EdEs-003-24-MIERCOLES_DE_CENIZA

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TIEMPO DE CUARESMA 
Del miércoles de Ceniza al domingo de Pasión 
 
 
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Concédenos, Señor, la gracia de comenzar, con los santos 
ayunos, la carrera de la milicia cristiana: a fin de que, 
luchando contra la perversidad de los espíritus malignos, 
seamos protegidos por las armas de la continencia. Por 
Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 
 
La cuaresma es la más antigua, la más rica y una de las más 
interesantes de las estaciones litúrgicas. 
 
El recuerdo que domina en ella es el ayuno de nuestro Señor 
en el desierto durante cuarenta días. 
 
El carácter propio de esta época es la penitencia. De ahí las 
exhortaciones al ayuno, a la mortificación y al recogimiento; 
de ahí las invitaciones apremiantes al pecador a que vuelva a 
Dios, a que se purifique de sus pecados, y así consiga el 
perdón de sus maldades. Para comprender bien el carácter 
de la liturgia de Cuaresma, hay que tener presente dos 
elementos que han desempeñado un importante papel en su 
formación. 
 
Es el primero, que la Cuaresma era una preparación para 
el bautismo. En la antigüedad, el bautismo era conferido a 
 
 
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los adultos en la noche de Pascua. Los catecúmenos se 
preparaban para tan solemne acto durante esos cuarenta 
días. Se les explicaba versículo por versículo la oración del 
Pater noster y el Credo, se les comentaba el Génesis, la obra 
de los seis días, y otros varios pasajes del Antiguo y del Nuevo 
Testamento. 
 
Además, la Cuaresma era la época en que los cristianos que 
se habían hecho culpables de gravísimas faltas, eran 
sometidos a una severa penitencia. La Iglesia, con todo, no 
los abandonaba. Al empezar la Cuaresma, cubrían su cabeza 
con ceniza en señal de penitencia y de duelo. El rito que se 
celebra el Miércoles de Ceniza, y que se aplica ahora a todos 
los cristianos, es sólo un recuerdo de ella. Las alusiones al 
buen pastor que busca a sus ovejas perdidas; la resurrección 
del hijo de Sunamitis, la del hijo de la viuda de Naím, la de 
Lázaro, la historia de la adúltera, y otras muchas lecturas, son 
otras tantas clarísimas alusiones al pecador muerto por la 
culpa y resucitado por la gracia de Dios. Desde este punto de 
vista, la liturgia de la Cuaresma es un libro en el que todo 
cristiano puede leer su propia historia. Cada uno de nosotros 
ha sido regenerado por las aguas del bautismo. Si bien el 
sacramento, por regla general, no se confiere ahora más que 
a los niños, con todo, las maravillas de la transformación 
 
 
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sobrenatural, la gracia del llamamiento a la vida, no dejen 
de ser menos reales. 
 
En cuanto a la liturgia de los penitentes, ¿Cuál será el 
cristiano que no puede aplicarse a sí mismo esas voces de 
arrepentimiento, esas invocaciones a la clemencia divina? 
¿Quién habrá que no pueda apropiarse esos acentos de 
agradecimiento de un pecador que ha sido vuelto a la vida? 
 
Para pasar santamente la Cuaresma, según la mente de la 
Iglesia, hemos de practicar cuatro cosas: 
 
1.o, guardar santamente el ayuno y mortificarnos, no sólo 
en las cosas ilícitas y peligrosas, mas también en cuanto se 
pueda en la lícitas, como sería moderarse en las recreaciones; 
2.o, darnos a la oración y hacer limosnas y otras obras de 
cristiana piedad con el prójimo, más que de ordinario; 
3.o, oír la palabra de Dios, no ya por costumbre o 
curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades 
que se oyen; 
4.o, andar con solicitud en prepararnos a la confesión para 
hacer más meritorio el ayuno, y disponernos mejor a la 
Comunión pascual. 
 
 
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SANTA MISA 
TRIDENTINA 
La Misa Tridentina, codificada por San Pedro y San Pablo, es la única obligatoria en el Rito Latino. 
NO requiere ningún permiso, ni puede ser prohibida “(Bula Quo Primum tempore. San Pío V. Julio 14 de 
 
Año 6– Vol 1 – EdEs – 003 -24 –MIÉRCOLES DE CENIZA – FEBRERO 14 DE 2024
 
 
 
MIÉRCOLES 
 
 
DE 
 
 
CENIZA 
 
 
 
 
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Acuérdate, 
hombre, que eres polvo, 
y 
que en 
polvo te convertirás. 
 
 
 
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Estas son las memorables palabras que Dios dijo al primer 
hombre en el momento de su desobediencia, y las mismas 
dirige la Iglesia cada uno de nosotros en la ceremonia de la 
imposición de ceniza, que se practica este día. 
 
El Introito de la Misa nos enseña cuál sea la disposición de 
Dios para con el pecador arrepentido: «Os compadecéis, 
Señor, de todos, y no aborrecéis a ninguno de cuantos habéis 
criado. Vos disimuláis los pecados de los hombres por causa 
de la penitencia.» 
 
La Epístola está tomada del Profeta Joel. Nada podía 
convenir mejor al espíritu y al carácter de este día. Los 
azotes con que Dios castigaba los pecados de su pueblo, le 
ofrecen una buena ocasión al Profeta para estimularle a que 
procure apaciguar la cólera de Dios por medio del ayuno y 
de la penitencia, prediciéndole que el Señor, movido por la 
humildad, la penitencia y la oración, demarrará sus 
bendiciones sobre los corazones contritos y humillados. 
 
El Evangelio nos recomienda el ayuno, pero no un ayuno 
forzado, sino que ofrezcamos a Dios ese tributo con un 
corazón santamente alegre y generoso. «Cuando ayunéis, 
dice, no queráis parecer como los hipócritas, tristes.» la 
cristiana mortificación y atenta consideración de los 
misterios que nos recuerda la Iglesia en este día, producirán 
en nosotros saludables frutos de vida eterna. 
 
Una de las particularidades propias de la liturgia de este 
tiempo es la última oración de la Misa que el celebrante dice 
 
 
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sobre el pueblo. Generalmente expresa un acto de profunda 
humildad. 
 
Antes de la Misa se bendice la ceniza de este modo: 
Concluida la Nota, el sacerdote, revestido con capa pluvial 
morada, o sin casulla, y los ministros vestidos del mismo 
modo, precede a bendecir la ceniza puesta en un platillo o 
bandeja colocada sobre el altar. Primeramente canta el coro 
antífona. 
BENDICIÓN DE LA CENIZA 
El Sacerdote, revestido con capa pluvial morada, o sin 
casulla, va a bendecir la ceniza. Puede escoger cualquiera de 
las oraciones siguientes. El coro canta: 
Antífona. Ps, 68, 17.- Respóndenos, Señor, con la bondad de 
tu gracia: por tu gran compasión vuélvete hacia nosotros. 
Señor. 
 Salmo. Ibid.2-. Dios mío, sálvame que me llega el agua al 
cuello. V/. Gloria al Padre 
Se repite hasta el Salmo 
V/: El Señor esté con vosotros. 
R. Y con tu espíritu. 
Oración. - Dios todopoderoso y eterno: perdona a los que 
hacen penitencia, escucha con benignidad a los que te 
suplican; y, desde el cielo, envía un ángel santo para que 
bendiga y santifique esta ceniza; que sirva como remedio a 
cuantos con humildad invocan tu santo nombre, se acusan, 
según la conciencia, de sus pecados, los lloran ante tu divina 
clemencia, y con súplicas constantes acuden a tu bondad: 
 
 
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concédenos que cuantos, invocando tu santo nombre, reciban 
sobre su cuerpo esta ceniza, obtengan, como perdón de sus 
pecados, salud para su cuerpo y protección para su alma. Por 
Jesucristo nuestro Señor. Amén. 
Oración. - Oh Dios, que no quieres la muerte del pecador, 
sino su arrepentimiento: mira con amor la fragilidad de la 
condición humana: y dígnate bendecir esta ceniza, que, como 
signo de humildad y en prenda de tu perdón, vamos a 
imponer sobre nuestra cabeza: y, porque estamos 
convencidos de que somos polvo y al polvo hemos de volver 
por nuestras culpas, danosen tu bondad el perdón de todos 
los pecados y la salvación prometida a los que hacen 
penitencia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. 
Oración. - Oh Dios, que te inclinas ante el que se humilla, y 
encuentras agrado en quien expía sus pecados: escucha 
benignamente nuestras plegarias, y derrama la gracia de tu 
bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la 
ceniza: para que los llenes con el espíritu de compunción, 
atiendas las peticiones según sus necesidades y mantengas 
siempre lo que les concedes. Por Jesucristo nuestro Señor. R. 
Amén. 
Oración.- Dios todopoderoso y eterno, que otorgaste tu 
perdón a los habitantes de Nínive, porque hicieron 
penitencia, cubiertos de ceniza y de cilicio: concédenos, que 
al imitar su gesto penitente, alcancemos también nosotros el 
perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. 
Puesto el incienso en el incensario, el Sacerdote rocía la 
ceniza y la inciensa. Va al medio del altar y el más digno del 
Clero le impone la ceniza. Inmediatamente el Celebrante la 
impone a los demás, diciendo: 
 
 
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Gén. 3, 19.- Acuérdate de que eres polvo, y has de volver al 
polvo. 
Entretanto el coro canta las 
Antífona 1ª. Joel 2, 13. - Cambiemos nuestro vestido por la 
ceniza y el cilicio; ayunemos y lloremos delante del Señor, 
porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para 
perdonar nuestros pecados. 
Antífona 22.- Joel 2, 17; Est. 13,17.- Entre el atrio y el altar 
llorarán los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: 
Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, no cierres la boca de los 
que te alaban. 
Responsorio. Est.13; Joel 2. --- Corrijamos aquello que por 
ignorancia hemos cometido; no sea que, sorprendidos por el 
día de la muerte, busquemos, sin poder encontrarlo, el 
tiempo de hacer penitencia. Escúchanos, Señor, y ten piedad, 
porque hemos pecado contra ti. 
V/.- Ps. 78, 9. --- Socórrenos Dios salvador nuestro; por el 
honor de tu nombre, líbranos, Señor. Escúchanos, Señor, y 
ten piedad, porque hemos pecado contra ti. V/. Gloria al 
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Escúchanos, Señor, y ten 
piedad, porque hemos pecado contra ti. 
V/. El Señor esté con vosotros. 
R: Y con tu espíritu. 
Oración. Concédenos, Señor, comenzar esta cuaresma en el 
santo ayuno, para que, al luchar contra el espíritu del mal, 
seamos protegidos con las armas de la austeridad. Por 
Jesucristo nuestro Señor. R.. Amén. 
 
Quítese el celebrante la capa pluvial y, puesta la casulla, empieza la 
Santa Misa 
 
 
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MIÉRCOLES DE CENIZA 
 
MISA 
Introito. Sab.11, 24, 25 y 
27.- Tú de todos te 
compadeces, Señor, y nada 
odias de cuanto has hecho; 
Tú disimulas los pecados de 
los hombres, y por la 
penitencia los perdonas, 
porque Tú eres el Señor 
nuestro Dios. Ps. 56, 2. - 
Misericordia, Dios mío, 
misericordia, pues en Ti se 
refugia mi alma. V /. 
Gloria al Padre. 
Se repite hasta el Salmo, 
Sin "Glória in excélsis". 
Oración.- Ayuda, Señor, a 
tus fieles para que se 
entreguen piadosos a esta 
solemnidad santa del 
ayuno, y la vivan con firme 
devoción. 
Epístola. Joel, 2, 12-19.- 
Dice el Señor 
Todopoderoso: Convertíos a 
mí de todo corazón: con 
ayuno, con llanto, con luto. 
Rasgad los corazones, no las 
vestiduras: convertíos al 
Señor Dios vuestro; porque 
es compasivo y 
misericordioso, lento a la 
cólera, rico en piedad, y se 
arrepiente de las amenazas. 
Quizá se convierta y se 
arrepienta y nos deje 
todavía la bendición, la 
ofrenda, la libación del 
Señor nuestro Dios. Tocad 
la trompeta en Sión, 
proclamad el ayuno, 
convocad la reunión; 
congregad al pueblo, 
santificad la asamblea, 
reunid a los ancianos, 
congregad a muchachos y 
niños de pecho. Salga el 
esposo de la alcoba; la 
esposa del tálamo. Entre el 
 
 
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atrio y el altar lloren los 
sacerdotes, ministros del 
Señor, diciendo: "Perdona, 
Señor, perdona a tu pueblo, 
no entregues tu heredad al 
oprobio; no la dominen los 
gentiles, no se diga entre las 
naciones: ¿Dónde está su 
Dios? Que el Señor sienta 
celos por su tierra y 
perdone a su pueblo." 
Entonces el Señor respondió 
a su pueblo: Mirad: yo os 
envío el trigo y el vino y el 
aceite, hasta saciaros; y no 
os entregaré más al oprobio 
de los gentiles. Dice el 
Señor Todopoderoso. 
Gradual. Sal. 56, 2 y 4. -- 
Misericordia, Dios mío, 
misericordia, en ti confía 
mi alma. Me envió desde el 
cielo la salvación, afrentó a 
los que me persiguen. 
Tracto. Sal. 102, 10; 78, 8-
9. - Señor, no nos trates 
como merecen nuestros 
pecados, no nos pagues 
según nuestras culpas. No 
recuerdes contra nosotros 
los antiguos delitos, que tu 
compasión nos salga al 
encuentro en seguida, 
porque estamos en la 
miseria. Ayúdanos, Señor, 
salvador nuestro, por la 
gloria de tu nombre, 
líbranos, Señor, perdona 
nuestros pecados, por tu 
nombre. 
Evangelio. Mat. 6, 16-21. - 
En aquel tiempo dijo el 
Señor a sus discípulos: 
Cuando ayunéis, no andéis 
cabizbajos, como los 
farsantes que desfiguran su 
cara para hacer ver a la 
gente que ayunan. Os 
aseguro que ya se han 
llevado su premio. Tú, en 
cambio, cuando ayunes, 
perfúmate la cabeza y 
lávate la cara, para que tu 
ayuno lo note, no la gente, 
sino tu Padre que está en lo 
escondido; y tu Padre, que 
ve en lo escondido, te 
recompensará. No atesoréis 
tesoros en la tierra, donde 
la polilla y la carcoma se los 
 
 
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comen, donde los ladrones 
abren boquetes para robar. 
Atesorad tesoros en el cielo, 
donde no hay polilla ni 
carcoma que se los coman, 
ni ladrones que abran 
boquetes para robar. 
Porque donde está tu 
tesoro, allí está también tu 
corazón. 
Ofertorio. Sal. 29. 2 3.- Te 
ensalzaré, Señor, porque 
me has librado, y no has 
dejado que mis enemigos se 
rían de mí. Señor, a Ti grité, 
y Tú me sanaste. 
Secreta.- Te rogamos Señor, 
que nos dispongas 
debidamente para ofrecer 
este sacrificio, con el cual 
comenzamos la celebración 
de los sacramentos 
pascuales. Prefacio de 
Cuaresma.- En verdad es 
digno y justo, equitativo y 
saludable, darte gracias en 
todo tiempo y lugar, Señor, 
santo Padre, omnipotente y 
eterno Dios, que, por el 
ayuno corporal, domas 
nuestras pasiones, elevas la 
mente, nos das la virtud y el 
premio, por Jesucristo 
nuestro Señor, por quien 
alaban los Ángeles a tu 
majestad, la adoran las 
Dominaciones, la temen las 
Potestades y la celebran con 
igual júbilo los Cielos, las 
Virtudes de los cielos y los 
bienaventurados Serafines. 
Te rogamos que con sus 
voces admitas |también las 
de los que te decimos, con 
humilde confesión. Santo 
Comunión. Sal. 1. 2-3. - El 
que medita la Ley del Señor 
día y noche, dará fruto en 
su sazón. 
Poscomunión. – Estos 
Sacramentos, Señor, que 
hemos recibido, consigan 
que nuestros ayunos sean 
gratos a tus ojos y nos 
sirvan de medicina. 
fortalecidos contra todo 
mal. Por nuestro Señor 
Jesucristo.