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Carta a los combatientes de Malvinas - Parte I

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Carta a los combatientes de Malvinas - Parte I
Camaradas: Volvimos de una guerra y hoy nuestra Patria está destrozada por una pésima situación 
política, social, económica, laboral y en peligro de desaparecer. Volvimos de la Guerra, en lugar de 
reconocer nuestro sacrificio, los mismos que han provocado este desastre político, social, económico, 
laboral, nos escondieron y negaron la re-inserción en la comunidad, desvirtuaron las muertes y heridas
de nuestros camaradas, y, lo que es peor, niegan que el resultado de la Guerra sea la causa de esta 
situación actual de sufrimiento del pueblo argentino.
Preguntamos entonces, qué es la guerra, la política, la relación entre el enemigo militar de ayer y el 
enemigo militar de hoy, nuestra Lealtad a la Patria y su Bandera, nuestro Deber con ella, ayer como 
soldados y hoy como ciudadanos desocupados, o mal pagos, con familias en situación de pobreza o 
por debajo de ella, sin techo, sin salud, sin educación, sin futuro…
Parte I: Situación colonial-social por la derrota en Malvinas.
1. Guerra y Política.
El objetivo de la política es que los demás actúen de acuerdo a nuestros deseos y por medios no-
militares. Si no se logra, se recurre a la guerra. La guerra es política, es en sí misma una acción 
política. No hubo jamás, desde los tiempos antiguos, ninguna guerra sin carácter político. La guerra 
tiene características peculiares y no es igual a la política general. La guerra es la continuación de la 
política por otros medios. Si la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más allá de la cual no 
puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer el obstáculo del camino.
Si es eliminado el obstáculo y logrado el objetivo político, terminará la guerra. Mientras no se elimine 
por completo el obstáculo, la guerra tendrá que continuar hasta que se logre totalmente el objetivo. Se 
puede decir entonces que la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es 
política con derramamiento de sangre.
En guerra y en política, hay bandos enfrentados y cada cual trata de imponer su voluntad al otro. 
Cuando fuimos a la guerra, cuando volvimos, aún hoy cuando sufrimos esta realidad que nos golpea, 
pertenecemos a uno de esos bandos. O conocemos la intención del enemigo para tomar las medidas 
que nos permitan derrotarlo, o desaparecemos de la historia. El Objetivo del Imperio es ése, seguir 
siendo un Imperio y que nuestra Patria siga siendo una Colonia en la miseria e ignominia, en la 
realidad actual que sufrimos y el destino que el Imperio británico reserva a los vencidos.
2. Política británica en Argentina.
Hace ya 200 años que llegó el Servicio Secreto británico a Río de la Plata para preparar las Invasiones
Inglesas. Los batallones invasores fueron derrotados y devueltos a su país, pero el Servicio secreto se 
quedó y aún sigue actuando en nuestra Patria y contra ella. Jamás se ha ido.
¿Cuáles eran los Objetivos británicos, los de su Servicio Secreto, los de sus agentes locales? Imponer 
la doctrina Canning con todas sus consecuencias: “La guerra (de Independencia) se ha terminado y, si 
actuamos bien, la América española será nuestra. Inglaterra será el taller y América española la 
granja”.
No importó que Argentina y los países hermanos tuvieran Independencia “formal”. Lo que importó 
era dominarnos a través de créditos usureros y el comercio monopolizado por Inglaterra, que los 
países recién independizados estuvieran obligados a vender y comprar a Inglaterra a los precios que 
ésta les imponía. A este monopolio lo llaman “Libre Comercio”.
No habían terminado las luchas de la Independencia cuando el “Libre Comercio” arrasó las economías
del interior y los argentinos se desangraron por arrebatar el control de la Aduana a los agentes 
británicos. No se pueden comprender las guerras civiles argentinas sin saber que, en Buenos Aires, un 
poncho de Catamarca valía $10 y un poncho inglés $ 3.
Hoy, cuando la invasión de manufacturas provoca desocupación a millones de argentinos, cuando los 
corruptos se desesperan por consumir artículos de lujo del “Primer Mundo”, suenan proféticas las 
palabras del Gobernador de Corrientes Pedro Ferré cuando las guerras civiles nos desangraban:
“Los pocos artículos industriales que produce nuestro país, no pueden soportar la competencia con la 
industria extranjera. Se destruyen los capitales invertidos en esos ramos y se sigue en la miseria (...) un
corto número de hombres de fortuna se privarán de tomar en su mesa vinos y licores exquisitos. Los 
pagarán más caros y su paladar se ofenderá. (...) No se pondrán nuestros paisanos ponchos ingleses; no
llevarán bolas y lazos hechos en Inglaterra, no vestiremos la ropa hecha en extranjería (...) pero en 
cambio comenzará a ser menos desgraciada la condición de pueblos enteros de argentinos y no nos 
perseguirá la idea espantosa de la miseria (...) y aquí es tiempo de notar que sólo propongo la 
prohibición de importar artículos de comercio que el país produce y no los puede producir y aún no se
fabrican (...)”
Quienes desconocen la Historia están condenados a repetirla. Un objetivo británico es endeudarnos y 
condenarnos a sufrir para pagar Deudas de Usura que se contraen sin consenso del pueblo que debe 
sacrificarse por una Deuda Externa que nunca llega a nuestros bolsillos sino que las “comisiones” 
quedan en cuentas secretas de los corruptos.
 No había terminado la guerra de la Independencia cuando ya habían contraído la primera Deuda 
Externa con Baring Brothers. Con gran paralelo, no se habían recuperado aún los heridos de Malvinas 
cuando en Noviembre de 1982, el “privatizador” de turno, había “nacionalizado” la Deuda Externa 
contraída por los que se habían beneficiado con el Proceso. Las empresas y bancos ingleses en 
Argentina, hicieron figurar como “deuda” las remesas desde Londres para prestar acá a intereses 
mucho más altos que allá. Los británicos hacen cola para cobrar en dos ventanillas: la de deudores y la
de acreedores. No nos deben extrañar hoy los padecimientos, discriminación y hasta persecución a los 
ex combatientes. Hace casi 200 años que se produjeron las muertes de Liniers, Alzaga, Moreno y 
Dorrego. Todo quien enfrentaba al Imperio era fusilado o envenenado. Hasta el propio Grl. San 
Martín debió ir al exilio perseguido por agentes británicos que le negaron los auxilios para terminar la 
guerra de la independencia y querían utilizar al Ejército Libertador para reprimir criollos que se 
alzaban contra el “libre comercio”.
Y no solo acá. El propio Bolívar se vio abandonado por sus generales, roto su sueño de una Patria 
Grande unificada, y murió abandonado luego de reprochar al Grl. Santander por haber endeudado a 
Colombia con los bancos ingleses. Y todos, por supuesto, mueren difamados por la prensa y los 
“historiadores” del Sistema. No debemos avergonzarnos de haber combatido con armas en la mano. 
Fuimos alentados por miles de millones que ya conocían el flagelo del Imperio colonial. No sólo en el 
Tercer Mundo sino también en Europa. Debemos avergonzarnos si dejamos caer nuestro espíritu de 
lucha, si les reconocemos que han aniquilado nuestra voluntad de combate.
Es el destino reservado a Argentina por la oligarquía británica: un país de argentinos flacos y vacas 
gordas, colonia de “facto” con bandera propia pero careciendo de gobierno de su destino, controlado 
por inversiones claves en ferrocarriles, bancos, financieras, comercio exterior, servicios públicos, 
latifundios y obrajes. Los memoriosos recuerdan el régimen de “mensú” que había en obrajes, 
latifundios y empresas británicas, de sus violaciones a los derechos humanos y sociales de los obreros 
argentinos. Todo fue resultado de la supresión de gauchos, indios, negros y patriotas en décadas de 
guerras civiles y represiones. Terminadas estas, siguieron las represiones a los obreros que luchaban 
por sus derechos en empresas, obrajes y estancias británicas.
3. El Estado Tributario.
Nuestra Patria, frustrada alterminar la Guerra de la Independencia, no pudo desarrollar un proyecto 
nacional y popular. Gran Bretaña contaba desde antes de la Invasiones Inglesas con un una “quinta-
columna” de comerciantes y agentes de inteligencia británicos, reclutando sus socios-cómplices entre 
los locales. Fomentaron el “Libre Comercio” con Gran Bretaña y traicionaron los esfuerzos 
libertadores y de unión con nuestros hermanos de la América Española. Sus mezquinos intereses de 
comerciantes intermediarios no vacilaron en derramar la sangre de miles de argentinos para que una 
pandilla de Buenos Aires ahogase el crecimiento de las provincias en beneficio de Inglaterra. Nuestro 
país vivió en función del tributo que debía pagar a Londres, en función de las deudas que contraía, en 
función de las mercaderías que importaba y de las que vendía a precios que le fijaba el mercado de 
Londres. Todas las instituciones eran para mantener una ficción de un país con independencia formal 
pero colonia económica de facto. 
4. La reacción a la colonia oligárquica: el nacionalismo militar industrial.
Argentina tiene tradición de líder. La reacción a la colonia británica fue el nacimiento del 
nacionalismo militar industrial. Si Gran Bretaña había decidido el destino de “chacra” del imperio, el 
camino lógico era propiciar la industria. Para tal cosa, Argentina carecía de burguesía industrial capaz 
de enfrentar a imperio. La tarea recayó en manos de militares patriotas e inteligentes. La oligarquía 
pro-británica había sido derrotada en las elecciones de 1916 y así fue que surgió una generación de 
militares como los generales Mosconi (YPF), y Savio (Altos Hornos), los almirantes Storni y Domecq
García (astilleros), el Brig. San Martín (Fábrica Militar de Aviones),  el Gral. Uriburu (TAM), los 
almirantes Quihillalt y Castro Madero (Comisión Nacional de Energía Atómica) y muchos más que se
omiten, no por ingratitud sino porque sería largo detallar.
Lo peor para el Imperio anglo-americano, es que YPF sirvió de modelo para muchas petroleras 
latinoamericanas: Pemex de México, Petrobras, PdeVSA, Ecopetrol, ENAP o YPF de Bolivia. YPF, 
hoy desaparecida, fue pionera del nacionalismo petrolero.
No se trata acá de defender o atacar la actuación del general Tal o el almirante Cual, porque esto va 
más allá de una cuestión personal, va más allá incluso de un grupo. Era una Cultura militar nacional e 
industrial. Quien haya estudiado las guerras coloniales británicas verá que lo que realmente preocupa 
al Imperio es el fondo cultural que se opone al imperio. Mientras exista tal cultura, saben que 
constantemente estarán surgiendo líderes y masas populares que resistan. Lo que deben hacer para 
dominar definitivamente a un pueblo es des-culturizar. La real ocupación británica suele ser una 
mezcla de Agobio Económico con Hegemonía Cultural y, si es posible, por medio de una oligarquía 
intermediaria a la que se haga aparecer como culpable de la situación ante aquellos que carecen de 
sentido crítico de la situación.
Fue la crisis de l930 y la sustitución de importaciones lo que permitió esta eclosión. Pero esta no se 
limitó solo a los militares. Se fueron sumando civiles pensadores del campo nacional y popular como 
Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y otros, que fueron estudiando la totalidad del dominio 
británico en lo económico, político y cultural; los que se dieron cuenta que no hay Proyecto de Poder 
sin Proyecto cultural.
A estas dos corrientes se sumó una tercera de origen sindical, no ligada a los aparatos de ese 
momento, emigrantes internos recién incorporados a la economía industrial, con una antigua identidad
nacional-cultural que aportaron el principio de que no puede haber política nacional sin política social.
Para nosotros, el fin es social, mejorar a situación de los sectores populares elevando su situación 
cultural y económica, permitiendo el acceso a tecnologías avanzadas. El fin es social y la política es 
sólo un medio para lograr este fin. La economía es otra herramienta del cambio social.
Una política y una economía que no mejoren la situación social, no sirven.
Estas tres corrientes, militar-económica y civiles socio-culturales se fueron fusionando en un 
movimiento político que haría eclosión a mediados de los años ’40.
Una lección importante es que los grandes movimientos argentinos, los que cambian la Historia, son 
cívico-militares. Lo fue el rechazo de las invasiones inglesas y la revolución de Mayo, el federalismo, 
el radicalismo y el fin del fraude oligárquico, el peronismo de los ’40.
Los cambios realmente importantes en la historia, son los que dejan su huella en lo cultural y que 
luego no pueden retroceder sin resistencia. Lo realmente subversivo es el cambio que afecta a la 
cultura. El neo-liberalismo es subversivo por la forma en que atenta contra la cultura del trabajo, la 
independencia económica y la justicia social. 
Una corriente que no contemple esta alianza cívico militar, sea una “derecha” militarista o una 
“izquierda” anti-militarista, termina haciendo el juego británico al impedir el frente nacional.
5. La falsa opción británica: El anti-militarismo de “derecha” o “izquierda”.
La corriente nacional-industrial apareció poco antes de la 2da. Guerra y no fue combatida por el 
Imperio mientras Gran Bretaña se recuperaba del conflicto. No fue extraño que al poco tiempo 
apareciera una corriente anti-militar de “derecha” que se oponía al desarrollo de la industria 
independiente con argumentos economistas sobre el mejor lucro que suponía seguir dependientes del 
imperio en lo económico. El argumento “Comprar a quien nos compra” implicó comprar sólo a Gran 
Bretaña, la única que nos compraba y debíamos comprar a los precios que ella nos fijaba.
Esta corriente anti-militar de “derecha” se especializó en ataques oblicuos a los defensores del 
desarrollo industrial a la vez que alababa los “militares democráticos”, es decir, los que una vez en el 
gobierno entregaban el ministerio de economía y Banco Central al elenco estable de los economistas 
del Sistema. Esta “derecha” utilizó periodísticamente con las FFAA: “palo y zanahoria”, palo al 
industrialista y zanahoria al que cede el manejo de la economía.
Inglaterra nunca pega con una sola mano. Como un buen boxeador, pega con “derecha” e “izquierda”. 
Desde mediados de los años ’30, los militares industrialistas, los que denunciaban el control británico 
de la economía argentina, muchas veces eran calificados de “fascistas” por las izquierdas que se 
preocupaban por las luchas europeas y callaban la condición de semi-colonia inglesa de nuestra Patria.
Para Inglaterra era “fascismo” todo lo que se le oponía a su explotación imperial del Tercer Mundo.
A mediados de los ’40, en nombre del “anti-fascismo” se aliaron a los más rancios apellidos de la 
oligarquía en un frente dirigido armado por el embajador de EEUU. Una década después integraban la
“Junta Consultiva” de una dictadura surgida de un golpe de Estado que derogó una Constitución por 
decreto, que por decreto nos incorporó, sin consultar al pueblo, al FMI, que, encarceló, proscribió, 
torturó, desterró y fusiló a militares y civiles.
Una característica liberal es la importación no solo de mercaderías sino también de ideas y 
metodologías. Demostrando ignorancia de nuestra historia, que los grandes movimientos argentinos 
son cívico-militares, importaron la metodología del terrorismo desde latitudes políticas que nada 
tenían que ver con nuestra realidad. Allá esos métodos de lucha nacional podían ser muy correctos, 
pero acá producían el efecto contrario, el enfrentamiento cívico-militar que buscaba Gran Bretaña.
Engañaron a muchos jóvenes honestos con quienes coincidíamos en el diagnóstico – la dependencia 
como fuente de males -, pero disentíamos en la terapia – el terrorismo anti-militar como solución. El 
terrorismo demostró ser, a lo largo de la historia, contra-revolucionario.
Según Perón, una revolución tiene cuatro etapas: 1) Difusión de la Idea Revolucionaria,2) Toma del 
Poder, 3) Construcción y Defensa del Estado Revolucionario, 4) Institucionalización de la Revolución.
No se puede pasar a la Etapa 2 sin primero lograr que la Idea Revolucionaria haya prendido en la 
masa popular y de ella hayan surgido los cuadros que dirigirán las etapas siguientes.
El terrorismo aborta la Etapa 1. Los cuadros iniciales de la revolución provocan la reacción y 
represión por parte de la juventud militar-policial que debería ser ganada para la revolución. Desde el 
comienzo divide a la juventud en dos bandos enfrentados entre sí. Los cuadros de los dirigentes 
sociales, gremiales, estudiantiles, en lugar de seguir propagando la idea, se ven obligados a derramar 
sangre o defenderse de la represión por parte de aquellos que debían integrar las filas de la revolución. 
El objetivo es convencer y la sangre derramada no convence. Leemos lo siguiente:
“Como no sea  mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar como puede deshacerse 
la revolución (industrial y científico-técnica) efectuada por Perón” Harry S. Ferns, “Argentina”, 
Editorial Sudamericana, año 1973, página 275.
Harry S. Ferns estaba en 1973 en la Universidad de Birmingham del Reino Unido. Leemos el 18 de 
Abril de 1974, en el diario “La Nación”, que el agregado de la embajada británica, Micke John 
Bishop, fue detenido al introducir 17.500 cartuchos 9mm, que había desembarcó en el Puerto de 
Buenos Aires del HMS Endurance (recordar su actuación en Malvinas). En Análisis de Inteligencia, 
uno (Ferns), más uno (Bishop), puede ser mucho más que dos. Es cuestión de reabrir las 
investigaciones para ver la ingerencia británica para desatar “una guerra civil devastadora”.
6. La contra-revolución liberal.
A mediados de los ’60, estas ideas erróneas sobre la revolución, difundidas y alentadas, en forma 
directa o subliminal por sectores de “derecha”, se pusieron en marcha. El objetivo de la “derecha” era 
y es, abortar al movimiento nacional revolucionario en un sanguinario enfrentamiento interno. Si los 
sectores que se decían “revolucionarios” no hubiesen derramado sangre de policías y militares, una 
década más tarde se hubiesen encontrado con muchos de ellos formando parte de sus cuadros. Pero 
esto no sucedió, porque en lugar de sumar, restaron, en lugar de convencer mataron, en lugar de unir, 
dividieron. Hicieron todo lo que no se debe hacer en una revolución, hicieron todo lo que convenía al 
imperio británico, hicieron todo lo que hoy nos tiene en esta situación de sufrimiento y dependencia.
En esta lucha provocada entre falsas opciones, la cúpula militar también tiene sus co-responsabilidades
por actuar erróneamente, sin sentido estratégico, sin pensar que el objetivo de la guerra no es militar 
sino político, sin pensar que “las bayonetas sirven para todo menos para sentarse sobre ellas”, que el 
objetivo “no era vencer sino convencer”. Cayeron en la trampa ideológica del liberalismo, al igual que 
los terroristas cayeron en la falsa opción de “izquierda” o “derecha” cuando la verdadera opción era 
“liberación o dependencia”. Una Inteligencia no puede ser ni tuerta ni miope. No puede ser tuerta que 
solo vea una “izquierda” o “derecha”, ni miope que no alcance a ver lo que hay detrás de la “izquierda”
o “derecha”. No vieron más allá de “una guerra civil devastadora”.
“Gobernar es abrir fuentes de trabajo. Si hay trabajo los demás problemas se solucionan más fácil y 
muchos se soluciona solos” Tgrl. Juan D Perón
Una guerra, externa o interna, debe conducirse pensando también en ganar la posguerra. El 
Generalísimo Francisco Franco tomó un país destruido por una guerra civil y, a su muerte, España era
la 8va. Potencia industrial de Occidente. Acá se hizo al revés: a un país que se industrializaba se lo 
destruyó. Tan terrorista como el que dispara a un uniformado, puede ser quien cierra fuentes de 
trabajo productivo para dedicar el dinero a la especulación financiera. Nuestra clase dirigente; y se 
incluyen políticos, sindicalistas, militares, empresarios, periodistas; tiene mentalidad de especulador a 
corto plazo. No ve más allá de un dólar barato que les permita comprar artículos suntuarios en el 
exterior por 2 o 3 años, aunque luego dispare una década o más de desempleo.
El actual desastre socio-económico, viene desde hace mucho, sucede que cada gobierno lo empeora 
un poco más, agrega “más de lo mismo”. Es un engaño político para miopes lograr un dólar barato, 
sea en 1977 o en 1991, por endeudamiento o entrega de empresas nacionales, para que los frívolos 
viajen barato a Miami a practicar el “déme dos”.
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