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INTERVENCIÓN CON NIÑOS REFUGIADOS EN GRECIA, UNA EXPERIENCIA DESDE LA TERAPIA OCUPACIONAL “El niño que no juega, deja de ser niño” Pablo Neruda Introducción Situado a 20 minutos al norte de la ciudad de Tesalónica, se encuentra el campo de refugiados Kordelio Softex. Dentro y fuera de las paredes de una fábrica abandonada, se amontonan centenas de tiendas de campaña que dan cobijo a un total de 1700 personas. Provienen de diversos países; principalmente Siria, Irak, Palestina, Afganistán, entre otros. De todos ellos, alrededor de unos 300, son menores de edad. Niños y niñas que van creciendo día a día entre las piedras, las basuras y la indiferencia de la Europa que “les acoge”. No puedo evitarlo, tengo que ir. No entiendo bien por qué, mi cabeza no encuentra respuesta pero mis manos arden de ganas de hacer algo. Investigo, leo, busco y rebusco a través de las redes. Poco después no tardo en encontrar “el lazo”, una ONG conocida en mi ciudad por llevar a cabo una campaña: “Descálzate por Lesbos”. Me pongo en contacto con uno de los coordinadores de Rowing Together, el proyecto principal que están desarrollando es atención ginecológica en los campos pero están planteándose hacer “algo” con los niños. Perfecto. Se trata de plantear un proyecto lúdico-deportivo, comenzar sus bases y darle continuidad… Son niños y niñas. Muchos de ellos no han llegado a ir nunca a la escuela, no saben leer ni escribir. Su corta experiencia en la vida hace que para ellos el ir y venir sea lo normal. ¿Hablamos de apartheid ocupacional? La situación que este colectivo (por centrarnos en uno) encuentra en los campos, favorece que desempeñen sus roles. ¿Existe acceso a las actividades significativas de los mismos? ¿La privación de las mismas hace que la comunidad funcione?… El caos inunda mi cabeza. Y si hablamos de las experiencias previas de estos, ¿Cómo han llegado? ¿Con quién? ¿Qué han visto sus ojos? ¿Qué sienten y piensan? Stop pensamiento. Manos a la obra. http://rowingtogether.org/ http://rowingtogether.org/ Propuesta Investigo lo que hay de Terapia Ocupacional en estos campos. Salvador Simó y Frank Kronenberg se convierten en mi fuente diaria de inspiración, sus textos me ayudan a perfilar más aún las directrices que como Terapeuta Ocupacional van a guiar mi trabajo. Mi compañera y amiga Cristina y yo nos ponemos a trabajar: recopilamos toda la información en cuanto a juegos, talleres, dinámicas, actividades, canciones, bailes. Talleres en los que el juego permita que salga el niño de todos ellos. Las dos tenemos formación específica en esos campos. Contamos con información, conocimientos, materiales, espacios; a pesar de ello necesitamos algo imprescindible que funcione como nexo entre nosotras y los niños; necesitamos mediadores. Esto es, personas refugiadas que quieran colaborar con nosotras. Por lo que nos dicen nuestros compañeros de la ONG que han estado allí previamente, los adolescentes son aquellas personas cuyos roles están más perjudicados, plenamente conscientes del conflicto y sin un rol significativo dentro de su comunidad “actual”. Necesitamos que tengan unas nociones básicas de inglés, que quieran participar voluntariamente y que adquieran cierta responsabilidad que nos garanticen la continuidad de las actividades una vez nosotras nos hayamos ido. Puesta en marcha y metodología del proyecto Con mochilas y cabezas llenas llegamos a Grecia. La acogida por parte del resto de nuestro equipo es genial. El primer contacto con los campos, nos golpea de lleno. El entorno no puede ser más gris; miradas, controles militares, piedras, barro, pintadas en las paredes, la hostilidad reina en el ambiente. Junto a los coordinadores de la ONG y otros cuantos compañeros relacionados con el mundo de la educación formal y no formal, se plantea la creación de un proyecto lúdico-deportivo, en el que se recojan todas estas ideas, se pongan en marcha persiguiendo unos objetivos y éste tenga continuidad en el tiempo. Nuestra misión, levantar dicho proyecto para poder desarrollarlo en diferentes campos. Debido a la diversidad de la población refugiada, tras la valoración DAFO, la metodología varía según el campo. A pesar de ello, la puesta en marcha del proyecto, sigue unas líneas en común. Principalmente, se busca que a través de técnicas no formales (juegos, dinámicas, talleres, deportes…) se fomenten espacios y momentos de distensión y ocio. Nuestro objetivo principal es favorecer la creación de un espacio en el que niños y niñas jueguen, disfruten, lleven a cabo su rol principal: ser niños y niñas. También dotar de una pequeña responsabilidad a los jóvenes que voluntariamente quisieran involucrarse en el proyecto como mediadores. A nivel más específico, buscábamos que a través de estas actividades, las repercusiones físicas, psíquicas, emocionales y relacionales fruto del conflicto, se vieran mermadas. Es importante destacar que son actividades cuya participación es voluntaria y como premisa fundamental, se busca empoderar a los propios colectivos teniendo en cuenta aspectos culturales que pueden ser facilitadores por el valor significativo que tienen. Por ello el propiciar un espacio en el que ellos mismos también compartan sus ideas, músicas, juegos, canciones, es una tarea primordial. Resultados observados Observamos a los niños, cómo juegan, cómo se relacionan. Algunos de ellos cuidan a sus hermanos más pequeños, otros se lanzan piedras entre ellos, corren, rompen estructuras…si nos acercamos un poco más, podemos ver sus miradas, miradas duras. Podemos ver sus manos sucias, sus heridas en las piernas, sus diferentes cicatrices. Preparados… listos… ¡ya! Al ritmo de “La Macarena” y con unas facilitadoras narices de payaso, vamos recorriendo jaima a jaima todo el campo de refugiados. Poco a poco, ojitos vivos van apareciendo entre las tiendas e invitándoles a bailar, se van uniendo a nuestro alboroto. Llegamos a la “Tarima” espacio abierto de madera en el que vamos a desarrollar los diferentes juegos, actividades y talleres. Los primeros días, el caos reina por todo el lugar, los niños ansían jugar, la energía y ganas que recorren sus cuerpecitos, les impiden estar tranquilos escuchando las premisas del juego que vamos a desarrollar. Poco a poco sus oídos se hacen más conscientes y nuestras palabras y gestos más comunicadores. Comenzamos a adaptarnos, empezamos a jugar y ¡que continúe el juego! Es impresionante el poder que tiene la sonrisa espontánea de un niño y el alcance que tiene dentro de su comunidad; y más si esta comunidad se encuentra en un campo de refugiados con todo el peso psicológico y emocional que ello conlleva. Reflexiones personales De vuelta al hogar cada uno de nosotros ya no somos quienes éramos. Mi primera noche en casa la dureza de lo vivido me golpeó fuertemente, un enredo de emociones negativas invadió todo mi ser. Por aquel entonces, no tenía el juego, no tenía las sonrisas de esos niños con sus dientitos agujereados, esos ojos que me miraban curiosos, expectantes, asombrados…ya no encontraba el abrazo de esa comunidad que nada más entrar en el campo, nos acogían con una generosidad inimaginable. Ya en mi Europa, encontré la indiferencia, el alarmismo ante el Islam, la mala propaganda de los medios de comunicación, el pasotismo, el enredo y la ineficacia política, la ignorancia de la magnitud del problema, la deshumanización, la falta de empatía, el rechazo, la normalización de las muertes…Esperanza no te vayas. Sigamos con ellos, que cada voz, cada experiencia, cada conversación cuente. Sumemos. El proyecto cada día, va tomando más forma. El número de donaciones, actividades y voluntarios que junto a Rowing Together quiere formar parte de esto, va aumentando día a día: animadores, educadores sociales, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, profesores, pedagogos, monitores…Un crisol de perfiles profesionalescon muchos puntos de vista en común, muchas ganas por cambiar las cosas, empujados por valores similares y movidos por un latir al unísono. Latir que poco puede hacer por intentar empatizar ya que la situación cuesta imaginar en nuestras cómodas cabezas. Después de haber tomado unos meses de distancia de mi experiencia, sus miradas siguen observándome, sus sonrisas me dan fuerzas, sus carcajadas rompen mis prejuicios y mis recuerdos acompañan mis días. Son éstos los días más duros, en los que la razón da paso a la sinrazón, en la que cada bombardeo, cada barca en el Mediterráneo, cada imagen de destrucción, cada campaña de concienciación, cada iniciativa voluntaria, cada ONG, y cada esfuerzo o idea porque todo eso cambie, se convierte en un ingrediente más que me conforma como persona. Y a su vez, de una manera extraña me inconforma. Gracias, por darme voz, voz compartida con ellos. About the author : Graduada en Terapia Ocupacional; Máster Universitario en Terapia Ocupacional en Neurología RUANDA, UNA PERSPECTIVA OCUPACIONAL Artículos, Diálogos No Comment Hay aventuras que comienzan en un aeropuerto, o en este caso en tres, más concretamente en los de Madrid, Bruselas y Kigali (la capital de Ruanda, un pequeño país del África central con poco más de 11 millones de habitantes). En este viaje se encuentran ocho personas “desconocidas” hasta ese momento que tienen horas y horas de aeropuerto en aeropuerto por delante para conocerse más e intercambiar las expectativas que puede conllevar una aventura así. Después de los tiempos de espera para coger los respectivos vuelos, de (mal) dormir entre salas de espera y asientos de avión y del cansancio acumulado tras viajar durante 24 horas, llegamos a nuestro deseado destino: Ruanda. A pesar de todo, nos sentimos preparados, comienza nuestro voluntariado. Mariano, el médico que vive allí desde hace 22 años, que será nuestro maestro durante toda la estancia, nos recibe con la más cálida y cariñosa bienvenida que se puede pedir. Llegamos de noche y entre abrazos y sonrisas, cogemos el equipaje y lo organizamos en los coches que nos llevarán a Nemba donde pasaremos el próximo mes. Tras los primeros días de adaptación y después de la visita al Hospital, al Colegio y al Instituto de Nemba, ya estamos preparados (o eso creemos) para trabajar en nuestras respectivas áreas. Durante todo el mes, se trabajará en el área de Pediatría y Psiquiatría del Hospital de Nemba, además de impartir formación a los familiares de los pacientes o “Gardes de malade” acerca de temas muy diversos tales como educación sexual, patología general, higiene bucal, etc. En el hospital cobra especial importancia el papel de los cuidadores, ya que son quienes pasan 24 horas con los pacientes y serán ellos quienes hagan de “enfermeros” de sus familiares ingresados. http://ocupandolosmargenes.org/category/uncategorized/ http://ocupandolosmargenes.org/category/dialogos/ http://ocupandolosmargenes.org/ruanda-una-perspectiva-ocupacional/#respond El papel que desarrollan los voluntarios en el área de pediatría también es de enorme importancia, ya que las estancias de ingreso de los niños pueden prolongarse, en ocasiones, a lo largo de varios meses debido a las patologías que presentan (osteomelitis, fracturas, quemaduras, etc.). Estas funciones las desarrollan Darío, Zaida y Arancha dispuestos a revolucionar las tres áreas (psiquiatría, pediatría y la formación a los familiares) , y a dar qué hablar entre los profesionales del Hospital. Además del hospital, también se colabora en el Colegio de Nemba, y durante todo el mes se imparten clases de Biología, Ofimática, Inglés y Educación Física entre otras, además de trabajar en el Instituto o “Petit Séminaire” donde asisten los estudiantes más brillantes de Nemba y donde se imparten clases de Biología Humana y de Radio. Gracias a una voluntaria aprenden a grabar, emitir y retransmitir noticias. Tres de las restantes voluntarias, Rebeca, Ángela y Nayara se encargan de formar a los pequeños y grandes estudiantes de Nemba. Además Rebeca, periodista, será la “reportera” durante toda nuestra estancia. Cristina, la fisioterapeuta del equipo y yo, terapeuta ocupacional, nos encargaremos del área de fisioterapia del Hospital. Los primeros días trabajamos codo con codo con el fisioterapeuta local, John, quien se encarga de enseñarnos cómo funciona todo: días de “escayolas” (para la corrección de las deformidades de miembro inferior de varo y valgo), días destinados a la atención pediátrica (sobre todo parálisis cerebral infantil y hemiparesias) y días de pacientes traumatológicos (en los que se engloban multitud de patologías). Enseguida nos adaptamos a la rutina, y dependiendo de qué día es, nos encargamos de ayudar a John con las escayolas, de realizar las sesiones de pediatría o de asistir en las sesiones de traumatología. Es entonces, cuando nos surgen dudas acerca de cómo podríamos ser más útiles en la intervención con dichas personas, más concretamente en las sesiones de pediatría. Las historias de las familias son sobrecogedoras. Muchas madres y padres, salen de sus casas de madrugada[4] para llegar puntuales a las sesiones de fisioterapia a las nueve de la mañana, sesiones que apenas duran una hora y vuelta a casa a alimentar a sus hijos. Cabe destacar que Ruanda, conocido como “el país de las mil colinas y millones de sonrisas”, está rodeado por multitud de colinas y en dichas colinas es donde viven la mayoría de las familias. Esta disposición conlleva a que las personas que quieran acceder a los servicios médicos, tengan que andar y andar durante horas para llegar al Hospital, localizado en el centro de Nemba. La mayoría de familias no se pueden permitir coger los autobuses, y aunque pudieran, éstos no acceden a las “mil colinas” de Nemba. Ante esta situación, nos planteamos que la “mejor intervención” (la mejor de las intervenciones teniendo en cuenta la realidad a la que nos enfrentamos) es formar a las madres de los niños con PCI para que sepan, teniendo en cuenta las características particulares de cada niño, cómo poder seguir trabajando en casa y continuar con el tratamiento. Le planteamos la propuesta a Mariano, y con una sonrisa en la cara, nos da el visto bueno para llevarla a cabo. El planteamiento será el siguiente: citaremos a las madres una vez a la semana en la sala de reuniones del hospital, se les pagará el transporte, se les dará un almuerzo para amenizar la mañana y se les formará por medio de los conocimientos de Terapia Ocupacional y Fisioterapia pediátrica, acerca de la patología que presentan sus hijos, las variantes que existen dependiendo de su clínica y cómo se puede tratar. Preparamos un power point lo más esquemático y sencillo posible con el fin de que entiendan de qué trata la patología a rasgos generales y preparamos unos “tatamis” que hemos conseguido llevar a la sala de reuniones, para explicarles de primera mano cómo trabajar con cada niño. Tras la presentación de la patología (en ocasiones es la primera vez que les han hablado de qué padecen sus hijos), nos sentarnos con todas las familias en los tatamis y vamos una a una, ayudadas por una traductora (la limitación del lenguaje siempre se hace presente), explicándoles los ejercicios más adecuados que pueden realizar con sus hijos y por qué éstos son los más idóneos. La sesión adopta un clima de atención e interés sobrehumano; cada madre con su hijo está con los cinco sentidos puestos y alerta a todos los movimientos que se realizan con sus niños y con los de sus compañeras, y entre preguntas, carcajadas, almuerzo y ejercicios transcurre la mañana. Ver cómo, una vez acabada la intervención con cada niño, la madre sigue realizando los mismos ejercicios y de la mejor manera, no es algo que se pueda expresar con palabras. Las siguientes semanas transcurren de la mejor manera, combinando las sesiones de “TerapiaOcupacional – fisioterapia” con la formación individualizada de las madres. Las caras de alegría y ganas de aprender cada mañana, nos hacen crecer, creer y seguir mejorando cada tarde cuando llegamos a casa, para encontrar siempre mejores ejercicios, mejores estrategias y mejores técnicas de tratamiento. Pero todo lo bueno llega a su fin y después de un mes disfrutando y aprendiendo como nunca, toca decir adiós a las colinas, a su gente y su forma de vivir, a los caminos y a los paisajes que nos han rodeado durante todo un mes y que nos han dado tanto en tan poco tiempo.
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