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i En poco tamaño, en or¬ den y concierto de vida cristiana, te he recogido aquí cuanto me parece más necesario para que sepas Cristiano hermano y amigo: Te he preparado un Devocionario breve, pero escogido. INTRODUCCIÓN ofrecer el incienso de tu oración y de tu adoración a Dios, y ejercitar cristianamente tus obligaciones. He buscado y preferido las oraciones aproba¬ das por la Iglesia; todas te serán muy útiles; mas, sobre todo, deseo que lleves este libro a Misa, para oiría con la debida atención, y unirte piado¬ samente al sacrificio de Jesucristo. En esta nueva edición he acomodado las oraciones de la mañana y de la noche, así como algunas de la Co¬ munión, para que puedan hacerse dialogadas; he intro¬ ducido un texto de Misa Dialogada, muy apto para asociaciones juveniles; el rezo del Santo Rosario y del Vía Crucis, Visita al Santísimo Sacramento, ex- plicación breve del Apostolado de la Oración, Con¬ sagración personal y de la familia, Novena de Confianza al Corazón de Jesús y Felicitación sa¬ batina. José Julio Martínez, S. /. 14 de mayo de 1958, I. VIDA DE UN BUEN CRISTIANO 1.—Lo primero que debes procurar es evitar todo pecado mortal. Y como esto depende mucho de no meterse en ocasiones de pecado, apártate decidida¬ mente de toda ocasión de ofender a tu Dios. 2.—Lo segundo que debes evitar es cometer nin¬ gún pecado venial deliberado. 3.—Además de evitar el pecado, y aun para mejor evitarlo,, conviene que hagas lo siguiente: Cada día. 4.—Retirarte temprano a tu casa y familia; acos¬ tarte a tiempo, y a poder ser, a hora fija. 5.—No dormir demasiado (no más de ocho horas, regularmente) y levantarte, a poder ser, a hora fija. 6.-—Oir Misa todos los días, y mejor con el Devo¬ cionario, porque, si no, te distraerás fácilmente. 7.—Comulgar todos los días en Misa. Y más si eres hombre, y aunque seas niño y no sientas fervor. 8.—Si pu.edes, medita un cuarto de hora. Para ello te pondré después un modo fácil de hacerlo. 9.—Trabaja la mayor parte del día. Si tienes ne¬ cesidad, por ella; si no la tienes, por virtud. 10.-—Toma el necesario descanso y recreo. 11.—Reza el Rosario todas las noches, y mejor en familia y sin dilatarlo mucho. 12.—Lee algún libro bueno e instructivo. 13.—Llaz antes de acostarte un poco de examen de tu conducta durante el día, según se dirá. (Pág. 7.) Cada semana. 14.—No dejes de descansar el domingo, porque lo manda Dios y te hace falta para la salud. 15.—No dejes de oir Misa entera en las fiestas. 16.—Si no comulgas cada día, comulga cada se¬ mana y los días de fiesta, sobre todo si eres hombre. 3 17.—No deberás contentarte con la Misa; haz una visita al Señor, oye algún sermón o el catecismo del párroco, asiste a la Misa mayor o a alguna función y lee algún libro de doctrina cristiana. 18.—Diviértete, pero no en malas diversiones. La mejor diversión es en familia y con amigos buenos. 19.—El sábado haz algún obsequio a la Virgen. Cada mes. 20.—Si no comulgas cada día, ni cada semana, a lo menos comulga cada mes, sobre todo si eres hombre. 21.—Dedica un rato, en un día del mes, a consi¬ derar cómo vives y si te haces mejor o peor. Cada año. 22.—Cada año convendría hacer los Ejercicios es¬ pirituales de San Ignacio, o en algún retiro como Loyola, donde se dan muchas veces, o en la parroquia, donde los dan públicamente en Cuaresma. 23.—No dejes de comulgar por Pascua y de exa¬ minar cómo va tu religión, si a mejor o a peor. En todo tiempo. 24.—Busca en todas las cosas agradar a Dios. 25.—Haz todo el bien que puedas a otros. 26.—Pertenece a alguna asociación piadosa. 27.—Nunca te acuestes en pecado mortal. 28.—Vive siempre como quien ha de morir. II. ORACIONES DE LA MAÑANA '<*> Tomarás agua bendita y te santiguarás. Por la señal de la Santa Cruz—de nuestros ene¬ migos líbranos, * Señor, Dios nuestro. * En el nom- (1) Cuando se hacen en público, el dirigente dice lo que está en cursiva; los demás dicen el resto, haciendo pausas en los asteriscos. 4 bre del Padre, * y del Hijo, * y del Espíritu Santo. * Amén. Señor, oye mi oración.—Y llegue a Ti mi clamor. Oremos: Señor, Dios omnipotente, que nos has hecho llegar al principio de este dia: —Sálvanos hoy por tu poder, * para que no caigamos en pecado, * sino que todas nuestras palabras, * pensamientos y obras, * vayan dirigidos al cumplimiento de tu ley. * Por Je¬ sucristo nuestro Señor. * Amén. Renovemos el ofrecimiento de todas las oraciones, obras y sufrimientos del presente día: Divino Corazón de Jesús: Por el Corazón Inmaculado de María yo-me entrego a Dios Padre contigo en tu Santo Sacrificio del Altar, con todas mis obras y oraciones, padecimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y por tu reinado en el mundo, i especialmente por la.s dos intenciones señaladas por el Papa para este mes. Padrenuestro.—Padre nuestro que estás en los cielos, * santificado sea tu nombre; * venga a nosotros tu reino; * hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.—El pan nuestro de cada día dánosle hoy; * perdónanos nuestras deudas, así como nosotros per¬ donamos a nuestros deudores; * y no nos dejes caer en la tentación; * mas líbranos^Iel mal. Amén. ¡Corazón de Jesús!—En Ti confío. Te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado hasta ahora.—Hago intención de ganar * cuantas indulgencias pueda, * rogándote por los fines que tuvieron * los Sumos Pontífices al con¬ cederlas, * aplicándolas en sufragio de las benditas ánimas del Purgatorio * y en satisfacción de mis pecados. Quiero vivir y morir en tu santa fe, para que sirvién- doté en esta vida, merezca gozarte' en el reino eterno de la gloria.■—Amén. Consagración a Marías Santísima: ¡ Oh Señora mía! ¡ Oh Madre mía!—-Yo me entrego del todo a Ti. * Y en prueba de mi filial afecto, * te consagro en este día mis ojos, * mis oídos, * mi lengua, * mi corazón; * en una palabra, todo mi ser. * Ya que soy todo tuyo, * ¡oh Madre de piedad!, guárdame y defiéndeme * como cosa y posesión tuya. * Amén. Avemaria.—Dios te salve, María, * llena eres de gracia; * el Señor es contigo; * bendita Tú eres entre to¬ das las mujeres, * y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.—-Santa María, Madre de Dios, * ruega por nos¬ otros, pecadores, * ahora y en la hora de nuestra muerte. * Amén. Gloria Paíri.—Gloria al Padre, al Hijo, y al Espí¬ ritu Santo.—Como era en el principio, ahora y siem¬ pre, * por los siglos de los siglos. * Amén. ¡Oh custodio y Padre de vírgenes, San José, a cuya fidelidad fue encomendada la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María!—Por estas dos amadísimas prendas, Jesús y María, * te suplico me concedas que, preservado de toda mancha * con pureza de alma, cuerpo y corazón, * sirva siempre castísimamente * a Jesús y María. * Amén. Jesús, José y María,—os doy el corazón y el alma mía. Ángel de Dios, Ángel de mi guarda, ya que a ti me ha encomendado la divina piedad,—alúmbrame y guár¬ dame en este día, * rígeme y gobiérname. * Amén. ¡Dios mío, creo en Ti!—¡Dios mío, creo en Ti, * espero en Ti, * te amo sobre todas las cosas! Credo.—Creo en Dios Padre, Todopoderoso, * creador del Cielo y de la Tierra. * Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, * que fue conce¬ bido por obra y gracia del Espíritu Santo, * nació de Santa María Virgen; * padeció bajo el poder de Poncio Pilato; * fue crucificado, muerto y sepul¬ tado; * descendió a los infiernos; * al tercer día resucitó de entre los muertos, * subió a los Cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre; * desde allí 6 ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. * Creo en el Espíritu Santo, * la Santa Iglesia Católica, * la comunión de los santos, * el perdón de los pecados, * la resurrección de los muertos y la vida eterna. * Amén. Salve.—Dios te salve, Reina y Madre de miseri¬ cordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.—A Ti llamamos * los desterrados hijos de Eva; * a Ti suspiramos, * gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. * Ea, pues, Señora, abogada nuestra, * vuelvea nosotros esos tus ojos misericordiosos, * y después de este destierro, muéstranos a Jesús, * fruto bendito de tu vientre. * ¡Oh clementísima! ¡Oh piado¬ sa! * ¡Oh dulce Virgen María! * Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. * Para que seamos dignos de alcanzar * las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. El Ángelus.—(Al alba, al mediodía, a la tarde.) El ángel del Señor anunció a María. Y concibió del Espíritu Santo.—Avemaria. He aquí la esclava del Señor. Hágase en Mí según tu palabra.—Avemaria. Y el Hijo de Dios se hizo hombre. Y habitó entre nosotros.—Avemaria. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.—Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Oremos. Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas,—para que los que por el anuncio del ángel hemos conocido * la encarnación de tu Hijo Jesucristo, * por su pasión y su cruz seamos llevados * a la gloria de su resurrección. * Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. * Amén. Ofrecimiento más breve.—¡Señor mío Jesucristo, mi Dios y mi Rey!, te doy gracias por haberme con¬ cedido un nuevo día, te pido el favor de pasarlo con salud y sin pecado, y me consagro a tu Corazón san¬ tísimo. (Padrenuestro, Credo, Salve.) Ofrecimiento brevísimo, para renovarlo entre día: ¡Todo por Vos, Corazón Sacratísimo de Jesús! 7 III. ORACIONES DE LA NOCHE Haz un breve examen de tu conducta durante el dia, en la forma si¬ guiente: 1.° Acción de gracias.—Da gracias a Dios de los beneficios recibidos durante el día. 2.° Petición de luz.—Pide luz para conocer tus defectos y peligros, tus virtudes y buenas acciones, y gracia para arrepentirte, enmendarte y animarte. 3.° Examen de conciencia.—Examínate brevemen¬ te de estos cuatro puntos: ¿Qué faltas he cometido? Para con Dios; para con el prójimo; para conmigo. Mi carácter, ¿mejora o empeorá? ¿Qué occisiones o peligros de pecar he tenido? Y pien¬ sa si te has metido tú voluntariamente en ellos y si duran todavía. ¿Qué acciones buenas he hecho? ¿Las ordinarias? ¿Alguna extraordinaria? ¿Alguna de caridad? ¿Qué ocasiones de virtud he dejado pasar? Sobre todo, si eran virtudes propias de tu estado y oficio, y si duran todavía las ocasiones. 4.° Dolor.—Alégrate si no has tenido faltas o han sido pocas, y da gracias a Dios. Si las has tenido, pídele perdón y reza el: Acto de contrición.—Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo fir¬ memente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. Acto breve de contrición.—Dios mío, te amo sobre todas las cosas: ¡perdón y misericordia! 5.° Propósito.—Piensa estas cuatro cosas: Cómo evitarás al otro día las faltas. Cómo evitarás los peligros. Cómo practicarás más virtudes. Cómo aprovecharás mejor las buenas ocasiones. Mira lo que ocurrirá mañana.—Promete portarte bien y pide gracia para ello.—Haz-alguna penitencia. A Jesús, María y José.—Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.—Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.—Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía. Oración de San Bernardo.—Acordaos, oh piadosí¬ sima, Virgen María,—que jamás sé ha oído decir * que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protec¬ ción * e implorado vuestro socorro, * haya sido desam¬ parado. * Yo, pecador, animado con tal confianza, * acudo a Vos, oh Madre, Virgen de vírgenes; * a Vos vengo, * delante de Vos me presento gimiendo. * No desoigáis mis súplicas, * oh' Madre del Verbo, * antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. * Amén. Al Corazón de Jesús por los moribundos.—Oh cle¬ mentísimo Jesús, amador de las almas:—os ruego por la agonía de vuestro Corazón Santísimo * y por los dolores de vuestra Inmaculada Madre, * que lavéis con vuestra Sangre a todos los pecadores * que están ahora en la agonía * y que hoy van a morir. * Amén. Corazón agonizante de Jesús,—tened compasión de los moribundos. Al tiempo de acostarse.—Te suplicamos, Señor, que visites esta habitación y apartes lejos de ella todas las asechanzas del enemigo; habiten en ella tus sántos Ángeles que nos guarden en paz, y tu bendición 9 permanezca siempre en nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Toma agua bendita y santigúate.—En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. IV. BENDICIÓN DE LA MESA El padre o el niño más pequeño que sepa hablar dice y responden los demás: Bendícenos, Señor, a nosotros y bendice estos dones de tu bondad que vamos a recibir.—Amén. Padrenuestro, Avemaria y Gloria. El Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial.—Amén. ACCIÓN DE GRACIAS Te damos gracias por todos tus beneficios, Omni¬ potente Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos.—Amén. Padrenuestro, Avemaria y Gloria. El Señor nos dé su paz.—Y la vida eterna. Amén. V. SANTA MISA La Misa es el acto principal de nuestra Santa Religión, y la acción más augusta de la Iglesia. La Misa es la representación del acto más grande de la historia, del Sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Misa es el único acto de adoración digno de Dios en la tierra, el único modo de acción de gracias digno de Dios, el único desagravio digno de la Justicia divina por nuestras ofensas, el único acto de impetración suficiente y sobreabundante para todas las gracias que quiera concedernos el Señor. La Misa es la mejor devoción que puede tener un cristiano. La que más agrada a Dios. La que más alivia a las almas del purgatorio. La que más gracia obtiene del cielo. El mejor modo de oir la Misa es ir juntamente con el sacerdote ofreciendo este sacrificio, y haciendo en cuanto pudiéramos lo que él hace,, conside¬ rando que nos juntamos todos allí, no sólo a oir la Misa, sino a ofrecer este sacrificio juntamente con el sacerdote; pues en realidad es asi. 10 En la Misa la mayor parte de las oraciones son siempre las mismas. Algunas varían, según la fiesta; aquí pondremos las ideas principales con tenidas en estas oraciones. El sacerdote, al comenzar la Misa y como preparación a ella, dice al pie del altar, y alternando con el acólito, el'salmo 42 que compuso David, desterrado, deseando ver algún día el templo. Dice luego la confesión para purificarse y pedir perdón de sus faltas, y entonces se atreve a subir al altar. REZO DE LA MISA De rodillas. Al empezar.—Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Oh Señor, aquí estoy cerca de tu altar para asis¬ tir al Santo Sacrificio de la Misa, en-el cual Tú bajas del cielo por mí; dame gracia para que oiga bien la santa Misa. Yo, pecador, me confieso a Dios Todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, a todos los Santos, y a vos, Padre, que pequé mucho con el pensamiento, palabra y obra, por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, a todos los Santos y a Vos, Padre, que roguéis por mí a Dios nues¬ tro Señor. Al subir el sacerdote al altar.—Perdóname, Dios mío, mis pecados, para que asista con el alma pura a este sacrificio. Dios es digno de ser amado sobre todas las cosas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. Mejor es morir que pecar, y mejor es perder todas las cosas que perder a Dios y el cielo. 11 A los Kyries.—Oh Dios Padre, ten piedad de nos¬ otros.—Oh Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros.—Oh Espíritu Santo Dios, ten piedad de nosotros. Al Gloria.—Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Oh Señor mío, te bendecimos, te glorificamos, te damos gracias por tu bondad. Oye nuestras oraciones y danos la.paz. A la Oración.—Te rogamos, Señor,que nos conce¬ das las gracias que te está pidiendo el sacerdote, es¬ pecialmente que nos des virtud conveniente para evi¬ tar todo pecado y toda bajeza, traición, cobardía, deshonor e impureza, y todo hecho o dicho indigno de un cristiano. A la Epístola.—Jesucristo es Rey de reyes, y ser¬ virle a Él es reinar. Dios da a los reyes autoridad y derecho de gobernarnos. Dios nos da también la Patria para que, ayudándonos y defendiéndonos unos a otros, tengamos medios de vivir bien y como debemos. Por Dios debemos obedecer a nuestros superiores, sus representantes, y, bajo su dirección, amar y mejorar a la Patria, que es la sociedad que Dios nos ha dado para podernos perfeccionar, y tener libertad y faci¬ lidades de vivir bien y ser buenos cristianos, y sal¬ varnos.—Ir a Dios en una buena Patria, con un buen Jefe de Estado, es la mejor suerte de un hombre. Gracias a Dios. De pie. Al Evangelio.—Jesucristo es Hijo de Dios. Vivía en el cielo desde toda la eternidad, y era Dios como su Padre. Para redimirnos se hizo hombre por nos¬ otros, naciendo en Belén. Vivió obedeciendo a sus padres, María y José, hasta los treinta años, y luego salió a predicar tres años por el mundo. Los hombres le crucificaron, pero Él resucitó, fundó la Iglesia, que 12 * durará para siempre. En ella puso al Papa como superior. Ahora Jesús está en el cielo, pero también en el Sagrario y en la Hostia consagrada. Alabado sea Jesucristo. Al Credo.—Creo en un solo Dios, Padre todopode¬ roso, creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesu¬ cristo, Hijo unigénito de Dios, y nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de "Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial con el Padre, por quien todas las cosas han sido hechas: que por nosotros los hom¬ bres, y por nuestra salvación bajó de los cielos. (Se arrodilla.) Y tomó carne de la Virgen María por obra del Espíritu Santo: y se hizo hombre. Cru¬ cificado también por nosotros, bajo el poder de Pon- cio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y subió al cielo: está sentado a la diestra del Padre. Y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos: y su reino no tendrá fin.-Creo en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que del Padre y del Hijo procede. Que con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado: que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Con¬ fieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Y espero la resurrección de los muertos. Y la vida del siglo venidero. Amén. Sentado o de rodillas. Al Ofertorio.—¡Oh Padre eterno!, junto con el sacerdote te ofrezco el pan y vino que él te ofrece, y que después se convertirán en cuerpo y Sangre de tu Hijo Jesucristo, y junto con ellos te ofrezco mi corazón, mi alma y todo lo que soy y tengo. Al lavarse las manos el sacerdote.—¡Oh Señor mío!, te ruego que laves mi alma de las faltas que tiene, 13 y que la conserves limpia siempre de pecado hasta el fin de la vida. Apártame de la compañía de los pecadores, que manchan su alma de pecados. Al Orate fratres.—Recibe, oh Señor, de manos de tu sacerdote este sacrificio que te ofrece, para gloria tuya y provecho nuestro y de toda tu Iglesia. A la Oración.—¡Oh Señor!, por tu benignidad y por la intercesión de la Santísima Virgen María, haz que esta Misa nos sirva de provecho; y que por ella tengamos gracia de Dios, salud, honor, lealtad, hon¬ radez, paz y buena suerte en esta vida y en la otra. Al Prefacio.—-Levantemos el Corazón a Dios. Oh Señor, te damos gracias por todos tus beneficios y te pedimos que sigas protegiéndonos. Danos la gracia de Dios y paz verdadera y justa. Y haz que todos conozcan que Tú eres el Dios de la majestad, del po¬ der y de las victorias, y te alabemos con todo el ejército de tus ángeles y arcángeles, diciéndote como ellos: De rodillas. Al Sanctus.—Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.—Hosanna en las alturas. Bendito sea el que viene en el nombre del Señor a este altar a visitarnos y sacrificarse por nosotros.— Hosanna en las alturas. Después del Sanctus.—Te rogamos, Señor, humil¬ demente que aceptes este sacrificio, y que por él nos concedas la paz, caridad, prosperidad, sustento y todo lo que nos haga falta: —a toda tu Santa Iglesia Ca¬ tólica, —a nuestro Papa, —a nuestro Obispo, —a nuestros gobernantes, —a, nuestros jefes y compañe¬ ros, —a mis padres y hermanos, —- a mis parientes y amigos; —también te ruego por mis enemigos, —por 14 los pecadores para que se conviertan, —por los en¬ fermos para que sanen, —por los pobres para que hallen sustento, —por los tristes para que se consue¬ len, —por los buenos para que perseveren, —por los padres para que eduquen bien a sus hijos, —por los hijos para que obedezcan bien a su padres. A todos concédenos ser buenos cristianos, vivir en paz, morir en gracia y entrar en tu gloria. A la Consagración.—¡El Señor va a bajar a la Hos¬ tia por nosotros!... Tengamos mucha reverencia y amor... Al alzar la Hostia.—¡Señor mío y Dios mío! Tú eres verdaderamente mi Señor: quiero servirte y amarte. Tú eres verdaderamente mi Dios: ¡quiero amarte y adorarte! Al alzar el Cáliz.—Yo te adoro, preciosísima san¬ gre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, derramada en la cruz por mí. Purifícame de mis faltas y pecados. Después de la Consagración.—¡Oh Padre eterno!, por la preciosísima sangre de tu Hijo te pedimos tengas misericordia de nosotros. Mira a tu Hijo más obediente que Isaac y mira su sangre mucho más preciosa que la de Abel, que pide misericordia para nosotros, y bendícenos por el amor de tu Hijo. Alma de Cristo, santifícame.—Cuerpo de Cristo, sálvame.—Sangre de Cristo, embriágame.—Agua del costado de Cristo, purifícame.—Pasión de Cristo, con¬ fórtame.—¡Oh buen Jesús!, óyeme.—Dentro de tus llagas escóndeme.—No permitas que me aparte de Ti.—Del maligno enemigo defiéndeme.—En la hora de mi muerte llámame.—Y mándame ir a Ti.—Para que con tus Santos te alabe.—Por todos los siglos de los siglos. Amén. Te ruego, Dios mío, que a todas las almas que están en el purgatorio les envíes consuelo y las lleves pronto a tu presencia. En particular, te encomiendo las almas 15 de mis parientes, amigos y bienhechores. Concédeles la luz y el descanso y felicidad eterna. Al Paternóster.—Padre nuestro, etc. Al partir la Hostia.—Concédenos, oh Señor, que tu paz reine siempre entre nosotros. Amén. Al A gnus Dei.—¡Oh Jesús!, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.—¡Oh Jesús!, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.— ¡Oh Jesús!, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos la paz. Oh Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, con tu muerte diste vida al mundo: por este tu sacrosanto cuerpo y sangre, líbrame de todos mis pecados y de todos los demás males, y'haz que esté siempre adhe¬ rido a tus mandamientos, y no permitas que me separe nunca de Ti, que como Dios vives y reinas con el mismo Dios Padre y el Espíritu Santo por los si¬ glos de los siglos. Amén. A la Comunión.—Señor mío Jesucristo, pan celes¬ tial, yo desearía recibirte en mi pecho para alimentar mi alma y te digo lo que te decía aquel capitán, el Centurión: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; pero mándalo con tu palabra, y mi alma quedará sana (tres veces). Al comulgar el sacerdote.—El cuerpo de nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna. Amén. Al tomar el cáliz el sacerdote.—La sangre de nues¬ tro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna. Amén. 16 Sentado o de rodillas. Después de la Comunión.—¡Qué bueno es Dios y cuántos beneficios nos hace! ¡Qué bueno es Jesucris¬ to y cuánto nos ama! En Él confío. Dame, Señor, la gracia de comulgar frecuentemente y de recibir, antes de morir, el Viático. Oracióndespués de la Comunión.—Te suplico, Señor mío Jesucristo, que por la intercesión de la Virgen Santísima tu madre, seamos protegidos en paz y en guerra en este día y en todos los de nuestra vida, y de tal manera te sirvamos, que merezcamos serte agradables a Ti, Rey eterno, y conquistar la Patria celestial que prometes a los,que dominan sus pa¬ siones y siguen tus banderas sin pecado. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. De rodillas. A la bendición.—Bendícenos a todos los vivos jun¬ tamente con el sacerdote, ¡oh Padre eterno!, ¡oh Hijo divino!, ¡oh Espíritu Santo!, y a los difuntos dales el eterno descanso. De pie. Al último Evangelio.—Debemos pensar y creer que el Verbo es el Hijo de Dios Padre, y que estaba vi¬ viendo con Él desde la eternidad. Pero por redimirnos vino al mundo y se hizo hombre, y habitó entre nos¬ otros lleno de gracia y de verdad. Gracias a Dios. Tres Avemarias y Salve. VI. MISA DIALOGADA La santa Misa es un drama. ¡El Gran Drama de un Sacrificio reoordado, renovado y aplicado en el altar! En este drama tú no debes ser uri frío espectador. Tú eres un actor juntamente con el sacerdote. Para realizar 17 tu papel, cuando asistes a la Misa con jóvenes que piensan como tú, te servirán las páginas siguientes (1). 1. Lector.—(Mientras el sacerdote prepara el cᬠliz y el libro en el altar.) Esta santa Misa a la que Dios nos concede asistir, es aquel mismo sacrificio de infinito valor que nuestro Señor Jesucristo ofreció por nosotros en la Cruz. Avivemos con el sacerdote el deseo dé acercarnos al altar, y pidamos a Dios que perdone núestros pecados. Sacerdote.—In nomine Patris... ad altare Dei. Todos.—Ad Deum qui laetificat iuventntem meam. S.—...ab homine iniquo et doloso erue me. T.—Quia tu es, Deus, fortitudo mea: * quare me repulisti? * et quare tristis incedo * dum affligit me inimicus? S.—...in montem sanctum tuum et in tabernacula tua. T.—Et introibo ad altare Dei, * ad Deum qui laeti¬ ficat iuventutem meam. S.—...et quare. conturbas me? T.—Spera in Deo, quoniam adhuc confitebor illi, * salutare vultus mei, et Deus meus. S.—Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. T.—Sicut erat in principio, et nunc, et semper, * et in saecula saeculorum, amen. S.—Introibo ad altare Dei. T.—Ad Deum qui laetificat iuventutem meam. S.—A diutorium nostrum in nomine Domini. T.—Qui fecit caelum et terram. S.—Confíteor... Dominum Deum nostrum. T.—Miseveatur tui omnipotens Deus * et dimissis peccatis tuis, * perducat te ad vitam aeternam. S.—Amén. T.—Confíteor Deo omnipotenti. * beatae Mariae semper Virgini, * beato Michaeli Archangelo, * beato Ioanhi Baptistae, * sanctis Apostolis Petro e.t Paulo, * orúnibus sanctis, et tibi, Pater, * quia peccavi nimis cogitatione, (1) Quien dirige la oración de todos es el sacerdote. Por lo tanto el lector ha de tener el cuidado de acomodarse a su paso, para que siempre que aquél tenga que decir algo en voz alta, todos los demás estén ya en silencio. 18 verbo et opere, * mea culpa, * mea culpa, * mea maxima culpa. * Ideo precor beatam Mariam semper Virginem, * beatum Michaelem archange- lum, * beatum Ioannem Baptistam, * sanctos Apostólos Petrum et Paulum, * omnes sauctos, et te, Pater, * orare pro me ad Dominum Deum nostrum. S.—...perducat vos ad vitam pteternam. T.—Amen. S.—...omnipotens et misericovs Dominus. T.—Amen. S.—Deus, tu conversus vivificabis nos. T.—Et plebs tua laetabitur in te. S.—Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam. T.—Et salutare tuum da nobis. S.—Domine, exaudi' orationem meam. T.—Et clamor meus ad te veniat. S.—Dominus vobiscum. T.—Et cury, spiritu tuo. 2. L.—(Mientras. el sacerdote sube al altar.) Por los méritos de todos los Santos. T.—...dígnate, Señor, * perdonarnos nuestros pe¬ cados. En lugar del párrafo siguiente puede leer el Introito propio del dia. L.—Ahora el sacerdote leerá el Introito propio de hoy y en seguida, rezando los Kyries, suplicará a Dios que se apiade de nosotros. Pidamos con él perdón y misericordia. T.—... a Dios Padre, * a Dios Hijo, * a Dios Es¬ píritu Santo. S.—Kyrie, eleison. T.—Kyrie, eleison. S.—Kyrie, eleison. T.—Christe, eleison. S.—Christe, eleison. T.—Christe, eleison. S.—Kyrie, eleison. T.—Kyrie, eleison. S.—Kyrie, eleison. 3. S.—(Cuando hay «Gloria»): Gloria in excelsis Deo. T.—Et in térra pax hominibus * bonae voluntatis. * Laudamus te. * Benedicimus te. * Adoramus te. * Glorificamus te. * Gratias agimus tibi * propter magnam gloriam tuam. * Domine Deus Rex caelestis, * Deus Pater omnipotens. * Domine, Fili unigenite * Iesu Christe * Domine Deus, Agnus Dei, Filius Patris, * Qui tollis peccata mundi, * miserere nobis. * Qui tollis peccata mundi, * suscipe deprecationem nostram. * Qui sedes ad dex- 19 teram Patris, * miserere riobis. * Quoniam Tu solus sanctus, * Tu solus Dominus, * Tu solus altissimus, * Iesu Christe. * Cum Sancto Spiritu * in gloria Dei Patris. Amen. S.—Dominus vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. 4. L.—(Puede leer en castellano la oración y la epístola del día. Después dice): Prepara, Señor, nues¬ tros corazones... T.—...para que oigamos con fe y devoción * el Santo Evangelio * de tu Hijo Jesucristo, Sepor nues¬ tro, * hasta morir por Él. 5.-—Dominus vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. S.—Sequentia... loannem. , T.—Gloria tibi Domine.. L.—(Lee el Evangelio en castellano.) • 5. S.—(Cuando hay «Credo»): Credo in unum Deum... T.—Patrem Omnipotentem, * factorem caeli et terrae, * visibilíum omnium, et invisibilium. * Et in unum Dominum Iesum Christum, * Filium Dei unigenitum; * et ex Patre natum ante omnia saecula; * Deum de Deo, * lumen de lumine, * Deum verum de Deo vero. * Genitum non factum, * consubstantialem Patri: * per quem omnia facta sunt. * Qui propter nos homines, * et propter nostram salutem, * descepdit de caelis * (genuflexión). Et incarnatus est de Spiritu Sancto, * ex María Virgine: * ET HOMO FACTUS EST: * Crucifixus etiam pro nobis, * sub Pontio Pilato passus, et sepultus est. * Et resurrexit tertia die, * secundum Scripturas. * Et ascen- dit in caelum; * sedet ad dexteram Patris. * Et iterum venturus est cum gloria * iudicare vivos" et mortuos: * ciiius rcgni non erit finis. * Et in Spi- ritum Sanctum, Dominum, * et vivificantem: * qui ex Patre Filioque procedit: * qui cum Patre et Filio simul adoratur * et coriglofificatur; *-qui locutus est per Prophetas. * Et unam sanctam catholicam * et apostolicam Ecclesiam. * Confíteor unum baptisma in remissionem peccatorum. * Et exspecto resurrectionem mortuorum. * Et vitam venturi saeculi. * Amen. Si se dispone de menos tiempo, pueden rezarlo en castellano (pág. 6). 5.—Dominus vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. 6. L.—Ofrezcamos con el sacerdote a Dios Padre el pan que va a ser consagrado. T.—Recibe, Padre Santo, * la Hostia inmaculada * que te ofrecemos * por nuestros pecados y negli¬ gencias; * por todos los que están aquí presentes * y por todos los cristianos vivos y difuntos. * Amén. 20 L.—Como Cristo, en la última Cena, el sacerdote pone agua en el vino del cáliz. Pidamos a Dios que realice en nosotros el misterio de nuestra incorpora¬ ción a Jesucristo, simbolizado en esta mezcla del vino y el. agua. T.—Concédenos, Señor, * que por la "gracia, * la Comunión y la vida cristiana, * participemos de la Divinidad * de Jesucristo tu Hijo, * que.se dignó participar * de nuestra humanidad. * Amén. L.—-Ofrezcamos también a Dios el cáliz del vino que ha de ser consagrado. T.—Te ofrecemos, Señor, * este cáliz de salvación, * pidiendo que llegue a tu presencia * como perfume suavísimo * para nuestra salvación * y la del mundo entero. * Amén. L.—Pidamos al Espíritu Santo que bendiga estas ofrendas, que se han de convertir en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. T.—En espíritu de humildad * y con un corazón contrito * te presentamos, Señor, estas ofrendas. * Ven, Santificador Todopoderoso, * Dios eterno, * y bendice este sacrificio, * preparado para gloria de tu nombre. 7. L.—El sacerdote lava sus manos para recordar¬ nos la exquisita pureza que necesitan los que quie¬ ren recibir el Cuerpoy la Sangre del Hijo de Dios. T.—Lávame, Señor. * Purifícame, Señor, * para que pueda acercarme a tu altar. * Me alejaré del mal ami¬ go, * y guardaré siempre mi inocencia, * ayudado por Ti. L.—Recibe, Trinidad Santísima, este sacrificio que te ofrecemos en memoria de la Pasión, Resurrección y Ascensión de Jesucristo Señor nuestro, y en honor de la Santísima Virgen María y de todos los Santos. T.—Que ellos intercedan * por nosotros en el cielo, * mientras nosotros los honramos en la tierra. * Amén. 8. S.— Orate, fratres... omnipotentem. T.—Suscipiat Dominus sacrificium * de maní bus tuis * ad laudem et gloriam nominas sui, * ad utilita- 21 tem quoque nostram * totiusque Ecclesiae suae sanctae. L.—(Puede leer en voz alta las Secretas propias del día.) 9. S.—... Per amnia saecula saeculorum. T.—Amen. S.—Dominus vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. S.—Sursum corda. T.—Habemus ad Dominum. S.—Gratias agamus Domino Deo nostro. T.—Dignum et iustum est. S.—Vere dignum et iustum est... dicentes. T.—Sanctus * Sanctus * Sanctus, * Dominus Deus Sabaoth. * Pleni sunt caeli et térra * gloria tua. * Ho¬ sanna in excelsis. * Benedictus qui venit in nomine Domini. * Hosanna in excelsis. 10. L.—A Ti, Padre clementísimo, te pedimos y rogamos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro... T.—... que te dignes aceptar y bendecir * estos dones, * estas ofrendas, * estos santos sacrificios. L.—Te los ofrecemos en primer lugar por tu Santa Iglesia Católica. T.—Por nuestro Padre Santo el Papa N, * por nuestro Obispo N, * por nuestros Gobernantes, * por los Misioneros, * por todos los fieles. L.—Te presentamos también nuestras intenciones particulares. (Pausa. Cada uno ruega en silencio.) 11. L.—(Un poquito después de que el sacerdote separa las manos, terminado el «Memento de los vi¬ vos».) Unidos por la Comunión de los Santos y vene¬ rando en primer lugar la memoria de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor, Jesucristo, y también la de sus bienaventurados Após¬ toles, sus Mártires y todos sus Santos, roguemos a Dios que acepte los dones sobre los cuales el sacer¬ dote extiende las manos, y que obre por su divina virtud el gran misterio de la Consagración. 22 T.—Te suplicamos, Señor, * que aceptes compla¬ cido estas ofrendas * de nuestra devoción y servicio; * que nos concedas tu paz en nuestros días, * y nos admitas en el número de tus escogidos. L.—Que por tu infinito poder, este pan y este vino, que representa nuestra vida y nuestros trabajos... T.—... se conviertan para nosotros, * en el Cuerpo y la Sangre * de tu amadísimo Hijo, * Nuestro Señor Jesucristo. L.—(Al acercarse la Consagración, dice): Ahora el sacerdote, en nombre y persona de Jesucristo, usando sus mismas palabras y acciones, realiza el gran Sacrificio. Asistamos con fe y devoción. Al ser elevada la Sagrada Hostia, dígale cada uno en silencio con amor ardiente: «¡Señor mió y Dios mío!» Y al ser elevado el cáliz: «¡Sangre de Cristo, embriágame en tu santo amor!» (Silencio hasta después de la Elevación.) 12. L.—Ofrezcamos a Dios la Víctima inmolada en el altar. Es el mismo Jesús que padeció los tor¬ mentos de la bienaventurada Pasión, fesucitó del se¬ pulcro y subió glorioso a los cielos. T.—Ofrecemos, Señor, a tu excelsa Majestad * esta Hostia pura, * Hostia santa, * Hostia inmaculada, * el Pan consagrado que da la vida eterna * y el Cáliz de la eterna salvación. L.—Humildes y confiados te pedimos... T.—Señor, Dios Omnipotente, * que por las ma¬ nos de tu Santo Ángel, * mandes llevar estos mis¬ terios * a tu sublime altar, * a la presencia de tu Divina Majestad. L.—A fin de que todos los que participamos de este sacrificio, y recibamos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo... T.—... quedemos llenos de gracia * y de toda ben¬ dición celestial. L.—Oremos por la Iglesia Purgante. T.—Acuérdate, Señor, de los difuntos * que des¬ cansan en Cristo: * concédeles a todos * el lugar del refrigerio, * de la luz y de la paz. * Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. * Amén. (Pausa hasta el 23 «Nobis quoque peccatoribus». Cada uno ruega por sus difuntos.) 13. L.—También a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que todo lo esperamos de la muchedumbre de tus misericordias, dígnate hacernos participantes y compañeros... T.—... de tus Apóstoles, * de tus Mártires, * de todos tus Santos. L.—No te lo pedimos por nuestros méritos propios. T.—-Te lo pedimos por tu misericordia y piedad. * Por Jesucristo nuestro Señor. * Amén. L.—El sacerdote eleva al cielo la Hostia y el Cáliz. Glorifiquemos a Dios con la Víctima de infinito valor, inmolada en el altar. T.—(Muy despacio.) Por Jesucristo, * con Jesu¬ cristo, * en Jesucristo * te tributamos, Dios Padre Omnipotente, * todo honor * y toda gloria * en unidad con el Espíritu Santo. 14. S.—Per omnia saecula saeculorum. T.—Amen. S.—Pater noster,.. in tentationem. T.—Sed'libera nos a malo. L.—Líbranos, Señor, de todos los males presentes y venideros. D . T.—Aparta de nosotros todo pecado. L.—Y por intercesión de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen María, Madre de Dios... T.—•... concédenos paz en la tierra, * y felicidad perpetua en el cielo. * Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, * Nuestro Dios y Señor. 15. S.~—Per omnia saecula saeculorum. T.—Amen. S.—Pax Domini sit semper vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. S.—A gnus Dei, qui tollis peccata mundi. T.—Miserere nobis (dos veces). (En las Misas de Difuntos responden: Dona eis réquiem.) S.—A gnus Dei, qui tollis peccata mundi. 24 T.—Dona nobis pacem. JEn las Misas de Difuntos: Dona eis réquiem sempiternam.) L.—Señor nuestro Jesucristo, T.—Que dijiste a tus Apóstoles: * «Os dejo la paz». * «Os doy mi paz», * no mires a nuestros pecados, * sino a la fe de tu Iglesia. (En las Misas de Difuntos se suprime esta oración.) L.—Señor nuestro Jesucristo, T.—Que por voluntad del Padre, * cooperando el Espíritu Santo * diste vida al mundo con tu muerte: * por este tu sagrado Cuerpo * que vamos a recibir, * líbranos de todos nuestros pecados * y de todos los males. * Haz que seamos siempre * fieles a tus man¬ damientos * y no permitas jamás * que nos aparte¬ mos de Ti. * Amén. 16. L.—Señor, yo no soy digno T.—De que entres en mi pobre morada, L.—Pero di una sola palabra T.—Y mi alma quedará sana (tres veces). (En el momento oportuno, el lector empieza: Confíteor Dco omnipotenti, y todos siguen como en la pág. 18. Después de comulgar, cada uno da gra¬ cias en privado o el lector dice en voz alta lo propio del día. En las últimas oraciones responden todos al celebrante.) 17. L.—(Cuando el sacerdote. se inclina ante el altar.) La Santísima Trinidad reciba el obsequio de nuestra servidumbre, y nosotros recibamos la bendi¬ ción del sacerdote en cuyas ungidas manos ha estado Dios, fuente de toda bendición. (Todos se santiguan recibiendo la bendición.) S.—Dominus vobiscum. T.—Et cum spiritu tuo. S.—Initium... loannem. T.—Gloria Tibi, Domine. L.—En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Todo fue creado por Él y en Él estaba la vida. T.—Él era la luz verdadera, * venida a este mun¬ do * para iluminar a todos los hombres. 25 L.—Estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por Él y el mundo no le conoció. T.—Vino a los suyos, * y los suyos no le recibieron. L.—Mas a todos los que le recibieron les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. T.—(Genuflexión todos a la vez.) Y el Verbo se hizo carne, * y habitó entre nosotros. L.—Y hemos visto su gloria, gloria como de Uni¬ génito del Padre, lleno de gracia y de verdad. T.—Demos gracias a Dios. Preces que por mandato del Papa León XIII se han de rezar de rodillas después de la Misa privada: 18. El sacerdote reza con el pueblo tres Avemarias y la Salve y después: —Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. —Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Oremos. Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza: mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por intercesión de la gloriosa e Inmaculada Virgen María, Madrede Dios, y de San José, su Esposo, y por la de tus Santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, escucha misericordioso y benigno las súplicas que te dirigimos pidiéndote la conversión de los pecadores y la libertad y exaltación de la Santa Madre Iglesia. Por el mismo Jesucristo, Señor nuestro. A.—Amén. Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla: sé nuestro amparo con¬ tra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes: y tú, Príncipe de la celestial milicia, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros malignos espíritus que discurren por el mundo para la perdición de las almas. A.—Amén. San Pío X mandó añadir la jaculatoria: Corazón sacratísimo de Jesús,—ten misericordia de nosotros. (Tres veces.) VII. CONFESIÓN 1. La confesión es un sacramento necesario a los hombres: muy divino y muy humano. 2. Su principal provecho es quitar los pecados mortales y veniales come¬ tidos después del bautismo. 26 3. El pecado mortal es una ofensa que se hace a Dios, quebrantando gravemente alguno de sus mandamientos. 4. El pecado mortal es el mayor mal que hay ni puede haber, porque es ofensa a Dios, nos hace enemigos de Dios, nos priva de la gracia santificante, nos hace perder la gloria, nos condena al infierno, nos causa remordimiento, y a veces, sobre todo repetido, nos trae muchos males en esta vida. 5. El pecado venial, aunque es mucho menor mal que el mortal, es tam¬ bién muy malo; pero ni nos hace enemigos de Dios, ni nos priva de la gloria, ni nos condena al infierno; mas enfria el amor que Dios nos tiene, dispone al pecado mortal, y nos condena al purgatorio o a otras penas. 6. El pecado mortal es muerte del alma. 7. El pecado venial es enfermedad del alma. 8. El pecado mortal se quita con la confesión. 9. También se quita por un acto de perfecta contrición, pero con propó¬ sito de confesarse. 10. El pecado venial se quita por la confesión, por la comunión y, sin confesión, por algún acto de dolor. 11. La confesión es un precioso sacramento que Jesucristo nos adquirió con su Sangre. 12. La confesión es una institución que, además de perdonar los peca¬ dos, tiene muchas ventajas. 13. En el confesor nos ha dado Jesucristo:- Un educador constante y gratuito que nos guie al bien. Un padre bondadoso que nos anime y corrija. Un médico que cure nuestros vicios y defectos. Un amigo intimo, fiel, compasivo y secreto. Un juez imparcial y bondadoso que nos absuelve siempre. 14. Mejor es que sea hombre que no ángel, porque asi entenderá mejor lo que es mi corazón por el suyo. 15. Los que se confiesan frecuentemente, difícilmente se harán malos; y si son malos, se harán buenos. 16. Los que son malos o quieten serlo, no se confiesan o dejan de confe¬ sarse. No resisten la confesión. 17. Para confesarse bien se necesita: 1. Examinarse antes. 2. Dolerse de los pecados cometidos. 3. Proponer enmendarse de ellos. 4. Confesar al sacerdote los pecados mortales. 5. Cumplir la penitencia que le diga el confesor. 18. El examen debe hacerse con seriedad, pero no con apuros ni congojas, de modo que resulte un tormento. 19. Después de haber hecho examen con diligencia para acordarse de lo que uno buenamente pueda, lo olvidado queda perdonado, y puedes comulgar aunque luego de confesado te acuerdes de algo, dejándolo para otra confesión. 20. Si hace poco tiempo que te has confesado, te conviene el examen que he puesto aqui; si mucho, el publicado en el Rayo de Sol n.° 148-149. 21. Dolor es un pesar de haber ofendido a Dios, por ser Él tan bueno; por habernos amado tanto, y habernos hecho tantos beneficios; o por temor de sus castigos en esta o en la otra vida, como el infierno; o por la fealdad del pecado. 27 22. Propósito es una firme resolución de no volver a pecar en adelante y de apartarse de los peligros. 23. No hay. obligación de confesar más que los pecados mortales; los ve¬ niales hay libertad de confesarlos o no. 24. No hay obligación de confesar los pecados más que una vez bien. Aunque se pueden confesar muchas si se quiere. 25. Basta decir la sustancia del pecado y las circunstancias que mudan de especie. Pero no es preciso contar el modo, la historia, etc. 26. Cuando buenamente se puede, se debe decir el número de pecados mortales de cada clase. „ 27. Para que un pecado sea mortal se necesitan tres condiciones: 1.a Que la materia del pecado sea grave, o que uno da conciba como grave al tiempo de cometer el pecado. 2.a Que tenga advertencia completa de que lo que va a hacer es gravemente malo. 3.a Que tenga libertad completa de hacerlo o no hacerlo.—Si falta una de estas tres cosas, el pecado no es grave. 28. Todo lo que se hace sin querer, sin pleno consentimiento,' sin plena advertencia/sin caer en la cuenta, por simple descuido, en sueños o medio en sueños o en un arrebato imprevisto o inevitable, no es pecado mortal. 29. Si sólo después de hecha una acción y no antes has caído en la cuenta de que aquello era pecado, no has cometido pecado ni estás obligado a confesarlo. 30. Los pecados dudosos no hay obligación de confesarlos, aunque sea bueno confesarlos como dudosos. La duda puede ser de si cometiste o' no el pecado, de si fue grave o leve, de si lo has, confesado ya o no lo has confesado; y en ninguno de los tres casos estás obligado a con¬ fesarlo. Pero al confesar los otros, arrepiéntete en tu corazón de todos los que acaso cometiste. 31. Al que calle algún pecado grave por su culpa, en una confesión, todas las que después haga no le valen, y está obligado a repetirlas todas y a confesar desde que calló el pecado, -confesando también éste y los que entonces tenía. 32. Es una tontería callar pecados por vergüenza. El confesor te tratará con tanto más cariño y bondad cuanto tú tengas en él más confianza, y no le dirás nada nuevo... Nunca calles por vergüenza un pecado, porque tendrás después que sufrir mucho, y al fin lo tendrás que decir, y te costará más cuanto más tarde, y si no lo dices te condenarás. 33. Para que la confesión valga no es necesario, ni háber rezado el Yo pecador, ni el Señor mió Jesucristo, y ni aun haber sentido dolor cuando te confesabas: basta haberlo tenido aunque sea unos días antes, con tal que después no hayas cometido algún otro.pecado nuevo, aun cuando al confesarte no te vuelvas a acordar. Pero es mejor tener dolor actual al mismo tiempo de confesarte o recibir la absolución. ORACIÓN PARA PREPARARSE A LA CONFESIÓN Señor, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, perdónanos a los que nos arrepentimos, sé bondadoso con los que te suplica- 28 mos, y dígnate enviarnos tu gracia que sea remedio saludable a los que humildemente invocamos tu santo nombre, nos acusamos de nuestros delitos según están en nuestra conciencia, lloramos nuestros pe¬ cados postrados ante tu divina clemencia y pedimos instante y humildemente tu serenísima piedad; y concédenos por la invocación de tu santísimo nom¬ bre que todos los que nos acercamos al sacramento de la penitencia para remisión de nuestros pecados, obtengamos salud del alma y protección del cuerpo, por Jesucristo nuestro Señor. Amén. ORACIÓN PARA ANTES DEL EXAMEN Oh Señor Dios mío, que investigas los corazones y conoces las conciencias de los hombres: dame la gracia de examinar sinceramente y conocer verda¬ deramente la mía, de manera que descubra todas mis malicias y pecados, para que confesándolos bien todos y enmendándome de ellos merezca tu perdóñ y gra¬ cia en la tierra y la entrada de la gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. EXAMEN DE CONCIENCIA (1) Primer mandamiento.—¿Has hecho bien tus actos de religión? ¿Has leído o hablado algo contra la Igle¬ sia Católica? ¿Tienes compañías malas o perteneces a asociaciones irreligiosas? ¿Lees periódicos o revistas malas, mundanas, irreligiosas? ¿Has tenido alguna superstición, consultado adivinas, espiritistas? Segundo mandamiento.—¿Has jurado?—¿Has cum¬ plido tus votos?—¿Has dicho blasfemias o palabras irreverentes contra Dios y sus Santos,su Iglesia y sus ministros? Tercer mandamiento.—¿Has oído Misa bien? ¿Has .trabajado sin necesidad?—¿Y tus dependientes? (1) El Rayo de Sol núm. 148-149 contiene un examen más completo, propio para confesiones de mucho tiempo. Se sirve por cientos en El Men¬ sajero del Corazón de Jesús. Apartado 73. Bilbao. 29 Cuarto mandamiento.—Si eres hijo, ¿has respetado, obedecido, cuidado y alimentado a tus padres?—Si eres padre, ¿has enseñado a tus hijos la doctrina, los has educado, Corregido, castigado, vigilado, dado mal ejemplo, mimado, consentido, violentado en sus de¬ rechos, dejado ir a peligros y con malas compañías?— Si e^es casado, ¿eres fiel, cariñoso, continente, moral como se debe?—Si eres superior, ¿mandas como debes y lo que debes y tratas con caridad y justicia a tus subordinados, criados y criadas?—Si eres inferior, ¿respetas y obedeces a tus superiores con la humildad debida?—¿Cumples tus obligaciones y oficios?—Si eres obrero, patrono, tutor, jefe, oficial, médico, maestro, juez, abogado, policia; si eres sacerdote, religioso, etc., ¿cumples bien las obligaciones de tu cargo? Quinto mandamiento.—¿Has hecho daño de pala¬ bra o de obra a ti o a otros?—¿Tienes odio o rencor a alguno?—¿Has dado escándalo, o maldecido, o deseado mal?—¿Has reñido, molestado, despreciado, insultado a otros, a pobres, a inferiores?—¿Eres de mal genio y riñes sin motivo y eres intolerante?— ¿Das mal trato a tus criados en comer, dormir, etcétera?—Cuando ves una necesidad, ¿la remedias si puedes? Sexto mandamiento.—¿Has tenido malas conversa¬ ciones?—¿Has asistido a espectáculos peligrosos?— ¿Has leído novelas, revistas y libros peligrosos?— ¿Estás en algún peligro de pecar?—¿Has hecho alguna acción deshonesta?—¿Contigo solo?—¿Con qué clase de personas?—¿Has bailado de mal modo?—¿Vistes decentemente? Séptimo mandamiento.—¿Has quitado algo ajeno? ¿Has dañado algo a tu prójimo en sus bienes?:—¿Has cobrado más de lo justo o dado menos de lo debido?— ¿Has engañado en los tratos?—¿Has sisado?—¿Has tardado en pagar lo ajeno?—¿Das el sueldo debido y a su tiempo?—¿Pagas a tiempo en tiendas, a costu¬ reras, etc.?—¿Das limosnas, o todo lo quieres para ti, 30 aunque te sobre mucho?—¿Usas mucho lujo en vestir, comer, divertirte, etc.? Octavo mandamiento.—¿Has mentido?—¿Has ca¬ lumniado?—¿Has descubierto faltas ocultas?—¿Has revelado secretos?—¿Has escuchado cosas ocultas?— ¿Has leído cartas ajenas?—¿Has murmurado, descu¬ briendo faltas o insinuando sospechas de otros?— ¿Has criticado sin razón faltas de otros?—¿Has juz¬ gado mal de otros sin fundamento bastante? Nono mandamiento.—¿Has deseado hacer alguna acción torpe?—¿Te has deleitado advertidamente en pensamientos deshonestos? Décimo mandamiento.—¿Has pensado o deseado tomar lo ajeno?—¿Has murmurado contra Dios por¬ que no te da cuanto quisieras?—¿Empleas demasiado tiempo en ganar, sin atender a otras cosas necesa¬ rias, como, la religión, educación de la familia, ins¬ trucción, caridad, etc.? Mandamientos de la Iglesia.—¿Has oído Misa entera los días de fiesta?—¿Has cumplido con Pascua?—¿Has avisado a tus enfermos a tiempo para el viático?— ¿Has cumplido con la parroquia?—¿Has ayunado y guardado vigilias?—¿Has ayudado al culto y a las Misiones, según tu estado económico? Examínate también cómo has gastado el tiempo: si has mejorado de carácter, si tienes prudencia, jus¬ ticia, fortaleza y templanza. Si has tenido amor a Dios y caridad con el prójimo. DOLOR DE LOS PECADÓS Nota. No se necesita para que haya verdadero dolor, -el que este dolor sea sensible. Basta que uno deteste sus culpas, que le pese de haberlas come¬ tido, que desee no tenerlas sobre si, que o por ser el pecado una bajeza, o por temor de l(j,s castigos que Dios da por ellos, o por amor de Jesucristo crucificado, o por ser Dios siempre tan bueno con nosotros, se avergüence el pecador de haber faltado al respeto y amor debido a Dios y de haber despreciado su ley santa. 31 ORACIONES PARA EL DOLOR 1. Oh Señor mío y Dios mío, justo juez de las iniquidades y conductas de los hombres, que castigas en esta vida o en la otra todo pecado: yo pecador que he merecido el infierno y el castigo por mis cul¬ pas, me presento humildemente ante tu divina mise¬ ricordia a pedirte me des absolución de mis pecados y me los perdones por los tormentos, pasión y muerte que te ofreció por mí tu Hijo Santísimo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. 2. Oh Señor mío y Dios mío, oh mi Señor Jesu¬ cristo, hecho hombre por redimirme, tanto me amaste que para obtener el perdón de mis pecados quisiste ser crucificado y dar la vida por mis culpas: yo me postro humildemente a tus pies y te pido perdón por haber vuelto a ofenderte despreciando tu sangre y el amor con que diste la vida por mí; dame la gracia de confesarme, arrepentirme y enmendarme, oh mi Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglps. Amén. 3. Oh Señor mío y Dios mío, oh buen Padre, Cria¬ dor, Bienhechor nuestro; oh Altísimo y. benéfico Señor de todos los hombres: yo me arrepiento de haberte ofendido siendo Tú tan bueno, y me presento humil¬ demente ante tu bondad infinita, y como el hijo pródigo te pido que me perdones y me recibas de nuevo en tus brazos y admitas en tu casa, reconcilián¬ dome por medio de la penitencia. Por Jesucristo nues¬ tro Señor, tu verdadero Hijo, que contigo y el Espí¬ ritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. . MODO DE CONFESARSE Mientras el sacerdote está confesando a otro, dirás el Yo pecador, para no perder tiempo. Cuando llegue tu puesto te acercas al confesor y de pie o de rodillas, según se acostumbre, le saludas diciendo: Ave María Purísima, y él te con¬ testará: Sin pecado concebida. En seguida dirás tú mismo: Hace... (tanto tiempo) que no me he confesado. Cumplí (o no cumplí) la penitencia. No callé ningún pecado o (callé) ni dejé olvidado (o me olvidé). 32 Desde entonces he cometido estos pecados... Y confiesa los que recuerdas. Si puedes, es mejor que tú te confieses solo, pues es muy sencillo. Pero, si no puedes, ruega al confesor que te vaya preguntando, y respóndele a todo, y si tienes más pecados, que él no te pregunte, díselos tú mismo. Y no tengas miedo de decirle todos; que te tratará bien, te guardará secreto, y después de decírselo te alegrarás muchísimo. Atiende humildemente a los consejos desinteresados que te da. Él es allí tu padre, tu maestro, tu juez, tu médico. Pregúntale las dudas morales que tengas. Pídele los consejos que necesites. Dile todo lo que te ocurre con confianza de amigo, seguro de que te guardará el secreto más riguroso.' SATISFACCIÓN Después que has acabado la confesión, si puedes, Cumple en seguida la penitencia. Si no puedes cumplirla entonces, o si es larga y sólo puedes cumplir parte,' cumple lo restante lo antes que puedas. Lo que debes examinar con especial cuidado son los peligros y ocasiones en que antes has estado de pecar, para que hagas propósito no sólo de no pecar, sino de apartarte de las ocasiones y tentaciones. Y ten presente esta importante verdad: El que se mete en peligros de pecar, ordinariamente vive mal. El que no se mete en ocasiones de mal, fácilmente vive bien. ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN Señor Dios mío, que te ofendes con el pecado y, te aplacas con la penitencia: atiende propicio las ora¬ ciones de mi corazón arrepentido y aparta de mí los castigos de tu ira que había merecido, y ayúdame con tu gracia para que mis deseos y propósitos no se muden en adelante con ninguna tentación. Señor Dios mío, que a ninguno rechazas, sino que aunque haya pecado te aplacas por su penitencia con piadosa misericordia: atiende propicio a los ruegos de nuestra humildad e ilumina nuestros corazones, para que podamos cumplir tus mandamientos. Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén. VIII. COMUNIÓN 1. Comunión es el Sacramento en que recibimos al Cuerpo y Sangre de Cristo bajo la especie de pan en lá Hostia consagrada. 2. Hay obligación de comulgar una vez al año. 3. Pero Jesucristodesea que cornulguepos lo más que podamos. Lo mismo los hombres que las mujeres y niños. 33 4. La mejor devoción de los cristianos es oir Misa todos los días y co¬ mulgar en ella. 5. Para poder comulgar se necesita de parte del alma estar en gracia de Dios, no tener pecado mortal. 6. No es obligatorio el no tener pecados veniales. 7. Los pecados veniales se quitan en la Comunión. 8. De parte del cuerpo es obligatorio guardar el ayuno eucarístico, es decir, abstenerse de alimentos sólidos y bebidas alcohólicas durante tres horas antes de comulgar; y abstenerse de otras bebidas durante una hora. El agua siempre está permitida (1). 9. Además conviene que antes de comulgar nos enfervoricemos con actos de fe, esperanza y amor, con oraciones y consideraciones piadosas, como las que pondremos en este librito. 10. La mejor preparación para comulgar bien es tener buena vida. Y oir Misa antes de comulgar. 11. Cuando no se oye Misa antes, basta prepararse con unos diez minutos, y aun menos, si no se puede más. 12. Para dar gracias conviene emplear como un cuarto de hora, rezando algo al Señor que hemos recibido. 13. El modo de comulgar es acercarse con modestia y compostura, arro¬ dillarse en el comulgatorio, cuando llegue el sacerdote levantar algo la cabeza, cerrar los ojos, abrir un poco la boca, sacar moderadamente la lengua, y después de recibir la forma, retirarla despacio, levantarse con modestia, hacer una genuflexión con una rodilla y pasar a su puesto a dar gracias. 14. Conviene no escupir sin necesidad hasta que pasen cinco o diez minutos. CONSIDERACIONES ANTES DE COMULGAR Para que tengamos más devoción es muy conveniente que consideremos quién viene a nosotros, a quién viene y para qué viene. Y para este fin pondremos aquí varias consideraciones. ¿Quién viene? ¿A qué viene? ¿Para qué viene? 1. Mi Dios a su criatura- para divinizarme. 2. Mi Padre a su hijo díscolo para educarme. 3. Mi Rey a su vasallo para darme mercedes. 4. Mi Redentor al esclavo del pecado para librarme. 5. Mi Jesús al perdido para salvarme. 6. Mi Señor al criado para darme órdenes. 7. Mi Buen Pastor a su oveja para guardarme. 8. Mi Maestro al ignorante para enseñarme. 9. Mi Médico al enfermo para sanarme. 10. Mi Amigo al convidado para acompañarme. 11. Mi Hermano Abel a su hermano a perdonarme. (1) Todo el ayuno eucarístico se explica en el Rayo de Sol 537. 34 12. MI Juez al pecador para absolverme. 13. Mi Sacerdote a mi corazón para santificarme. 14. Mi Vida al moribundo para reanimarme. 15. Mi Verdad al iluso para desengañarme. 16. Mi Camino al peregrino para guiarme al cielo. 17. Mi Vid al sarmiento para injertarme en si. > 18. Mi Pan de vida al hambriento para alimentarme. 19. Mi Sembrador a mi alma para sembrar gracias. 20. Mi Fuente al cansado para refrigerarme. 21. Mi Estrella al navegante para orientarme. 22. Mi Piloto a su nave para conducirme. 23. Mi Niño Jesús a mi pesebre para humillarme. 24. Mi Modelo a mi alma para acomodarme a si. 25. Mi Crucificado al regalado para enseñarme la cruz. ORACIONES ANTES DE COMULGAR Dios mío a quien todo corazón está descubierto, y toda voluntad habla, y ningún secreto está oculto:— purifica por la infusión del Espíritu Santo * los pen¬ samientos de nuestras almas, * para que merezcamos amarte perfectamente * y alabarte dignamente. Benignísimo Dios, inclina a nuestras preces los oídos de tu misericordia.—Y con la gracia del Espíritu Santo, * ilumina nuestro corazón, * para que merezcamos recibir dignamente tu sacramento * y amarte con eterno amor. Dios Señor nuestro, que por la Inmaculada Concep¬ ción de la Virgen preparaste a tu Hijo digna morada: Te rogamos ahora * que así como por los méritos de tu mismo Hijo * la preservaste de toda mancha, * así por su intercesión * nos concedas llegar limpios * a recibir el Cuerpo y la Sangre * de tu Hijo Jesucristo * que vive y reina contigo * en unidad del Espíritu Santo, * Dios por los siglos de los siglos. * Amén. Mientras llega el momento de recibir a Jesús haré actos de fe, de espe¬ ranza y de caridad, le pediré perdón por mis faltas, le prometeré ser mejor cada dia, le diré que venga pronto, que le quiero recibir. Actos de varias virtudes antes de comulgar.— Fe.—Creo en Vos, Dios mío, porque sois la suma Verdad, que no puede engañarse ni engañar. Esperanza.-—Espero en Vos, Dios mió, porque sois 35 poderoso, misericordioso, y queréis salvarme y san¬ tificarme, si yo quiero, con vuestra gracia. Caridad.—Os amo, Dios mío, porque sois bueno sobre todas las cosas, y habéis sido muy bueno con¬ migo siempre, sin yo merecerlo. Adoración.—Os adoro, Dios mío, porque sois ex¬ celentísimo, santo, Dios y Señor de todas las cosas. Humildad.—Me humillo ante Vos, porque soy una pobre criatura que sin Vos nada puedo, porque rio os he servido como debo y os he ofendido mucho. Contrición.—Os pido perdón, Dios mío, de mis pe¬ cados, y me arrepiento de haberos ofendido por ser Vos tan bueno; estoy dispuesto a satisfacer por mis culpas y a enmendarme de todas ellas. Acción de. gracias.—Os doy gracias por los muchos beneficios que me habéis hecho siempre, y especial¬ mente al querer hoy que yo os reciba. Ofrecimiento .■—Os ofrezco todo cuanto soy y tengo, para serviros siempre con ello en lo que queráis. Conformidad con -la voluntad de Dios.—Me resigno con todo a vuestra divina voluntad y acepto con ale¬ gría lo que me queráis dar o lo que queráis permitir acerca de mí, fuera del pecado. Perdón.—Perdono por vuestro amor a todos los que me han ofendido, para que Vos me perdonéis. Oración.—Os ruego por vuestra Pasión santísima que al entrar en mi alma os compadezcáis de mí, me deis las gracias que más necesite, no me dejéis hasta el fin de mi vida y al salir mi alma del cuerpo la llevéis fortalecida con todos los sacramentos a la vida eterna. Al acercarme a comulgar, iré pensando; —Señor mío, yo no soy digno de que entres en mi morada, pero mán¬ dalo con una sola palabra, y mi alma quedará, limpia. El Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. guarde mi alma para la vida eterna'. Amén. Después de comulgar, antes de rezar nada, hablaré con Jesús. Le hablaré de mí, de mis padres, de mis amigos. Le hablaré de mis bienhechores, de la Iglesia, 36 de las Misiones, del Papa: —¡Jesús, bendice a todos los que yo amo! ¡Jesús, dales tu amor y gracia! ¡Jesús, hazme bueno para todos' ellos! ¡Hazme santo, Jesús! PRECES PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN / Oh sagrado convite en el cual se recibe a Cristo, se recuerda la memoria de su pasión, se llena el alma de gracia, y se nos da una prenda de nuestra futura gloria! Nos has dado Pan del cielo...—Que encierra en sí todo deleite, Oremos. Oh Dios, que baja este admirable Sacramen¬ to nos has dejado un recuerdo de tu pasión:—Concédenos venerar de tal modo * los misterios de tu Cuerpo y Sangre, * que sintamos continuamente en nosotros * el fruto de tu redención: * oh Señor, que vives y rei¬ nas con Dios Padre * en unidad del Espíritu Santo * por todos los siglos de los siglos. * Amén. Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, purifícame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo defiéndeme. En la hora de mi muerte llámame. Y mándame ir a Ti, para que con tus Santos te alabe, * por los siglos de los siglos. * Amén. Oración de San Ignacio de Loyola.—Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, * mi memoria, mi entendi¬ miento y toda mi voluntad, * todo mi haber y mi poseer. * Vos me lo disteis, * a Vos, Señor, lo torno; * todo es vuestro, * disponed a toda vuestra voluntad. * Dadme vuestro amor y gracia, * que esto me basta. •37 Oración a Jesucristo crucificado.—Miradme, oh mi amado y buen Jesús, * postrado en vuestra santísi¬ ma presencia; * os ruego con el mayor fervor * im¬ primáis en mi corazón * vivos sentimientos de fe., * es¬ peranza y caridad, * verdadero dolor de mis pecados * y propósito firmísimo de enmendarme; *mientras que yo, * con todo el amor y compasión de mi alma, * voy considerando vuestras cinco llagas, * teniendo pre¬ sente aquello que dijo de Vos, * oh buen Jesús, * el Santo Profeta David: * Han taladrado mis manos y mis pies, * y se pueden contar todos mis huesos (1). Oración a Jesucristo Rey.—¡Oh Cristo Jesús! Yo te reconozco por Rey universal. * Todo lo que ha sido hecho, * ha sido creado para ti. * Ejerce sobre mí * todos tus derechos. Renuevo mis promesas del bautismo, * renuncian¬ do a Satanás, * a sus pompas y a sus obras; * y te prometo * vivir como buen cristiano. * En particu¬ lar * me comprometo * a hacer triunfar, * según mis medios, * los derechos de Dios * y de tu Iglesia. ¡Divino Corazón de Jesús! * Te ofrezco mis pobres acciones * para obtener * que todos los corazones * reconozcan tu sagrada realeza * y que, así, * el rei¬ nado de tu paz * se restablezca en el mundo entero. * Así sea (2). Oración de Santo Tomás de Aquino.—Gracias te doy, Señor Dios Padre todopoderoso, por todos los beneficios y señaladamente porque has querido admi¬ tirme a la participación del sacratísimo Cuerpo de tu (1) Indulgencia plenaria al que después de haber confesado y comul¬ gado rece esta oración delante de alguna imagen de Cristo Crucificado y añada algunas preces según la intención de Su Santidad. Basta añadir un Padrenuestro. (2) Indulgencia plenaria cada dia, concedida a perpetuidad por la Sagrada Penitenciaría, el 21 de febrero de 1923, a todos los que devota¬ mente reciten esta oración, habiendo confesado y comulgado, y oraren por las intenciones del Sumo Pontífice. Puedes rezar una estación al Santísimo o añadir alguna o algunas de las •raciones que siguen después. 38 unigénito Hijo. Suplicóte, Padre clementísimo, que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad y de todas la^ vir¬ tudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos los enemigos vi¬ sibles e invisibles, perpetua unión contigo solo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa í muerte. Y te ruego tengas por bien llevarme a mí, pecador, a aquel convite inefable donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo eres para tus Santos luz verdadera, satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta. Por Cristo nues¬ tro Señor. Amén. Te Deum. Himno de acción de gracias.—A ti, oh Dios, alabamos; a ti, Señor, confesamos. A ti, eterno Padre, venera toda la tierra. A ti los ángeles todos, a ti los cielos y todas las Potestades; A ti los Querubines y Serafines, en incesante canto proclaman: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de la majestad de tu gloria. A ti el glorioso coro de los Ángeles, A ti de los profetas la multitud venerable, A ti de los mártires el espléndido ejército te alaba. A ti, por todo el orbe de la tierra, te confiesa la Santa Iglesia: Padre de inmensa majestad; Y venerable a tu verdadero y único Hijo; . Y santo también el Paráclito Espíritu. Tú eres Rey de la gloria, oh Cristo. Tú del Padre eres el Hijo eterno. 39 Tú deseando salvar al lumbre te dignaste bajar al seno de una virgen. Tú, destruido el dardo de la muerte/abriste a los creyentes el reino de los cielos. Tú estás sentado a la diestra de Dios en la gloria del Padre. » Creemos que vendrás como juez: Y por eso te rogamos que socorras a tus siervos que con tu preciosa sangre redimiste. Haz que seamos numerados con tus Santos en la gloria eterna. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu herencia. Y rígenos y condúcenos hasta la eternidad. Todos los días te bendecimos; Y alabamos tu nombre por los siglos y los siglos de los siglos. Dígnate, Señor, guardarnos en este día sin pecado. Venga tu misericordia, Señor, sobre nosotros confor¬ me a la esperanza que tenemos en ti. En ti, Señor, he esperado; no seré-confundido jamás. IX. VISITAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO Comunión espiritual.—Es ejercicio muy provechoso para crecer en gracia y en amor a Jesucristo. Consiste en desear con. viva fe y caridad recibir el pan celestial. Cuando entras en la iglesia, haz ante todo una Comunión espiritual, con esta o parecida fórmula: Jesús mío, creo que estás en el Santísimo Sacra¬ mento. Te amo sobre todas las cosas y deseo tenerte en mi alma. Ya que ahora no puedo recibirte sacra- mentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. Cómo si ya hubieses venido, te abrazo y me uno todo a Ti; nó permitas que yo me separe de Ti. Para estar un rato con nuestro Señor pueden servirte varias oraciones de este librito, y en especial las siguientes: 40 A JESÚS CRUCIFICADO No me mueve, mi Dios, para quererte El cielo que me tienes prometido, Ni me mueve el infierno tan temido Para dejar por eso de ofenderte. . Tú me mueves, Señor; muéleme el verte Clavado en una cruz y escarnecido; Muéveme el ver tu cuerpo tan herido; Muévenme tus afrentas y -tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera, Que aunque no hubiera cielo, yo te amara, Y aunque no hubiera infierno, te temiera; No me tienes que dar porque te quiera;, Porque aunque lo que espero no esperara, Lo mismo que te quiero te quisiera. ORACIÓN DE CLEMENTE- XI PARA PEDIR A DIOS TODAS LAS GRACIAS Creo, Señor: fortaleced mi fe; espero, Señor: ase¬ gurad mi esperanza; os amo, Señor: inflamad mi amor; pésame, Señor: aumentad mi arrepentimiento. Os adoro como a primer principio, os deseo como a último fin, os alabo como a bienhechor perpetuo, os invoco como a defensor propicio. Dirigidme con vuestra sabiduría, contenedme con vuestra clemencia, protegedme con vuestro poder. Os ofrezco, Dios mío, mis pensamientos para pen¬ sar en Vos, mis palabras para hablar de Vos, mis obras para obrar según Vos, mis trabajos para pade¬ cerlos por Vos. Quiero lo que Vos queréis, lo quiero porque lo queréis, lo quiero como lo queréis, lo quiero en cuan¬ to lo queréis. Os ruego, Señor, que alumbréis mi entendimiento, abraséis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santi- ■ fiquéis mi alma. 41 No me inficione la soberbia, no me altere la adula¬ ción, no me engañe el mundo, no me prenda en sus redes el demonio. Concededme la gracia de depurar la memoria, re¬ frenar la lengua, recoger la vista, mortificar los sen¬ tidos. Llore las iniquidades pasadas, rechace las tenta¬ ciones futuras, corrija las inclinaciones viciosas, cul¬ tive las virtudes que me son necesarias. Concededme, Dios mío, amor a Vos, odio a mí, celo del prójimo, desprefcio del mundo. Haced que procure obedecer a los superiores, aten¬ der a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos. Venza el deleite con la mortificación, la avaricia con la largueza, la irá con la mansedumbre, la tibie¬ za con el fervor. Hacedme prudente en las determinaciones, constan¬ te en los peligros, paciente eti las adversidades, hu¬ milde en las prosperidades. Haced, Señor, que sea en la oración fervoroso, en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis deberes diligente, en los propósitos constante. Concededme que trabaje para alcanzar la santidad interior, la modestia exterior, una conducta edifican¬ te, un proceder arreglado. Que me aplique con diligencia a domar la natu¬ raleza, a corresponder a la gracia, a guardar vuestra ley y merecer mi salvación. Que consiga la santidad con la confesión sincera de mis pecados, con la participación devota del cuer¬ po de Cristo, con el continuo recogimiento del espí¬ ritu, con la pura intención del corazón. Dadme a conocer, Dios mío, cuán frágil es lo te¬ rreno, cuán grande lo celestial y divino, cuán breve lo temporal, cuán duradero lo eterno. Dadme que me prepare para la muerte, que tema 42 el juicio, que evite el infierno y que obtenga la glo¬ ria del paraíso. Por nuestro Sexior Jesucristo. Así sea. Al Corazón de Jesús por todos.—Oh CorazónSan¬ tísimo de Jesús: derramad copiosamente vuestras bendiciones sobre la Iglesia, sobre el Soberano Pon¬ tífice y sobre el clero; dad a los justos la perseveran¬ cia, convertid a los pecadores, iluminad a los infie¬ les, bendecid a nuestros padres, amigos y bienhe¬ chores; asistid a los moribundos, librad a las almas del purgatorio y extended sobre todos los corazones el dulce imperio de vuestro amor. Por el Papa.—Oh Dios, pastor y guía de todos los fieles: mira con ojos de misericordia a tu siervo N, a quien has colocado al frente de tu Iglesia como su pastor; te suplicamos le concedas ser útil por sus palabras y por su ejemplo a cuantos están en él suje¬ tos, para que juntamente con su rebaño llegue a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Por la Iglesia.—Señor, te rogamos aceptes las sú¬ plicas de tu Iglesia y te aplaques por medio de ellas, para que, vencidas todas las adversidades y. todos los errores, pueda servirte sin temor y con entera libertad. Por nuestro Señor Jesucristo. Por la Patria.—Te rogamos, omnipotente Dios y Señor de todos los pueblos, que gobiernes con tu providencia nuestra Patria, para que todos sus ciu¬ dadanos unidos a tu doctrina y en tu amor prospe¬ remos en paz en todo bien espiritual y temporal, de manera que, por la sociedad temporal, lleguemos a la sociedad celeste, donde Tú vives y reinas con tu Hijo Jesucristo, Rey del mundo, y el Espíritu Santo. Amén. Por la familia.—Señor, te rogamos por la interce¬ sión de la Santísima Virgen María, que defiendas esta familia de toda adversidad; y pues humildemente se 43 / postra ante tus plantas, protégela propicio y clemen¬ te contra todos los fraudes de sus enemigos. Por nues¬ tro Señor Jesucristo. Para pedir la paz.—Oh Dios, que das la paz y que amas la caridad: da a tus siervos unión verdadera y conformidad completa con tu santa voluntad, para que nos libremos de todas las tentaciones que nos asaltan. Por nuestro Señor Jesucristo. Para pedir la castidad.—Abrasa en el fuego del Espíritu Santo nuestro corazón y nuestras entrañas, para que te sirvamos con castidad en el cuerpo y con pureza en el corazón. Por nuestro Señor Jesucristo. Contra los malos pensamientos.—Dios todopode¬ roso y misericordiosísimo: oye favorablemente' nues¬ tras voces, y libra nuestra alma de los malos pensa¬ mientos que la, agitan, para que consigamos sea digna morada del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesu¬ cristo. Por los hijos niños.—Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que engendrado antes de todos los siglos, quisiste, sin embargo, ser niño en el tiempo; Señor que amas la inocencia de los niños, que dijiste en vida: «Dejad que los niiños vengan a Mí, porque de ellos es el reino de los cielos»: infunde sobre este niño (o estos niños) la gracia de tu bendición, y atiende a la fe y devoción de la Iglesia y de sus padres, para que crezcan siempre en virtud y sabiduría ante Dios y ante los hombres, para que gusten de Ti, te amen a Ti, te teman a Ti, guarden tus mandamientos, lle¬ guen a edad madura y tengan buen fin, oh Salvador del mundo, que vives y reinas con el Padre y el Es¬ píritu Santo por los siglos de los siglos. Por los enemigos.—Oh Dios de paz, amador y cus¬ todio de caridad: da a nuestros enemigos paz y ver¬ dadera caridad, y concédeles perdón de sus faltas y 44 a nosotros líbranos de sus intrigas por el poder de tu brazo. Por nuestro Señor Jesucristo. Por un enfermo.—Omnipotente y sempiterno Dios, salud eterna de los creyentes: oye los ruegos que te dirigimos por la salud de tu siervo enfermo, para quien imploramos el auxilio de tu misericordia, para que después de recobrar la salud te dé gracias en tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo. Por uno que acaba de fallecer.—Oh Dios, de quien es propio apiadarse y perdonar: te suplicamos humil¬ demente por el alma de tu siervo N (o de tu sierva N), que has sacado hoy de este mundo: manda a tus ángeles que la reciban y la lleven a la patria del cielo; para que, pues ha esperado y creído en Ti, no padezca las penas del infierno, sino que entre en la posesión de los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo. Por los padres difuntos.—Oh Dios, que nos has mandado honrar a nuestro padre y a nuestra madre: compadécete, misericordioso, del alma de mi padre y de mi madre y perdónales sus pecados, y a mí haz que algún día los vea en el gozo de la luz eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Por todos los difunto#.—Dales, Señor, el eterno descanso, y la luz perpetua les ilumine. Descansen en paz. Amén. Aceptación de la muerte.—Señor y Dios mío: desde ahora acepto de vuestra mano con ánimo conforme y gustoso, cualquier género de muerte que queráis ciarme, con todas sus amarguras, penas y dolores. Indulgencia plcnaria para la hora de la muerte, el que la rece en vida después de confesar y comulgar. X. MEDITACIÓN MATUTINA Principio.—Piensa en la presencia dé Dios. Adó¬ rale. Reza la oración preparatoria. 45 Oración preparatoria.—Señor mío y Dios mío: creo firmísimamente que estáis aquí presente. Os amo y adoro con todo el afecto de mi pobre corazón. Os doy gracias por todos vuestros beneficios. Os pido humil¬ demente perdón de todos mis pecados. Dadme la gracia de hacer bien esta meditación, de' manera que todos mis pensamientos y afectos vayan dirigidos a vuestra mayor gloria y provecho de mi alma. A este mismo fin acudp a Vos, Virgen Santísima, Madre mía, y a vosotros, Ángeles y Santos de la Corte Celestial. Alcanzadme de Dios esta gracia. Padrenuestro, Avemaria y Gloria. 1.° Ejercicio de la memoria.—¿Qué voy a me¬ ditar?—Lee un párrafo, recuerda un punto, una mᬠxima o una verdad. Y date cuenta de ella. 2.° Ejercicio del entendimiento.—Si esto es verdad, ¿qué debo hacer?—Piensa en lo que has de hacer para ajustar tu conducta a. lo que has leído o recordado. Piensa si lo has hecho hasta ahora. Y cómo el hacerlo es decoroso, útil, agradable, fácil, necesario... 3.° Ejercicio de la voluntad.—Propongo hacer esto que he visto que debo hacer.—Forma aquí tus pro¬ pósitos y anímate a cumplirlos. Piensa también en los obstáculos que hallarás y en los medios que te servirán. 4.° Ejercicio de la súplica.—Pero como soy débil para cumplir los buenos propósitos, voy a pedir, gracia a Dios.—Y con oraciones y afectos, pide gra¬ cia para obrar conforme a lo que has prometido. Encomiéndate a nuestro Señor Jesucristo y reza al fin el Alma de Cristo; y a la Virgen, y reza el Ave¬ maria o la Salve; y a San José o a otros Santos de tu devoción. Fin.—Reza para terminar, la preciosa oración del Padrenuestro. 46 XI. CONSÁGRATE AL CORAZÓN DE JESÚS Quien considere el gran amor que el Corazón de Jesús nuestro Señor nos tiene y las grandes ofensas con que los hombres afligimos a ese Corazón,querrá ser muy devoto de él, consagrarse a él. ■ Los actos esenciales de esta devoción son: Amor y Reparación. Amor por lo mucho que nos amó, y Reparación o desagravio por lo que es agraviado.Los actos accidentales o prácticas de esta devoción son todo lo que a unole inspira el amor del Corazón de Jesús y el deseo de reparar sus ofensas. Entre estas prácticas hay varias que desea el Corazón de Jesús: Venerar sus imágenes, celebrar su fiesta, comulgar los primeros viernes, venerarmucho al Santísimo Sacramento, consagrarle la familia, renovarle esta consagración los primeros viernes de mes. Consagración personal al Corazón de Jesús.—Señor y Rey mío Jesucristo, que con tanto amor me has creado, me conservas, has muerto por mí en la Cruz, y has quedado conmigo para siempre en la Sagrada Eucaristía: también yo te amo con toda mi alma, y quiero darte cuanto tengo y cuanto soy. Por eso me consagro a tu Corazón Sacratísimo por medio de la Virgen María, mi querida Madre, ofre¬ ciéndote mi cuerpo, mi alma, mis sentidos y potencias, para reparar los pecados que se cometen contra Ti y por todas las intenciones por las que Tú te sacrificas en el Santísimo Sacrificio del Altar. Consagración de la familia al Corazón de Jesús. (La lee el cabeza de familia, estando todos arrodillados.) ¡Oh Sacratísimo
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