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M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología Las colocaciones y la fraseología ISBN - 84-9822-330-X M.ª Auxiliadora Castillo Carballo mcastillo@siff.us.es Thesaurus: fraseología, colocaciones, locuciones, enunciados fraseológicos, expresión fija, unidad fraseológca, unidad pluriverbal, refrán, frase hecha. Resumen o esquema del artículo: A lo largo de la tradición lingüística, los estudios lexicológicos le han dedicado un tratamiento insuficiente a las unidades sintagmáticas que con mayor o menor grado de fijación necesitaban de un tratamiento especial. La influencia de las investigaciones extranjeras, las aportaciones en el año 50 de Julio Casares y la gran eclosión de obras y artículos científicos que han visto la luz a partir de la década de los noventa han dado lugar a concebir la Fraseología como una disciplina en sí misma, o, tal vez, con más precisión, como una subdisciplina de la Lexicología. Estas unidades que han tenido, en ocasiones, múltiples designaciones se pueden integrar en tres grandes grupos: colocaciones, locuciones y enunciados fraseológicos. - 1 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM mailto:mcastillo@siff.us.es M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología 1. Introducción A lo largo de los años, se han intentado realizar estudios, unas veces más acertados que otros, que dieran luz al intrincado universo que ocupa la fraseología. Delimitar sus fronteras, clarificar los tipos que la integran, y dar definiciones precisas que carecieran de cualquier ambigüedad han sido objetivos que muchas veces no se han podido cumplir. Tal vez sea el reciente auge de esta disciplina lo que explique que su investigación, hasta hace muy pocos años, se encontrara en los albores; lo que ha dado lugar a una gran variedad terminológica, referida tanto al vocablo general (unidad fraseológica [la más frecuente, en la actualidad], expresión pluriverbal, unidad pluriverbal lexicalizada y habitualizada, unidad léxica pluriverbal, expresión fija o fraseologismo) que debe abarcar estos hechos lingüísticos como a las distintas denominaciones de cada uno de los fenómenos individuales. Incluso, esto ha trascendido a la considerable diversidad de clasificaciones desde diversos puntos de vista. Sin embargo, desde el principio ha existido un consenso para nombrar a la disciplina, constituida como tal en los años cuarenta por los lingüistas soviéticos, que engloba el estudio de estas combinaciones de palabras con el término fraseología. La primera clasificación de los fenómenos fraseológicos con aplicación a la lengua española hay que buscarla en el año cincuenta y fue llevada a cabo por Julio Casares (1950). Desde entonces, aunque lentamente, se ha ido despertando el interés hasta llegar a nuestros días, en los que existe una verdadera eclosión de estudios especializados en torno a estos hechos lingüísticos. En este sentido, hay que considerar las valiosas aportaciones de diversos trabajos como los de Coseriu (1977), Zuluaga (1980), Tristá Pérez (1988), Ettinger (1992), Corpas (1997) y Ruiz Gurillo (1997), entre otros. De todas las clasificaciones, la de Casares es de gran importancia para el estudio de las unidades pluriverbales, no solo por ser la primera que intenta poner orden en este ámbito de la lengua, sino porque ha servido, en alguna medida, de modelo para ulteriores estudios, como los de Zuluaga, o Tristá ya referidos, o para otros como los Humberto Hernández (1989), Hernando Cuadrado (1990), si bien hay que reseñar que el tratamiento de los refranes y las frases proverbiales carece de rigor, por cuanto se utilizan, en más de una ocasión, como cajón de sastre. Por otro lado, la de Coseriu, no demasiado exhaustiva, tiene cierta relevancia por su distinción entre «técnica del discurso» y «discurso repetido», que ha servido, igualmente, de hilo conductor en algunas investigaciones, o bien de obligada referencia. En cuanto a Ettinger, su clasificación es poco explícita, a pesar de que hay que reconocerle el gran - 2 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología acierto de incluir dentro del objeto de estudio de la fraseología las colocaciones. Sin duda alguna, la clasificación de Zuluaga, aunque por lo que respecta a las locuciones siga muy de cerca las consideraciones de Casares, tiene un gran valor, que se pone de manifiesto en la metodología utilizada para el análisis de las distintas unidades fraseológicas, si bien, pese a su espíritu abarcador, deja fuera las colocaciones, a las que, curiosamente y en otros términos, hace referencia en el apartado «Fijación fraseológica e implicación léxica» del tercer capítulo de su Introducción al estudio de las expresiones fijas. Este hecho se constata cuando dice que elementos como guiñar, entrecejo, ensortijado o ladrar, funcionan únicamente en una combinación, es decir, aparecerían como guiñar los ojos, fruncir (o arrugar) el entrecejo, cabello (o pelo) ensortijado, el perro ladra. Y puntualiza: “Su carácter único se explica por una regla (restricción) de semántica combinatoria; pues el análisis muestra que dichos elementos no solo son identificables y definibles autónomamente (fuera de la respectiva combinación) sino que también cuentan entre sus rasgos semánticos distintivos el de ‘se dice únicamente de x’ lo que explica el carácter único de la combinación; x representa el lexema implicado; p. ej., ojo(s) está implicado en la definición de guiñar; en otras palabras, guiñar se dice únicamente de ojo(s) [...]. En estos casos no hablamos de fijación fraseológica sino, más bien, de cohesión entre los componentes, o, mejor, solidaridad o implicación léxica” (Zuluaga, 1980: 103-104). Sobre los estudios llevados a cabo por la escuela cubana, representada por Carneado Moré y Tristá Pérez, hay que decir que también tienen en cuenta los postulados clasificatorios de Casares, aunque resultan de gran interés por el acercamiento a la estructura interna de las unidades pluriverbales, así como a su aspecto léxico- gramatical. No por ser el último estudio, sino por la rigurosidad en los planteamientos, y por ser el único que da cabida en el universo fraseológico a todas aquellas combinaciones de palabras que se presentan en el discurso con cierto grado de frecuencia o fijación a las que ubica, con un elevado grado de precisión, en el lugar que le corresponden de acuerdo a los etiquetados, marcados como premisa, hay que destacar, muy especialmente, la clasificación de Corpas Pastor, que sin duda alguna ha hecho a muchos replantear la cuestión y a otros les ha servido de pauta imprescindible para posteriores investigaciones. Afortunadamente, no nos encontramos en los inicios de los estudios fraseológicos y, por ello, muchos de los interrogantes que se habían planteado han sido hábilmente resueltos gracias a las aportaciones de los que se han dedicado, de forma continuada, a su investigación. Entre los muchos aspectos que se han tenido en cuenta para llevar a cabo una adecuada delimitación de lo que Coseriu (1981) denominó discurso repetido, - 3 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología opuesto a técnica del discurso (paralelismo similar que establece Lázaro Carreter (1980) entre lenguaje literal y lenguaje no literal o J. Sinclair (1991) entre the open choice principle y the idiom principle) caben destacar esencialmente la fijación y la idiomaticidad. Así mismo, un problema añadido a la conformación de los rasgos esenciales que individualizan estos fenómenos del lenguaje, era el de establecer una taxonomía exhaustiva en la que se diera nombre a cada una de las combinaciones léxicas que cumpliesen las características previamente establecidas. Sin duda alguna, parece bastanteclaro, hoy en día, que las tres esferas, siguiendo la terminología de Corpas Pastor (1996), que configuran el universo fraseológico son las colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. Esta consideración pone de manifiesto que se han salvado todos los obstáculos que existían en un principio y que, al parecer, dejaban fuera del ámbito fraseológico a las colocaciones, desde luego, no intencionadamente, pues ni tan siquiera se reparaba en la existencia de estas, o bien se infiltraban, sin más análisis, entre las locuciones. No obstante, no faltan referencias a este fenómeno en algunos investigadores anteriores como Saussure o Bally. La taxonomía establecida por Corpas Pastor toma como punto de partida la distinción tripartita entre norma, sistema y habla, según la cual las colocaciones serían combinaciones de unidades léxicas fijadas solo en la norma; las locuciones, unidades del sistema; y los enunciados fraseológicos, elementos establecidos en el habla, y que constituyen enunciados completos, mientras que los otros dos, poseen un estatus equivalente al sintagma. Este hecho implica que deben coaparecer con otros elementos para poder subsistir. Todos ellos estarían constituidos, además, por una serie de subtipos que se analizarán más adelante. A pesar de todo, no se puede obviar que las unidades fraseológicas son especialmente problemáticas en oposición a otros tipos de elementos léxicos, sobre todo, porque no se puede negar la existencia de un continuum entre las combinaciones libres y las combinaciones fijas de palabras. Es más, una combinación fija tiene su origen, desde un punto de vista diacrónico, en una combinación libre anterior. En este sentido, Ruiz Gurillo (1997: 52) ha referido la dificultad, aunque no insalvable, que existe para segmentar ese continuum que va desde la palabra a la secuencia libre, con estadios intermedios como las combinaciones fijas que tienen rango de unidades simples y peculiaridades de sintagmas o unidades superiores, por lo que habrá que operar siempre con extremada cautela. - 4 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología 2. Características de las unidades fraseológicas Con frecuencia, se suele señalar que una secuencia de palabras será considerada unidad fraseológica en la medida en que cumpla, al menos, dos condiciones esenciales: fijación e idiomaticidad. Sin embargo, se pueden aducir otros rasgos que están presentes en estas combinaciones léxicas, y que se irán enumerando a continuación. 2.1 Fijación La fijación referida a estas combinaciones de palabras ha de ser entendida en el sentido de algo ya hecho que el hablante almacena y tiende a reproducir sin descomponerlo en sus elementos constituyentes. Es decir, se trata de “la propiedad que tienen ciertas expresiones de ser reproducidas en el hablar como combinaciones previamente hechas —tal como las estructuras prefabricadas, en arquitectura” (Zuluaga,1975: 230). Zuluaga distingue diversos tipos de fijación, y señala que los más habituales en español son la inalterabilidad del orden de los componentes (de armas tomar / *de tomar armas, a ciencia cierta / *a cierta ciencia); la invariabilidad de alguna categoría gramatical, relacionada con el tiempo verbal, la persona, el número, el género (quien mucho abarca poco aprieta / *quien mucho abarca poco apretó, arrojar la toalla / *arrojar las toallas); la inmodificabilidad del inventario de los elementos integrantes, tanto por supresión como por adición (a ojo de buen cubero / *a ojo de cubero, dar una de cal y otra de arena / *dar una de cal por las mañanas y otra de arena por las tardes); y su insustituibilidad (de cabo a rabo / *de extremo a rabo, de rompe y rasga / *de destroza y rasga); así como la imposibilidad de transformación (duro de pelar / *duro de peladura, enajenación mental / *enajenación de la mentalidad). Otros lingüistas han recurrido para explicar la fijación a la defectividad sintáctica, entendida como el rechazo de determinadas operaciones lingüísticas que sí funcionan en el campo de las combinaciones libres de palabras y que, para algunos, se sustenta en el sentido global de sus componentes (es el caso de a pie juntillas, a la pata la llana, a ojos vista, etc.). Así mismo, se ha señalado que dicha fijación se puede medir teniendo en cuenta el grado de probabilidad con el que alguno de los componentes de una expresión puede predecir la presencia de los otros elementos. Es más la fijación de una secuencia de palabras será total si su elemento indicador no funciona fuera de la expresión, no obstante, no se puede dar una oposición extrema - 5 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología entre lo que es fijo y lo que no lo es, sino que existe una gradación que da sentido a la existencia de estadios intermedios. Pero, en definitiva, hay que tener en cuenta que las investigaciones estadísticas son las que pueden establecer límites fiables. 2.2 Lexicalización Por otra parte, se ha insistido en la estrecha relación entre la fijación y la especialización semántica o lexicalización, ocasionada esta por adición o por supresión de significado, una vez que se ha establecido una identificación entre una unidad pluriverbal y su valor semántico en un entorno determinado. A este respecto, señala Corpas Pastor (1996: 26) que una combinación de palabras se fija primero y después es cuando se convierte en una unidad potencial susceptible de modificar su significado. Por ello, la especialización semántica implica fijación, pero esta no presupone a la otra. Así pues, en una expresión como encontrar o hallar [uno] la horma de su zapato, se ha producido previamente una consolidación del uso de las palabras que la componen hasta constituirse un significado unitario que no puede ser analizado por la suma de sus elementos integrantes. De este modo, si consultamos el Diccionario académico (2001), vemos el proceso de especialización semántica que se ha producido: encontrar, o hallar, alguien la ~ de su zapato. 1. frs. coloqs. Encontrar lo que le acomoda o lo que desea. 2. frs. coloqs. Tropezar con alguien o con algo que se le resista o que se oponga a sus mañas o artificios. 2.3 Idiomaticidad La idiomaticidad ha sido entendida de dos maneras diferentes. Por un lado, responde, en el sentido etimológico, a lo que es propio y peculiar de una lengua y, por otro, se puede interpretar como el rasgo semántico característico de ciertas construcciones fijas, en las que su significado no puede ser deducido a partir de los elementos que la forman, y así es como debe entenderse en el ámbito fraseológico. Sentencia Zuluaga (1980: 123-124) que “la expresión idiomática es un signo complejo pero no, simultáneamente y desde el punto de vista funcional, un complejo de signos. Los componentes de ésta no se comportan en ella como signos lingüísticos, propiamente, sino, más bien, como componentes formales de un signo”. Por otro lado, la idiomaticidad de una unidad pluriverbal no está directamente relacionada con la cantidad de elementos idiomáticos que posea, pues si solo uno - 6 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología funciona idiomáticamente la unidad será idiomática. En este sentido, se considera que una palabra es idiomática cuando, por pertenecer a etapas sincrónicas previas a la actual de una lengua determinada, tiene valor únicamente dentro de la unidad fraseológica correspondiente, careciendo, por tanto, de vida léxica fuera de ella. Igualmente, se consideran idiomáticos los préstamos léxicos, así como las deformaciones fónicas, morfológicas, apócopes, pues en el seno de una expresión determinan su sentido idiomático (García-PageSánchez, 1990: 279-290). Reflejo de ello son expresiones como mondo y lirondo, a la chita callando, sin ton ni son, por fas o por nefás, etc. Pese a que la idiomaticidad se ha tratado habitualmente como uno de los rasgos más esenciales de las unidades fraseológicas, hay que tener presente que no todas ellas son idiomáticas, pues, más bien, «se trata de una característica potencial, no esencial, de este tipo de unidades» (Corpas Pastor, 1996: 27). 2.4 Otros rasgos: de la frecuencia de coaparición a la pluriverbalidad No cabe duda de que existen otras peculiaridades que tienen también una gran relevancia en la caracterización de las unidades fraseológicas. Tanto la frecuencia de coaparición como la frecuencia de uso son especialmente importantes, pues la recurrencia de algunas combinaciones es un factor determinante en la creación de unidades fraseológicas. Íntimamente relacionado con esto se encuentra la repetición, según la cual las unidades fraseológicas se convierten en elementos de uso general en una comunidad de hablantes determinada. Si bien, puntualiza Zuluaga (1980: 26), se debe hablar, más bien, de reproducción, pues las unidades fraseológicas son repetidas sin cambiar su forma, con el fin de poder distinguirla de las posibles repeticiones de un contenido sin ajustarse a una forma rígida. En este sentido, el diccionario, en la medida en que registra estas unidades, sirve de testimonio de dicha reproducción. También se ha hablado de la intraducibilidad de las unidades fraseológicas, pues su fijación puede estar en el origen de hechos históricos o situaciones concretas, lo que motiva que al hablante que aprende una lengua le resulte muy difícil comprender su sentido y, por tanto, memorizarlas y, mucho más, reproducirlas adecuadamente. Ello también viene condicionado por la opacidad de significado como consecuencia de la idiomaticidad, en la que el sentido de los elementos constituyentes se diluye en beneficio de lo que designa el conjunto. Con la fijación fraseológica contrasta la variación léxica, pues parece contrariar “una de las ‘leyes’ fundamentales que gobiernan el código de las expresiones fijas: la - 7 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología inmodificabilidad o inalterabilidad de las mismas” (García-Page, 1996: 477). Esto pone de manifiesto que la fijación en las unidades fraseológicas es relativa. Pues, a veces, las variantes son tan intensas que pueden hacen dudar de si se trata de una unidad pluriverbal o no. En este sentido, señala García-Page que existen estructuras locucionales que, perteneciendo a la sintaxis libre, presentan menos variantes, y lo ejemplifica con la secuencia quedarse en casa, donde observa que el núcleo verbal no puede ser conmutado por sustantivos de similares rasgos semánticos: *quedarse en oficina, *quedarse en colegio. Por esta razón, es el sentido idiomático o semiidiomático el que se convierte en índice del carácter fraseológico de una expresión pluriverbal. Con cierta asiduidad, se han considerado variantes fraseológicas aquellas modificaciones de una unidad pluriverbal que no violan su sentido y se insertan dentro de la norma. Por otro lado, Carneado Moré (1985: 270-271) ha señalado que estamos ante una variación fraseológica cuando se dan modificaciones que no alteran los rasgos esenciales de la unidad en cuestión, evitando que se pueda producir una identificación de la variante con una estructura diferente como si se tratase de otro fraseologismo. Y puntualiza que “en ningún caso la modificación de un giro fraseológico lo altera si se realiza en aquellos puntos de la estructura que no cumplen una función diferenciadora”. De acuerdo con estos criterios se observa que, entre otras, las variantes que se dan en las unidades fraseológicas son de tipo morfológico, es decir, cambios en su forma y no en su función; de tipo léxico, las más productivas por el amplio desarrollo en la lengua de las relaciones paradigmáticas; y las variantes por extensión, que se caracterizan por la adición u omisión de algunos de sus elementos. No obstante, ante las posibles confusiones entre los cambios que se pueden experimentar en las unidades fraseológicas, se ha distinguido entre variantes en sentido amplio, o pseudovariantes, y variantes en sentido estricto (Zuluaga, 1975: 237- 243 y 1980: 106-110). A las primeras corresponden las transformaciones que se manifiestan mediante un cambio de significado, tanto categorial como léxico, también denominadas modificaciones (tomar el pelo / tomadura de pelo, meter la pata / metedura de pata); igualmente, corresponden a las variantes en sentido amplio las llamadas series (de buena fe / de mala fe, al por mayor / al por menor); así como las unidades que, aunque compartan una equivalencia de significado, poseen estructuración y elementos totalmente diferentes (tomar las de Villadiego / poner pies en polvorosa, poner de vuelta y media [a alguien] / dejar [a alguien] a la altura de una zapatilla); tampoco hay que olvidar las variantes diatópicas, diafásicas o diastráticas, entre otras. - 8 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología En cuanto a las variantes en sentido estricto, su caracterización viene dada por presentarse dentro de una misma lengua funcional, sin cambios de significado, y con absoluta libertad e independencia de los contextos, por la sustitución parcial de alguno de sus componentes y por la fijación o restricción de los elementos potenciales disponibles en la operación de conmutabilidad. Este último rasgo corrobora que la existencia de variantes no implica un menor grado de fijación, pues las posibles sustituciones están también fijadas (por ejemplo, importar [algo] un bledo/ ~ un pito, dormir como un tronco / ~ como un lirón, de punta a punta / ~ cabo ~ rabo/ ~ pe ~ pa). Por otro lado, algunas modificaciones de las unidades fraseológicas no deben ser entendidas como variantes, sino como una manifestación de su grado de fijación, “así, cuanto mayor es su fijación, y por ende su institucionalización, más posibilidades hay de que sufran una modificación en el discurso, y de que tal modificación y su efecto sean reconocidos por los hablantes” (Corpas Pastor, 1996: 29). Y por último, otro rasgo que también concierne a las unidades tratadas es el concepto de pluriverbalidad, según el cual están constituidas por dos o más palabras, lo que justifica en gran medida que, en muchas ocasiones, se haya utilizado la designación de unidad pluriverbal para referir estos fenómenos lingüísticos. La delimitación de todos estos rasgos son los que precisamente han propiciado un correcto establecimiento de los parámetros que han permitido llevar a cabo una acertada clasificación de los distintos tipos de unidades fraseológicas. 3. Las colocaciones El término colocación, ha sido bastante tardío en España, pues fue usado, por primera vez, por Manuel Seco en el año 1978 (véase también Seco, 1987), especialmente para referirse a la definición que en los diccionarios debe imperar para los adjetivos. Partiendo de la distinción que establece, en la definición lexicográfica, entre primer enunciado y segundo enunciado, según se informe sobre el signo en sí mismo —aspecto en el que incluye lo que llama colocación—o sobre el contenido, respectivamente, señala que aquella no debe mezclarse con el segundo nivel de información, y que debe expresarse no de manera indirecta, sino directa y explícita, para lo que propone el siguiente sistema: “[...] indicar entre corchetes, en la definición de cualquier categoría de palabras (no solo de los adjetivos), todos aquellos elementos que son «contorno» necesario de la palabra definida, pero que no son componentes semánticos de ella; por ejemplo, enlos verbos, el complemento directo, el complemento indirecto, el sujeto; en los nombres, el complemento «de posesión», etc.” (Seco, 1987: 228) - 9 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología El término colocación queda, por tanto, absorbido por el de contorno. Unos años más tarde, lo encontramos tratado por S. Ettinger (1982: 251-254), aunque fue A. Downing (1982) la primera que, como asegura Corpas Pastor (1996: 62), presentó «de una forma coherente y precisa los fundamentos de la teoría colocacional de Firth en español, aplicándolos al estudio contrastivo inglés-español [...]». Por otro lado, para caracterizar este tipo de unidades hay que tener presente que el vocabulario se encuentra dividido en dos tipos fundamentales de palabras: las que presentan autonomía semántica, y que, por tanto, pueden ser definidas sin necesidad de insertarlas en un contexto habitual de uso lingüístico y, en segundo lugar, las que dependen semánticamente de otro vocablo, por lo que necesitan de un determinado contexto para efectuar su correcta definición. Son las que Hausmann (1998: 65) ha llamado, respectivamente, autosemánticas y sinsemánticas. Las sinsemánticas siempre estarán supeditadas a las autosemánticas, ya que lo habitual es que aquellas coaparezcan en presencia de estas últimas. Además, no es posible predecirlas, ya que, sin razón aparente, se convierten en elemento preferente con respecto a otras palabras que, desde un punto de vista lógico, también serían potencialmente factibles. Esto se puede observar en algunos de los ejemplos que proporciona Hausmann (1998: 65): dar un paso (no: *hacer), domar unos zapatos (no: *quebrar), un solterón empedernido (no: *arraigado), plantear un problema, zanjar dudas. En todas estas secuencias, se observa cómo las formas sinsemánticas adquieren un cierto valor figurado. Pues, bien la combinación de una palabra autosemántica —o base— con una sinsemántica determinada —o colocativo— será una colocación, la cual pertenece a la norma, entendida como lo que se ha convertido en un uso normal (Hausmann 1998: 66). Es decir, uno de los elementos de la combinación presenta autonomía semántica —la base— y es el que elige al otro —el colocativo—, en el que además selecciona una acepción especial, habitualmente de carácter abstracto o figurado, lo que implica una direccionalidad determinada (con frecuencia, la base es el sustantivo, salvo en las combinaciones de verbo más adverbio, que es el verbo, y de adjetivo más adverbio, que es el adjetivo). Estas consideraciones presuponen que las colocaciones son parcialmente composicionales, frente a las locuciones que son no composicionales y las combinaciones libres que, en su totalidad, son composicionales. No obstante, este rasgo no es general por completo, pues, aunque muchas no son semánticamente transparentes, algunas sí pueden serlo. Tal es el caso de abrir la ventana, que es más transparente que labrarse un futuro o amasar una fortuna. Así mismo, el hecho de que uno de los elementos necesite de la presencia de la base para completar su - 10 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología delimitación semántica, implica que la colocación sea una combinación orientada, en la que la relación que va de la base al colocativo es la dirección habitual. En este sentido se manifiesta Alonso Ramos (1994-1995: 17) al afirmar que las colocaciones presentan la singularidad de tener una direccionalidad, es decir, uno de los lexemas selecciona a otro, en concreto, la base y no el colorativo. Esto pone de manifiesto el referido carácter autónomo de la base, que no requerirá la presencia del colocativo para ser definida adecuadamente. Algunos ejemplos de los distintos tipos son los que siguen: registrarse un incendio, desatarse una polémica, asestar un golpe, poner en cuestión, interponer un recurso, ruido infernal, conducta intachable, paquete bomba, ronda de negociaciones, ciclo de conferencias, rechazar categóricamente, llorar amargamente, visiblemente afectado, altamente fiable, resultar ileso, salir indemne, etc. Por otro lado, también conviene tener en cuenta que se dan casos de colocaciones que, sin experimentar ninguna modificación estructural, pueden funcionar a la vez, según el contexto, como locuciones. De este modo, se obtendrán dos sentidos para una misma secuencia léxica. La locución adopta un significado figurado, que se podría interpretar como una metaforización de la colocación, la cual mantiene su sentido más o menos recto, por mucho que el colocativo experimente la señalada especialización semántica impuesta por su coocurrencia con la base. Esto sucede con combinaciones como meter un gol, que interpretada como locución tendría el sentido de ‘engañar solapadamente a alguien’, o tocar la lotería [a alguien], cuyo sentido locucional sería el de ‘suceder algo muy beneficioso’. Del mismo modo, otra forma de manifestarse estas unidades fraseológicas es la que corresponde a las llamadas colocaciones complejas. En este caso, se trata de la restricción que experimentan algunas locuciones con algunas unidades de carácter simple. Por ejemplo: dormir a pierna suelta, creer a pie(s) juntillas, entregarse en cuerpo y alma, etc. Igualmente, en la caracterización de las colocaciones léxicas, algunos han aludido a la distancia colocacional, es decir, al espacio que existe entre dos unidades de una misma colocación (base y colocativo). Existen diversas propuestas. Tal vez, una de las más acertadas es la que estima una distancia que oscila entre tres y cinco posiciones a la derecha o a la izquierda de la palabra clave (Corpas Pastor 1996: 78). Pues bien, aunque generalmente esto suele cumplirse, pueden darse casos en los que la distancia sea mayor, y no por ello deja de ser colocación. Véase el siguiente ejemplo que Koike (2001: 146) nos proporciona extraído del diario La Época de Santiago de Chile (11 de febrero de 1998, pág. 20): - 11 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología Mientras los rumores sobre las nuevas contrataciones de la Universidad de Chile corren de aquí para allá, los jugadores que ya firmaron siguen trabajando duro para comentar de buena forma la Copa Chile […]. De todos modos, el fenómeno colocacional puede ser aún más complicado o difícil de detectar en la medida en que también pueden concurrir dos colocaciones en una misma secuencia cuando tienen un elemento en común. En este caso, hablamos de colocación concatenada. La complejidad formal de estos elementos no va en detrimento de su frecuencia de uso, pues, indiscutiblemente, casi de forma imperceptible, las empleamos rentabilizando, al mismo tiempo, el ingente caudal de estructuras prefabricadas que nos proporciona agilidad en la construcción de la frase. Algunos ejemplos: 1) Recibió un fervoroso homenaje de sus admiradores (colocación 1: recibir un homenaje, colocación 2: fervoroso homenaje). 2) El ministro de justicia ejecuta las órdenes dadas por el juez (colocación 1: ejecutar las órdenes, colocación 2: dar órdenes). Por otro lado, muchas colocaciones recientes tienen que ver con ciertos lenguajes especializados, que, en muchas ocasiones, cobran una especial difusión gracias a los medios. Es el caso del mundo de la informática y de las autopistas de la información que ha generado numerosas colocaciones, y que, igualmente, pueden llenar de nuevos sentidos vocablos ya existentes en nuestra lengua. Pensemos, por ejemplo, en descomprimir un archivo / fichero (también la colocación antónima comprimir un archivo / fichero), almacenar datos, compactar una base (de datos), bajarse un programa / fichero / archivo, cargar un fichero / un programa, descargarun fichero / un programa, formatear un disco, etc. En todos estos casos, los verbos descomprimir, comprimir, almacenar, compactar, bajarse, cargar, descargar, han desarrollado en presencia de la base un sentido especializado. Así mismo esos nuevos sentidos que se generan en estas combinaciones de palabras da lugar a una relación de sinonimia entre otros colocativos posibles, pero con la salvedad de que fuera de la colocación no son intercambiables, es decir, se produce en estos casos una neutralización semántica. Esto es algo que suele suceder en aquellas colocaciones con una base sustantiva y un colocativo verbo o adjetivo, y de colocabilidad amplia y no estrecha o restringida. De este modo, los verbos dar, emitir, pegar, lanzar, soltar, no son sinónimos si los usamos desligados de la combinación habitualizada. No son intercambiables, por tanto, en expresiones como - 12 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología dar (un regalo), emitir (un sonido), pegar (un sello), lanzar (una piedra), soltar (los cabellos); sin embargo tienen el mismo sentido en dar, emitir, pegar, lanzar y soltar un grito (a pesar de que se puedan dar ciertas diferencias estilísticas o de registro). La neutralización semántica, como se ha señalado, también se puede observar en los adjetivos. Es lo que sucede, por ejemplo, en la colocación léxica hambre bárbara / espantosa / feroz / horrible / horrorosa / terrible o en esta otra belleza admirable / soberana / deslumbrante / incomparable / impresionante. Como ha señalado García-Page (2001: 156-157), todos ellos tienen un claro valor intensificador dentro de la colocación, en cambio usados de forma individual no significan lo mismo. Esa intensificación se suele presentar, igualmente, en aquellas colocaciones constituidas por un sustantivo abstracto que selecciona un adjetivo de sentido figurado: ira ciega, ignorancia supina, señora caída / problema / coche / casa, hambre canina, actividad febril, diferencia abismal, fuerza colosal, actuación estelar, hambre feroz, borrachera épica, aburrimiento soporífero, problema / asunto espinoso, etc. Incluso existen colocaciones que se constituyen en auténticas metáforas sinestésicas: fracaso estrepitoso, crisis aguda, triunfo retumbante, deseo ardiente, dolor punzante, interés vivo, elogio encendido, etc. Es un proceso que va del carácter figurado del adjetivo hasta convertirse en un mero intensificador. La intensificación se puede convertir, a veces, en una aminoración, por ejemplo, en sueldo miserable / ridículo, flaco servicio / favor, remota posibilidad, cantidad irrisoria, módico precio, apretada ventaja, ajustada victoria, comida frugal, sueño ligero, etc. Resulta conveniente saber, así mismo, que lo que contribuye a fijar unos sentidos especializados en las colocaciones tiene que ver, en la mayor parte de los casos, con lo que se ha llamado tipicidad de relación (Koike 2001: 36). Es decir, las colocaciones expresan una relación típica entre sus componentes, de tal manera que tocar la guitarra es una colocación y limpiar la guitarra y guardar la guitarra no, porque el sustantivo guitarra solo puede establecer relación típica como instrumento musical. Esta tipicidad es lo que separa la colocación de la combinación libre en la que el sentido de tocar sería ‘acercar la mano a un objeto para que entre en contacto con este’, sin especialización semántica, por tanto. Habría que puntualizar también que las colocaciones indican conceptos inconfundibles para los nativos de una comunidad lingüística. En este sentido, Írsula ha señalado el aspecto denotativo de la colocación, «cuya función es apoyar la percepción e imaginación de la realidad circundante. El conocimiento denotativo nos facilita dominar la relación entre el material léxico y el conocimiento real o hipotético sobre el mundo que nos rodea» (Írsula, 1994: 278, y Koike, 2001: 193-194). Veamos algunos casos de colocaciones léxicas que se pueden construir con un verbo de - 13 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología sentido general y uno restringido, según se trate de una situación más coloquial o de un registro más elevado. HACER película rodar pregunta formular crimen perpetrar falta cometer homenaje tributar instancia cumplimentar TENER cargo desempeñar síntomas presentar efecto surtir mando ostentar, ejercer peligro entrañar gravedad revestir HABER explosión producirse rumores correr, circular circunstancias concurrir (especiales) temporal azotar PONER película proyectar monumento levantar, erigir normas establecer DAR razones aducir opiniones verter paliza propinar confianza inspirar miedo infundir apoyo prestar información suministrar DECIR insultos proferir secreto revelar nombres mencionar En cuanto a la clasificación de las colocaciones una de las más recientes es la realizada por Corpas Pastor (1996). No obstante, se podrían establecer diferentes tipos teniendo en cuenta algunas consideraciones anteriores de otros autores. Valga como recopilación explícita de los distintos tipos lo que se expone en el siguiente cuadro: - 14 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología COLOCACIONES TIPOS ESTRUCTURAS CATEGORIALES Tipo 1 sustantivo (sujeto) + verbo: registrarse un incendio, desatarse una polémica Tipo 2 verbo + sustantivo (objeto) (tb. verbo + prep. + sustantivo): asestar un golpe, interponer un recurso, poner en cuestión, Tipo 3 sustantivo + adjetivo (tb. sustantivo + sustantivo): ruido infernal, conducta intachable, paquete bomba Tipo 4 sustantivo + preposición + sustantivo: ronda de negociaciones, ciclo de conferencias Tipo 5 verbo + adverbio: rechazar categóricamente, llorar amargamente Tipo 6 adverbio + adjetivo: visiblemente afectado, altamente fiable Sobre el tipo tercero y el sexto, conviene puntualizar que Corpas Pastor le asigna un orden inverso (1996: 71), pero la mayor parte de los ejemplos que se constatan presentan la estructura señalada, aunque no siempre. En general, hay que estimar como posible la coaparición de otros tipos no sistematizados (Castillo Carballo, 1998) que pueden afectar no solo a la combinación categorial, sino al orden secuencial. Por ejemplo, la combinación adverbio + adjetivo (o participio), unas veces, se ha fijado como adjetivo (o participio) + adverbio (propiamente dicho / * dicho propiamente, o cerrado herméticamente [aunque también herméticamente cerrado). Igualmente, a veces, se registra la estructura verbo + adjetivo (resultar ileso), que, por lo general, no está estimada en ninguna de las clasificaciones realizadas a lo largo de la investigación fraseológica. En este sentido, la razón de esta ausencia se puede deber a un proceso de transcategorización, es decir, un adjetivo ha pasado a funcionar como un adverbio; por lo tanto, sería equivalente a la estructura verbo + adverbio, y este sí es un patrón morfosintáctico que se ha tenido habitualmente en cuenta. Así mismo, en cuanto a esta amplia variabilidad de concurrencia de categorías léxicas, no hay que olvidar, como se refirió más arriba, que las unidades léxicas simples pueden coaparecer con una locución (por ejemplo, reírse a carcajadas o a mandíbula batiente verbo + locución adverbial), pese a que se pueda establecer una equivalencia funcional entre este tipo de colocaciones y las - 15 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología constituidas por dos vocablos (el ejemplo aducido, tiene un paralelismo con las colocaciones verbo + adverbio).4. Las locuciones Como se señaló al principio del capítulo, el otro grupo de unidades fraseológicas que se va a tratar es el constituido por las locuciones. Una de las caracterizaciones que ha sido asumida por la mayoría de los lingüistas ha sido la de Casares (1950: 170), de la que síntesis se pueden extraer tres rasgos fundamentales: combinación estable, función de elemento oracional y sentido unitario. Por otro lado, en los estudios fraseológicos, un tema de difícil consenso ha sido el de establecer unos límites firmes y claros entre las locuciones y los llamados compuestos sintagmáticos (que no tienen unión ortográfica). Un reflejo de esto se puede observar en las siguientes palabras de García-Page (1991: 234): Los límites entre unas y otros son, ciertamente, muy imprecisos. Zuluaga incluye entre las expresiones fijas grupos nominales como batalla campal o noche toledana, mientras que Bustos considera a esta última palabra compuesta. Clay incluye, en su repertorio de locuciones, compuestos del tipo trabalenguas o boquiabierto y sintagmas como soltarse el pelo o pelo rizado. En conjunto, muchos autores españoles han considerado las locuciones como un subtipo dentro de los compuestos, aunque nunca se ha desistido en la búsqueda de criterios firmes que marquen la línea divisoria entre ambos, especialmente en el terreno fraseológico. Frecuentemente, se han aducido criterios de tipo semántico, morfosintáctico, acentual y ortográfico para establecer unos límites exhaustivos, en la medida de lo posible, pero, como señala Corpas Pastor (1996: 92), no son suficientemente válidos, pues mientras algunos son compartidos por locuciones y compuestos, otros, en cambio, resultan bastante ambiguos. A pesar de esto, es el criterio ortográfico el que mayor precisión puede facilitar para establecer una clara delimitación entre unos y otros. Es lo que se desprende de esta afirmación: Por razones prácticas, y ante la falta de criterios adecuados que permitan deslindar claramente los compuestos sintagmáticos (sin unión ortográfica) de las locuciones, hemos decidido considerar compuestos a todas aquellas unidades léxicas formadas por la unión gráfica (y acentual) de dos o más bases; y locuciones, a aquellas unidades que, - 16 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología presentando un grado semejante de cohesión interna, no muestran unión ortográfica (Corpas Pastor, 1996:93). Por otro lado ha señalado García-Page (1991: 325) que, si parece difícil decidir que una secuencia de palabras sea una locución, un sintagma libre o un compuesto, este inconveniente desaparecerá en la medida en que dicha secuencia contenga una palabra idiomática, «es decir, cuando incluye un elemento lingüístico que, por razones diversas —históricas principalmente—, aparece única y exclusivamente dentro del marco de una locución y que, por tanto, funciona como índice inequívoco —signo ‘diacrítico’— de que la construcción pertenece a la sintaxis locucional y no a la sintaxis libre o ‘móvil’». En cuanto a las combinaciones libres de palabras, estas se alejan de las locuciones porque son producidas en cada acto de habla de acuerdo a las reglas de la gramática, mientras que las otras se reproducen como si fueran un todo indisoluble, por tanto, no se crean sino que se repiten (Zuluaga, 1980: 14-15). En lo esencial, la diferenciación entre ambos hechos lingüísticos estriba en la institucionalización, estabilidad sintáctico-semántica y en la función denominativa de las locuciones (Corpas Pastor, 1996: 89). Igualmente, Alonso Ramos (1994-1995: 25), hace referencia a los rasgos que caracterizan a las combinaciones libres de palabras, así como a los llamados frasemas, que vienen a coincidir con lo que en inglés se denomina idioms, y en la mayor parte de los estudios españoles con locuciones. Para esta autora una combinación libre será un sintagma constituido por al menos dos lexemas A y B, en el que tanto su significado como su significante coinciden con la suma regular de los elementos que lo forman. Sin embargo, una combinación de al menos dos lexemas A y B, en el que únicamente su significante es la suma regular de los elementos integrantes, mientras que su significado es distinto de la suma de los significados de los lexemas que constituyen la combinación, corresponderá a la definición de frasema. Para llevar a cabo una clasificación de las locuciones que se presentan en español, el criterio más productivo es el de la función que desempeñan en el seno de la estructura oracional, de acuerdo a su equivalencia con cada una de las partes de la oración, es decir, con las categoría léxicas, que responden a las nociones de sustantivo, adjetivo, verbo, etc. La adopción de este criterio dará lugar a locuciones nominales, adjetivas, verbales, adverbiales, prepositivas y conjuntivas, que harán las veces de sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones y conjunciones simples. - 17 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología Algunos estudiosos han preferido marcar dentro de esta tipología locucional dos bloques bien separados, distinguiendo entre aquellas que se refieren a unidades gramaticales y las que aluden a unidades léxicas. Dentro de estas últimas se enmarcarían las nominales, adjetivas, verbales y adverbiales, mientras que las otras, que se distinguen por relacionar elementos significantes, estarían constituidas por las prepositivas y las conjuntivas. En este grupo Zuluaga (1980: 146-147) incluye también las que él llama elativizadoras, es decir, aquellas cuyo papel es el de ponderar verbos, sustantivos, adjetivos o adverbios. No obstante, no resulta necesaria esta diferenciación, pues la mayor parte de ellas tienen cabida dentro de las locuciones adjetivas y, por tanto, de las que expresan un significado léxico. Bajo la denominación de locuciones nominales tendrán cabida todas aquellas que desempeñando las funciones inherentes al sustantivo hacen referencia a entidades pensadas en sí mismas. En este grupo hay que incluir, igualmente, aquellas que poseen valores pronominales como es el caso de cada quisque, ya que, como señaló Alarcos (1994: 71), sobre los pronombres: No puede aceptarse la idea de que sean siempre ‘sustitutos’ del nombre o sustantivo, aunque ciertamente desempeñan en el enunciado papeles semejantes. Los llamados pronombres personales tónicos constituyen en realidad una subclase de los sustantivos, puesto que coinciden con estos en su función, y, al menos parcialmente, entrañan unos mismos tipos de accidentes o morfemas (el número y el género). Los llamamos, pues, sustantivos personales. Por otra parte, en la unidad oracional cumplen las funciones propias de los sustantivos, y, en consecuencia, de los sintagmas nominales donde aquellos ocupan el lugar reservado para el núcleo sintagmático; tales funciones son, esencialmente, las de sujeto explícito o las de objeto directo, además de las de término preposicional, en el caso de los objetos indirectos, objetos preposicionales (suplementos), o de los complementos de sustantivos mediante un proceso de traslación. También dentro de las locuciones nominales habría que incluir las locuciones infinitivas como advirtió Casares (1950: 175-176), que se caracterizan por no adquirir nunca forma personal, y cuyo funcionamiento es semejante al de las formas infinitivas simples, aunque al contrario de estas no suelen tomar el artículo para fortalecer su carácter sustantivo. Del mismo modo, se deben considerar locuciones nominales las proposiciones sustantivadas del tipo el mismo que viste y calza, así como las nominalizaciones de locuciones verbales (tomadura de pelo), pese a que Zuluaga - 18 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COMM.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología (1980: 153) que las cita entre las nominales, piense que deben ser tratadas como variantes de la verbales. Por último, pese a que algunos autores hayan considerado a los nombres propios compuestos como locuciones nominales, argumentando, entre otras razones, el hecho de presentar equivalencia en cuanto al significado categorial de sustantivo, o en cuanto a la fijación de sus elementos, e incluso al mayor grado de cohesión entre sus componentes, señala Zuluaga que lo único tienen en común es su función designativa, pues su fijación no es fraseólogica, ni su peculiaridad semántica es la idiomaticidad. No obstante, aquellas que posean un nombre propio del tipo el huevo de Colón, sí se pueden catalogar como locuciones nominales (Corpas Pastor, 1996: 95), ya que el hecho de contenerlo no le impide hacer referencia a una entidad sustantiva que, de ningún modo, se contrapone a la que pueda expresar cualquier otra locución que ocupe el lugar de un sustantivo en la oración. Las locuciones adjetivas (conviene saber que Casares [1950: 199] las llamó adjetivales y Zuluaga [1980: 155], adnominales) funcionan en la oración de igual manera que los adjetivos. En este sentido, les corresponden los valores de predicación y atribución, que se manifiestan mediante la adyacencia al sustantivo o de forma aislada con los verbos copulativos. Aunque, por lo general, están constituidas por sintagmas cuyo núcleo es un adjetivo, a veces, un participio, existen locuciones adjetivas cuya estructura formal se corresponde con secuencias comparativas construidas con el adverbio como entre un adjetivo y un sustantivo (blanco como la pared) o mediante la formación comparativa de superioridad más...que (más blanco que la pared, más rojo que un tomate, más papista que el Papa). Por otro lado, la función de complemento del sustantivo representada por la categoría sintagmática de sintagma preposicional también tiene un valor equivalente a la atribución o la predicación. De este modo, existen locuciones adjetivas cuya estructura interna está constituida por una preposición más su término. Las locuciones verbales, que poseen una estructura similar a la del sintagma verbal, se caracterizan, al igual que los verbos, por expresar procesos o estados y por la flexión gramatical de persona, tiempo y número. Su estructura interna fluctúa desde patrones sintácticos bastantes simples hasta construcciones muy complejas, a veces con fijación negativa: dos verbos coordinados, verbo y pronombre enclítico, verbo y partícula preposicional, verbo más cualquier tipo de complemento solo o combinado con otro —directo, indirecto, suplemento, circunstancial, atributo, en el caso de los verbos copulativos—, o incluso verbo más complementos con fijación del sujeto. - 19 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología Algunos estudiosos consideran esta última estructura como un tipo independiente, recurriendo al concepto de cláusula o proposición, en la medida en que están formadas por sujeto y predicado. Sin embargo, se podrían seguir incluyendo dentro de las verbales pues tanto unas como otras necesitan en el discurso de un sujeto para constituir una oración gramatical, la única diferencia es que en las que se han llamado clausales o proposicionales viene predeterminado por el conjunto de los elementos que la constituyen, mientras que en el resto dicho sujeto no es previsible. Así mismo, otra razón para no establecer diferencias se sustenta en el hecho de que se pueden conmutar por verbos simples o por sintagmas verbales más complejos equivalentes a los tipos referidos: caerse [a alguien] el alma a los pies es conmutable por ‘desanimarse’ y revolverse [a alguien] las tripas por ‘sentir gran repugnancia.’. Por otro lado el hecho de que existan locuciones verbales que, en el seno de una oración, constituyan por sí mismas, y sin necesidad de ninguna otra complementación, el predicado de aquella (agarrarse a un clavo ardiendo), o que necesiten de la actualización de un actante o del llamado contorno lexicográfico (por ejemplo, meter [a alguien] en cintura), justifica más aún su inclusión en este grupo. Las locuciones adverbiales, a semejanza de los adverbios, pueden funcionar como adyacentes circunstanciales de verbos, o de toda una oración, al igual que las proposiciones de carácter adverbial y también expresar circunstancias de tiempo, modo, cantidad, etc. Asimismo, dentro de un grupo unitario nominal pueden funcionar como adyacente de un adjetivo o de otro adverbio. Abundan, especialmente, las que están constituidas por sintagmas preposicionales, aunque también se presentan locuciones formadas por sintagmas cuyo núcleo es un adverbio y por sintagmas nominales y adjetivales, que son conmutables por elementos adverbiales. Del mismo modo, se pueden incluir en las adverbiales aquellas construcciones con el adverbio como que constituyen verdaderas proposiciones adverbiales de carácter modal, aunque también algunos (Corpas Pastor, 1996: 110) las ubica entre sus locuciones clausales. Son unidades del tipo como Pedro por su casa, como quien oye llover, etc. Por otro lado, cabe puntualizar que no siempre está tan clara la distinción entre locuciones adjetivas y locuciones adverbiales, puesto que, a veces, de modo indistinto, cumplen funciones de adyacentes de sustantivos o de verbos. Sobre este asunto, puntualiza Zuluaga (1980: 159) que “partiendo del presupuesto de que el adverbio propiamente dicho tiene la forma de, o equivale a, un sintagma preposicional, clasificamos las locuciones que presenten los dos tipos de funcionamiento, como - 20 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología adverbiales”. No obstante, sería aconsejable en estos casos establecer un nuevo tipo locucional, es decir, las adjetivo-adverbiales. Y, por último, tenemos las locuciones prepositivas y las locuciones conjuntivas. Las primeras funcionan como núcleo de sintagmas prepositivos y sirven de transpositores de sustantivos a sintagmas adverbiales. Por lo general, están formadas por un sustantivo o adverbio a los que le siguen una preposición, aunque en el caso del sustantivo, también puede llevar otra precediéndolo. Sobre estos dos tipos señala Alarcos (1994: 215) que las que contienen un adverbio este es capaz de funcionar por sí solo (encima de la mesa / lo puso encima), por el contrario las otras requieren siempre la presencia de un adyacente especificador (a causa de una tontería / *Se enfadaron a causa. Las locuciones conjuntivas, equivalentes a las conjunciones simples, sirven para incluir oraciones dentro de un mismo enunciado, es decir, funcionan de enlaces oracionales. Hay que distinguir entre coordinantes y subordinantes. Las primeras se limitan a establecer una conexión entre oraciones, sin afectar a su estructura, es decir, no intervienen en la relación interna de cada una de las oraciones. Entre ellas se encuentran las distributivas del tipo ora...ora, ya...ya, adversativas (antes bien). Las segundas, por el contrario, funcionan como transpositores que degradan a una unidad para desempeñar funciones distintas de las propias de su categoría. Los valores que pueden expresar se reparten entre temporales, modales, causales, finales, consecutivos, condicionales, etc. (tan pronto como, según y como, a fin de que, aún cuando). Igualmente, tienen cabida dentro de las conjuntivas aquellas que, con la estructura de sintagmas preposicionales, sirven para relacionar párrafos, oraciones, o segmentos de estas (al fin y al cabo, sin embargo). En todos los tipos locucionales enumerados hay que advertir que se pueden dar unidades pluriverbales que presenten variantes léxicas,es decir, pueden infringir una de las leyes en las construcciones fraseológicas, la inmodificabilidad de sus elementos, si bien las formas alternativas suelen estar también fijadas, por lo que se podría afirmar que constituyen paradigmas cerrados. Sirva el siguiente cuadro de recopilación de los distintos tipos de locuciones, con algunos ejemplos más: - 21 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología TIPOS DE LOCUCIONES Nominales: golpe bajo, mosquita muerta, cortina de humo, tabla de salvación, coser y cantar, el mismo que viste y calza. Adjetivales: listo de manos, sano y salvo, blanco como la pared, más suave que la seda, que no se lo salta un gitano, de pelo en pecho, de alucine. Verbales: cargársela, dar de sí, tomar por, ser la monda, meter en cintura, oler a cuerno quemado, costar un ojo de la cara, no tener vuelta de hoja, no llegarle a alguien la camisa al cuerpo, írsele a alguien el santo al cielo. Adverbiales: a todas luces, en vilo, de par en par, más y más, patas arriba, largo y tendido, como quien oye llover, a grito pelado, para más inri, por un tubo. Adjetivo-adverbiales: a medida en hacer algo a medida o en camisas a medida. Otras con doble función pueden ser por ciento, a las claras, al contado, en cruz, en cuclillas, bajo cuerda, como Dios manda, en directo, a discreción, por etapas, por goleada, a granel, en jarras, a machamartillo, a mansalva, a palo seco, en porreta, a punto de caramelo, a quemarropa, de rebote, de rechupete, a sangre y fuego, en serie, con la soga al cuello, de suyo, de trapillo, a trasmano. Todas estas se presentan se pueden presentar en el discurso bien como adyacentes de sustantivos o como adyacentes verbales. Prepositivas: delante de, gracias a, con objeto de, a causa de, con arreglo a, con vistas a, en torno a. Conjuntivas: ora...ora, antes bien, siempre que, aun cuando, dado que, así que, con vistas a, según y como, así...como, tan pronto como. 5. Los enunciados fraseológicos Los enunciados fraseológicos se caracterizan por ser secuencias autónomas que constituyen actos de habla, lo que implica que suelen se formular con entonación independiente. En realidad, se trata de unidades mínimas de comunicación (Corpas, 1996: 133-134; Zuluaga, 1980: 192 y Hernando Cuadrado, 1990: 541). Dentro de - 22 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología estas unidades se pueden incluir, por un lado, las paremias, que tienen significado referencial y autonomía textual; y, por otro, las fórmulas rutinarias, cuyo significado es social, expresivo o discursivo y se emplean en determinadas situaciones comunicativas. No obstante, hay que tener presente que la diferenciación entre ambos tipos de enunciados no siempre es tan nítida. 5.1. Paremias Por lo que concierne a las paremias (así llamadas porque esta designación se considera un “sinónimo de refrán e hiperónimo de los subtipos de esta categoría, y porque […] ha sido empleada en filología española como término abarcador o bien en sinonimia con otras denominaciones” [Corpas Pastor, 1996: 135]) se pueden distinguir a su vez distintos tipos atendiendo a las consideraciones de Arnaud (1991), que propuso cinco criterios que en la medida en que se vayan cumpliendo dará lugar a un caso u otro. Esos criterios son los que siguen: 1. Lexicalización. 2. Autonomía sintáctica. 3. Autonomía textual. 4. Valor de verdad general. 5. Carácter anónimo. De acuerdo con todo lo dicho anteriormente, resulta evidente que lo que separa los enunciados fraseológicos de los otros tipos de unidades tratados es el hecho de que estos últimos cumplen solo los dos primeros criterios (lexicalización y autonomía sintáctica). A partir del tercero, hay que hablar de enunciados. No obstante, la ausencia de autonomía textual sirve para tratar separadamente las llamadas fórmulas rutinarias de las paremias. En definitiva, aquellas unidades en las que se verifican los tres primeros criterios son los enunciados de valor específico, en las que se le suma el cuarto, citas; y en las que se dan los cinco, refranes. 5.1.1. Enunciados de valor específico Son aquellas paremias que no tienen valor de verdad general, es decir, no son una verdad en sí mismas. Se podría decir que se emplean en determinadas situaciones para referir un sentido que no es expresable mediante una unidad léxica simple, pero no transmiten ninguna enseñanza válida para todo el mundo. Algunos - 23 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología ejemplos pueden ser los siguientes: Si te he visto no me acuerdo, ahí le duele, el que no corre vuela, éramos pocos y parió la abuela, etc. 5.1.2. Citas Estas unidades se caracterizan por tener valor de verdad general, pero no son anónimas. Tienen un origen conocido y una procedencia variada, porque se han extraído de textos escritos o hablados, pertenecientes bien a un personaje real o ficticio de cualquier época. Son citas casos como los que siguen: Ande yo caliente y ríase la gente (Góngora), Poderoso caballero es don Dinero (Quevedo), Mi reino por un caballo (Shakespeare, Richard III), El que esté libre de pecado que tire la primera piedra (Nuevo Testamento), La religión es el opio del pueblo (Marx), Pienso, luego existo (Descartes). Indiscutiblemente, una unidad de estas características no es fácil de catalogar, ya que para identificar su origen es necesario un elevado grado de erudición. 5.1.3. Refranes Cuando se cumplen todos los criterios referidos se dan los refranes, ya que son elementos que poseen un origen desconocido, aunque, a veces, esto puede no estar tan claro. Esto está condicionado por nivel cultural de los hablantes, que puede reconocer su origen, y del grado de generalización que haya experimentado una determinada unidad. Véanse algunos ejemplos: La ocasión hace al ladrón, A falta de pan buenas son tortas, El que no llora, no mama, A Dios rogando y con el mazo dando, etc. Sin lugar a dudas, en todos estos casos se observa el carácter independiente de la frase, anónimo y popular. Así mismo, expresan bien una enseñanza, bien un consejo moral o práctico para todos. 5.2. Fórmulas rutinarias Se trata de unidades fraseológicas con carácter de enunciado, cuya característica principal es la ausencia de autonomía textual, pues su aparición está condicionada, en mayor o menor medida, por situaciones comunicativas precisas, que implican, con cierta frecuencia, intercambios conversacionales, aunque también es posible que se encuentren en textos escritos, bien por reflejarlos o porque algunos tipos de fórmulas estén restringidas a estos entornos. - 24 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología Por otro lado, se podría puntualizar que son enunciados prefabricados, que están listos para ser utilizados en determinados contextos, y que facilitan a los hablantes los medios lingüísticos necesarios para poder interactuar con un desenvolvimiento óptimo. Veamos algunos ejemplos atendiendo a diferentes situaciones discursivas: Fórmulas de apertura y cierre: El comienzo de un encuentro se lleva a cabo mediante algún tipo de enunciado fático: ¿Qué tal?, ¿Qué hay?, ¿Cómo estás? En los locales comerciales: ¿Desea alguna cosa?, ¿Puedo ayudarle en algo?, ¿Qué va a tomar?, ¿Qué va a ser? Para terminar una conversación de forma satisfactoria se usan expresiones como Hasta la vista, Hasta luego. Algunas no son de despedida: Que te mejores, Cuídate mucho, Gracias por todo, Ha sido un placer, Y en paz. Fórmulas de transición: Estructura los intercambios conversacionales, es decir, permite a los interlocutorestomar la palabra, mantener el turno u orientar el cambio de éste: A eso voy / iba, Para que te enteres, No sé que te diga, Vamos a ver, ¿Qué te digo yo?, Dicho sea de paso, A otra cosa mariposa, Vaya por Dios, Toma ya, ¿Me sigues?, ¿Me oyes? Fórmulas expresivas: Expresan la actitud del hablante y sus sentimientos: Con perdón, Lo siento, A ver, Ya lo creo, ¡A mí me lo vas a decir!, ¡Sobre mi cadáver!, Y un jamón, ¡Qué… ni qué puñetas!, ¡Qué… ni qué narices / niño muerto / ocho cuartos!, Tararí que te vi, ¡Bueno está lo bueno!, ¡Hasta ahí podríamos llegar!, Muchas gracias, Que Dios te lo pague, Feliz Navidad, Muchas felicidades, Suerte y al toro, Que aproveche, Buen provecho, ¡A mí plin!, ¡Allá tú!, ¡Con su pan se lo coma! Fórmulas comisivas: Expresan un compromiso del hablante a hacer algo en el futuro para alguien o a alguien: Te doy mi palabra, ¡Palabra de honor!, Cruz y raya (se compromete a sí - 25 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología mismo no volver a hacer algo nunca más), Ya me las pagarás, Nos veremos las caras, ¡Te vas a acordar! Fórmulas directivas El objetivo de estas fórmulas es que el receptor haga algo: ¿Te ha comido la lengua el gato?, ¡Al grano!, ¿En qué quedamos?, ¡Corta el rollo!, Con su permiso, ¿Me permite?, ¿Qué mosca te ha picado?, No te pongas así, No es para tanto. Fórmulas asertivas Para transmitir información que el hablante declara verdadera (no implican al emisor o receptor en un hecho pasado o futuro): Ni que decir tiene, Palabra que sí, Palabra que no, Como lo oyes, Las cosas como son, Por mis muertos, Por mis siete hijos pelones Fórmulas rituales: Para saludar o despedirse (con o sin prosecución de diálogo): Buenos días, Hasta luego, A seguir bien, ¿Qué es de tu vida?, Le saluda atentamente. - 26 – © 2006, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM M.ª Auxiliadora Castillo Carballo - Las colocaciones y la fraseología BIBLIOGRAFÍA Alonso Ramos, M. (1994-1995): «Hacia una definición del concepto de colocación: de J. R. Firth a I. A. Mel’ čuk», Revista de Lexicografía, I, 9-28. Arnaud, P. J. L. 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