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Sección Psicopedagogía • Vol. 12 Nº 2 • 2015 
ISSN 1851-3115 • ht t p: / / www.revist apilquen.com.ar/ 
46 Pat ricia Weigandt 
INVESTIGACIÓN EN PSICOANÁLISIS: “ COSA DE NIÑOS” 1 
 
Por Patricia Weigandt 
weigandt pat ricia@gmail .com 
CURZA - Universidad Nacional del Comahue. Argent ina 
 
 
 
RESUMEN 
El lugar de la invest igación y las posibi l idades y alcances de la misma en psicoanál isis son plant eados 
en est e t rabaj o en t érminos de recorrido t eórico concept ual acerca de la operat oria propuest a por 
Freud para su invención, el inconscient e. La ubicación respect o de la propuest a de aparat o psíquico 
de est e inconscient e ent re percepción y consciencia, t al lando en la exclusión mut ua ent re 
percepción y memoria, sopesará el lugar de las singulares marcas que Freud denominara huel las y 
que Lacan ubicara resuelt ament e como signif icant es, inst alando en el las el lugar del Ot ro. La 
operat oria de esas huel las y su int ervención en la const rucción de t eorías, pret enderá apost ar a la 
singularidad y recordarnos el lugar de const ruct o met odológico y no de ent idad a aquel lo que el 
psicoanál isis nos propone como obj et o. El psicopedagogo int eresado en el psicoanál isis puede 
encont rar algunos punt os de int erés práct ico y epist emológico, en lo que es una de sus t emát icas 
más propias y preciadas: la invest igación y su relación con las práct icas y la const rucción t eórica. 
Los concept os/ nociones de pulsión, t ransferencia y subl imación, permit irán ubicar int ervenciones 
en una viñet a de la práct ica provenient e del cont act o ent re t rabaj adores con infancia/ s y 
adolescencia/ s y un equipo de invest igación universit ario. 
Palabras clave: Psicoanál isis; Invest igación; Infancia; Teorización; Psicopedagogía. 
 
 
RESEARCH IN PSYCHOANALYSIS: KID´ S STUFF 
 
 
ABSTRACT 
The place of research and it s possibil i t ies and reach in Psychoanalysis are set t led in t his work in 
t erms of a t heoret ical-concept ual t raj ect ory about operat ions proposed by Freud for his invent ion: 
The Unconscious. Regarding t o t he proposal of a psychical apparat us, t his Unconscious set t ing, 
bet ween Percept ion and Conscious, af fect ing mut ual exclusion bet ween Percept ion and Memory, 
wil l ponder t he place of t he singular marks t hat Freud named as Mnemic Traces and Lacan would 
resolut ely set as signif icant , inst al l ing in t hem t he place of t he Ot her. The operat ion of t hese t races 
and t he int ervening in t he const ruct ion of t heories wil l t ry t o set on singularit y and remind t o us t he 
st at us of met hodological const ruct ion, and no ent i t y, of t hat t hing Psychoanalysis cal ls t he Obj ect . 
The Psycho - Pedagogy int erest ed in Psychoanalysis can f ind some pract ical and epist emic int erest 
in what const i t ut es one of t heir most t ypical and valued subj ect s: research and it s relat ion t o 
pract ices and t heoret ical const ruct ion. The concept s-not ions of Pulsion, Transference and 
Subl imat ion wil l al low us t o place int ervent ions in a pract ice vignet t e coming f rom t he cont act 
bet ween infancy-s and adolescence-s workers and a universit y research t eam. 
Key words: Psychoanalysis; Research; Childhood; Theorizing; Psycho - Pedagogy. 
 
 
Re c i b i do: 30 | 09 | 15 • Ace p t a do: 17 | 10 | 15 
 
1Algunas líneas de este trabajo fueron adelantadas en una disertación en el panel Epistemología e Investigación en las IV 
Jornadas de psicopedagogía CURZA UNCO: “El campo psicopedagógico hoy. Escenarios, sujetos y prácticas” 14 y 15 de 
abril de 2015. 
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INVESTIGACIÓN EN PSICOANÁLISIS: “COSA DE NIÑOS” 
 
[…]Por una suert e de obnubilación del sent ido crít ico 
que parece apoderarse del conj unt o de los lect ores a 
part ir de abrir una obra t écnica, y especialment e 
cuando se t rat a de nuest ra experiencia y de nuest ra 
profesión….el coment ario que hice la vez pasada que lo 
comprensible es un t érmino fugit ivo, inasible, es 
sorprendent e que nunca sea cal ibrado como una 
lección primordial , una formulación obl igada a la 
ent rada a la cl ínica. Comiencen por creer que no 
comprenden. Part an de la idea del malent endido 
fundament al . Esa es la disposición primera…Lacan; 
1955: 38 
 
Mamá: ¿¿¿cómo nacen los niños???? 
Hans 1905 
 
 
La primera ref lexión t ermina siendo la úl t ima: a pesar de t odo…aún las palabras est án ent re 
nosot ros y eso arroj a como efect o la exist encia de algo inabarcable, ni siquiera los drones ni la 
robót ica, han podido (¿aún?) desaloj arnos de nuest ro goce lenguaj ero. Aún hoy, sexual idad y muert e 
j alonan nuest ro acceso a los obj et os preciados y despreciados de lo que los humanos l lamamos vida, 
y la invest igación no est á exent a de ese periplo. El psicoanál isis me at raviesa, y me habit a, 
l levándome a invest igar (como a muchos ot ros) respect o de diferent es t emát icas. La invest igación 
t ema psicopedagógico por excelencia es, siempre, part e en la pregunt a de quien pret ende valerse 
del psicoanál isis. Infancia/ s, adolescencia/ s, salud y educación, t rabaj o comunit ario, art e, polít ica, 
quedan at ravesados por el marco desde donde la pregunt a es producida y el suj et o (invest igador en 
est e caso) queda como la marca en el ori l lo. 
Ahí van unas cuant as palabras preciadas acerca del invest igar, que son mías en t ant o 
habit an mis int ent os de invest igación. De eso se t rat a (en part e) advert ir, aloj ar y desaloj ar lo que 
nos habit a al moment o de pregunt arnos, al moment o de invest igar. 
 
[…]Dado que ha t enido que part icipar en t odos mis errores t écnicos y t eóricos, creo que un 
próximo caso podría ser resuel t o en la mit ad del t iempo. Quiera Dios mandármelo pront o. Por 
moment os sient o agit arse en mi impulsos hacia una sínt esis; pero me cuido de mant enerlos 
dominados […](Freud; 1900: 3641) 
 
Part iendo de la convicción en la exist encia del inconscient e a la manera f reudiana, y del 
cruce con la concepción en que la docencia universit aria no es sin la ext ensión y la invest igación, y 
en un arbit rat rio recort e, rodeada de gent e a la que el conocimient o, el saber y la verdad les 
int eresan es que me pregunt o: ¿Por qué los humanos invest igamos? Problema est e eminent ement e 
psicopedagógico. Cabría plant earnos además por qué invest igamos acerca de la invest igación. La 
pregunt a y la respuest a nos encuent ra en el t erreno de la palabra. El mismo t erreno que pisamos, 
en el que nos hundimos, que nos at erra o que de vez en cuando nos permit e dar unos cuant os pasos 
en f i rme hacia un obj et ivo o hacia el horizont e, dej ándonos sorprender. El humano es el soport e de 
la pregunt a, “ el soport e del signif icant e” dirá Lacan (1960/ 1:197) 
Un desl izamient o, una met onimia de caráct er inacabable, encuent ra como t ope al suj et o. 
En t ant o el lenguaj e nos habit a y lo habit amos, es que nos real izamos pregunt as, que en caso de ser 
compart idas pueden t rascender en algún valor en el orden de la t ransmisibil idad. Esas pregunt as, 
esa invest igación deberá ser f iel a la est ofa del obj et o que nos int eresa invest igar. En est o est arían 
de acuerdo más o menos t odas las “ ciencias” . Por est as lat i t udes (y por ot ras) el psicoanál isis ha 
t omado a quienes se pregunt an por el suj et o que aprende, por el suj et o que curiosea, por el que no 
aprende ¿?, por el niño al f in. ¿Por qué no pregunt arnos ent onces, cómonacen las invest igaciones en 
el niño y qué ocurre con sus t eorizaciones? Al f in y al cabo el niño perdura en el nivel del 
inconscient e. 
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Freud comienza sus invest igaciones (pref iero el plural) en moment os en los que la medicina 
(en sus diferent es versiones) disponía de una serie de t eorías acerca de la hist eria que no generaban 
efect os en la (buena) praxis. La present ación ant e la sociedad médica de “ la int erpret ación de los 
sueños” lo encont ró en una sala casi vacía. 
Freud ya había sacrif icado su incipient e reput ación como médico, podríamos decir que había 
sacrif icado la sínt esis a t eorías vigent es. 
 
[…]Sin t it ubear un solo inst ant e, sacrif iqué mi nacient e reput ación médica la af luencia de 
enfermos nerviosos a mi consult a, invest igando consecuent ement e la causación sexual de sus 
neurosis, t enacidad que me proporcionó, en cambio, dat os suf icient es para f i j ar 
def init ivament e mi convicción de la import ancia práct ica del fact or sexual . También sin el 
menor recelo t omé part e de las sesiones de la asociación psiquiát rica de Viena, presidida por 
Kraf f t -Ebbing pensando en que el int erés y la consideración de mis colegas me indemnizarían 
de mis volunt arias pérdidas mat eriales. Expuse mis descubrimient os, considerándolos como 
aport aciones cient íf icas ordinarias y esperando que los demás lo acogiesen t ales. Pero el 
si lencio que se mant enía al t erminar mis conferencias, el vacío en t orno de mi persona y 
varias indicaciones que a mi fueron l legando, me hicieron comprender de a poco que las 
af irmaciones sobre el papel de la sexual idad en la et iología de las neurosis no podían ser 
t rat adas como las demás af irmaciones no pudiendo esperar ya obj et ividad ni consideración 
alguna […]El result ado t erapéut ico del nuevo procedimient o me permit iría subsist ir , pero la 
ciencia no t endría durant e mi vida not icia alguna de mi[…] […]Durant e ese t iempo aprendí a 
domar t oda incl inación especulat iva y a revisar – según el inolvidable consej o de mi maest ro 
Charcot - un y ot ra vez las mismas cosas, hast a que comenzasen por si mismas a decirme algo. 
Mis publ icaciones, para las que hal lé no sin algún t rabaj o un edit or, podrían permanecer 
ret rasadas y ser sust it uidas sin ninguna “ prioridad dudosa de defender […] Freud; 1914:1903/ 4 
 
El maest ro vienés fue acusado de míst ico, acusación con fundament o cient íf ico. Ese fue el 
precio por denunciar que ent re la percepción del cient íf ico y su con-ciencia exsist en element os 
ext raños a la ciencia. 
¿Es el psicoanál isis una ciencia? ¿Es el psicoanál isis una t eoría? Haciendo un adelant o de 
recorrido la consideración que hast a podría t ornarse epist emológica respecto de si el psicoanál isis 
es una t eoría, un edif icio concept ual, un marco de referencia o un aparat o de lect ura, incidirá en el 
modo en el que se ubique y produzca esa lect ura y por ende la concept ual ización. Est o es así para 
las nociones psicoanalít icas y segurament e no sólo para el las. El est at ut o de esa consideración 
det ermina est e recorrido y el recorrido det ermina la concept ual ización. Freud dirá que el 
psicoanál isis es un edif icio inacabado (Freud; 1933: 3180) Por lo pront o, vamos a remit irnos a la 
obra del invent or de esos it inerarios, y por ende del inconscient e. En Pulsiones y sus dest inos Freud 
dirá: 
 
[…] Hemos oído expresar en más de una ocasión que una ciencia debe hal larse edif icada sobre 
concept os fundament ales, claros y precisament e def inidos. En real idad ninguna ciencia, ni 
aún la más exact a, comienza por t ales def iniciones. El verdadero principio de la act ividad 
cient íf ica consist e más bien en la descripción de fenómenos que luego son ordenados y 
relacionados ent re sí. 
Ya en est a descripción se hace inevit able apl icar al mat erial det erminadas ideas abst ract as 
ext raídas de diversos sect ores y, desde luego, no únicament e de la observación del nuevo 
conj unt o de fenómenos descrit os. Más imprescindible aún result an t ales ideas – los ul t eriores 
principios fundament ales de la ciencia- en la subsiguient e elaboración de la mat eria. Al 
principio han de present ar ciert o grado de indet erminación, y es imposible hablar de una 
del imit ación de su cont enido. Mient ras permanecen en ese est ado, nos concert amos sobre su 
signif icación por medio de repet idas referencias al mat erial del que parecen derivadas, pero 
que en real idad les es subordinado. Present an, pues, est rict ament e consideradas el caráct er 
de convenciones, circunst ancia en la que t odo depende de que no sean elegidas 
arbit rariament e, sino que se hal len det erminadas por import ant es relaciones con la mat eria 
empírica, relaciones que creemos adivinar ant es de hacérsenos asequibles su conocimient o y 
demost ración[…] (1915: 2039) 
 
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Luego, el maest ro vienés nos dirá acerca de ot ros element os de lo que puede denominarse 
invest igación cient íf ica (Modif icación progresiva de los conceptos fundamentales, para proceder a la 
extensión del campo de aplicación de los mismos) pasando a ubicar un párrafo más adelante, el 
establecimiento de la signif icación de lo que en psicoanálisis es según su consideración un principio 
fundamental: Trieb (pulsión). Desde la lectura de Lacan, un t érmino más adecuado para la t raducción 
será Deriva y Derivando nos encont raremos con uno de los dest inos pulsionales que implican la 
invest igación. El dest ino sublimación. El horizonte sublimatorio al f in. (Weigandt ; 2012: 40) 
La pulsión, o mej or denominada deriva, t al vez único concept o fundament al del 
psicoanál isis, present a en su operat oria una fuent e, un obj et o, una met a o f in, y un empuj e o 
perent oriedad. Se t rat a de un concept o disyunt o compuest o por cuat ro element os. El obj et o y el f in 
son lo más variable en su perent oria incl inación a la derivación, más precisament e en su perent oria 
derivación a la sat isfacción. Maravil la que se est ablecería a part ir que la mat eria es t ocada en su 
t ej ido vivo (humanización mediant e) por un est ímulo ext erno que anidará (para siempre) el int erior 
de nuest ro fut uro suj et o. 
He aquí en la variabi l idad, que el obj et o y el f in se inst alarán en esa deriva y al l í es como 
nosot ros sent ados aquí, proponemos como obj et o a lo que pugna sobre, en y desde nosot ros, como 
obj et o de nuest ro int erés (de sat isfacción) al obj et o al que denominamos conocimient o. He aquí 
como nos proponemos pregunt arnos acerca de la invest igación e int ent ando sat isfacer ese empuj e 
que nos at raviesa, nos posamos sobre est os obj et os t an part iculares. 
Lo más sencil lo a saber acerca de la pulsión radica en la dist inción que nos es famil iar 
respect o del animal inst int o, dist inción en la que las palabras hacen la diferencia. Marca regist rada. 
Let ra. 
Freud propondrá 4 posibles dest inos en el t rámit e hacia la descarga que solemos gust osos 
denominar sat isfacción pulsional, o más l lanament e sat isfacción. Si la sat isfacción es menos l lana, 
hablaremos de una no pura descarga que se t orna t ramit ada. 
Ese t rámit e se denomina const it ución del suj et o, complej o de Edipo, inconscient e. Ese 
t rámit e ex – sist e. Est á por fuera del ser, inst alándose a part ir del lenguaj e. Est o es, ese t rámit e 
impl ica una serie de ot ros t rámit es, de invest igación a part ir de los cuales el (humano) se suj et a, se 
hace t al . 
Esos posibles dest inos (pulsionales) de sat isfacción de acuerdo con elrodeo o no, pueden 
t omar las siguient es formas: la vuelt a hacia la propia persona, la t ransformación en lo cont rario, la 
represión y la subl imación, dest ino ést e úl t imo, que t al vez nos t iene sent ados aquí ahora. Est os 
cuat ro dest inos impl ican diferent es vías. Alguna de esas vías impl ica t ramit aciones. No nos 
adent raremos en profundizar hoy esos t rámit es, sin embargo debemos aclarar que nuest ra sínt esis 
por razones de espacio deberá ser cuest ionada por aquel los int eresados en el t ema, más al lá de est e 
escrit o. 
De la represión o de una de las versiones de la misma (complej o proceso vez por vez, 
represent ación por represent ación, palabra a palabra, t iempo lógico a t iempo lógico) dependerá el 
est ablecimient o de una serie de marcas que j alonarán el t rámit e de ese est ímulo que hiere 
nuevament e la mat eria y que aunque provenient e desde el “ ext erior” ya será int erior, y a t ravés de 
est as marcas, recorrido mediant e en sent ido progresivo o regresivo según se t rat e, dependerán 
formaciones t an diversas como los sueños, los chist es, los sínt omas. 
En rigor de verdad, cabe dest acar que la represión no es unívoca, no es una, sí es singular. 
La represión primaria fundará la f i j ación de las primeras marcas (ya pulsionales) en el nivel del 
inconscient e, que operará nuevament e al f inal de lo que denominaremos complej o de Edipo, dando 
paso a la represión secundaria o propiament e dicha. El ret orno de lo reprimido (3era. versión) se 
present if icará cuando lo sea, vía las denominadas formaciones del inconsciente. 
El inconscient e operando como un lenguaj e, inscribirá marcas que se l igarán y desl igarán en 
el int ent o de lograr sat isfacción. Ent re una marca y ot ra, marcas hechas con lo que a la palabra le 
sobra y le fal t a para recubrir ese “ est ímulo real” -por eso mismo que sobra y que fal t a ent re una 
marca y ot ra- operarán fenómenos u operará pregunt a. Operará sueño o chist e. Operará sínt oma u 
operará subl imación. 
El humano se pregunt a y Freud se pregunt a. Freud l lama al niño el pequeño invest igador. 
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En el abordaj e acerca de Hans (un niño de cinco años que padece de fobia a los cabal los) 
Freud (1905) reubica en la práct ica, aquel la a la que denomina la primera pregunt a del pequeño 
invest igador. Hans se pregunt a de dónde vienen los niños. Hans quiere saber, pero se aferra a las 
marcas, en rigor de verdad, a algunas de las marcas de las que dispone. Ot ras est án en ciernes. 
Hans se aferra a algunos de los element os de los que dispone. Quiere saber y no quiere saber a la 
vez. Doble movimient o en la t eorización. ¿Por qué no podría el niño ser presa de ese doble 
movimient o si acaso el invest igador que lo aborda lo es en más de una oport unidad? (Weigandt ; 
2012: 76) 
El niño conoce y desconoce el avanzado embarazo que port a su madre. Algunos 
psicoanal ist as dirán: lo que ocurre es que los padres de Hans no le decían la verdad, le relat aban la 
t eoría de la cigüeña, a la cual Hans respondía con su propia t eorización. Su propia t eorización 
sost iene que los niños se paren por el ano. La t eoría de la cloaca es su t eoría. La pregnancia de la 
fuent e de excit ación en esa zona del cuerpo sería una de las expl icaciones por las cuales aferrarse a 
est a t eoría. Sin embargo hay ot ra zona del cuerpo que t ambién pugna por lo suyo. Convengamos que 
las zonas del cuerpo que se t ornan erógenas est án sost enidas en represent aciones a nivel del 
inconscient e. A est a alt ura sería import ant e recordar que la pulsión impl ica al soma rozado, 
chocado o t ocado de alguna forma por el lenguaj e. El inst int o ha muert o y Hans necesit a 
imperiosament e saber cómo nacen los niños. La premat uración propia del humano y el muro del 
lenguaj e lo dej an en est e est ado de necesidad. Hans necesit a un psicopedagogo. No da lugar a los 
element os que han sido incluso obj et o de su percepción en la const rucción de un saber posible. A 
est a alt ura ust edes se pregunt arán por que t ant o empecinamient o (el de Hans…) en querer y no 
querer saber. El horror ant e la cast ración, respuesta ant e la diferencia sexual ent endida como falt a, 
lo f rena. Si sabe, puede perder su cosit a de hacer pipí. La cont rapart e de la cosit a de hacer pipi es 
que habría algún ser que no t iene esa cosit a de hacer pipí o más correct ament e que la perdió por 
cast ración. Cort e abrupt o. Cort e inscript o como muert e. 
Cabe ya que nos pregunt emos cuál es el element o común ent re la consideración del 
procesamient o de Juanit o y el t ema invest igación en psicoanál isis. La respuest a es: ent re la 
percepción y la conciencia se encuent ra el inconscient e. Ent re la percepción y la ciencia (si el 
psicoanál isis lo fuere) se encuent ra el inconscient e. 
Lacan dirá: 
 
 […]Inmenso despl iegue, espect ro especial , si t uado ent re percepción y consciencia, como se 
dice ent re carne y pel lej o. Ya saben que est os dos element os formarán más t arde cuando 
haya que est ablecer la segunda t ópica, el sist ema percepción consciencia, Wahrnehmung- 
Bewusst sein, pero será preciso no olvidar, ent onces el int ervalo que los separa, en el que est á 
el lugar del Ot ro, donde se const i t uye el suj et o. Pues bien, si nos at enemos a la cart a a Fl iess 
(Nro. 52) ¿Cómo funciona eso de los Wahrnehmungszeichen, las huel las de la percepción? 
Freud deduce de su experiencia la necesidad de separar absolut ament e percepción y 
conciencia, para que algo pase a la memoria debe borrarse en la percepción y viceversa. 
Freud nos designa ent onces un moment o en que esos Wahrnehmurngszeichen deben est ar 
const it uidos en simult aneidad. ¿Y qué es eso? Pues no ot ra cosa que la sincronía signif icant e. 
Y por supuest o, t ant o es así que Freud lo dice sin saber que lo dice 50 años ant es que los 
l ingüist as. Pero nosot ros podemos darle de inmediat o a esos Wahrnehmungszeichen su 
verdadero nombre: signif icant es […] (1964: 53 y 54) 
 
Est a ext ensa cit a, nos permit e ubicar carne y pel lej o, bisagra de las dos concept ual izaciones 
que sit úan lo que opera como proceso en el act o de invest igar. Nuest ro “ esquema ópt ico” 
int erpuest o y a ese int ent amos int ercalar o int erponer (según ent endamos corresponda más al lá, un 
nuevo it inerario de huel las. Palabras que int erponemos como si fueran signif icant es y por la rareza 
humana esas palabras algunas veces se encadenan produciendo efect os de signif icación como si 
fueran t ales. 
 
Mart a Gerez Ambert in dirá: 
 
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51 Pat ricia Weigandt 
En “ Esquema del psicoanál isis” Freud nos coment a: “ Todas las ciencias descansan en 
observaciones y experiencias mediadas por nuest ro aparat o psíquico; pero como nuest ra 
ciencia t iene por obj et o a ese aparat o mismo, cesa la analogía. Hacemos nuest ras 
observaciones por medio de ese mismo aparat o de percepción, j ust ament e con ayuda de 
lagunas en el int erior de lo psíquico, en la medida en que complet amos lo falt ant e a t ravés de 
unas inferencias evident es y lo t raducimos a mat erial concient e. De t al suert e, est ablecemos, 
por así decir, una serie complement aria concient e de lo psíquico inconscient e. Sobre el 
caráct er forzoso de est as inferencias reposa la cert eza relat iva de nuest ra ciencia psíquica. 
(2008: 8) 
 
Es import ant e ref lexionar sobre la ayuda de las lagunas, o que las lagunas nos brindan, 
según el plant eo f reudiano mismo. Est o es, propiciar el no cierre en la consideración de nuest ro 
obj et o. Nuest ro obj et o es el inconsciente y en est e caso punt ual la invest igación acerca del 
inconscient e. 
Una versión de la represión (secundaria) puede est ar int ent ando t apar esas lagunas que irían 
en nuest ra ayuda, más hay un est ado o posicionamient o posible de suspensión de ese movimient o 
t eorizador que apunt a a no dar lugar a la cast ración y es el que podemos not ar t ant o en Hans como 
en nuest ros niños aún hoy, y t ambién en nuest ros invest igadores y en nuest ras invest igaciones por 
t ant o. Ese movimient o t orna consist ent es element os sólo a part ir de haber pract icado y de haber 
int errogado esas práct icas. Una y ot ra vez. El lazo generado por el debat e y la pert inencia de la 
deriva sin t ornar obj et o a nuest ros suj et os, recordando que en t odo caso podremos acompañar a 
saber a nuest ros invest igadores a part ir de abandonar a t iempo los element os auxil iares, recordando 
que nuest ro obj et o es un obj et o/ represent ación del orden de la t raducción de lo int raducible y por 
t ant o imposible. Imposible ant e el cual el niño en su ot ra vert ient e de invest igador al l í donde no 
t ienen nada que perder logra j ugar/ se. El j uego en los niños y el recorrido f ragment ario, a los salt os 
y con lagunas o por lagunas de las que desconocemos sus dimensiones y suponemos océanos 
inf ranqueables, nos conducirán al advenimient o de nuevas verdades. Verdades t ales como la 
pregunt a act ual acerca de qué es un niño hoy, 2015, advert idos que con esas nuevas 
represent aciones e it inerarios de pensamient o estaremos aport ando a las marcas de las fut uras 
generaciones de aprendient es invest igadores, docent es, t rabaj adores con infancias y adolescencias 
y por qué no anal ist as y por qué no psicopedagogos. 
La invest igación y la t ransmisión en psicoanál isis, est arán caract erizadas por los salt os, los 
f ragment os, los det enimient os, t odos est os respect o de los relat os cuando los hay, y de los relat os 
que se t ornan t ales al reconst ruir los t rámit es o fenómenos a los que denominamos subj et ivos. 
Nuest ra única garant ía: aquel las lagunas en lo psíquico. 
Pero no est amos solos: Las t ransferencias t ienen un lugar especial en psicoanál isis y por 
t ant o en las invest igaciones en psicoanál isis. Obsérvese al l í t ambién el plural . Una imperdible 
versión de la t ransferencia que en la mayoría de las oport unidades es efect o de ot ras, es la 
denominada t ransferencia de t rabaj o. Un t rabaj o de operat oria inconscient e acerca de una 
pregunt a posible de ser sost enida. Sost enida con ot ros. Sost enida en lazos. Sost enida desde la 
const rucción de nuevas marcas a part ir de las diferencias. El ámbit o universit ario propicia el 
advenimient o de esa t ransferencia de t rabaj o. Puede ocurrir en los más diversos ámbit os. Puede 
ocurrir incluso en un equipo de invest igación universit ario, puede ocurrir en una mesa de exámenes, 
puede ocurr ir en un equipo de cát edra. No hay garant ías, pero sí podemos af irmar que puede 
ocurrir cuando la t eoría sexual infant i l en su doble vert ient e es puest a a prueba desde la laguna. 
Los niños, nuest ros niños, los de los t rabaj adores con infancia/ s y adolescencia/ s, nacen de 
las representaciones que supimos concebir. Podemos no ceder a la t eoría que los niños nacen en los 
laborat orios medicament osos. Podemos no acceder a la t eoría del DSM vigent e, podemos no quedar 
impregnados por el denominado síndrome de la cabeza quemada, que se plant ea como dest ino 
inevit able para los t rabaj adores con infancia/ s y adolescencia/ s. 
La palabra deriva, def inida en el diccionario de la lengua cast el lana, sabe de eso; palabras 
nuevas pueden asomarse en el horizont e. 
 
Deriva: “ desviación de un buque del rumbo t razado debido al vient o o a las corrient es 
marinas” ; “ proceso mediant e el cual se obt iene, a part ir de una base, una nueva unidad 
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léxica (derivada). Al igual que la composición es un sist ema de creación de neologismos” . 
“ Procedimient o por el cual un comandant e da rumbo a una embarcación calculando el ángulo 
de deriva sin ayuda de element os auxil iares, con la única referencia del ej e de la 
embarcación” (Hispánica 2003. p. 295) 
 
Derivar no signif ica abandonar el barco a ningún dest ino. Y es al l í donde podemos recurrir a 
t omar el element o obst áculo, aquel que se nos present a a diario: el est al l ido, la disrupción, el 
pasaj e al act o, ese act o mudo que se present a ant e nosot ros en el t rabaj o con infancia/ s y 
adolescencia/ s, ent endiendo como t ales, el encuent ro con un humano en est ado de premat uración 
que nos requiere, pero al que únicament e abordaremos int ermediados por nuest ras huel las, a menos 
que podamos dar lugar a aquel las lagunas que nos permit an acceder a las huel las que nos result an 
aj enas o nos permit an aport ar un element o que más adelant e pueda unirse con ot ro generando 
marca. Y así, luego de encont rarnos ant e el cuest ionamient o de nuest ras propias y no t an propias 
t eorías, podamos invest igar a part ir de aquel lo abiert o, que en nuest ro imaginario t iene pregnancia 
de cerrado. Y así en lugar de expulsar derivando, derivar y revisar nuest ro rumbo, nombre de la 
invest igación que guiará nuest ro derrot ero con el horizont e dignidad del suj et o deseant e. Nombre 
con nuest ro j oven horizont e. 
Una Viñet a 
Un grupo de t rabaj adores de un hogar rionegrino2 para adolescent es plant ea su t emor ant e 
“ la conduct a” de un j oven que est á pront o a cumpl ir la mayoría de edad en algunos meses. El j oven 
se encuent ra aloj ado en hogares desde la edad de cinco años. Hoy día una serie de proyect os ¿? o 
it inerarios que le fueran of recidos, no t erminan de concret arse. Le han sido propuest os por 
diferent es profesionales t écnicos y/ o aut oridades a lo largo de los úl t imos años. Alguno de el los 
relat ivo a la inserción laboral y el acceso a la const rucción de una vivienda. Después de una serie 
int errumpida en varias oport unidades por cambios de funcionarios, coordinadores y profesionales 
t écnicos, plant ean el t emor por part ida doble: t emor por el dest ino del j oven y t emor porque el 
j oven pueda dañarlos, dados una serie de pasaj es al act o del mismo. En t rabaj o con alguno de esos 
operadores aparece el “ violent o” desenf reno pulsional (vía el consumo de sust ancias) y según el los 
“ t eorizan” una violencia en que no repara ni los reconoce a el los. El j oven no recibe asist encia 
psicot erapéut ica, por caract eríst icas propias del funcionamient o del sist ema de salud provincial . Los 
miedos de los operadores se t ornan culpa, en t ant o el los col igen que lo adecuado sería la sol ici t ud 
de int ernación en una comunidad t erapéut ica. Las comunidades t erapéut icas a las que se derivan 
pacient es est án fuera de la provincia de Río Negro. Las derivaciones impl ican la mayoría de las 
veces dif icul t ades en el seguimient o o acompañamient o, y un desarraigo dif íci l de t ramit ar, t ant o 
para t rabaj adores como para los dest inat arios mismos. Los operadores se plant ean que al moment o 
de la ext ernación el j oven se encont raría sin lugar de aloj amient o, ni posibil idad de t rabaj ar la 
“ ext ernación del CAINA” . El los mismos se regist ran culpables de t odo lo que est e j oven y ot ros no 
t uvieron a lo largo de t ant os años. Los miedos de el los se relacionan con su propia int egridad f ísica y 
la del dest inat ario. Los cort ocircuit os en la puest a en marcha de las l íneas de polít ica públ ica, y la 
rupt ura de la cadena de t ransmisión de saberes en la inclusión de profesionales hace el rest o. Sus 
t eorías acerca de la adicción conf luyen enimaginar ios comunes acerca del arrasamient o del suj eto 
y la preeminencia del obj et o t óxico, que según sus apreciaciones, siendo l impiado permit iría que el 
j oven pueda ser él . Dist int as visiones acerca de cómo era est e j oven hace un t iempo ent ran en 
cruce. Operadores recientement e incluidos ext ienden en el t iempo hacia at rás las caract eríst icas 
que el j oven muest ra hoy. Operadores más ant iguos relat an ot ra cosa. La cert eza que est os j óvenes 
no son para el CAINA y la af irmación que hoy los j óvenes son así, van produciendo encont ronazos. 
¿Cómo son los j óvenes hoy? Tenemos miedo por su vida y por la nuest ra. 
El coordinador ha suf rido un accidente aut omovil íst ico el día ant erior y su cuerpo present a 
lesiones. Algunos int egrant es plant ean una relación direct a ent re el accident e y las sit uaciones con 
los j óvenes. Pregunt ados acerca del al t o nivel de presencia en est e encuent ro, responden a coro: 
nos dej aron solos. Las aut oridades se desent endieron hace t iempo. Ahora o pensamos nosot ros o 
corremos riesgo de vida. Se les propone debat ir acerca de sus punt os de vist a y la angust ia y el 
 
2 CAINA: Centro de atención integral para adolescentes, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de 
Río Negro. Los operadores del mismo (personal a cargo de los cuidados cotidianos de los destinatarios albergados allí) 
asisten, en este caso puntual con muchas interrupciones, a lo largo del año 2014/2015 a espacios de acompañamiento y 
supervisión de las prácticas por parte del equipo del PIV094. 
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enigma t ienen lugar. Surge al l í una demanda hacia el equipo de invest igación: “ ¿nos ayudarían 
ust edes a elaborar un informe que permit a que las aut oridades se ent eren y t omen en serio lo que 
t enemos para decir? ¿Exist iría la posibi l idad que hablemos con ot ros int egrant es del Minist erio para 
que el j oven sea esperado y conect ado con alguna ot ra inst ancia de apoyo a su regreso? Para esa 
al t ura el int ercambio va permit iendo que se inst alen como prot agonist as del lazo que permit iría 
escribir un marco reglament ario operat ivo de funcionamient o para el hogar. Revisarán mat eriales 
ant eriores en vigencia en ot ros moment os y discut irán acerca de su viabi l idad. Est án enlazados 
ahora pensando no solo ya en la int egridad f ísica. 
El lazo social (uno de los lazos posibles) que al decir de Rolando Karot hy es f igura princeps 
de la subl imación pulsional, se pone en marcha. 3 Tal vez las pregunt as a las que nos enlazan puedan 
t ornarse invest igación para el los y por ende lugar para nuevos j óvenes. 
Convengamos que un lazo privi legiado, que se inst ala a part ir de la demanda, es aquel al 
que l lamamos en psicoanál isis t ransferencia y que t ambién es deposit ario de aquellas mociones 
inconscient es a las que damos el nombre de pulsiones. 
 
 
 
3En Seminario “Violencia en la sociedad contemporánea”, dictado en Viedma mayo de 2015. Inédito. 
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“ Comunidad Russel l” , Clase Nro.2, 2008. 
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Buenos Aires: Paidós. 1987. 
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