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Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 1 Tema 10. El contexto educativo: Hacia una educación más inclusiva como contexto para el desarrollo de todo el alumnado 1. INTRODUCCIÓN: EL PAEL DE LA EDUCACIÓN ESCOLAR EN EL DESARROLLO HUMANO Lo seres humanos nacemos mucho más indefensos -y lo somos por más tiempo- que otros muchos seres vivos. Sin embargo nacemos con una capacidad de aprender sin parangón. Nuestro desarrollo está abierto y mediado por un sinfín de influencias externas (influencias educativas). Nos humanizamos a través de nuestra participación en una serie de prácticas educativas, en un proceso que ha venido en llamarse de socio construcción. Las prácticas educativas son concebidas como contextos para el desarrollo del individuo, desde una posición de clara interdependencia entre persona-entornos socioculturales. Pueden analizarse en función de distintos parámetros; en particular con relación al nivel de intencionalidad y de sistematicidad con la que se implementan. Ello ha dado pie a una distinción entre contextos educativos formales, no formales e informales. Las tecnologías y otros desarrollos sociales están contribuyendo a crear una «nueva ecología del aprendizaje» (Coll), en la que: o Proliferan oportunidades para que la potencialidad humana de aprender se expanda y se extienda a «lo largo y a la ancho» del ciclo vital o Permiten conectar más y mejor aquellas prácticas educativas formales, no formales e informales ayudando a configurar un «aprendizaje conectado» A través de la educación escolar, la sociedad intenta articular y sistematizar aquellas prácticas educativas que quiere ofrecer a sus niños para que se apropien de su cultura y para que la transformen. Es un espacio que generará una gran influencia educativa en todos los miembros de la sociedad y es importante que los profesionales reflexionemos sobre el modo en que lo organizamos y las consecuencias que de ello se derivan. 2. SOBRE PERSPECTIVAS EDUCATIVAS EN LA EDUCACIÓN DEL ALUMNADO CON DESARROLLOS ATÍPICOS No existe respecto a la forma en la que debemos organizar lo que ocurre en la escuela para que sea un contexto facilitador del desarrollo pleno del alumnado con desarrollos atípicos. La «verdad», o lo considerado como «normal», «adecuado» o «necesario» para educar a este alumnado, es algo construido social e históricamente a partir de unas determinadas concepciones devotas de un tiempo y cultura determinados. Por tanto, no son ni inmutables ni incuestionables. Todo lo contrario. El constructo de perspectiva es fundamental para el análisis de la praxis de cualquier profesional. Es la articulación de concepciones y valores que nos ayuda a explicar un hecho o proceso social. La perspectiva construida resalta qué vemos de determinada situación, qué dejamos de ver o considerar, cómo lo interpretamos y valoramos, y cómo actuamos al respecto. Hoy podemos diferenciar dos perspectivas recientes bastante claras respecto a la educación del alumnado con «desarrollos diferentes o atípicos»: la perspectiva esencialista o médica y la perspectiva inclusiva. 1. La perspectiva esencialista o médica Ha sido desde mediados del siglo XX la dominante, «la verdad» establecida, enseñada los profesionales y utilizada por las administraciones educativas para organizar el sistema (sigue siéndolo hoy para mucha gente). Por sus connotaciones y semejanzas con lo ocurrido en otros ámbitos, se ha denominado como «modelo o perspectiva médica o remedial» o como «perspectiva individual o esencialista»(Echeita). Estas formas de pensar y actuar no son inocuas y debemos hacer un esfuerzo consciente por identificarlas en nosotros mismos para poder empezar a transformarlas. En el plano educativo ha conducido a: o Reforzar las bajas expectativas del profesorado y las familias principalmente hacia los menores. o Encasillamiento de las actuaciones didácticas -poca innovación- dirigidas a su educación o Limitación de oportunidades para aprender o «Invisibilidad» social de los niños considerados especiales a cuenta de su segregación Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 2 o Mantenimiento del «statu quo»; el sistema educativo «ordinario» no mejora en su capacidad de dar una respuesta educativa de calidad a este alumnado (Echeita). Perspectiva individual o modelo médico (Elaboración propia) PREMISAS RESPUESTAS EDUCATIVAS Determinadas diferencias individuales son un problema para la educación escolar. Por ello, y dado que se puede, también se debe identificar a los alumnos que son diferentes en relación con un criterio de diversidad: por ejemplo, el ritmo/nivel de desarrollo diferente comparándolos con el desarrollo considerado normotípico. Se asume, entonces, que es posible y deseable diferenciar claramente a aquellos alumnos que necesitan ayudas especiales de los que no las necesitan, y que ello repercutirá positivamente, tanto en su educación como en la de aquellos que se terminan considerando como normales. Se necesita crear y utilizar toda una serie de categorías diagnósticas para reconocer a este alumnado respecto a sus dificultades, así como para cuantificar su número como medida necesaria para ordenar las acciones educativas oportunas en cada caso. La Psicología ha contribuido especialmente a esta tarea a través de su creciente y cada vez más sofisticada capacidad de evaluación de las diferencias individuales. La historia de estas categorías o clasificaciones diagnósticas/educativas es, cuanto menos, muy ilustrativa del hecho de que todos estos procesos son una construcción social, pues el mismo niño que a mediados del siglo pasado sería considerado de conformidad con las evaluaciones de entonces un «imbécil» y «anormal», más tarde sería llamado «débil mental» y «subnormal», posteriormente «retrasado mental ligero» y minusválido, mientras que hoy sería considerado, muy probablemente, con «dificultades de aprendizaje», o quién sabe si con TDAH, si bien dentro de un grupo mucho más amplio denominado «alumnado con necesidades educativas especiales». Solo este pequeño grupo de alumnos diferentes requiere ayuda especial La organización de la educación se hace dicotómica con dos vías bien diferenciadas: con un sistema y una escuela normal para el «alumnado normal» y con un subsistema y una escuela especial para ese alumnado diferente que ordena, organiza y concentra las ayudas especiales que se necesitan, sean estas en forma de profesorado, medios o instalaciones especiales. En este sentido, los alumnos y alumnas que son considerados diferentes/especiales tienen toda la ayuda especial (poca o mucha) que cada sistema educativo puede prestarles. El resto del alumnado normal permanece en los centros ordinarios sin ningún sistema complementario de ayuda y, si lo hay, es mínimo. A poco que se piense en ello, se trata de un sistema completamente arbitrario que responde, mayoritariamente, a necesidades económicas (y no educativas) relativas a la provisión ele los siempre escasos recursos que los sistemas educativos ponen a disposición de su población escolar. Como los «recursos especiales» para el «alumnado especial» son costosos, hay que asegurarse bien que se les ofrece solo a los que realmente son especiales. Si un alumno se queda «al borde» de los criterios diagnósticos, no tendrá esos recursos adicionales Los problemas o dificultades que origina la educación de estos alumnos o alumnas tienen que ver, fundamentalmente, con sus deficiencias o limitaciones personales, o, en su caso, familiares o sociales. Si un alumno o alumna tiene dificultades para aprender es, en lo fundamental, porque él o ella tienen algo «mal», algún déficit en su desarrollo o limitación que interfiere con el proceso de aprendizaje. Se trataría de una cierta “importación” del modelo médico; donde cualquier dificultad de aprendizaje es vistacomo un síntoma de un déficit (enfermedad) que tiene la persona y que debe ser diagnosticado y tratado individualmente. La respuesta educativa es, entonces, más rehabilitadora/ habilitadora que propiamente educativa. Se prima en las escuelas las actividades dirigidas a tratar de “reparar” las funciones cognitivas, sensoriales o motoras deficitarias (más que seguir un currículo), en aras a tratar de hacer que este alumnado sea o se parezca lo antes y lo más posible al alumnado «normal ». Un ejemplo preclaro de este enfoque es el de la educación del alumnado sordo o con déficits auditivos. Las escuelas para sordos han tenido durante muchos años un enfoque puramente “oralista” centrado, precisamente, en la habilitación de la capacidad para comprender el lenguaje oral (mediante la lectura labial de sus interlocutores) y en desarrollar su capacidad de hablar tras su “desmutización”. Las ayudas especiales que precisa el alumnado especial/diferente, se prestan mejor en grupos homogéneos de niños con idénticos problemas o características. Hasta donde se puede, las ayudas especiales se concentran en escuelas especiales (para alumnado sordo o discapacidad auditiva, para alumnado ciego o deficientes visuales, para niños con problemas neuromotores, para niños con “déficits intelectuales ligeros o medios” y para el resto en centros de “plurideficientes o profundos”. La educación de este alumnado debe ser responsabilidad de un profesorado también especial, en términos de conocimientos, destrezas y habilidades propias para trabajar con el mismo. Por ello la formación de ese profesorado especial (cuya especialidad en España seguimos llamando “Pedagogía Terapéutica”) ha ido en paralelo a la del profesorado ordinario. Desde el punto de vista de la valoración social de la diversidad humana, esta perspectiva procede de un tiempo donde la misma se restringía enormemente, de forma que lo bueno, adecuado y deseable, era ser: hombre, blanco, católico, capaz, heterosexual, «urbano»... Y por eso, hasta no hace mucho tiempo, ser mujer, negro, musulmán, (dis)capacitado, gay o «de pueblo», eran formas de ser menos valiosas, consideradas o respetadas. Aunque cada una de estas situaciones de discriminación e injusticia tiene detrás su propia historia de lucha y emancipación de la opresión, se inicia un fuerte movimiento hacia la igualdad de derechos y el reconocimiento de quienes eran considerados «ciudadanos y ciudadanas de segunda. El resultado de ese proceso de lucha, resistencia y confrontación de «la verdad» establecida sobre diversidad humana (Calderón), ha sido, desigual hasta el punto que niños, jóvenes y adultos considerados con (dis)capacidad siguen siendo el colectivo más discriminado y excluido de cuantos hay (Campoy). Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 3 Por ello, si la escuela es el espacio propicio para ayudar a crear concepciones y valores propicios a la igualdad y a la no discriminación, no es extraño que la lucha de las personas con (dis)capacidad haya tomado la bandera de la educación inclusiva como baluarte desde el cual construir una nueva verdad, que pasa necesariamente por afianzar una nueva perspectiva educativa que podríamos llamar «inclusiva». 2. La perspectiva inclusiva Con muchas limitaciones y contradicciones (Artiles, Kozleski y Waitoller), una parte importante de la ciudadanía mundial quiere avanzar hacia sociedades con mayor equidad, justicia y respeto con la diversidad humana. Es imprescindible que «la escuela» como contexto de desarrollo y aprendizaje contribuya a construir en la mente de las próximas generaciones los baluartes de la igualdad en la diversidad (Echeita, Simón, López y Urbina). Ello pasa por asentar una nueva perspectiva, la inclusiva. El análisis sobre las premisas y respuestas educativas inclusivas tiene mucho de deseo y esperanza. Disponemos de muchas y rigurosas evidencias por todo el mundo que dicen que no solo es deseable sino posible pensar y actuar conforme a las siguientes premisas. Perspectiva inclusiva (Elaboración propia) PREMISAS RESPUESTAS EDUCATIVAS La diversidad del alumnado en sus distintas dimensiones es un valor y todos los alumnos y alumnas tienen derecho a que se reconozcan las necesidades educativas que se derivan de ella. La acción educativa debe pensarse y diseñarse, desde el principio, pensado en la diversidad de intereses, capacidades, origen, procedencia o cualquier otra condición personal o social del alumnado, de forma que aquella sea accesible y pertinente para todos ellos. Las estrategias denominadas Diseño Universal de Aprendizaje o Diseño Instruccional Universal son las más coherentes con este principio. Las dificultades educativas no son solo de algunos alumnos o alumnas diferentes o especiales, ni son un rasgo propio de algunos de ellos, sino que son una función cuyo valor (mayor o menor) resulta de la interacción entre las características del alumno y el currículo que el profesor y la escuela le ofrece. Las dificultades educativas pasan a ser indicadores de posibles limitaciones en las formas de enseñar y evaluar. Pero mientras que algunos de los factores inherentes al alumno y sobre los que, indudablemente, se apoya el aprendizaje pueden ser menos modificables, casi todo lo que queda del lado de las formas de enseñar y evaluar, puede ser modificado, ajustado, enriquecido o diversificado para compensar aquellos. Los sistemas de ayuda y apoyo deben estar disponibles para todos los alumnos y alumnas que los precisen, sea por las razones que fuera, temporales o permanentes, de carácter social, personal o de cualquier otra índole. Se plantea un concepto de apoyo escolar que, en primer lugar, va mucho más allá del mero trabajo que puede hacer el profesorado denominado precisamente «de apoyo». Se entiende que el apoyo escolar aglutina todas las medidas que un centro educativo es capaz de articular para mejorar su capacidad de responder con equidad a la diversidad de su alumnado. Esas medidas son tanto organizativas como didácticas y por ello favorecerán el aprendizaje y la participación de todo el alumnado, no solo de aquellos etiquetados como con «necesidades educativas especiales» Todo el profesorado debe asumir la responsabilidad del progreso de todos los alumnos o alumnas, sin exclusiones. La educación de tocios los alumnos y alumnas es responsabilidad del profesor regular o de materia del aula y no se debe depositar la responsabilidad del alumnado más vulnerable en un profesorado especial. Ello no significa que el profesorado «ordinario» debe ser experto en todo, sino que este debe tener, sobre todo, la capacidad para orquestar su propio trabajo con las actuaciones de quienes con otros conocimientos y habilidades puedan y deban deban coordinarse y colaborar estrechamente con el/ella para garantizar una respuesta educativa inclusiva. Asumir la responsabilidad de diseñar e implementar practicas educativas accesibles, pertinentes y ajustadas a la diversidad del alumnado, es una tarea compleja, difícil y éticamente controvertida. Implementar y sostener sistemas de formación permanente, de asesoramiento psicopedagógico o para incentivar planes de mejora e innovación escolar, son si cabe, medidas más importantes y necesarias para el progreso hacia una educación más inclusiva que la simple dotación de recursos especializados para el alumnado más vulnerable. La inclusión social se prepara en la inclusión escolar. La escuela ordinaria debe ser un lugar privilegiado para combatir las actitudes discriminatorias, y crear comunidades de acogida y reconocimiento de la diversidad, en definitiva, para ayudar a construir una sociedad incluyente y cohesionada. Si unimos los valores hacia el reconocimiento e igualdad a la diversidad en un marco de derechos humanos, con comprensión socioconstructivista sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje,tenemos las bases para una escuela inclusiva. Esta escuela no diferencia a sus estudiantes por categorías, se puede hacer mucho por su desarrollo a través de formas de enseñar variadas y ajustadas a esa diversidad. Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 4 3. ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE EDUCACIÓN INCLUSIVA? DIMENSIONES Y NATURALEZA El proceso para tratar de implementar la perspectiva inclusiva se concreta en la práctica para los centros educativos, en una compleja y dilemática tarea de tratar de articular con equidad, tres dimensiones de la vida escolar que aglutinan buena parte de lo que acontece en los centros. Son tres dimensiones con dos polos extremos: o Inclusivo (o inclusión): definido por: - La presencia (o el acceso): se refiere al lugar, dónde son escolarizados los estudiantes. A la necesaria presencia de todos los alumnos en los centros y espacios educativos comunes/regulares, y dentro de ellos en todo lo que va desde las actividades del aula hasta las actividades extraescolares, pasando por los momentos de descanso o de comida. - Participación: es en sí misma una dimensión compleja, tiene diferentes lecturas o planos. Implica ir más allá que el acceso. Supone: ▪ Aprender con otros y colaborar con ellos en el transcurso de las clases y las lecciones. Nos habla también de una necesaria implicación activa con lo que está aprendiendo (y enseñando). ▪ Permite hablar de la preocupación por el bienestar personal y social del alumnado. Se vincula al objetivo de “reconocimiento” de los educandos que debe cumplir toda institución educativa. Y a la necesidad de tomar parte en las decisiones que afectan a los estudiantes y de ahí la importancia de las políticas de participación de estos en la vida escolar. - Aprendizaje: tiene que ver con la preocupación por que todo el alumnado de la escuela desarrolle las competencias básicas establecidas para todos. Es importante resaltar una idea de aprendizaje y rendimiento más amplia y comprensiva que la vinculada a lograr buenos resultados en las pruebas estandarizadas. Está estrechamente vinculada con la de participación. o Excluyente (exclusión): definido por los antónimos de las anteriores: - Segregación - Marginación: - «Fracaso ». Lo que impide conseguir la articulación justa entre presencia, participación y aprendizaje son las barreras de distinto tipo existentes que se encuentran en diferentes planos de la vida escolar. o Barreras: conjunto de factores -actitudes, creencias, políticas, prácticas de aula, etc.-, que limitan o pueden llegar a limitar la presencia, aprendizaje, reconocimiento y valoración de la diversidad del alumnado de un centro escolar determinado. Se pueden encontrar en los diferentes planos que conforman la vida de un centro escolar. o Planos: - Cultura escolar: valores, creencias y principios compartidos en un centro por su comunidad educativa. ▪ No hay una cultura monolítica, sino varias, pueden competir o coexistir. ▪ No son fijas en el tiempo, pueden modificarse y variar. Las culturas escolares pueden ser más o menos consistentes y coherentes (o contradictorias). Las culturas escolares suelen reflejarse en los proyectos institucionales (proyectos educativos, documentos referidos a la visión, misión y valores del centro). - Políticas de centro: planificación explícita y articulada de normas, procedimientos o acciones con relación a los principales vectores que articulan la vida escolar. ▪ Política de admisión de alumnos ▪ Política de participación de la comunidad educativa ▪ Política curricular ▪ Política de convivencia escolar ▪ Política referida a las principales decisiones de organización escolar. Tendrían su fundamento y apoyo en la cultura escolar. Pueden ser más o menos coherentes entre sí y con relación a los valores declarados por el centro. Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 5 - Prácticas de aula: acciones que se ejecutan o desarrollan cotidianamente en el centro por parte de su profesorado (y otro personal), tanto en el ámbito del aula, espacios comunes o actividades extraescolares. Determinadas prácticas necesitan políticas que las sustenten y apoyen. Son la forma de encarnar y concretar valores y principios de la cultura escolar. Es necesario recordar que las barreras no son sólo aquellas que puedan limitar el aprendizaje y la participación del alumnado, sino también las que afectan a la participación de las familias, profesorado y del resto de las personas que trabajan y conviven en un centro escolar. Al igual que inclusión y exclusión son procesos interdependientes, dialécticos, lo mismo cabe decir de la relación entre las barreras y facilitadores o apoyos existentes en un centro. o Facilitadores o apoyos: todos los factores situados en las culturas, políticas y prácticas escolares que, en interacción con las características y necesidades de su alumnado, promoverían una articulación equitativa de la presencia, participación y aprendizaje. La educación inclusiva no es una meta, o un rasgo puntual, es un proceso de desarrollo o mejora escolar constante, específico de cada comunidad educativa. NO es una tarea fácil ni exenta de conflictos y dilemas, todo lo contrario, el aspecto más definitorio es precisamente su carácter dilemático. Una de las condiciones necesarias (no suficiente), para minimizar las tensiones, es la capacidad y compromiso de hacer del diálogo franco, sincero y honesto y de la colaboración una estrategia central a la hora de analizar evidencias y planificar mejoras en los centros escolares. No hay una respuesta técnica, única o sencilla que resuelva estos dilemas. El proceso hacia una educación más inclusiva no solo es justo y necesario para construir una sociedad más democrática, sino que también es posible. 4. UN CENTRO EN MOVIMIENTO HACIA CULTURAS, POLÍTICAS Y PRÁCTICAS MÁS INCLUSIVA ¿Pueden los psicólogos educativos ser inclusivos? La respuesta es depende, del modelo o perspectiva hacia su trabajo y hacia la educación escolar que adopten. o Si siguen aferrados a un modelo o perspectiva médica, entonces lejos de ser parte del progreso serán una barrera para el mismo. o Si alinean su trabajo con el del profesorado en el marco de la perspectiva o modelo inclusivo, el avance puede estar garantizado. Y esto último, es lo que han hecho los orientadores del Colegio Cardenal Spínola de Madrid. Si bien es cierto que su trabajo no es la regla habitual en el funcionamiento de los servicios de orientación educativa y psicopedagógica en nuestro país, tampoco son la excepción y, afortunadamente, otros muchos están trabajando bajo las mismas premisas. 1. El colegio Cardenal Spínola de Madrid Es un centro concertado de la Comunidad de Madrid impulsado por la Fundación Spínola. Funciona desde el año 1953 aunque su sede y capacidad actuales no son tales hasta 1960. Es un colegio de línea tres que cuenta con algo más de 1200 estudiantes distribuidos en clases desde el Aula de 2 años hasta 2º de Bachillerato, pasando por las etapas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Su equipo docente está conformado por cerca de 100 personas entre profesorado, orientadores, y personal directivo. Durante mucho tiempo este equipo de profesionales trabajó desde un modelo educativo más vinculado a pedagogías tradicionales (perspectiva médica). En un momento repensaron su labor poniendo en el horizonte del cambio ofrecer una respuesta educativa de calidad a todos los estudiantes. Esa comprensión de la diversidad humana también subyacía a las prácticas que se desarrollaban desde el Departamento de Orientación y que en este grupo de profesionales, comenzaron a generar descontento. Esa insatisfacción, junto con otros factores, les hizo buscar formas alternativas con el objetivo de reducir los procesos de exclusión. En la actualidad el trabajode los profesionales del departamento de orientación se desarrolla con una perspectiva bien distinta. Alteraciones del desarrollo y diversidad funcional (2017/2018) - (M.P) - 6 2. Un modelo de orientación educativa más inclusivo El departamento está compuesto por seis profesionales. Como en cualquier Departamento de Orientación de un Instituto de Educación Secundaria, cada uno de sus miembros es especialista en un área de conocimiento; Audición y Lenguaje, Pedagogía Terapéutica, Psicología o Pedagogía, todos llamados «Orientadores».Trabajan de manera interdisciplinar. Cada orientador es el profesional de referencia para determinadas aulas y trabaja en colaboración con el equipo docentes de esas aulas, especialmente con el tutor. Su trabajo está estructurado en tres grandes áreas: o Trabajo en aula. Trabajan junto al docente de forma colaborativa. Ningún estudiante sale del aula para recibir apoyo, se ofrece a todos con independencia de tener o no “necesidades educativas especiales”. En aulas con mayor diversidad multiplican los recursos; el orientador tiene más horas de apoyo en el aula. La presencia de dos profesionales en clase facilita la capacidad de ambos para atender a la diversidad. Se introduce metodologías más activas como: - Utilización de estrategias cooperativas y grupos interactivos - Uso de medidas como los desdobles en paralelo: el aula se divide en dos grupos y cada docente imparte clase en uno de los grupos. El “aula” se expande más allá de las cuatro paredes de cada clase, más espacios, dentro y fuera del centro, asumen un papel educativo de primera magnitud. La docencia compartida se realiza durante algunas horas y en algunas áreas, hay momentos en los que los docentes trabajan de forma individual con su grupo-aula. o Trabajo con las familias. Las familias son percibidas como pieza importante en el proceso de enseñanza y aprendizaje, no sólo porque formen parte de algunas actividades dentro de aula, como en los Talleres de Padres, sino porque en la forma de mirar a cada estudiante y de reflexionar sobre su situación en la comunidad educativa se adopta una perspectiva sistémica. Los orientadores participan directamente en las entrevistas familiares, junto con el tutor y el alumnado que precisa un especial seguimiento. o Reflexión con otros profesionales. La reflexión con otros compañeros del propio departamento, docentes u otros profesionales, es pieza clave de su labor. - Sobre cómo organizar las sesiones en las que trabajan juntos o cómo ajustar el currículum a las necesidades del alumnado. - Les acompañan en las reuniones de los equipos docentes y en los procesos de desarrollo de las diferentes líneas pedagógicas a través del currículum. - Reflexionan con otros agentes educativos externos a su propia comunidad educativa. Este modelo de trabajo hace que los orientadores sean percibidos por el profesorado como un apoyo importante en su trabajo, tanto por su capacidad para ayudarles a reflexionar sobre su propia práctica, como por los aportes que les ofrecen, habida cuenta de su propio y constante proceso de formación. 5. RETOS PARA EL FUTURO Comprometernos con un horizonte de transformación hacia una educación más inclusiva nos sitúa ante un proceso repleto de situaciones retadoras y desafiantes. Los psicólogos que trabajemos en el contexto educativo formal debemos estar preparados para poder afrontarlos y convertir nuestras intervenciones en facilitadoras. Retos que encontraremos en ese camino: o Tomar conciencia de la propia perspectiva hacia la diversidad humana. o Aprender a trabajar junto a otros. o Formarse a lo largo de la vida.
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