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1
 
 
Monografía de Grado 
 
 
Dolor crónico, cuerpo y experiencia en la Clínica del Dolor del Seguro 
Social 
 
 
Héctor Camilo Ruiz Sánchez1 
 
Director: César Abadía2 
 
 
 
 
 
Universidad de los Andes 
Facultad de Ciencias Sociales 
Departamento de Antropología 
 
Enero de 2007 
 
 
 
1 Mi correo electrónico es: hector38@gmail.com 
2 Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: 
ceabadiab@unal.edu.co 
 
 2
 
A Estela, Isabel, Elsy, María Elisa y Johana, 
 por permitirnos acompañarlas en su valiente lucha 
 contra la enfermedad y el dolor 
 
 
 A los asistentes de los diferentes grupos terapéuticos 
de la Clínica del Dolor 
 
 
Al cariñoso y generoso equipo de la Clínica del Dolor 
 
 
Y a todas y todos los que metieron mano en este proyecto 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 3
Contenido 
 
I. Introducción 5 
1. Marco teórico 6 
2. Objetivos 12 
3. ¿Por qué la Clínica del Dolor de la ESE Luis Carlos Galán Sarmiento? 12 
4. Pregunta de investigación y Metodología 13 
 
II. El lugar terapéutico 15 
1. La Clínica del Dolor de la ESE Luis Carlos Galán y su actual situación. 19 
2. La situación actual del escindido Seguro Social desde la perspectiva de los pacientes 21 
 
III. Los colectivos terapéuticos o las terapias colectivas 23 
 
IV. Historias de vida a través del dolor crónico 29 
1. Narrativas desde los cuerpos con dolor crónico 29 
2. La vida antes del dolor 29 
3. Cuando llega el dolor 32 
4. El dolor y la ruptura de la vida cotidiana 34 
5. Las rutas terapéuticas o las rutas de la esperanza 39 
6. Dolor: guía para la exploración del cuerpo 43 
7. Vivir con el dolor 50 
 
IV. Palabras finales 55 
 
Bibliografía 58 
 
 
 4
Illness is the night side of life, 
 a more onerous citizenship. 
Everyone who is born holds dual citizenship, 
in the kingdom of the well and in the kingdom of the sick. 
Although we all prefer to use only the good passport, 
sooner or later each of us is obliged, 
at least for a spell, 
to identify our selves as citizens of that other place. 
 
 
(Susan Sontag, en: Illness as Metaphor. 1979) 
 
 
 3 
 
 
 
3 Foto una paciente de la Clínica del Dolor. Tomada el 31 de Octubre del 2006 en una terapia de grupo. 
 
 5
I. Introducción 
 
Crear un archivo es una labor que requiere de operaciones conceptuales y políticas que 
permiten autorizar, domicializar, con-signar, nombrar y codificar experiencias y memorias 
(Castillejo 2006). Lo que sigue es un intento por lograr darle sentido a una serie de 
experiencias sumidas en dolores físicos ajenas a mi, y que se enmarcan en las vidas de 
personas que por varios motivos enfrentaron o enfrentan una batalla con sus vidas y sus 
cuerpos auspiciada por el dolor crónico. 
 
El dolor es una experiencia humana universal que es vivida de maneras diferentes en 
espacios, tiempos y cuerpos distintos. Este ha sido motivo de gran interés en diferentes 
tradiciones médicas como la china, la india y la occidental, que se han encargado de crear 
complejos sistemas epistemológicos para entender, experimentar y tratar el dolor. Dentro 
del contexto occidental el dolor se ha categorizado en dos grandes ramas, el dolor agudo y 
el dolor crónico (Delvecchio & et al; 1992, Morris; 1993, Kottow y Bustos; 2005), 
haciendo referencia el primero, a un dolor con grados de intensidad diferentes, 
experimentado por cortos periodos y que usualmente encuentra alivio en terapias 
inmediatas como el uso de analgésicos; y el segundo, al dolor crónico, que es aquel que se 
manifiesta por varios meses o años, cuyo tratamiento es muy complejo y exige más que una 
aspirina o una dosis de morfina para su control, pues usualmente son dolores sin una razón 
biológica aparente, y que necesitan de terapias con características más holísticas que 
involucren al doliente, al terapeuta y a la sociedad en el mapa antropológico del proceso 
doloroso. 
 
El dolor crónico es una de las “epidemias” contemporáneas más expandidas, cada día se 
incapacita más gente por esta causa a nivel mundial, a pesar del aumento de tecnologías 
farmacológicas surgidas para el tratamiento del dolor4 (Morris; 1993) y del notable 
 
4 Desde el invento de l a aspirina en 1899, la industria farmacéutica ha desarrollado analgésicos tan famosos 
como la morfina y el acetaminofen, hasta lo más novedoso, que son parches transdérmicos que liberan 
analgésicos opioides. 
 
 6
mejoramiento en técnicas para la intervención corporal. Por ejemplo en Estados Unidos una 
tercera parte de la población sufre de dolor crónico y se incapacita por esta razón, de hecho 
en muchos casos donde existe cáncer o artritis, es el dolor el que impide el desarrollo de 
una vida normal en el individuo (Lorenz; 1981). El dolor crónico representa una amenaza 
para el sistema social, pues la productividad de la sociedad se ve amenazada, a la vez que el 
individuo doliente genera una carga emocional y económica para el resto de los individuos, 
y para él mismo, pues éste es y se ve como un ser anormal. Como lo enuncia Le Breton 
(1990; 94): “un dolor fuerte, la enfermedad… restringen el campo de acción del hombre e 
introducen el penoso sentimiento de una dualidad que rompe la unidad de la presencia: el 
sujeto se siente cautivo dentro del cuerpo que lo abandona”. Este fenómeno dentro del 
marco epistemológico de la modernidad exige y alaba un cuerpo saludable, productivo, 
joven, esbelto y bello, para el cual el dolor crónico representa un enorme dilema, pues es un 
impedimento para el proyecto de vida contemporáneo-moderno (Le Breton; 1990). 
 
 
1. Marco teórico 
 
El dolor crónico está usualmente asociado a otras enfermedades crónicas como el cáncer, el 
sida o la artritis y genera cuadros depresivos y ansiosos en los dolientes y los allegados, y 
es definido según la IASP (Internacional Association of Study of Pain) como “un dolor sin 
aparente razón biológica que ha persistido más allá del tiempo normal de curación (3 
meses)” (Pizzi, Carter, et al; 2005). Así el dolor crónico se convierte en un agente difícil de 
categorizar, tanto desde el punto de vista biomédico como desde la experiencia personal. 
 
La palabra dolor viene del griego poena que hace referencia a castigo (en inglés escrito 
punishment), que es algo que toma forma en un cuerpo especifico y no se puede compartir 
plenamente con “el otro” (Scarry;1985). De ahí la dificultad para expresarlo y aceptarlo e 
incorporarlo en la vida cotidiana, que es el lugar transicional e inmediato en el que el 
hombre domestica al hecho de vivir y a partir del cual puede ampliar su campo de acción 
(Le Breton; 1990). El dolor es una experiencia corporal y física a la que le son adscritas 
 
 7
ciertas características que responden a historias sociales e individuales específicas; y como 
el cuerpo es el vector que nos permite la existencia en la cotidianidad, el cuerpo adolorido 
es un ser-cuerpo que se ve obligado a re-configurar y a re-escribir su yo en el día a día 
(Tye; 1995). Fenómeno mucho más marcado y visible en el caso del dolor crónico. 
 
El dolor crónico entonces se convierte en una experiencia cotidiana que permea la relación 
del individuo con sí mismo y con el entorno, como dicen Kottow y Bustos (2005: 151): “no 
hay dolor sin comprometer la relación del hombre con su entorno, es decir, sin una 
significación afectiva que traduce el deslizamiento de un fenómeno fisiológico al corazón 
de la consciencia moral del individuo”, el dolor es un fenómeno social, que se interioriza y 
permite crear una consciencia del self y del cuerpo del mismo, que no tiene el hombre sano 
como argumenta Le Breton (1995) basado en Leriche: “el hombre sano vive en una 
armonía físico-mental, confiado de sus recursos, y completamente olvidado de sus raíces 
corporales, en un equilibrio natural que no impone ningún obstáculo entre sus proyectos y 
el mundo circundante. El cuerpo no le pesa, se le hace cotidianamente invisible”, sucede al 
contrario, cuando el dolor hace parte de su vida y más aún si este es crónico (Kottow y 
Bustos; 2005). 
 
El dolor se construye o se ritualiza socialmente, pues más allá del significado que le sean 
adjudicadas a ciertas condiciones, no existen enfermedades o padecimientos en el mundo 
natural (Joralemon; 1999); el dolor emerge de la intersección entre cuerpos, mentes y 
culturas. El dolor es una experiencia que exige una explicación, una significación, y cuando 
se cae en el dolor se cae en una red de significados ya construidos (Morris; 1993), que cada 
sociedad ha sabido elaborar a través de sus particulares procesos sociales e históricos; 
procesos que en sociedades individualistas como la nuestra abren espectros más grandes 
para la interpretación personal de dicha experiencia, en nuestra sociedad los dolores 
colectivos pierden cada vez más su valor y su legitimidad social. El individuo tiene que 
enfrentarse solo a una experiencia tabú en occidente, auscultada por su cercanía a la muerte 
(Sontag; 1977). El dolor es “un artefacto humano especifico que lleva las señales de su 
historia humana especifica” (Morris; 1993: 31). 
 
 8
 
Basándonos en las tesis de Lackoff y Jhonson (1995: 39) en las que proponen dos 
cuestiones básicas, la primera: “nuestro sistema conceptual ordinario en términos del cual 
pensamos y actuamos es fundamentalmente de naturaleza metafórica”, y la segunda: 
“nuestros conceptos estructuran lo que percibimos, como nos movemos en el mundo, la 
manera en que nos relacionamos con otras personas” (Lackoff y Jonson; 1995: 39), es clave 
pensar en las transformaciones que viven los mundos cotidianos y los mundos metafóricos 
en la existencia de los sujetos bajo los variados efectos del dolor crónico. 
 
De esta forma el dolor y en especial el crónico, es un material inagotable en manos 
inventivas de individuos-artesanos de su dolor (Kottow y Bustos; 2005: 156), pues éste 
transforma la relación de los individuos con el mundo, hecho difícil de asimilar, ya que los 
proyectos de vida y el quehacer diario se ven truncados. El dolor es una experiencia difícil 
de pasar por alto, y por ello puede llegar a ser un motor para la creación y la reflexión, 
muestra de esto la dan miles de obras de arte realizadas bajo los efectos del dolor5. 
 
El dolor existe socialmente y es pensado inicialmente dentro del grupo social, pero al ser 
incorporado y experimentado por el individuo éste toma también un significado concreto en 
éste, el dolor existe mientras pueda materializarse en los cuerpos de los individuos. Es aquí 
donde el lenguaje y las narrativas de los dolientes toman relevancia para entender el 
proceso fenomenológico del dolor crónico, que durante su largo proceso nunca es 
homogéneo o estable e incluye muchas más experiencias que dolores en sí, por ejemplo: 
ardores, comezón, inflamaciones, mareos, hormigueos, debilidad, pueden ser experiencias 
 
5 De hecho nos cuenta Furst (1980: 30-38) sobre el uso deliberado del dolor para lograr est ados alterados de 
conciencia en comunidades indígenas centro y norteamericanas, que por cortos o largos períodos inflingen 
dolor a algunos de sus miembros o a toda l a comunidad para lograr transformaciones en las percepciones de 
sus cuerpos y sus cotidianidades, y de esta forma poder acceder a “ otros mundos” y conocimientos que 
residen en ot ras dimensiones. Otro uso del dolor con el fin de trastornar realidades conocido y practicado en 
occidente es el flagel amiento, situación a la que se someten religiosos con el fin de lograr indulto o acceder a 
imagines divinas. 
 
 
 9
adjuntas que complejizan aún más el cuadro doloroso, y a la vez sugieren que hablar de la 
experiencia dolorosa no es suficiente, sino que cada doliente vive de forma muy subjetiva 
ciertas sensaciones y vivencias relacionadas con éstas (Peolsson, et al; 2000). Como dice 
Good (1994) el cuerpo enfermo es un desordenado agente de experiencia, que se vuelve 
aún más caótico en un proceso crónico, ya que usualmente el discurso médico alopático se 
ve corto en explicaciones y terapias que generen nuevos posibles ordenes de vida que no 
obstruyan los proyectos de vida, y el doliente se ve sumido en un escenario de significados 
inciertos, que pueden representar tanto un reto como una barrera, y por ende la 
resignificación del sujeto en el cuerpo y en la vida cotidiana. 
 
Las experiencias vividas bajo el manto del dolor crónico exigen que el paciente cree 
analogías, metáforas y explicaciones de sensaciones a las que no estaba acostumbrado, y 
que se desarrollan en partes del cuerpo que suelen ser ignoradas; bajo estas circunstancias 
el doliente tiene que recurrir a elementos para resignificar el mundo vital6 que le permitan 
hacer de la experiencia dolorosa algo más asible; y en este punto el capital cultural es clave, 
pues aquellos con mayores capacidades para crear metáforas tienen mayores posibilidades 
de externalizar y tal vez entender su experiencia dolorosa. Tener grandes incertidumbres 
sobre qué es lo que se está viviendo puede generar mayores grados de expectativa y 
ansiedad, factores que recrudecen y empeoran las experiencias dolorosas (Peolsson, et al; 
2000). 
 
Como asevera Good (1994) las personas con dolor crónico se sienten “alienadas”, 
separadas del mundo cotidiano, del trabajo, de las dinámicas eficientes y productivas, y “se 
ven inmersos en sistemas de atención médica, al persistir en sus esfuerzos por encontrar 
alivio y un tratamiento eficaz. Sus interacciones con el sistema médico representan un papel 
crucial en la modelación de su experiencia” (Good; 1994: 235). De esta forma el mundo 
vital del doliente es guiado por los trayectos terapéuticos que él decida tomar, apartándose 
y siendo apartado así de las rutinas establecidas como normales por los órdenes sociales. 
 
 
6 Lebenswelt, es decir el mundo de nuestras experiencias vividas, comunes e inmediatas. 
 
 10
En casos más concretos como el de padecimientos crónicos donde no solo se experimentan 
dolores sino también deformaciones corporales como en el caso de la artritis reumatoidea, 
el doliente se ve enfrentado a presentarse en el performance social con un cuerpo 
“anormal”, lo cual puedegenerar sufrimientos sociales como el rechazo, la estigmatización 
y ser objeto de voyerismo. El proyecto de vida y el proyecto corporal se ven entonces 
cuestionados (Williams & Barlow; 1998), ya que a través del cuerpo y la imagen que 
presentamos de éste somos exitosos o no en la ejecución de nuestro despliegue en la vida 
cotidiana, hecho más remarcado en sociedades como la nuestra que reflexiona 
profundamente sobre el cuerpo. 
 
 De esta forma como argumenta Weizsäcker: “El ser humano no es un observador externo 
al mundo, pues al existir en él y percibirlo, lo está modificando. El cuerpo expresa a la 
persona y el cuerpo enfermo tiene un significado que plasma la “materialización del 
conflicto” (Weizsäker en Kottow y Bustos; 2005), que puede pensarse desde lo individual y 
lo colectivo. Desde el plano del sujeto el conflicto reside en la interrupción de unas rutinas 
y el oscurecimiento de un futuro y la imagen del yo proyectada en éste. Desde la 
perspectiva de la colectividad el cuerpo enfermo muestra lo complejo que es para nuestra 
sociedad aceptar e integrar la anomia, y más si esta es crónica. El cuerpo social quien tiene 
muy presente el fundamento bio-médico del buen parecer y el buen funcionar, tiende a 
hacer a un lado u ocultar al cuerpo enfermo, y a elogiar el cuerpo joven, por su belleza y 
buen funcionamiento. De esta forma a los colectivos occidentales, las familias, las 
instituciones o los pueblos se les hace muy difícil asimilar e incorporar la enfermedad 
crónica en sus ciudades utópicas. 
 
 Shutz dice que “actuamos en el mundo a través de nuestro cuerpo; nuestro cuerpo es el 
sujeto de nuestras acciones, a través del que experimentamos, comprendemos y actuamos 
en el mundo” (en Good 1994; 229-230). Y si este cuerpo se encuentra en estado doloroso, 
el sujeto crea una activa capacidad de atención sobre sí mismo y su entorno, logrando 
acceder a un espacio de reflexión donde el tiempo toma gran importancia, ya que el dolor 
 
 11
crónico es un proceso que usualmente se asocia tanto por la sociedad como por el doliente, 
como una situación que hace de la muerte algo más cercano. 
 
Dentro de la modernidad, orden y caos son los principios organizativos de sociedades e 
individuos. El orden se entiende como un equilibrio natural dado, acorde al de una máquina 
en buen funcionamiento, mientras que el caos se asimila como una disrupción o un mal 
funcionamiento del mecanismo, es un quebrantamiento de las leyes; así el individuo se 
entiende bajo la lógica de la funcionalidad mecánica. Surge entonces la medicina como una 
ciencia para corregir las anomias de los cuerpos y controlar las reproducciones de los 
cuerpos en el espacio y el tiempo, procurando que éstos crezcan en medio del bien-estar y 
el bien-parecer. La medicina moderna se ha propuesto entonces erradicar el dolor 
(entendiéndole a éste como un fenómeno caótico), lo cual no pasa de ser un pensamiento 
utópico que desconoce la complejidad del ser humano (Kottow y Bustos; 2005), pues la 
experiencia dolorosa es inherente a los procesos de consolidación del sujeto dentro de las 
redes sociales, sin dolor no adquirimos limites tanto en la agencia corporal como 
sentimental7. 
 
Para movernos tanto en el mundo físico como social hacemos uso en el mundo occidental 
de un plano cartesiano donde los ejes tiempo y espacio se acoplan a otros ejes sociales del 
mismo orden, pero más amplios y extensos. De esta forma cuando estos ejes cartesianos o 
nuestra propiocepción, que es nuestra atención sobre nuestro cuerpo y nuestros 
movimientos y sus desplazamientos en el tiempo y el espacio (O’shaugnessy; 1998) son 
interferidos por un agente como el dolor crónico, la percepción sobre nosotros mismos 
cambia y la capacidad de desplazamiento por los ejes sociales, físicos, políticos se ve 
alterada. Es aquí cuando se presenta una interferencia entre la agencia del individuo y los 
requerimientos que le hace la sociedad a éste. 
 
 
 
7 Morris (1993) relata el caso de personas que nacen sin la capacidad biológica de sentir dolor, muy raros por 
cierto, en los que en la mayoría de los casos los sujetos mueren a edades muy tempranas con cuerpos muy 
averiados y maltratados, pues no hay sensación dolorosa alguna que les alerte de peligros y amenazas. 
 
 12
2. Objetivos 
 
De esta forma el objetivo general que persigue esta investigación es aproximarse a las 
perspectivas de cuerpo y vida de mujeres que asisten a la clínica del dolor de la ESE Luis 
Carlos Galán Sarmiento desde una óptica fenomenológica. 
 
Y de forma más específica busca: 
 
• Hacer aproximaciones sobre como la participación en grupos terapéuticos 
auspiciados por la Clínica del Dolor intercede en los itinerarios terapéuticos de las 
dolientes. 
• Hacer una breve esquematización sobre la actual situación del escindido ISS y su 
influencia en pacientes y terapeutas de la Clínica del Dolor. 
• Generar un dialogo con las dolientes sobre sus experiencias vitales que permita 
examinar sus historias de vida donde se tome en cuenta la relación de éstas con el 
dolor crónico 
• Aproximarse a la relación entre cuerpo y dolor crónico, tomando a este último como 
un vector apto para la modelación de nuevos mapas corporales y nuevas 
cotidianidades. 
 
 
3. ¿Por qué la Clínica del Dolor de la ESE Luis Carlos Galán? 
 
Esta clínica es interesante por ser una propuesta desafiante para la biomedicina ya que se 
instauran terapias que entienden al doliente de maneras menos mecanicistas y más 
holísticas, que intentan romper con la idea del dolor individual, y conectan al paciente con 
el entorno social, familiar, sentimental. De hecho una de las rupturas radicales se relaciona 
con el moderado consumo de medicamentos farmacéuticos que se promueve, pues se 
 
 13
reflexiona sobre los efectos secundarios y el costo de los mismos. Paralelamente los 
pacientes son examinados por un conjunto de especialistas en diferentes áreas, se hace un 
intento por desmonopolizar el diagnóstico individual, hecho que fomenta la reflexión del 
paciente sobre su experiencia dolorosa, y a su vez no existen procedimientos pre-diseñados, 
sino que al paciente se le diseña una ruta terapéutica personal, dando así cabida dentro de 
los esquemas tradicionales biomédicos a diálogos interdisciplinarios enfocados 
principalmente al tratamiento del dolor crónico, donde el sujeto empieza a ser tomado en 
cuenta no como una máquina, sino como un individuo que existe en medio de una red 
simbólica, que tiene una historia personal y un cuerpo que existe mas allá del espacio 
médico. 
 
Es importante recalcar la importancia de la Clínica del Dolor del escindido Seguro Social, 
ubicada en Bogotá, que se ha venido consolidando desde 1987:, lugar donde se lleva a cabo 
esta investigación; pues ésta surge y sobrevive en medio de un clima laboral muy inestable, 
ya que la escisión del ISS, que se está llevando a cabo desde el año 2003 bajo el primer 
mandato del actual presidente Álvaro Uribe, ha dividido al ISS en varias pequeñas unidades 
independientes que tienen que subsistir cada una por su cuenta bajo la veeduría del ISS. 
Esta situación ha impulsado el recorte de presupuestos, personal y equipos, además de la 
desintegración institucional, haciendo el servicio de salud público aún más complicado de 
lo que venía siendo en años anteriores. 
 
 
 
4. Pregunta de investigación y Metodología 
 
De esta forma quiero saber como la experiencia del dolor crónico asociado a artritis 
reumatoidea transforma esquemas e imágenes corporales en un grupo de mujeres que 
asisten a la Clínica del Dolor de la ESE Luis Carlos Galán; y cual es la incidencia de estos 
cambios y la asistencia a grupos terapéuticos auspiciados por la Clínica, en el desarrollo de 
las vidas cotidianas de este grupo de mujeres. 
 
 14
Aproximarse a experiencias dolorosasajenas es una cuestión muy compleja, pues uno no 
puede experimentar corporalmente lo que el otro está sintiendo, de esta forma a través de 
entrevistas semi-estructuradas a 4 mujeres con dolor crónico asociado a artritis 
reumatoidea, a una joven con dolor crónico asociado a trombosis y a Marisol, la enfermera 
jefe de la clínica, accedí a narrativas sobre experiencias de vida y experiencias terapéuticas 
alrededor del dolor crónico. 
 
La propuesta de hacer entrevistas semi-estructuradas, surge de la idea de crear y armar 
narrativas de vida, en contextos cualitativos donde la experiencia del dialogo permita, que 
uno como receptor de la historia sea también un actor, y que de esta forma se le pueda dar 
también un sentido más profundo que el de una plana encuesta cuantitativa, muy frecuentes 
en la literatura sobre dolor crónico (Carter; 2004). 
 
Esta investigación se llevó a cabo durante el año 2006 y el mes de Enero del 2007, dentro 
de dicho lapso estuve haciendo observaciones directas de terapias grupales y diagnósticos 
realizados en la Clínica del Dolor, además de seguimientos en cotidianidades de algunas 
pacientes con dolor crónico, acompañado de registros fotográficos y magnetofónicos. 
 
Finalmente después de revisar el material recolectado se hizo una edición de los apartes 
relevantes para los enfoques de la investigación, por lo tanto no se hicieron transcripciones 
totales de las entrevistas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 15
II. El espacio terapéutico 
 
 8 9 
 
La Clínica del Dolor es el resultado de un proceso que inició en 1987 más o menos 
clandestinamente en la San Pedro Claver de Bogotá. Compuesto por un grupo 
interdisciplinario de médicos, terapistas ocupacionales, trabajadoras sociales, enfermeras, 
psicólogos y psiquiatras interesados en el tema, la propuesta evoluciona y se consolida 
oficialmente a principios de la década de los 90 del siglo pasado. Desde entonces el grupo 
terapéutico que la conforma ha cambiado, pero sigue siendo en la actualidad un modelo 
terapéutico vanguardista. 
 
La clínica del dolor está ubicada en un edificio de tres pisos que pertenece a la ESE Luis 
Carlos Galán ubicada en la diagonal 17 # 24-44, barrio Santa Fé, y lleva en su nuevo lugar 
aproximadamente 1 año y medio, una vez trasladada de la Clínica San Pedro Claver. Su 
localización actual, colinda con la Zona de Tolerancia y la rodean impactantes imágenes de 
prostitución, indigencia, basuras regadas por las calles y delincuencia; situaciones dolorosas 
que restringen el acceso de muchos pacientes, debido a los imaginarios que existen sobre la 
 
8 Pasillo que conduce a los consultorios de la Clínica del Dolor. Diciembre del 2006. 
9 Elsy en consulta de acupuntura en la Clínica del dolor. Diciembre del 2006. 
 
 16
zona y a los bajos niveles de seguridad. Actualmente la Clínica del Dolor ocupa 4 
consultorios, uno dedicado para la enfermera jefe y la recepción de pacientes, y los otros 
tres para ser usados por los otros especialistas que además de ser médicos, 
fisioterapeutas,sicólogos, tienen conocimientos en homeopatía10, aromaterapia11, shiatsu12, 
reiki13, terapia neural14 y acupuntura15. 
 
10 “La teoría de la homeopatía sostiene que los mismos síntomas que provoca una sustancia tóxica en una 
persona sana pueden ser curados por un remedio preparado con la misma sustancia tóxica, siguiendo el 
principio enunciado como similia similibus curantur (‘lo similar se cura con lo similar’).El concepto 
homeopático de enfermedad di fi ere del de la medicina convencional: se cree que la raíz del mal es espiritual 
en vez de física, y que el malestar se mani fiesta primero con síntomas emocionales (como ansiedad y 
aversiones), pasando a ser, si no se tratan a tiempo, síntomas mentales, conductuales y por último físicos. 
Dado que se pi ensa que el proceso comienza mucho antes de que aparezcan los síntomas físicos, se deduce 
lógicamente que las bacteri as y los virus deben ser efecto, y no causa, de la enfermedad” 
http://es.wikipedia.org/wiki/Homeopat%C3%ADa#Base_te.C3.B3rica (consultado el 23 de di ciembre de 
2006) 
 
11 Es un tratamiento holístico que involucra aceites y extractos provenientes de plantas para mejorar los 
estados físicos y emocionales. Es una técnica que promueve salud y vitalidad, estimulando al cuerpo para que 
se cure el mismo reduciendo sentimientos exacerbados como l a ansiedad o el estrés, considerados las causas 
de varias enfermedades (Gould; 2003) 
12 El shiatsu es una terapia manipulativa desarrollada en Japón que incorpora las t écnicas del anma (masaj e 
tradicional japonés), acupresión, estiramiento y masaje occidental. Supone la aplicación de una presión en 
puntos o lugares especiales del cuerpo con el fin de mantener el bienestar físico o mental, tratar la enfermedad 
y aliviar las molestias. Esta terapia se considera holística, porque intenta trat ar a la persona completa en lugar 
de un síntoma orgánico especí fico. Todos los tipos de acupresión se centran generalmente sobre los mismos 
puntos de presión y las denominadas vías de energía, pero pueden di ferir en términos de la técnica de masaj e. 
Shiatsu, que puede traducirse como "presión de los dedos", se ha descrito como la acupuntura sin agujas. 
http://ocenet.oceano.com/Consulta/welcome.do?at=lp&prd=1&login=bilaa&password=bi0710 (consultado el 27 de 
diciembre de 2006). 
13 El reiki es una forma de t erapi a que emplea l a imposición de manos sin tocar y t écnicas de visualización 
con el objetivo de mejorar el flujo de energía vital en la persona. Reiki signifi ca "energí a vital universal" en 
japonés, y las personas que lo practican están entrenadas para detectar y aliviar problemas de flujos de energía 
a nivel físico, emocional y espiritual. El toque terapéutico del reiki se utiliza de la misma forma para 
conseguir efectos similares al masaje terapéutico tradicional (aliviar el estrés y el dolor y mejorar los síntomas 
de diversos trastornos de salud). 
http://ocenet.oceano.com/Consulta/welcome.do?at=lp&prd=1&login=bilaa&password=bi0710 (consultado el 
27 de diciembre de 2006). 
 
 
 17
Durante el transcurso de horario de atención, de 9am a 4pm de lunes a viernes, existe un 
flujo constante de pacientes, que en su mayoría son mujeres mayores de 40 años y de 
estratos socioeconómicos 1, 2 y 3. Según las bases de datos de la Clínica del Dolor el 1% 
de la población que asiste a la clínica es menor de 21 años, el 18% oscila entre los 21 y los 
40 años, el 44% entre los 41 y los 60 años y el 33% restante es mayor a 61 años. Del total 
de la población que asiste, el 65% son mujeres y el 35% restante son hombres. 
 
El hecho de que las mujeres sean el mayor número de consultantes, según el cuerpo médico 
de la Clínica del Dolor, está relacionado con que ellas además de parir a sus hijos, suelen 
ser ellas mismas quienes los cuidan y llevan a los chequeos médicos, ellas están más cerca 
de los servicios médicos y se preocupan más por su estado de salud. Ya que las mujeres y 
madres suelen ser los ejes centrales del cuidado del núcleo familiar, un quebrantamiento en 
su salud afecta enormemente el desenvolvimiento de la familia, por lo tanto ellas son más 
concientes del cuidado de su salud. Otro factor importante es que a los hombres 
socialmente se les cohíbe dentro de su rol masculino la expresión de sentimientos y 
sensaciones, la expresión del dolor se convierte entonces en una flaqueza que el hombre no 
puede mostrar y de esta forma éste no solicita asistencia médica, a menos que su dolencia 
sea muy grave o traumática. 
 
 
14 La terapi a neural es un tratamiento sistémico para aliviar dolor crónico y otrasenfermedades aplicando 
anestésicos local es, como la procaína, en cicatrices, nervios peri féri cos, glándulas y otros tejidos. (Frank 
1999). 
 
15 La acupuntura es una de las principales formas de tratamiento de la medicina tradicional china. Supone el uso de finas 
y afiladas agujas que se insertan en el cuerpo en diferentes puntos específicos. Se cree que este proceso ajusta y modifica 
el flujo de energía corporal, y se emplea para tratar diversas enfermedades y trastornos de la salud. 
http://ocenet.oceano.com/Consulta/welcome.do?at=lp&prd=1&login=bilaa&password=bi0710 (consultado el 27 de 
diciembre de 2006). 
 
 
 
 18
Los pacientes que llegan allí lo hacen remitidos por otros especialistas que no encuentran 
respuestas para el alivio del dolor de sus pacientes. Una vez aquí, los pacientes deben tener 
un historial clínico que les permita a los terapeutas ver que exámenes, procesos y fármacos 
se le ha aplicado a cada paciente, con el fin de generar un background para iniciar el 
proceso terapéutico. Los pacientes se encuentran con un servicio realmente efectivo y 
rápido que contrasta con la típica burocracia las ESEs y las otras instituciones privadas y 
públicas del sistema de salud, de hecho quien tenga la remisión y el bono es atendido con 
prontitud por el especialista que necesita. Es importante aclarar que esto es posible por un 
programa, una base de datos y una conexión a Internet, financiada y hecha por el mismo 
grupo médico de la Clínica del Dolor, pues de otro modo los pacientes tendrían que acudir 
a la central de citas, espacio sumamente caótico y burocrático. 
 
Cada vez que hay un nuevo paciente en la Clínica del Dolor o cuando la situación requiere 
una valoración más profunda y detallada, éste es citado un martes en la mañana para que 
sea diagnosticado por el grupo interdisciplinario y se le indique la ruta a seguir. En estas 
reuniones procura estar todo el cuerpo médico16 y se llevan a cabo los siguientes pasos. 
Antes que el paciente entre al consultorio se hace una breve revisión grupal del caso clínico 
y de la persona. Luego se hace seguir al paciente y allí se le pregunta por su proceso: sus 
logros en el itinerario terapéutico, sus deseos frente a la vida y los impedimentos que ven 
en sus vidas; si éste viene con acompañante se le invita a pasar y también se le da la 
oportunidad de participar. El paciente está presente mientras el grupo médico habla y 
evalúa el caso, y recibe sugerencias sobre el itinerario terapéutico a seguir. Finalmente 
cuando éste se retira existe una charla entre el grupo médico sobre el consultante, donde 
surgen apreciaciones no solamente médicas, sino también personales; usualmente dichas 
conversaciones derivan en asuntos de las propias vidas del personal del grupo terapéutico, y 
termina siendo también un espacio pedagógico donde estos últimos comparten experiencias 
 
16 Compuesto por: Alfredo Quijano (anest esiólogo, terapeuta sistémico), Marisol Velandia (enfermera, 
epidemióloga, reiki), Jhon Alvaro Lopez (psicólogo), Wilson Javier Suárez (médico, acupunturista, shiatsu, 
esencias florales), Héctor Sayd Martínez (medico, terapeuta neural), Carlos Garzón (médico, homeópata, 
acupunturista, reiki). 
 
 19
terapéuticas y personales. Este es un espacio clave para la cohesión y la creación de 
vínculos entre todos los miembros de la Clínica del Dolor. 
 
Una de las propuestas básicas de la Clínica del Dolor es que el paciente es parte activa y 
crucial de su proceso de curación o mitigación de las molestias dolorosas, y el cuerpo 
médico se opone a la idea de que el paciente bajo una lógica mecanicista de la salud y la 
enfermedad, deje en manos del grupo médico su cuerpo y su enfermedad para que éstos 
sean curados “mágicamente”, pues allí conciben al proceso terapéutico como un camino 
que tiene que incluir mente y cuerpo, donde la actitud y la voz del doliente juegan un papel 
crucial en los itinerarios terapéuticos. 
 
Escuchar las voces silenciadas de pacientes que en sus procesos terapéuticos han sido 
anestesiadas, rescatándolas e incorporándolas bajo el estatus de un saber experto en los 
diálogos terapéuticos, es otra de las propuestas de la Clínica del Dolor, ya que busca 
desjerarquizar las relaciones entre paciente y terapeuta, para de esta manera crear vínculos 
más amplios, que rompan con las barreras institucionales. La idea que subyace en este 
discurso es que quien asiste a la Clínica del Dolor no es una patología, sino una persona. 
 
 Lo anterior es un gran paso para entender la morbilidad humana desde una perspectiva 
mucho más holística que desde la óptica biomédica tradicional y tiene un enorme valor para 
la antropología ya que existe allí una riqueza epistemológica caracterizada por su enorme 
gama de discursos, prácticas y personas que allí confluyen. 
 
 
1. La Clínica del Dolor de la ESE Luis Carlos Galán y su actual situación. 
 
La Clínica del Dolor representa una propuesta interesante desde perspectivas académicas y 
y terapéuticas, sin embargo el actual ambiente laboral genera un constante clima de zozobra 
tanto en el cuerpo médico como en los pacientes, pues la inestabilidad de la institución no 
permite que los trabajadores desarrollen un proyecto laboral a largo plazo. Primero, porque 
 
 20
pueden ser despedidos de la institución en cualquier tipo de reestructuración que se lleve a 
cabo, en este momento nadie tiene asegurado su puesto en el escindido ISS. Segundo, desde 
años atrás la mayoría de la población médica es contratada por lapsos cortos, no mayores a 
6 meses, fenómeno que no permite generar proyectos de vida más estables, que le brinden 
más tranquilidad al trabajador, como el hecho de aplicar a crèditos para vivienda propia. 
Tercero, las posibilidades de crecer profesionalmente son muy reducidas, porque no existe 
promoción basada en el desempeño laboral y actualización académica, razón que sumada al 
contexto general actual hace que los empleados estén pensando en acceder a otro trabajo 
más estable. Cuarto, todo lo anterior no permite que los empleados generen un sentimiento 
de pertenencia con la institución, haciendo más difícil el vínculo de ésta con los terapeutas, 
funcionarios y pacientes. 
 
La actual crisis del ISS nace legalmente el 26 de junio del 2003 con el decreto 175017, 
expedido por la Presidencia de la Republica de Colombia en ejercicio de las facultades 
extraordinarias conferidas por los literales d), e), f) y g) del artículo 16 de la Ley 790 del 27 
de diciembre de 200218 al actual presidente Álvaro Uribe, en el cual se decreta la escisión 
del ISS, de todas las clínicas y de todos los centros de atención ambulatoria. Seguido a 
 
17 http://www.dafp.gov.co/leyes/L0790002.HTM#16 Aquí se encuentra el decreto completo. (Pagina Web 
visitada el 10 de Enero del 2007). 
 
18 De conformidad con el artículo 150 numeral 10 de la Constitución Política, revístese al Presidente de la 
República de precisas facultades extraordinarias, por el término de seis (6) meses contados a partir de la fecha 
de publicación de la presente ley, para: 
 
a) Suprimir y fusionar Departamentos Administrativos, determinar su denominación, número y orden de 
precedencia. 
 b) Determinar los objetivos y la estructura orgánica de los Ministerios 
c) Reasignar funciones y competencias orgánicas entre las entidades y organismos de la administración 
pública nacional 
d) Escindir entidades u organismos administrativos del orden nacional creados o autorizados por la ley 
 e) Señalar, modificar y determinar los objetivos y la estructura orgánica de las entidades u organismos 
resultantes de l as fusiones o escisiones y los de aquellas entidades u organismos a los cuales se trasladen las 
funciones de las suprimidas 
 f) Crear las entidades u organismos que se requieran para desarrollar los objetivosque cumplían las entidades 
u organismos que se supriman, escindan, fusionen o transformen, cuando a ello haya lugar; 
g) Determinar la adscripción o la vinculación de las entidades públicas nacionales descentralizadas 
 
Para ampliar con más detalle visitar: http://www.dafp.gov.co/leyes/L0790002.HTM#16 
 
 
 21
esto, la creación de siete Empresas Sociales del Estado (ESEs). Dentro de este esquema la 
Clínica del Dolor queda dependiendo de la ESE: Luis Carlos Galán Sarmiento. 
 
La exigencia que se hace para cada ESE es cubrir los servicios de salud, que corresponden 
al ISS. Esto bajo un marco fragmentador, que les impone autonomía administrativa y 
jurídica, un patrimonio propio y adscripción al Ministerio de Protección Social. Lo anterior 
quiere decir que las ESEs son clínicas “independientes” y “autosuficientes” diseñadas para 
prestar servicios de salud contratados por el ISS. Lo cual desde mi perspectiva es poner en 
franca desventaja a una entidad cuya trayectoria venía desarrollándose en el ámbito 
público, frente a un mercado neoliberal de la salud impulsado desde la ley 100 de 1993. 
 
 
2. La situación actual del escindido Seguro Social desde la perspectiva de 
los pacientes 
 
Los pacientes sienten cada día más que el escindido ISS pierde su capacidad para 
atenderlos con dignidad y eficiencia, lo que no pasa en la Clínica del Dolor, pero que si 
afecta a los pacientes y terapeutas que allí asisten porque la situación alrededor es de 
zozobra. Los médicos no saben hasta donde y cuando pueden ofrecer su servicio o un 
servicio complementario, y esta ambigüedad es transmitida constantemente a los usuarios. 
 
Los pacientes con dolor crónico usualmente necesitan intervenciones de diferentes 
especialistas, ayudas diagnosticas y medicamentos, que están fuera del alcance de la Clínica 
del Dolor, fenómeno que los obliga a moverse por difíciles trayectos burocráticos. Por 
ejemplo procesos terapéuticos son abordados por profesionales de turno, rompiendo así con 
vínculos de confianza entre paciente y terapeuta, desestabilizando así los itinerarios 
terapéuticos. 
 
 
 22
Otro caso, es que debido a la poca capacidad de los diferentes equipos médicos para atender 
a los pacientes fuera de la Clínica del Dolor, éstos últimos suelen encontrarse con frases 
como las siguientes recolectadas durante el trabajo de campo: “su dolencia no es tan 
urgente, esperece, tenga paciencia, que hay personas que están peor que usted y necesitan 
más pronto la intervención”, “si necesita algo, y usted cree que es grave, vaya a 
urgencias”, “vea este medicamento no lo tenemos en el momento, vuelva después o 
cómprelo”, “oiga esta no es la fila, acérquese a esa otra ventanilla que allá le ayudan”, 
“usted bien sabe que yo no le puedo ayudar con ese papel sin la firma del especialista y el 
código de la enfermedad, y él ahorita no tiene turno sino hasta dentro de un mes, si quiere 
vuelva a pedir la cita en la Central de Citas”. Y así la lista y el proceso de 
despersonalización es interminable. 
 
La situación se torna tan crítica que a pesar del disgusto con el que relatan los pacientes 
estos hechos, reconocen que el personal no es suficiente para la demanda y que no cuentan 
con las herramientas adecuadas para realizar su trabajo dignamente; finalmente concluye 
una paciente: “es que tanto ellos (haciendo referencia al personal del ISS) como uno, 
tenemos que armarnos de paciencia, o si no es más triste”. 
 
De esta forma acceder a los servicios médicos que los pacientes necesitan, requiere de un 
enorme desgaste económico y energético ya que cada desplazamiento, que en muchos casos 
es fallido por cuestiones burocráticas, requiere de tiempo y dinero. El paciente con dolor 
crónico se ve rápidamente envuelto en salas de espera, filas para adquirir bonos, filas para 
pedir consultas, filas para pedir medicamentos, acudiendo a varios terapeutas, acudiendo a 
ayuda espiritual. La cotidianidad se convierte entonces, además de una búsqueda del día a 
día, del dinero, de la comida, de los quehaceres, en una búsqueda de la salud, del bien-estar, 
y esa búsqueda en el contexto colombiano es una búsqueda tortuosa, como lo narran 
Abadía y Oviedo (en revisión) en su escrito “Salud al derecho: itinerarios burocráticos del 
sistema general de seguridad social en salud colombiano”. 
 
 
 23
III. Los colectivos terapéuticos o las terapias colectivas 
 
El grupo con el que se dio inicio a esta investigación estaba conformado inicialmente por 
mujeres que en su mayoría superan los 40 años, todas con artritis reumatoidea19 (de ahora 
en adelante AR). Este grupo de mujeres se empezó a reunir hace 2 años con el fin de 
compartir sus experiencias de vida con dolor crónico y de esta forma, guiadas por los 
especialistas, lograr jornadas terapéuticas. La experiencia llevada a cabo en este grupo ha 
demostrado que en el momento de compartir experiencias relacionadas con la enfermedad, 
se genera no solamente desahogo sino canales de comunicación donde las otras dolientes 
aprenden trucos para llevar una vida cotidiana normal reduciendo el dolor y las limitaciones 
que éste implica. 
 
Hablar del dolor cuando se lleva con éste meses o años, representa una experiencia muy 
interesante y terapéutica, pues dicha situación exige un vasto conocimiento adquirido desde 
la experiencia y el enfrentamiento al dolor. Sontag (1977) asevera que la desmitificación de 
la enfermedad ayuda a generar conceptos más claros sobre la misma, ayudando así a evitar 
cuadros ansiosos o depresivos por la incapacidad de poder entender y expresar lo que le 
sucede al paciente. Dichos diálogos pueden volverse más ricos si se da entre iguales, es 
decir, entre otras personas que son aquejadas por experiencias similares, pues se rompen 
barreras creadas por el estigma social de ser un enfermo y salen a relucir experiencias 
 
19 La artritis reumatoidea (AR) es una forma común de artritis (artr: articulación; itis: inflamación) que 
produce inflamación en el revestimiento (sinovio) de las articul aciones, causando calor, hinchazón y dolor en 
la articulación. La artritis reumatoidea tiende a persistir durante muchos años, suele afectar di ferentes 
articulaciones del cuerpo, y puede causar daños en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos de las 
articulaciones. En los Estados Unidos, aproximadamente el 1% de la población, unos 2,1 millones de 
personas, padecen de AR. Cualquiera puede contraer AR, incluso niños y ancianos, y la enfermedad varí a de 
una persona a otra. Sin embargo, la enfermedad suele comenzar en el período inicial medio de la edad adulta. 
Entre las personas con AR, las mujeres superan a los hombres en una proporción de tres a uno. La enfermedad 
se presenta en todos los grupos étnicos y en todas partes del mundo. 
http://www.arthritis.org/AFStore/ArtritisReumatoidea/artritisreumatoidea-main.asp (Consultado el 25 de 
Abril del 2006). 
 
 
 24
comunes que en espacios considerados “saludables” como el hogar o el trabajo suelen ser 
reprimidas. 
 
Inicialmente estas mujeres se reunían cada ocho días en la Clínica San Pedro Claver para 
realizar terapia física y ocupacional que evita que su situación siga empeorando gracias a la 
estimulación de nervios, músculos, articulaciones y tendones, llevando a un mejor 
desempeño en su quehacer diario. Estas terapias consistían en la manipulación controlada 
de objetos tales como pelotas de diferentes tamaños, textiles de diferentes texturas, 
plastilina, figuras geométricas de plástico ideales para el desarrollo de motricidad fina, 
entre otras. Como proyecto independiente del grupo, se habían planteado unas medias 
nueves donde compartían diferentes alimentos y se dedicaban a hablar de temas varios. 
Seguido a esto, realizaban un taller independiente de crochet y elaboración de collares 
como una excusa para compartir más tiempo juntas.Pues encontraban en dicho espacio un 
lugar íntimo que les permitía explayarse en cuestiones de su cotidianidad, de su vida como 
mujeres, como personas aquejadas por el dolor crónico, (de hecho se referían a este espacio 
como el del “chisme, punto y cadeneta”). Era un lugar “anestésico”, pues allí se les olvida 
su dolor, y aprendían técnicas para controlarlo cuando éste las aquejaba con fuerza. 
 
Desafortunadamente debido a cuestiones burocráticas y recorte de presupuesto las sesiones 
en la Clínica San Pedro Claver fueron terminadas y este espacio de terapia ocupacional se 
perdió. Las mujeres que asistían y el cuerpo médico se sintieron muy mal con esta decisión 
porque este espacio era una creación autónoma de las pacientes. Sin embargo a final del 
año 2006 reiniciaron nuevamente los encuentros terapéuticos en la nueva sede de la Clínica 
del Dolor, con una enorme ventaja para el grupo, se abrió el espacio para más gente y se 
unificaron las actividades grupales en la Clínica del Dolor. 
 
Otro tipo de reunión se hace los últimos martes de cada mes en la sede de la Clínica del 
Dolor a las dos de la tarde. Allí algunos de los especialistas llevan a cabo talleres donde 
procuran armar discusiones reflexivas sobre la experiencia dolorosa con el fin de generar 
consciencia sobre sus actitudes frente a la enfermedad y el dolor que padecen. Por otro 
 
 25
lado, los profesionales ponen música de relajación, y concluyen con un taller práctico que 
les ayuda a mejorar su desempeño en actividades de la vida cotidiana, dándoles orientación 
y ejercicios físicos para mejorar su sensibilidad y traspasar los límites mentales y físicos 
que tenían en un comienzo, pues es recurrente en la construcción de la historia dolorosa 
recordar la existencia de una etapa del proceso marcada por un profundo sentimiento de 
incapacidad que bloquea las actividades físicas y las interacciones sentimentales, y las lleva 
a tomar actitudes pasivas. 
 
Precisamente, para promover actitudes pro-activas una de las metas del programa es que 
sus pacientes realicen cualquier tipo de actividad permanentemente, para que de esta forma 
eviten sentimientos de incapacidad y somatizaciones como la rigidez, la inflamación o 
dolores severos. En cierta forma se podría decir que se promueve una actitud activa, donde 
las limitantes sean controladas por los deseos de las pacientes, y no por su entorno social, ni 
por la idea de un cuerpo victimizado. De hecho Jhon, el psicólogo recalca como la 
frustración de no poder hacer algo se puede transformar en la posibilidad de hacerlo a partir 
de tener consciencia de que ese algo se quiere hacer. 
 
En una de las sesiones realizadas el último martes de cada mes, se llevó a cabo una 
relajación acompañada de incienso y música, que consistía en imaginarse, con los ojos 
cerrados, a uno mismo en medio de un baile muy elegante en un gran salón perfectamente 
decorado, con comidas y bebidas deliciosas, y una pareja perfecta. Lo que resultó de la 
reflexión final sobre el ejercicio fue muy interesante, pues la mayoría de mujeres dijo no 
haber bailado hace mucho tiempo, y empezaron a describir sensaciones propias del bailar, 
como el acaloramiento, la emoción y la liviandad, y concordaron en querer volver a bailar. 
Sin embargo tal vez lo más interesante que nombraron es que se habían sentido como 
muchachas de quince años, sin arrugas, sin gordos, con “cinturas de avispa”, sin ningún 
tipo de dolor, y nada chueco. “yo me sentí como una princesa, con mi vestido de 
terciopelo”, recalcó una de ellas, y otra dijo: “yo sentía mi cuerpo sin dolor, sin tensión, sin 
stress, en él ya no había artritis”. 
 
 
 26
En otra ocasión las pacientes llevaron granos de diferentes formas y tamaños, frijoles, 
arvejas, habas, garbanzos, lentejas, etc. La propuesta era compartir entre todo el grupo los 
diferentes granos para que cada una tuviera gran variedad de éstos. Como una de las partes 
más afectadas por la AR son las manos, los desempeños prácticos y estéticos con éstas se 
hacen más difíciles, pues las manos empiezan a deformarse, fenómeno que genera también 
complejos estéticos en las personas aquejadas por dicha enfermedad. El ejercicio con los 
granos entonces consiste en generar habilidades motrices con elementos cotidianos, de esta 
forma se dio inicio a breves ejercicios en los que se hacia necesario pasar un grano de cada 
tipo de un lado a otro. Seguidamente, se hizo un ejercicio en el que se explota la 
experiencia sensorial de las manos haciendo tactos minuciosos de los granos con los ojos 
cerrados. Lo que resultó de éste es que algunas se sorprendieron de poder manipular cosas 
tan pequeñas como un solo grano de lenteja, y una conciencia colectiva alrededor de la 
utilidad de sus manos, como decía alguna de ellas: “es que uno se da cuenta que puede 
seguir haciendo las cosas que hacía antes, y así uno tenga las manos así, torcidas, por lo 
menos tiene manos con que hacer las cosas”. 
 
De esta forma los grupos son espacios rituales-terapéuticos donde se estrechan lazos 
personales muy fuertes tanto entre especialistas como entre pacientes; y se prestan para 
hablar y reír de todo. Son espacios especiales que rompen con sus cotidianidades, a los 
cuales procuran asistir sin falla. Aquí cabría aclarar que las actitudes son bien diferentes 
entre el espacio de la San Pedro Claver y el de la Clínica del Dolor, en la reunión mensual 
hay más rigidez para hablar, y se espera que los especialistas dirijan las sesiones, mientras 
que en la San Pedro Claver, había un ambiente más relajado e íntimo, los especialistas no 
estaban presentes todo el tiempo, y las mujeres daban rienda suelta a sus conversaciones. 
Sin embargo, en ambos grupos se había incluido un fuerte proceso de segregación para 
nuevos integrantes, quienes usualmente terminaban retirándose de éstos, pues no 
encontraban empatía y aceptación por las integrantes, esto traía como consecuencia que 
otras personas no se vieran beneficiadas por estas jornadas terapéuticas, de hecho, hasta el 
junio del año 2006 no había habido ningún hombre en el grupo, ni personas con otro tipo de 
dolencias asociadas al dolor crónico. 
 
 27
 
Fue hasta mediados del 2006 que este grupo tuvo un giro muy enriquecedor ya que abrieron 
el espacio para otros dolientes crónicos no asociados a AR, incluidos hombres, y de esta 
forma los círculos sociales que se venían creando tuvieron que abrirse a nuevas personas y 
nuevas experiencias. Las conversaciones grupales tomaron otros sentidos, y se empezó a 
reflexionar, por ejemplo, sobre la experiencia dolorosa masculina o la experiencia dolorosa 
asociada a otras enfermedades como el cáncer, lo cual ha abierto espacios reflexivos que no 
se tenían en cuenta en los grupos iniciales. 
 
Una de las reuniones más interesantes llevadas a cabo con el nuevo grupo se realizó el 31 
de Octubre del 2006, día en que se celebra el Día de los Niños o Halloween. La actividad 
que se llevó a cabo este día con un grupo de alrededor 30 personas consistió en la primera 
parte en realizar unos ejercicios de shiatsu con miras a mitigar el dolor; tres pacientes (1 
hombre y 2 mujeres) sirvieron como modelos para ejemplificar los masajes realizados por 
el acupunturista, la enfermera jefe y el psicólogo, mientras tanto el resto del grupo 
posicionados alrededor de ellos, tomaban nota de los complejos nombres, se practicaban 
ellos mismos o entre ellos los masajes, y vociferaban las silabas que acompañan a cada uno 
de los masajes. La escena estaba ambientada con música Nueva Era, incienso, velas y 
diferentes adornos como calabazas y murciélagos de caras sonrientes hechos con retazos de 
radiografías. Una vez terminada la sesión de masajes terapéuticos, se dio paso a una fiesta 
de disfraces. 
 
Todos nos disfrazamos allí con lo que habíamos llevado y con lo que encontramos, y 
empezó un festín de dulces,galletas y chocolates, que empezaron a brotar de todos lados, y 
música popular y bailable salió de la grabadora que hace unos minutos hacía sonar Nueva 
Era. Finalmente la sesión de shiatsu resultó en una fiesta bailable en la que casi todos 
participamos. Era muy curioso ver los rostros de los dolientes, de ellos se había esfumado 
el dolor y reinaba una gran sonrisa, había una euforia colectiva, y cada participante sacó un 
poquito de su espíritu fiestero. Más allá del disfraz del Chavo, de campesina, de abuelito, 
se generalizo el “disfraz” del alivio, el del cuerpo sin dolor. 
 
 28
 
 20 
 
Este tipo de reuniones marcan una ruptura generalmente agradable dentro de las 
cotidianidades de los pacientes con dolor crónico y de los terapeutas también, porque se 
generan vínculos muy estrechos entre todos los cuerpos allí presentes. Son espacios donde 
no hay miedo ni barreras a los abrazos, donde se promueve el dialogo y el contacto entre 
todos, por ejemplo dándole a los pacientes instrucciones de masajes que se practican entre 
ellos, y una cosa muy importante, se escucha a los pacientes. Muestra de la solidez y 
profundidad alcanzada en dichos nexos es el intercambio de comida; elemento con enorme 
significado emocional que cohesiona a las personas involucradas. 
 
De esta forma los espacios y momentos que brindan estas terapias grupales generan 
experiencias que cambian las cotidianidades de los dolientes, ya que estos pueden 
explayarse con tranquilidad en un lugar donde no son estigmatizados y logran abrir y 
compartir sus experiencias, logrando desahogarse y reflexionar sobre sus vidas, las de los 
demás y los contextos. Además adquieren herramientas físicas y actitudes que fortalecen 
sus estrategias de afrontamiento frente al dolor crónico y la AR 
 
20 Foto tomada el 31 de Octubre de 2006 al Grupo Terapéutico en su fiest a de disfraces en la Clínica del 
Dolor. 
 
 29
IV. Historias de vida a través del dolor crónico 
 
1. Narrativas desde los cuerpos con dolor crónico 
 
Las personas que fueron entrevistadas a profundidad, buscando las historias de vida 
atravesadas por el dolor crónico, pertenecen en su mayoría a los grupos terapéuticos de la 
Clínica del Dolor del Seguro Social. La propuesta de ahora en adelante es crear un perfil de 
vida basándonos en las historias particulares de Estela, Maria Elisa, Isabel, Elsy y Johana; 
esta última no padece de AR, pero su caso se vuelve relevante para tener un punto de vista 
del dolor crónico desde los ojos de una adolescente. 
 
 
2. La vida antes del dolor 
 
Estela, de 53 años, sufre dolor crónico desde hace 8. Antes de enfrentarse a éste, llevaba 
una vida “normal”, era directora y dueña de un jardín infantil, era amiguera, rumbera, muy 
inquieta intelectualmente, y había tomado varios cursos de pedagogía. Nunca decidió 
casarse ni tener hijos. Su vida hasta entonces se la había dedicado a si misma y a sus 
proyectos sin ningún problema. Su propósito de vida no era formar una familia, si no lograr 
metas individuales y académicas. Ella era una mujer “libre e independiente”. 
 
Por su parte Isabel, de 57 años, quien lleva 9 años con dolor crónico y 7 años de 
pensionada, dedicó los últimos 27 años de su vida laboral como mucama del Hotel 
Tequendama en Bogotá y nos cuenta lo siguiente: “mi vida antes de la enfermedad era muy 
chévere, no me dolía nada, yo entraba a trabajar a las 6 am y salía a la 9 pm, y no me 
dolía nada, nada”. Su labor, de muy baja remuneración, le exigía un gran esfuerzo físico, 
pero ella no ve en esto un problema, su vida era “chévere” no tenía dolor. 
 
 
 30
Maria Elisa era una activa campesina turmequeña dedicada al cultivo de papa. Su vida se 
desarrollaba en las labores del campo y el hogar. Ella llevaba una vida supremamente 
activa donde el cuerpo era parte esencial para desenvolverse. Sembrar, recolectar, lavar, 
planchar, ir al mercado, eran actividades de su cotidianidad. “yo hacía de todo, usted no se 
imagina, me levantaba bien temprano y me dedicaba todo el día al campo y a la casa”. Sin 
embargo, dice ella que desde que empieza a aquejarla la AR sus actividades se ven 
reducidas hasta el medio día. En Turmequé la gente empieza a encontrar el origen de la 
enfermedad en los cambios de temperatura21 ocasionados directamente sobre el cuerpo por 
las labores diarias, como el lavado de losa a mano limpia, o la poca protección contra el frío 
matutino. 
 
Elsy de 52 años antes de adquirir AR (iniciada hace 30 años) nos cuenta con un tono de voz 
bien diferente, más efusivo, que antes de la enfermedad “hacía de todo, he sido modista, 
trabajado por días, trabajaba en una oficina, he sido secretaria, fui auxiliar de 
odontología, y ferviente hincha de Millonarios”. Ella relata una niñez muy dura, marcada 
por la pobreza, la desnutrición, el abandono y el maltrato familiar, sin embargo, cuenta que 
desde su llegada a Bogotá proveniente de Barrancabermeja tiene una vida difícil pero 
activa, donde el control total de su vida lo tiene ella. Elsy recalca que “como buena 
santandereana era bien entradora” y además nos cuenta, “yo era muy chusca, pa que le 
digo, es que ahora con la enfermedad no se nota, pero en serio, a mi me buscaban harto 
los hombres”. Ella tenía una activa vida social y laboral, dentro de la cual le sacaba tiempo 
y energía a seguir su equipo de fútbol: Millonarios, del cual no se perdía partido, “ es que 
día que había partido, día que yo me vestía de azul y blanco, dizque para que ganara 
Millos, y ay de que se me acercara algún pretendiente del Santa Fé, eso si lo mandaba a 
volar de una” nos cuenta mientras se ríe con una enorme sonrisa, como si estuviera 
viviendo esos momentos de nuevo. Decide dejar de trabajar después de tener una hija y de 
 
21 Existe en la epistemología médica popular un modelo de enfermedad y sanación asociado a lo frío y lo 
caliente, muy present e en América Latina que incluye además de factores externos como las temperaturas, la 
ingesta de alimentos y líquidos fríos y cálidos. De esta forma el licor es asociado con algo cálido, y la patilla 
con algo frío, tal vez por ello la mezcla de los dos sea un tabú en soci edades como la colombiana y la 
mexicana. 
 
 31
que le otorguen la pensión por discapacidad a muy temprana edad, apenas iniciados sus 20 
años. 
 
El caso de dolor crónico de Johana, quien actualmente tiene 16 años y cuyo dolor no se 
debe a AR, es clave porque nos permite ver otra faceta del dolor crónico. Antes del 
accidente, que es provocado por un compañero de colegio, llevaba una vida dedicada al 
estudio, los amigos y el deporte; actividad crucial en su desarrollo personal, pues encuentra 
en el deporte un reto importante para ella, ya que su idea es ser miembro de la Armada. Así 
su mundo antes del dolor crónico no tiene muchas responsabilidades ni complicaciones, 
pero es una vida apacible y divertida, que no se ve en desventaja con los demás cuerpos 
jóvenes, y que no ve demasiados tropiezos para lograr lo que ella desea. 
 
Todas las historias recalcan una vitalidad exacerbada antes de la enfermedad, ellas 
visualizan sus vidas cargadas de actividades cruciales no solamente para el 
desenvolvimiento de ellas mismas sino también de otras personas involucradas en sus 
círculos sociales, diferencia marcada con Johana, quien ve su proyecto de vida individual 
antes de la enfermedad como algo muy propio y muy individual. Su vida y su proyecto 
corporal están centrados en su ser, su objetivo inmediato no es cuidar de otros cuerpos, sino 
mantener bien cuidado el suyo, hacerlo participe en el mundo contemporáneo 
epistemológicamente enmarcado en la modernidad, situación difícil como lo proponen 
Gómez y González (2003: 60-61) los jóvenes “viven en un mundo que objetivamente – en 
el mercado, en los media, en el entramadotecnológico, en lo masivo de la producción de 
bienes y servicios, en la extensión y anchura del entorno urbano, en la posibilidad de 
desplazarse a grandes distancias mediante máquinas de transporte u máquinas de 
comunicación- se ofrece como ámbito de posibilidades ilimitadas y abiertas y 
paradójicamente saben de manera práctica que deben habitar, experimentar y usar ese 
mundo limitando sus aspiraciones al tamaño de la realización individual y personal”. 
 
“Apropiarse de un mundo ilimitado, personalizarlo, vivirlo desde las restricciones que 
impone una vida individualmente vivida es al mismo tiempo un desafío y una crueldad, 
 
 32
ésto se debe a la abundancia de la modernidad” (Gómez y González 2003: 60-61), 
crueldad más grande si ese cuerpo joven no cumple con los requerimientos exigidos por ese 
mundo de hiper-exploración corporal, y ese es a uno de los miedos que no enfrentaba 
Johana antes de la enfermedad. 
 
Existe entonces, como punto en común en las perspectivas de las dolientes un pasado 
idílico donde el dolor no existe y es precisamente esa ausencia la que hace que las 
memorias que pertenecen al “antes del dolor” sean muy gratas. Hay un marcado halo de 
vitalidad y felicidad en estos relatos, y casi se siente que hablaran de cuerpos livianos y 
libres capaces de desenvolverse con facilidad en cualquier situación. Los demás problemas 
cotidianos (económicos, laborales, familiares, sentimentales) se ven disminuidos por el 
manto doloroso. 
 
Como lo enuncia Hanna Arendt (1974: 133) “la vida es un proceso que en todas partes 
consume lo durable, lo desgasta, lo hace desaparecer” y la salud es uno de esas cosas que 
también vamos consumiendo, y su desgaste al tiempo que nos da pavor significa la pérdida 
de muchas cosas, y nos hace presente nuestra condición no eterna, al fin y al cabo, humana. 
 
 
3. Cuando llega el dolor. ¿Condición humana? 
 
El dolor es pensado usualmente como algo repentino y como un alto transitorio en el 
camino, sin embargo, cuando empieza a prolongarse y a insertarse en el día a día, el 
doliente atraviesa por difíciles diagnósticos médicos y sociales, que tratan de determinar el 
origen del dolor y de encausarlo por un óptimo itinerario terapéutico. De esta forma el dolor 
crónico se transforma más en sufrimiento, porque sufrir requiere de tiempo. 
 
 
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 22 
 
 
Y tal vez sea por los afanes del mundo moderno que los procesos crónicos sean difíciles de 
categorizar, de esta forma hacer una taxonomía social y médica de la AR, es una cuestión 
compleja, ya que ésta es una enfermedad categorizada clínicamente como auto-inmune, lo 
cual significa que el cuerpo rechaza sus propios tejidos, permitiendo así que la enfermedad 
progrese continuamente. Sin embargo, ese “auto-inmune” pareciera más una resistencia 
epistemológica de la biomedicina, que un diagnóstico, y lo digo, por su vaguedad, porque 
creo que nadie se siente muy seguro al hablar sobre ello. 
 
Lo anterior genera hondos conflictos emocionales y sociales que someten a las personas a 
realidades y cotidianidades muy diferentes a las que venían llevando, poco a poco el dolor 
crónico obliga a los dolientes a asumir otros roles, otras cosmogonías y otras ideas de sus 
cuerpos. El aparecimiento del dolor es entonces una reflexión sobre la condición humana, 
tanto en sus aspectos corporales como espirituales, pues es ahí cuando caemos en cuenta de 
la fragilidad del hombre. 
 
22 La Quema del Diablo, ritual que hace alusión a la eliminación de lo malo sucedido en el año que está por 
terminar. 7 de Diciembre del 2006 Antigua. Guatemala. Tomada en el marco del Primer Congreso 
centroamericano de Dolor y Cuidados Paliativos realizado en Ciudad de Guatemala, donde se presentó un 
póster relacionado con esta investigación, ocupando el 3er lugar. 
 
 34
 
Intentaremos entonces acercarnos a estos cambios continuando las historias de vida de las 
mujeres que introdujimos en el capítulo anterior, haciendo énfasis esta vez en lo que les 
sucede cuando irrumpe el dolor en sus vidas. 
 
 
4. El dolor y la ruptura de la vida cotidiana 
 
 
Pero en mí, aúnque yo hable, 
El dolor no cesa, y aúnque deje de hablar, 
No se aparta de mí. 
Porque ahora él me ha fatigado; 
Ha asolado toda mi compañía. 
Me ha llenado de arrugas: 
Testigo es mi delgadez, 
La cual se levanta contra mí para testificar en mi rostro. 
Su furor me ha destrozado, me ha sido contrario; 
Cruje sus dientes contra mí: 
Contra mí aguza sus ojos mi enemigo. 
(…) 
Yo vivía en prosperidad, y me desmenuzó; 
Me arrebató por la cerviz, me despedazó 
Y me puso por blanco suyo. 
(…) 
Me quebrantó, de quebranto en quebranto; 
Corrió contra mí como un gigante. 
Entonces cosí sobre mi piel tejidos ásperos, 
y puse mi cabeza en polvo. 
 
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Mi rostro está hinchado por el llanto 
 Y mis parpados entenebrecidos, 
A pesar de no haber iniquidad es mis manos 
 Y ser pura mi oración. 
 
(Fragmentos de “Lamentaciones de Job”. Capítulo 16. En el Libro de Job. La Biblia) 
 
A los 46 años los médicos le diagnostican a Estela AR, y el primer médico que la trata le 
dice: “es degenerativa, es deformante y prepárese para estar el resto de su vida en silla de 
ruedas o postrada en una cama”. Luego de semejante diagnóstico, Estela entra en una 
profunda depresión, rápidamente somatiza la enfermedad y se ve incapacitada para 
desarrollarse plenamente en su vida cotidiana. Y es que el valor de las palabras enunciadas 
por las voces médicas, por el saber autorizado, por los gurús sociales de la enfermedad es 
incorporado en la mente y el cuerpo de Estela, la hecatombe de un proyecto de vida está 
ahí, al frente de ella, dentro de ella. 
 
De hecho, después de unos pocos meses de recibir su diagnóstico, cuando no sabía si llorar 
o gritar del dolor en el momento en que los niños le cogían las manos, termina cerrando el 
jardín infantil que venía manejando ya por unos años; esa fue su primera gran crisis de 
impotencia, “de rabia conmigo misma, con la enfermedad, con todo”. 
 
Quien la va a apoyar en su proceso terapéutico va a ser una hermana muy cercana, de 
profesión farmacóloga quien empieza a brindarle información sobre la enfermedad, y los 
posibles tratamientos. Simultáneamente, empieza a recibir un bombardeo de consejos con 
tono de orden por parte de otros familiares quienes le dicen “oiga póngase las pilas y 
mejórese”, pero en el fondo no le ofrecen ninguna alternativa. Ella interpreta eso como un 
acoso intenso que le genera una enorme tensión y aumenta los niveles de stress y por ende 
los síntomas de la enfermedad, pues la presión social genera en ella una somatización más 
rápida y más crítica de la enfermedad, ya que empieza a sentirse estigmatizada y enfrentada 
a una ruptura en su proyecto de vida, así lo expresa ella: “ahí es cuando a una le da la 
 
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rabia de la impotencia. Imagínese, después de uno ser la mujer orquesta y ahora no poder 
hacer casi nada, eso es muy tenaz, le viene a uno la depresión”. 
 
En el proceso de Isabel el dolor llega en 1997 por una extracción de la matriz, detonante del 
dolor crónico, según el diagnóstico dado por un médico. Desde su perspectiva la 
enfermedad residía en ella, y ésta se disparó con la operación. El dolor le empieza en la 
planta de los pies, y ella trabaja durante un año con “ese dolor”. Luego el dolor se le 
esparce por las manos, los hombros, y así sucesivamente hasta que le “invade” todo el 
cuerpo. Es un dolor que no es constante ni es cíclico, con lo cual quiero decir que no sigue 
unos patrones o unas rutas a través del cuerpo que le permita a Isabel esquematizar un 
itinerario de su dolor. Metafóricamente hablando ella dice lo siguiente respecto a la AR: 
“yo creo que la artritis es un gusanito que se mueve, que se mueve, y donde se estanca es 
donde aparece el dolor”, ella simboliza la enfermedadcomo un ente que tiene agencia y 
habita en su cuerpo. 
 
Para Maria Elisa, la campesina de Turmequé, la AR poco a poco va quitándole autonomía 
en el desempeño de sus cotidianidades, sin embargo recibe un enorme apoyo familiar y 
continua con bastante normalidad su vida marital, actualmente tiene 4 hijos. Cuando la 
empieza a aquejar el dolor, hace 22 años, ella asevera que su día laboral se veía truncado 
después del medio día, pues las “articulaciones se me ponían como morcillas”. Los 
primeros tratamientos a los que acude son las infusiones de hierbas y frutas, pues “era lo 
que tenía a la mano en la finca”, pero éstos la alivian muy poco. Progresivamente empieza 
a viajar con mayor frecuencia a Bogotá en búsqueda de mejores servicios médicos, que en 
su momento le brindan diagnósticos muy ambiguos, pues para la época la AR no es una 
enfermedad muy común. Debido a la gravedad de la enfermedad, y la precaria estructura 
médica de su pueblo natal, Ma Elisa decide trasladarse a Bogotá, abandonando así su vida 
de campesina. 
 
En el caso de Elsy (52 años) la AR empieza a atacarla a muy temprana edad, apenas 
iniciados sus 20, algunos años después de haber dejado Barrancabermeja a los 14, y haberse 
 
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instalado en Bogotá. Uno de los dolores más grandes generados por el cuadro mórbido fue 
la separación de su pareja, quien no pudo afrontar la idea de tener una relación con una 
mujer bajo el estigma de la enfermedad, y quien la deja casi sola con su dolencia y una hija 
producto de esta unión. 
 
 El cuerpo de Elsy emprendió un rápido deterioro, que promueve una exagerada 
intervención farmacológica, empeorando así el cuadro general, pues partes del cuerpo como 
los pulmones y los riñones se ven seriamente averiados. Paralelamente Elsy se ve 
sumergida en unos diagnósticos fatalistas donde se le augura rigidez corporal total a corto 
plazo. El origen de la enfermedad, de acuerdo a las historias clínicas, se debe a deficiencias 
inmunológicas y alimenticias en la niñez, época que ella recuerda con amargura. Elsy 
entonces busca prontamente asegurar su inestable futuro y el de su hija buscando una 
pensión por incapacidad, a la cual logra acceder, y gracias a la cual tiene su independencia 
económica hasta el presente. 
 
Para Johana, luego de que un compañero la hiciera caer en el colegio y el episodio 
deviniera en una trombosis complicada, la cotidianidad empieza a suceder en un pabellón 
de la Clínica del Niño. El cuadro es crudo, pues ella es la mayor con 16 años en medio de 
un ambiente donde niños menores están al borde de la muerte y cobijados por el dolor. Su 
desazón con la vida es enorme, pues parece paradójico que tantos cuerpos jóvenes, incluido 
el de ella, estén ahí, parece una jugada inesperada de la vida, “yo no se que paso ahí, se 
supone que el cuerpo joven es fuerte, y a mi me han dicho que esto le da a las personas de 
edad, no se que paso ahí”. 
 
Johana entra con rapidez en las cotidianidades hospitalarias alejada por completo de las 
rutinas escolares y deportivas, su mundo se concentra ahora en aprender a sortear el nuevo 
léxico médico y farmacológico, en entablar relaciones con los demás niños pacientes y 
enfrentar la desazón familiar cuando sus allegados la visitan. “es muy duro dejar de ir al 
colegio y no estar con los amigos, y estar después en un hospital día y noche, mientras lo 
 
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chuzan, lo examinan, le dan droga, y aunque los médicos y las enfermeras sean chéveres es 
muy duro”. 
 
De esta forma el dolor genera rupturas en las vidas de las dolientes, pero éste no solo llega 
en un momento de la vida, si no que también tiene apariciones repentinas y agudas una vez 
éste ha iniciado su rumbo, Elsy nos cuenta que cuando aparece el dolor, éste le genera 
angustia y miedo frente a la idea de sentir aún más dolor “y todo el mundo le dice a uno 
que debe relajarse, que esté más tranquila, pero es que uno no puede controlarse, por 
ejemplo yo grito muchas veces a mi hija; y es que la única forma en la que yo siento alivio 
es llorando, y que alguien venga y le diga a uno que no llore es muy terrible”. El dolor 
cuando es crónico va y viene, y el lapso de sus ausencias es indeterminable, es una amenaza 
latente. 
 
El doliente crónico entabla una relación con su cotidianidad de una manera incierta y en sus 
primeras etapas con un alto grado de des ilusión frente a la vida, como nos muestra el 
fragmento del lamento de Job, personaje que está muy presente en algunos relatos de las 
mujeres aquí entrevistadas, sobre todo aquellas muy religiosas como Elsy. Lo que sucede 
con Job es que entra en dolor intenso y crónico debido a una apuesta entre Satanás y 
Jehová, en que el segundo se regodea frente al primero de la rectitud de su siervo Job. A 
esto responde Satanás que él es recto y temeroso de dios porque nada le falta, y entonces 
Jehová autoriza a Satanás para que le arrebate los bienes materiales, a lo cual Job responde 
con sumisión y no blasfema contra Jehová. 
 
 En una segunda etapa de la prueba Satanás le dice a Jehová “Extiende tu mano, toca su 
hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (versículo 4; 
libro de Job. La Biblia), experiencia que Job asume igualmente con resignación. Poco a 
poco la prueba se va haciendo más y más dura e intolerable, pero Job sigue con su 
resignación hasta que finalmente es recompensado con el doble de lo que tenía y con su 
salud de vuelta. De esta forma Job se convierte en aliciente y esperanza, en prueba de que 
la voluntad divina puede cambiar el rumbo de las vidas y por supuesto el proceso mórbido. 
 
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Ahora, es importante aclarar que el arribo del dolor no solo rompe con las cotidianidades 
del paciente, también hace interrupciones en las rutinas y los proyectos de vida de los 
allegados al doliente. De esta forma, Angélica de 16 años, la hija de Elsy, quien siempre ha 
acompañado a su madre en el proceso mórbido dice: “pues a mi me gustaría estar afuera, 
en la calle, en cine, con los amigos, pero yo no puedo dejar sola a mi mamá, y como somos 
solo las dos, pues tenemos que apoyarnos”. Así el dolor crónico por ser un proceso de larga 
duración exige que otros cuerpos de manera indirecta se liguen a él. Y en este punto el 
dolor crónico cobra un alcance y un impacto social muy grande, ya que la población 
afectada no es solamente aquella diagnosticada con la dolencia, si no también la que rodea 
al doliente. 
 
 
5. Las rutas terapéuticas o las rutas de la esperanza 
 
Sin embargo, si el dolor nos recuerda la condición humana, la esperanza también lo hace, y 
como su nombre lo dice es una cuestión también crónica, de tiempo y paciencia, de esperar, 
pero también de actuar. Y entonces las vidas continúan jalonadas por la esperanza de la 
sanación, y de volver adquirir el pasaporte de la salud y el bien-estar. Aquí las rutas son 
diversas, y se toman caminos muy disímiles, se empieza a reconocer al cuerpo y a romper 
con los esquemas mentales que se habían creado y organizado mientras se estaba sano. 
 
Estela, por ejemplo no se queda en actitud pasiva, si no que empieza a familiarizarse con la 
jerga médica y con los efectos de cada medicamento, y a hacer una selección de los 
fármacos y tratamientos que más le convienen. Los “elegidos” fueron los corticoides 
inyectados y los analgésicos de baja concentración como el ibuprofeno, ya que son de fácil 
acceso y de pronta efectividad. Pero los primeros son altamente agresivos con el cuerpo, lo 
inflaman, lo deforman y Estela comenta que le “comen” los huesos23. 
 
23 Los corticoides producen osteoporosis. 
 
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Los dolientes bajo un marco cultural occidental urbano encuentran en los saberes 
biomédicos la primera respuesta terapéutica, pues la mayoría ha vivido procesos mórbidos 
que han encontrado solución en manos y técnicas de la medicina

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