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Gestión de la producción: una aproximación conceptual Colectivo de autores Gestión de la producción: una aproximación conceptual ? UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE MANIZALES Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia Gestión de la producción : una aproximación conceptual / Fredy Becerra Rodríguez ... [et al.]. - Manizales : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ingeniería y Arquitectura, 2008 332 p. ISBN : 978-958-701-963-6 1. Organización industrial (Teoría económica) 2. Desarrollo industrial 3. Industria - Innovaciones tecnológicas 4. Producción industrial I. Becerra Rodríguez, Fredy, 1963- C D D - 2 1 3 3 8 . 4 5 6 / 2008 © Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales Departamento de Ingeniería Industrial y Grupo de Investigación en Innovación y Desarrollo Tecnológico © Autores: Fredy Becerra Rodríguez, Diana María Cárdenas Aguirre,; Ómar Danilo Castrillón Gómez, Andrea García, Jaime Alberto Giraldo García, Santiago Ibarra Mirón, Santiago Ruiz Herrera, William Ariel Sarache Castro, JohnnyTamayo y Amparo Zapata Gómez Editor y compilador Fredy Becerra Rodríguez Diseño y diagramación Alejandro Medina Preparación editorial e impresión Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos Luis Ignacio Aguilar Zambrano, director dirumbiblo_bog@unal.edu.co ISBN: 978-958-701-963-6 Primera edición, 2008 Bogotá, Colombia mailto:dirumbiblo_bog@unal.edu.co L o s A U T O R E S E X P R E S A N sus agradecimientos a la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, y a Colciencias, entidades que financiaron la investigación "Modelo, procedimientos y soluciones informáticas para mejorar el nivel de efectividad de los sistemas de producción de pymes metalmecánicas. Aplicaciones en el subsector 381 de la ciudad de Manizales", de la cual se derivó este libro como uno de sus productos. C O N T E N I D O P R Ó L O G O / I I 1 . D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N : S U P A P E L E S T R A T É G I C O E N L A C O M P E T I T I V I D A D E M P R E S A R I A L / 1 5 Santiago Ibarra Mirón y William Ariel Sarache Castro 2. P L A N E A C I Ó N A G R E G A D A Y P R O G R A M A C I Ó N M A E S T R A / 6$ Diana María Cárdenas Agutrre 3 . P R O G R A M A C I Ó N Y C O N T R O L D E L A P R O D U C C I Ó N / 9 7 Jaime Alberto Giralda García 4 . E S T U D I O D E L T R A B A J O : H E R R A M I E N T A S P A R A L A M E J O R A D E L A P R O D U C T I V I D A D E M P R E S A R I A L / 1 3 7 Fredy Becerra Rodríguez 5 . L O G Í S T I C A Y G E S T I Ó N D E L A C A D E N A D E A B A S T E C I M I E N T O / 1 7 5 William Saracbe, Johnny Tamayo y Andrea García 6 . A L G U N O S E N F O Q U E S E N E L M E J O R A M I E N T O D E S I S T E M A S D E P R O D U C C I Ó N / O P E R A C I O N E S / 2 1 5 Amparo Zapata Gómez 7 . G E S T I Ó N E N P R E V E N C I Ó N Y C O N T R O L D E P É R D I D A S E N P R O D U C C I Ó N / O P E R A C I O N E S / 2 4 5 Santiago Ruiz Herrera 8 . N U E V A S T E C N O L O G Í A S D E L A F A B R I C A C I Ó N Y L A I N F O R M A C I Ó N / 2 7 5 Fredy Becerra Rodríguez, Ornar Danilo Castrillón Gómez, Jaime Alberto Giralda y Jhonny Tamayo P R Ó L O G O L A D É C A D A D E L O S A Ñ O S S E T E N T A del siglo pasado fue el escenario de las revoluciones tecnológicas y económicas que han conducido el desarrollo del mundo a las condiciones que conocemos actualmente. Es en esta época cuando se inician los procesos de masificación de las tecnologías de información y se comienza el trabajo en redes de comunicación en el mundo. También se empieza la reestructuración global del capitalismo con la aparición de fenómenos geopolíticos como la desinte- gración de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín y la consolidación de la Comunidad Económica Europea, y más recientemente los fenómenos económicos de los países asiáticos: Corea, China e India. El proceso de globalización económica encuentra así el camino para su consolidación. En este contexto, en América se ori- ginan procesos sociales y político-económicos dentro de los Estados, especialmente los latinoamericanos, para insertarse en estos nuevos modelos; aparecen los tratados de libre comercio ( T L C ) entre naciones, específicamente con el socio tradicional más importante para los latinoamericanos, Estados Unidos de América. La estructura económica y comercial basada en la globalización también develó otras circunstancias asociadas que determinan lo que podría interpretarse como una "paradoja de la globalización". Mientras por un lado se propagan las concepciones relacionadas con el flujo libre del comercio, de los capitales, del conocimiento y de los individuos, por el otro hay un resurgimiento de los nacionalismos, la xenofobia y otros fenómenos de corte proteccionista en los Estados. Pero tal vez más importante que esto es el reconocimiento del papel de los entornos locales y regionales dentro de los países como fundamento para el desarrollo económico y social. En síntesis, la paradoja puede resumirse como el paralelismo entre la noción de un mundo sin fronteras y una nueva racionalidad de lo local y regional. Sobre la base de esta para- doja es que se concibe la premisa de "actuar en lo local para competir a nivel global" y en este sentido debe entenderse el papel de las empresas para desarrollar y mantener sus capacidades competitivas. La construcción y sostenibilidad de tales capacidades en la unidad empresarial implica la comprensión del rol de todas las funciones organizacionales y en especial la producción como un sistema estratégico dentro de la empresa, y su contribución para enfrentar los actuales condicionamientos del entorno, que definen: un nue- F R E D Y B E C E R R A R O D R Í G U E Z vo patrón de mercado centrado en una mayor selectividad de los mercados y en la presión de estos por la protección del medio ambiente, y una mejor estructura de precios en los productos y servicios sin detrimento de la calidad; aspectos que inciden en la necesidad de una permanente búsqueda en la reducción de costos de producción. Un nuevo patrón tecnológico fundamentado en los desarrollos de la automatización, las telecomunicaciones y las tecnologías de información que han originado formas de fabricación y prestación de servicios entre las que se encuen- tran el diseño y la manufactura asistidos por computadora, la manufactura flexible, la ingeniería concurrente y el uso de la simulación y la inteligencia artificial para incrementar la productividad de las empresas. Un nuevo patrón gerencial en el que metodologías y técnicas como el justo a tiempo ( J I T ) , la reingeniería, el benchmar- king, el outsourcing, la teoría de restricciones ( T O C ) , entre otras, están orientando las decisisones estratégicas de las empresas. En esta perspectiva, el presente libro, producto del trabajo de investigación desa- rrollado por el grupo de investigación en Innovación y Desarrollo Tecnológico, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, aborda desde el punto de vista de los avances teóricos de la función de producción/operaciones distintas temáticas que ilustran sobre los fundamentos históricos y presentes del devenir de esta fun- ción; así como temáticas conexas que complementan lo que conceptualmente es el sistema de producción en una empresa. El libro se estructura en ocho capítulos cuyo contenido es responsabilidad directa de sus autores; cada capítulo tiene una intro- ducción que ilustra al lector sobre los temas por tratar, el cuerpo temático propio y un resumen que describe las ideas centrales abordadas. Para su desarrollo se adopta una disposición que inicia con la presentación de la función de producción/operaciones como un área organizacional estratégica para la empresa, capítulo uno, dando las bases para ilustrar aspectos de orden táctico y ope- rativo descritos en los capítulos dos a cuatro, los cuales presentan: el dos,los avances en metodologías, herramientas y técnicas para la planeación agregada y el programa maestro de producción; el tres, aquellas que tienen uso más frecuente en la programa- ción y control de la producción; y el cuatro, las técnicas del estudio del trabajo como base para la estandarización de operaciones y tiempos de ejecución de estas. El capítulo cinco aborda el tema de la gestión de las cadenas de abastecimiento y la gestión logística, basado en un enfoque estratégico que integra las actividades desde la proveeduría de materias primas e insumos hasta la entrega al cliente de los productos elaborados; allí se incluyen aspectos relacionados con la importancia de las relaciones con clientes y proveedores mediante el uso de las tecnologías de infor- mación. El capítulo seis hace referencia a los sistemas de calidad, desde su desarrollo histórico, los principales exponentes de los conceptos de calidad y la influencia que ellos tienen en la función de producción. En el capítulo siete se describen las meto- dologías para la gestión y prevención de pérdidas como una de las disciplinas que 1 2 P R Ó L O G O contribuyen de manera especial en la reducción de costos y la productividad de los sistemas productivos; aquí se plantea de manera especial un modelo para el estudio de la prevención de pérdidas elaborado por el autor. El capítulo ocho centra su aten- ción en las nuevas tecnologías de fabricación e información, donde los temas están asociados a las herramientas de hardware y software que cada vez cobran mayor uso en los entornos industriales, en la medida en que son el fundamento para lograr los niveles de flexibilidad y versatilidad en la producción de bienes y servicios. 1 3 1 . D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N : S U P A P E L E S T R A T É G I C O E N L A C O M P E T I T I V I D A D E M P R E S A R I A L Santiago Ibarra Mirón Universidad Central de Las Villas, Cuba William Ariel Sarache Castro Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales I N T R O D U C C I Ó N Es bien conocida la problemática que oscila alrededor de la competitividad en las em- presas, como vía no solo para crecer y desarrollarse en el marco económico, sino también para poder sobrevivir en su sector de actividad. De hecho, hace ya algún tiempo, desde la Escuela de Negocios de Harvard se advertía a los directores de fábricas norteamericanas que para ser más competitivas y crear ciertas ventajas duraderas debían enfatizar en tres aspectos esenciales: 1. concederle una orientación al sistema y al proceso productivo; 2. reorganizar el sistema de producción en función de unas tareas o misiones estratégicas; y 3. reflejar tales misiones en la orientación competitiva de la empresa, y no solo derivarse de ella, sino también contribuir a su formulación e implementación. Lamentablemente, durante un largo periodo la mayor parte de las empresas manufactureras han concedido escasa importancia a la fabricación, relegando esta actividad a un plano secundario en relación con el resto de áreas funcionales en lo relativo a la formulación de la estrategia competitiva de la empresa. Era común carac- terizar la producción como una función eminentemente técnica, operativa, centrada exclusivamente en el logro de la máxima eficiencia y, en consecuencia, carente de cualquier consideración estratégica. Sin embargo, a partir de los años setenta, tanto en el contexto académico como en el empresarial, y en cierta manera influido por las propias condiciones del mercado, se comenzó a observar un cambio de actitud en relación con la función de producción. Fue a partir de los trabajos de Skinner (1969) que surgieron diversas investiga- ciones empíricas y literatura acerca del tema, sugiriendo explícitamente que la fábri- ca puede también contribuir al éxito empresarial, apoyando la puesta en práctica de la estrategia competitiva y destacándose que la gestión estratégica de la fabricación no debe reducirse a la simple "neutralización" de los potenciales efectos negativos 1 5 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O que el proceso de producción pudiera ocasionar sobre el alcance de los objetivos empresariales y corporativos, sino que esta actividad puede y debe constituirse en un pilar fundamental de apoyo para la estrategia de negocio. Por tanto, dado el dinamismo y la incertidumbre del entorno, resulta más nece- sario que nunca prestar mayor atención a la función de producción /operaciones, concibiéndola como una nueva fuente de creación de ventajas competitivas para la empresa, partiendo de reconocer su carácter realmente estratégico y tomando con- ciencia de su potencial contribución al éxito empresarial en general. Para fortalecer su papel, es preciso diseñar e implementar estrategias de fabricación que resulten coherentes con la misión empresarial global1. En este sentido, el presente capítulo pretende realizar una aproximación teórica y detallada al campo de estudio de la estrategia de producción /operaciones, a par- tir del análisis y contrastación de los aportes existentes, que permiten presentar un constructo sintético, pero a la vez exhaustivo, sobre las temáticas que lo componen. En primer lugar, se expone una aproximación al concepto de dirección de la produc- ción, vista como área funcional estratégica de la organización, y su influencia e importan- cia en el desempeño competitivo; en segundo lugar, se aborda el concepto estrategia de operaciones, haciendo énfasis en su formulación y contenido; el tercer apartado se enfoca al estudio de las denominadas prioridades competitivas como punto de partida para orientar las acciones competitivas de la función de producción. Por último, se aborda el conjunto de decisiones estratégicas relacionadas con la producción y su orientación, en función de las prioridades competitivas y la estrategia de producción/operaciones. Para finalizar, es necesario señalar que el presente documento forma parte de un paquete de productos de investigación asociados a las actividades conjuntas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, Cuba, y la línea de investigación en Logística y Producción del grupo de trabajo académico en Innovación y Desarrollo Tecnológico de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales. L A F U N C I Ó N D E P R O D U C C I Ó N / O P E R A C I O N E S La función de producción se define como aquella parte de la organización encargada de transformar una serie de inputs iniciales (materias primas, energía, información, recursos humanos, entre otros) en un conjunto de outputs (bienes y servicios), a través de un proceso de conversión (transformación) que añade valor para el cliente 1 En este punto se reconocen los aportes de Hayes & Wheelwright (1984 ) , Ward et ál. ( 1 9 9 4 ) , Ward et ál. ( 1 9 9 5 ) , Gianesi ( 1 9 9 8 ) , Hayes & Pisano ( 1 9 9 4 ) , William et ál. ( 1995 ) , Boyer (1998 ) , Bartezzaghi (1999 ) , Vickery et ál. ( 1993 ) , Swamidass & Newel ( 1 9 8 7 ) , Roth Sí Miller ( 1 9 9 2 ) , Cleveland et ál. ( 1989 ) , Roth & Miller (1990 ) , Leong et ál. ( 1990 ) , Marucheck et ál. ( 1 9 9 0 ) , Schroeder et ál. ( 1 9 8 6 ) , Corbett & Wassenhove ( 1 9 9 3 ) , Ferdows & De Meyer (1990 ) , Miller et ál. ( 1 9 9 2 ) y Flynn et ál. ( 1 9 9 9 ) , entre otros. 1 6 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N final. Este concepto ha sido sensible al paso del tiempo, de tal manera que la acti- vidad productiva pasó de gestionarse como un sistema aislado o cerrado a tratarse como un sistema abierto que interactúa constantemente con funciones limítrofes de la empresa y con el entorno (Domínguez Machuca et ál, 1995). De hecho, los denominados outputs han evolucionado desde concebirse so- lamente como productos físicos hasta considerarse en la actualidad como bienes y servicios, lo que motivó un cambio de nombre a la función de Dirección de Producción a Dirección de Operaciones que es la denominaciónmás empleada hoy, aunque muchos autores prefieren definirla como Dirección y/o Administración de la Producción y de las Operaciones (Production and Operations Management, POM), que será la denominación que se empleará en este documento. Para Heizer and Render (2001), la Dirección de Operaciones es la serie de acti- vidades que llevan a la producción de los bienes y servicios a transformar los recursos en productos. Por su parte, Gaither & Frazier (2000) afirman que "la administración de la producción y las operaciones es una interesante mezcla de prácticas provenientes del pasado, probadas con el transcurso del tiempo y de una búsqueda de nuevas maneras de administrar sistemas de producción". Existen diferentes formas de estudiar e interpretar la administración de la pro- ducción y de las operaciones. Entre ellas, tres han tendido a dominar: producción como un sistema, producción como una función organizacional y producción como un conjunto jerárquico de decisiones (Gaither & Frazier, 2000; Krajewsky 8C Riztman, 2000; Schroeder, 2004). La producción como un sistema se sustenta en la teoría general de sistemas, que estudia las partes en función de un todo; en este sentido, un sistema de producción recibe insumos tales como materiales, fuerza de trabajo, energía, información, entre otros, y los transforma en bienes y servicios a través de la intervención del subsiste- ma de conversión. Sobre este último actúa un subsistema de control que evalúa su desempeño para tomar los correctivos necesarios (véase figura 1.1). Dado que en el sistema productivo pueden obtenerse bienes y servicios, la ac- tividad productiva de una empresa no se refiere exclusivamente a una producción técnica en la que se fabrica un bien físico y, por tanto, cualquier proceso o conjunto de acciones susceptible de cubrir necesidades manifestadas por los consumidores, que proporcione un valor añadido, se podrá considerar como tal. Es decir, la creación de bienes, sea por extracción a partir de los recursos naturales o por manufactu- ra industrial y la prestación de servicios de todo tipo, incluyendo el transporte, la comercialización, etc., serán consideradas actividades de producción/operaciones (Cuatrecasas, 1999). La producción supone un proceso transformador que añade valor y ello implica que el resultado del proceso debe ser algo útil, al menos en el sentido en que el cliente lo valore y acceda a pagar un precio mayor que el costo de los insumos (Tawfik & Chauvel, 1992; Riggs, 1998). 1 7 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O Figura 1 .1 Esquema simplificado de un sistema de producción. Fuente: Elaboración propia. La producción, vista como una función organizacional, se centra en el conjunto de actividades administrativas que actúan sobre el subsistema de transformación. Bajo este enfoque, "el proceso de conversión está en el centro de la administración de la producción y las operaciones y de alguna manera está presente en toda la organización la actividad administra- tiva que rodea el subsistema de conversión" (Krajewsky y Riztman, 2000). Hoy en día se acepta que, para ser competitivos frente al reto global, no solo es ne- cesaria una función de mercadotecnia y finanzas eficaces, sino también una poderosa función de operaciones trabajando en equipo con las demás funciones de la organiza- ción. La figura 1.2 expone el conjunto de actividades gerenciales que forman parte de la actuación en la función administrativa de la producción, ya sea en empresas públicas, privadas o mixtas; o en empresas industriales, comerciales o de servicios. Á r e a s f u n c i o n a l e s A c t i v i d a d e s p r i n c i p a l e s C o n t a b i l i d a d C o m p r a s I n g e n i e r í a P r o d u c c i ó n o p e r a c i o n e s F i n a n z a s V e n t a s R e c u r s o s h u m a n o s Estrategia de operaciones Planeación táct ica Programación operativa Control de procesos Gestión de inventarios Administración de personal Gestión de calidad Gestión del mantenimiento Otros Figura 1 .2 La administración de operaciones como función de la organización. Fuente: Modificada a partir de Krajewsky y Riztman (2000) . D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N Finalmente, la producción vista como un conjunto jerárquico de decisiones abor- da tres niveles de decisión (Domínguez Machuca et ál., 2005): • Decisiones estratégicas: involucran las decisiones de largo plazo y alto impacto en la supervivencia empresarial en relación con los productos, los procesos, la tecnología, la capacidad, las instalaciones, la calidad, el recurso humano y el abastecimiento. En este nivel de decisión se responde a la estrategia competitiva de la empresa. • Decisiones tácticas: abordan las actividades relacionadas con la planificación de la producción y el abastecimiento a mediano plazo, para cumplir los presupues- tos de ventas. Este nivel se sustenta en la planeación agregada de los recursos necesarios para el logro de los objetivos trazados, manteniendo equilibrio entre los costos y los niveles de servicio deseados. • Decisiones operativas: se enfocan a las actividades de corto plazo y de tipo coti- diano en relación con las entregas, la mano de obra, los inventarios y el control. En este nivel, se diseña en detalle el programa maestro de producción, el cual establece las cantidades a producir en el corto plazo en función de la capacidad disponible. Dicho plan es el insumo principal para la secuenciación de pedidos, la programación del día y las actividades de control de la producción. Génesis del campo de estudio Los conceptos que integran la administración de la producción/operaciones se en- cuentran en un permanente proceso de avance y evolución. En muchas escuelas de negocios y de administración de empresas se ha convertido en un curso de obligatorio conocimiento; esto se debe a que esta área afecta a todos los demás campos de desem- peño de una empresa (Chase et ál„ 2000; Domínguez Machuca et ál., 1995). El estudio de la dirección de producción/operaciones, como campo del conocimien- to, comienza con el surgimiento de la dirección científica a principios del siglo X X en manos de F. W. Taylor, a partir del desarrollo de los principios de la dirección científica. Posteriormente, Frank y Lillian Gilbreth, así como Henry L. Gantt, secundaron las aportaciones de Taylor con los estudios de movimientos, los conceptos básicos de la sicología industrial, los diagramas de programación de actividades, entre otros. Así se inició este campo de estudio empresarial, el cual fue evolucionando hasta aparecer una de las mayores innovaciones tecnológicas de la era de las máquinas: la línea de montaje de Ford, que constituyó un acontecimiento emblemático al dar ini- cio a la fabricación en masa, lo que significó un hito en la consecución de la eficiencia y la productividad industrial. Los avances matemáticos y estadísticos dominaron la evolución de la dirección de operaciones desde los días de Taylor hasta cerca de 1940. Una excepción fueron 1 9 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O los estudios de Hawthorne, realizados en la década de 1930 bajo la supervisión del sociólogo Elton Mayo, cuyos experimentos estaban diseñados para estudiar los efec- tos de ciertos cambios ambientales en la actividad productiva de los trabajadores de montaje de la planta de Western Electric en Hawthorne, Illinois. Los descubrimientos como este tuvieron gran trascendencia en el diseño de trabajos y en la motivación, lo que condujo, finalmente, a la creación de departamentos de dirección de personal y de relaciones humanas. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial surge la investigación de opera- ciones (IO) asociada a los complejos problemas logísticos y de diseño de sistemas de armamento, que, siendo de orientación matemática, reunió a profesionales de campos diversos como lasicología y la economía. La IO (o su sinónimo aproxi- mado, ciencia de la dirección - management science) proporciona hoy varias de las herramientas cuantitativas que se emplean en la dirección de operaciones y en otras disciplinas empresariales. A finales de la década de 1950 y principios de los sesenta se empiezan a escribir textos que se vinculaban específicamente con la dirección de operaciones como área separada de la ingeniería industrial o de la investigación de operaciones. Durante los años setenta una de las situaciones más importantes fue el uso difundido del ordenador para la resolución de problemas y tareas de fabricación, tales como el desarrollo de programas de software para solucionar problemas rutinarios de pro- gramación de taller, inventarios, distribución en planta, pronósticos y dirección de proyectos. Quizás uno de los avances más notorios e innovadores de este periodo fue el denominado sistema M R P (materials requirements planning). A finales de los setenta y principios de los ochenta surge el paradigma de la estra- tegia de fabricación, desarrollado por investigadores de la Facultad de Administración de Empresas de Harvard. El trabajo realizado por los profesores William Abernathy, Kim Clark, Robert Hayes y Steven Wheelwright, basado en trabajos anteriores de Wickham Skinner, resalta la manera en que los ejecutivos de fabricación pueden emplear las capacidades de sus fábricas como armas competitivas estratégicas. Específicamente el paradigma identifica las formas en que pueden analizarse como variables estratégicas y tácticas los recursos directos de que dispone la fabricación: personas, plantas, partes, procesos y sistemas de planificación y control, conocidos como las "cinco P" de la gestión de la producción. La década de los ochenta fue testigo de una revolución en las filosofías de direc- ción y de tecnología aplicada a la fabricación. La producción just in time (JIT) fue y es aún el mayor adelanto en la nueva filosofía de la fabricación. El JIT afecta a todas las funciones básicas de la empresa y se enmarca dentro de los conceptos de calidad total (total quality management, TQM); el enfoque adoptó como principio básico que los clientes fueran servidos en el momento preciso, en la cantidad requerida, con productos de máxima calidad y mediante un proceso de producción que utilizara el 20 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N mínimo de inventario posible (Isaac, 1985; Hay, 1988; Monden, 1990; Tompkins, 1992; Zhu & Meredith, 1995; Imai, 1996). Paralelamente, en el marco de nuevos enfoques en la gestión de la producción, los aportes realizados por Goldratt 8C Fox (1994), Goldratt 8í Cox (1995) y Goldratt (1995) dieron lugar a la denominada manufactura sincrónica, la cual, enmarcada en lo que hoy se conoce como teoría de las restricciones, propuso un sistema de gestión basado en un conjunto de principios orientados a mejorar el desempeño del sistema productivo, a través de un esquema de fabricación denominado D B R (drum, bujfer, rope). El sistema D B R se orientó a mantener controlado el flujo de materiales, evitando así la acumulación innecesaria de inventarios, al tiempo que se simplificaba notablemente la labor de programación y se concentraba en la maximización de un conjunto de indicadores de operación y de gestión. Para esa época, y junto a las antes mencionadas filosofías, se dieron importantes aportes en materia de la automatización en sus diversas formas. Algunos términos como manufactura integrada por computador (CIM), diseño asistido por compu- tador (CAD), manufactura asistida por computador (CAM), sistemas flexibles de fabricación (FMS) y fábrica del futuro fueron apareciendo y se convirtieron poco a poco en conceptos cotidianos para los profesionales de la gestión de operaciones. Por su parte, los sistemas M R P evolucionaron al M R P I I (manufacturing resourcing planning), integrando la gestión de materiales con la planeación de la capacidad de producción y la gestión de pedidos. En los años finales de la década de los ochenta y en toda la década de los no- venta, se afianzó el paradigma de la estrategia de fabricación y se enriqueció con nuevas aportaciones teórico-empíricas2. Las empresas de excelencia desarrollaron una actividad más dinámica de la dirección de operaciones, centradas en el enfoque al cliente, la globalización de sus operaciones (global operations) y la gestión de la cadena de abastecimiento (supply chain management). Entender la historia de la dirección de operaciones proporciona los fundamentos para poder estudiar esta disciplina tal y como es hoy en día, así como prever su futu- ra evolución y las futuras investigaciones. El interés que parece haber resurgido por los temas relacionados con los procesos de transformación y de adición de valor en el contexto de las organizaciones, responde a una manifiesta necesidad de mejorar la competitividad de las empresas. En este sentido, y sin menospreciar la contribución de otras funciones empresariales, la función de producción y, por extensión, la ges- tión logística, constituyen, hoy por hoy, dos poderosas armas competitivas, capaces de proporcionar ventajas competitivas duraderas. 2 Tales son los trabajos desarrollados por Ferdows et si. ( 1986) , Miller Sí Roth ( 1 9 8 8 ) , Ferdows & D e Meyer (1990) , Miller, D e Meyer & Nakane ( 1 9 9 2 ) y De Meyer & Wittenberg-Cox ( 1994) , entre otros. 2 1 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O La función de producción/operaciones y la competitividad empresarial Al enfrentarse a presiones competitivas cada vez más fuertes, las empresas tienen una mayor necesidad de coordinar sus actividades y procesos principales en una estrategia coherente que integre todas y cada una de las perspectivas de sus áreas funcionales. N o obstante, una característica típica del análisis estratégico es que las funciones individuales dominan los resultados estratégicos de las empresas. Esto, en parte, tiene su origen en la historia, tal y como se ilustra en la tabla 1.1; de cualquier manera, el resultado es que, muchas veces, el planteamiento de la estrategia empre- sarial no comprende las dimensiones de todas las funciones clave y la interrelación que existe entre estas (Hill, 1997). Tabla 1.1 Cambios en el papel dominante de las funciones en el planteamiento de la estrategia de la empresa. Periodo Función típica Razones 1945-1965 Producción/ operaciones (POM) Durante este periodo, en casi todos los sectores industriales la deman- da mundial fue superior a la capacidad. Por lo tanto, las compañías podían vender todo lo que fabricaban y la función de producción/opera- ciones dominaba en el análisis estratégico. 1965-principio década de los ochenta Mercadotecnia Para mediados de la década de los sesenta, empezaba a restablecerse el desequilibrio entre la capacidad mundial disponible y la demanda mundial. El resultado fue que en la mayor parte de los mercados era cada vez más difícil vender los productos. De ahí el surgimiento del papel estratégico de la mercadotecnia, que ganó importancia a partir de ese momento. Década de los ochenta hasta hoy Mercadotecnia y finanzas La recesión que tuvo lugar a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta dio como resultado que muchas compañías experimentaran dificultades financieras y presenciaran gran cantidad de fracasos corporativos. Al ganar terreno, estos eventos estimularon el desarrollo de la función financiera-contable y su papel en el plantea- miento estratégico. Fuente: T. Hill (1997)3. Al plantear una estrategia, muchas empresas no cuentan con la forma, y en oca- siones, ni con la disposición de incorporar algunas de las perspectivas funcionales necesarias para determinar una respuesta estratégica apropiada. Tal es el caso de la perspectiva productiva. Si bien la función de producción, tal y como se observa en la tabla1.1, recibió una atención privilegiada en los inicios de la industrialización, más 3 Otros autores, como Martínez ( 1 9 9 2 ) y Schönberger (1996 ) , sitúan extensiones diferentes en cuanto a los periodos de pro- tagonismo de cada una de las funciones, pero en general, y sin ánimo de buscar detalles históricos, todos concuerdan en la existencia de las tres etapas fundamentales antes referidas. 2 2 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N adelante dejó de ser crítica y la alta dirección de la empresa la relegó a un segundo plano (Starr, 1979). Desgraciadamente, durante los años sesenta e incluso en los setenta, pocos directivos y empresas occidentales se dieron cuenta de la importancia que puede tener el área productiva y las decisiones que en ella se toman. También se ha comprobado, con consecuencias fatales para muchas empresas, que cuando la dirección de operaciones es inadecuada y limita las posibles opciones estratégicas, puede arrastrar al fracaso empresarial. Como ya señalaba Skinner en 1969, la fun- ción de operaciones es como una herramienta de doble filo: o es un arma competitiva o es un lastre empresarial, pero raras veces es neutral. En la actualidad, muchas son las empresas que aún consideran la producción como una actividad residual, eminentemente técnica, carente de perspectiva estraté- gica, con unos objetivos concretos a alcanzar y cuya responsabilidad compete única- mente a los directores de fábrica. Esta concepción de la producción/operaciones está plagada de mitos y suposiciones entre las que se pueden citar: a) la dirección de la fabricación es fundamentalmente responsabilidad de los ingenieros, b) las decisiones relativas a la mecanización de la fábrica son una tarea de los ingenieros industriales y de los especialistas en investigación operativa, c) la aproximación de sistemas y un alto nivel de conceptualización son sustitutos importantes de la experiencia y de los conocimientos, y d) el criterio principal para evaluar la actuación de la empresa es la eficiencia y el costo (Fernández, 1993). Este planteamiento tradicional es cuestionable ya que supone ignorar las poten- cialidades de la capacidad tecnológica empresarial y las ventajas que de ella pudieran derivarse. Coincidimos con Hayes, Wheelwright 8C Clark (1988) en que son mu- chas las empresas que han descubierto cómo, frecuentemente, el "arma secreta" de sus temibles competidores no estaba basada en una mayor potencia comercial o una superior fuerza financiera, sino en la capacidad para elaborar sus productos de una forma más eficiente, más fiable y más precisa. En los años ochenta un equipo de investigadores del M I T (Massachusetts Institute of Technology), después de estudiar y analizar ocho sectores industriales, concluía que la recuperación de la industria norteamericana tenía que evolucionar desde utilizar la fabricación como una herramienta operativa hasta diseñar e imple- mentar una estrategia de fabricación adecuada (Derouzos, Lester 8C Solow, 1989; citados por Martínez, 1992). Muchas empresas entendieron muy bien el mensaje (IBM, General Motors, Ford, Motorola, Hewlett-Packard, Black & Decker, 3M, Intel, Harley-Davidson, John Deere, Eaton, Xerox, Apple, Toyota, Volkswagen, Honda, Nissan, BMW, Sony, Daimler-Benz etc.) y se han convertido en empresas de excelencia en fabricación. Durante la última década se presenciaron cuatro tendencias principales que con- tinuarán teniendo un impacto significativo en las empresas manufactureras: 2 3 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O La primera tendencia es que la fabricación tiene que enfrentarse a un entorno cada vez más global (Dornier et ál, 1998). Para algunas empresas esto significa competir directamente con las empresas líderes en el mercado internacional. Para otras, las implicaciones de un entorno global incluirán la de ajustarse a normas y estándares globales, a las especificaciones de nuevos mercados, a nuevas legislaciones comerciales, así como a las necesidades locales de cada producto y región. La globa- lización de la fabricación plantea cuestiones específicas relacionadas con la gestión de redes de plantas internacionales, redes logísticas mundiales y la organización internacional de la producción. La segunda tendencia observada es una demanda constante de mejora en el área de fabricación. Los principios de la simplificación, el justo a tiempo, la teoría de restricciones, la gestión de calidad total, la competencia basada en el tiempo, etc., son nociones básicas de fabricación en la década actual, pero no aquello con lo que la empresa pueda situarse por delante de sus competidores. Según Martínez (1992), la implicación de esta tendencia para las organizaciones es que no van a existir, a priori, unos principios de fabricación fijos que generen ventaja competitiva, sino que estas están obligadas a seguir un proceso de mejoramiento continuo. Una tercera tendencia es el incremento de la formación del personal y el conte- nido científico de la fabricación. La función productiva se ha caracterizado tradicio- nalmente por su contenido empírico-práctico, sus actuaciones se han derivado del trabajo interno y han sido reacias a admitir cambios provenientes del exterior. Esta nueva tendencia implica que la empresa debe ahora enfatizar más que nunca en la formación del personal de fabricación, la contratación de personal cualificado, el intercambio con instituciones y departamentos universitarios y el desarrollo interno de programas de experimentación continua que propicien la creatividad, la innova- ción y se reflejen en un aprendizaje incremental. La cuarta tendencia radica en la necesidad de lograr unos valores elevados de in- terdependencia de la función de fabricación con su entorno: clientes, proveedores y con el resto de las funciones de la empresa (integración en cadenas de abastecimien- to). Más que nunca se precisa la eliminación de los filtros y barreras que impiden al área de producción/operaciones estar en contacto directo con su entorno tanto interno como externo. Para lograr la integración se hacen necesarias varias medidas, principalmente de tipo organizativo, que modifiquen la actual estructura y la moda- lidad de relaciones entre la función productiva con su entorno. Niveles de eficacia en la función estratégica de las operaciones de manufactura La fabricación puede desempeñar varios roles estratégicos en el contexto de creci- miento de una empresa. Wheelwright & Hayes (1985) proponen cuatro niveles secuenciales en la función estratégica de las operaciones de manufactura para apoyar 2 4 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N globalmente los objetivos de la corporación: internamente neutral, externamente neutral, apoyo o soporte interno y apoyo o soporte externo. Nivel 1: Internamente neutral. En este nivel de desempeño estratégico, el sistema de producción y la función de operaciones contribuyen muy poco al éxito de la orga- nización. Las empresas de este nivel suelen considerar el potencial de las operaciones de manufactura como el resultado directo de unas pocas decisiones estructurales sobre capacidad, instalaciones, ubicación, tecnología e integración vertical. Por lo general, la alta gerencia toma estas decisiones apoyada por consultores. Se otorga poca o ninguna importancia a problemas de infraestructura, tales como políticas de fuerza de trabajo, sistemas de planificación, sistemas de medición y mejora de pro- cesos. El personal de producción de la empresa se hace cargo solo de las decisiones cotidianas del "día a día" y de "sacar la producción". Tanto los trabajadores como la gerencia de operaciones se caracterizan por no tener mucha formación y preparación profesional. Nivel 2: Externamente neutral Este nivel supone también una especie de neutrali- dad de la función de fabricación, aunque en este caso estas empresas buscan una "neu- tralidad competitiva o externa" o,lo que es lo mismo, una paridad con los principales competidores del sector. Las empresas consideran la inversión de capital en equipo e instalaciones nuevas como el medio más eficaz para conseguir una posición temporal de competencia ventajosa y la obtención de economías de escala relacionadas con la tasa de producción como el factor más importante de eficacia productiva. AI igual que en las empresas del nivel 1, se recurre a fuentes externas para la introducción de mejo- ras tecnológicas en el proceso, y es más común comprar tecnología. La alta dirección considera que las decisiones de asignación de recursos son el medio más eficaz para resolver los grandes problemas estratégicos de fabricación. Nivel 3: Apoyo interno. Las empresas de este nivel esperan que la función pro- ductiva apoye activamente y fortalezca la posición competitiva de la organización. Consideran la fabricación como un soporte interno en la consecución de sus objeti- vos, el cual proporciona procesos que apoyen totalmente las decisiones estratégicas de la empresa. El personal de fabricación tiene la autoridad para tomar las decisiones que se consideren pertinentes siempre y cuando sean consistentes y coherentes con la estrategia general de la empresa. Se desea que la fabricación sea creativa y la di- rección adopta una visión a largo plazo. Los responsables de fabricación procuran en todo momento tener una visión más amplia de su papel e intentan comprender la estrategia general y los objetivos centrales a satisfacer; pero los jefes de fabricación solo están para apoyar la estrategia competitiva, y no para participar activamente en la formulación de la misma. Nivel 4: Apoyo externo. En este nivel se espera que la fabricación y las operaciones contribuyan activamente en la formulación y desarrollo de la estrategia empresarial, convirtiéndose para esto en un elemento clave. Un ejemplo de este tipo de empresas 2 5 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O es Toyota, que ha construido su éxito, en gran parte, basándose en la calidad y efi- ciencia de sus procesos de desarrollo y manufactura. Los cuatro niveles descritos forman parte de un proceso que indica el camino y el ritmo que una empresa debe seguir en su aspiración de potenciar la contribución de la función de fabricación. Whybark (1986) considera que estos niveles reflejan el incremento de la participación de la función de producción en el proceso de plani- ficación, desde ser internamente neutral, que significa no estropear las cosas, hasta la última de apoyo externo, donde la producción actúa como socio activo en el proceso de planificación estratégica y busca formas de mejorar su capacidad para apoyar los objetivos de la compañía. Coincidimos con Conca & Molina (1998), quienes plan- tean que hasta que una empresa no alcance el nivel 3 no se puede afirmar que posee una estrategia de fabricación. No obstante, las empresas situadas en los niveles 1 y 2, no necesariamente poseen sistemas productivos obsoletos. Es usual, sobre todo en el nivel 2, imitar estrate- gias de éxito, adoptando algunas de las nuevas tecnologías que han demostrado su utilidad en empresas líderes. Las innovaciones de proceso que con más frecuencia contribuyen a este cambio son J IT , MRP, DBR, CAD/CAM y CIM. Todo esto es positivo dentro de cierto marco de valoración, pero también entraña importantes desventajas (Mills et ál., 1995; Martínez, 1992). La actuación de la función productiva en el nivel 4, generalmente se asocia en la literatura con el concepto de manufactura de categoría mundial, enfoque que se em- plea para definir el objetivo superior de las operaciones de la empresa. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que esta perspectiva no tiene que ser la mejor para toda la empresa. Según Chase et ál. (2000), "... no siempre es deseable asumir una posición de manufactura ofensiva que represente fuertes inversiones de capital para ser de categoría mundial o más japoneses que los japoneses". La figura 1.3, a modo de resumen gráfico, representa las cuatro fases o etapas de actuación de las operaciones de manufactura en la estrategia general de la empresa. Capacidad de POM a nivel adulta Capacidad de POM a nivel ' infantil Actitud Actitud activa agresiva 3 1 2 Actitud Actitud pasiva defensiva Capacidad de POM i nivel de excelencia "World Class" Capacidad de POM i nivel medio de la industria/sector Figura 1.3 Fases evolutivas del papel estratégico de la fabricación dentro de la empresa de excelencia. Fuente: Elaboración propia a partir de Martínez (1992) $C Miltenburg (1995). 2 6 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N L A E S T R A T E G I A D E P R O D U C C I Ó N / O P E R A C I O N E S Como bien han destacado algunos autores en la literatura, la estrategia de negocio suele formularse y desarrollarse por planificadores estratégicos, planificadores de productos, personal de márquetin, directores financieros y directores generales, mu- chos de los cuales tienen poco conocimiento de la producción (Huge & Anderson, 1989). Esto es uno de los factores fundamentales que han motivado la falta de re- presentatividad de fabricación en dicha estrategia general, y por la que la "no-escrita" estrategia de producción ha consistido generalmente en lo siguiente: • Responder a los cambios de programación que requiera la demanda del mercado y a los cambios de diseño requeridos por márquetin e ingeniería. • Reducir costos mejorando la productividad de la mano de obra directa. Mantener los stocks tan bajos como sea posible. • Integrar verticalmente para generar el mayor número de horas de mano de obra directa. Comprar los materiales con los costos iniciales más bajos posibles. Una primera aproximación al concepto de estrategia de producción/operaciones (MS: manufacturing strategy) estaría en definirla como un plan a largo plazo para la fabricación de los productos de la corporación (Schmenner, 1979). Un requisito fundamental de la estrategia de fabricación es que esta contribuya al logro de la estrategia de la unidad de negocio y a la estrategia corporativa (Stobaugh & Telesio, 1983; Hayes & Wheelwright, 1984). Para Domínguez Machuca et ál. (1995), la es- trategia de producción/operaciones debe servir de guía para el resto del subsistema, facilitando las decisiones tácticas y operativas. La estrategia de una empresa se concibe como la integración sistemática y cohe- rente de las estrategias individuales de sus funciones componentes (finanzas, fabri- cación, márquetin, investigación y desarrollo, servicios, etc.). En una empresa con éxito, estas se interconectan para facilitar la máxima ventaja competitiva. Ninguna función se deja fuera y ninguna función domina (Miltenburg, 1995). Así, la estrategia de fabricación puede entenderse como el patrón subyacente en la secuencia de decisiones a lo largo del tiempo. Cuando existe una estrategia de producción formal, las decisiones siguen una pauta clara y lógica, pero cuando falta, la pauta es errática e imprevisible. Para Miltenburg (1995), la esencia de la estrategia de fabricación es definir explícitamente cómo se formularán las decisiones para que la fabricación ayude a la empresa a lograr ventajas competitivas a largo plazo. La no participación de la fabricación en las decisiones estratégicas y la no inte- gración con las demás funciones de la organización conducen a la formación de con- flictos interdepartamentales, donde cada uno tratará de primar por encima del resto, 2 7 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O y en definitiva los que realmente pierden con este comportamiento son la empresa y los clientes finales. Cambiar esta conducta y mejorar la comunicación e integración interdepartamental pasan sin duda por potenciar la función de producción, y esto solo es materializable a través de la estrategia de fabricación. Modelos deinvestigación en la estrategia de fabricación Los estudios acerca del carácter estratégico de la fabricación tienen su origen en los trabajos iniciales de Wickham Skinner a partir de 1969 con su primer título Manufacturing - missing link in corporate strategy. Este trabajo y los posteriores se desarrollaron con un propósito común: la gestión de la producción no tiene que reducirse a neutralizar los efectos negativos de la puesta en práctica de la estrategia empresarial, sino que debe contribuir a formularla y apoyarla, al menos en igualdad de condiciones que las restantes áreas funcionales. Los trabajos de Skinner y sus seguidores4 se centraron sobre todo en el propio contenido de la estrategia de pro- ducción y son prácticamente unánimes en considerar las prioridades competitivas y las principales políticas propuestas, agregadas en ciertas categorías de decisión. No obstante, el proceso de formulación no ha sido tratado con mucha profundidad, y aunque estaba latente en el texto de dichos trabajos, no se puede afirmar que se haya analizado de forma explícita. Esto ha llevado a que las investigaciones se hayan centrado solo en el contenido de la misma (Adam & Swamidass, 1992; Voss, 1992; Anderson et ál., 1989). La distinción teórica entre contenido y proceso ha sido destacada por los autores en las últimas investigaciones y de cierta manera su aplicación a la función de pro- ducción ha generado cierta confusión. Por ejemplo, Swamidass & Newell (1987) consideran que el contenido de la estrategia de fabricación hace referencia al empleo de los recursos productivos para alcanzar ventajas competitivas, mientras que el proceso se refiere a la formulación, desarrollo e implementación de la estrategia de producción en relación con la estrategia competitiva. Por su parte, Anderson et ál. (1991) plantean que el contenido es el qué de la estrategia de producción y abarca los objetivos, las decisiones y el resultado final de la misma, mientras que el proceso es el cómo, es decir, las cuestiones relativas al análisis, organización y puesta en práctica de la estrategia de fabricación. En el mismo sentido, Marucheck et ál. (1990) diferen- cian la utilización de herramientas conceptuales para formular e implementar una hipotética estrategia de producción, de su definición y contenido. En relación con el proceso de formulación, existen dos enfoques diferentes: el enfoque descendente, que se corresponde con el enfoque "jerárquico" según el cual 4 Entre los que se puede citar a Hayes, R . H. ; Wheelwright, S. C. y Clark, K. B., profesores de administración de empresas de Harvard Business School, Estados Unidos. 2 8 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N la estrategia productiva se formula a partir de la estrategia competitiva y sirve de apoyo a su puesta en práctica. La lectura en el sentido inverso -ascendente- se corresponde con el enfoque "basado en los recursos", en el que subyace la posibilidad del aprovechamiento de los recursos de producción como factor determinante de la orientación estratégica de la empresa. Enfoque jerárquico El enfoque jerárquico atiende a un planteamiento de "arriba-abajo" o top-down (véase figura 1.5); este es predominante en la literatura y en la práctica empresarial5. En él subyacen tres niveles esenciales de planificación estratégica: corporativo, competitivo (o de negocio) y funcional6. Bajo este enfoque, la estrategia determina los objetivos a largo plazo, el ámbito de negocio (gama de productos, mercados y servicios) y la forma de obtener ventajas competitivas (Garvin, 1993; Miltenburg, 1995). También se puede explicitar como el "patrón" de las principales metas y objetivos, así como las políticas y planes para conseguir dichas metas, establecidas de tal manera que definan en qué clase de negocio está o quiere estar la empresa y qué clase de empresa es o quiere ser. Definida la estrategia competitiva, se formulan las estrategias funcionales, que deben ser congruentes entre sí y con la estrategia competitiva. Al formular la es- trategia funcional, el director del departamento debe trabajar estrechamente con sus colaboradores clave, y a menudo tiene que relacionarse con los directores de otras funciones y con el responsable del negocio (Thompson & Strickland, 1992). El éxito en la mejora de la competitividad reside en la interacción y la coordinación total, tanto entre la estrategia de producción y la estrategia competitiva previamente definida (coherencia vertical) como entre la estrategia de producción y el resto de las estrategias funcionales (coherencia horizontal). Una vez formuladas las tres estrategias (corporativa, de negocio y funcional), el siguiente paso consiste en consolidarlas siguiendo un orden ascendente. En primer lugar, se revisan las estrategias funcionales para asegurar que son consistentes entre sí y que apoyan la estrategia de la unidad de negocio; posteriormente, y de manera análoga a la anterior, se revisan las estrategias de las unidades de negocio; finalmente, se inicia la ejecución de los planes estratégicos (Hax & Majluf, 1984; Miltenburg, 1995). La formulación de la estrategia de producción/operaciones se inicia con la de- finición explícita de la misión de la producción (enlace principal con la estrategia empresarial), la cual dará lugar a una jerarquía de objetivos estratégicos o también 5 Esta es la visión subyacente, entre otros, en los trabajos de Hayes & Schmenner (1977) , Hayes Sí Wheelwright ( 1 9 8 4 ) , Romano ( 1 9 8 3 ) , Wheelwright ( 1 9 8 4 ) , Fine Sí H a x (1985 ) , Swamidass & Newel (1987 ) , Hall ( 1987 ) , Anderson et ál. ( 1989 ) , Hill ( 1 9 8 9 , 1 9 9 3 ) , Groff 8í St . John ( 1 9 9 0 ) y Stonebraker Sí Leong ( 1 9 9 4 ) . 6 Esta distinción aparece en la literatura acerca de la dirección estratégica (Hofer, 1975 ; Andrews, 1971; Hofer Sí Schendel, 1978 ; Wheelen & Hunger, 1 9 8 3 ; H a x Sí Majluf, 1984) . 2 9 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O denominadas prioridades competitivas de la función de producción/operaciones. Estas prioridades indican las actividades en las que debe centrarse la producción para dar soporte adecuado a la estrategia de la empresa. Identificadas las prioridades competitivas, se desarrollan las políticas de produc- ción en sentido amplio; estas surgen del análisis externo e interno así como de la tarea u objetivos asignados a la producción. Del planteamiento de Skinner (1974) se deduce una correlación total entre la prioridad competitiva elegida y las políticas a desarrollar; por tanto, la puesta en práctica de determinadas políticas solo permite alcanzar un objetivo concreto. Es decir, las políticas de producción deben concebirse, coordinarse y centrarse en aquella prioridad competitiva clave de la producción que es esencial para que la empresa (o unidad estratégica de negocio) triunfe dentro de su sector. Definida la prioridad competitiva y delimitadas las políticas que la sustentan, es conveniente realizar un benchmarking, que consiste en analizar los productos, proce- sos y prácticas de gestión de los mejores competidores (dentro y fuera del sector de actuación) para adaptarlos a la cultura propia de la fábrica (Camp, 1989, citado por Avella et ál., 1999). Aquí, Garvín (1993) introduce el concepto de iniciativas estraté- gicas de producción SMI : Strategic Manufacturing Initiative, que permiten orientar el esfuerzo del área de manufactura con el propósito de conseguir una determinada mejora en un periodo de tiempo concreto. Estas iniciativas pueden aplicarse a toda la organización de manufactura y permiten alcanzar objetivos cuantitativos e hi- tos específicos. Finalmente, se efectúa un examen meticuloso de cada elemento del sistema de producción/operaciones. A continuación, se seleccionan y asignan los recursos necesarios para llevar a cabo las políticas elegidas, a la par que se desarrollan nuevas capacidades en producción yse mejoran las existentes; el proceso se completa con la puesta en práctica de los programas de implantación, controles, medidas de evaluación del rendimiento y procedimientos de revisión. Sin embargo, el enfoque jerárquico ha sido criticado en el sentido de que, en cierta forma, omite la capacidad del área de producción para proporcionar ventajas distintivas a la empresa no solo a través de su estrecha correlación con la estrategia competitiva (es decir, sirviendo de apoyo a esta), sino como factor determinante de la misma. Así mismo, el modelo jerárquico asume de alguna manera que el problema de la estrategia de producción es un problema funcional, no de la unidad de negocio, de forma que esta se puede desarrollar internamente, aunque teniendo en cuenta que las estrategias y políticas del ámbito superior, e incluso del resto de áreas funcionales, actúan como parámetros y limitaciones que deben tenerse presente. Para Conca & Molina (1998), el enfoque jerárquico, como alternativa para ela- borar estrategias generales y de producción, no siempre es la opción más adecuada. En este sentido, se reconoce la posibilidad de seguir un proceso menos formalizado y más caótico en la elaboración de estrategias. Básicamente lo que se pretende es, en lugar de desarrollar planes y buscar después capacidades, crear primero capacidades 30 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N y posteriormente alentar el desarrollo de planes que las exploten. De esta manera surge el enfoque basado en recursos. Enfoque basado en los recursos Autores como Leong et ál. (1990) y Zahra & Das (1993) sugieren que los recursos de producción pueden constituir la esencia de la estrategia de negocio y convertirse en la variable competitiva clave. Así, los recursos y capacidades de fabricación pueden inspirar la orientación estratégica de la empresa; este es el argumento central de este enfoque que, a diferencia del anterior, construye la estrategia en sentido ascendente. La teoría de los recursos, sobre la que se sustenta este modelo, postula que la ven- taja competitiva no solo proviene de las condiciones de la demanda que permiten crear oportunidades para obtener rentas superiores, sino que también viene predeterminada por la oferta. En este sentido, Grant (1991) considera que una rentabilidad superior está asociada con la posesión de recursos estratégicos más que con las ventajas de- rivadas de la posición en un mercado, la elección de un segmento o la adopción de una estrategia genérica. El enfoque basado en los recursos también busca alcanzar una acertada combinación mercado-capacidad distintiva, aunque para ello se invierte la lógica del modelo jerárquico y se procede de la siguiente forma (Grant, 1991): 1. se analizan los recursos básicos de la empresa; 2. se estiman las capacidades de la empre- sa; 3. se analiza el potencial de beneficio de los recursos y capacidades (para el logro de la ventaja competitiva sostenible); 4. se selecciona una estrategia para la empresa y 5. se despliega y perfecciona el stock de recursos y capacidades, con el fin de sostener y ampliar las posiciones de ventaja competitiva. Según este enfoque, la estrategia de fabricación sigue teniendo por objeto el de- sarrollo de capacidades distintivas. Sin embargo, la relación que mantiene con el ámbito estratégico superior difiere considerablemente del modelo jerárquico prin- cipalmente en que: 1. La definición de los negocios y objetivos de la unidad de negocio se fundamen- ta en las capacidades de la empresa más que en los mercados en que participa (Grant, 1991). 2. El desarrollo de las capacidades es un paso previo a la selección del modo de competir en los mercados. A partir de las capacidades distintivas de la empresa se buscan mercados donde explotarlas para convertirlas en ventajas competitivas (Conca & Molina, 1998). La sostenibilidad de una ventaja competitiva depende de que los recursos sean difícilmente replicables. Este criterio subraya el papel del conocimiento como el acti- vo estratégico más importante que posee una empresa (Quinn, 1992). Las empresas 3 I S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O deben estar comprometidas tanto con la adquisición como con la aplicación del conocimiento (Spender, 1992). La adquisición necesita individuos especializados en áreas específicas del conocimiento, mientras que la aplicación requiere combinar muchos conocimientos especializados (Demsetz, 1991). Sin ánimo de ser exhaustivos, se exponen brevemente algunos recursos de pro- ducción que han proporcionado ventajas competitivas (Avella et ál , 1999) : a) el tamaño, b) el acceso preferente (o exclusivo) a determinados factores productivos, c) los conocimientos tecnológicos relacionados con el proceso de producción, y d) las ca- pacidades y habilidades de fabricación, sobre todo las basadas en el conocimiento. Si se comparan ambos modelos, se puede observar que el jerárquico puede ser apropiado cuando la evolución del entorno es predecible y la ventaja competitiva se basa en recursos cuya adquisición (y liquidación) puede hacerse rápidamente res- pecto a los cambios del entorno (Conca & Molina, 1998). Por el contrario, cuanto más turbulento e impredecible sea el mercado, resultará más conveniente un modelo basado en los recursos, soportado en un conjunto de habilidades y/o competencias capaces de evolucionar y adaptarse a nuevos entornos. La tabla 1.2 resume las principales características de los dos modelos actuales re- ferentes al proceso de formulación e implementación de la estrategia de producción. Se reconoce que no hay ningún modelo que intrínsecamente sea superior al otro. Todo depende de las circunstancias particulares de cada empresa y, sobre todo, de la turbulencia e inestabilidad del medio. Tabla 1.2 El modelo jerárquico y el modelo basado en los recursos. Estrategia de la unidad de negocio Modelo Base del negocio Ventaja competitiva Lógica Entorno Jerárquico Mercados (¿Qué necesidades?) Adaptar capacidades a mercados Fines-formas-medios Predecible Basado en los recursos Capacidades (¿Qué podemos hacer?) Buscar mercados donde explotar las capacidades Medios-formas-fines Turbulento Fuente: Conca 8í Molina (1998). Contenido de la estrategia de producción Aunque se acepta que no existe acuerdo total sobre los puntos a decidir por el equi- po encargado de elaborar la estrategia (Conca & Molina, 1998), distintos autores aprueban que el contenido de la estrategia se puede agrupar en dos grandes cate- gorías (Leong et ál, 1990) : 1. las prioridades competitivas basadas en las metas de la corporación o unidad de negocio y 2. las áreas de decisiones estratégicas de la 32 D I R E C C I Ó N DE LA P R O D U C C I Ó N función de producción. La figura 1.4 es una síntesis de estas descripciones donde la terminología se ha cambiado un tanto para que sea consistente con la usada por Hayes y Wheelwright (1984) . Costo Calidad Entregas Flexibilidad Servicio Otras Producto Proceso Capacidad Localización Instalaciones Figura 1 .4 Modelo de contenido predominante en la literatura sobre estrategia de la producción. Fuente: Elaboración propia a partir de Leong, Snyder & Ward (1990) . P R I O R I D A D E S C O M P E T I T I V A S Antes de abordar este tema, es preciso destacar que se utilizan diversas denominaciones para referirse a las prioridades competitivas de la producción. En la literatura se usan indistintamente los términos prioridades competitivas (Leong et ál., 1990; R . Hayes & S. Wheelwright, 1984); objetivos de producción (Anderson et ál, 1989); tareas de pro- ducción (Skinner, 1974); criterios de gestión (Wheelwright, 1978); metas de fabricación (Miller, 1983); variables competitivas (Marucheck et ál, 1990); criterios ganadores de pedidos (Hill, 1989); outputs de fabricación (Miltenburg, 1995); criterios mercadológicos para el éxito (Voss, 1992; Adam & Ebert,1991); dimensiones competitivas (Swamidass & Newell, 1987); dimensiones de competencia (Corbett & Wassenhove, 1993) y misio- nes de fabricación (De Meyer et ál., 1989). Aunque todas son correctas en el sentido en el que se utilizan, se prefiere usar el término misiones de fabricación; no obstante, para no contribuir más a la confusión, se emplearán, en el presente documento, indistinta- mente los términos misiones y prioridades competitivas. La misión de fabricación es lo que la función de producción debe proveer y facilitar a sus clientes; es la respuesta productiva al comportamiento estratégico deseado por el nivel corporativo. Así, la verdadera cuestión se encuentra en el hecho de definir cuál 33 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O de las distintas misiones o prioridades que puede desempeñar la función productiva poseerá la mayor preferencia en el orden de satisfacer los requerimientos, necesidades y expectativas actuales y futuras de los clientes y el mercado en general. Se entiende que solo una vez que se ha asignado ese orden de preferencia, de unas en detrimento de otras, se podrá hablar de"prioridades competitivas" en la estrategia productiva. Atendiendo a su nivel de agregación, las prioridades competitivas señalan la orientación dominante de la producción, al objeto de alinear su actuación con la es- trategia empresarial. El resultado es lo que se denomina la tarea de producción, que se deriva directamente de la estrategia empresarial y con frecuencia será un volver a expresar la misión de la empresa en términos de operaciones (Schroeder, 2004). Corbett & Wassenhove (1993) identifican dos dimensiones en las prioridades competitivas: a) como indicador externo de la competitividad de la empresa y b) como indicador interno del saber hacer en fabricación (o sea de las capacidades de fabrica- ción). Ambas están estrechamente interrelacionadas, puesto que la competitividad depende de la eficacia de los atributos de los productos para satisfacer las necesida- des del mercado y, a su vez, estos atributos tienen su origen en el modo en que se hacen las cosas en el área de producción. Estas dos dimensiones en realidad están muy relacionadas; se puede decir que constituyen las dos caras de la misma moneda según se las observe con el prisma del márquetin o de la producción. Así, los atributos del producto que son visibles para el cliente —básicamente variables de márquetin (tales como precio, producto o lu- gar)- constituyen la dimensión externa de las prioridades, mientras que las medidas de las capacidades de producción (como el costo, la calidad y el tiempo) podrían ser la dimensión interna de los anteriores criterios de competitividad. Las prioridades competitivas de fabricación deben ser significativas, realizables y duraderas. Para ser realizables, han de tener sentido para todas las secciones y departamentos de la fábrica; en caso contrario, no podrán compartirse ni permi- tirán unificar e integrar las tareas de producción (Hayes, 1986). Su formulación y comunicación no pueden tener éxito a menos que cada uno de los empleados las comprenda, las acepte y sea capaz de aplicarlas en su área de responsabilidad. Por otro lado, no han de ser inestables (cambio de énfasis en cortos periodos de tiempo: por ejemplo, en un año la calidad y al siguiente la eficiencia), pues se debilitaría el compromiso de los directivos y los trabajadores, pero deben tener una orientación dinámica. Las prioridades estáticas sirven de normas y, en ese caso, los directivos solo se concentran en el control, es decir, en minimizar las variaciones respecto al valor obje- tivo. Debe pues existir un equilibrio entre la durabilidad y el dinamismo, ya que una prioridad con un marcado carácter dinámico persigue siempre el hábito de mejorar (Schönberger, 1991). 3 4 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N La literatura revisada revela que existe un alto nivel de acuerdo en cuanto al conjunto apropiado de prioridades competitivas para fabricación. Una visión general permite constatar la existencia de cuatro misiones o prioridades competitivas bási- cas en producción: costos o eficiencia, flexibilidad, calidad y entregas7. N o obstante, en los últimos años se ha estado imponiendo un quinto objetivo estratégico en el área de producción y/u operaciones: el servicio. Por otro lado, algunos autores8 han incorporado en sus trabajos una nueva prioridad competitiva en fabricación: nos referimos a la innovación. Así mismo, en la literatura más reciente se aboga por la integración del medio ambiente como un objetivo más de la dirección de operaciones; Sarkis (2001) su- giere que el área de operaciones ha de estar implicada en la protección del medio ambiente porque es ahí, en la fabricación, donde tiene su origen la mayor parte de la contaminación. Este planteamiento se enmarca en lo que Gaither 8C Frazier (2000) denominan la responsabilidad social de las empresas. Finalmente, las prioridades competitivas se deben desagregar en unos objetivos detallados (prioridades desagregadas u objetivos operativos de manufactura) sus- ceptibles de ser cuantificados, lo que facilita su medición, evaluación y el control de los resultados de los diferentes centros de responsabilidad del departamento de producción. Esta desagregación consiste en el desarrollo de una lista de acciones, mediante una descomposición y refinamiento de cada prioridad en sus elementos causales, que podrían conducir a la consecución de los objetivos superiores deseados. Conceptualmente, este proceso de descomposición es sencillo; no requiere nada más que un listado de causas y relaciones de efecto (Garvín, 1993) (ver tabla 1.3). Tabla 1.3 Principales prioridades competitivas de fabricación y algunos criterios de medida. Dimensión Ejemplos de criterios de medida/atributos de operacionalización Costo • Costo unitario de producto. • Costo unitario de material. • Gastos de operación e inventario. • Rendimiento de materiales/procesos. Calidad • Porcentaje de defectos. • Costos de desechos y de trabajos reprocesados y garantías. • Calidad de materiales recibidos de proveedores. Entregas • Plazo de entrega ofertado. • Porcentaje de entregas en fecha (fiabilidad). • Tiempo de ciclo de tramitación de pedidos. • Retraso medio. La invescigación de Schroeder et ál. ( 1 9 8 6 ) confirma empíricamente que estas cuatro misiones u objetivos de fabricación son las mejor valoradas por los directivos. Leong, Snyder & W a r d (1990 ) , Miltenburg ( 1 9 9 5 ) . Mansfield (1981 ) , Maidique & Hayes ( 1 9 8 4 ) y De Meyer et ál. ( 1 9 9 8 ) . 3 5 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O Dimensión Ejemplos de criterios de medida/atributos de operacionalización Flexibilidad • Número de productos en catálogo (tamaño de la oferta). • Tamaño mínimo de la orden de producción. • Tamaño medio del lote de fabricación. • Número de componentes intercambiables del producto principal. Servicio • Número de productos adaptados/personalizados al cliente. • Indice (%) de clientes satisfechos. • Tiempo medio de reacción ante reclamaciones, reposiciones y/o reparaciones posventa. Innovación • Números de cambios de ingeniería realizados por año. • Número de nuevos productos/procesos introducidos cada año. • Plazo de tiempo para diseñar nuevos productos. Fuente: Elaboración propia a partir de Leong et ál. (1990) y Miltenburg (1995). Un asunto importante en la estrategia de producción radica en el problema de las incompatibilidades entre las prioridades competitivas de fabricación (trade-offs) - u n trade-ojf significa conceder a una misión u objetivo de producción un tratamiento pre- ferencial sobre las demás- cuyo principio básico está en evitar que un mismo sistema de producción posea más de una misión (Miller, 1983). Esta idea, como se desprende del trabajo de Skinner (1969), es querara vez es posible que una planta consiga mejo- ras significativas en más de una o dos de las prioridades competitivas al mismo tiempo, pues requerirían políticas de producción radicalmente distintas. En esta perspectiva, a las empresas que esperan derrotar a la competencia en todas las misiones posibles, les será difícil o imposible a causa de las actuales limitaciones tecnológicas y de otro tipo. Muchas empresas intentan hacer demasiadas cosas en la misma fábrica; el resultado se traduce en una planta que no hace nada particularmente bien. Esto es tolerable siempre y cuando los competidores se comporten de la misma forma. Sin embargo, cuando estos focalizan sus plantas en misiones concretas, las gran- des plantas "no focalizadas" no pueden competir durante mucho tiempo (Miltenburg, 1995). Por ello Skinner (1974) sugiere la necesidad de enfocar los sistemas de produc- ción (plantas) de forma que permitan concentrarse en la consecución de altos niveles en una de las mencionadas prioridades competitivas. Sin embargo, este enfoque no refleja adecuadamente la realidad y tendencias actuales del mundo de la competencia (Conca & Molina, 1998). La ruptura más significativa con el modelo trade-offs se produjo a mediados de los ochenta, cuando los investigadores analizaron el éxito competitivo de las empresas japonesas y el nivel de rendimiento que conseguían en las diferentes misiones que se planteaban. Estas empresas se han apartado de la diagonal principal de la denominada "matriz produc- to-proceso", con la ayuda de las nuevas tecnologías y nuevos enfoques organizativos en la producción. 3 6 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N En contraposición a Skinner, Hill (1989) y Miltenburg (1995) sugieren que la fábrica puede seguir al mismo tiempo más de un criterio competitivo; para tal fin debe definir aquellos que le permitirán alcanzar un desempeño inalcanzable por sus competidores (criterios ganadores de pedidos) y aquellos que le servirán para man- tenerse en la media de la competencia (criterios cualificadores). Por su parte, Hass (1987) plantea que con mucha frecuencia se puede lograr una mejora sustancial en dos o tres objetivos al mismo tiempo. Banks 8C Wheelwright (1979) reconocen la existencia de una relación y no un conflicto entre objetivos a largo y a corto plazo. De acuerdo con esta línea argumental, Huge & Anderson (1988) abogan por mejorar simultáneamente los diversos objetivos de competencia, ya que no son an- tagónicos y es posible alcanzarlos de forma concertada. Schönberger (1991) sugiere que es posible, realista y necesario mejorar continuamente la calidad, los costos, el tiempo de producción y el servicio a los clientes e igualmente es importante poten- ciar la flexibilidad. Lo anterior parece poner en entredicho la idea de incompatibilidad o compromi- so entre las diversas prioridades. ¿Querrá ello decir que el conflicto entre objetivos ya no existe y, por tanto, ya no tiene sentido definir una tarea para la producción? Reflexionando sobre estas ideas, Skinner (1992) llega a la conclusión de que "es absurdo suponer que una planta u operación de servicio puedan funcionar sin trade-offs'. Lo que ocurre es que "conforme las tecnologías se desarrollan, y ello incluye tanto las tecnologías directivas como las físicas, las relaciones pueden cambiar". Por tanto, tan erróneo es considerar que las prioridades siempre se contraponen, como que siem- pre se apoyan; en realidad, las distintas variables pueden evolucionar en paralelo u opuestamente para distintos niveles o amplitudes. Respecto a estos planteamientos, algunos autores optan por seguir un proceso secuencial para el logro de los objetivos competitivos (Ferdows et ál., 1986; Miller & Roth, 1988; De Meyer et ál., 1989; Ferdows & De Meyer, 1990; De Meyer & Wittenberg-Cox, 1994). Según ellos, es preciso considerar la calidad, el plazo, el costo, la flexibilidad, e innovación como "prioridades que la empresa alcanza secuencialmente a lo largo del tiempo", más que como objetivos puntuales incompatibles entre los que se debe elegir. Así, De Meyer & Wittenberg-Cox (1994) proponen un enfoque diferente de- nominado modelo secuencial de creación y aprovechamiento de las habilidades y destrezas en fabricación o modelo del'cono de arena" (véase figura 1.5). Desde esta perspectiva, el énfasis inicial debe realizarse en el objetivo calidad, para conseguir una producción de alta calidad y someter los procesos bajo control, y solo cuando el cono de arena haya crecido suficientemente (calidad a niveles satisfactorios) se puede empezar la inversión en el segundo estrato: regularidad en la producción y entregas fiables. Alcanzado un nivel satisfactorio en el objetivo entregas, se inicia la mejora en la flexibilidad, al tiempo que se perfeccionan los otros dos objetivos anteriores. 3 7 S A N T I A G O I B A R R A M I R Ó N Y W I L L I A M A R I E L S A R A C H E C A S T R O Mejoras en las prioridades competitivas « « « « 1er. estrato : base para resto de las actuaciones estratégicas POM. 4o. estrato 3er. estrato 2o. estrato Figura 1.5 Modelo acumulativo de mejoras duraderas en fabricación o "cono de arena". Fuente: Modificada a partir de De Meyer & Wittenberg-Cox (1994). Solo cuando las habilidades en calidad, regularidad y velocidad de reacción son lo bastante fuertes, la empresa puede invertir en la fase final que es la reducción del costo. A criterio de De Meyer et ál. (1994), esto es extremadamente importante ya que, como destacan estos autores, "las mejoras duraderas en costos son la consecuencia, no la plataforma de lanzamiento, de otras mejoras y de la creación de destrezas y habilidades en fabricación". Este modelo, que se puede observar esquemáticamente en la figura 1.5, refleja que la caída de arena ensancha la base a medida que se eleva la altura. Corbett & Wassenhove (1993) coinciden con la naturaleza dinámica del enfoque de cono de arena y lo proponen como la vía por la cual las empresas podrían dirigir sus programas de mejoramiento continuo. La secuencia "calidad-entregas-flexibili- dad-costo" fue construida sobre la evidencia empírica. No obstante, estos autores reconocen que aunque la calidad puede ser una potente conductora del proceso, similar papel podría desempeñar el tiempo. Gestionando el tiempo, puede de hecho enfocarse la atención sobre problemas de calidad (e. g., reprocesos, retrabajos) y re- ducción de costes. Las capacidades de tiempo de ciclo rápido mejoran obviamente la flexibilidad y la innovación. Así, el tiempo y la calidad son dos caras de la misma moneda; ambos pueden ser poderosos conductores de los procesos de mejora com- petitiva. La elección dependerá de la situación particular. El costo, por otra parte, es visto cada vez más como un resultado, no como conductor del proceso (Corbett & Wassenhove, 1993). 3 8 D I R E C C I Ó N D E L A P R O D U C C I Ó N D E C I S I O N E S E S T R A T É G I C A S E N L A F U N C I Ó N D E P R O D U C C I Ó N / O P E R A C I O N E S Para cumplir con los objetivos y la misión competitiva, es necesario establecer una serie de políticas que desemboquen en un patrón coherente para la toma de decisiones. Para tal fin, algunos autores han desarrollado diferentes listas de áreas de decisión estratégicas en fabricación. En la tabla 1.4 se muestran las cuatro listas más conocidas y divulgadas en la literatura; varios estudios demuestran que hay una estrecha correspondencia entre estas listas y las áreas de decisión usadas por los directivos de fabricación en las empresas (Schroeder et ál., 1986; Ward et ál., 1988). Las áreas de decisión se han dividido en dos grupos: áreas de decisiones estructurales y áreas de decisiones infraestructurales, ambas igual de importantes y juntas conformarán la estructura de la estrategia de producción que efectivamente está siguiendo la empresa. Las decisiones de naturaleza estructural se caracterizan fundamentalmente por
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