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Vida y Obra de Gustave Flaubert

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Biografía
Gustave Flaubert era el segundo hijo de Achille Cléophas (1784-1846) y de Anne Justine, de soltera Fleuriot (1793-1872).
El padre de Flaubert, cirujano jefe del Hospital de Rouen, sirvió como modelo para el personaje del doctor Lariviere en "Madame Bovary". Su madre estaba emparentada con algunas de las más antiguas familias de Normandía. El 15 de mayo de 1832, ingresa en el Colegio Real de Rouen, cursando octavo curso. Sigue sus estudios en el colegio y el liceo de Rouen sin demasiado entusiasmo. En el colegio era considerado un vago, sin embargo se inició en la literatura a la edad de once años. Durante el verano de 1836 conoce a Élisa Schlésinger en Trouville. Este encuentro le marcará bastante y lo reflejará posteriormente en su novela "La Educación Sentimental".
Licenciado en 1839, en agosto de 1840 supera el examen de baccalauréat (selectividad). En el sorteo para el servicio militar resulta exento, iniciando entonces sin demasiada convicción los estudios de Derecho en París. En su juventud Flaubert estaba lleno de vigor y a pesar de su timidez, poseía una cierta gracia, era muy entusiasta e individualista y aparentemente no tenía ninguna ambición. Conoció a Víctor Hugo y a finales de 1840 viajó con él por los Pirineos y Córcega. De vuelta a París perdía el tiempo soñando despierto, viviendo de las rentas que le proporcionaba su patrimonio. En junio de 1844, Flaubert que ama el campo y detesta la ciudad deja los estudios de Derecho y abandona París, regresando a Croisset, cerca de Rouen, donde vivió con su madre. Esta propiedad, una casa en un agradable parcela a orillas del Sena fue el hogar de Flaubert hasta el final de sus días. Aquí es también donde comienza sus primeros trabajos literarios (Noticias - primera versión de "La Educación Sentimental").
En 1846 mueren su padre y su hermana, dos meses después de que enfermara. Flaubert se hará cargo de su sobrina. Comienza una tormentosa relación con la poetisa Louise Colet y que durará diez años, resultando de ella una importantísima correspondencia; las cartas que le dirigió fueron preservadas, y según Emile Faguet, esta relación fue el único episodio sentimental de importancia en la vida de Flaubert, que nunca se casó.
En París asiste a la Revolución de 1848 a la que observa con una mirada muy crítica (como en "La Educación Sentimental"). Durante el Segundo Imperio frecuenta los salones parisinos más influyentes y entre otros se relaciona con George Sand.
Entre el 24 de mayo 1848 y el 12 de septiembre de 1849, escribe la primera versión de "La Tentación de San Antonio". En esa época su mayor amigo fue Máxime du Camp, con el que recorrió la región de Bretaña en 1846 y realizó un largo viaje (1849-1851) en el que recorre Italia, Grecia, Egipto, visita Jerusalén, Constantinopla... Este viaje causó una gran impresión en la imaginación de Flaubert. Desde entonces, y salvo ocasionales visitas a París, no volvió a abandonar Croisset.
De regreso de su viaje a Oriente, en 1851 empezó a escribir “Madame Bovary”. Anteriormente había escrito la novela “La Tentación de San Antonio”, pero no quedó contento con el resultado. Necesitó 56 meses para escribir “Madame Bovary” y fue publicada por primera vez en formato de folletín en la Revue de Paris en 1857. Las autoridades iniciaron acciones legales contra la editorial y el autor acusados de atentar contra la moralidad, pero fueron declarados inocentes a diferencia de Baudelaire a quien el mismo tribunal le condenó por las mismas razones por su obra "Las Flores del Mal", publicada también en ese mismo año.
Cuando “Madame Bovary” apareció en formato de libro recibió una cálida acogida. Flaubert pudo costearse una visita a Cartago entre los meses de abril y junio de 1858 a fin de documentarse para su próxima novela, “Salambó”, que no terminó hasta 1862 a pesar del trabajo ininterrumpido del escritor.
Retoma entonces el estudio de las costumbres de su época, y utilizando muchos de sus recuerdos de su juventud e infancia, el 1 de septiembre de 1864 comienza a escribir “La Educación Sentimental”, que fue publicada en 1869 por la editorial Michel Lévy. Hasta entonces la vida de Flaubert había sido relativamente feliz, pero pronto sufre una serie de desgracias. Durante la guerra de 1870, soldados prusianos ocupan su casa. Flaubert comienza entonces a padecer enfermedades nerviosas.
La muerte o la incomprensión le alejan de sus amistades. En 1872 pierde a su madre, y su hasta entonces buena situación económica empeora. Su sobrina, Mme Commonville cuida cariñosamente de él. En ese momento, entabla una relación de íntima amistad con George Sand, con la que mantuvo una correspondencia de inmenso interés artístico y ocasionalmente se veía con sus conocidos parisinos, Zola, Alphonse Daudet, Turgenev, Edmond y Jules Goncourt; pero nada indicaba la proximidad de la muerte de Flaubert sumido en la desolación y la melancolía. Sin embargo no dejó de trabajar con la misma entrega de antaño. “La Tentación de San Antonio”, de la que en 1857 se publicaron algunos fragmentos, fue por fin concluida y publicada por la editorial Charpentier en 1874. En ese año recibió un gran desengaño a causa del fracaso de su obra de teatro “El Candidato”. En 1877 Flaubert publicó en la editorial Charpentier “Tres Cuentos” (Un Corazón Noble, La Leyenda de San Juan el Hospitalario y Hérodias). Pasó el resto de sus días trabajando incansablemente en una sátira de la futilidad del conocimiento humano y la omnipresencia de la mediocridad, que había iniciado en el periodo 1872-1874, dejándola abandonada y retomándola en 1877 pero que finalmente dejó inacabada. Se trata de su deprimente y desconcertante “Bouvard y Pécuchet” publicada póstumamente en marzo de 1881 por la editorial Lemerre y que Flaubert consideraba que iba a ser su obra maestra.
Flaubert envejece rápidamente a partir de 1870, y parecía un anciano cuando falleció en 1880 a la edad de 58 años. Murió de una hemorragia cerebral en Croisset pero fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de Rouen. En 1890 se inauguró en el museo de Rouen un bello monumento de Chapu dedicado a la memoria de Flaubert.
El carácter de Flaubert ofrecía varias peculiaridades. Era tímido e incluso extremadamente sensible y arrogante, pasaba del silencio a una vergonzosa y ruidosa verborrea. Las mismas inconsistencias marcaban su físico; tenía una fisonomía robusta pero su salud no fue buena desde la infancia y padeció una neurosis en su grado máximo. Este rudo gigante fue secretamente corroído por la misantropía y el disgusto por la vida. Su odio hacia todo lo burgués comenzó en su infancia y se convirtió en una especie de monomanía. Despreciaba al prójimo, sus hábitos, su falta de inteligencia, su desprecio a la belleza con tanta intensidad que ha sido comparado con un monje asceta.
Obra
Flaubert es contemporáneo de Baudelaire y como él ocupa una posición clave en la literatura del siglo XIX. En su época rechazado (por razones morales) y admirado (por su fuerza literaria) al mismo tiempo, en la actualidad es considerado como uno de los mayores novelistas de su siglo, destacando sus obras "Madame Bovary" y "La Educación Sentimental". Flaubert se sitúa entre la Generación Romántica (Stendhal, Balzac) y la Generación Realista y Naturalista (Zola, Maupassant, este último considera a Flaubert su maestro). Su vasta correspondencia con Louise Colet, Georges Sand y otros muchos es igualmente de un gran interés humano y literario.
Su preocupación e interés por el realismo y la estética de sus obras justifica el largo trabajo de elaboración de cada una de sus obras (somete a prueba sus textos leyéndolos en voz alta, sometiéndolos a la famosa prueba del «gueuloir»).
Su mirada irónica y pesimista sobre la humanidad le convierte en un gran moralista.
· Madame Bovary (1856) 
· Salambó (1862) 
· La educación sentimental (1869) 
· La tentación de San Antonio (1874) 
· Tres cuentos (1877) 
· Bouvard y Pécuchet 
-------------------------------------------------------------------------------------Tal es la fuerza de lo socialmente aceptado, lo que se espera de la persona en su relación con los demás, y la de lo inaceptado, y que por tanto debe buscar otros cauces de expresión, que de su encuentro – casual o maquinado -- nacen monstruos. El sueño de la razón los engendra y el artista los revela, trátese de Goya, de Dr. Jekyll y Mr. Hyde o de Madame Bovary.
Diseñada por Flaubert con el rigor que solemos atribuir a ingenieros o científicos, la magia de esta novela no es fruto de la inspiración y tampoco sólo fruto de la observación: tras esbozar el argumento de principio a fin (basado en una noticia de la época, que se publicó en algún periódico francés), su autor se dedicó a construir cada escena de cada capítulo paso a paso, trabajándolas diálogo a diálogo y línea a línea, hasta que cada mínima pieza ajustase perfectamente en el ensamblado total. Casi es el método con que se trabaja la escritura de guiones de cine en los talleres actuales.
Flaubert fue llevado a juicio, acusado de haber escrito una novela pornográfica en 1857, un año después de su publicación en Francia. Casi 150 años después, nuestros códigos de permisibilidad lectora han cambiado tanto, se han vuelto tan flexibles que resulta interesante también releerla a la luz de ese juicio u opinión social (por fin Flaubert y Madame Bovary resultaron absueltos, y la novela pudo seguir distribuyéndose). Ha cambiado la norma de lo socialmente aceptable, lo que puede ser expresado tanto literariamente como en el diálogo coloquial, y han cambiado los valores que definen a la mujer y a sus roles, pero sobre todo ha cambiado la norma de lo que puede expresarse explícitamente en torno a las relaciones eróticas, de tal modo que no encontraremos, con nuestros ojos de lectores modernos, ni una sola escena subida de tono, ni siquiera de lo que actualmente llamamos erotismo "light". Y sin embargo, ahí están las minuciosas descripciones de Flaubert, que no puede ser acusado de falta de realismo… Pero en Madame Bovary (gran seductora y gran coqueta) su estrategia consiste en sugerir, y hacer que trabaje también la imaginación del lector. Son los comportamientos de Emma Bovary los escandalosos. Alguna vez encontramos adjetivos puestos por el autor que los califican, pero nunca para condenar sino para incitarnos a la seducción de la lectura. Tal vez fue esto también lo que pareció pornográfico, no sólo la ausencia de un juicio moral del autor dentro de su propia obra, ( o la visión moral del autor implícito), sino el uso de esos recursos precisamente para lograr todo lo contrario: para atraer y fascinar, lo mismo que Emma seduce a unos cuantos hombres a su paso por el mundo.
Nos permite una multiplicidad de lecturas, posibles ángulos desde donde encararla sin que pierda un ápice de su potencia, por la aplicación deliberada de unos recursos, encaminados hacia un fin determinado. Tan rica en contradicciones, que la crítica de la escuela del marxismo dialéctico pudo analizarla en los años 60 como un reflejo del juego de fuerzas entre las subclases de la burguesía, sin poder desentrañar, no obstante, el atractivo de una mujer desclasada, que desprecia sus máximos valores (el ahorro, la buena administración, el deseo de enriquecimiento…), y que no es capaz de reflexión intelectual, podríamos añadir, ya que la mueve la pasión del sentimiento, el deseo de algo inasible, de estar en otro sitio y de ser otra… Flaubert se encarga del resto, de pintarnos la atmósfera opresiva, hipócrita y cargada de prejuicios, diríamos ahora, del pueblo donde a Emma le toca vivir y morir.
La película dirigida por Jean Renoir en 1933, Madame Bovary, ilumina algunos aspectos de la novela y recata otros: el desenlace ha cambiado, la película es más benévola con el destino de Charles Bovary y la hija de ambos protagonistas. Si en la novela Charles, tras descubrir las infidelidades de Emma gracias a sus cartas, muere de pena, y la pequeña pasa a manos de una pariente empobrecida, para terminar como obrera en una fábrica (culminación irónica que es la antítesis de los sueños de Emma), en la película Charles (interpretado por Pierre Renoir, hermano del cineasta) y su hija dejan el pueblo a lomos de caballo, después del suicidio de Emma (interpretada por Valentine Tessier), en busca de una nueva vida, por lo que el final es abierto. Lo que tal vez mejor resalte en la obra de Renoir es el esplendor de la ensoñación romántica, reflejada por ejemplo en la escena del gran baile en la mansión de los aristócratas. Allí Emma danzará el vals con su futuro amante Rudolf, el aristócrata, de quien queda prendada por la grandiosidad de sus gestos: ambos se pierden en el vértigo de la danza, y al sentir ella un ligero vahído (tan del gusto de la época), Rudolf, como dueño de la casa, ordena a los criados que rompan las ventanas, y así van haciéndolas trizas con los asientos, para que entre un poco de aire fresco nocturno y aliviar a la dama… Este gesto de derroche, imperdonable despilfarro, en la película y en la novela revelan lo que Emma pide de los otros, que la amen hasta el punto de pasar por alto las convenciones sociales de la medianía, que sin embargo son las suyas y las de la clase social donde le ha tocado existir.
Cualquier censura de la protagonista trágica está fuera de lugar como comentario de un autor omnisciente (Flaubert lo es y en grado sumo). Las conclusiones de tipo moral las deducirán luego algunos lectores, basándose en lo aparente, en el juego o los juegos de la trama, en la revelación de los motivos de los otros personajes, que se transforman en aliados o en oponentes de Emma, antagonistas, y que sirven cada uno a su modo a la maquinaria narrativa.
Probablemente en nuestra época postfeminista no podría escribirse nada semejante a esta novela, con semejante protagonista (aunque no podemos poner la mano en el fuego): Emma tendría más capacidad de reflexión, e incluso de solidaridad; tendría armas dialécticas para articular las tormentas de sus emociones; probablemente pudiese compaginar de otro modo sus diferentes roles, sin perder esos espacios donde necesita dar rienda suelta a su imaginación… Es su autor quien la castiga, paradójicamente, con un final trágico porque encarna el Romanticismo en estado diríamos casi puro, frente a los personajes antagonistas (prestamistas, apotecarios), los mediocres burgueses del Realismo. Y siendo Flaubert un realista, hace con su novela, como anotó Vargas Llosa, algo parecido a lo que Cervantes con El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: la última tragedia romántica que contiene en sí misma la destrucción del género. 
Amparo Arróspide
Bibliografía:
Gustave Flaubert, Madame Bovary
Mario Vargas Llosa: La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975)
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DATOS SOBRE LA AUTORA DEL ARTÍCULO:
Amparo Arróspide (st0180@acett.org) es traductora y filóloga.
Recibió los Premios Rimbaud y León Felipe de poesía, por la Fundación de Poetas de Mar del Plata
-----------------------------------------------------------------------------------------Escrita en 1857, esta es la obra más importante de Flaubert. 
La monotonía y las desilusiones de la vida cotidiana (el subtítulo es "Costumbres provincianas"), el adulterio y el suicidio aparecen como temas de la literatura con esta novela. 
Flaubert fue llevado a juicio, acusado de inmoralidad, al lanzarse este libro. La sociedad burguesa de entonces se guiaba por una ética victoriana, que reprobaba todo cuestionamiento a la institución matrimonial. Finalmente, resultó absuelto. 
Según Mario Vargas Llosa, Madame Bovary puede considerarse la primera novela moderna por el empleo de la técnica del monólogo interior y por las características antiheroicas de los personajes, entre otras consideraciones.

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