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1 La Biblia de Crisóstomo Una Serie de Comentarios para la Predicación y la Enseñanza Josué: Un Comentario Paul Nadim Tarazi Traducido por Jorge Suez 2 Introducción El Libro de Josué dentro de las Escrituras Como es el caso con la mayoría de las Escrituras, el estudio del Libro de Josué ha estado plagado por un enfoque de prueba de texto de la teología clásica en todos sus matices. En lugar de hacer la simple pregunta, "¿Qué dice el libro?" la mayoría de nosotros hemos sido programados para preguntar: "¿Qué dice el libro sobre cierto tema?" El problema con la última pregunta no es tanto la cuestión de su validez teórica, sino más bien que el "tema" que nos interesa ya está definido en nuestras mentes; el resultado es que, simplemente haciendo la pregunta, ya estamos aplicando una camisa de fuerza a las Escrituras. En lugar de permitir que las Escrituras definan su propio vocabulario para que entendamos su punto de vista, nuestra pregunta impone una respuesta incluso si las Escrituras no tratan en absoluto con el "tema" que nos preocupa. En dos comentarios previos, he mostrado cuán perjudicial es un enfoque tan defectuoso. En el caso de Ezequiel, debido a que la RSV (Versión Estándar Revisada), que se produjo después de la Segunda Guerra Mundial, asumió la certeza del Sionismo político, entendió que el libro trataba de la "tierra" de Israel como una parte de un bien inmueble real y, en consecuencia, niveló la diferencia entre 'adamah (suelo) y 'eres (tierra) convirtiendo a ambos en "tierra" e incluso incorporando una "propiedad" adicional que no existe en el original: 3 Así ha dicho el Señor Dios: Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las naciones, y habitarán en su tierra (‘admatam; el suelo de ellos) la cual di a mi siervo Jacob. (28:25) Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra (‘admatam; el suelo de ellos), la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. (36:17). Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país (‘admatkem; vuestro suelo). (36:24). Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra (‘admatkem; vuestro suelo); y sabréis que yo, el Señor, hablé, y lo hice, dice el Señor. (37:14). Y les dirás: Así ha dicho el Señor Dios: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra (‘admatam; el suelo de ellos). (37:21). Y sabrán que yo soy el Señor su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra 4 (‘admatam; el suelo de ellos) sin dejar allí a ninguno de ellos. (39:28). De manera similar, en mi discusión de 2 Corintios 4, he mostrado que el significado original de "gloria" divina fue mal interpretado bajo la influencia de la comprensión patrística posterior de ese sustantivo. Aun así, para entender lo que dice un determinado libro bíblico, uno necesita escuchar ese libro dentro de la totalidad de las Escrituras, es decir, tal como ese libro se encuentra dentro del canon escritural. La razón es que está ligado tanto a lo que viene antes de él como después de él. Permítanme dar dos ejemplos sorprendentes del mismo Josué. Al final del libro, justo después de la mención de la muerte y sepultura de Josué (24:30-31), inesperadamente escuchamos: "Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José". (v.32). Este pasaje claramente remonta 147 capítulos de una historia bíblica anterior: "Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros”. (Ex 13:19) Por otro lado, la historia sobre el pacto con los Gabaonitas y su vigencia (Jos 9) no encuentra su desenlace sino hasta el final de 2 Samuel: Hubo hambre en los días de David durante tres años consecutivos. David consultó al Señor, y el Señor le dijo: Es por causa de Saúl, y 5 por esa casa sanguinaria, porque él mató a los gabaonitas. Entonces el rey llamó a los gabaonitas y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento. Pero Saúl había intentado matarlos llevado de su celo por los hijos de Israel y de Judá). Preguntó, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué puedo hacer por vosotros, o qué satisfacción debo daros para que bendigáis la heredad del Señor? Los gabaonitas le dijeron: No tenemos nosotros queja por cuestiones de plata o de oro con Saúl y con su casa, ni queremos que muera nadie en Israel. Lo que vosotros digáis, eso haré, respondió David. Entonces dijeron ellos al rey: De aquel hombre que nos diezmó e intentó exterminarnos, para que no quedara nada de nosotros en todo el territorio de Israel, que se nos entreguen siete hombres de sus descendientes, y los ahorcaremos delante del Señor en Gabaa de Saúl, el escogido del Señor. Yo os los entregaré, respondió el rey. El rey perdonó a Mefi-boset hijo de Jonatán hijo de Saúl, a causa del juramento que David y Jonatán, hijo de Saúl, se habían hecho en nombre del Señor. Pero tomó el rey a los dos hijos que Rizpa, hija de Aja, había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a los cinco hijos que Mical, hija de Saúl, había tenido de Adriel hijo de Barzilai, el meholatita, y los entregó en manos de los gabaonitas, quienes los ahorcaron en el monte delante del Señor. Cayeron aquellos siete al mismo tiempo; fueron muertos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la siega de la cebada. (21:1-9). 6 Si uno aplica el mismo enfoque a la llamada "conquista o posesión de la tierra prometida" en Josué, este título resultará ser un nombre inapropiado. Es precisamente porque el Israel bíblico confundió el regalo de Dios de la "herencia" con la "posesión" o "propiedad" comunitaria, que el Señor despojaría a los "hijos de Israel" de su regalo para ellos al final de 2 Reyes. Más allá de eso, el oyente tendrá que esperar pacientemente hasta el final de Ezequiel para comprender lo que se suponía que era el "suelo de Israel": una tierra de pastos abierta a todos alrededor de la única ciudad "el Señor está allí" (Ezequiel 48). Y para que los oyentes no se pierdan la moraleja de la historia bíblica, el siguiente libro, el rollo de los Doce Profetas, termina con la siguiente nota: Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, al cual encargué, en Horeb, ordenanzas y leyes para todo Israel. Yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y castigue la tierra (ha ‘ares; la tierra) con maldición. (Ml 4:4-6). De esta forma, no solo los Profetas Anteriores (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) deben ser escuchados como una unidad, sino toda la sección profética de las Escrituras- los Profetas Posteriores (Isaías, Jeremías, Ezequiel, los Doce), así como los Profetas Anteriores- deben tomarse como literatura global. Aun así, dado que no sólo el comienzo de Josué, sino también el final de Malaquías, se refieren a la Ley de Moisés, entonces la totalidad de la Ley y los Profetas (Mt 7 5:17; 7:12; 22:40) deben ser tomados juntos, la primera, introduciendo a los segundos y los segundos recordando consistentemente laprimera. El corolario es que Josué y Deuteronomio, es decir, el Primer libro de los Profetas y el último libro de la Ley, funcionan juntos como una bisagra entre las dos unidades bíblicas. Cuando se escucha a Josué dentro de todo el rango canónico de la Ley y los Profetas, queda claro que la falsa premisa de "conquista y posesión de la tierra", y mucho más aún la idea de la tierra como una propiedad escriturada, resultará insostenible. ¿Podría alguien encontrar una razón detrás de tan evidente mala interpretación de las Escrituras? En la Introducción a mi libro, Filipenses: Un Comentario, he argumentado que una premisa igualmente falsa en la teología clásica condujo a un total mal manejo de las Escrituras. Dado que la raíz theolog- tanto en su forma nominal como verbal, no existe ni en la LXX ni en el Nuevo Testamento, la llamada "teología" estaba ligada a las escrituras con camisas de fuerza. Mientras que la Escritura trata del "plan" (oikonomia) de salvación de Dios, el esfuerzo teológico lo relegó a un interés secundario, y eligió el enfoque filosófico principalmente Platónico y Plotínica para profundizar en las pontificaciones sobre la "deidad", lo que inevitablemente condujo a divisiones injustificadas dentro de la única iglesia de Dios. La teología hizo lo que las Escrituras prohibían explícitamente en 1 Corintios. Ajenos al inequívoco entendimiento de Pablo de la frase "conocimiento de Dios" como abreviatura de "conocimiento de su voluntad" (Col 1:9-10) inscrita en la Ley, los teólogos se entregaron a debates mentales gratuitos en cuanto a nuestro entendimiento correcto que Dios es todo incluso en su llamada existencia 8 eterna antes de la creación, es decir, antes de la implementación de su "plan" al que se refieren las Escrituras. Mientras que la Ley comienza deliberadamente en Génesis 1:1, la teología supera las escrituras al investigar un ámbito ficticio que supuestamente antecede al "comienzo" de la historia bíblica y, por lo tanto, "creó" otro "comienzo" antes de él1. Dicho de otra manera, la teología siguió el camino delineado en el vocablo Griego original theologia, discurso (logos) sobre Dios, cuando, de hecho, la escritura contenía el discurso de Dios (logos tou Theou) dirigido a los oyentes como estatutos y mandamientos para caminar a fin de vivir de acuerdo con ellos2. Los teólogos siguieron los pasos de los filósofos que presentaron su propio discurso, la filosofía, como la verdad que nos orienta sobre cómo caminar nuestra vida. Del mismo modo, los teólogos hicieron de su propio discurso, la teología, el camino a la salvación y a la vida eterna, contraviniendo la enseñanza expresa de Jesucristo en Mateo: “Pero vosotros no pretendáis que os llamen “Rabí”, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo". (23:8-10). Y para evitar cualquier interpretación errónea de estas palabras y, al mismo tiempo, adelantarse a cualquier otro discurso sobre ellas, el mismo Jesucristo concluye autoritariamente su enseñanza en este Evangelio así: "Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones... enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". (28:19a, 20). La enseñanza de Cristo es una Torá, mandamientos para ser observados en nuestra vida diaria 1 Juego de palabras intencionado. 2 Ver por ejemplo, Ez 11:17-21: 36:24-27; 37:24. 9 como ya se evidencia en los capítulos 5-7, y no "pensamientos" para ser discutidos por y entre nosotros3. Sin embargo, por desgracia, a pesar de las naciones, equiparados más específicamente con los Helenos (Griegos) en las escrituras, sometiéndose a las escrituras, los teólogos optaron por tratar las escrituras como si fueran del mismo tejido que los diálogos de Platón, es decir, compuestas por proposiciones para ser debatidas. Cuando se confrontaron con las historias bíblicas de guerras, conquistas y victorias, las mismas mentes Grecorromanas siguieron un curso similar; en lugar de escucharlas como una parte integral de toda la odisea bíblica, los "teólogos" les dieron un valor en su propio terreno como si esas historias fueran proposiciones para ser debatidas y, eventualmente, para las cuales se encontrarían soluciones "satisfactorias". Aun así, dada la "grosería" de esos relatos, que recordaban a la Ilíada, la tradición intelectual cristiana siguió el camino de Platón que "desmitificó" los relatos de la Ilíada para preservarlos como parte del patrimonio de los mismos Helenos que estaba tratando de educar. Tal esfuerzo de desmitificación en teología sonaba aún más necesario dada la posición extrema del Marción del siglo II, quien optó por descartar por completo el Antiguo Testamento. Para salvar el Libro de Josué- el "Jesús" del Antiguo Testamento- la tradición intelectual Cristiana lo "espiritualizó" en una historia que prefiguraba al Jesús del Nuevo Testamento, una historia de 3 En Mt 16:23 Jesús regaña a Pedro, que le estaba dando su "opinión", con estas palabras: "¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios (según Dios), sino en las de los hombres. (según los hombres) (traducción mía). La Biblia de Jerusalén dice: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!". RVR tiene: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino los de los hombres". NVI tiene la traducción más suelta: "¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". 10 limpieza de los pecados. Sin embargo, al hacerlo, se le dio al Libro de Josué un valor "último" per se y, por lo tanto, se le privó de su posición funcional dentro de la historia bíblica total4. Aun así, la ironía es que, siempre que les convenía, los mismos Grecorromanos leían "fácticamente" las historias contenidas en Josué y de facto terminaron optando por la armadura de Aquiles por sobre la de Dios y por el escudo de Aquiles por sobre el escudo de la confianza (fe) en la enseñanza de Dios inscrita en las Escrituras y predicada por Pablo entre los Gentiles en términos del "evangelio de la paz": Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de la 4 Tal no es un caso singular. La misma suerte corrió el Libro de Job que fue leído cristológicamente y, por lo tanto, malinterpretado. 11 salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (Ef. 6:10-17). En otras palabras, pasaron por alto que la espada del Espíritu no era otra cosa que la palabra de Dios que, como "luz de las naciones", invita a los enemigos a someterse a la voluntad de Dios sin coaccionarlos (Is 2:2-4). En este sentido, la incorrecta lectura de los relatos bíblicos de guerras y conquistas produjo resultados más perjudiciales que la incorrecta lecturade los pasajes llamados "cristológicos" y "teológicos". Este último, sin duda, estaba detrás de las aniquiladoras batallas entre cristianos, siempre con el reconocimiento de que tales batallas "no deberían haber ocurrido". ¡Sin embargo, los primeros malinterpretaron la ensangrentada historia cristiana con el literal y, a menudo, injustificado exterminio agresivo de los "forasteros" en el nombre del Dios bíblico! En los clásicos casos de Sudáfrica y Norteamérica, la fraseología bíblica de "Cananeos", en realidad, se usó para hablar de los habitantes de la tierra con la finalidad de tomar posesión de esa tierra en el nombre del Dios bíblico. Lo sorprendente a este respecto es que los Europeos que perpetraron actos tan extremos de atrocidad habrían sido considerados como "Gentiles" o "Helenos" y, por extensión, "Cananeos", por Pablo y sus seguidores, como es evidente en los Evangelios: la mujer "griega (Hellinis; Helena) Sirofenicia" en Marcos (7:26) se convierte en "Cananea" en Mateo (15:22). En su carta a los patricios de Roma, dueña del imperio Romano (oikoumene; habitación), Pablo se aseguró de transmitir inequívocamente el mensaje de que la arrogante división Grecorromana de la humanidad entre Helenos (Griegos) y bárbaros era insostenible bíblicamente hablando; la escritura agrupa bajo el término 12 "naciones" (En Hebreo goyim, En Griego ethne), sin ningún tipo de diferenciación, a todos aquellos que no forman parte de la ekklesia de Israel: Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros para tener también entre vosotros algún fruto, como lo he tenido entre los demás gentiles, pero hasta ahora he sido estorbado. A griegos (Hellesin) y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. (Ro 1:13-15). Sin embargo, tres siglos después durante la era post-Constantina, los mismos Romanos, ahora Cristianos, no sólo despreciaron el mensaje del Apóstol a las naciones, sino que incluso apelaron a la cruz, símbolo de su "evangelio de paz", como ayuda en su guerra contra los "bárbaros": Salva, oh Señor, a tu pueblo y bendice a tu heredad, concede victorias (en plural) a los reyes (emperadores) sobre (contra) los bárbaros y proteje, por la Cruz, a tu comunidad (politevma). Incluso Juan Crisóstomo, el Romano, cayó presa de esta moda de la época, que trajo consigo la era post-Constantino5. Los Cruzados, portadores de la "señal 5 En su comentario sobre Isaías, actualiza Is 2:2-4 sobre la paz universal en términos de la Pax Romana (paz romana): "Además de eso, ahora hay mucha paz en todo el mundo. Incluso si hay algunas guerras, ya no es como antes. Entonces, se peleaban ciudades contra ciudades, países contra países, y razas contra razas, y una sola nación se partía en muchas partes... Y esa no era la única dificultad, la ley mandaba que todos los hombres portaran armas y nadie era inmune a este servicio. Esta ley se hizo cumplir no solo entre los judíos, sino en todo el mundo... Desde que comenzó a brillar el sol de justicia, y todas las ciudades y pueblos y naciones han recibido tanta vida de estos comandantes, que no saben cómo entablar guerras... Incluso si ahora hay algunas guerras, están en las fronteras del dominio romano y no entre ciudades y países como antes... Considera cómo todas estas ciudades gozan de completa tranquilidad, se enteran de 13 de la cruz", pronto seguirían su ejemplo. Y, en nuestros días, las atrocidades provocadas y perpetradas por el Sionismo político son la última versión de una flagrante mala interpretación de las Escrituras. Contra esta aberración contemporánea, un comentario "bíblico" sobre Josué no solo es bienvenido, sino también necesario y oportuno. la guerra sólo por rumores. Aunque Cristo podría haber quitado lo que queda de la guerra, pero en aras de corregir a los perezosos, que se vuelven más frívolos bajo la paz constante, permite que los bárbaros [yo enfatizo] incursionen. Y, a los que puedan entenderlo correctamente, el profeta les ha indicado que las guerras ya no serían tan frecuentes. No dijo: 'Ya no habrá más guerras de ningún tipo: sino 'Y nación no alzará la espada contra nación'. También habla de la libertad que disfruta el populacho en general: 'No se entrenarán para la guerra', con la excepción de unos pocos soldados regidos para ese propósito” En Duane A. Garren, An Analysis of the Hermeneutics of John Chrysostom's Commentary on Isaiah 1- 8 con Traducción al Inglés; Lamperer, Gales; Prensa de Edwin Mellen; 1992, págs. 70-71. 14 1 Llamado y Misión de Josué Moisés y Josué Josué 1:1-9 sirve como introducción y establece el tono de todo el libro al postularlo como una bisagra entre la Ley y los Profetas. Por un lado, escuchamos el juramento divino a los padres en Génesis (v.6) así como la promesa a Moisés (v.3), en los siguientes libros de la Torá sobre la herencia de la "tierra", los israelitas son invitados a recibir bajo el liderazgo de Josué. Por otro lado, comenzando con Jueces y hasta el final de 2 Reyes (Los Primeros Profetas), escuchamos sobre la obstinada desobediencia de los Israelitas, desobediencia que les costó esa herencia. Además de subrayar nuevamente el multifacético desprecio a la ley de Dios, los Profetas Posteriores funcionan como un recordatorio de que "volverse al Señor" en obediencia garantizará la implementación de la promesa de Dios con respecto a esa "tierra" donde todas sus "familias" vivirán juntas de forma segura bajo su bendición, como prometió a Abraham (Gn 12:2-3). Dado que Josué 1:1-9 "anuncia" el compendio de todo el mensaje del libro, nos corresponde profundizar en él. El libro comienza con "Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, que el Señor habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés" (Jos 1:1). La característica más llamativa de esta declaración son los diferentes títulos dados a Moisés y Josué. Moisés es identificado como "el siervo del Señor", que es un elemento básico del libro6. Josué, por otro lado, está conectado al Señor 6 1:1, 2, 7, 13, 15; 8:31, 33; 9:24: 11:12, 15; 12:6; 13:8; 14:7; 18:7; 22:2, 4, 5. 15 a través de Moisés y, por lo tanto, es secundario; él es simplemente el servidor de Moisés. Sin duda, más adelante oiremos de Josué como "siervo": "Aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio a un hombre que estaba delante de él, con una espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? No, respondió él, sino que he venido como comandante del ejército del Señor. Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, lo adoró y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (5:13-14). Sin embargo, aunque oímos hablar de Josué como siervo, en comparación con las referencias a Moisés, dos diferencias importantes son evidentes: (1) es Josué quien se presenta a sí mismo como "siervo", mientras que Moisés es presentado sistemáticamente por el autor como tal porque es Dios mismo quien le otorga ese título (1:2), y (2) Josué es simplemente el siervo del "comandante del ejército del Señor". Es solo a su muerte en el capítulo final del libro que a Josué se le otorga el título de "siervo del Señor" (24:29). Durante su vida, él es constantemente el servidor (mesaret) de Moisés, como también es evidente en Éxodo 24:13; 33:117 y Números 11:28. En consecuencia, Josué está subordinado a Moisés o, más específicamente, a la Ley que Moisés encarna. De hecho, el libro comienza con la mención de la muerte de Moisés solo para introducir de inmediato el extenso mandato de Dios a Josué durante el cual se le llama a ser "cuidadoso de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó" (Jos 1:7a). Más explícitamente, se dice que esta ley es "este libro de la ley...y hagas conforme a todo lo que está escrito en él" (v.8). Este libro de la ley es el Libro de Deuteronomio (29:21; 30:10; 31:26) que está dirigido a la nueva generación 7 En estos dos casos, algunas versiones traducen injustificadamente mesaret como "sirviente". 16 (1:35-36; 5:1-3). Josué no solo tendrá que circuncidar (Jos 5:2-9) a esta nueva generación, sino que también tendrá que leerles la Ley de Deuteronomio (comparar Jos 8:32-35 con Dt 11:26-32). Otra indicación que apoya el vínculo entre Josué y Deuteronomio es que la frase "sé fuerte y valiente", que se encuentra tres veces en los labios de Dios (Josué 1:6, 7, 9), aparece en las últimas palabras de Moisés a Josué (Dt 31:23), justo antes de la última mención de "este libro de la ley" (vv.24-26): "Cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta Ley en un libro hasta concluirlo, Moisés dio estas órdenes a los Levitas que llevaban el Arca del pacto del Señor: “Tomad este libro de la Ley y ponedlo al lado del arca del pacto del Señor, vuestro Dios; que esté allí como testigo contra ti”. Dicho de otro modo, Moisés el hombre murió para que Moisés el libro, y por medio de él Dios mismo, quedara como guía seguro para las siguientes generaciones. ¡En la Ley es Moisés quien se refiere a Dios, en los Profetas es Dios quien se refiere a Moisés! Observa cómo, a pesar que la muerte de Moisés ya se menciona al comienzo de Josué (v.1), el mandato de Dios comienza con el asertivo "Mi siervo Moisés ha muerto" (v.2a) para presentar el mandato divino a Josué (v.2b). Que el comienzo de Josué se remonta inequívocamente a Deuteronomio es nuevamente evidente por la cercanía de la terminología: Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro: desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. Nadie se sostendrá delante de vosotros (Dt 11:24-25a). 17 Yo os he entregado, tal como lo dije a Moisés, todos los lugares que pisen las plantas de vuestros pies. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los hititas hasta el Mar Grande donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie podrá hacerte frente en todos los días de tu vida. (Jos 1:3-5a). Cuando uno compara estas dos descripciones de la tierra concedida a “los hijos de Israel” (Josué 1:2)8, no puede evitar ser sorprendido por la adición “toda la tierra de los hititas” en Josué. Esto pareció extraño incluso a los traductores de la LXX que lo eliminaron. El objetivo obvio de la adición es estirar el área de la tierra para que sea imposible circunscribirla a menos que se esté hablando de un imperio. Sin embargo, dado que en las Escrituras la realeza terrenal es una abominación contra el único Rey de Israel, el Señor mismo, la intención detrás de esta adición debe buscarse en otra parte. Cuando uno escucha el Libro de Josué dentro del rango completo de los Profetas, entonces uno entenderá que Canaán se refiere a una vasta extensión de tierra de pasto para que tribus de pastores la disfruten y, de hecho, tales tribus todavía lo hacen en el actual Medio Oriente9. Este punto de vista encaja perfectamente con la enseñanza anti-real de Ezequiel que culmina con "la tierra de Israel" (eres yisra'el) siendo transformada en "el suelo de Israel" ('admat yisra'el), es decir, una tierra para cada ser humano ('adam), tal como un pastizal es campo abierto para todas y cada una de las ovejas que se encuentran en él10. En Ezequiel 34, el Rey de 8 Algunas traducciones tienen "el pueblo de Israel" para el Hebreo bene yisra'el. 9 Ver Gn 13:14b-15: “Alza ahora tus ojos y, desde el lugar donde estás, mira al norte y al sur, al oriente y al occidente. Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. 10 Ver C-Ex 114-7; 171-2; 186-9; 324. 18 Israel se convierte en su pastor11 y su elegido, el rey David, es degradado a príncipe, y luego se convierte en pastor de sus súbditos (Ez 34:23-24; 37:24- 25; véase también Jer 3:15)12. Así que es en este contexto que se puede entender la función de la adición "toda la tierra de los hititas" (Josué 1:3). Es Efrón el Hitita quien invitó al pastor Abraham a darse cuenta que la bendición de Dios no se materializaría como una verdadera bendición a menos que fuera compartida por todas "las familias de la tierra (de Dios).”13 De hecho, el primer punto de apoyo de Abraham14, el padre de Israel, en la tierra de la promesa de Dios fue asegurado por Dios a través de Efrón el Hitita, quien generosamente ofreció compartir su campo con Abraham para siempre (Gn 23). Permitir que alguien tenga un lugar de entierro familiar en el propio terreno es un compromiso a largo plazo: el lugar del entierro de Sara también será el de Isaac (35:29), Rebeca y Lea (49:31), y Jacob (49:28-30; 50:12-13), así como el del mismo Abraham (25:9-10). En la restauración final, Sion, la nueva Jerusalén, será expulsada como la progenie de Abraham y la estéril Sara y, muy a propósito, vinculada con una tienda, la morada de un pastor (Is 54:1-2)15. La prioridad de Abraham sobre Moisés en el tema del don de la tierra es evidente en que, si bien la primera mención de ese don se hace a través de Moisés (Jos 1:3)16, a partir del v.6 se trata de los "padres quienes son repetidamente 11 Ver también Is 40:11. 12 Ver mis comentarios en C-Ez 146-7; 229; 312. 13 Ver mis comentarios sobre Gn 23 en LAC 71-4. 14 Nótese la repetida referencia a una tienda como su morada (Gn 12:8; 13:3, 5, 12, 18; 18:1, 2, 6, 9, 10). 15 Vale la pena señalar que en Is 54:5-6 se habla de la nueva Sion como esposa de Dios: "Porque tu marido es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre. Él es tu Redentor, el Santo de Israel, el que será llamado Dios de toda la tierra. Porque como a una mujer abandonada y triste de espíritu te llamó el Señor, como a la esposa de la juventud que es repudiada, dice el Dios tuyo”. Esto encaja perfectamente con lo que escuchamos en Génesis con respecto a que Isaac es el resultado de la promesa del Señor a Sara (Gn 17:21; véase también GI 4:23). La misma imagen se usa en Génesis 4:1 para hablar de Caín, el primer "hijo" en las Escrituras, como habiendo sido "obtenido" por Eva "con el Señor" ('et yahweh); la adición explicativa de algunas versiones "con la ayuda de” no está en el original. 16 Algunas traducciones erróneamente tienen "prometido" por el hebreo dibbarti ([Yo] dije, hablé). Otras, lo traducen como "Yo dije” 19 presentados como los destinatarios de esa promesa (1:6; 5:6; 21:43, 44). En todos esos casos escuchamos que Dios se comprometió con un juramento, mientras que a Moisés simplemente "se lo dijo" (1:3). La prioridad de los padres sobre Moisés se manifiesta en las perícopas del llamado de Moisés: Y añadió: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego el Señor: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo... Dijo Moisés a Dios: Si voy a los hijos de Israel y les digo: “El Señor, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros”, me preguntarán: “¿Cuál es su nombre?” Entonces ¿qué les responderé? Respondió Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: “‘Yo soy’ me envió a vosotros”. Además, Dios dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros”. Éste es mi nombrepara siempre; con él se me recordará por todos los siglos. Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: “El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me 20 apareció y me dijo: En verdad os he visitado y he visto lo que se os hace en Egipto. (Ex 3:6-8, 13-16). Habló Dios a Moisés y le dijo: Yo soy el Señor. Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, pero con mi nombre el Señor no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: “Yo soy el Señor. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran justicia. Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy el Señor, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de Egipto. Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo os la daré por heredad. Yo soy el Señor. (6:2-8). La Prominencia de la Ley Entonces, ¿cuál es la función de Moisés y por qué se le da a la Ley el lugar de prestigio en Josué? Además de referirse a Moisés tres veces al principio (Jos 1:1-3), la estricta observancia de la Ley se presenta como condición para la implementación de la promesa de Dios a los padres: 21 Sé fuerte y valiente (hazaq we ‘emas), porque tú repartirás a este pueblo como heredad la tierra que juré dar a sus padres. Solamente (raq) sé fuerte y muy valiente (hazaq we ‘emas), cuidando de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas. (Jos 1:6-9). Dado que el mismo hazaq we' emas (Sé fuerte y valiente) del v.6 se recuerda textualmente en seguida en Hebreo en el v.7 con la advertencia raq (solamente), se continúa con que el regalo de "una tierra que fluye leche y miel" (5:6) no es incondicional17. La condición es que Josué cumpla estrictamente con "todo lo que está escrito en el libro de la ley". La seriedad de esta advertencia es evidente de su repetición en dos versículos. Este pasaje nos presenta varias particularidades. Primero, es curioso, por decir lo mínimo, que el "éxito" del asentamiento en la tierra de la promesa dependa únicamente de la obediencia de Josué a la Ley. Para estar seguro, más adelante, la misma Ley será leída en voz alta a todo el pueblo (8:32-35), sin embargo, no se menciona una condición similar a la impuesta a Josué. La 17 Lo mismo sucedió con Adán y el jardín del Edén (Gn 2). 22 solución a este aparente enigma radica en entender que los Libros de Josué y Jueces funcionan como un díptico: ambos tratan el mismo período de asentamiento, pero cada uno desde una perspectiva diferente18. Josué subraya que la tierra es un regalo del Señor a la gente; Jueces prepara para la larga historia que termina con 2 Reyes que relata cómo el pueblo y sus líderes se renegaron del Señor y, al hacerlo, perdieron ese don. De hecho, la discrepancia entre las diferentes actitudes del pueblo, antes y después de la muerte de Josué, se extiende a ambos libros: Tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. Fue sepultado en la parcela que se le había dado como herencia, en el lugar conocido como Timnat Sera, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas. Durante toda la vida de Josué, el pueblo de Israel había servido al Señor. Así sucedió también durante el tiempo en que estuvieron al frente de Israel los jefes que habían compartido el liderazgo con Josué y que sabían todo lo que el Señor había hecho a favor de Israel. (Jos 24:29-31). Cuando Josué despidió al pueblo, los israelitas se fueron a tomar posesión de la tierra, cada uno a su propio territorio. El pueblo sirvió al Señor mientras vivieron Josué y los ancianos que le sobrevivieron, los cuales habían visto todas las grandes obras que el Señor había hecho por Israel. Josué hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años, y lo sepultaron en Timnat Jeres, tierra de su 18 Ver más al respecto en OTI1 143-57. 23 heredad, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte de Gaas. También murió toda aquella generación, y surgió otra que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel. Esos israelitas hicieron lo que ofende al Señor y adoraron a los ídolos de Baal. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses, dioses de los pueblos que los rodeaban, y los adoraron, provocando así la ira del Señor. Abandonaron al Señor, y adoraron a Baal y a las imágenes de Astarté. (Jue 2:6-13). Así, a diferencia de Moisés, que no fue capaz de proteger a su generación durante la travesía por el desierto, Josué resultó ser, como su nombre lo indica, el "salvador" de sus contemporáneos. Aunque comenzó su misión como "servidor de Moisés" (Jos 1:1b), al final demostró ser tan "siervo del Señor" (24:29) como Moisés (1:1a). En cierto modo, superó a Moisés ya que se le describe como totalmente obediente a Dios y, como resultado, se le concedió asentar a su pueblo en la tierra prometida. Debido a su desobediencia, a Moisés se le prohibió cruzar a esa tierra (Dt 32:48-52). El valor especial otorgado a Josué como implementador de la salvación de Dios a pesar de la obstinación del pueblo había sido preparado en su primera mención en las Escrituras: Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, para continuar sus etapas, según el mandato del Señor; y acamparon en Refidim, donde no había agua para que el pueblo 24 bebiera. El pueblo altercó con Moisés diciendo: ¡Danos agua para beber! Moisés les dijo: ¿Por qué altercan conmigo? ¿Por qué ponen a prueba al Señor? Así que el pueblo sediento murmuró allí contra Moisés diciendo: ¿Por qué nos trajiste de Egipto para matarnos de sed, a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado? Moisés clamó al Señor diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? Poco falta para que me apedreen. El Señor respondió a Moisés: Pasa delante del pueblo y toma contigo a algunos de los ancianos de Israel. Toma también en tu mano la vara con que golpeaste el Nilo, y ve. He aquí, yo estaré delante de ti allí sobre la peña de Horeb. Tú golpearás la peña y saldrá de ella agua, y el pueblo beberá. Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. Y llamó el nombre de aquel lugar Masá y Meriba, por el altercado de los hijos de Israel y porque pusieron a prueba al Señor, diciendo: “¿Está el Señor entre nosotros, o no?”. Entonces vino Amalec y combatió contra Israel en Refidim. Y Moisés dijo a Josué: Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cima de la colina con la vara de Dios en mi mano. Josué hizo como le dijo Moisés y combatió contra Amalec, mientras Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre de la colina. Sucedió que cuando Moisés alzaba su mano, Israel prevalecía; pero cuando bajaba su mano, prevalecía Amalec. Ya las manos de Moisés estaban cansadas; por tanto, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y él se sentó sobre ella. Aarón y Hur sosteníansus manos, el uno de un lado y el otro del otro lado. Así hubo firmeza en sus manos hasta que se puso 25 el sol19. Y así derrotó Josué a Amalec y a su pueblo, a filo de espada. (Ex 17:1-13). Que el Josué bíblico es el "componente" principal que mantiene juntos la Ley y los Profetas también se puede detectar en los nombres del primer libro de los Profetas Anteriores (Josué), el primer libro de los Profetas Posteriores (Isaías) y el primer libro del Rollo de los Doce Profetas (Oseas) son de la misma raíz ys' que tiene la connotación de salvación; además en los dos primeros casos los nombres incluyen la raíz yh que es una forma abreviada de yhwh (el Señor). Los Profetas Anteriores cuentan la historia de las personas que fueron castigadas por su desobediencia a la Ley. Los Profetas Posteriores realzan esto y luego ofrecen una segunda oportunidad que conduce hacia la salvación a las siguientes generaciones que deben vivir de acuerdo con esa misma Ley. Así, el Libro de Josué, a través de su personaje escritural principal, es la bisagra que mantiene unida toda la historia escritural como la historia "condicional" de la salvación de Dios20. El acuerdo entre Isaías y los Doce Profetas parece ser intencional. Mirando la estructura de los Profetas Posteriores (Isaías, Jeremías, Ezequiel, los Doce Profetas) se nota que forman un inclusio: ABB'A'. Mientras que los dos libros centrales giran en torno a la caída de Jerusalén ante los Babilonios, el primero y el último son concebidos como una trama, al igual que en los Profetas Anteriores. En efecto, Isaías (yesa’yahu, el Señor salvará) y los Doce Profetas, comenzando con Oseas (hosea’: [el Señor] ha traído salvación) y terminando 19 Nótese cómo esto se anticipa a Jos 10:12-13. 20 En Rom 6, Pablo claramente enseña que la gracia divina es una segunda oportunidad para seguir el mandato divino. 26 con Malaquías (mal’aki, mi mensajero), nos llevan desde el tiempo del pecado de Samaria al pecado de Jerusalén y al exilio, luego a la última venida del Señor para juzgar (condenar a los injustos y salvar a los humildes). Por otro lado, mirando tanto a ambos Profetas Anteriores y Posteriores, uno no puede pasar por alto que los nombres de Josué y Oseas también ponen entre paréntesis toda la sección bíblica que forma el inclusio. En otras palabras, el nombre de Josué bien podría significar "los Profetas" de la misma manera que el nombre Moisés significa "la Ley". Esto es sugerido, si no completamente apoyado, por el texto mismo. Mientras que en Éxodo escuchamos sistemáticamente de yehosua' (Josué; Ex 17:9, 10, 13, 14; 24:13; 32:17; 33:11), esta misma persona se presenta repentinamente como hosea’ (Oseas) tanto en Números como en Deuteronomio. Que estamos tratando con el mismo individuo está fuera de toda duda. En Números, donde encontramos la continuación de la historia iniciada en Éxodo, se encuentra nuevamente yehosua' (Josué; Nm 11:28). Sin embargo, dos capítulos más adelante, se escucha lo siguiente: El Señor habló a Moisés y le dijo: “Envía unos hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; enviaréis un hombre por cada tribu paterna, todos ellos príncipes”. Entonces los envió Moisés desde el desierto de Parán, conforme a la palabra del Señor. Todos aquellos hombres eran príncipes de los hijos de Israel. Éstos son sus nombres: De la tribu de Rubén, Samúa hijo de Zacur. De la tribu de Simeón, Safat hijo de Horí. De la tribu de Judá, Caleb hijo de Jefone. De la tribu de Isacar, Igal hijo de José. De la tribu de Efraín, Oseas (hosea’) hijo de Nun. De la tribu de 27 Benjamín, Palti hijo de Rafú. De la tribu de Zabulón, Gadiel hijo de Sodi. De la tribu de José, por la tribu de Manasés, Gadi hijo de Susi. De la tribu de Dan, Amiel hijo de Gemali. De la tribu de Aser, Setur hijo de Micael. De la tribu de Neftalí, Nahbi hijo de Vapsi. De la tribu de Gad, Geuel hijo de Maqui. Éstos son los nombres de los hombres que Moisés envió a reconocer la tierra. A Oseas (hosea’) hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué (yehosua’). (13:1-16). Entonces, como si quisiera que los oyentes se dieran cuenta de que esto no se trataba de un acto pasajero de su parte, al final de toda la historia del Pentateuco, el autor escribe: "Moisés, acompañado por Oseas (hosea’) hijo de Nun21, fue y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo”. (Dt 32:44) Por tanto, ya en la Ley, encontramos el anteproyecto de la conexión Josué-Oseas. En realidad, este dispositivo literario sella la interconexión entre los Profetas y la Ley, más específicamente, Deuteronomio, el Libro de la Ley. Aún así, el consonántico Hebreo para Josué es ַ֙ ע que se translitera como ְיֹהוש ֻׁ֨ yhosh’ o yhws’.22 Dado que la regla en Hebreo es que una sílaba final acentuada requiere de una vocal larga, uno habría esperado ַ֙ ע (’yehosea) ְיֹהוש ֻׁ֨ tal como en ַ֙ ע el nombre del profeta Oseas, con el prefijo yh, la ,('hosea) ֹהוש ֻׁ֨ forma abreviada de yhwh (el Señor). La alternativa sería haber alargado la vocal corta u, en la u larga, pero eso habría requerido agregar la consonante ַ֙ después de la (w) ר ע ַ֙ y transformar (s) ;ש ֻׁ֨ וע ַ֙ en ְיֹהוש ֻׁ֨ que es precisamente ְיֹהוש ֻׁ֨ como se hace referencia a Josué tanto en Deuteronomio 3:21 como en Jueces 21 Correctamente, algunas traducciones tienen "Josué" en su lugar. 22 En Hebreo, las consonantes transliteradas o y w son la misma letra ר. 28 2:7. La conclusión es obvia: el autor quería aludir a otra forma verbal conservando la conexión Josué-Oseas. Esa otra forma verbal ַ֙ וע tiene (’sua) ש ֻׁ֨ la connotación de "grito de auxilio", lo que daría a ַ֙ וע el significado (Josué) ְיֹהוש ֻׁ֨ de "el Señor es (el objeto de) nuestro clamor por ayuda"23. Esto parece encajar perfectamente con la función de Josué. La victoria que conduce a la salvación, que se refleja en la raíz ys' que se encuentra en los nombres de Isaías y Oseas, es prerrogativa de un líder militar. Sin embargo, a pesar de todo lo que se dice errónea pero comúnmente de Josué, definitivamente no es un líder militar como se evidencia en el siguiente diálogo justo antes de la caída de Jericó: Aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio a un hombre que estaba delante de él, con una espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? No, respondió él, sino que he venido como comandante (sar) del ejército del Señor. Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, lo adoró y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? El comandante (sar) del ejército de Jehová respondió a Josué: Quítate el calzado de los pies, porque el lugar en que estás es santo. Y Josué así lo hizo. (Jos 5:13-15). Cuando uno toma en consideración el profuso uso de "rey" y "reyes" para hablar de los líderes de las ciudades Cananeas, uno se sorprende al escuchar que los Israelitas tienen solo un comandante que ni siquiera es el mismo Josué. Tal aversión contra la realeza se hará más pronunciada en los siguientes Libros 23 Estoy en deuda con mi colega Iskandar Abou-Chaar del Líbano por esta percepción. 29 de Jueces, Samuel y Reyes en preparación para la declaración en los Profetas Posteriores que solo Dios es el único Rey de Israel. Por otro lado, y más a propósito sería cuestionar cómo Josué pudo haber sido un verdadero comandante militar cuando se suponía que debía cumplir con el mandato divino de que "nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él", especialmente porque su éxito dependía de tal conducta (1:8). En consecuencia, es la estricta obediencia de Josué a la Ley lo que preservará al pueblo. Después de su muerte, el mismo pueblooptará por tener un rey (1 S 8) y, a pesar de todas las apariencias bajo David y Salomón, al hacerlo, estarán condenados a la destrucción y al exilio. Herencia y Posesión Aquellos que ven el Libro de Josué como un relato de la conquista de Canaán por medio de la astucia, por no hablar de fuerza, se desvían por malas traducciones. La mayoría de las veces, tales traducciones reflejan los deseos o preferencias subconscientes de los traductores. El error de lectura más flagrante es la repetida traducción del original "heredar" y "herencia" por "poseer" y "posesión", comenzando con Josué 1. Compare lo siguiente: Hebreo Masorético 6Sé fuerte, sé valiente; porque tú causarás que este pueblo herede (tanhil) la tierra que Yo juré a sus padres que les daría. 11a ir por en medio del campamento y ordenar al pueblo: Preparen provisiones, porque en tres días ustedes cruzarán este Jordán para 30 entrar a heredar (lareset) la tierra que el Señor su Dios les está heredando (leristah). 15hasta que repose el Señor, nuestro Dios, a nuestros hermanos, cual también a vosotros, y hereden (weyearesu) también éstos de la tierra que el Señor, nuestro Dios, les da; y os retiraréis cada uno a vuestra herencia (yurussatkem), y la heredaréis (wyristem), la que os dio Moisés, el niño del Señor, allende el Jordán, al oriente del sol. LXX 6Esfuérzate y envalentónate; que tú repartirás (apodiasteleis; dividir) a este pueblo la tierra que he jurado a vuestros padres darles. 11Entrad por en medio del campamento del pueblo, y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos víveres, pues, aun tres días, y vosotros pasaréis este Jordán, entrando a poseer (kataskhein) la tierra que el Señor, el Dios de vuestros padres, os da. 15Hasta que repose el Señor, nuestro Dios, a nuestros hermanos, cual también a vosotros, y se heredaren (kleronomesosin) también éstos de la tierra que el Señor, nuestro Dios, les da; y os retiraréis cada uno a vuestra herencia (kleronomian), y la heredaréis, la que os dio Moisés, el niño del Señor, allende el Jordán, al oriente del sol. BLP (Biblia La Palabra-España) 31 6Pórtate, pues, con fortaleza y valentía porque vas a ser tú quien darás a este pueblo la posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados. 11Recorred el campamento y ordenad esto al pueblo: Aprovisionaos convenientemente, porque dentro de tres días cruzaréis ese Jordán, para ir a tomar posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, os da en propiedad. 15hasta que el Señor conceda el descanso a vuestros hermanos igual que os lo ha concedido24 a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, les va a dar. Entonces regresaréis al territorio de vuestra propiedad, el que os dio Moisés, siervo del Señor, aquí al lado oriental del Jordán. DHH (Dios Habla Hoy) 6Ten valor y firmeza, que tú vas a repartir la tierra a este pueblo, pues es la herencia que yo prometí a sus antepasados. 11Vayan por todo el campamento y ordenen a todos que preparen provisiones, porque dentro de tres días vamos a cruzar el río Jordán para tomar posesión de la tierra que el Señor nuestro Dios nos va a dar. 15hasta que el Señor les dé a ellos un lugar de descanso, como se lo dio a ustedes, y hasta que ellos también sean dueños de la tierra que el Señor les va a dar. Después, ustedes podrán regresar a sus 24 La cursiva está en el original. 32 tierras de este lado oriental del río, para tomar posesión definitiva de esta tierra que les dio Moisés, el siervo de Dios. NVI (Nueva Versión Internacional) 6Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. 11«Vayan por todo el campamento y díganle al pueblo que prepare provisiones, porque dentro de tres días cruzará el río Jordán para tomar posesión del territorio que Dios el Señor le da como herencia. 15hasta que el Señor les dé reposo, como lo ha hecho con ustedes, y hasta que ellos tomen posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Solo entonces podrán ustedes retornar a sus tierras y ocuparlas. Son las tierras que Moisés, siervo del Señor, les dio al este del Jordán. Incluso una mirada superficial a las diferentes traducciones mostrará fácilmente una predilección de "posesión" sobre "herencia". El aspecto más sorprendente es que incluso BLP y NVI, que suelen ser traducciones más precisas, se toman la libertad de convertir tanto el Hebreo yaras' como el Griego kleronom-, que son términos técnicos que reflejan herencia, en "poseer" y "posesión" en v.15. Lo que puede haber abierto el camino hacia tal error es la interpretación que hace LXX de yaras’ en kataskhein (aferrarse) en lugar de keronomein (heredar) en v.11. Aun así, la LXX es la más avezada entre las traducciones. Su "inteligente" elección de vocabulario sigue un patrón consistente; sin embargo, uno tendría que estudiar su uso de palabras tal 33 como se debe hacer con el original Hebreo. Por lo tanto, es importante tratar de comprender la fraseología de "herencia" de Josué tanto en el Texto Masorético como en la Septuaginta para comprender realmente lo que el autor está diciendo con respecto a Canaán como la tierra de la promesa. La posesión refleja la propiedad personal de la propiedad. Los estudiantes de la Edad Media Europea están familiarizados con los señoríos. El señorío era la propiedad territorial del caballero o señor que tenía la posesión absoluta y la autoridad sobre él y los residentes que disfrutaban y vivían de esa tierra pero que nunca poseían nada de ella. Una herencia, especialmente la que es patrimonio, transfiere la tierra como un patrimonio familiar legado por el padre a quien él elija, mientras que permanece siempre como un patrimonio familiar. En las Escrituras, el carácter sagrado e inalienable del patrimonio se refleja en la historia de la viña de Nabot (1 R 21). Como lo indica su original latino patrimonium, un patrimonio es un recordatorio (preaviso)25 del padre y, por lo mismo, un recuerdo de él. En consecuencia, la única persona que puede administrar el patrimonio es el heredero asignado por ese padre.26 Una vez a cargo, el heredero se convierte en el paterfamilias quien, a su vez, asigna su propio heredero, o designa al heredero según las directrices del paterfamilias original. Así, la cesión es siempre prerrogativa del "padre", y precisamente por eso la heredad familiar sigue siendo un patrimonio. La unidad del heredero en cada generación sucesiva asegura la prevención de cualquier tensión sobre el patrimonio, 25 El verbo Latino moneo aún se puede detectar en “amonestar”. 26 Pablo se refiere a esta regla en Gl 4:1-2- 34 tensión que sería un predicamento en el caso de múltiples herederos. Dado que un monarca es el "padre" de los ciudadanos del reino, es el administrador de su patrimonio familiar, que equivale a su reino. En las lenguas Semíticas, esta realidad se refleja en el nombre melek con el que se conoce al monarca, cuyo significado literal es dueño o propietario. Su reino, así como su estatus es malkut o mamlakah de la misma raíz mlk. Una situación similar se encuentra en los países europeos. Un rey administra un reino o un régimen, este último tomado del Latín regimen a través del Francés royaume, que deriva del Latín rex (rey), y del roi (rey). Debido a que el rey es el único propietario del reino, sus "hijos" son también sus "súbditos", así como en la casa Romana, los niños y los esclavos son igualmente miembros de la casa del paterfamilias y están sujetos a su voluntad. El patrimonio era esencial para preservar la perpetuidad de los reinos a través de las dinastías reales, ya fuera genéticamente o por adopción. Los reinos Antiguos, sin embargo, a menudo sufrían trastornos que dieron lugar a nuevas dinastías. Cuando esto pasaba, la deidadprincipal del reino, que funcionaba como su "padre", aseguraba la perpetuidad del patrimonio. Fue precisamente la unidad de ese padre lo que salvó la brecha entre una dinastía y otra; en esencia, todos los monarcas eran igualmente "hijos de (su) dios" por designación (ver 1 S 12:13; 16:8-12; Sal 2:6- 8). En consecuencia, incluso en las dinastías más autocráticas, el patrimonio estaba asegurado porque descansaba en la buena voluntad de la única deidad cuya paternidad abarcaba décadas y siglos. En el sentido más verdadero, solo la deidad era el padre de los ciudadanos, aunque a través de la gestión del monarca. Solo la deidad permitía al monarca y al pueblo residir en su dominio como herencia, nunca como propiedad propia. 35 La peculiaridad de las Escrituras, si no la singularidad, es que presenta a todos los reyes bajo una luz negativa para realzar la realeza absoluta de Dios. El Libro de Josué lleva esta posición al extremo. En los siguientes libros de los Profetas Anteriores (Jueces, Samuel y Reyes) se oye hablar de reyes de Israel y Judá; en Josué, sin embargo, la referencia a los reyes se limita a las ciudades cananeas. ¡Los israelitas no tienen rey! Es la propensión bíblica al extremismo lo que transforma una tradición o historia común en una hipérbole en lugar de una simple parábola. El castigo divino seguido del perdón es un elemento básico de las Escrituras. Este tema también se escucha en historias de otras deidades. En la oración del rey Mesa de Moab inscrita en la Piedra Moabita, descubierta en Dhiban en Jordania en 1868, se escucha esta historia: Yo soy Mesa, hijo de Kemós, rey de Moab, el Dibonita. Mi padre reinó sobre Moab durante treinta años y yo tres reiné después de mi padre y levanté este lugar alto para Kemós en Qarhot, porque él me salvó de todos los reyes y me hizo triunfar sobre todos mis enemigos. Omrí, rey de Israel, humilló a Moab durante muchos días, porque Kemós estaba irritado contra su pueblo. Su hijo le sucedió y también él dijo: “Yo humillaré a Moab”. En mi tiempo Kemós habló de ese modo, pero yo he triunfado sobre él y su casa, mientras que Israel ha perecido para siempre. Omrí había ocupado la tierra de Medebá y había morado allí durante todo su tiempo y la mitad del 36 tiempo de su hijo, cuarenta años; pero Kemós moró allí en mi tiempo.27 Al comparar este texto con la literatura profética del Antiguo Testamento, llama la atención la diferencia entre el castigo de Moab y el castigo de Judá. Mesa había perdido solo una parte de su territorio y todavía era rey. En la historia profética encontramos la destrucción total del reino y los exiliados arrojados dentro del reino del conquistador sin esperanza de alivio excepto en esas mismas palabras proféticas. No hay rey para pronunciar palabras de acción de gracias a Dios, y mucho menos palabras de consuelo para su pueblo. Es precisamente este tipo de enfoque hiperbólico el que uno encuentra en Josué con respecto a la realeza. El patrimonio de la tierra de la promesa en Canaán es iniciado y mantenido por Dios mismo, el único Rey de Israel, quien, en cada generación, reasigna la herencia o la revoca a su antojo. Muchos exégetas, así como otros que estudian las Escrituras, malinterpretan la perpetuidad de la "promesa" de Dios por la perpetuidad del don de la "tierra" misma.28 La supremacía absoluta de Dios sobre su patrimonio (herencia) se puede ver inequívocamente en las siguientes características de la Ley: (1) la generación que salió de Egipto, incluido Moisés, pereció en el desierto y no entró en Canaán; (2) cualquiera que desobedece los estatutos de la Ley es cortado de la congregación de Israel. Es decir, el pueblo como totalidad no 27 Copiado el día 27 de mayo de 2022 desde: https://web.archive.org/web/20070930181755/http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=8306&cat=historia. Original en inglés: E. Lipinski, The Mesha Inscription, in Walter Bayerlin, Near Eastern Religious Texts Relating to the Old Testament, Philadelphia, I 978, p.238-9. 28 Expresado en términos Paulinos, un error similar se comete cuando tanto los exégetas como los Corintios confunden el charisma (don) divino con la kharis de Dios (gracia; fuente del don); este último no se acaba ni se agota por el primero que es otorgado o negado por Dios a cada nueva generación. 37 tiene el monopolio sobre parte alguna de la tierra de Dios y su destino, como ningún individuo tiene derecho de poder alguno sobre su propia membresía en la congregación divina.29 La Importancia del Texto Hebreo El Sionismo Judeocristiano e incluso la mayor parte de la teología Occidental desde el Comentario sobre Romanos de Karl Barth (1933) cometen el error, si no la absoluta blasfemia, de suponer que Dios está obligado por su "herencia" en lugar de que aquellos que reciben la herencia estén obligados por la voluntad de Dios expresada en la Ley: bendición o maldición en y para cada generación (Lv 25; Dt 28; Jos 8:30-35). Esta visión ha sido casi borrada por la frecuente traducción de las raíces hebreas yrs y nhl como "poseer" y "posesión", especialmente en Josué, dando así la impresión de que, independientemente de cómo se comporten, la tierra es propiedad escriturada del pueblo. Por lo tanto, examinar de cerca el texto original es fundamental para comprender todo el libro. La seriedad del asunto no solo concierne a la situación contemporánea en el Medio Oriente, donde muchas personas están pagando el precio del descarriado Sionismo Judeocristiano en todos los niveles, sino también, y más importante, una comprensión incorrecta de las Escrituras equivalente a manipular las propias palabras y mensaje de Dios. El hecho doloroso es que las traducciones son meras traducciones y de ninguna manera Escritura misma. Incluso la LXX, la más inteligente de todas las traducciones, sigue 29 Véase 1 Co 5:1-5 además de todos los casos de escisión (ser "cortado") en la Ley (por ejemplo, Ex 12:15, 19; 30:33, 38; 31:14; Lev 7:20- l27; 17:4-14). 38 siendo solo una traducción. Para decirlo sin rodeos, sólo en su idioma original "toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Ti 3:16). La razón se da claramente en el prólogo de Eclesiástico (La Sabiduría de Sirac): La ley, los profetas y los demás libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas. Por eso hay que felicitar al pueblo de Israel por su instrucción y sabiduría. Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar, se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley. Todos, pues, están invitados a leer este libro con atención y buena voluntad. Al traducirlo, he puesto todo el empeño posible. Si, a pesar de esto, les parece que no he acertado en la traducción de algunas frases, deben disculparme. Porque las cosas dichas en hebreo pierden mucho de su fuerza al ser traducidas a otra lengua. 39 Y esto es cierto no sólo en este caso: también en la ley y los profetas, y en los otros libros, no es pequeña la diferencia que se nota cuando se leen en el original. Llegué a Egipto en el año treinta y ocho del reinado de Evergetes, y allí me establecí por un tiempo. Y allí encontré un libro de grandes enseñanzas, y penséque era deber mío dedicar esfuerzos y trabajos a traducirlo. Por aquel entonces pasé muchas noches sin dormir, y usé mis conocimientos con el fin de terminar el libro y publicarlo para utilidad de aquellos que, residiendo en el extranjero, desean instruirse y están dispuestos a ordenar sus costumbres y vivir de acuerdo con la ley. El Judaísmo tradicional y, más aún, el Islam se tomaron muy en serio esta advertencia. Aunque el qur’an se ha traducido a muchos idiomas por el bien de los creyentes, la lectura en voz alta del qur’an se realiza exclusivamente en Árabe original; por lo tanto, el 'imam está obligado a saber Árabe para "entender" lo que el texto está diciendo y transmitir su mensaje a los miembros de su congregación en su propio idioma. Uno no puede, técnicamente hablando, hacer exégesis de una traducción ya que cualquier traducción es el producto de sus traductores. Esto se evidencia en que la Septuaginta, la más antigua traducción griega del Antiguo Testamento, lleva el nombre del número de traductores (setenta) quienes, según una tradición conservada en el siglo II a.C. "Carta de Aristeas a Filócrates", participaron en ese proyecto. Incluso las traducciones más recientes de la Biblia se conocen 40 comúnmente por el nombre de su comisionador (por ejemplo, la versión King James), o su autor (Biblia de Lutero; árabe Van Dyke; versión CorniIescu [rumana]), o el lugar de origen o concepción (Biblia de Ginebra; Biblia de Zurich; Biblia Rumana; Biblia de Jerusalén). Hay dos razones de peso por las que uno no puede hacer exégesis de una traducción. En primer lugar, cualquier texto contiene juegos de palabras que son esenciales para la intención del texto; incluso la mejor de las traducciones no puede representar con precisión todos los casos de juegos de palabras. Los lectores, sin duda, son conscientes de la dificultad inherente a la traducción de proverbios de su idioma original a otro idioma. En segundo lugar, y más importante, cada vez que las Escrituras se refieren al hablar de Dios, Dios está hablando en el idioma original del texto. En realidad, todo lo que se aplica a Dios como también se aplica a todos los personajes de la historia bíblica. Permítanme dar dos ejemplos, uno de cada Testamento. Cualquiera que sea el idioma que José y Moisés usaron para hablar con Faraón, o el idioma que Moisés usó con su esposa Madianita, el contenido de estas conversaciones nos es transmitido en Hebreo. Del mismo modo, el Nuevo Testamento fue escrito en Griego, y aun cuando se hace referencia a otra lengua, o incluso si se algo así se supone, por ejemplo, que Herodes y Pilatos conversaron en Latín (Lc 23:12), el autor siempre tiene presente que sus oyentes entenderán en griego. Esto es más claro en Hechos junto con uno de los discursos de Pablo donde, aunque el autor transmite que el Apóstol habló en Hebreo, los destinatarios del autor escuchan a Pablo en Griego: 41 Cuando él se lo permitió, Pablo, de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Se hizo un gran silencio, y comenzó a hablar en lengua hebrea, diciendo [en griego]: Hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros. Al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Él les dijo [en griego]: Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la Ley de nuestros padres, celoso de Dios como hoy lo sois todos vosotros. (21:40- 22:3)30. Entonces, esta discusión de la herencia en Josué tratará primero con el texto Hebreo y luego investigará cómo la LXX manejó el original. Me limitaré a la LXX ya que es la única traducción del Antiguo Testamento que precedió al surgimiento de los escritos del Nuevo Testamento y, por lo tanto, no fue influenciada por estos. Las traducciones posteriores de las Escrituras no comparten este lugar de honor con la LXX y, en consecuencia, son irrelevantes para comprender el Libro de Josué. Los hablantes de lenguas modernas utilizan dos voces para distinguir la conjugación verbal del "yo", la activa- como en "yo tomo"- y la pasiva- como en "yo fui tomado". Aquellos que saben griego clásico son conscientes de una 30 El tan publicitado Arameo Mateo, cuya existencia nunca ha sido probada- al igual que la existencia del Documento Q (que supuestamente contiene dichos originales de Jesús) nunca ha sido evidenciada- no es más que un dispositivo concebido para recordar a los oyentes Griegos la importancia del conocimiento de las lenguas Semíticas. Nunca deben olvidar que su Nuevo Testamento se basa en la LXX, que a su vez se basa en el Hebreo original. No es casualidad que la tradición sobre un Evangelio Arameo estuviera vinculada a Mateo, el Evangelio que subraya la centralidad de "la Ley y los Profetas", que es terminología típica Hebrea del Antiguo Testamento. 42 tercera voz, correspondiente a nuestro reflexivo: hacer algo para el propio beneficio31. En comparación, la versatilidad de las lenguas semíticas se evidencia por el mucho mayor número de "formas" verbales o "voces" para cada raíz verbal triliteral. El idioma Hebreo tiene siete de estas formas verbales. La tercera y, en especial, la quinta, se conocen como "causativas": hacer (provocar) que otro (haga) la acción. Para dar una idea, la larga frase "Hago (hago) (para) que que veas una tierra" se traduce en Hebreo como dos palabras: "Yo-hago-que-tú-veas una-tierra" (‘ar'eka 'eres). De manera similar, "harás que (este pueblo) herede (la tierra)" (Jos 1:6) es en hebreo simplemente la quinta forma verbal tanhil del verbo nahal (recibir como herencia), siendo herencia, nahalah32. La otra raíz que denota herencia es yrs: mientras que yaras significa "[él] hereda", la quinta forma verbal horis significa "[él] hizo que [alguien] heredara", siendo yerussah, herencia.33 Ambas raíces nhl y yrs tienen básicamente el mismo significado "heredar, recibir como herencia", como testimonia la LXX que traduce ambas con la misma raíz griega kleronom- en Josué. Así que es sorprendente que algunas traducciones (LBLA, BLP, BLPH) opten por convertir la raíz yrs en "poseer" y "posesión", especialmente cuando uno considera que es precisamente esta raíz la que se usa en Génesis esencialmente en conjunción con Abraham, Isaac y Jacob, a cada uno de los cuales se hace referencia al principio de Josué como 31 Esta voz se escucha frecuentemente en español. "Yo lavé mis manos" a diferencia de "Yo me lavé las manos" (medio; reflexivo) en oposición a "Yo le lavé las manos" (activo). 32 Mientras que la quinta forma verbal hinhil (heredó) es la forma más común, la tercera forma verbal nihal, siendo también causativa, aparece en Josué 13:32; 14:1; y 19:51. 33 Ver Gn 15:3, 4 [dos veces]. 7, 8; 21:10; 22:7; Ex 3:4, 7-8. 43 los destinatarios del juramento divino sobre la herencia (1:6).34 Al hacerlo esto, las traducciones, aunque ingeniosamente, equiparan (igualan) patrimonio con posesión (individual o comunal). Como resultado, los oyentes que no saben Hebreo, o incluso Griego, simplemente no escuchan las Escrituras, ¡sino la comprensión que tienen los traductores de ellas! En este caso particular, su comprensión está afectando directamente su visión del marco tangible fundamental de la escritura misma, que es "la tierra y su plenitud", el tema de Génesis 1 y, por la misma razón, de toda la Escritura. Lo más cercano que se llega a la idea de posesión es el uso de la raíz Hebrea 'hz, cuya connotación es "tomar", de donde proviene el verbo ‘ahaz (tomar, asir, agarrar) y el sustantivo ‘ahuzzah (algo tomado, algo en posesión de alguien), traducido en la LXX como kataskhesis (Josué 21:21, 41; 22:4, 9, 19 (dos veces) del verbo katekho (tomar, sujetar, aferrarse). Sin embargo, lo que es de primordial importancia es que (1) el sustantivo griego kataskhesiscorresponde el infinitivo Hebreo reset (1:11) que proviene de la raíz yrs (heredar), y (2) el verbo Griego, kleronomo (heredar) se traduce del hebreo ‘ahaz en Josué 22:9 y 19, los mismos versículos en los cuales kataskhesis se traduce ‘ahuzzah. La conclusión es inevitable: "tomar", por parte de Israel, no es nada más que "recibir (en herencia)" y de ninguna manera es una conquista por la fuerza. Esto es corroborado en que, muy a menudo en otras partes de las escrituras, el Hebreo ‘ahaz tiene al Griego lambano (recibir, tomar) como su contraparte en la LXX. Una persona de habla española no debería estar 34 Otro término es morasah que no se encuentra en Josué, pero aparece en Éxodo relacionado con el mismo tema: "Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo os la daré por posesión (morasah; heredad, herencia). Yo soy el Señor". (Ex 6:8). La RVR es más precisa al traducir morasah como “herencia”. 44 perpleja ante esto, ya que el verbo "tomar" tiene a menudo el significado de "recibir" en frases como "Por favor, toma el pastel que te estoy dando (ofreciendo)". Esto es precisamente lo que uno escucha más adelante en Josué: "Pero los campos de la ciudad con sus aldeas se las dieron (Hebreo natenu; Griego edoken) a Caleb hijo de Jefone como posesión suya (Hebreo ‘ahuzzah; Griego kataskhesis)" (21:12); "Ahora pues, que el Señor vuestro Dios, ha dado reposo a vuestros hermanos como lo había prometido; volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de las posesiones (Hebreo ‘ahuzzah; Griego kataskhesis) que Moisés, siervo del Señor, os dio (Hebreo natan; Griego edoken) al otro lado del Jordán”. (22:4). Se oye directamente que lo que Moisés entrega es la herencia (nahalah) que reciben ciertas tribus, traducción del verbo Hebreo laqah cuyo significado exclusivo es "recibir": Porque la otra media tribu de Manasés, los Rubenitas y los Gaditas habían recibido (laqehu) ya la heredad (nahalah) que les dio Moisés al otro lado del Jordán, al oriente, según se las dio Moisés, siervo del Señor (13:8). Pero los Levitas no tienen ninguna porción (Hebreo heleq; Griego meris) entre vosotros, porque el sacerdocio del Señor es su heredad (Hebreo nahalah; Griego meris) también Gad, Rubén y la media tribu de Manasés, ya han recibido (Hebreo laqehu; Griego elabosan del verbo lambano) en el lado oriental del Jordán, la heredad (nahalah) que les dio Moisés, siervo del Señor. (18:7). 45 El último versículo en realidad nos presenta dos características que completan y corroboran estos hallazgos. Por un lado, la traducción LXX del Hebreo laqah al Griego Iambano, verbo que también significa "tomar", confirma la equivalencia entre 'ahaz (tomar) y laqah (recibir). Su corolario es que ‘ahuzzah no significa necesariamente posesión por la fuerza. Por otro lado, el hecho de que la LXX use en un versículo el mismo meris para traducir tanto heleq (porción) como nahalah (herencia), también subraya que la tierra fue concedida por repartición o asignación, como se evidencia en los otros casos en los que el verbo halaq (repartir; dividir) ocurre (Jos 13:7; 14:5; 18:2, 5, 10; 19:51). Mirando más de cerca estos hechos, uno nota que, mientras que en 14:5 y 18:10 es la tierra ('eres; tierra) la que se reparte, en los otros cuatro casos es en realidad la nahalah que es asignada. Nos correspondería revisar en detalle el largo pasaje 18:1-10 ya que no solo incluye tres de los seis casos recién mencionados (vv.2, 5 y 10) sino que también incluye el v.7 mencionado anteriormente: Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, donde erigieron el Tabernáculo de reunión. Toda la tierra se les había sometido, pero quedaban de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún no se les habían repartido (nahalah) su posesión (halequ)35. Entonces Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo vais a esperar para venir a poseer (heredar; Hebreo reset; Griego 35 La LXX usa el verbo ekleronomesan para traducir tanto el verbo halequ como su complemento, el sustantivo nahalah. 46 kleronomesai) la tierra que os ha dado el Señor, el Dios de vuestros padres? Designad tres hombres de cada tribu, para que yo los envíe. Que ellos se levanten, recorran la tierra y la describan conforme al reparto de las heredades (Hebreo nahalah; Griego dielein [dividir, distribuir, repartir]); después volverán a mí. Dividirán36 (Hebreo tithallequ; Griego mersiate, de la misma raíz que meris [porción]) la tierra en siete partes (Hebreo halaqim; Griego meridas [plural de meris]). Judá se quedará en su territorio al sur y los de la casa de José en el suyo al norte. Vosotros, pues, delinearéis (Hebreo “escribir”; Griego merisate) la tierra en siete partes (Hebreo halaqim; Griego meridas) y me traeréis la descripción aquí, para que yo eche suertes (Griego kleron de la misma raíz que kleronomesai [heredar, recibir lotes]) delante del Señor, nuestro Dios. Pero los levitas no tienen ninguna parte (Hebreo heleq; Griego meris) entre vosotros, porque el sacerdocio del Señor es su heredad (Hebreo nahalah; Griego meris); también Gad, Rubén y la media tribu de Manasés, ya han recibido (Hebreo laqahu; Griego elabosan, del verbo lambano), en el lado oriental del Jordán, la heredad (nahalah) que les dio Moisés, siervo del Señor. Aquellos hombres se levantaron y partieron. Y mandó Josué a los que iban a delinear la tierra: Id, recorred la tierra y delineadla, y volved a mí, para que yo os eche suertes (Hebreo goral; Griego kleron) aquí delante del Señor, en Silo. Fueron, pues, aquellos hombres y recorrieron la tierra, delineándola ciudad por ciudad en siete partes (Hebreo 36 "Tú” tanto en el texto Masorético como en la LXX. 47 halaqim; Griego meridas), en un libro que llevaron a Josué al campamento en Silo. Josué les echó suertes (Hebreo goral; Griego kleron) delante del Señor en Silo, y allí repartió (Hebreo yehalleq) la tierra a los hijos de Israel, según sus porciones37. (18:1-10). La terminología tanto del Texto Masorético como de la Septuaginta no deja lugar a error en la comprensión de la intención del texto: Canaán se asigna por sorteo a las diferentes tribus que han de vivir allí, no como una sola nación en el sentido moderno; las tribus deben disfrutarlo como los pastores disfrutan de su vasta área de pastoreo sin obstáculos si cumplen con las reglas del juego. El obstáculo puede venir únicamente de la mano del dueño de esa tierra, que es el Señor mismo, y su ley debe ser obedecida (1:1-11). La vasta extensión del territorio (v.4), la Canaán bíblica prometida a los "padres" (Gn 26:4; 32:9), permanece únicamente como posesión del Señor para darla condicionalmente a quien Él quiera. Nos queda por descubrir de qué se trata el “escurridizo” Canaán bíblico donde domina el Señor. Sobre la base de Josué 1:4, uno esperaría que fuera una realidad más funcional que tangible. Esto no es tan descabellado como puede parecer dado que "Cananeo" en las Escrituras se usa a menudo como sustituto de un comerciante interesado en el beneficio personal38. Un buen lugar para comenzar nuestra investigación es con la diferenciación entre las áreas de Cis- Jordania y Trans-Jordania en los asentamientos tribales. En Josué esto claramente no es tanto un asunto geográfico como un asunto donde se 37 La LXX omite la segunda mitad del versículo (y Josué repartió [Hebreo yehalleq] la tierra al pueblo de Israel, a cada uno su parte. 38 Ver C-Ez 196. 48 encuentra la "herencia" del Señor. Después de la descripción de la herencia de los tribus y media de Transjordania (13:8-35), el texto continúa con la siguiente declaración: "Esto, pues, es lo que los hijos de Israel recibieron como heredad en la tierra de Canaán, lo que les repartieron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun
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