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Bullying: La ley del más fuerte 
Le tocaron el hombro. Le pasaron un papel. "Morite", decía. Era su segundo día de clases en uno 
de los colegios más caros y más bilingües de Belgrano. Acababa de llegar de Brasil y todavía 
estaba mareado por la mudanza, el cambio de idioma, de paisaje, de todo. Por eso, al principio 
creyó que se trataba de una "cargada" de bienvenida. Después, todo quedó más claro. "Las 
chicas, sobre todo, lo volvieron loco", dice Julio, su padrino. "Como mi ahijado usa anteojos, le 
decían "nerd" y se la pasaban mandándole mensajes superagresivos. Él es un chico muy 
tranquilo, muy lector, pero lo tomaron de punto. Nunca entendió por qué", dice. Y tal vez haya 
dado, sin siquiera sospecharlo, en el corazón oscuro del acoso escolar: nunca hay un porqué. 
Cualquier excusa sirve: ser gordo o flaco, nuevo o compañero de años, muda, conversadora, 
bajo o alto. Rubia o pelirrojo. ¿Qué es entonces lo que sí se repite? La asimetría de poder entre 
víctima y victimario. El silencio. Y - condición necesaria en todo episodio de maltrato escolar - 
adultos que se fugan de su lugar de adultos. Maestros, profesores y padres que miran para otro 
lado. Solo así puede explicarse por qué el acoso escolar es definido por muchos especialistas 
como una "epidemia silenciosa". Ese fue, de hecho, el título de una nota publicada por este 
mismo diario seis años atrás. Desde entonces, la escalada de maltrato no ha dejado de crecer y 
así lo confirman los especialistas y las entidades dedicados al tema. [...] 
 
No hay maltrato sin testigos. Sin eso que los sajones llaman by standers: los que se paran a un 
lado y observan la acción. Sin intervenir, pero sabiendo."Lo que pasa es que a veces en los 
chicos el temor es pasar de testigos a víctimas del bullying, y por eso se callan", apunta la 
psicoanalista Sara Arbiser, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y 
especializada en adolescencia. "Que esos chicos se animen a hablar, y que los adultos los 
escuchen y actúen en consecuencia es lo que hace toda la diferencia", explica. "En Estados 
Unidos, por ejemplo, vi cómo ante un caso así a los chicos se los reunía y se los ponía a hablar. 
Aquí rara vez se toma la palabra y por eso estas cosas arrancan en jardín y se las deja crecer de 
año en año. Al final, la violencia es imparable." Pero ¿cómo no entender el silencio cuando el 
estigma del "delator" es sacudido por algunos adultos sobre la cabeza del chico que se anima a 
contar? ¿Cuándo los chicos toman conciencia de que sus voces no cuentan? "El docente suele 
subestimar lo que dice el nene agredido. Por eso, al final, las víctimas optan por no denunciar. 
Saben que no van a ser creídos y que nadie intervendrá en su defensa", concluye. 
https://www.lanacion.com.ar/1472448-bullying-la-ley-del-mas-fuerte 
 
 
TEXTO TRADUZIDO 
 
Bullying: A lei do mais forte 
Tocaram em seu ombro. Passaram-lhe um papel. "Morra", dizia. Era seu segundo dia de aula 
em um dos colégios mais caros e mais bilíngues de Belgrano. Acabava de chegar do Brasil e ainda 
estava confuso por causa da mudança, a troca do idioma, de cenário, de tudo. Por isso, no princípio 
acreditou que se tratava de uma "debochada" boas-vindas. Depois, tudo ficou mais claro. "As 
garotas, principalmente, o enlouqueceram", disse Julio, seu padrinho. "Como meu afilhado usa 
óculos, lhe chamavam de "nerd" e ficavam mandando mensagens muito agressivas. Ele é um 
garoto muito tranquilo, gosta de ler, então, fizeram bullyng disso. Ele nunca entendeu o porquê", 
disse. E, provavelmente, nem consiga, pois nem suspeita, que no coração sombrio do assédio 
escolar: nunca há um por que. Qualquer pretexto serve: ser gordo ou magro, novo o com mais 
idade, muda, conversadora, baixo ou alto. Loira ou ruiva. E o que se reproduz? A divergência de 
poder entre vítima e agressor. O silêncio. E - condição necessária em todo episódio de maltrato 
escolar - adultos que renegam seu lugar de adultos. Mestres, professores e pais que olham para o 
outro lado. Só assim podem explicar porque a perseguição escolar é definida por muitos 
especialistas como uma "epidemia silenciosa". Esse foi, de fato, o título de uma nota publicada por 
este mesmo diário, seis anos atrás. Desde então, a intensificação de maltrato não há deixado de 
crescer, como confirmam os especialistas e as entidades dedicados a tema. [...] 
 
No há maltrato sem testemunha. A isto os saxões chamam by standers: os que se param a um 
lado e observam a ação. Sem intervir, porém sabendo. "O que passa é que às vezes há nos garotos 
o temor de passar de testemunhas a vítimas do bullying e, por isso se calam", aponta a psicanalista 
Sara Arbiser, membro da Associação Psicanalítica Argentina (APA) e especialista em adolescência. 
"Que esses garotos se encorajem a falar, e que os adultos os escutem e atuem em consequência é 
o que faz toda a diferença", explica. "Nos Estados Unidos, por exemplo, vi um caso assim com uns 
garotos, que foram reunidos e colocados a falar. Aqui rara vez se tem a palavra e, por isso, estas 
coisas destroem o jardim e crescem de ano em ano. Ao final, a violência é incontrolável." Porém, há 
como não entender o silêncio quando o estigma do "delator" é abalado por alguns adultos sobre a 
cabeça do garoto que se anima a contar? Quando os garotos tomam consciência de que suas 
vozes não contam? "O docente costuma subestimar o que disse o bebê agredido. Por isso, ao final, 
as vítimas optam por não denunciar. Sabem que no vão lhe dar crédito e que ninguém vai intervir 
em sua defesa", conclui.

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