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Devocionario almas purgatorio - P Antonio Donadoni

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R. P. ANTONIO DONADONI S. J. 
 
 
DEVOCIONARIO EN FAVOR DE LAS 
BENDITAS ALMAS 
DEL PURGATORIO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
«Es, pues, un pensamiento santo y saludable 
el rogar por los difuntos, a fin de que sean 
libres de las penas de sus pecados». 
 
11 Mac. 12, 46. 
 
 
 
 
 
2 
 
 
 
 
INDICE 
 
 
Págs. 
 
Introducción………………………………………….…... 8 
Santa Misa. Devoto ejercicio para oírla….….………..... 14 
Rosario para los difuntos. -- Misterios gozosos........... 24 
Misterios dolorosos……………………………………... 27 
Misterios gloriosos……………………………………… 29 
Ofrecimiento, en verso……………………………….…. 31 
Letanías de la Virgen María……………………………. 33 
Oraciones……………………………………………….…. 35 
Soneto……………………………………………………... 36 
Devoción a las benditas ánimas del Purgatorio……... 37 
Oración…………………………………………………… 38 
Jaculatoria……………………………………………….. 39 
Oración a San Lorenzo……………………………….….. 39 
Devoción a la Santísima Pasión por las 
ánimas del Purgatorio. – Oraciones………………….... 41 
 
3 
 
 
Oraciones de San Gregario…………………………..…. 42 
Ofrecimiento…………………………………………….. 44 
Oraciones………………………………………….……… 45 
Sudario………………………………………………….… 46 
Devotísimo ofrecimiento de la sagrada Pasión de 
Nuestro Señor Jesucristo, por las benditas almas 
del Purgatorio, distribuido en los siete días de 
La semana……………………………………………..….. 48 
Domingo……………………………………………..…… 48 
Lunes…………………………………………………..…. 50 
Martes…………………………………………………..… 52 
Miércoles………………………………………………..... 55 
Jueves……………………………………………………... 57 
Viernes…………………………………………………..... 59 
Sábado…………………………………………………..…. 61 
Oración para cada día después de los ofrecimientos, 
para ganar las santas indulgencias concedidas por 
cada uno de ellos……………............................................ 63 
Propaganda piadosa del Rosario por los difuntos….... 65 
Rosario de difuntos más fácil………………………….... 68 
Acto de contrición………………………………………... 68 
Oración………………….…………………………..…..…. 70 
Ocho súplicas a nuestro Padre Jesús por las almas 
benditas…………………………………………………..... 73 
Práctica de la meditación.– Antes de la meditación..... 76 
En la meditación…………………………….………….... 77 
Después de la meditación…………………………….... 78 
Práctica de los exámenes general y particular….…... 79 
Oración por las benditas almas del Purgatorio…..… 81 
Oración para ofrecer las indulgencias por las benditas 
almas del Purgatorio…………………………………... 81 
 
4 
 
 
Devoción llamada de los Cien Réquiem……………. 82 
Oración en sufragio de las almas de los cófrades de 
Nuestra Señora del Carmen………………………...….. 86 
Confesión y Comunión. – Oración para antes de la 
confesión………………………………………………..... 89 
Oración para antes del examen…………………….…. 89 
Sentimiento de contrición…………………………......... 90 
Después de la confesión……………………………….. 90 
Domine, non sum dignus, en verso………………….. 93 
Deseos de comulgar…………………………………….. 97 
Para después de la comunión……………………..….... 98 
Acto de ofrecimiento……………………………….….. 98 
Ejercicio del Santo Vía Crucis. – Acto de 
Contrición………………………………………………... 100 
Ofrecimiento………………………………………….….. 101 
Visita al Santísimo Sacramento. – Modo de 
ofrecer la visita para ganar las indulgencias de las 
Cuarenta Horas. – Oración…………………………….. 120 
Acción de gracias. – Te Deu Laudamus………………. 121 
Himno de Santo Tomás de Aquino………………….… 122 
Oración para pedir la bendición del Santísimo 
Sacramento……………………………………………… 123 
Devoción a Jesús, María y José, para el día 1º de 
cada mes. – Acto de Contrición…………………….… 124 
Oraciones………………………………………………... 125 
Jaculatorias……………………………………………… 128 
Oración al dulce nombre del Señor San José, la cual 
se podrá decir todos los días………………………….. 128 
Tres Credos a la Santísima Trinidad pidiendo una 
Buena muerte…………………………………………… 130 
Ofrecimiento……………………………………………. 132 
 
5 
 
 
Oración a la Divina Providencia, para alcanzar el 
remedio de toda especie de necesidades……………. 132 
Oración a María Santísima, para la hora de la 
muerte…………………………………………………… 134 
Oración a nuestra Señora de las Angustias………….. 135 
Acto de sumisión……………………………………….. 136 
Jesús en el Santísimo Sacramento……………………. 137 
 
Oración a la preciosa sangre de Cristo, para la 
conversión de los pecadores………………………….. 138 
Oración y Acto de consagración……………………… 139 
Consideraciones para asistir al santo sacrificio de 
La Misa………………………………………………….... 141 
Ofrecimiento de la Misa……………………………….. 150 
Devoción admirable de los siete dolores que María 
Santísima sintió en la vida y muerte de su 
amantísimo Hijo……………………………………….. 152 
Ofrecimiento……………………………………….…… 155 
Trisagio a la Santísima Trinidad……………….…….. 156 
Acto preparatorio al ejercicio………………………… 156 
Himno………………………………………………….... 157 
Oraciones a Dios Padre………………………………… 158 
Oración a Dios Hijo…………………………………….. 159 
Oración a Dios Espíritu Santo……………………….…. 160 
Gozos a Dios Trino y Uno……………………………… 161 
Día diecinueve. – Devoción al castísimo Patriarca 
Señor San José…………………………………………… 165 
Humilde Rogativa al Glorioso San Antonio 
de Padua…………………………………………………. 167 
Responsorio de San Antonio de Padua………………. 168 
Gozos al glorioso San Antonio de Padua……………. 170 
 
6 
 
 
Voto a favor de las almas del Purgatorio……………. 173 
Testimonio espiritual para hacerlo en salud y 
renovable a la hora de la muerte……………………… 174 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
7 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
 La piedad con los difuntos, es uno de los primeros 
sentimientos del corazón humano. «Cuando se está persuadido 
de que el alma vive después de la destrucción del cuerpo, dice 
un profundo escritor, cualquiera que sea la opinión que se 
tenga sobre el estado en que ésta se halle después de la muerte, 
no hay cosa más natural que hacer votos y oraciones para 
proporcionar felicidad a las almas de nuestros parientes y 
amigos. Aquellos mismos que por sus principios parecen más 
prevenidos contra tal uso, muchas veces confiesan 
sinceramente no poderse detener en aquellos graves momentos 
de hacer votos secretos, que la misma naturaleza arranca de 
sus pechos, por aquellas personas con quien estaban 
estrechamente unidos con dulces y caros vínculos. Señal 
evidente de que éste es un sentimiento grabado por el dedo de 
Dios en el corazón de los hombres; he aquí por qué se 
encuentra en todo lugar y en todos los pueblos del mundo» 
(Inspiraciones de Francia, tomo II, inscripción 12). 
 
 Pero las tradiciones más veneradas y más puras se hallan en 
los pueblos que adoran al Dios vivo. Porque la verdadera 
Religión trató siempre de acercar las almas de los que finaron a 
la Fuente de toda felicidad, que es Dios, para hacerlas 
bienaventuradasen Él y por Él. De lo cual provino el que, por 
medio de oraciones y sacrificios, procurasen hacer propicio al 
Todopoderoso para aquellas y con obras expiatorias tratasen 
de hacerlas dignas ante su divina Presencia. Y, efectivamente, 
estos son los dos modos empleados en la Santa Iglesia para 
socorrer a los difuntos: hacer propicio al Señor con las almas y 
 
8 
 
 
hacer las almas dignas de Él, lográndolo por la oración y el 
sacrificio y por las obras expiatorias a favor de las ánimas 
benditas. 
 
EXISTENCIA DEL PURGATORIO 
 
 Es un artículo de fe, en que las almas de los que mueren con 
alguna culpa venial o sin haber satisfecho plenamente a la 
Justicia divina por los pecados ya perdonados, están detenidas 
en un lugar de expiación que llamamos Purgatorio. 
 
 Así lo enseña la Santa Madre Iglesia, columna infalible de la 
verdad; así lo confirma la más antigua y constante tradición de 
todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los Santos 
Padres griegos y latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, 
San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín y tantos 
otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de 
Cartago, de Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el 
Espíritu Santo (Goti, Belarmino). 
 
 Y aunque la Iglesia no lo enseñase así, ¿No lo insinúa 
bastante la razón natural? Supongamos que un alma sale de 
este mundo con alguna culpa venial; ¿Qué hará Dios? ¿La 
lanzará al infierno? Y siendo su hija y esposa amadísima, ¿La 
confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso 
repugna a la Justicia y Bondad divina. ¿La introducirá en el 
cielo? Esto se opone igualmente a la Santidad y Pureza infinita 
del Creador, pues solo aquel cuyas manos son inocentes a cuyo 
corazón está limpio, subirá al monte del Señor (Salmo 23). 
Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo (Apoc. 
21). 
 
9 
 
 
 
 ¿Qué hará pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por 
Malaquías: La pondré como en un crisol (Mal. 3, 3), esto es, en 
un lugar de penas y tormentos, de donde no saldrá hasta que 
haya satisfecho a la Justicia divina. 
 
 ¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te 
burles de ello, la cosa es y será así. Negar el Purgatorio, tan 
solo dudar advertidamente de su existencia, es ya pecado 
grave. ¿Crees tú esta verdad y con tanta indiferencia, miras tan 
horribles penas? ¿Crees en el Purgatorio y con tus culpas 
amontonas tanta leña para arder en tan terrible fuego? 
 
 Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a 
aquellas almas afligidísimas. 
 
 Si en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena 
comunicación de bienes espirituales entre los bienaventurados 
que triunfan en el cielo, los cristianos que militamos en la 
tierra y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de 
esta comunicación de bienes, podemos con mucha facilidad y 
mérito nuestro bajar al Purgatorio con nuestros sufragios y a 
imitación de Jesucristo después de su muerte, librar aquellas 
almas y alegrar el cielo con un nuevo grado de gloria 
accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella 
Patria felicísima. ¡Oh admirable disposición de la Sabiduría 
divina! ¡Oh qué dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios 
obligado a castigar a aquellas sus hijas amadas, busca 
medianeros que intercedan por ellas, a fin de conciliar así el 
rigor de la Justicia con la ternura de su Misericordia infinita. 
 
 
10 
 
 
 Y nosotros somos estos dichosos medianeros y 
corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas 
pobres almas. 
 
 Haz pues amado cristiano, con fervor algún sufragio en cada 
día de este mes consagrado a las ánimas; ¿Quién sabe si abrirás 
el cielo a alguno de tus parientes o amigos ya difuntos? ¿Y 
serás tan duro o insensible que les niegues un pequeño 
sacrificio, pudiéndole hacer tan grande favor y a tan poca 
costa? 
____________________ 
 
Práctica sencilla 
para cada día, 
 
SOBRE TODO EN EL MES DE 
 NOVIEMBRE, A FAVOR DE 
 LAS ÁNIMAS 
 
 Pueden rezarse cinco Padrenuestros, Avemarías y Requiem ae 
ternam dona eis, Dómine et lux perpetua luceat eis, en memoria de 
la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, suplicando al Eterno 
Padre que se apiade de las benditas almas por la sangre que 
derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces la siguiente: 
 
JACULATORIA 
 
 ¡Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, 
misericordia! Padre nuestro, etc. También añádase un 
Padrenuestro por los propagadores de esta devoción. 
 
11 
 
 
 
 «Tiene concedidos trescientos días de indulgencia por cada vez y 
confesando y comulgando, si se hace todo el mes, indulgencia plenaria (Pío 
VII, 7 de Febrero de 1817)». 
 
 Dios estima mucho el que hagamos sufragios por las 
benditas ánimas del Purgatorio. 
 
 Entre las muchas apariciones que confirman el dogma del 
Purgatorio y lo aceptos (gratos) que son a Dios los sufragios 
por los difuntos, es muy notable la que tuvo el caudillo ilustre 
de los ejércitos de Dios, Judas Macabeo. Había este piadoso 
General derrotado a Gorgias, más no sin pérdida de varios 
soldados suyos, que murieron en la batalla; conociendo por las 
alhajas que les encontraron ocultas en los vestidos de los que 
habían muerto en castigo por un robo que habían hecho en la 
ciudad de Jamnia, exhortó al ejército a que rogase por aquellos 
infieles. Hizo una cuestación y reuniendo doce mil dracmas de 
plata, los envió a Jerusalén, para que se ofreciesen sacrificios en 
sufragio de aquellas pobres almas. Conducta admirable que el 
Espíritu Santo alabó con aquellas memorables palabras: «Es 
pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los 
difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados». 
Conducta que le alcanzó de Dios una insigne victoria; pues 
habiendo sucedido a Giorgias el soberbio Nicanor, la víspera, 
cansado Judas de combinar el plan de batalla y hacer 
preparativos para ella, se quedó dormido, cuando he aquí que 
se le aparecen el profeta Jeremías y Onías, el Sumo Sacerdote, 
ya difuntos, y presentando una espada muy preciosa le dicen: 
Recibe esta espada santa como una dádiva que Dios te envía; 
con ella abatirás a los enemigos de mi pueblo Israel. Animado 
con esta visión y armado con esta espada divina, embistió con 
 
12 
 
 
pequeño ejército al enemigo y mató a treinta y cinco mil, entre 
ellos al mismo Nicanor. 
 
 Obra de gran alivio para las benditas ánimas del 
Purgatorio y de mucho mérito para nosotros. 
 
 1ª Hacer todos los años la Novena en el mes de Noviembre; 
consagrarles el lunes de cada semana. 2ª Celebrar Misas, o 
mandarles celebrar y oirlas. 3ª Comulgar con fervor, ya 
espiritual, ya sacramentalmente, sobre todo los lunes. 4ª Visitar 
el Santísimo Sacramento o a la Virgen en sus santuarios. 5ª 
Hacer un rato de oración mental, considerando con 
especialidad la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. 6ª Andar el 
Vía Crucis y llevar al cuello algún escapulario. 7ª Rezar el 
Santo Rosario, la Corona de los Dolores, los Salmos 
Penitenciales, cinco Padrenuestros a las cinco Llagas de 
Jesucristo nuestro Señor y otras oraciones vocales. 8ª Sufrir con 
resignación las penas humillaciones, dolores y trabajos de esta 
vida. 9ª Practicar alguna mortificación corporal y refrenar los 
cinco sentidos. 10ª Hacer limosnas y otras piadosas obras de 
misericordia. 11ª Olvidarlas injurias y perdonar a los enemigos 
por amor de Dios. 12ª Ganar indulgencias; aprender la 
Doctrina Cristiana. 
 
 
 
 
 
 
------------------------------- 
 
 
13 
 
 
 
 
 
 
LA SANTA MISA 
 
Al arrodillarse 
 
 Señor, deseo ganar las indulgencias concedidas a esta Santa 
Misa que voy a oír y oraciones que voy a rezar, todas las que 
ofrezco con todas las Misas que se han dicho, que se están 
diciendo y que se dirán hasta el fin del mundo, y con los 
méritos e intercesión de vuestros Ángeles, Santos y Justos, a 
quienes invoco con todo mi corazón; y es mi voluntad poner 
estas indulgencias en manos de la Santísima Virgen María, 
para que por vuestro amor y honra se sirva aplicarlas a las 
almas del Purgatorio que fueren de su benigno agrado y 
elección. A este fin, os ruego por la exaltación de nuestra Santa 
fe católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los 
príncipes cristianos, conversión de los infieles, herejes y 
pecadores, por los enfermos, agonizantes y caminantes, 
 
14 
 
 
descanso de las benditas ánimas del Purgatorio y demás 
piadosos fines de nuestra Madre la Iglesia. Amén. 
 
Al ir el sacerdote al altar 
 
 Permitidme, Señor, permanecer ante vuestro augusto 
acatamiento; ya que me disteis licencia de penetrar en vuestra 
santa casa, llenadme de temor reverencial y profundo respeto, 
para que con las disposiciones necesarias ofrezca, juntamente 
con el sacerdote, el inefable sacrificio a que voy a asistir. Y pues 
que vuestra misericordia infinita se complace en ser invocada a 
favor de los menesterosos y de los que sufren, yo me atrevo a 
levantar con humildad, pero también con fervor, mi voz en 
obsequio de vuestras muy amadas esposas las benditas ánimas 
que en el Purgatorio penan. Que mi indignidad no sea causa de 
que desechéis mis pobres oraciones, porque bien sabéis Vos, 
Señor, que los méritos de vuestra sacratísima vida, Pasión y 
muerte que voy a ofreceros, exceden y con mucho, a la 
multitud de mis culpas, que espera me serán perdonadas ya 
que las detesto sólo por ser ofensas a vuestra bondad sin 
límites. Amén. 
 
La Confesión 
 
 ¿Qué podré deciros oh mi Dios! Cuando con tanta claridad 
estáis mirando escritas en mi corazón todas mis iniquidades? 
Yo os las confieso penetrado de dolor y confusión e invocando 
el perdón para mí, juntamente os ruego que minoréis la 
confusión que padecen las ánimas del Purgatorio, acordándoos 
de lo que os hicieron sufrir vuestros enemigos cuando os 
acusaban falsamente en los tribunales. Amén. 
 
15 
 
 
 
Los Kiries 
 
 ¡Ay mi Dios! Aunque toda mi vida invocara vuestra 
misericordia, hiriendo con dolor mi pecho, jamás quedaría 
tranquilo, por causa de la enormidad y multitud de mis 
pecados; pero si levanto hacia Vos mis ojos y os veo en mi 
obsequio sufrir mansamente que escupan y abofeteen vuestro 
rostro, entonces no sólo me atrevo a pediros que me subliméis 
a la honra de hijo vuestro, sino también que llevéis a las ánimas 
del Purgatorio a cubir en el Cielo sus rostros con los 
resplandores de la gloria. Amén. 
 
La Gloria 
 
 Los Ángeles, Señor, los Bienaventurados celebren gozosos la 
magnificencia de vuestra gloria; pues no sea menor vuestra 
piedad para con los que en este valle de lágrimas desfallecemos 
oprimidos con el peso de nuestra carne, ni para con las almas 
que en el Purgatorio gimen penetradas de vivos dolores; antes 
bien, haced que unos y otros, libres de nuestras respectivas 
miserias, logremos pronto reunirnos en el cielo a cantar 
eternamente vuestras misericordias. Amén. 
 
La Epístola 
 
 Los Patriarcas de vuestro pueblo suspiraban fervientes por 
Vos, dulce Jesús mío, y los Profetas anunciaban al pueblo 
escogido vuestra venida en carne mortal. ¡Ojalá que los 
viadores, que creemos que estáis ya entre nosotros 
sacramentado, nos unamos a Vos por gracia, y que las almas 
 
16 
 
 
santas del Purgatorio, que suspiran por Vos llenas de amor y 
amargura, se os unan en el Cielo por gloria! Amén. 
 
El Evangelio 
 
 Todos los Ángeles están alrededor del trono…, y 
postrándose sobe sus rostros, adoran a Dios, diciendo: «Amén, 
así sea»; nosotros, miserables pecadores, nos agrupamos 
alrededor del trono de vuestra soberanía, y acordándonos de la 
ley que disteis a nuestros padres cuando vivíais en el mundo, 
os pedimos la gracia de ejecutarla para merecer vuestra 
benevolencia, y clamamos: «Amén así sea»; y como vemos 
también a las almas Santas del Purgatorio esperando ansiosas 
su libertad (y que la Sangre del Cordero sin mancha las redima 
del reato de sus culpas, abreviando sus espantosos 
sufrimientos), redoblamos nuestras súplicas en su obsequio, no 
dudando que vuesta bondad les permita entonar luego con 
vuestros Ángeles el himno que perpetuamente éstos cantan: 
«Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias, honra, 
poder y fortaleza a nuestro Dios, por los siglos de los siglos. 
Amén». 
 
Al Credo 
 
 Creemos Señor firmemente, todo lo que Vos revelasteis y la 
Iglesia nos propone. Y he aquí que elevamos nuestros 
corazones al Cielo, pidiéndoos gracia y perdón para nosotros, 
porque dejasteis escrito en vuestro Evangelio: «Pedid y se os 
dará»; y levantamos también nuestras manos, intentando abrir 
las puertas de la Gloria a las almas del Purgatorio, según 
aquellas vuestras consoladoras palabras: «Llamad y se os 
 
17 
 
 
abrirá». Haga el honor de vuestra palabra que nuestras 
esperanzas no queden defraudadas. Amén. 
 
Al Ofertorio 
 
 Aceptad ¡Oh mi Dios!, este pan y este vino que deben 
convertirse pronto en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo vuestro 
Hijo, que os ofrecemos, cual víctima adorable, en memoria y 
continuación del sacrificio sangriento de la Cruz y ponemos en 
vuestras manos, su inmenso valor en pago de la gracia que 
para nosotros pedimos, y de la gloria que solicitamos para 
vuestras esposas, que gimen en la cárcel del Purgatorio. Amén. 
 
Al orate fratres 
 
Recibid ¡Oh Señor!, este sacrificio que os ofrecemos por la 
mano de vuestro venerable sacerdote, para alabanza y gloria 
de vuestro nombre, para la utilidad de toda la Iglesia, 
particular nuestra y descanso de las benditas almas del 
Purgatorio. Amén. 
Al Prefacio 
 
 Verdaderamente que es digno, justo, equitativo y saludable 
que ahora y siempre y en todo lugar, os demos gracias por los 
innumerables beneficios de que nos habéis llenado, ¡Oh Dios 
misericordioso y bueno! Atraed pues, nuestro corazón y 
permitid que juntamente con las benditas ánimas del 
Purgatorio, libres de nuestro destierro unamos nuestras voces a 
las de vuestros Ángeles y bienaventurados en el Cielo, y todos 
sin cesar os cantemos: « ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios 
 
18 
 
 
de los ejércitos! Llenos están los Cielos y la Tierra de la 
majestad de vuestra gloria. Amén». 
 
Al primer memento 
 
 Acordaos Señor, de todos mis bienhechores, entre los que sin 
duda ocupan un principal lugar las ánimas del Purgatorio, que 
agradecidas os ruegan continuamente por mí. Para pagarles los 
favores de que me llenan, os suplico que las colméis de 
bendición hasta llevarlas al Cielo, donde yo logre unirme con 
ellas a fin de amaros y alabaros eternamente. Amén. 
 
Consagración y elevación dela Hostia 
 
 ¡Oh Señor! Vos que disteis a vuestros ministros la potestad 
de convertir el pan en vuestro Cuerpo adorable, dignaos hacer 
por esta conversión que se cambien los dolores que sufren las 
almas del Purgatorio en goces celestiales y que con nosotros, 
que asistimos a este tremendo sacrificio, unan sus voces desde 
el Cielo, diciendo (al elevar la hostia): «Sea alabado y se den 
gracias en todo momento al Santísimo y divinísimo 
Sacramento. Amén». 
 
Segundo memento 
 
 Vuelve ¡Oh dulce Jesús!, desde tu excelso trono tus ojos de 
clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio: 
esposas tuyas son, las que allí están purificándose; están 
marcadas con el sello de la Trinidad; son precio de tu sangre, 
son tierno objeto de tu amor. Un fuego terrible las acrisola; una 
privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige 
 
19 
 
 
sobremanera; suspiran con ansia por el feliz momento en que 
han de ir a unirse contigo. Que se apresure pues, instante tan 
dichoso, que salgan en breve a gozar de su Esposo amado; que 
tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio; que tu grande 
misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz 
brille sobre ella la eterna luz. Así, Señor, te lo pedimos por 
aquella amarga hora en que entregaste tu Santo Espíritu en 
manos de tu Eterno Padre. Amén. 
 
Pater noster 
 
 Padre nuestro, que estás en los Cielos: haz que a ellos vayan 
las almas del Purgatorio a santificar con sus alabanzas tu 
nombre, que tu reino las acoja, cumpliéndose luego la 
misericordiosa voluntad que tienes de librarlas de sus penas. 
Con el pan de la eterna bienaventuranza dales hartura en las 
bodas celestiales y perdónales todas sus deudas, así como a 
nosotros pecadores. Según tu grande clemencia, no dejes que 
decaiga nuestra confianza en Ti, antes bien levántala muy alto, 
y que así consigamos por tus méritos y bondad vernos libres de 
todo mal. Amén. 
 
Pax Domini 
 
 Dales Señor, el descanso eterno y que las ilumine la eterna 
luz. Del poder del Infierno libra, Señor, sus almas. Descansen 
en paz. Amén. 
 
 
 
 
 
20 
 
 
Agnus Dei 
 
 ¡Oh Dios benignísimo, de quien únicamente procede la 
verdadera paz! Concédenos clemente, que por medio de una 
santa vida obtengamos la paz de nuestras conciencias, y que 
nuestras humildes oraciones sean poderosas a obtener de tu 
misericordia el eterno descanso de las benditas ánimas del 
Purgatorio. Amén. 
 
Domine, non sum dignus 
 
Verdaderamente Señor, que no hay hombre alguno que sea 
digno de parecer en tu presencia; pero basta que digas una sola 
palabra, para que libres de nuestros pecados e imperfecciones, 
quedemos espléndidamente adornados con la preciosa 
vestidura de la gracia. Pronúnciala Señor, en obsequio nuestro 
y de las benditas ánimas del Purgatorio y luego quedaremos 
capaces de presentarnos en el Cielo a adorarte por toda la 
eternidad. Amén. 
 
La Comunión 
 
 ¡Oh Dios, que después de tu sangrienta Pasión quisiste que 
tu adorable Cuerpo fuese sepultado, y tu Alma amabilísima 
bajó al seno de Abraham a consolar a las almas santas que 
esperaban tu grato advenimiento! Concédenos piadoso a los 
viadores, que con tu gracia bajes a visitarnos en el abismo de 
nuestros pecados para santificarnos y a las almas santas del 
Purgatorio acudas con tu Sangre para apagar el fuego que las 
devora; y a todos nos lleves cuanto antes a sentarnos en la 
mesa del eterno convite de los Cielos. Amén. 
 
21 
 
 
 
Última oración 
 
 Desde el profundo abismo en que estoy caído, clamo a Vos, 
Señor; no seáis Dios mío, inexorable a mi voz. 
 
 Dignaos escuchar los ruegos de un infeliz que no tiene otro 
recurso que vuestra misericordia. Sé Dios mío, cuán culpable 
soy a vuestros ojos; mas si examináis con rigor nuestras 
inquietudes, ¿Quién podrá sufrir vuestros juicios? Si en 
nosotros sólo encontraréis delitos para perdernos, en Vos 
hallaréis motivos para salvarnos; os impusisteis la ley de no 
resistir a nuestras lágrimas, y esto me obliga, Señor, a esperar 
confiado en vuestra bondad. Nunca me he olvidado de las 
promesas del Señor, que me han alentado en lo más fuerte de 
mis males: he esperado siempre en Él. Así, no deje Israel de 
esperar, pues recibirá por la noche el socorro que no haya 
conseguido por el día. Porque es infinita la misericordia del 
Señor, que sabe hallar en los tesoros de su poder, remedio para 
nuestros males. Amén. 
 
La bendición 
 
 Bendecir ¡Oh Dios mío! Por la mano de vuestro ministro a 
nosotros y a las almas santas del Purgatorio, como bendeciréis 
el último día a vuestros escogidos; y que los efectos de vuestra 
bendición queden eternamente en nosotros, logrando que 
libres de toda deuda a vuestra justicia, unidos cantemos en el 
Cielo incesantemente; Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al 
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. 
 
 
22 
 
 
El último Evangelio 
 
 Dios Creador y Redentor de las almas: acordaos de vuestros 
siervos y siervas que satisfacen a vuestra divina justicia 
padeciendo las penas del Purgatorio y anhelan por el momento 
de gozar de la eterna bienaventuranza que esperan; yo os 
suplico que os dignéis mitigar sus penas y que hagáis que 
vayan a gozar presto de vuestra divina presencia, y en 
particular os ruego por las almas de mis padres, hermanos, 
parientes y bienhechores, y de todos los demás que son de mi 
obligación, y por quienes no puedo menos que rogar por su 
alivio. Así lo espero por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 
 Dales, Señor, el descanso eterno, y que les ilumine la eterna 
Luz. Del poder del Infierno, libra Señor sus almas. Descansen 
en paz. Amén. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ------------------------------- 
 
 
23 
 
 
 
 
 
ROSARIO 
PARA LOS DIFUNTOS 
 
Misterios gozosos 
 
PRIMER MISTERIO 
 
Anunciación del Ángel y Encarnación 
del Verbo en las entrañas 
virginales de María 
 
 ¡Oh María Dulcísima, consuelo de las almas! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que 
tuviste cuando, saludada del Ángel, te anunció la Encarnación 
del hijo de Dios en tus entrañas; por él te suplicamos que el 
alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del 
Purgatorio, reciban de los Ángeles, por tu intercesión, alegres 
 
24 
 
 
nuevas de la gloria, a donde vayan a descansar por todos los 
siglos. Amén, Jesús. 
 
SEGUNDO MISTERIO 
 
Visitación de Nuestra Señora y 
santificación del Bautista 
 
 ¡Oh María, refugio de pecadores! Este Padrenuestro y diez 
Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, 
visitando a Santa Isabel, fuiste de ella reconocida por Madre de 
Dios, y el niño Juan, libre de las prisiones de la culpa; por este 
gozo te suplicamos visites y consueles el alma de nuestro 
hermano N…, y las demás almas del Purgatorio y las libres de 
las prisiones que padecen y salgan libres a la gloria. Amén, 
Jesús. 
 
TERCER MISTERIO 
 
El nacimiento del Hijo de Dios 
 
 ¡Oh María, estrella del mar, Norte fijo de la Iglesia! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que 
tuviste cuando,naciendo de tu vientre, como de la aurora, el 
Sol de Justicia, Cristo, alumbró a los que estaban en tinieblas; 
por Él suplicamos que el alma de nuestro hermano N…, y las 
demás del Purgatorio, merezcan por Ti salir de las tinieblas de 
aquella obscura cárcel a los resplandores de la gloria. Amén, 
Jesús. 
 
 
 
 
 
25 
 
 
 
CUARTO MISTERIO 
 
Presentación del Niño Jesús en el templo 
y Purificación de Nuestra Señora 
 
 ¡Oh purísima María, que sin obligarte la ley de la 
Purificación presentaste a tu Santísimo Hijo en el templo, con 
especial gozo de verle reconocido por verdadero Dios! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicando que 
el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del 
Purgatorio, sean purificadas para entrar en el templo de la 
gloria. Amén, Jesús. 
 
 
QUINTO MISTERIO 
 
El Niño perdido y hallado 
en el templo 
 
 ¡Oh María, seguro medio para hallar a Jesús! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que 
tuviste hallando en el templo al Niño Dios, sin culpa tuya 
perdido; por Él te suplicamos que el alma de nuestro hermano 
N..., y las demás del Purgatorio, tengan por tus ruegos el alivio 
de sus penas, mirando a Jesús en el templo de su gloria. Amén. 
Jesús. 
 
 
 
 
 
26 
 
 
 
Misterios dolorosos 
 
PRIMER MISTERIO 
 
La Oración del Huerto 
 
 ¡Oh dolorosísima Madre de Jesús, quien, despedido y 
apartado de tu compañía, oró con mortales agonías en el 
huerto, donde por un Ángel fue confortado! Este Padrenuestro 
y diez Avemarías te ofrecemos, suplicándote que por tu 
intercesión el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas 
del Purgatorio, sean confortadas por los Ángeles en sus penas. 
Amén, Jesús. 
 
 
SEGUNDO MISTERIO 
 
Desnudo Jesús 
es cruelmente azotado 
 
 ¡Oh María, mar de dolores! Este Padrenuestro y diez 
Avemarías te ofrecemos en memoria del gravísimo dolor que 
tuviste viendo desnudo y azotado cruelmente al Hijo de tus 
entrañas; por Él te suplicamos que el alma de nuestro hermano 
N…, y las demás del Purgatorio, sean libres de los azotes que 
allí padecen de la Divina Justicia, por virtud de los azotes que 
Jesús llevó por su misericordia. Amén, Jesús. 
 
 
 
 
 
 
27 
 
 
 
TERCER MISTERIO 
 
Coronan a Jesús 
de espinas 
 
 ¡Oh María, cárdeno lirio entre espinas! Este Padrenuestro y 
diez Avemarías te ofrecemos en honra del agudísimo dolor 
que tuviste viendo a tu amado Hijo, hermoso lirio de los valles, 
afeado y coronado de espinas: te suplicamos por este dolor, 
que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del 
Purgatorio, sean libres de las espinas de penas que padecen, y 
coronadas en la gloria. Amén, Jesús. 
 
 
CUARTO MISTERIO 
 
Jesús, condenado a muerte y con la Cruz 
a cuestas, se encuentra con María, 
su tierna Madre 
 
 ¡Oh María, traspasada de dolor en la calle de la Amargura 
por encontrar en ella a tu inocente Hijo, sentenciado a muerte y 
agobiado con el grave peso de la Cruz! Este Padrenuestro y 
diez Avemarías te ofrecemos suplicándote que el alma de 
nuestro hermano N..., y las demás del Purgatorio, por tus 
ruegos sean libres de la cruz de penas que padecen. Amén, 
Jesús. 
 
 
 
 
28 
 
 
 
 
QUINTO MISTERIO 
 
Crucifixión de Jesús y soledad de María 
 
 ¡Oh desconsolada Reina, afligida Madre y desamparada 
Virgen! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, 
pidiéndote por el agudo dolor que atravesó tu amante corazón 
al ver morir entre tantas afrentas y dolores a tu Santísimo Hijo 
para redimir con su muerte al género humano, que el alma de 
nuestro hermano N..., y las demás del Purgatorio, donde están 
solas y afligidas; la Sangre de tu Hijo les alivie las penas y su 
muerte les dé vida de gloria. Amén, Jesús. 
 
 
Misterios gloriosos 
 
PRIMER MISTERIO 
 
La Resurrección del Señor 
 
 ¡Oh María, Señora, alegría de los justos y consuelo de los 
pecadores! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos 
en memoria de la alegría que tuviste viendo resucitado y 
glorioso a tu Santísimo Hijo: te suplicamos, que así como con la 
presencia de Jesús recibieron alegría las almas de los Santos 
Padres en el Limbo, la tengan el alma de nuestro hermano N…, 
y las demás almas del Purgatorio. Amén, Jesús. 
 
 
 
29 
 
 
SEGUNDO MISTERIO 
 
Ascensión de Cristo Nuestro Señor a los Cielos 
 
 ¡Oh María, Madre de Dios, llena de sumo gozo en la subida a 
los Cielos de tu Santísimo Hijo, en compañía de los Santos 
Padres que libertó de la oscura cárcel del Limbo, llevándolos 
consigo a la gloria! Este Padrenuestro y diez Avemarías te 
ofrecemos, suplicándote que el alma de nuestro hermano N..., 
y las demás almas del Purgatorio, sean libres de aquellas 
penas, y llevadas por manos de los santos Ángeles a la gloria. 
Amén, Jesús. 
 
TERCER MISTERIO 
 
Venida del Espíritu Santo 
 
 ¡Oh María, dulce esposa del Espíritu Santo! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que 
tuviste cuando bajó el Divino Espíritu sobre Ti y sobre todos 
los Apóstoles, para que con la ausencia de Jesús no quedáseis 
huérfanos: por Él te suplicamos que el alma de nuestro 
hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, salgan a gozar 
de los brazos de su Esposo Jesús en la gloria. Amén, Jesús. 
 
CUARTO MISTERIO 
 
Dichoso tránsito de María Santísima 
 
¡Oh dichosísima María, que entregaste tu purísimo espíritu en 
la hora de la muerte, en manos de tu Santísimo Hijo, y después 
 
30 
 
 
unido al cuerpo, resucitásteis glorioso! Este Padrenuestro y 
diez Avemarías te ofrecemos pidiéndote que el alma de 
nuestro hermano N…, y las demás almas del Purgatorio, sean 
libres de sus penas y te acompañen en la gloria. Amén, Jesús 
 
QUINTO MISTERIO 
 
Asunción y Coronación de María Santísima 
 
 ¡Oh soberana Virgen María, Madre de Dios, que, resucitada en 
cuerpo y alma, fuiste sublimada a la gloria y coronada por 
Emperatriz de los Ángeles y de los hombres! Este 
Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicándote que 
el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del 
Purgatorio, merezcan por tus ruegos ser libres de las penas que 
padecen, para que sean coronadas de gloria, y que en 
compañía de tu Santísimo Hijo te amen por todos los siglos. 
Amén, Jesús. 
 
OFRECIMIENTO 
 
Por estos misterios santos 
de que hace el alma recuerdo, 
te pedimos ¡oh María!, 
con tierno y devoto pecho 
de nuestra fe sacrosanta 
la conservación y aumento. 
Torna tus divinos ojos 
hacia tu cristiano pueblo,da a tu Iglesia la victoria 
y al mundo grato sosiego; 
 
31 
 
 
serena las tempestades 
que airado descarga el Cielo. 
Y del Pontífice augusto 
mitiga el dolor acerbo; 
las terrenas potestades 
sigan de Dios los preceptos, 
porque la justicia torne 
y al bien vayan sus esfuerzos. 
Que a Dios el gentil conozca, 
su error abjure el soberbio. 
Que de la verdad aparta 
corazón y entendimiento. 
Que la culpa nos inspire 
dolor profundo y perfecto. 
Halle puerto el navegante 
y la salud el enfermo. 
Las almas del Purgatorio 
gozosas vayan al Cielo; 
y aqueste santo ejercicio 
tenga ¡oh Madre! tal aumento 
en todo el orbe cristiano, 
que fiel adora al Dios bueno, 
que de continua alabanza 
sean tus glorias objeto 
y por tu amor merezcamos 
gozar del eterno premio. 
 
 Dios te salve, María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen 
purísima antes del parto: Dios te salve. María, llena eres de 
gracia,… etcétera. 
 
 
32 
 
 
 Dios te salve, María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen 
purísima en el parto: Dios te salve, María, llena eres de 
gracia,… etcétera. 
 
 Dios te salve, María Santísima, Esposa de Dios Espíritu 
Santo, Virgen purísima después del parto: Dios te salve, María, 
llena eres de gracia,… etcétera. 
 
 Dios te salve, María Santísima, templo y sagrario de la 
Santísima Trinidad, Virgen concebida sin pecado original. 
Amén. Gloria Patri, Dios te salve Reina y Madre de 
misericordia,… etcétera. 
 
 
Letanías de la Virgen María 
 
Señor, ten piedad de nosotros. 
Cristo, ten piedad de nosotros. 
Señor, ten piedad de nosotros. 
Cristo, óyenos. 
Cristo, escúchanos. 
Dios Padre celestial – (Ten misericordia 
de nosotros). 
Dios Hijo Redentor del mundo – (Ten misericordia 
de nosotros). 
Dios Espíritu Santo – (Ten misericordia 
de nosotros). 
Trinidad Santa un solo Dios – (Ten misericordia 
de nosotros). 
Santa María - (Ruega por nosotros). 
Santa Madre de Dios - (Ruega por nosotros). 
 
33 
 
 
Santa Virgen de las Vírgenes - (Ruega por nosotros). 
Madre de Jesucristo - (Ruega por nosotros). 
Madre de la divina gracia - (Ruega por nosotros). 
Madre purísima - (Ruega por nosotros). 
Madre castísima - (Ruega por nosotros). 
Madre Virgen - (Ruega por nosotros). 
Madre inmaculada - (Ruega por nosotros). 
Madre amable - (Ruega por nosotros). 
Madre admirable - (Ruega por nosotros). 
Madre del buen consejo - (Ruega por nosotros). 
Madre del Creador - (Ruega por nosotros). 
Madre del Salvador - (Ruega por nosotros). 
Virgen prudentísima - (Ruega por nosotros). 
Virgen venerable - (Ruega por nosotros). 
Virgen laudable - (Ruega por nosotros). 
Virgen poderosa - (Ruega por nosotros). 
Virgen Misericordiosa - (Ruega por nosotros). 
Virgen fiel - (Ruega por nosotros). 
Espejo de justicia - (Ruega por nosotros). 
Trono de la eterna sabiduría - (Ruega por nosotros). 
Causa de nuestra alegría - (Ruega por nosotros). 
Vaso espiritual de veneración - (Ruega por nosotros). 
Vaso precioso de la gracia - (Ruega por nosotros). 
Vaso de verdadera devoción - (Ruega por nosotros). 
Rosa mística - (Ruega por nosotros). 
Torre de David - (Ruega por nosotros). 
Torre de marfil - (Ruega por nosotros). 
Casa de oro - (Ruega por nosotros). 
Arca de la Alianza - (Ruega por nosotros). 
Puerta del Cielo - (Ruega por nosotros). 
Estrella de la mañana - (Ruega por nosotros). 
 
34 
 
 
Salud de los enfermos - (Ruega por nosotros). 
Refugio de los pecadores - (Ruega por nosotros). 
Consoladora de los afligidos - (Ruega por nosotros). 
Auxilio de los cristianos - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Ángeles - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Patriarcas - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Profetas - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Apóstoles - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Mártires - (Ruega por nosotros). 
Reina de los Confesores - (Ruega por nosotros). 
Reina de las Vírgenes - (Ruega por nosotros). 
Reina concebida sin pecado original - (Ruega por nosotros). 
Reina de todos los Santos - (Ruega por nosotros). 
Reina subida a los cielos - (Ruega por nosotros). 
Reina del Santísimo Rosario - (Ruega por nosotros). 
Reina de la Paz - (Ruega por nosotros). 
Cordero de Dios, que quitas los pecados 
del mundo – (Perdónanos, Señor). 
Cordero de Dios, que quitas los pecados 
del mundo – (Escúchanos Señor). 
Cordero de Dios, que quitas los pecados 
del mundo – (Ten piedad de nosotros). 
 
 
Oración 
 
 ¡Padre Eterno, soberano Dios! Enviad vuestros Ángeles a 
sacar del Purgatorio esta alma por quien es mi intención rogar; 
os suplico la presentéis en vuestra gloria y os pido Señor, que 
la parte que le falte satisfacer por sus culpas se la perdonéis por 
los méritos de las penas de vuestro Hijo, mi Señor Jesucristo, y 
 
35 
 
 
os ruego, mi Criador misericordioso, no seáis riguroso en mi 
juicio y no nos dejéis caer en la tentación, librándonos de todo 
mal. Amén, Jesús. 
 
 
Oración 
 
 ¡Dios os salve, ánimas cristianas! Jesucristo, que os redimió 
con su preciosísima Sangre, tenga por bien libraros de vuestras 
penas y daros lugar y asiento entre los coros de los Ángeles, 
donde os acordéis de nosotros, y supliquéis a Dios que nos 
lleve a vuestra compañía para ser coronados en el Cielo. Amén, 
Jesús. 
 
Otra Oración 
 Señor mío, Jesucristo, que no viniste a perder sino a librar las 
almas de los hombres, de quienes te constituiste remedio y 
libertad dando tu vida por su rescate; humildemente 
imploramos tu clemencia y misericordia inefables, para que te 
apiades de todas las almas de los fieles difuntos, que son 
atormentadas en las penas del Purgatorio, a fin de que las que 
justamente son por sus pecados afligidas, sean por tu 
benignidad perdonadas; y pues las has redimido con tu 
preciosa Sangre, consigan porlos méritos e intercesión de la 
Beatísima Virgen María y de todos tus Santos, que las libres de 
las penas que sufren y las lleves a la gloria, donde te alaben y 
gocen por los siglos de los siglos. Amén. 
 
Soneto 
 
Señor, Dios de bondad, en tu presencia, 
tienes un alma que, por su malicia, 
 
36 
 
 
mereciera tal vez que tu justicia 
la condenara a sempiterna ausencia. 
 
Más Tú la redimiste y tu clemencia 
por esto es fuerza que le sea propicia, 
mandando que la angélica milicia 
de su perdón promulgue la sentencia. 
 
Pues si eres justiciero y riguroso 
con el impío que muere impenitente, 
también eres benigno y generoso. 
 
Con aquel que te invoca reverente, 
oye, pues, nuestra súplica piadosa, 
y haz que esta alma te goce eternamente. 
 
 
DEVOCIÓN 
A LAS BENDITAS ÁNIMAS 
DEL PURGATORIO 
 
 Esposas muy queridas del Señor, que, arrojadas en la cárcel 
de indecibles penas, carecéis de la presencia del Amado hasta 
que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que 
os dejaron las culpas, vosotras, que desde esas voraces llamas 
clamáis con mucha razón a vuestros amigos « ¡Misericordia! », 
yo me compadezco de vuestro dolor y quisiera tener caudal 
suficiente para satisfacer vuestra deuda; pero ya que soy más 
pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a 
los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las 
indulgencias, a la intercesión de María Santísima y a la preciosa 
Sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el 
deseado consuelo y yo por vuestra intercesión, gracia para 
 
37 
 
 
arrepentirme de mis culpas, y al fin de la vida la eterna gloria. 
Amén. 
 
¡Oh, Jesús siempre justo en la sentencia! 
Por las almas benditas yo te ofrezco 
todo ayuno, vigilia o abstinencia. 
Y cualquiera obra buena en que merezco; 
Todo el rezo, el trabajo, la indulgencia, 
los trabajos que sufro y que padezco, 
y ofrezco por alivio en sus quebrantos 
los méritos de Cristo y de sus Santos. 
 
Oración 
 
 ¡Dios mío! Vos me habéis llevado la persona que más amaba 
en este mundo; me habéis privado de ella para siempre; pero 
pues Vos lo habéis dispuesto de esta suerte, cúmplase en todo 
vuestra santísima voluntad, así sobre ella como sobre mí. El 
grande consuelo que me queda es la esperanza de que Vos la 
habéis recibido en el seno de vuestra misericordia y que os 
dignaréis algún día de unirme con ella. Si la entera satisfacción 
de sus pecados la detiene aún en las penas sin que haya ido 
todavía a unirse con Vos, yo os ofrezco por ella todas mis 
oraciones y buenas obras, y más principalmente mi resignación 
en el sentimiento de su pérdida; haced, Señor, que esta 
resignación sea entera y digna de Vos. 
 
 ¡Árbitro supremo de nuestra suerte, dueño absoluto de 
nuestro destino! Disponed soberanamente de nosotros y de 
nuestros días. No somos de nosotros mismos, sino de Vos sólo; 
no habéis hecho sino tomar lo que os pertenecía y me habéis 
 
38 
 
 
prestado por algún tiempo. Sean benditas y adoradas las 
disposiciones de vuestra providencia. 
 
 Esta muerte que me hace derramar tantas lágrimas, debe 
producir en mí un efecto más sólido y saludable; ella misma 
me advierte que llegará mi hora, que debo prepararme sin 
dilación y estar pronto en todos los instantes de mi vida; haced, 
¡Oh Dios de bondad!, que cuando llegue mi último momento, 
me encuentre en estado de poder presentarme delante de Vos, 
y de reunirme a la persona que he perdido, para bendeciros y 
alabaros eternamente con ella. Amén. 
 
 
Jaculatoria 
 
«Si con tu Sangre preciosa, 
Señor, las has redimido, 
que las perdones te pido 
por tu Pasión dolorosa». 
 
 
Oración a San Lorenzo 
 
 ¡Oh, Señor! Concédenos tu auxilio, y por la poderosa 
intercesión de tu mártir San Lorenzo, dígnate admitir el alma 
de tu siervo N..., al goce de la bienaventuranza. Por Jesucristo, 
Señor nuestro. Amén. 
 
 Fieles almas cristianas: os dé a todas descanso Aquél que es 
verdadera holganza, Jesucristo, Hijo de Dios vivo, el cual nació 
de la inmaculada Virgen Santa María por nuestra salud y de 
todo el mundo, y os redimió con su preciosísima sangre: Él os 
 
39 
 
 
dé su bendición, os libre y resucite en el día santo de la 
resurrección y del juicio final, haciéndoos participantes de la 
compañía de los santos Ángeles y suya, con gozo para siempre. 
Amén, Jesús, María y José. 
 
 
Padrenuestro y Avemaría 
 
 Rogamos y pedimos, omnipotente Dios nuestro, que ya que 
por nuestros pecados justamente merecemos castigo, por la 
gloria de tu santísimo nombre seamos libres de todas nuestras 
culpas y maldades. Tú que vives y reinas en todos los siglos. 
Amén. 
 
 
Oración 
 
 Señor mío Jesucristo, que no quieres que ninguno perezca, y 
a quien nunca se pide, sino con una esperanza segura de tu 
misericordia, pues por tu misma boca santa y bendita dijiste: 
«Cuantas cosas pidiéreis en mi nombre al Padre celestial, os 
concederán». Te suplico Señor, por tu santo nombre de Jesús, 
me concedas en el artículo de la muerte entero juicio, uso en 
mi habla, vehemente contrición de mis culpas, fe verdadera, 
esperanza ordenada y caridad perfecta para decirte de todo 
corazón: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu y que 
seas alabado por los siglos de los siglos. Amén. 
 
 
 
 ------------------------------- 
 
40 
 
 
 
 
 
DEVOCIÓN 
 
A LA 
 
SANTÍSIMA PASIÓN 
 
POR LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO 
 
Oración 
 
 Miradme ¡Oh mi amado y buen Jesús! Postrado en vuestra 
santísima presencia, os ruego con el mayor fervor imprimáis en 
mi corazón los sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor 
de mis pecados y propósito de jamás ofenderos, mientras que 
yo, con todo el amor y con toda la compasión de que soy capaz, 
voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por 
aquello que dijo de Vos ¡Oh mi Dios!, el santo profeta David: 
«Han taladrado mis manos y mis pies, y sepueden contar 
todos mis huesos». 
 
 
41 
 
 
Otra oración 
 
 ¡Oh santísima Cruz! ¡Oh inocente y piadoso cordero! ¡Oh 
pena grave y cruel! ¡Oh pobreza de Cristo mi Redentor! ¡Oh 
llagas muy lastimadas! ¡Oh Corazón traspasado! ¡Oh sangre de 
Cristo derramada! ¡Oh muerte de Cristo amarga! ¡Oh dignidad 
de Dios, digna de ser reverenciada! Ampáranos Señor, para 
alcanzar la vida eterna. Amén. 
 
Oraciones de San Gregorio 
 
Primera 
 
 ¡Oh Señor mío, Jesucristo, que por redimirme fuiste azotado, 
coronado de espinas y crucificado! Yo te adoro, y suplico que 
tu Cruz me defienda del enemigo malo. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Segunda 
 
 ¡Oh Señor mío, Jesucristo, que por redimirme pasaste tantos 
tormentos y bebiste hiel y vinagre! Yo te adoro, y suplico que 
esos tormentos sean remedio de mi alma. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Tercera 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo! Por aquella amargura que por mis 
pecados sufriste en la Cruz, principalmente en la hora en que, 
 
42 
 
 
tu noble alma se separó de tu sagrado cuerpo, te suplico tengas 
misericordia de mi alma cuando de este mundo parta. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Cuarta 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo, que por redimirme fue tu sagrado 
Cuerpo ungido con mirra, embalsamado y puesto en el 
sepulcro! Yo te adoro, y suplico que tu muerte sea mi vida. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Quinta 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo, que descendiste al Purgatorio y al 
Limbo, y sacaste a los que allí estaban cautivos! Yo te adoro, y 
suplico no consientas que mi alma sea cautiva en el Infierno. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Sexta 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo, que con tu poder resucitaste y 
subiste a los Cielos, donde estás sentado a la diestra del 
Padre!¡Ruégote tengas misericordia de mí! 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
 
 
43 
 
 
Séptima 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo, Buen Pastor! Defiende a los justos, 
alumbra a los pecadores, ten misericordia de los fieles difuntos 
y sé manso para mí que soy gran pecador. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Octava 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo, que vendrás a juzgarnos para 
llevar a los justos a la Gloria coronarlos en ella y apartar los 
malos al Infierno! Yo te adoro y suplico que tu Pasión me libre 
de toda pena y me lleve a la vida eterna. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Novena 
 
 ¡Oh amantísimo Padre! Yo te ofrezco la inocente muerte de 
tu Hijo y el amor de su Divino Corazón por las penas que yo, el 
mayor de los pecadores, merezco por mis culpas; te ofrezco 
asimismo, su Pasión y cordial amor por todos mis parientes y 
amigos, enemigos y encomendados; ten piedad de ellos. 
 
Padrenuestro y Avemaría. 
 
 
Ofrecimiento 
 
 Estas oraciones las ofrezco a méritos de la Pasión y muerte 
de Nuestro Señor Jesucristo, a quien suplico las reciba en 
 
44 
 
 
descuento de mis culpas; y de lo que gane, es mi voluntad que 
Dios nuestro Señor elija lo que le pareciere ser bastante para 
sacar del Purgatorio el alma que fuere más de mi obligación y 
gloria suya y de la Santísima Virgen María, a quien suplico sea 
mi abogada con su Divina Majestad. Amén. 
 
 
Oración 
 
 ¡Oh Señor mío Jesucristo. Padre dulcísimo! Por el gozo que 
tuvo tu querida Madre cuando te le apareciste la noche de tu 
Resurrección y por el gozo que tuvo cuando te vió lleno de 
gloria y majestad, te pido me alumbres con los dones del 
Espíritu Santo, para que pueda cumplir tu voluntad todos los 
días de mi vida, pues vives y reinas con Dios Padre, en unidad 
del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. 
 
 
Otra oración 
 
 Vuelve ¡oh dulce Jesús! Desde tu excelso trono tus ojos de 
clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio: 
esposas tuyas, son las que allí están purificándose; están 
marcadas con el sello de la Trinidad; son precio de tu Sangre, 
son tierno objeto de tu amor. Un fuego terrible las acrisola; una 
privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige 
sobremanera; suspiran con ansia por el feliz momento en que 
han de ir a unirse contigo; que se apresure pues, este instante 
tan dichoso; que salgan pronto a gozar de su Esposo amado; 
que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio; que tu grande 
misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz 
brille sobre ellas la eterna luz. Así, Señor, te lo pedimos por 
 
45 
 
 
aquella amarga hora en que entregaste tu santo espíritu en 
manos de tu Eterno Padre. Amén. 
 
 
Sudario 
 
 Señor Dios, que nos dejaste las señales de tu Pasión 
Santísima en la sábana santa, en la cual fue envuelto tu Cuerpo 
Santísimo cuando por José fuiste bajado de la Cruz: 
concédenos, ¡Oh piadosísimo Señor!, que por tu muerte y 
sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima 
Madre María, Señora nuestra, sean llevadas las almas del 
Purgatorio a la gloria de tu Resurrección, donde vives y reinas 
con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los 
Siglos de los siglos. Amén. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 La Cruz es mi salvación segura. 
 La Cruz siempre veneraré. 
 La Cruz de Nuestro Señor está conmigo. 
 La Cruz es mi refugio. 
 300 días de indulgencia. 
 
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DEVOTÍSIMO OFRECIMIENTO 
 
DE LA 
 
SAGRADA PASIÓN 
 
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO 
 
POR LAS BENDITAS ALMAS DEL 
PURGATORIO DISTRIBUIDO EN LOS 
SIETE DIAS DE LA SEMANA 
 
Domingo 
 
 Ofrece los gravísimos afanes, tormentos, angustias y dolores 
que padeció el Señor en el huerto, diciendo: 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
uno por uno, todos los tormentos de vuestra Pasión santísima, 
la muerte penosísima de cruz y la preciosa sangre que 
derramasteis por la salvación eterna de nuestras almas. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquellos grandes pasmos y terrores que asaltaron vuestro 
angustiado Corazón en el huerto; porque representándose en 
vuestra imaginación todos los martirios que al día siguiente 
habíais de padecer, Vos sufrísteis en el cuerpo y en el alma un 
mortal dolor. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquella tan fiera tristeza que os ocasionó el horror de la muerte 
 
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que os amenazaba, faltándoos muy poco para expirar de dolor, 
como lo expresásteis a vuestros amados discípulos con aquellas 
palabras: «Triste está mi alma hasta la muerte», esto es, afligida 
con tristeza mortal. 
 
 Yo os fresco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel acto humilde y devoto con que en las más graves 
angustias, queriendo orar a vuestro Eterno Padre, os pusisteis 
de rodillas postrado sobre la tierra por reverencia del Padre y 
por las mortales ansias y congojas que oprimían a vuestro 
purísimo Corazón. 
 
 Yo osofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella oración resignada con que pedisteis a vuestro Padre 
que si era posible, os dispensase el amargo cáliz de vuestra 
muerte; y conformando vuestra humana voluntad con la 
divina, dijisteis: «Cúmplase vuestra voluntad y no la mía». 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, 
aquella ardiente caridad con que visitasteis a vuestros amados 
discípulos, estando anegado en un mar de angustias, 
exhortándolos a la vigilancia y a la oración para que de la 
tentación no fuesen vencidos. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella confortación misteriosa que os hizo el Ángel, 
hallándose vuestra alma santísima llena de tantas congojas y 
dolores, que bastaban a quitaros la vida. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel gran conflicto que os puso en mortales agonías, 
 
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explicando vuestra grande aflicción con aquellas palabras: «El 
espíritu está pronto; pero la carne lo resiste». 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, 
aquella firme perseverancia en la oración, estando en el colmo 
de vuestras aflicciones, agonizando en mortales angustias, por 
el remedio y salvación eterna de los pecadores. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, 
aquella sagrada y preciosa Sangre que, a fuerza de intenso 
dolor, sudasteis en tanta abundancia que corrió hasta la tierra. 
 
 
Lunes 
 
 Ofrece las penas y tormentos que el Señor padeció desde que fue 
preso hasta que lo presentaron al pontífice Anás, diciendo: 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, 
aquella prontitud de ánimo que mostrasteis para morir cuando 
levantándoos de la oración bañado del sudor de sangre, 
salisteis a encontrar a vuestros enemigos, diciendo que Vos 
érais Aquel a quien ellos buscaban. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
el gran dolor que sentisteis por la gravísima culpa de la traición 
de Judas, vendiéndoos a los judíos por treinta dineros y con el 
fingido ósculo de paz, entregándoos en manos de vuestros 
enemigos; dolor tan agudo y sensible, que es uno de los 
mayores que atravesaron vuestro piadosísimo Corazón. 
 
 
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 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos actos de heróica piedad con que dísteis lugar a 
vuestros crueles enemigos, para que se levantasen de la tierra, 
y curásteis la oreja que vuestro fervoroso discípulo había 
cortado con celo de vuestra defensa al indigno siervo del 
Pontífice que os venía a prender. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquella gravísima tribulación que padecisteis cuando fuísteis 
embestido en el huerto por tanto número de soldados, y os 
prendieron y ataron con tan inhumana crueldad, que es 
imposible comprenderla con humano discurso. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella admirable paciencia con que sufristeis tantos golpes, 
oprobios y baldones, hasta arrancaros los cabellos de vuestra 
sacrosanta cabeza, estando Vos mismo, cordero humildísimo, 
sin responder palabra alguna. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos actos internos que en medio de las opresiones hacíais 
de amor de Dios, de tolerancia y resignación, ofreciendo 
siempre al Eterno Padre todos aquellos malos tratamientos que 
os hacían, en satisfacción de nuestros pecados. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel dolor vivísimo que os atravesó el Corazón cuando, en 
medio de tales tribulaciones, os hallásteis solo y abandonado 
de vuestros más caros amigos, los cuales, cuando os vieron 
preso y atado, huyeron todos. 
 
 
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 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellas aflicciones y dolores que sufristeis desde el huerto 
hasta la casa de Anás, por tantos golpes que os daban y las 
blasfemias que os decían los verdugos, haciéndoos caminar con 
tanta prisa y desprecio pr fuera y dentro de la ciudad. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel acto de humildad y mansedumbre cuando delante del 
pontífice Anás estuvisteis con las manos atadas en forma de 
reo y oyendo los cargos que os hacían y las falsas acusaciones 
que daban contra Vos, como si fuérais el hombre más 
facineroso y más malo del mundo. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella cruelísima bofetada que os dio aquel hombre vilísimo 
con tan infernal furia, que os desfiguró la mejilla y la indecible 
paciencia y mansedumbre con que hablasteis a aquel indigno 
pontífice. 
 
 
Martes 
 
 Ofrece los tormentos que el Señor padeció en la noche de su 
pasión en la casa de Caifás, diciendo: 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel grande ultraje con que fuiste llevado y puesto en la 
presencia del pontífice Caifás, quien os recibió con una infernal 
indignación, hecho blanco de sus iras de los ministros y 
soldados que estaban con él. 
 
 
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 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
las acusaciones inícuas y falsos testimonios que os levantaron 
aquellos hombres vilísimos, no habiéndose testificado cosa 
alguna contra vuestra inocencia. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel admirable silencio vuestro, no respondiendo ni una 
palabra para defenderos de tantas falsedades, injurias y 
calumnias como os imponían, dejándonos ese ejemplo 
admirable para seguiros en nuestras adversidades. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel torpe y escandaloso conjuro que os hizo el soberbio 
Caifás, para que respondiéseis si érais Hijo de Dios, a quien con 
profundísima humildad, por reverencia del Padre, 
respondísteis que sí y que con grande majestad, vendríais a 
juzgar el mundo. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella injuriosa afrenta que os hicieron aquellos ministerios 
infernales, después de haber oído vuestra respuesta, y 
debiendo postrarse y adoraos como verdadero Dios, os 
publicaron por blasfemo y hombre merecedor de una afrentosa 
muerte. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel rabioso furor con que los pérfidos judíos os embistieron 
después que confesasteis ser Hijo de Dios vivo, hiriendo con 
crueles bofetadas vuestro divino rostro y maltratando vuestro 
Cuerpo santísimo con fieros golpes llevando con tanta 
 
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mansedumbre estas ofensas horribles, que no se os oyó la 
menor queja. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquel oprobio vilísimo de escupiros en vuestro soberano rostro 
con tantas y tan hediondas salivas, que no se hallan palabras 
para explicar tan gran desprecio. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquella injuriosa burla y mofa con que os trataron los pérfidos 
judíos, cuando os vendaron los ojos con un paño muy sucio, y 
dándoos muchos golpes, decían: «Profetiza y adivina quién te 
ha herido», pues os preciábais de ser profeta. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
las tres negaciones ingratas de vuestro apóstol San Pedro y la 
grande compasión que de él tuvísteiscuando con tanta piedad 
le mirásteis, que volvió en sí, se dolió y comenzó a llorar 
amargamente su pecado. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
todas aquellas penas y ultrajes que padecísteis en toda aquella 
tristísima y funesta noche, habiendo quedado al arbitrio de 
vuestros enemigos y de gente vilísima, para ser atormentado a 
su voluntad, no cesando de afligiros con todos aquellos 
géneros de tormentos, afrentas y desprecios que os hicieron 
con su diabólica crueldad. 
 
 
 
 
 
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Miércoles 
 
 Ofrece los tormentos y desprecios que el Señor padeció en casa de 
Pilato y Herodes, hasta el grande tormento de los cruelísimos azotes, 
y dirás con devoción lo siguiente: 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellas tres falsas acusaciones que los judíos dieron contra 
Vos a Pilatos, esto es, que engañábais a los pueblos, que 
mandábais no se pagase tributo al César y que os hacíais rey de 
los judíos. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella grande humildad con que os dejásteis llevar atado por 
las calles públicas de Jerusalén, y presentaros como un 
malhechor al rey Herodes, quien hizo burla y escarnio de 
vuestra inocencia y grandeza divina. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio 
aquel vilísimo desprecio con que os trató aquel soberbio rey, 
cuando mandó poneros la vestidura blanca como a un loco, y 
presentaros así delante de los príncipes, escribas y fariseos y de 
un concurso muy grande. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos gravísimos escarnios que sufrísteis de todo el pueblo, 
cuando por las calles de Jerusalén os llevaban con la vestidura 
blanca y os llenaban de injurias y baldones. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellas horribles voces de los impíos judíos, cuando decían: 
 
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«¡Muera, muera: crucifícale, crucifícale!»; y daban por libre a 
Barrabás hiriendo con tan cruel sentencia vuestro purísimo 
Corazón y el de vuestra Santísima Madre. 
 
 Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio 
aquellos pasos que disteis hacia la columna donde habíais de 
ser azotado, y aquella grandeza de amor y humildad con que 
os ofrecísteis a tan cruelísimo tormento. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel gran rubor y vergüenza que tuvisteis cuando os 
desnudaron para el tormento y asimismo aquellos vilísimos 
dolores que os causaron las ligaduras de los brazos y las 
manos, que fueron de fuerte mortificación. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
uno por uno, todos aquellos fuertes azotes que dieron a vuestro 
sacratísimo cuerpo aquellos verdugos infernales, rompiendo 
vuestras carnes santísimas y derramando muchas veces vuestra 
preciosa Sangre. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel imponderable dolor que tuvo vuestra Madre Santísima 
por este tormento; pues cuantos golpes dieron en vuestro 
delicadísimo Cuerpo, tantos puñales atravesaron sus purísimas 
entrañas. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos horribles dolores que os causaron por todo vuestro 
cuerpo santísimo y las llagas que os hicieron con más de cinco 
mil azotes, y aquel desmayo tan grande que a lo último 
 
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tuvísteis por el intenso dolor y falta de sangre, cayendo en 
tierra como difunto. 
 
Jueves 
 
 Ofrece el acerbísimo tormento de la coronación de espinas como 
sigue: 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos pasos dolorosos que dísteis cuando os llevaban al 
puesto y lugar de la coronación de espinas, todo lleno de 
heridas y llagas que destilaban vuestra Sangre preciosísima, 
después de la áspera y cruel flagelación. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel vivo dolor que sentísteis cuando os desnudaron por 
segunda vez, renovando las llagas de los azotes al despegar la 
túnica de vuestro santísimo cuerpo con una crueldad 
inhumana. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella rigurosa crueldad con que los soldados asentaron sobre 
vuestra santísima cabeza una tirana corona, apretándola con 
fieros golpes, para penetrasen las espinas causándoos tan 
intenso dolor, que se deja a la piadosa consideración. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella sangre preciosa que salió de vuestra divina cabeza, 
corriendo hasta la tierra, estando Vos con humildad 
profundísima sujeto a esos cruelísimos tiranos, ofreciendo al 
Eterno Padre por nuestra salvación eterna tan atroz tormento. 
 
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 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos afrentosos golpes que os dieron sobre la corona de 
espinas con la misma caña que os pusieron por cetro para que 
penetrasen más sus puntas y fuesen más profundas las heridas. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellos oprobios, injurias y baldones que os hicieron los 
soldados cuando, puesto de rodillas os dieron tantas bofetadas, 
saludándoos tan ignominiosamente con aquellas irrisorias 
palabras: «Dios te salve, rey de los judíos», como si fuéreis rey 
de burlas. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella grande afrenta, cuando con sucias y hediondas salivas 
mancharon los soldados insolentes vuestro divino rostro, 
tantas veces que os desfiguraron del todo. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella virginal y angelical erubescencia que sentísteis cuando 
en aquella lamentable forma, casi desnudo, os mostró Pilato al 
numeroso pueblo, diciendo: Ecce Homo. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel grito diabólico del pueblo judáico cuando clamó 
diciendo: « ¡Crucifícale, crucifícale!», llenando de pavor y 
espanto mortal a vuestro purísimo Corazón con la sangrienta 
muerte a que os condenaban. 
 
 
 
 
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Viernes 
 
 Ofrece lo que padeció Nuestro Señor con el grave peso de la Cruz, 
hasta ser en ella crucificado, y dirás: 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquella grande fatiga de llevar la Cruz tan pesada, que os hizo 
una grande llaga en el hombro, sobre las muchas que teníais en 
vuestro santísimo Cuerpo. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellas mortales congojas que tuvísteis y os ocasionaron los 
soldados en el camino del calvario, tirando cruelmente de la 
soga y los desprecios que os hicieron con las injurias, baldones 
y blasfemias del ingrato pueblo, y con tantos malos 
tratamientos como si fuérais el hombre más malvado del 
mundo que llevaban al suplicio. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquellas tres caídas que tuvísteis con el grave peso de la Cruz, 
como debilitado y sin fuerzas, y asimismo os ofrezco aquella 
grande impiedad con que os levantaron del suelo, tirando de 
las sogas con que os llevaban atado. 
 
 Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, 
aquel sumo desprecio con que fuísteis sacado de la ciudad, 
cargando con la Cruz, atado, escarnecido y vituperado de todo 
el pueblo y acompañado de unos

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