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Adiós al profeta de la unidad suramericana

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Adiós al profeta de la unidad suramericana
Por Marcelo Gullo, licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, recuerda
a Methol Ferré y le brinda este homenaje al historiador uruguayo.
El pasado domingo 15 de noviembre, cuando, en su Montevideo natal daban las tres de la tarde,
murió Alberto Methol Ferré.
Nacido el 31 de marzo de 1929, cursó sus estudios iniciales en el Liceo Francés de Montevideo,
donde enseñaban héroes anónimos de la Primera Guerra Mundial a quienes – el maestro, que era
aún, un joven alumno – vio llorar por la caída de París, en manos de la barbarie nazi. Estudió
Derecho y Filosofía en la Universidad de la República. Pero aunque tuvo que trabajar desde joven
para mantenerse y fue empleado portuario en Montevideo, su pasión por el conocimiento siempre lo
volcó al estudio y la difusión militante, de la idea de los fundadores de la gran Patria suramericana:
San Martín, Artigas, Bolívar. Fue un batallador incansable de la causa que, la adrede olvidada
Generación del ‘ 900 (Rodó, Ugarte, Ingenieros, Blanco Fombona, Vasconcelos) sustentó, una idea
que no era otra que la reconstrucción de la nación latinoamericana escindida en mil pedazos por los
mezquinos intereses de las ciudades puerto. Enemigo de derechas e izquierdas extremas, en igual
medida, tuvo una sola pasión, que los suramericanos volvamos a ser una sola nación.
Su pasión militante y democrática, carente de todo temor a represalias, lo llevó a rechazar de plano
la pérdida de la institucionalidad democrática en el Uruguay. El mismo día en que la última
dictadura oriental se hizo cargo del gobierno: calificando el golpe de cipayo y cisplatino, empapeló
el puerto montevideano con un memorándum de su firma en que se negaba a acatar cualquier orden
emanada de los usurpadores del poder y sus serviles funcionarios. Naturalmente, en el acto, quedó
sin trabajo. No le importó. Se encomendó, conforme a sus convicciones políticas y religiosas, a la
Providencia y, poco tiempo después, para su mayor felicidad, fue designado Secretario del
Departamento de Laicos y luego, Miembro del Equipo Directivo Teológico Pastoral del CELAM
(Consejo Episcopal Latinoamericano), desde 1974 a 1982. Se trabó en infinitas luchas intelectuales,
 
https://marcelogullo.com/wp-content/uploads/2014/05/methol2.jpg
siempre a favor de una América Latina libre de ataduras y unida. Colaboró sustancialmente en la
elaboración conceptual y la redacción del célebre Documento de Puebla. Recorrió toda América
Latina en el trabajo encomendado y esa recorrida reforzó sus convicciones, abrazadas desde sus
primeros años de juventud, cuando junto con el viejo caudillo oriental Herrera, se opuso a la
instalación de bases norteamericanas en el Uruguay cuyo único objeto era el del hostigar al
gobierno peronista. Se convirtió al peronismo, no por moda, sino por convicción estratégica y
social. Siempre se consideró un peronista, y como “argentino oriental” que se sentía, nunca se cansó
de advertir que, luego de la muerte de Perón, el peronismo no sólo había perdido el rumbo
estratégico sino que se hallaba como atontado y desorientado.
Discípulo de Jauretche, amigo entrañable de Jorge Abelardo Ramos y Washington Reyes Abadie,
luchó contra la Teología de la Liberación” pero, a la vez, cuando ésta fue derrotada, le endilgó, sin
pelos en la lengua, a la propia Iglesia que, la victoria teológica había sido aprovechada por los
católicos de derecha para olvidarse de los pobres.
Methol fue, además, miembro del Pontificum Pro Laicis del Vaticano durante el período 1980-1984
y, aunque sus servicios a la “Santa Madre” – como gustaba el propio Methol llamar a su amada
Iglesia Católica – fueron innumerables, ninguna Universidad católica de América latina se dignó a
premiarlo, en vida, con un doctorado honoris causa que, pocos como él, merecía. Esperemos que,
pasado a la inmortalidad, la Universidad Católica sepa concedérselo.
Methol fue profesor en el Instituto Artigas de la Cancillería uruguaya, de la Universidad de la
República y de la Universidad Católica del Uruguay. Todo ello, claro, cuando se restablecieron, en
la orilla oriental del Plata, las libertades democráticas. Dictó, además innumerables Seminarios y
Conferencias, en América Latina y Europa.
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