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13 Piel 2004;19(6):285-6 EDITORIAL Situación de la mujer en la dermatología española Francisca Valcuende Cavero Hospital la Plana. Villarreal. Castellón. España. Es difícil abordar el tema de las diferencias de género en el trabajo sin suscitar opiniones diversas ni generar controversias. Es evidente que entre los hombres y las mujeres existen diferencias biológicas y sociales. Las primeras son diferencias físicas, mientras que las dife- rencias sociales se refieren a los papeles atribuidos, que producen diferencias en el acceso a los conocimientos, a los recursos y a los servicios, dando lugar a las desi- gualdades sociales entre ambos sexos. La primera mujer médico de la que se tiene noticia fue Peseshet, que ejerció de médico, con un puesto de «jefa de médicos», en el Antiguo Egipto, hace unos 4.500 años1. En las civilizaciones posteriores la situación de la mujer médico ha sido excepcional, aunque se conoce algún caso digno de mención, como Hildergard de Bingen (siglo XII), que no sólo ejerció la medicina, sino también su enseñan- za, en monasterios y otras instituciones eclesiásticas. En la medicina española se tiene noticia del ejercicio de 2 mujeres médicos en el siglo XIV, pero no es hasta finales del siglo XIX, cuando 3 mujeres pioneras –María Elena Ma- seras, Dolores Aleu y Martina Castells– acceden a los estu- dios de medicina en España de manera oficial. En 1882 el gobierno prohibió la inscripción de nuevas alumnas2. La in- corporación de la mujer a la universidad española con ple- nos derechos, no se produjo hasta 1910, año en que se dio acceso a la mujer a estudios universitarios, con la posibili- dad de ser profesoras y ejercer algunas profesiones al igual que los hombres. En 1900 sólo había 24 médicas, 13 farma- céuticas y 2 abogadas. Las cosas comenzaron a variar a fi- nales del siglo XX, y, ya en la década de 1980, las mujeres al- canzaban el 30% de la matriculación universitaria3. El ejercicio de la medicina se fue feminizando de año en año. Actualmente el 54% de los médicos somos muje- res, y casi el 70% de las matrículas en la Facultad de me- dicina también. El predominio es mayor entre las más jóvenes, y, si sigue esa progresión, en los próximos años esta profesión será mayoritariamente femenina. En la Real Academia de Medicina sólo hay una mujer (Car- men Maroto) entre 50 hombres. En el ejercicio de la medicina las especialidades con mayor representación femenina son medicina familiar, pediatría, geriatría y oncología, que superan el 60%, y en bioquímica y rehabilitación se le acercan4. Contrariamen- te a lo que se podría pensar a priori, la dermatología no es todavía una de las especialidades más feminizadas. No se han publicado estudios de género referentes al ejercicio de la dermatología, y para valorar dicha situa- ción en nuestro país estudiaremos la distribución por se- xos en la especialidad, tomando como fuente más accesi- ble los datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Aunque no todos los dermatólogos pertenezcan a ella, a priori no debería haber sesgos de gé- nero en este dato. El número total de académicos y acadé- micas a finales de 20025 (el listado de 2003 aún no se ha publicado) ascendía a 1.497; de los cuales 641 somos mu- jeres (42,15%). Antes de 1970 sólo figuraba una mujer, y de año en año el número de nuevos miembros femeninos res- pecto al total de nuevos académicos ha ido aumentando. Hay que destacar que, desde 1992, el número de dermató- logas que acceden anualmente a la Academia supera al número de varones. Actualmente el 62% de los MIR de dermatología son mujeres, por lo que cabe suponer que en los próximos años el porcentaje de mujeres seguirá incre- mentándose en el ejercicio de nuestra especialidad. Presuponiendo que la edad de incorporación a la AEDV se sitúa en torno a los 30 años, de los datos ante- riores podemos inferir que, aunque en cifras absolutas las mujeres seamos el 42-43% de los académicos, el por- centaje de dermatólogas de menos de 40 años supera al de dermatólogos. Además podemos aproximarnos a co- nocer el porcentaje de dermatólogas en distintos grupos de edad. Entre los 30 y los 40 años, el 58% son dermató- logas; entre los 40 y los 50 años, el 41% de los académi- cos somos mujeres; entre los académicos con unos 50 años, el 33% son mujeres, y con 60 años este porcentaje desciende al 20%, y sólo el 0,9% de los académicos ma- yores de 60 años son del sexo femenino. Ahora bien, después de conocer, aunque sea de modo aproximado, el porcentaje de dermatólogas en las eda- des medias de la vida, que es la edad a la que se osten- tan los cargos de responsabilidad, de organización y de representación de la especialidad, vamos a valorar lo que ocurre con estos puestos en la realidad. La actual junta directiva de la AEDV tiene 16 miem- bros, de los cuales el 37,5% son mujeres. En las seccio- nes territoriales, el 37% de los puestos de las juntas di- rectivas corresponden a mujeres, pero sólo una (12,5%) está presidida por una mujer, la Dra. Aurora Guerra. Cuatro jefaturas de los 36 hospitales con MIR de der- matología (11,11%) recaen en dermatólogas. Por otra parte, el porcentaje de adjuntas en los hospitales supera el 45% en los hospitales de la Comunidad Valenciana y del País Vasco, que son de los que dispongo de datos exactos. En lo que respecta a la universidad, hay 2 cate- dráticas de dermatología: la Dra. Teresa Estrach y la Dra. Rosa Martí Laborda, ambas en Cataluña6. Los dermatólogos acaparan los comités de redacción de las revistas dermatológicas españolas en porcentajes elevadísimos. En el de esta revista (PIEL) las dermatólo- gas sólo representan el 14,28%, y en el comité de redac- ción de Actas Dermosifiliográficas, el 16,28%. 285 Correspondencia: Dra. F. Valcuende Cavero Av. Dr. Clará, 40, 6.o C. 12002 Castellón. España. Correo electrónico: francisca_valcuende@aedv.es 63.091 Es evidente que la presencia de mujeres en puestos de decisión y responsabilidad de la especialidad está por debajo del porcentaje de dermatólogas, en las edades aproximadas en que recaen dichos cargos, lo que es en parte un reflejo en nuestra especialidad del androcen- trismo general7. Pero es innegable que se está produ- ciendo, aunque lentamente, un incremento de las der- matólogas en puestos de representación y gestión, de la misma forma que ocurre en otras especialidades, lo que conduce a una feminización de la profesión médica8. Otro aspecto de suma importancia es compaginar la ca- rrera profesional con la vida en pareja, que resulta más difícil para la mujer que para el hombre. Tradicionalmen- te la mujer elegía entre los hijos y la carrera profesional, pero en los últimos 30 años estos conceptos han ido cam- biando, demasiado deprisa incluso, y no se han produci- do los mecanismos sociales de adaptación necesarios. En España tenemos la tasa de maternidad más baja de Euro- pa, lo que conlleva inexorablemente el envejecimiento de la población. La sociedad debería facilitar que las mujeres procreasen, puesto que la reproducción humana no sólo es un tema privado, sino que es un bien social, ya que aporta capital humano a la futura economía nacional. Si la sociedad no apoya a las mujeres formadas intelectual- mente y hace que las cargas de la reproducción dejen de ser sólo privadas, aquéllas corren el riesgo de sacrificar la maternidad en aras a su carrera profesional. El 58% de los dermatólogos de 30 a 40 años son muje- res. Ésta es la edad en la que las mujeres dedican una parte muy importante de su tiempo y energías a la ma- ternidad, y, a su vez, es la edad en la que se sientan las bases del desarrollo profesional ulterior; cursos y tesis doctorales, comunicaciones, asistencia a congresos, pu- blicaciones, preparación de oposiciones, participación en organizaciones de eventos de la especialidad, etc. Todo ello se debe realizar fuera de las horas oficiales de trabajo en el hospital, es decir, restando tiempo del tiempo de ocio y del que se dedica a la familia. Si recordamos las cifras de dermatólogaspresentes en los cargos y organizaciones, observamos que el porcen- taje de mujeres en los cargos de representación o deci- sión de la especialidad es muy inferior al que correspon- dería teniendo sólo en cuenta las edades a las que se ostentan dichos cargos. En mi opinión, esto se debe a 2 hechos que expondré a continuación. Por una parte, los hombres se resisten al cambio de gé- nero en las estructuras de poder de la especialidad. Al igual que en el resto de la sociedad, el colectivo masculino desempeña mayoritariamente el poder y pone toda clase de trabas a las mujeres en lo laboral y en lo social. El re- sultado es que la mayor parte de los puestos de responsa- bilidad son ocupados por varones, y a la hora de elegir ellos prefieren a los de su mismo sexo para los puestos de su elección. Valga sólo un ejemplo próximo: el Comité Científico del próximo Congreso Nacional de Dermatolo- gía (Sevilla) está formado exclusivamente por varones9. Por otra parte, las mujeres, en muchos casos, sólo pue- den sacrificar a su futura preparación una parte de su tiem- po no laboral, pues la otra está absorbida por la materni- dad y por la dedicación a la familia; entonces se autoexclu- yen de su participación en otras actividades de la vida de la especialidad, que supondrían un tiempo adicional de traba- jo, manteniéndose sólo en cifras equilibradas el número de dermatólogas en los puestos de adjuntas de hospital. La maternidad no debería ser una barrera en sí misma: sólo tenemos que conseguir que la diferencia biológica no se transforme en jerarquías de prestigio y de poder. La igualdad de hombres y mujeres es un principio fun- damental del Tratado constitutivo de la Comunidad Eu- ropea. Las disposiciones de dicho tratado imponen la obligación positiva de «promover» dicha igualdad en to- das sus actividades, convirtiendo dicha igualdad en uno de los objetivos de la Unión Europea10. El principio de igualdad supone la necesidad de compensar la desventa- ja de las mujeres, por lo que se refiere al trabajo, y la desventaja de los hombres en lo que se refiere a las con- diciones de participación en la vida familiar, derivada de prácticas sociales que todavía presuponen que el trabajo no remunerado, relacionado con los cuidados de la fa- milia, es responsabilidad principal de las mujeres11. La necesidad de las mujeres de agruparse para apo- yarse y potenciar su desarrollo profesional se ve refleja- da en las sociedades de mujeres dermatólogas: Women’s Dermatologic Society12 y European Women’s Dermatolo- gical Society. Entre sus objetivos destaca el poner en evidencia los logros de las dermatólogas, favoreciendo el liderazgo femenino en la dermatología. No seré yo quien diga aquí que somos iguales, porque no lo somos. En el trabajo, las mujeres aportamos una es- cala de valores diferente, menos agresiva y más integrado- ra que la masculina. Disponemos de mayor capacidad para la empatía, entendida como la capacidad para com- prender cómo se siente el otro y a la vez transmitirle nues- tra comprensión y solidaridad: enfocamos las actividades con una sensibilidad y unos puntos de vista diferentes a los de los hombres, y de esa pluralidad podemos enrique- cernos ambos sexos si nos observamos y colaboramos. BIBLIOGRAFÍA 1. Puertas M. Gizah 1932: tras los pasos de la primera mujer médico de la historia. Disponible en: http://www.diariomedico.com, edición del 23 de julio de 2003. 2. Rodríguez Cabezas A. La mujer en la medicina española [consultado 22/12/2003]. Disponible en: http://www.elmedicointeractivo.com/humanismo 3. Valcárcel CS. La situación de la mujer en la ciencia: Que investiguen ellas. MUFACE 2003;129:14-20. 4. Yage AM. Más de la mitad de los médicos son mujeres. Disponible en: http://www.e-leusis.net/historico_noticias.asp?ofset=80 5. Academia Española de Dermatología y Venereología. Académicos de número por orden alfabético. Actas Dermosifiliogr 2002;93(Supl 1):19-45. 6. Ferrando J. Breve historia de la dermatología catalana. Med Cutan Iber Lat Am 2003;31:57-70. 7. Ortega R, Ortiz T, Fernández MA, Peña M. Dermatología española y género: ¿androcentrismo? Actas Dermosifiliogr 2001;92(Supl 3):142. 8. Guerra Tapia A, Rodríguez Cerdeira C, González Guerra E. Women in Spanish dermatology. JEADV 2003;17(Suppl 3):462-3. 9. Academia Española de Dermatología y Venereología. Disponible en: http://aedv.es/cgi-bin/aedv/acceso_academ.pl?tipo=resujunt) 10. Directiva 2002/73/CE del Parlamento Europeo y del Consejo. DOCE de 5 de octubre de 2002, L269/15. 11. Resolución del Consejo y de los Ministros de Trabajo y Asuntos Sociales de la CE del 29 de junio del 2000 relativa a la participación equilibrada de hombres y mujeres en la actividad profesional y en la vida familiar. DOCE de 31 de ju- lio de 2000, C218/5. 12. http://www.womensderm.org 286 Valcuende Cavero F. Situación de la mujer en la dermatología española Piel 2004;19(6):285-6 14
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