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351
Los nombres del dinero. 
Breve historia del real de a ocho
Julio Torres 
Museo Casa de la Moneda
Resumen
Las monedas hispánicas de la Edad Moderna eran de oro, plata y vellón. De cada metal se acuñaban varios 
valores. Había también monedas de cuenta, llamadas imaginarias porque no existían, solo servían para comparar 
unos valores con otros. De todas ellas conocemos sus nombres oficiales porque aparecen en la legislación y otros 
documentos públicos, y conocemos también los nombres o algunos de los nombres que les daba el pueblo que 
las manejaba, porque también aparecen en la documentación y en la literatura. Este trabajo intenta arrojar un 
poco de luz en la confusión que todos esos nombres pueden causarnos.
...es de advertir que en mis tiempos, que fueron hasta el año de mil y quinientos y sesenta, 
ni veinte años después, no hubo en mi tierra moneda labrada. En lugar de ella se entendían 
los españoles en el comprar y vender pesando la plata y el oro por marcos y onzas, y como 
en España dicen ducados, decían en el Perú pesos o castellanos.
Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales
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Esta cita, de primeros del siglo xvii, la época de don Quijote, nos muestra, en la ingenuidad de 
su prosa testimonial, que el dinero, la moneda, es un lenguaje. Significa un valor (se significa a 
sí mismo cuando él mismo tiene valor), significa cantidades de objetos o servicios por los que 
se puede conmutar, y se puede traducir a otras lenguas, a otras monedas. De manera que los 
hombres se entienden con ellas. La moneda abstracta es un sistema de cuenta; en principio, no 
sería necesario que existiese la moneda material (¿no vamos hacia ello?), pero históricamente 
el dinero, la moneda abstracta, se ha plasmado en monedas palpables, que son las palabras de 
ese lenguaje. Y el lenguaje del dinero se puede traducir también a la lengua normal, de manera 
que las monedas, tanto las reales como las abstractas (monedas de cuenta) tienen nombre, y la 
lengua normal cambia, evoluciona y, así, los nombres de las monedas cambian y se adaptan a 
las realidades en que se inscriben y a las personas que las utilizan. 
La cita del Inca Garcilaso nos deja ver otra semejanza de la moneda con la lengua. Los 
españoles que llegaron al nuevo continente llevaron consigo su lenguaje y sus costumbres, 
que desde entonces fueron diferenciándose poco a poco de las que habían dejado atrás, que 
evolucionaron por su cuenta. Hasta hace poco, nosotros habíamos llegado a entendernos en 
pesetas y los descendientes del Inca se entienden hoy en soles. Nuestras formas de hablar 
también se han separado, aunque podemos entendernos.
Garcilaso habla de entenderse en ducados. En sus tiempos (1560-80), la unidad del sistema 
monetario material español para el oro era el escudo, o, al menos, así lo han establecido los 
estudiosos de la historia de la moneda, pero la unidad de cuenta seguía siendo el ducado, 
cuya acuñación había cesado oficialmente en 1543. El ducado siguió siendo unidad de 
cuenta hasta el reinado de Isabel II, pero, como tal, a partir del siglo xvii hacía referencia a 
una cantidad de plata, ya fuera expresada en plata o en vellón. En 1804 había tres ducados 
de cuenta, el de plata doble, antigua o vieja, el de plata nueva o corriente (la acuñada en 
1686) y un ducado a secas, equivalente a 375 maravedís.
Tres metales
En América todavía no se había acuñado oro en los tiempos de Garcilaso el Inca. Lo que sí se 
había acuñado, como él mismo subraya, es la palabra peso para referirse a una determinada 
cantidad real de oro, que él pone en relación con el castellano, nombre que recibían las 
monedas de oro anteriores al ducado, siguiendo la norma musulmana del doble dinar en 
lugar de la italiana del ducado o el florín. El ducado de cuenta no tenía múltiplos, pero el 
escudo sí los tenía, de dos, cuatro y ocho. Estos múltiplos recibían el nombre de doblones, 
siguiendo una tradición más antigua que algunos remontan al doble excelente de los Reyes 
Católicos. Al de ocho escudos se le llamó doblón de a ocho, o simplemente doblón, y 
onza, esto debido a que su peso coincidía con el de esta unidad ponderal, equivalente más 
o menos a ocho escudos y a 6,25 castellanos o pesos. El escudo doble se llamó doblón 
sencillo. El trentín, que en el siglo xvii se acuñó en Cataluña, imitando el doble ducado de los 
Reyes Católicos, era conocido como doblón de dos caras.
La unidad de la moneda de plata era el real. Esta moneda surgió a mediados del siglo xiv 
como una pieza de buena plata a imitación de otras europeas. La denominación pervivió 
hasta la llegada de la peseta en 1868-69, e incluso sobrevivió, pues fue incorporada al 
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nuevo sistema como un cuarto de peseta (25 céntimos de peseta). De hecho, aunque la 
peseta fuese la unidad oficial, se siguió hablando en reales hasta bien avanzada la última 
posguerra.
El maravedí era la unidad de cuenta de la moneda de vellón o cobre. Su origen como tal 
se sitúa en el siglo xiii, aunque parece tomar su nombre del morabetino de oro (acuñado 
por los cristianos a finales del xii a imitación de la moneda áurea musulmana coetánea) y 
de un posible maravedí de plata. El valor del maravedí de vellón era tan pequeño que casi 
nunca se acuñó el valor sencillo. Solo se utilizaba, por tanto, para expresar valores de otras 
monedas, ya que todas las demás eran reducibles a él. Se acuñaron múltiplos del maravedí, 
que recibieron nombres relacionados con su valor o su peso en un momento determinado, 
pero muy coloquiales: cuartos, ochavos, etc. Los nombres de las monedas de vellón, de 
ínfimo valor, han sido utilizados en el lenguaje usual para expresar la ausencia o escasez de 
dinero, con frases como «no tener cuartos» o «estar sin blanca» (la blanca era una moneda 
de vellón medieval equivalente a dos maravedís, el cuarto eran cuatro maravedís, no 
confundir con el cuartillo o cuarto de real).
En Nueva España, donde solo hubo una efímera acuñación de moneda de cobre de 4 y 2 
maravedís (1/8 y 1/16 de real) en 1542, se dieron esos valores, al escasear estas, a otros 
objetos con valor monetario reconocido entre sus usuarios: los tlacos y los pilones. La 
palabra tlaco parece que significaba «la mitad de algo», lo que aproxima su génesis a la de 
los coloquiales cuartos y ochavos de la Península, y se aplicó al valor de cuatro maravedís, 
que era la mitad de un cuartillo o cuartilla; se llamó pilón al valor de dos maravedís, que 
servía aproximadamente para pagar un pilón o trozo de azúcar pequeño. León-Portilla 
mantiene que la mínima manipulación que ejercían algunos tenderos sobre el pilón de sus 
pesos, para obtener con ello exiguos beneficios, dio origen a la expresión dar o tomar algo 
«de pilón», es decir, de poca entidad y de más (en el mismo sentido que la propina o la 
sisa), pero no está muy clara la relación con el objeto monetario1.
Otra unidad de cuenta que conviene conocer es el real de vellón, que correspondía, como el 
ducado, a una determinada cantidad de maravedís, en este caso a 34. Se instituyó en el siglo 
xvii como una unidad fija pero imaginaria que solventara la escasa capacidad de las monedas 
reales para expresar equivalencias estables entre ellas a causa de sus fluctuaciones.
El peso de oro
El ducado llegó a la Península a través de la Corona de Aragón, procedente de Italia, cuyas 
ciudades-estado, grandes potencias comerciales, habían impuesto sus monedas (el florín 
y el ducado) como divisas internacionales. El peso del ducado castellano era ligeramente 
inferior al de la moneda llamada castellano, a la que pretendía sustituir. El castellano o 
dobla había arraigado como medida de peso del oro, hasta el punto de ser denominado 
simplemente peso, aunque su peso no era coherente con la tabla de subdivisiones del 
marco de Castilla para el oro: un marco de ocho onzas, 64 ochavas, 400 tomines y 4800 
granos. Entre las ochavas y los tomines, se insertaba, fuera de proporción, elcastellano, 
que siendo una cincuentava parte del marco se impuso sobre los otros divisores en el uso o 
en el habla común.
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Subdivisión del marco castellano para pesar oro
Marcos Onzas Ochavas Castellanos Tomines Granos Gramos
1 8 64 50 400 4800 230,0 465
1 8 6 + 2 tomines 50 600 28,75
1 0,78 6 + 3 granos 75 3,59
1 8 96 4,6
1 12 0,59
1 0,049
Los gramos están calculados para un marco de 230,0465 gramos (peso oficial en el momento 
de la adopción del sistema métrico decimal)
El nombre «peso» se utilizaba ya en Castilla a finales del siglo xv, pero fue en América 
donde arraigó, evolucionó y se asentó, perviviendo como palabra para designar monedas 
hasta hoy mismo. En el Nuevo Mundo enseguida fue utilizado para denominar a una 
cantidad de oro fino equivalente a lo que había sido el castellano de tiempos de Enrique 
IV e Isabel I, que lo denominó medio excelente (el excelente de las primeras emisiones 
era una moneda ostentosa, de alto contenido áureo, que equivalía a dos castellanos). El 
castellano era una moneda de oro casi puro que pesaba 4,6 gramos. Algunos españoles 
quizá llevaran con ellos monedas de ese tipo, pero en los primeros años en América, 
aunque existía abundancia de oro no existían los medios ni el permiso para acuñarlo, por lo 
que se tomó la costumbre de tratar con oro sin amonedar, en pasta o en polvo, partiendo 
de su peso.
Pero la mayor parte del oro con que se trataba era de inferior y variada calidad. El uso fue 
regularizando el oro en dos tipos principales: el oro fino, similar al monetario, de una ley del 
91,6%, y otro tipo de oro, de poco más del 50%, que se conocía en la Nueva España como 
oro de tepuzque, que venía a significar oro mezclado con cobre u oro bajo, pues la palabra 
tepuzque designaba al cobre, pero también se utilizó para referirse a cosas de baja calidad. 
El peso de buen oro valía 450 maravedís, mientras que el de tepuzque se valoraba en 272 
maravedís, cantidad que coincidía con el valor de la plata contenida en una moneda de ocho 
reales, por lo que a esta pieza se la denominó peso de plata2.
Los nombres de las monedas de oro y plata solían expresarse empezando por el tipo 
de moneda seguido por el valor de la pieza concreta. De este modo, se habla de reales 
sencillos, de a dos, de a cuatro y de a ocho, siendo esta última, real de a ocho, la 
denominación oficial del peso de plata.
El peso de plata
La pieza de ocho reales, múltiplo del real previsto en la pragmática de Medina del Campo, 
con la que los Reyes Católicos reordenaron la moneda castellana en 1497, se empezó a 
acuñar a mediados del siglo xvi, y respondía, casualmente, al patrón monetario en boga en la 
Europa de su tiempo, el del guldengroschen o thaler, acuñado inicialmente en Bohemia y en 
otros estados del sur de Alemania.
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Las monedas acuñadas por la monarquía hispánica en sus cecas americanas conservaron durante 
sus más de tres siglos de vigencia su contenido intrínseco originario, salvo episodios más o 
menos esporádicos de corrupción de determinados funcionarios. Sin embargo, la dinastía 
borbónica procedió a la creación de un subsistema monetario que constaba solamente de 
los valores inferiores (real de a dos, sencillo y medio). Esto no afectó en absoluto a los reales 
de a ocho y de a cuatro, que eran los que más se acuñaban en América. En este momento, la 
denominación «real de a ocho» era ya inexacta, pues, aunque equivalía más o menos a ocho 
piezas de reales sencillos de su misma ley, su valoración era diferente en las piezas de menor ley, 
llamadas provinciales. En la moneda de cuenta, el real de a ocho llegó a valer veinte reales de 
vellón.
Durante esos tres siglos la moneda de plata de los dominios americanos del rey de España 
se convirtió en la divisa internacional por excelencia, en competencia únicamente con ciertas 
variantes del ya mencionado thaler alemán que circulaban por el norte de África en el siglo 
xviii. Los reales de a ocho y de a cuatro se extendieron por todo el planeta hasta llegar a 
China, donde eran muy apreciados por banqueros y comerciantes, ya que su moneda oficial 
había sido siempre fiduciaria, de cobre fundido. La moneda columnaria y, más tarde, la 
de busto, circulaba por el territorio chino, donde recibía las marcas, como si de firmas de 
verificación se tratase, de aquellos mercaderes y financieros que la aceptaban como medio 
de pago. Parte de esta moneda de plata se fundía en lingotes de formas características y 
pesos normalizados, marcados también con signos que respaldaban su calidad3.
En su camino por el mundo, el real de a ocho y sus imitaciones recibieron diversos nombres, 
de los cuales el principal fue, como ya hemos visto, el de peso, que era el que le daban los 
propios españoles. Desde los años treinta del siglo xviii, la palabra peso se acompañaba a 
menudo con dos adjetivos que venían a significar lo mismo: fuerte y duro. Peso fuerte y peso 
duro eran equivalentes a peso de buena plata. En América tuvo más éxito la palabra peso, 
mientras que en España poco a poco se fue conociendo esta moneda como duro, a la vez que 
iba dejando a un lado su condición de múltiplo del real para convertirse en eje de los sistemas 
monetarios europeos coetáneos, como el del franco germinal napoleónico, cuya pieza de 5, base 
posteriormente de la Unión Monetaria Latina, equivalía más o menos al duro español. La onza o 
doblón de a ocho también fue ganando protagonismo sobre las piezas menores, hasta el punto 
de que se encuentra en textos la denominación octavo para referirse al escudo sencillo.
Otros nombres con los que se ha conocido el peso español son piastra, palabra de procedencia 
italiana referida a una pieza delgada de metal (que ha dado nombre a varias monedas), y, en 
menor medida, pataca, nombre de posible ascendencia árabe de una moneda portuguesa. 
La gran popularidad y expansión del primer modelo borbónico, con la imagen de dos globos 
terráqueos flanqueados por las dos columnas de Hércules, le valió también el nombre de 
columnario, que se tradujo o adaptó a otras lenguas: pillar dollar, saeulen piaster, colonnato, etc4.
Partiendo de la documentación peruana consultada por él, Lazo apunta otras denominaciones 
de las piezas de plata. El real de a ocho se llamó también patacón y doble; el de a cuatro, 
medio fuerte, medio duro, medio peso y tostón; el de a dos, dos, peseta y tomín; el real, 
sencillo, media peseta, ochava y tomín; el medio real, realito, y el cuarto de real, cuartillo5.
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Del peso al dólar
El peso fue utilizado como moneda de intercambio por las colonias inglesas 
de Norteamérica, donde no se permitía acuñar moneda, y en toda la zona 
caribeña. Más adelante su patrón fue adoptado como moneda oficial de 
los Estados Unidos de América con el nombre de dólar. Esta denominación, 
dollar, era una de las formas que tenían los anglófonos de referirse a lo 
que también llamaban piece of eight. La palabra tiene su origen en el ya 
mencionado thaler, que evolucionó fonéticamente a talero, tolar, daler, dalar, 
daalder, etc., en otras lenguas europeas y a dollar en inglés. Inicialmente se 
denominó guldengroschen a varias monedas que pretendían reflejar en una pieza de plata (más 
abundante entonces) el valor de otras de oro, como el florín o el ducado. Los guldengroschen 
acuñados en Bohemia con la plata procedente de las minas de Sankt Joachimsthal (valle de 
San Joaquín) se empezaron a llamar joachimsthalers y thalers, y este nombre se generalizó a las 
otras piezas de su modelo, incluido el real de a ocho en los territorios de lengua anglosajona.
El peso novohispano era, pues, la moneda aceptada en todos los territorios americanos, 
independientemente de su nacionalidad. A las trece colonias inglesas que más tarde 
constituirían los Estados Unidos llegaba, ya desde el siglo xvii, directamente desde México, 
pero también desde los territorios caribeños, como fruto del comercio legal o ilegal. Era 
denominadospanish dollar. La colonia de Maryland emitió en 1767 papel moneda con valor en 
dólares, pagadero en chelines y peniques esterlinos6. Tras la independencia, no fue inmediata 
la instauración de una moneda nacional, pero, luego de algunos titubeos (en 1785 se adoptó 
el propio peso como base de su moneda), sería en 1792 cuando se proclamó oficialmente el 
dólar como unidad monetaria de los Estados Unidos, tomando como patrón el peso o real de 
a ocho, pero dividiéndolo en cien centavos, de acuerdo con la tendencia a adoptar el sistema 
métrico decimal ya iniciada en Francia. En 1803 cesó temporalmente la acuñación de dólares 
americanos y se siguió utilizando la moneda española y luego mejicana hasta la reanudación 
definitiva de la emisión en 1836. La moneda mejicana no dejó de circular hasta que, en 1857, 
los Estados Unidos empezaron a fabricar moneda fraccionaria de cobre y níquel.
El signo del peso y del dólar
Existen varias teorías o propuestas acerca de la procedencia del popular signo que 
representa al peso y al dólar, $, una S cruzada verticalmente por una o dos barras7:
• a) se trata de la evolución gráfica de un 8 (reales) cruzado por una o dos rayas 
verticales,
• b) procede de la abreviatura de US, una U y una S superpuestas,
• c) es una representación estilizada de las columnas de Hércules que aparecen 
en las monedas (que serían las barras verticales) y la cinta que las rodea con la 
leyenda PLUS ULTRA (que sería la S),
• d) proviene de la abreviatura escrituraria de la palabra «pesos», que en las cuentas 
se representaba como ps, y que aparece en manuscritos desde 1775, utilizada por 
comerciantes norteamericanos de origen inglés en sus tratos con la Nueva España. 
El signo no se encuentra en impresos hasta ya pasado el 1800.
Moneda de 8 reales del tipo 
llamado columnario 
(siglo XVIII)
 
VER IMAGEN
357
Aunque la teoría relacionada con las columnas de Hércules es la más 
extendida, sobre todo entre quienes prefieren lo ben trovato a lo vero, 
la más plausible es la cuarta propuesta, pues no se trata de una brillante 
ocurrencia, sino el resultado de un estudio realizado a principios del siglo xx 
por Florian Cajori, miembro de la American Mathematical Society y experto 
en historia de la notación matemática, quien observó la evolución en unos 
pocos años de la abreviatura ps en las cuentas manuscritas hasta convertirse 
primero en una p y una s superpuestas y más tarde, especialmente desde 
que aparece impreso, en el signo que conocemos8.
Según Newman (1993), los comerciantes británicos que se trasladaron a la Louisiana y Florida 
tras el cambio de propiedad del territorio en 1764 convirtieron el antiguo signo ps utilizado 
por los españoles para expresar el peso en una ligadura que terminó convirtiéndose en el 
signo actual. La documentación de este proceso comienza más o menos en 1768, y en 1799 se 
documenta el primer signo de dólar ya en su forma completamente evolucionada.
No hay que descartar, sin embargo, otros orígenes paralelos o independientes, pues el signo $ se 
usaba en Portugal (ya en 1544) y Brasil para representar los millares, recibiendo el nombre de cifrão 
(cifra grande). Su origen es aritmético y, aunque coincide con el signo de pesos, no parece posible 
demostrar que ambos tengan un origen común9. Posiblemente los tipógrafos consideraron que el 
signo $, ya existente, se parecía a la nueva abreviatura manuscrita y decidieron utilizarlo.
El duro y la peseta
Quienes hayan convivido algún tiempo con el sistema monetario de la peseta sabrán que, 
oficiosamente, se llamaba duro al conjunto de 5 pesetas y a la moneda (o billete) que lo representaba.
Como sabemos, el duro es anterior a la peseta, pero también la peseta, o por lo menos la 
denominación, es anterior a la peseta, a la unidad del sistema monetario instaurado tras la 
Revolución de 1868 para integrarse en el modelo europeo. Aunque algunos comentaristas 
hacen derivar el término de un diminutivo de peso, si volvemos, nuevamente, a apoyarnos 
en la documentación, encontramos que, al menos desde la guerra de Sucesión de principios 
del siglo xviii, se llamaba pesseta o piececita, en Cataluña, a la muy usada y popular pieza de 
dos reales. La denominación sería el diminutivo del catalán peça (pieza, pronunciado pesa), y 
designaría al múltiplo más pequeño del real10.
La peseta aparece ya en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (edición 
de 1737) como «La pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial, formada en figura 
redonda. Es voz modernamente introducida». Su nombre apareció por primera vez en monedas 
acuñadas en Cataluña durante la etapa napoleónica. Sin embargo, se encuentra raramente en 
la literatura castellana antes de 1868, aunque se observan usos bastante coloquiales. Como 
la peseta de dos reales de plata provincial valía cuatro reales de vellón, y el duro valía veinte 
reales de vellón, reducidos a moneda de cuenta la relación entre ambos (duro nacional, peseta 
provincial) era de cinco a uno. Por tanto, al erigirse la peseta en unidad del sistema, se denominó, 
popularmente, duro a su múltiplo de cinco, que, ahora decimal, seguía teniendo paralelismo con 
la pieza de cinco francos.
Ejemplar de los primeros 
dólares USA emitidos en 
plata
 
VER IMAGEN
358
La plata doble
En los registros de la fragata Mercedes las partidas de moneda de plata 
aparecen consignadas, por lo general, como pesos «en plata doble» o «en 
plata doble de cordoncillo».
Según Manuel Vilaplana, la denominación plata doble se usó en el siglo xvii 
y primer tercio del xviii, pero su significado varió con el tiempo. Inicialmente 
se referiría a los reales de a cuatro y de a ocho, pero a partir de 1718 se 
aplicaría a la plata provincial, de menor valor que la acuñada en América, 
pero de valor doble que los reales de vellón11.
En 180412, en la Península, el término «plata doble» solo aparece referido a uno de los 
ducados de cuenta, el de plata antigua, valorado en casi 21 reales, en tanto que el de plata 
corriente o nueva valía 16 reales y medio, y el de vellón 375 maravedís. La distinción entre 
plata antigua y plata nueva se estableció en 1686; la antigua respondía a una talla de 67 
piezas sencillas por marco (unos tres gramos y medio), y la nueva a 83 y 1/4 piezas (menos 
de tres gramos). A escala de real de a ocho, esto suponía unos cinco gramos de menos. 
Este nuevo peso de 1686 era en 1804 moneda de cuenta (la «plata nueva» se ordenó 
retirar en 1728) y se conoció como peso de 128 cuartos (512 maravedís). Las monedas de 
plata nueva de 1686 se conocen con el apelativo de marías, debido a que en su reverso 
aparecía el monograma de MARIA y una leyenda religiosa o moral. El real de a ocho 
antiguo se llamó desde entonces escudo de plata, para afirmar su superioridad.
Para saber el significado de la plata doble de la carga de la Mercedes deberíamos ir a 
documentos del Perú, ya que allí es donde se embarca y registra la carga. Y allí Carlos Lazo 
nos dice que «la contabilidad de las casas de amonedación agrupó los reales de a ocho y 
de a cuatro bajo una denominación más general al incluirlos dentro del concepto de “pesos 
dobles”. Las suertes restantes, sin más, fueron categorizadas como monedas menudas»; 
estas monedas menudas incluían los reales de a dos, uno, medio y cuarto de real13. Aunque 
Lazo no cita la fuente concreta de su afirmación, que debe de ser abundante y generalizada, 
encontramos la expresión en varios documentos de los que publica al final del segundo 
tomo, de la Casa de Moneda de Lima de finales del siglo xviii14.
Por tanto, creemos que la expresión «plata doble de cordoncillo» se refiere a que la carga 
viene en monedas de 8 reales o pesos y de cuatro reales o medios pesos, aunque parece que 
también se han recuperado algunas piezas de dos reales, quizá pertenecientes a las muestras 
enviadas a la Casa de la Moneda de Madrid. El cordoncillo es el adornoque se labraba en 
el canto de las monedas con una máquina llamada cerrilla o acordonadora, pero el hecho 
de llevar cordoncillo las monedas no es una marca de su valor, pues las había anteriores y 
posteriores a la reordenación de 1772. Lima acuñó con cordoncillo desde 1751 y Potosí desde 
177215. En la práctica, la expresión «moneda de cordoncillo» se opone a «moneda macuquina»; 
esta era la moneda labrada y cortada toscamente, con martillo y tijera, sin ninguna medida que 
impidiera su corte y manipulación después de haber sido acuñada. Eran monedas que corrían 
como lingotes certificados por el cuño del rey, aunque eso no excluía la existencia de fraudes y 
episodios de corrupción, que solo se podían detectar mediante el ensaye de las piezas.
Moneda de 8 reales 
de los conocidos como 
“de escudo y cruz” 
y thaler de Segismundo 
de Tirol
 
VER IMAGEN
359
Sobre el origen del nombre macuquina se ha hablado mucho, sin llegar 
a una conclusión que se pueda dar como definitiva. La Real Academia 
Española no se pronuncia al respecto en su Diccionario. Se le ha hecho 
derivar del árabe y del quechua, esto más probable por cuestiones 
geográficas. También podría relacionarse con el nombre de macuqueros 
que se daba a los mineros más o menos ilegales que intentaban explotar 
las minas abandonadas. En inglés estas monedas se llamaban crude type 
o cobs. Con un sonido parecido, que hace sospechar para ambos términos 
un origen fonético, se llamó macacos y macacas a diferentes piezas en 
diferentes territorios americanos.
Las monedas en 1804
Hasta aquí hemos visto, desde un punto de vista teórico, la historia más o menos 
anecdótica de los nombres de las monedas que podían usarse en 1804. Pero si tomamos 
como guía el Prontuario o razón de todas las monedas de oro, plata, vellón e imaginarias 
de España…, compuesto por un enigmático P. J. M. A. e impreso en 1804 por la viuda de 
Ibarra, encontramos el panorama, bastante confuso a nuestros ojos, que transcribo en 
las tablas adjuntas, de las monedas reales y de cuenta que uno podía encontrarse en el 
mercado de Madrid. Seguramente solo los contables tendrían serios problemas, puesto 
que en el mercado diario, en el de la bolsa de la compra, se hablaría en cuartos, ochavos, 
reales y pesetas (provinciales), con alguna alusión a sus valores en reales de vellón y 
maravedís.
Monedas de oro efectivas corrientes del nuevo cuño
Denominación Pesos* Reales Maravedís Total Reales**
Doblón de a ocho 21 3 26 320
Medio doblón de a ocho 10 9 14 160
Doblón de oro 5 4 24 80
Medio doblón de oro 2 9 30 40
Escudito de oro de nuevo cuño 1 4 32 20
* Las equivalencias en pesos de todas las tablas están expresadas en pesos de 128 cuartos, 
es decir, de 512 mrs (15 rs + 2 mrs) cada peso
** Cada peso de 128 cuartos de la primera columna se multiplica por 15 rs y 2 mrs
Monedas de oro imaginarias
Denominación Pesos Reales
Doblón sencillo 4 60 + 8 mrs
Dobla de oro de cabeza 0 14 + 9 mrs
Moneda macuquina
(obsérvese su tosca 
elaboración)
 
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360
Monedas de plata efectivas
Denominación Pesos Reales Maravedís Total Reales
Peso fuerte 1 4 32 20
Medio peso o escudo de plata 0 10
Peso del año de 1718 1 0 32 16
Medio peso del mismo año 8
Peseta columnaria 5
Real de plata columnario 2 17
Peseta 4
Real de plata 2
Real columnario* 1 8 1/2
Real de vellón** 1
* Este real columnario debe de ser errata por medio real o realito
** El real de vellón ni era una moneda de plata ni era efectiva, pero respetamos la tabla original
Monedas de plata imaginarias
Denominación Reales Maravedís 17avos
Ducado de plata doble o antigua 20 25 15
Ducado de plata nueva o corriente 16 17
Peso de 15 rs y 2 mrs o de 128 cuartos 15 2
Ducado 11 1
Monedas de vellón efectivas
Denominación Maravedís
Pieza de dos cuartos 8
Cuarto 4
Ochavo 2
Maravedí 1
Monedas imaginarias de vellón
Denominación Maravedís
Blanca 1/2
Cornado 1/4
361
Las monedas provinciales
Aparte de las monedas que hemos visto hasta aquí, existían todavía una serie de monedas 
propias de cada reino, que se llamaban provinciales, incluidas las de plata baja y las de vellón 
circulantes en Castilla, de las que ya hemos hablado. Tenían moneda propia los reinos de Aragón, 
Cataluña, Mallorca, Navarra y Valencia. Casi todas eran monedas residuales de acuñaciones de 
reinados anteriores. Solo vamos a nombrarlas de manera concisa, siguiendo el Prontuario de 
monedas publicado en 1804. En los cuatro reinos de la Corona de Aragón circulaban también las 
monedas de vellón castellanas, pero en Navarra solo circulaba la suya propia.
El sistema de cuenta en Navarra era muy semejante al castellano: reales, pesetas y ducados, 
y tenía, además, su propio maravedí, que era moneda efectiva de cobre y valía casi dos 
maravedís de vellón del sistema general. La mitad de su maravedí era el cornado, que 
también era moneda efectiva, de origen medieval. Del antiguo sistema monetario de la libra 
quedaba un vestigio nominal a través del sueldo, como llamaban al real de vellón. También 
existían, dentro de los divisores, el gros y la tarja.
En toda la Corona de Aragón se utilizaba la libra como unidad de cuenta desde la Edad Media. 
La libra ponderal había sido creada, o normalizada, nada menos que por Carlomagno, dividida en 
20 sueldos; cada sueldo tenía, a su vez, 12 dineros, que también fueron monedas. En 1804 la libra 
equivalía a casi 19 reales de vellón en Aragón, casi 11 en Cataluña, poco más de 15 en Valencia y 
algo más de 13 en Mallorca (Baleares). En Aragón propiamente dicho eran piezas efectivas el dinero, 
que valía dos maravedís de vellón, la tresena, de tres dineros, y la sisena, de seis. En Cataluña, 
Mallorca y Valencia corrían dineros (en Cataluña, llamados ardites) con un valor entre el maravedí y 
los dos maravedís, y algunos múltiplos del dinero, nombrados como tales: dobler, treseta, sisén.
 
1 (Muñoz, 1976: passim; León-Portilla, 1976: 9 y s; Canudas, 2005: 748).
2 (Orozco, 1854: 6 y ss).
3 (Bátiz ,1976: 18).
4 (Bátiz, 1976: 14).
5 (Lazo, 1992, t. ii, 138).
6 (Newman, 1986; Romano, 1998: 93-94).
7 (Moreno, 1965).
8 (Cajori, 1912: 521-530; 1913: 848-850; 1929: 15 y ss).
9 (Cajori ,1928: 63).
10 (Crusafont; Balaguer, 1993).
11 (Vilaplana, 1997: 167 y ss).
12 (Prontuario)
13 (Lazo,1992: t. ii, 138).
14 (Lazo, 1992: t. ii, 360 y ss).
15 (Lazo, 1992: t. ii, 148).

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