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Ulceras cutaneas

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ÚLCERAS CUTÁNEAS 
 
Concepto 
Las úlceras son lesiones cutáneas localizadas que implican la pérdida total de la epidermis y 
parte de la dermis e incluso la hipodermis, todo ello con escasa o nula 
tendencia a la cicatrización espontánea y que cuando se consigue sanar 
deja una cicatriz. 
Pueden ser primarias o secundarias a otras lesiones de la piel, de carác-
ter extenso o puntiforme, en cuyo último caso reciben en nombre de fís-
tulas. Si la ulceración es lineal, se llama fisura. Si la ulceración afecta 
una mucosa se llama afta. Son úlceras tanto las lesiones secundarias a la destrucción de una 
ampolla, que pueden ser más o menos extensas e implican un riesgo de infecciones si no se 
cuidan, como las úlceras de presión o úlceras de decúbito, que pueden ser muy graves en en-
fermos encamados y que por el riesgo de infección y necrosis, pueden comprometer la vida 
del paciente. 
 
Epidemiología 
Se estima que un 1% de la población se encuentra afectada por dicho proceso y los costes sa-
nitarios que generan son considerables. En este sentido, son especialmente relevantes las úlce-
ras por presión – o decúbito – y a las úlceras venosas por su alta prevalencia, así como por sus 
repercusiones sociales y económicas. La localización más frecuente de todas ellas es en las 
piernas, variando sus carácterísticas clínicas según la etiología. 
 
Etiología 
Es variada, ya que una úlcera cutánea puede ser una manifestación tanto de enfermedades cu-
táneas como sistémicas. La más frecuente es la causada por enfermedades vasculares periféri-
cas venosas, pero también tienen una alta prevalencia las originadas por alteraciones vascula-
res arteriales y por neuropatías. Existen una serie de enfermedades sistémicas que se relacio-
nan con la aparición de úlceras, entre las cuales la más importante es la diabetes. 
En general, las úlceras cutáneas de origen vascular son la consecuencia de un déficit del 
aporte sanguíneo del sistema arterial o bien una disminución del retorno venoso. Suelen tener 
un carácter crónico, debido a que es frecuente que persista la causa que las originó. Como 
consecuencia de ello, no son raras las recidivas, incluso después de la cicatrización. 
Las úlceras cutáneas de origen vascular más comunes (70%) son las venosas o de estasis, que 
aparecen como consecuencia de una disminución del flujo venoso de retorno por incompeten-
cia del sistema valvular venoso y/o por obstrucción de la vía venosa profunda. En este sent i-
do, se pueden clasificar en postflebíticas (60% de las venosas) y varicosas (40%). 
Por su parte, las úlceras arteriales representan el 20% de todas las vasculares y aparecen co-
mo consecuencia de procesos isquémicos crónicos, lo que conlleva a una disminución del me-
tabolismo celular, que se traduce en que la piel se vuelve muy vulnerable. La mayoría (90%) 
de las úlceras cutáneas de origen arterial son de origen arteriosclerótico (macroangiopáticas); 
el resto (10%) son de origen hipertensivo (microangiopáticas). 
Finalmente, hay un 10% de úlceras vasculares que tienen un carácter mixto, arterial y venoso, 
en un grado diverso de participación. 
Son significativas, desde el punto de vista clínico y epidemiológico, las diferencias entre úlce-
ras venosas y arteriales. Las venosas aparecen preferentemente en mujeres mayores de 40 
años, en tanto que las arteriales aparecen más frecuentemente en hombres mayores de 45 años 
y en mujeres de 55. La localización preferente de las úlceras venosas es la región perimaleolar 
(en torno al tobillo), se presenta como una única úlcera, poco dolorosa, de carácter unilateral 
(afecta solo a una de las extremidades), de extensión moderada, de bordes irregulares, base 
superficial y tejido rojizo. Por su parte, las arteriales afectan mayoritariamente al area preti-
bial, así como a los dedos, falanges y el talón, y suelen ser bilaterales, presentándose gene-
ralmente en grupos de varias úlceras de extensión reducida y bordes bien definidos, muy do-
lorosas, de tejido oscuro y base profunda y pálida. 
Las úlceras por presión o por decúbito se producen por un aplastamiento de los tejidos en-
tre dos planos duros, las prominencias óseas del paciente y una superficie externa (como una 
cama o un asiento), sometidos durante un periodo de tiempo (aproximado de 2 a 4 horas) a 
una compresión que excede la presión capilar normal (32 mm de Hg). Según su gravedad, se 
clasifican en cuatro estadios: 
- I: Eritema que no desaparece cuando se elimina la presión. 
- II: Ampolla. Afectación de la epidermis y de la dermis superficial. Erosión superficial. 
- III: Afectación de toda la dermis y/o el tejido subcutáneo, pudiendo llegar al músculo. 
- IV: Afectación de músculo, hueso o estructuras adyacentes. Lesiones con cavernas o 
trayectos sinuosos. Presenta un alto riesgo de infecciones, eventualmente graves. 
Las úlceras neuropáticas son lesiones debidas a una falta de sensibilidad de los tejidos. Las 
enfermedades comúnmente responsables de estas lesiones son: diabetes, tabes dorsal, espina 
bífida y lesiones nerviosas periféricas. Por su parte, las úlceras de origen tumoral o maligno 
son lesiones cutáneas que no cicatrizan, aumentan progresivamente de tamaño y destruyendo 
el tejido circundante. Frecuentemente, llevan asociadas complicaciones post-radioterapia, 
post-quirúrgicas, infecciones y sangrado. 
Finalmente, las úlceras de origen iatrogénico se producen por un mecanismo de presión y 
roce derivados del uso de dispositivos o productos sanitarios empleados en un tratamiento 
(sonda vesical, sonda nasogástrica, tubo endotraqueal, gafas de oxigenoterapia, sistemas de fi-
jación y sujeción, férulas, etc.), en ocasiones de forma inadecuada. Su comportamiento es si-
milar al de las úlceras por presión, aunque suelen ser de poca profundidad y de pequeño ta-
maño. 
 
Tratamiento 
El proceso de curación de una úlcera cutánea implica tres fases sucesivas. La primera es de 
desbridamiento (de limpieza), a la que sigue la de granulación (de reconstrucción), finalizan-
do en la fase de epitelización o resolución. 
Antes de plantear cualquier acción terapéutica es fundamental actuar sobre los agente causales 
de la úlcera, tanto los directos (objetos, colchones, etc.) como los indirectos (enfermedades 
cutáneas y sistémicas favorecedoras). 
En el caso de que la úlcera cutánea no se haya llegado a formar, puede prevenirse o al menos 
paliarse la evolución adversa mediante el empleo de apósitos para aliviar la presión y la fric-
ción, generalmente con hidrocoloides. 
Durante la fase de desbridamiento, en las lesiones con poco exudado, las opciones terapéu-
ticas más habituales consisten en un desbridamiento de carácter enzimático o de carácter auto-
lítico. El primero tiene el inconveniente de su posible citotoxicidad y maceración de la piel 
perilesional, así como la exigencia de realizar curas diarias. Los desbridantes autolíticos, co-
mo los hidrogeles, puede permanecer varios días, y utilizarse en combinación con otros apósi-
tos. El dextranómero, también de carácter autolítico, tiene el inconveniente de no digerir el te-
jido necrótico, sino tan sólo lo reabsorbe, y requiere realizar varias curas diarias. 
Los hidrogeles más utilizados está formados por asociaciones de: 
- Alginato o pectina y carboximetilcelulosa (CMC) 
- Propilenglicol y polímero de CMC o goma guar 
- Solución salina. 
También se emplean la pasta o los gránulos de CMC como debridante y para la absorción del 
exudado. En cualquier caso, no se recomienda en lesiones infectadas, ya que puede producir 
mal olor y su retirada puede ser dolorosa. 
En las úlceras con moderada o elevada exudación, se recomiendan los alginatos (solos o 
asociados a CMC), por su elevada capacidad de absorción y capacidad debridante. También 
se usan hidrofibras de CMC, especialmente en lesiones con tendencia hemorrágica, debido a 
su baja adherencia. En todos estos casos, se debe emplear un apósito secundario para facilitar 
la retención de la humedad. 
Durante la fase de granulacióno reconstrucción, en las lesiones poco exudativas se emplean 
hidrocoloides del tipo CMC, evitando siempre su uso en heridas infectadas. Los apósitos 
hidrocelulares son apósitos semipermeables absorbentes, de carácter no adherente, que pre-
vienen la maceración de los tejidos periulcerales. También se utilizan preparados a base de 
colágeno. 
Por su parte, en las lesiones más exudativas, se emplean gránulos, gel, alginatos o copolíme-
ros de almidón (con un apósito secundario). Se puede mantener el apósito hasta 7 días si no 
hay saturación, fuga u otra indicación clínica. 
Finalmente, durante la fase de epitelización o resolución es recomendable la aplicación dire-
cta sobre la lesión de un apósito hidrocelular, hidrocoloide (CMC) o láminas de poliuretano 
(apósitos semioclusivos, generalmente transparentes, que crean un ambiente húmedo y no ab-
sorben el exudado), pudiéndose mantener hasta 7 días, siempre que no haya fuga. También 
está indicada la utilización de otros compuestos como la catalasa o la glicerina. 
En las úlceras cutáneas infectadas y con evidencia de daño tisular (rubor, dolor, inflama-
ción, supuración, etc.) puede ser necesario recurrir a un tratamiento sistémico antibiótico. Por 
vía tópica se apósitos no oclusivos ni semioclusivos, de diferente composición, según el nivel 
de exudación de la úlcera; en las muy exudativas se recomiendan apósitos de alginato cálcico, 
hidrofibra de CMC o ambos combinados. En las lesiones infectadas con necrosis seca se em-
plea una pomada de colagenasa. Por su parte, en las úlceras infectadas con tejido de granula-
ción, lo más habitual es emplear un hidrogel de CMC, alginato sódico, CMC con alginato cál-
cico o copolímero de almidón. 
En caso de olor intenso de putrefacción, se emplean apósitos de carbón activado o bien un 
gel de metronidazol, atendiendo a su potente efecto sobre bacterias anaerobias (probables cau-
santes del olor putrefacto). Puede ser incluso conveniente utilizar el metronidazol por vía sis-
témica. El uso de antibacterianos por vía tópica está sujeto a una intensa controversia, al me-
nos en estos casos. 
Cuando se trata de lesiones muy dolorosas puede ser necesario recurrir al empleo de analgé-
sicos sistémicos. Para llevar a cabo las curas, pueden emplearse anestésicos locales (gel de li-
docaína al 1%). 
Las barreras líquidas son tinturas oclusivas resistentes al agua que contienen agentes plasti-
ficantes, reduciendo así la maceración y el cizallamiento. Pueden aplicarse empapando gasas 
y algunas mediante pulverizador. 
Si se ha perdido la integridad de la piel, debe procederse siempre a su limpieza. Si se trata de 
una lesión extensa, lo más adecuado es la utilización de suero salino fisiológico, ya que otros 
agentes (detergentes, líquidos, povidona yodada, agua oxigenada) pueden retrasar la curación. 
La limpieza de la zona y la eliminación del tejido lesionado son esenciales para la curación de 
la lesión. Por ese motivo, si se trata de una lesión extensa, es importante el desbridamiento de 
la herida, la eliminación, fundamentalmente mediante procedimiento quirúrgico, del tejido 
desvitalizado o necrótico. En lesiones de menor entidad puede facilitarse con el empleo de 
agentes desbridantes. 
En caso de hemorragia, ésta se controla generalmente mediante compresión o la aplicación de 
agua oxigenada o adrenalina al 1:1.000. En caso necesario, se puede aplicarse un apósito 
acorde con las características de la herida (profundidad, presencia de exudado, etcétera). Exis-
ten especialidades denominadas «cicatrizantes» o epitelizantes. 
 
Valoración 
El primer paso a considerar en cuanto a las úlceras es su prevención. Considerando la suscep-
tibilidad de un sujeto a padecer una úlcera, el farmacéutico debe informarle acerca de las me-
didas a tomar para evitar esta situación. Por ejemplo, evitar el tabaco en cualquier caso, con-
trolar el peso tanto en pacientes varicosos como inmovilizados, recomendar pautas de actua-
ción en ancianos y pacientes encamados que eviten la presión constante (cambios posturales, 
almohadones, colchones o camas especiales, así como evitar factores que favorecen la apari-
ción de úlceras en estos casos, como son la fricción, la humedad o sequedad excesiva, la falta 
de higiene, la malnutrición y deshidratación). 
En cualquier caso, una úlcera cutánea requiere un diagnóstico médico preciso. Antes de 
comenzar cualquier tratamiento el médico debe establecer la causa de la misma, para lo cual 
se precisa una historia clínica con los síntomas asociados, hábitos personales, medicación ut i-
lizada, antecedentes personales y familiares, análisis clínicos que descarten una enfermedad 
sistémica, y una exploración física tanto de la lesión como del miembro afectado. 
Es primordial para establecer el tratamiento adecuado identificar la etiología y posteriormen-
te, según el tipo, aplicar el más idóneo, que va desde la utilización de vendajes hasta el des-
bridamiento quirúrgico. 
Existen una serie de medidas generales, que consisten en tratar la enfermedad sistémica sub-
yacente, dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol. Pero, además de éstas, existen me-
didas específicas, según el tipo de úlcera: 
- Úlcera venosa: La compresión de la pierna afectada es la base del tratamiento (calcetines 
elásticos, vendajes elásticos o no, etc.). Puede estar asociada una insuficiencia arterial y 
esta compresión, si es excesiva, puede degenerar en necrosis o gangrena. Reposo en cama 
y elevación de las piernas. 
- Úlcera arterial: Requiere el establecimiento de la vascularización mientras sea posible y, 
a menudo, es a través de la cirugía. Control de los factores de riesgo (diabetes, cigarillos, 
etc.). Realizar ejercicios moderados que favorezcan la circulación colateral. Elevación de 
la cabecera de la cama. Mantener el miembro afectado caliente, sin contacto directo con la 
fuente de calor. Extremar el cuidado de los pies. 
- Úlcera neuropática: Inspeccionar y cuidar diariamente los pies. Si se padece diabetes, 
control de la misma. Desbridamiento amplio de la úlcera que permita una buena reepiteli-
zación. 
La posibilidad de patología sistémica subyacente y el seguimiento que se debe realizar, por la 
posibilidad de recidiva, hace necesaria la intervención de personal especializado. El trata-
miento de las úlceras superficiales, en que no se ha perdido la integridad de la piel se limitará 
a la aplicación de apósitos, cremas emolientes y protectoras o barreras líquidas. 
 
Productos farmacéuticos utilizados en el tratamiento de las úlceras cutáneas 
Tipo Composición Productos Observaciones 
Carboximetilcelulosa (CMC) Algoplaque, Askina, Com-
feel, Biofilm, Varihesive 
CMC (fibra) Aquacel 
CMC + poliuretano Comfeel Plus, Hydrocoll 
Hidrocoloides 
CMC (gránulos o pasta) Askina biofilm, Comfeel 
pasta o gránulos, 
Varihesive pasta 
Contraindicados en lesiones infec-
tadas, necrosis seca, úlceras cutá-
neas con destrucción muscular u 
ósea, quemaduras profundas, in-
fecciones cutáneas. 
Hidrocelulares Poliuretano Cutinova, Allevyn, Askina 
trnasorbente, Biatain, 
Combiderm, Tielle 
Contraindicados en lesiones infec-
tadas, necrosis seca, úlceras cutá-
neas con destrucción muscular u 
ósea, quemaduras profundas, in-
fecciones cutáneas. 
Láminas de po-
liuretano 
Película de poliuretano trans-
parente 
Bioclusive, Opsite, Tega-
derm 
Contraindicado en heridas exidati-
vas o infectadas, así como en que-
maduras profundas (3º grado). 
Alginatos Alginato cálcico Askina sorbsan, Comfeel 
searsorb, Sorbalgon 
Contraindicado en curas con povi-
dona iodada, úlceras secas e hiper-
sensibilidad a los alginatos. 
Alginato cálcico + CMC Confeel, Nu gel 
Propilenglicol + CMC Intrasite Gel 
Pectina + CMC Varihesive hidrogel 
Propilenglicol + goma guar Hypergel 
Hidrogeles 
Solución salina + goma xánti-
ca 
Normlgel 
Contraindicados en fístulas y úlce-
ras que no permitan una fácil ex-
tracción. 
Copolímero acrílico, acetato de 
etilo, disulfuro de 
tetraetiltiouramio 
NobecutánApósito plástico en aerosol Otras barreras 
líquidas 
Miristato de isopropilo Nucoa 
Clostridiopeptidasa Iroxol 
Estreptocinasa/Estreptodornasa Varidasa tópica 
Catalasa Biocatalase aerosol 
Posible citotoxicidad y maceración 
de la piel perilesional. 
Debridantes 
enzimáticos 
Quimotripsina, tripsina, nitro-
fural, inositol, metionina, ácido 
carbamoilglutámico 
Dertrase Pomada 
Carbón activa-
do 
Carbón micronizado Actisorb Plus, Carboflex 
Metronidazol (gel) Rozex 
Nitrofurantoína Furacin 
Mupirocina Bactroban, Plasmine 
Sulfadiazina argéntica Silvaderma, Flammazine 
Antibacterianos 
tópicos 
Acido fusídico Fucidine 
 
Centella asiatica Blastoestimulina 
Estrona, Ergocalciferol, Reti-
nol, Tirotricina, Bálsamo del 
Perú, Benzocaína 
Cicatral 
Retinol, Cloranfenicol, Metio-
nina, Vitamina F , Aminoáci-
dos (complejo) 
Dermisone Epitelizante Contiene antibióticos 
Oxido de zinc, Benzetonio, 
Retinol 
Halibut Pomada 
Acido benzoico, Caolín, Acido 
Salicílico 
Nixoderm 
Epitelizantes 
Oxido de zinc 
Dimeticona 
Silidermil Una aplicación cada 12 horas. An-
tes de aplicar, lavar y secar la zo-
na. Evitar los vendajes. 
Povidona iodada Betadine solución dérmina No aplicar junto con derivados 
mercuriales. 
Eosina 2% Eosina Diafarm 2% 
Merbromina 2% Mercromina Film Lainco Alto poder de tinción. En desuso, 
debido al riesgo de reacciones 
alérgicas. 
Antisépticos en 
barrera líquida 
Metilrosanilina (violeta de 
genciana) 0,5% 
Vigencial Alto poder de tinción. En desuso, 
debido al riesgo de reacciones 
alérgicas. 
Debridante 
Antiséptico 
Cadexómero iodado Iodosorb 
Vaselina + bálsamo Perú Linitul Otros prepar a-
dos tópicos Vaselina + povidona iodada Betatul 
 
Acidos grasos hiperoxigenados Corpitol

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