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LA_MUSEOLOGIA_ADAPTATIVA

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LA MUSEOLOGÍA ADAPTATIVA. 
A menudo, la aparición de un nuevo medio en sociedad parece implicar la 
muerte de los ya existentes. Sin embargo, si esos medios anteriores 
adquieren un valor diferente en el contexto de nuestra vida cotidiana, el 
reposicionamiento para cumplir con los requisitos cambiantes puede ayudar a 
mejorar, reinventar e innovar. La imagen en movimiento de la película y el 
cine podría ser un buen ejemplo; el declive del cine convencional está dando 
paso a la construcción de más centros de experiencia 3D-4D en todo el 
mundo. 
Del mismo modo, los museos necesitan reinventar su posición con relación a 
la sociedad a la que pertenecen, y muchos de ellos se encuentran en un 
momento excelente para hacerlo. Sin embargo, visitamos museos que se 
sienten impotentes en medio de la decadencia y el abandono, abrumados por 
los cambios, la escasez de recursos y la falta del conocimiento adecuado, lo 
que contribuye a generar una sensación de incapacidad. Reinventar el 
espacio del museo requiere nuevos impulsos profesionales, nuevas ideas, 
más creatividad y una forma de aportar conocimientos innovadores asociados 
a diferentes campos académicos. Creemos que los estudios de medios 
pueden ser una maravillosa contribución externa. Nos encontramos en el 
tiempo de la constante evolución- a enorme velocidad-, por lo que los 
estudios de medios han desarrollado formas diferentes de enfoque y 
adaptación. Desde la perspectiva de los análisis de audiencia, observar a las 
personas, a los destinatarios de los mensajes o a todos aquellos que se 
encuentran junto a nosotros- participantes en conversaciones, por ejemplo-, 
supone una excelente manera de posicionarse en un mundo inestable y 
cambiante. Por lo tanto, antes de intentar adivinar cuál será el siguiente gran 
dispositivo que cambiará el contexto y la mecánica de la comunicación, 
deberíamos dar un mayor sentido a las relaciones entre el museo y su 
público, algo realmente importante en nuestro ámbito profesional. 
Conocemos poco acerca de los vínculos que mantienen actualmente los 
museos y la sociedad. Cuando Pille Runnel y Krista Lepik crearon la pirámide 
de relaciones potenciales, la pregunta clave que quedó sin responder fue 
cómo las personas se mueven entre los diferentes niveles de participación. 
Para intentar encontrar una respuesta, podemos hacer una primera distinción 
entre público, audiencia, usuario y participante, teniendo en cuenta que cada 
uno de estos grupos clave proviene de antecedentes disciplinarios muy 
diferentes (Runnel, Pruulmann-Vengerfeldt, Lepik, 2014). Pero además, 
debemos considerar diversos enfoques, no solo el de las relaciones de 
participación. Y mucho está en juego en el proceso de nombrar cada cosa, 
porque ese nombre, la etiqueta que el visitante le asigna al museo, da cuenta 
de las ideas. En la práctica, esos nombres pueden tener diferentes 
connotaciones, tanto en el lenguaje teórico como en los hábitos cotidianos y 
eso, evidentemente, nos condiciona. 
Conscientes del necesario papel democrático (democracia popular) que 
otorgamos a los museos, el concepto de "participación" es uno de los más 
interesantes- teóricamente potentes y también un poco manidos- con los que 
se trabaja en los proyectos de comunicación de museos. Se trata de un 
concepto que, en la práctica, resulta difícil de entender, pues su significado 
varía mucho en función del museo al que hagamos referencia. Por ejemplo, 
en el lenguaje de la calle, si "participas" un día en una exposición de 
artesanía al aire libre, el objetivo es aprender activamente - fabricando cosas 
- sobre cómo se manufacturan esos objetos. Si ese museo plantea un 
enfoque muy práctico, la terminología más adecuada sería "interactuar con el 
museo", pero, sin embargo, en un argot cotidiano, diremos que "participaste". 
Desde el punto de vista meramente teórico, tu participación no tiene impacto 
alguno en el museo como institución. Simplemente acudes a el para divertirte 
y sentirte comprometido de algún modo, pero sin impactos; no contribuyes a 
nada. Como se ve, podemos emplear palabras diferentes para explicar la 
misma situación y cada una de ellas le dará un color diferente y un enfoque 
ligeramente distinto al que le otorgan los profesionales. Esa diferencia de 
enfoques tiene que ver con que los profesionales hacemos que la actividad 
forme parte del proceso de trabajo de los muchos departamentos del museo. 
La disparidad de ideas y conceptos entre profesionales y visitantes pueden 
ser tan pequeñas que apenas se perciban. Sin embargo, los conceptos que 
manejamos tienen un impacto en la forma en que ambos se relacionan, y 
ésto, a largo plazo, sí que marca la diferencia. 
Una de las grandes divergencias, en cuanto al uso de los conceptos, radica 
en los distintos roles públicos que asumen los museos, lo que se añade a sus 
expectativas respecto a la mejor manera de cumplir con dichos roles. Por 
poner solo un ejemplo, a parte del entorno cambiante de nuestra sociedad, su 
variable concepto de la educación y la forma de aprender también se ha 
transformado. Esto significa que, además de todo lo que aprendemos de las 
ciencias de la educación, acerca de cómo las personas realmente asimilan 
nuevos conocimientos, debemos reevaluar la forma de impartir el saber y el 
conocimiento en los museos. Es posible que necesitemos urgentemente 
replantear el concepto sobre la relación entre museo y aprendiz, al igual 
ocurre con otras disciplinas que establecen multitud de relaciones con los 
museos. 
Son muchos los teóricos que han analizado esos diferentes vínculos a través 
del concepto de compromiso, partiendo de la base de que ninguna forma de 
comprometernos es mejor que otra. Más bien, los museos intentan cumplir 
con diferentes objetivos esforzándose por obtener un variado repertorio de 
relaciones, desde el que se puedan elegir modos de compromiso adaptados 
a diferentes propósitos. 
Uno de esos propósitos podría ser, por ejemplo, la difusión del concepto de 
democracia, algo que necesita ser actualizado y comunicado universalmente. 
El museo como institución pública debe asumir un papel activo y didáctico 
fundamental para la sociedad, no es nada nuevo. Pero aunque creemos que 
la democracia es la mejor de las muchas opciones de gobierno, debemos 
admitir que no es inherente a la naturaleza humana. Todos necesitamos 
aprender, ser socializados dentro de un comportamiento democrático. 
Enseñar acerca de la democracia y lo democrático, es vital para una 
institución museística. Y para ello necesitamos un repertorio de modos de 
participación que ayude a los museos a cumplir con ese rol tan importante. 
Para poder dibujar el mapa de los distintos modos de participación, antes 
necesitamos comprender las posibilidades y capacidades de los diferentes 
museos de todo el mundo. Se requieren, por ejemplo, ejercicios de mapeo y 
sistematización. Además, son precisas más investigación sobre acciones, 
aquellas donde los museos se ven obligados a cambiar sus prácticas, a 
buscar activamente nuevas oportunidades para dar respuesta a diferentes 
formas de relacionarse con la audiencia. Y esto, deberían hacerlo a través de 
otros campos en los que inspirarse para probar cosas nuevas. Los museos 
como instituciones de difusión del conocimiento están acostumbrados a 
poner en valor los objetos, las historias y sus complejas relaciones, 
generando un sentido en sí mismos, en sus propias prácticas y en sus 
colecciones y relaciones. Entender a los museos como instituciones de 
comunicación debería ser algo más que mapear las formas existentes de 
hacer y entender, lo que implica que debe existir una investigación que parta 
de la búsqueda activa de cómo trabajar sobre la innovación. 
Como cualquier otro tipo de investigación, se pueden producir fracasos. 
Creemos importante que los museos lo intenten y fracasen si es necesario, 
como sucede conlos nuevos enfoques experimentales de participación; es 
imposible jugar de forma segura todo el tiempo, non stop. La investigación 
sobre innovación requiere una combinación de recursos de los propios 
museos y de los académicos y, en general, de todo aquel que pueda 
aportarlos (Pruulmann-Vengerfeldt, Tatsi, Runnel y Aljas, 2014). Para las 
instituciones participantes, las recompensas pueden ser muy grandes. 
Generar asociaciones, entre académicos y profesionales, tiene un inmenso 
valor para todos y ayuda a generar nuevas alianzas para los museos en 
general. El objetivo de esta investigación participativa podría ser buscar 
innovadores modos de participación que enriquezcan los repertorios de los 
museos. Las asociaciones siempre atraen nuevos visitantes o participantes. 
Los museos son grandes instituciones que han hecho frente a las cambiantes 
demandas de la sociedad durante bastante tiempo, y seguirán haciéndolo. 
Junto con otras instituciones de memoria, saber y conocimiento, constituyen 
potenciales lugares de aprendizaje, de autoaprendizaje, experimentales y 
abiertas. Enfocarnos en el estudio de las relaciones que los museos tienen 
con su público es algo prioritario. Por ello, hacemos un llamamiento para 
descubrir nuevos nombres e inventar otras relaciones con nuestros visitantes. 
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EVE Museos e Innovación 
admin@evmuseografia.com 
OCTUBRE, 05-2018.

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