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Józef Szykulski 13
Para todos los que se interesan por la arqueología, etnología e historia de Améri-
ca del Sur, el territorio de la República del Perú, sobre todo, su faja costera y el 
poderoso macizo de los Andes ocupan una posición excepcional dentro de todo el 
continente. Es precisamente aquí donde se desarrollaron las más famosas y mo-
numentales culturas y civilizaciones de la parte meridional del Nuevo Mundo. En 
el Perú actual se observa también la mayor –de toda la América del Sur– intensifi-
cación de las investigaciones arqueológicas, etnológicas y etnohistóricas, las cua-
les se iniciaron ya en el siglo XVIII con los trabajos de Don Baltazar Martínez de 
Compañón y Bujanda (1785), continuaron, sin interrupción alguna, a lo largo de 
los siglos XIX y XX y siguen desarrollándose hasta la fecha (cf. Bibliografía)1.
Sin negar los grandes éxitos de la arqueología y etnología peruana que, entre 
otros, se manifiestan en algunos espectaculares descubrimientos de las últimas 
décadas (Sicán, Sipán, Caral etc.), tenemos que constatar que la intensificación 
de los trabajos arqueológicos, así como, naturalmente, la cantidad de los datos 
científicos disponibles están desigualmente distribuidas en el territorio del país. 
Podemos observar que, hasta la fecha, la mayoría de los trabajos de investigación 
1 Las primeras informaciones sobre algunos monumentos prehispánicos, así como también so-
bre las costumbres funerarias del Perú precolombino aparecen ya en la crónica del Pedro Cie-
za de León (1553). Sin embargo, es la persona de Miguel Feijoo quien es reconocido como el 
precursor de los trabajos arqueológicos en el territorio peruano. En 1765 Feijoo realizó exca-
vaciones en el sitio denominado Huaca de Tantalluc, en el actual Dep. de Cajamarca (Jiménez 
Villalba 1996: 125). Algunos años después, el obispo de Trujillo Don Baltazar Martínez de 
Compañón y Bujanda llevó a cabo investigaciones en las ruinas de Chan Chan, cerca del Tru-
jillo (Jiménez Villalba 1996: 128). Entre los investigadores del siglo XIX hay que mencionar a 
Mariano Eduardo de Rivero y a Johan von Tschudi que en 1851 publicaron en Viena (Austria) 
un trabajo titulado Antiguedades peruanas. Posteriormente, es decir, en 1864 el investigador 
norteamericano E. George Squier realizó excavaciones en Pachacamac, analizando también 
los contextos estratigráficos. Entre otros importantes investigadores del siglo XIX son de 
mencionar Middendorf, Markham, Wiener y Raimondi. El Alemán Max Uhle (1856 – 1944), 
quien forjó los fundamentos de la cronología del desarrollo cultural en los Andes Centrales, 
fue declarado padre de la arqueología moderna en el Perú. Sus trabajos fueron continuados 
por Julio César Tello y John Rowe que hicieron importantes aportes al conocimiento del pa-
sado del territorio peruano.
INTRODUCCIÓN
14 Prehistoria del Perú Sur
se concentraron principalmente en la parte norte, central y sur de la costa y la sie-
rra peruanas, incluyendo en este ámbito también el extenso anillo circunlacustre 
del Titicaca en el Altiplano andino, es decir, las regiones donde aparece la mayor 
–en todo el continente suramericano– cantidad de los sitios arqueológicos con ar-
quitectura monumental. Mencionemos, por ejemplo, importantes centros de la ci-
vilización precolombina: Chavín de Huántar, Cerro Sechín, Túcume, Chan Chán, 
Pachacamac, Tiahuanaco y, naturalmente, las más conocidas de todas, famosas 
ruinas de Machu Picchu, en el valle del Urubamba, cerca de la ciudad de Cuzco, 
la antigua capital del Imperio incaico.
La existencia de tales evidencias de arquitectura monumental en los terrenos 
mencionados causó que los investigadores esperaran otros descubrimientos ar-
queológicos importantes, o por lo menos lo suficientemente sensacionales para la 
prensa, exactamente en los mismos lugares. Por este motivo, la zona más sureña 
del territorio peruano, denominada Costa Extremo Sur, despertaba menor interés 
de los arqueólogos y etnólogos que otras regiones del país.
Ni siquiera algunos importantes trabajos arqueológicos, emprendidos en la 
parte meridional del país ya en las primeras décadas del siglo XX, lograron cam-
biar esta clara desproporción, tan evidente en la literatura científica, entre el esta-
do de la investigación del pasado de la Costa Extremo Sur y de la prehistoria de 
otros terrenos localizados más al norte del Perú. Esta situación se debe al hecho 
de que la mayoría de las investigaciones realizadas en la Costa Extremo Sur hasta 
la fecha tenían carácter de trabajos de emergencia. Aparte de esto, la gran parte 
de los materiales recuperados en el transcurso de estos trabajos nunca fueron di-
vulgados o lo fueron sólo en forma de cortos comunicados o informes, con muy 
limitada documentación gráfica. Se observa también la falta de publicaciones 
sintéticas que abarquen toda la prehistoria de la zona o por lo menos algunas de 
sus etapas2.
Ante esta falta de investigaciones multidisciplinares y sistemáticas, las cre-
cientes necesidades de la didáctica universitaria, así como también ante el fuerte 
interés de la sociedad arequipeña por conocer el pasado de su región, la Univer-
sidad Católica de Santa María de Arequipa, con el apoyo de los investigadores de 
Alemania y Polonia, en febrero de 1993, emprendió un proyecto arqueológico-
etnohistórico denominado “Proyecto Churajón”. Las labores del proyecto se con-
centraron en el conjunto prehispánico Churajón, localizado en la cuenca del río 
Tambo, al Sureste de la ciudad de Arequipa.
2 A partir de los años noventa del siglo XX, se pueden observar algunos cambios en esta mate-
ria. Las publicaciones de resultados de los proyectos internacionales: Contisuyu (a partir de 
1985), Churajón (1993-2002), Condesuyos (a partir de 1996), Qhapaq Ñan (a partir de 2004) 
y Tambo (iniciado en abril de 2008 como parte del Séptimo Programa Marco, Acciones Marie 
Curie de la Comunidad Europea) sucesivamente modifican nuestro conocimiento del pasado 
de esta importante región de los Andes Centrales.
Józef Szykulski 15
Aparte de los trabajos en la cuenca del río, se realizaron recorridos siste-
máticos de reconocimiento arqueológico y pozos de sondeo en algunos sitios 
prehispánicos localizados en las cuencas de los ríos Majes y Osmore, en el Valle 
del Colca, en la faja litoral entre los puertos de Matarani e Ilo, como también en 
la zona circunlacustre del lago Salinas. 
Los datos recuperados por los equipos del Proyecto Churajón permiten pre-
sentar una visión–nueva y diferente en comparación con la elaborada a base de 
los resultados de investigaciones anteriores– del desarrollo cultural de las socie-
dades prehispánicas en los territorios de la Costa Extremo Sur, una extensa región 
delimitada al Norte por la cuenca del río Chala y al Sur por la frontera entre Perú 
y Chile (Bennett, Bird 1949; Vescelius 1960).
El presente trabajo es la primera publicación exhaustiva, disponible en 
castellano, dedicada a la arqueología de la Costa Extremo Sur. La obra cons-
tituye una versión ampliada y actualizada del libro publicado en polaco por el 
autor en 2005, en Wroclaw-Polonia (Wydawnictwo Uniwersytetu Wroclaws-
kiego), bajo el título de “Pradzieje południowego Peru”. Rozwój kulturowy 
Costa Extremo Sur. El trabajo contiene una notable cantidad de materiales ar-
queológicos, nunca o sólo parcialmente publicados hasta la fecha, procedentes 
de excavaciones antiguas, como también (en su mayoría) de las investigacio-
nes realizadas en el marco del mencionado Proyecto Churajón.
Para conseguir la máxima exactitud y claridad en la exposición de las ideas, 
el autor ha recurrido a distintas nociones y conceptos propios de la nomenclatura 
arqueológica internacional. Así, en el libro aparecen los términos: “cultura ar-
queológica”, “estilo cerámico” y “espacio cultural”. El primero, muy común en 
la arqueología europea, funciona como término técnico que abarca artefactos y 
conceptos (formas arquitectónicas de viviendas, distribución de necrópolis, cen-
tros ceremoniales,etc.) vinculados a un período y a un lugar determinados, por 
ejemplo: cultura Chuquibamba, cultura Chiribaya o cultura Churajón. Mientras 
tanto, el concepto de ‘estilo cerámico’ sirve para describir el material cerámico 
cuyos rasgos estilísticos, formales o tecnológicos están bien individualizados, 
por ejemplo: estilo Churajón, estilo Mollo, estilo Kollawa, etc. La última de las 
nociones mencionadas, la de ‘espacio cultural’, se refiere a un área propia de una 
cultura arqueológica, por ejemplo: espacio cultural Chuquibamba, espacio cultu-
ral Mollo o espacio cultural Estuquiña.
El autor de la obra –director del Proyecto Churajón– agradece la colabo-
ración de todos los miembros del equipo que realizó los trabajos de campo y 
gabinete3, como también de todas las instituciones y personas particulares, las 
3 El cargo de co-director del Proyecto Churajón lo ejerció el Dr. Augusto Belan Franco, docen-
te de la Universidad Católica de Santa María. Los profesores Dr. Máximo Neira Avendaño 
(arqueología) y Dr. Guillermo Galdós Rodríguez (etnohistoria) fueron asesores científicos. 
16 Prehistoria del Perú Sur
cuales apoyaron la realización de los trabajos de investigación (Fig. 1). Apro-
vechamos la oportunidad para expresar nuestra profunda gratitud a los ilustrí-
simos señores rectores de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, 
Dr. Luís Carpio Ascuña y Dr. Julio Paredes Núñez, al Jefe de Protocolo de la 
misma Universidad, Dr. Luis Dávila Fernán Zegarra, así como también a todos 
los miembros del cuerpo científico, egresados y estudiantes de la digna Alma 
Mater arequipeña.
Expresamos también nuestro agradecimiento a todas las autoridades del 
Instituto Nacional de Cultura en Lima y sus representantes en Arequipa por su 
apoyo y la rápida gestión de los trámites de autorización del proyecto. Asimis-
mo, queremos agradecer a la Municipalidad de Arequipa, al Servicio Alemán 
de Intercambio Universitario (Deutscher Akademischer Austauschdienst) y a la 
Mancomunidad Alemana para la Investigación Científica (Deutsche Forschungs-
gemeinschaft), por el financiamiento de una parte de las excavaciones.
Por el apoyo en las investigaciones y la publicación de sus resultados queda-
mos en eterna e inestimable deuda con los lamentablemente fallecidos Doctores 
Guillermo Galdós Rodríguez (2000) y Máximo Neira Avendaño (2009) de la Uni-
versidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Asimismo, agradecemos su apoyo 
a los Profesores Jerzy Piekalski y Jan Michał Burdukiewicz de la Universidad de 
Wroclaw, los Profesores Bogusław Gediga y Zygmunt Krzak del Instituto de Ar-
queología de la Academia de Ciencias de Polonia, el Prof. Karol Piasecki de la Uni-
versidad de Szczecin (Polonia), los Profesores Berthold Riese, Sabine Dedenbach-
Salazar y el Dr. Albert Meyers de la Universidad de Bonn (Alemania), los Doctores 
Enrique Bautista Quijano, Arturo Cifuentes e ingeniera Patricia Hernández de la 
Universidad Central en Bogotá (Colombia), como también a las señoras Teresa 
Demidziuk, dibujante del Museo Arqueológico de Wroclaw (Polonia) y Nicole 
Lenkow, dibujante del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw.
Igualmente, dedicamos palabras de reconocimiento a los estudiantes de ar-
queología y antropología fisica de las Universidades de Wroclaw y Varsovia, 
los cuales en la temporada de 1995 participaron en los trabajos arqueológicos 
en Churajón: K. Karasiewicz, K. Piotrowska, W. Więckowski, B. Woźniak, S. 
Górka, R. Faron.
El cargo de coordinadores de trabajos de campo lo cumplieron (a partir de 1997): Lic. Luis 
Díaz Rodríguez, Lic. María del Carmen Cárdenas Sumida y Lic. Richard Ochoa Peña. En el 
transcurso del proyecto, en los trabajos de campo y de gabinete participaron además varios 
egresados y estudiantes de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, entre ellos: 
Paul Álvarez Zeballos, Jaime Andrade Sonco, Lezly Arana Chávez, Gabriela Cervantes, Gon-
zalo Presbítero Rodríguez, Nelson Ramos Rosales, Ricardo Salas Miranda, Elías Zanabria 
Ruiz, Fernando Sosa, Belkins Pacheco. En las excavaciones de las temporadas de 1994 y 
1995 participó también Lic. José Espada Belmonte, egresado de la Universidad Complutense 
de Madrid.
Józef Szykulski 17
Por lo demás, a los habitantes de los caseríos Tasata y Paranay del valle del 
Corabaya-Tasata agradecemos la colaboración en los trabajos de excavación, así 
como la hospitalidad y la cálida acogida del equipo arqueológico durante todos 
los años del trabajo en Churajón:
¡Muchas gracias!
Arequipa, noviembre de 2009 
Fig. 1. Churajón-Paranay 1995; Miembros del equipo del Proyecto Churajón
18 Prehistoria del Perú Sur
El objetivo del presente trabajo es caracterizar las etapas del desarrollo cultural 
en el extremo sur del Perú actual, en el orden cronológico: desde las primeras, 
las más antiguas evidencias de la presencia humana en la zona hasta el principio 
de la Época Colonial. Al mismo tiempo, se intenta definir – desde el prisma de 
la investigación compleja y multidisciplinaria, realizada en los años 1993-2002 
por el Proyecto Churajón– el rol de los Valles Occidentales y la faja costera en la 
interacción cultural entre las sociedades de diferentes regiones; tanto en la escala 
micro- como también en la macro-regional.
 Caracterizando las etapas del desarrollo de las sociedades prehispánicas en el 
territorio de la Costa Extremo Sur, nos basamos en un simple y comúnmente usado 
esquema cronológico que supone la existencia de dos épocas en la prehistoria del 
Nuevo Mundo: Precerámica y Cerámica. Naturalmente, ambos términos (“Época 
Precerámica” y “Época Cerámica”) son imprecisos, sin embargo, tenemos que 
aceptarlos a falta de otros, más adecuados y exactos.
 Esta imprecisión terminológica se manifiesta, entre otros, en el hecho de 
que, desde el punto de vista lógico, la falta o la presencia de la cerámica deberían 
caracterizar diferentes etapas del desarrollo de las sociedades. Al mismo tiempo, 
la sola aparición de la cerámica debería constituir un momento crucial y excep-
cional, una ‘revolución cultural’, un cambio importante en el modo de vida y la 
estructura de la sociedad. Sin embargo, este modelo teórico del desarrollo cultural 
de las sociedades precolombinas no concuerda con los materiales registrados en 
la misma Costa Extremo Sur, ni con estos encontrados en otras partes del ámbito 
de los Andes Centrales.
 Hay que recordar que tanto la agricultura, arquitectura monumental, escultura 
y textilería como también la metalurgia iban apareciendo en varias regiones de los 
Andes Centrales ya en etapa tardía de la Época Precerámica. Por eso, la sucesiva 
introducción de la cerámica en estas regiones no fue vinculada con cambios violen-
tos (revolucionarios) ni marcó algún momento crucial en la vida de las sociedades. 
En este sentido, no se puede hablar aquí de ninguna “revolución neolítica”, sino 
de una sucesiva evolución cuyos límites no pueden ser claramente definidos.
CapíTUlO I
Contenido y fundamentos de cronología
Józef Szykulski 19
1. Época precerámica
Las investigaciones sobre la época que antecede a la aparición de la cerámica, 
así como las pruebas de su periodización se iniciaron en el Perú ya en las pri-
meras décadas del siglo XX con los trabajos de Max Uhle (1919, 1956), Charles 
Barrington Brown (1926) y Heinrich Ubbelohde-Döring (1959, 1966). Los prime-
ros estudios de carácter más sistemático datan de los años cuarenta del siglo XX 
y fueron realizados por Junius Bird en los valles de Chicama y Virú, localizados 
en la costa norte del Perú.
Fueron precisamente las excavaciones del proyecto “Valle de Virú”, financia-
das por el Institute for Andean Research de Estados Unidos, las que permitieron, 
por primera vez en la zona, documentar los estratos culturales con el material 
lítico –en su mayoría artefactos de cantos rodados– que no contenían ningunas 
evidencias de cerámica. La publicación de estos materiales (Bird 1948) inició 
una larga serie de investigaciones intensas sobrela etapa más remota de la pre-
historia del Nuevo Mundo. El mismo hecho estimuló también la discusión sobre 
la periodización interna de la Época Precerámica, entregando nuevos y valiosos 
aportes a esta problemática. Sin embargo, es de constatar que hasta hoy tanto para 
el Perú como también para otras regiones del Nuevo Mundo, no se logró elaborar 
una terminología –aceptada por la mayoría de los investigadores– que dividiera la 
época en diferentes etapas desde el poblamiento de ambos continentes americanos 
hasta la aparición de primeras evidencias cerámicas.
Así, los investigadores norteamericanos Gordon Willey y Philip Phillips divi-
dieron el período que antecede a la aparición de la cerámica en dos fases: lithic 
stage y archaic stage. La primera de las mencionadas, lithic stage, corresponde 
al fin del Pleistoceno y principio del Holoceno. Se caracteriza por la presencia de 
específicas industrias líticas, divididas en (probablemente) más tempranas, con 
artefactos similares a las piezas típicas del Paleolítico Inferior europeo (chopper, 
chopping-tool y diferentes núcleos) y tardías, con puntas foliáceas y otros artefactos 
con retoque bifacial. La segunda fase, denominada archaic stage, se relaciona con 
el Holoceno y se caracteriza no tanto por los tipos de artefactos, sino más bien por 
la presencia de las evidencias que sugieren un importante cambio en el modo de 
vida, es decir, una lenta conversión de la economía de subsistencia, basada en la 
caza, hacia una economía apoyada en la intensa recolección de plantas, agricultura 
incipiente y pastoreo (cf. Willey, Phillips 1958).
El arqueólogo peruano Luís Lumbreras denomina el período que corresponde 
a archaic stage de Willey y Phillips con su equivalente castellano: ‘Arcaico’ (Lum-
breras 1969:27), que actualmente funciona en la periodización elaborada para la 
prehistoria de México.
Otro modelo de la periodización del pasado de América del Sur fue elabo-
rado por el investigador argentino Juan Schobinger (1969:18-20) quien dividió la 
20 Prehistoria del Perú Sur
Época Precerámica en: Paleolítico, Epipaleolítico y Protoneolítico. El concepto 
de Schobinger –fundamentado en el criterio material y propio de la arqueología 
europea (Paleolítico, Mesolítico, Neolítico)– parecía poco adecuado para el estu-
dio de la arqueología del Nuevo Mundo y fue rechazado por la mayoría de los 
investigadores.
Los primeros intentos de elaborar una secuencia cronológica de artefactos 
líticos tuvieron lugar ya en los años cincuenta del siglo XX. En 1958, Augusto 
Cardich realizó excavaciones en la cueva de Lauricocha, departamento Huánuco, 
durante las cuales recuperó el material lítico denominado por el investigador como 
‘Complejo Lauricocha’. En el transcurso de los trabajos, el investigador identificó, 
dentro de este Complejo, tres estratos culturales con su correspondiente material 
lítico (Lauricocha I – Lauricocha III). Dentro del estrato más profundo, Lauri-
cocha I, se documentó material orgánico procedente de carbón vegetal y huesos 
quemados. Este material arrojó una fecha 14C de 9525+/-250 BP (Cardich 1958, 
1964-1966).
En base a estos descubrimientos y otros trabajos realizados posteriormente 
en la zona andina, en los años sesenta del siglo XX, fue elaborada otra secuencia 
cronológica en la cual la Época Precerámica estuvo dividida en cuatro horizontes 
(cf. Lanning, Hammel 1961). Según este concepto, el horizonte más antiguo, paleo-
indian horizon, se caracteriza por puntas de proyectil con acanaladura (fluted) tipo 
“cola de pescado”, documentados en el sitio El Inga, al norte de Ecuador (Bell 
1960, 1974). Los otros tres horizontes corresponden a la secuencia documentada 
anteriormente en la cueva Lauricocha (Huánuco).
El investigador Edward Lanning, apoyándose en los resultados de sus trabajos 
en Ancón y Chillón en la costa central (Lanning 1963: 360-371; 1965: 68-76; 1967), 
propuso ciertas modificaciones en este esquema, dividiendo la Época Precerámica 
en seis períodos (períodos: I – VI). Su propuesta aparece en algunas publicaciones 
científicas hasta la fecha. Vale la pena mencionar que Lanning, al analizar los 
materiales líticos de la costa central del Perú, constató semejanzas con los mate-
riales de la sierra. Esto le sirvió de fundamento para formular una controvertida 
hipótesis de la trashumancia, según la cual, en la Época Precerámica, existía una 
periódica –relacionada con los tiempos de la sequía– migración de los cazadores-
recolectores entre la sierra y la costa.
Otra secuencia cronológica de la época antecedente a las primeras evidencias 
cerámicas en el territorio peruano fue elaborada en los años 1969-1972 por los 
investigadores que realizaron una serie de estudios en los sitios precerámicos de 
la región de Ayacucho, localizada en los Andes Centrales del Perú. Según ellos, 
existieron siete períodos (períodos 1–7) caracterizados por la presencia de inven-
tarios líticos, específicos de cada uno de ellos. La secuencia abarca un amplio 
lapso de tiempo comprendido entre 20.000 a. C. y 1750 a. C. (MacNeish, Vierra, 
Nelken-Terner, Phagan 1980) y fue respaldada por más que 60 dataciones por 
Józef Szykulski 21
14C, que hasta hoy constituyen la más numerosa serie de fechas radiocarbónicas 
hechas para la Época Precerámica; razón por la cual, el esquema elaborado a base 
de los materiales de Ayacucho es el más común en las publicaciones científicas (cf. 
Tab. 1). No obstante, hay que tener en cuenta que obviamente carece de carácter 
universal.
Para concluir, vale la pena subrayar que los esquemas aquí presentados (en 
su mayoría basados en las secuencias de diferentes formas líticas) no pueden ser 
aplicados a todas las regiones del Perú y existe la necesidad de elaborar varias 
secuencias del desarrollo de las industrias líticas separadamente, para cada área 
del país. Eso se debe a la gran dispersión geográfica de las industrias líticas y 
variadas condiciones ambientales (topográficas y climáticas), así como al hecho 
de que existen enormes diferencias entre fechas radiocarbónicas obtenidas para 
materiales procedentes de diversas zonas. La escala del problema demuestra bien 
el controvertido esfuerzo de comparar los materiales líticos excavados por John 
Rick en la cueva de Pachamachay (localizada al Oeste de la cueva Junín) con los 
artefactos que formaron base de la secuencia de Ayacucho (cf. Rick 1980, Mac-
Neish 1980).
2. Época Cerámica
Actualmente, la Época Cerámica en el Perú se la suele dividir según la secuencia 
cronológica elaborada por John Rowe y presentada por él en 1960 durante el Con-
greso de las Ciencias Arqueológicas y Antropológicas en Filadelfia/EE.UU. (Rowe 
1960, 1962). La secuencia de Rowe reemplazó a otros, más antiguos y subjetivos, 
esquemas cronológicos, que –excepto el concepto creado por Larco Hoyle (cf. Tab. 
2)– se referían únicamente al desarrollo cultural en el valle de Virú, ubicado en la 
costa norte del Perú (Strong, Evans 1952)4.
El esquema de Rowe divide la Época Cerámica en las siguientes etapas: Período 
Inicial, Horizonte Temprano, Período Intermedio Temprano, Horizonte Medio, 
Período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, donde el término “horizonte” (p. 
ej. Horizonte Temprano – Chavinoide; Horizonte Tardío –Inca) indica la fase de 
la integración (unificación) cultural, la cual se manifiesta ante todo en la cierta 
homogenización estilística de los restos muebles e inmuebles, algunas veces proce-
dentes de las regiones muy alejadas. Al mismo tiempo, el término “período” (p. ej. 
4 Se trata de las secuencias elaboradas por W. Bennett y J. Bird (1949), G. H. Bushell (1956), 
J. A. Mason (1957) como también por otros investigadores. Todos ellos usan el controvertido 
esquema de las épocas del desarrollo, consistente en la sucesión de las etapas marcadas por 
distintos grados del desarrollo cultural de las sociedades (cf. Willey 1971: 83). Un análisis y 
una crítica de la mayoría de estos esquemas fueron presentados en el trabajo de E. Lanning 
Perubefore the Incas (1967).
22 Prehistoria del Perú Sur
años
a.C.
perío-
do
Sequencia
ayacucho
Épocas 
geológicas lanning (1963)
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
9000
10000
11000
12000
13000
14000
7 CachiMedio y Tardìo
HOLOCENO
PLEISTOCENO 
Período VI 
Pampa, Playa
Hermosa, Gaviota
6
Cachi Temprano
Chihua Medio
y Tardío
Período V
Corbina, Encanto
5
Chihua Temprano
Piki
Período IV
Luz, Canario
4 Jaywa Período IIIArenal, Lauricocha I
3 Puente Período IISin puntas foliáceas
2
Huanta “unnamed”
Ayacucho
Período I
(Unifaciales,
bifaciales)
1 Pacaicasa
(Pikimachay)
Tabla 1. Cronologia de la época precerámica según McNeish, Patterson, Browmann 
(1975) y Lanning (1963, 1967) La presencia de los morteros en los materiales del período 
5 (McNeish et al. 1975) indica la intensificación de la recolección y la elaboración de 
las plantas, sugierendo el inicio de la agricultura; “arcaic stage” según: Willey, Phillips 
1958.
$ $ $$
Józef Szykulski 23
Período Intermedio Temprano o Período Intermedio Tardío) se refiere a momentos 
de desintegración (descomposición) cultural cuando en cada región o valle apare-
cen diferentes materiales arqueológicos propios sólo de esta área. Cada una de las 
etapas distinguidas por Rowe abarca un delimitado lapso de tiempo cuyo inicio y 
fin están marcados por importantes cambios culturales ocurridos en la costa sur del 
Perú. Así, la ubicación de todas las culturas arqueológicas dentro de las unidades 
del esquema depende de su posición cronológica y no del, problemático y poco 
preciso, criterio de nivel de desarrollo cultural (Tab. 2).
Una cierta excepción dentro de este simple esquema representa el Período 
Inicial situado entre la Época Cerámica y Precerámica. En oposición al concepto 
anterior de Rowe, la mayoría de los investigadores postulan que la fecha de inicio 
de este período es diferente según la región geográfica. Es decir, este importante 
momento histórico está demarcado por las más antiguas evidencias de cerámica 
registradas en cada región del territorio peruano5.
Naturalmente, en el caso de las investigaciones sobre el desarrollo cultural de 
la Costa Extremo Sur es necesario hacer algunas modificaciones en el esquema 
cronológico propuesto por John Rowe. Esta necesidad de la modificación resulta 
del hecho que en todo el extremo sur del Perú, en el lapso de tiempo desde la apari-
ción de las primeras evidencias de la cerámica hasta la expansión de la civilización 
Huari-Tiahuanaco (Wari/Tiawanaku), domina la cerámica de carácter temprano 
(inicial) y faltan las evidencias características del Horizonte Temprano o Período 
Intermedio Temprano. Por eso, esta parte de la Época Cerámica que antecede al 
Horizonte Medio en la Costa Extremo Sur se la describe con el nombre de Período 
Formativo, término muy común en toda la arqueología del Nuevo Mundo (cf. 
Willey, Phillips 1958; Bischof 1979: 335-337)6.
Así, la secuencia cronológica para la Costa Extremo Sur abarca los siguientes 
períodos: Formativo, Horizonte Medio, Período Intermedio Tardío y Horizonte 
Tardío. Aparte de esto, el alcance cronológico del presente trabajo nos hizo incluir 
en este esquema la primera etapa del Período Colonial, definida como Período de 
Transición (Szykulski 1998, 2000). Se trata de un lapso del tiempo desde la llegada 
de los conquistadores hasta las llamadas reducciones toledanas realizadas por el 
virrey Francisco de Toledo quien gobernó el Perú entre 1569 y 1581.
5 La mayoría de los investigadores aceptan que el fin del Período Inicial coincide con la apari-
ción de las más antiguas evidencias del fenómeno chavinoide cuyo nombre proviene del sitio 
epónimo Chavín de Huántar situado en las estribaciones orientales de la Cordillera Blanca. 
En lo que concierne a su inicio, antes postulaban que se sitúa al principio del segundo milenio 
antes de Cristo (Willey 1971; Rowe 1974; Kaulicke 1981), sin embargo, algunos materiales 
de la costa norte del Perú, como también la verificación de las fechas de 14C calibradas indican 
que hay que ubicarlo entre los milenios tercero y segundo a. C.
6 Según el concepto de algunos investigadores (cf. Lumbreras 1974: 50), dentro del Formativo 
del Perú se distingue: Formativo Inferior (Período Inicial), Formativo Medio (Horizonte Tem-
prano) y Formativo Superior (Período Intermedio Temprano); cf. Tab. 2.
24 Prehistoria del Perú Sur
año Costa Extremo Sur Rowe (1960, 1962) larca Hoyle (1966)
1532 
1400
1200
1000
800
600
400
200
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
1600
1800
2000
2200
2400
Colonial Colonial Colonial
Horizonte Tardío Horizonte Tardío Época Imperial
Período Intermedio 
Tardío Período Intermedio Tardío Época Fusional
Horizonte Medio
Formativo
Horizonte Medio
Época Auge
Período Intermedio Temprano
Horizonte Temprano
Época Evolutiva
Período Inicial
Época Inicial
Época Precerámica
Época Precerámica Época Precerámica
Tabla 2. Modificada para la región de la Costa Extremo Sur cronología de la época cerá-
mica en comparación con el esquema cronológico de Rowe (1960, 1962) y Larco Hoyle 
(1966).
$ $
Józef Szykulski 25
El término “Período de Transición” funciona fuera del clásico esquema de 
Rowe, o más bien, extiende sus límites. Vale la pena mencionar aquí que los 
autores de varias publicaciones sobre la arqueología de otras partes del territorio 
peruano, incluyendo la misma “zona materna” del esquema mencionado, es decir, 
la propia costa sur del Perú, también subrayan la necesidad de las modificaciones 
en la periodización propuesta por Rowe (cf. Menzel 1977; Reindel, Isla, Kosch-
mieder 1999: 316).
26 Prehistoria del Perú Sur
La cordillera de los Andes, la más larga y poderosa cadena montañosa de la Tierra 
junto con la faja costera del Pacífico forman una específica región geográfico-
cultural, la denominada Región Andina. La misma etimología del nombre de la 
cordillera aún no está satisfactoriamente aclarada. El famoso cronista de la Época 
Colonial, Inca Garcilaso de la Vega, sugiere que la palabra “Andes” está relacionada 
con el vocablo “anta”que en el idioma quechua significa “cobre”. Otra posibilidad 
es que el sinónimo Andes proviene del nombre de una de las provincias del imperio 
incaico, localizada en el antiguo Antisuyo (Antisuyu):
Llamaron a la parte del oriente Antisuyo por una provincia llamada Anti que 
está al oriente, por la cual también llaman Anti a toda aquella gran cordillera 
de sierra nevada que pasa al oriente del Perú, por dar a entender que está 
al oriente
(Garcilaso 1942, T. I, Libro 2, Cap. XI: 95)
La Región Andina se extiende desde la costa caribeña de Venezuela (aprox. 
11º de latitud norte) hasta el estrecho de Magallanes (aprox. 55º de latitud sur) en 
la parte austral del continente. Desde el punto de vista de la geología, el mismo 
macizo de las montañas es relativamente joven. Su formación se inició con la 
subducción mesozoica -en los períodos Jurásico y Cretácico- y terminó definiti-
vamente a finales del Terciario, es decir en el Plioceno. En este período se formó 
también la extensa altiplanicie andina de Perú y Bolivia, de una superficie de más 
de 200.000 km2, con los lagos endorreicos Titicaca y Poopó. Ambos lagos cons-
tituyeron, probablemente, parte del extinto lago Ballivián que ocupaba esta área 
en el Pleistoceno inferior.
La Región Andina –a causa de su enorme extensión geográfica de más de 8,5 
mil kilómetros, la gran variedad de zonas climáticas y la multitud de ecosistemas– 
desde tiempos muy remotos constituía una de las áreas más importantes donde 
se desarrollaron las sociedades precolombinas de América del Sur. Representaba 
también, posiblemente, uno de los principales ejes migratorios del continente, 
CapíTUlO II
Costa Extremo Sur en el contexto de la 
división geográfico-cultural de los Andes
Józef Szykulski 27
desde el momento de la aparición de los primeros grupos de cazadores-recolectores 
hasta los tiempos modernos.
Según la propuesta de Wendell C. Bennett, dentro del ÁreaAndina podemos 
distinguir tres grandes, distribuidos latitudinalmente, ámbitos geográfico-culturales 
denominados: Andes Septentrionales (que abarcan los terrenos de Ecuador, Colom-
bia y Venezuela), Andes Centrales (que ocupan el territorio del Perú y Bolivia 
occidental) y Andes Meridionales (localizadas en Chile y Argentina).
Los Andes Centrales se dividen en dos zonas principales, es decir, la sierra y la 
costa. La zona de la sierra abarca las llamadas: Sierra Norte, Sierra Central, Sierra 
Sur y el Altiplano. El territorio de la costa de los Andes Centrales comprende la 
Costa Norte, Costa Central, Costa Sur y, el área de nuestra investigación, la Costa 
Extremo Sur (Fig. 2). Además, dentro de los límites de los Andes Centrales se 
distingue también la Montaña y Ceja de Selva, es decir, una extensa área de los 
Andes Orientales, a veces denominados con el nombre de los Andes Amazónicos 
(Kauffmann 2002). Se trata de una región relativamente poco investigada donde se 
cruzaron las influencias de las grandes civilizaciones de la sierra y la costa, así como 
también las de la región amazónica7. La variedad de diferentes impulsos culturales 
en esta región se refleja claramente en específicos contextos arqueológicos.
Es de mencionar que el sintético concepto de Wendell C. Bennett acerca de los 
ámbitos geográfico-culturales del Área Andina fue precedido por otras propuestas, 
entre ellas también el esquema elaborado por uno de los padres de la arqueología 
peruana, Julio César Tello. Fue precisamente él quien primero dividió los Andes 
peruanos en tres áreas geográfico-culturales, es decir, en la parte norte, central y 
sur. El área sur, definida por él como Surandina, incluía el territorio actual de la 
Costa Extremo Sur, así como también la cuenca del lago Titicaca y el norte de 
Chile. Según Tello, esta región se caracteriza sobre todo por la presencia de los 
materiales de las civilizaciones Tiahuanaco y Diaguita (así llamada civilización 
del noroeste de Argentina), como también de tres culturas seguidoras, es decir, 
Kollawa, Puquina y Atacama:
…en esta área existen los restos de dos civilizaciones: Tiahuanaco y Diaguita o 
Noreste Argentino y tres culturas derivadas: Kollawa, Pukina y Atacama…
(Tello 1940: 657)
7 Las primeras investigaciones en la parte oriental de los Andes y la zona selvática del Perú fue-
ron llevadas a cabo ya al principio del siglo XX por Erland Nordenskiöld (1906, 1910, 1913). 
Posteriormente, algunos trabajos importantes fueron realizados por Bonavia (1967-68), Kau-
ffmann Doig (1973, 2002) y Reichlen (1950) en el departamento Amazonas, así como tam-
bién por Lathrap en la parte mediana de la cuenca del Ucayali. Para el territorio boliviano, 
hay que mencionar las labores de H. Prümers en el departamento Santa Cruz (Prümers 2000; 
Prümer, Winkler 1997), como también el Proyecto Samaipata realizado por la Universidad 
Bonn-Alemania en el período 1992-1997 (Meyers 1993, 1998; Szykulski 1994; Meyers, Ul-
bert 1998).
28 Prehistoria del Perú Sur
También Wendell Bennett, en sus publicaciones anteriores trataba la Costa 
Extremo Sur y la cuenca del lago Titicaca como una unidad geográfico-cultural. 
El investigador caracterizaba esta región como una extensa zona donde preva-
lecen los materiales Tiahuanaco y Tiahuanaco Decadente, acompañados por los 
hallazgos relacionados con las culturas del área atacameña (cf. Bennett 1948: 5). 
Así pues, tanto en los trabajos de W. Bennett como en los de J. Tello, podemos 
observar una fuerte vinculación cultural de los territorios entre la Costa Extremo 
Sur y la cuenca del lago Titicaca, denominada también el Altiplano del Collao. 
Según ambos investigadores, esta vinculación cultural data por lo menos desde 
el principio del Horizonte Medio.
Fig 2. División de los Andes Centrales en las regiones histórico-geográficas
Józef Szykulski 29
1. Límites territoriales y condiciones geográfico-climáticas
Según la mayoría de los estudios, la Costa Extremo Sur abarca una extensa área 
delimitada al Norte por el periódico río Chaparra (ubicado al Sur del río Chala)8 y 
al Sur por la frontera actual entre el Perú y Chile (Fig. 3). Naturalmente, el límite 
meridional de la zona refleja más bien la realidad política del siglo XX que la ver-
dadera situación geográfico-cultural existente en esta región. Esta es la razón por 
la cual es necesario incluir dentro de los límites de la Costa Extremo Sur también 
la parte norteña de Chile, por lo menos hasta el valle de Camarones, localizado 
50 km al Sur de Arica, que por sus condiciones geográficas e hidrológicas esta 
calificado como el más sureño de los valles fluviales de tipo peruano.
8 Los contextos arqueológicos del mismo valle de Chala confirman que hay que incluirlo en el 
ámbito cultural de la Costa Sur.
Fig. 3. Localización de la Costa Extremo Sur (incluyendo la zona fronteriza 
del norte de Chile), dentro de la Región Andina
30 Prehistoria del Perú Sur
La actual división administrativa del territorio de la República del Perú deter-
minó que dentro de los límites de la Costa Extremo Sur se encuentran los depar-
tamentos de Tacna, Moquegua y la mayor parte del departamento de Arequipa, 
excepto sus cabos septentrionales que abarcan el territorio de la provincia Caravelí. 
Mientras al oeste el límite de la Costa Extremo Sur está claramente demarcado por 
el litoral del Pacífico, al este y noroeste no está exactamente definido. En general, 
se considera que se extiende sobre la línea divisoria de las aguas de los Valles 
Occidentales y la altiplanicie andina del Perú y Bolivia.
Hay que subrayar que toda la zona de la Costa Extremo Sur se caracteriza 
por una fuerte actividad sísmica y volcánica; solo la región de Arequipa posee 
seis grandes volcanes. Los estudios geológicos, arqueológicos y documentos 
históricos confirman que en el pasado las erupciones volcánicas afectaban de 
forma drástica a las condiciones de la vida humana (Barriga Fray Victor 1951; 
Chávez Chávez 1993). Hasta la fecha, distintas regiones del extremo sur peruano, 
tales como los valles de Tambo, Osmore, Yalaque y Vítor, como también la 
misma Arequipa y sus alrededores, portan las huellas de la destrucción causada 
por la gigantesca erupción del volcán Huaynaputina en el año 1600 (Echevarría 
y Morales 1600; Barriga 1951; Szykulski 1996, 1998, 2000). En algunos sitios 
la pumita y ceniza volcánica de esta erupción forma un estrato de más de un 
metro de espesor (Fig. 4). Además, el polvo volcánico del Huaynaputina fue 
registrado por los geólogos también en los estratos limosos del lago Nicaragua 
en América Central.
Toda la zona de la Costa Extremo Sur, así como los territorios localizados al 
Norte de ella, se distinguen por una enorme variabilidad topográfica y climática. 
Los estudios de Carl Troll y Javier Pulgar Vidal sobre la geografía del Perú indican 
que en la región se pueden encontrar todos los pisos ecológicos de los Andes (Troll 
1931, 1943; Pulgar Vidal 1946); estos son:
– Litoral. Es una zona desértica que se extiende desde el nivel del mar hasta 
aproximadamente 400 metros de altitud; sin embargo, también hay partes 
donde las elevaciones o cadenas costeras superan el nivel mencionado.
– Yunga/Chapiyunga. Se caracteriza por el clima tropical; se eleva aproxima-
damente entre 400 y 2300 metros sobre el nivel del mar.
– Quechua. Con el clima templado, incluye los terrenos ubicados aproximada-
mente entre 2300 y 3500 metros sobre el nivel del mar.
– Jalca. Zona fría localizada a una altitud entre 3500 y 4000 metros.
– Puna. Zona muy fría con la vegetación gramínea y algunos arbustos, sin 
árboles. Localizada entre 4000 y 4900 metros de altitud (cf. Fig. 5).
Vale la pena subrayar que el sistema de los pisos ecológicos actualmente exis-
tentes se formó como resultado de los cambios climáticos globales que tuvieron 
lugar durante los últimos 15 mil años. Desde el punto de vista de la climatología 
algunos cambios de carácter especialmente violento ocurrieron entre el PleistocenoJózef Szykulski 31
Fig. 4. Matalaque, Valle de Tambo; Estrato de la pumita y ceniza 
formado por la erupción del Nevado Huaynaputina en 1600
y Holoceno. Su naturaleza quedó reflejada en los resultados de algunas investiga-
ciones realizadas en diferentes regiones de toda el Área Andina, tanto en la sierra 
como también en la región litoral del Pacífico9.
Obviamente, estos cambios climáticos del final del Pleistoceno y principio 
del Holoceno no fueron de carácter lineal. En la sierra se manifestaron en la 
periódica transgresión y regresión de las capas de hielo que a su vez causaban 
el aumento o la disminución de temperaturas y cantidad de precipitación. Esto 
implicaba sucesivas transformaciones en el carácter de la vegetación, así como 
en la distribución geográfica de diferentes tipos de plantas y grupos de animales 
(Cardich 1980: 80).
9 Para la sierra, el carácter fundamental que tuvieron los trabajos realizados por van der Ha-
mmen y Correal Urrego en la región de Sabana de Bogotá y en la Cordillera Oriental de 
Colombia (van der Hammen, Correal 1976; van der Hammen 1978), así como también las 
investigaciones de Augusto Cardich en la región de Lauricocha, en los Andes Centrales del 
Perú (Cardich 1958, 1964-66, 1980). Como las más importantes en la costa peruana hay que 
mencionar las investigaciones en Quirihuac (Ossa 1973; Clark, Lingle 1979) y Cupisnique 
(Chauchat 1982, 1988) que constituyeron un importante aporte a la reconstrucción de los 
cambios en la faja litoral entre el Pleistoceno y Holoceno.
32 Prehistoria del Perú Sur
Fig. 5. División del masivo Andino en los pisos ecológicos
En el caso de la costa, los cambios climáticos causaron ante todo la diver-
sificación de la cantidad de precipitación, la cual se sumó a la variable cantidad 
de aguas que bajaban de los Andes. Esto, naturalmente, directamente influía en 
el tamaño de las áreas verdes dentro de los valles costeños y la distribución de la 
vegetación de lomas, tan típica de la costa peruana (Cardich 1980: 84).
Es precisamente por estos cambios periódicos del clima, ocurridos en la parte 
central de la Región Andina (Andes Centrales) durante el extenso lapso de tiempo 
comprendido entre los finales del Pleistoceno y los tiempos modernos, que se 
elaboró una secuencia climática basada en la sucesión de las fases denominadas: 
Janca, Jalca, Yunga y Quechua (Tab. 3). La primera de las mencionadas, es decir, la 
temporalmente más extensa fase Janca abarca el fin del Pleistoceno y esta dividida 
en cuatro subfases, de Janca 1 a Janca 4. Las tres siguientes se vinculan ya con el 
Holoceno. La última de ellas, Quechua, comprende el período desde el 2000 a. C. 
hasta los tiempos modernos.
La definición y la característica de todas estas fases fueron elaboradas en base a 
las investigaciones realizadas en las altas montañas de la región Lauricocha, en los 
Józef Szykulski 33
Andes Centrales del Perú (Cardich 1964-1966: 30-40; 1980: 74-94). No obstante, 
parece que –tomando en cuenta cierta particularidad regional que se manifestó en 
la dilación de los procesos climáticos en la parte sur del área centroandina– se 
puede aplicar la secuencia climática Janca-Quechua también a la zona de la Costa 
Extremo Sur y los territorios vecinos.
2. Zonas geográficas de la Costa Extremo Sur
En los años cincuenta del siglo XX el arqueólogo norteamericano Gary Vescelius 
dividió la Costa Extremo Sur en tres macroregiones, provincias naturales denomi-
nadas: Chala, Tacna y Arequipa. Dentro de ellas distinguió además seis unidades 
geográficas menores, caracterizadas por distintas condiciones geo-climáticas y 
diferentes evidencias del pasado humano. Estas son las siguientes: el litoral, la 
cadena costanera, la pampa desértica, los cerros preandinos, las cuencas preandi-
nas y las vertientes occidentales de los Andes. Según Vescelius (1960) todas estas 
unidades aparecen conjuntamente sólo en la mayor de las provincias naturales, es 
decir, en la Provincia de Arequipa.
La división propuesta por Gary Vescelius es frecuentemente citada en las 
publicaciones sobre la Costa Extremo Sur del Perú, pero pocos autores la aplican 
de manera consecuente. Actualmente, un esquema simplificado, sólo parcialmente 
basado en este de Vescelius parece el más adecuado para la zona que constituye 
el objeto de nuestras indagaciones. Según este esquema existen solamente tres 
grandes áreas geográficas: el litoral, la sierra y las altas montañas. Diametral-
mente distintas condiciones geo-climáticas típicas de estas áreas determinaron 
varias formas de la actividad humana, reflejadas por la presencia de diferentes 
evidencias arqueológicas.
2.1. Litoral
Ocupa la faja costera desde el nivel del océano hasta 500 metros de altitud. 
Las condiciones climáticas de esta zona dependen directamente de la influencia 
de la poderosa Corriente de Humboldt que determina la situación meteorológica 
de todo el hemisferio sur de nuestro planeta.
El litoral de la Costa Extremo Sur constituye una franja desértica cuyo ancho 
oscila entre 10 y más de 100 kilómetros, dependiendo de la distancia entre la 
cadena montañosa de los Andes y el Pacífico. La zona en cuestión se distingue 
por un bajo nivel de precipitación pluvial (menos de 100 mm en la escala anual). 
Su parte sureña y central pertenecen a la periferia norte del desierto de Atacama, 
una de las más áridas regiones de nuestro globo.
Al igual que en otras regiones de la costa peruana, también aquí el paisaje 
está marcado por la presencia de los valles fluviales, integrantes de la sección final 
34 Prehistoria del Perú Sur
Escandinavia
años
a.C. Cardich 1980
lanning 1967
Kauffmann Doig 2002
SUBATLÁNTICO
SUBBOREAL
ATLÁNTICO
BOREAL
PREBOREAL
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
9000
10000
11000
POST
GLACIAL
QUECHUA 1
Neoglacial
POST
GLACIAL
QUECHUA 1
Neoglacial
YUNGA
Optimum
Climaticum
YUNGA
Optimum
Climaticum
JALCA
JALCA
DRYAS 3
ANTARRAGA JANCA 4
ALLERfD
ANTARRAGA JANCA 4
DRYAS 2 AGUAMIROInterstadial Interfase
BfLLING AGUAMIROInterstadial Interfase
MAGAPATA JANCA 3
DRYAS 1 MAGAPATA JANCA 3
Tabla 3. Los cambios climáticos en los Andes Centrales desde el Pleistoceno (según: 
Cardich 1980 y Lanning 1967, Kauffmann Doig 2002) en comparación con los cambios 
documentados en el territorio de Escandinavia.
Józef Szykulski 35
Fig. 6. Valle de Yalaque, departamento de Moquegua; Oasis fluvial cerca 
del pueblo Carrizal. Sobre los cerros se observa la ceniza volcánica
de un vasto sistema de los valles montañosos, llamado Valles Occidentales, que 
permiten el drenaje de los ríos de las vertientes occidentales de la Cordillera de los 
Andes en el Pacífico. En sus desembocaduras, estos valles de la costa se ensanchan 
formando más o menos extensos deltas fluviales. Es de mencionar que la mayoría 
de los ríos son de carácter periódico y solamente los mayores, como, por ejemplo, 
los ríos Colca-Majes-Camaná, Tambo u Osmore-Moquegua, son suficientemente 
caudalosos para desembocar en el Pacífico durante todo el año o conservan en 
sus cuencas por lo menos algunos ojos de agua. Es allí donde se encuentra una 
abundante vegetación de tipo tropical o subtropical (Fig. 6).
Fuera de estos oasis, la única fuente de humedad proviene de la garúa, preci-
pitación originada por la Corriente de Humboldt. En los sitios con determinadas 
condiciones microclimáticas la concentración de la humedad provocada por la 
garúa permite la formación de profusos oasis nebulosos denominados lomas (Fig. 
7)10 cuya extensión varía periódicamente en la escala anual, dependiendo de las 
10 Las lomas aparecen en toda la zona costera del Perú desde la ciudad de Trujillo (Departamento 
de La Libertad) hacia el Sur.
36 Prehistoria del Perú Sur
fases climáticas, Janca-Quechua. En otras partes de la costa la garúa condiciona 
el desarrollo de algunos –muy resistentes a los períodos de sequía– líquenes y 
gramíneas, sobre todo de la familia Tillandsia.
Las evidencias de la presencia humana en la zona litoralde la Costa Extremo 
Sur se concentran principalmente en las áreas de los oasis fluviales, así como 
también en las zonas donde existen o existían en el pasado los mencionados oasis 
nebulosos, las lomas11.
2.2. Sierra
La zona de la sierra se caracteriza por una enorme variabilidad topográfica y cli-
mática. Se extiende aproximadamente entre 500 y 4900 metros sobre el nivel del 
océano, abarcando los pisos ecológicos definidos como: Yunga, Quechua, Jalca y, 
la más elevada, Puna (cf. Fig. 5). La topografía de la zona está formada por el ya 
mencionado sistema de los Valles Occidentales que cortan las vertientes del oeste 
11 En toda la costa peruana se observa una notable reducción en la superficie de las lomas duran-
te los últimos dos mil años. Este proceso se aceleró violentamente en las últimas décadas.
Fig. 7. Lomas cerca a Mollendo (XI/2009)
Józef Szykulski 37
del macizo andino. Estos valles difieren por su extensión, topografía, condiciones 
climáticas, así como también por una flora y fauna muy variada. Además, son 
frecuentemente aislados por inasequibles cadenas montañosas o planicies desér-
ticas, cubiertas con escombros de origen terciario. La mayor planicie de este tipo, 
denominada Pampa Desértica, se encuentra cerca de la ciudad de Arequipa. Otro 
elemento característico de la zona en cuestión son grandes lagunas y ojos de agua 
de procedencia glacial.
Fig. 8. Vista panorámica del valle andino en la región de Pampacolca, departa-
mento de Arequipa. En el fondo el Nevado Coropuna
Lo que es común a toda la sierra andina son las estaciones del año: período 
de lluvia y período seco. La temporada de lluvia abarca principalmente los meses 
de diciembre hasta el fin de marzo. Se caracteriza por precipitaciones intensivas, 
a veces torrenciales, que durante la época del fenómeno del Niño tienen forma de 
tormentas cuya fuerza parece semejante a la del diluvio bíblico. Estas precipita-
ciones y la relativa humedad de los suelos durante todo el año causaron que los 
valles montañosos junto con sus bordes fuesen un área principal de población en 
la Costa Extremo Sur (Fig. 8). La presencia de agua facilitaba el desarrollo de la 
agricultura intensiva y el pastoreo de llamas en las laderas de los valles. Con el 
paso de tiempo, la introducción de sistema de andenería e irrigación favorecieron 
la concentración de la población y, en consecuencia, la formación de las sociedades 
complejas (Fig. 9).
38 Prehistoria del Perú Sur
Fig. 9. Andenería prehispánica en el Valle del Colca, provincia de Caylloma, 
departamento de Arequipa 
2.3. Altas Montañas
La última de las mencionadas áreas geográficas de la Costa Extremo Sur, esa de 
las altas montañas, incluye los terrenos localizados a altitudes superiores a 4900 
metros. Se trata de la zona de nieve perpetua y los territorios, localizados más 
abajo, recubiertos de escombros (Fig. 10). También aquí podemos observar el 
ciclo de las estaciones del año que se diferencian ante todo por la intensidad de 
las precipitaciones de nieve, así como también la transgresión y regresión de la 
capa de hielo.
La presencia humana en esta zona fue esporádica, principalmente relacionada 
con las ceremonias del culto, lo que confirman, relativamente numerosos en los 
últimos años, hallazgos de los entierros rituales en las partes altas de los nevados 
de la Costa Extremo Sur y las regiones vecinas. Basta con mencionar la famosa 
momia Juanita encontrada en 1995 en el nevado Ampato, así como otros entierros 
de carácter ceremonial descubiertos sobre los nevados Misti y Sara Sara (Chávez 
Chávez 1998; Reinhard 2006). Todas estas evidencias datan del Horizonte Tardío, 
es decir, del período de la dominación incaica.
Józef Szykulski 39
Fig. 10. Altas montañas en la región fronteriza entre Perú y Bolivia
Fuera de la Costa Extremo Sur, los más importantes entierros ceremoniales de 
este tipo fueron registrados en el nevado Llullaillaco y en la región fronteriza entre 
Chile y Argentina (Reinhard 1999). Se trata de momias de un niño y dos niñas. 
También este hallazgo está relacionado con la dominación incaica en la región.
40 Prehistoria del Perú Sur
Las investigaciones sobre el pasado de esta región se iniciaron ya al principio del 
siglo XX (Leguía y Martínez 1912). No obstante, las primeras excavaciones de 
carácter científico datan del año 1905, se trata de los trabajos llevados a cabo por 
Max Uhle en las ruinas de la Quebrada de la Vaca, en la cuenca del río Chala, el 
límite norteño de la Costa Extremo Sur (cf. Rowe 1954, 1956)12. Posteriormente, 
Uhle realizó otras, más intensas investigaciones arqueológicas en la región de 
Tacna y Arica.
Basándose en los resultados de estas labores, el investigador publicó un 
trabajo titulado Arqueología de Arica y Tacna (1919), en el cual presentó su 
visión de desarrollo cultural en la parte sureña del Perú y en el norte de Chile. 
La secuencia elaborada por Uhle incluye siete períodos, desde la aparición del 
hombre en la zona hasta el fin de la Época Prehispánica:
I. Período del Hombre Primordial; hasta el principio de nuestra era,
II. Período de los Aborígenes de Arica; primeros siglos de la era cristiana,
III. Período Contemporáneo con los Monumentos de Chavín; 400–600 d.C.,
IV. Período de Tiahuanaco; 600–900 d.C.,
V. Período de una Civilización Atacameña Indígena; 900–1100 d.C.,
VI. Período de una Civilización Chincha-Atacameña; 1100–1350 d.C.,
VII. Período de los Incas; de 1350 hasta la llegada de los españoles.
Este esquema, pese a lo correcto de la secuencia cronológica presentada, con-
tiene algunas suposiciones infundadas, como, por ejemplo, la hipotética influencia 
del estilo Chavín en el desarrollo cultural en el norte de Chile, la cual, según la opi-
nión del investigador, se manifiesta en los materiales procedentes de Pisagua (Uhle 
1919: 21-23). También, la influencia Chincha –observada por el investigador en la 
alfarería del Período Chincha-Atacameño– tiene un carácter muy especulativo.
Lo mismo observamos en el caso del llamado Período del Hombre Primordial. 
Uhle, analizando los inventarios líticos del sitio Playa Lisera y algunos conchales 
localizados cerca de Taltal (al norte de Chile), los interpretaba erróneamente como 
12 Las investigaciones en Quebrada de la Vaca en cierto modo presentaban la continuación de 
anteriores trabajos realizados por Uhle en Acarí; Costa Sur del Perú.
CapíTUlO III
Historia de investigaciones y conceptos de 
desarrollo cultural de la Costa Extremo Sur
Józef Szykulski 41
semejantes a los artefactos paleolíticos chelenses y musterienses conocidos de los 
territorios europeos (Uhle 1919: 3). Esto fundamentó sus posteriores teorías de 
muy remota cronología de algunos inventarios líticos del norte de Chile, como, por 
ejemplo, del complejo lítico de Ghatchi, para el cual postulaba la edad de 38000 
años (Le Paige 1963: 10)13.
Siguiendo con la problemática de la Época Precerámica, hay que subrayar 
que las investigaciones sistemáticas sobre este período se iniciaron ya en los años 
cincuenta del siglo XX con las excavaciones de Gerhard Schroeder en las cuevas 
Arcata e Ichuña (1957). Para la región costeña el carácter fundamental tuvieron los 
–realizados en la misma temporada– trabajos de Fedéric Engel y Edward Lanning 
en Playa Chira y Pampa Colorada, así como también las posteriores investigaciones 
de Gary Vescelius en Puyenca, Catarindo, Matarani, Mollendito y Punta Islay (cf. 
Engel 1957; Lanning, Hammel 1961; Ravines 1972; Neira 1990, 1998)14.
En las décadas siguientes, se llevaron a cabo diferentes labores, tanto en la 
sierra como en la costa. Una mención aparte merecen ante todo las excavaciones 
en los sitios Toquepala 1, Toquepala 2 y Abrigo Caru, (Muelle 1971, Ravines 
1967, 1972). Los trabajos en la cueva Toquepala 1 (departamento Tacna) fueron 
iniciados en el 1960 por los ingenieros Richard Lage y Emilio Gonzáles García. 
Sus resultados fueron divulgados el 26 de febrero de 1964 en un informe publicado 
en el periódico “El Mensajero”.En 1963 el arqueólogo Jorge Muelle realizó las 
primeras investigaciones sistemáticas en el sitio, identificando estratos culturales 
con el material orgánico que entregó una temprana fecha 14C relacionada con el fin 
del Pleistoceno. Al mismo tiempo se realizó la documentación y el análisis de las 
pinturas rupestres del sitio, las primeras evidencias de este tipo registradas en la 
parte sur del Perú. Las investigaciones en la zona fueron continuadas por Rogger 
Ravines quien en 1967 efectuó las excavaciones en el vecino abrigo rocoso, deno-
minado Toquepala 2. En el sitio, identificó cinco niveles culturales con abundante 
material arqueológico –en su mayoría puntas de proyectil– relacionado con tres 
fases de ocupación del abrigo.
Es de mencionar que fueron precisamente Jorge Muelle (1971: 193) y Rogger 
Ravines (1972; 1982: 124, 192) quienes como primeros advirtieron en sus publi-
caciones la existencia de semejanzas entre las más antiguas herramientas líticas de 
Toquepala 2 y los materiales de la industria lítica Viscachani, registrada en el área 
altiplánica de Bolivia (cf. Ibarra-Grasso 1955; Menghin 1956; Patterson, Heizer 
1965). Además, los datos recuperados durante de las excavaciones en Toquepala 
2 y en los abrigos rocosos A y B de Caru (Ravines 1967) fundamentaron la pri-
13 Trabajos posteriores permitieron revisar esta cronología y actualmente la edad de la industria 
Ghatchi se estima a 12.000 BP (cf. Le Paige 1963; Nuñez 1980; Lynch 1974: 360).
14 Lamentablemente, Gary Vescelius nunca publicó resultados de sus investigaciones. Algunas 
informaciones indirectas sobre el tema se encuentran en las publicaciones de Máximo Neira 
Avendaño (1990, 1998) y Rogger Ravines (1972).
42 Prehistoria del Perú Sur
mera clasificación estratigráfica y cronológica de las puntas de proyectil del sur 
del Perú (Ravines 1972).
El siguiente paso en las investigaciones sobre la problemática de la época 
más temprana de la presencia humana en la parte sur del Perú presentan las exca-
vaciones realizadas por Máximo Neira Avendaño en Huanaqueros, Pintasayoc y 
Sumbay (Neira 1990, 1998). Dichas labores proporcionaron una notable cantidad 
de diferentes materiales líticos que sirvieron de fundamento para análisis tipoló-
gicos posteriores. Asimismo, gracias a la documentación de las pinturas rupestres 
de Sumbay y Pintasayoc, aumentó el corpus de datos necesarios para el análisis 
comparativo posterior, así como para la reconstrucción de técnicas de pintura, 
formas de expresión gráfica, algunos aspectos de la vida cotidiana y simbólica 
religiosa de este período.
En las últimas décadas, nuevos datos arqueológicos sobre la Época Precerá-
mica fueron suministrados por los trabajos realizados en los sitios precerámicos 
de Ring/Anillo (Sandweiss et al. 1989), Asana (Aldenderfer 1990, 1998) y Villa 
del Mar (Wise 1995) en el departamento de Moquegua, así como también por 
las investigaciones en la Quebrada de los Burros (Tacna), Quebrada Jaguay 280 
(Arequipa) y en Churajón, cerca de la ciudad de Arequipa (cf. Lavallée et al. 1999; 
Sandweiss et al. 1998; Szykulski 2000). Los abundantes y bien documentados 
materiales de Asana entregaron una serie de datos importantes para la elaboración 
de la secuencia cronológico-tipológica de las principales formas de puntas de pro-
yectil del territorio de la Costa Extremo Sur. Paralelamente, las investigaciones 
de Karen Wise en Villa del Mar formaron base para las investigaciones sobre la 
expansión de la tradición funeraria Chinchorro del norte de Chile hacia la zona 
costera del extremo sur peruano.
Desarrollando la problemática de las primeras evidencias de la cerámica tem-
prana encontradas en el área de la Costa Extremo Sur, hay que volver a mencionar 
la persona de Gary Vescelius quien en 1960 –acompañado por Máximo Neira 
Avendaño y Hernán Amat– realizó excavaciones en un sitio costero llamado Punta 
Islay, en la Provincia de Islay, Departamento de Arequipa. Sus trabajos comproba-
ron, por primera vez, la existencia de la cerámica formativa en la parte sureña de 
la República Peruana (Neira 1990). Posteriormente, las investigaciones de Neira 
en la cuenca del río Majes y el descubrimiento por el mismo investigador de los 
sitios con los materiales tipo Hachas (Neira 1990, 1998) confirmaron también la 
presencia en esta parte del país de evidencias cerámicas, consideradas como unas 
de las más antiguas de toda el área de los Andes Centrales (Riddell, Valdéz 1988; 
Bischof 2000).
Las investigaciones de los últimos años también permitieron demostrar la 
existencia en el extremo sur peruano de la cerámica formativa mucho más variada 
de lo que anteriormente se suponía (cf. Neira 1998; Cardona 2002; Szykulski 
2000; Szykulski, Díaz Rodríguez 2000). Además, ciertos hallazgos de la parte 
Józef Szykulski 43
norteña de la Costa Extremo Sur sugieren, por lo menos según una parte de los 
investigadores, que hasta la zona llegaron algunas directas influencias de las áreas 
culturales Chavín, y lo que parece más probable, de Pucará (cf. Neira 1998: 26, 
27; Cardona 2002; Feldman 1990).
Para los cronológicamente posteriores períodos de la prehistoria de Costa 
Extremo Sur tuvieron carácter fundamental los trabajos realizados por Hans Die-
trich Disselhoff en la costa, entre los valles Chala y Osmore-Moquegua, así como 
también las excavaciones de Herman Trimborn y Máximo Neira Avendaño en 
Pampa Taimara y valle del Chala (Disselhoff 1981; Neira 1990, 1998)15. Estas 
investigaciones comprobaron que el área de influencia de la cultura Nasca en la 
parte sureña de los Andes Centrales fue más extensa de lo que antiguamente admi-
tía, así como también sirvieron de base para las indagaciones sobre el impacto de 
la estilística Nasca/Nascoide en las culturas de la costa y la sierra del sur.
En el caso de las evidencias culturales relacionadas al Horizonte Medio y fenó-
meno Huari en está época, tanto en la misma zona de la Costa Extremo Sur como 
también en otras regiones de los Andes Centrales, de mayor importancia fueron 
los trabajos de investigación realizados por Dorothy Menzel sobre la secuencia 
cronológica en el valle del río Mantaro y en la regiones central y sur de la costa 
peruana. En su esquema Menzel dividió el Horizonte Medio en cuatro fases cro-
nológicas que reflejan la diversificación estilística y tecnológica de los materiales 
arqueológicos (Menzel 1964, 1968). Estos trabajos constituyen la base para pre-
cisar la cronología de los materiales Huari documentados en la parte más sureña 
del Perú. En algunos casos permiten también definir su origen geográfico de la 
cerámica, o por lo menos de algunos motivos estilísticos.
Es de mencionar que en la Costa Extremo Sur los contextos culturales del 
Horizonte Medio fueron documentados por primera vez por el gran autodidacta 
y aficionado a la arqueología peruana, Monseñor Bernedo Málaga. Durante sus 
excavaciones realizadas en 1943 en el valle del Churunga, distrito de Río Grande 
(anteriormente Andaray) en la provincia de Condesuyos, encontró grandes urnas y 
tejidos plumados. Julio César Tello, tras analizar esta cerámica, la clasificó como 
perteneciente al estilo llamado Rucana, según la secuencia cronológico-tipológica 
de la cerámica Nasca que fue postulada por el mismo incluye fases: Pre-Nasca 
(denominada también Chanca), Nasca Clásico y Post-Nasca o Rucana (Neira 1998: 
32; Linares Málaga 1987: 1465–147). Actualmente, gracias al esquema cronológi-
co-estilístico elaborado por Dorothy Menzel, podemos constatar que los materiales 
de Churunga pertenecen al estilo Atarco, es decir, el estilo característico de las 
evidencias arqueológicas del Horizonte Medio en la mayor parte de la costa sur 
del Perú, con su área central en la región de Nasca, en el departamento de Ica.
15 Hay que recordar que Hermann Trimborn fue uno de los primeros que se dedicaron a la pro-
blemática de la Época Colonial en los Andes Centrales. El investigador realizó las excavacio-
nes en la iglesia colonial de Sama Antigua,en la costa sur (Trimborn 1981).
44 Prehistoria del Perú Sur
Las excavaciones de Bernedo Málaga en Churunga iniciaron una serie de 
investigaciones sobre la problemática de las civilizaciones Huari y Tiahuanaco en 
la parte más sureña del Perú. En este contexto, la mayor importancia tuvieron los 
–posteriormente realizados en las cuencas de Majes-Camaná y Siguas– trabajos que 
permitieron definir los límites de la presencia de los materiales Huari en la Costa 
Extremo Sur (Neira 1998: 33; Linares Málaga 1987; García Márquez, Bustamante 
1990; Szykulski 2000). Asimismo, las labores arqueológicas en la cuenca del río 
Osmore-Moquegua y la extensa área al sur de ella permitieron caracterizar los 
materiales Tiahuanaco presentes en la Costa Extremo Sur, como también formaron 
base para distinguir las fases cronológico-estilísticas de estos materiales.
Las intensivas investigaciones del Programa Contisuyu16, desde hace dos déca-
das llevadas a cabo en el mismo valle del Osmore, indudablemente constituyen el 
aporte más importante a la problemática. Los datos recuperados por el proyecto 
permitieron definir el carácter de la ocupación Huari-Tiahuanaco en la región, así 
como también formaron un punto de partida para el análisis del problema de rela-
ciones económico-políticas entre los dos centros culturales del Horizonte Medio 
(cf. Bawden 1990; Goldstein 1985, 1990; Moseley, Feldman, Goldstein, Watanabe 
1991; Pari Flores 1998; Williams, Isla 2002).
Para la Costa Extremo Sur, la característica del período que sigue al Horizonte 
Medio, es decir, el Período Intermedio Tardío, fue por primera vez presentada por 
el ya mencionado arqueólogo alemán Max Uhle (1919: 2). Uhle definía el Período 
de una Civilización Chincha-Atacameña (que en su gran parte corresponde al 
Período Intermedio Tardío) como una época de expansión de la cultura Chincha, 
cuyo supuesto centro el investigador localizaba en los valles de la costa sur. Según 
Uhle, las influencias de la cultura en cuestión abarcaban los terrenos desde el valle 
del Cusco hasta Atacama.
Un concepto similar fue presentado por Ricardo Latcham (1938), pero este 
autor mencionó algunas notables diferencias estilísticas entre los materiales del 
valle del Chincha y hallazgos de Atacama (Latcham 1938: 239–243). Posterior-
mente, tanto Latcham como también otros investigadores manifestaron sus dudas 
o rechazaron completamente el concepto de la expansión sureña de la civilización 
Chincha (Kroeber 1944). Actualmente, el mismo concepto de la civilización o 
imperio Chincha, mencionado únicamente por Garcilaso de la Vega (1942, libro 
VI), es negado por la mayoría de los investigadores (Lanning 1967). Lo mismo 
atañe a otros dos organismos políticos del Período Intermedio Tardío evocados 
sólo por el cronista, es decir, los poderosos reinos Chuquismancu y Cuismancu.
De las posteriores investigaciones sobre el Período Intermedio Tardío merecen 
la pena ser nombrados los trabajos realizados durante los años treinta y cuarenta 
16 Programa Contisuyu fue realizado conjuntamente por arqueólogos estadounidenses y perua-
nos, con el apoyo financiero de Southern Peru Copper Corporation.
Józef Szykulski 45
del siglo XX en Casa-Patak, Churajón (Bernedo Málaga 1949) y Tres Cruces, 
como también en los diversos sitios arqueológicos de las provincias Camaná y 
Condesuyos (Morante 1941, 1942, 1946, 1965) por Monseñor Bernedo Málaga y 
José María Morante. Estas labores permitieron diferenciar y definir las principales 
culturas arqueológicas de la región Chuquibamba y Churajón (Kroeber 1944).
Las excavaciones efectuadas a continuación en la ciudad de Arequipa y sus 
zonas vecinas aumentaron la cantidad de los materiales arqueológicos en su mayo-
ría relacionados con la cultura Churajón (Huanqui Hurtado 1970; Linares Málaga 
1987; Belan 1981, 1987; Szykulski, Belan 1998). El material de estas investiga-
ciones formó la base para los análisis comparativos y las indagaciones sobre la 
secuencia cronológico-tiopólogica de los materiales Churajón y Chuquibamba 
(Lumbreras 1974; Neira 1990).
En el caso de la faja costera de la Costa Extremo Sur, la mayor importancia 
para el conocimiento de las culturas arqueológicas del Período Intermedio Tardío 
y, parcialmente también, del Horizonte Tardío, tuvieron los trabajos realizados por 
Junius Bird y Wendell Bennett en el extremo norte de Chile, así como también las 
excavaciones realizadas por Humberto Ghersi en la región de Ilo (departamento 
Moquegua). Los primeros de los mencionados permitieron definir los límites cro-
nológicos de los, presentes también en el extremo sur peruano, materiales de 
tipo Arica I/San Miguel y Arica II/Gentilar (Bird 1946, 1946a; Bennett 1946). 
Asimismo, las investigaciones en la región de Ilo posibilitaron la descripción de 
los inventarios de uno de los más importantes fenómenos culturales del Período 
Intermedio Tardío en esta zona, es decir, de la cultura Chiribaya (Ghersi 1956). Los 
trabajos mencionados iniciaron también una serie de indagaciones sobre las rela-
ciones de los materiales de la región costera del extremo sur peruano y el norte de 
Chile con las evidencias presentes en la altiplanicie andina del Perú y Bolivia.
Con respecto al mismo período, también hay que mencionar los trabajos de 
Hermann Trimborn (1985) sobre el sistema vial incaico, así como las investiga-
ciones realizadas en las últimas décadas por los proyectos arqueológicos inter-
nacionales Churajón y Condesuyos (Szykulski 1996, 1998, 1998a, 2000, 2002; 
Ziółkowski, Belan 2000-2001).
Una gran importancia para las investigaciones arqueológicas sobre el Período 
Intermedio Tardío y Horizonte Tardío en la Costa Extremo Sur la tuvieron además 
algunos trabajos de los etnohistoriadores, ante todo las publicaciones de Guillermo 
Galdos Rodríguez (1998, 1990, 2000), sobre la estructura política del actual depar-
tamento de Arequipa durante el Período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, y de 
Catherine J. Julien (1991) sobre la división política de Condesuyo en los tiempos 
de la dominación incaica y al principio de la Época Colonial.
Recapitulando, podemos constatar que los resultados de las investigaciones 
arqueológicas y etnohistóricas sobre la prehistoria de la Costa Extremo Sur moti-
varon que la mayoría de los investigadores formularan la opinión sobre la relativa-
46 Prehistoria del Perú Sur
mente pequeña dinámica propia del desarrollo cultural de esta región. Los mismos 
investigadores supusieron que este desarrollo fue mayormente sujeto a los fuertes 
impulsos o la directa colonización desde los centros de civilización localizados en 
la cuenca del lago Titicaca o en la costa sur y central del Perú.
Max Uhle ya en sus publicaciones sobre la región Arica/Tacna expresaba esa 
opinión sobre una importancia marginal de las evidencias de la ocupación humana 
en la parte sureña del Perú:
…es que nunca había habido un período más antiguo que el de la civilización 
de Tiahuanaco; la altiplanicie boliviana y las regiones al oeste, formaban el 
dominio de tribus, de origen primitivo…
(Uhle 1919: 1)
Monseñor Bernedo Málaga, indudablemente influido por las publicaciones 
de Artur Poznansky, uno de los precursores de las investigaciones en Tiahuanaco 
(Poznansky 1937), apoyaba la idea de las fuertes vinculaciones entre la sierra del 
extremo sur peruano con el área circuntiticaca. Muchas de las teorías sobre la inten-
sidad y el carácter de estas vinculaciones, propagadas por el mismo investigador 
y sus partidarios, se encontraban fuera de las limitaciones de la verificación cien-
tífica. Se trata aquí, ante todo, de la existencia de la llamada cultura (civilización) 
Puquina con su centro político localizado en el descubierto por Bernedo Málaga 
conjunto urbano Churajón. Basándose en las publicaciones de Poznansky (1937), 
como también de Rivet y Crequi-Montfort (1926), Bernedo Málaga establecía las 
vinculaciones no sólo culturales, sino también lingüísticas entre los constructores 
del conjunto urbanísticode Churajón y la tribu Uru –o Uru-Puquina, según otros 
autores– que hasta la fecha puebla algunos enclaves en las orillas del lago Titicaca 
(Bernedo Málaga 1949: 35–102)17.
El investigador norteamericano Gary Vescelius, apoyándose es sus propias 
investigaciones, caracterizaba a la Costa Extremo Sur como una región de impor-
tancia marginal, representada por las culturas atrasadas, donde perduraron múltiples 
elementos arcaicos, los cuales en otras regiones desaparecieron ya en los períodos 
anteriores:
…Constituía una región «marginal», es decir de culturas atrasadas en las 
cuales sobrevivían muchos elementos arcaicos que desaparecieron en otras 
partes de la costa, en una época temprana…
(Vescelius 1960)
17 La teoría mencionada desató una fuerte polémica en los años treinta del siglo pasado, durante 
la cual algunos adversarios usaban la argumentación fundamentada en las teorías raciales de 
fascismo; cf. polémica entre Suárez Polar y Luis Valcárel, El Deber, Arequipa, 30.12.1933).
Józef Szykulski 47
Una opinión parecida fue expresada también por Luís Lumbreras en su tra-
bajo titulado Los Reinos post-Tiawanaku en el Área Altiplánica (1974). El autor 
describe la región montañosa de la Costa Extremo Sur como un enclave del área 
cultural de la cuenca del lago Titicaca. Asimismo, a la costa del Pacífico el inves-
tigador la definió como zona de carácter marginal, sujeta a la costa de los Andes 
Meridionales:
…totalmente dependiente del altiplano del Titicaca, aun cuando mantiene 
rasgos particulares, quizá ligados a un desarrollo más bien marítimo que 
agrícola. A lo largo de este territorio, hasta muy avanzada nuestra era, el 
nivel de desarrollo no había sobrepasado las condiciones que en los Andes 
Centrales se reconocen con el nombre de Arcaico, resultando de este modo 
que mientras en los Andes Centrales se estaba en pleno florecimiento de 
sociedades urbanas como la de Moche, Nasca o Tiawanaku, en esta región 
se mantenía un desarrollo marginal de bajo nivel tecnológico…
(Lumbreras 1974: 74, 75)18
Sin intención de negar las fuertes vinculaciones culturales de la sierra de la 
Costa Extremo Sur con la altiplanicie andina del Perú y Bolivia, aceptando las 
relaciones culturales de la costa del extremo sur peruano con las regiones ubicadas 
más al Norte y al Sur, es preciso subrayar que las investigaciones últimamente 
realizadas indican la existencia de una dinámica de desarrollo cultural, especifica 
y propia únicamente del área en cuestión. 
Esta opinión viene respaldada también por los numerosos datos arqueológi-
cos recuperados en el transcurso del Proyecto Churajón, realizado por un gremio 
internacional en los años 1999-2002.
18 Parece que esta opinión es válida únicamente para algunos enclaves de la costa del norte de 
Chile donde, según las relaciones del cronista Gerónimo de Bibara (cf. Hidalgo 1971: 10), 
los grupos de cazadores-recolectores de la familia lingüística araucana sobrevivieron hasta el 
principio de la Época Colonial.
48 Prehistoria del Perú Sur
1. Ubicación y característica de la zona de investigación
El conjunto prehispánico de Churajón fue descubierto en abril de 1931 por el 
aficionado en arqueología Monseñor Bernedo Málaga. En el año 1933 se reali-
zaron las primeras excavaciones en la zona (Bernedo Málaga 1949). El conjunto 
está localizado aproximadamente a 60 kilómetros al Sureste de Arequipa, en el 
Distrito de Polobaya, Provincia y Departamento de Arequipa, parcialmente abar-
cando también el territorio del vecino departamento de Moquegua (Fig. 3); latitud 
sur 16o32’/16o45’, longitud oeste 71o15’/71o22; U.T.M. Norte 81-48/81-64, Oeste 
2-50/2-58 (Carta Geográfica Nacional, No. 34-t “Puquina“).
CapíTUlO IV
Trabajos de investigación del 
proyecto Churajón de 1993 a 2002
Fig. 11. Zona del conjunto prehispánico de Churajón. Vista aérea de las quebradas 
Segache y Corabaya-Tasata (Cortesía: Servicio Aerofotográfico Nacional, Lima)
Józef Szykulski 49
Se trata de un terreno montañoso, ubicado a una altitud de entre 2700 y 3400 
metros sobre el nivel del mar, en las zonas afluentes de las quebradas de Segache 
y de Corabaya, que a la altura del pueblo Tasata adopta el nombre de la quebrada 
de Tasata. La topografía del terreno está marcada por barrancos y cañones profun-
dos que periódicamente se llenan de agua (Fig. 11)19. La vegetación en la zona es 
típica de las regiones semidesérticas y está constituida por gramíneas, arbustos y 
diferentes tipos de cactáceas (Fig. 12). En el fondo de los valles también crecen los 
árboles, en su mayoría representados por, ajenos a la flora suramericana, eucaliptos 
Eucalyptus globulus Labill.
El límite norte del conjunto lo forman las ruinas de Maucallacta, cerca de Polo-
baya. En la dirección sur las evidencias arqueológicas tipo Churajón desaparecen 
aproximadamente a la altura de la quebrada Amarcanqui, a 4 kilómetros al Sur de 
Santuario de Chapi. El límite occidental está definido por la carretera Arequipa - 
Santuario de Chapi y el oriental está marcado por las laderas de la cadena de los 
cerros localizados al lado izquierdo de la quebrada Corabaya-Tasata, es decir, ya 
dentro del departamento de Moquegua.
En toda la zona de Churajón, al igual que en otras regiones de los departamen-
tos de Arequipa y Moquegua, se observan huellas de actividad sísmica y volcánica. 
El estrato de la ceniza volcánica procedente de la erupción del Huaynaputina en 
el año 1600 (Echevarría y Morales 1600; Barriga 1951) hasta hoy en día cubre 
una gran parte de las ruinas y terrazas agrícolas.
Lo característico de Churajón son miles de hectáreas de terreno montañoso 
cubierto por antiguas ruinas y terrazas agrícolas junto con un extenso sistema 
de reservorios y canales (Fig. 13). El patrón arquitectónico de las estructuras, 
así como también el material arqueológico recuperado durante las excavaciones, 
confirman que se trata de las evidencias relacionadas con el Período Intermedio 
Tardío, proyectándose hasta el Horizonte Tardío (Bernedo Málaga 1949; Neira 
1990, 1998; Ramos, Díaz 1998; Szykulski 1998, 2000, 2000a, 2008; cf. también: 
Gasparini, Margolies 1980).
Sin ninguna duda, las actividades humanas realizadas en estas dos últimas 
épocas prehispánicas, de forma drástica cambiaron la antigua topografía del terreno. 
Los trabajos de nivelación, la construcción de terrazas y sistema de irrigación 
influyeron en las condiciones microclimáticas de la zona, como también borraron 
la mayoría de los vestigios de ocupación anterior. Por eso, la reconstrucción de 
las evidencias culturales anteriores al Período Intermedio Tardío –principalmente 
estas de la Época Precerámica y Formativa– se basa en las relativamente escasas 
evidencias culturales conservadas sobre las eminencias de algunos cerros y en las 
partes bajas de las quebradas. Es decir, en los sitios poco asequibles donde los 
trabajos de construcción se realizaron únicamente de forma limitada.
19 En la región el período de lluvias dura desde la mitad de diciembre hasta el fin de marzo.
50 Prehistoria del Perú Sur
Fig. 12. Zona arqueológica de Churajón. Visto desde las ruinas del 
Centro Administrativo-Residencial
Fig. 13. Churajón Valle de Segache. Cerro Torre Ccasa con un centro defensivo a la 
cumbre. Vista de las ruinas del Centro Administrativo-Residencial
Józef Szykulski 51
2. Churajón en el período Intermedio Tardío
2.1. Arquitectura
El patrón arquitectónico de Churajón se presenta muy homogéneo, tanto en lo 
que concierne a la forma de las estructuras, su localización y la organización del 
espacio, como también a la misma tecnología de construcción de los edificios. 
El elemento más característico de la zona lo constituyen centros habitacionales, 
fortificados, localizados sobre los cerros, a ambos lados de las quebradas Segache 
y Corabaya/Tasata. Entre estas áreas urbanas las más extensas son denominadas: 
Centro Administrativo-Residencial20, Torre Ccasa, Gentilar, Mollebaya, Parasca 
y Wratislavia. El nombre del último de los mencionados

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