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U3-Aguilar Villanueva

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/LiC\'0-UniceTs:Jad de Sau Andres 
juzn Carlos 1orr~ 
b.c'lituto Di Te/la 
[J¡¡f,: ·et·sidttd de Stnz A;¡c/rt:S 
Revista Argentina 
de Ciencia Política 
nº 2 diciembre de 1998 
Sumario 
Editorial 
Artículos 
,1arca del cliserio del Estczcio una perspecth·a 
princi¡wl-agmte 
AOAM PRZEWORSKI 
El futuro ele! Estado-nación 
Lu1s F. AGUILAR VILLANUEVA 
Pasado y presente de las re/ac;rmes argentines cm¡ 
los hegemones occidmtales 
CARLOS Escuot: 
Representatividady partidos polfticos. Los probíemas 
actuales 
7 
11 
41 
67 
MANUEL ANTONIO GARRETON 9 Í 
La crisis de represmtalividad de fa UCR 
MARCELO ACUÑA 99 
Sobre "gobierno unificado!diz:idido 'en América Latina 
N. GUILLERMo MouNELU 129 
Los silmcios de la pofiarquia 
SEBASTIÁN MAZZUCA Í 59 
Azm; suerte y tozudez 
GIOVANNI SARTORI 193 
Entrevista a Luis Aguilizr Villmweva f 15 de abril ele 1998) 
PERLA ARONSON 203 
Comentario de libros 
Osvaldo Guariglia 
La ética en Arislóteíes o la mowi de la virtud 
FRANCISCO 8ERTELLONI 
Hannah Arendt 
¿Qué es la pollffca? 
INE:s M. PousADELA 
Martín Heidegger 
Un ji'lósofo mtre el sonido y la jímá 
DIEGo RossELLO 
223 
229 
El futuro del Estado-nación 
Luis F. Aguilar Villanueva 
~tación 
Es siempre muy difícil hablar de futuros sociales. Las preferencias e iniciativas de la libertad 
humana, a pesar de los condicionamientos de la estructura económica y los acotamientos del orden 
social, introducen variaciones e interrupciones en la marcha de los hechos, que alteran su dirección, 
tiempos y velocidad. Pero resulta más difícil perfilar futuros cuando se habla de las grandes asocia-
ciones humanas, que surgen y se mantienen cohesionadas por toda una trama multiforme de rela-
ciones de intercambio, comunicación, cooperación, competencia, poder, relaciones que siguen cada 
una diversas reglas de interacción, se desarrollan de manera interdependiente, y en las que partici-
pan múltiples actores con diversas actitudes. Y éste es el caso de hablar nada menos y nada más que 
del futuro del Estado-nación. 
l. Memorándum sobre el Estado-nación 
Para abrimos camino, formularé, a manera de memorándum intelectual y político, algunas 
proposiciones sabidas sobre el Estado-nación, su configuración, afirmación histórica y los quebran-
tes que ha padecido recientemente, aun antes de enfrentar el desafío de la globalización económica. 
l. El Estado-nación es un producto histórico, una creación humana, condicionada por ciertas 
circunstancias de la vida asociada y-en respuesta a ellas. Es una especie del género "asociación 
política", es decir, una de las formas que ha tomado la convivencia social, cuando para poder inte-
grarse, estabilizarse, mantenerse y sobrevivir ha debido organizarse mediante normas de vigencia 
general y el establecimiento de poderes generales. Específicamente, el Estado-nación es la forma que 
tomó la asociación política, a partir del siglo XVI. Su característica original -enunciada por Max 
Weber- es "el monopolio exitoso de la coacción legítima en un territorio", monopolio que se ejerce 
mediante un conjunto especializado de personas -funcionarios militares y civiles- y que se ejerce. 
además, en conformidad a determinadas normas de vigencia general, pactadas u otorgadas. En 
suma, el Estado-nación es una forma de asociación política, en que el mando y la coacción universal 
en un territorio preciso tiende a ejercerse conforme a normas y mediante funcionarios subordinados y 
iiñif#iii#j nª 2, diciembre de 1998. 41 ~te 
profesionalizados. Se trata así de una ··dominación legal-burocrática·· efecliva dentro del área de un 
territorio preciso. 
2. El Estado-nación emerge porque se afirmó como un recurso colecth·o para resolver los 
problemas y conflictos de época, por ejemplo guerras de religión, invasiones del exterior, enfrenta-
mientos regionales. inJusticias de seiioríos locales, costos excesivos para los libres mercados nacien-
tes debido a la multiplicidad de poderes territoriales. Pero, en mucho, el afianzamiento y prestigio 
del Estado-nación es de naturaleza ética, pues plasma y garantiza en sus normas de organización y 
funcionamiento las aspiraciones y creencias valorativas de la sociedad de su época: el humanismo, 
la exigencia de libertades individuales -no servidumbre ni esclavismos ni "minoría de razón"-, la 
seguridad, una visión secular de la vida pública, la idea de ciudadanía, la participación universal o 
popular en política (democracia), la justicia social, el desarrollo. Hay bases éticas que dan solidez y 
aprecio al surgimiento del Estado, al definir los derechos públicos y privados con independencia de la 
norma y autoridad religiosa, al reconocer y garantizar, primero, los derechos humanos y civiles ("ga-
rantías individuales"), y luego los derechos políticos y sociales de sus ciudadanos, además de hacerse 
cargo de la afirmación de la soberanía (la autonomía colectiva), de la integración cultural, del desa-
rrollo y la seguridad social o de la lucha contra la pobreza y la discriminación en una nación. 
3. En líneas generales, dos tipos de procesos históricos han dado origen y forma al Estado-
nación, y han suscitado dos líneas de interpretación y de valoración de la función y alcance de la 
acción estatal. En el primer proceso, dicho de manera muy reductiva, la sociedad es regulatoriamente 
tan fuerte como o más fuerte que el Estado; en el segundo proceso, el Estado es más fuerte que su 
sociedad, la cual se ubica siempre al borde del conflicto y la descomposición. 
La tradición angloamericana, a la manera de lo afirmado por Tocqueville en su libro La de-
mocracia en América, parte de la experiencia y pone el énfasis en la capacidad de auto-organiza-
ción, comunicación, entendimiento, solidaridad, articulación y orden de la sociedad misma. En esta 
situación de sociedad civil cohesionada y fuerte, el reclamo por un poder colectivo y una normatividad 
general es residual y puntual: sólo para aquellas circunstancias que superan la capacidad de 
autoequilibrio y auto-ordenamiento de la sociedad. El poder público, con su conjunto de autorida-
des y órganos, aparece y se instituye para situaciones anormales de infracción delictiva o de amena-
za colectiva. El Estado es una organización más, al lado de las otras, importantísima, necesaria, 
complementaria, pero no totalizadora, ni vertebradora, ni suficiente. Por eso se le suele llamar 
govermnent; se encarga de la conducción de los asuntos públicos, su intervención está regulada y 
acotada, y opera como una fuerza para restaurar el orden. Hay confianza en las funciones que cum-
plen las instituciones sociales y entre éstas hay que contar las instituciones políticas, que tienen que 
ver con el ejercicio del poder colectivo. Pero la sociedad es algo más que poder, más que política. La 
política o el gobierno es un recurso, no el recurso. El Estado ayuda, es necesario, pero la clave del 
orden está en la sociedad misma en la autorregulación moral de sus relaciones personales y en Jos 
42 
,.---El futuro de! Estado-nación 
equilibrios que resultan de sus relaciones económicas. En este tejido social de cooperación e ínter-
cambio gran parte de las necesidades y aspiraciones personales o grupales quedan solventadas de 
manera aceptable o satisfactoria. 
En contraste, la tradición a la que no sólo pertenece México parte de la experiencia de una 
sociedad heterogénea, incomunicada, frecuentemente enfrentada, incapaz de resolver sus conflic-
tos, desahogar sus necesidades y poner orden. En esta situación de sociedad débil, conflictiva. y al 
borde de la desintegración, la necesidad de Estado y del Estado como el factor clave de orden. articu-
lación y pacificación de la sociedad es fundamental e insustituible. El Estado hace a la sociedad. la 
estructura, la ordena, integra y cohesiona. No es una institución, aliado de otras, con un perímetro 
y un tiempo delimitado de acción para emergencias. Es, al contrario, condición sine qua non de la 
vida institucional, de la vigencia de las instituciones sociales. Porque hay confianza en las institu-
ciones políticas, hay también confianza en que funcionen las instituciones de la sociedad civil. La 
incivilidad social siempre al acecho requiere del Estado para poder pacificarse y templarse. En estas 
circunstancias, política y Estado son el recurso colectivo por excelencia. Ante esta experiencia, resul-
ta pertinente la perspectiva teórica que afirma que la sociedad civil puede realizarse como tal sólo 
por y en el Estado como lo son también otras muchas teorizaciones que, debido a la conflictualidad 
inherente a la vida asociada, convierten al Estado en el armazón estructurador de la sociedad. La 
sociedad es civilizada, porque es una sociedad estatal, pur origen y textura. 
Estos dos procesos históricos y esquemas intelectuales de formación del Estado determinan lógi-
camente la apreciación que se tiene de su fundamentalidad, importancia y ámbito de acción. En la 
primera tradición, el Estado es un factor adicional de regulación y cohesión social, con un área limita-
da de intervención. En la segunda tradición, es el eje y requisito de la regulación y cohesión social. En 
la primera tradición, el Estado existe para gobernar y rehacer el orden de una sociedad, mientras en la 
segunda, más a fondo, el Estado existe para que la sociedad pueda "estar", mantenerse unida. 
4. No fue un proceso ni pacífico ni simétrico lograr el enlace entre Estado y nación, particular-
mente en el sentido propio y estricto de una correspondencia entre mando territorial y cultural-
social, entre el dominio de específicas "fronteras territoriales (naturales)" y la existencia de perso-
nas, familias y vecindarios que se entienden a sí mismos como miembros pertenecientes a una mis-
ma comunidad, con creencias, normas y costumbres propias y hasta únicas. 
En el proceso de articular Estado y nación, algunos pusieron el énfasis en el Estado de Dere-
cho, centrado en la idea de los "derechos del hombre"; por tanto, dentro del perímetro del territorio 
que habitaba y en el que convivía una comunidad cultural preestablecida, el mando estatal se ejer-
cía conforme a normas racionales que garantizaban la libertad moral, económica y política de una 
sociedad, y que además "ilustraban" y perfeccionaban en sentido humanista las creencias, normas 
y costumbres de la tradición cultural establecida. Francia es ejemplar en colocar lo nacional dentro 
de la significación y valor de los derechos del hombre -civiles y políticos- sin más. Otros, en sentido 
inverso, pusieron el énfasis en la Kultur-Nation, en el profundo sentido de identidad y pertenencia 
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! 
Revista Argenrina ,Je ~~fenc.'a P91illca 
de un pueblo por compartir tierra, lengua, normas y costumbres, en el ensalzamiento de una comu-
nidad de vida preexistente al Estado, y en función de la cual -de su preservación, afirmación v 
despliegue- se levanta el Estado, se acepta su establecimiento, y se definen sus objetivos. La Alema-
nia unificada del siglo XIX fue ejemplar en asentar el Estado en el suelo de la cultura nacional y en 
funcionalizar la acción estatal a su afirmación. 
El debate entre Ilustración y Romanticismo político, Iusnaturalismo e Historicismo, así como 
el fragor de las guerras napoleónicas y los levantamientos nacionalistas contra el viejo régimen, 
muestran bien las diversas maneras de establecer y entender el enlace entre Estado de Derecho y 
cultura nacional, un enlace que ha sido siempre muy problemático y conflictivo, en tanto la norma 
jurídica sacudía y desacreditaba las costumbres (mores) y los comportamientos habituales de los 
pueblos. Pero también, por las varias dificultades sangrientas que conllevó el trazar la línea que va 
a separar a las diversas naciones o el trazar la línea sutilísima que va a decidir qué es realmente una 
nación, una cultura nacional, y qué sólo una característica regional, una variante cultural de la 
cultura nacional mayor: las naciones existentes -Gales, Quebec, País Vasco- dentro de naciones 
más generales. El poder territorial más que la cultura misma fue entonces el factor que decidió la 
nacionalidad de un Estado, o la pertenencia de una nación a un Estado-nación. El poder estatal 
definió y construyó también, frecuentemente, la comunidad cultural sobre la que se yergue, a la que 
gobierna y cuya soberanía y grandeza defiende y promueve mundialmente. 
En esta matriz intelectual y política nacen también los Estados latinoamericanos, con sus 
·'revoluciones de independencia" y pese a la gran artificialidad e invención de las diversas nacio-
nalidades. Por ejemplo, recordar ei problema de nuestro origen: ¿qué signifi<:ación cultural pudo 
haber tenido, a principio del siglo XIX, la calldad de "ser mexicano", cuando otras identidades 
sociales -como la étnica, la racial, la estamental, la religiosa o la regional- tenían mayor signi-
ficación, normatividad y capacidad de integración social? ¿qué significación-y beneficio vital pudo 
haber tenido ser "ciudadano" -realidad en formación- del Estado -otra realidad inédita- lla-
mado México? No es casual, entonces, que en nuestros territorios o países latinoamericanos haya 
sido el poder estatal el que de muchas maneras y a lo largo de mucho tiempo creó la nación, el 
sentido de identidad y la conciencia-voluntad de pertenencia. Esto sirvió al Estado para una legi-
timación más profunda y para un poderío territorial mayor. 
5. La belicosidad suele acompañar al Estado-nación desde su nacimiento, debido a que lleva a la 
escala política la oposición o diferencia que intrínsecamente conlleva la idea de identidad nacionaL El 
Estado-nación se afianza y prestigia ante todo por su capacidad militar para defender la soberanía 
territorial frente a agresores extranjeros o para expandirla colonialmente a costa de sus vecinos. Hay 
belicosidad en sus raíces. Las múltiples guerras entre naciones, que en este siglo alcanzan escala mun-
dial, atestiguan la función que desempeñó el Estado-nación, y ofrecen una de las razones por las cuales 
aumentó su legitimidad y acrisoló su dignidad y majestad frente a sus ciudadanos. Obviamente los ho-
rrores de las guerras exhiben también las contrahechuras y perversiones de los nacionalismos exaltados. 
r---. 
El íuturo del Estado-nación 
6. El Estado-nación occidental de la segunda posguerra llega al clímax de su autoridad políti-
ca y superioridad moral, por varias razones. A su fuerza y organización se atribuye la derrota de los 
adversarios totalitarios extranjeros, la contención del comunismo, e! trabajo de restauración de las 
libertades civiles y políticas después de la opresión fascista. Sin embargo, también y sobre todo, el 
prestigio del Estado-nación y su respetabilidad se debe a razones sociales: su manejo de la crisis 
económica de los años treinta, la reconstrucción de la economía nacional después de la guerra, la 
asistencia a los desprotegidos, las funciones de compensación y seguridad social. Son las funciones 
de asistencia, desarrollo, compensación,seguridad y justicia social que el Estado-nación va a des-
empeñar a lo largo de este siglo, a favor de una numerosa población, los motivos más convincentes 
para su aceptación, consenso y aun entusiasmo. La acción estatal mostraba solidaridad y tenía cui-
dado de los grupos sociales más débiles, discriminados, explotados y con pobres oportunidades en la 
vida. Era un "Estado ético" y no sólo jurídico, y al cumplir su función social, potenciaba la integra-
ción, identificación y cohesión social. 
La autoridad y el prestigio de los Estados-nación en los países subdesarrollados va a resultar 
mayor porque el Estado se constituye en el motor del desarrollo económico de sociedades atrasadas, 
de bajo capital, industrial, humano y físico, con situaciones de pobreza indignas y de diferencias 
sociales insoportables, incapaces por sí mismas de salir adelante, producir bienestar y proveer segu-
ridad. El impulso estatal a la industrialización, la urbanización, la.creación de infraestructura, la 
regulación agraria, la educación y la salud, la movi·lidad social, a través de múltiples políticas e 
instituciones, va a ser determinante para la idea-positiva y valoración entusiasta del Estado y para la 
consolidación de la unidad nacional, que zozobra y se desintegra por los problemas de la pobreza, la 
-desigualdad y la marginación, cuando quedan desatendidos sistemáticamente o irresueltos por gec 
neraciones. 
7. Esta forma del Estado, comúnmente llamado Estado Welfare, Asistencial o Benefactor, y 
más solemnemente Estado de Derecho Social, comenzó a entrar, irremediablemente, en decaimiento 
y crisis a mitad de los años setenta, como lo indica el famoso reporte de la Comisión Trilateral, 
titulado La crisis de la democracia de 1975. La crisis que lo golpeaba era profunda y múltiple: 
fiscal, administrativa, política y cultural. El descenso de la capacidad social del Estado-nación se 
debió a sus déficits fiscales inmanejables, finanzas públicas desequilibradas, y a un aparato buro-
crático tan oneroso como ineficiente. La crisis se inició con graves problemas de gestión de la de-
manda social, relacionados con el agotamiento de los recursos públicos y con el ineficiente desem-
peño administrativo, y culminó, políticamente, en un deterioro del apoyo, el aprecio y la confianza 
ciudadana. 
La primera señal de desencanto, desapego y desafección social respecto del Estado-nación se 
hizo presente en numerosos sectores de la población en ocasión del desfallecimiento del Estado so-
cial. Después de años de estatismo entusiasta, ya a mediados de los años setenta, irrumpió toda una 
corriente intelectual y política que señaló críticamente las ineficiencias, inconclusiones, distorsiones e 
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mmilidJ.des de! hipertrofiJ.do y sobreinterventor EstJ.do sociJ.l, repleto de impuestos. regulJ.ciones, 
programJ.s. orgJ.nizJ.ciones. empresas y empleados públicos. El Estado-nación, socialmente orientJ.-
do y compasivo, se convirtió en el objeto principal de la crítica, fue cuestionada su capacidad de 
conducción, regulación y promoción de la economía nacional, y en él se ubicaron las causas de los 
males. conflictos y necesidades sociales. En lugar del recurso colectivo del Estado, se invocaron en-
tonces. con diversos acentos, razones e ilusiones, el recurso colectivo del mercado y el recurso colec-
tivo de la cooperación, mutualidad y solidaridad social. Otros factores de conducción, incentivación. 
equilibrio y progreso entraron en juego y se confió dogmática o pragmáticamente en sus capacidJ.-
des. Los mercados y las redes de auto-organización y autoayuda social podían lograr cosas que el 
gobierno no lograba y cuyos esfuerzos el Estado debía subsidiariamente apoyar. En la sociedad hJ.-
bría más factores de estabilización y dinamismo que sólo o principalmente el Estado. Apareció el 
llamado consenso neoliberal, tan enojoso y frustrante para aquellos que creen que el Estado-nación 
es el factor fundamental, determinante o único de la integración y bienestar de la sociedad. 
Lo que quisiera subrayar es que, a partir de los años setenta y generalizadamente durante los 
años ochenta, el Estado-nación enfrenta dramáticamente desde adentro de sí mismo su primer cues-
tionamiento de fondo. el primer señalamiento de sus límites, su primera reforma estructural, su 
primer arrinconamiento y debilitamiento. La crisis fue más notoria en aquellos países donde el Esta-
do fue el animador de la modernización social y del desarrollo económico; el Estado de estos países, 
frente al oleaje de varios problemas y conflictos sociales -en el clímax de la guerra fría-, involucionó 
hacia autoritarismos -militares o civiles-, agudizó sus proclividades patrimonialistas hasta postrar la 
hacienda pública o envileció su sistema de justicia. En nuestros países, mucho del desapego y desen-
canto de numerosos connacionales para con sus Estados-nación se debió a las experiencias brutales de 
atropello criminal a sus derechos humanos y civiles más elementales y a los insoporta,bles espectáculos 
de la corrupción pública que como cáncer se difundía por todo el cuerpo del gobierno. 
U. Los retos al Estado-nación 
La crisis del Estado-nación por los límites fiscales, administrativos y políticos de sus institucio-
nes sociales es endógena. Sacude la seguridad de los ciudadanos en el Estado-nación, porque el 
decaimiento de la función pública y social impacta las condiciones, seguridades y esperanzas de 
vida de muchos sectores sociales y provoca en ellos una sensación de desolación y desamparo, de 
marginación, que social y políticamente se va a manifestar en actitudes francas o disimuladas de 
desafección, desincorporación y desidentificación con el Estado-nación, particularmente cuando 
sus demandas y movilizaciones han sido por años desatendidas o frustradas. Pero son exógenos los 
principales factores que afectan recientemente el poderío del Estado-nación y que van a rebasar su 
j capacidad de crear integración, estabilización y prosperidad a través de sus autoridades, leyes y po-I liti<~. lk todO> modo;, ho ,;do l"'ombi"''"" tre t~ pre;iooe; pro~"'""' del fceote ""'"' y 1 ~ 
L_ 
L 
Elluiuro del Estado-nación 
presiones del frente interno la que ha ido exhibiendo los límites y vulnerabilidades del Estado-na-
ción. Han aparecido así escritos especializados o ensayísticos que conjeturan sobre su decadencia y 
desaparición, y anuncian otra especie de "asociación política", otra forma de "Estado posnacional"". 
más adecuada a las tendencias y alteraciones del entorno mundial y a las de su mundo interior: el 
fin del "Estado-nación" y su transformación en "Estado-región". 
No se requiere ser un dogmático de la interpretación materialista de la historia para reconocer 
que hay determinadas condiciones de producción e intercambio que constituyen la base material de 
la existencia del Estado -de sus recursos y referencias funcionales-, provocan los principales con-
flictos de la convivencia social, y para cuya contención, regulación y orden nace y actúa el Estado. 
En múcho, el Estado-nación respondió a las necesidades operativas del predominante y estable ca-
rácter territorial de la producción e intercambio, la agraria y la industrial; más aún, el afianzamien-
to del Estado-nación se debe en mucho a que sus instituciones y acciones se constituyeron en la gran 
respuesta al sismo social de la revolución industrial y sus ciclos económicos, en la gran estrategia 
que la sociedad del tiempo ideó y se dio para poder gobernar las enormes fuerzas que la Revolución 
Industrial había desatado, la cual obligaba a nuevos comportamientos y provocaba también nume· 
rosos conflictos sociales y sufrimientos personales por el colapso de la sociedad comunitaria tradi-
cional, la obsolescencia de sus varios modos de producción, la irrupción del indtvidualismo y la 
agudización de la competencia por la vida. 
Al fin de siglo, en contraste, los procesos productivos, financieros y de comercio han cambiado 
precisamente sus medios, procesosy relaciones y han originado un cambio de época cuyos efectos 
van más allá de la economía. Extraordinarias innovaciones tecnológicas de organización, produc-
ción, transporte, cálculo y telecomunicaciones han favorecido que se desarrolle un modelo 
transnacionalizado de la economía, susceptible de ubicuidad y simultaneidad, cuyas dos máximas 
expresiones son la desterritorialización de la producción y la autonomización del capital financiero. 
Esta nueva realidad, llamada globalización, consiste esencialmente en el hecho de que las 
economías del mundo se enlazan, complementan y se vuelven interdependientes a través de una red 
de relaciones de mercado múltiples y constantes. Esta red transnacional de interconexión e inter-
cambios de bienes, servicios y capitales, tendida y sostenida por mercados competitivos, que carecen 
de una cabeza conductora detenninante, ha resultado además provechoso y ha sido apoyada por 
aquellas empresas locales nacionales que advertían ser poco rentables, debido al elevado "costo 
país", es decir, al excesivo peso fiscal, regulatorio, judicial y de obligación social que imponía el 
Estado-nación al que pertenecían -si se quiere, a los elevados "costos de transacción" existentes-. 
En suma, el capitalismo.establecido a escala nacional territorial-aunque se reprodujera y ampliara 
vía comercio exterior o también, como antes decía, vía explotación imperialista- ahora opera a 
escala mundial a través de empresas y regiones transnacionales, en razón de sus nuevas fuerzas 
productivas y sus nuevos medios de producción. Y más allá del componente técnico, la rápida difu-
sión de la economía "globalizada" se explica también por la desintegración del bloque socialista y 
la desaparición de la alternativa económica que el socialismo representaba, por lo que hoy el único 
47 
" 
1 
L 
RIJV!Sra Argentina de Cienc;a Pali1ica 
sistema económico mundial acreditado y en operación es e! libre mercado, que despliega, expedita y 
universaliza sus relaciones y pr:ícticas por todos los continentes, ya sin la amenaza militar, ideológi-
ca y social que representaba el conjunto de los países socialistas. 1 Es un cambio de época. 
Naturalmente, la mundialización o globalizaci.ón económica ha provocado que la idea de país 
o nación haya perdido de golpe su significado económico y haya trastocado el papel tradicional que 
el Estado-nación desempeñaba en la promoción y conducción del desenvolvimiento económico na-
cionaL en la regulación de las relaciones entre capital y trabajo y entre los diversos sectores produc-
tivos, así como en la promoción y regulación de los intercambios con las economías externas. 
Derivados de la globalización, cinco son los cambios sobresalientes de fin de siglo que inciden 
en la estructura y funcionamiento del Estado-nación: 1) el dinamismo de las corporaciones mun-
diales; 2) la formación de regiones económicas; 3) el resurgimiento de los regionalismos y las 
mtcroidentidades colectivas; 4) la posibilidad de los conflictos entre civilizaciones; y 5) el desarrollo 
de fuerzas sociales dotadas de mayor autonomía respecto del Estado. 
l. El dinamismo de las corporaciones mundiales 
El actor económico más importante en esta nueva era son las grandes corporaciones 
transnacionales, que a escala mundial y local tienden a ser los actores claves en lugar del Estado-
nación. En efecto, las empresas transnacionales han concentrado y consolidado un enorme poderío 
financiero, industrial, comercial, científico y tecnológico sin precedente. Estas empresas se han con-
vertido en los sectores dinámicos y de punta del desarrollo económico, tecnológico y humano del 
mundo. La riqueza económica, en su crecimiento y distribución, depende principalmente de las 
decisiones y acciones de estas empresas financieras y productoras que operan directamente en todo 
el mundo y que condicionan o catalizan a su alrededor la actividad de las demás empresas. 
La ubicuidad territorial de sus redes de negocios y la magnitud de sus recursos les ha permiti-
do influir en la definición de las políticas básicas de las instituciones internacionales monetarias y 
financieras, en las estrategias globales de desarrollo y en las políticas económicas de los gobiernos 
nacionales. La escasez de recursos, que amenaza a las sociedades en desarrollo, las cuales se 
1 Fnncis Fukuyama llamó "Fin de la historia" a esta situación después del colapso del socialismo. Con ello quería decir 
que mundialmente o en el espacio de las grandes naciones habían concluido las confrontaciones entre ideologías-utopías 
rivaies sobre la existencia humana y habían triunfado definitivamente los valores de la democracia liberal. En el próximo 
tiern[lO. los problemas que contrapuntearían a naciones y organizaciones serían sólo los relativos a la competencia por ia 
rHrección de los mercados de capitales. bienes y servicios. ya sin el dramatismo de doctrinas de vida y de sociedad en 
conflicto. Su posición original apareció en "The end of history?", en The National Interesf, N' 16, verano de 1989. pp. 3-
18. Más recientemente ha matizado su posición: "El significado esencial del fin de la historia no es que haya cesado la 
turbulencia o que el mundo se haya vuelto completamente uniforme, sino más bien que no hay alternativas institucionales 
slstemáticas y serias a la democracia liberal y al capitalismo con base en el mercado, para los países más avanzados del 
mundo". en "Social capital and the global economy", en Foreign Affairs, Vol. 74. N' 5, sept.-oct. 1995. 
48 
El futuro del Estaffc-nación 
caracterizan por su muy bajo ahOím interno e insuficiente recaudación fiscal, motiva_además a los 
gobiernos nacionales a atraer con incentivos y faciiidades a las empresas transnacionales, a fin de 
reanimar con sus préstamos e inversiones el crecimiento y la prosperidad de sus países: de esta ma-
nera, los Estados-nación termiuan de incorporarse, de gana o por fuerza, al rumbo y ritmo mundial 
que ellas marcan, reforzando la tendencia globalizadora. Los ingentes recursos de las corporacio-
nes, combinados con la velocidad de sus transacciones, tienen la capacidad de reactivar temporal-
mente o más o menos duraderamente la economía nacional de un país, a la vez que vulnerarla o 
desplomarla. La posibilidad tecnológica de hacer negocios en todo el mundo, a través de redes direc-
tas o subsidiarias, convierte a las economías nacionales en sitios y tiempos de transacción de las 
corporaciones, los cuales van a ser apreciados y aprovechados según las oportunidades de rentabili-
dad que ofrezcan a sus inversiones. Sobran los ejemplos de estos ciclos de auge y crisis, ocasionados 
por la cantidad, dirección y velocidad de la valoración de los capitales mundiales (México es un caso 
y, muy recientemente, algunos países del sudeste asiático). 
La internacionalización económica reduce además, seriamente, el margen de maniobra inde-
pendiente del Estado-nación, cuyos principales instrumentos económicos de regulación y expansión 
-política monetaria, fiscal, c:omercial, salarial, soda!- no fueron diseñados para ejecutarse en la 
lógica económica convencional, pierde su referente y destinatario concreto (empresa, sindicato, ra-
mas industriales, consumo, precios, importaciones, contratos ... ) y encara procesos (financieros, 
monetarios, comerciales, de propiedad intelectual...) de tan alta complejidad o velocidad, que sólo 
en parte y provisionalmente puede controlar o cuyo control resulta demasiado costoso en términos 
económicos y políticos. 
La empresa nacional tradicional, centralizada, localizada y visible, ha dado paso a la empresa 
ramificada y descentralizada en su organización, que desarrolla sus procesos básicos en diversos 
territorios políticos, siguiendo rigurosamente la lógica de la maximización de beneficios y 
minimización de costos. Esta boltow corporation1 puede acaso mantener establemente su cuartel 
estratégico en algún país, pero sus operaciones claves y su espacio de acción no privilegian ni se 
circunscribena un solo país o Estado-nación. Sin base territorial y organizadas en múltiples y com--
plejas redes multinacionales estas grandes corporaciones, poderosas pero inasibles, no enteramente 
localizables, pueden escapar a los controles tradicionales -fiscales, laborales, judiciales, ambienta-
les, de seguridad social- establecidos por el Estado-nación, y esto vale hasta para aquellas corpora-
ciones cuyo origen o su matriz se ubica en un Estado-nación. La ruptura de la relación directa 
entre propiedad económica y nacionalidad deja al Estado-nación bastante desarmado frente a 
2. Por "corporaciones huecas" se entienden aquellas empresas que ya no producen directamente sus bienes y servicios 
sino que contratan su producción total o parcial con otras firmas, reservándose las funciones claves de alta dirección 
(finanzas, planeación estratégica, investigación y desarrollo, diseño, marketing ... ). La corporación hueca puede tener 
un lugar fijo para sus operaciones de dirección estratégica, pero distribuye multinacionalmente sus procesos productivos 
y comerciales según las ventajas de diverso tipo que le ofrezcan las naciones singulares. 
49 
un:~ dinámica socioeconómica, inédita, de cara a la cual suele comportarse tradicionalmente, con 
Í'lStrumentos convencionales que resultan inadecuados y que, empero. los gobiernos tienen que 
seguir utili::mdo, debido a la presión de fuerzas políticas opositoras que, apoyadas por las empresas 
v las masas afectadas por los nuevos procesos económicos, se movilizan y exigen amenazadoramente 
la aplicación gubemamental de los viejos instrumentos protectores y compensatorios. Y les invocan 
i' reclaman más como exorcismo contra la angustia del nuevo mal que como una fórmula efectiva 
para superar los males que provocan los procesos globalizadores y que dañan casi irreversiblemente 
a aquellas organizaciones, poblaciones y personas, inadaptables al nuevo proceso, porque son eco-
nórmcamente atrasadas o incompetentes. 
La globaiización, en la que se mueven y que promueven las corporaciones multinacionales, 
ha también provocado una competencia entre los Estados-nación para obtener el máximo beneficio 
posible del sistema económico internacional en desarrollo. Estos Estados ofrecen a las empresas 
multinacionales su espacio geográfico, infraestructura y capital humano, a la vez que introducen 
reformas en sus instituciones políticas y económicas, tratando de presentar las mejores condiciones 
para su rentabilidad y reanimar por esta vía el crecimiento de sus países. En esta lucha entre Estados 
nacionales tiende a triunfar aquel que ofrece a las redes de negocios las mayores facilidades y flexi-
bilidades -fiscales, laborales, salariales, ambientales- para el aprovechamiento de sus factores y 
ofrece adicronalmente mayor estabilidad en el entorno social o político. Estas medidas no sólo coar-
tan la acción del Estado. sino que, suelen provocar en ciertas circunstancias que la autoridad estatal 
se debilite frente a sus ciudadanos. En efecto, en sus primeros tramos, las políticas de adaptación y 
transformación económica generan colapsos y quiebras, desigualdades y exclusiones al interior de 
sus sociedades. que pueden acaso considerarse pasajeras en un tiempo razonable, pero que en el 
presente ocasionan sufrimientos, conflictos y anomias sociales de diverso tipo y magnitud por causa 
del desempleo a que arrojan a muchas poblaciones, oficios, edades o, más grave aún, por la percep-
ción de inutilidad y descarte que muchos ciudadanos comienzan a tener de sus propias vidas frente 
al cambio de época. 
2. El proceso de regionalización 
El proceso de globalización ha ido encontrando ciertos mecanismos de afirmación e impulso, 
de regulación y equilibrio, a través de la regionalización. El nuevo mapa de la economía mundial 
muestra ya tres grandes regiones o bloques económicos -América del Norte, Europa Occidental y 
Asia Oriental- que se han configurado como los catalizadores de zonas económicas naturales y los 
polos de la dinámica competitiva globalizadora. Sus economías de escala regional-a través de mer-
cados comunes, zonas de libre cambio y alianzas estratégicas financieras y productivas-les ofrecen 
mayores oportunidades y ventajas defensivas y ofensivas en el flujo de capitales, insumas y productos 
que se despliegan por los continentes. Asimismo están en proceso de formación o de consolidación 
otras regiones económicas de previsible importancia mundial, como por ejemplo el Nlercosur. 
El futuro del Estado-nación 
Las regiones económicas establecidas buscan atraer estratégicamente hacia sí a los países ale-
daños, con e! efecto de extender sus áreas de libre mercado y acelerar a su vez el proceso de interde-
pendencia y entrelazamiento de las economías nacionales a través de mercados. Por otro lado, los 
gobiernos y las elites económicas nacionales de los países que todavía no se han integrado a las 
asociaciones regionales perciben que marginarse de la nueva dinámica mundial significaría conde-
narse a penurias y atrasos y a debilitar su viabilidad como países razonablemente independientes. 
Motivos semejantes, que se van a explicar y vivir de diversa manera según las circunstancias y tradi-
ciones de cada país, impulsan a los países comparativamente más rezagados a sumarse al 
reagrupamiento multinacional, por lo que terminan por consolidar y acelerar el proceso de globali-
zación mercantil.J 
La regionalización afecta lógicamente la autonomía soberana de los Estados-nación y perfila 
realmente lo que empieza a llamarse soberanía compartida -con otros Estados nacionales-, la 
cual a primera vista puede ser entendida y enjuiciada como pérdida y limitación de la soberanía 
nacional, pero posteriormente puede ser tal vez entendida y apreciada como la necesaria estrategia 
dialéctica -negar la actual realidad para conservarla y superarla- que el Estado-nación ha de em-
prender para mantener los márgenes de maniobra suficiente a fin de poder E:iefender y promover los 
intereses nacional, a la vez que asegurar la dignidad, bienestar y viabifidad de su sociedad. 
La autonomía de los Estados-nación es acotada, en el sentido de que sus leyes y políticas no 
pueden ser ya totalmente independientes, disímiles o contrarias a las de la-región -económica y/o 
política- a la que se pertenece. El esquema de organización regional plurinacional, cuya experien-
cia institucional más avanzada es la Unión Europea, exige armonización de legislaciones y obliga a 
simetría de po!i.ticas -económicas, sociales, ambientales-. El ejemplo más avanzado de esta armo-
nización son las políticas fiscales y monetarias que hoy exige la realización-de la Unión Monetaria 
Europea -el establecimiento, valor y circulación del "Euro"- en 1999, decisión que despierta 
reactivamente inconformidades y polémicas en los sectores sociales de las varias naciones asociadas, 
pero cuya importancia estratégica y provecho frente al contexto globalizador es incuestionable. 
Los promotores de los esquemas regionales plurinacionales, ligados o no a los propósitos de 
las empresas transnacionales, consideran que cada vez más el Estado-nación se convierte en insufi-
ciente o disfuncional para la organización de las actividades humanas y para conducir el flujo de la 
economía, cuya lógica de acción rompe las fronteras nacionales, así como para atender los nuevos 
problemas públicos que no pueden ser ya correctamente planteados y menos resueltos desde la pers-
pectiva y acción de un solo Estado nacional por sí mismo. 
3. Un ejemplo son los intentos y las discusiones para extender la Unión Europea a los países excomunistas de Europa 
Central y del este. La Cumbre de Amsterdam de la Unión Europea, 16-18 julio de 1997, deliberó sobre su enlargemenl, 
una vez que se haya alcanzado la unión monetaria, siendo la República Checa, Hungría y Polonia los primeros candidatos 
con mayores posibilidades de integración. 
51 
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' 
Revista Argentina de C1encia P7/itica 
Asimismo. entre estos problemas transnacionales.que reclaman un abordaje integral 
supranacionaL se encuentrar los flujos migratorios, el cuid;;.do del ambiente. el narcotráfico y 
narcoconsumo. el terrorismo. el tráfico de armas, las nuevas pandemias, el crimen organizado Y 
más allá de los problemas y males sociales, desde hace tiempo y por encima de bs fronteras 
políticas de los Estados-nación circulan sistemáticamente información, capitales, tecnologías, 
productos, ideas. conocimiento experto, bienes y servicios, recursos humanos que generan víncu-
los multiformes entre personas y comunidades de diversas nacionalidades. Estos intercambios y 
vínculos comunicativos se han vuelto funcionales y claves para sus vidas, de tal modo que las 
regulaciones proteccionistas o limitantes que suelen introducir defensivamente los Estados-na-
ción terminan por cerrar injustamente oportunidades y opciones a sus ciudadanos e incrementar 
los costos de su bienestar y desarroHo. Esta situación resulta más injustificable y disfuncional en 
aquellas regiones donde la interacción ecónomica y cultural transfronteriza sucede de manera 
naturaL 
La nueva realidad de zonas económicas naturales de intercambio transnacional, fronterizas o 
no, demanda nuevas formas de relación entre los Estados-nación y también entre las diferentes 
instancias de gobierno al interior de las naciones para poder aprovechar sus venta¡ as y potencialida-
des. Sin embargo, los nuevos esquemas representan un desafío para el Estado-nación que tiene que 
proceder a establecer nuevas ramas de relaciones intergubernamentales en su interior y a conceder 
mayor autonomía decisional y operativa a los gobiernos locales, sin que la integración y autoridad 
nacional se pierda. Un botón de muestra son las redes interactivas de diverso tipo y alcance que 
existen ya entre ciudades y regiones de diversos Estados-nación y que se plasman en industrias 
maquiladoras, intercambios científicos y culturales, turismo, cooperativas y, sobre todo, en gobier-
nos locales de diversos países que se asocian y coordinan en gran parte de sus decisiones económi-
cas, ambientales y de servicios públicos. 
Estas dinámicas transfronterizas, recientes o que cuentan ya con una larga historia, lleva a 
que en el concepto teórico o en la convivencia práctica se comience a hablar del tránsito del 
Estado-nación al Estado-región como la nueva forma de Estado y el recurso colectivo más apro-
piado para enfrentar y encauzar con éxito el proceso epoca! de la globalización económica, infor-
mativa y culturaL 
52 
"En el mapa económico global, los límites que ahora importan son los que 
definen lo que puede ser denominado como 'Estados-región'. Las fronteras 
del Estado-región no son resultado de una imposición política. Han sido 
trazadas por la mano hábil pero invisible del mercado global de bienes y 
servicios. Sus fronteras siguen, no preceden, los flujos reales de la actividad 
humana y no crean nada nuevo sino refrendan los patrones de comporta-
miento existentes de un sinfín de decisiones individuales. Los Estados-re-
gión son zonas económicas naturales. En el actual mundo sin fronteras, 
~ 
' 
El futuro del Estado-nac;ón 
estas zonas económicas naturales poseen de alguna manera la combina-
ción clave de los elementos necesarios para participar exitosamente en la 
economia global."• 
Las características básicas de los nacientes Estados-región son: están más vinculados con la 
economía global que con el mercado interno de su Estado-nación; pueden ser territorialmente pe-
queños pero están dotados de los requisitos fundamentales -infraestructura, capital humano, plan-
ta industrial, centros de investigación- para participar con éxito relativo a escala global; pueden 
también ser extensos territorialmente y constituir entonces un mercado atractivo para los flujos de 
mercancías, insumas y capitales; para su conformación no son relevantes las distinciones raciales, 
étnicas o religiosas si es que existe una economía de servicios suficiente. En suma, no es determi-
nante "una economía de escala ... sino una economía eficiente de escala en infraestructura, consu-
mo y servicios profesionales". 5 
Por esta misma dirección caminan las reflexiones de Ugo Pipitone, investigador del Centro de 
Investigación y Docencia Económica (CIDE): 
"La modernidad tuvo un protagonista inicial en forma de ciudad. Siguió, 
produciendo un sujeto a la altura de sus nuevas ambiciones, el Estado na-
cional. Y hoy, en estos años a caballo de siglos y milenios ... parecería estar 
recorriendo las etapas iniciales de un nuevo ciclo en el cual el sujeto deter-
minante podría ser la región plurinacionat. Una institucionalidad de ma-
yor amplitud respecto al Estado nacional, dirigida a introducir nuevos y 
más amplios factores de estabilidad en el contexto de una nueva larga olea-
da de globalización de los negocios, las comunicaciones y la vida planetaria. 
Una interpretación se impone, aunque sea necesario cuidarse de explicacio-
nes que reducen los problemas históricos a dimensiones estrictamente lógi-
cas. Mientras se amplían -al calor de avances tecnológicos de época y de 
formas recrudecidas de competencia entre empresas y naciones- los espa-
cios de inseguridad y de interdependencias cruzadas de efectos impredeci-
bles, las necesidades de estabilidad y regulación pueden ser acometidas cada 
vez menos por estructuras vinculadas a las antiguas bases nacionales. A 
un mundo que avanza en el plano de sus crecientes interdependencias 
4. Kenichi Ohmae, "The rise of the region state", enForeign Ajfairs, Vol. 72, N" 3, primavera 1993, p. 78. Impulsor de la tesis 
sobre la probabilidad cercana o la inminencia de la aparición de los Estados-región, Kenichi Ohmae ha desarrollado sus 
ideas en el libro: 1be borderless world; poweer and slrategy in the interlinked economy, New York, Harper Collins. 1990. 
5./dídem, p. 80. 
53 
corresponde necesariamente una necesidad institucional de ampliac1ón de 
sus esoacios de regulación De la nación a la 'región' .'' 6 
J. Regiouahsmos y micrordentidadesfrente al Estado-nación 
Una de las grandes paradojas de la era de la globalización es que, en paralelo al proceso de 
internacwnalización y a las rupturas de las fronteras económicas, el mundo actual vive una ola de 
regionalismos, de nacionalismos y de fundamentalismos étnicos y religiosos que reclaman su iden-
tidad propia v reivindican su autonomía frente a las tendencias integradoras y homogeneizadoras de 
la globalización, las cuales suelen sedes extrañas o son descalificadas como amenazas directas a su 
sobrevivencia y significación. 
La mundialización de las relaciones de mercado, la universalización de los patrones men-
tales y de las habilidades de la sociedad giobal, y la angustia que provoca el tener que encarar 
tendencias de época tan desequilibradoras como indescifrables en su desenlace, han ocasionado 
que numerosas pobiaciones hayan regresado defensiva y ofensivamente a afirmar sus raíces cul-
turales más íntimas o sus idiosincrasias regionales y locales más cercanas. En la reivindicación 
de sus identidades sociales más significativas van desde movilizaciones vocingleras hasta doctri-
nas bien estructuradas que justiíican el primado de la singularidad cultural y hasta la secesión 
territorial o la autonomía política. 
En muchas partes del mundo, frecuentemente en forma de actitudes y movimientos integristas 
o fundamentalistas, la religión ha pasado a llenar los vacíos existenciales de muchos individuos, 
grupos y etnias que se interrogan angustiados sobre su significado, posición y hasta su sobrevivencia 
en el nuevo arreglo mundial. Se trata de vacíos que el Estado-nación con su orden jurídico, su 
ideología oficial vigente y su aparato administrativo no pude llenar satisfactoriamente. Frente a los 
desgarramientos, desorientaciones, sojuzgamientos, interrogantes, que acompañan a la desapari-
ción del viejo arreglo social-aceptado o tolerado-, la religión -en su versión canónica o popular-
se mueve en contrapunto a la partitura delproceso y ofrece respuestas que explican satisfactoria-
mente lo ocurrido y lo que está en curso, fustiga los males y vicios tanto del pasado económico-
político como del presente, y predica otros futuros alternativos vitalmente más significativos y 
gratifican tes para la persona y su comunidad. En el colapso ideológico de fin de siglo, las civilizacio-
nes, con sus religiones de fondo, resurgen y muestran la centralidad que poseen para la socializa-
ción y para la autorregulación e identificación de una sociedad. Con sus creencias, normas y proyec-
tos de vida se vue !ven asideros de certezas, lugares de abrigo y trincheras de resistencia para pueblos 
y personas. 
L' 6 Ugo P<pUO<<e, C<odod6. oodooo, "''""""· ffi '"""""""· fui. l., u• l. Mé"ro, ¡ol.io-<~U<mb• 1~7, p Jll9 )'! 
...... ""'·-~·-·-
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L 
El futuro del Estado-nación 
La restauración de las identidades sociales más particulares, con o sin acentos fundamentalistas, 
es señal de que varias poblaciones se oponen a la era globalizadora y/o a la "occidentalización" de 
sus sociedades. Sin embargo, las reivindicaciones de las microidentidades étnicas, culturales o reli-
giosas no son de suyo ni amigables ni partidarias del Estado-nación. Esas pob.laciones le imputan 
los males, daños y amenazas que padecen realmente o se imaginan. y lo acusan de pasividad. dimi-
sión y traición a sus funciones fundamentales de afirmar la identidad ''nacional" y de contener a la 
extranjería, tan culturalmente ajena y pervertidora -"occidental", "angloamericana"- como so-
cialmente insensible y destructiva -"neoliberal". 
La ola globalizadora presiona e inquieta a las poblaciones y regiones internas de los Estados 
nacionales, no importa si económicamente avanzadas o atrasadas, y las impulsa paradójicamente a 
reconstruir su identificación y pertenencia social y a resignificar su pasado, para desde ahí reivindi-
car desafiantemente su singularidad étnica o unicidad cultural y demostrar que su pertenencia a un 
Estado-nación mayor fue un resultado artificial y arbitrario, engendrado coactivamente por fuerzas 
entonces incontenibles y humillantes. O más pragmáticamente, para mostrar que en las actuales 
circunstancias su pertenencia al Estado-nación les acarrea más desventajas y riesgos que beneficios 
-por ejemplo, los motivos que impulsan a algunos a participar en la creación de la República Fede-
ral de Padania-. De nuevo, son razones endógenas las que hacen que el Estado-nación pierda signi-
ficación, apoyo y respeto, ahora bajo el acoso de la globalización. 
La situación tiende a agravarse cuando !a autoafirmación defensiva o emancipadora de las 
microidentidades étnicas, religi<~ias o regionales se despliega en actos terroristas -ETA-, en guerra civil 
-el caso de Chechenia o de la e.x Yugoslavia-, en activismo racista -las "cabezas rapadas"- o en levanta-
mientos armados para consumar su reclamo de autonomía en secesión territoriaL En estos casos, la segu-
ridad nacional es desafiada y el Estado-nación es confrontado directamente. Se responda o no militarmen-
te al desafío,los efectos de deslegitimación, descrédito y desprestigio interno e internacional para el Estado 
son muy elevados. A la luz de los hechos recientes, es difícil afirmar qué cosa sea más inquietante y ame-
nazadora para el futuro del Estado-nación si su incorporación a comunidades políticas y regiones econó-
micas mayores o su cuestionamiento desde las regiones y los grupos sociales de su interior en busca de 
autonomía radicaL La globalización, de manera silenciosa, y la rebelión de las identidades étnicas o cul-
turales, de manera ruidosa y espectacular, agobian y debilitan al Estado-nación. 
4. El choque de las milizaciones 
El fin de la bipolaridad de la Guerra Fría, con la afirmación mundial del libre comercio, y la 
pérdida de sentido del alineamiento ideológico y geopolítico, ha provocado el redescubrimiento y 
resurgimiento de otros dispositivos y vínculos de integración, identificación y movilización social, 
mucho más antiguos, profundos y sólidos. La creencia de que las certidumbres ideológicas, las rela-
ciones económicas y las afiliaciones políticas constituían el cemento de la convivencia social y ofre-
cían los puntos cardinales de la vida fue convulsionada con la desaparición del protagonista más 
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1 
activista. doctrinario y seguro de su destino, el socialismo, el comunismo. Lo que se recupera enton-
ces es !:I conGencia de que la convivencia social posee estabilidad y cohesión por una trama de 
relac:ones humanas de mayor entrelazamiento. consistencia y calado: por la cultura o por la civili-
zación -la cultura mayor de identidad- en la que uno está vitalmente inscripto y la cual está cons-
tituida por la lengua. la historia, las creencias, las normas e instituciones compartidas y, sobre todo, 
por los valores intelectuales y morales de su religión fundante. Sofocada durante años por el peso y 
el atractivo de ideologías individualistas o colectivistas, seculares, de identidades sociales abstractas 
-'clase social'', "tercer mundo", "socialista", "burgués"-, reaparece hoy el rostro y la fuerza vital 
de las civilizaciones en la escena y conciencia mundiaL Ésta es la otra vertiente y secuela del mundo 
posbipolar, poscomunista y en proceso de globalización mercantiL 
Su dinámica. que se mueve en paralelo o en sentido contrario a la modernización globalizadora, 
fue advertida por muchos estudiosos desde los años ochenta, pero fue reelaborada, argumentada y 
hasta dramatizada por Samuel Huntington, con su tesis del Clash of cidlizationsl La confrontación 
tradicional entre los Estados-nación, un conflicto que tradicionalmente ha ocurrido dentro de las 
civilizacione~ occidentales, está dando paso a un choque mayor, al enfrentamiento entre "civiliza-
ciones'', entre visiones religiosas y culturales del mundo y de la existencia humana, que engloban y 
arrastran en su enfrentamiento a diversos Estados nacionales. lvlás aún, los actores principales de los 
asuntos globales no son ya sólo ni principalmente los Estados-nación, sino las grandes civilizacio-
nes del mundo; por tanto, las civilizaciones occidentales no son sin más lo protagonistas incontro-
vertibles en la arena mundial, sino que de manera creciente adquieren mayor fuerza las civilizacio-
nes no occidentales. Política y culturalmente, en el tablero internacional, no hay ya una "civiliza-
ción universal" sino un universo de civilizaciones diferentes, cuyos conflictos muy probables-o acaso 
su coexistencia pacífica determinarán el perfil del futuro. La tesis es clara: 
"La fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será primor-
dialmente ideológica ni económica. Las grandes divisiones entre la huma-
nidad y la fuente dominante del conflicto será culturaL Los Estados-nación 
pueden mantenerse como los más poderosos actores de los asuntos en el 
mundo, pero los conflictos principales de la política mundial se producirán 
entre naciones y grupos de civilizaciones diferentes. El choque de civiliza-
ciones dominará la política mundial. Las líneas de separación entre las ci-
vilizaciones serán las de la batalla del futuro:·' 
:. Dos son los artículos claves para entender la tesis-conjetura de Samuel P. Hu¡¡tington, ''The clash of civilizations'', e¡¡ 
Forei¡;n Ajjáirs, Vol. 72, N' 3. verano 1993; y "The West: unique, not universal", en Foreign Affáirs. Vol. 75, N' 6, 
im·ierno 1996. Ulteriores añadidos y precisiones a su tesis original tomaron la forma de libro: Tbe clasb of cit'i/izations 
mui tiJ" renwkiu¡; of u:orld arder, New York, Simon and Schuster, 1996. 
8. Sarmtel P. Huntington, op. cit .. p. 22. 
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L 
El futuro del Estarlo-nación 
Efecto combinado de la situación mundial de posguerra fría y de globalización es el hecho de 
que muchos pueblos hayan cobrado una más aguda y firme conciencia de su identidad y diferencia 
cultural respecto de otros pueblos y culturas: de quiénes son sus congéneres y quiénes los extraños. 
La renovación de estaidentidad radical, basada en la cultura profunda, erosiona el significado radi-
cal, basada en la cultura profunda, erosiona el significado de las identidades colectivas más estable-
cidas y notorias como la étnica o la del Estado nacional-el cual deja progresivamente de ser fuente 
de identidad- y suscita el reviva! religioso con tonos integristas o fundamentalistas. Este resurgi-
miento cultural suele promover una actitud precautoria y dual respecto de Occidente; los pueblos 
pueden aspirar a poseer todos aquellos elementos y dispositivos occidentales que modernizan la 
producción y la vida, mientras son reticentes y aun hostiles a incorporar en su organización política 
y social los valores e instituciones -liberal-democráticas- procedentes de la matriz cultural occi-
dental. En mucho, el futuro podrá ser The West versus !he res/. 
Compartir las raíces culturales facilita la regionalización de las relaciones económicas -como 
ocurre con el Mercosur, la Unión Europea y el bloque chino del sudeste asiático, Japón exciuido-; la 
regionalización económica obliga a su vez a los "países desgarrados", ·a aquellos que no se han 
incorporado entera y claramente a un mundo cultural determinado, a tomar decisiones radicales 
para no quedar descartados dei movimiento globalizador -México es el caso con respecto al Occi-
dente que representan los Estado Unidos de América y Canadá-. En cambio, las marcadas diferen-
cias culturales dentro de un Estado-nación condenan a un posible desmembranamiento; hacia fue-
ra, las diferencias culturales provocan desde choques ocasionales intensos con otros países hasta la 
confrontación abierta por tener el control internacional militar, económico e institucional. Estas 
confrontaciones multidimensionales, abiertas o de baja intensidad, que tienen lugar en diversas regio-
nes, son ya visibles y notables en los choques viejos y nuevos que tienen lugar entre la civilización 
cristiano-occidental y la islámica, pero también son observables en los recurrentes antagonismos entre 
hindúes y musulmanes, ortodoxos y musulmanes -ver los hechos de Bosnia-Herzegovina-, los afri-
canos cristianos y los árabes islámicos. 
La tesis de Huntington ha generado una amplia polémica. En relación con el futuro del Esta-
do-nación, su análisis lo conduce a afirmar que el proceso de modernización económica y el cambio 
social mundial no sólo lesionan las identidades sociales establecidas, sino debilitan también al Esta-
do-nación como fuente de identidad y factor de cohesión social. Los Estados o elites que pertenecen 
conscientes y deliberadamente a una civilización se alinearán política o militarmente con los miem-
bros de su propia civilización, cuando perciban que una amenaza. económica, cultural o bélica de 
otra civilización se cierne sobre algunos de sus países hermanos. 
Las civilizaciones no occidentales son conscientes de que la mejor manera de tener unidas a 
sus comunidades y unir fuerzas contra el Occidente está en la fuerza que conforman las identidades 
étnicas y religiosas compartidas, y no tanto en la alianza política entre Estados-nación afines o en la 
riqueza de sus economías. Por eso, aunque el Estado-nación continúe siendo todavía el protagonista 
de las relaciones internacionales, su capacidad de integración social y de movilización política, de 
57 
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Revisra Argentina de Cienc1a 0 0/íiica 
"soberanía··. va a depender de su vinculación con los valores religiosos y las costumbres morales de 
sus socredades. 
··Los imentos de Occidente para promover como v::dores universales sus va-
lores de democracia y liberalismo. para mantener su predominio militar y 
hacer avanzar sus intereses económicos, van a generar respuestas antagó-
nicas de las otras civilizaciones. Los gobiernos y los sectores políticos, que 
cada vez son menos capaces de movilizar el apoyo social y de formar coali-
ciones con base en una ideología, buscarán ahora sus apoyos apelando a la 
religión común y a la identidad de civilización."9 
J. 5. Fuerzas sociales autónomas frente al Estado-nación 
~ 
!f 
~ i Los problemas de implicación muliinacional y la dinámica de la globalización en sus distin-
t tas facetas -€conómica, política y cultural- han inaugurado una nueva agenda mundial, cuyos 
temas, tareas y actores rebasan o acotan la capacidad tradicional de decisión del Estado-nación. 
Ahora, además de los actores estatales, nuevos actores sociales supranacionales participan en el 
planteamiento y la solución de los problemas de fin de siglo y condicionan las decisiones del Estado-
nación con actividades multiformes que pueden ir desde comentarios y opiniones críticas en los 
medios de comunicación de cobertura e influencia internacional hasta impulsar la creación de regí-
menes internacionales en ciertos asuntos de interés multinacional o mundiaL 
La nueva agenda incluye problemas que por su naturaleza rebasan la capacidad de respuesta 
del Estado-nación, si pretende enfrentarlos sin aliarse y colaborar con otros Estados nacionales. 
Estos nuevos problemas públicos se manifiestan en el territorio nacional pero sus causas pueden 
ubicarse más allá de las fronteras, o bien puede tratarse de problemas de pequeño tamaño en la 
escala nacional pero que desencadenan sus más graves efectos en otros países. A esta escala e inter-
dependencia multinacional pertenecen problemas tales como el deterioro del ambiente, las nuevas 
pandemias. el narcotráfico y narcoconsumo, los flujos migratorios, el terrorismo, el crimen organi-
zado. La nueva agenda incluye también aquellas situaciones sociales y políticas de los Estados-
naCión que perjudican directamente la construcción de las instituciones del nuevo sistema mundial 
o a su estabtlidad. razón por la cual problemas o carencias de ámbito estrictamente local se vuelven 
objeto de preocupación y atención multinacional o mundial. Las cuestiones concernientes al respeto 
universal de los derechos humanos y civiles, a la vigencia universal de la democracia, a la libertad 
de mercado y de pensamiento, a la pobreza extrema de pueblos y regiones poseen la calidad de 
asuntos públicos de significado y relevancia mundial, independientemente de que su planteamiento 
9 !btdem. p. 2') 
58 
El tutrJro del Estado-nación 
pudiera obedecer a motivos de solidaridad genuina o simplemente a cálculos estratégicos y utilitarios 
de los Estados más poderosos. 
Esta nueva problemática y agenda mundial dan pie a dos situaciones que alteran bastante la 
práctica establecida de la soberanía. En primer lugar, los gobiernos nacionales ya no pueden justifi-
car su actuación sólo de cara a sus ciudadanos y validarse sólo con su apoyo y consenso. Sus omisio-
nes, errores o infeficiencias en la atención de los problemas que son de interés y dimensión transna-
cional repercuten nocivamente en otros países, los cuales reaccionan polémicamente, proceden a 
fincar responsabilidades e introducen sanciones que perjudican seriamente la imagen y actividad 
mundial del Estado anómalo. En segundo lugar, no son sólo otros Estados-nación por sí mismos o 
mediante los organismos internacionales idóneos los que exportan problemas o incumplen los re-
quisitos del nuevo orden mundial en fonnación. También, hecho antiguo pero hoy en despliegue 
incesante, levantan su voz las Organizaciones No Gubernamentales de ciudadanos de múltiples paí-
ses, que reivindican mundialmente ciertas causas humanas, llaman la atención mundial sobre cier-
tos problemas locales o de alcance planetario y se involucran activamente en su solución. La llama-
da "diplomacia ciudadana" es una expresión gentil para la acción de múltiples redes mundiales de 
expertos, interesados, convencidos y activistas que, por razones religiosas, morales o humanistas, se 
movilizan por todos los continentes, gozan de la autoridad moral e intelectual suficiente para dar 
notoriedad y credibilidad mundial a sus causas, y que poseen además !os recursos para cuestionar y 
detener internacionalmente cualquier actuaciónanómala de los Estados-nación. 
En suma, el Estado-nación como el exclusivo agente responsable de las relaciones internacio-
nales comienza a ser escrutado y cuestionado por otros actores no estatales -económicos, civiles, 
religiosos- que acotan mayonnente su actuación interna y su política exterior. El espontáneo meca-
nismo de defensa de querer ignorar, desacreditar o arremeter contra estas organizaciones y sus redes 
de cobertura e influencia mundial tennina por revertiese en contra de aquellos Estados nacionales 
que se quedan al margen de la nueva agenda mundial, la ignoran, incumplen o la contradicen. 
Entre estas fuerzas sociopolíticas autónomas, en relación al Estado-nación, sobresalen: 
-Los organismos internacionales financieros y monetarios. 
-Las redes de Organizaciones No Gubernamentales, que promueven su idea programática de 
crear una "sociedad civil mundial" y/o "ciudadanía global" como una opción crítica a las 
acciones que llevan a cabo Estados, regiones y corporaciones en su afán globalizador y como 
protagonistas alternativos que señalan varios problemas y reivindican causas de trascenden-
cia para el futuro mundial. Fundaciones, iglesias, consorcios universitarios, redes civiles 
transnacionales, sociedades y coaliciones de organizaciones humanitarias, desarrollan una 
trama social alterna a la de los protagonistas de la globalización mercantil, al resaltar y de-
nunciar los efectos directos y colaterales que desencadenan en sociedades y poblaciones, tales 
como desempleo, exclusión y fragmentación social, empobrecimiento, destrucción del am-
biente, inviabilidad de etnias ... A pesar de la disonancia que pueden ocasionar algunas con su 
repudio compacto y radical a la globalización "neoliberal", las más retoman y abanderan las 
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Rev1sra Argennna de Ciencia Poiítica 
causas humanistas que ei proceso globalizador parece no tomar en cuenta ni en serio. Estas 
organizaciones h:m acreditado ya su signiflcación e influencia en las decisiones mundiales al 
haber sido protagonistas en llamar la atención de los países del mundo sobre problemas hu-
manos cruciales y haber participado en la celebración de Cumbres Mundiales decisivas de la 
ONU sobre: :V!edio Ambiente, Río de Janeiro, junio de 1992: Derechos Humanos, Viena, junio 
de 1993: Población y Desarrollo, El Cairo. septiembre de 1994; Desarrollo Social, Copenhague, 
marzo de 1995; Mujer, Beijing, septiembre de 1995; y Hábitat, Estambul, junio de 1996. 
-Asimismo se han constituido otros actores giobales como son las agencias de determinados 
regímenes internacionales y las organizaciones supranacionales que condicionan la política 
de los Estados-nación en diversas cuestiones de interés compartido, al fijar normas, responsa-
bilidades, estándares y plazos que los Estados tienen que cumplir en el tratamiento de esos 
asuntos. 
Por último, importantísimos y hasta incontenibles son los grandes centros mundiales de la 
producción cultural popular audiovisual, las corporaciones mediáticas que definen los temas y las 
opiniones mundiales debido a su influyente cobertura sin fronteras y, sobre todo, la intrincada y 
enorme red de información entre millones de usuarios '-Internet- de varios países. Esta inédita 
situación hace que muchos temas, problemas y circunstancias sean elaborados y apreciados de ma-
nera independiente, distinta y hasta divergente a la perspectiva gubernamental. En el campo de los 
códigos simbólicos y de la información, los Estados-nación han perdido recursos regulatorios cruciales 
para llevar a cabo la socialización de sus ciudadanos y para reproducir lo idiosincrásico de sus 
culturas nacionales. 
111. Interrogantes recapitulados más que conclusiones 
Ante estos hechos y tendencias que impactan en la estructura y funcionamiento actual de 
Estado-nación, hasta el punto que muchos han comenzado a preguntarse de manera seria o 
impresionista sobre su viabilidad y configuración futura, quisiera formular algunas líneas de res-
puesta, más como conjeturas a discutir e hipótesis a probar que como proposiciones seguras. 
l. Indudablemente la capacidad decisoria y la actuación político-administrativa de los Esta-
dos-nación se ve mayormente condicionada y limitada por los hechos de la globalización y la inter-
dependencia económica y también por la mayor densidad y libertad de los flujos de información y de 
los productos de la cultura popular. Esta situación real obliga a repensar la soberanía en términos 
de realismo político internacional, es decir, en términos de decisión estratégica y, por ende, bajo 
riesgo y frecuentemente bajo incertidumbre. Las decisiones estatales no ocurren en e! vacío ni tam-l ___ :"'" "" P'"""""" eotomo 'mig,ble y coopecati<O. >üw ""'' P'" re'h"' ''" met'" q"' "~''" 
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l 
El futuro del Estado-nac1ón 
a alcanzar, tienen que tomar en serio las limitaciones que introducen en la decisión estatai otros 
competidores estatales con intereses más o menos divergentes a los nuestros y otros actores que son 
francamente rivales. Habrá, sí que reivindicar valorativamente la soberanía nacional como libre 
autodeterminación, pero asimismo asumir que la autodeterminación ocurre siempre bajo fuertes 
condicionantes a manejar, superar y aprovechar; por tanto, lo realmente importante consiste en la 
inteligencia y efectividad real que la decisión estatal muestre para aumentar su influencia y así 
promover los intereses nacionales en situaciones internacionales de pluralidad y competencia. En 
suma, lo procedente es un entendimiento de la soberanía como decisión estratégica en el sentido de 
los intereses y valores nacionales en el marco de un entorno competitivo y/o adversario. 
Ha sido siempre así, pero en las actuales circunstancias globalizadoras económicas e informa-
tivas, que se caracterizan por la presencia de protagonistas poderosos y por múltiples relaciones e 
interdependencias, el cálculo estratégico de la acción estatal se vuelve prácticamente una condición 
necesaria y básica de buen gobierno y viabilidad nacional. La acción estratégica podrá conducir a 
coaliciones específicas o a alianzas estables con otros Estados-nación, a fin de defender o hacer 
avanzar los intereses nacionales, entendiendo que la resultante o el costo que se seguirá de estas 
medidas asociativas serán lógicamente limitaciones -planeadas, deliberadas y aceptadas- a la so-
beranía, las cuales podrán empero ser justificadas satisfactoriamente por los beneficios que arroja, 
los daños que evita y las oportunidades que inaugura para el país. 
2. En tanto decisión estratégica, nuestras oportunidades de obtener beneficios en la relación 
con otros competidores aumentan en función de nuestras fortalezas -institucionales, políttcas, eco-
nómicas, culturales- así como se disparan nuestros riesgos de daños en correspondencia con nues-
tras debilidades y puntos vulnerables. En este sentido, es posible que según la magnitud de sus debi-
lidades, algunos Estados-nación pudieran desintegrarse, desaparecer o ejercer una soberanía muy 
restringida. Esta posibilidad está ya a la vista en algunos países del Este europeo o en los países 
africanos. Dicho de otro modo, es principalmente endógeno el factor que define la posición y fortu-
na de un Estado-nación en el proceso globalizador. 
3. Por consiguiente, aquellos Estados-nación con fuerte integración social, debido al buen 
funcionamiento de sus instituciones políticas, de su sistema de justicia y de su administración públi-
ca, pero también debido al funcionamiento de otros dispositivos de regulación y equilibrio social, 
como son los mercados y las redes de mutualidad social-así como la calidad de su capital humano-
tendrán mayores oportunidades de lidiar con los condicionamientos externos, podrán posicionarse 
más efectivamente frente a la corriente globalizadora y hasta conducirla en cierto grado, y lograrán 
integrarse con mayor provecho a los bloques regionales. De hecho, se puede observar que los países 
poderosos económicamente, a la vez,dotados de una institucionalidad funcional aceptable y de un 
fuerte "capital social" -redes sociales de mutua ayuda, reconocimiento y confianza- navegan con 
mayor facilidad sobre las olas globalizadoras, inciden en su rumbo o encabezan el movimiento. De 
61 
Revisra Argemina ae C1encia 0 olítica 
nuevo. ei factor endógeno constitutivo de los estados nacionales determinará su suerte de cara al 
nuevo tiempo globalizante. 
4. En el corto plazo son previsibles condicionamientos más pesados a la acción estatal y más 
graves problemas y acaso crisis periódicas de gobernabilidad en los Estados-nación. Esto se deberá a los 
sacudidas sociales que provoca la transformación económica de carácter global y regional, también 
por causa de los daños que las políticas de ajuste y cambio estructural ocasionan inevitablemente a los 
grupos de interés y a las poblaciones mal equipadas ante las nuevas circunstancias, y debido a la polé-
mica que suscita la incorporación del Estado nacional a regiones económicas y/o asociaciones políticas 
de abanico multinacional. Pero no se puede enunciar ni anunciar en el plazo racionalmente previsible 
la desaparición exhaustiva de las realidades esenciales del Estado-nación establecido. 
Sin duda, hemos entrado en un gran cambio de época, en un tiempo largo, cuyo desenlace 
podrá ser nuevas formas de asociación política, más agregadas y metanacionales, "Estados-región", 
en correspondencia con la nueva dinámica económica y cultural, pero los hechos en este momento 
razonablemente previsibles son: a) tensiones y conflictos dentro del Estado-nación que conducirán a 
mayor descentralización dei poder hacia los ciudadanos y a mayor autonomía de los gobiernos loca-
les; b) mayores regímenes internacionales que regularán la actuación de los Estados-nación en 
diversos campos de su acción y que, por ende, limitarán más la decisión y operación estatal en 
ciertos asuntos; e) mayor probabilidad de incorporarse a regiones económicas que por sus cláusulas 
pactadas y por sus agentes de aplicación de las normas conducirán a una mayor interdependencia e 
inducirán una mayor condicionalidad de la acción estatal; d) la probabilidad de evolucionar hacia 
agrupaciones político-institucionales mayores, como el caso de la Unión Europea, con el efecto de 
que se limitarán las atribuciones de los gobiernos nacionales y se armonizarán leyes y políticas. 
Pero, en el paso al Estado-región, lo previsible no es la extinción total del Estado-nación, sino una 
fonna de organización política de tipo federalista en escala y de formato mayor, en la que los Estados-
nación pactarán, compartirán y observarán ciertas reglas y políticas comunes, a la vez que conservarán 
facultades, responsabilidades y recursos para atender a las diferentes circunstancias económicas y so-
ciales de sus comunidades nacionales. En suma, una arquitectura institucional que combinará e inté-
grará centralización junto con descentralización, incorporación a valores y principios institucionales 
de carácter más universalista junto con un buen margen de acción de los Estados asociados para pro-
mover la distinción cultural y el bienestar económico de sus sociedades particulares. 10 
Los desprendimientos y secesiones que hemos observado hoy al interior de los Estados-nación 
se explican, más bien, por la artificialidad del agrupamiento político al que fueron forzados ciertos 
10. Es altamente probable que la política de defensa y seguridad, la política exterior y la monetaria pasen a ser 
responsabilidad de la unión política mayor "¿Estado-región?", mientras las varias formas de la política sociai -asistenc!a, 
compensación. desarrollo y seguridad- y las medidas económicas de adaptación sean responsabilidad de los Estados 
asociados. Seguramente la Unión Europea abrirá el camino institucional, político)' administrativo dei futuro 
62 
El futuro del Estado-nación 
pueblos durante los siglos XIX y XX, particularmente en Europa Oriental, África y Asia, debido al 
colonialismo o por causa de su alineamiento comunista forzado. 
5. De todos modos, es viable que por algún tiempo más se incremente la anarquía internacio-
nal que provocan los procesos globalizadores en el campo de las finanzas, del comercio, de las con-
diciones laborales y de la seguridad social, del cuidado del ambiente. Por los impactos negativos que 
causan estas tendencias en varios Estados-nación, particularmente en los países de mercados emer-
gentes, es muy probable que, vía organismos internacionales, éstos busquen introducir defensivamente 
regulaciones diversas para evitarse daños y ahorrarse turbulencias; sin embargo, paradójicamente, al 
protegerse de contingencias catastróficas, las regulaciones impondrán también limitaciones -normas, 
estándares, plazos- a la actuación de los Estados-nación. Es previsible asimismo la convergencia de 
naciones en busca de regímenes regionales o globales a fin de crear requerimientos básicos de orden 
y equilibrio, que amortigüen los impactos más nocivos del cambio. 
6. Es previsible que empiecen también a crearse las formas de gobierno que necesitan las fuerzas 
económicas mundiales .para desarrollarse y no estacionarse. Se descubrirá entonces a escala planetaria 
que los mercados lllnrde ser instituciones y no sólo intercambios espontáneos-si pretenden durar y desen-
cadenar sus beneficios. Muchos problemas de la globalización no podrán ser resueltos con el santo y seña 
de mercados sólo sujetos a su esp.ontaneidad y lógica utilitaí'tSta-e-xclusiva. Tal vez no sea cuestionable la 
globalización económica, impulsada y estructurada por los mercados, pero Jo que crecientemente es cues-
tionado es el avance de una globalización mercantil que, por no tomar en serio los costos y sufrimientos 
.que impone a grupos humanos, naciones y personas, difícilmente podrá ser apreciado como un incentivo 
y poderoso factor de bienestar humano -una "destrucción creadora", siguiendo a Schumpetre- y sí, en 
cambio, como pura fuerza de desolación y exclusión social. No en vano se ha señalado que e[ capitalismo 
planetario, abandonado a sí mismo, sin límites y regulaciones, tiene en sí mismo a su enemigo más 
frontal. 11 La potencia de bienestar del mercado global se afianzará y dilatará en la medida que incorpore 
las regulaciones idóneas, promovidas por la red de los Estados nacionales, y acepte la crítica experta y 
moral de la red de las organizaciones civiles no gubernamentales, que ya se estructuran a escala mundial. 
11. George Soros, "The capitalist threat"', en TheAtlantic Mmzth(l', Vol. 279, N" 2, febrero 1997. Es un esquema popperiano 
de análisis y en un clima de posguerra fría y postsocialismo, Soros reivindica y reelabora el ideal de la ··sociedad abierta•· 
como un proyecto de organización social universal -mundial- pero que ya no puede ser entendido y valorado como la 
alternativa al fascismo y al comunismo, hoy colapsados. Sorpresivamente, por venir de Soros, el nuevo enemigo de la 
sociedad abierta mundial al filo del siglo XXI es el "individualismo excesivo". "La competencia exagerada y la poca 
cooperación pueden causar inestabilidad e injusticias intolerables." Analíticamente dicho, la amenaza procede de la 
"ideología dellaissez jaire", es decir, de "la teoría económica convertida en ideología" -"verdad última" y "conocimiento 
perfecto"-. Si esta inflexión dogmática de la teoría económica no es cuestionada, está a la vista el nuevo enemigo de la 
apertura social, cuyo desarrollo es impulsado y orientado por el principio de la fiabilidad. Dejada a sí misma, "la ideología 
dellaissezjaire" es la amenaza a "la estabilidad económica, la justicia social y las relaciones internaciones"'. 
63 
1 
Rev1sta Argentina de c,enc1a Política 
7. Conviene también subrayar que es previsible que muchos países, particularmente los que 
han incluido un fuerte componente social en sus capitalismos -como es el caso de los países euro-
peos v latinoamericanos-, se defiendan frente a la tendencia mundial hacia mercados de trabajo

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