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Boletín Sociedad Entomológica Aragonesa, n1 38 (2006) : 395−414. ETNOENTOMOLOGIA 
 
 
 
LOS INSECTOS MEDICINALES DE BRASIL: PRIMEROS RESULTADOS 
 
Eraldo Medeiros Costa Neto1, Julieta Ramos-Elorduy2 & José Manuel Pino2 
 
 
 
 
1 Universidade Estadual de Feira de Santana, Departamento de Ciencias Biológicas, Km 03, BR 116, CEP 44031-460, Feira 
 de Santana, Bahia, Brasil. − eraldont@hotmail.com 
2 Instituto de Biologia, UNAM. Apdo. postal 70-153. 04510 México, D.F. relorduy@ibiologia.unam.mx − jpino@ibiologia.unam.mx. 
 
 
Resumen: Se describe el uso medicinal de los insectos y las sustancias extraídas de ellos en diferentes contextos culturales 
de Brasil. Los datos se han extraído de información publicada en artículos, monografías, tesis, ponencias y resúmenes que tra-
tan del uso medicinal de animales (zooterapia) en general, y también de varias interacciones entre humanos e insectos (et-
noentomología) en particular. Se registró un total de 82 tipos de insectos como medicinalmente útiles para el tratamiento de di-
versas enfermedades y/o síntomas. Estos recursos entomoterapéuticos se reparten entre 11 órdenes y 32 familias. El orden 
Hymenoptera es el predominante, con 42 tipos representados. El registro de la utilización de insectos como agentes medicina-
les en Brasil significa una aportación relevante al fenómeno de la zooterapia, y abre nuevas perspectivas para la valoración 
económica y cultural de animales tradicionalmente considerados como inútiles. Los insectos parecen una fuente muy importan-
te para el descubrimiento de compuestos bioactivos. Sin embargo, son necesarios más estudios bioquímicos y farmacológicos 
de estas especies que desemboquen en nuevas drogas que mejoren la salud humana. Además, el uso de los insectos tiene 
que mantenerse en un nivel sostenible para así evitar la sobreexplotación. 
Palabras clave: etnoentomología, zooterapia, uso de insectos, conocimientos tradicionales, Brasil. 
 
Medicinal insects of Brazil: first results 
Abstract: A description is given of the medicinal use of insects and the substances extracted from them in different cultural 
contexts throughout Brazil. Data were gathered from published articles, monographs, theses, papers and abstracts dealing with 
the medicinal use of animals (zootherapy) in general, as well as the various interactions between humans and insects (eth-
noentomology) in particular. A total of 82 types of insects was recorded as being medicinally useful in the treatment of a range 
of illnesses and/or symptoms. These entomotherapeutical resources are divided up into 11 orders and 32 families. The order 
Hymenoptera was predominant, with 42 kinds represented. The recording of the usage of insects as medicinal agents in Brazil 
provides a relevant contribution to the phenomenon of zootherapy, as well as opening new prospects for the economic and cul-
tural valorization of animals traditionally regarded as useless. Insects do seem to constitute a very important source for the dis-
covery of bioactive compounds. However, further biochemical and pharmacological studies on these species are needed to 
promote the development of new drugs for the improvement of human health. Additionally, their use needs to be at a sustain-
able level to avoid overexploitation. 
Key words: ethnoentomology, zootherapy, use of insects, traditional knowledge, Brazil. 
 
 
 
Introducción 
 
Desde tiempos antiguos los insectos y algunos productos 
extraídos de ellos han sido usados como recursos terapéuti-
cos en los sistemas médicos de muchas culturas alrededor 
del mundo (Costa Neto, 2005). Aunque sean generalmente 
considerados como animales sucios y repugnantes, muchas 
especies de insectos son usadas vivas, cocidas, molidas, en 
infusiones, pomadas, emplastos y ungüentos, tanto en medi-
cinas preventivas como curativas y también en rituales má-
gico-religiosos que favorecen la salud y bienestar físico y 
mental (Costa Neto, 2002). En general, los insectos son 
utilizados para el tratamiento de afecciones respiratorias, 
renales, hepáticas, estomacales, intestinales, parasitarias, 
pulmonares, bronquiales, cardíacas, endocrinas, neuronales, 
circulatorias, dermatológicas, oftalmológicas, del bazo, del 
páncreas, del aparato reproductor, etc. (Ramos-Elorduy, 2001). 
El uso terapéutico de insectos y de productos deriva-
dos de ellos es conocido como entomoterapia (Carrera, 
1993a). Los conocimientos y prácticas concernientes a la 
entomoterapia son transmitidos en gran parte por medio de 
la tradición oral de generación en generación, no teniendo 
por ello una difusión general. Aunque la utilización de es-
pecies de insectos como recursos medicinales es una prácti-
ca antigua, la entomoterapia aún es relativamente descono-
cida a nivel académico (Costa Neto, 2005). Es interesante 
remarcar que el término medicina posiblemente tiene su 
origen en la palabra miel, pues la primera sílaba tiene la 
misma raíz que "mead", una bebida alcohólica hecha de los 
panales de abejas y que era consumida frecuentemente co-
mo un elixir (Hogue, 1987). 
La entomoterapia, integra un sistema médico tradicio-
nal complejo en el cual están involucradas otras prácticas de 
salud, tales como amuletos, encantos, gestos y transferen-
cias (Araújo, 1977). Así, los insectos han tenido y aún tie-
nen también importantes papeles místicos y mágicos en el 
tratamiento de varias dolencias en muchas culturas alrede-
dor del mundo (Clausen, 1954). De María y Campos (1972) 
señala que la magia tiene un uso práctico y da sentido a la 
vida ordinaria. Por ejemplo, muchas de las asociaciones 
entre las partes del cuerpo humano y los insectos, parecen 
haberse originado de la medicina holística. Esta sería la 
razón por la cual las larvas de insectos, con forma de ser-
piente, generalmente son recomendados para tratar la impo-
tencia sexual. Un aspecto importante que debe de ser consi-
derado es cómo los sistemas médicos tradicionales están 
organizados de manera semejante a los sistemas culturales, 
por lo que el uso de remedios basados en insectos debe ser 
enfocado desde el punto de vista cultural (Costa Neto, 
1999b). 
 
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La idea de que los insectos existen para el beneficio 
del hombre ha sido recogida en el libro Insectotheology, 
publicado en 1699 (in Berenbaum, 1995); como ejemplos 
tenemos la creencia de que el aceite obtenido de las larvas 
de Melolontha vulgaris (L.) puede ser usado tópicamente en 
rasguños y otras heridas y como tratamiento para el 
reumatismo y los escarabajos adultos, embebidos en vino, 
son útiles para tratar la anemia; o bien las cucarachas en 
polvo se emplean en el tratamiento para la epilepsia, al igual 
que las tijerillas pueden ser usadas contra la otitis (Ratcliffe, 
1990). Durante las Cruzadas, la miel de Apis mellifera L. 
era usada para tratar dolencias del estómago, de la piel y de 
los ojos; la cera curaba hemorroides, quemaduras y heridas. 
En ese mismo período, Cimex lectularius L. era usada 
integralmente para tratar obstrucciones de las vías urinarias. 
Ya en el período Otomano antiguo, esta especie de chinche 
era utilizada contra la ictericia (Lev, 2002, 2003). 
Algunas referencias sobre la utilización de insectos 
como fuente de medicamentos son mucho más antiguas, 
entre ellas el papiro de Ebers, el cual es un tratado médico 
egipcio datado del siglo 16 A.C. que contiene varios regis-
tros de remedios obtenidos de insectos y arañas (Weiss, 
1947). El gusano de seda (Bombyx mori L.) ha sido usado 
en la medicina tradicional china por lo menos desde hace 
tres mil años (Zimian et al., 1997) y las larvas de ciertas 
moscas (Calliphoridae) han sido reconocidas desde hace 
siglos como agentes benéficos para la curación de heridas 
infectadas (Sherman et al., 2000). Plinio el Viejo, en su 
Naturalis historiae, registró algunos entomoterapéuticos 
(remedios derivados de insectos) que eran empleados para 
el tratamiento de varias enfermedades en el Imperio Roma-
no en el primer siglo A.D. (Carrera, 1993b).Dióscorides, en 
el segundo libro de Materia medica, también menciona 
algunos remedios elaborados a partir de insectos. Por ejem-
plo, las chinches de la cama eran usadas contra la fiebre 
cuaternaria; igualmente las cucarachas molidas con aceite o 
cocidas, eran usadas contra dolor de oído y las cigarras 
fritas eran usadas en las complicaciones de la vejiga (Mor-
ge, 1973). 
La diversidad genética siempre ha sido una materia-
prima clave en la investigación agrícola y médica (Bell, 
1996). Estudiando el conocimiento médico tradicional de 
comunidades indígenas, las compañías farmacéuticas pue-
den aumentar significativamente la probabilidad de encon-
trar una droga comercialmente valiosa y así, reducir dramá-
ticamente los costos de la investigación (Joyce, 1992). De 
esa manera, el registro del conocimiento tradicional sobre el 
uso terapéutico de recursos naturales por las comunidades 
indígenas, puede llevar al hallazgo de nuevas fuentes de 
drogas biológicas y productos de uso farmacológico (Old-
field, 1989). Según Blakeney (1999), “La investigación de 
nuevos fármacos biológicos ha sido guiada por datos etno-
biológicos”. Kunin y Lawton (1996) complementan esta 
afirmación señalando que el estudio de la medicina tradi-
cional ha probado ser una herramienta valiosa en el arte de 
la bioprospección de compuestos farmacológicamente acti-
vos. 
Los insectos mismos parecen constituir una fuente 
muy importante de recursos para la investigación farmaco-
lógica debido a su historia co-evolutiva con las plantas y 
productos defensivos que éstas producen. Sin embargo, 
según las consideraciones de Ramos-Elorduy (2000), los 
insectos medicinales han recibido poca atención, debido al 
menosprecio que la mayoría de la población demuestra por 
esta clase de animales, a pesar de que son concentradores de 
principios activos. Por otro lado, el avance de la ciencia 
médica y la invalidación del conocimiento tradicional su-
primió la creencia en las cualidades medicinales que los 
insectos poseen (Holt, 1992 [orig. 1885]). De hecho, los 
estudios sobre entomoterapia son bastantes escasos, siendo 
una área de investigación prácticamente virgen con una 
multitud de facetas por desarrollar. 
Además, en la actualidad existen algunos trabajos rela-
cionados con la utilización medicinal de insectos en diferentes 
contextos socioculturales que permiten suponer que hay subs-
tancias biológicamente activas presentes en los remedios 
obtenidos a partir de esos artrópodos (Conconi y Pino, 1988; 
Antonio, 1994; Oudhia, 1998; Pemberton, 1999). 
En Brasil, los insectos han sido usados medicinalmen-
te por sociedades indígenas desde hace miles de años y 
también por los descendientes de los colonizadores euro-
peos y esclavos africanos en los últimos cinco siglos. De 
manera que la entomoterapia ha sido registrada desde el 
periodo colonial (Piso, 1957). En esta investigación, se 
reporta el uso de insectos en la medicina popular brasileña y 
su importancia farmacológica, así como las sugerencias para 
la conservación y el uso sostenido de los recursos entomote-
rapéuticos. Aunque la lista de insectos medicinales de Brasil 
probablemente no está completa, sin embargo se considera 
que en ella se incluyen los principales tipos usados. Se espe-
ra que esta revisión incremente el número de investigacio-
nes sobre los insectos medicinales. 
 
Materiales y métodos 
 
Los datos fueron reunidos investigando la información 
disponible en artículos, monografías, tesis, reportes y po-
nencias publicados y presentados en mesas redondas y con-
gresos en Brasil y en el exterior, relativos al uso de animales 
como medicinas (zooterapia) en general y sobre las interac-
ciones entre el hombre y los insectos (etnoentomología) en 
particular. Estos datos provienen de trabajos de campo efec-
tuados por diversos autores y llevados a cabo en diferentes 
comunidades indígenas, locales, rurales y urbanas. 
Algunos de los recursos entomoterapéuticos presenta-
dos aquí fueron recolectados junto con todo el material 
etnográfico (cuaderno de campo, cintas y fotos) y están 
depositados en el Laboratorio de Etnobiología de la Univer-
sidade Estadual de Feira de Santana, Bahia. 
El término "enfermedad" aquí se utiliza en un sentido 
amplio, refiriéndose tanto a las enfermedades de origen 
Personalístico (provocadas por un agente humano o sobre-
natural) como aquellas de origen Naturalístico (provocadas 
por la intervención de causas o fuerzas naturales), incluyén-
dose desde estados dolorosos hasta perturbaciones de orden 
psíquico (Foster, 1953). En este trabajo, las enfermedades 
han sido reportadas según la terminología encontrada en las 
obras analizadas. Al hablar de zooterapia popular, es conve-
niente reflexionar sobre el hecho de no prescribir ni recetar 
ninguno de los recursos entomoterapéuticos aquí registra-
dos, ya que en ocasiones dependiendo de la proporción 
pueden ser tanto inocuos como peligrosos. Por ello es nece-
sario que se efectúen estudios de tipo farmacológico. Ade-
más, los entomoterápicos, como se ha expuesto, son reco- 
 
 
 397
 
Fig. 1. Especies de insectos medicinales de 
Brasil, distribuidas según los órdenes a los 
que pertenecen. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fig. 2. Los insectos medicinales en Brasil, distribui-
dos en los estados donde se han registrado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
mendados para el tratamiento de afecciones y/o síntomas 
localmente diagnosticables y que, por lo tanto, pueden no 
tener equivalencia con las enfermedades conocidas y trata-
das por la medicina alopática. 
 
Resultados y discusión 
 
El uso de insectos como fuentes de medicamentos se ha 
reportado para 18 estados brasileños por varios autores 
(Tabla I). Encontramos 83 tipos de insectos, comprendidos 
en 11 órdenes y 32 familias. Desafortunadamente, sólo 28 
insectos están identificados a nivel de especie mientras 29 
sólo lo están a nivel de género. El orden Hymenoptera es el 
más abundante con 43 insectos (52%), seguido por los ór-
denes Coleoptera y Lepidoptera con ocho insectos cada uno 
(10%) y los órdenes Blattodea e Isoptera con cinco tipos 
cada uno (6%) (Fig. 1). 
Estos recursos entomoterapéuticos proveen 110 mate-
rias primas (Tabla II) con la cuales se elaboran remedios 
que curan o tratan una gama de enfermedades/síntomas 
(Tabla III). Los insectos, en su gran mayoría, son utilizados 
enteros (N = 42; 38,5%), siendo tostados, molidos y reduci-
dos a polvo y así empleados para la preparación de tés, que 
pueden ser añadidos a la bebida y/o a la comida del indivi-
duo enfermo. Productos de las abejas, tales como la miel y 
la cera, también son importantes (13,6% y 5,5%, respecti-
vamente). 
Al igual que los insectos comestibles de Brasil (DeFo-
liart, 2004), se puede decir que el número de especies de 
insectos verdaderamente usadas en la medicina tradicional 
ha sido generalmente infravalorado. De los 26 estados que 
componen el territorio brasileño, en 18 de ellos (69,2%) 
existen registros del uso de insectos como recursos entomo-
terapéuticos (Fig. 2). 
Se da una breve discusión sobre la importancia de los 
insectos en la medicina, y se consideran algunos ejemplos 
de los insectos significativamente utilizables en la medicina 
popular practicada en Brasil. 
 
 398
LOS PIOJOS 
La única referencia del uso medicinal de piojos (Pediculus 
humanus L.) ha sido publicada por Campos (1960), quien 
reporta que para tratar el dolor de dientes no hay como un 
piojo vivo, envuelto en algodón y puesto en la cavidad de 
los mismos. 
 
LAS CUCARACHAS 
En un estudio llevado a cabo en el poblado de Pedra Branca, 
en el estado de Bahia, Costa Neto y Pacheco (2005) consta-
taron que Periplaneta americana L. fue la especie medicinal 
más versátil, ya que esta cucaracha fue indicada para el 
tratamiento de afecciones clasificadas en seis sistemas cor-
porales. En general, el té hecho con el polvo de P. america-
na se usa para tratar las siguientes enfermedades y/o sínto-mas: bronquitis asmática, epilepsia, alcoholismo, asma, 
dolor de oído, cólicos de mujeres, en emplastos, se usa en 
furúnculos y para sacar astillas. En el mismo poblado, Eury-
cotis manni Rehn sirve para tratar dolores de cabeza; en este 
caso se recomienda olerla viva. 
Lenko y Papavero (1996) registran que se combate la 
adicción al alcohol poniendo el polvo de una cucaracha 
tostada en el aguardiente que es servido al adicto. También 
explican que colocando el polvo de una cucaracha en el té o 
café es útil en el tratamiento de la bronquitis; igualmente el 
té de cucaracha sirve para curar el asma. Se ha reportado 
que la persona se aliviará, pero que si algún día supiera lo 
que ha tomado, la molestia regresaría. En el estado de Cea-
rá, para aliviar el dolor de dientes, se exprime una cucara-
cha, aún viva, y se aplica lo que de ella resulta en un algo-
dón en el diente cariado (Campos, 1967). 
Otras recetas etnomédicas relacionadas con las cuca-
rachas incluyen: tostar una cucaracha entera, molerla y 
hacer un té con el polvo, que debe ser bebido contra el as-
ma, cólicos intestinales y diarreicos [la persona no debe 
saber lo que bebió]. Colocar la “cáscara” (= exoesqueleto) 
de la cucaracha sobre las heridas para cicatrizarlas. Preparar 
un emplasto de una cucaracha roja para curar panadizo 
(inflamación flemonosa de un dedo, especialmente de la 
última falange). Cocinar una cucaracha en aceite y después 
introducir algunas gotas en el oído para tratar sus dolores 
(Lages Filho, 1934; Magalhães, 1963; Amorim, 1963). 
Blatta orientalis L. fue prescrita clínicamente para 
nueve de los 338 pacientes atendidos en el servicio de 
homeopatía del Instituto de Asistencia a los Servidores del 
Estado de Río de Janeiro (IASERJ) en el período de 1997-
1998 para problemas de asma (Nogueira et al., 1998). 
 
LAS LIBÉLULAS 
La única referencia sobre el uso de libélulas como recursos 
medicinales fue publicada por Costa Neto (1994), para el 
estado de Alagoas, nordeste de Brasil. En el poblado de 
Marituba do Peixe, los especímenes de las familias Aesch-
nidae y de Coenagrionidae son utilizados integramente, en 
la preparación de un té para tratar picaduras de serpientes. 
 
LAS TERMITAS 
En el estado de Ceará se cree que se hace desaparecer una 
verruga, friccionando la pequeña excrescencia epidérmica 
con un pedazo de carne fresca de cerdo y a continuación 
colocando esta carne dentro de un termitero, a través de un 
orificio anteriormente hecho en él (Magalhães, 1963). En 
Alagoas, comejenes en agua hirviente son prescritos a quien 
sufra de asma (Lages Filho, 1934). En Alter do Chão, esta-
do de Pará, el té hecho con individuos adultos de Microce-
rotermes exiguus (Hagen) es usado contra el asma (Branch 
y Silva, 1983). 
Las termitas son una verdadera panacea medicinal, 
pues son recomendados en los siguientes casos: bronquitis, 
tosferina, heridas, gripes y resfriados, hemorragias, mordida 
de perro, bocio, alumbramiento, picaduras de serpientes y 
alacranes, flatulencia, neumonía, hernia, reumatismo, sa-
rampión, ombligo grande (hernia umbilical) (Mill, 1982 in 
Posey, 1987). Para la cura de esas enfermedades, se emplea 
el té de los insectos macerados (o de sus nidos) o la inhala-
ción del termitero incinerado. Los indios Parecí, en Utiariti 
(Mato Grosso), capturan de cuatro a cinco termitas, aplas-
tándolas y con la pasta resultante se frotan las ingles de los 
niños que orinan en las hamacas. Para ello, usan exclusiva-
mente una especie que posee nidos subterráneos (Lenko y 
Papavero, 1996). En las sesiones chamánicas de los indios 
Kadivéu, entre otros animalitos, la termita es invocada por 
el chamán, después de horas y horas de un canto repetido y 
monótono; cuando entra en trance, los "bichos" invocados 
provocan la curación (Lenko y Papavero, 1996). 
 
LOS CHAPULINES, GRILLOS Y ESPECIES RELACIONADAS 
En el poblado de Remando, Bahia, los grillotalpas son usa-
dos para el asma (Lima et al., 1999). Lenko y Papavero 
(1996) registran que los grillos (Gryllus domesticus L.) 
asados sirven como remedio para niños “desconfiados”, es 
decir, con parásitos intestinales, vómito y fiebre. En el esta-
do de Alagoas, un té elaborado con las patas de grillo sirve 
para los casos de oliguria (Lages Filho, 1934). Los grillos 
también son utilizados en la medicina veterinaria, por ejem-
plo en São Francisco de Paulo (Rio Grande do Sul). Para 
curar "dolor de barriga y orina de animal caballar, se reco-
gen tres grillos, poniéndolos en sacos y atándolos en la cola 
del animal" (Lenko y Papavero, 1996). 
En la medicina tradicional amazónica, el grillo de la 
especie Paragryllus temulentus Saussure (Gryllidae, subfa-
milia Phalangopsinae) es pulverizado y mezclado con grasa 
animal. Ese ungüento es usado como un antirreumático, que 
se aplica mediante masaje local (Figueiredo, 1994). 
En Feira de Santana, se recomienda el uso de un té 
hecho con el exoesqueleto tostado y molido de chapulines 
de la familia Acrididae para curar tanto problemas de piel 
como probables derrames cerebrales. Además, un chapulín 
seco al sol es tostado y molido y el polvo resultante es colo-
cado en un vaso de agua caliente y tomado para el trata-
miento del asma y de la hepatitis (Costa Neto, 1999b). 
 
LAS CHINCHES Y ESPECIES RELACIONADAS 
En la medicina popular del estado de Alagoas, nordeste de 
Brasil, las chinches de la familia Pentatomidae son aplasta-
das y la masa es colocada en un algodón, que después es 
aplicado en el diente para tratar dolor de dientes (Lages 
Filho, 1934). En el poblado de Matinha dos Pretos, se pone 
la masa resultante de los huevecillos aplastados del cucara-
chón de agua (Belostoma sp.) sobre los furúnculos. También 
allí, la vinchuca (Triatoma sp.) es tostada, molida y de su 
polvo se hace un té que es prescrito para el tratamiento de 
todos los tipos de enfermedades del corazón (Costa Neto y 
Melo, 1998). 
 
LAS CIGARRAS 
Los habitantes del poblado de Humildes, en Feira de Santa-
na (Bahia), colocan el polvo de una cigarra (Cicadidae) 
 
 399
tostada en el ojo para el tratamiento del glaucoma (Matos et 
al., 1999). En Amazonas, las gotas excretadas del abdomen 
de una cigarra se mezcla con agua y es bebida para tener 
una voz agradable (Lenko y Papavero, 1996). 
 
LAS MOSCAS 
En Tanquinho, Bahia, las personas aplastan varias moscas 
(Musca domestica L.) y después ponen la masa resultante en 
los furúnculos inmaduros, o también aplastan las cabezas de 
estos insectos, añaden un poco de harina de yuca y colocan 
ese emplasto sobre los furúnculos. Dicen también que untar 
la cabeza con la masa de moscas aplastadas es un buen 
remedio para la calvicie (Costa Neto y Oliveira, 2000). 
En el poblado de Matinha dos Pretos y en la ciudad de 
Andaraí, ambos ubicados en el estado de Bahia, las moscas 
también son usadas para tratar los furúnculos (Costa Neto y 
Melo, 1998; Souto et al., 1999), y en este mismo poblado, las 
larvas de moscas de la familia Asilidae son utilizadas para 
tratar asma, gripe y bronquitis (Costa Neto y Melo, 1998). 
Para eliminar manchas de la cara, se recomienda fro-
tarlas con moscas aplastadas (Lages Filho, 1934). Y contra 
el orzuelo, debe frotarse la "nalga" (abdomen) de una mosca 
(Araújo, 1977). 
 
LAS MARIPOSAS 
Entre los indios Kiriri de Mirandela, Bahia, el capullo lleno 
vacío de una mariposa Psychidae, es tostado y después 
molido; posteriormente el polvo se coloca en un algodón 
(probablemente de una especia silvestre), que es introducido 
en el oído para curar dolores (Bandeira, 1972). Los Panka-
raré recomiendan la inhalación del humo de un capullo 
quemado por aquellos que tuvieron derrame cerebral (Costa 
Neto, 1999a). En el poblado de Pedra Branca, en Bahia, las 
pupas de Sphingidae son utilizadas contra el asma (Costa 
Neto y Pacheco, 2005). 
Los indios Desâna utilizan la secreción de la glándula 
que presentan las larvas de lepidópteros conocidas como 
bali'i para tratar las verrugas (Ribeiro y Kenhíri, 1987). 
Además, cuandoalguien se pone en contacto con los 
pelos urticantes de orugas urticantes, como las de la familia 
Megalopygidae, debe de abrir las orugas vivas y ponerlas 
como un emplasto sobre el área afectada. Se dice que dicho 
procedimiento alivia los dolores y otras complicaciones 
(Costa Neto y Pacheco, 2005). 
 
LOS ESCARABAJOS Y OTROS COLEÓPTEROS 
Martius (1939) afirma que las mujeres indígenas (no hay 
registro para conocer a que etnia se refiere) consumen las 
larvas de escarabajos crudas o asadas porque les aumentan 
la cantidad de leche cuando están amamantando. 
En Matinha dos Pretos, las larvas de Pachymerus nu-
cleorum Fabr. son asadas en su propia grasa y luego se 
extrae un aceite que es usado como tratamiento contra la 
caspa (Veiga, 2000). En Feira de Santana, escarabajos adul-
tos del género Megaphanaeus son tostados, molidos y con 
el polvo se hace un té que es bebido en casos de asma y 
derrame cerebral (Costa Neto, 1999b). 
 
LAS AVISPAS 
Los nidos de Apoica pallens Olivier son diluidos en agua y 
el líquido es utilizado en casos de hemorragia post-parto. 
Un té hecho con un pedazo del nido está indicado en casos 
de asma, sirve también para detener hemorragias producidas 
por cortaduras, debiéndose colocar el polvo sobre la herida 
(Amorim, 1963). Los indios Pankararé que viven en la zona 
semiárida del estado de Bahia, Brasil, queman el nido de esa 
especie e inhalan el humo para curar los derrames cerebrales 
(Costa-Neto, 1999a). También queman los nidos de cartón 
de Protopolybia exigua exigua (Saussure) para que el humo 
los libre del mal de ojo. Igualmente los pescadores de Siri-
binha preparan un jarabe mezclando agua, azúcar y pedazos 
del nido de Polistes canadensis L. que es tomado contra la 
tos y la tosferina (Costa Neto, 1998). 
En el Brasil rural, los nidos de Sphecidae son un me-
dicamento muy utilizado en el tratamiento de la parotiditis. 
El modo de preparación y uso es el siguiente: se deshacen 
los nidos (los cuales son de barro), mezclándose el material 
con aceite dulce, vinagre o incluso agua hasta formar una 
pasta, la cual es colocada en la región inflamada (Maga-
lhães, 1963). En Feira de Santana (Bahia), se hace un té del 
nido de esta avispa para el tratamiento del asma (Costa 
Neto, 1999b). 
El pompílido adulto comúnmente conocido como ca-
ballo del diablo o avispa azul (Pepsis sp.) es tostado entero 
y después molido; con el polvo resultante, se hace un té para 
curar orquitis; también se coloca el polvo en la comida de 
niños infectados por parásitos helmintos (Lenko y Papavero, 
1996). El té hecho con las patas tostadas sirve para el trata-
miento del asma. 
 En la ciudad de Fortaleza, nordeste de Brasil, las hor-
migas terciopelo (Mutillidae) son ensartadas vivas y prendi-
das al cuello como amuleto creyéndose que con ello se 
curan los procesos asmáticos. En el estado de Minas, tal 
amuleto sirve para combatir la bronquitis (Magalhães, 
1963). Con el polvo de un espécimen tostado y molido, se 
prepara un té que es dado al niño para evitar que se orine en 
la cama. En el poblado de Matinha dos Pretos, se separan 
los abdómenes y se hace una infusión usada contra el asma 
(Costa Neto y Melo, 1998). 
LAS ABEJAS 
De las 49 etnoespecies animales citadas por los indios Pan-
kararé como recursos medicinales, las abejas aparecen en un 
37% del total (Costa Neto, 1999a), ya que los Pankararé 
mantienen una fuerte interacción con las "abéias", etnocate-
goría representada por las abejas y avispas cuyos productos 
son de importancia significativa en la economía, religión y 
medicina de esta etnia. Las mieles son porcentualmente 
importantes (13,0%), especialmente las de las abejas sin 
aguijón, las cuales son recomendadas para el tratamiento de 
la diabetes, bronquitis, micosis oral, gripa, dolores de gar-
ganta y hasta impotencia. También son usadas como anti-
vermífugos y consideradas un antiveneno contra mordedu-
ras de serpientes y de perros rabiosos. La zooterapia tam-
bién es un recurso empleado por los Pankararé en sus prác-
ticas de medicina etnoveterinaria, por ejemplo, un pedazo 
del nido de la abeja conocida como arapuá (Trigona spini-
pes Fabr.) es colocado en el agua refregándolo hasta disol-
verse, después se usa esa agua para bañar un perro para 
librarlo de pulgas y curarlo de la sarna. 
En la región amazónica, la miel de Melipona sp. es 
usada contra inflamaciones de garganta y la cera es indicada 
para tratar dolores de oído y contra el mal de ojo (Figueire-
do, 1994). En el pueblo de Remanso (Bahia, Brasil), la miel 
de Melipona scutellaris Latreille es indicado para tratar la 
tos (Costa Neto, 1996). Posey (1986) asegura que las abejas 
constituyen uno de los recursos más importantes en la medi-
 
 400
cina practicada por los indios Kayapó. Y añade: “Diferentes 
mieles poseen diferentes propiedades medicinales y son 
usadas para varias enfermedades. Polen, larvas y pupas 
también tienen cualidades medicinales. El humo de diferen-
tes ceras es un tratamiento importante y poderoso con la 
que son bañados los pacientes, o bien quienes lo inhalan”. 
Los nidos de Trigona spinipes son utilizados en la 
medicina popular de comunidades del interior de Brasil en 
casos de bronquitis, preparándose un té con pedazos de éste 
(Lenko y Papavero, 1996). En el pueblo de Remanso, tanto 
la miel de esa abeja como el jarabe hecho con la parte dura 
de su nido, son tomados para tratar la tos (Costa-Neto, 
1996); igualmente la miel de Tetragonisca sp. es consumida 
contra la gripe. En el estado de Alagoas, estas abejas son 
comprimidas entre los dedos y las gotas del líquido resultan-
te, son derramadas en los ojos para tratar problemas oftal-
mológicos, como la catarata (Lages Filho, 1934). Los pes-
cadores de la comunidad de Siribinha, en Bahia, recolectan 
la cera de Xylocopa sp. y después de disolverla en agua 
caliente la ponen en un algodón y la aplican en el oído en 
los casos de dolores de oído (Costa Neto, 1998). 
El veneno de Apis mellifera es considerado eficaz en 
el tratamiento de artrosis, artritis, celulitis, varices, asma y 
tendinitis (Molica, 1993; Filgueiras y Souza, 1999). 
 
LAS HORMIGAS 
Las hormigas al igual que las termitas son una verdadera 
panacea, siendo indicadas para el tratamiento de asma, 
bronquitis, ciática, cefalea, dolor de garganta, tisis, escorbu-
to, gota, parálisis, reumatismo, lepra y verrugas (Lenko y 
Papavero, 1996). En la ciudad de Alter do Chão, estado de 
Pará (Norte de Brasil), hormigas de la especie Atta sexdens 
sexdens Forel son aplastadas y mezcladas con harina, para 
ser consumidas cuando se tienen palpitaciones en el pecho 
(Branch y Silva, 1983), o son usadas como un emplasto para 
el dolor de estómago. Las hormigas aplastadas también son 
aplicadas en el estómago como un emplasto para tratar sus 
dolores. Contra el alcoholismo, se recomienda la siguiente 
receta: recoger muchas hormigas cortadoras (Atta spp.), 
reducirlas a polvo y colocar éste en la bebida predilecta del 
viciado (Rossato, 1984). 
Martius (1939), viajando por el interior del país en el 
siglo XIX, reportó que los indios asan y comen los especi-
menes reproductores de Atta sp. con harina de yuca (Ma-
nihot sp., Euphorbiaceae), calificándolas como un poderoso 
estimulante en la dispepsia. Overal y Posey (1990) docu-
mentaron que los indios Kayapó, preparan un humo del nido 
de Azteca sp., cuya inhalación es considerada medicinal 
para resfriados o gripas. 
Un famoso uso de las hormigas Atta en Brasil se refie-
re al de sus enormes mandíbulas para suturar, al estilo de 
grapas quirúrgicas, de manera que cuando las hormigas 
muerdan las bordes de las heridas, sus cabezas son separa-
das del cuerpo pero las mandíbulas cerradas permanecen 
fijamente unidas a la herida (Gudger, 1925). 
Los insectos sociales desempeñan un rol en los siste-
mas simbólicos y en los rituales tradicionales por toda la 
región amazónica (Césard et al., 2003), estos autores enfati-
zan que el veneno de hormigas es utilizado frecuentemente 
enla farmacopea de las comunidades indígenas. Por ejem-
plo, las dolorosas picaduras de las hormigas tasi (Pseudo-
myrmex sp.), que viven dentro de los pecíolos y hojas del 
árbol tasi’i (Tachigali myrmecophila Ducke, Fabaceae), son 
consideradas buenas para reducir la temperatura del cuerpo. 
Los Ka’apor cortan un ramo fresco y lo friegan en el pecho 
y espalda de un paciente febril, las hormigas, entretanto, 
salen enfurecidas de sus refugios en las ramas y pican sin 
misericordia (Balée, 1994). Los Uapixana, según Carvalho 
(1936 in Lenko y Papavero, 1996), emplean un triángulo de 
telas, en cuya intersección atan varias hormigas negras 
(¿Ponerinae?), colocando esta especie de cataplasma sobre 
la parte dolorida del cuerpo. Se produce entonces una reac-
ción inflamatoria, como consecuencia de las picaduras y la 
inoculación del veneno de las hormigas. Los Tirió también 
practican curas con picaduras de hormigas (Pickel, 1960 in 
Lenko y Papavero, 1996); en efecto, el uso de las picaduras 
de hormigas en la medicina, magia y ritual es conocido 
desde hace mucho tiempo. Parece que dicho uso ha sido 
descubierto independientemente por grupos o fue adquirido 
(heredado) de las proto-culturas tupí-guaraní (Balée, 2000). 
 
El uso medicinal de insectos en otras partes del 
mundo 
 
Carrera (1993a) señala que los piojos fueron una medica-
ción contra la ictericia en dosis de cuatro a seis insectos 
ingeridos enteros. En el periodo Otomano antiguo, se creía 
que la ingestión de Pediculus sp. limpiaba las obstrucciones 
de las vías urinarias (Lev, 2003). Werner (1970) afirma que 
en la región de la Sierra Madre (México), pero sin especifi-
car la localidad, se pone un piojo humano en el ojo para 
remover objetos extraños. En el pasado, un paciente de 
malaria quedaría aliviado tragando un chaucha (moneda 
chica de plata o níquel) con un piojo en su superficie 
(Weiss, 1947). 
Las cucarachas se sitúan entre los insectos medicina-
les que más usos tienen alrededor del mundo. Plinio, el 
Viejo, ya recomendaba cucarachas aplastadas como exce-
lente remedio para tratar furunculosis (Carrera, 1993b). En 
1886, según Lafcadio Hearn (in Weiss, 1925), la población 
negra de Louisiana (Estados Unidos) tomaba té de cucara-
cha para curar el tétanos, el cual era suplementado por un 
ungüento de cucarachas hervidas sobre la herida. Estos 
insectos, fritos en aceite con ajo, también eran indicados 
para indigestión. Weiss (1946) registró varios métodos 
usados por los indios Nanticoke de Delaware (Estados Uni-
dos) para prevenir o curar la tosferina; uno de ellos era 
nombrar a cada cucaracha con el nombre de un niño y en-
tonces cada niño ponía una cucaracha en una botella y la 
mantenía bien tapada. Cuando el insecto moría, se creía que 
la enfermedad desaparecería. 
 En Nigeria, Periplaneta americana es usada para 
curar heridas frescas y los dolores de oído (Banjo et al., 
2004a). Esta misma especie es usada por los Remos del 
sudoeste de Nigeria para curar heridas y tratar enfermedades 
de los niños (Banjo et al., 2003). Los curanderos de Zambia 
emplean seis especies, incluyendo P. americana y Blatella 
germanica (L.) para el tratamiento de furúnculos y otros 
problemas de la piel (Mbata, 1999). 
Meyer-Rochow (1978/1979) reporta que en algunas 
partes de Indonesia, las cucarachas son asadas y consumidas 
para la cura del asma, y que la etnia Yolnu que vive en el 
norte de Australia, trata pequeñas cortaduras colocando un 
preparado de cucarachas aplastadas en las heridas. En Chi-
na, Eupolyphaga sinesis Walter, se ha reportado que su-
puestamente ayuda a parar sangrías y curar fracturas óseas, 
 
 401
inflamaciones, etc. (Huang, 2005). Zimian et al. (1997) 
registraron que en la actualidad P. americana es eficiente en 
el tratamiento de cáncer renal. 
En 1957, Roth y Willis publicaron que el uso de cuca-
rachas para tratar ciertas enfermedades, recibió un apoyo 
clínico. Ellos enlistaron 30 enfermedades y desórdenes 
curados por las cucarachas. Además, en el índice de 1907, 
de los Laboratorios Merck, está reportada una decocción 
untuosa de Blatta orientalis L. para usarse como un trata-
miento externo en casos de tumores, úlceras y verrugas; 
administrado internamente, el medicamento es recomendado 
para hidropesía, enfermedad de Bright y tosferina (Illing-
worth, 1915). De acuerdo con el biólogo Richard Karp de la 
Universidad de Cincinnati en Ohio, las cucarachas poseen 
anticuerpos mucho más eficientes que aquellos encontrados 
en el sistema inmunológico del ser humano (Karp, 1985). 
En otras partes del mundo, las libélulas son muy apre-
ciadas por sus propiedades mágico-medicinales; por ejem-
plo, son usadas principalmente por los herboristas de Nige-
ria para envenenar o para fortalecer a los seres humanos. El 
pueblo Ijebu del estado de Ogun, usa libélulas para curar 
fiebre amarilla y inflamaciones del cuello. También son útiles 
como amuletos para tener éxito económico y en los rituales de 
apaciguamiento de los dioses (Banjo et al., 2004b). 
Bernard B. Read del Instituto Lister, en Pekín, registró 
el uso de algunas especies de libélulas como afrodisíaco en 
su libro Chinese materia medica: insect drugs, 1941 
(Asahina, 1974). Este autor investigó que algunas especies 
de libélulas, como Sympetrum frequens Selys y S. darwi-
nianum (Selys), son vendidas en Japón en ciertas farmacias 
para uso antiinflamatorio de la garganta y como antifebril. 
Con respeto a las termitas, Macrotermes nigeriense 
(Sjostedt) es usada en Nigeria para llevar a cabo un buen 
desarrollo del embarazo, cuando es consumida como ali-
mento por las mujeres embarazadas (Banjo et al., 2004c), 
también es empleada por los Ijebus para la protección espi-
ritual contra brujas y hechiceros, así como para curar heri-
das (Banjo et al., 2004a). Entre los Remos, la reina es utili-
zada por las embarazadas para que tengan un alumbramien-
to seguro (Banjo et al., 2003). 
Sobre el grillo, Plinio ya reportaba que el insecto posee 
virtudes medicinales, principalmente en relación a los desór-
denes auditivos y de la garganta. Ealand (1951 in Lenko y 
Papavero, 1996) declara que las cenizas del grillo doméstico 
(Gryllus sp.) eran usadas en casos de vista corta y amígdalas 
inflamadas. En Seine-et-Oise (Francia) se considera el “café” 
hecho con grillo tostado un excelente remedio contra la 
hidropesía (Rolland, 1881 in Lenko y Papavero, 1996). 
Entre los Ijebus que viven en el noreste de Nigeria, 
Brachytrupes sp. (Gryllidae) es utilizado para promover el 
desarrollo mental y en los cuidados prenatales (Banjo et al., 
2004a), y entre los Remos del estado de Ogun, esta especie 
de grillo es indicada para prevenir hemorragias en las emba-
razadas (Banjo et al., 2003). 
Los Hñähñu del Estado de Hidalgo en México usan 
saltamontes cuando caen los dientes de leche de sus hijos y 
los definitivos tardan en aparecer. Se tiene que “atrapar un 
chapulín y vivo colocarlo en la encía del niño” (Maya, 
2000). También en México, se registra el uso de un té hecho 
con las patas saltadoras de acrídidos (Taenipoda sp., Sphe-
narium sp. y Melanoplus sp.) como un poderoso diurético. 
Las patas son aplastadas y el contenido es mezclado en 
agua, que se bebe para tratar enfermedades renales. En el 
estado de Oaxaca, los saltamontes son usados para tratar 
ciertos desórdenes intestinales, mientras que Schistocerca 
sp. es considerada útil en casos de asma y tos crónica (Con-
coni y Pino, 1988). 
En Suecia, las personas que tienen verrugas en las 
manos se dejaban morder por Decticus verrucivorus (L.) 
(Tettigoniidae), después éste “vomitaba” un líquido en la 
herida, efectuándose la curación (Cheesman y Brown, 
1999). En el Norte de la República de México, se utiliza la 
pata de grillo hervida como diurético muy eficaz para el 
ganado mular y caballar; en el Mercado “La Merced” el 
grillo (Gryllus sp.), tomado también hervido, es recomenda-
do para personas hidrópicas o enfermos de la orina (Casso-
Lopes, 1961). 
Sobre las chinches, Ealand(in Lenko y Papavero, 
1996) discutió las virtudes terapéuticas de estos insectos, 
sosteniendo que Plinio los recomendaba como un neutrali-
zante del veneno de las serpientes. El pentatómido Agonos-
celis pubescens (Thunberg) es usado como una fuente de 
aceite alimenticio y en la medicina etnoveterinaria, como 
una medicina para tratar la sarna en los camellos (Abate et 
al., 2000). Carrera (1993a) indica: Así, las chinches, que 
solo en nombrarlas causan repulsión, son una gran medici-
na contra la picadura de serpiente; entre las maneras de 
aplicarse este medicamento, lo más soportable es colocar 
sobre el lugar de la mordedura, una mezcla de chinches con 
sangre de tortuga; contra vómitos, malaria y otras enfer-
medades, las chinches deben ser deglutidas con un huevo o 
con habas, eliminándose así la natural repugnancia que 
estos insectos provocan. 
Dieciocho especies de chinches son utilizadas por di-
ferentes grupos indígenas de México para tratar varias mo-
lestias, tales como bocio, tuberculosis, tosferina, tos, erup-
ciones cutáneas y problemas de hígado, estómago y riñón. 
También son consideradas como afrodisíaco y como fortifi-
cante (Ramos-Elorduy et al., 2001). Particularmente se trata 
el bocio con las chinches porque estos hemípteros son 
abundantes en yodo y el bocio es causado por la deficiencia 
de este elemento (Metzner, 2002). 
Con respecto a las moscas, el emplasto hecho con 
Musca domestica para el tratamiento de la calvicie ya era 
recetada en la antigüedad. Plinio el Viejo, alerta: “Friccio-
nar sobre la región afectada una pasta de cabezas de mos-
cas pulverizadas en hojas de higuera” (Carrera, 1993a). 
En Nigeria, el pueblo Ijebu utiliza M. domestica para 
su protección espiritual, prosperidad y también para conferir 
inmunidad (mezclada con cejas y aplicada en los párpados) 
contra dolencias infecciosas (Banjo et al., 2004a). 
En el siglo XVI, Ambrósio Paré, médico del rey Enri-
que II de Francia, verificó que las heridas en el cráneo se 
curaban rápidamente cuando sobre ellos aparecían larvas de 
tábanos. Durante la I Guerra Mundial estos casos impresio-
naron a los médicos militares y notaron que los soldados 
abandonados en el campo con heridas invadidas por larvas 
de moscas, lejos de presentar una mayor complicación en la 
herida, sanaban más rápidamente (Carrera, 1993a); de 
hecho, la larvaterapia, también llamada de biocirugía, con-
siste en el tratamiento de heridas superficiales o profundas, 
en el cuerpo, con auxilio de larvas de las moscas azules de 
la carne (Beraldo y Zuben, 2004). En este procedimiento 
médico, son utilizadas con mayor frecuencia larvas de tres 
 
 402
especies de la familia Calliphoridae: Lucilia illustris (Mei-
gen), L. sericata (Meigen) y Phormia regina (Meigen). 
Además de limpiar las heridas, al ingerir tejidos en descom-
posición, las larvas probablemente ofrecen otros beneficios: 
1. secretan agentes terapéuticos que ayudan en la cicatriza-
ción de los tejidos (alantoína, bicarbonato de amonio y 
carbonato de calcio, por ejemplo); 2. estimulan mecánica-
mente los tejidos vecinos sanos, lo que también facilita la 
cicatrización; 3. ingieren y digieren bacterias (las larvas 
tienen substancias bactericidas en el trato digestivo); y 4. 
impiden el desarrollo de bacterias porque se mueven en el 
tejido herido o porque su presencia torna ese tejido más 
alcalino (Sherman et al., 2000). 
Hoy en día, esa técnica está siendo empleada en el tra-
tamiento de heridas crónicas y como terapia complementa-
ria a la administración de antibióticos. Estudios realizados 
indican que la terapia que utiliza estas larvas, no presenta 
efectos colaterales significativos y puede ser más ventajosa 
que los tratamientos convencionales para ciertos tipos de 
heridas (Sherman et al., 2000). 
La medicina china menciona las propiedades terapéu-
ticas de las orugas de la mariposa Hepialus oblifurcus Chu y 
Wang (Hepialidae) infectadas con un hongo entomopatóge-
no de la especie Cordyceps sinensis (Berkeley) (Ascomyco-
tina). De acuerdo con una leyenda china, las propiedades 
farmacológicas del hongo de la oruga fueron primeramente 
descubiertas por pastores 1500 años atrás, cuando observa-
ron que los yaks (especie de ganadería del Tibet) parecían 
vigorizados tras la ingestión de las orugas infectadas (Stein-
kraus y Whitefield, 1994). A mediados del siglo XIX, el 
hongo fue considerado tan precioso y caro que sólo los 
nobles y emperadores chinos eran capaces de usarlo. Varios 
compuestos biológicamente activos fueron separados de 
Cordyceps sp. En la actualidad, esta medicina actúa aumen-
tando las capacidades de los atletas. 
La Doctrina de las Semejanzas también influencia el 
uso de determinadas orugas, como las del género Cossus, 
que son pulverizadas y prescritas para estimular la genera-
ción de leche en mujeres embarazadas posiblemente porque 
las orugas, cuando son perturbadas, secretan una sustancia 
grasa y clara (Berenbaum, 1995). 
Entre los Remos que viven en el estado de Ogun, Ni-
geria, las mariposas diurnas son comúnmente usadas en la 
preparación de cocciones para atraer el sexo opuesto (Banjo 
et al., 2003). Estos autores también afirman que las maripo-
sas diurnas son comúnmente usadas en las Áreas Guberna-
mentales de Ikenne, Sagamu y Odogbolu en la preparación 
de cocciones para atraer al sexo opuesto. Y Cryptothelia sp. 
(Psychidae) es usada contra el mal de ojo. 
Los indios Seri o Kunka´ak, que ocupan desde tiem-
pos arcaicos la costa central de Sonora, México, utilizan el 
té hecho con el capullo de mariposas de la familia Psychi-
dae para perder peso (Felger y Moser, 1974). Lev y Amar 
(2000, 2002) han reportado que en Israel y en Jordania, se 
prepara una bebida terapéutica y de uso interno con el capu-
llo de Larinus sp. (Curculionidae). 
Los indios Ese’Eja usan el aceite extraído de larvas de 
Rhynchophorus sp. para tratar problemas respiratorios, 
especialmente la tos (Alexiades, 1999). El pueblo Hñähñu 
considera al escarabajo Canthon (Canthon) humectus hidal-
goensis Bates muy eficaz en el combate contra la tosferina, 
mientras Eleodes sp. sirve para acabar con la tos, también 
creen en los poderes afrodisíacos de Strategus aloeus (L.) 
(Melolonthinae), especialmente de las proyecciones del 
pronoto (Maya, 2000). Un efecto análogo es registrado para 
Strategus julianus Burmeister, que es preparado como una 
bebida con el objetivo de aumentar la actividad sexual 
(Conconi y Pino, 1988). La creencia en la eficacia de tales 
pociones fue alentada por el desarrollo del tamaño del cuer-
po y, especialmente, por la presencia de “cuernos” (proce-
sos torácicos) en los coleópteros. 
El escarabajo conocido como cantárida (Lytta vesica-
toria L.) posee en su sangre y órganos internos una sustan-
cia (cantaridina) que fue ampliamente utilizada como un 
irritante local externo o vesicante. Los griegos antiguos ya 
conocían la secreción de este coleóptero y sus efectos: pro-
ducir burbujas externamente y estimular la mucosa del es-
tómago y de la vejiga internamente (Berenbaum, 1995). La 
cantaridina fue muy usada como agente emenagogo, diuréti-
co y afrodisíaco (Wigglesworth, 1976). También fue utili-
zada en el tratamiento de la hidrofobia, considerándose 
señal de cura cuando el paciente orinaba sangre (Carrera, 
1993a). A mediados del siglo pasado, esta sustancia era 
vendida en muchas farmacias como tónico capilar y en 
medicina veterinaria, como medicamento relacionado con la 
reproducción. Sin embargo, se descubrió que la cantaridina 
es extremadamente tóxica incluso en dosis muy bajas. 
Cuando es ingerida, puede causar una gastroenteritis y ne-
fritis serias. ¡Menos de 30 mg pueden ser fatales! En la 
Francia de 1772, el Marqués de Sade fue procesado por 
haber envenenado a varias meretrices en una tentativa de 
despertar sus pasiones con el uso disimulado de este com-
puesto (Berenbaum, 1995). 
En el pasado, el uso medicinal de Melolontha vulgaris 
Fabr. estuvo muy difundido en Europa. El aceite obtenidode las larvas era usado como una medicina para aplicarse en 
arañazos y otras heridas y también como una cura para el 
reumatismo (Carrera, 1993a). Los adultos embebidos en 
vino eran usados en el tratamiento de la anemia (Ratcliffe, 
1990). En Europa, Typhoeus typhoeus (L.) (Geotrupinae) 
constituía un tratamiento popular para muchas enfermeda-
des cuando era colgado del cuello del paciente. Igualmente, 
los escarabajos del género Heliocopris eran utilizados para 
tratar diarrea y disentería. Curiosamente Ratcliffe señala 
que esos insectos son hospedadores intermedios de Taenia 
sp., de helmintos y posiblemente de bacterias patógenas. 
Sobre las abejas sin aguijón, Hidalgo (in Conconi y 
Pino, 1988) documentó su uso en la etnoginecología de los 
Mayas. Según Ott (1998), las mieles de Tabentun corymbo-
sa (L.) Raf. (Convolvulaceae) eran producidas intencional-
mente y muy valoradas por sus constituyentes alcaloides del 
tipo de la ergotina que le conferían propiedades útero-
tónicas y psicoactivas. Dichas mieles pueden haber sido 
exploradas por los Mayas en la elaboración de la bebida 
denominada balché para su ritual, dotando al embriagante 
sagrado con las propiedades enteogénicas legendarias y 
constatadas químicamente en la planta. 
La miel de abejas tomada y/o untada se utiliza para 
casos de ronquera, receta que subsiste hasta la actualidad en 
ciertas regiones. La cera de abejas se usa en ungüentos y 
emplastos (Casso-Lopes, 1961). Aún en México, en Guata-
calca (Tabasco) la miel de abejas nativas es utilizada en la 
elaboración de dulces de carácter ritual en los chontales. La 
miel de las meliponas también es usada en la preparación de 
 
 403
medicamentos que tratan el asma, tos y problemas oculares, 
como la "carnosidad" (ptérigion) y otras afecciones. Agre-
gada a un té hecho con varias hierbas, se administra a las 
mujeres para acelerar el parto (Vásquez-Dávila y Solís-
Trejo, 1991). 
En Honduras, la miel de Trigona (Tetragonisca) an-
gustula Latreille es usada como un ungüento para ojos las-
timados (Bentley y Rodríguez, 2001). Los Remos de Nige-
ria utilizan la picadura de Apis sp. para prevenir mareos, 
mientras la cera es usada para tratar varias enfermedades en 
los niños (Banjo et al., 2003). Los curanderos de la Repu-
blica de Níger recomiendan el uso de la miel de A. mellifera 
L. pura, no adulterada, contra las siguientes enfermedades: 
sarampión, diarrea, hepatitis, fiebre amarilla, gripa y otras 
molestias infecciosas (Himsel, 1991). 
Tanto en Israel como en el reino de Jordania, la cera 
de Apis mellifera es usada como purgante, para reducir las 
inflamaciones oculares y para el dolor de garganta, mientras 
que la miel es indicada para quemaduras y diversas toses 
(Lev y Amar, 2000, 2002). 
El propóleo es usado en la etnomedicina de Europa 
oriental como un antiséptico y un agente anti-inflamatorio 
para el tratamiento de heridas y quemaduras (Bankova et 
al., 1999). 
La apitoxinoterapia, o la utilización de la ponzoña de 
abejas (apitoxina) para fines terapéuticos, ha sido practicada 
desde el Egipto antiguo. Las propiedades anti-artríticas de la 
apitoxina son reconocidas desde hace muchos siglos (Maia, 
2002). Hace cerca de 2500 años, Hipócrates ya empleaba 
las picaduras de abejas en sus procedimientos terapéuticos. 
En el siglo II A.D., otro médico griego, Galeno, escribió 
sobre el tratamiento con el veneno; Carlos Magno, en el 
siglo VIII, fue tratado con las picaduras de abejas para 
combatir sus inflamaciones en las articulaciones. Huang 
(2005) registra que el tratamiento con veneno de abeja en la 
actualidad es muy popular en China, existiendo tres institu-
tos y hospitales famosos por dicha práctica. La melitina es 
una sustancia de elevada acción anti-inflamatoria, siendo 
considerada el principal agente de la apitoxina en la terapia 
de la artritis. Maia (2002) provee una revisión de la compo-
sición química del veneno de abeja, su valor terapéutico y 
algunos procedimientos para reducir su alergenicidad. 
Muchas veces, el tratamiento consiste en la aplicación 
directa de la apitoxina provocando una picadura sobre un 
sitio particular. El modo de acción del veneno de esos 
himenópteros comprende el bloqueo de los nervios sensoria-
les y, debido a la presencia de la enzima hialuronidasa, 
provoca un aumento de la permeabilidad capilar. Así, la 
práctica de administrar los aguijones de abejas o extractos 
de abejas (conocidos oficialmente como APIS), en el trata-
miento del reumatismo posiblemente tiene una base fisioló-
gica: el aumento de la permeabilidad capilar significa mayor 
flujo sanguíneo para las áreas enfermas, mientras que el 
bloqueo ganglionar lleva a la reducción del dolor neurálgico 
(Berenbaum, 1995). Los venenos de abejas, hormigas y 
avispas también sirven para elaborar diferentes compuestos 
contra alergias (Ramos-Elorduy, 1994). 
Hoy en día, los medicamentos basados en los princi-
pios activos de la apitoxina ya son comercializados en va-
rios países, siendo recomendados para diversas enfermeda-
des. El "Apis Venenum", un remedio alopático basado en la 
apitoxina, fue eficaz en la reducción de las inflamaciones 
provocadas por enfermedades reumáticas. Algunos geria-
tras, dentistas y otorrinolaringólogos han probado el produc-
to en sus pacientes y constataron el efecto benéfico de la 
pomada. Los mejores resultados fueron obtenidos en el 
tratamiento de la sinusitis: 100% de los pacientes mejoraron 
en 24 horas (Schmidt, 1995). Sin embargo, existen casos en 
los que hay contra-indicaciones específicas para la aplica-
ción de la apitoxina, como en el caso de mujeres embaraza-
das en sus primeros meses, o individuos alérgicos a la pon-
zoña, diabéticos, anémicos, tuberculosos y aquellos con 
arteriosclerosis, insuficiencia cardíaco-renal y úlcera gástri-
ca o duodenal y por ello es necesario efectuar evaluaciones 
preliminares (Mortari, 2002). 
En México, avispas de la especie Polistes instabilis 
Saussure son cocidas o consumidas crudas para curar "sus-
tos", mientras que Polybia occidentalis nigratella du Buys-
son es usada en casos de enfermedades urinarias (Conconi y 
Pino, 1988). Estos autores también registraron el uso terapéu-
tico de la miel de Brachygastra mellifica (Say), la cual está 
indicada para resolver problemas de visión; dos o tres gotas 
de esa miel deben ser aplicadas diariamente en los ojos. 
Otro uso inusitado de nidos de barros de himenópteros 
se practica entre las mujeres embarazadas de Kwango, en 
Zaire (Adriaeus, 1951), que utilizan fragmentos de nidos de 
Synagris sp. (Vespidae) y de Sceliphron sp. (Sphecidae). 
Aparentemente, ese fenómeno tiene que ver con la preocu-
pación por ofrecer hidróxido de calcio cal al feto. 
La antigua práctica de utilizar las mandíbulas de in-
sectos para suturar heridas se remonta a hace aproximada-
mente tres mil años, habiendo sido registrada en India 
(Gudger, 1925). Casso-Lopes (1961) también ha comentado 
que en ocasiones algunas hormigas son utilizadas con fines 
quirúrgicos en substitución a las grapas, acercándolas a las 
heridas abiertas de modo que con sus pinzas bucales pren-
dan los labios de las heridas, y en seguida, decapitándolas 
para que mueran quedando sus músculos contraídos por 
algún tiempo, mientras cicatrizan las cortaduras. Las man-
díbulas no sólo juntan los bordes de la herida, sino que 
también inducen la cicatrización, pues la infección es pre-
venida por medio de la producción de sustancias bacterici-
das presentes en las glándulas mandibulares (Ramos-
Elorduy, 1998). Beattie et al. (1986) demostraron la acción 
bactericida de la secreción metapleural de la hormiga Myr-
mecia nigriscapa Roger contra infecciones por microorga-
nismos. 
En Badiano (in Casso-Lopes, 1961) encontramos que 
el piquete de hormigas se usaba para provocar una reacción 
favorable para la "debilidad en las manos", o bien que a los 
enfermos de gota se les curaba con hojas de laurel y ciprés 
que previamente hubiesen sido "orinadas por hormigas".La 
picadura de ciertas hormigas (Pogonomyrmex sp.) se ha 
reportado como una buena opinión para los casos de reuma-
tismo (Conconi y Pino, 1988). 
Según Groark (2001), las hormigas desempeñan una 
importante función en la medicina preventiva y curativa de 
los grupos indígenas del sudeste de California, tratando 
diversas indisposiciones, tales como: parálisis, molestias 
gastrointestinales, resfriados graves, dolores, artritis y des-
órdenes ginecológicos (particularmente debido al parto). 
Los soldados de la hormiga gigante Camponotus bru-
tus Forel son usados para curar problemas auditivos entre 
los miembros de la etnia Ijebu de Nigeria (Banjo et al., 
 
 404
2004a). Entre los Remos del estado de Ogun, Camponotus 
sp. es usada para protección de cualquier daño y C. brutus 
es usado para tratar heridas, para tener buena suerte y en 
sortilegios de amor para encontrar un marido o una esposa 
(Banjo et al., 2003). 
En las farmacias chinas de Harbin, en Manchuria, se 
venden ootecas de la mantis Tenodora aridifolia (Stoll) 
como afrodisíaco y diurético, sirviendo igualmente en el 
tratamiento de dolores de oído, tos, enfermedades renales y 
avitaminosis (beriberi) (Lenko y Papavero, 1996). En Corea 
del Sur, la ooteca es usada para estimular el deseo sexual 
masculino (Pemberton, 1999). En la medicina tradicional 
practicada en Zaire, África, el paciente que sufre de epilep-
sia es curado bebiendo un té hecho con hierbas aromáticas y 
con el mantodeo local conocido como kayakua. El paciente 
debe también lavarse con esa agua (Antonio, 1994). 
Los chinos que viven en Malasia crían insectos-palo 
(Phasmida) para obtener sus excrementos, los cuales, secos 
y mezclados con hierbas, constituyen un tratamiento contra 
el asma, problemas de estómago y dolores musculares (Boy-
le, 1992). 
Weiss (1947) indica que los médicos de la antigüedad 
prescribían tijeretas hervidas en aceite para fortificar los 
nervios, friccionando en las sienes y en las muñecas. Regis-
tró también el uso del polvo de tijeretas secas, mezclado con 
orina, para la cura de la sordera; el paciente debe echar por la 
mañana y por la noche unas gotas de ese ungüento en los oídos 
 
Importancia clínico-farmacológica de los insectos 
 
Los ejemplos citados corroboran la Hipótesis de la Univer-
salidad Zooterápica, que afirma que en "toda práctica cultu-
ral médica desarrollada, se utilizan animales como recursos 
medicinales" (Marques, 1994). Se sabe que los insectos son 
bastantes hábiles en lo que se refiere a la síntesis de com-
puestos químicos – feromonas de alarma, de apareamiento, 
descargas defensivas, venenos y toxinas, los cuales son 
secuestrados de las plantas o de las presas que ellos consu-
men y posteriormente acumulados, concentrados y/o trans-
formados para su propio uso. Esa enorme variedad de quí-
micos incluye compuestos que son eméticos, vesicantes, 
irritantes, cardioactivos, neurotóxicos, etc. (Berenbaum, 
1995). Debido a la gama de substancias biológicamente 
activas presentes en sus cuerpos, los insectos siempre han 
sido considerados como una fuente principal de terapéuticos 
potenciales, y ello incluye moléculas que matan células 
cancerígenas, proteínas que previenen la coagulación de la 
sangre, enzimas que degradan pesticidas, proteínas que 
brillan en la oscuridad, peptídos y toxinas antimicrobianos 
etc. (Trowell, 2003). Éste investigador dirige la compañía 
Entocosm Pty Ltd, el más nuevo centro de investigación 
sobre insectos del CSIRO ubicado en Camberra, Australia.
 Esta compañía ha comenzado a hacer lo que se cree 
son las primeras pruebas mundiales con los principis activos 
de los insectos para luchar contra microorganismos resisten-
tes a los medicamentos y otras enfermedades mortales. 
Los sustancias químicas de la naturaleza figuran en 
todas las civilizaciones humanas desde que nuestros prime-
ros ancestros comenzaron a explorar los compuestos natura-
les para mejorar y enriquecer sus vidas (Agosta, 1997). La 
ciencia ya ha comprobado la existencia de propiedades 
inmunológicas, analgésicas, antibacterianas, diuréticas, 
anestésicas y antirreumáticas presentes en los cuerpos de los 
insectos (Ramos-Elorduy, 2000). La sangre de los insectos 
es especialmente rica en compuestos antibacterianos. Igual-
mente, las glándulas de defensas de muchos coleópteros 
acuáticos rebosan en esteroides, una clase de sustancias 
químicas usadas en una variedad de medicamentos como 
píldoras para control de natalidad y agentes anti-
inflamatorios (Agosta, 1997). A pesar que la dosis letal 
pueda ser menos diez miligramos, en el caso de la cantaridi-
na ésta sigue siendo usada para tratar diversas enfermeda-
des, desde la calvicie hasta el letargo. Existen dermatólogos 
 que aún usan el sumo del insecto, para quemar varios tipos 
de verrugas. 
Actualmente se ha progresado en este sentido al obte-
ner muchos compuestos activos de insectos "nutracéuticos" 
y evaluarlos farmacológicamente (Tabla IV). Una investiga-
ción química aplicada a 14 especies confirmó la presencia 
de proteínas, terpenoides (triterpenoides y esteroides, caro-
tenoides, iridoides, tropolonas), azúcares, polioles, mucíla-
gos, saponinas, glicósidos polifenólicos, quinonas, glicósi-
dos antraquinonas, glicósidos cianogénicos y alcaloides 
(Ramos-Elorduy et al., 1999). Algunas de las proteínas anti-
bacterianas extraídas de insectos son: cecropina A y B, 
sarcotoxina IA, IB, IC, sapecina, defensina, attacina, dipte-
ricina, moricina y drosocina (Yamakawa, 1998). La proteína 
"lopap", aislada de los pelos urticantes que recubren el 
cuerpo de la larva de Lonomia obliqua Walter (Saturniidae) 
mostró tener un gran potencial para transformase en un 
medicamento para tratar las trombosis (Ereno, 2005). Eisner 
y colaboradores aislaron estimulantes antivirales y cardíacos 
de las luciérnagas (Plotkin, 2000). Y compuestos biodiná-
micas con diferentes actividades terapéuticas fueron aisla-
dos de Edessa cordifera Walter y de Euchistus sp. (Ramos-
Elorduy, 2001). 
El uso de las picaduras de hormigas para la cura de in-
flamaciones reumáticas parece estar basado en evidencia 
científica, ya que un polisacárido aislado del veneno de 
Pseudomyrmex sp. tiene actividad en el sistema completo 
humano y puede ser útil en el tratamiento de la artritis reu-
matoide (Balée, 2000). 
 Kono et al. (1998) encontraron neurotoxinas (α- y β-
pompilidotoxinas) en la ponzoña de Anoplius samariensis 
Pal. y Pseudagenia (Batozonellus) maculifrons Sm. (ambas 
avispas de la familia Pompilidae). Los autores afirman que 
esas toxinas pueden ser muy útiles para la investigación 
neurocientífica básica, pero también para el desarrollo de 
agentes terapéuticos de desórdenes neurológicos lo cual es 
significativo. 
Park et al. (2000) encontraron actividades anticáncer y 
anti-HIV en extractos etanólicos de propóleos de Apis melli-
fera L. colectados en diferentes partes de Brasil. Con rela-
ción a las mieles, Bazlen (2000 in Aidar et al., 2002) estu-
dió diferentes mieles de abejas meliponas brasileñas y en-
contró actividades bacteriostáticas y bactericidas, confir-
mando el conocimiento popular acerca del valor medicinal 
de estos productos apícolas. La miel de Tetragonisca angus-
tula angustula Latreille presentó acción bactericida cuando 
fueron realizados pruebas de difusión en agar con Escheri-
chia coli (Migula) y Staphylococcus aureus Rosenbach 
(Aidar, 2002). 
Sustancias anticancerígenas han sido obtenidas a partir 
de las alas de Catopsilia crocale (Cramer) y Prioneris thes-
 
 405
tylis Doubleday, ambas de la familia Pieridae, y de las patas 
del escarabeido Allomyrina dichotomus (L.). Esos compues-
tos son la isoxantopterina, isoguanina y dicostatina, respec-
tivamente (Kunin y Lawton, 1996). En la década de 1970, 
cerca del cuatro por ciento de los extractos evaluados de 800 
especies de artrópodos terrestres (incluidos insectos) mostraron 
alguna actividad anticancerígena (Oldfield, 1989). 
Se sabe que en algunos tipos de insectos, talescomo 
las libélulas, los chapulines y las chinches, los principales 
electrólitos presentes en su hemolinfa son los iones de sodio 
y de cloro. Estos iones, especialmente el sodio, juegan un 
papel significativo en la regulación del equilibrio osmótico 
en los seres humanos. Los antiguos reconocían que ciertos 
insectos eran una fuente concentrada de sales y así los pres-
cribían para los problemas de las vías urinarias (Berenbaum, 
1995). 
Por otro lado, de la quitina de diversas especies de in-
sectos son extraídos productos con propiedades farmacoló-
gicas, tales como agentes anticoagulantes, hemostáticos, 
reductores del colesterol, transportadores no alergénicos de 
drogas etc. (Diehl, 2003). El quitosán, un compuesto deri-
vado de la quitina, posee actividades antimicrobianas y ha 
sido usado para reducir el nivel de colesterol, para reparar 
tejidos (por ejemplo, piel quemada, úlceras causadas por la 
mala irrigación sanguínea y escaras), como un anti-
coagulante y hasta incluso para fabricar lentes de contacto 
(Goodman, 1989). El quitosán también tiene aplicaciones en 
la industria cosmetológica, como componente de cremas 
humectantes y champús (Anónimo, 2005). 
 Aparte de descubrir los principios activos de los insec-
tos medicinales, hay que estudiar los efectos colaterales del 
uso terapéutico de estos animales y las sustancias que pro-
ducen. Clausen (1954) ha discutido algunos de los efectos 
clínicos del uso medicinal de insectos. Por ejemplo, los 
meloidos cuando son ingeridos pueden dañar a los riñones. 
 
Conservación y uso sustentable de los recursos 
entomoterapéuticos 
 
Miles de los insectos útiles como recursos medicinales en 
Brasil y otras partes del mundo son recolectados directa-
mente en la naturaleza, muertos y exportados ilegalmente a 
algunos países desarrollados para ser usados de varias ma-
neras, inclusive como remedios (Oldfield, 1989; Bell, 
1996). Thémis (1997) afirma que el valor comercial de 
productos basados en la hormiga Polyrhachis vicina Roger 
comprende cerca de US $100 millones. En China, esta espe-
cie de hormiga es utilizada como fuente de alimento y como 
una panacea para aliviar una gran cantidad de enfermeda-
des. Es por ello que la sobreexplotación está amenazándola. 
Desafortunadamente, los insectos y organismos rela-
cionados frecuentemente son clasificados en la posición más 
baja en un listado de prioridades para la conservación, parti-
cularmente para el público general (Cheemasn y Brown, 
1999). Como Van Hook (1997) señala, los seres humanos 
prontamente aprendimos más, cuidamos más y hacemos 
sacrificios por los animales que son aparentes, familiares, 
estéticamente atractivos y que se demuestran positivamente 
provechosos para la humanidad. Por esta razón, la conser-
vación de los insectos medicinales también podría ser pro-
movida a través de su valor en el tratamiento de enfermeda-
des y malestares (Cheemasn y Brown, 1999). Además, las 
especies involucradas en la medicina tradicional deberían de 
estar entre las prioridades más altas para la conservación 
(Kunin y Lawton, 1996). Zimian et al. (1997) creen que 
existen dos maneras principales para proteger los insectos 
contra la sobreexplotación. Una manera es desarrollar los 
métodos de cultivo masivos para incrementar la producción 
comercial de los insectos útiles con el objeto de satisfacer 
las crecientes necesidades del mercado. La otra es encontrar 
sustitutos naturales y buscar la estructura química de los 
compuestos sintéticos a través de investigación básica. Pero 
pensamos que dado que los insectos medicinales, toman y/o 
transforman los compuestos activos de sus hospederos o 
presas, para tener un cultivo en masa es necesario conocer 
bien la biología y ecología de las especies involucrados con 
el objeto de saber como ellas logran obtener las sustancias 
farmacológicamente activas. Por otro lado, la investigación 
bioquímica de las estructuras moleculares que están presentan 
en los insectos medicinales es una herramienta significativa 
que conduciría al descubrimiento de químicos que puedan ser 
sintetizados a nivel laboratorio y empleados clínicamente. 
En efecto, los pocos componentes activos que han si-
do aislados en los cuerpos de insectos medicinales ya han 
sido sintetizados químicamente y son usados como substitu-
tos en la práctica clínica, como el sodio de cantaridina, 
utilizado en el tratamiento de cáncer de pulmón e hígado 
(Zimian et al., 1997). 
 
Perspectivas en la Entomoterapia 
 
Se necesitan implementar más investigaciones farmacológi-
cas y bioquímicas para evaluarse la verdadera eficiencia de 
las especies de insectos regularmente utilizadas en las medi-
cinas tradicionales. Además, a través del comportamiento 
del insecto también se puede llegar a descubrir los compues-
tos útiles (Joyce, 1992). Dicho abordaje ha sido llamado de 
"deducción bioracional", es decir, la prospección química 
usándose en la aplicación sistemática del conocimiento de la 
biología adaptativa de los organismos orientada hacia la 
solución de los problemas de los seres humanos (Eisner in 
Beattie, 1992). Los estudios sobre la deducción bioracional 
permiten que se analice determinada especie y los productos 
naturales para alimento, medicina, fibra y muchas otras 
necesidades. El descubrimiento de compuestos bioactivos 
de los artrópodos se ha centrado principalmente en los in-
sectos sociales, ya que este grupo de insectos es muy sus-
ceptible a diferentes tipos de patógenos, de manera que ellos 
han evolucionado en su combate con el uso de diferentes 
antibióticos y funguicidas, los cuales pueden ser directa-
mente utilizados por el hombre. Por ejemplo, las hormigas 
que nidifican en el suelo demostraron elaborar y utilizar 
sustancias químicas que matan hongos y bacterias de sus 
nidos subterráneos, y el coleóptero Cybister tripunctatus 
Olivier sintetiza compuestos fenólicos para repeler a los 
ataques microbiológicos (Pemberton, 1999). El principio 
activo aislado de Paederus sp. (Staphylinidae), la pederina, 
es un vesicante considerado como un poderoso inhibidor de 
la síntesis proteica y también de la meiosis. Curiosamente, 
cuando está en concentraciones muy bajas, la pederina tiene 
la increíble habilidad para promover la curación de heridas 
dérmicas graves (Pavan 1975 in Blum, 1994). 
Ya que las plantas y los productos químicos que po-
seen constituyen una de las fuentes más grandes de medici-
 
 406
nas utilizadas por nosotros, es razonable esperar alguna 
actividad farmacológica de los artrópodos que se alimentan 
de ellas e incorporan los fitoquímicos en sus cuerpos o que 
producen compuestos semejantes (Pemberton, 1999). Ade-
más del descubrimiento de fármacos provenientes de insec-
tos, también nos podemos guiar por lo que ya se conoce de 
la ecología y comportamiento aposemático de estos artrópo-
dos para encontrar drogas u otros bioquímicos útiles (Van 
Hook, 1997). 
Parafraseando a Zimian et al. (1997), debemos esperar 
las siguientes etapas: "1. Identificación taxonómica de los 
insectos involucrados en los sistemas médicos tradicionales; 
2. Investigación teórica y básica, especialmente en los cam-
pos de toxicología, farmacología y componentes químicos 
de los insectos medicinales; 3. Protección hacía la sobreex-
plotación para garantizar el uso sostenido y para evitar la 
destrucción de las cadenas alimenticias naturales, especial-
mente donde los enemigos naturales de plagas están involu-
crados; 4. Reducción en la aplicación de pesticidas para 
evitar posibles cambios en la composición bioquímica de las 
especies utilizadas terapéuticamente; 5. Desarrollo de un 
patrón de control de calidad en las especies comerciales 
para garantizar la seguridad y la eficacia del medicamento 
en las personas". 
 
Conclusión 
 
Como se ha dicho anteriormente, los insectos constituyen 
recursos a muy corto plazo significativos para la investiga-
ción farmacológica, debido a los compuestos químicos que 
ellos han ido evolucionandodesde hace millones de años 
mediante su coevolución con las plantas, presas y depreda-
dores. Por esa razón, esperamos que este artículo sea un 
estímulo para que otros investigadores busquen y exploren 
esta importante aunque desdeñada área de investigación 
desde el punto de vista de la etnoentomología, etnografía y 
farmacología. 
La exploración de recursos animales con el propósito 
medicinal tiene dimensiones ecológicas, económicas y cul-
turales aún inexploradas. De esa manera es imperativo que 
la diversidad entomofaunística sea mantenida para continuar 
la diversidad biológica futura y proveer las sustancias que 
sean prometedoras fuentes en la exploración farmacológica 
y bioquímica en los años próximos. Se debe respetar, sin 
embargo, el uso sostenible de estos recursos para evitar su 
desaparición. En este sentido, las especies que poseen efec-
tos curativos semejantes podrían sustituir a aquellas que son 
raras y/o difíciles de obtener en su ambiente natural o bien 
de cultivar. 
 La utilización de los recursos entomoterapéuticos en 
diferentes localidades y etnias en Brasil es revelante, pues 
son una contribución importante al debate sobre biodiversi-
dad y conlleva la valorización económica y cultural de estos 
animales usualmente considerados como dañinos e inútiles. 
Dichos temas todavía, deben de ser discutidos en congresos 
relacionados con la conservación de la biología, salud pú-
blica, manejo sostenido de los recursos, prospección bioló-
gica y ley de patentes. 
 
 
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