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MEMORIA_DE_LICENCIATURA

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MEMORIA DE LICENCIATURA 
 
 
 
LL AA LL OOMM AA 
LL UUCCEESS YY SSOOMM BBRRAASS DDEE 
UUNNAA CCOOMM AARRCCAA 
GGII EENNNNEENNSSEE EENN EELL 
SSII GGLL OO DDEE EENNSSEENNAADDAA 
 
Baeza, Begíjar, Canena, Ibros, Lupión, Rus, Sabiote, Torreperogil y Úbeda 
 
 
 
 
 
Presentada por Juan Antonio Díaz Miguel 
 
Dirigida por Dra. Dª. Milagros León Vegas 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
Departamento de Historia Moderna y Contemporánea 
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A Aureli, Alejandra y Fernando 
por su apoyo en todo momento 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 7
PRÓLOGO 
 
MEMORIAS DE MI INFANCIA Y ADOLESCENCIA 
 
 Fue allá por el mes de agosto del año 1957 cuando llegué a Baeza. Acababa de 
finalizar la Feria dedicada a la Virgen del Alcázar. Yo, que nunca había estado en 
Andalucía, era entonces tan solo un niño de siete años, pero el contraste entre las verdes 
tierras de mi Galicia natal y las resecas de aquella ciudad causaron un gran impacto en 
mis infantiles ojos. Siempre recordaré las imágenes del Ejido, con su gran abrevadero 
en el centro, alrededor del cual se encontraban el convento de San Antonio Abad, el 
grupo escolar, la prisión de partido, la almazara (fábrica de aceites El Alcázar) y, un 
poco más alejadas, la capilla de San Ignacio y la pequeña estación del trenecillo que 
conectaba el núcleo ferroviario de Linares – Baeza con la ciudad. Aquella amplia 
explanada, polvorienta, tan solo transitada por mulas y borricos, fue lo primero que 
conocí de aquel lugar. 
 
 Allí pasé poco más de cinco años en el transcurso de los cuales Baeza, y sus 
alrededores, no solo formaron parte de mi vida, sino que se fueron incrustando en mí de 
forma tal que aún hoy, cuando han pasado cincuenta y muchos años, sigo teniendo 
presentes sus imágenes y sus aromas. 
 
 Recuerdo la llegada de la primavera, centrada, primero, en la Semana Santa, con 
olores a cera e incienso, sus Cristos de tez oscura, y sus Vírgenes, sobre todo la 
Fervorosa, de mantos bordados en oro y rodeadas de velas, las trompetas, los tambores 
y, sobre todo, las saetas, esos cantos desgarradores que todo lo llenaban en unas noches 
impregnadas de azahar, y después, a primeros de mayo, en la Feria, con sus pequeñas 
atracciones y con el mercado de ganado, que se celebraba en el Ejido. De aquellos días 
guardo memoria del sabor a regaliz del “palodu”y el de la caña de azúcar. De sopetón 
hacía acto de presencia el tórrido verano, con sus obligadas siestas, los grillos y los 
cartuchitos de pipas de girasol a cinco céntimos (la perra chica) que nos traía a casa el 
“pipero”, un hombre ya mayor, bonachón, que siempre tenía la sonrisa en los labios. Era 
la época de la recogida de la mies (trigo y cebada), de la trilla en la era y del venteo. 
Claro está, como nosotros, mi hermano y yo, siempre nos escapábamos a verla, 
 8 
acabábamos con los ojos rojos y “picosos” por el polvo que aquella labor levantaba. A 
mediados de agosto llegaba la otra Feria, con su corrida de toros, única, pero siempre 
con un gran cartel, a la que solía llevarme mi padre, gran aficionado y fundador de una 
peña taurina, y que fomentó en mí una gran pasión por aquel arte. En esos meses, al 
atardecer, solíamos ir andando por la carretera hasta las afueras de Úbeda, que está a 
poco más de ocho kilómetros, y por la cual, excepto el autobús de línea, casi nunca 
circulaba un vehículo a motor. Los inviernos, cuyos recuerdos están asociados al grupo 
escolar San Juan de la Cruz, primero, y al Instituto Santísima Trinidad, después, eran 
extremadamente fríos y la nieve solía hacer aparecer con harta frecuencia, lo que para 
nosotros era siempre motivo de juegos, sobre todo porque ello suponía la suspensión de 
las clases. Era el tiempo del vaso de leche en polvo o el trozo de queso que nos daban en 
aquella escuela. Las Navidades no eran excesivamente alegres, los tiempos no eran 
demasiado propicios, además estábamos muy lejos de nuestra familia. La cena de 
Nochebuena era siempre bacalao con coliflor, después unos mantecados que hacía mi 
madre y, si acaso, un ochío, exquisito bollo de pan de aceite con azúcar que ella 
encargaba en el horno que había cerca de casa. Mi padre en esas fechas montaba un 
fantástico Belén que era visitado por todos los lugareños, en él ponía una bandejita para 
los donativos de aquellos, con los cuales después compraba algunos productos de 
primera necesidad que repartía entre los más necesitados (el pipero y otras tres o cuatro 
familias). En Reyes siempre había algún juguete, pero no podré olvidar a mi compañero 
de clase Ciriaco, cuando, en aquel mágico día, pasando por la puerta de mi casa, le 
pregunté que le habían traído y él, como si fuese lo más normal, me respondió que 
“nada”. En los meses de diciembre y enero era corriente que muchos niños dejasen de ir 
a la escuela. El motivo, para mi incomprensible, era para poder ir con sus padres a la 
recogida de la aceituna. Siempre regresaban con las manos llenas de sabañones. Ciriaco 
volvía aquella mañana de la “rebusca”. 
 
 Muchas son las instantáneas de aquellos días. Las beatas, con sus trajes morados 
ceñidos con cíngulos amarillos, que llevaban por las casas las hornacinas con la imagen 
de algún santo para que los tuviésemos una semana, pasada la cual la recogían para 
llevarla a otro “hogar cristiano”. La inmensidad de los olivos que, colocados uno detrás 
del otro cual impertérritos soldados, se divisaban desde “las murallas” (yo por entonces 
no entendía esa denominación porque de aquellas construcciones no quedaba ni rastro). 
El cabrero, con su gran rebaño, que luego nos traía a casa una leche dulzona, que medía 
 9
con un jarrillo de latón, y que a mí me provocaba nauseas. Las “abuelas” que, cuando 
se les preguntaba alguna cosa, siempre te contestaban con la misma pregunta “niño ¿y 
tu de quien eres? Las mujeres sentadas a corro en las puertas de las casas haciendo 
encaje de bolillos. Los “chaveas” (que rara me sonaba esta palabra) jugando a ser 
toreros en cualquier calle o plaza. También recuerdo a los jornaleros, en los soportales, 
esperando que algún “señorito” les fuese a contratar para las faenas del campo. 
 
 Hoy pienso que muchas de aquellas escenas de mediados del siglo XX, bien podrían 
ser idénticas a las del XVIII, momento en el que centro mi Tesina. Sin duda alguna, 
muy pocas cosas habrían variado en doscientos años. 
 
 Pero, he aquí, que de repente llegó la modernidad. Por un lado la televisión, solo una 
en la ciudad, en el café Mercantil, pequeña, en blanco y negro, y que se veía fatal. Lo 
primero que pude ver en ella fueron los funerales del Papa Pío XII. Después, otro día, 
alguien venido de fuera, estando con mis padres en ese mismo establecimiento, pidió un 
extraño refresco de color marrón, lo llamó Coca Cola. 
 
 La comarca entera de La Loma, y sobre todo sus dos ciudades, Baeza y Úbeda, han 
estado sumidas en una nebulosa tal que se tiene la sensación de que el tiempo no pasaba 
por ella. Noble pobreza y abandono han sido sus mayores protagonistas durante más de 
dos siglos. Tan solo, a partir de los años setenta del pasado siglo XX la comarca empezó 
a despertar de su profundo sueño. Tres han sido, en mi opinión, las circunstancias que 
han llevado a este despertar. Primero la declaración de Baeza y Úbeda como ciudades 
Patrimonio de la Humanidad, dadas sus características arquitectónicas renacentistas, 
únicas en suelo hispano, lo que propicióla llegada del turismo, segunda la consagración 
del cultivo y comercialización del aceite de oliva, que pasó a ser considerado como “oro 
líquido”, y por último, y no menos importante desde el punto de vista de la economía 
local, la implantación en ambas ciudades de sendas Academias de la Guardia Civil, de 
modo que varios miles de Guardias Jóvenes llenaron las calles año tras año, lo que 
suponía dejar en sus establecimientos una cantidad importante de dinero. 
 
 Mil y una experiencias podrían ser relatadas de aquellos tiempos, ¡no es necesario!, 
la realidad es que La Loma, con sus poblaciones, sus campos, y sus gentes me conquistó 
para siempre. 
 10 
 Por eso, cuando mi querida amiga y profesora de Historia Moderna, la doctora 
Milagros León Vegas, me propuso la realización de una Memoria de Licenciatura que 
tuviese como fuente principal los datos que proporciona el Catastro de Ensenada, se me 
ocurrió hacerla dedicándola a esta comarca giennense con la que tan estrecha y 
afectivamente me encuentro ligado. Un estudio de la comarca de La Loma centrado en 
la segunda mitad del siglo XVIII, pero tomando también continuas referencias a 
tiempos anteriores, en los cuales esta zona gozó de un esplendor tal, que nunca ha sido 
capaz ya no solo de superar sino incluso de igualar. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 11
INTRODUCCIÓN 
 
 La Comarca de la Loma se encuentra situada en el centro geográfico de la 
provincia de Jaén y en su contexto actual tiene una superficie de 1.437,4 kilómetros 
cuadrados y una población que ronda los ochenta mil habitantes. Sus límites naturales 
son, al norte con la comarca del Condado, al este con la de Las Villas y la Sierra de 
Cazorla, al oeste con la comarca de Sierra Morena y la comarca metropolitana de Jaén, 
y al sur con la de Sierra Mágina. 
 
 
Antiguo mapa de la comarca de La Loma 
 
 Esta comarca, en el siglo XIV, momento en la que empieza a aparecer con esta 
denominación, y muy especialmente en los XVI y XVII, era mucho más extensa, de tal 
forma que por oriente incluía la localidad de Quesada y por el norte lo hacía con 
Linares, llegando incluso hasta Bailen. En tal forma era conocida como Comarca de la 
Loma y las Villas. Por ello su estructura jurídica-administrativa estaba dividida con dos 
cabezas de partido sitas respectivamente en Baeza, en su zona occidental, y Úbeda en la 
oriental, ambas ciudades de realengo, alrededor de las cuales se encontraban otras 
poblaciones (villas y lugares) cuya naturaleza sería tanto de realengo, de señorío o de 
propios. 
 12 
 En el momento de la realización del Catastro la comarca está constituida por: 
 
- Dos ciudades: Baeza y Úbeda. 
- Dieciocho villas: Linares, Tobaruela, Bailén, Vilches, Baños de la Encina, 
Jabalquinto, Rus, Canena, Ibros Realengo, Ibros Señorío, El Mármol, Albanchez, 
Bedmar, Torreperogil, Jódar, Cabra, Sabiote y Santisteban. 
- Cuatro lugares-aldea: Begíjar, Lupión, Castellar y Las Navas. 
- Tres aldeas: Santa Olalla, Torre de Garcihernández y Torre de San Juan. 
- Cuatro cortijadas: Ninches, Chozas, Cuevas de Chiribayle y Arquillos. 
 
 Para la presente memoria solo se han escogido los datos correspondientes a las 
poblaciones que formaban parte de la Loma a mediados del siglo XIX y que son las 
mismas que lo hicieron a todo lo largo del XX. Este hecho es debido a que, de forma 
casi inmediata a la realización del Catastro ordenado por Ensenada, se produjo, de 
manera continua, la segregación de muchas de las localidades señaladas. Por otro lado, 
teniendo en cuenta que lo que se pretende es recabar datos que, en cierto modo, 
podríamos clasificar más de carácter cualitativo que cuantitativo, no se ha considerado 
necesario, ni conveniente, remitirse a un estudio de todas aquellas. Resulta, por tanto, 
más que suficiente, hacerlo tan solo de las que mantuvieron su vinculación a esta zona 
geográfica hasta llegar al momento actual. 
 
 Ciertamente, la extracción de datos hubiese sido posible estudiando (y 
transcribiendo) tan solo una localidad, pero se ha preferido hacerlo de las nueve 
reseñadas pues ello nos permite dar un paso más en el sentido de buscar pequeños 
detalles que, de otra forma, posiblemente habrían podido escapar a la observación. El 
hacerlo en un comarca completa quizás pueda deberse a que en ella “parece haber 
enraizado la idea de ser arquetipo o espacio genuino sentido como tal por la población, 
erigiéndose en instancia u obligada referencia para identificar al hombre con el medio 
natural, y en módulo capaz de establecer funciones de diferenciación de gentes y 
espacios”1. 
 
 
1 IDÁLEZ DE AGUILAR, ALEJANDRO FAUSTINO. “Comarcas Históricas del Reino de Jaén”. Boletín 
del Instituto de Estudios Giennenses. Nº 162. Jaén. 1996. Págs. 867 – 894. 
 13
 Así pues debe quedar bien claro que, en modo alguno, se ha tratado de hacer un 
estudio al uso en base de la realización de sucesivas tablas estadísticas que concentren 
todos los datos económicos registrados en el Catastro. Este magno documento es mucho 
más que un mero estudio destinado a obtener información acerca de los bienes y 
hacienda de población e instituciones del momento. El Catastro encierra una ingente 
información sobre la vida social, política y religiosa de aquellos días que ya quisieran 
poder igualar no pocos estudios estadísticos y encuestas gubernamentales de la 
actualidad. Así pues, el interés ha sido, partiendo de los muchos datos catastrales 
obtenidos, de otros documentos pertenecientes a los Archivos Histórico Provincial y 
Diocesano de Jaén y, sobre todo, a los Histórico Municipales de Baeza y Úbeda, cuyo 
descubrimiento ha sido para nosotros una de las mayores y más agradables sorpresas 
dado el espectacular estado de conservación de sus legajos y la magnitud de la 
información reflejada en ellos, y de una amplia bibliografía, lograr un mayor 
acercamiento de la historia de la comarca, hacer un análisis de la época y, en definitiva, 
tratar de saber algo más de la existencia de los que entonces vivieron en aquella zona 
del Reino de Jaén. 
 
 Haciendo un avance somero de los distintos epígrafes que han de componer esta 
Tesina adelantamos que su primer capítulo estará dedicado a realizar una reseña 
histórica de las nueve poblaciones que serán objeto de nuestro estudio, a saber Baeza, 
Begíjar, Canena, Ibros, Lupión, Rus, Sabiote, Torreperogil y Úbeda; para ello iremos 
desde sus orígenes en la antigüedad, pasando a continuación por los importantes 
momentos de la Reconquista y posterior esplendor renacentista, hasta llegar al siglo 
XVIII incluyendo, en determinados momentos, las primeras décadas del XIX, 
incorporando curiosidades y anécdotas dignas de mención. El segundo capítulo estará 
dedicado, de forma monotemática, a la etapa de la historia de España que comprende el 
final del reinado de Carlos II y el advenimiento de la nueva dinastía borbónica, vista 
desde la óptica de los documentos conservados en el Archivo Histórico Municipal de 
Baeza. En un tercer capítulo será estudiada la sociedad de la época y una serie de 
instituciones que se han considerado de interés. Así trataremos de cuestiones como 
estamentos sociales, sanidad, educación, religiosidad y otras. El cuarto estará dedicado 
de forma exclusiva a hacer un breve repaso de la monumentalidad renacentista que es 
seña de identidad de prácticamente todas las poblaciones la comarca. En cuanto al 
quinto, tendrá tintes de carácter económico, con un estudio detallado del los tipos de 
 14 
impuestos que gravaban a la población, así como las distintos sistemas de medidas 
empleados en la época. Finalmente, en un sexto capítulo se tratará el Catastro de 
Ensenada como fuente documental, así como las personas relacionadas con el proceso 
catastral y otra serie de cuestionesque de él se derivan. Por último, y tras un análisis y 
conclusiones sobre todo lo expuesto, se incluirá un pequeño glosario que presentará 
vocablos poco utilizados en la actualidad, incluyendo en algunos casos su significado en 
el siglo XVIII. Como final aparecerán los preceptivos apartados dedicados a las fuentes 
documentales y la bibliografía empleadas. Como apéndice se añadirá la trascripción del 
conocido como “Interrogatorio de la Letra A” del Catastro de Ensenada, que fue 
efectuado en las todas las poblaciones de la comarca. 
 
 En definitiva, la nómina de archivos consultados así como una nutrida bibliografía, 
no exhaustiva pero si leída en su totalidad para el análisis propuesto, completa la 
presente Memoria de Licenciatura. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 15
CAPÍTULO I 
 
COMARCA DE LA LOMA. RESEÑA HISTÓRICA 
 
 Antes de proceder con el estudio pormenorizado de cada una de las poblaciones hay 
que hacer constar que la comarca, de forma similar a lo que sucedía en el resto de los 
reinos andaluces en el siglo XVIII (Granada, Jaén, Córdoba y Sevilla), se encontraba en 
una situación de recesión económica, agravada por el hecho de que la mayoría de la 
propiedad agraria estuviese en manos de grandes latifundistas y de la iglesia, no 
existiendo apenas pequeños propietarios, estando las tierras, generalmente, arrendadas 
por colonos o aparceros. 
 
 De esta grave situación tenía conocimiento la Corona, así, en este sentido, y a modo 
de ejemplo, podemos señalar lo reseñado por el Cabildo de Baeza en sesión celebrada 
el 24 de noviembre de 1755 en el que se da lectura a una carta dirigida por el 
Corregidor-Intendente del Reino de Jaén al Consejo, Justicia y Regimiento de la ciudad 
cuyo texto dice: 
 
 “ Habiendo resueltto el Rey, renobando las demosttraziones de su amor a 
los basallos de los pueblos de los cuattro Reinos de Andaluzía el que se 
ocurra a su conserbazión en ttodo lo posible por la estterelidad que se 
rezela en la cosecha de granos de estte año para dar las Probidenzias 
conduzentes a estte fin…”2 
 
 Esto se complementa, dentro del mismo Acta, con una carta del Marqués de la 
Ensenada en la que transmitía a los regidores la preocupación del rey Fernando VI 
 
 “…enterado el Rei de el deplorable en que se allan los cuatro Reynos de 
Andalucía por falta de cosechas en el presente año y deseando ebittar las 
funestas consecuencias que de ello puedan resultar a aquellos basallos, se a 
 
2 AHMB. (Archivo Histórico Municipal de Baeza). Legajo perteneciente a Actas Capitulares de 1753. 
Sin numeración de página. Sesión del Cabildo de 24 de Noviembre de 1755. 
 
 16 
servido S. M. dar Comisión privattiva con ttoda la jurisdicción y facultades 
que se requieran a….”3 
 
1 – Las dos ciudades 
 
 De la importancia que tenían ambas poblaciones nos dan testimonio las palabras del 
propio rey Alfonso VIII de Castilla el cual, en carta escrita al papa Inocencio III con 
motivo de su victoria contra los almohades en la Batalla de las Navas de Tolosa de 
1212, se expresa de esta forma 
 
“…de aquí pasamos a dos ciudades, una llamada Úbeda y otra Baeza, y son 
las maiores que hay aqüende del mar, fuera de Córdoba y Sevilla…”.4 
 
1.1 – Baeza. Nido Real de Gavilanes 
 Con enclave sobre asentamientos prehistóricos de las Edades del 
Cobre y del Bronce, que después lo fueron iberos, la primera capital de lo que primero 
fue reino y posteriormente comarca estuvo ubicada en la ciudad de Baeza, conocida en 
el romancero como “Nido Real de Gavilanes”, la Vivatia romana5, primero con carácter 
 
3 AHMB. Ibídem 
 
4 UREÑA UCEDA, ALFREDO. PERAGÓN LÓPEZ, CLARA E. “Viajes y viajeros en Baeza a finales 
del Siglo XVIII. Aproximación artístico – literaria”. Cap. “Baeza y su situación a finales del siglo XVIII: 
Crisis de la ciudad y dificultades para llegar a ella”. IMAFRONTE. Revista de Historia del Arte, nº 17. 
Universidad de Murcia. 2003-2004. Pág. 229-249. Citan a PONZ, ANTONIO. Viage dc España cn quc 
se da noticia de las cosas más apreciables, y dignas dc sabcrse que hay cn clla. Viuda de don Joaquín 
Ibarra. Madrid. 1791, tomo XVI. Pág. 373 
 
5 RODRÍGUEZ MOÑINO-SORIANO, RAFAEL. CRUZ CABRERA, JOSÉ POLICARPO. Breve 
Historia de Baeza. Ed. Sarria. Málaga 1999. Según los autores, Vivatia formó parte, en el siglo I a. C. de 
la Hispania Citerior, posteriormente ya en el siglo I de los de nuestra era fue incluida en el Conventus 
Cartaginensis formando parte de la provincia Tarraconense, dependiendo administrativamente de Cástulo. 
 
 17
estipendiario y después Municipio Flavio Vivatiense6, situada en el conocido como 
Cerro del Alcázar, posterior ciudad visigoda sede de la ceca o fábrica de moneda que 
anteriormente había estado en Cástulo, sede episcopal7 desde el siglo III y, desde el 
siglo VIII, Bayyasa musulmana, la cual fue reconquistada por primera vez el año 1147 
por Alfonso VII, aunque tan solo diez años después fue tomada por los almohades. La 
ciudad en 1212 fue momentáneamente ocupada por el rey Alfonso VIII tras la batalla de 
las Navas de Tolosa. 
 
 Siendo emir Abd Allah al Bayyasi8, bisnieto del fundador del califato almohade, 
Abd al Mumin, tuvo lugar la definitiva reconquista el 30 de noviembre de 1227 por 
Diego López III de Haro9, VII Señor de Vizcaya, al servicio del rey castellano Fernando 
III, al frente de 500 lanzas castellanas10, constituyéndose de esta forma el reino que 
llevaría el nombre (castellanizado) de la cora preexistente, siendo dotado por el rey del 
Fuero de Cuenca11 y que, junto a los de Castilla, Toledo, León y Galicia, conformarían 
el total de sus dominios. 
 
6 En la ermita de la Yedra se conserva actualmente un pedestal que pone “Al Emperador Cesar Lucio 
Septimio Pertinaz Augusto Arábigo Pártico, pontífice máximo en su once tribunicia potestad, cónsul dos, 
padre de la patria, óptimo y fortísimo príncipe, la república de los vivarienses” 
 
7 En su Crónica de España, el rey Alfonso X, el Sabio, saca a colación un concilio celebrado en Galicia, 
en tiempos del rey Wamba, en el que se menciona al obispo de Baecia. También Argote de Molina nos 
habla de un obispo llamado Gundemaro, perteneciente a la etapa visigoda. 
 
8 MARTÍNEZ DE MAZAS, JOSÉ. RODRÍGUEZ MOLINA, JOSÉ. Retrato al natural de la ciudad y 
término de Jaén. Ed. El Albir. Barcelona 1978. El notable historiador y deán de la catedral de Jaén desde 
1790, José Martínez de Mazas, nos dice que el rey de Baeza en el momento de su conquista era Azehit 
Aben Mahomad. 
 
9 BERRAONDO, RAMÓN. “Iconografía de los Señores de Vizcaya en el siglo XIII” Revista 
Internacional de Estudios Vascos. Vol. 22. Nº 4. 1932. Págs. 547 – 548. Nos dice que Diego López III de 
Haro9, VII Señor de Vizcaya fue hijo de Lope Díaz II de Haro, (Lope Cabeza Brava), señor de Vizcaya, y 
de Urraca Alfonso de León, hermana de Fernando III e hija ilegítima del rey Alfonso IX de León, y señor 
de Vizcaya entre los años 1236 y 1254. Su sello era famoso por presentar a D. Diego con armadura a 
caballo en el anverso y un lobo en su reverso. 
 
10 Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: Hombre de armas, provisto de dos 
cabalgaduras, la una caballo bueno, y la otra mula, rocín o jaca, con que ciertos caballeros o escuderos, 
vasallos del rey, de un señor o de una comunidad, les servían en la guerra, disfrutando como 
remuneración de ello algunas tierras y ciertas franquicias. 
 
11 AHMB. El ejemplar del Fuero de Fernando III que se conserva en este Archivo es un manuscrito del 
siglo XIV que se encuentra en excelente estado de conservación. Consta de 100 folios escritos, según 
parece, por la mano de un único escribano, a excepción del reverso del último folio. Existe otro ejemplar 
de este Fuero que se encuentra en la Bibliotecadel Arsenal de París y consta de 127 folios, también en 
bastante buen estado. 
 18 
 Noticia de todo esto la tenemos a partir de un Real Privilegio12 dado en Burgos por 
el rey Fernando en fecha de 19 de mayo de 1231 por el cual se concede a Baeza sus 
términos tras la Reconquista de la ciudad. 
 
 
Real Privilegio de Fernando III. Año 1231. Archivo Histórico Municipal de Baeza 
 
 
 Existe también un Privilegio Rodado que, fechado en Toledo el 12 de abril de 1235, 
da fe de la existencia de ese reino13. 
 
 Tras la conquista de Jaén, la ciudad de Baeza dejó de ser cabeza de reino, tal como se 
manifiesta en carta redactada por el rey de fecha 31 de marzo de 1246 en la que el 
propio monarca se intitula “Rey de Castilla, et de Toledo, et de León, et de Galicia, de 
 
 
12 AHMB. Este documento se encuentra en este Archivo y esta considerado como el más antiguo de los 
existentes en Andalucía. 
 
13 Archivo de Uclés. Colección de Privilegios Rodados. 
 
 19
Córdoba, et de Murcia et de Jaén”14, aunque en algunos documentos reales posteriores 
aun presentan a Fernando III como rey de Castilla, Toledo, León, Galicia, Sevilla, 
Córdoba, Murcia, Jaén, Badajoz y Baeza. 
 
 
Fuero de Baeza otorgado por Fernando III. Archivo Histórico Municipal de Baeza 
 
 Por otra parte es en ese momento (1246) cuando también pierde su diócesis, que 
había sido restablecida en 1228, siendo trasladada a la ciudad de Jaén, aunque lo cierto 
es que aún en la actualidad esta sede episcopal no está extinguida, permaneciendo su 
cátedra como titular a disposición de futuras decisiones de la Santa Sede, y su catedral 
sigue siendo cotitular del actual obispado giennense. 
 
 
14 IDÁLEZ DE AGUILAR, ALEJANDRO FAUSTINO. Opus Cit. Capítulo I. Constitución del Reino de 
Jaén. 
 
 
 20 
 El rey Alfonso X, por un Real Privilegio dado en Toledo el 24 de Enero de 1273, le 
ratifica en poder regirse por el Fuero de Cuenca. 
 
 
Real Privilegio de Alfonso X. Año 1273. Archivo Histórico Municipal de Baeza 
 
 De fechas posteriores existen otros Reales Privilegios Rodados15. Así están, el de 
Sancho IV sellado en 1286, el de Fernando IV de 1307 y el que, en 1331, aparece 
firmado por el rey castellano Alfonso XI. Todos ellos tenían por cometido confirmar y 
mejorar sensiblemente el Fuero de la ciudad. 
 
 
Real Privilegio Rodado del rey Alfonso XI. Año 1331. Archivo Histórico Municipal de Baeza 
 
15 AHMB. Colección de Privilegios Rodados. 
 21
 En el siglo XIV, concretamente en 1368, tuvo lugar un intento de asalto de la ciudad 
por parte del caudillo musulmán Audalla Mir apoyado por tropas del rey castellano Don 
Pedro I que pretendía desalojar a sus gobernantes, que por aquel entonces eran 
partidarios del rival de éste, Don Enrique de Trastámara. De todos estos hechos 
tenemos noticias a través de dos “Romances fronterizos”16. El más antiguo de todos 
ellos, que ya había sido recogido en 1588 por Argote de Molina en su “Nobleza de 
Andalucía”, es el conocido como “Romance del cerco de Baeza”17, el único 
conservado de los de ese siglo. 
 
Portada “Nobleza de Andalucía” de Argote de Molina. Univ. Sevilla 
 
16 Los Romances Fronterizos constituyen una crónica poética y popular de los avances que se producen 
en la Reconquista y tratan de la difícil convivencia de moros y cristianos en territorios de frontera. 
Herederos de los antiguos Cantares de Gesta de la época alto medieval, de los cuales adoptan su misma 
configuración métrica, son poemas que conservan cierto carácter épico y que se solían cantar por parte de 
los juglares al son de algún instrumento musical. Su producción comienza en el siglo XIII, aunque su 
etapa de esplendor va desde la mitad del siglo XIV hasta los primeros decenios del XVI, concretándose su 
zénit en el periodo que va desde el sitio (26 de abril de 1410) y la toma de Antequera el 24 de septiembre 
de ese mismo año, hasta la de Granada en 1492. Sus historias relatan momentos relacionados con 
cuestiones relativas a saqueos, correrías, algaradas, toma de poblaciones, todo ello en relación con las 
tierras limítrofes con el reino de Granada. Muchos se han perdido en el transcurso de los siglos, pero 
algunos han llegado hasta nuestros días contándonos historias ciertas, aunque muchas de las veces 
presenten datos equivocados o confusos en cuanto a personas, lugares y tiempo. El más antiguo, y único 
conservado del siglo XIV, tal como se ha indicado con anterioridad, es el que relata el Cerco de Baeza de 
1368. Ya en el siglo XV, y desde sus primeros años, tenemos otros igualmente famosos. Entre ellos 
podemos destacar entre los más importantes y conocidos, el “Romance muy antiguo y viejo del moro 
alcaide de Antequera”, “La mañana de San Juan”, el “Romance de la conquista de Álora”, el “Romance 
de la perdida de Alhama”, el “Romance del cerco de Baza”, el “Romance de Fernandarias”, el “Romance 
de los caballeros de Moclín”, el “Romance de Sayavedra”, el “Romance de Abenemar”, el “Romance del 
Maestre de Calatrava”, el “Romance de la muerte de Albayaldos”, el “Romance del moro Alatar”, el 
“Romance de don Manuel Ponce de León”, el “Romance de Garcilaso de la Vega” y el “Romance del 
Rey Chico que perdió a Granada”. 
 
17 MARTÍNEZ INIESTA, BAUTISTA. “Los romances fronterizos: Crónica poética de la Reconquista 
Granadina”. Lemir: Revista de Literatura Española Medieval y del Renacimiento. Nº 7. Universidad de 
Valencia. 2003. 52 páginas. 
 
 22 
Su texto, bellísimo, nos dice: 
 
Cercada tiene a Baeza - ese arráez Audalla Mir 
con ochenta mil peones - caballeros cinco mil. 
Con él va esse traidor - el traidor de Pero Gil. 
Por la puerta de Bedmar - la empieza a combatir; 
ponen escalas al muro; - comienzan le a conquerir; 
ganada tiene una torre - non le pueden resistir, 
cuando de la de Calonge - escuderos vi salir. 
Ruy Fernandez va delante - aquese caudillo ardil; 
arrete con Andalla, - comienza de le ferir, 
cortado le ha la cabeza; - los demas dan a fuir. 
 
 Del lado contrario, constituido por los leales al Trastámara y que, al igual que sus 
opositores, recibían también el apoyo de determinadas facciones musulmanas, 
encontramos otros poemas con la misma temática. Entre ellos está el conocido como 
“Romance del asalto de Baeza”18. Su texto, algo más corto que el anterior, pero de 
similar belleza, nos relata lo sucedido de esta forma: 
 
Moricos, los mis moricos, - los que ganais mi soldada 
derribédesme a Baeza, - esa villa torreada, 
y a los viejos y a los niños - los traed en cabalgada, 
y a los mozos y varones - los meted todos a espada, 
y a ese viejo Pero Diaz - prendédmelo por la barba, 
y aquesa linda Leonor - será la mi enamorada. 
Id vos, capitán Vanegas, - porque venga más honrada, 
que si vos sois mandadero, - será cierta la jornada. 
 
 El escudo de la ciudad de Baeza, concedido por el rey Fernando III, y aunque con 
algunas variaciones acaecidas a lo largo de la historia, está constituido, sobre campo de 
gules, por un castillo de oro almenado encuadrado entre dos torres, que representa la 
 
18 Ibídem 
 
 23
fachada principal del alcázar, esclarecido de azur y mazonado de sable, en cuyas puertas 
figuran dos llaves de plata puestas en palo. Sobre el castillo aparece un sotuer o aspa de 
oro que se corresponde con la cruz de San Andrés, patrono de la ciudad, y sobre ella una 
cruz patriarcal de plata19. Su conocimiento se remonta al año 1282 por la existencia de 
un sello de cera que se conserva en la actualidad en el Archivo Histórico Nacional de 
Madrid.Con respecto a Baeza, su historia, el valor de sus gentes y su escudo, un viejo 
romance, algunos de cuyos versos se pueden ver grabados en las nuevas Casas 
Consistoriales, ubicadas en lo que un día fueron Casa del Corregidor y cárcel, debajo 
del escudo de armas situado en la escalinata principal del edificio, nos canta: 
 
Entre dos torres doradas 
Vide una cruz luminosa20 
Con dos llaves argentadas 
Y las puertas safiradas 
Sobre sangre generosa 
 
 
 
 
19 COZAR MARTÍNEZ, FERNANDO DE. CARMONA RUIZ, MARÍA ANTONIA. Noticias y 
documentos para la historia de Baeza. Establecimiento tipográfico de los señores Rubio, 1884. Editorial 
Universidad de Granada. 2006. 
 
20 MOMPO, INÉS. Cuentos y leyendas de Úbeda y Baeza. Editorial El Olivo S.L. 2004. La autora nos 
presenta a la conocida como Cruz de la “Asomá”, ubicada a la salida de Baeza en el camino de dirige a 
Begíjar, fue erguida en recuerdo a una legendaria “cruz milagrosa”. Según cuenta la tradición popular, el 
asedio de Baeza produjo cortes en el suministro de agua y breves ataques por parte de los musulmanes 
que se cobraban algunas vidas entre los defensores de la ciudad, lo que minaba el ánimo del resto de la 
población. Pocos eran ya los cristianos que resistían esperando la llegada del rey Alfonso VII, pero esta 
no llegaba. Quedaron pues, en la ciudad, poco más de diez hombres y algunas mujeres, así que decidieron 
huir de forma sigilosa. Pero para retrasar la caída de la ciudad pusieron las herraduras de sus caballos al 
revés, a fin de que los moros pensaran que eran diez caballos los que entraban, no que salían. Así lo 
hicieron y aquellos cayeron en la trampa, ya que al imaginar que habían llegado refuerzos, no atacaron 
ese día. Por su parte, los cristianos pudieron acampar por la noche fuera de peligro. De repente el vigía 
dio la voz de alerta al ver sobre la ciudad la silueta de una cruz brillante. Todos la vieron y, creyendo que 
era una señal divina, volvieron a entrar en ella. Los moros pensaron de nuevo que recibían todavía más 
refuerzos, y al ver que eran los cristianos, huyeron de Baeza. A partir de ese momento, la ciudad se 
declaró como cristiana, aunque posteriormente volviese a ser tomada por los musulmanes. Además, se 
levantó la “Cruz de la Asomá”, la cual aparece en el escudo de Baeza. 
 
 24 
Soy Baeza la nombrada, 
Nido real de gavilanes; 
Tiñen en sangre la espada 
De los moros de Granada 
Mis valientes capitanes 
 
 
Escudo de Baeza en la fachada de la Casa del Corregidor 
 
 Baeza tenía una marcada personalidad histórica y una plural riqueza artística. 
Además tenía fama de otras muchas virtudes. Así era conocida por su limpieza. En este 
sentido un Acta del Cabildo que recoge la normativa dictada por el Corregidor, fechado 
en 1592, que se encuentra en su Archivo Histórico Municipal nos dice que 
 
 “Es conveniente a las leyes destos Reynos y capitales de corregidor, 
precisar que las calles de las ciudades estén limpias y bien aderezadas y 
que en algunos sitios hay hoyos y muladares … que se pregone por las 
dichas calles que ninguna persona sea osada de echar inmundicias, sino 
que dentro de tres días las limpien so pena de 1000 maravedíes, la mita 
para el común y la otra mitad para el denunciante”21 
 
21 HIGUERAS QUESADA, MARÍA DOLORES. “Evolución urbanística y demográfica de Baeza. 1550-
1750”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses. Nº 162. Tomo II. Octubre-diciembre 1996. Págs. 
705-866. Transcribe el Acta de Cabildo de 1592 sobre la limpieza en las ciudades, que se encuentra en el 
Archivo Histórico Municipal de la ciudad. 
 
 25
 
Baeza en el “Atlante Español”, Tomo XII, de Bernardo Espinalt y García. 1784 
 
 La llegada del siglo XVIII supuso la entronización de una nueva dinastía, 
perteneciente a la casa de Borbón, personalizada en Felipe V, nieto del soberano 
francés Luís XIV. El nuevo rey, con el fin de afirmar su legalidad y en reconocimiento 
por los apoyos recibidos, mantuvo muchos de los antiguos privilegios de los que 
disfrutaba la nobleza. Con respecto a Baeza, ya en 1701, confirmó mediante Carta de 
Privilegio22 lo concedido por anteriores monarcas, con una especial mención a lo hecho 
por el anterior rey, Carlos II, en fecha de 22 de febrero de 1671, a la Compañía de los 
Doscientos Ballesteros de Santiago23, lo que aparece reflejado en un precioso libro 
hecho en pergamino y fechado en 1703. 
 
22 AHMB. En este Archivo se conversa el precioso libro, hecho en pergamino, titulado Privilegios 
concedidos por Felipe V a la Compañía de Ballesteros de Santiago. Esta fechado a 22 de mayo de 1703. 
En su portada interna presenta al apóstol Santiago montado en su blanco caballo durante la batalla contra 
los moros y portando el estandarte con la cruz de la Orden. Consta de 17 folios y esta clasificado en una 
serie de apartados, a saber: Intitulatio, Preambulum, Notificatio, Dispositio, Corroboratio y Data. 
 
23 GARCÍA TORRALBO, MARÍA CRUZ. “Carta de privilegio de Felipe V a la Compañía de los 
Doscientos Ballesteros de Baeza”. Códice. Revista de Investigación Histórica y Archivística Nº 18. 
Asociación de amigos del Archivo Histórico Diocesano de Jaén. Diciembre 2003. Págs. 169- 176. La 
Compañía de los Doscientos Ballesteros del Señor Santiago parece que fue creada, como cofradía militar, 
en el siglo XIII por Fernando III para la defensa de la frontera frente a los moros. Sus miembros eran 
descendientes de los caballeros conquistadores y repobladores. Su misión fue la de acudir en defensa de 
la costa granadina Dejó de existir en 1767 al crearse los Regimientos Provinciales de Milicias. 
 26 
 
Libro Carta de Privilegio de la Compañía de los Doscientos Ballesteros. 1703 
Archivo Histórico Municipal de Baeza 
 
 
 Pero lo cierto es que la ciudad, en aquéllos históricos momentos, pasaba por una 
situación de gran penuria. En una reunión de Concejo, reflejada en el acta 
correspondiente, respecto al repartimiento entre el Común del montante correspondiente 
a los Servicios Ordinario y Extraordinario, se nos dice: 
 
“…según dicho repartimiento había tocado pagar a cada pueblo la 
cantidad de maravedís que se menciona en el Despacho impreso, y por el 
que se dirigió a esta ciudad, le correspondió pagar por dicha contribución 
doscientos setenta y cuatro mil doscientos ochenta y siete maravedís de 
vellón, y que se hiciese, luego que se recibiese dicho Despacho, el 
repartimiento de la cantidad que había correspondido a cada pueblo, bajo 
de las reglas contenidas en dicho Despacho impreso, que uno y otro fue 
presentado en el día trece de julio de este año ante el Señor Don Fernando 
 
 
 27
de Venavides Manrique, Veinticuatro más antiguo de esta ciudad, y 
Teniente de Corregidor en ella, quien lo mandó cumplir y se sacase copia a 
esta dicha orden; en el primer cabildo que se celebrare para que en la parte 
que le tocaba cumpliese con su tenor, y oído y entendido dicho despacho 
por la ciudad, y hecho cargo así del estado infeliz en que se haya el común 
de este vecindario, el que tiene pendientes otros distintos repartimientos, 
cargas y gravámenes, que por la dicha razón no se le han podido exigir, 
como por la estación del tiempo… 
 …y el Señor Don Fernando, el sexto, quien no se sabe si quiere llevar a 
debido efecto la dicha Contribución, o exonerar de ella a sus basallos, 
como es notorio lo a executado en otras Contribuciones. Protestando como 
protesta esta ciudad, continúe y tenga efecto el dicho repartimiento, siendo 
del Real agrado de Su Magestad, por haora y en el ynterín que lo espresado 
se berifique, acordó la ciudad se suspenda el dicho repartimiento”.24En el momento de la realización del Catastro de Ensenada (1753), la ciudad 
proseguía en su estado de franca decadencia, la cual se vio agravada por lo sufrido en 
noviembre de 1755 como consecuencia de los efectos del devastador terremoto25 de 
Lisboa, que dañó gravemente la estructura de prácticamente todos sus edificios hasta tal 
punto que se produjo el derrumbe de la techumbre de su catedral. Es en esos momento 
cuando mas se percibe la mentalidad de la época, impregnada de una fortísima 
religiosidad, que no duda en considerar lo sucedido como obra de la Justicia Divina. Así 
nos lo transmite el escribano del Cabildo Municipal 
 
 
24 AHMB. Acta capitular de fecha 5 de agosto de 1746. Aunque el texto está confuso en cuanto a su 
redacción, queda claro que la ciudad no podía correr el peso de las cargas fiscales y que el estado de la 
población era de gran infelicidad, por lo que esperaba del nuevo rey medidas que paliasen su precaria 
situación. 
 
25 MARTÍNEZ SOLARES, JOSE MANUEL. Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de 
noviembre de 1755). Monografía nº 19. Ministerio de Fomento. Dirección General del Instituto 
Geográfico Nacional. Madrid 2001. Utiliza como encabezamiento de la obra lo que en 1756 escribe la 
Real Academia de la Historia: «Nuestro glorioso Monarca que ni aun perdona los ápices de cuanto es 
capaz de ser útil a la literatura de sus vasallos, previno cuidadosamente que no quedase confundido o 
disperso un acaecimiento tan memorable como el del día 1.° de Noviembre de 1755. Fue sin disputa este 
terremoto por lo universal, por lo violento, por lo durable, y repetido de los más señalados que se sepa 
haya padecido el Orbe. Acordarán por muchos años sus tristes efectos las ruinas, destrozos, y desgracias 
de los Edificios, de los Pueblos, y de las familias, y serán estas memorias que hemos escrito un fiel 
testimonio de la verdad de tanta lástima». 
 
 28 
 “En este Cabildo atento a que esta Ciudad y sus vecinos han merecido de 
la Divina Misericordia de Dios Nuestro Señor el particular veneficio de que 
en el therremoto y temblor que el día primero de este presente mes de 
nobiembre se experimentó en esta ciudad fuese con la mayor piedad, 
clemencia y misericordia propia de su infinita bondad pues fue servido de 
que no sucediere desgracia alguna de consideración. Siendo así que duró 
dicho therremoto por espacio de siete minutos en que se mantuvieron en 
continuo movimiento todos los edificios y casas de esta ciudad con gran 
pabor y espanto de sus avitadores que por ser entre nuebe y diez de la 
mañana se hallaban en los Divinos Oficios así en la Santa Iglesia Cathedral 
como en las demás particulares que unas y otras estuvieron expuestas a una 
grabe desolazión la que aviendo sucedido uviera sido con el quebranto de 
perecer sus vecinos y avitadores, y creiendo como la ciudad cree .que por 
intercesión de la Virgen Santísima Nuestra Señora se suspendió el rigor de 
la Divina Justicia reduciendo dicho castigo a que solo sirviese de aviso y 
causando daños leves sentimientos en dichos edificios siendo grande y de 
consideración los sucedidos en otros pueblos y países donde avisan aver 
avido muchas muertes asolaciones y grandes espantos como correspondían 
a semejante castigo, y para dar las acciones de gracias que se deben a la 
ynfinita piedad de Dios y su Santísima Madre, acordó lo ciudad se traiga 
en procesión general la milagrosa imagen del Santísimo Christo de la 
Yedra a la Santa Iglesia Cathedral con su Santísima Madre y se le hagan 
nuebe fiestas dándole gracias por tan particular beneficio y rogándole no 
buelvan a repetir semejante conflicto, y que sea con la asistencia 
acostumbrada en esta ciudad y todos sus yndividuos…”26 
 
 Resulta curioso que transcurrieran catorce días desde el terremoto para celebrar 
reunión del Consejo y que su primera decisión fuese la de organizar un acto de carácter 
religioso en acción de gracias por una supuesta intervención divina a favor de la ciudad 
y, sin embargo, no se trate en ningún momento sobre los cuantiosos daños que se habían 
producido. Asimismo se conserva una serie de cartas emitidas por el Juez Subdelegado 
Joseph Delgado Frías, dirigidas al Corregidor Diego de Rojas y Contreras, 
 
26 AHMB. Acta Capitular de 14 de noviembre de 1755. 
 
 29
pertenecientes al Archivo Histórico Nacional, transcritas por Fernando Rodríguez de la 
Torre e inclusas en la citada obra de Martínez Solares, en las que informa, de forma más 
detallada, de los efectos del movimiento sísmico en las localidades de la comarca. En 
una de esta misivas explica, con respecto tanto a Baeza como a Úbeda, que: 
 
 “ …el prenotado día empezó a las nueve y tres cuartos de la mañana el 
expresado temblor, el que duró siete minutos, sin haber antes observado 
señal alguna, y a la una del mismo volvió a repetir, no con tanto estruendo, 
y como de dos o tres minutos, causando bastantes sentimientos en los 
edificios grandes, pues esta Catedral de esta ciudad, en la puerta que 
llaman de la Luna, derribó parte de una pared, y en la Capilla mayor se 
quebrantó una piedra de su bóveda, y en la del convento de San Francisco 
de Asís se cayó un pedazo de ella. Asimismo se maltrató la torre del 
convento de la Merced, y el coro del de los Padres Trinitarios Descalzos, y 
una esquina de la torre de Nuestra Señora de la Alcázar…”27 
 
 En otro orden de cosas es de reseñar la actitud que adoptó tanto la nobleza como la 
oligarquía de la ciudad en contra del proceso centralizador de los Borbones españoles; a 
tal fin impulsaron la creación de la Real Sociedad de Verdaderos Patricios de Baeza y 
Reino de Jaén, que constituyó el germen de la futura Real Sociedad Económica de 
Amigos del País, fundada en 1774 e impulsada por Pablo de Olavide. 
 
 Su alfoz era el mayor de todos los concejos del Reino de Jaén, llegando a los dos mil 
kilómetros cuadrados28. En cuanto a su población en 1753, según consta en la respuesta 
dada a la pregunta 21 del Catastro, llegaba en abril de ese año a los dos mil ciento 
setenta vecinos, lo que supondría en cifras reales alrededor de diez mil habitantes29. Su 
 
27 MARTÍNEZ SOLARES, JOSÉ MANUEL. Opus. Cit. 
 
28 PORRAS ARBOLEDAS, PEDRO ANDRÉS. “El legado de la Edad Media: el régimen señorial en el 
Reino de Jaén (Siglos XV-XVIII)”. Cap. El Concejo de Baeza. Estudios dedicados al profesor Ángel 
Ferrari Núñez. En la España Medieval. Universidad Complutense de Madrid. 1984. Pág. 813. 
 
29 HIGUERAS QUESADA, MARÍA DOLORES. Opus cit. “Evolución urbanística y demográfica…” En 
su pág. 160 transcribe un acta capitular de marzo del año 1640 que dice “Se han sacado desta dicha 
ciudad de cuatro años a esta parte muchos vecinos della para servir a su magestad en las guerras 
presentes, y mas de mil personas … y en dos compañías de infantes, de lo cual es causa y ha sido causa 
que deputandose esta ciudad por seis mil vecinos no han quedado en ella sino dos mil seiscientos”. Hay 
que hacer constar que Baeza, en el siglo XVI, era una de las mayores ciudades de todo el Reino pero en 
 30 
Alcalde Mayor era el Abogado de los Reales Concejos, Licenciado Don Francisco 
Joseph de Béjar30. 
 
1.2 – Úbeda. Ciudad de los Cerros 
Por lo que respecta a la otra cabeza de partido, Úbeda, la Ciudad de los 
Cerros, es, según el arqueólogo y catedrático de la Universidad de Huelva D. Francisco 
Nocete Calvo, la ciudad más vieja de la Europa Occidental, al darle una antigüedad de 
más de seis mil años31. La leyenda nos dice que fue fundada por el mítico Tubal, 
descendiente de Noé. Su nombre procede del rey ibero Ibiut, constructor de una famosa 
torre ciclópea. Después sería la Bétula romana. Una antigua inscripción en piedra 
conservada en el Museo Arqueológico de la ciudad nos dice “Tubalme hizo primero / 
Ibero el segundo fue / Idubeda es el tercero / Bétula soy de los tres”. 
 
 La Ubadat al-Arab musulmana, fundada por el emir cordobés Abd al Rahman II 
sobre las ruinas de las predecesoras, cayó por primera vez en manos cristianas el año 
1091, ante las tropas de Alfonso VI, aunque parece ser que, en aquella ocasión, la 
dominación de las tierras ubetenses duró muy poco tiempo. Después, al igual que lo 
ocurrido con Baeza, volvió a caer a manos del rey Alfonso VII, conocido como El 
Emperador, en 1147, si bien esta nueva ocupación castellano-leonesa solo se mantuvo 
durante diez años. En el año 1192, el IV Maestre de Calatrava, Don Nuño Pérez de 
 
el XVII había perdido más de la mitad de su población, situación que no había mejorado apenas en la 
primera mitad del XVIII tal como nos lo demuestran las cifras catastrales. En la pág. 161 de la misma 
obra, y en relación a una carta de fecha febrero de 1643, enviada a Madrid por uno de los regidores se 
dice “el miserable estado en que se halla la ciudad y a procurar el remedio para que no se despueble 
esta ziudad causa se va rreconociendo de pocos días a esta parte muchos vecinos con sus casas enteras 
se van a otros lugares”. 
 
30 Catastro de Ensenada. Transcripciones. Baeza. Introducción. Pág. 172. 
 
31 NOCETE CALVO, FRANCISCO Y OTROS. “Análisis polínico de los yacimientos arqueológicos 
Cerro del Alcázar de Baeza y Eras del Alcázar de Úbeda (Jaén)”. Anales de Biología. Nº 29. Universidad 
de Murcia. 2007. Págs. 85 – 94. En este trabajo afirma, con respecto a esta última zona, de la existencia 
de ocupación prehistórica ininterrumpida desde finales del IV milenio a.C. a mediados del II milenio a.C. 
 31
Quiñones, pasó a tierras andaluzas siguiendo órdenes de Alfonso VIII. Según nos relata 
Argote de Molina, el rey: 
 
 “…envió al infante Don Fernando, su hijo y heredero que había de ser, 
con mucha gente para que entrase en tierra de moros, y el Maestre de 
Calatrava con sus caballeros y vasallos se junto con él. Así todos juntos 
corrieron las tierras de Úbeda…donde robaron muchos pueblos, talaron el 
campo, mataron muchos moros y cautivaron otros. Con esto volvieron ricos 
y honrados a Calatrava la Vieja donde el Rey los esperaba”32 
 
 Tras una fugaz conquista por este mismo rey en 1212 tras las Navas de Tolosa, 
finalmente es reconquistada, esta vez por el sistema de capitulación y de forma 
definitiva, por Fernando III en fecha no conocida con exactitud aunque la más aceptada 
por los historiadores es la del 29 de septiembre de 1234, festividad del arcángel San 
Miguel33, momento a partir del cual pasa a regirse por el Fuero de Baeza. De todas 
formas, y con el propósito de evitar posibles conflictos de competencias, el rey expidió 
en la ciudad de Córdoba un Privilegio Rodado, con fecha 7 de junio de 123634, en el que 
se fijaban los límites judiciales de ambos términos. 
 
 El rey castellano Enrique II, en recompensa por el apoyo recibido en sus luchas 
contra su rival, el rey Pedro I, por Real Privilegio Rodado, de fecha de 11 de febrero de 
1369, ratificado el 12 de agosto de ese mismo año, le otorga el título de Ciudad, con el 
sobreañadido de “Muy Noble, Muy Leal y Muy Antigua”, al que une también el de 
“Reparo y Ensalzamiento de la Corona de Castilla”, así como el uso de escudo propio 
 
32 JARA TORRES NAVARRETE, GINÉS DE LA. Historia de Úbeda en sus documentos. Tomo I. Cap. 
“En 1192 el Maestre de Calatrava corre las tierras de Úbeda”. Asociación Cultural Ubetense. 1979. Cita a 
ARGOTE DE MOLINA, GONZALO, a quien se le atribuye la autoría del “Comentario de la conquista 
de la ciudad de Baeza” fechado en 1570. 
 
33 JARA TORRES NAVARRETE, GINÉS DE LA . Op. Cit. Tomo III. Según el autor es a partir de ese 
momento cuando la ciudad se consagra al santo. Sin embargo el primer documento, recogido en este 
volumen, que nos habla de las fiestas que se organizaban en honor a su patrón data de 1610, cuando, 
según figura en el Libro de Acuerdo del Cabildo “La Ciudad aquerda que por una vez se den al conbento 
de Carmelitas Descalzos de esta ciudad mil maravedíes de los tres mill que se le deven dar para las 
fiestas que la Ciudad haze a San Miguel, y se libre de los propios de esta ciudad”. 
 
34 AHMU. Colección de Privilegios Rodados. Caja 4, número 4. 
 
 32 
de armas35, el cual está conformado sobre campo de gules de una corona real de oro y 
doce leones rampantes sobre gules bordado en plata, (en homenaje y recuerdo a los 
caballeros ubetenses que en 1342 participaron en el sitio que sobre Algeciras había 
montado el rey Alfonso XI) y al timbre una corona real cerrada. 
 
 En siglo XVI la ciudad estaba en el zenit de su máximo esplendor. En esos 
momentos, y según consta en los censos pertenecientes al Archivo Histórico Municipal, 
su población llegaba en 1530 a los 10.400 habitantes, incrementándose de forma 
paulatina hasta alcanzar en 1591 la cifra de 17.000. 
 
 
Úbeda en el “Atlante Español”, Tomo XIII, de Bernardo Espinalt y García. 1784 
 
 El siglo XVIII empezó, tras el fallecimiento de Carlos II, con la entronización del 
Borbón, Felipe V de Anjou. Úbeda, al igual que su vecina Baeza, se puso desde el 
primer momento a favor del nuevo rey en su lucha contra el otro pretendiente a la 
corona, el archiduque Carlos de Austria. El costo que la Guerra de Sucesión supuso a la 
ciudad un montante superior a los quinientos mil reales, cantidad con la que se organizó 
y sostuvo un regimiento de caballería. La nobleza no solo ofreció su actuación personal 
 
35 JARA TORRES NAVARRETE, GINES DE LA. Op. Cit. Tomo V. “Úbeda: de villa a ciudad”. Pág. 9. 
 33
en la contienda, sino las rentas de sus mayorazgos para contribuir a su sostenimiento. 
“…en virtud de las órdenes expedidas por Su Majestad, la nobleza de esta 
ciudad acredito su zelo y nata lealtad a su Real servicio, salió a emplearse 
en el a la disposición del … llevándose en su asistencia mucha gente 
armada para su servicio y el de Su Majestad…” 36 
 
 En ese siglo, Úbeda pasó por uno de los peores momentos de su historia, con un 
empobrecimiento tal que incluso el propio Concejo se vio obligado a vender sus 
mejores fincas de propios para poder hacer frente a sus gastos, sobre todo los derivados 
del mantenimiento de las milicias. La vida se volvió miserable para toda la población, lo 
que vemos reflejado en un Acta Capitular fechada en 1750 que nos dice: 
 
 “Mas hay más de 4.000 pobres, sin yncluir un alto número de doncellas 
huérfanas expuestas a los conocidos riesgos a que el arroxa su extrema 
nezesidad cuio reparo merece la primera atención, siendo asimismo 
inebitable dejar morir muchas a manos de la nezesidad, por la general 
pobreza del pueblo, que aún el vezindario de maior sustancia apenas puede 
mantenerse ni su precisa familia, tanta que los niños que oy mantiene el 
Monte de Piedad, como el de el crecido número de pobres que quedan 
expuestos a perecer, acordó recomendar el alivio y socorro de todos a Su 
Magestad (que Dios guarde), por mano del Excmo. Sr. Marqués de la 
Ensenada y usando su paterna amor se digne franquear sus limosnas”37. 
 
 El Catastro de Ensenada, en las respuestas dadas a la primera de las preguntas 
adicionales a las correspondientes al “Interrogatorio de la letra “, nos dice: 
 
 “En cuanto al primer particular que se les pregunta, dijeron saber y les 
consta de ciencia cierta, que las contribuciones que se cargan, reparten, 
exigen y cobran a esta dicha ciudad y sus vecinos por Servicio Ordinario, 
 
36 AHMU. Acta Capitular 4 de septiembre de 1706. 
 
37 TARIFA FERNÁNDEZ, ADELA. “Mortalidadcatastrófica y crisis de subsistencia en Úbeda en la 
Edad Moderna. Los niños expósitos (1665 – 1788). Boletín del Instituto de Estudios Giennenses. Nº 198. 
Julio-diciembre 2008. Pág. 385. 
 
 34 
paja, luz, lumbres y utensilios, son insoportables y excesivos en una tercera 
parte a lo menos… 
… y por la general pobreza se han arruinado muchos edificios de modo 
que, al presente, se halla aminorado el vecindario en más de una tercera 
parte…” 
 
 Con respecto a las consecuencias del terremoto de 1755, aunque se tienen noticias de 
lo ocurrido en la ciudad, estas son menos que las correspondientes a Baeza debido, 
sobre todo, a la perdida de las Actas Capitulares de ese año. Por ello tenemos que volver 
a la ya mencionada carta del Juez Subdelegado Delgado Frías en la que manifiesta que: 
 
 “En la Ciudad de Ubeda, la Iglesia colegiata y capilla del Salvador 
también hicieron bastante sentimiento y cayeron diferentes materiales y, en 
la última, una piedra de cinco o seis arrobas, que a no haber dado de 
casualidad haberse apartado de la silla el capellán mayor le hubiera herido 
muy mal, pues cayó a sus pies. Y lo que más se maltrató fue el convento de 
San Juan de Dios, y la Parroquia de San Juan, pues cayendo parte de la 
torre de ella sobre los tejados, se vinieron a tierra. 
 Y así en dicha ciudad, como en esta de mi orden, están reconociendo 
todos los edificios por los Maestros de albañilería más hábiles para, en su 
vista, tomar aquellas providencias que convengan, que, evacuando, pasaré 
a la alta comprensión de V. S. I.”38 
 
 En, 1752, según informa el Catastro, el alfoz de su término municipal era de unos 
mil kilómetros cuadrados39, y el número de vecinos que residían en la ciudad, a fecha de 
12 de mayo de 1752, era de dos mil trescientos ochenta y cinco, lo que significa poco 
más de once mil habitantes, lo que significaba un drástico descenso con respecto a 
tiempos anteriores. 
 
 
38 MARTÍNEZ SOLARES, JOSÉ MANUEL. Opus. Cit. 
 
39 PORRAS ARBOLEDAS, PEDRO ANDRÉS. Op. cit. “El Legado de…” Cap. El Concejo de Úbeda. 
Pág. 814. 
 
 35
 Su Alcalde Mayor lo era el Abogado de los Reales Consejos, Licenciado Don Pedro 
León García40. 
 
 
2- Rivalidad entre dos ciudades 
 
 Las relaciones entre las dos ciudades a lo largo del siglo XVIII estuvieron presididas 
por una continua rivalidad. Quizás sería conveniente tener en consideración la ubicación 
geográfica de ambas. Resulta cuando menos curioso que dos poblaciones distantes entre 
si apenas ocho kilómetros hubiesen podido desarrollarse en la forma como lo hicieron 
ya que, desde muy antiguo, eran consideradas como muy importantes, independiente la 
una de la otra, lo que se reafirma durante la fase de dominación musulmana y se 
confirma después de la Reconquista, llegando a su máximo esplendor en la etapa 
renacentista. Posiblemente sus distintos orígenes antropológicos y el hecho mismo de su 
proximidad constituyen el origen de su siempre presente rivalidad. 
 
 El Marqués de Busianos, José Luís Messía41, en su obra “Algo de la historia de 
Úbeda y el parador del Condestable Dávalos. Meditación sobre el Reino de Jaén” nos 
las cataloga, como episcopal y universitaria a Baeza, y de aristocrática y militar a 
Úbeda. 
 
 Un precedente de su rivalidad lo encontramos en 1466 cuando el condestable de 
Castilla, Lucas de Iranzo, en relación a los privilegios concedidos por el rey Enrique IV 
sobre el uso del Pendón a la ciudad de Jaén, nos dice que 
 
 “e que el pendon de la Cibdad de Baeza42 fuese una vez a la mano 
derecha del dicho pendón de la Cibdad de Jahén, y el pendón de la Cibdad 
 
40 Catastro de Ensenada. Transcripciones. Úbeda. Introducción. Pág. 314. 
 
41 Natural de la población giennese de Baños de la Encina, nacido en 1920 y fallecido en 1997, 
diplomático desde 1945 e historiador, ostentó diversos cargos tales como Director General de Relaciones 
Culturales, Secretario General del Instituto de Cultura Hispánica, miembro de la representación española 
en la ONU y embajador ante en Consejo de Europa y Argentina. 
 
42 Si bien la bandera de Baeza presenta el escudo de la ciudad sobre fondo morado, color de Castilla, 
existe otra, conocida como Pendón de Baeza o de San Isidoro, que se conserva en la Colegiata del Santo 
 36 
de Vbeda43 aquella vez fuese a la mano izquierda; e otra el pendón de la 
dicha Cibdad de Vbeda fuese a la mano derecha del pendón de la Cibdad 
de Jahén y el pendón de la Cibdad de Baeza a la mano inquierda”44 
 
 
en León, que conmemora la toma de la ciudad por Alfonso VII en 1147. Muchas son las referencias que 
se tienen del hecho, así la coetánea composición poética Prefatio de Almería, con sus versos en latín, que 
aquí ponemos traducidos, dice : También se rinde Baños, un noble castillo / La ínclita Arjona, sufrida a 
su pesar la victoria / Se rinde a las invictas enseñas del Emperador / Otra noble cuidad, que lleva el 
nombre de Baeza / Vistas tantas señales, agitada por un gran temblor / Depuesta su primitiva dignidad, 
doblega la cerviz / Y se alegra de rendirse, puesto que no es capaz de rebelarse. Los Anales toledanos 
primeros dicen que la ciudad, junto con la de Úbeda, fueron entregados al Emperador en ese año por Ibn 
Ganiyad, su último caudillo almorávide, a cambio de que aquel les ayudase en su lucha contra los 
almohades. En este Pendón aparece bordada la figura del Santo que según las crónicas se había aparecido 
al Rey Emperador para ayudarle en su misión. Así, y según aparece en la Historia translationis Sancti 
Isidori, también escrita en latín, y aquí, traducida, a comienzos del siglo XIII, se nos cuenta que “Como 
quiera que el serenísimo emperador Alfonso, a fin de dilatar los límites de la santa iglesia y combatir a 
los ismaelitas, enemigos de la cruz de Cristo, devastase sus fronteras, con una tropa muy pequeña para 
lo acostumbrado, asedió Baeza, una ciudad de cristianos invadida por los predicho agarenos…..” En 
otro momento narra la visión del rey diciendo “…al Emperador, sentado en la tienda e invadido por el 
sueño durante cierto tiempo, se le apareció cierto varón coronado de venerables canas, tocado con la 
ínfula episcopal, cuyo rostro brillaba como el sol clarísimo, junto al cual avanzaba una diestra que 
sostenía una espada ígnea de doble filo; quien era tal que se dirigió a él con voz benigna, diciendo ¡Oh 
Alfonso! ¿Por qué dudas? Todo es posible para el gran emperador Cristo, Dios nuestro. Y añadió  
¿Ves esta gran multitud de ismaelitas? Pues con las primeras luces se desvanecerán ante ti como el 
humo. Pues yo he sido dado por Dios como protector para ti y tus descendientes, mientras andéis ante él 
con sinceridad y corazón perfecto. El Emperador le dijo  ¿Quién eres, padre santísimo, que me dices 
tales cosas? Yo soy respondió,  el doctor de las Españas, Isidoro, sucesor en la predicación del santo 
apóstol Santiago, y esta diestra es la del mismo apóstol Santiago, defensor de España  
A instancias del propio rey Alfonso fue creada la Muy Ilustre, Imperial y Real Cofradía del Milagroso 
Pendón de San Isidoro, momento en que esta enseña es confeccionada. Esta cofradía carecía de cualquier 
matiz militar y su estructura era la de una confraternitas piadosa para proporcionar socorros espirituales. 
Resulta paradójico que este pendón conmemore la toma de Baeza la cual, según las leyendas e historias 
de la época se había logrado tras una gran batalla, cuando la realidad es que la ciudad fue entregada por 
capitulación. Lo que si es cierto es que esta enseña fue utilizada por los reyes cristianos en su lucha contra 
los musulmanes. Ejemplo de ello lo tenemos en la Crónica de Juan II, relativa a la toma de Antequerael 
año 1410 por el infante don Fernando, cuando nos dice “Los Reyes de Castilla, antiguamente habían por 
costumbre que cuando entraban en guerra de moros por sus personas, llevaban siempre consigo el 
Pendón de San Isidro de León, habiendo con el muy gran devoción. E como el Infante era muy devoto, 
embió a gran priesa a León, madando que le traxesen aquel pendón, el cual llegó a su real en diez días 
de Setiembre, en la tarde, e traíale un monge, e quisiera el Infante que viniera a tiempo que él le pudiera 
salir a recebir, el cual venía acompañado con buena gente de armas. Y el Infante hubo muy gran placer, 
por la gran devoción que en él había” 
 
43 En relación con el Pendón de la ciudad está la figura del Alférez Mayor, que era el encargado de 
portarlo y tremolarlo en las ceremonias de mayor importancia y tenía voz, voto y lugar preeminente en 
las sesiones del Ayuntamiento. Se sabe que el primero de ellos fue un tal Hugo Beltrán que fue su 
portador en la Batalla del Salado el 30 de octubre de 1340. Durante el siglo XVIII la familia Mexia 
desempeñó el cargo con carácter hereditario. El cargo desapareció a partir de 1842. 
 
44 MATA CARRIAZO Y ARROQUÍA, JUAN DE. Hechos del Condestable Lucas de Iranzo. Ed. 
Marcial Pons. Madrid 2010. En sus págs. 309 – 310 transcribe los hechos relativos a los pendones de 
Baeza y Úbeda. 
 
 37
 También la nobleza de ambas ciudades protagonizó episodios de enfrentamientos. 
Argote de Molina en su Nobleza de Andaluzía nos relata que en 1442 los baezanos 
Diego y Manuel de Benavides, apoyados por gentes de Andujar y Linares y algunos 
caballeros ubetenses enemigos de los Molina, asaltaron y tomaron el alcázar de la 
ciudad que estaba en posesión de estos. 
 
 El primer episodio del que tenemos referencia en el siglo XVIII lo hayamos en 1728 
cuando Úbeda estuvo a punto de perder su Partido Judicial en beneficio de Baeza. La 
situación se repite en 1747 aunque, una vez más, tras las gestiones de su Concejo, 
Úbeda consigue mantener su jurisdicción. Posiblemente el trasfondo de la cuestión 
estuviese en que ambas ciudades estaban regidas por un mismo Corregidor, el cual tenía 
obligación de residir seis meses en cada una de las ciudades, lo que nunca se llevó a 
efecto puesto que éste prefirió siempre residir en Baeza, lo que fue interpretado como 
una herida en el orgullo de los ubetenses. Esta cuestión se vio resulta con el 
nombramiento de un Corregidor45 para Úbeda, lo que sucede el 1 de diciembre 1768 en 
la persona del Capitán de Guerra, Abogado de los Reales Consejos, Licenciado Don 
Fernando Agustín de Cenizo y Hoyos, el cual había desempeñando el puesto 
interinamente en los años 1760 y 1761, y que permanecería en su cargo hasta el 8 de 
marzo de 1771. Este hecho supone, al mismo tiempo, que la ciudad pierda a su Alcalde 
Mayor, figura suprimida por el Consejo Superior de Castilla y que no será recuperada 
hasta 1794. 
 
 
45 Según consta en diversos documentos pertenecientes al Archivo Histórico Municipal de Úbeda, 
después del Corregidor Cenizo desempeñaron el cargo sucesivamente hasta finales del siglo XVIII: Don 
Francisco de Noriega, licenciado en Leyes, Abogado de los Reales Consejos y Capitán de Guerra, que lo 
hizo hasta el 20 de mayo de 1772; Don José Díaz Huerta y Rojas, Capitán de Guerra, Doctor en Leyes y 
catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, que lo ocupó hasta el 20 de febrero de 1775; con 
fecha 31 de mayo de ese mismo año existe un documento en el que aparece como Corregidor interino 
Don Diego María Mexía Chacón; lo mismo sucede en fecha de 5 de julio de ese mismo año en el que 
vuelve a aparecer, esta vez con carácter de interinidad Cenizo y Hoyos; de 28 de agosto de 1775 a finales 
del 77 lo desempeña Don Bernardo de Palomino y Álvarez, Capitán de Guerra y Alcalde honorario de la 
Sala de los Hijosdalgo de la Real Chancillería de Granada; de 1 de enero de 1778 y hasta el 24 de mayo 
de ese mismo año lo hace con carácter de regente por fallecimiento del anterior el antes citado Mexía 
Chacón; a continuación, y hasta 16 de octubre de 1782 sería corregidor el también Capitán de Guerra, 
Don Pedro José de Molina y Muñoz; hasta el 7 de junio de 1786 lo sería el Capitán de Guerra, Don José 
Ronger Muñoz y Escobar; seguidamente y hasta el 1 de marzo de 1793 lo desempeñaría el Capitán de 
Guerra y alcalde honorario de la Sala del Crimen de la Real Chancillería de Granada, Don Juan José de 
Cañaveras; Don Ignacio Bartolomé de Soto estaría en el cargo hasta su fallecimiento el 26 de octubre de 
1796; le sustituiría con carácter interino Don Mateo García de Chinchilla, haciéndolo hasta el 10 de mayo 
del año siguiente; finalmente para cerrar el siglo encontramos a Don Ramón Cid de Araujo, asimismo 
Capitán de Guerra y miembro del Consejo de Su Majestad, que lo ocuparía hasta el 5 de mayo de 1803. 
 
 38 
 Pese a todas sus diferencias ambas ciudades compartían otras muchas cuestiones. 
Sus destinos estaban unidos en lo económico y en lo geográfico. Tras un siglo XVI de 
gran esplendor en el que gracias al establecimiento de una nobleza, pequeña y de 
segundo orden, pero emprendedora, que quiso proyectar su status en la monumentalidad 
de los edificios de ambas ciudades, tanto una como otra vieron transformarse su 
fisonomía urbanística, lo que les imprimió un marcado acento renacentista, y un XVII 
caracterizado por una profunda crisis social, económica y demográfica derivada, entre 
otros, de factores tales como sequías, epidemias, levas de soldados o excesivas cargas 
impositivas46, el XVIII estaría presidido por una cierta recuperación caracterizada, sobre 
todo, por un muy lento, aunque progresivo, aumento poblacional. Pero lo cierto es que, 
a nivel de infraestructuras, las ciudades de Baeza y Úbeda, sobre todo en lo que se 
refiere a medios de comunicación, se encontraban en un total abandono. Cronistas de la 
época, entre los que podemos citar al Padre Enrique Flórez (España Sagrada), a 
Francisco Pérez Bayer (autor de la obra Viaje arqueológico desde Valencia a Andalucía 
y Portugal), a Bernardo Espinalt (autor del Atlante Español,) o al jesuita Antonio Conca 
(Descripzione odepórica della Spagna), se lamentan, entre otras muchas cosas, de las 
malas condiciones de la carretera que unía las dos ciudades la cual, en época de lluvias, 
quedaba convertida en un auténtico barrizal y, por tanto, intransitable. Otro tanto ocurría 
con la que servía de nexo de unión con Jaén capital. Esta cuestión también se refleja 
cuando se nos dice que el cuidado de los caminos estaba encomendado 
 
 “al celo y posibilidades de los pueblos y entregado, por tanto, a su 
escasez de recursos y sobra de rivalidades vecinales; dificultades 
aumentadas por la existencia de portazgos, aduanas interiores, alcabalas y 
todas clases de tasas entorpecedoras del comercio y del tráfico. Solamente 
estimulaba el poder central la reparación de los caminos cuando iba a 
 
46 RUIZ PRIETO, MIGUEL ET ALII. Historia de Úbeda. Asociación Cultural Pablo Olavide. Úbeda 
1982. En sus págs. 204-205 trascribe un documento sobre Úbeda en 1606 que nos indica los malos 
tiempos, de hambre y sequía y, como consecuencia, de alteraciones de la población, y también de 
carestía, que repercutía en el precio de los productos de primera necesidad tales como el trigo, cebada y 
aceite. Así nos dice textualmente “que tanta la escasez y miseria que se padecía que … se vieron las 
autoridades obligadas, para evitar los estragos del hambre, a alojar en las casas de los pudientes más de 
mil hombres, para que les diesen de comer. A los presos de la cárcel se les daba pan de cebada del 
Pósito a cuatro maravedíes libra, y a las parroquias y conventos pan amasado con trigo del mismo 
Pósito”. Asimismo nos refiere que aquella situación duró muchos años “ … Úbeda no mejoró, siguiendo 
su vida lánguiday sin progreso alguno”. 
 
 39
pasar por ellos algún cortejo real, con motivo de una boda o alguna 
especial y señaladísima jornada del rey”47 
 
 Será a partir de 1749 cuando, gracias a la Ordenanza del Marqués de la Ensenada 
que incluía partidas de gasto destinadas a obras públicas a cargo de la Real Hacienda, se 
observe un cambio sustantivo en la política de comunicaciones del Reino, de la cual 
también se beneficiarían las distintas poblaciones de la comarca jiennense. Por 
consiguiente sabemos que hasta ese momento, el Reino de Jaén, en su casi totalidad, 
estaba fuera del circuito de mercancías y viajeros, lo que se puede justificar en el hecho 
de su aislamiento geográfico del resto de la península. A tal efecto no se puede olvidar 
que el Puerto del Rey, conocido como Paso de Despeñaperros, incluido en la red de 
Caminos Reales, dentro del conocido como “Plan de Carreteras de 1761”, no se abrió 
hasta finales de ese siglo48. 
 
3- Villas y Lugares 
 
 En relación con el resto de las poblaciones de la comarca, tanto villas como lugares, 
hay que señalar, haciendo una breve reseña, que todas ellas se encuentran dentro de un 
radio muy pequeño con respecto a las ciudades de Baeza y Úbeda. En la mayoría de las 
ocasiones las distancias entre sí apenas superan los cuatro o cinco kilómetros, siendo tan 
solo Sabiote la que se haya un poco más alejada, estando a unos ocho kilómetros por 
carretera, en este caso, de Úbeda. 
 
 
 
 
 
47 UREÑA UCEDA, ALFREDO. PERAGÓN LÓPEZ, CLARA E. Op. cit. Pág. 240. Citan textualmente 
lo descrito por GÓMEZ DE LA SERNA, GASPAR, en su Viajeros de la Ilustración. 
 
48 Esto lo encontramos en el Real Reglamento e Instrucción que recoge lo reflejado en el Real Decreto 
del rey Carlos III firmado en el Buen Retiro en fecha de 2 de diciembre de 1761. En el se nombraba 
Superintendente General de Caminos al Marqués de Esquilache. En el Decreto se asignaba la cantidad de 
cien mil reales mensuales para el Camino de Andalucía, que incluía el Puerto de Despeñaperros. 
Asimismo en el texto se recomendaba a “los Grandes y demás Señores de vasallos” para que invirtiesen 
lo que recaudaban en portazgos, peazgo, barcaje y los demás impuestos de carácter similar para la 
conservación de las obras públicas. 
 
 40 
3.1- Begíjar 
 Begíjar49, la musulmana Buxexat, fue conquistada por Fernando III en 
1226, siendo causa de disputa por su posesión entre el Concejo de Baeza y el Obispado 
de Jaén. Adscrita en primera instancia por este mismo rey a la ciudad de Baeza, en 
régimen de realengo, parte de sus tierras lo fueron a la Orden de Calatrava, hecho 
ratificado por Alfonso X. Posteriormente, en 1249, fue entregada al Obispado de Jaén. 
Un siglo después este Lugar estaba en manos del Adelantado Mayor, Enrique Enríquez, 
momento en el que Alfonso XI decidió recuperarla para entregarla de nuevo al Concejo 
de Baeza. En el siglo XV el obispo don Rodrigo de Narváez se apodera de su castillo y 
lo incorpora a las posesiones de la diócesis, pese a las protestas del Concejo de Baeza. 
Begíjar también se vería inmiscuida en las luchas entre la nobleza castellana y el rey 
Enrique IV. En medio de esta pugna el Obispo de Jaén, Alfonso Vázquez de Acuña y 
los regidores de Baeza, unidos en un mismo bando, convertirían a este lugar, el año 
1463, en bastión avanzado contra la capital de Jaén, que en esos momentos estaba 
controlada por el Condestable de Castilla, Miguel Lucas de Nieva, conocido como de 
Iranzo50. El litigio por esta localidad culminó con el reconocimiento por parte de los 
Reyes Católicos en 1477 de la propiedad al obispo. 
 
 En el año 1762 obtuvo, del rey Carlos III, el Privilegio de Villazgo51, comprando 
finalmente su independencia por tres mil ducados en 1779, cantidad que formaba parte 
del crédito que por valor de once mil ducados y, para sufragar el proceso de 
 
49 RODRIGUEZ MOÑINO-SORIANO, RAFAEL. Noticias varias sobre la historia de la villa de 
Begíjar (Jaén). El siglo XVIII. Edición del Instituto de Bachillerato “Santísima Trinidad”. Baeza 1992. 
 
50 EISMAN LASAGA, CARMEN. “Un manuscrito excepcional con los hechos del Condestable Miguel 
Lucas en la Biblioteca del Instituto de Estudios Gienneses”. Boletín del Instituto de Estudios Gienneses. 
Nº 170. Jaén 1998. Págs. 7-21. Transcribe el manuscrito denominado “Rrelación de los fechos y actos del 
Muy Magco. e Muy Virtuoso Señor, el Señor Don Miguel Lucas Muy Digno Condestable de Castilla”. 
 
51 E1 Real Título de Villazgo, está redactado en un libro forrado de plata, dentro de una caja forrada de 
terciopelo encarnado, guarnecida en plata. Dicho libro compuesto de 16 hojas útiles, está fechado el día 
de San Lorenzo, veinticuatro de Octubre de 1779. Asimismo existe otra cajita de plata con las armas de 
la Vílla, y su sello. Todo ello se encuentra en el Archivo Municipal. 
 
 41
segregación, habían solicitado y obtenido del Cabildo Catedralicio de Córdoba. 
 
 El acuerdo del Concejo, presidido por su alcalde Don José García Ortega, de octubre 
de aquel mismo año, basaba su solicitud de independencia en que: 
 
 “teniendo presente la denigración, correrías y malversación con que son 
tratados los vecinos de este vecindario por las Justicias y Veinticuatro (los 
gobernantes de Baeza) dando para ello cuenta a nuestro monarca invicto y 
señor, y su real Consejo de Castilla, que en su digno gobierno de toda la 
monarquía conceda a este lugar y a sus vecinos la libertad que se apetece, 
para lo cual nombran apoderados a don Diego José de la Moneda y a don 
Pablo Colón y Marín”52 
 
 Según datos catastrales su vecindario era, en junio de 1752, de trescientos sesenta y 
nueve, lo que supondría poco más de mil quinientos residentes. Eran por entonces 
alcaldes ordinarios de la villa Francisco Villa Santa y Pedro Valenzuela53. 
 
3.2- Canena 
En cuanto a Canena, cuyo nombre procede de la tribu árabe de los Banu 
Kinina, pasó a manos del rey Fernando III en fecha no determinada entre 1220 y 1227, 
que la entregó al Concejo de Baeza. Posteriormente Alfonso X la donó a las Órdenes 
Militares de Santiago y Calatrava. En 1302, Fernando IV despojó de su propiedad a los 
calatravos y la otorga a Úbeda. Tras pasar por varios dueños, en el siglo XV es tomada 
por Sancho de Benavides. Finalmente, por venta fechada en 21 de febrero de 1539 y 
 
52 RODRIGUEZ MOÑINO-SORIANO, RAFAEL. Noticias varias sobre la historia de la villa de 
Begíjar (Jaén). El siglo XVIII. Edición del Instituto de Bachillerato “Santísima Trinidad”. Baeza 1992. 
 
 
53 Catastro de Ensenada. Transcripciones. Begíjar. Introducción. Pág. 215. 
 
 42 
consentida mediante Bula por el Papa Clemente VIII, ratificada por Paulo III, pasó a 
manos del Secretario del Emperador Carlos V, D. Francisco de los Cobos, Marqués de 
Camarasa54. 
 
 La villa se regía desde el 3 de mayo de 1544 por una Ordenanzas Municipales, 
redactadas por su Concejo y aprobadas desde Valladolid por su propietario, las cuales, 
escritas sobre diez y seis folios a doble cara, recogen en un total de ciento un títulos la 
realidad social, económica y jurídico-administrativa de la población55. 
 
 En junio de 1751 tenía ciento cincuenta vecinos, lo que nos llevaría, en una cifra 
aproximada, a los setecientos habitantes reales. En aquellos momentos su gobernador 
era Don Diego Estébanez Palomino y sus alcaldes ordinarios Francisco Fernández y 
Juan López Martínez56. 
 
3.3- Ibros. Realengo y Señorío 
En lo referente a Ibros, la antigua Ibris de los oretanos, fue, según nos 
cuenta la leyenda, fundada por el mítico rey Íbero, hijo de Tubal nieto de Jafet y 
biznieto del legendario Noé. 
 
 La localidad es famosa por sus murallas ciclópeas datadas, según estudios recientes, 
en el siglo I, cuando

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