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Módulo Otras Urgencias 13. Otras Urgencias color.indd 1605 20/05/14 16:25 13. Otras Urgencias color.indd 1606 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1607 Capítulo 283 Lesiones purpúreas palpables. Enfermedad de Schönlein-Henoch M. de la Torre Espí Se conoce como púrpura palpable a la presencia en la piel de ele- mentos purpúreos independientes, sobreelevados con respecto al área circundante. La base anatomopatológica del proceso es una vasculitis leucocitoclástica de los pequeños vasos de la dermis superior. La vas- culitis leucocitoclástica más frecuente en la infancia es la púrpura de Schönlein-Henoch (10-20 casos/100.000 niños y año). El pico de máxi- ma incidencia se produce entre los 4 y los 6 años de edad (90% de los pacientes tienen menos de 10 años). CLASIFICACIÓN La Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR) y la Sociedad Europea de Reumatología Pediátrica (PReS) han desarrollado la primera clasifi- cación de las vasculitis de la infancia, teniendo en cuenta el tamaño de los vasos afectados y la presencia de granulomas (Tabla I). La enfermedad de Kawasaki –grandes vasos– y la púrpura de Schön- lein-Henoch –pequeños vasos– son las dos vasculitis pediátricas más frecuentes. FISIOPATOLOGÍA • Predisposición genética. La existencia de una predisposición genética está demostrada por la mayor incidencia en algunas familias y por las asociaciones encontradas entre la púrpura de Schönlein-Henoch y el sistema HLA: – Más susceptibilidad para padecer la enfermedad: HLA-DRB1_01, HLADRB1_11 y HLA-DRB1_14. – Mayor riesgo de nefritis: HLA-B35. – Efecto protector: HLA DRB1*07. • Patogenia. La inmunoglobulina A (IgA) está en el centro de la pato- genia de la enfermedad. La IgA de las mucosas es principalmente polimérica y del tipo A2 (60%), mientras que la IgA circulante es, sobre todo, del tipo IgA1 y monomérica (90%). En la púrpura de Schönlein-Henoch se ha identificado una IgA1 con un defecto de galactosa en la región de anclaje (Gal-d IgA1). La IgA1 anómala no puede ser totalmente catabolizada por el hígado, lo que provoca la formación de complejos de IgA1 polimérica que se depositan en el endotelio de los glomérulos, la piel y el intestino. Finalmente, se des- encadena una respuesta inflamatoria local al activarse la vía alternativa del complemento que desarrolla la vasculitis leucocitoclástica con necrosis de los pequeños vasos. Falta por demostrar si este defecto de la glicosilación persiste una vez que la enfermedad se ha resuelto, es decir, no se sabe si es la causa o la consecuencia del proceso. También se está estudiando el papel de algunas citocinas, sobre todo del factor de necrosis tumoral a; se han encontrado niveles altos en los tejidos y en el plasma durante la fase aguda de la enfermedad. ETIOLOGÍA La púrpura de Schönlein-Henoch es una vasculitis provocada por una reacción inmune compleja ante diversos estímulos antigénicos (in- fecciones, fármacos). Aunque no se conoce la etiología exacta, las evidencias clínicas apo- yan el origen infeccioso de los casos pediátricos. Existe el antecedente de una infección de las vías respiratorias altas 1-3 semanas antes del comienzo de los síntomas en el 90% de los pacientes. El Streptococcus pyogenes es el germen implicado con más frecuencia. Otros agentes infecciosos involucrados han sido: parvovirus B19, hepatitis B, hepatitis C, HIV, Bartonella henselae, Salmonella, Shigella, Staphylococcus aureus. CLÍNICA La clínica de la púrpura de Schönlein-Henoch está definida por la localización de la vasculitis: • Piel (100%). Los signos cutáneos pueden comenzar como un exan- tema máculo-papular o como una urticaria para convertirse poste- riormente en una púrpura palpable. Las lesiones purpúreas, inde- pendientes entre sí en principio, progresan, se extienden y pueden llegar a confluir unas con otras. Se distribuyen simétricamente por la superficie extensora de las extremidades inferiores, la región glútea y los brazos (Fig. 1). También tienen tendencia a brotar en sitios de presión (cinturón, elástico de los calcetines), lo que se conoce como fenómeno de Köbner. En pocas ocasiones, las lesiones se extienden a la cara y al tronco o son bullosas. • Articulaciones (75%). Las artralgias, con o sin signos evidentes de artritis, afectan sobre todo a los tobillos y las rodillas. La afectación articular puede preceder a la púrpura hasta en un 25% de los pacientes. • Aparato digestivo (50-75%). El dolor abdominal, los vómitos y el sangrado digestivo (subclínico 20%, macroscópico 10%) son las ma- nifestaciones principales. En el 10-20% de los niños los síntomas gastrointestinales aparecen 1-2 semanas antes que los cutáneos. Más raramente, se producen complicaciones: invaginación, pancreatitis, hydrops vesicular, enteropatía pierde-proteínas. • Riñón (20-60%). La hematuria microscópica, asociada o no a pro- teinuria, es el hallazgo más habitual. La hematuria macroscópica, la hipertensión –hay que tomar la tensión arterial a todos los pacientes-, la nefritis aguda, el síndrome nefrótico o la insuficiencia renal aguda son menos frecuentes. • Aparato genitourinario (25%). La vasculitis testicular puede producir una orquitis que, a veces, es difícil diferenciar de una torsión. • Otras manifestaciones. Existen casos raros con vasculitis cerebral, epilepsia, hemorragia intracraneal o neumonía intersticial. Tabla I. Clasificación de las vasculitis en la infancia (EULAR/PReS) Grandes vasos Arteritis de Takayasu Medianos vasos Poliarteritis nodosa infantil Poliarteritis cutánea Enfermedad de Kawasaki Pequeños vasos Granulomatosa • Enfermedad de Wegener • Síndrome de Churg-Strauss No granulomatosa • Poliangeítis microscópica • Púrpura de Schönlein-Henoch • Vasculitis leucocitoclástica cutánea aislada • Vasculitis urticarial hipocomplementémica Otras Enfermedad de Behçet Vasculitis secundaria a infecciones, cáncer, drogas Vasculitis asociada a enfermedades del colágeno Vasculitis aislada del sistema nervioso central Síndrome de Cogan No clasificable Figura 1. Púrpura de Shönlein-Henoch. 13. Otras Urgencias color.indd 1607 20/05/14 16:25 1608 Módulo Otras Urgencias PRUEBAS COMPLEMENTARIAS El diagnóstico de la púrpura de Schönlein-Henoch es clínico, sin nece- sidad de pruebas complementarias. Si se cumplen los criterios propuestos por la EULAR (Tabla II) y el diagnóstico está claro, solo es necesario analizar la orina con una tira reactiva. Análisis de sangre Está indicado si existen dudas sobre el diagnóstico, afectación renal o complicaciones. No existe ninguna prueba diagnóstica específica: • Hemograma, velocidad de sedimentación, proteína C-reactiva, pro- calcitonina si se sospecha una vasculitis séptica. • Pruebas de coagulación (tiempo de cefalina, tiempo de protrombina, fibrinógeno, PDF). • Bacteriología (hemocultivo, urocultivo) si no se puede descartar una sepsis. • Iones, gasometría, urea, glucemia, creatinina: en pacientes con signos de deshidratación o de inestabilidad hemodinámica. • Prueba de detección rápida de Streptococcus pyogenes, cultivo fa- ríngeo, anticuerpos antiestreptolisina O y antidesoxirribonucleasa B. Sirven para diagnosticar una infección estreptocócica actual o pasada. Los cultivos son positivos en el 10-30% de los pacientes y en el 20-50% se demuestra una elevación de anticuerpos anties- treptolisina O. • Bioquímica: pruebas hepáticas (GOT, GPT, bilirrubina, GGT) y de función renal. • Anticuerpos antinucleares, anti DNA de doble cadena y antineutró- filos citoplásmicos (ANCA): son patológicos en el lupus eritematoso sistémico y en las vasculitis ANCA positivas. • C3 y C4: suelen ser normales en la púrpura de Schönlein-Henoch. • Inmunoglobulinas: los niveles de IgA pueden estar elevados, los de IgG y de IgM suelen estar dentro de los límites de la normalidad. Análisis de orina Hay que hacer un análisis de orina con tira reactiva en todos los pacientes con púrpura de Schönlein-Henoch para detectar signosde nefritis (hematuria asociada o no a proteinuria): • Hematuria: 2 o más cruces de hematuria en la tira reactiva de orina o sedimento urinario con más de 5 hematíes/campo o con cilindros hemáticos. • Proteinuria: más de 0,3 g/24 horas o un índice albúmina/creatinina por encima de 30 mg/mmol. Si los resultados son normales se recomienda repetir el análisis se- manalmente durante la fase aguda de la enfermedad y una vez al mes durante 3-6 meses. Pruebas de imagen Se solicitarán ante la sospecha de complicaciones: radiografía del abdomen (perforación intestinal), ecografía abdominal (invaginación, perforación intestinal), ecografía testicular (torsión testicular), TC craneal (hemorragia craneal), RM craneal (epilepsia, vasculitis cerebral). DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Aunque la clínica de la púrpura de Schönlein-Henoch es tan carac- terística que casi siempre permite establecer el diagnóstico, en algunas situaciones, sobre todo al inicio del cuadro antes de que las lesiones purpúreas palpables sean muy evidentes, pueden plantearse dudas con las siguientes entidades: • Púrpura trombopénica inmune. Las petequias y las equimosis tam- bién suelen ser más evidentes en las extremidades inferiores, pero no son palpables, ni siguen el patrón simétrico, típico de la púrpura de Schönlein-Henoch. Si existen dudas diagnósticas, la cifra de plaquetas del hemograma diferencia estas dos entidades. • Alteraciones de la coagulación. Además de que la púrpura no es palpable, las petequias y las equimosis se distribuyen por el cuerpo de forma irregular y cursan con sangrados en otras localizaciones: mucosas (epistaxis, encías), articulaciones, musculares... • Urticaria. Con frecuencia, la púrpura comienza como una urticaria. Además, en los dos procesos puede existir edema articular, aunque es mucho más doloroso en la púrpura. La evolución proporciona los principales datos para distinguirlas, sobre todo la aparición de las lesiones purpúreas y de las manifestaciones gastrointestinales. • Infecciones con lesiones purpúreas. Existen muchas infecciones, víricas o bacterianas, que asocian púrpura. La fiebre es el primer ha- llazgo distintivo, ya que es muy poco frecuente en la enfermedad de Schönlein-Henoch y, si aparece, suele ser de bajo grado. Es importante recordar que la sepsis puede producir lesiones de vasculitis sépticas que también son palpables (meningococo, pseudomonas...) En estos casos, las plaquetas y las pruebas de coagulación están alteradas. • Enfermedades del colágeno. Las lesiones de vasculitis en la piel forman parte del cuadro clínico de la enfermedad mixta del tejido conectivo y de la dermatomiositis. En la primera, la afectación cardiopulmonar, la alteración de la motilidad esofágica y los anticuerpos anti-RNP positivos, permiten establecer el diagnóstico. La debilidad muscular es la característica principal en la dermatomio- sitis infantil. Sin embargo, en un pequeño número de pacientes la afec- tación se limita a la piel o esta precede a la debilidad muscular durante meses o años. La erupción es simétrica, eritematosa y evoluciona con cambios atróficos en la superficie extensora de las extremidades. La CPK sérica está elevada y el electromiograma es patológico. • Vasculitis leucocitoclástica cutánea. Es una vasculitis de los pequeños vasos desencadenada por infecciones o fármacos, aunque muchos casos son idiopáticos. Cursa con urticaria, púrpura o un exantema máculo-pa- pular más generalizado, afectación articular, descenso de los valores del complemento y elevación de los reactantes de fase aguda. • Vasculitis ANCA positivas. Constituyen un grupo de vasculitis de va- sos pequeños y medianos: granulomatosis de Wegener, poliangeítis microscópica y síndrome de Churg-Strauss. La afectación de estas entidades es, básicamente, multiorgánica y tan grave que pone en riesgo la vida de los pacientes por lo que se diferencian bien de la púrpura de Schönlein-Henoch: – Granulomatosis de Wegener: vías respiratorias superiores (úlceras nasales, epistaxis, sinusitis, mastoiditis, ..), pulmones (hemorragia, nódulos, infiltrados, derrame pleural), riñón (glomerulonefritis rá- pidamente progresiva, fallo renal agudo). – Poliangeítis microscópica: pulmón (afectación de los capilares), riñón (glomerulonefritis necrotizante). – Síndrome de Churg-Strauss: afecta a pacientes con asma o alergia grave (asma, infiltrados pulmonares, sinusitis, síntomas gastrointes- tinales y vasculitis en la piel). ACTITUD O MEDIDAS URGENTES La mayoría de los niños que padecen una púrpura de Schönlein-He- noch son pacientes estables que no precisan ninguna medida urgente. Sin embargo, algunas circunstancias pueden afectar al estado general, obligando a priorizar su atención en urgencias. • Afectación gastrointestinal. Algunos enfermos con dolor abdomi- nal y vómitos pueden deshidratarse. En estos casos es esencial la estabilización inicial, siguiendo el ABCDE, con especial énfasis en la normalización hemodinámica. También es importante descartar rápidamente, si existe dolor abdominal importante o hematoquecia, la existencia de una invaginación. Tabla II. Criterios diagnósticos de la púrpura de Schönlein-Henoch (EULAR/PReS) Existencia de púrpura palpable (hallazgo obligatorio) en presencia de alguno de los siguientes: • Dolor abdominal difuso • Artralgias/artritis agudas • Hematuria o proteinuria • Anatomía patológica: depósitos de IgA en tejidos 13. Otras Urgencias color.indd 1608 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1609 • Dolor articular. La afectación de las grandes articulaciones de las extremidades inferiores es dolorosa y, con frecuencia, incapacita la deambulación. La valoración del dolor y la administración de anal- gésicos no se debe demorar en estos pacientes. • Complicaciones. También necesitan atención urgente ese pequeño grupo de enfermos con complicaciones neurológicas graves. MEDIDAS TERAPÉUTICAS DIFERIDAS El tratamiento de la púrpura de Schönlein-Henoch es, básicamente, sintomático. Los objetivos principales son aliviar el dolor articular y el abdominal con analgésicos y, en los pacientes con vómitos, asegurar el estado de hidratación. A pesar del buen pronóstico de la mayoría de los casos, es un proceso que alarma mucho a los padres. Las lesiones tan llamativas de la piel, los dolores articulares que, con frecuencia, imposibilitan la deambulación y los síntomas gastrointestinales, hacen pensar en una entidad con con- secuencias más graves. Es necesario explicar bien la sintomatología de la enfermedad, el curso recurrente de la misma y la duración esperable del proceso. Desde hace años el papel de los corticoides en el tratamiento de la púrpura de Schönlein-Henoch ha sido controvertido. Un estudio recien- te, aleatorizado y doble ciego, ha demostrado que el tratamiento con prednisona 1 mg/kg/día durante dos semanas, con retirada paulatina en otras dos, disminuye la intensidad y la duración de los síntomas gastroin- testinales y la gravedad de la afectación articular. El tratamiento es más efectivo si se administra pronto en el curso de la enfermedad (número necesario para tratar de 2 durante los dos primeros días y de 9 cuando el proceso lleva 9-10 días). Sin embargo, otros autores no han logrado confirmar estos resultados. Además, es importante conocer que los cor- ticoides no son efectivos para tratar las lesiones purpúreas, no previenen el desarrollo de nefritis, no acortan la duración de la enfermedad, ni previenen las recurrencias. El mayor problema es el tratamiento de las formas graves de nefritis (síndrome nefrótico, insuficiencia renal, biopsia renal con semilunas en más del 50% de los glomérulos). Se han estudiado muchos fármacos: cursos cortos de corticoides en dosis altas, ciclosporina, azatioprina, ciclofosfamida... La mayoría de los estudios son retrospectivos o pros- pectivos pero con pocos pacientes. En consecuencia, no hay ninguna evidencia científica de cuál es el mejor tratamiento de lanefritis, la complicación más importante. ¿A QUIÉN SE PUEDE CONSULTAR? En general, se deben derivar al reumatólogo infantil a aquellos pa- cientes con cuadros de vasculitis poco característicos en los que se plan- teen dudas diagnósticas. Los niños que, en el curso de su enfermedad, desarrollen alguno de los siguientes hallazgos, deben ser evaluados por un nefrólogo pediátrico: • Hipertensión arterial. • Alteración de la función renal. • Hematuria macroscópica durante más de 5 días. • Síndrome nefrótico. • Síndrome nefrítico agudo. • Proteinuria persistente: – Proteínas/creatinina en orina >250 mg/mmol durante 4 semanas. – Proteínas/creatinina en orina >100 mg/mmol durante 3 meses. – Proteínas/creatinina en orina >50 mg/mmol durante 6 meses. EVOLUCIÓN ESPERADA La púrpura de Schönlein-Henoch suele tener un curso benigno, limi- tado en el tiempo (4 semanas de media), con recurrencias en un tercio de los pacientes durante 4-6 meses. Afectación renal Marca el pronóstico a largo plazo. Como se ha comentado con an- terioridad, la hematuria es el hallazgo más frecuente; se acompaña de proteinuria en el 60% de los casos. La nefritis puede aparecer semanas después de la fase aguda de la enfermedad: las anomalías urinarias se detectan en las primeras cuatro semanas en el 75-90% de las nefritis y casi en el 100% en los primeros tres meses. CRITERIOS DE MEJORÍA Si, transcurridos 3 meses, no han aparecido alteraciones urinarias, es muy poco probable el desarrollo de la nefritis, también es de buen pronóstico la desaparición de la hematuria. CRITERIOS DE GRAVEDAD Hasta el 50% de los enfermos con nefritis tienen anomalías urinarias persistentes, sin embargo, solo el 2% de ellos desarrollan una insuficien- cia renal terminal. En general, la hematuria microscópica con mínima proteinuria tiene buen pronóstico. Por el contrario, la nefritis que se complica con un síndrome nefrótico evoluciona hacia una insuficiencia renal terminal en el 20-40% de los casos; también es de mal pronósti- co la presencia de semilunas en más del 50% de los glomérulos en la biopsia renal. BIBLIOGRAFÍA 1. Bowman P, Quinn M. Question 1: Should steroids be used to treat abdominal pain caused by Henoch-Schönlein purpura? Arch Dis Child. 2012; 97: 999-1000. 2. González LM, Janniger CK, Schwartz RA. Pediatric Henoch-Shönlein purpura. Int J Dermatol. 2009; 48: 1157-65. 3. Huber AM, King J, McLaine P et al. A randomized, placebo-controlled trial of prednisone in early Henoch Schönlein Purpura. BMC Med. 2004; 2: 7. 4. Jauhola O, Ronkainen J, Koskimies O et al. Clinical course of extra-renal symptoms in Henoch-Schonlein purpura: a 6 month prospective study. Arch Dis Child. 2010; 95: 871-6. 5. Kawakami T. New algorithm (KAWAKAMI algorithm) to diagnose primary cuta- neous vasculitis. J Dermatol. 2010; 37: 113-24. 6. 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Torrelo Aunque la mayor parte de la patología cutánea aguda no reviste un peligro para la vida del paciente, en determinadas circunstancias se producen cuadros clínicos que pueden ser graves y potencialmente fa- tales. Se trata, por un lado, de procesos infecciosos con manifestaciones predominantemente cutáneas que pueden sufrir complicaciones. Por otro, la pérdida extensa de la función barrera de la piel origina un síndrome denominado insuficiencia cutánea aguda, en el que la pérdida de líqui- dos y electrolitos y la de la barrera cutánea frente a las infecciones son peligros que precisan una intervención activa. SÍNDROME DE LA ESCALDADURA ESTAFILOCÓCICA Esta enfermedad se conoce también como síndrome de las 4S o SSSS (del inglés, Staphylococcal Scalded Skin Syndrome) o síndrome de Ritter von Rittershain. Se trata de una erupción aguda eritematosa y ampollosa debida a una toxina exfoliativa producida por un estafilococo coagula- sa-positivo localizado en un foco extracutáneo. El apelativo de síndrome de la escaldadura hace mención al aspecto eritematoso y exudativo de estos niños, similar al de una quemadura superficial extensa. El cuadro clínico, tanto el eritema como la formación de ampollas, se debe a la producción de la toxina exfoliativa o exfoliatina, que produce una dehiscencia entre los estratos granuloso y espinoso de la epidermis. Esta toxina la produce un Staphylococcus aureus, habitualmente del fago grupo II y, particularmente, los tipos 3A, 3C, 55 y 71 (en especial este último). Con menor frecuencia, pueden ser responsables los fago grupos I y III. La toxina se libera desde el lugar de la infección estafilocócica, disemina por vía hematógena y alcanza la piel. De este modo, los cultivos de la piel y de las ampollas son estériles. Se han descrito casos de síndrome de las 4S en recién nacidos y de aparición congénita asociada a corioamnionitis y endometritis materna, pero la mayoría de los casos se presentan en niños menores de 5 años. El síndrome de las 4S comienza de forma abrupta con fiebre, malestar general e irritabilidad, seguidos inmediatamente de un eritema alrededor de los ojos y la boca que, posteriormente, se generaliza. Este eritema muestra un tacto rasposo y es más intenso en las flexuras del cuello, axilas e ingles, aunque puede afectarse toda la superficie corporal; en muchas ocasiones se produce un edema y eritema en las manos y pies. La erupción es dolorosa, y el niño se encuentra irritable y no se deja tocar o coger. Esta fase escarlatiniforme dura alrededor de 1 a 3 días, y se sigue de una fase exfoliativa que comienza con exudación y formación de costras pe- rioculares y periorales (Figs. 1, 2 y 3). La piel comienza a arrugarse y, en ocasiones, se producen grandes ampollas, o bien la piel se denuda con una leve fricción de la misma (signo de Nikolsky) (Fig. 4). La formación de ampollas o denudaciones es más intensa en las zonas de los pliegues axilares e inguinales (Figs. 5 y 6) y en el cuello, si bien cualquier zona, incluyendo las manos y los pies, puede denudarse. El signo de Nikolsky es positivo en toda la superficie corporal, incluso en las zonas aparentemente sanas. Tras esta fase exfoliativa, sucede la fase descamativa, en la que la pielse reseca y se produce una descamación fina que dura unos 4 o 5 días. Finalmente, si no ha habido complicaciones, la piel cura sin dejar ninguna cicatriz pasados unos 10 a 12 días del inicio de los síntomas. El pronóstico es, a menudo, excelente si se establece un tratamiento rápido y adecuado. La mortalidad es inferior a un 4% y la mayoría de los fallecimientos suceden en neonatos o en casos muy graves. La sepsis o la endocarditis bacteriana por diseminación del S. aureus responsable del cuadro son las principales causas de muerte. Por el contrario, en los adultos, la mortalidad supera el 50%, tal vez debido a las condiciones debilitantes necesarias para que aparezca el síndrome de las 4S. El diagnóstico debe confirmarse con la toma de cultivos, que mostra- rán la presencia de un S. aureus toxigénico en conjuntiva, fosas nasales, nasofaringe, heces u ocasionalmente, en la sangre. Los cultivos de piel son estériles, a menos que el foco inicial de infección se sitúe en una herida de la piel infectada por S. aureus. El tratamiento se basa en la administración de antibióticos antiesta- filocócicos, fundamentalmente la cloxacilina. Sin embargo, dado que la erupción se resuelve espontáneamente, esta terapia puede no alterar mucho el curso clínico de la enfermedad si no se inicia precozmente. No obstante, reduce la probabilidad de diseminación de la infección. En general, es mejor tratar a los niños que presentan un cuadro de mo- derado a grave en ámbito hospitalario, para optimizar sus cuidados, especialmente en lo que se refiere al balance hidroelectrolítico. La vía aconsejable de administración de la cloxacilina es intravenosa, aunque el tratamiento oral también puede ser eficaz en casos leves. La dosis a emplear es de 100 mg/kg/día repartidos en 3 o 4 dosis. Los antibióticos tópicos son ineficaces y los corticoides están contraindicados. ECTIMA GANGRENOSO El ectima gangrenoso es una enfermedad cutánea debida a la infección directa de la piel de origen hematógeno por Pseudomonas aeruginosa. Habitualmente sucede en sujetos inmunodeprimidos, especialmente neu- tropénicos. Los pacientes con cáncer, tratamientos con quimioterapia, síndromes de inmunodeficiencia, diabetes mellitus o malnutrición son propensos a padecer este cuadro. El cuadro clínico es muy grave y, potencialmente, mortal. La lesión comienza como un área hemorrágica con un halo de color violáceo. Figura 1. Escaldadura estafilocócica: eritema difuso, más acentuado en flexuras. Figura 2. Escaldadura estafilocócica: lesiones perioculares y peri-orales características. 13. Otras Urgencias color.indd 1610 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1611 Posteriormente, se desarrolla una vesícula hemorrágica central (Fig. 7), que se rompe dejando una úlcera de base necrótica y bordes elevados (Fig. 8). Puede aparecer una única lesión o múltiples, y cualquier zona de la superficie corporal puede estar implicada. Las lesiones son dolorosas. Los cultivos de la lesión cutánea muestran, casi siempre, crecimiento de P. aeruginosa. Aunque la ectima gangrenosa es una manifestación característica de una septicemia por P. aeruginosa, se han descrito casos idénticos debidos a otros gérmenes gram negativos, como Aeromonas hydrophila y Xantomonas maltophilia, al igual que a Candida albicans. Una vez establecido el diagnóstico, se iniciará tratamiento agresivo con un aminoglucósido y una penicilina semisintética. Debe prestarse tam- bién atención a la posibilidad de desarrollo de shock séptico. ECCEMA hERPÉTICO Se ha considerado como una forma especial de infección por el virus del herpes simple (VHS) cuando el paciente está afectado por una derma- tosis previa, que suele ser una dermatitis atópica, aunque se ha observado también en el curso de otros procesos cutáneos como la enfermedad de Darier, la eritrodermia ictiosiforme congénita u otras dermatitis inflamato- rias. Se ha denominado también erupción variceliforme de Kaposi, pero este concepto implicaría la afectación de una dermatosis preexistente por otros virus distintos al VHS, como el de la viruela o el Coxsackie. El origen de la infección es, a menudo, desconocido, aunque puede transmitirse incluso a través de un herpes labial y con un beso. Los ni- ños son los principales afectados y el mecanismo en virtud del cual se produce la infección es desconocido. El cuadro clínico se caracteriza por brotes repetidos de lesiones vesiculosas que van adquiriendo un aspecto pustuloso hasta hacerse erosivocostrosas, afectando a las áreas ocupadas por la dermatitis previa (Figs. 9, 10 y 11). Hay afectación del estado general, con fiebre elevada y, en algunas ocasiones, se produce el fallecimiento del paciente. El brote vesiculopustuloso puede a veces desbordar las áreas de lesiones y diseminarse por grandes zonas de la superficie corporal, simulando una varicela. Se acompaña de adenopatías regionales y es muy frecuente la sobreinfección bacteriana. El tratamiento Figura 3. Escaldadura estafilocócica: descama- ción perioral. Figura 4. Escaldadura estafilocócica: signo de Nikolsky. Figura 5. Escaldadura estafilocócica: ampollas y pústulas en pliegues. Figura 6. Escaldadura estafilocócica: erupción perineal flexural carac- terística. Figura 7. Ectima gangre- noso: lesión ampollosa inicial. Figura 8. Ectima gangre- noso en región genital. 13. Otras Urgencias color.indd 1611 20/05/14 16:25 1612 Módulo Otras Urgencias de elección es aciclovir intravenoso u oral en los casos leves, añadiendo antibióticos en los casos de sobreinfección bacteriana. Debe prestarse también atención al tratamiento de la dermatosis previa. ERITEMA ExUDATIVO MULTIFORME (ERITEMA MULTIFORME) El EEM o EM es un síndrome o tal vez más de un síndrome, con ca- racterísticas clínico-patológicas distintivas. No obstante, la terminología ha sido confusa por la tendencia a aplicar esta denominación a otras patologías con un patrón parecido, aunque no igual. Hebra consideró ya, inicialmente, varios tipos, y se pensó en el EM como un espectro de enfermedad que contaba con lesiones cutáneas leves a un extremo y una erupción a veces fulminante en el otro, con la denominación de síndrome de Stevens-Johnson (SJS) y necrolisis epidérmica tóxica (NET). Reciente- mente, se ha reevaluado este concepto y hay tendencia a considerar dos variantes de EM, el EM minor y EM mayor, pero separando del concepto de EM al SJS y la NET, por sus características clínicas, histopatológicas, etiopatogénicas y pronósticas. No obstante, algunos pacientes desafían esta separación, incluso a los ojos de observadores experimentados. La existencia de lesiones maculares redondeadas o anulares en el SJS y la NET, junto con la presencia de lesiones mucosas erosivas en algunos pacientes con EM, son el origen de esta confusión en muchos casos. De este modo, la mayoría de los estudios sobre estas dos entidades tienen un importante sesgo de selección, por lo que hay que tomar con cautela los datos etiológicos y pronósticos aparecidos en muchas series. Etiopatogenia El patrón clínico-patológico es el de una reacción a diversos estímulos, que parece estar basado en mecanismos inmunológicos. La identificación de la causa que induce el EM es difícil, pues las evidencias muchas veces solo son circunstanciales e, incluso, profesionales sanitarios hablan de alergia como causa de la erupción. Los medicamentos, a menudo incul- pados, pueden haberlo sido falsamente, debido a que se administren por síntomas prodrómicos, por enfermedades virales o por el propio EM. En general, los factores causales del EM son: • Herpes simple. Algunos autores creen que el HSV es el causante del 100% de los casos de EM y que, cuando se ha atribuido a otra causa, se debe a que, bien la erupción era un verdadero SJS, o presentaba un patrón que simulaba un EM, sin serlo estrictamente (p. ej., urticaria anular, urticaria vasculitis, eritemas anulares, edema hemorrágico, penfigoide ampolloso, pénfigoparaneoplásico y otras lesiones anu- lares). El EM asociado a HSV casi siempre sigue un patrón de EM minor. • Otras infecciones. Las infecciones por Mycoplasma, adenovirus, granuloma inguinal, psittacosis, rickettsias, viruela, vacuna, SIDA, hepatitis B, nódulos de ordeñadores, orf, mononucleosis infecciosa, sarampión, poliomielitis, histoplasmosis, BCG, difteria, gonorrea y una larga lista de bacterias, han sido asociadas a un EM, habitualmente un EM major. • Medicamentos. La incidencia de EM por medicamentos es baja, aunque no se puede especificar con exactitud. Los fármacos son responsables a menudo de las lesiones tipo SJS o NET, pero son causa infrecuente de EM. La confusión entre EM major y SJS puede haber conducido a una atribución excesiva de EM major a fármacos. En general, los fármacos más habituales son sulfamidas (sobre todo las de larga duración), AINE (butazonas, pirazolonas, ibuprofeno, piroxi- cam, salicilatos), antiepilépticos (sobre todo, fenitoína), antibióticos (penicilina, ampicilina, tetraciclinas) y otros. • Otros. Diversos agentes como radioterapia, conectivopatías, carcino- ma, linfoma, leucemia, sarcoidosis o reacciones de contacto, han sido implicadas como causa de EM. Finalmente, persiste un porcentaje de casos de etiología desconocida. Clínica Se distinguen las formas de EM minor (forma papular o simple) y EM major (forma ampollosa grave). Todas las formas de EM pueden aparecer a cualquier edad, y las formas ampollosas graves son más frecuentes en niños y adultos jóvenes. En general, el curso evoluciona a lo largo de unos pocos días y se resuelve en 2-3 semanas. Las recurrencias son frecuentes. Eritema multiforme minor Supone el 80% de los casos. En la mayor parte de las veces no hay síntomas prodrómicos, o estos son leves e inespecíficos y variables. La erupción cutánea aparece de forma brusca, habitualmente en 3 o 4 días. El número de lesiones puede ser enorme (hasta cien o más), con distri- bución simétrica y acral (dorso de manos y pies, codos y rodillas, cara). La afectación en tronco, muslos e, incluso, palmas y plantas es menos Figura 9. Eccema herpético: lesiones ero- sivocostrosas en flexuras y cuello. Figura 10. Eccema herpético: lesiones erosi- vocostrosas en cara. Figura 11. Eccema herpético: lesiones erosi- vocostrosas en cara. 13. Otras Urgencias color.indd 1612 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1613 frecuente. La erupción es, ordinariamente, muy pruriginosa. La lesión típica es una mácula o placa circular muy regular, estable, que crece centrífugamente a velocidad variable conforme cambia de morfología, y puede coalescer con lesiones adyacentes formando imágenes policíclicas. Aunque la periferia de la lesión permanece eritematosa, el centro se acla- ra y se torna purpúrico o cianótico, para formar las lesiones concéntricas en diana o en iris (Figs. 12, 13, 14 y 15). La lesión en diana típica mide menos de 3 cm y consta de un centro de eritema mate o púrpura, una zona media más pálida de edema y un anillo externo de eritema con un borde bien definido. Las dianas atípicas constan solamente de 2 de los 3 componentes. A veces los centros forman una vesícula, y algunas lesiones de mayor tamaño tienen una vesícula o ampolla central y un anillo marginal de vesículas (herpes iris de Bateman). Estas lesiones son de gravedad intermedia, con frecuente afectación de las mucosas. La erupción suele durar 1 a 2 semanas, dejando, a veces, discromía residual. En un 25% de casos se pueden producir lesiones en mucosas, leves y limitadas a la cavidad oral (mucosa oral o encías), acompañadas de linfadenopatía. Sin embargo, no suelen formarse costras hemorrágicas adherentes típicas del EM major. No se producen síntomas sistémicos du- rante la erupción, y no hay anomalías de laboratorio salvo leves aumentos en VSG, leucocitosis o reactantes de fase aguda en los casos más graves. Eritema multiforme major Los tipos más graves de EM pueden incluir dos entidades diferentes, el EM major (con lesiones en diana típicas de distribución acral, una histología de predominio inflamatorio dérmico y asociada a infecciones virales) y el SJS (con lesiones en diana atípicas o manchas purpúricas, distribución no acral, predominio de afectación epidérmica en la histo- logía y en relación con hipersensibilidad a fármacos). Sin embargo, dado que los datos clínicos en la literatura son previos a esta distinción y que hay casos que son difíciles de adscribir a uno u otro cuadro, muchos autores los desarrollan en conjunto. Se inicia con un pródromo de 1 a 14 días en la mitad de los pacientes, con fiebre, malestar, cefaleas, rinitis, dolor de garganta y en tórax, vómi- tos, diarrea, mialgias y artralgias. El inicio de la enfermedad es brusco y pueden afectarse varios órganos como boca (100%), ojos (91%), piel (83%), genitales (57%), mucosa anal (5%), mucosa bronquial (6%) o pulmones (neumonitis, 23%). La mucosa oral muestra gran formación de ampollas seguidas de erosiones y una membrana grisácea, que dan un aspecto costroso he- morrágico peculiar a toda la boca y labios (Figs. 16 y 17). Se acompa- ñan de dolor intenso, sialorrea y dificultad para la alimentación. En los ojos el cambio más frecuente es una conjuntivitis catarral o purulenta y, Figura 12. Eritema multiforme minor. Figura 13. Eritema multiforme minor. Figura 14. Eritema multiforme minor. Figura 16. Eritema mul- tiforme mayor (síndrome de Stevens-Johnson): le- siones orales y cutáneas denudadas. Figura 15. Eritema mul- tiforme minor: lesiones en diana. 13. Otras Urgencias color.indd 1613 20/05/14 16:25 1614 Módulo Otras Urgencias ocasionalmente, se forman ampollas; es frecuente la ulceración corneal y a veces se produce uveítis anterior o panoftalmitis. Como secuelas, pueden quedar sinequias, opacidades corneales e, incluso, ceguera. Las lesiones en mucosas genitales son frecuentes, en forma de inflamación erosiva o ampollosa, hemorrágica o purulenta. La afectación vesical puede causar retención de orina. Las erosiones en la mucosa anal son menos frecuentes. Las lesiones cutáneas son de cantidad variable. Pueden ser lesiones en diana típicas del EM, o pueden ser ampollosas e, incluso, pustulosas. Otras veces las dianas son atípicas o se producen máculas purpúricas abigarradas de morfología redondeada y límites difusos, a veces con despegamientos ampollosos. La erupción se acompaña de fiebre alta y síntomas constitucionales. También pueden producirse afectación traqueobronquial (disnea, tos persistente productiva), renal (hematuria, necrosis tubular y fracaso renal agudo), digestiva (diarrea, hemorragia digestiva, dolor abdominal), neu- monitis, paroniquia con onicomadesis, poliartritis, otitis media y otras. Los casos no tratados pueden ser mortales en un 5-15% por infección, toxemia o fracaso renal. La erupción suele desarrollarse en oleadas sucesivas durante 10 días, o a veces hasta 3 o 4 semanas. En general, desaparecen sin secuelas, aunque pueden producirse algunas de tipo cicatrizal, especialmente en los ojos. Las recurrencias son mucho menos frecuentes que en el EM minor herpético, pero son posibles, especialmente si se ingieren los fármacos su- puestamente responsables. En estos casos, la gravedad es, cada vez, mayor. El EM major cursa con aumento de VSG, leucocitosis, hipertransami- nasemia, hipoproteinemia y los datos analíticos propios de las diversas afectaciones orgánicas. Síndrome de Stevens-Johnson (SJS) y necrolisis epidérmica tóxica (NET o síndrome de Lyell) Según aceptan la mayor parte de los autores, la división entre estos dos procesos es puramente cuantitativa, habiéndose señalado que la afectación de menos de un 10% de la superficie corporal por lesiones cutáneas típicas se denomina SJS, y que la afectación superior a un 30% de la superficie corporal daría lugar a una verdadera NET. Entre ambos procesos existen cuadros de gravedad intermedia cuya denominación puede variar segúnlos diferentes autores. Ambas enfermedades constituyen la reacción cutánea medicamentosa más grave (Tabla I). La exposición a la droga suele preceder entre 1 a 3 semanas (alrededor de 14 días), si se produce por reexposición a la droga, los síntomas pueden aparecer de forma más precoz, incluso en 48 horas. En niños, también puede asociarse con infecciones (Tabla I). Son poco frecuentes y predominan en la edad adulta, aunque su incidencia en niños no es despreciable. El cuadro clínico se precede de fiebre (más alta en NET), malestar y anorexia, semejante a un cuadro gripal, entre 1 a 3 días antes que apa- rezcan los síntomas cutáneos. Se inicia como una erupción de lesiones maculopapulosas que, posteriormente, confluyen en áreas de superficie variable, y sobre las que aparecen ampollas flácidas, a veces hemorrágicas (Figs. 18, 19 y 20), son de distribución simétrica, iniciándose en caras y tórax extendiéndose por todo el cuerpo, con menor afectación de plantas y palmas. Se acompaña de fotofobia, inyección conjuntival, edema en cara e hinchazón de la lengua. Se produce un intenso dolorimiento cutáneo y las ampollas confluyen, produciendo un desprendimiento en grandes láminas de la epidermis, que deja una piel denudada cuya extensión es variable. En ocasiones puede afectar a la casi totalidad de la superficie corporal, dando un aspecto de gran quemado. Son muy frecuentes las lesiones en mucosa oral, conjuntival, traqueobronquial y genital que apa- recen de forma precoz. Figura 17. Eritema mul- tiforme mayor (síndrome de Stevens-Johnson): le- siones orales y cutáneas denudadas. Tabla I. Etiología del síndrome de Stevens-Johnson y la necrolisis epidér- mica tóxica Medicamentos • Antigota: sobre todo alopurinol • Antibióticos: – Sulfonamidas – Penicilina – Cefalosporinas • Antipsicóticos y antiepilépticos – Carbamazepina – Dilantin – Lamotrigina – Fenobarbital – Ácido valproico – Sertralina • Analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) sobre todo piroxicam – Tramadol • Inhibidores bomba protones – Pantoprazol • Quimioterapia y rituximab – Nevirapina (antirretroviral) Infecciones • Mycoplasma pneumoniae • Herpes Figura 18. Necrolisis epidérmica tóxica: máculas purpúricas con denudación externa en láminas. 13. Otras Urgencias color.indd 1614 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1615 Las complicaciones más usuales son las alteraciones del balance hi- droelectrolítico y las infecciones de las áreas denudadas. La mortalidad alcanza un 30% en el periodo agudo. Son frecuentes las secuelas como cambios pigmentarios, pérdida de pelo o uñas y alteraciones oculares, como conjuntivitis seca, ectropión o cicatrización corneal. Tratamiento En todos los casos es deseable la identificación del agente causal, suspender los posibles fármacos implicados y realizar además un trata- miento sintomático. Eritema multiforme minor La mayor parte de las veces, un corticoide tópico es suficiente en los casos leves. Los antihistamínicos ayudan a controlar el prurito, pero no tienen papel curativo. La indicación de corticoides generales en casos leves o moderados es debatida. Muchos dermatólogos los utilizan con buenos resultados, pero otros desaconsejan su uso porque puede em- peorar el cuadro, que habitualmente se debe a una causa infecciosa. El tratamiento con aciclovir del EM asociado a herpes virus puede ser eficaz si se emplea en la fase muy precoz de la erupción, pero su efecto es, con cierta frecuencia, decepcionante incluso aunque se administre al menor indicio de recurrencia del herpes simple. Eritema multiforme major El tratamiento del EM major está muy discutido también e incluso más, en SJS y NET. Los corticoides sistémicos han sido muy empleados y continúan teniendo sus adeptos, mientras que otros autores creen que los corticoides sistémicos no son beneficiosos y pueden complicar el curso de la erupción. La controversia no está resuelta debido a la ausencia de estudios controlados prospectivos. En la mayor parte de los casos, los pacientes deben ser ingresados, aunque solo los más graves lo harán en unidades específicas (quemados, UCIP). En los estadios muy precoces del EM major pueden estar justifi- cados los corticoides sistémicos, dosis de 1-2 mg/kg/día de prednisona, durante 2 o 3 días o menos si cesa la progresión. Si no hay respuesta, hay que suspenderlos rápidamente. Algunos aconsejan el tratamiento precoz con antibióticos, en el caso de sospecha de infección, o bien profilácticamente antes de que los signos de infección sean manifiestos. El tratamiento de apoyo es de gran importancia, dirigido al cuidado pul- monar, oftalmológico y de balances hidroelectrolíticos. Otras alternativas como hemodiálisis, plasmaféresis, ciclosporina, pentoxifilina u otros aún son experimentales. SJS y NET No tienen un tratamiento específico. Debe prestarse atención a las medidas de soporte hidroelectrolítico y a la prevención de la infección. Deben suspenderse todos los medicamentos administrados previamen- te. Aunque muchos autores indican la administración de dosis altas de corticoides intravenosos, hay dudas sobre la eficacia de esta pauta, e incluso se piensa que puede ser causante de más complicaciones como infecciones y sangrado gastrointestinal, por lo que en la actualidad no se recomienda su utilización. Se han descrito casos tratados con gammaglo- bulina intravenosa y, aunque su utilidad no está completamente probada, su administración ha sido beneficiosa en niños con SJS y NET, sobre todo con dosis altas (1 g/kg/día durante 3 días). Se ha utilizado la plasmaféresis con buenos resultados en pacientes con NET pero no se ha demostrado utilidad en el SJS. Se piensa que podría disminuir de la circulación toxinas (drogas o metabolitos de las drogas) y otros mediadores citotóxicos, aun- que no se ha demostrado una menor mortalidad, ni estancia hospitalaria, ni tiempo de reepitelización, por tanto su indicación está actualmente en controversia. Se han utilizado otros tratamientos como ciclosporina, que en algunos estudios han disminuido la mortalidad. El pronóstico depende de la edad, los niños tienen mejor pronóstico, y de la extensión de las lesiones. La identificación precoz y retirada del medicamento inductor mejora el pronóstico. Entre las secuelas a largo plazo se encuentran las dermatológicas con cicatrices, alteraciones de la pigmentación, crecimiento anormal de las uñas, alopecia; síndrome de Sjögren (afectación glándulas exocrinas con sequedad),; oftalmológicas como ojo seco, fotofobia, alteraciones visuales, alteraciones pestañas, queratitis, cicatrices córnea con ceguera; pulmonares como bronquiolitis obliterante, bronquiectasias... Los pacientes que han presentado NET o SJS deben evitar los fár- macos implicados y sus análogos de por vida, dado el riesgo de una recidiva fatal. BIBLIOGRAFÍA 1. Arévalo JM, Lorente JA, González-Herrada C et al. Treatment of toxic epidermal necrolysis with cyclosporin A. 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En algunos casos pueden llegar a ser situaciones muy graves con riesgo vital. Las epistaxis en los niños pueden, en ocasiones, provocar una preo- cupación desproporcionada en los padres, porque lo habitual es que sea consecuencia de una leve irritación o excoriación de la mucosa nasal. A veces el sangrado puede ser el anuncio de una enfermedad grave, como el angiofibroma nasofaríngeo o la leucemia Hay que tener en cuenta todas las posibilidades, realizar una historia clínica minuciosa, explorar la nariz con cuidado, tranquilizando tanto al niño como a los padres, para así poder evaluar la importancia que tiene en cada situación. EPIDEMIOLOGÍA Las epistaxis pueden darse a cualquier edad y en cualquier época del año, aunque se presentan más en los meses fríos del año. Esto se debe a que, en esta época del año, existe un incremento de las infecciones respiratorias de vías altas, contribuyendo también el uso excesivo de la calefacción y el ambiente muy seco. Son muy frecuentes en los climas secos y calurosos. La incidencia de las epistaxis en los departamentos de Urgencias en EE.UU. representa una de cada 200 consultas. Existe un pico en edades tempranas, con menos de 10 años y se in- crementa a partir de los 20 años, con mayor incidencia en los ancianos. FISIOPATOLOGÍA La mucosa que tapiza las cavidades nasales está formada de epitelio respiratorio. Este consiste en un epitelio pseudoestratificado, ciliado y columnar, que está adherido a la membrana basal, a su vez pegada al periostio o al pericondrio. La mucosa también contiene canales o la- gunas vasculares que contribuyen a dar espesor al cornete inferior. Las glándulas serosas de los cornetes medio y superior producen secreciones que protegen la mucosa. Si la función secretoria está comprometida, la mucosa se seca, se forman costras y se pierde la función ciliar. La mu- cosa se rompe, permitiendo a las bacterias que penetren a través de la mucosa lesionada, provocando una reacción inflamatoria, con formación de un tejido de granulación. Este tejido de granulación, extremadamente friable, sangra fácilmente ante un mínimo trauma. Las bacterias invasoras también contribuyen a las epistaxis mediante la producción de enzimas fibrinolíticas, como estafilocinasa y estreptocinasa. ANATOMÍA Es importante conocer la anatomía de la nariz y la irrigación de las fosas nasales, para poder orientar de forma correcta el tratamiento de las epistaxis. Para cumplir el papel que tiene la nariz de humidificar, filtrar y ca- lentar el aire inspirado, la mucosa nasal tiene un rico aporte sanguíneo que proviene de ramas terminales, tanto de la arteria carótida externa como interna. La arteria carótida interna irriga la nariz a través de las arterias etmoi- dal anterior y posterior. La arteria etmoidal anterior es la más grande de las dos, e irriga la pared lateral de la nariz, el septum nasal y la punta nasal, y la arteria etmoidal posterior, la pared lateral posterior de la nariz, el cornete superior y la porción superior del septum (Fig. 1). La arteria esfenopalatina irriga el septum posterior y el área de los cornetes inferior y medial de la pared lateral nasal. La porción anterior del labio superior es irrigada por una rama de la arteria labial. Todos estos vasos se unen formando el plexo de Kiesselbach, en una zona del septum conocida como el área de Little, que está localizada en la zona anterior del septum cartilaginoso. En esta área se producen más del 90% de las epistaxis en los niños (Fig. 2). El epitelio nasal, sobre todo el del septum cartilaginoso, tiene una submucosa muy fina con muy poca protección de los vasos, la vasocons- tricción que se tiene que producir en los vasos lesionados para cerrar su Figura 1. Vascularización de la pared lateral nasal. Figura 2. Vascularización del tabique nasal y plexo de Kiesselbach. 13. Otras Urgencias color.indd 1616 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1617 luz es bastante limitada. Todos estos argumentos aumentan la facilidad de las hemorragias nasales y el tiempo que transcurre hasta que ceden de forma espontánea. ETIOLOGÍA La mayoría de las epistaxis tienen una etiología desconocida, son las denominadas epistaxis esenciales. Normalmente son consecuencia de la suma de una serie de fac- tores, inflamatorios, alérgicos, por la sequedad ambiental e, incluso, traumatismos tanto directos como por el rascado de la fosa nasal, muy frecuentes en los niños. Debido a la posición destacada en la cara, la nariz es un blanco frecuente de los golpes que los niños reciben en su vida diaria de juegos y deportes, estos pequeños traumatismos son causa frecuente de epistaxis que, habitualmente, ceden de forma espontánea. La etiología de las epistaxis es muy amplia, se muestra en la tabla I. Inflamación La inflamación y la infección del tracto respiratorio superior son, probablemente, las causas más comunes de epistaxis. El aumento de la vascularización de la mucosa nasal y las costras que se producen en la zona anterior de la nariz durante una infección respiratoria superior facilitan la aparición de las epistaxis. También las enfermedades exan- temáticas de la infancia suelen asociarse con epistaxis. La alergia por inhalantes puede predisponer a la epistaxis debido al aumento de la vascularización de la mucosa nasal, además del traumatis- mo nasal ocasionado por los estornudos y el rascado de la nariz inducido por el prurito nasofacial que se genera en los pacientes alérgicos. Estas infecciones respiratorias de vías altas y la alergia por inhalantes predis- ponen a la sinusitis, que también incrementa la vascularización de la mucosa nasal y aumenta la probabilidad de sangrado nasal. Las epistaxis también pueden ser secundarias a la presencia de un cuerpo extraño. De una parte, el tejido de granulación que se genera de forma reactiva al cuerpo extraño se infecta y envuelve al cuerpo extraño, este favorece la aparición de una hemorragia al estar muy congestivo; de otra parte, al intentar extraer un cuerpo extraño sin el instrumento adecuado, en un niño poco predispuesto que no colabora en las ma- niobras de extracción,se puede provocar una epistaxis importante por el traumatismo ocasionado tanto en la mucosa nasal como en el tejido de granulación formado por el cuerpo extraño. Traumatismos El trauma nasal es otra de las causas frecuentes de epistaxis en niños y adultos. Bien por el rascado de nariz, tanto de forma aislada, como por la costumbre que tienen los niños de hurgarse la nariz, así como por la asociación de factores predisponentes, como es la rinitis alérgica, que ya se ha comentado que provoca picor e induce al rascado nasal. La entrada de aire seco en la nariz también es una causa de traumatis- mo nasal. La mucosa nasal tiene que estar húmeda para que la circulación normal del moco se realice de forma fisiológica; si se produce la entrada de aire seco en un niño que presenta una rinitis por su proceso catarral o alérgico, esta sequedad contribuye a la aparición de costras secas que, al desprenderse, originan la hemorragia. Esta situación es muy habitual en las grandes ciudades, debido a la contaminación y a la sequedad ambiental, que se incrementa por el uso de la calefacción en la época fría del año, y reseca aún más el dormitorio donde está el niño, por eso es muy frecuente que la familia cuente que las epistaxis se producen de forma espontánea mientras el niño está durmiendo por la noche. Los traumatismos nasofaciales con o sin fractura del hueso nasal tam- bién son una causa común de epistaxis. Pueden ocasionar un hematoma del tabique que, al infectarse, evoluciona a un absceso (Figs. 3 y 4) y, al final, acaba produciendo una necrosis del cartílago del tabique nasal. Tabla I. Etiología de la epistaxis en niños Inflamación • Infecciones respiratorias superiores: – Víricas – Bacterianas • Enfermedades exantemáticas de la infancia • Rinitis alérgica • Cuerpo extraño en fosas nasales Trauma • Aire seco • Lesiones externas, con o sin fractura nasal • Inducida por el paciente (lesiones de rascado) • Postcirugía: adenoidectomía, cirugía endoscópica sinusal • Barotrauma. Perforaciones septales. Exposición a cáusticos Tumores • Benignos: – Meningocele y mielomeningocele – Angioma o hemangiomas – Angiofibroma nasofaríngeo juvenil – Pólipos nasosinusales • Malignos: – Rabdomiosarcoma hematológicas • Alteraciones de factores de la coagulación: – Púrpuras trombocitopénicas (cambio cualitativo en las plaquetas; enferme- dad de von Willebrand o trombastenia de Glanzmann) – Trombocitopenia inmune (cambio cuantitativo en plaquetas) • Alteraciones de la coagulación: – Hemofilia A y B – Drogas anticoagulantes como ácido acetilsalicílico, cumarínicos • Anemia aplásica: por drogas o tóxicos • Leucemia Alteraciones estructurales: • Desviación tabique nasal • Perforación tabique nasal • Sinequias entre el septum y pared lateral nasal • Cáusticos Telangiectasia hemorrágica hereditaria (enfermedad de Weber-Rendu-Osler) hipertensión arterial (muy rara en niños) Granulomas inflamatorios • Granuloma de línea media • Granuloma bacteriano Parásitos en fosas nasales o en la nasofaringe Infecciones por hongos: rhinosporidosis Idiopáticas (epistaxis esencial) Figura 3. TC de un niño con absceso del tabique nasal secundario a un traumatismo que produjo un hematoma previo. La consecuencia fue una deformidad del dorso nasal por necrosis del cartílago nasal. 13. Otras Urgencias color.indd 1617 20/05/14 16:25 1618 Módulo Otras Urgencias Esta destrucción del cartílago puede ocasionar una deformidad en el desarrollo dorso nasal (Fig. 5), produciendo la llamada nariz en silla de montar. En los casos de hematoma del tabique nasal, es preciso el drenaje urgente, para evitar estas complicaciones. La cirugía nasal en niños no es muy habitual, pero puede suceder que después de su realización se presente una hemorragia. Procedimientos quirúrgicos en áreas próximas, como la adenoidectomía, la dacriocisto- rrinostomía, y en los últimos años, con el aumento de la cirugía endos- cópica de los senos paranasales en el grupo de edad pediátrica, pueden provocar epistaxis postoperatorias con mayor frecuencia. Los pólipos nasosinusales rara vez producen hemorragias de forma espontánea, solo ocasionan obstrucción nasal (Fig. 6). Tumores Los tumores de la nariz tienen una mayor incidencia en los adultos que en los niños, pero en todas las edades pueden producir epistaxis y obstrucción nasal. En los niños los meningoceles intranasales, que no son realmente tumores, son el resultado de una herniación de la meninge hacia la fosa nasal como consecuencia de un defecto en la lámina cribiforme. Pueden confundirse con pólipos, y precisan la intervención, por parte del neurocirujano, para su extirpación (Fig. 7). Los angiomas o hemangiomas capilares, localizados en la fosa nasal, no son frecuentes. Producen obstrucción respiratoria y epistaxis (Fig. 8). Su tratamiento es la vaporización con Laser CO2, aunque últimamente se están resolviendo con la administración oral de propranolol, sin ne- cesidad de cirugía. Los pólipos sangrantes del tabique nasal (Fig. 9), también pueden causar hemorragias, y su tratamiento siempre es quirúrgico. El angiofibroma nasofaríngeo juvenil es un tumor raro que se presenta casi exclusivamente en varones adolescentes (Fig. 10). El síntoma más frecuente es la epistaxis, de forma recurrente, junto con la obstrucción nasal. Aunque es un tumor de características benignas, debido a su crecimiento con afectación rápida de las estructuras vecinas, su po- sible extensión intracraneal, y el hecho de ser muy vascularizado, su tratamiento debe ser muy cuidadoso precisando, en ocasiones, embo- lizaciones preoperatorias. El tumor maligno más frecuente de esta zona en la infancia es el rabdomiosarcoma (Fig. 11). El diagnóstico precoz es fundamental. Es muy agresivo, con un alto grado de malignidad; cuando se diagnostica, habitualmente ya se extiende más allá de la fosa nasal (Figs. 12 y 13). El tratamiento es exclusivamente oncológico porque su extirpación qui- rúrgica es, prácticamente, imposible. hematológicas Las epistaxis pueden ser una manifestación de una alteración en la coagulación de la sangre como consecuencia de coagulopatías prima- rias o adquiridas. La mayoría de ellas pueden diagnosticarse con una Figura 4. Imagen del paciente anterior, se ob- serva el hematoma del tabique nasal, que ha evolucionado a un abs- ceso. El tratamiento en estos casos es el drenaje quirúrgico urgente. Figura 5. Nariz en silla de montar, como con- secuencia de la necrosis del cartílago nasal tras el absceso del tabique. Figura 6. Pólipo antro- coanal, que produce, fundamentalmente, obstrucción nasal, rara vez cursan con epistaxis, pero en la cirugía endoscópica para su tratamiento, las hemorragias nasales son frecuentes y precisan taponamientos anterior y a veces, posterior. Figura 7. RM de un meningocele. La imagen endoscópica nasal es muy parecida a la de un pólipo inflamatorio, por lo que la RM es funda- mental para el diagnós- tico. El tratamiento debe hacerse junto con un neurocirujano. Figura 8. Angioma de fosa nasal derecha, que obstruye la permeabi- lidad nasal y produce hemorragias con facilidad. El tratamiento es la vaporización con láser CO2. Figura 9. Pólipo san- grante del tabique nasal, puede ser motivado por rascado continuado de la nariz que provoca un hamartoma con un eje conjuntivo vascular, cuyo síntoma princi- pal es la epistaxis. El tratamiento es, siempre, quirúrgico. 13. Otras Urgencias color.indd 1618 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1619 anamnesis cuidadosa, con atención especial a una historia familiar de hemofilia A o B, y a la enfermedad de von Willebrand. Esta es la enfer- medad hemorrágica familiar más frecuente y su causa está en defectos cuantitativos (tipos 1 y 3) o cuantitativo (tipo 2) del factor von Willebrand. Es una enfermedad hereditaria autosómica dominante o recesiva. Las hemorragias mucocutáneas (epistaxis) son una típica manifestación de la enfermedad.La trombocitopenia inmune, antes llamada púrpura trombocitopé- nica idiopática (PTI), también puede provocar epistaxis, es la enfer- medad hemorrágica adquirida más frecuente que se produce en niños previamente sanos. Generalmente es benigna y autolimitada, solo del 15 al 30% de los niños se cronifican; clínicamente se presenta con petequias, equimosis, hematomas, hemorragias mucocutáneas, hema- turia y epistaxis. Otras enfermedades hematológicas que pueden producir sangrado nasal son la anemia aplásica asociada a drogas y otros agentes tóxicos, las leucemias, así como la ingestión de medicamentos que alteran la coa- gulación, como el ácido acetil-salicílico, el ibuprofeno y los cumarínicos. Otras causas • Alteraciones estructurales: en los casos de una desviación del septum nasal muy acusada, con bordes agudos (Fig. 14), que favorecen la apa- rición de costras. Las sinequias entre el septum y la pared nasal lateral, así como las perforaciones del tabique nasal, raras en los niños pero relativamente frecuentes en los adultos por el abuso de la cocaína y también por secuela tras la cirugía del tabique nasal (Fig. 15), favorecen la aparición de costras que, al desprenderse, producen la hemorragia. • Químicos y agentes cáusticos que provocan lesiones en la mucosa nasal. • La telangiectasia hemorrágica hereditaria (enfermedad de Weber-Ren- du-Osler) es una enfermedad autosómica dominante. Produce hemo- rragias más frecuentemente en adultos que en niños. • La hipertensión arterial es una posible causa de epistaxis, más fre- cuente en adultos y muy rara en niños. • Los parásitos de la cavidad nasal como las sanguijuelas, son muy raros en España, pero en el Sudeste de Asia su presencia en la nariz es una causa común de epistaxis. En pacientes pediátricos raramente se encuentran granulomas en la nariz pero, cuando están presentes, el síntoma que producen normalmente es la epistaxis. Otras patologías inflamatorias raras que causan hemorragia son lepra, rinitis atrófica, Figura 10. TC de un an- giofibroma nasofaríngeo con la típica implanta- ción en cavum. En estos casos es fundamental el diagnóstico precoz para evitar una extensión a estructuras vecinas, sobre todo intracraneal. Figura 11. Imagen endoscópica de un rabdomiosarcoma de fosa nasal. Existen zonas de necrosis y aspecto botroide. A veces se confunden con los pólipos nasosinusales. Dado que es un tumor asintomático, hasta que produce síntomas obs- tructivos o hemorrágicos no se diagnostica. Figura 12. TC nasosi- nusal de un paciente con rabdomiosarcoma de fosa nasal. Se aprecia una rotura de la pared orbitaria, con afectación de la misma. Figura 13. RM del mis- mo paciente, en el que se observa la extensión intracraneal del rabdo- miosarcoma. Figura 14. TC de un paciente con desviación del tabique nasal. Al te- ner la mucosa muy fina en la zona de angula- ción, es frecuente la apa- rición de costras que, al desprenderse, producen las hemorragias. Figura 15. Perforación del tabique nasal en un niño que, tras un trau- matismo, fue sometido a una cirugía de septo- plastia. Se observan las zonas de costras y de hemorragia. 13. Otras Urgencias color.indd 1619 20/05/14 16:25 1620 Módulo Otras Urgencias tuberculosis y ciertas infecciones por hongos como son las rhinospo- ridiosis. • Otras causas excepcionales de epistaxis en los niños incluyen el aneurisma intracavernoso espontáneo (infraclinoideo) de la arteria carótida interna y el aneurisma de la vena comunicante de Galeno con arteriolas derivadas de las arterias cerebrales posteriores. Finalmente, recordar la epistaxis idiopática, también denominada epistaxis esencial, que sigue siendo la causa más frecuente de epistaxis. ACTITUD ANTE UNA EPISTAxIS La conducta depende del grado, situación clínica y causa de la epis- taxis. En primer lugar, las familias suelen adoptar todo tipo de medidas caseras para intentar parar la hemorragia, como poner hielo en la nuca, levantar la mano contraria de la fosa nasal sangrante... Muchas veces, con estos métodos las epistaxis ceden, no porque tengan una explicación fisiológica sino porque, posiblemente, las hemo- rragias tienden a ceder de forma natural y espontánea, por su carácter de enfermedad autolimitada. Los consejos que se les pueden dar a los padres ante una hemorragia leve, como primera medida, es comprimir con el dedo pulgar y el índice las partes blandas del tabique nasal, durante 5 a 10 minutos, que es el tiempo de hemorragia. Si no cede de esta manera, aplicar un taponamiento con algodón empapado en agua oxigenada y apretar la nariz. Con estos métodos se consiguen detener prácticamente el 90% de las epistaxis. Si esto no ocurre, deberán acudir a un médico, que tendrá que adoptar la actitud que, a continuación, se describe. El médico hará una exploración del estado del paciente. En primer lugar, evaluará la cantidad de la pérdida de sangre. También es impor- tante realizar una cuidadosa historia clínica, tanto del niño como de los padres, las circunstancias que rodean el comienzo, sus motivos, antecedentes de epistaxis y la historia familiar de posibles enfermedades hematológicas. Todas estas medidas ayudarán a tranquilizar tanto al niño como a la familia. Muchas veces la hemorragia ya ha cedido cuando el niño acude al mé- dico pero, aun así, estos pacientes deben examinarse con detenimiento. Si persiste la hemorragia, se debe limpiar la nariz de los coágulos de sangre, mediante aspiración de los mismos, o con su expulsión hacien- do sonar al niño. Posteriormente se aplicará un vasoconstrictor como la nafazolina, con o sin epinefrina empapada en un algodón, también presionando en la zona del sangrado que, habitualmente, es en el plexo de Kiesselbach. Si no cede la hemorragia, el paso siguiente es colocar un taponamiento anterior nasal. Este se puede realizar con tira de gasa con bordes empa- pados en un vasoconstrictor. Los taponamientos anteriores han mejora- do últimamente con la aparición de los tampones nasales, esponjas de Merocel® (Fig. 16). El Merocel® es una esponja de acetato de polivinilo, porosa, con células continuas e interconectadas que la hacen ser más absorbente, flexible y suave al humedecerse. Para facilitar su inserción se recomienda untar el tampón nasal con lubricante soluble en agua. Se sujeta uno de los extremos con una pinza o los dedos, insertándolo rápidamente en la cavidad. Se introducen secos en la nariz y, una vez dentro, se hidratan, bien con suero fisiológico o mejor con un suave vasoconstrictor. Cuando el Merocel® aumenta su tamaño, se consigue un taponamiento de la nariz de forma homogénea, produciendo una presión uniforme en la zona del sangrado. Los taponamientos anteriores, tanto de gasa de bordes, como de Merocel®, se deben mantener colocados, como mínimo, 24 horas aunque en casos de epistaxis recidivantes, se pueden dejar incluso 3 días, con protección antibiótica, para evitar infecciones sobreañadidas al tener un cuerpo extraño en una zona de muchas secreciones potencialmente infectadas. De esta manera, las epistaxis ceden en un 95% de los casos. Existen otros tipos de taponamientos, como son Espongostan®, Gel- foam®, Surgicel®. La eficacia también es superior a la gasa de bordes; están indicados, sobre todo, en niños con discrasias sanguíneas en los que la introducción de taponamientos con gasas o con Merocel® pueden provocar más desgarros en la mucosa. El inconveniente que tienen es su introducción, ya que resulta bastante incómoda para el niño y, en ocasiones, deben permanecer bastante tiempo en la fosa nasal, incluso 2 a 3 semanas, ya que no se pueden extraer con facilidad, pudiendo llegar a producir reacción de cuerpo extraño, a veces infecciones, por lo que también se deberá mantener una protección antibiótica en forma de pomadas o ungüentos. En la primera consulta se deberá realizar una valoración hematológica: pruebas simples de laboratorio como son hemograma y estudio completode la coagulación (tiempos de protrombina, tromboplastina). Los niños con epistaxis de repetición, que persisten a pesar del tratamiento médico, pueden tener alteraciones en la coagulación, por lo que se debe realizar un estudio completo de la coagulación en estas situaciones. Si se repite la hemorragia a pesar de las medidas antes mencionadas, en los casos que sea posible visualizar el vaso afectado, este se puede cauterizar. Para cauterizar el punto sangrante se utilizan barritas de ni- trato de plata. Nunca se realizarán cauterizaciones de forma extensa y repetidas ya que pueden provocar una perforación del tabique nasal. En los niños no se recomienda la electrocauterización. Según una revisión del Cochrane, de 2012, para el tratamiento de las epistaxis idiopáticas en los niños, los autores llegan a la conclusión de que el tratamiento más adecuado es desconocido, sin embargo, la cauterización con nitrato de plata al 75% es preferible al 95% porque es más eficaz a corto plazo y produce menos dolor. Hay estudios recientes en los que se demuestra la eficacia del propra- nolol (beta-bloqueante) en el tratamiento de las epistaxis recidivantes, de la misma manera que se utiliza en los hemangiomas. Cuando el taponamiento anterior de ambas fosas nasales no es su- ficiente para detener la hemorragia, por ser de origen posterior, puede llegar a ser necesario realizar un taponamiento posterior. Estos se tienen que colocar siempre con anestesia general. Existen varios tipos: por una parte, los catéteres de Foley, que se llenan de aire una vez insertados. También existen taponamientos de goma, especialmente diseñados para este objetivo, y los taponamientos posteriores con gasa, que se introducen a través de la boca y, mediante el paso de unas sondas a través de la nariz, para poder fijarlos firmemente y mantener la presión durante 24 a 48 horas. En los niños, las causas de las epistaxis de origen posterior son, casi siempre, después de operaciones de adenoidectomía, en estos casos el taponamiento más adecuado es el de gasa. También estos tapo- namientos deberán mojarse en antibiótico y, posteriormente, mantener una antibioterapia por vía sistémica. Las complicaciones de los taponamientos anteriores son de dos ca- tegorías: las que pueden ocurrir en el momento del taponamiento y las que pueden suceder si los taponamientos permanecen mucho tiempo colocados. En el momento del taponamiento, al estimular la mucosa nasal puede desencadenarse un reflejo de tipo nasovagal, que puede provocar un síncope, afectando a las funciones respiratoria y cardiaca, también se pueden desencadenar bradicardia, descenso de la presión arterial, hipop- nea e, incluso, apnea. Este reflejo se puede abolir mediante la aplicación de anestesia tópica en la mucosa nasal, ya que tiene su origen en las terminaciones nerviosas del trigémino y del vago, por lo que es muy importante, al colocar un taponamiento anterior, realizar previamente una anestesia tópica de la mucosa nasal. Figura 16. Taponamien- to anterior con Mero- cel®, es una esponja de acetato de polivinilo, porosa con células con- tinuas e interconectadas que la hacen ser más absorbente, flexible y suave al humedecerse. 13. Otras Urgencias color.indd 1620 20/05/14 16:25 Módulo Otras Urgencias 1621 Dentro de las complicaciones a largo plazo, existe un riesgo elevado de infección en los taponamientos. Se han llegado a describir shock tóxicos, ocasionados por la absorción sistémica de una endotoxina pro- ducida por el Staphylococcus aureus. Esta posible complicación hace necesario realizar una profilaxis antibiótica en todos los taponamientos, tanto anteriores como posteriores. La exploración de la cavidad nasal se puede realizar, además de con rinoscopia anterior, con el uso del otomicroscopio y, mejor con los endos- copios rígidos o flexibles, que permiten explorar también la rinofaringe en busca de una posible zona de hemorragia posterior. En casos de epistaxis posteriores no controladas con taponamiento anterior, en los que no se haya identificado el punto sangrante, puede ser necesario una exploración bajo anestesia general para identificar la posible zona sangrante. No obstante, las epistaxis posteriores son muy raras en los niños. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO En los niños con epistaxis recurrentes secundarias a la presencia de un tabique nasal muy desviado, con los bordes agudos que facilitan la aparición de costras y hemorragias, se valorará la indicación de corregir la deformidad del tabique mediante la realización de una septoplastia. Las ligaduras arteriales para el tratamiento de las epistaxis en los niños son muy raras. Antes de decidir qué arterias se deben ligar, se tiene que determinar el lugar exacto de la epistaxis. Si la sangre tiene su origen en la parte superior de la cavidad nasal, quiere decir que su origen está en las arterias etmoidales anterior o posterior. Si, por el contrario, su origen está en la parte inferior o posterior, su origen es de las arterias carótida externa o maxilar interna. La dermoplastia septal es un método quirúrgico que se ha utilizado en pacientes afectados de epistaxis recidivantes por padecer la enfermedad de Weber-Rendu-Osler (telangiectasia hemorrágica hereditaria). PREVENCIÓN En el tratamiento de las epistaxis deben orientarse las medidas para prevenir la repetición de las hemorragias. Estas consisten en la humidi- ficación del ambiente. Al aumentar el grado de humedad se mejora la situación de la mucosa nasal, se evitan las costras que se forman en ella. Cuando hay costras secas que ocluyen la fosa nasal, se aconseja poner alguna pomada hidratante en las fosas nasales a la hora de acostarse, así como los lavados con suero fisiológico y una correcta higiene nasal. Si existe una infección nasal sobreañadida, puede usarse un ungüento con antibiótico, asociado o no a esteroides. De todas formas, los estudios en niños con epistaxis de repetición demuestran que la eficacia de las pomadas antisépticas para tratar la vestibulitis y las costras es similar a la cauterización con nitrato de plata, mientras que los efectos secundarios de la cauterización es el dolor y las posibles perforaciones del tabique nasal, si se utiliza en exceso. Otros tratamientos que se han empleado son: instilaciones con spray salino, descongestionantes tópicos, spray intranasal que contenga desmo- presina y agentes antihemorrágicos como ácido épsilon-aminocaproico y sellados con Tisucol®. La prevención de la epistaxis también incluye el control de las in- fecciones de la nariz y senos paranasales, así como el tratamiento de la alergia que afecta la nariz. Se tiene que hacer énfasis en la prevención de los rascados de la nariz. Los pacientes con epistaxis frecuentes deben evitar la toma de salicilatos e ibuprofeno, dado que son medicamentos que alteran la coagulación. De cualquier manera, hay que instruir a los padres de que, en los primeros auxilios, la forma más efectiva, mejor y más rápida, de controlar una hemorragia nasal es el método descrito por Hipócrates, en el que se presiona la parte blanda de la nariz contra el tabique nasal, durante unos 10 minutos, de esta manera ceden el 90% de las epistaxis. BIBLIOGRAFÍA 1. 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