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De neuronas, emociones y motivaciones S A L U D w w w .fo nd od ec ul tu ra ec on om ic a. co m D e n eu ro n as , e m o ci o n es y m o ti va ci o n es P A S A N T E S Todas las emociones que experimentamos, las conductas que adoptamos frente a nuestro entorno y nuestra manera de percibir el mundo se originan en el cerebro, y gracias al estudio de los diferentes procesos químicos, biológicos y físicos que se realizan en él comenzamos a entender los fundamentos de la personalidad. En esta obra Herminia Pasantes describe la forma en que las conexiones neuronales y la abundancia o carencia de neurotransmisores —los mensajeros químicos entre las neuronas— tienen una influencia directa en nuestra forma de ser y de actuar, y por qué se les considera el origen de afecciones como la depresión y el autismo, así como la explicación a los efectos de las drogas en nuestro comportamiento y percepción, o el principio para comprender mejor la diversidad en la identidad sexual y de género. Herminia Pasantes es bióloga por la unam y doctora en ciencias por la Universidad de Estrasburgo, Francia. En 2001 fue reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y actualmente es investigadora emérita en el Instituto de Fisiología Celular de la unam, donde estudia las psicopatologías en neuronas y células gliales. 1 5 8 H E R M I N I A P A S A N T E S L A C I E N C I A PA R A T O D O S 158 158 L A C IE N C IA P A R A T O D O S S A L U D Reimpresión 2017/Forro rústico 13.5 x 21 cm/ 184 pp/ lomo 9 mm / interiores papel cultural 75grs / Diseño: Teresa Guzmán /Tamaño del documento 27.9 cm x 21 cm Nueva edición Pasantes_De neuronas_FORRO_Reimp 2017.indd 1Pasantes_De neuronas_FORRO_Reimp 2017.indd 1 30/04/18 5:55 p.m.30/04/18 5:55 p.m. DE NEURONAS, EMOCIONES Y MOTIVACIONES La Ciencia para Todos En 1984 el Fondo de Cultura Económica concibió el proyecto editorial La Ciencia desde México con el propósito de divulgar el conocimiento científi co en español a través de libros breves, con carácter introductorio y un lenguaje claro, accesible y ame- no; el objetivo era despertar el interés en la ciencia en un públi- co amplio y, en especial, entre los jóvenes. Los primeros títulos aparecieron en 1986, y si en un princi- pio la colección se conformó por obras que daban a conocer los trabajos de investigación de científi cos radicados en México, diez años más tarde la convocatoria se amplió a todos los países hispanoamericanos y cambió su nombre por el de La Ciencia para Todos. Con el desarrollo de la colección, el Fondo de Cultura Eco- nómica estableció dos certámenes: el concurso de lectoescri- tura “Leamos La Ciencia para Todos”, que busca promover la lectura de la colección y el surgimiento de vocaciones entre los estudiantes de educación media, y el Premio Internacional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo, cuyo propósito es incentivar la producción de textos de científi cos, periodistas, divulgadores y escritores en general cuyos títulos puedan in- corporarse al catálogo de la colección. Hoy, La Ciencia para Todos y los dos concursos bienales se mantienen y aun buscan crecer, renovarse y actualizarse, con un objetivo aún más ambicioso: hacer de la ciencia parte funda- mental de la cultura general de los pueblos hispanoameri canos. Comité de selección de obras Dr. Antonio Alonso Dr. Francisco Bolívar Zapata Dr. Javier Bracho Dr. Juan Luis Cifuentes Dra. Rosalinda Contreras Dra. Julieta Fierro Dr. Jorge Flores Valdés Dr. Juan Ramón de la Fuente Dr. Leopoldo García-Colín Scherer † Dr. Adolfo Guzmán Arenas Dr. Gonzalo Halfft er Dr. Jaime Martuscelli Dra. Isaura Meza Dr. José Luis Morán López Dr. Héctor Nava Jaimes Dr. Manuel Peimbert Dr. José Antonio de la Peña Dr. Ruy Pérez Tamayo Dr. Julio Rubio Oca Dr. José Sarukhán Dr. Guillermo Soberón Dr. Elías Trabulse Herminia Pasantes DE NEURONAS, EMOCIONES Y MOTIVACIONES la ciencia/158 para todos Primera edición, 1997 Segunda edición, 2003 Tercera edición, 2017 Primera edición electrónica (pdf), 2018 Pasantes, Herminia De neuronas, emociones y motivaciones / Herminia Pasantes — 3ª ed. — México : FCE, SEP, Conacyt, 2017 180 p. : ilus. ; 21 × 14 cm — (Colec. La Ciencia para Todos ; 158) Texto para nivel medio y medio superior ISBN 978-607-16-5481-6 1. Neuropsicología 2. Neurociencias 3. Ciencias de la salud 4. Divulgación científica. I. Ser. II. t. LC QP361.5 P36 Dewey508.2 C569 v.158 La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero D. R. © 1997, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com www.fondodeculturaeconomica.com Tel. (55) 5227-4672 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-607-16-5481-6 (impresa) ISBN 978-607-16-5712-1 (pdf) Hecho en México - Made in Mexico 9 ÍNDICE Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 I. ¿Cómo funciona el cerebro? Principios generales . . . . . 17 La conversación entre las neuronas. De Cajal al Proyecto del Conectoma Humano . . . . . . . . . 25 Los transmisores químicos, interlocutores de la comunicación neuronal . . . . . . . . . . . . . . . 30 ¿En qué consistió este experimento? . . . . . . . . . . . . 31 ¿Cómo son los transmisores químicos? . . . . . . . . . . 33 La conversación entre las neuronas: transmisión sináptica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 ¿Cómo se libera el neurotransmisor? . . . . . . . . . . . . 35 Las moléculas que reciben el mensaje: los receptores 36 Amplifi cando la conversación: las cadenas de señalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Interferencias en la comunicación neuronal . . . . . . . 40 II. Ansiedad y depresión, los grandes problemas emocionales de nuestro tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 La ansiedad es un mecanismo de defensa natural . . . 44 Ansiedad en niños y adolescentes . . . . . . . . . . . . . . 49 Ansiedad en los ancianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 La ansiedad está en el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 10 La ansiedad se puede manipular modifi cando los niveles de los neurotransmisores . . . . . . . . . . 54 La depresión y la incomprensión . . . . . . . . . . . . . . . 59 Los antidepresivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 ¿La depresión es hereditaria? . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 El trastorno bipolar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 III. El cerebro activo, funcional, pero distorsionado . . . . . 82 Los grandes trastornos de la conducta emocional: esquizofrenia y autismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 La esquizofrenia: un trastorno de la comunicación neuronal mediada por dopamina . . . . . . . . . . . . 85 Algunas redes de conectividad neuronal están afectadas en la esquizofrenia . . . . . . . . . . . . . . . 89 ¿La esquizofrenia se hereda? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 El autismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 El síndrome de Asperger es una variedad interesante del tea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 El tea es un trastorno del neurodesarrollo . . . . . . . . 104 Autismo y genética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 Tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 IV. Esclavo de tu cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 El carácter y la percepción dela vida cambian con las drogas, pero por corto tiempo y a altísimo costo 109 Lo que sabemos acerca de los mecanismos de acción de las drogas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Drogas con efectos estimulantes . . . . . . . . . . . . . . . 113 Drogas psicoactivas socialmente permitidas: nicotina, cafeína, alcohol . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Tolerancia, adicción y síndrome de abstinencia . . . . 131 Las drogas y el cerebro adolescente . . . . . . . . . . . . . 136 11 V. Amor, erotismo y sexualidad… en el cerebro . . . . . . . 140 En amor está en el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 ¿Cuánto dura el amor? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141 Sexo y erotismo. El cerebro creativo . . . . . . . . . . . . . 143 Lateralización del cerebro. ¿Existe un cerebro femenino y un cerebro masculino? . . . . . . . . . . 147 Diferencias entre los sexos en la morfología y la fi siología cerebral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152 La diferenciación sexual del cerebro se determina durante la gestación, pero ¿es defi nitiva? . . . . . . . 155 Cerebro y orientación sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158 Transexualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 Comentarios fi nales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 La emoción en hombres y mujeres. Las neuronas espejo y el amor a primera vista . . . . . . . . . . . . . 167 Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Lecturas sugeridas y referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 13 INTRODUCCIÓN Luis y Diego son hermanos. Se llevan sólo un año y a sus 18 y 19 años son muy semejantes físicamente. Los dos son altos, delgados, con un semblante muy parecido, la misma nariz, los labios gruesos y los ojos de color café claro. Pero ahí termina el parecido. Luis lleva el pelo corto, mientras que Diego lo tiene largo y recogido en una pequeña cola de caballo. Luis es serio y reservado, mientras que Diego sonríe hasta con la mirada. Tiene una expresión relajada y en sus movi- mientos se advierte una alegría contagiosa. Los dos son buenos estudiantes. Luis estudia física y Diego, ecología. A pesar de ser el mayor, Luis no ha tenido novia, y aunque es buen compañe- ro, apreciado por todos, prefi ere mantenerse alejado de las lin- das jóvenes estudiantes universitarias. Diego, en cambio, es ex- tremadamente popular entre sus compañeras y ya ha tenido varias novias. Los fi nes de semana los pasan también de mane- ra muy distinta. A Luis le gusta quedarse leyendo, buscando in- formación en la computadora, y escuchando música, desde Pink Floyd hasta Weezer o Supergrass. Parece que, en secreto por supuesto, escribe poemas. Diego, en cambio, tiene como mínimo una invitación a una fi esta cada semana, y cuando no está de fi esta sale con sus amigos a divertirse en las no- ches. También le gusta el ejercicio físico y, a pesar de haber trasnochado, muchas veces sale temprano el domingo a andar 14 en bicicleta o a nadar. A Luis le gusta caminar, y da largos pa- seos por el parque cercano a su casa, un viejo parque en Coyoa- cán, solitario y melancólico. A Diego le encantan los deportes, ve por televisión todos los juegos de futbol importantes, los fi - nales de campeonatos, tiene sus equipos favoritos y celebra emocionado los avatares del juego. Luis se burla de él y se en- cierra en su cuarto a ver películas de terror. La diferencia entre los dos muchachos, tan cercanos en edad y educados en la misma familia, parece sorprendente. No lo es, sin embargo, para sus familiares y amigos cercanos, para quienes queda bien claro que Luis “es igualito” a su papá, mien- tras que Diego se parece muchísimo a su mamá. Andrés, el papá de los jóvenes, es un muy destacado investigador en bio- logía molecular. Los que lo recuerdan de joven dicen que era idéntico a Luis. Sólo tuvo una novia, que seguramente fue quien tomó la iniciativa de iniciar el noviazgo, y con ella se casó poco después de terminar su posdoctorado. A ella, Elena, la re- cuerdan como una joven muy linda, con un carácter alegre, fi estera, estudiante de química pero no muy dedicada a los es- tudios. Es todavía un misterio para sus amigos de entonces qué fue lo que le atrajo de ese joven instructor de prácticas en la Facultad de Química, aún estudiante de doctorado, tan serio, retraído y aparentemente refractario a los encantos de las jóve- nes que buscaban ser químico-farmacobiólogas. No se resolvió el misterio, pero Andrés y Elena se casaron y llevan 21 años de vida matrimonial feliz. Poco después de casarse tuvieron a Luis y a Diego, y muchos años después, a una niñita, Sofía, que ac- tualmente tiene nueve años y es la favorita de sus hermanos. ¿Dónde está la diferencia entre estos dos jóvenes? Si se les hiciera un electrocardiograma, un análisis de sangre o un perfi l hormonal seguramente no se advertiría ninguna diferencia sig- nifi cativa entre ellos. ¿Dónde está la causa de su actitud tan dis- tinta ante el mundo? El parecido con sus respectivos padres no parece ser producto de su educación, ¿es, entonces, que han he- redado alguno de los rasgos de su personalidad? ¿Quiere esto 15 decir que los rasgos de la personalidad se heredan? Si es así, sucede que son los genes* los que, al expresarse en forma de una proteína en alguna de nuestras células, determinan nuestro carácter. Así que, ¿dónde se originan?, ¿qué son los rasgos de la personalidad? En otros tiempos, y tal vez aun ahora, mucha gente ha pen- sado que el carácter es algo indefi nible y que podría ser un atri- buto del espíritu (el cual, como todos sabemos, es lo menos de- fi nible). Y eso a pesar de que en el siglo v Hipócrates ya había relacionado la personalidad con la combinación de los cuatro humores orgánicos: bilis negra, bilis amarilla, sangre y linfa. Defi nió a los individuos como linfáticos, coléricos, sanguíneos y melancólicos, según la predominancia de uno u otro de estos fl uidos corporales. En estos tiempos, sin embargo, la mejor manera de convencer a los escépticos de que el carácter radica esencialmente en el cerebro es la sencilla demostración experi- mental de que la administración de una sustancia química con una acción bien conocida en el cerebro puede convertir al re- servado y serio Luis en el alegre e intrépido Diego. Esto no es ciencia fi cción, es sólo ciencia; desafortunadamente, todavía incipiente, y en el momento actual puede ser tan peligrosa como la caja de Pandora. Trataremos de explicar esto en los ca- pítulos siguientes. * Todos los términos que aparecen en negritas a lo largo del texto remiten al glosario al fi nal de la obra. 17 I. ¿Cómo funciona el cerebro? Principios generales El cerebro de la iguana, el de Kant y el del hombre común funcionan con los mismos principios básicos. El cerebro, como todo en el organismo animal, está formado por células, pero las del cerebro son excepcionales por su im- presionante diversidad, por la complejidad de sus formas, por la intrincadísima red que comunica a unas células con otras. Algunas son modestamente estrelladas, otras recuerdan, por su forma, a los animales marinos, calamares y medusas, otras tie- nen bifurcaciones complejas, y otras más, en fi n, exhiben in- creíbles penachos con ramifi caciones que se extienden en áreas muchas veces mayores que el cuerpo de la célula (fi gura i.1). Las células del cerebro se llaman neuronas. La estructura y comunicación entre las neuronas, en los albores de este siglo, fueron descritas magistralmente por el sabio español Santiago Ramón y Cajal —un gigante de la ciencia—, quien encontró en el minucioso escudriñar de las laminillas bajo el microscopio una característica fundamental de la comunicación entre las células nerviosas: casi nunca se tocan, están separadaspor pe- queñísimos espacios, cuyo signifi cado y enorme importancia vendrían a conocerse mucho tiempo después. A pesar de las di- ferencias en la forma de las neuronas, su estructura en los sitios en los que se comunican unas con otras es, en general, pareci- da. La parte de la neurona que “habla” con otra neurona tiene siempre una estructura típica, y la región de la neurona que re- cibe ese contacto también tiene una forma característica. A esta 18 zona de interacción de las neuronas se le llama sinapsis (del griego σύν, sýn, “junto”, y ἅπτειν, haptein, “agarrar” = unión, en- lace), y su funcionamiento es esencial para explicar prácticamen- te todas las acciones del cerebro, desde las más sencillas, como ordenar a los músculos que se contraigan y se relajen en forma coordinada para llevar a cabo un simple movimiento, hasta las más complicadas tareas intelectuales, pasando también por las funciones que originan, controlan y modulan las emociones. A través de esta comunicación, las neuronas forman redes complicadísimas, que estamos lejos de conocer por completo. Sabemos que algunos de estos circuitos están relacionados con el movimiento, otros con el sueño, y otros más con las emocio- nes y la conducta. La identifi cación de estos circuitos puede lo- grarse con distintos métodos, pero uno relativamente simple consiste en estimular una neurona o un grupo de neuronas y luego tomar un registro en las neuronas que sospechamos que Figura i.1. Variedad de formas de las neuronas. 19 se comunican con las primeras. Tanto la estimulación como el registro se llevan a cabo mediante los electrodos, los cuales son pequeñísimos tubos de vidrio que contienen soluciones que permiten el paso de la corriente eléctrica. A través del electro- do se hace pasar una corriente eléctrica muy pequeña, y si la neurona estimulada está en conexión con la que se está regis- trando, se advertirá una señal eléctrica. De esta forma pueden rastrearse los contactos funcionales entre las células nerviosas. Los primeros circuitos funcionales identifi cados fueron los más sencillos, como aquellos que, partiendo de la corteza cere- bral, terminan en distintos músculos del cuerpo. El procedi- miento para su localización también fue muy rudimentario. Las observaciones pioneras en este campo se hicieron durante la guerra entre Prusia y Dinamarca, alrededor de 1864, cuando el médico alemán Gustav Th eodor Fritsch se dio cuenta de que al tocar algunas áreas descubiertas del cerebro de algunos heri- dos se producían movimientos musculares siempre en el mis- mo lugar. Terminada la guerra, al volver a la práctica médica en Berlín, él y un colega suyo, Eduard Hitzig, comenzaron a dise- ñar experimentos para demostrar esta posibilidad. Como no contaban con instalaciones ni laboratorios equipados de nin- guna naturaleza, hicieron sus experimentos en la casa del doc- tor Hitzig, utilizando perros a los cuales anestesiaban y estudia- ban sobre la mesa de costura de la señora Hitzig, quien ciertamente debió ser una mujer muy tolerante. Estos experimentos demostraron la localización de las fun- ciones motoras en la corteza del cerebro y la existencia de co- nexiones neuronales desde allí hasta los músculos. Otros investigadores prosiguieron esta tarea con más deta- lle y, suponemos, con mejores condiciones para realizar su tra- bajo, y consiguieron hacer un “mapa” de las funciones localiza- das principalmente en la corteza. De esta forma se pudo determinar que existen áreas visuales (corteza visual), auditivas (corteza temporal) o para la percepción táctil (fi gura i.2). Con técnicas más elaboradas se localizaron también áreas de la cor- Movimientos finos Percepción somestésica Sensibilidad táctil Movimiento Emociones Audición Integración visual Visión Lenguaje Funciones intelectuales Integración auditiva Figura i.2. Áreas en la corteza cerebral donde se localizan las neuro- nas relacionadas con distintas funciones. Tálamo (estación repetidora de información) Glándula pituitaria o hipófisis Hipocampo (interviene en el almacenamiento de la memoria) Hipotálamo (control de procesos físicos automáticos) Circunvolución cingulada (interviene en el comportamiento de supervivencia) FórnixCuerpo calloso Tallo cerebral Cerebelo Lóbulo frontal Figura i.3. El sistema límbico está formado por regiones neuronales como la amígdala, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y algunas zonas en la corteza. 21 teza relacionadas con funciones más complejas, como la activi- dad intelectual, y también con las emociones. Estas últimas, sin embargo, están localizadas sólo parcialmente en la corteza ce- rebral y se encuentran más bien en otras estructuras del cere- bro situadas debajo de la corteza. En particular, el conjunto de estructuras que se conocen como sistema límbico (fi gura i.3), y más precisamente el circuito mesolímbico cortical, tienen importancia en el origen y el control de las emociones. El siste- ma límbico está localizado inmediatamente debajo de la corte- za cerebral. Está formado por varias estructuras entre las que destacan el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala (fi gura i.3). El hipotálamo (fi gura i.3) tiene a su cargo la regulación de algunas conductas emocionales y de funciones como el hambre y la sed, el control de la temperatura, la fatiga y el sueño. Su re- lación con el apetito se demuestra en experimentos con ratas en las que, al serles destruidas algunas zonas del hipotálamo, dejan de comer y pueden incluso morir de hambre, literal- mente en medio de la más apetitosa comida, pues tienen la continua sensación de saciedad. Esta región del hipotálamo se conoce como el centro de la saciedad. Estos experimentos nos indican que las ratas no conocen el pecado de la gula, tan fre- cuente en la especie humana, ya que, a diferencia de muchos de nosotros, el animal al sentirse saciado deja de comer. Existe también el núcleo opuesto, es decir, un grupo de neuronas que, al ser destruidas, hacen que el animal pierda la capacidad de sen- tirse saciado y siga comiendo. Por supuesto, estas funciones en el hipotálamo responden a señales, como el nivel de glucosa en la sangre que lo induce a alimentarse, que se encuentran bajo otras infl uencias nerviosas, principalmente de la corteza, inclui- das las del origen del pensamiento y la imaginación. Así, sobre todo en el humano, el impulso de comer se puede modifi car ante la vista o aun ante la simple evocación de alimentos apetitosos. Estos núcleos del hipotálamo están modulados por infl uen- cias de la corteza y otros centros que determinan la amplitud 22 y el vigor de la respuesta hipotalámica. Dentro del sistema límbico se localizan núcleos neuronales cuya función es más compleja que la del simple alimentarse, atacar o reproducirse. Es el circuito mesolímbico cortical, el circuito de las emociones. La identifi cación de este circuito derivó de las observaciones de Olds y Milner, en la Universidad McGill, en Canadá, durante los años cincuenta. Estos investigadores se hallaban interesados en el estudio del sueño y la vigilia, y el diseño experimental para su investigación incluía la estimulación por medio de un pequeño electrodo de una cierta zona del cerebro, dentro del sistema límbico, que el animal debía autoadministrarse pisan- do una palanca si quería recibir alimento como recompensa (fi gura i.4). Por error, en una ocasión el electrodo de estimulación fue implantado un poco más abajo de la zona deseada y, para sor- presa de los investigadores, al cabo del primer autoestímulo en esta región con el recurso de pisar la palanquita, la rata ya no tenía mayor interés en la recompensa o en explorar los espa- cios, sino que volvía una y otra vez a oprimir la palanca, y con Figura i.4. Dispositivo experimental en el cual la rata puede auto- administrarse estímulos eléctricos o sustancias químicas presionando la palanca. 23 ello a aplicarse el estímulo en el lugar delsistema límbico en el que se encontraba el electrodo. Evidentemente, los fi siólogos se percataron de inmediato de la importancia de su descubri- miento, y olvidando su proyecto anterior acerca del sueño se dedicaron a afi nar y desarrollar una investigación acerca de este fenómeno asociado a lo que denominaron el circuito del placer. Ese nombre no les pareció muy serio a los científi cos de entonces y se cambió por el que ahora se le conoce: el circuito de recompensa. Este circuito tiene dos vías principales, la me- solímbica y la cortical. La vía mesolímbica es la que comunica el área ventral tegmental con el núcleo accumbens, y la cortical es la que comunica el núcleo acumbens con la corteza prefrontal media (fi gura i.5). Las neuronas de este circuito usan la dopa- mina como neurotransmisor. En tanto es el circuito cerebral de Figura i.5. El circuito mesolímbico cortical conecta las áreas del ce- rebro que procesan las emociones. Las conexiones se establecen entre el área tegmental ventral y el núcleo accumbens. El área tegmental ven- tral envía proyecciones a la corteza cerebral prefrontal. Estas conexio- nes usan mayormente a la dopamina como neurotransmisor. 24 las emociones, estaremos mencionándolo con mucha frecuen- cia en los capítulos que siguen. Un circuito muy importante relacionado con las emociones es el que conecta algunas estructuras del sistema límbico, como la amígdala y el hipocampo, con otras regiones del cerebro, como el estriado, y también con varias zonas de la corteza cere- bral. Este circuito está relacionado con las emociones negati- vas, como la depresión, y usa preferentemente la serotonina como neurotransmisor. Los circuitos de las emociones están estrechamente conec- tados con la corteza cerebral. En ciertas zonas de la corteza, los lóbulos prefrontales y frontales, se encuentran las áreas que, idealmente, van a moderar nuestras conductas, que van a en- tender racionalmente las emociones y van a elaborar planes concretos para reaccionar ante ellas. Es posible imaginar, a la luz de estos sencillos experimen- tos, que la diferencia entre un individuo colérico y otro apaci- ble puede ser que, en el primero, estos centros de la agresividad en el sistema límbico estén menos controlados por acciones in- hibidoras de otras neuronas, o más activados por una preemi- nencia de neuronas excitadoras. El mismo razonamiento podría aplicarse a los centros hipotalámicos del hambre y la saciedad e imaginar que esa afi ción por la comida que tenemos muchos de nosotros y que, por supuesto y desafortunadamente, se refl eja en las redondeces de la fi gura, tenga una explicación, en parte, en el tipo de control que la corteza u otras estructuras ejercen so- bre los núcleos del hipotálamo. No es tan descabellado suponer que la afi rmación popular acerca del buen carácter de los gor- ditos tenga una base neurofi siológica a nivel del control de los núcleos del hipotálamo relacionados con la regulación del ape- tito y con otros aspectos del sistema emocional cerebral. La extrapolación podría parecer bastante simplista, pero no deja de tener su contraparte experimental cuando sabemos que la administración de ciertas drogas, como las anfetami- nas, que precisamente actúan aumentando la efi ciencia de algu- 25 nas conexiones neuronales del tipo de las que se encuentran en el sistema límbico, da como resultado una pérdida casi total del apetito, además de modifi car espectacularmente muchos ras- gos del carácter del individuo, como veremos en otros capítulos. El esquema de que lo que consideramos una actitud emocional tiene su asiento en el sistema nervioso va cobrando así cierta lógica. A lo largo de décadas las investigaciones han mostrado que las observaciones hechas en animales como la rata son válidas también para el humano. Los científi cos saben que las diferen- cias entre la especie humana y los otros animales no son tan grandes en lo que se refi ere a su comportamiento biológico, y que la enorme diferencia que evidentemente existe entre el gato y un ciudadano común, por no hablar de las mentes privilegia- das como Kant o Einstein, radica no en una diferencia en los principios generales con los que opera el sistema nervioso, que son exactamente los mismos, sino en la extrema complejidad de las conexiones interneuronales y tal vez en otros elementos que aún desconocemos. No hay que olvidar que el problema mente-cerebro, es decir, el de la localización celular de las fun- ciones mentales superiores, no se ha resuelto, y es uno de los grandes retos de la neurobiología moderna. La conversación entre las neuronas. De Cajal al Proyecto del Conectoma Humano Si consideramos que la riqueza y la complejidad del pensa- miento y del comportamiento humano son, en buena medida, un refl ejo de la comunicación que existe entre sus neuronas, se justifi ca dedicar un espacio a este tema. De hecho, en esta déca- da la comunicación entre las neuronas será objeto de uno de los más ambiciosos proyectos de investigación de la humani- dad: el Proyecto Internacional del Conectoma Humano. Así como en la década pasada se realizó el estudio del genoma hu- 26 mano, ahora se intentará identifi car las conexiones estructurales y funcionales de las neuronas, así como los cambios que experi- mentan en el tiempo y el espacio, en el cerebro sano y el cerebro enfermo. Este proyecto sentará las bases para reconocer los cam- bios en la interconectividad neuronal asociados o responsables de las enfermedades neurodegenerativas y el envejecimiento, la esquizofrenia y el autismo, la depresión y la ansiedad. El mapa de las conexiones neuronales permitirá entender la sensibilidad in- dividual a las drogas psicoactivas, y comprender las razones de la variación individual en el carácter, las capacidades cognosciti- vas, los rasgos emocionales y la percepción del entorno. Se apro- ximará al entendimiento de la plasticidad cerebral, sin duda la propiedad más importante para la adaptación y la evolución de Figura i.6. Imagen obtenida en los estudios del Proyecto Internacional del Conectoma Humano. 27 la especie humana. Finalmente, este proyecto representa un abordaje sólido para comenzar a entender el tema más comple- jo de la neurobiología, el fundamento biológico de la concien- cia. Sin embargo, tiene que reconocerse que el estudio del co- nectoma humano es posiblemente más complejo que el del genoma humano (fi gura i.6). Las neuronas se comunican a través de su axón. Existen dos tipos de prolongaciones en las neuronas, unas generalmente ramifi cadas, que confi eren a estas células su aspecto estrellado o arborizado característico, y otras más largas y más sencillas, los axones, que son aquellas a través de las cuales las neuronas se comunican entre sí (fi gura i.7). La parte fi nal del axón, que es- tablece la comunicación con la neurona adyacente, se llama terminal sináptica o presinapsis, y se identifi ca en un gran nú- mero de sinapsis por la presencia muy característica de estruc- turas esféricas: las vesículas sinápticas (fi gura i.7b), cuya fun- ción es clave para la comunicación interneuronal, como se verá más adelante. En la parte de la neurona que recibe esta comu- nicación, la neurona postsináptica, no se observan estructuras tan características, pero sí se sabe que están presentes unas mo- léculas muy importantes, los receptores, encargados de recibir el mensaje que la neurona presináptica quiere comunicar. Esta descripción corresponde a las sinapsis llamadas químicas, por- que, como se verá después, se comunican a través de un men- sajero químico. Existen, aunque en menor número, otro tipo de sinapsis en las cuales la comunicación entre las dos neuronas es directa y no necesita un puente químico. Éstas son las sinapsis eléctricas, que llevan a cabo una comunicación rápida y senci- lla entre las neuronas. Las sinapsis químicas, en cambio, aun- que más lentas, tienen mayores posibilidades de regulación y amplificación, como se explicará más adelante. Las células del cerebro reciben decenas de estos mensajes de otras neuronas, la mayor parte de los cuales se transmiten a través de sinapsis de esta naturaleza. ¿Cómo se sabe que la neu- rona recibió un mensaje de otra neurona? Las neuronas mane- (a) Dendritas Dendritas Cuerpo celular (soma) Vaina de mielina Axón Núcleo Sinapsis (b) Figura i.7. a) Una neurona típica está formada por el soma y dos tipos de prolongaciones: las dendritas, cortas y ramifi cadas, y el axón, más largo. En el extremo del axón se establece la comunicación con otras neuronas a través de las terminaciones o botones sinápticos que contie- nen las vesículas sinápticas donde se almacenan los neurotransmisores. b) Estructura de la sinapsis en la que se observan el espacio sináptico, las vesículas sinápticas de la neurona presináptica y los engrosamientos típicos de la neurona postsináptica. 29 jan un lenguaje eléctrico, es decir, a base de cambios en las car- gas eléctricas que llevan algunos elementos químicos, muy importantes para la función del cerebro, que son los iones. Los más destacados son el sodio y el potasio, que tienen carga eléc- trica positiva, y el cloro con carga eléctrica negativa. Estos io- nes son fundamentales para el sistema de comunicación de las neuronas. En el interior de las células nerviosas predomina el potasio y algunas proteínas también con carga eléctrica, mien- tras que afuera existe una alta concentración de sodio y cloro. Estas diferencias en la concentración de las moléculas cargadas dan como resultado una diferencia en la distribución de las cargas eléctricas y éste es el lenguaje que entienden las neuro- nas. Cuando la neurona está “callada”, su interior es más negati- vo eléctricamente que el exterior, pero esta situación cambia abruptamente cuando la neurona se comunica con otras neu- ronas. Una neurona se comunica con muchísimas otras neuro- nas al mismo tiempo. Le puede llegar una cantidad enorme de mensajes que la neurona integra conjuntamente y, de acuerdo con la resultante de esta integración, tendrá una carga más ne- gativa o más positiva que en el estado de reposo. Estos mensa- jes, en realidad, consisten en un cambio en la distribución de las cargas eléctricas dentro de la neurona, porque su membra- na se hizo más o menos permeable a los iones; el cambio de la permeabilidad de la membrana se debe a la acción de sustan- cias químicas, los neurotransmisores, que son los comunica- dores del mensaje entre las neuronas. ¿Qué sucede entonces? Si la neurona tiene una carga más positiva se genera una onda de información eléctrica, el poten- cial de acción (fi gura i.8), la cual se propaga muy rápidamente en el interior de la célula, en todas direcciones y también a tra- vés del axón, que, recordemos, tiene en su extremo la terminal por la que se comunicará con la siguiente neurona. Si el poten- cial de acción al fi nal del axón llega a una sinapsis eléctrica, la corriente pasa directamente a la siguiente neurona, pero si se trata de una sinapsis química lo que sucede es que el cambio en 30 la carga eléctrica abre unos poros por los cuales entra a la célula el ion calcio, muy importante para el funcionamiento del siste- ma nervioso. Cuando aumenta la concentración de calcio en la terminación presináptica, la neurona moviliza el neuro- transmisor hacia el espacio sináptico, que constituirá un puen- te químico entre las dos neuronas. Lo que sucede después me- rece un párrafo aparte. Los transmisores químicos, interlocutores de la comunicación neuronal A principios de este siglo se iniciaron las investigaciones que han ido esclareciendo el complicadísimo proceso de la comunica- ción entre las células nerviosas. El descubrimiento del papel de los neurotransmisores en esta comunicación está asociado a K + + + +- - - - - -+ + - - - -+ + + + + +- - Na K+ Na+ Repolarización Potencial de acción Nodo de Ranvier Dirección del impulso Mielina Área próxima de despolarización Figura i.8. El cambio en la permeabilidad de la membrana al sodio genera una onda eléctrica, el potencial de acción, que se transmite por el axón hasta llegar a la terminación sináptica en la que induce la libe- ración del neurotransmisor. 31 una anécdota muy simpática, como hay muchas en la historia de los descubrimientos. El fi siólogo alemán Otto Loewi, en los años treinta, estudiaba la forma como las células nerviosas transmiten su mensaje a las fi bras musculares del corazón de la rana, y tenía la idea de que esta comunicación estaba mediada por una sustancia química que, liberada de los nervios, o sea, de la sinapsis al fi nal del axón, transmitiría una señal a las fi - bras musculares del corazón, del mismo modo que una neuro- na se comunica con otra. Él mismo cuenta que una noche, cuando estaba medio dormido, se le ocurrió una forma muy simple para probar su hipótesis. Vio con claridad meridiana las posibilidades de demostrar sus ideas gracias a un diseño expe- rimental muy sencillo (que luego describiremos) y rápidamen- te, tomando un papel y un lápiz, esbozó los lineamientos del experimento. Feliz con su ocurrencia se durmió profundamen- te. Al día siguiente, en la adusta atmósfera del laboratorio, re- leyó las líneas garrapateadas la noche anterior, y, analizando críticamente el experimento, desechó la idea de llevarlo a cabo, considerándolo demasiado elemental. Algunas semanas des- pués, de nuevo en la semiinconsciencia del sueño, volvió a ver con claridad las potencialidades del experimento que había concebido. Esta vez no esperó a la mañana siguiente; en ese mismo momento se vistió, fue al laboratorio, tomó sus ranas y realizó el experimento que dio inicio a toda la moderna bioquí- mica del cerebro. ¿En qué consistió este experimento? Todo aquel que haya pasado por la escuela secundaria sabe que el corazón de los animales, y el de las ranas en particular, sigue latiendo después de haberse extraído, si se coloca en una solu- ción con los elementos básicos del plasma sanguíneo. Una téc- nica un poco más complicada es la extracción del corazón jun- to con los nervios que modulan el latido cardiaco. Un nervio no es otra cosa que un haz de axones de un conjunto de neuronas. 32 Como describimos en el párrafo anterior, a través de los axo- nes se envía el mensaje a la siguiente neurona o a una fi bra muscular. Si se estimula el nervio, por ejemplo, con un choque eléctrico, el latido del corazón disminuye su fuerza y su fre- cuencia y esto puede registrarse mediante un sencillo equipo de laboratorio. En el experimento a que nos referimos, que se ilustra en la fi gura i.9, se extrajo un corazón de rana, con su nervio respectivo, y se colocó en un recipiente que contenía la solución fi siológica junto con otro corazón de rana pero sin que existiera ningún contacto entre ellos. La hipótesis del doctor Loewi suponía que la comunicación entre la neurona a través de su axón y la fi bra muscular se llevaba a cabo a tra- vés de una sustancia química, capaz de difundirse en el medio. Figura i.9. Dispositivo experimental utilizado por Otto Loewi para demostrar la existencia de un neurotransmisor, en este caso, la acetil- colina que reduce la contracción cardiaca. 33 Al estimular el nervio del corazón número 1, su fuerza de con- tracción disminuye, pero si el mediador de esta acción fuera una sustancia química, capaz de difundirse en el medio, el co- razón número 2 respondería también disminuyendo la fuerza de su contracción, aunque estuviera separado del nervio y del otro corazón. Podemos imaginar la emoción del doctor Loewi cuando la plumilla del aparato que registraba las señales del co- razón número 2 comenzó a disminuir su ritmo hasta casi cesar las contracciones del corazón, demostrando así su hipótesis. El análisis y la identifi cación de la sustancia química que consti- tuía el puente de comunicación entre el nervio y el músculo no fueron muy complicados,y así se descubrió el primer neuro- transmisor químico, al que se llamó acetilcolina. ¿Cómo son los transmisores químicos? Son generalmente sustancias sencillas, cuyas fórmulas químicas se representan en la fi gura i.10. Considerando el número enor- me de contactos que se establecen entre las neuronas, es sor- prendente el número tan pequeño de moléculas que la naturale- za ha diseñado para transmitir los cientos de miles de mensajes entre las neuronas. La mayoría de los neurotransmisores contro- lan funciones distintas. Por ejemplo, la acetilcolina da las órde- nes para el movimiento de los músculos voluntarios, pero tam- bién participa en la memoria; la dopamina, como veremos más adelante, parece ser crucial en la génesis de trastornos mentales muy severos como la esquizofrenia, pero también está involu- crada en el movimiento y su defi ciencia, es la causa de las altera- ciones motoras que se observan en los enfermos de párkinson. Los neurotransmisores pueden clasifi carse, desde el punto de vista de su estructura, en tres grandes grupos: los aminoáci- dos, las aminas y los péptidos (fi gura i.10). Todos ellos parecen intervenir en el origen y control de las emociones, aunque de algunos de ellos sabemos más que de otros. Figura i.10. Estructura química de los principales neurotransmisores. Se muestran las fórmulas de la acetilcolina y de aminoácidos neuro- transmisores. Estructura de las aminas: dopamina, norepinefrina y serotonina, que son los neurotransmisores involucrados en las emocio- nes. Se muestra también la composición de algunos neuropéptidos que funcionan como neurotransmisores o neuromoduladores. CH3 CH3 CH3 H3C N + AMINOÁCIDOS Ácido glutámico GlicinaÁcido aspártico Ácido cisteicoGABA Acetilcolina O O NH2 OH HO O NH2 HO O NH2 HO OO NH2 HO OH O O HO OH O O O S HO HO NH2 HO OH HO NH2 HO N H NH2 Y G G F M Y G G F L R P K P Q Q F F G L M E L Y E N K P R R P Y G G F M T S E K S Q T P L V T L F K N A I V K N A H K K G Q Q I Y C S Y S M E N C P L G H F R Y G A E A F P L E FK P V G K K R R P V K V Y P D G A E D E L D R Y Y I H P FY I L Q F Y C N C P R G β-endorfina AMINAS NEUROPÉPTIDOS ACTH (corticotropina) Dopamina Norepinefrina Seretonina Met-encefalina Leu-encefalina Sustancia P Neurotensina Angiotensina II Oxitocina Vasopresina 35 Esta diversifi cación de funciones para un mismo neurotrans- misor es posible porque existen muchos subtipos de receptores pa ra una misma molécula transmisora. Por ejemplo existen más de 18 subtipos de receptores para la serotonina y 16 al menos, para el glutamato. La conversación entre las neuronas: transmisión sináptica Una neurona recibe muchos mensajes, a veces 100 o más. Des- pués de integrar todos los mensajes que recibe, puede transmi- tir su propio mensaje a la célula con la que se comunica. Este mensaje es llevado por el neurotransmisor, el cual fi nalmente conducirá a un cambio en la permeabilidad de la membrana de la neurona a la cual fue enviado, con lo que el mensaje se habrá transmitido. Si se trata de un transmisor inhibidor, el cambio en la permeabilidad de la membrana hará el interior de la célu- la más negativo eléctricamente, difi cultando la excitación de la neurona. Si es un transmisor excitador, el cambio de la per- meabilidad de la membrana volverá menos negativo el interior de la célula, facilitando así la generación del impulso nervioso. Estos conceptos son de interés para el tema de este libro, ya que una alteración en cualquiera de estos pasos de comunicación puede generar profundos cambios en el comportamiento. Vale la pena, pues, dedicar espacio a explicarlos en forma sencilla. ¿Cómo se libera el neurotransmisor? Al llegar el impulso nervioso a la sinapsis, el cambio en la carga eléctrica abre canales por los cuales pasa el calcio. Este ion existe en concentraciones pequeñísimas en el interior de la célula en reposo, pero al abrirse los canales, el calcio entra y aumenta su concentración en el extremo del axón, iniciando el proceso de liberación del neurotransmisor (fi gura i.11). Éste fue un hallazgo 36 de un compatriota nuestro, Ricardo Miledi, en colaboración con Bernard Katz, a fi nales de los años sesenta en Inglaterra. A par- tir de entonces se han ido esclareciendo los detalles del mecanis- mo de liberación del neurotransmisor, y se inicia el conocimien- to de la comunicación entre las neuronas. Los neurotrans miso res se almacenan en las vesículas sinápticas, y permanecen ahí se- cuestrados hasta que el calcio los hace salir en camino hacia la neurona a la que han de transmitir el mensaje (fi gura i.11). Las moléculas que reciben el mensaje: los receptores Los neurotransmisores que han salido de la presinapsis cruzan el espacio sináptico, y ya en la membrana de la neurona post- sináptica interactúan con una molécula, el receptor, que se halla inserto en la membrana y que los reconoce, casi como una ce- rradura reconoce una sola llave. Este contacto del receptor con el transmisor inicia el cambio en la permeabilidad celular para un determinado ion y el cambio consecuente en la naturaleza y distribución de las cargas eléctricas. En algunos casos, el recep- tor es en sí mismo un canal a través del cual entran los iones, por ejemplo, el sodio. Normalmente el canal está cerrado, pero se abre al entrar en contacto con el transmisor (fi gura i.12). Aquí podría hablarse de una conversación directa. En otros ca- sos, la interacción transmisor-receptor desencadena una serie compleja de reacciones químicas que culminan con la apertura de muchos canales iónicos, llevando al resultado fi nal, que es el cambio en la permeabilidad de las neuronas, es decir, el mensa- je que la neurona quería transmitir. Los receptores postsinápticos desempeñan un papel clave en la fi siología de la conducta, como veremos después. En un principio se pensaba que cada neurotransmisor se comunicaba con un solo tipo de molécula receptora y así se hablaba del receptor del gaba, de la dopamina, de la serotonina, etc. Poco a 37 poco se ha ido descubriendo que los receptores de un mismo neurotransmisor no son siempre iguales, sino que existen fa- milias de receptores que, si bien interactúan con el mismo neu- rotransmisor, tienen diferencias tales en su estructura que obli- gan a pensar que son moléculas distintas. Estas diferencias se han identifi cado por la manera en que estos receptores reaccio- nan con distintas sustancias creadas en los laboratorios de in- Figura i.11. Esquema de la estructura de las sinapsis mostrando la terminación de la neurona presináptica con las vesículas donde se almacenan los neurotransmisores y la neurona postsináptica en la que se encuentran los receptores. Los transportadores se localizan tanto en la zona presináptica como en la postsináptica. La sinapsis en reposo, con el neurotransmisor secuestrado en las vesículas, los receptores in- activos. La sinapsis activada, las vesículas liberan el neurotransmisor y los receptores están activos. N eu ro na p re si ná pt ic a N e u ro n a p o st si n áp ti ca Regeneración de la vesícula sináptica Vesícula sináptica Neurotrasmisores Recepción de los neurotrasmisores Acoplamiento Activación Fusión Reanuda- ción del proceso Espacio si náptic o Membra na postsiná ptica Cambio eléctrico Ca2 Na+ NT Impulso nervioso Receptores Transportadores 38 vestigación. Así se ha encontrado, por ejemplo, que existen al menos cinco subtipos del receptor de la dopamina, 18 subtipos del receptor de la serotonina, y muchos más que están por des- cubrirse. Esta variedad de subtipos de receptores es muy im- portante, ya que tal vez sea el mecanismo que permita que, ma- nejando un solo neurotransmisor, puedan ejercerse acciones diferentes en las distintas células. Además, esto hace posible que los laboratorios puedan sintetizar distintos fármacos para los diferentes subtipos de receptores, permitiendoasí una manipu- lación más efi ciente y selectiva de las funciones a cargo de un determinado neurotransmisor. Una vez que el mensaje ha sido transmitido, el neurotrans- misor, ya terminada su función, debe dejar de interactuar con el receptor y desaparecer del espacio sináptico para que pueda Figura i.12. Los receptores postsinápticos son de dos tipos. En uno de ellos el propio receptor es el canal por donde se mueven los iones que cambiarán el estado eléctrico de las neuronas. El receptor-canal se activa al interactuar con el neurotransmisor. En el otro tipo, el recep- tor, al unirse al neurotransmisor, desencadena una serie de reacciones metabólicas mediadas por sistemas de segundos mensajeros, como las proteínas G y el ampc, que conducen fi nalmente a la activación de un canal iónico. neurotransmisor la proteína G se activa las subunidades de la proteína G o los mensajeros intracelulares regulan los canales de iones neutrans- misor intracelular extracelular canal cerrado canal abierto iones iones iones Υβ αα receptor proteína G el canal de iones se abre el ion pasa por la membrana efector (proteína) el neurotransmisor se acopla mensajeros intracelulare s 39 iniciarse una nueva comunicación, si es necesario. En algunos casos, el neurotransmisor es destruido, en los más, es removido por la acción de los transportadores, moléculas específi cas para cada neurotransmisor. Si los transportadores son muchos y muy efi cientes, el neurotransmisor será eliminado rápidamente, ter- minando la comunicación entre las neuronas. Si no es así, esta conversación puede ser más larga y más intensa. Esta circunstan- cia tiene un efecto muy importante en la química de las emocio- nes, como se verá más adelante. Amplificando la conversación: las cadenas de señalización Como se describió en el párrafo anterior, a veces los receptores son, en sí mismos, canales a través de los cuales pasan los io- nes, lo que equivale a decir que cada receptor abre una sola puerta a los iones que representarán el mensaje de la neurona presináptica. Es ésta una comunicación rapidísima que dura sólo milésimas de segundo. Otras veces lo que hacen los recep- tores una vez activados por su interacción con el transmisor (es decir, cuando la llave abrió la cerradura) es activar una cadena de señales químicas, que fi nalmente van a interactuar con ca- nales que permiten la entrada de los iones, que recordaremos que son los que fi nalmente cambian la carga eléctrica de la neu- rona y la vuelven más fácil o más difícil de responder. Muchas de estas cadenas de señales se inician con la activación de las lla- madas proteínas G, que son las que indican el camino a seguir para llegar hasta el canal y activarlo (fi gura i.12). Aunque más lenta, ya que dura algunos segundos, esta comunicación a tra- vés de las proteínas G y las cadenas de señalización es, fi nal- mente, mucho más efi ciente, ya que a partir de una sola interac- ción neurotransmisor-receptor se logra la apertura de muchos canales para la entrada de iones, es decir, para la transmisión de muchos mensajes eléctricos para la neurona, con lo que la con- 40 versación entre las neuronas se ve enormemente amplifi cada. Es necesario hacer notar que es un proceso muy complejo, en el que los distintos eslabones deben funcionar de manera aco- plada y muy precisa para llegar sin tropiezos al resultado fi nal. Interferencias en la comunicación neuronal La comunicación entre las neuronas consta, como se ha visto, de varias etapas, y en cada una de ellas puede darse una interrup- ción por diversas causas. Muchos venenos animales, como los de las serpientes y algunas arañas, producen daño y a veces la muerte, porque precisamente interrumpen esta comunicación. El proceso de salida del neurotransmisor puede ser alterado, por ejemplo, por sustancias que cierran los canales de calcio, interceptando así la señal para liberar el neurotransmisor. Al- gunos fármacos usados para controlar la hipertensión tienen esta acción, pero pueden causar la muerte si se toman en exce- so por su efecto, pues interfi eren con la liberación de los neuro- transmisores. Algunas toxinas, como el veneno de la viuda negra, incre- mentan en forma extraordinaria e indiscriminada la salida de los neurotransmisores de las vesículas, con lo que alteran los mecanismos normales de comunicación, en particular el de las neuronas con los músculos, y las personas afectadas mueren generalmente de parálisis respiratoria. La muerte por botulis- mo, ocasionada por la acción de una de las más potentes toxi- nas que producen las bacterias que se desarrollan en alimentos contaminados, se debe a que la toxina impide la liberación de los neurotransmisores. Un uso curioso de la toxina botulínica es el recientemente desarrollado para el tratamiento de las arrugas. Su aplicación en forma diluida, localmente, mantiene los músculos permanentemente relajados y en eso consiste su aplicación cosmética. 41 Los receptores, es decir, las proteínas con las que interac- túan los neurotransmisores, también pueden ser afectados por sustancias, algunas naturales, otras sintetizadas en el laborato- rio, que son capaces de unirse a ellos como si fueran los pro- pios neurotransmisores, pero que no actúan como tales y, de- pendiendo de cuál sea su efecto sobre el receptor y cuál el neurotransmisor afectado, tendrán consecuencias importantes en la comunicación interneuronal. Un ejemplo de esta acción en los receptores es la del veneno de las serpientes. La mordedura de una cobra causa un cuadro bien identifi cado. El individuo tiene abundante salivación, difi - cultad para respirar, y puede morir de un paro respiratorio. A ni- vel molecular, sabemos ahora que el veneno contiene una serie de compuestos que empiezan por destruir las membranas de las células haciendo que el veneno penetre más rápido, pero el principio activo más potente, que fi nalmente es el causante de la muerte, es la bungarotoxina. Lo que hace esta toxina es que se pega al receptor de la acetilcolina que, como mencionamos antes, es el neurotransmisor que comunica las neuronas con los músculos. La bungarotoxina se une a este receptor muy rápida- mente y en forma permanente, de modo que la acetilcolina ya no puede actuar, lo que impide la comunicación de los nervios con el músculo, precisamente a nivel de la sinapsis. Al no tener comunicación con las neuronas, los músculos ya no funcionan y la persona muere por paro respiratorio. Una acción parecida es la del curare. Conocido desde tiem- po inmemorial por los indígenas del Amazonas, este veneno se extrae de las raíces de una planta. Al ser introducido al organis- mo mediante la punta de una fl echa, se transporta a través de la circulación hasta las sinapsis neuromusculares y ahí provoca el mismo efecto que el veneno de la cobra, es decir, se une irre- versiblemente a los receptores de la acetilcolina, con lo cual se impide la interacción normal de este transmisor con su recep- tor y se interrumpe la comunicación nervio-músculo. El resul- tado es la muerte por paro respiratorio. Es por ello que las fl e- 42 chas envenenadas con curare son mortales, a pesar de que no lesionen ninguna víscera vital. Son éstos dos ejemplos de antagonistas de los receptores. Los antagonistas actúan de esa forma en muchas ocasiones, por- que en su estructura química tienen una parte de su molécula sufi cientemente parecida a la del neurotransmisor natural, lo que les permite acomodarse en el sitio activo del receptor, o sea, la parte de la proteína con la que se asocia el transmisor. Pero la similitud llega hasta allí. El receptor no responde a la interac- ción con esta molécula “impostora” y, por supuesto, no tienen lugar las reacciones que normalmente ocurren con el transmi- sor natural. Es como si en una cerradura se hubiera introduci- do, tal vez con un poco de esfuerzo, una llave falsa para abrir la puerta que, en el caso de la sinapsisque emplea la acetilcolina como neurotransmisor, es un canal de sodio. Peor aún, en mu- chos casos, como en el del veneno de la cobra, la falsa llave se queda atorada en la cerradura y la deja inutilizada, a veces du- rante tanto tiempo que la muerte sobreviene antes de que la unión se rompa. Otras moléculas pueden modifi car la acción de los recepto- res en forma opuesta a los antagonistas. Los agonistas son mo- léculas que, en muchos casos por la similitud que tienen con la estructura del neurotransmisor, también pueden ocupar el sitio activo del receptor —la cerradura—, pero, a diferencia de los antagonistas, los agonistas funcionan aún mejor que los verda- deros neurotransmisores, lo cual puede ser bueno, pero tam- bién peligroso, como se verá en su oportunidad, ya que algunas de las drogas que alteran la conducta humana ejercen sus efec- tos precisamente en esta parte del proceso de comunicación in- terneuronal. Un ejemplo muy claro es el de la morfi na, que ac- túa como agonista del receptor de la endorfi na. La comunicación interneuronal también se puede afectar modifi cando el funcionamiento de los transportadores. Estas moléculas tienen la importante función de terminar la acción de los neurotransmisores, por lo que pueden hacer más corta o 43 más larga la conversación entre las neuronas, y a través de este mecanismo afectar profundamente la conducta del individuo. Los transportadores tienen un papel fundamental en los trata- mientos antidepresivos y en los que reducen la ansiedad. Estos transportadores son también clave en los mecanismos de ac- ción de muchas drogas psicoactivas, como la cocaína y las an- fetaminas, que actúan, en parte, a través de una modifi cación en la efi ciencia del transportador de algunos neurotransmiso- res, como se verá en el capítulo correspondiente. 44 II. Ansiedad y depresión, los grandes problemas emocionales de nuestro tiempo La ansiedad es un mecanismo de defensa natural Beber y fumar: formas sencillas —aunque no inofensi- vas— de contrarrestar la ansiedad natural. Es una escena típica de viernes en la noche. Después de una semana de estar sometidos a las tensiones del trabajo, las di- fi cultades con los colegas, el conjunto de estímulos agresivos de las grandes ciudades, las fricciones mayores o menores en la relación familiar y todo lo demás que se quiera agregar a este, por cierto, no muy agradable cuadro, llegamos con más o menos difi cultades a una reunión con amigos. Aceptamos en- cantados un vaso de vino o una copa de una bebida más fuer- te. Casi después del primer trago tenemos una sensación cla- rísima de relajamiento, de distensión. Es decir, lo opuesto a la tensión. El efecto es todavía mejor si, además, fumamos un cigarro, que nos produce un efecto placentero. Hemos con- trarrestado así, en un momento, toda la carga de ansiedad acu- mulada en la semana. Estos efectos producidos por elementos tan usuales en la convivencia social, pero que son por com- pleto ajenos a nuestro organismo, plantean preguntas intere- santes: ¿dónde y cómo actúan?, ¿la ansiedad se puede mani- pular como con el tabaco y el alcohol?, ¿sus efectos están en el cerebro?, ¿existe un “alcohol natural” y un “tabaco natural” en nuestro organismo? Este capítulo trata de responder a estas preguntas y ex- plica cómo la investigación y el conocimiento de la función del cerebro han creado soluciones para los problemas de an- 45 siedad, cuando éstos reducen signifi cativamente la calidad de vida. La ansiedad es una condición natural. A nivel biológico, considerada como un estado de superalerta, es un elemento clave para la supervivencia del individuo. En la vida cotidiana puede ser un factor importante en el éxito o fracaso, en la felici- dad o infelicidad de los individuos. Hay muchas situaciones de ansiedad que, unos más y otros menos, todos hemos experi- mentado en alguna ocasión. La ansiedad, con todas sus carac- terísticas orgánicas (temblor ligero, palpitaciones, manos frías, sudoración), se manifi esta en el joven tímido en el momento en que por fi n se decide a invitar a salir a su vecina de al lado; la misma reacción ocurre en el estudiante graduado que presenta por primera vez su trabajo en un congreso internacional, en el empleado recién contratado ante los cuestionamientos de su jefe, en el actor novel el día de la primera representación, y así, casi cada uno de nosotros podemos dar uno o varios ejemplos de situaciones similares ante las que hemos experimentado, con ma- yor o menor intensidad, este fenómeno de ansiedad. Son reac- ciones naturales ante circunstancias que, en cierto modo, ame- ritan la existencia de una reacción de esta naturaleza. Estas reacciones naturales van a desaparecer, sin embargo, en el joven enamorado al cabo de un año de noviazgo con la vecinita, en el actor al cabo de cientos de representaciones, en el estudiante recién graduado ya convertido en exitoso investigador. Pero, como también todos hemos observado, existen enor- mes diferencias individuales en relación con estas manifesta- ciones naturales de ansiedad. Es claro que hay “donjuanes” para quienes la interacción con las jovencitas no es nunca un motivo de preocupación; hay también profesores o investigadores para quienes el enfrentarse a una audiencia no representó jamás un problema; hay individuos que dominan las situaciones nuevas o difíciles con aplomo y seguridad, para quienes la ansiedad no es una desventaja. Y entre estos dos extremos existe toda la gama imaginable de reacciones intermedias. 46 Estamos aquí ante el problema de defi nir un rasgo del ca- rácter de los individuos. Pero se trata de un rasgo de carácter que se puede manipular químicamente. Tomemos uno de los varios medicamentos conocidos como ansiolíticos, un Valium, por ejemplo, y la sensación de angustia o de ansiedad cam- biará. Así que, el carácter, en cuanto a ansiedad se refi ere, se encuentra en algún o algunos lugares (neuronas, moléculas) que pueden estar directa o indirectamente bajo la infl uencia del Valium. Y siguiendo con esta misma línea de refl exión, po- dríamos imaginar que la diferencia entre el muchacho tímido al que le sudan las manos y el que es naturalmente un donjuán radica, en buena parte, en cómo funcionan esas estructuras, esas neuronas y esas moléculas cuya acción se modifi ca por el fármaco. Evidentemente, esta posición puede ser considerada simplista o reduccionista en extremo. Pero la lógica de la argu- mentación sustentada por la prueba experimental es irrefutable. La ansiedad considerada “normal” ha existido siempre. Imaginemos la ansiedad de los campesinos de todos los tiempos ante el retraso o la escasez de las lluvias que hacen peligrar sus cosechas y su propia supervivencia y la de su familia. O la angustia producida por la aparición de epidemias incontro- lables en las sociedades de siglos anteriores. Esto pudo haber cambiado en las sociedades modernas, pero los factores que generan ansiedad persisten en las sociedades actuales. La di- ferencia es que ahora conocemos mucho más acerca de los mecanismos cerebrales que procesan estos estados de ansie- dad, y que las investigaciones científi cas y los desarrollos far- macológicos hacen posible el alivio de los mismos en los casos en que la naturaleza del individuo hace imposible o muy difícil su control. La ansiedad también puede ser una respuesta patológica. La ansiedad patológica puede defi nirse como una actitud de preocupación exagerada o sin fundamento ante circunstancias que podrían califi carse como normales. Este estado de ansie- dad patológica se caracteriza también por su duración prolon- 47 gada, sin relación clara con factores externos. O bien, un cua- dro de ansiedad puede caracterizarse por un temor exagerado que puede llegar a ser hasta una reacción de pánico ante peli- gros inexistentes. Los trastornos relacionados con la ansiedad pueden ser muy severos y ocurrir ya sea por una alteración en la química delcerebro sin una causa aparente o como consecuencia de si- tuaciones que desencadenan el proceso de ansiedad. Los tras- tornos de ansiedad más frecuentes son el trastorno de ansiedad generalizada, las fobias, los ataques de pánico y la ansiedad de- rivada de un episodio o una condición de estrés postraumático. Los trastornos obsesivo-compulsivos tienen también un com- ponente de ansiedad. El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por un estado de preocupación constante, evocado por todo tipo de problemas y situaciones que, en general, entran dentro del pa- trón de una cotidianidad razonable, sin que existan motivos evidentes para generar una preocupación exagerada. La ansie- dad generalizada puede provocar problemas de concentración, irritabilidad y falta de sueño. En casos más severos pueden presentarse mareos, dolor de cabeza, dolor abdominal, tensión e irritabilidad. La condición más aguda dentro del espectro de trastornos de la ansiedad es la de los ataques de pánico. Éstos son episodios de ansiedad extrema, en los que el individuo tiene una serie de manifestaciones orgánicas muy notorias como ta- quicardia, sudoración, sensación de ahogo, opresión en el pe- cho, temblores, náusea y mareo. Se presentan también temores extremos a morir o a perder el control, y la necesidad de esca- par del sitio o situación que evocó la aparición del ataque de pánico. En ocasiones, el sujeto no reconoce con claridad su entorno, lo que le produce mayor grado de ansiedad. General- mente, los ataques de pánico no se prolongan más allá de unos 10 minutos, aunque puede haber variaciones individuales. Las fobias se manifi estan como un temor excesivo ante situacio- nes que generalmente no evocan un cuadro de ansiedad, como Figura ii.1. La fobia a las arañas no es un mito. Los que la padecen responden a la presencia de estos animales con una estimulación in- tensa en la región de la amígdala cerebral.* * L. Goossens et al., “Amygdala Hyperfunction in Phobic Fear Normalizes aft er Exposure”, Biological Psychiatry, 62 (10):1119-1125, 2007. 49 pueden ser la presencia de insectos inofensivos, o el temor a realizar actos que se efectuaban con normalidad antes de la manifestación de la fobia, como son usar las escaleras eléctricas o los elevadores, o conducir un automóvil. La agorafobia, o sea, la ansiedad producida por aglomeraciones o grupos grandes, también está bien tipifi cada. Durante una situación de fobia se activan zonas específi cas del cerebro, como la que se muestra en la fi gura ii.1 para un sujeto con fobia a las arañas. La ansiedad normal y la patológica se presentan a través de toda la vida del individuo, pero con características un poco dis- tintas. En los niños son más comunes las fobias, en los adultos predominan los ataques de pánico y la ansiedad relacionada con el estrés postraumático. La vejez es una de las etapas en las que se incrementan los trastornos de ansiedad, en particular, la ansiedad generalizada. Ansiedad en niños y adolescentes Gerardo es un adolescente de 15 años de edad. Es un jovencito alto, bien desarrollado, con semblante tranquilo y un abundante cabello de un rubio apagado, atado en una cola de caballo. En conjunto su apariencia es agradable y las jovencitas lo encuentran muy atractivo. Es inteligente, buen estudiante y es apreciado por sus compañeros y sus maestros. Es un excelente jugador de aje- drez y tiene una facilidad particular para las matemáticas. Tiene, sin embargo, pocos amigos y no ha tenido ninguna novia. La ra- zón es su extrema timidez. Tiene una difi cultad muy seria para establecer contactos sociales, aun los más sencillos. En la escuela sufre si el maestro le hace una pregunta que tiene que contestar en voz alta y, por supuesto, cualquier presentación oral ante el grupo le representa una tortura. Evita en lo posible hacer trámites que le impliquen dirigirse a una persona para llevarlos a cabo. Sufre migrañas frecuentes. En su casa y en su entorno familiar se siente tranquilo y contento, lo mismo que con uno o dos amigos a los que conoce desde hace mucho tiempo. Es posible que Gerardo 50 sufra un trastorno de ansiedad generalizada, sufi cientemente leve como para que se confunda con una timidez propia de su carácter a la que tiene que vencer sin ayuda, o bien, acostumbrarse a vivir con ella. Esto no necesariamente tiene que ser así: su condición podría mejorar con un tratamiento que involucre tanto psico- terapia como intervención farmacológica adecuada y darle la opor- tunidad de una vida mucho más plena y feliz. La ansiedad se presenta en los niños y adolescentes con más fre- cuencia de lo que se imaginan los padres y maestros. Se ha calcu- lado que entre 5 y 13% de los niños sufre ansiedad. Empieza en general hacia los 11 años pero puede aparecer antes. Puede ge- nerarse como parte de una reacción normal ante condiciones adversas del entorno, como el divorcio de los padres, el cambio a una escuela nueva o a otro lugar de residencia, o por la presen- cia de conductas agresivas o confl ictos en la escuela (bullying). El cuadro de ansiedad en esos casos debe ir debilitándose con el transcurso del tiempo y la adaptación a las nuevas condiciones, así como por la corrección de los elementos inductores. Si eso no sucede, o se presentan alteraciones conductuales persisten- tes, se puede estar ante un cuadro de ansiedad que requiere atención profesional. En los casos moderados, la ansiedad en niños y adolescentes se puede manifestar como quejas por dolo- res de cabeza o de estómago, mareos, que no tienen una causa real, pero que deben llamar la atención de los padres y los mé- dicos como síntomas de un posible trastorno de ansiedad. En los casos severos, los niños pueden tener reacciones más agudas, como la renuencia a entrar en algún lugar, la escuela, la casa de algún familiar. Una manifestación de ansiedad que a menudo se interpreta erróneamente es el llamado trastorno oposicionista desafi ante, que consiste, como indica su nombre, en responder de manera consistente oponiéndose a obedecer órdenes senci- llas, argumentando de manera continua y sin conceder la razón, a pesar de que los argumentos no son razonables. El niño que sufre este trastorno presenta a menudo reacciones violentas de 51 enojo en respuesta a situaciones triviales e incapacidad para controlar esos episodios durante un tiempo prolongado. En este tipo de trastorno, que se presenta en aproximadamente 10% de los niños y adolescentes, resulta complicado detectar un posible vínculo con un trastorno de ansiedad y no simplemente una ac- titud de rebeldía frente a la autoridad. Sin embargo, es muy im- portante hacer esta distinción, ya que una respuesta inadecuada de los padres o maestros no hará sino incrementar los niveles de ansiedad en el niño y activar un círculo vicioso difícil de rom- per. Las situaciones de ansiedad en los niños pueden derivar en trastornos del apetito, como la anorexia o la bulimia. En casos claros de algún trastorno de ansiedad en niños y adolescentes es importante recurrir al psiquiatra para tener ac- ceso a un tratamiento médico a cargo de este especialista, que atenúe la severidad del problema. Más adelante es aconsejable un tratamiento a varios niveles, incluyendo la psicoterapia, la intervención farmacológica y la modifi cación, en la medida de lo posible, de los factores del entorno que estén generando la ansiedad. Ansiedad en los ancianos Los trastornos de ansiedad son frecuentes en los ancianos. Un estado de ansiedad generalizada, concurrente en ocasiones con estados de depresión, no les permite tener una vida placentera y tranquila. Evidentemente, las razones para sentir ansiedad en un anciano son propias de su edad y de las situaciones sociales a las que se enfrenta: problemas de deterioro físico, mental y emocional, dependencia de familiares, pérdida de capacidades profesionales, soledad, temores por el futuro y muchas otras.Por supuesto que un entorno favorable, como es el apoyo y el cariño de sus familiares, de la religión en algunos casos, y de la sociedad, reducirá la ansiedad, pero aun así pueden presentarse situaciones de ansiedad excesiva que requieran la intervención médica. Los fármacos disponibles actualmente, con efectos tan- 52 to ansiolíticos como antidepresivos, pueden ser muy útiles, ya que en muchas ocasiones en los ancianos coexisten la ansiedad y la depresión. La ansiedad está en el cerebro Los circuitos y estructuras del cerebro que manejan la ansiedad se conocen con cierto detalle. Algunas de estas estructuras son parte del llamado sistema límbico que está muy relacionado con las emociones, tanto las positivas como las negativas. La amígdala, el hipocampo y el hipotálamo tienen un papel clave (fi gura ii.2). La amígdala es la gran integradora de la percep- ción y la respuesta a la ansiedad. Ante un estímulo capaz de generar ansiedad, la amígdala recibe señales de los órganos de los sentidos, los que permiten que perciba la presencia de algo en el entorno que puede ser un peligro potencial: por ejemplo, ante un intento de asalto, la amígdala recibe de inmediato la información proporcionada por el sistema visual de la fi gura del asaltante, y esta zona del cerebro se activa en milésimas de segundo, en forma todavía inconsciente, para luego enviar in- formación hacia la corteza prefrontal, el hipocampo y a una zona del tallo cerebral conocida como estría terminal. En esta última se va a activar una condición de alerta extrema. En el hipocampo se van a analizar los archivos de la memoria que permiten comparar la situación presente con experiencias an- teriores, con la memoria de lo que hemos oído acerca de las mejores actitudes ante una situación de esa naturaleza. Esta in- formación se envía a la corteza prefrontal para que forme parte de los elementos en la toma de decisiones. Es allí, en la corteza prefrontal, donde se procesa la situación en forma consciente y se generan los pensamientos y asociaciones que darán origen a la respuesta ante el estímulo que genera la ansiedad. Se va a eva- luar, a partir de la información que guarda la memoria, si el individuo amenazante es conocido o desconocido, si la amena- za es directa contra nosotros o no tiene un blanco defi nido, si 53 lo hemos visto antes, si viene solo o acompañado de posibles cómplices. La información, entonces, regresa a la amígdala, que es la estructura clave en la integración de la información, que, una vez procesada, regresa a las áreas de la corteza cere- bral encargadas de la toma de decisiones. Allí, en fracciones de segundo, el individuo decidirá, por ejemplo, si es más convenien- te huir o atacar, o si es posible resguardarse de alguna manera. Las áreas de la corteza hacen conscientes nuestras capacidades para los distintos tipos de respuesta. En cualquier caso, a través de la participación del hipotálamo se activarán los sistemas hor- monales que generan adrenalina, preparando el cuerpo para una u otra de las situaciones consideradas. Las neuronas de estos circuitos están conectadas a través de neurotransmisores, principalmente la serotonina y la norepi- nefrina. También participan de manera importante en las zonas de la corteza cerebral los neurotransmisores gaba y glutamato. Órganos de los sentidos Corteza prefrontal Hipocampo Tallo cerebral (estría terminal) Amígdala Hipotálamo Hormonas Figura ii.2. El circuito de la ansiedad involucra zonas del sistema lím- bico, incluyendo las del circuito mesolímbico cortical. 54 El gaba es un inhibidor y ejerce esta acción en las conexiones que van de la corteza a la amígdala y, dependiendo de la inten- sidad de la inhibición, la persona puede mantener los circuitos de la ansiedad controlados, reconociendo que no hay peligros ni razones anormales que generen ansiedad. Si la acción inhibi- dora del gaba no funciona adecuadamente o si no regula co- rrectamente los circuitos de la ansiedad, se presenta entonces un trastorno de ansiedad. El glutamato, un neurotransmisor excitador, participa en las respuestas más elaboradas como la toma de decisiones y los procesos de memoria. La participación de estas estructuras puede variar un poco, dependiendo del tipo de trastorno; por ejemplo, en el estrés postraumático se ven involucrados mecanismos de la memoria en la corteza cerebral, que recuerdan la situación traumática y continúan alimentando el cuadro de ansiedad. En los ataques de pánico se piensa que hay un funcionamiento excesivo de las neuronas en la amígdala y el hipotálamo, al mismo tiempo que disminuye la actividad de las neuronas que normalmente inhiben estos núcleos cerebrales. La ansiedad se puede manipular modificando los niveles de los neurotransmisores Los ansiolíticos El conocimiento de los circuitos neuronales y los neurotrans- misores que los conectan ha permitido el diseño y la aplica- ción de fármacos que ajustan la función defectuosa de estos circuitos y controlan la ansiedad patológica. Los medicamentos que hacen esta función se llaman ansiolíticos y pueden actuar a dos niveles; por una parte, infl uyendo sobre el circuito de la ansiedad propiamente, como son los que manipulan las accio- nes de la serotonina y la noradrenalina, o bien modifi cando la acción del neurotransmisor inhibidor, el gaba (cuadro ii.1). Cuadro ii.1. Algunos ansiolíticos frecuentemente prescritos y sus acciones sobre los neurotransmisores a) Inhiben la recaptura de la serotonina Sertralina (Zoloft , Altruline, Sertex, Besitrán) Paroxetina (Paxil) Citalopram (Celexa) Fluvoxamina (Luvox) Fluoxetina (Prozac) b) Inhiben la recaptura de serotonina y norepinefrina Duloxetina (Cymbalta) Venlafaxina (Eff exor) c) Incrementan la liberación de serotonina y norepinefrina Mirtazapina (Remeron) d) Azapironas: agonistas del receptor 5-HT 1A Buspirona (Ansial, Ansiced, Bespar, Buspar, Buspinol, Narol) e) Benzodiacepinas: afectan el receptor gaba A Diazepam (Valium) Clonazepam (Rivotril) Lorazepam (Ativan) Alprazolam (Tafi l, Xanax) Oxazepam (Soraz) Clordiazepóxido (Librium) f) Ansiolíticos herbarios Pasifl orina (Passifl ora incarnata) Valeriana (Valeriana offi cinalis) Manzanilla (Matricaria recutita) Tila (Tilo tormentosso) Toronjil o citronela (Melissa offi cinalis) 56 Los fármacos que actúan a nivel de los circuitos de la an- siedad mediados por la serotonina y la norepinefrina, si bien han probado su efectividad como ansiolíticos, tienen la desven- taja de que su acción requiere varios días para bajar el nivel de ansiedad. Por el contrario, los que actúan a través del gaba, como las benzodiacepinas, tienen una acción inmediata. Sin embargo, tienen el inconveniente de que pueden causar adic- ción y tolerancia, por lo que su uso debe ser estrictamente su- pervisado por el médico especialista. Corresponde siempre al psiquiatra la selección y el orden en que estos fármacos deben ser utilizados. GABA GABA benzodiacepina etanol barbitúricos CI– neuroesteroide β β γ α α Figura ii.3. El receptor del gaba tiene un sitio al que se unen los an- siolíticos del tipo de las benzodiacepinas, el mismo con el que interac- túa nuestra “benzodiacepina natural”. Al unirse las benzodiacepinas refuerzan la acción del gaba y controlan los circuitos de la ansiedad. Adaptado de Arnold Group Research, Universidad de Wisconsin. 57 Los ansiolíticos que actúan sobre el transportador de la se- rotonina permiten una acción más prolongada del neurotrans- misor y, por tanto, una comunicación más intensa y de mayor duración entre las neuronas; sin embargo, el hecho de que su acción se observe hasta pasado un cierto tiempo después de la administración indica que hay otros ajustes de más largo plazo. En el caso de los ansiolíticos que actúan sobre el gaba, se sabe que los medicamentos como las benzodiacepinas se unen al receptor en sitios muy específi cos (fi gura ii.3). No todos
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