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El dióxido de carbono

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El dióxido de carbono
Cuando se habla de dióxido de carbono, anhídrido carbónico o CO2 (a partir de su fórmula química: CO2), se hace referencia a un gas incoloro y soluble en agua, cuyas moléculas se componen por un átomo de carbono y dos de oxígeno, unidos por enlaces dobles covalentes.
El CO2 constituye aproximadamente el 0,04 % de los gases presentes en la atmósfera terrestre. Es un gas indispensable para la vida tal como la conocemos y está presente en numerosos compuestos orgánicos, entre ellos los hidrocarburos (gas natural, petróleo, etc.) o el aire que exhalamos los seres vivos aerobios (o sea, que respiramos). La importancia biológica del CO2 radica principalmente en que las plantas lo necesitan para llevar a cabo la fotosíntesis, así como cierto tipo de cyanobacterias para sus procesos de obtención de energía.
En presencia de una presión constante, el dióxido de carbono es un gas, pero también se le puede forzar a convertirse en líquido al incrementar la presión (mediante el proceso de licuefacción) o incluso en sólido, formando el llamado “hielo seco” o nieve carbónica.
La mayor concentración de este gas en el planeta está, sin embargo, en la atmósfera, disuelto entre muchos otros gases que componen el aire. También se encuentra en aguas termales, volcanes y rocas carbonatadas, que cuando se diluyen en agua o algunos ácidos liberan este gas. Se le produce cotidianamente como subproducto de procesos naturales, como la respiración, la descomposición de la materia orgánica o la combustión (por ejemplo, en incendios forestales) y en la fermentación de los azúcares. También se lo genera artificialmente, a través de la quema de combustibles fósiles y numerosos procesos industriales.
El CO2 también puede hallarse fuera de nuestro planeta: las atmósferas de Venus y de Marte han demostrado presencia abundante de este gas, que compone el 95 % de ellas.
En principio, el dióxido de carbono es una sustancia sumamente útil para el hombre, quien le ha sabido dar los siguientes usos:
En la industria alimenticia, se inyecta a las bebidas (gaseosas) para otorgar efervescencia.
Forma parte de los compuestos presentes en los extintores, pues el CO2 no es combustible.
Se emplea frecuentemente como refrigerante (en gas o como hielo) y en la creación de efectos especiales, como la niebla artificial.
Forma parte de los gases empleados para formar rayos láser.
En medicina, se emplea como agente de contraste o como gas para insuflar en laparoscopias, así como en tratamientos estéticos.

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