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Escuela y Cambio Climático 
Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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TEMA 1 
El cambio climático en la escuela 
 
 
1. Introducción 
El cambio climático es el mayor problema socioambiental al que se enfrenta la 
humanidad en la actualidad. Sus consecuencias afectarán a la forma de vida de 
muchas personas y modificarán gran número de ecosistemas. La lucha contra él debe 
ser un compromiso de toda la población y en el que la educación tiene un papel 
fundamental. 
Este problema de magnitud global requiere de respuestas locales y generales 
simultáneamente y se entremezcla con cuestiones complejas como la pobreza, el 
desarrollo económico y el crecimiento demográfico. Los países pobres están más 
expuestos a los efectos del calentamiento atmosférico y son los que menos recursos 
tienen para enfrentarlo. Por ello, se trata de un desafío social, económico y ambiental 
global. 
La Convención Marco de la Naciones Unidas sobre cambio climático 
«Educación, Formación y Sensibilización del Público» indica que es preciso elaborar y 
aplicar programas de educación y sensibilización sobre el cambio climático y sus 
efectos y facilitar el acceso a la información y la participación de la población en la 
elaboración de respuestas adecuadas. 
No se puede confundir información con conocimiento. En los últimos años, la 
información relativa al cambio climático se ha multiplicado, el fenómeno ha pasado 
del ámbito académico a los medios de comunicación y también al debate político. En 
concreto, la información relativa al cambio climático resulta difícil de interpretar y 
valorar, ya que el clima es una abstracción humana que, a diferencia del tiempo 
atmosférico, no se percibe de forma directa. 
El cambio climático ha sido reconocido socialmente gracias a las voces de 
alerta de la comunidad científica y a la divulgación en los medios de comunicación. 
Sin embargo, algunos estudios realizados con el fin de detectar las ideas de la 
población en general sobre el cambio climático revelan que el conocimiento del 
fenómeno es en general superficial y que algunas ideas y conceptos erróneos están 
muy extendidos. Por ello, la comprensión del fenómeno del cambio climático se 
presenta como un gran desafío educativo. 
En el ámbito escolar, uno de los objetivos es capacitar al alumnado para 
conocer las claves científicas y los dilemas sociales relacionados con el cambio 
climático, ya que estamos ante un fenómeno que condicionará la vida futura de las 
generaciones que ahora asisten a nuestras aulas. 
Para ello, los centros educativos deben poner en marcha acciones 
encaminadas a favorecer el cambio hacia una cultura «baja en carbono» y generar 
un sentido de la responsabilidad que haga de cada cual una persona responsable y 
motivada para el cambio. 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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Con esto, no se trata de trasladar a la educación toda la responsabilidad de 
que se tenga una reacción adecuada ante el cambio climático, pero sí es cierto que la 
indispensable respuesta social no estará a la altura de las circunstancias si la 
comunidad en su conjunto no es capaz de valorar adecuadamente el problema e 
implicarse en los esfuerzos de cambio requeridos.1 
Por todo ello, en este curso se aportarán herramientas pedagógicas e 
instrumentos que favorezcan la reflexión y el tratamiento de las cuestiones 
ambientales inherentes a todas las actividades cotidianas de los centros escolares, y 
que deben estar reflejadas en los Proyectos Educativos de Centro. 
 
2. Barreras y niveles de resistencia al cambio 
Por todo ello, en este curso se aportarán herramientas pedagógicas e 
instrumentos que favorezcan la reflexión y el tratamiento de las cuestiones 
ambientales inherentes a todas las actividades cotidianas de los centros escolares, y 
que deben estar reflejadas en los Proyectos Educativos de Centro. 
A mediados del siglo pasado (1958) se realizaron las primeras mediciones del 
CO2 en la atmósfera, y pocos años después comenzaron a sonar las primeras voces 
de alarma al observar un aumento exagerado de su concentración. En 1979, durante 
la primera Conferencia Mundial sobre el Clima, se reconoció que el cambio climático 
era un problema grave, analizando de qué manera este cambio en el clima podría 
afectar a la actividad humana. La Conferencia adoptó una declaración que exhortaba 
a los gobiernos a prever y evitar los posibles cambios en el clima provocados por el 
ser humano. 
Las políticas que se han ido acordando en el ámbito internacional para luchar 
contra el cambio climático han estado dirigidas a la reducción de las emisiones de 
gases de efecto invernadero (políticas de mitigación), haciéndose un reparto por 
países y diferenciándose entre aquellos que tenían que reducir sus emisiones y 
aquellos que, por no haber llegado a unos niveles mínimos de desarrollo, pueden 
seguir emitiendo (protocolo de Kyoto), pero hay que reconocer que la situación 
actual es muchísimo más crítica que hace 30 años y habría que preocuparse también 
de identificar y reducir sus efectos negativos y rentabilizar en lo posible los positivos 
(medidas de adaptación). 
El cambio climático es un problema ambiental complejo que requiere de 
respuestas complejas. Se necesitan respuestas políticas, tecnológicas y sociales, todo 
ello de mano de la ciencia la cual aporta luz sobre las causas del problema y sobre su 
estado actual y futuro. 
Estamos, probablemente, ante el primer problema ambiental realmente 
sistémico: todos, o prácticamente todos, los sistemas ecológicos y humanos están 
implicados en él y se están viendo o se verán afectados por sus impactos y 
consecuencias a corto, medio y largo plazo. 
La complejidad se expresa también en el terreno socioeconómico y político. La 
necesidad de tomar decisiones al respecto, y de hacerlo con la profundidad y la 
urgencia que el problema requiere, choca con un modelo energético –y, por 
extensión, socioeconómico– sustentado sobre las fuentes fósiles de energía, que 
sirve de soporte indispensable a nuestros estilos de vida y a nuestros modos de 
producción y consumo. 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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Las «soluciones», sea cual sea la definición estratégica del objetivo de 
respuesta (mitigación o adaptación), tendrán que cambiar totalmente nuestra forma 
de obtener, distribuir y consumir energía, para lograr una reducción significativa de 
las emisiones de gases invernadero de origen humano, así como preservar y 
potenciar los almacenes y sumideros naturales de carbono. 
Si bien, la dirección y el sentido del cambio ya están identificados, las 
resistencias son muchas y la misma inercia social ralentiza y bloquea la adopción 
generalizada de cambios significativos en los estilos de vida y en los 
comportamientos individuales y colectivos, relacionados con las acciones humanas 
que contribuyen a desequilibrar el clima. 
Algunos obstáculos derivan del desconocimiento por gran parte de la 
población, de las causas y efectos del cambio climático, el minusvalorar los riesgos 
que comporta o, en algunos casos, el cuestionar su existencia real, todo ello puede 
servir como excusa para aplazar la adopción de cambios en profundidad. 
Otro factor es que las personas perciben la lentitud en el desarrollo de las 
políticas de respuesta al cambio climático como un signo de que la gravedad del 
problema no es tan grande, y de que no es necesaria la adopción de medidas 
urgentes ya que, aún existe un margen de tiempo suficiente para actuar. 
Una de las principales barreras psicosociales, que dificulta el paso de la toma 
de conciencia sobre el problema a la acción responsable es la percepción de que la 
acción individual es inapreciable e irrelevante ante la magnitud y la complejidad del 
problema. Se tiende a trasladar hacia otros agentes la responsabilidad de las 
soluciones y, por tanto, la iniciativa en la búsqueda de alternativas y en la asunción 
de cambios (hacia las institucionesgubernamentales, las industrias, los grupos de 
presión, etc.). En este contexto la responsabilidad individual se diluye en la 
responsabilidad colectiva. 
Es evidente, que una parte fundamental del esfuerzo de mitigación se debe 
hacer a nivel individual y los esfuerzos de reducción del nivel de emisiones precisarán 
de un mayor grado de implicación social, desde una base más humana, más cercana 
a nuestros orígenes y al espacio que nos sostiene y, que debe sostener también, a 
las generaciones futuras. 
Para arrojar algo más de luz sobre el tema se ha extraído el siguiente 
fragmento de una entrevista realizada a Jorge Riechmann titulada «Ahora menos que 
nunca podemos separar el problema ecológico de la cuestión social»2. 
«Exceptuando a quienes cierran tenazmente los ojos ante la realidad, creo que 
no costaría ponernos de acuerdo en que estamos ante una crisis ecológico-social. No 
se trata sólo de una crisis ambiental, que es evidente, sino de algo mayor donde se 
entrelazan tres fenómenos de grandes dimensiones: 
 
1) tenemos una crisis climática antropogénica –esto es, creada por los seres 
humanos–, originada por el exceso de gases de efecto invernadero en la 
atmósfera, crisis con consecuencias potencialmente devastadoras; 
2) tenemos además una crisis energética: hemos construido nuestras sociedades 
industriales sobre la base energética de los combustibles fósiles, un recurso 
natural limitado, y los hemos estado quemando rapidísimamente, de modo que 
ahora nos avecinamos a ese punto dramático del peak oil o cenit global del 
petróleo –al que seguirá muy pronto el del gas natural y, más adelante, el del 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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carbón–, punto de inflexión que indica el final de esa economía expansiva 
basada en combustibles fósiles muy baratos que ha caracterizado a la primera 
etapa de la sociedad industrial; 
3) tenemos, en tercer lugar, una crisis de biodiversidad, con la desaparición de 
especies y la degradación de ecosistemas, que es también terrorífica en su 
extensión. Estamos hablando, en efecto, nada menos que de la “sexta 
megaextinción”. Las cinco anteriores se produjeron por perturbaciones de la 
biosfera que podemos considerar “externas”, a consecuencia, por ejemplo, del 
impacto de algún enorme meteorito contra la Tierra, y condujeron a una 
desaparición de la vida sobre planeta que en algún caso alcanzó al 90% de las 
especies vivas; y ahora estamos haciendo lo mismo, pero a resultas de la 
actividad humana, no de ninguna perturbación externa. 
Ya sólo estas tres grandes dimensiones que he mencionado, y que están 
relacionadas entre sí por diversos nexos causales, bastan para poder hablar de una 
crisis ambiental grave, pero, como se aprecia, las causas no son para nada 
“naturales”, sino que tienen que ver con la deficiente inserción de los sistemas 
humanos en los sistemas naturales. 
Se trata, pues, de una crisis socio-ecológica, de modo que ahora menos que 
nunca se puede separar lo social de lo ecológico. Hay además otra serie de 
fenómenos, más internos a las sociedades humanas, que también indican crisis a mi 
modo de ver. Tenemos un mundo más desigual de lo que nunca lo ha sido en la 
historia de la humanidad, a pesar de las promesas del desarrollo industrial y de la 
democracia. Tales desigualdades no han dejado de crecer, sobre todo en estas 
últimas dos o tres décadas de capitalismo neoliberal, hasta niveles que son 
insoportables. Podemos hablar, pues, de una crisis social vinculada con esos 
problemas de desigualdad». 
 
3. Claves para enfocar la comunicación del cambio climático 
En este apartado se proponen algunas recomendaciones a seguir para hacer 
llegar la información sobre el cambio climático de una manera clara y precisa. El 
principal objetivo es capacitar al alumnado para analizar la información sobre el 
cambio climático, tomar conciencia sobre el problema y pasar a la acción 
responsable. 
Las claves que se relacionan están basadas en el libro Comunicar el Cambio 
Climático. Escenario social y líneas de acción, editado por el Ministerio de Medio 
Ambiente y Medio Rural y Marino, ya sea incorporadas íntegramente, ya sea 
reformuladas y matizadas en función del contexto educativo.3 
Partimos del hecho de que las personas saben que el cambio climático es un 
problema y tienden a concederle cada vez mayor relevancia, pero desconocen en 
gran medida en qué consiste y cómo les influirá, y también manejan poca 
información sobre cómo pueden actuar para mitigarlo o evitarlo y sobre la urgencia 
de hacerlo.4 
Las herramientas educativas que se vayan a utilizar deben tener en cuenta, al 
menos, los siguientes aspectos: 
• proporcionar información veraz y científicamente correcta sobre qué es y 
cuáles son las causas del cambio climático de origen humano, 
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• identificar las consecuencias a medio y largo plazo y hacerlas socialmente 
significativas, 
• proponer y promover soluciones o alternativas que puedan mitigar sus 
impactos ecológicos y sociales, 
• resaltar el grado de amenaza que supone y la necesidad urgente de actuar, 
• identificar y destacar las responsabilidades individuales y colectivas en el 
origen del problema y en las alternativas para enfrentarlo. 
 
Algunas recomendaciones que se proponen son las siguientes: 
 
3.1. Revisar las actuales estrategias de comunicación y educación 
sobre el cambio climático 
Es preciso modificar algunas rutinas y creencias establecidas en los enfoques 
de la comunicación del cambio climático. Algunas son comunes al tratamiento 
educativo e informativo de otros problemas ambientales, mientras que otras se 
pueden atribuir a las peculiaridades que se derivan de la naturaleza global, compleja 
y sistémica de este problema: 
a. Los mensajes, los valores y los comportamientos que experimentan los 
niños y las niñas en su proceso de socialización primaria y secundaria –en 
la familia, en la comunidad, en la escuela, a través de los medios de 
comunicación–; la coherencia que presenten y su orientación responsable, 
serán los factores que contribuyan más eficazmente a formar una 
ciudadanía ambientalmente más consciente y responsable. 
b. El cambio climático, como otros problemas ambientales, comporta graves 
amenazas y riesgos vitales para las personas, pero no tiene mucho 
sentido apelar al instinto humano de supervivencia. Este actúa en un 
tiempo medido en segundos o minutos, como una réplica emocional ante 
amenazas inminentes y claramente identificadas. Por el contrario, la 
respuesta al cambio climático requerirá un proceso de adaptación y 
mitigación que se dilata en años y en lustros, con efectos que se 
proyectan a medio y largo plazo. 
c. Es preciso no provocar alarma o miedo sino ofrecer la motivación, la 
capacitación y el poder para actuar. Es importante utilizar las emociones 
ligadas al temor con mucha cautela y tener en cuenta que la magnitud del 
problema puede asustar y convertir en irrelevante la respuesta del 
individuo. 
d. Las soluciones al cambio climático han de ser de carácter social y político, 
antes que de naturaleza científico-tecnológica. Las resistencias a cambiar 
un estilo de vida que se asocia con el bienestar y el progreso hacen que 
las personas confíen en que todavía hay tiempo suficiente para que los 
científicos y los tecnólogos encuentren las “soluciones” oportunas. Es 
preciso hacer hincapié en este error. 
e. Las políticas institucionales y las estrategias y contenidos de la 
comunicación sobre el cambio climático deben de ser coherentes. El 
sentido común tenderá a no conceder credibilidad ni a aceptar la urgencia 
de los llamamientos al cambio –máxime cuando este supondrá esfuerzos 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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y renuncias importantes– mientras no vengan avalados por otros 
cambios: de las políticas, de los modelos de gestión y de las formas de 
hacerque emanan de los centros de información y de poder. 
 
3.2. Integrar razón, emoción e inteligencia social 
 El que una persona tenga acceso a mucha información sobre el cambio 
climático, incluida la mejor información científica disponible; no garantiza que esta 
vaya a actuar de forma «proambiental», ya que, existen otros factores que 
intervienen en cómo las personas interpretan el mundo y actúan en él, y muchas 
veces son tanto o más decisivos que los meramente racionales. La conexión 
emocional con el problema es también importante, sobre todo si se tiene en cuenta la 
naturaleza evidentemente abstracta del cambio climático para la mayoría de la 
población. 
Es fundamental elaborar bien la información que se transmite, la actitud que 
se pretende motivar o el comportamiento que se quiere generalizar, así como la 
intensidad emocional del problema, también lo es considerar el contexto y las 
situaciones en las que viven y se desenvuelven cotidianamente las personas 
destinatarias. 
 
3.3. La incertidumbre como herramienta para informar 
La incertidumbre es propia del proceder científico, y el cambio climático no es 
un objeto de la ciencia distinto a otros en este aspecto, aunque sí más complejo por 
su carácter híbrido (natural y social) y sistémico. 
Sin embargo, al trasladar la incertidumbre a la población, se puede crear un 
clima emocional desmovilizador y creador de inseguridad, que desactiva la 
predisposición al cambio, máxime si las exigencias de cambio y los esfuerzos y costes 
que dicho cambio comporta son grandes. 
En todo caso, la incertidumbre misma puede ser utilizada como un recurso 
para la comunicación, haciendo hincapié en aquellos aspectos del cambio climático en 
la que se produce y ayudando a entender su naturaleza a partir de los mismos 
instrumentos que están utilizando las ciencias del clima para reducirla: elaboración 
de escenarios, uso de modelos y simulaciones, procesos de búsqueda de consenso 
sobre temas controvertidos, etc. También se debe apelar al principio de prevención y 
al papel activo de la ciudadanía y las instituciones democráticas en la toma de 
decisiones. 
 
3.4. Hablemos claro del cambio climático 
«Es preciso utilizar un lenguaje sobre el cambio climático que combine rigor 
científico, claridad y expresividad. Esta tarea debe comenzar por la misma 
denominación del problema. 
En este sentido, es más correcto utilizar la expresión “cambio climático 
causado por la acción humana”. Otras expresiones como “cambio global” (demasiado 
abstracta e inconcreta), “efecto invernadero” (incorrecta desde el punto de vista 
científico), “calentamiento global” o “calentamiento del clima” (resaltan demasiado 
sólo una de las consecuencias del cambio climático), deberían ser evitadas en lo 
posible o ser utilizadas con sumo cuidado». 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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3.5. Aclarar los puntos ocultos 
«Es necesario destacar los puntos importantes sobre el cambio climático que 
no se tienen en cuenta en la visión que tenemos: 
a. La identificación del CO2 como principal gas de efecto invernadero 
difumina y oculta la existencia de otros gases relevantes en la físico-
química del cambio climático. 
b. El cambio climático se asocia más con la contaminación industrial y el 
transporte a gran escala y, en menor grado, con la que se deriva del 
consumo doméstico o de la actividad del sector primario (agricultura, 
ganadería) o de los servicios (comercio, turismo…). 
c. Es preciso resaltar el papel clave de otros elementos y procesos geofísicos 
en la dinámica del cambio climático. Es el caso, por ejemplo, de los 
océanos –como sumideros de carbono, como reguladores térmicos del 
planeta, etc.– o de los bosques –como sumideros de carbono, etc.–. 
d. Las consecuencias del cambio climático que la ciudadanía mejor conoce y 
domina son las geofísicas: deshielo polar y continental, subida del nivel 
del mar e incremento de fenómenos climáticos extremos (huracanes, 
inundaciones, sequías...). 
 Frente a este sesgo, es preciso hacer mayor hincapié en las 
consecuencias ecológicas (cambios en la distribución de los biomas 
terrestres y marinos, desaparición de especies, proliferación de especies 
oportunistas, alteración del ciclo del agua…) y en las sociales 
(movimientos migratorios, impactos sobre la economía, problemas para 
satisfacer necesidades básicas, impactos sobre la salud humana y sobre la 
disponibilidad de alimentos, etc.) que son las menos conocidas. 
e. Es preciso establecer relaciones claras y visibles entre las políticas y los 
programas de respuesta que ya existen y el cambio climático (por 
ejemplo: asociar la aplicación de la etiqueta energética en los 
electrodomésticos para facilitar el ahorro de energía con las respuestas al 
cambio climático).» 
 
3.6. No alimentar el error 
Conviene no favorecer concepciones y representaciones sociales sobre el 
cambio climático erróneas o distorsionadas. 
La confusión generalizada entre la degradación de la capa de ozono y el 
cambio climático se puede reducir evitando el hacer mención conjunta de ambos 
problemas: no asociando los CFC y el cambio climático, no incluyendo la capa de 
ozono en ilustraciones diseñadas para explicar el cambio climático, etc. 
 
3.7. Pensar a quién va destinado el recurso que se diseña 
«Los mensajes deben presentarse de forma atractiva, con un lenguaje sencillo 
y haciendo uso de recursos amenos. La creatividad debe ser una base importante de 
la comunicación, recurriendo a distintos lenguajes y recursos que se refuercen y 
complementen». 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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Dada la complejidad inherente al cambio climático, a la hora de elegir la 
cantidad de contenidos, es preciso equilibrar la relación existente entre el tiempo del 
que se dispone para realizar la actividad y el nivel educativo al que se va a dirigir. Es 
mejor desarrollar pocas ideas y claras, que muchas y confusas, por lo que se debe 
definir bien a quién va destinado el recurso que se diseña. 
 
3.8. Ligar el cambio climático a la vida cotidiana 
Es importante transferir el cambio climático a la dimensión «local», 
«doméstica» y «cotidiana», para superar la actual percepción social como una 
cuestión lejana y abstracta. 
El cambio climático es una amenaza global, pero es preciso hacer sentir su 
impacto en las casas y en los lugares concretos en los que viven las personas, y es 
preciso aprender a actuar sobre él también en esos escenarios domésticos y 
cotidianos. El problema radica en que no es fácil visualizar dichas conexiones. 
Desconocemos, en gran medida, cómo contribuimos y, por lo tanto, cómo podemos 
dejar de contribuir, a las emisiones de gases invernadero. Identificar y visualizar 
estas conexiones y ofrecer alternativas con-cretas y factibles de cambio puede 
aumentar la predisposición y capacidad para la acción individual y colectiva. 
 
4. Acuerdos básicos 
Hay diferentes opiniones y posiciones con relación al incremento de la 
temperatura media del planeta, cuál será el punto de inflexión y a partir de qué 
temperatura este punto es irreversible. 
Parece haber un alto consenso sobre un aumento entre 1,4 y 5,8 grados 
centígrados, sobre la temperatura anterior a la época industrial5, para este siglo y 
que 2 grados es el punto máximo al que debiéramos acercarnos, pues parece ser el 
punto de inflexión. 
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) 
fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el programa 
de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con el fin de analizar y 
evaluar la información científica, técnica y socioeconómica que sea pertinente para 
comprender el cambio climático, sus posibles repercusiones y las posibilidades de 
adaptarse a dicho cambio y atenuarlo. 
El IPCC en su cuarto informe de evaluación, titulado «Cambio climático 2007: 
Informe de Síntesis. Resumen para Responsables de Políticas»hace un análisis 
exhaustivo y actualizado de los conocimientos sobre el cambio climático llegando a 
conclusiones como las siguientes: 
• El cambio climático, entendido como fenómeno inducido por la actividad 
humana, ha pasado de ser considerado una posibilidad técnica a ser 
constatado como una realidad. 
• Los fenómenos atribuidos al cambio climático incluyen el aumento global 
de la temperatura media de la superficie terrestre, la disminución de la 
extensión de la nieve, el ascenso del nivel del mar y el incremento de 
las temperaturas máximas extremas. 
• Existen evidencias que relacionan los cambios observados en el clima 
con las emisiones de gases efecto invernadero. 
Escuela y Cambio Climático 
Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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• El fenómeno del cambio climático continuará durante el siglo XXI, 
incluso si logramos reducir sustancialmente las emisiones de esos gases. 
• Las previsiones indican que afectará especialmente a los países en 
desarrollo, precisamente los que tienen menos recursos para adaptarse. 
• El tiempo juega en nuestra contra: se considera que cuanto más tiempo 
transcurra sin que reaccionemos, más costoso y difícil será controlar la 
situación. 
En definitiva, las ideas dominantes en la comunidad científica indican que las 
emisiones de gases efecto invernadero están generando un conjunto de problemas 
caracterizados por su dimensión planetaria, sus severos efectos sobre el ambiente 
planetario y su difícil reversibilidad.6 
En este contexto, unas pocas voces siguen cuestionando el calentamiento 
global y el cambio climático. 
Situaciones como la no adhesión al Protocolo de Kyoto y la firma de un 
acuerdo en 2005, por parte de Estados Unidos, Australia, China, Japón, India y Corea 
del Sur para colaborar en el desarrollo de tecnología dirigida a reducir las emisiones 
de gases contaminantes y con el objetivo de combatir el efecto invernadero son 
señales muy preocupantes para la resolución de una situación ya de por si compleja. 
Este acuerdo sitúa al margen del mecanismo actual de consenso, el Protocolo 
de Kyoto, a un grupo de países que producen cerca del 40% de las emisiones de 
gases de efecto invernadero en todo el mundo y que representan a casi el 45% de la 
población del planeta, bajo la denominación Sociedad Asia-Pacífico para el Desarrollo 
y el Clima. 
Su objetivo: «Trabajar por la erradicación del efecto invernadero, sin 
entorpecer el crecimiento económico».7 
Su planteamiento inicial parte de un modelo sin limitaciones, basado en el 
continuo desarrollo económico y el crecimiento, lo que actualmente es contrario al 
planteamiento mayoritario de contención del crecimiento y adopción de unos límites 
situados en los valores de las emisiones de gases de efecto invernadero de 1990. 
Partiendo de un reconocimiento mayoritario del calentamiento global y el 
cambio climático, entremos a descubrir, poco a poco su compleja realidad y sus 
interrelaciones. 
 
 
 
 
 
 
1 Heras Hernández, Francisco. (2009). El cambio Climático en las aulas. Aula Verde, núm 34, pág. 4. 
 
2 Boletín ECOS (2008). Entrevista con Jorge Riechmann. Centro de investigaciones para la paz (CIP-
Ecosocial), Núm 1, enero 2008. 
 
3 Meira Cartea, P. (2008). Comunicar el cambio climático. Escenario social y líneas de acción. Madrid: 
Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Organismo Autónomo de Parques Nacionales. 
 
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Tema 1. El cambio climático en la escuela 
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4 Carvalho, A. (2008). Communicating Climate Change: Discourses, Mediations and Perceptions. Braga: 
Centro de Estudos de Comunicação e Sociedade, Universidade do Minho. 
Kropp, J. y M, Scholze (2009). Climate change information for effective adaptation, a practitioner´s 
manual. Eschborn: Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) GMBH Climate 
Protection Programme. 
 
5 Clarity. Cambio Climático (2005). Ministerio de Medio Ambiente. Proyecto financiado por la Dirección 
General de Medio Ambiente de la Comisión Europea. 
 
6 Heras Hernández, Francisco. (Diciembre 2003). Carpeta informativa del CENEAM. Conocer y actuar 
frente al cambio climático: obstáculos y vías para avanzar. Pag.02.074-02.082 
 
7 Texto del compromiso de EE.UU. para desarrollar soluciones al cambio climático mundial, en 
http://www.america.gov/st/washfilespanish/2007/July/20070727182624pcg0.8759424.html, activa en 
septiembre de 2009.

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