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Interpretación de la Biblia (1)

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ENTENDER MAL LAS SAGRADAS ESCRITURAS
1ra de San Pedro 1,20-21. Entendiendo esto ante todo; que ninguna profecia de la Escritura es obra de propia iniciativa; porque jamás profecia alguna trajo su origen de voluntad de hombre, sino que impulsados por el Espíritu Santo hablaron hombres de parte de Dios.
Explicación de los versículos 20 y 21 de la Biblia Straubinger Comentada
Las profecías no vienen de la voluntad del hombre (vers. 21)
Porque nadie puede conocer lo porvenir ( Isaías 41,23), Antes bien tiene su origen en Dios ( Daniel 12,8) y por eso es que las que anuncian la glorificación de Cristo son absolutamente fieles y seguras (vers. 19), confirmando y confirmándose recíprocamente con el testimonio de Pedro ( vers. 16ss).
Así lo expone Cornelio a Lápide y también muchos autores modernos (Allioli, Crampon, Camerlynck, Simón Prado, de la Torre, etc). Titubea la fe, escribe San Agustín a San Jerónimo, si vacila la autoridad de las divinas Escrituras, sobre las palabras del Concilio de Trento “A la Iglesia pertenece juzgar del verdadero sentido e interpretación de la Sagrada Escritura”
Véase las de Pío XII en la nota de San Juan 21,25. El mismo a Lápide añade a este respecto que “para eso puso Dios en la Iglesia doctores, para que interpreten las Escrituras, y la interpretación de las palabras es uno de los carismas del Espíritu Santo como enseña San Pablo en 1 Cor. 12,10 y 14,26.
Cf Rom. 12,5ss; Efes. 4,11ss veamos algunos precisos testimonios que él mismo trae: “Para indagar y comprender los sentidos de la Escritura es necesaria una vida recta, un animo puro y la virtud que es tal según Cristo, a fin de que la mente humana, corriendo por el camino de Él, pueda conseguir lo que busca, en cuanto es concedido a la mente humana penetrar las cosas de Dios” (San Atanasio ).
“Las Escrituras reclaman ser leídas con el espíritu con que han sido escritas: con ese espíritu se entienden” (San Bernardo).
Y el Abad Teodoro “expresa que la inteligencia de las Escrituras ha de buscarse no tanto revolviendo comentarios de intérpretes cuanto limpiando el corazón de los vicios de la carne, expulsados los cuales, dice, pronto el velo de las pasiones cae de los ojos y empiezan estos a contemplar, como naturalmente, los misterios de las Escrituras” Cf Mat. 5,8; Luc. 10,21; 1 Cor. 2,10 y 14 notas.
2da de San Pedro 3,15-16. Y creed que la longanimidad de nuestro Señor es para salvación, según os lo escribió igualmente nuestro amado hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido concedida; como que él habla de esto mismo en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos pasajes difíciles de entender, que los ignorantes y superficiales deforman, como lo hacen, por lo demás, con las otras Escrituras, para su propia ruina.
Explicación del vers.16 de la Biblia Straubinger Comentada
Hace notar San Pedro la atención que también San Pablo presto en todas sus Epístolas a este sagrado asunto que tanto suele olvidarse hoy contra esos ignorantes y superficiales se indigna San Jerónimo diciendo: Enseñan antes de haber aprendido y descaradamente se permiten explicar a otros una materia que ellos mismos no comprenden. Nótese el contraste entre esos que deforman las Epístolas paulinas y los de Berea que, a la inversa. Estudiaban el mensaje del Apóstol a la luz de las Escrituras (Hech. 17,11). Sobre el Magisterio de la Iglesia en la interpretación de los Libros santos, véase 1,20s. y nota. 
San Agustín
Todos los herejes que han admitido de las divinas Escrituras, creen haberse 
San Agustín
Nadie puede tener a Cristo por cabeza sino estuviere en su cuerpo, que es la Iglesia, la cual debemos conocer, como a la misma cabeza, en las santas Escrituras canónicas, y no buscarla en los vanos rumores, opiniones, hechos, dichos y visiones de los hombres
La unidad de la Iglesia carta a los Católicos, 19,49
NOTA: Cómo se sabe el Pontífice San Damaso codificó la Sagrada Escritura ya que el Romano Pontífice puede atar y desatar ya que tiene el poder dado por Cristo en San Mateo 16,19 y ante todo hay un ejemplo muy peculiar en la sagrada Escritura en Hechos 15; en dónde la circuncisión que es de origen judío y Bíblico en el Concilio de Jerusalén queda derogada y en reemplazo de ella el bautismo pasa a ser regla general e inquebrantable a pesar de ser de derecho y de mandato divino.
Además de apegarse caprichosamente a 1ra de Corintios 11,23,26 sabiendo que la fe católica se basa en: Biblia, Tradición y Magisterio; usar Biblia sola es de origen protestante. 
 SÓLO EL MAGISTERIO PUEDE INTERPRETAR LAS SAGRADAS ESCRITURAS 
Concilio Vaticano, Tercera sesión del 24 de abril de 1.870
Constitución dogmática Dei Filius, sobre la fe católica
Capítulo 2. La revelación
Mas como quiera que hay algunos que exponen depravadamente lo que el Santo Concilio de Trento, para reprimir a los ingenios petulantes, saludablemente decretó sobre la interpretación de la Escritura divina, Nos, renovando el mismo decreto, declaramos que su mente es que en materia de fe y costumbres que atañen a la edificación de la doctrina cristiana, ha de tenerse por verdadero sentido de la sagrada Escritura aquél que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien toca juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras santas; y, por tanto, a nadie es lícito interpretar la misma Escritura sagrada contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres.
Concilio de Trento, sesión cuarta del 8 de abril de 1.546
Decreto sobre la edición Vulgata de la Biblia y sobre el modo de interpretar la Sagrada Escritura
Además para reprimir a los ingenios petulantes, saludablemente decretó sobre la interpretación de la Escritura divina, Nos, renovando el mismo decreto, declaramos que su mente es que en materia de fe y costumbres que atañen a la edificación de la doctrina cristiana, ha de tenerse por verdadero sentido de la sagrada Escritura aquél que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien toca juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras santas; y, por tanto, a nadie es lícito interpretar la misma Escritura sagrada contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres, aun cuando las interpretaciones no hubieran de salir a luz en tiempo alguno.
Pontífice Pío IV, Bula Iniunctum nobis del 13 de noviembre de 1.564
Admito y abrazo firmísimamente las tradiciones de los Apóstoles y de la Iglesia y las restantes observancias y constituciones de la misma Iglesia. Admito igualmente la Sagrada Escritura conforme al sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien compete juzgar del verdadero sentido e interpretación de las sagradas Escrituras, ni jamás la tomaré e interpretaré sino conforme al sentir unánime de los padres.
San Agustín
Yo, en verdad, no creería en el Evangelio si no me impulsase a ello la autoridad de la Iglesia Católica
Réplica a la carta de Manés, llamada del fundamento, 5
Encíclica Spiritus Paraclitus de Benedicto XV
18. Aunque estas palabras de nuestro predecesor no dejan ningún lugar a dudas ni a tergiversaciones, es de lamentar, sin embargo, venerables hermanos, que haya habido, no solamente entre los de fuera, sino incluso entre los hijos de la Iglesia católica, más aún —y esto atormenta especialmente nuestro espíritu—, entre los mismos clérigos y maestros de las sagradas disciplinas, quienes, aferrándose soberbiamente a su propio juicio, hayan abiertamente rechazado u ocultamente impugnado el magisterio de la Iglesia en este punto. Ciertamente aprobamos la intención de aquellos que para librarse y librar a los demás de las dificultades de la Sagrada Biblia buscan, valiéndose de todos los recursos de las ciencias y del arte crítica, nuevos caminos y procedimientos para resolverlas, pero fracasarán lamentablemente en esta empresa si desatienden las directrices de nuestro predecesor y traspasan las barreras y los límites establecidos por los Padres.
27. Y no faltan a la Escritura Santa detractores de otro género; hablamos de aquellos que abusan de algunos principios —ciertamenterectos si se mantuvieran en sus justos límites— hasta el extremo de socavar los fundamentos de la verdad de la Biblia y destruir la doctrina católica comúnmente enseñada por los Padres. Si hoy viviera San Jerónimo, ciertamente dirigiría contra éstos los acerados dardos de su palabra, al ver que con demasiada facilidad, y de espaldas al sentido y al juicio de la Iglesia, recurren a las llamadas citas implícitas o a las narraciones sólo en apariencia históricas; o bien pretenden que en las Sagradas Letras se encuentren determinados géneros literarios, con los cuales no puede compaginarse la íntegra y perfecta verdad de la palabra divina, o sostienen tales opiniones sobre el origen de los Libros Sagrados, que comprometen y en absoluto destruyen su autoridad.
Encíclica Providentissimus Deus de León XIII
29. Sagrados se hallan envueltos en cierta oscuridad religiosa, de manera que nadie puede sin guía penetrar en ellos Dios lo ha querido así (ésta es la opinión de los Santos Padres) para que los hombres los estudien con más atención y cuidado, para que las verdades más penosamente adquiridas penetren más profundamente en su corazón y para que ellos comprendan sobre todo que Dios ha dado a la Iglesia las Escrituras a fin de que la tengan por guía y maestra en la lectura e interpretación de sus palabras. Ya San Ireneo enseñó que, allí donde Dios ha puesto sus carismas, debe buscarse la verdad, y que aquellos en quienes reside la sucesión de los apóstoles explican las Escrituras sin ningún peligro de error: ésta es su doctrina y la doctrina de los demás Santos Padres, que adoptó el concilio Vaticano cuando, renovando el decreto tridentino sobre la interpretación de la palabra divina escrita, declaró ser la mente de éste que «en las cosas de fe y costumbres que se refieren a la edificación de la doctrina cristiana ha de ser tenido por verdadero sentido de la Escritura Sagrada aquel que tuvo y tiene la santa madre Iglesia, a la cual corresponde juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Santas Escrituras; y, por lo tanto, que a nadie es lícito interpretar dicha Sagrada Escritura contra tal sentido o contra el consentimiento unánime de los Padres»
37. Haber demostrado, explicado y aclarado la verdad de la doctrina católica mediante la interpretación legítima y diligente de los libros sagrados es mucho ciertamente; resta, sin embargo, otro punto que fijar y tan importante como laborioso: el de afirmar con la mayor solidez la autoridad íntegra de los mismos. Lo cual no podrá conseguirse plena y enteramente sino por el magisterio vivo y propio de la Iglesia, que «por sí misma y a causa de su admirable difusión, de su eminente santidad, de su fecundidad inagotable en toda suerte de bienes, de su unidad católica, de su estabilidad invencible, es un grande y perpetuo motivo de credibilidad y una prueba irrefutable de su divina misión». Pero toda vez que este divino e infalible magisterio de la Iglesia descansa también en la autoridad de la Sagrada Escritura, es preciso afirmar y reivindicar la fe, cuando menos, en la Biblia, por cuyos libros, como testimonios fidedignos de la antigüedad, serán puestas de manifiesto y debidamente establecidas la divinidad y la misión de Jesucristo, la institución de la jerarquía de la Iglesia y la primacía conferida a Pedro y a sus sucesores.
Encíclica Humani Generis de Pío XII
15. También es verdad que los teólogos deben siempre volver a las fuentes de la Revelación divina, pues a ellos toca indicar de qué manera se encuentre explícita o implícitamente [4] en la Sagrada Escritura y en la divina tradición lo que enseña el Magisterio vivo. Además, las dos fuentes de la doctrina revelada contienen tantos y tan sublimes tesoros de verdad, que nunca realmente se agotan. Por eso, con el estudio de las fuentes sagradas se rejuvenecen continuamente las sagradas ciencias, mientras que, por lo contrario, una especulación que deje ya de investigar el depósito de la fe se hace estéril, como vemos por experiencia. Pero esto no autoriza a hacer de la teología, aun de la positiva, una ciencia meramente histórica. Porque junto con esas sagradas fuentes, Dios ha dado a su Iglesia el Magisterio vivo, para ilustrar también y declarar lo que en el Depósito de la fe no se contiene sino oscura y como implícitamente. Y el divino Redentor no ha confiado la interpretación auténtica de este depósito a cada uno de sus fieles, ni un a los teólogos, sino sólo al Magisterio de la Iglesia. Y si la Iglesia ejerce este su oficio (como con frecuencia lo ha hecho en el curso de los siglos con el ejercicio, ya ordinario, ya extraordinario, del mismo oficio), es evidentemente falso el método que trata de explicar lo claro con lo oscuro; antes bien, es menester que todos sigan el orden inverso. Por los cual, nuestro predecesor, de inmortal memoria, Pío IX, al enseñar que es deber nobilísimo de la teología mostrar cómo una doctrina definida por la Iglesia se contiene en las fuentes, no sin grave motivo añadió aquellas palabras: con el mismo sentido, con que ha sido definida por la Iglesia.
Encíclica Satis Cognitum De León XIII 
 17:Tal ha sido constantemente la costumbre de la Iglesia, apoyada por el juicio unánime de los Santos Padres, que siempre han mirado como excluido de la comunión católica y fuera de la Iglesia a cualquiera que se separe en lo más mínimo de la doctrina enseñada por el magisterio auténtico. San Epifanio, San Agustín, Teodoreto, han mencionado un gran número de herejías de su tiempo. San Agustín hace notar que otras clases de herejías pueden desarrollarse, y que, si alguno se adhiere a una sola de ellas, por ese mismo hecho se separa de la unidad católica.
Concilio de Florencia, Bula cantate Domino
A cuantos, consiguientemente, sienten de modo diverso y contrario , los condena, reprueba y anatemiza, y proclama que son ajenos al cuerpo de cristo, que es la iglesia.

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