a esta recoleccién forzosa de todos los animales 
equinos en los pueblos de la region antes sefialada. 
Salta a la vista que asi una gran parte de la caba- 
lleria realista era, en cuanto a su preparacién y destreza, 
muy inferior a la del General Paez, formada exclusi- 
vamente de llaneros, hombres que viven ordinariamen- 
te a caballo y estan acostumbrados a las mas duras, 
largas y habiles cabalgadas. 
Asi se comprendera que la caballeria patriota haya 
de desempefiar en Carabobo un papel de importancia 
capital y sea la que decidiera el triunfo; y la realista, un 
papel muy secundario y de muy poca eficacia, debido a 
su notable inferioridad con relacién a la nuestra. En 
cuanto a la infanteria realista, acampada en Carabobo 
para el 7 de junio, su cuadro era el siguiente: 
1.° Division: 
Hostalrich ............cccecececececescscececeees 286 hombres 
BarbasStro .......cccccececececcscesccsecsscecees 319 » 
BAe. VRIPTIGEY: .. cocmuseesweereumnsaneeanen 639 » 
2.° Division: 
TST DS eve 0025t sweceersevnnceccniesseneesasvanooss 474 » 
Imfante .......c.cccccscecececccescecececccecececs 458 » 
42
3.° Divisidn: 
Navarra (5 compafiias) .............606 412 » 
Barinas (batall6n) ..............ceeseeeeeeee 386 » 
5.° Divistén: 
PHIMCIDE ..ccccccsccccsesccccccecccovoccreceseeees 283 » 
Compafiias sueltas (14) «0.0... 79 » 
Todo lo cual suma tres mil trescientos treinta y seis 
soldados. Sin embargo, el General La Torre, en su 
parte oficial de la batalla, dice que su infanteria alcan- 
zaba sélo a 2.466 unidades. Esto es cierto porque en la 
madrugada del 22 de junio habia despachado desde 
Carabobo la tercera de sus divisiones al completo, es 
decir las cinco compafiias del primero de Navarra y el 
Batall6n Barinas; ambos sumaban 798 soldados, mas el 
quinto escuadrén de Lanceros del Rey y el de Baquia- 
nos, que no serian inferiores a unos 200 hombres de 
caballeria; de este modo, La Torre, unas 48 horas antes 
de la batalla, disminuyo su frente de cerca de unas mil 
unidades, poco mas o menos. 
Este importante contingente, al mando del Teniente 
Coronel Juan Tello, a marcha forzada, iba en auxilio 
del Coronel Manuel Lorenzo, con quien se reunié en 
Motalban, pues éste, ante el avance victorioso de Cruz 
Carrillo habia desocupado a San Felipe. 
Separados los 798 soldados de infanteria, le que- 
daron atin 2.538, pero en las declaraciones se sefiala que 
durante los dias de estacionamiento en Carabobo fue- 
(14) Idem. 
43
ron muchos los criollos que desertaron de sus puestos, a 
pesar de los castigos ejemplares que publicamente 
ejecutaban en los que se dejaban agarrar, pues eran 
fusilados a la vista de toda la tropa para escarmiento de 
todos; sin embargo, esto no impedia las deser- 
ciones (15). 
En el Archivo de Indias hemos encontrado una lista 
de 230 desertores, en nombre y apellido, regimiento al 
que pertenecian y dia de su fuga, desde el primero de 
enero al 25 de abril de 1821, fueron 61 los desertores de 
la caballeria. Para compensar estas y otras muchas 
bajas, de enero a abril, hicieron un reclutamiento for- 
zoso de 1.200 hombres. A cada pueblo y regi6én fijaban 
un namero de reclutas, y en tal dia, debian presentarse 
todos loshombres en capacidad de llevar armas, para 
sortear el nimero asignado al lugar o regién. En los 
valles de Aragua, s6lo se presentaron seis (6). Pagaron 
entonces a un tipo que se ofrecié para buscar a los que 
se escondian y traerlos por la fuerza. 
Pero a pesar del terco empefio de las autoridades 
realistas en querer dominar por la fuerza, ya para 1821 
la idea de independencia habia cundido favorablemente 
entre los venezolanos, como lo evidencian el pronuncia- 
miento de Maracaibo, del que hemos hablado, y el paso 
a los patriotas de] Escuadrén de Apure con 104 uni- 
dades, que el 27 de mayo ingres6é espontaneamente a 
nuestro ejército. 
Antes de reanudar las hostilidades, el Teniente Co- 
ronel Hilario Torrealba, jefe de la plaza de Barcelona, 
(15) Archivo General de Indias - Cuba, leg. 911-A. Se mencionan tres 
desertores que habiendo sido cogidos, fueron fusilados por la tarde del mismo dia de 
su aprisionamicnto. Mas adelante se anota que después de Carabobo, del Batailén 
Barinas, slo quedé una unidad. 
44
se pasé a los patriotas. La Torre habla de esta ultima 
pérdida en su comunicado del 15 de junio. También el 
Padre Torrellas, guerrillero del Altar, Buria y Sarare, 
vino a reforzar nuestras filas. 
Cardcter y razas a que pertenecian los integrantes del 
ejército realista del Carabobo.—Pablo Morillo habia 
dicho, poco antes de su separacién del ejército, que 
quedaban en él atin 2.000 europeos, es decir, espafioles, 
pero por los cuadros de la direccién del Estado Mayor, 
consta que a fines de 1820, después de la salida de Mo- 
rillo, el ejército realista en Venezuela sumaba 10.891 
unidades, distribuidas asi: 
Infanteria: 7.986 
Jefes (Con este nombre designaban a los 
tenientes coroneles y coroneles) ............-+. 25 
Capitanes, subalternos (tenientes y subte- 
CREED) ceccs nied utes cneseressvecececescttanaxnneapeeesees 109 
Soldados europeos (espafioles) .............::000+4 3.004 
Soldados blancos del pais ..........::cecceeeeeeeeeees 605 
Soldados imdi0s ...........cccceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenees 955 
Soldados criollos (pardos) .........ccseseeeeeeeeeeees 3.288 
Estos datos llevan fecha 4 de diciembre de 1820. A 
mas de los 3.004 soldados espafioles, a excepcién de dos 
o tres, eran también espafoles los jefes y muchos 
oficiales subalternos, y en la caballeria habia también 
otro importante contingente. 
Encontramos en los papeles de la Secretaria del 
Estado Mayor, correspondientes al afio de 1821, la 
némina de las fuerzas realistas existentes al dia 5 de 
febrero de aquel afio, con indicacién de la raza a que 
pertenecian. Estas eran: 
45
Infanteria: 7.761 (faltan los jefes y oficiales). 
Soldados europeos 
(espafioles) ..... 3.004 (Numero igual al del 4 
Soldados blancos de diciembre de 1820) 
criollos .......... 633 (Habian aumentado en 
28) 
Soldados indios .. 955 (Igual al anterior). 
Soldados pardos 
criollos .......... 3.169 (Habian disminuido de 
119 debido a las de- 
serciones) 
Caballeria: 2.871 
Europeos (espafioles) ............c:ccscsseeeeeeeeeeees 407 
Criollos blanco ...........cccceececeesesseeseececeeeeeess 210 
BRREIES da lgccccateceons}etochieeetixyd intiawtocntdidmieiianee 45 
Pardos CriOllos .............ccceceeeceeeeeeceeeeeserenesees 2.209 
(16) 
Artilleria: 69 
Europeos espafioles ..........cccccccccccssssseeeeeeeeeeeeees 50 
Pardos CriOllOs .........cccccesseeseeesceeeeseeeeeeseeeeeeeeeees 19 
De este Ultimo cuadro resultan, en total: 
3.461 espafioles, 
843 criollos blancos, 
1.000 indios, y 
5.397 pardos, que las planillas designan «castas». 
(16) Seguramente que muchos de los que formaban este cuerpo estaban alli 
contra su voluntad; lo prueba cl hecho de que se sefialen 6] desertores que habian 
huido con la cabalgadura. 
46
Al namero de los soldados espajioles falta agregar el 
de los jefes y oficiales, que alcanzaban a unos 120, poco 
mas o menos (17). 
De los cuerpos realistas que lucharon en Carabobo, 
Valencey, Burgos, Hostalrich, Barbastro y Principe, el 
porcentaje de los espafioles era muy superior al de los 
criollos; y no creemos pecar de exageracién al afirmar 
que los espafioles que actuaron en Carabobo alcanzaban 
a mucho mas de la mitad de los efectivos, cuando 
menos a 2.800 individuos; no asi en Ayacucho, donde 
sumaban solamente unos 500 los europeos que forma- 
ban parte del ejército realista de aquella gran batalla, 
que sellé la independencia hispanoamericana en Améri- 
ca del Sur. 
Para cerrar esta parte de nuestra exposicién, resu- 
miremos diciendo que en Carabobo, segtin los docu- 
mentos oficiales, que son los mas seguros, el ejército 
realista constaba de 4.079 unidades: 2.466 de infanteria, 
1.551 de caballeria y 62 de artilleria; y las fuerzas 
patriotas sumaban 6.500 hombres entre infantes y 
jinetes, pero sdlo la mitad de sus efectivos entré en 
accion, y fue suficiente para alcanzar la mas esplén- 
dida victoria. 
(17) Archivo General de Indias. Cuba 911-A. 
47
CAPITULO V 
El 24 de junio de 1821 
Al rayar el alba del 24 de junio de 1821, el ejército 
libertador emprendié la marcha. Dos eran las vias que 
daban acceso a la sabana de Carabobo, donde, como era 
de todos sabido, acampaban los realistas: la directa de 
Valencia a San Carlos y la del Pao; ademas, existia la 
llamada Pica de la Mona, que permitia el acceso a la via 
de San Carlos, hacia el oeste de este Ultimo camino. 
La Torre tenia avanzadas en estas tres entradas, ya 
que ignoraba por cual se decidiria el Libertador ata- 
carlo; pero sus fuerzas se escalonaban sobre la de San 
Carlos, siendo también muy custodiado el camino del 
Pao. 
El ejército Libertador siguié la via de San Carlos y 
su vanguardia derrota una avanzada realista y se apo- 
dera de la altura de Buenavista, desde donde se domina 
parcialmente la legua de terreno, que separa Carabobo 
de aquel importante sitio estratégico. 
Con la ocupacién del alto de Buenavista, se abre 
propicio este dia, que quedara para siempre inmorta- 
lizado en los aureos fastos de nuestra historia nacional. 
Bolivar en el alto de Buenavista.—En la mafiana de 
aquel glorioso dia para Venezuela, el Libertador almor- 
z6 en la cima de tan histérico lugar; le acompafiaban 
49
algunos jefes y oficiales del ejército. O’Leary (18) nos 
refiere una conversacién que tuvieron durante la co- 
mida: «La platica, como sucede en tales casos —dice— 
rod6 sobre el éxito probable de la batalla que iba a 
librarse. Cedefio y Plaza no tomaban parte en la 
animada discusién y habiéndolo observado uno de sus 
camaradas, le pregunt6 a Cedefio el motivo de su 
silencio». «Estaba pensando —respondi6— qué bonito 
muerto haria Plaza». 
«Y yo —dijo Plaza— estaba reflexionando en <cual 
sera la barbara temeridad que llevara a usted a su fin?» 
Antes de hundirse el sol en Occidente, habian dejado 
de existir estos dos bizarros jefes. 
Extrafia es la suerte del militar, y a cuantos curiosos 
lances se ve expuesto. 
«Referiré —agrega O’Leary— lo que acontecié a 
dos oficiales que se hallaron presentes en aquella co- 
mida. Ambos habian caido en manos de los enemigos, y 
como entonces era natural, fueron sentenciados a muer- 
te. 
«A uno de ellos, el Teniente Coronel Sanchez, 
edecan del General Paez, lo mand6é Boves decapitar; y 
junto con otros que debian sufrir la misma pena, le 
sacaron a la plaza de Valencia; y alli recibid un 
machetazo en el pescuezo, que le dejé por muerto, mas 
el golpe no fue mortal. En la noche su esposa recogié el 
cuerpo para darle sepultura, pero al llevarlo a su casa 
dio sefiales de vida. La familia asustada salié a llamar al 
cura, quien examin6 la herida y vio que el caso no era 
desesperado; siendo tanto el terror que inspiraba Boves, 
nadie se atrevia a prestar auxilio a aquel desgraciado en 
(18) «O'Leary» Narracién, tomo II, pag. 89 y pags. 359 a 365, tomo XVIII de 
los Documentos. 
50
su terrible trance. Sin embargo, el caritativo sacerdote, 
a riesgo de su vida, lo escondié bajo el altar de la 
iglesia, donde permaneciéhasta que, curada la herida, 
pudo escaparse y reunirse con sus compafieros de 
armas. 
«E] Capitan Ibafiez, edecan del Libertador, debié 
también su salvacién a una mera casualidad. Hecho 
prisionero en un encuentro con los realistas cerca de 
Ocafia, en el afio de 1820, se dio inmediatamente la 
orden de fusilarle. La escolta encargada de la ejecucién 
hizo la descarga, Ibafiez recibié un balazo en la cabeza 
y dos en la mano derecha, cayé y se le crey6 muerto; 
afortunadamente para él, nadie qued6é mas convencido 
de ello que los mismos soldados, los que al verle en 
tierra, diéronse a despojarlo de sus vestidos, agujerea- 
dos por las balas y quemados por los tacos, tan de cerca 
le habian hecho los disparos. Estando en esto, aparecié 
una guerrilla colombiana, los atacé y puso en fuga. El 
cuerpo de Ibafiez yacia insensible, bafiado en sangre; 
cuando se abrié la fosa para enterrarle, e iban ya a 
depositarlo en ella, volvié en si, lanz6 un suspiro y se 
quej6 del dolor que le causaban las heridas». Se curé 
completamente, quedandole solamente las cicatrices de 
tan horrible percance. Y este era el héroe, edecan de 
Bolivar en el glorioso dia de Carabobo. 
La Batalla.—La Torre completamente seguro de 
que Bolivar avanzaba por el camino real de Valencia a 
San Carlos, colocé sus tropas sobre alturas que le hacian 
invulnerable, a lo largo de esta via, sobre un trayecto de 
menos de tres kilémetros. Bolivar avanzé hasta las 
vueltas del Naipe, situando sus batallones en las alturas 
que dominaban sus estrechas vegas y sus avanzadas 
51
sobrepasaron las corrientes del riachuelo, cruzandose 
fuegos de artilleria entre ambos lados. 
Muy pronto se dio cuenta Bolivar de la temeridad 
que supondria un ataque de frente, que llevaba las 
mayores probabilidades de fracasar. Los realistas espe- 
raban el ataque formados en columnas de infanteria 
situadas de manera que se sostenian una con otra, 
imposibilitando la salida de los nuestros a la sabana. 
Las alturas y desfiladeros hacian invulnerables sus 
posiciones. Bolivar, viendo por la situacién que ocupa- 
ba La Torre, que éste esperaba el ataque sdlo por el 
camino de San Carlos, resolvié lanzarlo por el flanco 
derecho y a retaguardia del enemigo. A este fin, dispuso 
que su ejército convirtiera rapidamente su marcha 
sobre su izquierda, siguiendo un sendero, conocido con 
el nombre de «Pica de la mona», que sefialé un practico 
de Tinaquillo que conocia al detalle toda la regién que 
pisaban. 
El] General Paez que mandaba la I Divisién ejecuté 
este movimiento con increible celeridad, despreciando 
los disparos de la artilleria enemiga, que se dio cuenta 
del cambio brusco de sus contrarios. 
Asimismo, La Torre que no habia previsto este 
repentino e inesperado movimiento, antes de que Paez 
alcanzara la llanura, destacé al batall6n Burgos, para 
que al pasitrote, fuera a ocupar una colina que domina- 
ba la salida del atajo a la sabana, como a mil ochocien- 
tos metros a su derecha. Siendo plana y espaciosa la 
cumbre de éste, los realistas llevaban la ventaja de un 
rapido desplazamiento. 
Al llegar el batallon Apure a pasar el desfiladero 
inmediato a la colina, Burgos rompi6é el fuego, que 
vigorosamente sostuvieron los nuestros. El] batall6n 
52
Apure, tras un rudo batallar, logré al fin pasar, pero no 
pudo resistir solo la carga que le dio Burgos, reforzado 
con los batallones Infante y Hostalrich, que La Torre 
enviéd en su refuerzo. 
No obstante su valor y ardimiento el Batall6n Apure 
no logra hacerse firme; pierde terreno, retrocede y se 
divide en varios trozos y va a perecer sin remisi6n, 
cuando llega en su auxilio la Legién Britanica. 
Brillante actuacién de la Legién Britdanica 
Cabe enaltecer aqui la heroica conducta de la 
Legién Britaénica integrada por unos 600 hombres que 
se cubrieron de gloria inmortal, distribuidos en seis 
compafiias: la primera de cazadores, al mando del 
Capitan Carlos Minchin las otras cinco de tiradores; sus 
jefes eran los Capitanes Eduardo Brandt, Ruperto Lee, 
Miller Halloves, H. Cutble y Juan Ferrer. 
El Jefe supremo de toda la Legién era el Coronel 
Juan D. Farriar; y su segundo, Guillermo Davy; y 
ayudante el Capitan Scott. 
Aquel brillante regimiento, a tambor batiente y 
banderas desplegadas entra en la batalla, con el flema- 
tico caracter de su raza; y a pesar del nutrido fuego de 
que vino a ser blanco, no se arredra hasta formarse en 
cuadro delante de los enemigos que disparan sin cesar. 
Farriar, su intrépido Coronel, se desmonta del 
caballo, y manda a sus soldados hincar la rodilla en 
tierra. Impasible, la Legién abre sus fuegos y diezma a 
las filas enemigas. Impavida resiste la Legién. Farriar 
rinde la vida, gritando su orden postrera: «i Firmes!» 
Tras él caen también Davy y Scott, que le han susti- 
tuido. 
53
Minchin, ya contuso, coge el mando, pero es nueva- 
mente herido de gravedad en la carga a la bayoneta; y 
Brandt lo sustituye al frente del batall6n que derrota a 
los enemigos. 
Por su incomparable conducta, la Legién Britanica 
merecié que el Libertador en el propio campo de batalla, 
como reconocimiento a los grandes méritos que acababa 
de conquistar, le convirtiera su nombre en el de «BATA- 
LLON CARABOBO>», designacién que se le siguiéd 
dando desde aquella gloriosa fecha. 
Los Briténicos han perdido ya 17 oficiales y la 
mitad de sus efectivos, pero a su amparo Paez ha 
logrado reorganizar el Batall6n Apure; y unido a una 
compafiia de Tiradores que al mando de Heras acaba de 
llegar, entra en el combate y los tres cuerpos juntos 
cargan a la bayoneta y se apoderan de la altura. Los 
cuerpos realistas retroceden; Burgos ha perdido ya la 
mitad de sus hombres y tanto éste como Infante, 
Principe y Hostalrich han sido terriblemente castigados 
y hechos prisioneros. La lucha llevaba ya hora y media 
de duracién, cuando La Torre lanza Barbastro en la 
pelea. 
Insdlito hecho del Negro Primero 
Paez se arroja furioso en la batalla y hace prodigios 
de valor. De en medio de una nube de polvo, ve salir a 
un jinete bafiado en su propia sangre, en quien recono- 
ce al punto al negro mas pujante de los llaneros de su 
guardia, aquel a quien todos sefialan con el honroso 
apodo de «iNEGRO PRIMERO!», por las muchas 
pruebas de valor que habia dado en los numerosos 
combates en los cuales habia tomado parte. 
54
Sin ocultar el asombro, P4ez le apostrofa diciendo: 
«iTienes miedo! ¢Acaso no quedan todavia enemigos?, 
vuélvete, y sigue luchando». 
El negro arroja por tierra su lanza de combate y 
poniendo al descubierto su desnudo pecho, de donde 
sangran dos profundas heridas, exclama con voz apaga- 
da: «iMi General... vengo a decirle adiés... porque 
estoy muerto!» 
Y el noble Pedro Camejo, porque asi era su nombre, 
rueda sin vida sobre el revuelto polvo. 
La Torre arroja sobre la izquierda de Paez todos sus 
jinetes con objeto de envolverlo. 
Terrible es el momento, aquella carga no rechazada 
a tiempo puede poner en grave riesgo el éxito de la 
jornada. 
Contra ellos lanz6 Paez la caballeria de su Estado 
Mayor y una compafiia de la Guardia de Honor. A las 
érdenes de los impetuosos Vazquez y Juan Angel Bravo 
se arrojan a rienda suelta contra la enemiga y en un 
choque violento la detienen y ain la rechazan y huye 
precipitadamente. Juan Angel Bravo luché con tal 
denuedo que se veian después en su uniforme 14 
lanzadas que habia recibido en la lid, sin tener herida 
alguna, lo que hizo decir al Libertador que «Merecia 
un uniforme de oro». 
Al retroceder Barbastro y Valencey, Paez, impe- 
tuoso al frente de sus jinetes rodea a Barbastro y éste 
rinde las armas y es hecho prisionero; su comandante 
Juan Nepumoceno Montero logra escaparse, y se suma 
a Valencey que se hallaba en las inmediaciones. La 
carga contra Barbastro fue corta, cortisima, pero oca- 
sionéd una gran tristeza a los Patriotas, pues el general 
Ambrosio Plaza, que no habia tomado parte en la 
55
batalla, habiendo dejado su divisi6n sola, se incorporéa 
Paez, pero con tan mala suerte que recibiéd un balazo 
que le quit6 la vida. 
PAEZ A PUNTO DE PERECER EN CARABOBO 
Prisionero Barbastro, la batalla estaba ganada, fal- 
taba Gnicamente por rendir a Valencey. Inmediatamen- 
te lo ataca Paez, pues estaba a poca distancia. Apoyan- 
dose en la quebrada de Carabobo, Valencey resisti6é la 
carga y Paez no lo pudo envolver, como lo habia hecho 
con Barbastro. 
En esta ocasién estuvo Paez a pique de no sobre- 
vivir a la victoria, pues habiendo sido inesperadamente 
acometido de aquel terrible mal que le privaba del 
sentido, se qued6é en el ardor de la pelea en medio de 
un tropel de enemigos, y seguramente le hubieran 
matado si el comandante Antonio Martinez de los 
Dragones Leales de la caballeria realista, que acompa- 
fiaban a Valencey, no lo hubiese sacado inmediatamente 
de aquel lugar. Tomé las riendas del caballo de Paez y 
montando en las ancas a un teniente patriota, llamado 
Alejandro Salazar (alias Guadalupe) (19), para soste- 
(19) Antonio Martinez era llanero de Calabozo, y siempre habia servido a los 
realistas desde los tiempos de Boves. Con justa fama era una de sus mis terribles 
lanzas. Estuvo con los patriotas la noche después de la batalla de Carabobo, pero no 
amanecié en el campamento; fue a reunirse con los realistas en Puerto Cabello. 
Algin tiempo después, Miguel de la Torre dio al Coronel José Alejo Mirabal el 
mando de todos los jinetes criollos que tenia en la plaza, entre los cuales figuraba, en 
primer término Antonio Martinez, y lo nombré Comandante General de los llanos de 
Calabozo, para que saliera a organizar fuerzas con los jinetes y soldados dispersos de 
Después de muchas andanzas, puso sitio a Calabozo que defendia Judas Tadeo 
Pifiango; pero al saber que Paez marchaba contra él, levanté el sitio y pasd a 
Guardatinajas. Alli fue sorprendido y desbaratado por la guardia de Paez que habia 
56
nerlo sobre la silla, ambos lo pusieron a salvo en medio 
de los patriotas. 
Esta providencial salvacién de Paez se atribuye a 
una intervencién de la Sma. Virgen del Carmen, de la 
cual era muy devoto el gran General llanero, que 
llevaba siempre un santo escapulario y la invocaba con 
fervor. 
Dadas las anteriores explicaciones, diremos que, 
a tiempo en que P4ez recobraba el sentido, llegaba 
Bolivar a su lado y en medio de vitores y clamores 
jubilosos, le ofrecié a nombre del Congreso, la alta 
distincién de «GENERAL EN JEFE», grado que 
aprobé después el alto Cuerpo. 
Valencey que ocupaba con los escuadrones de Dra- 
gones Leales y Guias del General, las avanzadas del 
Camino de San Carlos, retrocede llevandose una pieza 
de artilleria. Sélo Valencey, gracias a la heroica firmeza 
de su invicto jefe, el Coronel Tomas Garcia, sin haber 
peleado, viendo el descalabro total del ejército realista y 
la huida de la caballeria, emprendié impavido su mar- 
cha veloz, que le facilitaba el hallarse sin mochilas. 
Nuestra caballeria no consiguié detenerlo para que 
contra é] actuara nuestra infanteria; s6lo logré precipi- 
 
mandado contra él. Mirabal, después de andar errante algunos dias, se presenté al 
jefe militar de la villa del Pao, con el ardid de poder asi acercarse a Puerto Cabello y 
pasarse a los Realistas de aquella plaza. 
Antonio Martinez en vez de entregarse como Mirabal, permanecié en la region de 
los Ilanos de Calabozo y en relacién con el General Morales, que habia sustituido a 
La Torre. De este Jefe recibié ¢l encargo especial de fomentar una sublevacién en 
aquellos parajes. Estallé en Guardatinajas, pero fue inmediatamente sofocada. 
Antonio Martinez se escondié temporalmente para radicarse después en los 
llanos, dedicandose a ocupaciones de su competencia. ; 
Su incondicional adhesién a la causa realista evidencia lo inesperado ¢ inexplica- 
ble, pero providencial conducta en Carabobo, salvando la vida del insigne Patriota, 
General José Antonio Péez. 
Derrotado Mirabal, Paez envié un indulto con ¢! teniente Vicente Campero, para 
el admirado salvador suyo en Carabobo, ANTONIO MARTINEZ, pero en el paso del 
rio Guardatinajas, un oficial realista le arrancé ¢l documento y asesin6 al portador 
$7
tar su marcha no aflojando el pasitrote hasta los 
arrabales de Valencia. 
A las repetidas cargas de la caballeria patriota, 
Valencey resistia, pero cada vez perdia algunos hom- 
bres, muertos o heridos. 
En una de estas acometidas, «El Bravo de los 
Bravos de Colombia», General Manuel Cedefio, con un 
piquete de 50 jinetes carga a Valencey y cae muerto de 
un balazo. El valeroso Teniente Coronel Julian Me- 
llado, al mando de Dragones de la Guardia en otro 
ataque cae muerto en Quebrada Barrera; y lo mismo 
sucede con el Teniente Olivera en Tocuyito. 
Una lluvia pertinaz y fortisima obstaculiza también 
las operaciones. 
Viendo Bolivar que la caballeria no podia rendir a 
Valencey hizo que los batallones Rifles y Granaderos de 
la Guardia montasen a la grupa de la caballeria. 
Casi al entrar a las primeras calles de Valencia, los 
granaderos alcanzaron a los fugitivos, pero apenas se 
vieron cargados por los nuestros, se dispersaron y 
desaparecieron. La noche con su manto oscuro favore- 
cié su retirada. La ciudad fue ocupada en el acto. 
Algunos destacamentos siguieron hasta Naguana- 
gua, persiguiendo a los jefes realistas que huian hacia 
Puerto Cabello, en donde entraron, en total, solamente 
700 unidades, pertenecientes en su mayoria a Valencey, 
con algunos mas de otros batallones, que habian logra- 
do unirseles. 
Tanto los heridos como los prisioneros fueron trata- 
dos con distincién, y los primeros, asistidos con cuida- 
doso esmero. Los oficiales espafioles prisioneros, lleva- 
dos temporalmente a La Guaira, gozaron de cierta 
libertad y diariamente podian bafiarse en el mar. Los 
58
que quisieron, pudieron radicarse en el pais y los demas 
salieron para las Antillas espafiolas. 
A pesar de las pérdidas que tuvimos en Carabobo 
las cuales fueron solamente de 206 muertos y heridos 
graves, el triunfo habia sido completo; unos 2.000 
prisioneros quedaban en nuestro poder y de los disper- 
sos, principalmente de la caballeria, después, muchos se 
sumaron al ejército libertador. 
Bolivar, al ver en la lista de los prisioneros el 
nombre de Renovales, creyendo que fuese el mismo 
que en el Rincén de los Toros habia intentado asesinar- 
le, ordend que se le diese inmediatamente su pasaporte 
y tres mil duros, para que desocupara a Venezuela y 
regresara a Europa. Al hacer la averiguacién del caso, se 
descubri6 que no era el oficial autor de la negra 
felonia (20). 
(20) Para tener una idea clara y exacta de la batalla de Carabobo, hemos leido: 
a) El parte oficial dado en Caracas el 30 de junio por el Coronel Pedro Bricefio 
Méndez. 
6) Carta del Libertador en la cual da la relacién del triunfo al vicepresidente de 
Colombia, General Santander. 
¢) Informe de! General La Torre al Gobierno de Espafia anunciando el proceso 
de su derrota. 
d) Carta de La Torre a Juan Tello, comunicindole el desastre de Carabobo. 
Archivo del General La Torre, legajo 14, paquete 38. 
e) Carta de La Torre a Puerto Rico, anunciando la derrota. Puerto Cabello, 10 
de julio de 1821. Archivo del General La Torre, legajo 20, paquete 67. 
f) Carta de la Torre al Secretario de Estado. Archivo del General La Torre, 
legajo 19, paquete 61. 
g) Carta del Coronel! Simén Sicilia, relatando cémo fue la pérdida del Batallén 
Infante, que mandaba en Carabobo. Archivo del General La Torre, legajo 16, 
paquete 49. 
h) Carta de José de Alustiza sobre las consecuencias del desastre de Carabobo, 2 
de julio de 1821. Archivo General de Indias, Caracas, 500. 
i) Declaracijones juramentadas de nueve testigos presenciales de lo acaecido en 
Carabobo, con relacién al batallén Valencey. Esta informacién fue promovida por el 
Coronel Comandante de este cuerpo, Tomas Garcia. Puerto Cabello, 28 de junio de 
1821. Entre los declarantes figura el primer Comandante de Barbastro y otros altos 
oficiales,siendo uno de ellos el Brigadier Francisco Tomas Morales, primer jefe del 
Ejército realista, después de La Torre. Archivo del General La Torre, legajo 11, 
paquete 30. 
59
CAPITULO VI 
La Batalla de Carabobo analizada por los realistas. Su 
critica 
Antecedentes.—El triunfo de Carabobo asest6 a los 
realistas un tremendo golpe, el cual no se esperaban, y 
que tuvo para ellos las mas graves consecuencias. Entre 
sus prohombres hubo quien analizara las causas de tan 
terrible derrota y emitiera algunos juicios subjetivos. 
De don Angel Laborde existe un interesante ma- 
nuscrito que lleva titulo: «Opusculo histérico acerca de 
los principales sucesos de la reciente guerra hecha en 
las provincias de Venezuela...» (21). 
Era don Angel Laborde, jefe del Apostadero de 
Puerto Cabello, a menudo estaba en La Guaira; halla- 
base en Caracas a tiempo del vencimiento del armisti- 
cio, y de recibir Ram6én Correa noticias precisas de las 
maniobras bélicas de Bermudez en la regién de Barce- 
lona. 
A su juicio, la remocién de la Capitania General de 
Caracas del Brigadier don Francisco Nujfiez del Pino, 
que él] mismo acababa de transportar para Puerto Rico 
en la fragata «Ligera», habria sido la causa principal de 
los fracasos que habian experimentado. 
(21) Archivo del Museo Naval de Madrid. Manuscrito naimero 1.828. 
61
Segin Laborde, de haber seguido Pino en su em- 
pleo, hubiese, con su habilidad militar, liquidado a 
Bermudez, sin necesidad de distraer fuerzas que tanta 
falta hicieron a La Torre en Carabobo. Laborde pon- 
dera en exceso la habilidad de Pino, lo cual nos es 
imposible esclarecer, por desconocer las hojas de servi- 
cio de este distinguido militar que tanto enaltece La- 
borde. Posiblemente las cosas no hubiesen salido como 
pensaba este ilustre marino, pues Bermidez no carecia 
de pericia militar y su arrojo era de todos ponderado. 
Hallandose Laborde en Caracas, a tiempo que el 
sustituto de Pino, Brigadier Ramén Correa, recibia 
informes precisos de los preparativos bélicos de Bermi- 
dez y del ataque que iniciaba con direccién a Caracas, 
le expres6 lo siguiente: «Yo no tengo la presuncién de 
dar a Vd. consejos sobre unas cosas que no son 
privativas de mi facultad; sobre todo, careciendo como 
carezco del conocimiento del terreno, clase, nOmero de 
tropas de los enemigos, su disciplina, equipo, facilidad 
de aumentarlas y otros datos de que seria preciso estar 
cabalmente enterado para formar opinién. Sin embar- 
go, le diré que este ataque de flanco, respecto al que se 
dice intentar de frente Bolivar contra nuestro ejército 
situado en San Carlos, me parece ser un plan combi- 
nado, y toda agresién de flanco, por débil que sea, la 
graduaré siempre de muy nociva o muy incOémoda». 
Tuvo en esto una visién clara de la realidad de las 
cosas; sin embargo, se soseg6 cuando Ramén Correa le 
asegur6 que unos sacerdotes amigos, le habian infor- 
mado que lo de Bermudez era cosa de poca significa- 
cién y de escasa importancia; con todo, dos semanas 
después, el 15 de mayo, ese Bermudez que no merecia 
62
su aprecio, entraba triunfante en Caracas y derrotaba 
en El Consejo a Correa, que huia hacia Valencia. 
El criterio de Laborde era que no se debia haber 
dividido las fuerzas realistas en tres partes, sino recon- 
centrar contra Bolivar, a las 6rdenes de La Torre, los 
contingentes de Pereira que actuaron en Caracas y los 
de Juan Tello y Manuel Lorenzo, en el Occidente. Una 
vez liquidados los independientes del Centro, facil 
hubiese sido acabar con los demas. 
No cabe duda que no parece desacertado este 
criterio, que evidencia la sagacidad y habil tactica de 
Bolivar al ordenar los ataques por ambos flancos de los 
realistas y dividir asi sus fuerzas, pues como dijo un dia 
Napoleon, experto en las maniobras militares, «Dividir 
es vencer». Y, ciertamente, la divisiédn de las fuerzas 
realistas que Bolivar consiguiO por sus manejos estra- 
tégicos, fue una de las grandes causas que facilitaron el 
espléndido triunfo del 24 de junio. 
Juicio critico de la Batalla.—Afirma Angel Laborde 
en sus conceptos sobre la Batalla de Carabobo lo 
siguiente: 
«El hecho es que la batalla se dio y se decidié sin 
atacar nuestra caballeria, sin ejecutar movimiento mar- 
cante y sin ser atacada; de consiguiente, se complet6 la 
acci6n quedando unida e intacta»; y agrega que el 
enemigo pudo asi lanzar todas sus fuerzas; infanteria, 
artilleria y caballeria sobre su infanteria, logrando de 
este modo «inclinar la victoria en su favor.» 
Con acritud sostenida a lo largo de todo su escrito, 
Laborde ataca a Morales, y pueden condensarse en 
estas palabras suyas su criterio sobre este Brigadier, que 
asumia en Carabobo la responsabilidad de segundo jefe 
63
del ejército realista: «E] Brigadier Morales después de 
la Batalla de Carabobo deja dispersarse toda la caballe- 
ria del ejército que mandaba sin tratar de reunirla, y se 
encierra dentro de la plaza de Puerto Cabello, dejando 
de auxiliar al Coronel Pereira, que quedé6 comprome- 
tido en Caracas, y sin procurar sacar partido de esta 
caballeria, sosteniendo la campafia, y obrar sobre el 
enemigo o hacer alguna Util diversion en el llano»; y 
mas adelante agrega: 
«Al gran escandalo de todo el ejército se vio al sefior 
Morales entrar con los demas en Puerto Cabello, 
dejandose en el campo mil y quinientos hombres de 
caballeria bien montados y equipados que habian ero- 
gado considerables gastos para su reunién, equipo, 
organizaciOn y sustento, y sin que nadie pudiese atinar 
por qué este jefe se separé de la tropa que manda- 
ba (22), que dejaba en absoluto abandonada, y venia a 
encerrarse individualmente en una plaza, en lugar de 
sostener la campafia, ocupar al enemigo y prevalecerse 
de la opini6n que tan ruidosamente vociferaba tener en 
la provincia. De tan desacertada determinacién, por no 
graduarla de otro modo, result6 que toda nuestra 
caballeria se fundié como si se la hubiese tragado la 
tierra, pasando unos a las filas enemigas y los otros 
dispersandose sin que produjeran la menor utilidad.» 
Nosotros que estudiamos detalladamente y exami- 
(22) Francisco Tomas Morales, en su declaracién en la Informacién sobre la 
actuacién del Batallén Valencey en Carabobo, afirma: «Es Brigadier Comandante 
General de la Divisién de Vanguardia y segundo Jefe del Ejército, no habiendo 
ocupado puesto fijo en cl campo, en atencién a desempefiar las funciones de su 
empleo». 
Segain esto, en Carabobo, Morales no tuvo mando alguno en la caballeria; La 
Torre tampoco lo menciona al hablar de este cuerpo. Estas gratuitas acusaciones de 
Laborde eran para responsabilizar a Morales del desastre, tan noblemente ganado por 
nuestras fuerzas. Archivo del General La Torre, legajo 11, paquete 30. 
64
nado de cerca todas las peripecias y circunstancias de la 
gloriosa Batalla de Carabobo, diremos sin embages que 
los realistas, para atenuar y disminuir lo que tenia para 
ellos de depresivo la derrota que sufrieron, achacan a 
Morales y a la caballeria toda la responsabilidad del 
desastre. 
La verdad es que una parte de la caballeria realista 
intervino en la batalla, pero no le fue posible lograr 
ventaja alguna. Dos escuadrones de Husares de Fer- 
nando VII cargaron sobre nuestra izquierda y dispara- 
ron sus carabinas, pero al ver la impavidez de los 
nuestros y la dura descarga que recibieron, no les 
qued6 otro recurso que volver cara para no ser a su vez 
envueltos por la caballeria de Paez, que actuaba con 
heroica brillantez. 
Los escuadrones de Lanceros del Rey, requeridos 
por el mismo La Torre de cargar para salvar la 
infanteria, ya casi totalmente envuelta, volvieron cara 
repentinamente, cuando iban a ser acometidos por los 
impavidos llaneros de Paez. 
Otros esfuerzos del jefe realista para activar sus 
escuadrones no consiguieron resultado alguno por la 
incapacidad y falta de preparaciOn de sus efectivos, ya 
que mas de su tercera parte no tenia ni siquiera un mes 
de entrenamiento. 
Tampocodebemos olvidar que las ideas de indepen- 
dencia habian cundido entre los venezolanos, que for- 
zosamente se veian, contra su voluntad y querer, 
obligados a pelear contra los de su raza y naci6n; y 
sefiala Laborde «que parte de la infanteria del pais se 
dispers6», por no pelear contra sus hermanos; y pode- 
mos decir también que cosa parecida acontecié con una 
fraccién de la caballeria. 
65
Morales, que durante parte de la batalla estuvo al 
frente del Estado Mayor, supliendo a La Torre, que se 
habia separado para dirigir las operaciones, no estuvo al 
frente de la caballeria, como falsamente asegura Labor- 
de. A la cabeza de cada cuerpo estaba su jefe corres- 
pondiente; Tomds Renovales, el segundo después: de 
Morales, fue su verdadero jefe en Carabobo, pero la 
notable inferioridad de la caballeria realista, comparada 
con la de los patriotas, no en cuanto a su numero, ya 
que, segin el mismo jefe espafiol, era superior en 
cantidad, pero en su preparacién, técnica y habilidad, 
llevaba gran desventaja sobre la nuestra a las 6rdenes 
del incomparable caudillo, el General José Antonio 
Paez. Repetimos, esta inferioridad fue el Gnico y verda- 
dero motivo de su derrota y dispersién. La parte de este 
cuerpo integrada por venezolanos, después se pas6 a 
nuestro bando. 
Consecuencias del triunfo de Carabobo.—La conse- 
cuencia inmediata del triunfo de Carabobo fue el 
aniquilamiento del ejército realista. 
El General La Torre, en su comunicado oficial de la 
batalla del 24 de junio a su inmediato superior de la 
metrépoli, le dice textualmente: 
«Nuestra pérdida es de 2 jefes (coroneles), 43 
capitanes, 77 subalternos y 2.786 sargentos, cabos y 
soldados, segin acredita el referido adjunto estado», 
que acompafiaba su carta explicativa (23). 
En total el ejército realista habria perdido 2.908 
unidades, segin La Torre, y como también él mismo 
apunta que sus efectivos antes de la batalla eran de 
(23) Informe ya citado del General La Torre a Espajfia. 
66
4.079 hombres, se habrian salvado 1.171; pero tenemos 
la seguridad de que La Torre alteré los datos para 
justificar en algo el valor de sus tropas, porque el 
informe oficial del Estado Mayor realista del 21 de 
septiembre de 1821, fechado en Puerto Cabello, dice 
textualmente: 
«Las divisiones I, II, y V, que se hallaban en la 
accién de Carabobo, en fuerza de 3.500 hombres, 
entraron en esta plaza solos con 700. Los cuerpos del 
ejército sufrieron en la accién de Carabobo una crecida 
pérdida de muertos (24), prisioneros y en particular 
dispersos de los cuerpos de caballeria...» 
De este modo, el ejército realista habria perdido en 
Carabobo 3.379 unidades. De la tropa que actuaba en 
Caracas con Pereira, s6lo 266 llegaron a Puerto Cabello; 
y el mismo documento del Estado Mayor dice también 
que la III Divisi6n que se hallaba en Nirgua, al mando 
del Coronel Juan Tello, tuvo también «una gran baja de 
desertores». 
En mayo de 1821 el total de las fuerzas realistas en 
Venezuela sumaban 10.282 hombres, repartidos en los 
diversos cuerpos; y el 21 de septiembre del mismo afio 
habian quedado reducidas a sdlo 3.134, resultando 
7.148 bajas (25). Por todas partes los venezolanos, al 
fin, se daban cuenta que su deber era sumarse a los 
patriotas, es decir, a favor de quienes luchaban por la 
independencia del pais, que es un derecho natural y 
divino, al cual tienen opcién todos los pueblos de la 
 
(24) La Secretaria del Estado Mayor del Ejército realista llevaba un metédico y 
riguroso control de todas las unidades de sus diferentes cuerpos, y existen planillas 
mensuales de los diversos efectivos de cada uno. Gracias a esta abundante documen- 
tacién, hemos podido, para ilustracién de nuestros lectores, escribir el presente 
estudio, que esperamos sera del agrado de los amantes de nuestra historia nacional. 
(25) Los muertos y heridos graves que tuvo el ejército realista en Carabobo fue 
de 294 unidades. 
67
tierra, sin que autoridad ni fuerza alguna se lo pueda 
impedir. 
Nada, tal vez, pinta tan a lo vivo la situacién en que 
quedaron los realistas en Venezuela, a consecuencia del 
triunfo de Carabobo, como las comunicaciones del 
Capitan General y Jefe Politico de Venezuela, Brigadier 
Ramon Correa, a la Gobernacién del Ultramar de 
Madrid, 2 de julio de 1821, y Palacio, 4 de octubre de 
1821. De ellas, extractamos las siguientes citas: 
«Nuestro ejército destrozado en Carabobo... ha 
producido la pérdida de todas las provincias, a excep- 
cién de Puerto Cabello y Cumana, el desaliento de la 
tropa, la falta de viveres y numerario, la emigracién de 
muchas familias y el descrédito de las armas espafiolas 
hasta que la conducta dura y precipitada de algunos de 
nuestros guerreros y la seduccién del enemigo las han 
hecho odiosas. A vista de esto da como muerta la 
esperanza de la restauraci6n..., los enemigos han hecho 
muchos prosélitos... Sera inttil cualquiera tentativa y 
esfuerzo, porque no hard mas que alargar la reconquis- 
ta, irritar a los enemigos y aumentar el nimero de 
nuestras victimas, por cuya razon no he dudado en dar 
pasaporte para Puerto Rico y La Habana a los emplea- 
dos de todos los ramos». 
Terminamos diciendo que con la victoria de Ca- 
rabobo, Espafia perdia todo el territorio venezolano, a 
excepcién de Puerto Cabello. Cumana, que atin queda- 
ba en su poder, fue ocupada poco después por Ber- 
miudez. 
68
SECCION DOCUMENTAL 
Primera parte.—Desde el comienzo de las hostilidades hasta la 
batalla de Carabobo. 
Segunda parte.—Piezas que se refieren a la batalla. 
Tercera parte-—La capitulacién del Coronel José Pereira, que 
mandaba las fuerzas que actuaban contra Bermudez. 
NOTA EXPLICATIVA.—Se hace constar que las cartas del General 
Miguel de la Torre, dirigidas a sus subalternos u a otros personajes, por ser 
los duplicados para su archivo personal, no llevan su firma, pero su lectura 
permite reconocer inmediatamente el autor.
PRIMERA PARTE 
(Desde el comienzo de las hostilidades hasta la batalla) 
Archivo del General Miguel de la Torre. 
Legajo 9. Paquete 25. 
Capitania General de Venezuela. 
El Comandante General de Barlovento, con fecha de 22 del 
corriente me dice lo que copio: 
«Ahora, que seran como las cinco de la tarde, acaba de llegar 
de la provincia de Barcelona don Casimiro Frias, hombre de 
buena conducta y amante sin segundo a la justa causa que 
defendemos y me ha informado a fondo de todas cuantas 
operaciones trata de ejecutar el enemigo pasado el dia 28 del 
corriente y es en la forma siguiente. Que en la Sabana de Uchire 
tienen quinientos hombres al mando del Coronel Parejo, que en el 
Potrero habra como otros doscientos de infanteria sin contar 
trescientos de Caballeria, y Bermudez est4 a toda prisa recorrien- 
do toda aquella provincia para reunir mas, de conformidad que 
todas sus voces y promesas es de que el 29 6 30 a mas tardar, han 
de estar en la Laguna de Tacarigua con mil hombres, y que en 
seguida tomar la capital. También tiene tres flecheras y un cafién 
que traen por tierra, todo lo que pongo en noticia de V. S. para 
que se sirva inmediatamente, y a marchas dobles remitir las dos 
Compafiias del Regimiento de Hostalrich que V. S. me ofreciéd, 
pues son tan necesarias para cuando se presente el enemigo que 
puede que unida a esta fuerza se pueda contener y tal. vez, darles 
un golpe que en esto se servira V. S. no perder un instante a ver 
si pueden llegar a éste el 29, también se servira V. S. si acaso 
hubiese llegado el sefior Coronel Pereira a Orituco que hago algan 
movimiento hacia la provincia de Barcelona, y que si es dable se 
ponga en comunicacién conmigo o el Jefe que mande estas tropas 
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a fin de operar undnimes, pues para el caso también oficio con 
esta fecha al Comandante de dicho punto de Orituco participan- 
dole estas mismas noticias para su inteligencia y que tome las 
precauciones que juzgue necesarias, y que me las dé a mi las que 
por aque] territorio corran: tampoco echara V. S. en olvido

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