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Oraciones antiguas Iglesia Católica

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ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios 
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén. 
 
LAS SEIS INTENCIONES OBJETIVAS DEL SANTO PAPA 
POR LAS QUE TODO CATÓLICO DEBE ORAR 
 
1. La exaltación de la Iglesia, 
2. La propagación de la Fe, 
3. La extirpación de la herejía, 
4. La conversión de los pecadores, 
5. La concordia entre los príncipes cristianos, 
6. El mayor bienestar del pueblo cristiano. 
 
ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 
 
“¡Oh, dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago de los 
ingratos más que olvido, negligencia y menosprecio!, vednos postrados ante vuestro altar, 
para reparar, con especiales homenajes de honor, la indigna frialdad de los hombres y las 
injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo corazón. 
 
Más, recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la 
cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos ante todo obtener para nuestras almas 
vuestra divina Misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros 
pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y 
obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía o, conculcando las 
promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley. 
 
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la 
deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables acechanzas tendidas contra las 
almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas 
contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden 
Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo 
Sacramento del Amor, y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen 
resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por Vos fundada. 
 
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Más, 
entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la 
Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción 
que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se 
renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón, que en cuanto nos sea posible 
y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la 
indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de 
la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras 
nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos 
para que vayan en vuestro seguimiento. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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¡Oh, benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os 
suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación, concedednos que seamos fieles 
a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la 
perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del 
Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.” 
(prescrito para la fiesta del Sagrado Corazón) (Cinco años de indulgencia. Plenaria al mes) 
 
ORACIÓN DE DESAGRAVIO 
 
Señor Nuestro Jesucristo, que has querido permanecer en el Sacramento de la Eucaristía 
hasta la consumación de los siglos para dar a Tu Padre una gloria infinita y a nosotros el 
alimento de la inmortalidad; que te has expuesto a todos los ultrajes de los impíos antes de 
abandonar a tu Iglesia; concédenos la gracia de llorar con verdadero dolor los ultrajes y 
descuidos que cometen los hombres contra el mayor de los Sacramentos; danos celo eficaz 
para reparar los oprobios que has sufrido en este misterio inefable. Tú que vives y reinas 
con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Así sea. 
 
ACTOS A REALIZAR DURANTE LA VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO 
 
Petición previa: Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra: Medianera de 
todas las gracias, a Ti debo la gracia de estar yo aquí, en presencia de tu Divino Hijo. 
Pongo a tus pies mi pobre oración, para que Jesús la reciba como venida de tus propias 
manos, y así, mis ruegos sean agradables a sus divinos ojos. 
¡San José, primer adorador de Dios humanado, intercede por mí!. Amén. 
 
ACTOS DE ADORACIÓN. Respuesta: ¡Te adoro, Jesús mío! 
 
Vengo Jesús mío a visitarte. 
Te adoro en el Sacramento de tu amor. 
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo entero. 
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres ofendido. 
Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este 
Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos. 
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San José y de las almas 
más enamoradas de la Eucaristía. 
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por 
los siglos de los siglos. Amén. 
Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre, todos los Sagrarios del mundo. Di a Jesús 
muchas cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí. 
 
ACTOS DE FE. Respuesta: ¡Jesús mío, yo creo en Ti! 
 
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has venido a salvarnos. 
Creo que estás presente, en el augusto Sacramento del Altar. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Creo que estás, por amor a mí, en el Sagrario noche y día. 
Creo que has de permanecer con nosotros, hasta que se acabe el mundo. 
Creo que bendices a los que te visitan y que atiendes los ruegos de tus adoradores. 
Creo que eres el Viático de los moribundos que te aman, para llevarlos al Cielo. 
Creo en Ti, y creo por los que no creen. 
 (Comunión espiritual) 
 
“Creo Señor mío que éstas realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te 
amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero, no 
pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y 
como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti; OH Señor, no permitas que me 
separe de Ti. Amén” 
 
ACTOS DE ESPERANZA. Respuesta: ¡En Ti confío, Señor! 
 
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios, que me has creado para el Cielo. 
Espero en Ti, porque todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo malo es mío. 
Espero en Ti, porque eres mi Redentor. 
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación divina 
Espero en Ti, porque eres mi Abogado e intercedes por mí ante Dios Padre. 
Espero en Ti, porque eres mi intercesor constante en la Eucaristía. 
Espero en Ti, porque me has ganado el Cielo con Tu Pasión y Muerte. 
Espero en Ti, porque reparas mis deudas. 
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas. 
Espero en Ti, porque eres tan bueno, que me mandas que confíe en Ti. 
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has defraudado mi 
esperanza. 
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. 
 
ACTOS DE CARIDAD. Respuesta: ¡Jesús mío, yo te amo! 
 
Te amo, Jesús mío, y te amo con todo mi corazón y como a nadie. 
Porque Tú me amas infinitamente. 
Porque Tú me has amado desde la eternidad. 
Porque Tú has muerto para salvarme. 
Porque Tú me amas tanto que no podrías amarme más. 
Porque me haces participante de tu divinidad y quieres que lo sea también de tu gloria. 
Porque te entregas del todo a mí en la Comunión. 
Porque me das en manjar Tu Cuerpo y en bebida Tu Sangre. 
Porque estás siempre por amor a mí en la Sagrada Eucaristía. 
Porque me recibes siempre y nunca me rechazas. 
Porque eres mi mejor Amigo. 
Porque me colmas de tus dones. 
Porque me tratas siempre con misericordia a pesar de mis pecados e ingratitudes. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Porque me has enseñadoque Dios es mi Padre y que me ama mucho. 
Porque me has dado por Madre a tu propia Madre. 
Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más. 
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor. 
Te amo por los que no te aman; 
Te amo por los que nunca piensan en Ti; 
Te amo por los que no te visitan; 
Te amo por los que te ofenden e injurian. 
¡Qué pena por todo esto! 
Te amo y te digo con aquél tu siervo: “!OH, Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor 
eterno, inmenso e infinito que tienes a tu Padre Celestial! ¡OH, Padre adorable! Te ofrezco 
todo el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús” (San Juan Eudes) 
 
ACTOS DE GRATITUD. Respuesta: ¡Gracias Señor por todos tus beneficios! 
 
¡OH Jesús, te doy gracias por los beneficios que me has concedido!. 
Yo no sabré nunca apreciarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré eternamente. 
Padre Celestial, te los agradezco por Tu Santísimo Hijo Jesús. 
Espíritu Santo, que me inspiras estos sentimientos, a Ti sean dados, todo honor y toda 
gloria. 
Jesús mío, te doy gracias, sobre todo, por haberme redimido. 
Por haberme hecho cristiano, mediante el Santo Bautismo, cuyas promesas hoy renuevo. 
Por haberme dado por Madre a Tu propia Madre. 
Por haberme dado un gran amor a tan tierna Madre. 
Por haberme dado por protector a San José, tu padre adoptivo. 
Por haberme dado, el Ángel de mi Guarda. 
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia. 
Por tener estos deseos de amarte, de vivir y morir en Tu Gracia. 
 
ACTOS DE CONTRICIÓN. Respuesta: ¡Jesús mío, misericordia! 
 
Jesús mío; te pido perdón por todos los muchos pecados que he cometido durante mi vida. 
Por los de mi niñez y adolescencia. 
Por los de mi juventud. 
Por los de mi edad adulta. 
Por los que recuerdo y no recuerdo. 
Por lo mucho que te he ofendido con ellos. 
Por lo mal que me he portado contigo. 
Siento mucho haber pecado. 
¡Perdóname, perdóname, perdóname, Señor Jesús! 
Perdóname, según tu gran Misericordia. 
Perdóname, por lo ingrato que he sido para Ti. 
Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados. 
Perdóname y limpia mi alma de tanta miseria e infidelidad. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador. 
Perdóname, porque estoy muy arrepentido. 
Perdóname, porque quiero ser bueno en adelante con tu divina Gracia. 
Perdóname y aparta tu Rostro de mis ingratitudes. 
Perdóname, porque me causan mucho miedo mis pecados. 
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo. 
Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho. 
Jesús, sé mi Salvador. 
María, Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús. 
¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación! 
 
ACTOS DE SÚPLICA. Respuesta: ¡Te ruego, Jesús mío! 
 
Te ruego, Jesús mío: 
Que no me dejes, porque me perderé. 
Que persevere siempre en Tu Amor. 
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar y en la hora de mi 
muerte. 
Que jamás permitas que me aparte de Ti. 
Que sepa padecer con resignación por Ti. 
Que no me preocupe sino de amarte. 
Que ame también a mi prójimo. 
Que ame mucho a los pecadores. 
Que ame mucho a los necesitados y a los enfermos. 
Te ruego, Jesús mío, que ampares: 
A Tu Santa Iglesia. 
Al Romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra. 
A los Obispos y Sacerdotes. 
A los Religiosos y Religiosas. 
A los que mandan en Tu Nombre. 
A nuestra querida Nación. 
A mis amados familiares y allegados. 
Que premies a mis bienhechores. 
Que favorezcas a los que ruegan por mí. 
Que bendigas a los que me traten con indiferencia o no me quieran. 
Que trabaje mucho por Ti hasta mi muerte. 
Que me concedas una muerte santa. 
Que diga al morir: ¡Jesús, María, salvad el alma mía! 
Que me lleves al Cielo cuando muera. Amén. 
 
ORACIÓN DE S.S. BENEDICTO XIII PARA OBTENER DE DIOS LA GRACIA 
DE NO MORIR DE MUERTE REPENTINA 
 
Misericordioso Jesús, por vuestra agonía y sudor de sangre y por vuestra muerte, libradme, 
os lo ruego, de la muerte imprevista. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Benignísimo Jesús, por vuestra flagelación y coronación de espinas, por vuestra cruz y 
pasión amarguísimas y por vuestra bondad, humildemente os ruego, no permitáis que yo 
muera repentinamente y sin los santos Sacramentos. 
Amadísimo Jesús, mi Dios y Señor, por todos vuestros trabajos y dolores, por vuestra 
preciosa Sangre y por vuestras llagas sacrosantas: por aquellas últimas palabras que 
dijisteis en la Cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” y por las otras: 
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, os ruego me libréis de la muerte repentina. 
Vuestras manos, Oh Redentor mío, me han hecho y formado enteramente. Dadme, os 
suplico, arrepentimiento de mis pecados; concededme un tránsito feliz y en vuestra gracia, 
para que pueda amaros de todo corazón, alabaros y bendeciros eternamente. Amén 
 
ORACIÓN PARA SER PRESERVADO DE LA MUERTE SÚBITA 
 
Virgen Santísima, obtén para mí, por tu Perpetuo Socorro, conservar mi presencia de 
espíritu hasta mis últimos momentos para sufrir con mérito en unión de los dolores de 
Jesucristo, si tal es su voluntad. Obtén para mí la gracia de prepararme ahora mismo para 
una buena muerte, pues no sé ni el día ni la hora en que Dios decidirá llamarme de nuevo 
a Él. Soy un pecador, y no soy digno de comparecer ante tu Hijo en este estado; por eso te 
pido que me protejas de una muerte súbita que me arroje sin preparación a los pies del 
Juez Soberano. Dame tiempo para prepararme para fortalecer mi alma con los 
Sacramentos de la Santa Iglesia Católica, y para expiar todos mis pecados. Que en mis 
últimos momentos tenga cerca un Sacerdote que me de los últimos Sacramentos. 
 
Ayúdame a crecer cada día en el amor de Nuestro Señor Jesucristo, e intercede por mí para 
que, después de todo un sacrificio de mi vida, pueda morir pronunciando confiadamente los 
santos nombres de “Jesús, María y José”. Y cuando ya no sea de este mundo, Oh Madre, 
dígnate inspirar a muchas almas el caritativo pensamiento de rezar por mí, para que pronto 
vaya al cielo a cantar tus misericordias y a contemplar a Jesús, y a rezar en la eternidad de 
su gloria hasta el fin de los tiempos. Oh, Virgen Santísima, mi Madre Celestial, alcánzame 
por fin la gracia de hacerte esta oración todos los días de mi vida. Acuérdate también, 
Señor, de los fieles que han fallecido; y en consideración a los méritos de tu Hijo, dales un 
lugar de refrigerio, luz y paz. Que así sea. De la muerte repentina e inesperada, líbranos, 
Señor. Amén. 
COMUNIÓN ESPIRITUAL O DE DESEO 
 
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os 
amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo 
recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya os 
hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitáis, Señor, que jamás me 
separe de Vos. Amén 
ALMA DE CRISTO 
 
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. 
Agua del costado de Cristo, purifícame. Pasión de Cristo confórtame. ¡Oh buen Jesús, 
óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno 
enemigo, defiéndeme. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe, 
por los siglos de los siglos. Amén 
 
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO 
 
Miradme, ¡Oh, mi amado y buen Jesús! postrado en vuestra santísima presencia, os ruego 
con el mayor fervor, imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y 
caridad; verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme, mientras 
que yo, con todo el amor y con toda la compasión de mi alma voy considerando vuestras 
cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, Oh buen Jesús, el Santo Profeta 
David: ¡Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos”. Indulgencia 
plenaria rezando estaoración de rodillas, después de comulgar, delante de una imagen de Cristo Crucificado y rezando algunas preces 
por las intenciones objetivas y católicas del Romano Pontífice. 
 
ACTO DE CONSAGRACIÓN 
 
OH, Jesús, mi redentor y mi Dios! A pesar del gran amor que tenéis a los hombres, por 
cuya redención habéis derramado toda vuestra sangre preciosa, ¡cuán poco responden 
ellos a este amor; y aún cuánto os ofenden y ultrajan, principalmente con blasfemias y con 
la profanación de los días de fiesta! 
 
¡AH! Si yo pudiera dar a vuestro divino Corazón una satisfacción cualquiera, si yo pudiera 
reparar tanta ingratitud y falta de reconocimiento que Vos tenéis que sufrir de la mayor 
parte de los hombres! Yo quisiera poder mostraros cuánto deseo reamar y honrar este 
adorable y amorosísimo Corazón, en presencia de todos los hombres, y aumentar así 
siempre más vuestra gloria. Yo quisiera poder obtener la conversión de los pecadores, 
sacudir la indiferencia de tantos otros que, aunque tengan la dicha de pertenecer a vuestra 
Iglesia, no se empeñan por los intereses de vuestra gloria y la de la misma Iglesia, vuestra 
esposa. Quisiera poder obtener además que también aquellos católicos, que no dejan de 
mostrarse tales por sus muchas obras exteriores de caridad, pero que demasiado adheridos 
a sus opiniones, rehúsan someterse a las decisiones de la Santa Sede o abrigan 
sentimientos que están en desacuerdo con su Magisterio, abran los ojos, persuadiéndose 
que aquél que no escucha en todo a la Iglesia no escucha a Dios que está en ella. 
 
Para obtener, pues, estos santísimos fines y además impetrar el triunfo y la paz estable de 
vuestra esposa inmaculada, el bienestar y prosperidad de vuestro Vicario sobre la tierra, el 
Papa Francisco, para obtener que vea cumplidas sus santas intenciones, y también para 
que todo el Clero se santifique más y más, y se haga acepto a Vos, y para otros fines que 
Vos sabéis, ¡OH, Jesús mío! estar conformes con vuestra divina Voluntad, y que 
contribuyen de cualquier modo a la conversión de los pecadores y a la santificación de los 
justos, a fin de que obtengamos todos un día la salvación eterna de nuestras almas, y 
finalmente, porque, ¡OH, Jesús mío! sé que hago una cosa agradable a vuestro dulcísimo 
Corazón; prosternado a vuestros pies, en presencia de María Santísima y de toda la Corte 
celestial, reconozco solemnemente que por todos los títulos de justicia y de gratitud, 
pertenezco total y únicamente a Vos, Jesucristo, mi Redentor, única fuente de todo bien en 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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el alma, y en el cuerpo, y uniéndome a las intenciones del Soberano Pontífice, yo mismo 
me consagro con todo lo que me pertenece, a este sacratísimo Corazón, a quien quiero 
únicamente amar y servir con toda mi alma, con todo mi corazón; con todas mis fuerzas, 
haciendo mía vuestra voluntad y uniendo todos mis deseos a los vuestros. Como pública 
señal, en fin, de esta mi consagración, declaro solemnemente a Vos mismo, ¡OH, Dios mío! 
que quiero en lo porvenir, en honor del mismo Sagrado Corazón, observar según las reglas 
de la Santa Iglesia, las fiestas de precepto y procurar su observancia en las personas sobre 
quienes tenga autoridad e influencia. Al reunir en vuestro hermoso 
 
Corazón todos estos santos deseos y estas resoluciones, que vuestra gracia me inspira, 
abrigo la confianza de poder darle una compensación a tantas injurias que recibe de los 
ingratos hijos de los hombres y hallar para mi alma y la de todos mis prójimos, mi felicidad 
y la suya en esta vida en el cumplimiento de estos deseos para el descanso eterno en la 
otra. Así sea. 
ORACIÓN FINAL 
 
Jesús mío, dame Tu Bendición antes de retirarme, y que el recuerdo de esta visita, que 
acabo de hacerte, permanezca en mi memoria y me anime a amarte más y más. Haz que 
cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore 
constantemente y lo hagas más agradable a Tus divinos Ojos. Hasta pronto, Jesús mío. 
Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, que por tu intercesión he alcanzado la 
gracia de realizar esta adoración, concédeme que pueda repetirla, todos los días de mi 
vida. San José, Patrono de la Iglesia universal, rogad por nosotros y por el mundo entero. 
¡Jesús, María y José, os amo: Salvad las almas! 
¡Jesús, María y José, os amo: Salvad las almas! 
¡Jesús, María y José, os amo: Salvad las almas! 
 
ACTOS DE REPARACIÓN, DESAGRAVIO Y PERDÓN 
EN HONOR A JESÚS SACRAMENTADO 
 
Señor Jesús: Tú compartiste nuestra vida humana, alegrías y penas, y, sin acusarnos, por 
amor, cargaste con la responsabilidad de nuestras culpas para redimirnos. Ayúdanos a 
seguir tu ejemplo desde nuestra situación de pecadores redimidos. Ante Ti, Señor, nos 
sentimos sinceramente responsables de un mundo al que pertenecemos, que estamos 
contribuyendo a forjar, y con el que estamos comprometidos especialmente por tu 
amor. Avergonzados de nuestras obras, fruto del olvido o rechazo culpable de tus 
enseñanzas, te pedimos perdón y ayuda. 
Perdón, Señor, perdón 
– Por los sacrilegios, robos y blasfemias contra la Sagrada Eucaristía, 
– Por tantos lugares del mundo donde los sacerdotes y fieles no pueden celebrar 
libremente la Santa Misa o se ven obligados a hacerlo en secreto por persecución. 
 – Por las faltas de respeto e impiedad en las iglesias y ante el Sagrario 
 – Por la dejadez y abandono al dejar de asistir a la Santa Misa dominical 
– Por la omisión en tantos bautizados al rechazar la confesión y comunión por Pascua 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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– Por las faltas de inconsciencia en familiares de personas moribundas al dejar que 
fallezcan sin la asistencia de los sacramentos 
– Por la despreocupación respecto de la primera y frecuente Comunión de los niños 
– Por las comuniones tibias y frías 
– Por las comuniones sacrílegas 
– Por los sacerdotes que celebran la Santa Misa en condiciones personales inadecuadas, o 
por enseñar una vida litúrgica y eucarística contraria a la que manda la Iglesia 
– Por la conciliación de la Misa y la recepción de la Sagrada Comunión con vidas 
incoherentes y vacías de fervor, 
– Por la persecución sistemática, violenta o solapada, de los sacerdotes, fieles y personas 
cristianas que confiesan su Fe en Cristo. 
 
Oración: Señor nuestro, Jesucristo, que has querido permanecer en el Sacramento hasta 
la consumación de los siglos para dar a tu Padre una gloria infinita y a nosotros el aliento 
de la inmortalidad; que te has expuesto a todos los ultrajes de los impíos antes de 
abandonar a tu Iglesia; concédenos la gracia de llorar con verdadero dolor los ultrajes y 
descuidos que cometen los hombres contra el mayor de los sacramentos, danos celo eficaz 
para reparar los oprobios que has sufrido en este misterio inefable. Tú que vives y reinas 
con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. 
 
ALABANZAS DE DESAGRAVIO 
 
Bendito sea Dios. 
Bendito sea su santo Nombre. 
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. 
Bendito sea el nombre de Jesús. 
Bendito sea su Sacratísimo Corazón. 
Bendita sea su Preciosísima Sangre. 
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. 
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. 
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. 
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. 
Bendita sea su gloriosa Asunción. 
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre. 
Bendito sea San José, su castísimo Esposo. 
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. 
Amen. 
ORACIONES DE DESAGRAVIO 
 
Por tanto que se ofende a Dios, hagamos reparación y desagravio. Pidamos perdón y 
misericordia. 
Acto de desagravio (Después de cada invocación se responde: "te rogamos, escúchanos") 
Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos. 
Señor perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas. 
Señor perdona todas las profanaciones al santísimo sacramento del altar. 
 
 
ORACIONES ANTIGUASPágina 10 
 
 
Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia. 
Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los sagrarios. 
Señor perdona todos los que han abandonado la iglesia. 
Señor perdona todo desprecio de los objetos sagrados. 
Señor perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos 
Señor perdona todos los pecados del ateísmo 
Señor perdona todos los insultos a tu santo nombre. 
Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de redentor 
Señor perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre 
Señor perdona todo desprecio de los obispos y sacerdotes. 
Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia. 
Señor perdona todo desprecio a la vida humana. 
 
ACTO DE DESAGRAVIO COMPUESTO POR S.S. PÍO XI 
 
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los 
ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, 
para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las 
injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón. Más recordando que 
también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos 
ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina 
misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios 
pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y 
obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando 
las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley. 
 
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la 
deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las 
almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas 
contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden 
Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo 
Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia 
a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada. 
 
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, 
entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la 
Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción 
que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se 
renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible 
y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la 
indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de 
la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras 
nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos 
para que vayan en vuestro seguimiento. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os 
suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles 
a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la 
perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del 
Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. 
 
*ACTO DE REPARACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA 
(Para todos los días)* 
 
¡Oh, Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los 
pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras excelsas prerrogativas!, aquí 
tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus 
propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo 
de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, 
con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, 
todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que 
se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres 
corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia. 
Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo 
reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir 
por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. 
Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo 
amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén. 
 
*Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del Inmaculado Corazón 
de María, menospreciado por los hombres.* 
 
ORACIÓN AL ÁNGEL CUSTODIO 
(compuesta por Santa Luisa de Marillac) 
 
Ángel mío amado, te suplico que vayas donde descansa mi Jesús. Di al Divino Salvador que 
lo adoro, que lo amo con todo mi corazón. Invita al adorable Prisionero de Amor a que 
venga a mi corazón y establezca en él su morada. Este corazón es demasiado pequeño 
para alojar a un Rey tan grande, pero quiero agrandarlo por el amor y por la fe. 
 
ORACIÓN DE PROTECCIÓN 
 
“Señor Dios Todopoderoso, lavados con la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, auxiliados 
por la Santísima Trinidad; confiados en el poder de intercesión y protección de Nuestra 
amada Madre la Inmaculada Virgen María y de San José, Patriarca de la Iglesia Universal, 
llamado también, el terror de los demonios; protegidos y guiados por los gloriosos 
Arcángeles San Miguel, San Gabriel, San Rafael y demás miembros del Coro Celestial, por 
los Profetas, por los Patriarcas, por los Beatos Mártires, por los Apóstoles, por los Santos 
Pontífices, por los Santos Sacerdotes, por los Confesores, por los Levitas, por los santos 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Religiosos, por los Anacoretas, por las Vírgenes, por las Viudas, por todos los Santos, por 
los Mártires y demás miembros de la Comunión de Santos, suplico la gracia de salir exitoso 
al eludir las trampas, arterías, ardides, acechanzas con que cercan los enemigos humanos y 
espirituales, a mi familia y a mí. Asimismo, rogamos que en la batalla no logren meternos 
en las cárceles, ni seamos ahogados en los océanos, mares, lagos ni ríos, ni seamos 
abrasados por el fuego, ni dañados por rayos, erupciones volcánicas, terremotos ni otros 
cataclismos de la naturaleza, ni puedan deponer contra nosotros ningún testigo falso, ni 
puedan hacernos daño en forma alguna. Suplicamos ser librados de la muerte repentina y 
que, en nuestra agonía, llegue hasta nosotros un sacerdote con los sacramentos de 
salvación. Señor Jesucristo, acordaos siempre de nosotros que somos pecadores. Virgen 
Santísima, rogad por mi familia y por mí: siempre seréis alabada y bendita. Rogad por estos 
pecadores a vuestro amado Hijo. Preciosa hermosura de los Ángeles, de los Profetas, de los 
Patriarcas, corona de los Mártires, de los Apóstoles y de los Confesores, Gloria de los 
Serafines, Corona de las Vírgenes, libradnos de aquella espantosa figura cuando nuestra 
alma saliera de nuestro cuerpo. OH, Santísima fuente de piedad y hermosura de Jesucristo, 
alegría de la Gloria, consolación del Clero, remedio de los sin trabajo: Con Vos, Virgen 
Prudentísima, se alegran los Ángeles. 
 
Encomendad las almas de mis familiares, la mía y la de todos los fieles cristianos, rogad por 
nosotros a vuestro bendito Hijo, y conducidnos al Paraíso Eterno, en donde vivís y reináis 
para siempre; allí os alabaremos eternamente. Amén, Jesús”. Se concluye con la siguiente 
oración: “Soberana Virgen María, Madre de Jesús, Hijo de Dios Vivo, pues le habéis parido, 
rogad por todos los pecadores, para que nos perdone, librándonosdel enemigo que nos 
combate y concedednos la Gloria Eterna. Amén, Jesús”. 
 
Esta oración la trajo de Roma Don Juan Cardozo, y se halló en un hombre que se había 
arrojado al mar, con una piedra grande atada al cuello: éste anduvo por espacio de (3) tres 
días sobre las aguas, sin ahogarse, y luego se le sacó de las olas. Le encontraron dicha 
oración entre sus ropas (por gracia divina no pudo concretar su intención de suicidarse, 
dado que es pecado mortal). El que la traiga sea con mucha fe, porque Dios no sabe 
faltar. Asimismo, cualquier mujer que se halle en trabajo de parto, llevando esta oración, 
parirá felizmente, sin peligro. 
El fiel la rezará todos los días. 
 
ORACION PIDIENDO LA PROTECCION DEL SEÑOR 
San Agustín 
 
Amabilísimo Señor Jesucristo, verdadero Dios, que del seno del Padre Omnipotente fuiste 
enviado al mundo para absolver los pecados, redimir a los afligidos, soltar a los 
encarcelados, congregar a los vagabundos, conducir a su patria a los peregrinos, 
compadécete de los verdaderamente arrepentidos, consuela a los oprimidos y atribulados; 
dígnate absolver y liberarme a mí, tu criatura, de la aflicción y tribulación en que me veo, 
porque Tú recibiste de Dios Padre Todopoderoso, el género humano, para que lo 
comprases y, hecho hombre, prodigiosamente nos compraste el paraíso con Tu preciosa 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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sangre, estableciendo una paz completa entre los ángeles y los hombres. Así, pues, 
dígnate, Señor, introducir y confirmar una perfecta concordia entre mis enemigos y yo y 
hacer que sobre mí:…(nombre) resplandezca tu paz, gracia y misericordia, mitigando y 
extinguiendo todo odio y furor que contra mí tuvieron mis adversarios, como lo hiciste con 
Esaú, quitándole toda la aversión que tenía contra su hermano Jacob. Extiende Señor 
Jesucristo, sobre mí, tu criatura, tu brazo y tu gracia y dígnate liberarme de todos los que 
me odian, como liberaste a Abraham de las manos de los caldeos; a su hijo Isaac de la 
consumación del sacrificio; a José, de la tiranía de sus hermanos; a Noé, del diluvio 
universal; a Lot, del incendio de Sodoma; a Moisés y Abraham, tus siervos y al pueblo 
de Israel, del poder del Faraón, y de la esclavitud de Egipto; a David, de las manos de 
Saúl y del gigante Goliat; a Susana, del crimen y del testimonio falso; a Judith, del 
soberbio e impuro Holofernes; a Daniel de la cueva de los leones; a los tres jóvenes: 
Sidrac, Midrac y Abdénago, de la caldera de fuego ardiente; a Jonás, del vientre de la 
ballena; a la hija de la mujer cananea, de la opresión del demonio; a Adán, de la pena 
del infierno; a Pedro, de las olas del mar; y a Pablo, de las celdas de la cárcel. 
 
Oh, amabilísimo Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, atiéndeme también a mí...(nombre), 
criatura tuya, y ven con prontitud en mi ayuda, por tu encarnación, por tu nacimiento, por 
el hambre, por la sed, por el frío, por el calor, por los trabajos y por las aflicciones; por los 
salivazos y bofetadas; por los azotes y corona de espinas; por los clavos, hiel y vinagre; por 
la muerte cruel que por mí padeciste; por la lanza que traspasó tu pecho; y por las siete 
palabras que dijiste en la cruz, en primer lugar a Dios Padre Omnipotente: “Padre, 
perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después al buen ladrón que estaba contigo 
crucificado: “Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso”. Después al mismo Padre: 
“Eloí, Eloi, ¿lamá Sabactaní?”, que viene a decir “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has 
abandonado?. Después a Tu madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después al discípulo: “Ahí 
tienes a tu Madre”, mostrando así que cuidabas de tus amigos. Después dijiste: “Tengo 
sed”, porque deseabas nuestra salvación y las de las almas santas que estaban en el limbo. 
Dijiste después a tu Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Y por último 
exclamaste, diciendo: “Todo está cumplido”, porque estaban concluidos todos los trabajos y 
dolores. 
Te ruego, pues, por todo esto y por tu bajada al limbo, por tu gloriosa resurrección, por las 
frecuentes consolaciones que diste a tus discípulos, por tu admirable ascensión, por la 
venida del Espíritu Santo, por el tremendo día del Juicio, como también por todos los 
beneficios que he recibido de tu bondad. Tú me creaste de la nada, me redimiste, me 
concediste tu santa fe, me fortaleciste contra las tentaciones del demonio y me prometiste 
la vida eterna. Por todo eso, Redentor mío, mi Señor Jesucristo, humildemente Te pido que 
ahora y siempre me defiendas del maligno adversario y de todo peligro para que, después 
de la vida presente, merezca gozar en la bienaventuranza, tu Divina presencia. 
 
Sí, Dios y Señor mío, compadécete de mí, miserable criatura, todos los días de mi vida. Oh 
Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, compadécete de mí:…(nombre), criatura 
tuya y manda en mi auxilio a Tu Santo Arcángel Miguel, que me guarde y me defienda de 
todos mis enemigos carnales y espirituales, visibles e invisibles. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Y Tú, Miguel, Arcángel, Santo de Cristo, defiéndeme en la última batalla, para que no 
perezca en el tremendo Juicio. Arcángel de Cristo, San Miguel, te pido por la gracia que 
mereciste y por Nuestro Señor Jesucristo, que me libres de todo mal y del último peligro a 
la hora postrera de la muerte. San Miguel, San Gabriel, San Rafael y todos los otros 
Ángeles y Arcángeles de Dios, socorran a esta miserable criatura. Les ruego humildemente 
que me presten su auxilio, para que ningún enemigo me pueda causar daño tanto en el 
camino, como en casa, así en el agua como en el fuego, o velando o durmiendo, o 
hablando o callado, tanto en la vida como en la muerte. 
 
Eh aquí la cruz +* del Señor, huyan potencias enemigas. Venció el León de la tribu de 
Judá, descendiente de David. ¡Aleluya! Salvador del mundo, sálvame. Salvador del mundo, 
ayúdame. Tú que por tu sangre y por tu cruz me redimiste, sálvame y defiéndeme hoy y en 
todo tiempo. 
Santo Dios, + Santo fuerte, + Santo inmortal, + ten misericordia de nosotros. 
Cruz de Cristo +, sálvame. Cruz de Cristo + protégeme. Cruz de Cristo + defiéndeme. 
En el nombre del Padre + y del hijo + y del Espíritu Santo +. Amén. 
* + Hacer la señal de la cruz. 
 
ORACIÓN A SAN CRISTÓBAL 
 
 Conceded a los que os invocan, glorioso Mártir San Cristóbal, que sean preservados 
de la peste, la epidemia, los temblores de tierra, del rayo, de la tempestad, de incendios, 
de erupciones volcánicas, inundaciones y todo tipo de desastres de la naturaleza. 
Protegednos con vuestra poderosa intercesión durante la vida, de todo tipo de calamidad 
que la providencia tenga dispuesta y en el momento de la muerte libradnos de la eterna 
condenación, asistiendo Vos a nuestra última hora, para poder alcanzar la eterna 
bienaventuranza. Amén 
 
ORACIÓN A SAN SEBASTIÁN 
 
 Glorioso e invicto San Sebastián, insigne protector de los afligidos, desconsolados y 
menesterosos que ponen su confianza en Dios, y esperan de su benignísima mano, el 
remedio de sus aflicciones y necesidades, os suplicamos, como abogado que sois, que nos 
protejas también contra todo contagio de peste y epidemia y que libréis nuestra casa con 
vuestra intercesión, de todos estos males. Amén. 
 
ORACIÓN AL APÓSTOL SAN PABLO 
 
 Bienaventurado santo, a quien por un destello de la divina gracia, consintió 
súbitamente en transformarse, de corifeo del error y encarnizado enemigo de la Cruz, en 
discípulo de la verdad, Apóstol de las gentes y defensor acérrimo de la causa de Jesús 
crucificado; rogad por mí, celoso propagador del Evangelio y alcanzadme de Dios, Nuestro 
Señor, como a ti te alcanzó cuando os derribó, vencido a Su presencia, para levantaros 
convertido y dispuesto a la apostólica misión para la cual os tenía destinado por su 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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amorosa clemencia, y caiga yo también aplastado por la enorme pesadumbre de misculpas, para que alumbrado por los resplandores de la divina gracia pueda también 
levantarme contrito y penitente para seguir vuestras huellas, en el camino de la fe y de la 
caridad cristiana hasta llegar a la Celestial Jerusalén, en donde pueda loar al Señor por 
toda la eternidad. Se reza un Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre y Credo. 
 
HISTORIA DE LA ORACIÓN DE SAN CIPRIANO 
 
Cuando el tirano Diocleciano arrestó a Santa Justina para martirizarla junto a San 
Cipriano, éste Santo compuso la oración siguiente, suplicando a Dios Nuestro Señor, se 
dignase preservar a los fieles de los engaños y artificios del demonio; no sólo a todos 
aquéllos a quienes la Santa había convertido a la fe de Jesucristo, sino también a los que, 
en adelante se convertirían. Esta oración se encontró en los Archivos de la Ciudad de 
Constantinopla, cuando los turcos se apoderaron de ella. Estaba escrita en un pergamino 
que fue incautado de un soldado de la Santa Cruzada. 
 
Viéndolo firmado por un Santo Mártir, a fin de preservarlo de la voracidad de las 
llamas, la llevó siempre consigo dicho soldado, dentro de una bolsa de seda, por cuyo 
medio se vio siempre libre de todo mal. 
 
Posteriormente, este pergamino fue entregado al Papa San Clemente, el cual 
penetrando la virtud y eficacia de la oración que contenía, recomendó a los fieles, como un 
remedio eficaz contra todos los males y particularmente contra las tentaciones del maligno 
espíritu, el hechizo y la brujería, de modo que dicho Santo Pontífice concedió ochocientos 
días de indulgencia a todo y a cualquiera de los fieles, cada vez que dijeran u oyeran con 
devoción la citada oración, que el mismo San Cipriano compuso ante su glorioso martirio, 
entregándola a la hermana de Santa Justina, llamada Rufina. 
 
INTERCESIÓN DE SAN CIPRIANO POR LOS FIELES CRISTIANOS 
 
“Oh Dios Omnipotente y Eterno, por medio de vuestra sierva Justina, con quien voy 
a perder la vida temporal, para alcanzar la eterna, os pido humildemente perdón de todos 
los males que he cometido durante el tiempo que mi espíritu ha estado preocupado con el 
dragón infernal; y en pago del sacrificio que hago de mi vida, os suplico que mis plegarias 
sean oídas a favor de todos aquéllos de buen corazón que os suplicasen la salud de su 
cuerpo y alma, recordándoos Señor que con una sola palabra sacasteis el maligno espíritu 
de aquél santo varón de que nos habla la Escritura, que resucitasteis a Lázaro, muerto de 
tres días; que devolvisteis la vista al Santo Tobit, ciego por instigación de Satanás, que sois 
el Soberano Dominador de vivos y muertos; compadeceos Señor, de todos aquellos que 
conocéis que son vuestros por su fe, esperanza y buenas obras, y los libréis de los 
hechizos, para que puedan usar de su albedrío a vuestro servicio, también os pido que los 
libréis de los embrujos para que el lobo rabioso no pueda decir que tiene dominio sobre 
alguna oveja de vuestro rebaño, comprada a costa de vuestra preciosísima Sangre, 
derramada en el monte Gólgota. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Libradlos Señor Todopoderoso del poder del ángel rebelde, para que, ya libres del común 
enemigo, os alaben, os bendigan, os adoren, os ensalcen, santifiquen y confiesen a Vos, al 
Padre y al Espíritu Santo, con todo el Coro de Ángeles, Patriarcas, Profetas, Santos, Santas, 
Vírgenes, Mártires y Confesores de Vuestra Santa Gloria. Y os suplico, Señor, que en 
nombre de Santa Justina queráis preservar a vuestros servidores, de todos los maleficios, 
arterías, perfidias y ardides de Lucifer, y de perseguir Vuestro Santo Nombre, para que 
para siempre sea alabado. 
 
Preservad la vista, el pensamiento, las obras, los hijos, los bienes, los animales, los 
sembradíos, árboles, viandas y bebidas, rutas y caminos, de todos tus fieles cristianos, no 
permitiendo que vuestros servidores sufran ninguna acechanza del demonio; antes bien, 
iluminadles, dándoles la vista conveniente para ver y observar vuestras maravillas en las 
obras de la naturaleza; rectificad el entendimiento para que puedan contemplar vuestros 
favores y dirigir los negocios a buen fin, desatad las lenguas para cantar las alabanzas a 
Vuestra Bondad, diciendo: Alabado seáis Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, tres 
personas en un solo Dios, que todo lo ha creado de la nada. Si existe torpeza en las 
acciones, dignaos desentorpecerla para emplearla en obras de Vuestro agrado; si mala 
dirección en los bienes, hijos y demás dependientes de vuestros servidores: os suplico 
Señor, las tronquéis en buenas, para emplearla en un buen modo a vuestro servicio, y 
finalmente, aceptad oír y concederme lo que voy a pediros, en pago del sacrificio que haré 
de mi vida junto con Santa Justina, con las siguientes plegarias: 
Señor, apiadaos de mí. 
Jesucristo, apiadaos de mí. 
Señor, oídme. 
Jesucristo, oídme. 
Dios Padre, que estáis en el Cielo, apiadaos de mí 
Dios Hijo, Redentor del mundo, apiadaos de mí 
Dios Espíritu Santo, apiadaos de mí 
Todos los Santos Ángeles y Arcángeles, rogad por mí 
Santísima Trinidad, apiadaos de mí. 
Todos los Santos Apóstoles Evangelistas y discípulos del Señor, rogad por mí. 
San Sebastián, San Cosme y San Damián, rogad por mí 
San Roque, Santa Lucía y San Lorenzo, rogad por mí, 
Todos los Santos Pontífices y Confesores, rogad por mí. 
Todos los Santos Sacerdotes, Levitas, Religiosos, Anacoretas, Vírgenes, Viudas, Santos y 
Santas, interceded por mí, 
 
De todo mal, libradme Señor, 
De todo pecado, libradme Señor, 
De vuestra ira, libradme Señor, 
De muerte repentina, libradme Señor, 
De los lazos del demonio, libradme Señor 
De la ira, del odio y mala voluntad, libradme Señor 
De los relámpagos, truenos, rayos y tempestades, libradme Señor, 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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De los terremotos, libradme Señor, 
De todo tipo de tragedias, traiciones y maldad, libradme Señor 
Ángeles de Dios, oídme, ofrecedme Vuestra ayuda. 
Sin Vosotros, mi corazón pierde toda su fuerza, 
Sean llenos de confusión los que atenten contra mi vida espiritual, 
Ea, ea, van gritando los enemigos 
Ya caerá en nuestros lazos, 
Te seguiremos los pasos 
y en ellos tropezarás, dicen de mí, 
Pero los que vos amáis Señor 
Os honran noche y día, 
Y por esto con alegría, 
Invocan a su Libertador, 
Dios clemente, Vos conocéis mi miseria, mi pobreza y mi flaqueza, 
Vuestro auxilio no me neguéis, 
Mostraos, Señor, mi defensor en la persecución, 
Libradme de mis enemigos, 
Huid amigos, de mi desgracia, 
 
En mi Dios he encontrado la gracia, huid, 
Que mis enemigos sean confundidos y 
alejados de mi presencia, Señor 
Sean inútiles, Señor, de mi enemigo los pasos, 
Librad, Señor, a vuestro siervo: 
os lo suplico por Vuestro Amor. 
 
Libradme de su acechanza, Señor 
Concededme esa gracia, Señor, 
Señor, oíd mi súplica: y que los gritos de mi corazón, 
lleguen hasta Vos, Dios Mío! ¡Amén! 
 
ORACIÓN FINAL 
 
 Dios mío, cuyo principio es apiadarse y perdonar al pecador, acoged benigno mi 
plegaria y por vuestra clemencia y piedad, que yo y cuantos estén atados por los lazos de 
la culpa, sean desatados y logren hacer las obras necesarias para obtener la absolución y 
que puedan purgar por las mismas, en vida. También os ruego, Señor, que mediante la 
intercesión del glorioso Mártir San Cipriano, seamos liberados de todos los maleficios y 
poder del maligno espíritu. Amén. 
 
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD 
 
 En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un sólo Dios en 
esencia y trino en personas, yo te invoco Santísima Trinidad para que vengas en ayuda y 
apoyo mío y de aquéllos por quienes oro y suplico. Proteged mi cuerpo y mi alma, sed mi 
tesoro por la virtud de la Santa Cruz, de la Pasión y muerte del Todopoderoso. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Te imploro, por todos los Ángeles y Arcángeles de la Corte Celestial; por todos los 
padecimientos de la Bienaventurada siempre Virgen María, por elamado San José y por el 
Señor de los ejércitos, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos; a Vos, que sois 
alfa y omega, Emperador de reyes, el Mesías, el Señor Dios mío, a quienes todos los Santos 
invocan, yo os adoro y os bendigo; y por vuestra preciosa Sangre, que derramasteis para 
salvar al pecador, os suplico os dignéis aceptar mis humildes ofrecimientos, oraciones, 
alabanzas y adoración. Amén. 
 
Se rezan 3 Padres Nuestros a la Santísima Trinidad y un Padre Nuestro al eterno Padre, 
para recibir la gracia de seguir los pasos de Nuestro Señor Jesucristo. 
 
ORACIÓN DE SAN IGNACIO 
 
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi 
voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es 
vuestro, disponed de todo según Vuestra Voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta 
me basta. Tres años de indulgencia, una vez al día; plenaria al mes. 
 
ORACIÓN AL CORAZÓN AGONIZANTE DE JESÚS 
 
Oh, misericordioso Jesús, abrasado en ardiente amor a las almas; por la agonía de 
vuestro Sacratísimo Corazón y por los dones de vuestra Inmaculada Madre, os suplico que 
lavéis con vuestra Preciosa Sangre, las manchas y errores de todos los pecadores que se 
hallan en la agonía y tengan que morir hoy. Amén 
Jaculatoria: ¡Oh, Corazón agonizante, de mi amado Redentor!, tened misericordia de los 
infelices moribundos, principalmente sacerdotes y religiosos. Amén 
 
ORACIÓN AL ARCÁNGEL SAN MIGUEL 
 
¿Quién es como Dios, fuerte y santo? Nadie es como Dios. Yo suplico por vuestra 
poderosa intercesión que, bajo ningún pretexto que sea, el enemigo pueda hacer ningún 
mal a esta criatura (N…), ni a nosotros, ni morar en ella ni en nosotros ni en este sitio, ni a 
cien leguas a la redonda. Sea que duerma, que vele, que coma, que rece, que trabaje, o 
que obre, natural o espiritualmente. Aunque indigno, lleno de fe viva, suplico la intercesión 
de San Pedro y San Pablo, San Antonio de Padua, San Antonio Abad, San Benito y San 
Cipriano así como la de los miembros de la Comunión de todos los Santos, para deshacer 
todos los enredos ocasionados por los enemigos humanos y espirituales, sean de magos, 
brujos y brujas, caracteres jeroglíficos y hasta las mismas firmas y pactos realizados con 
palabras y acciones, hechos en todo tipo de materiales: vegetales, sangre, animales, etc. 
Con el nombre de las tres veces Santa Trinidad, Dios Santo, Dios justo, Dios 
inmortal, estoy cubierto con la protección de San Miguel Arcángel, al grito: ¿Quién como 
Dios? Nadie es como Dios!. ¿Quién como Dios? Nadie es como Dios!. ¿Quién como Dios? 
Nadie es como Dios! y le suplico ordene a los enemigos humanos y espirituales que se 
marchen inmediatamente, sin hacernos daño. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Y si se encuentra presente algún demonio que se encuentra forzado a hacer mal por 
algún mandato, ya sea que se le haya dado culto o adoración por algún acto de magia, sea 
sobre piedra o hierba; en el aire o en el agua o fuente, ríos, lagunas, estanques o en el mar 
o que se hayan hecho natural o sencillamente, o con composición y que esa cosa sea 
temporal o si se han servido de cosas sagradas, aunque se hayan empleado en el nombre 
de Dios, o de sus Ángeles; aunque se hayan hecho con vosotros algún pacto tácito o 
manifiesto, aunque haya sido con juramento solemne. Suplico al Arcángel San Miguel que 
rompa o destruya y deje nula todas esas cosas, por la virtud y el poder de Dios Padre (+), 
que ha creado todas las cosas; por la sabiduría del Hijo Redentor de todos los hombres 
(+), y por la voluntad del Espíritu Santo (+). 
 
Escudado por el escudo del Arcángel San Miguel, repito con él ¿Quién como Dios? 
Nadie es como Dios. En una palabra, por Aquél que ha cumplido la ley enteramente, que 
era, es y será siempre Omnipotente, Alpha et Omega, principio y fin; en una palabra, el 
Todopoderoso; por la señal de la Santa Cruz, sobre el cual Jesucristo ha muerto y por la 
Encarnación de los Santos Ángeles, Arcángeles, Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, 
Confesores, Vírgenes, Viudas, de la Bienaventurada Virgen María, y en general, de todos 
los Santos que disfrutan de la presencia de Dios, desde la creación del mundo, como 
también de las Ánimas del Purgatorio y de las almas militantes que viven bajo la Iglesia de 
Dios. 
Rendid vuestro homenaje al Dios muy alto y poderoso, que ellos penetren hasta su 
trono como el humo del corazón de aquél pez que fue quemado por el Arcángel San Rafael, 
desapareced de aquí, como el espíritu inmundo huyó delante de la casta Sara. Que todas 
estas palabras sagradas y bendiciones os hagan marchar, no permitiéndoos que os 
acerquéis más a esta criatura (N), que tiene en su frente la marca y señal de la redención y 
Santa Cruz (+). 
ORACIÓN 
 
¡Oh, Verbo, que os habéis encarnado, lavado en una cruz, sentado a la diestra de Dios 
Padre, yo os adoro por vuestro Santo Nombre, al pronunciar el cual todo hombre se 
humilla. Vos que escucháis las súplicas de todos los que en Vos confían y creen, dignaos 
presentar a esta criatura (N) –aquí el nombre- por vuestro santo Nombre, por los fines y la 
pureza con que os dignasteis honrar a la Santísima Virgen, nuestra Madre, y por las 
súplicas, dignidades y virtudes de todos los santos de Dios, de todo ataque de maleficios 
por parte de los demonios y de las almas condenadas. Vos que vivís y reináis con Dios 
Padre (+) y el Espíritu Santo (+), en unidad perfecta. Amén. 
 
ORACIÓN AL SANTO NOMBRE DE JESÚS 
 
Oh, Verbo, que os habéis encarnado y fuiste clavado en una Cruz y estás sentado a la 
diestra de Dios Padre, yo os adoro por vuestro Santo Nombre, a cuya pronunciación todo 
hombre se humilla. Vos, que escucháis las súplicas de todos los que en Vos confían y 
creen, dignaos escuchar la súplica de esta tu criatura, y por vuestro Santo Nombre, por los 
fines y la pureza con que os dignasteis honrar a la Santísima Virgen, Nuestra Madre, y por 
las súplicas, dignidades y virtudes de todos los santos de Dios, y líbranos de todo mal. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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ORACIÓN PARA PEDIR BENDICIONES EN EL HOGAR 
 
A ti, Dios Padre Omnipotente, rendidamente te pedimos que bendigas nuestra 
entrada, y te dignes santificar esta casa; y, así como quisisteis bendecir la casa del Padre 
Abraham y la de Jacob, e hicisteis visitar entre sus paredes a tus Santos Ángeles, asimismo, 
haz que ellos guarden bien y defiendan también a los habitantes de esta casa, de todo 
espíritu maligno y de personas con malas intenciones y malos deseos. Y a nuestro cuerpo, 
además, defiendan de cualquier maleficio de Satán y sus satélites. Brinda, Señor, tu gracia 
y bendiciones a los habitantes de esta casa y a las multitudes de habitantes de esta tierra, 
para que abunden en todos ellos, las virtudes celestiales. Por Jesucristo Nuestro Señor. 
Amén. 
ORACIÓN ENCONTRADA SOBRE EL SANTO SEPULCRO 
 
Esta oración fue encontrada en 1503 sobre el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo y 
enviada por el Papa Adriano VI al Emperador Carlos V cuando partió en guerra a combatir a 
los enemigos, enviado a San Miguel de Francia. 
 
Quien lea esta oración, quien la oiga leer o la lleve sobre sí, no morirá súbitamente, no se 
ahogará, no se quemará, ningún veneno podrá envenenarlo, no caerá en manos de sus 
enemigos y no será vencido en batalla. Cuando una mujer que se encuentra en 
alumbramiento oiga leer esta oración o la lleve sobre sí, parirá rápidamente, será siempre 
buena madre y cuando haya nacido el niño, éste será preservado de un sinnúmero de 
accidentes. Quien lleve esta oración sobre sí, será preservado del mal de epilepsia, y 
cuando vea una persona afectada de este mal, si la reza se levantará gozosamente. Quien 
escriba ésta oración para sí o para otro, yo lo bendeciré, dijo el Señor, y aquel que se burle 
o la desprecie hará penitencia. Cuando esta oración está depositada en el hogar éste será 
preservado del rayo, y quien leadiariamente esta oración, será prevenido tres días antes 
de su muerte por un signo divino de la hora de su fallecimiento. Así sea. 
 
-Dios todopoderoso, que habéis sufrido la muerte sobre el Árbol de la cruz por nuestros 
pecados, acompañadme. Santa Cruz de Jesucristo, sed mi esperanza. 
-Santa Cruz de Jesucristo, tened piedad de mí. 
-Santa Cruz de Jesucristo, rechazad de mí toda arma cortante. 
-Santa Cruz de Jesucristo, derramad sobre mí, todo bien. 
-Santa Cruz de Jesucristo, haced que alumbre para mi familia y para mí, el camino de la 
salud. 
-Santa Cruz de Jesucristo, rechazad de mi familia y de mí todo atentado de muerte. 
-Santa Cruz de Jesucristo, preservad a mi familia y a mí de accidentes corporales y 
temporales. 
-Que adore, Santa Cruz de Jesucristo, por siempre a Jesús de Nazaret crucificado, Tened 
piedad de mí. 
-Haced que el espíritu maligno y nocivo huya de mí, por los siglos de los siglos. 
-En honor de la Sangre Preciosa de Jesucristo, 
-En honor de tu encarnación por donde pueda conducirnos a la vida eterna, Tan ciertos 
como que Jesucristo nació el día de la Natividad y fue crucificado el Viernes Santo. Amén. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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ORACIÓN SACERDOTAL PARA DESHACER 
PACTOS CON EL DEMONIO 
 
“Aquí tenéis la Cruz (+) –se hace la señal de la Cruz- de Nuestro Señor Jesucristo, de la 
que dependen nuestra salud, nuestra vida, resurrección espiritual, la confusión de todos los 
demonios; huid, pues, marchaos de aquí, demonios, enemigos conjurados de los hombres, 
en Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, porque yo os conjuro a vosotros, demonios 
infernales, espíritus malignos, cualesquiera que estéis presentes o ausentes, bajo cualquier 
pretexto, que seáis llamados o conminados, o por vuestra voluntad o por fuerza, por 
amenaza, por artificio de hombres o mujeres malos/as, si moráis o habitáis esta casa: yo os 
conjuro otra vez, por temerarios y obstinados que seáis, a obedecer y dejar a esta criatura, 
NN…(decir el nombre), hechura de Dios y perteneciente a Dios. Os lo mando por el gran 
Dios Viviente, por el verdadero Dios. Dios Padre +, Hijo + y Espíritu Santo +; por aquél que 
fue inmolado en Isaac, vendido en José; que siendo Dios y hombre fue crucificado; que ha 
sido como degollado inocentemente como un corderito; por la Sangre de aquél a cuyo 
mandato el Arcángel San Miguel combatió contra vosotros, demonios, y os hizo huir, 
cuando queríais presentaros y sentaros en el Trono de Dios. 
 
¿Quién como Dios, fuerte y Santo? Yo os prohíbo de su parte, y por su autoridad, que bajo 
cualquier pretexto que sea, hagáis ningún mal a esta criatura, NN…(decir el nombre), ni a 
nosotros, ni morar en ella, ni en este sitio, ni a 100 leguas a la redonda, sea que duerma, 
que vele, que coma, que rece, que trabaje, o que obre, natural o espiritualmente. Yo, 
sacerdote del Dios Altísimo, os digo que, si sois rebeldes a mi voluntad, autorizado como 
estoy por parte de Dios, y por su Gracia y Misericordia, aunque indigno, pero lleno de fe 
viva, echaré sobre vosotros todas las maldiciones y excomuniones de todos los Santos: San 
Pedro y San Pablo, San Antonio de Padua y San Antonio Abad, San Benito y San Cipriano. 
Deshago todo vuestro enredo y compromiso hecho a través de todos los magos, brujos y 
brujas y hasta las mismas firmas y pactos con palabras y acciones, de todas materias 
posibles: vegetales, sangre, animales, con el Nombre de las tres veces Santísima Trinidad, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios fuerte, Dios inmortal, y confiamos que estamos seguros y 
libres de vuestro mal; por el Mesías, Emmanuel, Adonai, Alpha et Omega, Camino, Verdad 
y Vida Eterna, Gloria eterna, ¿Quién como Dios? Nadie es como Dios. ¿Quién como Dios? 
Nadie es como Dios. ¿Quién como Dios? Nadie es como Dios. 
 
Yo os conjuro en Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, por su Santo Nombre, por sus 
méritos y virtuosa Gloria, yo os mando, os marchéis inmediatamente y deshago todo lo que 
estaba en posesión vuestra + y os condeno, de parte de la muy Santa Trinidad, a que 
vayáis al estanque de fuego y azufre, donde seréis llevados y atormentados a la voz del 
Bienaventurado Arcángel San Miguel. Y si sois forzados a hacer mal por algún mandato, ya 
sea dándoos culto o adoración o perfume, o que haya echado alguna suerte por palabra o 
por magia, sea sobre piedra o hierba, o en el aire, o en el agua de fuente, ríos, lagunas, 
estanques o en el mar, o que eso se haya hecho natural o sencillamente, o con 
composición, y que esas cosas sean temporales; o si se han servido de cosas sagradas, 
aunque se hayan empleado en el Nombre de Dios, o de sus Ángeles; que se hayan servido 
de caracteres, que hayan examinado las horas, minutos, días, semanas, meses, años. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Aunque hayan hecho con vosotros algún pacto tácito y manifiesto, aunque haya sido un 
juramento solemne. Yo rompo y destruyo y doy por nula todas esas cosas, por la virtud y el 
poder del Padre+, que ha criado todas las cosas, por la sabiduría del Hijo+, Redentor de 
todos los hombres, y por la voluntad del Espíritu Santo Santificador+. 
Escudado por el Escudo del Arcángel San Miguel, cuyo grito de guerra es: 
 
¿Quién como Dios? Nadie es como Dios; en una palabra, escudado por aquél que ha 
cumplido la Ley eternamente; que era, es y será siempre Omnipotente, Santísima Trinidad, 
Alpha et Omega, principio y fin, en una palabra: bajo su portentoso poder sean todos los 
espíritus infernales destruidos y hayan huido de esta criatura: NN…(decir el nombre) y de 
este sitio. Por la Señal de la Santa Cruz sobre la cual Jesucristo ha muerto, y por la 
poderosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, de los Santos Ángeles, Arcángeles, 
Patriarcas y Profetas, Apóstoles, Mártires y Confesores, Vírgenes y viudas, y en general, de 
todos los Santos que disfrutan de la presencia de Dios, desde la creación del mundo, como 
también de las ánimas Santas que viven bajo la Iglesia de Dios; rendid vuestro homenaje al 
Dios muy alto y poderoso y que ellos penetren hasta su sitio (Trono) como el humo del 
corazón de aquél pez, que fue quemado por el Arcángel San Rafael; para que desaparezcan 
de aquí, como el espíritu inmundo que huyó de delante de la casta Sara. 
 
Que todas estas palabras sagradas y bendiciones os hagan marchar, no permitiéndoos que 
os acerquéis más a esta criatura, NN…(decir el nombre), que tiene el honor de llevar en su 
frente la marca y señal de la Redención y Santa Cruz +, pues el mandato que os hago 
ahora, no ha salido de mí, pero sí del que ha sido enviado del Señor Padre Eterno, a fin de 
destruir vuestros maleficios, y eso lo ha hecho padeciendo la muerte en el árbol santo de la 
Cruz, y nos ha dado el poder de mandaros salir, por su Gloria y utilidad de los fieles 
redimidos. Y así os prevenimos, según el poder recibido de Nuestro Señor Jesucristo, y en 
su Nombre, que huyáis y no os acerquéis más a esta criatura: NN…(decir el nombre), ni a 
este sitio. Huid y desapareced de la vista de la Cruz, el León de la Tribu de Judá ha 
vencido, así como la familia de David. Aleluya. Amén”. 
Rezar tres Padre Nuestro en honor de la Santísima Trinidad y a las almas del Purgatorio 
 
BENDICIÓN DE CASA NUEVA 
 
A Ti, Dios Padre Omnipotente, rendidamente te pedimos que bendigas nuestra entrada, y 
te dignes santificar esta casa; y así como quisiste bendecir la casa de Abraham y de Jacob 
e hicisteis morar entre sus paredes a tus Santos Ángeles, asimismo, haz que guarden bien 
esta casa y defiendan a sus habitantes de toda alma condenada, o espíritu maligno, así 
como rogamos defiendan nuestro cuerpo de cualquier maleficio de Satán y sus satélites. 
Da, Señor, a esta casa y a sus habitantes, la abundancia de virtudes celestiales. Por 
Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 
 
CONJURO CONTRA DUENDES Y BRUJAS 
SÓLO PARA SER REZADO POR SACERDOTES 
 
V: El Nombre del Señor sea nuestra ayuda 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
 Página 23R: Quien hizo el cielo y la tierra 
V: El Señor sea con nosotros 
R: Y con tu Espíritu 
ORACIÓN 
 
Omnipotente y Sempiterno Dios, que comunicaste tu gracia a tus sacerdotes, para que en 
sus manos se perfeccionasen los miembros de tu pueblo elegido, para que crean en Ti, 
nosotros rogamos a Tu clemencia, que nos visites y nos bendigas como visitaste y 
bendijiste a todos los justos de la tierra. Pedimos que Tu mano derecha se extienda hacia 
todo lo que poseemos de manera a entregarnos confiados a tu santo servicio. Tus 
bendiciones permitirán superar nuestra poca virtud y fuerza. Suplicamos además que, por 
la invocación de Tu Santo Nombre, huyan de aquí todos los malignos espíritus junto con 
sus satélites y que permitas que entren a nuestra casa tus Ángeles puros para guardar a 
todos los que en ella habitamos; esto nos permitirá enfrentar sin temor a los enemigos 
corporales y espirituales, puestas la fe y la esperanza en Ti. Por Cristo Nuestro Señor. 
Amén 
 
V: El Señor sea con nosotros 
R: Y con tu Espíritu. Alabanza a Ti, Cristo. 
Por la virtud del Santo Evangelio que hemos dicho, desaparezcan y vuelvan a la nada todos 
los engaños y acechanzas del enemigo infernal, y todas las cosas del maligno espíritu junto 
con toda su malicia, márchense inmediatamente de esta casa. Amén. 
 
ORACIÓN 
 
Señor Jesucristo, clamamos tus remedios celestiales y ponemos nuestra esperanza en Ti; 
dirige todos nuestros negocios hacia Dios, y otorga paz y amor a los habitantes de esta 
casa y permanece en ella de manera permanente; y así como al venir al mundo, lo 
santificaste todo, y al ir a casa de Zacarías, la llenaste de bendiciones con tu presencia 
corporal, asimismo bendice (+) a los habitantes de esta casa y dígnate santificarnos para 
que te conozcamos, te adoremos y te sirvamos con alegría para llegar a la vida eterna. Por 
Ti, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo. Amén. 
 
ORACIÓN SACERDOTAL PARA EXPULSAR 
MALOS ESPIRITUS DE UNA CASA 
 
“Contra vos, espíritu rebelde, habitante arruinador de esta casa; por los méritos de la 
Sangre y Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos el auxilio divino y la virtud del 
dulcísimo Nombre de Jesús, junto con el de la Sagrada Virgen María y San José, el de los 
Santos Ángeles y los Beatísimos Apóstoles Mártires, Confesores, Vírgenes y todos los 
Santos, conjuro contra vos y mando que, sin demora, os marchéis de esta casa haciendo 
disolver cualquier maleficio que hayáis echado vos y cualquiera de vuestros ayudantes. 
Cualquier maleficio yo lo disuelvo en el Santísimo Nombre de Jesús de Nazareth, y deseo 
que se disuelva para siempre, y te ato con el precepto formal de obediencia, para que no 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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puedas permanecer, ni volver a hacer venir a otros y no puedas perturbar ni maleficiar la 
casa ni el negocio de NN, bajo la pena de permanecer continuamente en el fuego y azufre, 
ardiendo por millones de años. En el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina 
con el Padre y el Espíritu Santo. Amén”. 
Recórrase toda la casa, haciendo cruces con agua bendita e instrumento cortante, en cada 
pared de los aposentos, diciendo: “He aquí la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, Salvador 
del Mundo, marchaos espíritus rebeldes. Amén”. 
 
ORACIÓN A SAN FRANCISCO 
 
¡Oh, glorioso Padre San Francisco, lleno de amor de caridad. Cristo os entregó sus Llagas a 
Vos. Rogad por el amor de Dios, que cuando yo muera, Vos estéis a la cabecera de mi 
cama de agonizante, para que mi alma os sea entregada y Vos la podáis entregar a 
Nuestro Señor Jesucristo. 
Se pide lo que se desea y se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patris. Amén 
 
REVELACIÓN A SANTA ISABEL, REINA DE HUNGRÍA 
SOBRE LA PASIÓN DE CRISTO 
 
Copia de la revelación que fue hallada en el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo, cuya 
copia estaba escrita en lámina de plata en el Oratorio, a lo que el Rey Carlos II, dijo: 
Habiendo Santa Isabel, reina de Hungría, hecho muchas y muy particulares oraciones a 
Nuestro Señor Jesucristo, para que le fuera revelada su Santísima Pasión, Jesucristo le dijo 
con su propia boca: “Querida hermana mía, sabrás que los soldados y ejecutores de la 
justicia que me prendieron en el Huerto, fueron 105, los cuales me dieron en la cabeza, 
treinta puñetazos, a más, dieron me 102 empellones, con los cuales caí 60 veces hasta 
llegar a la casa de Anás; a más dieron me 5 puntapiés para hacerme levantar, me dieron 
80 golpes en la espalda y me tiraron por la trigésima vez. Fui escupido en casa de Pilato 33 
veces, recibí 5.480 azotes, hicieron en el cuerpo 102 agujeros, a más me dieron 10 
empujones con los cuales caí otra vez en tierra. Llevando la cruz a cuestas, me dieron 
otros tres empujones mortales y las gotas de sangre que derramé fueron 30.660”. 
 
INDULGENCIA 
 
“A todo hombre que rezare en memoria de lo que por ellos padecí: 7 Padre Nuestro y 7 
Ave María, por espacio de 12 años*, hasta cumplir el número de las gotas de sangre 
que por ellos derramé, le concederé 5 gracias: 
- Indulgencia plenaria. 
- Librarlos de las penas del Purgatorio 
- Si mueren antes de cumplir los doce años, haré como si lo hubiesen cumplido. 
- Lo mismo que los mártires que han derramado sangre por mi amor. 
- Esperen que yo bajaré del cielo a la tierra a recibir su alma, en compañía de los demás 
parientes, hasta el quinto grado, en caso de hallarse en el Purgatorio, y todos juntos serán 
llevados a mi patria, para gozar de la vida eterna. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
 Página 25 
 
 
- Cualquiera que lleve consigo esta relación será libre del demonio, y no morirá de mala 
muerte, y la mujer que estuviere en parto, si la lleva juntamente consigo, parirá sin peligro 
alguno, y en la casa en que estuviere esta relación, no habrá ninguna mala visión, y cuatro 
horas antes de su muerte verá a su Santísima Madre”. 
 
Esta revelación fue aprobada por los Tribunales de la Santa Inquisición Española. 
* Nota de la Edición: Considerándose una sola oración el Padre Nuestro con el Ave María, 
si se rezan 7 veces por día x 365 días que tiene el año, x 12 años = nos da exactamente 
30.660, que son las gotas de sangre que derramó Nuestro Señor Jesucristo, 
durante su Pasión. 
ORACIÓN 
 
Señor mío Jesucristo, a Ti, que por la redención del mundo quisiste nacer y ser crucificado 
y reprobado por los Judíos; que fuiste vendido y atado como cordero inocente. Tú, que 
fuiste arrastrado a la muerte, e indignamente presentado ante Anás, Caifás, Pilato y 
Herodes; acusado por falsos testigos, azotado y cargado de oprobios, perseguido, coronado 
de espinas, abofeteado, escarnecido con la caña, cubierto Tu Santísimo Rostro y Faz 
sagrada, despojado de tus vestiduras y atado en la iniquísima Cruz y en ella colgado y 
puesto entre dos ladrones, donde te dieron a beber hiel y vinagre y que fuiste herido y 
abierto tu costado, ruégote, Señor mío, en virtud de Tus Santísimas penas, de las cuales 
hago memoria y por los méritos de Tu Preciosísima Madre, me libres y guardes de las 
espantosísimas penas del infierno, y, asimismo, y por la poderosísima intercesión de la 
Virgen María y de San José, sea yo considerado digno de ser conducido como condujisteis 
al buen ladrón clavado en la Cruz; Tú, que vives y reinas, con el Padre y el Espíritu Santo, 
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 
 
Esta oración fue escrita en Roma, con letra de plomo, en San Juan de Letrán y se dice que 
quien la rezare todos los días, de rodillas, ganará más méritos que si ayunase todos los 
días, a pan y agua, y más que si se azotase o hiciera penitencia en el desierto. 
 
ORACIÓN 
 
Para preservarse de todo mal y particularmente del poder y artificios del maligno espíritu. 
“Dios mío, cuyo principio es apiadarse y perdonar el pecado, de los que se arrepienten de 
corazón, acoged benigno mi plegaria y haced, por vuestra clemencia y piedad, que yo y 
cuantos estén atados con los lazos de las culpas, seamos desatados y absueltos.También 
os ruego, Señor mío y Dios mío que, mediante la intercesión del glorioso Mártir San 
Cipriano, seamos libres de todo maleficio y del poder del maligno espíritu”. Amén. 
 
ORACIÓN 
 
“Bienaventurada Madre del Señor, presentad a los cielos siempre abiertos, el astro 
hermoso, que es Nuestro Señor Jesucristo, que sirve de guía a los pecadores que navegan 
en el mar borrascoso de este mundo. Tú, que con pasmo de la naturaleza, concebiste y 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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pariste al Creador, Virgen Santa, Virgen que recibiste la salutación del Arcángel San Gabriel, 
acuérdate de los miserables pecadores que acudimos a Ti, como a un refugio seguro”. 
Amén. Rezar 9 Ave Marías 
ORACIÓN A SAN JOSÉ 
 
“A Vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar 
el auxilio de vuestra Santísima esposa, solicitamos también confiadamente Vuestro 
Patrocinio. Por aquélla caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os 
hubo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús; humildemente os 
suplicamos que miréis benigno a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo y con 
Vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades. Proteged, ¡Oh providentísimo 
custodio de la Sagrada Familia!, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de 
nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el Cielo, fortísimo 
libertador nuestro, en esta lucha, contra el poder de las tinieblas y como en ese tiempo 
librasteis al Niño Jesús de inmenso peligro de la vida, así ahora, defended a la Iglesia Santa 
de Dios, de las acechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de 
nosotros, protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo Vuestro y sostenidos 
por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir, para alcanzar en los 
cielos la eterna bienaventuranza”. Amén 
 
ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO 
 
Oración dedicada al Rostro de la Pasión, cuando le llevaron a crucificar al Monte Calvario, y 
al desconsuelo de la Virgen Santísima, buscando a su Hijo, encontrándole en el tránsito de 
la calle de la Amargura, los cuales únicamente con los ojos se saludan: 
Jesucristo se ha perdido, la Virgen lo va a buscar, 
de huerto en huerto, de rosal en rosal, 
debajo de un rosal blanco, un hortelanito está. 
 
Hortelanito, por Dios, dime la pura verdad: 
si a Jesús el Nazareno por aquí has visto pasar. 
Sí, señores, que le he visto, antes del gallo cantar, 
una Cruz lleva en su hombro, que le hacía arrodillar; 
una corona de espinas, que le hacía traspasar, 
una soga a la garganta y de ella van tirando, 
entre judío y judío, bien acompañado va 
 
Caminemos Virgen pura, para el Monte del Calvario, 
que por pronto que lleguemos, ya lo habrán crucificado. 
Ya le elevan los pies, ya le clavan la mano, 
ya le tiran los lanzasos, en su divino costado. 
La Sangre que derramaba, está en el Cáliz Sagrado, 
el hombre que la bebiere, será bienaventurado. 
Será rey en este mundo y en el otro coronado. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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Quien ésta oración rece todos los viernes del año, sacará un alma en pena; será dichoso 
mientras viva, en medio de sus tribulaciones y de toda mala infestación guardado. Quien la 
conozca y no la rece, quien la oiga y no la aprenda, en el día del Juicio verá lo que pasa 
con él. Quien de Cristo crucificado, se compadezca de corazón, diga muchas veces con el 
corazón y el pensamiento a Dios: “Bonum mihi, guía humiliastime, con contritum et 
humiliatum, Deus nom despicies”, dando infinitas gracias después de quedar libres de sus 
enemigos o de la desgracia o infestación diabólica. Repita con devoción la siguiente: 
 
ORACIÓN 
 
Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten misericordia de mí. Santo de la Creación con 
Él gobiernas en la redención. Santo en la gracia, en la misericordia y en la justicia. Santo en 
el Cielo, en la tierra y en el infierno. Santo glorificado de los Ángeles, justificas siempre a 
los hombres. Santo eres, aún cuando castigas a los demonios. Santo eres antes de los 
siglos; Santo en el tiempo, Santo en la eternidad. Santo el Padre ingénito; Santo el Hijo 
engendrado, Santo el Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo. 
Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios de los ejércitos, llenos están en el cielo y en la tierra 
de su gloria. Amén 
 
Después se reza un Credo, tres Padre Nuestro, con el Ave María y Gloria Patris en honor a 
la Santísima Trinidad y la siguiente oración: “Madre de toda piedad, acordaos que mientras 
que el mundo es, no se sabe que jamás se ha oído decir que hayáis dejado sin consuelo a 
quien llegó a tus pies para pediros auxilio, como jamás se ha oído decir que quien llegó a 
vuestra presencia soberana, confiada en vuestro piadoso vientre que dio vida a la 
redención y salvación de los que en Ti creen, obtienen la liberación de su miserable 
condición. Me arrojo a tus pies, Madre amada, no queráis ¡Oh Madre del Verbo eterno!, 
despreciar mis ruegos y súplicas, sino óyelas propicia y otórgame lo que con lágrimas 
desde el fondo de mi corazón te suplico. Amén. 
 
OTRA ORACIÓN 
 
Por la Señal de la Santa Cruz (+), de nuestros enemigos (+), líbranos Señor Dios nuestro 
(+) de todo mal en nuestra casa y a todos los que vivan en ella. 
Os lo pedimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (+). Amén. 
 
ORACIÓN DE LOS VIERNES 
 
Viernes junto a María al pie de la Cruz: 
Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz, llorosa, 
en que pendía su Hijo. Su alma gimiente, 
contristada y doliente, atravesó la espada. 
 
¡Oh cuán triste y afligida estuvo aquella bendita 
Madre del Unigénito! Languidecía y se dolía 
la piadosa Madre, que veía las penas de su excelso Hijo. 
 
 
ORACIONES ANTIGUAS 
 
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¿Qué hombre no lloraría si a la madre de Cristo viera 
en tanto suplicio? ¿Quién no se entristecería viendo 
a la Madre contemplando a su doliente Hijo? 
 
Por los pecados de su gente vio a Jesús en los tormentos 
y doblegado por los azotes. Vio a su dulce Hijo 
muriendo desolado al entregar su espíritu. 
Ea, Madre, fuente de amor, hazme sentir tu dolor, 
que contigo quiero llorar. Haz que mi corazón arda 
en el amor de mi Dios y en cumplir su voluntad. 
Santa Madre, yo te ruego que me traspases las llagas 
del Crucificado en el corazón. 
 
De tu Hijo malherido, que por mí tanto sufrió 
reparte conmigo las penas. Déjame llorar contigo, 
condolerme por tu Hijo mientras yo esté vivo, 
junto a la Cruz contigo estar y contigo asociarme 
en el llanto es mi deseo. 
 
Virgen de Vírgenes preclara, no te amargues ya conmigo, 
déjame llorar contigo. Haz que llore la muerte de Cristo, 
hazme socio de su pasión, haz que me quede con sus llagas. 
Haz que me hieran sus llagas, haz que con la Cruz me embriague, 
y con la Sangre de tu Hijo para que no me queme en las llamas, 
defiéndeme tú, Virgen santa, en el día del juicio, 
cuando a Cristo haya de ir. Concédeme la dicha, Madre de 
guiarme a la palma de la victoria. Y cuando mi cuerpo muera, 
haz que a mi alma se conceda del Paraíso la gloria. Amén. 
¡Virgen María, este viernes ayúdanos a acompañar a Jesús sufriente!

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