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TEXTO 10- BENVENISTE EL APARATO FORMAL DE LA ENUNCIACIÓN El Aparato Formal de la Enunciación se refiere a las reglas y condiciones que determinan cómo se emplean las formas lingüísticas en el proceso de comunicación. Estas reglas establecen las condiciones sintácticas en las que las formas pueden aparecer, así como las combinaciones posibles entre ellas. Sin embargo, es importante distinguir entre las condiciones de empleo de las formas y las condiciones de empleo de la lengua en sí misma. Mientras que las primeras se refieren a las reglas sintácticas y morfológicas, las segundas implican el funcionamiento total y constante de la lengua. La enunciación es el acto individual de producir un enunciado mediante el uso de la lengua. Esto implica que la relación entre el locutor y la lengua determina los aspectos lingüísticos de la enunciación. La producción vocal de la lengua es un aspecto inmediatamente perceptible de la enunciación, pero también se consideran otros aspectos, como la conversión de la lengua en discurso y la formación del sentido en palabras. La enunciación también implica la referencia al mundo exterior y la relación entre el locutor y el interlocutor. Además, la temporalidad se establece en el proceso de enunciación, donde el presente es fundamental. La enunciación crea ciertas clases de signos lingüísticos, como los pronombres personales y los demostrativos, que son producidos en cada acto de enunciación y están vinculados al "aquí-ahora" del locutor. Además de estas consideraciones lingüísticas, la enunciación también tiene implicaciones sociales y psicológicas, como se observa en el fenómeno del diálogo y la "comunión fática". En resumen, el Aparato Formal de la Enunciación abarca una amplia gama de aspectos lingüísticos, sociales y psicológicos que están involucrados en el proceso de comunicación verbal. Texto 11-Kerbrat y Orecchioni LA PROBLEMÁTICA DE LA ENUNCIACIÓN LA COMUNICACIÓN LINGÜISTICA1 EL ESQUEMA DE JAKOBSON La problemática de la enunciación en la comunicación lingüística se aborda a través del esquema propuesto por Jakobson, el cual enumera seis factores constitutivos: contexto, destinador, mensaje, destinatario, contacto y código. Este esquema ha sido objeto de críticas, especialmente en relación con la interpretación del término "código", que en el contexto lingüístico no siempre denota un conjunto de reglas unívocas entre signos y significados, como en cibernética. Algunos críticos, como Ducrot, argumentan que restringir la comunicación al mero intercambio de información es reduccionista. Se propone considerar el lenguaje no como un código de transmisión, sino como un juego que establece reglas para la interacción cotidiana. Esta perspectiva invita a integrar elementos pragmáticos en la competencia lingüística, como los valores ilocutarios. Además, se cuestiona la idea de que la comunicación lingüística refleje directamente relaciones económicas, como sugiere la crítica de una supuesta influencia del modelo de intercambio económico en la teoría de la comunicación verbal. Esta simplificación ignora las complejidades de las relaciones entre infraestructura económica y superestructura simbólica. La enunciación lingüística implica una interacción compleja entre emisor y receptor, donde el lenguaje se concibe no solo como un medio de transmisión de información, sino también como un juego con reglas pragmáticas y una estructura que refleja dinámicas sociales más amplias. Crítica del Esquema de Jakobson A pesar de la claridad del esquema propuesto por Jakobson, es necesario señalar ciertas deficiencias que limitan su aplicación completa. El Código Dentro de este esquema, el "código" se presenta de manera singular y aparentemente suspendido entre el emisor y el receptor, lo que suscita dos problemas y genera críticas: Problema de la homogeneidad del código: Es incorrecto asumir que los participantes de la comunicación hablan exactamente la misma lengua, incluso si pertenecen a la misma comunidad lingüística. Este enfoque descuida las ambigüedades y fracasos de la comunicación. Mientras algunos, como Jakobson, mantienen un optimismo sobre la existencia de un vocabulario común, otros, como Lewis Carroll, adoptan un solipsismo radical, donde cada palabra tiene el significado que el hablante desea. Esta divergencia refleja opiniones ideológicas y metodológicas contrastantes sobre la comunicación lingüística. Problema de la exterioridad del código: Aunque la existencia del código en la conciencia de los enunciadores sigue siendo misteriosa, es claro que funciona como una competencia implícita de un sujeto. La multiplicación del constituyente "código" sugiere la necesidad de considerar dos aspectos: la competencia desde la producción y desde la interpretación. Sin embargo, es esencial reconocer que la competencia del sujeto se ve restringida por su papel como codificador y por diversos filtros que operan en la comunicación. Si bien el esquema de Jakobson ofrece una estructura clara para comprender la comunicación verbal, es importante reconocer sus limitaciones y las complejidades involucradas en la interacción lingüística. El Universo del Discurso El concepto de "universo del discurso" se refiere al conjunto de elementos que influyen en la producción y comprensión del mensaje verbal, y se caracteriza por dos tipos de factores restrictivos: Condiciones concretas de la comunicación: Estas incluyen aspectos como la naturaleza del emisor y del receptor, el entorno físico y social en el que se desarrolla la interacción, entre otros. Por ejemplo, al analizar el discurso de un profesor de lingüística, es crucial considerar tanto la identidad del docente como las características de los estudiantes y el contexto educativo en el que se lleva a cabo la enseñanza. Caracteres temáticos y retóricos del discurso (género): Estos se refieren a las restricciones que impone el tipo de discurso que se está analizando. Por ejemplo, un discurso académico sobre lingüística estará sujeto a diferentes convenciones y restricciones que un discurso poético o narrativo. Es fundamental tener en cuenta estas restricciones de género al interpretar un mensaje verbal. Para ilustrar esta idea, es esencial considerar ejemplos concretos. Por ejemplo, al analizar la producción lingüística de los niños, se deben tener en cuenta factores como si los enunciados son orales o escritos, si se producen en un contexto escolar o no, y el tipo de discurso que están generando (narrativo, descriptivo, poético), así como la naturaleza de las consignas que reciben. El concepto de "universo del discurso" enfatiza la importancia de comprender el contexto y las restricciones específicas que influyen en la producción y comprensión del lenguaje verbal en diferentes situaciones comunicativas. Reformulación del Esquema de la Comunicación La reformulación del esquema de la comunicación propuesto por Jakobson incluye una ampliación de las competencias y factores que intervienen en el proceso comunicativo. Aquí presentamos una versión revisada del esquema: Emisor: Competencias lingüísticas y paralingüísticas. Competencias ideológicas y culturales. Determinaciones "psi" (psicológicas y psicoanalíticas). Proceso de codificación del mensaje, considerando las restricciones del universo del discurso. Modelo de producción. Referente: El tema o contenido del mensaje. Mensaje: Contenido del mensaje. Restricciones del universo del discurso. Proceso de codificación y decodificación del mensaje. Receptor: Competencias lingüísticas y paralingüísticas. Competencias ideológicas y culturales. Determinaciones "psi". Restricciones del universo del discurso. Modelo de interpretación. Observaciones: La comunicación oral es multicanal, incorporando tanto elementos lingüísticos como paralingüísticos (mímica y gestos), que se complementan entre sí para transmitir significados. La importancia de los comportamientos paraverbales se refleja en el papel crucial que juega la dirección de la mirada en la comunicaciónoral. El "universo del discurso" abarca datos situacionales y restricciones temático-retóricas que influyen en la producción y comprensión del mensaje. El modelo de comunicación considera la reflexividad y simetría de la comunicación verbal, así como su transitividad, que permite la transmisión de información sin la experiencia directa del emisor. Críticas y Propiedades Adicionales Se señala la necesidad de ajustar el esquema para reflejar adecuadamente ciertas propiedades características de la comunicación verbal, como la reflexividad, simetría y transitividad: La reflexividad implica que el emisor del mensaje también es su primer receptor. La simetría indica que el mensaje verbal suele requerir una respuesta del receptor. La transitividad permite al lenguaje humano transmitir conocimiento sin la experiencia directa del emisor. Estas propiedades esenciales distinguen la comunicación verbal de otros tipos de comunicación semiótica y deben ser consideradas para una comprensión completa del proceso comunicativo. La complejidad de las instancias emisora y receptora Esta parte aborda la complejidad inherente a las instancias emisora y receptora en la comunicación, y sugiere una revisión del modelo tradicional de comunicación dual. Se señala que este modelo es insuficiente para representar la diversidad de situaciones comunicativas, como las del ámbito literario o publicitario, donde múltiples agentes participan en la emisión del mensaje. En el proceso de emisión, pueden existir diversos niveles de enunciación superpuestos, como en el caso de una campaña publicitaria donde el anunciante encarga a una agencia diferentes roles emisores. Similarmente, en el teatro, el autor se convierte en uno de varios emisores interpretativos. Por otro lado, se propone una refinación en la categorización de receptores, distinguiendo entre el alocutario (destinatario explícito del mensaje), el receptor indirecto (testigo del intercambio verbal) y receptores adicionales (aquellos no previstos por el emisor). Además, se considera la presencia física o ausencia de los receptores, así como su capacidad para responder. La tipología de receptores se amplía, considerando la interacción entre distintos estratos de recepción y el grado de ficción en el que puede encontrarse el receptor. También se destaca la importancia de la relación social y afectiva entre emisor y receptor, que puede determinar el nivel de distancia o intimidad en la comunicación, reflejado en el uso de pronombres como "usted" o "tú". En conclusión eta parte resalta la necesidad de una comprensión más matizada de las instancias emisora y receptora en la comunicación, reconociendo su complejidad y diversidad en distintos contextos comunicativos. Las interacciones que se dan entre estos diversos componentes Esta parte explora las interacciones entre los diversos componentes implicados en el proceso comunicativo. Se cuestiona la rigidez del modelo tradicional de comunicación, que separa al emisor y al receptor como burbujas impermeables, sin considerar sus mutuas influencias y adaptaciones durante el intercambio verbal. Se reconoce que los interlocutores no solo se comunican verbalmente, sino que también intercambian imágenes mentales y se ajustan mutuamente a lo largo del diálogo. Esta adaptación implica un gasto de energía por parte de ambos, lo que constituye la base de la comunicación. Además, se plantea la complejidad de la competencia ideológica, que influye en la interpretación y producción del discurso. La línea divisoria entre la competencia lingüística y la competencia ideológica es porosa, lo que indica una interacción constante entre ambas. El status del referente también se analiza en su inserción en el mensaje y en la competencia ideológica y cultural de los sujetos. El canal de comunicación, por su parte, actúa como un filtro que influye en las elecciones lingüísticas. Por último, se destaca la naturaleza borrosa de los límites del universo del discurso, que integra datos situacionales, restricciones retóricas y la relación entre emisor y receptor. Este análisis revela la necesidad de una lingüística más dinámica, que investigue cómo se articulan los diferentes componentes del proceso comunicativo y cómo se convierte la lengua en discurso. LA ENUNCIACIÓN Esta parte aborda el concepto de enunciación y su relevancia en el estudio semiológico. Se plantea la pregunta fundamental sobre qué es la enunciación y cuál debe ser su objeto de estudio en una "lingüística de la enunciación". En términos semánticos, se presenta el sentido original de la palabra "enunciación", el cual se refiere a la activación de la lengua por parte de un individuo durante un acto de comunicación. Sin embargo, se reconoce la imposibilidad de estudiar la enunciación en su forma pura, ya que es un fenómeno histórico y único que nunca se repite de manera idéntica. Debido a esta limitación, el término sufre un deslizamiento semántico, siendo utilizado para referirse tanto al acto de producción como al producto del acto. Esto conduce a una diversificación de los significados del término "enunciado", que puede referirse a una oración actualizada, una unidad transoracional o una secuencia de oraciones en la lengua o en el habla. Se plantea entonces la cuestión de dónde está el límite entre el enunciado y la enunciación, especialmente cuando esta última se concibe como el proceso en el que el hablante se inscribe en su propio discurso. Se sugiere que ambos conceptos se superponen y que la diferencia radica en la perspectiva desde la cual se aborda el objeto. En este contexto, se propone estudiar las huellas del acto de enunciación en el producto, es decir, identificar cómo se reflejan los elementos del marco enunciativo en el discurso mismo. Este enfoque permite explorar las estructuras específicas de la enunciación a partir del análisis del enunciado realizado. Segundo deslizamiento semántico Esta ultima parte aborda el segundo deslizamiento semántico del término "enunciación" y cómo los teóricos de la semiótica suelen privilegiar al emisor del mensaje. Este privilegio connota una cierta limitación del término, ya que tiende a ser asociado más con el acto de producir un mensaje que con el acto de interpretarlo. Además, el término experimenta un deslizamiento semántico adicional debido a la especialización, lo que lo restringe a ser visto como el mecanismo de producción de un texto y la inserción del hablante en su propio discurso. Ademas en esta parte se distingue entre dos enfoques de la lingüística de la enunciación: el enfoque amplio y el enfoque restringido. En el enfoque amplio, se busca describir las relaciones entre el enunciado y los elementos constitutivos del marco enunciativo, como los protagonistas del discurso y la situación de comunicación. Se identifican los "hechos enunciativos" como unidades lingüísticas que reflejan la inserción del locutor en el enunciado. Por otro lado, el enfoque restringido se centra únicamente en el hablante- escritor y las huellas lingüísticas de su presencia en el enunciado. Se exploran las modalidades de existencia de la subjetividad en el lenguaje y se buscan unidades "subjetivas" como los "hechos enunciativos" pertinentes. Por utimo se recapitula la distorsión del concepto de enunciación y se define la problemática de la enunciación como la búsqueda de los procedimientos lingüísticos con los cuales el locutor imprime su marca en el enunciado. Se propone una "lexología restringida" como método de estudio, que se enfoca en las manifestaciones más triviales de la subjetividad lingüística en el discurso corriente. Luego se plantea una perspectiva descriptiva que reintegra los parámetros enunciativos previamente eliminados. Texto 12- Filinich El sujeto de la enunciación Definición El concepto de sujeto de la enunciación es fundamental en semiología, pero puede generar confusiones si no se comprende correctamente. En este contexto, el sujeto de la enunciación no se refiere a un individuo específico ni busca capturarla experiencia única de un hablante empírico. Tampoco identifica una entidad psicológica o sociológica cuyos rasgos se reflejen en el enunciado. Para entender este concepto, consideremos un ejemplo: una fotografía presentada en un artículo titulado "Stress" de la revista First (No. 117, junio de 1996). Ante esta imagen, podríamos especular sobre quién la tomó o quién la seleccionó para el artículo. Sin embargo, el conocimiento del autor real no es relevante para comprender el sentido de la imagen en el contexto del artículo. Lo importante es reconocer las marcas de la presencia del sujeto que destina la imagen al enunciatario. El sujeto de la enunciación es una instancia que trasciende la voluntad de un individuo específico y se moldea dentro del propio enunciado. Esta instancia está compuesta por la articulación entre el sujeto enunciador y el sujeto enunciatario. Es preferible hablar de "instancia de la enunciación" para destacar ambos polos de la comunicación. El sujeto enunciador no debe confundirse con el emisor o sujeto empírico, al igual que el enunciatario no debe confundirse con el receptor real del enunciado. Ambos son sujetos discursivos previstos dentro del enunciado. La comunicación siempre implica una relación dialógica, incluso en el monólogo. En resumen, el sujeto de la enunciación es una instancia lingüística presente en el discurso, que representa la relación dialógica entre un yo y un tú, presupuesta por la lengua y subyacente a todo enunciado. Su comprensión es esencial para analizar la significación en el discurso desde una perspectiva semiótica. Las marcas del enunciador y del enunciatario En el ámbito de la semiología, resulta crucial comprender las marcas del enunciador y del enunciatario en un discurso. Estas figuras se manifiestan como el yo responsable del acto de decir y el tú anticipado por el enunciador. Además de los pronombres de primera y segunda persona, que son los únicos pronombres personales en sentido estricto según Benveniste, estas figuras se revelan a través de diversos indicios que reflejan una perspectiva y una captación esperada de los hechos. Históricamente, los estudios sobre enunciación han priorizado el análisis de las marcas de la perspectiva del enunciador. Por ejemplo, Kerbrat-Orecchioni, en su texto clásico sobre el tema, se centra en las huellas dejadas por el sujeto enunciativo en el enunciado, enfocándose en los deícticos y otros indicadores de la subjetividad. No obstante, es crucial reconocer que el enunciador no solo se construye a sí mismo, sino que también elabora una imagen del enunciatario. Diversos recursos se utilizan para configurar esta imagen, como señala Prince en su estudio sobre el enunciatario en la narración literaria. Se emplean términos directos e indirectos, preguntas, negaciones, referencias a textos conocidos, comparaciones, analogías y sobrejustificaciones para dar forma a la figura del destinatario. Basicamente, la instancia de la enunciación se erige como una estructura dialógica que influye en el enunciado, independientemente de cualquier realidad empírica previa, y que puede ser reconstruida mediante la interpretación de los rasgos que la definen. Ambigüedad y polifonía enunciativa En el análisis semiótico, es esencial tener en cuenta la ambigüedad y la polifonía enunciativa, donde las referencias al enunciador y al enunciatario pueden generar significaciones adicionales. Por ejemplo, los pronombres personales de primera y segunda persona, que tradicionalmente se consideran como los más directos, pueden asumir significados diversos que trascienden su uso convencional. Kerbrat-Orecchioni señala cómo los pronombres personales pueden desplazarse significativamente de su significado habitual, como en el caso de la enálage de persona, donde el yo puede referirse a un tú, como en la instrucción dirigida a un niño. Del mismo modo, el él puede representar al yo, como en el ejemplo clásico de César comentado por Butor. En la literatura, se observan usos interesantes de la segunda persona y la tercera persona, donde esta última se introduce en la conciencia del yo que percibe y experimenta los acontecimientos, como en el cuento "La autopista del Sur" de Cortázar. La polifonía enunciativa, según Bajtín y Ducrot, implica la presencia de múltiples voces en un discurso. La ironía, por ejemplo, refleja la voz de otro enunciador, como en el caso del ironista que se distancia de lo afirmado, atribuyendo la afirmación a un enunciador ingenuo. La cita y la negación también ejemplifican esta polifonía, ya que implican la presencia de enunciadores previos cuyas voces se entrelazan con la del hablante actual. En resumen, el concepto de sujeto de la enunciación abarca un proceso complejo mediante el cual el discurso establece su origen y su objetivo. La relación entre enunciador y enunciatario, yo y tú, se convierte en un nivel de significación fundamental que requiere un análisis detallado para comprender plenamente los significados construidos por el enunciado.
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