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1 INTRODUCCIÓN Desde su constitución, las agencias internacionales de salud han reconocido la participación comunitaria como un ingrediente esencial de los programas para el mejoramiento de la salud de la población y de manera particular deben de considerarse las condiciones sociales y culturales en los programas que contribuyen al desarrollo económico social de la comunidad rural. (1) Se ha identificado también a la educación para la salud y a la participación de amplios sectores de la población como uno de los principios básicos del desarrollo de los servicios nacionales y de salud de los programas de salud pública (1, 2) En México, durante el sexenio de 1982-1988, la participación comunitaria en los programas de salud fue inducida como una de las estrategias que condujeron a la consolidación del Sistema Nacional de Salud (3). En la historia de la planificación de la salud en nuestro país, es la primera vez que a esta acción se le otorga tal importancia. Como resultado de este impulso se han llevado a cabo diversas acciones enmarcadas en esta estrategia. Así, resulta de interés revisar algunos de sus fundamentos, tipificar las acciones que se identifican convencionalmente con la participación comunitaria y sugerir ciertos criterios para su evaluación. El plantear, diseñar y aplicar programas de salud en los que se contemple la participación comunitaria, enfrenta una serie de cuestionamientos previos a, que han surgido como producto de la experiencia en diversos países de América Latina. MARCO CONCEPTUAL Desde el punto de vista conceptual, la dificultad principal ha sido la indefinición de los conceptos de comunidad y participación. Desde el punto de vista aplicativo, el problema reside en el esquematismo con el que se tipifican las acciones en el marco de la estrategia que se comenta. La participación comunitaria en los programas de Promoción de Salud Victoria Fernández y Pedro Arroyo Tomado de: Salud Comunitaria y Promoción de la Salud. Mariano García Viveros. Tomo I. ICEPSS, Las Palmas de Gran Canaria, 1999 2 Por lo que respecta a la parte conceptual, es necesario revisar algunos aspectos relativos al sujeto y objeto de la participación: La comunidad. Se han propuesto diversas interpretaciones de este término. Sin embargo las citadas más comúnmente se enmarcan en tres corrientes filosóficas: la atomista, la organicista y la estructuralista (4) En la concepción atomista, la comunidad es percibida como una entidad compuesta de elementos en los cuales puede ser descompuesta para propósitos de análisis. Es decir, para comprenderla no es indispensable su integridad. Esta puede ser deducida a partir del conocimiento particular de sus diferentes componentes. En la corriente organicista, la comunidad es visualizada siguiendo una analogía biológica como un organismo cuyos elementos constituyentes, los órganos no son susceptibles de disgregarse. ES decir, su comprensión depende de la permanencia de sus relaciones. Una concepción estructuralista tenderá a proponer que, aún si hay elementos últimos, estos forman conjuntos en virtud de sus relaciones mutuas (5) La teoría estructuralista es la que le ha dado sustento a los proyectos de investigación y de trabajos comunitarios más recientes. En su núcleo se encuentra la noción de estructura. “…una estructura puede ser entendida como una totalidad articulada, compuesta de un conjunto de elementos que mantienen relaciones internas estables que determinan la función que los elementos desempeñan dentro de esta totalidad” (6) En otro sentido”….existe estructura en un aspecto más general, cuando los elementos están reunidos en una totalidad que, como tal , presenta determinadas propiedades y cuando dichas propiedades de los elementos dependen, entera o parcialmente, de estos caracteres de la totalidad “(6) . Para ampliar un poco este concepto de estructura, conviene señalar que las estructuras son inaccesibles a la observación y a las descripciones observacionales. No son el resultado de ninguna inducción generalizadora. Constituyen desde el punto de vista metodológico, principios de explicación. Finalmente, las estructuras son, antológicamente, formas según las cuales se articulan las realidades. Desde el punto de vista pragmático, Granda refiere la siguiente evolución en la aplicación del concepto (6) El concepto de comunidad surgió de estudios que pretendían explicar la pauta de vida global de estas poblaciones, en este caso , el concepto de comunidad indígena fue asimilado, también , a la idea de totalidad , ámbitos, ciudades, países, pueblos y vecindarios. Estos términos no representaban una forma particular de organización de los residentes; se referían a la manera como estos conglomerados reproducían la forma de vida de una sociedad más amplia en la que estaban incluidos. En esta etapa la idea de comunidad se modificó para representar un “locus de sucesos, o lugar en el cual las personas se reúnen para resolver 3 cooperativamente un problema, o en el que viven con un problema antiguo en espera de que alguno de fuera lo venga a resolver” (6) A partir de lo anterior, es posible reconocer el problema conceptual que existe en cuanto la significado de “comunidad”. Así lo demuestran los conceptos de diversos autores y sus aplicaciones (6-11) Sin embargo habría que enfatizar que, si bien no existe un consenso sobre el concepto, es de considerarse que ha ido evolucionando y que cambia de acuerdo a sus aplicaciones concretas. Por otra parte, si bien se observa que algunos elementos son constantes en las diversas contextualizaciones de comunidad: un espacio delimitado, un grupo humano e intereses comunes, la dificultad principal radica en que el concepto no tenga claridad frente aun proyecto de trabajo comunitario particular, o lo que tal vez sería peor, que se pretenda aplicar un concepto inexistente en el ámbito de trabajo. En este punto del trabajo, resultaría de utilidad para el trabajador de la salud involucrado en la participación comunitaria, replantearse frente a un proyecto concreto, cómo se concibe a la comunidad, qué dinámica y relaciones lo explican, esto con la finalidad de sentar, lo más sólido y objetivo y posible, una de las bases del trabajo comunitario. De lo anterior se deduce que parecería acertado plantear la participación comunitaria como un apolítica o estrategia en la realización de acciones que contribuyan ala conservación y atención de la salud, ya que difícilmente podría diseñarse un programa de participación comunitaria concebido para ser aplicado a ámbitos mayores a los locales, ya que, por otra parte, la complejidad aumenta al ubicarse en comunidades urbanas. El otro aspecto conceptual que requiere ser revisado es lo relativo a la “participación”. Para estos fines es importante puntualizar que si bien el trabajo comunitario tiene sus antecedentes desde los colonizadores, ha evolucionado de acuerdo a los cambios sociales e ideológicos de los países, así como su denominación, objetivos y aplicaciones (6). En un principio, fueron los colonizadores, que pretendían beneficiar a los indígenas enseñando la fe católica; más adelante apareció en Europa la corriente “evolucionista”, a partir de la cual se pretendía ayudar a grupos indígenas, que se encontraban en estadios anteriores, acelerar su proceso para llegar a la civilización. Posteriormente se perfiló lo que fue conocido como “cambio cultural planificado”, en el cual, las acciones propuestas fueron de ayuda a los países y a las comunidades para acelerar sus procesos de cambio, a fin de llegar al nivel requerido. Otro enfoque fue le que se ha denominado “esfuerzo para el desarrollo”, esta idea resultó del desequilibrio existente entre las necesidades y los recursos, así, los 4 trabajos comunitarios adquieren un nuevo sentidoy se convierten en instrumentos del desarrollo social. La metodología de este tipo de trabajos comprende los siguientes puntos: a) Conocimiento de la comunidad( investigación) b) Análisis y diagnóstico de la misma c) Planificación d) Ejecución e) Evaluación (1,6) Persiste, sin embargo, la idea de que “a pesar de la evolución de todos estos modelos, la definición de la realidad de los grupos por ayudar siempre ha sido determinada por un grupo extremo” (6) Por otra parte, también fue un objetivo lograr la participación comunitaria a partir de un modelo de trabajo que llevaba implícita o explícitamente, la idealización del tipo deseable del comportamiento que se esperaba de los grupos. Así, las expectativas variaban en un continuo que iba desde un comportamiento pasivo, hasta un comportamiento relativamente activo (6) En las propuestas más recientes, la participación comunitaria se inicia desde las bases de planificación de los trabajos. A este modelo se le ha denominado “Planificación participativa” y el enfoque principal es la participación activa de la población en todas las fases de los trabajos. De esta manera son mayores las posibilidades de que la población tome conciencia de sus problemas y que utilice mejor los beneficios de su propio trabajo: así puede propiciar una organización permanente para encarar sus problemas y desarrollar formas particulares de de asociación, cooperación, inclusive de manera no institucionalizada (6). En este tipo de participación, la evaluación se hace de acuerdo la creatividad e interacción generada en el propio proceso, a diferencia de otros modelos, en los que la evaluación se centra en la consecución de los objetivos definidos por las técnicas de planeación. De la misma manera, en la planificación participativa, la comunidad pasa a ser promotora de su propio cambio y el técnico se ocupa sólo de motivar y promover las decisiones de la propia población; el técnico mantiene una posición de asesoría y pone en manos de la comunidad las herramientas para solucionar las dificultades surgidas en el desarrollo del trabajo. En este punto se ha cuestionado que la población, al apropiarse de los instrumentos, asume implícitamente una visión de la realidad venida de afuera. En lo referente a la participación de la comunidad en los programas de salud, la OMS/ OPS afirma que existen elementos a través de los cuales se definen sus modalidades de aplicación: los sujetos que participan, los que la hacen y la objetivo de la misma. No obstante la importancia que le concepto ha alcanzado en le desarrollo de los programas de salud, se dan diversas connotaciones y formas 5 de aplicación (11) Esta diversidad es provocada, fundamentalmente, por la variedad de ideologías implícitas en la interpretación de los problemas de salud y de sus soluciones. También resulta de las limitaciones propias de los contextos sociales en cada caso, que podrían impedir el desarrollo de los programas (2, 6, 10,11) Una vez hechas las consideraciones anteriores, resulta de interés revisar las experiencias que se han generado en México y América Latina. En la bibliografía se han documentado diversas experiencias en le desarrollo de este tipo de programas (2, 7, 10, 12, 15) así como trabajos encaminados a desarrollar una metodología para evaluar la participación comunitaria (9,11) En los reportes de las experiencias, se refleja la diversidad de interpretaciones que se hacen de la participación comunitaria en la aplicación de programas de salud; una de ellas consiste en le reclutamiento de trabajadores voluntarios. En sus diversas modalidades, estos personajes han sido desarrollados en diferentes países de América Latina: en Nicaragua, el colaborador rural ; en El Salvador, el ayudante rural de salud; en Panamá el promotor de salud y en México, los auxiliares de salud rural y los promotores voluntarios de salud, por citar sólo algunos ejemplos. En estos programas, el personal de salud es quien induce y/o selecciona, motiva, capacita a los voluntarios para el trabajo en su comunidad y son un vínculo en le sector para alcanzar sus objetivos. Otro tipo de experiencia ha sido la formación de “Consejos Locales de Salud o Comités de salud”. Existen experiencias referidas en Chile, con sus denominados consejos locales de salud; en México y en Colombia, con los comités de salud de la comunidad, de barrio o de vereda. En este tipo de programas se observa que la composición de los comités varía, ya que en ellos participan representantes de la comunidad, el trabajador de la salud y las autoridades o representantes de otros sectores, sea cual la composición de estos comités, lo que la parecer son resultado de la actividad de los trabajadores da la salud en su búsqueda del logro de la participación comunitaria. En general, podremos decir que estos comités pueden tener participación en diagnósticos y análisis de los problemas de salud del lugar, en la recolección de información, en la utilización de los recursos, en la evaluación y vigilancia de las unidades y /o programas de salud y en la promoción de acciones por otros sectores; sin embargo, constituyen formas externas de inducción que suelen ser el resultado de procesos de selección poco democráticos. Un tercer tipo de experiencia los constituyen los Comités de desarrollo comunal. Estos Comités son producto de la necesidad de trabajo multisectorial (interdisciplinario) en le proceso de desarrollo integral de la comunidad. Estas organizaciones han surgido de enfoques que trascienden la de la salud; en ellas, el Sector Salud debe coordinarse en otros sectores una vez que le Comité, junto 6 con la comunidad, hayan decidido que acciones de desarrollo integral se deben realizar. En esta breve relación de experiencias, faltaría mencionar la participación transitoria o esporádica que se da en acciones muy específicas, como son la campaña de vacunación en México, o bien, la participación que, de manera similar, inducían las brigadas de salud en Chile; estos ejemplos aportan elementos que permiten hacer algunas reflexiones sobre la participación comunitaria en los programas de salud. Así, tenemos que el éxito o fracaso de la participación dependen, cuando menos de dos aspectos del contexto social en le que se desarrollan: El primero se refiere al sistema económico y político imperante, que puede limitar los alcances de una comunidad participativa o grado de coordinación o apoyo que el propio sistema aporte; el segundo aspecto es la experiencia histórica de participación de cada población. Existen poblaciones que han participado activamente en luchas que han trascendido objetivos sociales inmediatos, por lo que en estos casos la actitud y respuesta de las poblaciones frente a su problema resulta diferente a la de otras poblaciones que han experimentado procesos diferentes. Otros elementos de reflexión lo constituyen: La actitud, la perspectiva y el objetivo de los trabajos comunitarios para la salud (15) En cuanto la actitud es muy frecuente que se lea en la bibliografía que esta debe ser de respeto a la comunidad; sin embargo, con la misma frecuencia encontramos programas que se han hecho en le escritorio fundados en técnicas que pretenden conocer la “realidad”, “los problemas y las soluciones” de las comunidades. Así, el trabajo comunitario se efectúa con una actitud parecida a la de los colonizadores, presumiendo que los medios, recursos y acciones que se proponen son los adecuados. Al respecto es importante reflexionar sobre lo que Behin señala (15) Por lo que se refiere al objetivo, habría que dejar muy claro lo que se pretende, ya sea entregar mejores servicios de salud o satisfacer necesidades de la comunidad, aunque en ambos casos se quiera, en última instancia, mejorar el nivel de salud de la población (15) En el primer caso, existen diversas estrategias y técnicas desarrolladas para hacer llegarmás y mejores servicios a la población, sin considerar necesariamente las circunstancias y las necesidades expresadas por la comunidad. En el segundo caso, en le que se busca satisfacer esas necesidades de manera propositiva, habría que partir de políticas definidas y de técnicas válidas, para que con una actitud de colaboración se identifiquen, junto con la comunidad, las necesidades de salud que ella necesita resolver de manera prioritaria. Esta estrategia exige de un trabajo conjunto con la comunidad la interacción constante. 7 De la disyuntiva planteada a partir de estos enfoques, el de oferta de servicios preestablecidos o el de la satisfacción de necesidades reconocidas, surgen dos perspectivas: Una es considerar la participación comunitaria como un recurso adicional y como un medio para alcanzar los objetivos del sector y la otra es logra la participación comunitaria como un fin en sí mismo, que coadyuve a la solución de los problemas de salud (10,15) En el primer caso resultaría difícil imaginar una participación permanente e interesada, si no se establece una identificación de intereses entre el programa y la comunidad; y en le segundo caso, los alcances del programa se verían rebasados posiblemente por las necesidades prioritarias de la comunidad. Sin embargo, en este momento se daría la parte creativa de ella misma con sus recursos, su imaginación y su experiencia. Esta sería la verdadera participación comunitaria en le desarrollo de los programas de salud. Siguiendo esta última línea de pensamiento, pasaríamos a reflexionar sobre aspectos más concretos de la operación. Asumiendo que le personal de salud debiera llegar con una actitud de respeto y colaboración hacia la comunidad, que debiera ser capaz de reconocer su propia organización e interactuar para que finalmente ella decidiera aquello relacionado la salud, uno se preguntaría ¿cuál es el papel del técnico en esta circunstancia? Como respuesta se puede citar a dos autores: “el papel del técnico…. está muy claro: Informar, proporcionar alternativas, subrayar efectos y mostrar la complementación de intervenciones potenciales” (15) “el técnico podrá ser partícipe de este proyecto popular en la medica que esté dispuesto a poner su conocimiento en manos de la población para que esta tome sus propias decisiones” (7, 15) De otra manera, cuando le técnico se basa, exclusivamente en su “visión de la realidad” y en su concepción de “los problemas y soluciones”, da pie a que se “impongan nuevas formas de actuación, sin tomar en cuenta los valores y las necesidades de la comunidad, sin garantizar que ellos signifiquen un beneficio para estas y sin permitir que la comunidad sea partícipe real de su propio proceso” (7). Citando textualmente al autor (Behin), “el peligro reside en que la intervención substitutiva acrítica puede matar el germen genuino de la conciencia y la iniciativa” (15) En este punto, resulta insalvable referirse a la multicausalidad de los problemas de salud y, por ende, a la prevalencia simultánea de otros problemas de la comunidad que inciden directamente en ella y, por ende , a la salud, olvidando frecuentemente que su determinación se da en un contexto más amplio, que trasciende los límites comunitarios, cualquiera que estos sean. Por ello le trabajo comunitario sólo puede ser una parte de la solución y debe ser enfocado de manera global. Desde este punto de vista, la participación de diversos sectores debe ser concertada y coordinada adecuadamente. Desafortunadamente, este no suele ser el caso. No es infrecuente observar multiplicidad de comités y de otras formas de organización compitiendo por el interés y los recursos de la comunidad. 8 La clasificación técnica de los problemas y la división de responsabilidades por sectores son intrascendentes para la población (11, 15) Pese a las dificultades que plantea la organización de la administración pública, es necesario hacer mayores esfuerzos de integración de los programas en le nivel comunitario. Idealmente, a este nivel, la forma debiera se “uniagencial” (1, 10, 15) Para finalizar, habría que señalar, citando nuevamente a Granda que en materia de participación comunitaria persisten grandes retos y problemas no resueltos. Desde el punto de vista práctico, el gran reto consiste en promover la participación de los individuos en tareas de desarrollo social, cuando no se les da iguales oportunidades de participación en la vida política. Desde el punto de vista teórico, el problema consiste en elaborar estructuras conceptuales y metodológicas que nos permitan conocer la realidad de aquellos a quienes queremos ayudar con nuestro trabajo, sin deformar esta realidad a través de nuestra propia cosmovisión. Es decir, cómo orientar nuestras acciones teniendo en cuenta la precariedad d nuestros instrumentos teóricos y la imposibilidad de retardar la acción cuando infinidad de personas esperan una solución a los problemas que dificultan su existencia. BIBLIOGRAFÍA 1. Discusiones técnicas de la XXII Reunión del Consejo Directivote la OPS. Servicios Comunitarios de salud y de participación de la población. Bol. Of. Sanit. Panam., 1974; 7S(19 : 1_36 2. Acuña HR. 75 Aniversario de la OPS: Participación comunitaria en la salud. Educ. Med. Sal. ,1997; 11(29: 104- 108 3. Programa Nacional de Salud 1984_1988. Cuadernos Técnicos de Planeación, Secretaría de Salubridad, México, 1984; 1(6): 57. 4. Ferrater, J. Diccionario De Filosofía. 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