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Contrato Social Resumen

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JJ Rousseau, Del contrato social 
(Resumen) 
 
Libro I 
 
Capítulo I 
La cuestión es buscar y conseguir la libertad. 
El orden social es un derecho (un "derecho sagrado"), del que derivan los demás 
derechos. El orden social está fundado en las convenciones. 
Discusión: distinción entre la libertad natural y la libertad civil, que está enmarcada en la 
ley y el estado, en el derecho. (Notar la doble acepción de la palabra convención: tradición y 
asamblea.) 
 
Cap. II 
La familia es parte de una ley natural; la función de la familia es reproducirse, velar por su 
conservación. La familia es el modelo de la sociedad política: el papá y los hijos. (Teoría política 
contradictoria: es a la vez conservadora (busca hacer un estado exitoso, que se autoperpetúe) y 
revolucionaria (busca un estado de libertad).) 
Crítica de diversos pensadores clásicos, quienes afirman que los que gobiernan son 
superiores a los gobernados. Este es el punto que Rousseau desarrollará: que los gobernados 
deben ser los gobernantes (aparente contradicción). 
Si los gobernantes gobiernan por superioridad fisica, los gobernados serán como 
esclavos, sometidos por el miedo; el estado no será permanente y estable, sino presa de 
sublevaciones, guerras, inestabilidad. 
 
Cap. III 
El fuerte transforma su fuerza en derecho; la obediencia se transforma en deber. El derecho debe 
imponerse sobre la fuerza. Se debe obedecer sólo a "poderes legítimos". El estado debe tener 
legitimidad, ser un régimen de soberanía popular y de derecho. 
 
Cap. IV 
Las convenciones son la base de la legitimidad. La paz y la tranquilidad no deben fundarse en el 
miedo y la represión; no deben ser meramente la negación de la guerra, pues en realidad tal "paz" 
es una especie de guerra. 
 La libertad es un derecho inalienable. El gobierno no puede ser arbitrario. La verdadera 
moralidad se funda en la libertad. La libertad es consustancial a la condición humana. 
 Crítica a la idea (de Hobbes) de que el estado debe dedicarse a impedir la guerra de todos 
contra todos. La guerra en realidad se da entre estados, y se da porque existe la propiedad. 
 La esclavitud y el derecho se excluyen mutuamente. El derecho surge de un convenio o 
contrato entre hombres libres. (Notar la ausencia de la mujer.) 
 
Cap. V 
Regir a una sociedad no equivale a someter a una multitud. No es lo mismo un amo y sus 
esclavos que un jefe y su pueblo. La asociación (o sociedad, o contrato social) no es una mera 
agregación de gente sino "un cuerpo" político. 
 Es necesario trascender el simple interés privado de cada cual. Hacer algo superior a la 
suma de los intereses privados. 
 Un pueblo se hace un pueblo en una "primera convención", en un "pacto social". 
 
Cap. VI 
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El pacto social protege a todos, que son iguales (en el estado, ante la ley). A la vez, cada cual 
queda libre. Cada uno se da a todos. Hay una enajenación del interés de cada cual para delegar en 
el todo. 
 La "voluntad general" es la suma de las decisiones individuales para delegar en una 
suprema dirección para el bien común. Automáticamente se produce un "cuerpo moral y 
colectivo" en asamblea, fundado en esa unidad. 
 Este cuerpo político es "Estado" en su dimensión pasiva; es "Soberano" en su dimensión 
activa. (“Estado” parece significar aquí una identidad jurídico-política territorial, la comarca 
limitada por fronteras, quizá lo que hoy llamaríamos estado nacional. Soberano es el "espíritu" 
que rige al estado por medio del gobierno y que condensa la voluntad general, el bien común, el 
pueblo. Nótese una metafísica que recuerda la de la Santa Trinidad.) 
 El "pueblo" se constituye de "ciudadanos" en su dimensión activa, en tanto partícipes de 
la soberanía; y de simples "súbditos" en tanto sometidos a las leyes y al Estado. 
 
 
Cap. VII 
El soberano tiene plenos poderes, encarna al pueblo. Ninguna ley lo puede obligar, pues ninguna 
ley debe poder más que la asamblea original. El soberano no puede derogar aquella convención 
inicial. 
 El soberano implica la unidad de todos; atacar a uno es atacar a todos. (La voluntad 
general es el soberano.) La voluntad general o soberano es indivisible. Todos vienen obligados, 
por su interés y por su deber. El soberano es una "persona moral", un "ser de razón"; todos están 
coprometidos en la garantía de poder del soberano. 
 Todos tienen la obligación de obedecer la voluntad general, la patria. Aquí reside el 
"artificio y el juego de la máquina política". 
 
Cap. VIII 
Ha sido necesario el paso del "estado de naturaleza" al "estado civil". El deber sucede al impulso, 
el derecho al apetito. En el estado el hombre pierde su libertad natural; pierde el derecho ilimitado 
a todo lo que le tiente; está limitado por la voluntad general. 
 De aquí la distinción entre posesión y propiedad. La primera se funda en la fuerza, en el 
acto físico; la segunda se funda en el derecho y la ley, en un "título positivo". 
 Es en el estado civil que se produce la "libertad moral", la única "que hace al hombre 
dueño de sí". El impulso del apetito es esclavitud; la obediencia autoimpuesta es libertad. 
 
Cap. IX 
La propiedad particular se hace "territorio público" gracias al estado y al derecho. El derecho de 
cada cual a lo suyo está subordinado al derecho de la comunidad a lo de todos. 
 Todos se han vuelto iguales por convención y por derecho; existe una igualdad moral y 
legítima, versus la igualdad natural y versus las diferencias físicas. 
 
 
Libro II 
 
Cap. I 
Sólo la voluntad general puede dirigir las fuerzas del estado hacia el bien común. Lo común es el 
"vínculo social". La soberanía no es sino el ejercicio de la voluntad general. 
 El poder se transmite, no así la voluntad general. La voluntad general es un acuerdo entre 
las voluntades particulares, a la vez que ella misma establece un acuerdo con cada voluntad 
particular. 
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 El estado implica libertad del pueblo, poder de la soberanía popular. Si hubiese amo, el 
pueblo se disolvería; el pueblo no puede meramente obedecer. Si obedeciera, el pueblo se 
disolvería de inmediato, no habría soberano ni cuerpo político. 
 El soberano es sagrado e inviolable; su supremacía surge de las convenciones generales. 
Las convenciones han ido dejando a través del tiempo a cada cual sus propiedades y bienes, de las 
cuales pueden disponer. 
 Los particulares no renuncian a sus bienes privados; el estado los protege. Pero todos 
actúan por la patria, nadie por sí mismo. 
 
Cap. V 
El contrato social persigue proteger a los contratantes. Quien desafía las leyes traiciona la patria; 
su conservación se hace entonces incompatible con la del estado. 
 Pero aunque el soberano tenga el derecho de suprimir a los súbditos, la frecuencia de la 
represión podría ser signo de pereza o debilidad del gobierno. 
En un estado bien gobernado hay pocos castigos, pues hay pocos criminales. 
 
Cap. VI 
Los derechos deben ser fijados en leyes. El pueblo es el autor de las leyes. La ley expresa la 
voluntad general. La ley distribuye derechos, deberes y privilegios, no a individuos sino de forma 
institucional, jurídica. La ley no se ocupa de individuos concretos sino que se remite a lo 
abstracto, al derecho. 
 Las leyes expresan la voluntad general. La justicia debe expresarse en la ley, pues nadie 
puede ser injusto hacia sí mismo. 
 La libertad está en las leyes; éstas son "registros de nuestras voluntades". La ley une 
universalmente la voluntad y el objeto. 
 Todo gobierno legítimo es republicano, pues éste es el gobierno del "interés público". 
 
Cap. VII 
"Instituir a un pueblo" equivale a cambiar la naturaleza humana, a transformar a cada individuo. 
 El legislador es aquí un "hombre extraordinario del estado". Su obra es santa. 
 Sólo la voluntad obliga a la voluntad particular. Para que la voluntad particular sea 
compatible con la voluntad general debe someterse al sufragio del pueblo.El legislador es un "milagro", expresa una "razón sublime fuera del alcance de los 
hombres vulgares"; es una "autoridad divina". No se trata de prestigio sino de manifestar la 
voluntad general; funde la ley con el pueblo. 
 
Cap. VIII 
Hay pueblos maduros e inmaduros, avanzados y bárbaros, fuertes y débiles. 
 
Cap. X 
El desarrollo, la riqueza, la producción de un país determinan la calidad de su estado. 
 El grado de abundancia determina la paz. 
 Hay una selectividad de los pueblos aptos para las buenas leyes. 
 
Cap. XI 
El fin de todo sistema de legislación es la libertad y la igualdad. 
 Discusión sobre la igualdad. El poder ha de ejercerse sólo en virtud "del rango y de las 
leyes". Debe estar siempre "por debajo de toda violencia". En cuanto a la riqueza, nadie debe ser 
lo suficiente "opulento" para comprar a otro ni lo suficiente pobre para tener que venderse. Los 
ricos deben ser moderados en sus riquezas y los pobres en sus ambiciones. 
 La legislación hará posible la igualdad. 
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 Estos principios deben adecuarse a cada pueblo a base de su situación local, el carácter de 
sus habitantes, riquezas, industrias, clima, suelo, etc. 
 Hay leyes políticas y leyes civiles: las fundamentales y las que el estado instrumenta. Hay 
además leyes criminales, referentes a las desobediencias y penas, y hay usos y costumbres. La ley 
más importante es la "opinión". 
 
 
Libro III 
 
Cap. I 
El poder ejecutivo expresa la voluntad general. El poder legislativo pertenece al pueblo. Si el 
alma es el legislativo, el cuerpo es el ejecutivo. 
 El gobierno no es el soberano, es sólo su ministro. No deben confundirse. El gobierno es 
la administración suprema del ejercicio legítimo del poder ejecutivo. Equivale a las fuerzas 
intermediarias cuyas relaciones son las del todo con el todo, la del soberano con el estado. El 
gobierno recibe del soberano las órdenes que da el pueblo. 
 Debe haber un balance fundando en una "igualdad" entre el poder del gobierno y el poder 
de los ciudadanos, los que a su vez son ciudadanos y súbditos. 
 Cuanto más grande sea el estado más disminuye la libertad, pues el poder del soberano 
abarca más y el poder del individuo abarca menos. Debe haber una "proporción continua" entre el 
soberano, el príncipe (gobierno) y el pueblo. 
 El gobierno es en pequeño lo que es en grande el cuerpo político que lo engloba. Es una 
persona moral "activa como el soberano, pasiva como el estado". El gobierno es un cuerpo dentro 
del estado, y es intermediario entre el soberano y el pueblo. El estado sin embargo existe por sí 
mismo, mientras el gobierno no existe sino para el soberano. 
 La fuerza del gobierno (el príncipe) radica sólo en la fuerza pública. Si hiciera un acto 
absoluto o independiente, "la trabazón de todo comienza a relajarse". Al gobierno le hace falta 
"un yo particular", una sensibilidad común a sus miembros". 
 
Cap. II 
El gobierno no equivale a los magistrados (funcionarios). Mientras más funcionarios tiene el 
gobierno, más débil es. El funcionario no debe convertirse en una voluntad particular. 
 “En una legislación perfecta” la voluntad general lo abarca todo y la voluntad particular 
es nula. 
 Cuanto más grande es el Estado más debe reducirse el gobierno; el número de jefes debe 
reducirse en razón del aumento en la población. 
 El arte de legislar reside en la fuerza y la voluntad del gobierno respecto al estado. 
 
Cap. VIII 
La libertad no está al alcance de todos los pueblos. 
 El estado existe sólo cuando se produce abundantemente y hay excedente. Diversos 
factores lo determinan: el clima, la tierra, la industria. 
 Si no hay producción suficiente sólo habrá salvajes, no habrá estado. 
 
Cap. IX 
La asociación política persigue la conservación y prosperidad de sus miembros; que los 
ciudadanos pueblen y se reproduzcan. 
 
Cap. X 
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El gobierno tiende a degenerar. Puede producirse una opresión del soberano por parte del 
príncipe. Desde su nacimiento, el cuerpo político tiende a su propia destrucción. El cuerpo 
político lleva en sí el germen de su propia destrucción. 
 Hay, por tanto, que prolongar al estado lo más posible. El principio de la vida política 
está en la autoridad soberana. 
 El poder legislativo es el corazón de estado. 
 Que las leyes se debiliten demuestra que ya no hay poder legislativo, que el estado está 
dejando de existir. 
 Por tanto tiene que haber una reunión periódica del pueblo. Cuanta más fuerza tiene el 
gobierno, más se muestra el soberano. El gobierno debe existir en cada localidad o “ciudad”. 
 Un recurso podría ser que no haya una capital, sólo poderes locales y rotación del poder 
por zonas. 
 
Cap. XV 
Crítica del dinero. “Dad dinero y pronto tendrás cadenas”. 
 En una ciudad bien guiada, todos vuelan a las asambleas. 
 Crítica de la idea según la cual el “pueblo” está representado en el llamado Tercer Estado 
francés. La soberanía no puede ser representada, como tampoco enajenada. La misma consiste en 
la voluntad general. 
 Los diputados no son los representantes de la soberanía, sino sus delegados. 
 El pueblo en persona debe ratificar las leyes; de lo contrario son nulas. 
 Crítica de la “representatividad” por vía de las elecciones. Después de las elecciones 
somos esclavos. “La idea de los representantes es moderna”. 
 La ley es la declaración de la voluntad general. El pueblo no está representado en la 
legislatura sino en el ejecutivo. En el momento en que hay representantes, el pueblo ya no es 
libre. 
 Proposición de que el estado sea pequeño, de modo que el pueblo participe directamente. 
Pero hay que admitir el peligro de que al ser pequeño, sea sojuzgado por potencias extranjeras. 
 
Cap. XVI 
El contrato social hace a todos iguales. La autoridad suprema no puede modificarse ni enajenarse. 
El estado, soberano, voluntad general, pueblo, etc. surge de una primera asociación o contrato, 
después del cual no puede haber más contratos, sin violentar a primero. 
 
Cap. XVII 
El gobierno se instituye estableciendo la ley y ejecutándola. El primer acto del gobierno es la 
institución del pueblo. Luego, la soberanía se convierte en democracia. Luego, los ciudadanos, 
hechos funcionarios, pasan de lo general a lo particular, de hacer la ley a ejecutarla. 
El gobierno democrático se establece con el “simple acto” de la voluntad general. 
 El acto que instituye al gobierno no es un contrato, sino una ley (contrario a lo que dice 
Hobbes). Los depositarios del poder ejecutivo no son los amos del pueblo sino sus funcionarios. 
El pueblo los puede remover. El funcionario debe cumplir su función sin discutir. Es necesario 
distinguir entre soberanía y administración. 
 Un “gobierno hereditario” (monarquía) no implica un compromiso sino meramente una 
forma, que el pueblo puede alterar. 
 Es preciso evitar que el príncipe, el gobierno, se aproveche de su poder y desaliente o 
inhiba al pueblo de ser el soberano. 
 El contrato social puede mantenerse mediante asambleas populares. 
 No hay en el estado ninguna ley que no se pueda revocar, ni siquiera el contrato social. 
 
 
 6 
Libro IV 
 
Cap. I 
La voluntad general es indestructible. Se ve en que el estado es vigoroso, no hay intereses 
contradictorios, el bien común se muestra por doquier. Sólo se necesita sensatez para percibir el 
vigor de la voluntad general. 
 Por encima de las “sutilezas políticas” deben estar la paz, unidad e igualdad. 
 El estado necesita pocas leyes; lo contrario lleva a la debilidad del estado y de la voluntad 
general; se rompe el vínculo social. 
No es que se aniquile la voluntad general. Por el contrario, ella sigue pura e inalterable. 
Es sólo que ha sido subordinada a otras voluntades. El gobierno se ha hecho cargo, o alguna 
facción. 
 
Cap. II 
Los sufragios se tornan en aclamaciones, se produce una unanimidad para adular. He aquí el 
extremo opuesto de otro error, que es fragmentar el podersoberano. 
 En realidad el sufragio expresa (debe expresar) la voluntad general. Los votos deben 
emitirse pensándose en la voluntad general, que es la de cada cual, pero enaltecida. 
 Si prevalece la opinión contraria a la mía, ello muestra que me había equivocado, pues 
interpreté erróneamente la voluntad general. Si mi voluntad particular hubiera prevalecido se 
hubiese hecho algo diferente a lo que yo en el fondo quería, ya que mi interés está con la voluntad 
general. Yo no habría sido libre, creyendo que lo era. 
 
Cap. VII 
El funcionario a cargo de la censura es un ministro del príncipe (gobierno) y no hace sino aplicar 
la voluntad general. Tiene que ceñirse a la opinión general, a las convenciones y a la constitución. 
La censura puede ser útil para conservar las costumbres. 
 Las opiniones del pueblo se forman con su constitución; la ley “hace nacer las 
costumbres”. 
 
Cap. VIII 
El estado es una “religión civil”. Crítica de la iglesia y del cristianismo. Al suponer que la vida 
radica en lo celestial o divino, el pueblo se hace pasivo en cuanto a la comunidad real, a la 
política y el estado. La pasividad del pueblo lleva a la tiranía. 
El amor debe ser civil. Al suponer que no hay que hacer política se hace en efecto 
política, pero de forma ineficaz. La lealtad no debe ser a un más allá, sino al estado, a la patria, a 
la comunidad, a la voluntad general. 
Era hipócrita en los cristianos primitivos sugerir que no aspiraban al poder terrenal y 
estaban pendientes solamente del otro mundo, cuando en realidad estaban pendientes del poder 
político, el que conquistaron finalmente. 
Es en la vida del estado, del pueblo, donde hay que poner la participación, el amor al 
prójimo y el empeño. 
 
 
 
(H. Meléndez, oct. 2002) 
	Libro IV

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