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Ferran Barri Vitero
SOS BULLYING
Prevenir el acoso escolar 
y mejorar la convivencia
© Ferran Barri Vitero
© Wolters Kluwer España S.A. 
c/ Collado Mediano, 9
28230 Las Rozas (Madrid) 
Segunda edición: Marzo 2010
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tiva, completa, exacta y actualizada.
ISBN: 978-84-7197-955-1
Depósito Legal: BI-1952-2011
Impreso en España - Printed in Spain 
Impresión: Grefol, S.L.
Polígono Industrial n.º 2, Parcela 1, La Fuensanta
28936 Móstoles (Madrid)
Índice
Pág
Introducción .................................................................................... 7
I. ¿Qué son las actitudes disruptivas? ................................................ 13
II. Sobre valores normas y actitudes ................................................... 17
III. Las actitudes disruptivas. Causas .................................................... 27
IV. Las actitudes disruptivas más frecuentes ........................................ 35
1. Absentismo escolar .................................................................... 39
2. Objeción escolar ........................................................................ 45
3. Problemas de adaptación social ................................................ 47
4. Pandillismo y bandas juveniles ................................................. 49
5. Bullying horizontal .................................................................... 53
6 © WK Educación
6. Bullying vertical y otras dificultades en el ejercicio 
de la docencia .......................................................................... 73
7. Consumo de substancias tóxicas por parte de los alumnos ...... 81
8. Nuevas formas de violencia ...................................................... 85
V. SOSBULLYING ............................................................................. 89
VI. La violencia escolar, un problema europeo .................................... 103
VII. Las consecuencias: fracaso escolar, fracaso social ................... 109
VIII. Medidas para la convivencia en los centros docentes ............... 117
IX. Actuaciones ante el conflicto .......................................................... 129
X. Conclusiones ................................................................................... 147
Anexo 1:
Datos estadísticos de las llamadas recibidas en SOS BULLYING 153
Anexo 2:
Direcciones de interés en internet ................................................... 163
Bibliografía ........................................................................................... 167
Introducción
9SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
El presente libro surge de la necesidad de dar a conocer a profesores, pa-
dres, alumnos y en general a toda la sociedad las experiencias y reflexiones
que he ido viviendo y realizando durante mi larga singladura por el sistema
educativo de nuestro país.
Y digo larga porque a ella sumo los casi veinte años que llevo desarrollan-
do tareas docentes en diferentes ámbitos, tanto en el plano de la docencia di-
recta como en el de la investigación del sistema educativo, y otros tantos co-
mo alumno que ha vivido desde una dictadura hasta un instituto casi liberta-
rio en nuestra transición democrática.
Fueron duras las experiencias vividas en aquellos centros en tiempos de fal-
ta de libertad. Normas rígidas, impuestas por la fuerza y el temor, sin posibi-
lidad de ser discutidas. Recuerdo los castigos que sufrí cuando no las cumplía.
También recuerdo episodios de acoso escolar por los que tuve que pasar y que
sufrí en silencio por vergüenza y porque eso eran “cosas de críos”. Afortu-
nadamente no me quedaron traumas ni de unos ni de otros y aprendí a resol-
ver mis problemas con los recursos que había en la época, es decir, hacién-
dome más fuerte que ellos en diferentes planos. Afortunadamente fui de los
que se curtió, pero ¡caramba!, a qué precio. 
Después vino la libertad y tuve la fortuna de acudir a un instituto que nació
de la iniciativa autogestionaria de padres y profesores. Allí no todos los alum-
10 © WK Educación
nos se dedicaban a estudiar. El uso de la libertad es estupendo, pero también
hay que educarse para ello. Quizás la rigidez con que me educaron los otros
y esa fuerza que tuve que desarrollar para librarme del bullying me permitió
hacer un buen uso de esta libertad y aprovechar mi paso por ese instituto, que
dicho sea de paso me permitió conocer a los profesores y compañeros de
clase que dejaron mejor recuerdo en mí.
Una vez acabada la Universidad, época que también recuerdo con gran
cariño, llegó el momento de ver los toros desde el otro lado de la barrera y po-
nerse a dar clases.
Las primeras tentativas resultaron ser estrepitosos fracasos. Salí de la Es-
cuela de Formación del Profesorado con la idea de que los alumnos me es-
taban esperando con unas ganas tremendas de aprender y que responderían
a mis propuestas educativas con tremenda ilusión, fruto de su innata moti-
vación.
En seguida reconduje la situación tomando las riendas de la situación. Apli-
qué diversas estrategias que ya me habían funcionado en su día para ganarme
el respeto de mis compañeros y logré no sólo poder trabajar a gusto, sino
que esos alumnos que tenía delante de mí aprovechasen su tiempo en algo que
les serviría el día de mañana, y eso sí me llena de satisfacción.
Mi tarea docente me llevó a integrarme en ANPE, asociación profesional
y sindicato independiente de profesionales de la enseñanza. Este hecho me ha
permitido impregnarme de la sabiduría de los más de 52.000 afiliados que tie-
ne nuestra organización en todo el Estado español. Estos profesionales que es-
tán a pie de aula son los verdaderos expertos en educación de nuestro país, los
que luchan día a día para que la enseñanza tenga la calidad que se merece, bus-
cando soluciones a los problemas que les van surgiendo y aplicándolas con
imaginación e ingenio. 
Con el paso del tiempo hemos visto cómo ha cambiado nuestra sociedad y
nuestra escuela, que en definitiva es reflejo de aquélla. Si bien los cambios so-
ciales que hemos vivido son positivos, existen algunos aspectos que hanper-
mitido que se produzcan distorsiones importantes en el comportamiento de
los escolares y en su proceso educativo. Estas distorsiones se producen por
una excesiva tolerancia ante ciertas actitudes: el ejercicio de la libertad de unos
menoscabar en algunas ocasiones la libertad de otros.
Este punto, que puede parecer simple, es clave para entender lo que está su-
cediendo hoy día, no solo en nuestras aulas, sino en la sociedad en general.
Si entendemos que la libertad es un bien que debemos defender por encima
de todas las cosas, también debemos tener presente que otro de los bienes
inalienables de la humanidad es el respeto a nuestra integridad física y psi-
cológica. Por tanto, la libertad individual de cada uno de nosotros llega justo
hasta donde empieza el respeto a la integridad de los demás, sin que se pue-
da, bajo ningún concepto, admitir ni tolerar que se produzca una invasión en
ese sentido.
Para cuando se transgreda esa línea imaginaria donde empieza la libertad
de uno y termina la de los otros, deben existir mecanismos que permitan co-
rregir esas actitudes de forma eficaz y reparar el daño causado a las vícti-
mas de tal trasgresión. Solo así todos seremos libres de verdad y no nos
veremos unos sometidos a la dictadura de otros que, respaldados por esa
gran tolerancia social, pretenden someternos a sus caprichos y privarnos
de nuestra libertad.
11SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
Capítulo I
¿Qué son las actitudes disruptivas?
Capítulo I
Denominamos actitudes disruptivas a aquellas que hacen estallar conflic-
tos en los centros docentes. Bajo este concepto se engloban todas aquellas con-
ductas que los alumnos manifiestan y que afectan a la normal convivencia en-
tre los miembros de la comunidad educativa y a la tarea docente de nuestro
profesorado.
El vocablo lo tomamos prestado de las ciencias físicas. Un disruptor es un
dispositivo que se utiliza para provocar un estallido. Del mismo modo, ciertas
actitudes de nuestro alumnado provocan el estallido de conflictos en las aulas.
Nos encontramos que cada día son más frecuentes este tipo de actitudes
en nuestros centros educativos. Los motivos por los que se dan este tipo de si-
tuaciones son diversos y responden a diferentes causas que más adelante ana-
lizaremos.
En los últimos tiempos se está viviendo un clima de permisividad y tole-
rancia ante cierto tipo de actitudes a nivel escolar que en última instancia no
es más que el reflejo de la laxitud en el cumplimiento de las normas que se vi-
ve en la sociedad en general.
Este hecho conduce al fenómeno de normalización de lo habitual, es
decir, el conjunto de individuos que integramos la sociedad tendemos a con-
15SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
16 © WK Educación
siderar normal todo aquello que acontece ante nosotros y que se produce ha-
bitualmente, de forma que tendemos a tolerarlo e incluso a asumirlo como
algo aceptable.
Si bien todos estaremos de acuerdo en que la sociedad debe ser tolerante y
progresar en la aceptación de determinadas conductas, en lo que también to-
dos convendremos es en que hay ciertas conductas que jamás deberían tole-
rarse. Me refiero a aquellas conductas y actitudes que coartan la libertad, la
intimidad o el honor de terceros. 
Desafortunadamente hoy en día nos encontramos que se está dando esta
normalización de ciertas conductas de este tipo que interfieren en la vida co-
tidiana de muchos de nosotros, sin que podamos defendernos de ellas.
Para corroborar esta afirmación basta echar un vistazo a nuestro alrededor
o leer la prensa habitualmente. Veremos que nuestra vida cotidiana está en ex-
ceso poblada de pequeñas o no tan pequeñas injusticias que nos toca vivir a
personas que respetamos las leyes y las normas vigentes y que seguimos las
costumbres sociales que facilitan la convivencia entre los ciudadanos. Esas in-
justicias son protagonizadas por desaprensivos que se aprovechan de la im-
punidad que les otorgamos socialmente mediante esa normalización de lo ha-
bitual y esa tolerancia mal entendida.
Este hecho entraña riesgos diversos. El primero es que aceptemos estas con-
ductas universalmente y debamos sufrirlas en nuestras carnes sin podernos de-
fender de ellas. Otro riesgo que corremos con ello es que, como consecuen-
cia de esa aceptación, se deriven nuevas conductas, más allá de las aceptadas
en un momento dado, que también se conviertan en habituales y se normali-
cen, entrando en un círculo vicioso que derive en un clima de descontrol e in-
seguridad.
Por otra parte, las personas que, por convicción propia o por cualquier
otra motivación, respetamos las normas vamos adquiriendo la sensación de
que, aparte de ser víctimas de las actitudes negativas de ciertas personas,
que como decíamos actúan con impunidad, somos los “tontos”, con lo cual
probablemente llegue el día en que seamos nosotros mismos los que, ampa-
rados en esa impunidad, dejemos de respetar ciertas normas.
Capítulo I
Sobre valores, normas y actitudes
Capítulo II
En la escuela se aprenden muchas cosas. No solo se adquieren conocimientos
intelectuales, también se aprenden actitudes, se adquieren valores y se cono-
cen normas.
Lo mismo sucede en el seno familiar. Los padres están transmitiendo toda
una serie de valores, de hábitos, de costumbres, etc. en todo lo que hacen y en
lo que dejan de hacer.
Ciertas actitudes de los padres pueden marcar mucho la personalidad de un
niño, de modo que su comportamiento futuro se verá influido de forma im-
portante por los patrones transmitidos por sus progenitores.
Es muy importante que los padres sean conscientes de lo que acabamos
de comentar y que su relación con sus hijos tenga una carga educativa en to-
das sus interacciones que facilite la relación social y transmita valores social-
mente positivos, que en definitiva favorecerán la buena integración de sus
hijos en el mundo en que nos ha tocado vivir.
También es muy importante lo que se aprende en la escuela, puesto que
ello marcará en parte el comportamiento social de un individuo en su edad
adulta, de manera que si en el seno de la comunidad escolar no se adquie-
ren unos hábitos y se aprenden unas determinadas conductas, ese indivi-
19SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
duo no será capaz de mostrarlos después de manera adecuada en su vida
adulta en sociedad.
En todo caso creemos que la escuela debe ser compensadora. Es decir, de-
be disponer de los mecanismos necesarios para compensar ciertas carencias
que, desgraciadamente, presenta un buen número de alumnos respecto a la
tarea que anteriormente mencionábamos que es responsabilidad de las fa-
milias. Esas carencias pueden ser afectivas, de falta de valores socialmente
positivos, etc.
Veamos cómo se desarrolla el aprendizaje de los valores, de las actitu-
des y de las normas:
En sentido estricto, un niño al nacer desea la satisfacción inmediata de sus
deseos.
Los padres, con sus intervenciones, satisfacen esos deseos, en todo o en par-
te; en otras ocasiones no los satisfacen y tratan de hacer comprender al niño
el por qué de esa insatisfacción.
De este modo se establecen unas mínimas normas que el niño va asimi-
lando, no siempre sin sus correspondientes dosis de frustración.
Poco a poco vamos aprendiendo que podemos satisfacer algunos deseos
prácticamente al instante; otras veces los satisfaremos dentro de un tiempo
otras veces será prácticamente imposible satisfacerlos.
En este sentido también aprendemos que existen unas reglas del juego y
que no somos los únicos jugadores, por lo que debemos respetar y tolerar a
los otros. Estas reglas del juego son lo que denominamos ‘normas’.
Las normas existen en el seno familiar, en los centros docentes, en los cír-
culos de amigos, en la sociedad en general. Estas normas rigen cada uno de
los círculos sociales en los que nos movemos y no tienen necesariamente que
ser las mismas en cada uno de ellos.
Por nuestra parte, no siempre estaremosde acuerdo con todas las normas;
a veces pueden parecernos arbitrarias e incluso absurdas y no estar en con-
sonancia con lo que pensamos respecto a aquello que pretenden regular. 
Nuestro posicionamiento personal hacia hechos que acontecen en la so-
ciedad es lo que denominamos ‘valores’. Por tanto, los valores son algo per-
20 © WK Educación
21SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
sonal. Los vamos construyendo a base de la interacción social, de los pre-
conceptos que nosotros tenemos sobre determinadas situaciones sociales, de
las opiniones que nos llegan –en buena parte de personas que representan una
fuente de saber para nosotros, como son la familia, los educadores, los ami-
gos, ciertos modelos que nos ofrece el entorno, etc.–.
Estos valores se van instaurando y, una vez establecidos, son suficiente-
mente rígidos como para que permanezcan bastante inalterables en el curso
de nuestras vidas.
De este modo cada uno tenemos nuestros propios valores que no son ne-
cesariamente coincidentes con los de nuestros conciudadanos. A pesar de ello
existen una serie de valores que como mínimo son universalmente muy se-
mejantes, máxime en entornos socioculturales parecidos.
Estos valores son transmitidos de padres a hijos, reforzados por la escuela
y el entorno social, de modo que garantizan ciertos comportamientos de los
individuos básicos y elementales para la convivencia en sociedad y el respe-
to a las personas.
Constantemente nos encontramos ante hechos sociales sobre los cuales exis-
ten normas. Como acabamos de mencionar, ante estos hechos hemos desa-
rrollado unos valores concretos. Cuando exista la necesidad de actuar ante es-
tos hechos nacerá la actitud. Las actitudes pueden estar o no en consonancia
con los valores, con las normas, con ambos o con ninguno de los dos, depen-
diendo de diversos factores que condicionarán nuestra respuesta.
Lógicamente el caso más fácil de resolver por parte del individuo se da cuan-
do las normas y los valores son coincidentes, por lo cual se derivan actitudes
congruentes con ambos. Este hecho, en principio, permite un cierto grado de
satisfacción al individuo, puesto que lleva a cabo sus actos con la convicción
de que es lo que personalmente considera apropiado y no le plantea ningún
conflicto con lo que socialmente se espera ni va a tener en ningún caso re-
percusiones negativas para él.
Pero no siempre las normas existentes en nuestra sociedad o en ciertos gru-
pos en los cuales nos movemos son próximas a nuestros valores. En ese caso,
la necesidad de actuar puede generar cierto grado de frustración, que será ma-
yor o menor en función de la distancia existente entre dichas normas y nues-
tros valores al respecto.
22 © WK Educación
Vamos a poner unos ejemplos claros para que nos entendamos. Si una de-
terminada norma de circulación nos impide circular en autopista más allá de
120 Km/h y nosotros disponemos de un vehículo potente y a la vez nos con-
sideramos conductores suficientemente experimentados y capacitados para
circular sin riesgos, pongamos por caso a 160 Km/h, ahí existe un choque en-
tre la norma y nuestros valores. ¿Qué actitud tomaremos? Como resulta evi-
dente, podemos adoptar diversas actitudes. Una de ellas es cumplir la norma
escrupulosamente porque consideremos que las normas están para ser cum-
plidas aunque choquen con nuestros valores. Otra de las actitudes posibles
es que respetemos la norma para evitarnos una sanción. También podemos
arriesgarnos a la sanción porque no estamos de acuerdo con esa norma y nos
rebelemos ante ella o porque la cuantía de la misma es lo suficientemente ba-
ja para nuestro bolsillo como para que nos inquiete el hecho de que nos pue-
dan multar.
Evidentemente la elección dependerá de diversos factores, desde la reper-
cusión de la posible sanción, a la necesidad de llegar a nuestro destino con ra-
pidez o a lo asumido que tengamos que a pesar de ir en contra de nuestros va-
lores las normas se deben cumplir, etc.
Lógicamente existen normas cuyo incumplimiento es más aceptado social-
mente que otras. Por ejemplo, las relacionadas con el exceso de velocidad pa-
recen más discutibles a nivel social que otras (quien más quien menos algu-
na vez las hemos incumplido sin que nadie se escandalice, a menos que ocu-
rra con demasiada frecuencia de modo que roce la temeridad). En cambio
todos coincidiremos en que por lo que se refiere a las normas relacionadas con
la propiedad y la integridad de las personas no somos casi nada tolerantes res-
pecto a su incumplimiento. Es decir, el robo y las agresiones físicas están muy
mal vistos socialmente.
Como hemos dicho anteriormente, dependiendo de la distancia entre valo-
res propios, normas sociales y las actitudes que debamos adoptar en situacio-
nes determinadas nos encontraremos más o menos satisfechos o frustrados.
La frustración repetida y mal tolerada puede dar lugar a una insatisfacción ge-
neralizada, al odio social y a la marginación.
En este sentido, en teoría, las personas cuyos valores sean más próximos a
las normas socialmente aceptadas serán los más integrados, participativos y
satisfechos.
Pero, lógica y afortunadamente, no todos pensamos del mismo modo ante
hechos que se dan en nuestra sociedad y, por tanto, no tenemos valores coin-
cidentes. Pero en todo caso sí que existe un amplio consenso social ante de-
terminados hechos relacionados con los derechos y libertades de los demás,
de manera que se da una gran coincidencia de valores ante ellos.
Es evidente, pues, que las libertades y los derechos de cada uno deben
respetarse mientras no menoscaben los de otros y, por tanto, deben existir
normas que así lo reglamenten y garanticen, normas de obligado cumpli-
miento, y es necesario educar a los más pequeños para que las interiori-
cen de modo que adquieran los valores que garanticen que en el futuro
vayan a respetarlas, no por el temor a una sanción sino por convencimien-
to propio.
En todo caso, las normas deben surgir siempre después de un amplio con-
senso social, tener cierto grado de tolerancia, ser revisables y, en la medida de
lo posible, hacer participe de su elaboración a las personas que después hayan
de verse regidas por ellas, puesto que si uno mismo es partícipe de la creación
de una norma será más factible que la cumpla con satisfacción.
Es misión de los padres transmitir, desde el nacimiento de sus hijos, ciertos
valores que socialmente están consensuados. La escuela, por su parte, debe-
rá ocuparse desde tempranas edades de trabajar estos valores universalmente
aceptados y que coincidirán con las normas establecidas, para que las actitu-
des que se generen cumplan la función de respeto de la norma, de satisfacción
del individuo por coincidir con sus valores y satisfacción social de los otros
que integran la comunidad escolar en ese momento y de los que integrarán
la sociedad en el futuro.
En algunos casos los padres no transmiten esos valores socialmente acep-
tados a los que nos estamos refiriendo por diversos motivos. En algunas oca-
siones se debe a la desestructuración familiar; en otras, a que ellos mismos no
tienen esos valores, etc.
En estos casos los niños acuden al centro docente por vez primera con unas
carencias importantes que no son fáciles de compensar, máxime con los re-
cursos de que hoy en día dispone un profesorado desbordado por tantas si-
tuaciones que se dan en las escuelas y para las cuales en demasiadas ocasio-
nes no está específicamente preparado y debe actuar según su buen criterio y
experiencia personal.
23SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
24 © WK Educación
¿Como solucionar este grave problema? La respuesta es clara: con más
recursos puestos por la Administración a disposición del profesorado.
Vamos a ver cuáles son estos recursos.
Por una parte son necesarios más recursos personales, es decir, más docen-
tes que puedan atender la cada vez más diversa diversidad (valga la redun-
dancia) y que en muchos casos requiere atenderindividualmente o en pe-
queños grupos a determinados alumnos.
También deben existir espacios donde poder llevar a cabo ciertas interven-
ciones educativas para esta atención a la diversidad y, evidentemente, para po-
der reeducar conductas que no permiten una adecuada convivencia en los cen-
tros.
Por otro lado se requieren recursos formativos. Es necesario que el profe-
sorado pueda realizar actividades formativas que le capaciten en el tratamiento
de esta diversidad a la que nos estamos refiriendo. Debe tratarse de cursos
de carácter eminentemente práctico basados en el ejercicio de su actividad dia-
ria, realizados en horario escolar y de carácter obligatorio para el profesora-
do en función de las características de los centros en los que se encuentre des-
tinado el profesorado.
Es necesario que exista un decreto de derechos y deberes de los alumnos
que determine claramente qué actitudes son admisibles y cuáles no y que per-
mita la intervención inmediata y eficaz del profesorado para atajar cualquier
situación que vulnere los derechos de otros alumnos y que contemple la ree-
ducación inmediata de actitudes disruptivas con la participación de personal
cualificado y en los lugares que se dispongan en función de cada caso.
Se hace imprescindible la dignificación de la profesión docente, tanto a
nivel social, recuperando el prestigio que ha perdido en los últimos tiempos y
que debe estar en consonancia con la función que cumplen los docentes, co-
mo a nivel económico, con retribuciones dignas que permitan, al menos, con-
servar el poder adquisitivo. 
Resulta evidente que se requiere un pacto educativo entre las diferentes fuer-
zas políticas y sociales que garantice la estabilidad del sistema educativo an-
te los cambios de gobierno que se puedan dar y no suceda como en los últi-
mos años, que cada vez que un gobierno de diferente color accede al poder se
producen cambios importantes en dicho sistema.
25SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
Solo reconociendo que la libertad de unos jamás puede menoscabar la de
otros y tomando las medidas oportunas para que ello se preserve, podremos
garantizar una educación para todos que conduzca a la verdadera integra-
ción social de todos los ciudadanos, es decir, la integración como adultos com-
petentes y respetuosos con los demás que debe darse en la sociedad a través
de la escuela.
Capítulo I
Las causas de las actitudes disruptivas
Capítulo III
En nuestra práctica docente cotidiana nos encontramos con diversas actitu-
des de los alumnos que dificultan o impiden el normal desarrollo de las
actividades de enseñanza-aprendizaje y/o la convivencia entre los miem-
bros de la comunidad educativa.
Veamos cuáles son las actitudes disruptivas más frecuentes, sus causas y al-
gunos medios para combatirlas.
Hablemos en primer lugar de las causas que propician la aparición de este
tipo de actitudes.
La laxitud de normas que se da en nuestro sistema educativo, funda-
mentada en una normativa oficial excesivamente permisiva y en la gran to-
lerancia de algunos docentes, que incluso la justifican alegando el respeto
a los derechos de los alumnos con conductas inadaptadas, facilita el com-
portamiento de determinados alumnos que ponen en jaque a la comuni-
dad educativa, impidiendo el normal desarrollo de las actividades, con la
consiguiente merma en el rendimiento del resto de sus compañeros y de los
docentes.
Este tipo de conductas comporta interrupciones de la clase por parte de
los alumnos, con lo cual se pierden horas de actividad lectiva del profesor pa-
29SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
ra tratar de corregirlas y el descenso de la calidad en dicha actividad durante
el tiempo en que es posible desarrollarla. 
Evidentemente, los alumnos que están motivados para el estudio no pueden
disfrutar del nivel que se podría dar si no se produjeran estas actitudes dis-
ruptivas. 
Es evidente que estos alumnos van a ver mermadas sus expectativas y las
de sus familias de adquirir una base de conocimientos que les será necesaria
posteriormente para continuar sus estudios o integrarse en el mundo laboral
con ciertas garantías.
Pero existe otro riesgo para este tipo de alumnos: que se vayan viendo des-
motivados paulatinamente y se apunten al carro de los que interrumpen las cla-
ses, perdiéndose su potencial y apartándose de las expectativas de sus familias.
Consideramos que es un derecho de todo alumno el de recibir una ense-
ñanza de calidad que le permita desarrollar todas sus capacidades, tanto in-
telectuales como afectivas y de relación social, de modo que quien pretenda
menoscabar este derecho se debe encontrar con una normativa eficaz que per-
mita exigirle un comportamiento acorde con esta finalidad de la educación y
reeducar su conducta para que en su vida adulta sea capaz de respetar los prin-
cipios y derechos de sus conciudadanos, aceptando las reglas del juego que
se dan en democracia.
Pero no solo son los alumnos aplicados los que “sufren” el comportamien-
to de ciertos compañeros. Muchos docentes no pueden desarrollar adecuada-
mente su actividad y se ven desbordados por el comportamiento de algunos
alumnos disruptores que les interrumpen constantemente, con el consiguien-
te deterioro de la calidad de enseñanza que potencialmente son capaces de
desarrollar.
Los que ejercemos la docencia sabemos que en muchos casos las interrup-
ciones que se producen comportan pérdidas de tiempo de clase en torno al
33% e incluso más. 
Y no solo se producen pérdidas de clase, sino que los profesores se ven
sometidos a tal presión que el riesgo de sufrir una enfermedad mental no
psicótica que les limite o impida el ejercicio de la profesión se cifra en torno
al 72,6%, es decir, casi tres de cada cuatro docentes padecen el riesgo de que
dicha enfermedad les impida ejercer su profesión (estudio ANPE, 2005).
30 © WK Educación
Por otra parte, en una reciente encuesta (2005) llevada a cabo por ANPE
Asociación Profesional y Sindicato, mayoritario en el ámbito docente en nues-
tro país, se mostró que dos de cada tres profesores manifestaron que tenían se-
rias dificultades para el desarrollo de su actividad y uno de cada cinco que es-
tas dificultades se daban constantemente.
Ante este panorama no es de extrañar que el colectivo docente esté des-
motivado, que se dé un número elevado de bajas laborales a causa de depre-
sión y estrés, muchas veces solapadas por dolencias de origen psicosomático,
pero en definitiva debidas a las condiciones laborales a las que se ven some-
tidos, y las cada vez más frecuentes jubilaciones anticipadas, todo ello con
el consiguiente coste social que todos los contribuyentes debemos soportar.
Por otra parte, todas estas bajas laborales comportan la inestabilidad de los
equipos docentes contribuyendo a su vez al descenso de la calidad de la en-
señanza.
En este sentido se hace imprescindible la dignificación de la profesión, me-
jorando las condiciones laborales, garantizando los mecanismos por los cua-
les se pueda exigir unas pautas mínimas de comportamiento por parte del alum-
nado en el desarrollo de las actividades de aula, mejorando la percepción so-
cial que se tiene de los docentes y que dejen de ser aquellos personajes que
tienen tantas vacaciones, que trabajan tan pocas horas y que tienen la inmen-
sa suerte de trabajar con niños, y finalmente, mejorando su situación econó-
mica, con salarios acordes a los tiempos actuales y a la responsabilidad social
que representa la formación de los más jóvenes. No olvidemos que el incre-
mento experimentado por el IPC en nuestro país en los últimos 12 años ha si-
do un 20% más elevado que el incremento salarial del profesorado, con la con-
siguiente pérdida de poder adquisitivo que ha repercutido, lógicamente, en
la calidad de vida de este colectivo.
Algunas de las situaciones que han propiciado la potenciación de este tipo
de actitudes disruptivas son: 
- La tendencia, social y familiar, a consentir ciertasactitudes desadaptadas.
- La acomodación a estas situaciones produciéndose una normalización
de lo habitual. Es decir, tendemos a considerar normal aquello que su-
cede en nuestro entorno de forma habitual, a pesar de considerarlo no
deseable.
31SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
- La excesiva sobreprotección por parte de los padres para con sus hijos.
Con la excusa de que no padezcan traumas, algunos padres consienten
ciertas actitudes a sus hijos que comportan que éstos hagan lo que des-
een en todo momento y no sean capaces de esforzarse para obtener cier-
tos privilegios o cosas deseadas, de modo que no se educa en la cultura del
esfuerzo. Los niños tendrán todo lo que deseen sin necesidad de luchar por
ello. Evidentemente esto sí que puede producirles traumas en el momen-
to en que se enfrenten al mundo real y ni puedan obtener lo que quieran
ni sepan cómo hacerlo, con la consiguiente frustración que ello les va a
generar. 
- La disminución del tiempo de contacto entre padres e hijos. Cada vez
pasamos más tiempo fuera de casa y vemos menos a nuestros hijos. Se de-
bería luchar para que el mundo laboral permitiese la conciliación entre los
horarios de los padres y los de los hijos. No se trata de que las escuelas
tengan sus puertas abiertas hasta altas horas de la noche para que puedan
cumplir una función de guarda de los hijos sino de que los padres termi-
nen su actividad laboral cotidiana a horas prudenciales que les permitan
disfrutar de tiempo con sus hijos.
- El aumento de estímulos y de cantidad de información que llega a los más
jóvenes. Es evidente que cada vez los niños y adolescentes reciben más
cantidad de información y estímulos procedentes de la televisión, los vi-
deojuegos y los filmes principalmente. Si ello se une a la incapacidad que
muchas veces tienen los padres para filtrar estos contenidos por lo ex-
presado en el párrafo anterior y por otros motivos, como es el hecho que
este acceso puede producirse en lugares que no pueden ser controlados por
los progenitores, podemos hacernos una idea del riesgo que corren los más
pequeños de adoptar valores que van a ser contrarios a los deseados social
y familiarmente y manifestar actitudes desadaptadas y peligrosas.
- Los fenómenos asociados a nuevas problemáticas sociales, como el pan-
dillismo y la pertenencia a bandas juveniles.
- La disminución de la valoración social del docente. En muchas ocasiones
se agrava este hecho por el cuestionamiento de la tarea docente por parte
de los padres, desacreditándolos incluso en público y delante de sus pro-
pios hijos, con lo que la autoridad del profesorado queda prácticamente
anulada.
32 © WK Educación
- El hecho de que las leyes educativas sean muy tolerantes ante estas si-
tuaciones y no permitan intervenciones eficaces. No se comprende cómo
los diferentes gobiernos que han regido en España y en sus comunidades
autónomas han consentido, mediante la aplicación de diferentes leyes, que
el profesorado no disponga de medios rápidos y efectivos para controlar
las actitudes disruptivas que se dan cada vez con más frecuencia en nues-
tras aulas. La LOGSE dio el primer paso a esta situación, pero la Ley de
Calidad del PP tampoco dio soluciones efectivas a esta situación, dejando
redactado de forma muy ambigua que el profesorado dispondría de me-
didas de apoyo a su tarea.
- La falta de recursos reales (humanos, formativos, materiales, económicos)
para reeducar estas actitudes. Un país será grande si potencia su sistema
educativo. Las inversiones en educación y sanidad han de ser prioritarias
en una nación; solo así podremos ser un país puntero en desarrollo, tanto
social como tecnológico. En este sentido debemos exigir a nuestros go-
biernos que los impuestos sirvan a este fin. 
- Falta de cohesión en los equipos docentes. Todos conocemos claustros
de centros cuya plantilla estable está en torno al 50%, existiendo otra mi-
tad de profesores que son interinos o funcionarios en expectativa de des-
tino o en comisión de servicios que pasarán unos pocos años o meses en
el centro, lo cual no favorece el trabajo en equipo ni la cohesión del pro-
fesorado.
- Disminución de la “calidad” del puesto de trabajo. Cada vez es más difí-
cil ejercer la docencia en nuestras aulas. Los profesores tienen alto riesgo
de sufrir estrés, depresiones y otras enfermedades psicológicas en más de
un 70%. Lógicamente, el rendimiento de estos docentes, especialmente de
los que se encuentran con grupos especialmente conflictivos, no será el
esperado. Las actitudes disruptivas que se den se instaurarán paulatina-
mente y cada vez será más difícil controlar la clase, entrando en un cír-
culo vicioso (véase Bullying vertical).
- Falta de un pacto educativo entre todos los partidos. No puede ser que ca-
da vez que cambie el gobierno de nuestro país cambie el sistema educa-
tivo. Es necesario un pacto educativo entre las fuerzas sociales y políticas
a nivel estatal para que de una vez esos cambios de gobierno no afecten
a los alumnos y profesores.
33SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
34 © WK Educación
- La escasa valoración del sistema educativo que hacen algunas familias de-
bido a su problemática personal asociada a problemas de marginación so-
cial y que la política social no ha resuelto de forma satisfactoria.
Capítulo I
Las actitudes disruptivas más frecuentes
Capítulo IV
Veamos cuáles son las actitudes disruptivas que manifiestan los alumnos
y que impiden que unos profesionales capacitados ejerzan satisfactoria-
mente su labor, que impiden que se cumpla la finalidad propia de la ense-
ñanza y que hacen que se vean menoscabado el derecho a la educación de
un buen número de alumnos que desearían aprovechar su tiempo y las ex-
pectativas que unos padres tienen puestas en el futuro de sus hijos.
En algunos casos las actitudes de determinados alumnos pueden represen-
tar un auténtico calvario para sus compañeros e incluso para sus profesores,
que ven pasar el tiempo impotentes ante el dominio ejercido por aquéllos.
Seguidamente trataremos de definir llanamente estas actitudes, así como
describir otras circunstancias que afectan a la convivencia y a las actividades
que se desarrollan en nuestros centros.
37SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
1. ABSENTISMO ESCOLAR
Según un informe que ha hecho público la OCDE sobre absentismo esco-
lar, la incidencia de esta problemática en nuestro país se sitúa en un 34%, ci-
fra que resulta alarmante.
Las faltas de asistencia a clase se traducen, en mayor o menor medida, en aban-
dono de los estudios, y es una de las principales causas del fracaso escolar. Este
abandono, que es la consecuencia final de la situación vivida por estos alum-
nos, suele ser el resultado no deseable de situaciones anteriores acumuladas.
Los profesores sabemos que hay asignaturas en las que la incidencia del ab-
sentismo es mayor, dándose altos índices de ausencias. Es el caso de las ma-
terias instrumentales básicas o aquellas que presentan una especial dificul-
tad o especificidad. Otra variable a tener en cuenta son los índices de absen-
tismo en relación con la presencia de determinados grupos de alumnos; así,
en función de la presencia de alumnos que presentan actitudes conflictivas,
dichos índices son mayores. También, en determinados momentos del curso
se producen más ausencias que en otros y según el día de la semana o la ho-
ra de clase las aulas están más o menos concurridas.
Hemos de tener presente que el problema del absentismo escolar no se pue-
de resolver sólo con la intervención del centro educativo ni sólo modificando
didácticas y contenidos. Constatamos en nuestro ejercicio de la docencia que
una parte importante de los alumnos que no asisten a clase y que fracasan lo
hacen debido a un total desinterés hacia lo que la escuela les ofrece, a pesar de
la presión que sobre ellos puedan ejercer padres y profesores. Otros jóvenes
acuden al centro escolar presionados porla familia y por la sociedad; son los
llamados “objetores escolares” y nos ocuparemos de ellos en otro capítulo.
Los absentistas escolares son alumnos que no asisten a clase durante pe-
riodos largos de tiempo o que sistemática y reiteradamente alternan presencia
y ausencia de clase.
Estos alumnos no siguen las actividades normales que se desarrollan en el
centro de modo que no adquieren los mínimos conocimientos ni procedimientos
establecidos en la programación.
Estos conocimientos y procedimientos, a su vez, son necesarios para ad-
quirir otros nuevos que la clase estará trabajando en el siguiente periodo
de asistencia de estos absentistas. La motivación de estos alumnos es ex-
39SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
traordinariamente baja y no han desarrollado valores que les hagan apreciar
el conocimiento. 
Como se puede suponer, conforme pasa el tiempo estos alumnos se en-
cuentran más ‘descolgados’ y con más dificultades para seguir el ritmo de la
clase, haciéndoseles muy difícil mantener una actitud que permita el correcto
desarrollo de las actividades de clase, máxime cuando, por un lado, los valo-
res en los que se han socializado, generalmente con otros jóvenes que también
son absentistas, suelen ser más bien contrarios a los que se trata de transmi-
tir en escuelas e institutos, y por otro, la frustración que conlleva no poder se-
guir dichas actividades les lleva a tratar de imponer sus propios valores y nor-
mas, en lo que muestran gran habilidad.
Los alumnos absentistas suelen serlo porque sus familias lo consienten. Pue-
de tratarse de familias con cierto grado de desestructuración, con padres que
pasan mucho tiempo fuera del entorno del menor y que no pueden o no saben
ejercer un mínimo control sobre el mismo, de modo que pasan períodos con-
siderables de tiempo en compañía de otros menores en similar situación, so-
cializándose de tal modo que adquieren valores y actitudes contrarios a los so-
cialmente aceptados. 
Como se puede suponer, esta situación puede desencadenar la creación de
pandillas o bandas juveniles o la integración de estos jóvenes en este tipo de
grupos. Asimismo, suelen estar en contacto con otros estímulos que posi-
bilitan que ello suceda, como puede ser el acceso a ciertos contenidos de in-
ternet, determinados videojuegos, algunos programas de televisión, etc.
Como en toda situación preocupante nos planteamos si es posible en-
contrar alguna solución que pueda erradicar o al menos paliar esta proble-
mática.
Somos conscientes de que la solución a este problema no es fácil, pero se
deben poner en marcha ciertos mecanismos que puedan reducirla.
Tengamos presente que un porcentaje importante de padres de alumnos
absentistas se encuentran en una situación de marginación social, con es-
casas expectativas de integración socio-laboral y en ocasiones con proble-
mas añadidos de salud relacionados con el consumo de sustancias estupe-
facientes, alcoholismo crónico, etc. Estos padres no hacen una valoración
positiva del sistema educativo como medio de progresión social e incluso
40 © WK Educación
tienen una desconfianza manifiesta de las acciones educativas que tienen lu-
gar dentro de la escuela.
El estudio que hizo en 1998 el Defensor del Pueblo Andaluz, titulado El ab-
sentismo escolar: un problema educativo y social, recoge un exhaustivo aná-
lisis de la situación socio-familiar de las familias de los alumnos absentistas,
destacando las problemáticas con las que les toca convivir a estos niños y a
sus progenitores.
Muchos de estos padres se encuentran en una situación de precariedad la-
boral que tiene múltiples consecuencias negativas y que influye en la vida fa-
miliar, puesto que a la vez que afecta al plano económico, puede favorecer la
aparición en los padres de otros problemas de diversa índole, como pueden
ser ansiedad, depresión, estrés, alcoholismo o drogodependencia, que afectan
negativamente al cuidado de sus hijos.
Un número importante de estas familias viven inmersas en lo que se deno-
mina cultura de la supervivencia, no teniendo otra salida en muchas ocasio-
nes que recurrir a la economía sumergida. Lógicamente las expectativas que
pueden tener estas personas en relación a su vida personal y familiar se cir-
cunscriben a subsistir en el día a día y la situación influye de forma determi-
nante en la desmotivación que presentan un gran número de estas familias por
la educación de sus hijos. 
Se da por otra parte un rol sexuado en el absentismo que queremos desta-
car. Constatamos que un número determinado de niñas no acuden al centro
docente para ayudar a sus madres en tareas domésticas o en el cuidado de her-
manos menores cuando las madres se ausentan a trabajar.
También se da el caso de los padres que exigen a sus hijos una participa-
ción en otro tipo de trabajos relacionados con la contribución a la economía
familiar, como decíamos basada en la subsistencia. Conocemos casos en que
los niños van con sus padres a buscar chatarra o cartones que luego venden
para poder llevar el plato a la mesa, siendo ésta la prioridad cotidiana para
ellos, relacionada directamente con la satisfacción de las necesidades básicas,
en lugar de con la formación de sus hijos, que les queda muy alejada de toda
percepción como valor de futuro.
Lógicamente, es difícil luchar contra esta problemática, pero hemos de pen-
sar que todo es posible y dirigir nuestros esfuerzos en la dirección correcta.
41SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
Sin una adecuada política social que permita a estas clases más desfavo-
recidas acceder a puestos de trabajo dignos que les permitan generar ilusio-
nes de progreso personal y una correcta integración social, no lo tendremos
nada fácil. Esta es una tarea que deben desarrollar las distintas Administra-
ciones Públicas para llevar el tan pregonado Estado del Bienestar a toda la
sociedad. 
En el ámbito escolar debemos tomar una serie de medidas para paliar de
algún modo las consecuencias de esta preocupante problemática. 
Para intervenir en estas situaciones las acciones a adoptar tienen que abar-
car un amplio repertorio de medidas de carácter preventivo en los primeros
tramos escolares, de apoyo al alumnado más desfavorecido, de colabora-
ción entre la familia y la escuela y de incentivo a la labor del profesorado.
La relación de los padres con los profesores, así como el papel que deben
jugar los tutores y los departamentos de Orientación de los centros educa-
tivos es crucial. 
La orientación académica y profesional es una de las tareas más impor-
tantes encomendada a los centros docentes como un proceso continuo.
Para dar una respuesta educativa adecuada a los alumnos, sería impres-
cindible crear en todos los centros educativos departamentos de Orienta-
ción, poner el máximo empeño en recuperar y defender la importancia del
trabajo del profesor en nuestra sociedad, reconociendo la función tutorial
mediante los oportunos incentivos profesionales y económicos, dotar a
los centros de recursos humanos y materiales suficientes e implicar a las
familias en el proceso educativo de sus hijos. 
En algunas comunidades autónomas, como es el caso de Castilla y
León, se ha elaborado un Plan de Prevención y Control del Absentismo Es-
colar cuya vigencia inicial será de tres años. 
Este plan dispondrá de una base de datos de los alumnos absentistas don-
de constarán los datos referentes a su situación educativa y socio-familiar,
los informes que de ellos hayan realizado los centros docentes y las comi-
siones provinciales de absentismo escolar, así como los certificados de asis-
tencia y las notificaciones remitidas a las familias. 
Este ambicioso plan prevé unas medidas preventivas que se aplicarán des-
de las etapas educativas más tempranas, incluida la infantil, que no tiene
carácter obligatorio, mediante el desarrollo de planes de acogida para los
42 © WK Educación
alumnos con riesgo de integración, aulas de adaptación lingüística y social
para alumnos procedentesde lugares donde se hablen otras lenguas y una
tutorización específica. 
Se trabajará con un sistema automatizado para el control de la asistencia de
los alumnos que permitirá que todos los responsables de la educación de los
menores conozcan de forma inmediata la situación de los mismos. 
Cuando se hayan detectado problemas de absentismo, las direcciones pro-
vinciales de Educación enviarán a las familias de los alumnos absentistas un
aviso en el que se explicará la situación de éstos y se las citará si el caso lo
aconseja. 
Cuando la falta de colaboración de las familias en la solución del problema
de absentismo de sus hijos sea total y manifiesta, las direcciones provinciales
remitirán unos certificados de asistencia escolar a las entidades que conceden
prestaciones sociales o escolares, para que puedan presionar con la adverten-
cia de retirar las ayudas que estas familias reciben, siempre que no se perjudi-
que a terceros, como es el caso de los hermanos de estos alumnos. 
En el caso de que la familia colabore y se corrija la situación, se emitirá una
carta de felicitación que les servirá de aval ante las mencionadas entidades y
organizaciones. 
Parece difícil entender que existan familias que se desentiendan de la edu-
cación de sus hijos, pero es un hecho constatable que esta situación se está dan-
do hoy día con el consiguiente perjuicio para estos niños y niñas, que ven mer-
madas sus expectativas de integración y promoción social. Para estos casos, la
ley debe ser inflexible y debe poder exigir a estas familias que se impliquen en
la educación de sus hijos; a la vez, se deben establecer una serie de medidas pre-
ventivas de amplio espectro que abarquen desde las que conduzcan a una ver-
dadera posibilidad de inserción laboral de los padres, y por tanto generen en
ellos expectativas de progreso e integración social, como las encaminadas a com-
pensar las carencias que manifiestan sus hijos. 
Otras iniciativas se están dando a nivel municipal. En el municipio catalán
de El Vendrell, en la provincia de Tarragona, se ha puesto en marcha un plan
que implica a profesores y agentes sociales del Ayuntamiento y que ha con-
seguido reducir los índices de absentismo y otras problemáticas manifestadas
por el alumnado. 
43SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
44 © WK Educación
En la ciudad de Badalona se ha realizado una experiencia que ha implicado
a los institutos y a la policía municipal que, actuando de forma coordinada,
trabajan para mejorar la convivencia en los centros, evitar situaciones conflicti-
vas en sus inmediaciones y reducir problemáticas como el absentismo escolar. 
Solo actuando de forma coordinada y con una implicación de las adminis-
traciones públicas podremos combatir esta situación que afecta a nuestro
sistema educativo y a la sociedad en general. 
2. OBJECIÓN ESCOLAR 
Los objetores escolares son alumnos que asisten a clase pero carecen de mo-
tivación y de interés por lo que se desarrolla en el aula. En muchas ocasio-
nes ni siquiera llevan ningún tipo de material para las actividades docentes. 
En cierto modo tienen bastante en común con los alumnos absentistas, pe-
ro asisten a clase, quizás por existir un cierto control por parte de sus familias,
que valoran de algún modo la escuela y no están dispuestas a consentir que
sus hijos dejen de asistir, o quizás por presión de los medios de control social,
que tienen medios para obligar a las familias a llevar a sus hijos al centro do-
cente, o bien se trata de alumnos que se sienten suficientemente bien en el cen-
tro por su vida social . 
El caso es que estos alumnos acaban asistiendo a clase sin demasiadas au-
sencias, por lo cual no entran en la categoría de absentistas. 
Para los “objetores escolares” el centro docente sería como un club social
donde se relacionan con sus compañeros, pero se niegan a participar en las ac-
tividades. Se dan verdaderas situaciones de indisciplina que afectan al normal
desarrollo de las actividades del centro, puesto que los docentes que tratan de
exigirles el mismo trabajo, dedicación y comportamiento que sus compañe-
ros, deben dirigir sus esfuerzos de forma constante a ello, utilizando todos los
recursos a su alcance, desde cambiarlos de sitio para que compartan libro con
un compañero, suministrarles papel y bolígrafo para que puedan escribir, has-
ta dedicarse a explicarles una y otra vez los contenidos mínimos necesarios
para el desarrollo de la actividad propuesta, sin obtener resultados satisfac-
torios debido a que los conocimientos que tienen estos alumnos se encuentran
con desfases que pueden superar los tres años académicos con relaciónde a lo
que cabría esperar por su edad cronológica. 
Este hecho conlleva el consiguiente cuestionamiento de la figura del profe-
sor, que queda en evidencia cuando requiere la participación del alumno en la ac-
tividad que están desarrollando sus compañeros, cuando le recrimina ciertas ac-
titudes que entorpecen su trabajo y el del resto de los alumnos, cuando ante el gru-
po-clase aparecen brotes de indisciplina. Además, todo ello conlleva el debilita-
miento de la percepción de la autoridad docente por parte de todos los alumnos. 
Como en el caso de los absentistas, los objetores cada vez se van distan-
ciando más de los contenidos trabajados en clase, no valoran el saber, el es-
fuerzo y el trabajo, y provocan en el docente una tremenda frustración al ver
45SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
46 © WK Educación
que los valores y actitudes que intenta transmitir provocan rechazo e inclu-
so graves enfrentamientos. 
La presencia de estos alumnos en el grupo suele conllevar constantes in-
terrupciones que en muchas ocasiones solo se controlan mediante el esfuerzo
constante de los docentes, con la consiguiente pérdida de tiempo y la ne-
cesidad a veces de tener que llegar a pactos del tipo “si no me interrumpes
la clase te dejo que hagas lo que quieras”. 
Evidentemente este tipo de pactos no es ninguna solución; por un lado es
tratar a este alumno como un privilegiado, puesto que tiene un estatus del
que no gozan sus compañeros, con lo cual crece incluso su prestigio social
ente ellos y refuerza su actitud; por otro lado se fomenta la aparición de
actitudes similares por parte de otros alumnos suficientemente atrevidos que
perciben las debilidades del profesor o profesora. 
En estos casos nos encontramos con una situación familiar que suele ser
compleja. Los padres pueden acceder a ciertas parcelas de control, pero no
pueden controlar suficientementea sus hijos, de modo que les suele des-
bordar el comportamiento de éstos. 
Cuando los docentes les piden su colaboración suelen manifestar su in-
capacidad para ejercer un control suficiente y se hace evidente que no se han
trabajado de forma suficiente los valores que permitirían la convivencia y el
trabajo de aula. 
En este sentido son cada vez más los padres y madres que, cuando se desa-
rrolla una entrevista escolar con ellos, acaban relatando los problemas que
tienen para que sus hijos obedezcan a unas mínimas pautas de conducta en
casa que permitan la normal convivencia, como pueden ser ordenar la habi-
tación o aceptar una alimentación variada. Son niños que les contestan e in-
cluso les insultan y amenazan cuando llegan a cierta edad y los padres se
sienten absolutamente desorientados y perdidos. 
Pero esta situación no nace de la noche a la mañana, es fruto de un pro-
ceso que se inicia en la más tierna infancia por no poner límites a los niños
y por no exigirles un comportamiento orientado a la convivencia, por no dar-
les autonomía exigiendo responsabilidad. Pero se suele dar la situación con-
traria. Los padres, para compensar a veces la falta de tiempo real que pue-
den dedicar a sus hijos, por un sentimiento de culpa mal entendido y por una
cultura en exceso sobreprotectora, acaban consintiendo a sus hijos todo tipo
de conductas que después son casi imposibles de corregir. 
3. PROBLEMAS DE ADAPTACIÓNSOCIAL 
Como se puede desprender del análisis de la realidad social que nos en-
vuelve, no todos los alumnos que acuden a nuestros centros docentes tienen
el mismo grado de adaptación a las normas ni a las pautas de conducta so-
cialmente aceptadas. 
El grado de adaptación será mayor o menor, como se puede suponer, en fun-
ción de la distancia existente entre los valores adquiridos por los alumnos y
las normas existentes en los centros. 
Fruto de ese choque entre valores y normas, las conductas manifestadas por
estos alumnos no siempre serán aceptables para la comunidad educativa,
con la consiguiente necesidad de corrección de las mismas. 
En los casos en que esa distancia sea menor, se producirán los choques me-
nos conflictivos y más fáciles de resolver mediante el razonamiento con los
alumnos de la necesidad de corregir sus actitudes y en todo caso con una co-
rrección encaminada a la reparación de las distorsiones producidas con su ac-
titud; esto potenciará la asimilación de las normas y probablemente la asun-
ción como propios de los valores aceptados en ese ámbito. 
No es tarea fácil conseguir que se produzcan cambios en el sistema de va-
lores de los alumnos cuando la distancia entre ellos y las normas a cumplir sea
muy grande. En este caso es muy importante saber en qué medios se ha so-
cializado el alumno para adquirir sus valores. 
Nuestra escuela debe ser compensadora, es decir, debe suplir las carencias
con las que sus alumnos acuden a ella, tanto en el plano afectivo como en el
emocional o intelectual. En este sentido se deben arbitrar las medidas necesa-
rias para instaurar los valores socialmente aceptables a partir de los existentes
en estos alumnos, analizando la situación en que fueron adquiridos y con el fin
de compensar las carencias que se generaron en su sistema de valores. 
Este proceso no siempre está al alcance de los docentes y puede requerir
la participación de profesionales que la Administración debería poner a dis-
posición de los centros, así como otros recursos necesarios. 
En todos estos casos se hace necesaria la implicación de las familias, que
como sabemos no siempre están en situación de poder intervenir adecuada-
mente o bien su propio sistema de valores tampoco es coincidente con el
47SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
48 © WK Educación
que tratamos de transmitir para una convivencia en sociedad, haciéndose muy
difícil nuestra intervención. Para poder hacer frente a este tipo de situacio-
nes es necesario poner en marcha programas de intervención social encami-
nados a la mejora de la calidad de vida de estas familias y a la educación en
valores de las mismas, de modo que se sientan participes de un proceso de
cambio personal y familiar que valoren de forma positiva y que les permita
sentirse integrados satisfactoriamente en su entorno social. 
De esta manera lograremos que por una parte transmitan a sus hijos una ilu-
sión, que en algunas ocasiones habían perdido, y por otra que les exijan unas
pautas de comportamiento socialmente aceptables; en caso contrario la es-
cuela queda como algo alejado de su realidad social, sin que se valore su fi-
nalidad, los métodos que utiliza ni los valores que trata de transmitir. 
4. PANDILLISMO Y BANDAS JUVENILES
Se trata de un fenómeno que está adquiriendo una dimensión desconoci-
da hasta la fecha en nuestro país y que se manifiesta de forma más eviden-
te fuera de los centros docentes, pero que también se da en ellos. 
Las pandillas se suelen nutrir de personas que necesitan establecer vín-
culos afectivos que no se dan en otros ámbitos, como la familia, escuela,
etc. Son jóvenes que pasan mucho tiempo en la calle, sus familias suelen
estar desestructuradas y tienen poco contacto con sus padres, que suelen
pasar la jornada fuera de casa. Manifiestan un conjunto de valores que no
son los socialmente aceptados, sintiéndose diferentes del resto de compa-
ñeros y sienten afinidad por otros con los cuales tienden a unirse forman-
do grupos.
El desarraigo familiar y social no es una condición indispensable, pero
naturalmente estas situaciones lo propician por la falta de referentes con los
que socializarse y siendo la pandilla un referente potencialmente propicio
para la socialización. 
Las pandillas se organizan jerárquicamente, tienen normas y ritos propios.
La conducta dentro de la pandilla es estricta y rígida con escaso margen de
tolerancia. El uso de la violencia está justificado para enfrentarse a sus ri-
vales. 
La violencia es un modo de cohesión. Para pertenecer a la pandilla se de-
be demostrar valor y este valor se demuestra mediante actos violentos. Se
ejerce la violencia siempre que se encuentran con un miembro rival o con
alguien que les plante cara. También se usa en caso de “traición” interna
en el seno de la pandilla. 
Hay pandillas que se nutren de personas procedentes de otros países, ge-
neralmente latinoamericanos, como son los Latin Kings y los Ñetas, pero
dejemos bien claro que el fenómeno se da por la situación social de esas per-
sonas y, evidentemente, no todas las personas de ese origen van a acabar
en este tipo de bandas. 
La pandilla por un lado ofrece “protección” ante las “amenazas” que per-
ciben sus integrantes, ya sean procedentes de la sociedad o bien de otras pan-
dillas rivales. Recordemos que la Mafia nació en Italia para autoprotección
ante un sistema abusivo. 
49SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
Es curioso cómo estos jóvenes, que manifiestan conductas contrarias a la
convivencia en la escuela, cuestionan de forma continuada y reiterada la au-
toridad del docente y la de sus propios padres, se muestran reacios a acatar
cualquier norma procedente del mundo escolar y rechazan de plano cualquier
intento de imponerles unas mínimas normas para la convivencia que no son
sino fruto de la reflexión social, se muestran dispuestos a acatar las ordenes
impuestas por parte de los lideres de la banda y a aceptar una autoridad im-
positiva que en muchas ocasiones les llevará a realizar actos que incluso
pueden ser contrarios a su voluntad. 
En este sentido los lideres de las bandas y pandillas pueden llegar a tener
una especie de aureola análoga a la de los gurús sectarios que les permite
imponer sus deseos ante sus subordinados, que acatan ciegamente sus de-
seos y órdenes. 
Una fuerte jerarquización y los privilegios propios de diferentes rangos y
posiciones condicionan de forma clave el cumplimiento de órdenes para sa-
tisfacer a los “superiores”, para hacer los méritos necesarios para conseguir
una promoción interna que les conduzca a puestos de privilegio dentro de la
organización, puestos que lógicamente se caracterizarán por capacidad de man-
do y disfrute de las prerrogativas propias de dicha situación. 
Como puede observar el lector, estas personas tan críticas con el respeto a
otros ciudadanos son en extremo respetuosos y leales a los miembros de su
grupo y el complejo sistema de normas que rigen la vida del mismo. 
Nuestro sistema educativo debería potenciar más la educación en valores y
ser más compensadora de carencias tanto en el plano intelectual como en el
emocional y afectivo de modo que los valores con que se socializaran los me-
nores fueran más próximos a los que la sociedad acepta por consenso y el cum-
plimiento de normas no fuera un problema. De todos modos la excesiva per-
misividad de algunas conductas tanto a nivel social en general como en el ám-
bito escolar propicia situaciones de este tipo. 
En la escuela tratamos de educar en la solidaridad y la sociedad de los adul-
tos es ferozmente competitiva. Deberíamos plantearnos una visión más social
del capitalismo menos individualista y más solidario. 
Ente los errores familiares más comunes que pueden facilitar que un jo-
ven exprese tendencias violentas podemos citar: 
50 © WK Educación
51SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
- Tendencia a consentir ciertas actitudes desadaptadas.
- Acomodacióna estas situaciones (normalización de lo habitual).
- Excesiva sobreprotección de los padres para con sus hijos. 
- Disminución del tiempo de contacto entre padres e hijos.
- Aumento de estímulos y de cantidad de información que llega a los más
jóvenes.
- Incapacidad de los padres para hacer de filtro ante ellos.
- Disminución de la valoración social del docente. 
La ausencia de valores de la sociedad en general propicia el tipo de agru-
pamientos que comentamos. Como es sabido, algunas personas que presen-
tan algún tipo de carencias afectivas y/o necesidad de pertenencia grupal pue-
den verlas compensadas entrando a formar parte de pandillas, sectas u otros
grupos, que les sirven de referente, y adoptando su código de valores. 
En las bandas se encuentran también chicas, pero esencialmente funcionan
bajo un código machista, por lo cual las chicas juegan un rol más pasivo que
los chicos. 
Por lo que se refiere al consumo de tóxicos, desde alcohol a drogas du-
ras, suele ser algo habitual, haciéndose más relevante como preludio de sa-
lidas violentas. 
Muchas veces los padres son demasiado complacientes con los hijos. Es
lo que denominamos la cultura del algodón. Padres sobreprotectores que, con
la excusa de que su hijo se peude traumatizar, le consienten y justifican to-
dos sus actos. Me gusta decir en estos casos una frase que creo que es signi-
ficativa: un niño sin traumas es un adulto sin defensas. 
5. BULLYING HORIZONTAL 
No se trata de un fenómeno nuevo en nuestros centros, pero hubo un mo-
mento, tras la trágica muerte de Jokin C., en que no se hablaba de otra cosa,
sobre todo por la gran difusión que los medios de comunicación dieron a esa
noticia. 
Este hecho sensibilizó de tal forma a la sociedad que se pasó de decir que
“son cosas de crios” a pensar en las graves consecuencias que puede acarre-
ar a un joven el hecho de verse sometido a una situación de acoso. 
En estos casos es muy importante cómo percibe el joven la situación y có-
mo la vive. No podemos valorarla con nuestros ojos de adultos y con nuestros
patrones. Lo que para nosotros puede resultar una nimiedad, para un niño pue-
de ser un problema irresoluble. Del mismo modo, lo que para un niño en con-
creto puede carecer de importancia, para otro puede tener una trascendencia
tremenda. 
Por este motivo hemos de tener la capacidad de ponernos en la piel del niño
o del adolescente que sufre. A esta capacidad la denominamos empatía y nos ha
de permitir valorar cómo vive el joven el acoso que sufre. Solo de este modo po-
demos conocer la magnitud del problema y cómo ayudarle a afrontarlo. 
En nuestras aulas, calles y lugares donde los niños y adolescentes se rela-
cionan en grupo está sucediendo algo grave y hemos de actuar para poner
fin a este tipo de situaciones. 
Pero, ¿qué es el bullying? La palabra bullying la tomamos prestada del in-
glés y deriva del vocablo bull, toro, y nos referimos con ella al que protago-
niza un acoso entre iguales en niños y adolescentes. Se trata de un acoso sis-
temático, que se produce reiteradamente en el tiempo por parte de uno o va-
rios acosadores a una o varias víctimas; tiene lugar ante un grupo que o bien
permanece como espectador silencioso o bien participa a su vez activamente
acosando en mayor o menor grado y, en general, no existe una disputa pre-
via entre acosadores y acosados. 
Los centros escolares son pues lugares propicios para que se dé el bullying,
que puede (y suele) pasar desapercibido al profesorado por tener lugar pre-
ferentemente en lo que denominamos puntos calientes, es decir, en patios, ser-
vicios, vestuarios, comedores, a la salida del centro o en el transporte escolar,
si bien puede continuar el acoso en presencia del profesor en el aula de forma
53SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
subterfugia sin que éste se dé cuenta de ello. Basta una mirada o un escrito pa-
ra que el acosador intimide al acosado. 
En este sentido mi propuesta sería la de dotar a los centros de auxiliares de
docencia. Éstas son unas personas que, aun no siendo docente,s tendrían una
formación similar a la de los monitores de comedor o de actividades extraes-
colares, con formación específica en actitudes disruptivas, que se encargarían
de vigilar estos puntos calientes y de corregir dichas actitudes, evitando de es-
te modo las situaciones en las que acosadores y acosados se encuentran solos. 
Quiero aclarar que estas figuras no se deben confundir con los guardias de
seguridad que vemos en algunos filmes relacionados con los problemas en las
aulas, pues se trata de personas con una formación pedagógica cuya presen-
cia transmitiría al alumnado una sensación de control y cuyas intervenciones
se encaminarían a la reeducación de aquellas conductas que distorsionan la
normal convivencia en el centro. 
Pero, ¿por qué se produce el bullying? Los motivos del bullying hay que
buscarlos más en el acosador que en el acosado, aunque las victimas más pro-
picias suelen ser aquellas que presentan algún rasgo característico que las ha-
ce aparecer como diferentes ante los ojos de los acosadores. Estos, para justi-
ficar el acoso ante el grupo en el cual se da, se ‘ceban’ en estas personas en
muchas ocasiones basándose en prejuicios existentes. 
Desafortunadamente, todos podemos ver que algunas personas en nuestra
sociedad tienen prejuicios hacia grupos concretos, como extranjeros, perso-
nas con otras opciones sexuales, etc. 
Los acosadores aprovechan en ocasiones estos prejuicios, que usan como
justificación de sus actos, más, si cabe, ante personas en formación que aún
no tienen plenamente claro lo que está bien y lo que esta mal ni daño que pue-
den causar ciertas actitudes. 
Los bulls suelen ser personas con ciertos complejos e inseguridades, con
baja autoestima, con carencias afectivas y de habilidades sociales para inter-
actuar en las relaciones grupales; en muchos casos han sufrido malos tratos
en el propio hogar o han convivido con personas con odio social o intoleran-
tes hacia ciertas personas o grupos y presentan en cierto número de casos ras-
gos psicopáticos más o menos acentuados. En cambio los acosadores han des-
arrollado estrategias de relación social basadas en el empleo de la fuerza y son
54 © WK Educación
muy hábiles usando la violencia física o psicológica y creando unas relacio-
nes de dominación-sumisión. 
Hemos de tener presente que la componente psicológica de la violencia que
los acosadores ejercen sobre los acosados es muy superior a la componente
física. Esta última se suele ejercer para recordarle a la víctima las conse-
cuencias que puede sufrir en caso de una posible sublevación ante el poder
ejercido por el acosador. En algunos casos y con acosadores con perturbacio-
nes especialmente graves, se puede dar una componente de violencia física
que se corresponde con rasgos psicopáticos muy graves : los acosadores dis-
frutan abiertamente del tormento que infringen a los acosados. 
Son manipuladores y en algunos casos pueden hacer creer a los adultos que
se relacionan bien con el grupo, como por ejemplo los educadores, que ellos
son las víctimas o al menos que sus actitudes surgen como respuesta a pro-
vocaciones previas de los acosados, lo cual no es cierto en la inmensa mayo-
ría de casos. 
Si bien los acosadores presentan un perfil característico no ocurre así con
los acosados. 
Vamos a poner un ejemplo. Cuando una persona es atracada por la calle
se requiere la presencia de un atracador. En los casos de bullying es necesaria
la existencia de un acosador. 
Todos estaremos de acuerdo en que cualquiera de nosotros puede ser atra-
cado si nos encontramos en nuestro camino con ese atracador, si bien este op-
tará por una u otra víctima en función de la facilidad que perciba entre las po-
sibles para llevar a cabo su acción. 
En el bullying sucede algo parecido. Las víctimas son elegidas en función
de la percepción de la seguridad que tenga el acosador, cobarde en el fondo,
de poder llevar a cabo su acción.En un primer momento se establece una tentativa de acoso, que si no es
resuelta por el futuro acosado de forma satisfactoria, bien respondiendo me-
diante la agresión física, bien mediante una respuesta verbal contundente, bien
poniendo al grupo en contra del agresor o de otros modos suficientemente
efectivos, dará alas al acosador y pondrá al acosado en un plano de indefen-
sión que, al ser percibida por aquél, le permitirá incrementar su feroz ataque. 
55SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
Las víctimas, con el paso del tiempo, se ven sometidas, su personalidad
va quedando anulada y manifiestan cada vez menos capacidad de reacción an-
te las vejaciones que van sufriendo. De este modo va cambiando su carácter,
pierden la ilusión, se van volviendo más y más introvertidas, hasta poder que-
dar anuladas por completo. 
Cuando se encuentran en esta fase, son tan vulnerables que una palabra, una
risa o un gesto los puede poner contra las cuerdas. 
Algunas veces las víctimas aceptan su condición para ser admitidas en el
grupo, es decir, aceptan ser las personas vejadas del grupo con tal de que el
grupo le permita formar parte de él. 
En este sentido, quiero mencionar el relato de una madre angustiada cuya
hija de 14 años, hasta entonces brillante en los estudios, empezó a suspender
los exámenes porque sus “amigas” le habían ordenado hacerlo si quería que
la permitieran pertenecer a su grupo. Estas “amigas” eran también las que le
decían cómo tenía que vestirse. Cuando se encontraba en ese grupo esta chi-
ca era objeto de constantes vejaciones por parte de sus compañeras. Cuando
su madre supo lo que sucedía y quiso intervenir, la niña le contestó: “no digas
nada, que si no me quedaré sola”. 
Vemos en relación a este caso cómo se establece esta tela de araña donde la
dominación de unos y la sumisión de otros se ejerce de forma implacable, cre-
ando una dependencia del acosado respecton al acosador. 
Las reacciones ante los casos de acoso pueden ser muy diversas y conducir
a diferentes situaciones. 
Unos pueden reaccionar de forma violenta contra sus agresores. Recor-
demos un caso que sucedió en Argentina. Un niño estaba siendo acosado de
forma reiterada y sistemática por compañeros de su clase en un centro do-
cente. De repente un día no pudo más, cogió la escopeta de su padre, se pre-
sentó en el colegio con ella y disparó sobre algunos de sus compañeros de
clase. 
Esta es una reacción completamente desproporcionada ante nuestros ojos e
injustificable a todas luces. Pero puede ser predecible que se den reacciones
de este tipo, para eso estamos los psicólogos, los psiquiatras y otras perso-
nas que estudiamos el comportamiento humano. 
56 © WK Educación
Tengamos en cuenta lo mal que lo pasa alguien que sufre vejaciones cons-
tantes, que se siente ridiculizado ante sus compañeros y que en un momen-
to dado, saturado ante tales circunstancias e incapaz de resolver la situación
mediante la palabra, cediendo ante los acosadores o usando su fuerza per-
sonal, se ve ante algo que le otorga fuerza ante sus agresores, por ejemplo
un arma. Esta persona desesperada puede ver en el uso del arma su única
salvación. 
Otra de las cosas que puede suceder es que ellos mismos se conviertan en
bulls. 
En este caso los acosados aprenden de los acosadores las conductas que
reciben el refuerzo social del grupo, que las apoya o las tolera y que son per-
cibidas por el acosado como exitosas en el plano de la relación social a la
vez que le permiten descargar la rabia que le genera la situación de acoso a
la que es sometido. 
Nos cuenta una madre que su hija martirizaba constantemente a su hermano
menor. Esta niña, que anteriormente no había manifestado ninguna actitud ne-
gativa ante su hermano, de repente comenzó a pegarle, insultarle y chillarle de
forma habitual, sin que mediara por su parte ningún tipo de provocación. Ana-
lizada la situación, supimos que la niña era acosada desde principio de curso por
una compañera de clase con el apoyo de otras tres niñas del mismo curso. 
También se puede somatizar el daño recibido y desarrollar enfermedades.
Éste es el caso de un niño de 11 años que fue llevado al médico por sus padres
con fuertes dolores gástricos. Tras las actuaciones pertinentes, el doctor de-
terminó que dicho dolor era producido por una hipersecreción gástrica cau-
sada por un estado nervioso continuado, que luego se supo que era debido al
acoso al que le sometían varios compañeros del colegio. 
Otra de las reacciones que puede producir el bullying es la de adoptar con-
ductas autolesivas que, llevadas al extremo, pueden derivar en el suicidio. 
Nos relatan unos padres angustiados que detectaron en los brazos de su
hija de 13 años marcas producidas por un objeto cortante. Estas marcas re-
sultaron ser producidas por ella misma con un cutter. Una psicóloga determi-
nó que la niña se culpabilizaba de la situación de acoso a la que la sometían
un grupo de chicos y chicas de su instituto y que estas lesiones representa-
ban una forma de castigo a la que ella misma se sometía. 
57SOS BULLYING. Prevenir el acoso escolar y mejorar la convivencia
El terrible sufrimiento con el que viven estas personas puede pasar des-
apercibido a los adultos, tanto a padres como a docentes y a otras personas
que están en contacto con los jóvenes. 
En muchos casos se califican los hechos como ‘chiquilladas’, quitándoles
importancia. 
En este sentido quiero romper una lanza en favor de los a veces injusta-
mente criticados profesores, que antes intervenían en menor número de oca-
siones que actualmente por ocurrir el acoso escolar en lugares a los que no
alcaza su capacidad de supervisión y por desconocimiento del fenómeno y
de cómo afrontar la intervención, puesto que este colectivo se muestra cada
vez más sensible y receptivo a las situaciones que observan en los centros
docentes y buscan soluciones y recursos que no siempre encuentran en su
entorno próximo. 
Así nos lo piden en este e-mail unos compañeros profesores a través del co-
rreo electrónico: 
Hola.
Trabajamos en un centro de Enseñanza Secundaria en el que hemos teni-
do algún caso de acoso entre lo alumnos. Hemos encontrado vuestra di-
rección en Internet y estamos buscando material para tratarlo en las tu-
torías. ¿Disponéis de algún material o nos recomendaríais algo?
Os agradecemos de antemano vuestra ayuda. Un saludo 
Pero los que más correos electrónicos nos remiten son los jóvenes y los pro-
fesores con problemas en el ejercicio de la docencia. Veamos qué nos cuen-
tan los primeros. Estos son algunos relatos que nos hacen jóvenes que con-
tactaron con nosotros a través del correo electrónico: 
Estudio tercero de ESO. Hay un compañero de clase que desde primero
me está molestando continuamente. Se mete conmigo en el patio y me
deja en ridículo delante de mis amigos y de las niñas, me insulta, se bur-
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la de mí y me da collejas. Lo que no entiendo y me duele es que mis ami-
gos no hacen nada para defenderme o para que no se meta y que algunos
se rían. No se qué hacer, si se lo digo a los profesores tengo miedo de que
me pegue, si se enteran mis padres irán al colegio y también me pegará. 
Las niñas también son víctimas y acosadoras. Así nos cuenta su caso esta
comunicante. 
Desde Primaria hay unas niñas que se burlaban de mí. Al empezar en
el instituto no tuve problemas con mis nuevas compañeras. Las de Pri-
maria iban a otro. Todo iba bien hasta que una niña que ha venido nue-
va este curso es amiga de una de las que me fastidiaban en el colegio y
se lo ha contado a las compañeras de ahora. Se han juntado tras dos y
no dejan de decirme cosas, de insultarme y de contar historias de mí que
no son verdad. En clase se envían mensajes por el móvil, me miran y se
ríen. Se lo he dicho a los profes, pero no les hacen caso tampoco y con-
tinúan fastidiando.
Pero lejos de ser cosas de niños, esta terrible situación está dejando secue-
las irreparables en muchas personas. Resultan escalofriantes