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Orígenes de la Pedagogía Latinoamericana

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OTRA TESIS MAMERTA: LA CONFIGURACIÓN DEL PENSAMIENTO 
PEDAGÓGICO LATINOAMERICANO, DE ROUSSEAU A RODRÍGUEZ 
 
JHONY ALEXÁNDER DÍAZ CASTAÑEDA 
JHONYXANDER@GMAIL.COM 
 
ASESOR 
SERGIO ADRIÁN PALACIO TAMAYO 
 
TRABAJO DE GRADO PRESENTADO PARA OPTAR AL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y 
LENGUA CASTELLANA 
 
 
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA SECCIONAL MEDELLÍN 
FACULTAD DE EDUCACIÓN 
LICENCIATURA EN EDUACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y 
LENGUA CASTELLANA 
MEDELLÍN 
2015 
 
 
Resumen 
El presente artículo pretende brindar hipótesis o acercamientos a los orígenes de la 
pedagogía latinoamericana y la educación popular teniendo como autor referente al 
caraqueño y tutor de Simón Bolívar, Simón Rodríguez (1771-1854), quien 
contextualizó a la realidad latinoamericana de finales del siglo XVIII y la primera 
mitad del XIX algunos de los postulados del ginebrino Jean-Jacques Rousseau 
(1712-1778) dedicados en su mayoría a la formación del ciudadano necesario para 
la fundación de las repúblicas. Se recogen las propuestas teóricas orientadas a la 
formación del individuo para la sociedad y los orígenes de los vicios de ella, ya que 
son los que Rodríguez opta para dar su visión de la necesidad educativa de la región 
y aquellas que reflejan la urgencia de incluir el aspecto práctico y técnico a la 
educación escolar. 
 
Palabras clave: Pedagogía, Educación, Simón Rodríguez, Jean-Jacques 
Rousseau, Educación Popular, Ilustración, República, Latinoamérica. 
3 
 
Siglo XVIII y XIX, cambios de paradigmas y estructuras 
 
El siglo XVIII fue trascendental para la construcción de las humanidades y la 
reorganización geopolítica en occidente. Europa batallaba procesos revolucionarios 
que pretendían cambiar el orden político establecido; igualmente las colonias 
americanas empezaban a respirar aires de libertad debido a la organización de 
ejércitos libertarios en los diversos territorios. La ilustración y la pasión por la razón 
impulsaron cambios en la conciencia de la gente, quienes susurraban ya tres 
palabras significativas que marcarían los objetivos de la modernidad inicialmente en 
Francia: libertad, igualdad y fraternidad. Las condiciones objetivas estaban puestas 
para que la burguesía, que hizo las veces de clase progresista, impulsara un cambio 
que terminó con la hegemonía del modo de producción feudal y propiciara el 
establecimiento del capitalismo que le permitiría producir y comercializar libremente. 
A fines del siglo XVIII existían ya en Francia todas las premisas para una 
revolución burguesa. El tipo de economía capitalista, entonces progresiva, 
había alcanzado un nivel considerable. Pero el régimen feudal absoluto, las 
relaciones feudales de producción eran un obstáculo para la consolidación 
de un nuevo modelo de producción, el capitalista. Únicamente la revolución 
podía destruir este obstáculo (Manfred, 1967, p. 5). 
 
Los pensadores europeos más influyentes de mediados del siglo XVIII, se dieron la 
tarea de realizar la Encyclopédie (enciclopedia), obra que pretendía concentrar los 
conocimientos adquiridos en la época, buscando abandonar la superstición y la 
metafísica. Aunque prohibida por el rey Luis XV, fue publicada durante los años 
1751 y 1765, promulgando la libertad de pensamiento, el surgimiento de hombres 
con ideas brillantes y el debilitamiento de la hegemonía religiosa. 
4 
 
En el plano educativo, los enciclopedistas poseían ideas igual de reformistas para 
la escuela. La monarquía había olvidado tal necesidad, hecho que se observaba en 
los altos porcentajes de analfabetismo y las precarias condiciones de los maestros, 
además del dominio eclesiástico en las funciones de enseñanza. Por lo tanto, 
piensan la educación como aquello que posibilita la realización del hombre, su 
libertad y por ende la felicidad: “se basa en el concepto de que la sociedad 
progresará hasta alcanzar la felicidad si el hombre recibe una educación 
conveniente, haciéndose “ilustrado” (Moreno, 1971, p. 285). 
 
Los pensadores más sobresalientes en el ámbito pedagógico fueron Kant (Prusia, 
1724-1804) quien incluye el concepto de autonomía en la educación; Pestalozzi 
(Zúrich, 1746-1827) creador de la escuela primaria; y Rousseau, naturalista y 
escritor del Emilio o de la educación, libro en el cual crea un personaje (Emilio) para 
por medio de este brindar su concepción pedagógica (Ginebra, 1712-1778). 
 
La escuela debía cambiar como lo hace el modo de producción, así que necesitaban 
un modelo libre de los vestigios monárquicos y feudales, donde el pueblo fuera 
educado para satisfacer el desarrollo económico y el necesario aumento de la 
producción, preconizando “una escuela nacional, laica, científica y natural” (Moreno, 
1971, p. 285). 
Estas ideas resonaron fuertemente en la revolución, resaltando principalmente 
cuatro principios: 
1. Todo ciudadano tiene derecho a la educación. 
2. El estado debe abrir escuelas para el pueblo. 
3. Moral autónoma frente a la religión. 
4. La educación elemental “gratuita y laica” 
5 
 
Si en Europa habían cambios, en América desde hacía poco se venían gestando 
las conspiraciones revolucionarias de intelectuales y esclavos; las circunstancias 
eran propicias para el levantamiento de la población liderada por algunos 
personajes ilustrados permeados por el pensamiento liberal Francés y algunos 
criollos interesados en expandir su comercio sin las barreras impuestas por la 
corona española. 
 
Tal movimiento intelectual europeo influyó en la creación del pensamiento 
revolucionario latinoamericano y la construcción de las repúblicas que tenía como 
base la teoría estadista de Montesquieu y Rousseau. Además, la declaración de los 
Derechos del Hombre fortaleció el sentimiento patriótico libertario y el deseo de la 
liberación del yugo español, para lo cual, aquellos intelectuales iniciaron su proceso 
conspirativo. 
Es un hecho que la Ilustración jugó en Europa un papel definitivo en la 
formación ideológica y jurídico-política de los actores revolucionarios y 
progresistas del viejo continente. Como también lo es que ejerció una 
influencia importantísima sobre los pensadores y actores de la lucha 
emancipadora de América. Washington, Adams y Jefferson en el norte de 
América, y Simón Bolívar, Antonio Nariño, Simón Rodríguez, Andrés Bello, 
Francisco Miranda, Camilo Torres, Eugenio Espejo, Hipólito Unanúe, 
Bernardo O'Higgins, Pablo Vizcardo y José Artigas en el sur, constituyeron, 
en la teoría y en la práctica, la Ilustración Americana que creó las condiciones 
subjetivas para el movimiento emancipador y republicano de nuestro 
continente. (Herrera, 2001, p. 69) 
 
Toda esta influencia europea, le dio rigor intelectual al proceso revolucionario, antes 
fraguado con intentos prácticos enfatizados en el levantamiento popular, como el de 
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los Comuneros, que fueron apaciguados al satisfacer tales demandas particulares, 
estas insurrecciones no eran unísonas en sus intereses y contenían pocos matices 
independistas y estadistas, por lo cual no fueron exitosas. 
 
Las características predominantes de aquel pensamiento revolucionario eran por 
una parte liberación total de esclavos y por otra la construcción de un sistema de 
gobierno basado en la realidad continental; en estos dos últimos aspectos, Simón 
Bolívar y su tutor Simón Rodríguez eran quienes más reiteraban tales necesidades. 
Por lo cual, los decretos y creaciones intelectuales de quienes seguían esta 
vertiente, eran dedicados a tal clamor, donde reconocían la igualdad de derechos a 
todas las personas sin distinción alguna y favorecían un sistema republicano digno 
a las necesidades del territorio. 
Los más auténticos pensadores y actores que constituyeron la Ilustración 
Hispanoamericana lucharon con denuedo por construir un mundo nuevo 
sobre fundamentos republicanos y democráticos, incluyendola reivindicación 
de todas las etnias y razas que, en un proceso de mixturación muy complejo, 
venían definiendo el intrincado mestizaje de nuestra población. (Herrera, 
2001, p. 70) 
 
Es así como el ejército patriótico se nutrió con la más diversa población, teniendo 
como espada sus reivindicaciones sociales y sus derechos ciudadanos. Por esto, la 
independencia y su pensamiento estadista fue netamente popular, ya que priorizaba 
la colonización latinoamericana de sus propios territorios, la libertad de todos los 
esclavos y la igualdad ante la ley, demandas y características propias de un estado 
de derecho democrático y republicano. 
 Si en la España revolucionaria se trataba de elevar al pueblo a depositario 
de la soberanía política, en América Hispánica, después de tres siglos, se 
7 
 
imponía emancipar socialmente a los oprimidos y humillados, es decir a los 
negros, indios, zambos y mulatos que constituían la mayoría de la población, 
sea como esclavos, como siervos o campesinos sin tierras. El contenido 
social de la revolución era la condición preliminar para impulsar las 
reivindicaciones nacionales contra los españoles. (Ramos, 1961, p. 146) 
 
 
Rousseau, la expresión educativa para la modernidad 
 
Juan Jacobo Rousseau fue uno de los pensadores más influyentes del Siglo XVIII, 
siendo referente para quienes buscaban plantear nuevas ideas pedagógicas, 
políticas o filosóficas, hasta tal punto, que su Contrato Social fue el inspirador de la 
constitución estructural de la república francesa, llegando sus ideas hasta América, 
donde los intelectuales de la época retomaron sus lecturas, con los libros adquiridos 
por contrabando u otros medios, buscando encontrar en su discurso, la propuesta 
eficaz para el Nuevo Mundo. 
 
Él, un ginebrino autodidacta y vagabundo por pasión y obligación en otras 
circunstancias, aporta de manera trascendental a la teoría educativa pensamientos 
meditados en sus largos viajes, los que fueron escritos tras un golpe de confianza, 
ya que no tenía la seguridad de la lucidez de sus planteamientos. 
El Emilio o el Contrato Social es la proyección educativa de los 
planteamientos rousseaunianos sobre la organización social, especialmente 
de sus apreciaciones sobre la libertad natural y civil del ser humano y su 
transformación en libertad individual. (Flores, 1999, p. 9) 
 
8 
 
Al crear su Emilio, enriquece el marco conceptual de la pedagogía, buscando 
propiciar nuevas ideas en el campo educativo. En vísperas de la Revolución 
Francesa, esta postura implanta un hito en la formación, tratando de instaurar 
nuevas formas en el que hacer pedagógico. Elementos basados en la naturaleza, 
la libertad y la virtud son los que afloran en su ensayo, caracterizando una relación 
fraterna entre el tutor y el alumno. Esta relación es mediada por la confianza, un fluir 
de emociones mutuas, en las que prima el diálogo verbal y corporal, siendo cada 
movimiento, caminata o conversación, una posibilidad para el aprendizaje. Por ello 
determina tres dimensiones de donde se logra la educación, las que sin excluirse 
entre sí, se complementan como proceso continuo en la existencia, no es lineal sino 
entretejido a la existencia y la singularidad del ser. 
La educación nos viene de la naturaleza, de los hombres o de las cosas. El 
desenvolvimiento interno de nuestras facultades y de nuestros órganos es la 
educación de la naturaleza; el uso que aprendemos a hacer de este 
desenvolvimiento o desarrollo por medio de sus enseñanzas, es la educación 
humana, y la adquirida por nuestra propia experiencia sobre los objetos que 
nos afectan, es la educación de las cosas. (Rousseau, 1990, p.2) 
 
Estas formas de educar son las que hacen que el ser humano obtenga las 
herramientas necesarias para habitar el mundo y vivir en la sociedad. La primera no 
depende de los hombres y de ninguna manera tenemos poder sobre esta, ya que 
es un desarrollo y un proceso que es propio de la condición humana. Las otras dos 
pueden ser influenciadas en cierta medida, pero esto no es garantía de pertinencia 
ni de educación acorde a las necesidades; es allí donde Rousseau plantea la 
educación como un arte, ya que “casi es imposible su logro, puesto que de nadie 
depende el concurso de causas indispensables para él. Todo cuanto puede 
conseguirse a fuerza de diligencia es aproximarse más o menos al propósito, pero 
se necesita suerte para conseguirlo” (Rousseau, 1990, p.2). 
9 
 
 
Por otra parte, Rousseau desenmascara las costumbres de la época, observando 
en ellas depravaciones, injusticias y vanidad, causas que conllevan, según él, a la 
degeneración del hombre, poniendo en riesgo su ser político; en este sentido, 
relaciona con profundo sentido la educación y la política como procesos 
inseparables ya que son dependientes entre sí. La escuela busca formar 
ciudadanos, pero esta depende a la vez de decisiones políticas, aunque su sentido 
sea con base al modelo económico. 
En la filosofía de Rousseau, la relación de la educación con la política es 
permanente, pues ambas se integran en la participación democrática, la cual 
no podría resultar apropiada sin una cultura de la deliberación y la 
dilucidación de las diferencias. Esa cultura requiere de una ética basada en 
el pluralismo de los valores, el cual constituye todo lo mejor que puede 
esperarse de la filosofía liberal, pero con el propósito de buscar el bien común 
o el interés general a través de la soberanía democrática. (Arango, 2006, p. 
12) 
 
Es así como busca conocer al hombre social y preguntarse por él, ingresando con 
profundidad a generar hipótesis sobre los orígenes naturales del hombre y su 
ingreso a la sociedad por medio del contrato social, propiciando el retorno de la 
virtud basada en la voluntad general y la razón. El pacto social es un arbitrio, un 
acuerdo hecho por las personas con el fin de garantizar su conservación por medio 
de la unión de sus fuerzas: 
Como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino solamente 
unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de conservación que el de 
formar por agregación una suma de fuerzas capaz de sobrepujar la 
10 
 
resistencia, de ponerlas en juego con un solo fin y de hacerlas obrar unidas 
y de conformidad. (Rousseau, 1990, p. 14) 
 
Se entiende entonces que la obra de Rousseau se centra en determinar las 
relaciones de los seres humanos en la sociedad, buscando comprender su devenir 
natural y su participación política en la toma de decisiones, recalcando la soberanía 
popular y el ser activo que es proclive a la deliberación de los asuntos importantes 
para el desarrollo de sus comunidades. Construye las bases de la costumbre 
universal de la democracia, es decir, la moral que es propiciada por la razón y la 
identificación de la dignidad humana, factores que en su ideario, son los que motivan 
la construcción de un pacto armónico: “El Emilio no es un libro de pedagogía, sino 
de filosofía moral: allí aparecen las bases antropológicas y éticas de la filosofía 
política de la democracia” (Arango, 2006, p. 11) 
 
Iván Darío Arango (2006), resume en su libro “Críticos y lectores de Rousseau”, de 
una manera clara el sentido educativo del ginebrino, reconociendo nociones 
fundamentales como la democracia y la dignidad humana, pero aclara también que 
un proceso de análisis pedagógico de la sociedad, debe partir, obligatoriamente, de 
la crítica de esta: 
Se busca una educación para la democracia, para el reconocimiento de la 
dignidad de los ciudadanos y del respeto que merece un hombre, por el solo 
hecho de ser un agente moral. Pero para lograr tales valores, la crítica de la 
sociedad se hace imprescindible, porque el hombre burgués, el hombre 
moderno, no respeta los valores, pues solo está atento a sus intereses más 
inmediatos. Cree que los valores se pueden reducir, en un último término, a 
los intereses, o que sonuna máscara para promover el deseo egoísta, que 
es lo único real, después de negar que exista algo elevado o superior. (P. 11) 
11 
 
 
Así pues, en la obra de Rousseau, se destacan cinco elementos fundamentales, los 
cuales representan la estructura educativa necesaria para la república democrática, 
que pone por encima las leyes y el hombre deja su ser natural para pasar a ser un 
ciudadano. 
 La naturaleza, cuyo estado se basa en la exclusión de las instituciones 
sociales de la vida del hombre, en el que habita la espontaneidad. 
 El interés común, el cual es el motivante de la vida en sociedad, buscando 
determinar los fines formativos para esto. 
 Educación del sujeto, que debe ser direccionada a su aprendizaje para vivir. 
 La virtud, aspecto que es posible con el amor a la humanidad. 
 La libertad, basada en las leyes y la humildad del hombre al hacer lo que 
puede y lo que le place. 
 
 
Simón Rodríguez, educando desde la realidad latinoamericana 
 
El “Sócrates de Caracas”, con ese mérito reconoce Simón Bolívar la labor de su 
maestro y amigo Simón Rodríguez, aquel que “enseña divirtiendo”, un hombre 
moderno y cosmopolita en la colonia venezolana, un hombre que cuyo ideario no 
era de su tiempo, un hombre que pensó la educación latinoamericana y popular 
desde el siglo XVIII, con la esperanza de que esta fuera a ser la formadora de los 
hombres que fundaran las repúblicas: “no nos alucinemos: sin Educación Popular, 
no habrá verdadera Sociedad”. (Rodríguez, 1990, p. 79) 
 
12 
 
Simón Rodríguez fue huérfano, lo que era en la época un rótulo de inferioridad, sin 
embargo, esto no fue impedimento para pensar desde la juventud la realidad social 
y educativa de Caracas, sintiendo desde esa temprana edad el deseo por 
transformar lo relativo a la enseñanza. Lo hacen maestro de la única escuela pública 
de la provincia, en la que principalmente asistían los hijos de los hacendados y luego 
él se encargó de ampliarla aceptando a pardos, mulatos y niños expósitos como lo 
fue él, además en este período se hace tutor de Simón Bolívar. En esta misma 
época redacta Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras 
letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento 
(1794), propuesta que no fue aceptada. Por este suceso y su participación en la 
Conspiración de Gual, decide exiliarse a Jamaica, lugar donde iniciará sus viajes 
por Europa para retornar luego de 20 años a América. 
 
Su vida de errante por Europa, le permite conocer y constatar los cambios que 
estaban experimentando los países del antiguo mundo, cambios enraizados en una 
nueva concepción del ser humano y de la política, en la cual esta última estaría ya 
más cercana al pueblo y el estado cumpliría la función de defensor de los derechos 
civiles, en una relación entre ciudadanos y representantes y no entre monarcas y 
súbditos. Esto fue aliento propio para continuar su objetivo de ver a la América 
colonizada por los americanos. 
 El Sócrates de Caracas fue realmente filósofo cosmopolita. Cosmopolita 
geográficamente, por de pronto: Jamaica, Estados Unidos, Francia, Suiza, 
Austria, Polonia, Rusia, Italia, Prusia, Inglaterra; y en América, Venezuela, 
Colombia, Ecuador, Perú, Chile Bolivia. Y no de espectador curioso, sino de 
conviviente en vida, lengua, magisterio, penurias, goces, acontecimientos 
históricos en muchas de tales Naciones; mas de ciudadano en otras, sobre 
todo y ante todo en la Gran Colombia. (García, 1990, p. 17) 
13 
 
Su actitud investigativa, no permitió que su paso por tales lugares fuera efímero en 
el sentido del impacto que tales naciones y hechos significativos pudieron 
ocasionarle en su ser progresista. Tales elementos ideológicos europeos fueron 
optados por él como recurso para propiciar nuevos diálogos con la realidad 
latinoamericana; en esto fue sabio Rodríguez, ya que él estaba seguro que la 
originalidad de su territorio natal exigía transformaciones iguales de originales, por 
lo que él no se imperaba en importar modelos sino de crear en clave de la 
necesidad, pero estas creaciones tenían ciertos antecedentes epistemológicos. 
Pues bien, para Simón Rodríguez, la necesidad de desmontar el andamiaje 
societal fraguado a partir de la ilustración, más que una necesidad era 
indispensable si de verdad se querían edificar nuevas sociedades, ya que el 
modelo de civilización occidental, (el capitalismo), heredado de la cultura 
ilustrada u occidental, conduciría a nuestros países al triste rol de imitadores 
y no de creadores. (Pineda, 2009, p. 13) 
 
Es así como Rodríguez construyó idearios contemporáneos en la modernidad, 
precursor de la educación popular y reformador del pensamiento colonial, construyó 
las reflexiones acerca de la necesidad de una educación abierta y universal, además 
de la importancia de esta para las nacientes repúblicas. 
El Maestro del Libertador fue defensor de la educación pública con igualdad 
para todos los ciudadanos. En su pensamiento se manifiestan las ideas 
educativas de los filósofos de la Ilustración, y en especial del pensador J.J. 
Rousseau. Según sus ideas, la educación en Hispanoamérica tiene como 
objetivo formar a las nuevas generaciones que van a fundar los nuevos 
estados nacionales, con las ideas democrático-republicanas. Según sus 
conceptos, con la Revolución de Independencia, las nuevas repúblicas 
fueron establecidas, pero no fundadas. Siempre fue partidario de una 
14 
 
educación práctica, para enseñarle oficios a los educandos. (Ocampo, 2007, 
p. 88) 
 
De Rousseau nutrió su pensamiento, ideas que opta con clamor y esperanza en la 
constitución de la escuela americana, sin embargo, y como se ha mencionado 
antes, no fue inocente al querer imponer una propuesta europea, al contrario, 
planteó cuestionamientos enraizados en el estudio de la realidad: 
Para él, la educación era una actividad eminentemente social. Concebía la 
educación como una educación pública, popular y republicana. Orientada a 
la formación de ciudadanos, de ciudadanía. Que no fuera excluyente, por lo 
que debería implementarse a través de una metodología de observación-
reflexión meditación, debería basarse en la experimentación, antes que en el 
sistema memorístico, el cual caracterizaba la educación venezolana, y 
americana, de entonces. (Pineda, 2009, p. 4) 
 
 Al regresar a América, funda una primera institución de artes y oficios en Bogotá, 
la cual es cerrada por problemas económicos, esta concepción educativa es 
propicia para un período poscolonial, en el cual, el pueblo debía aprender técnicas 
que le permitiesen desarrollar sistemas productivos para subsistir en la república y 
aportar así a su consolidación económica. Al poco tiempo se reencuentra con 
Bolívar en un emotivo episodio en el cual El Libertador le encarga la tarea de 
construir y dirigir el proyecto educativo de la naciente Bolivia, proyecto que finaliza 
por inconvenientes con el mariscal Sucre. A partir de tal momento, Rodríguez queda 
a la deriva y comienza su peregrinación por los Andes suramericanos, estableciendo 
nuevos centros prácticos en los que enseña además la producción de velas: “fundó 
una escuela de barrio que era a la vez fábrica de velas de cebo y expendio de 
menudas mercancías. En la puerta de la escuela-tienda puso un letrero: “Luces y 
15 
 
virtudes americanas, esto es, velas de cebo, paciencia, jabón, resignación, cola 
fuerte, amor al trabajo”. (Ocampo, 2007, p. 87) 
 
Muere en 1854 luego de pasar penurias e intentos fallidos en sus proyectos 
educativos, sin embargo dejó un legado autóctono y libertario que enriquece las 
perspectivas educativas en Latinoamérica. Este pudo ser mayor si el incendio 
sucedido en Guayaquil en 1896 no hubiera destruido buena parte de sus obras. 
Simón Rodríguez fue uno de nuestros hombres de fin de siglo que acogió 
con mayor calor y entusiasmo esas semillas que lanzabaa los vientos el 
descontento y sentimental Juan Jacobo. Su designación para maestro del 
joven Simón Bolívar le proporcionaba una magnífica oportunidad para poner 
en práctica los métodos preconizados por el ginebrino en el Emilio. Muchas 
de las ideas de este libro admirable y contradictorio a la vez, quedaron 
flotando en la mente del discípulo. (Rojas, 1976, p. 23) 
 
Es así como Simón Rodríguez crea el pensamiento educativo latinoamericano 
necesario para fundar las repúblicas, pensamiento garante de la originalidad de los 
pueblos pero basado en los nuevos paradigmas europeos que se establecieron 
antes y después de la Revolución Francesa. Es necesario retomar este autor para 
conocer los orígenes de la educación popular teorizada por Paulo Freire, propuesta 
que emerge en la necesidad de quebrantar hegemonías y de liberar los pueblos, 
pero fundándolos desde la contextualización: “en la América del Sur las Repúblicas 
están Establecidas pero no Fundadas” (Rodríguez, 1990, p. 6) 
 
 
16 
 
Educación para la virtud y las costumbres, construcción de la voluntad 
general 
 
“Todo está bien al salir de las manos del autor de todas las cosas, todo degenera 
entre las manos del hombre” (Rousseau, p. 37), esta frase de Rousseau, tan 
difundida entre las personas a tal punto de convertirse en lugar común, refleja el 
principio de la virtud del ser humano, en el cual, se culpabiliza a los vicios de la 
sociedad en crear los males del mundo. En el Emilio, él pide el retorno a la 
naturalidad, por lo tanto, las instituciones sociales no deben privarle al hombre su 
educación primitiva. Se podría asumir la naturalidad como las percepciones 
poseídas sobre algo antes de mutar en el campo social con los vicios que esto 
posee, un estado natural donde habita el equilibrio entre las necesidades básicas y 
los deseos más simples (Arango, 2006). Precisamente Rousseau prevenía a Emilio 
de la interacción con los otros, evitaba incluirlo tempranamente en el campo social, 
quería que tuviera una buena opinión de las personas. 
Yo quisiera que fuera tan escogida la sociedad de un adolescente, que 
tuviese buena opinión de los que viven con él y que le enseñáramos a 
conocer tan bien el mundo que le soliviantara todo lo que viese injusto. Que 
sepa que el hombre es naturalmente bueno, que lo sienta y juzgue de su 
prójimo por sí mismo pero que vea cómo deprava y pervierte a los hombres, 
que encuentre en los prejuicios de ellos la fuente de todo sus vicios, que se 
sienta movido a estimar a cada individuo, pero que desprecie a la 
muchedumbre; que vea que todos llevan casi la misma careta, pero que sepa 
que hay otros rostros más bellos que la careta que los cubre. (Rousseau, 
1990, p. 204) 
 
17 
 
Es necesario aclarar que para Rousseau el estado natural no es salvajismo ni 
barbarie, sino que es netamente pre-social, es decir, hace presencia en el sujeto 
cuando este aún no está en la sociedad o no ha sido permeado por las instituciones, 
en sí es la espontaneidad la facultad predominante. 
 
Deja entrever su esperanza hacia el ser humano, motivada por su análisis de la 
sociedad, la cual degeneraba el espíritu. Por ello reclama la naturaleza, la reivindica 
por ser el aspecto constitutivo de las relaciones y los cambios venideros. Le pide a 
su Emilio que ame las individualidades, aprenda de ellas, pero lo alerta de los 
peligros que contrae una multitud afanada por su vanidad. Este reconocimiento 
individual apunta al establecimiento de relaciones fraternas en la comunidad, es 
decir, la constitución de encuentros en los que las costumbres caracterizan el 
desarrollo de las sociedades. 
 
A pesar de estar la comunidad inmersa en la república o ser la república compuesta 
por cierto número de comunidades, los fines educativos se contraponen 
precisamente por sus rasgos diferenciales. La república es un sistema de gobierno 
regido por leyes promulgadas por representantes del pueblo, por ende, es una idea. 
Esto la vuelve frágil y manipulable, dejando en entredicho su esencia que es el 
poder popular, siendo una estructura organizativa dependiente del modo de 
producción imperante, tendiente al despotismo e injusticia. La educación está 
sedimentada sobre principios alienantes proclive a la enajenación, desencadenando 
la sumisión de la soberanía popular a una minoría gobernante, la cual olvida el 
carácter general de la voluntad. 
Afirmo, pues, que no siendo la soberanía sino el ejercicio de la voluntad 
general, no puede enajenarse nunca, y el soberano, que no es sino un ser 
18 
 
colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo: el poder puede 
ser transmitido pero no la voluntad. (Rousseau, 1990, p. 25) 
 
Por ello, educar al pueblo es una tarea apremiante, más en los tiempos de fundación 
de las repúblicas, Simón Rodríguez lo sabía y esta era su principal preocupación. 
Aspiraba formar al pueblo en los valores necesarios para ser los creadores de su 
propio destino, ciudadanos que se gobiernen así mismos, partiendo de la 
individualidad a un plano colectivo. Su planteamiento se puede equiparar con la 
metáfora de que el pueblo es un niño, y como posee esta característica es necesario 
educarlo para que no permita usurpadores de su soberanía, valiendo sus derechos 
y evitando la tiranía. 
¡Pueblo soberano!... Está muy bien 
¡Yo lo represento!... ¿Cómo? 
¡Yo lo defiendo!... ¿Con que? 
¿Dónde está el Soberano? 
¿En las calles retozando mientras niño? 
¿Disipando todo el tiempo de su juventud en placeres? 
¿Calculando incertidumbres en su virilidad? 
¿Viviendo de una escasa renta, o llorando su miseria cuando viejo?... 
Este Soberano, ni aprendió a mandar, ni manda… Y el que manda a su 
nombre lo gobierna… Lo domina… Lo esclaviza… Y lo inmola a sus 
caprichos cuando es menester. 
19 
 
Redúcese, pues, la idea de la Soberanía de un pueblo ignorante y pobre, a 
la que cada uno tiene de sí mismo, por miserable que sea su condición. 
(Rodríguez, 1990, p. 33) 
 
Al ser la comunidad un grupo de personas unidas por ciertas características, el ideal 
formativo es mucho más concreto, ya que de por sí, al estar el sujeto identificado 
con esta, se involucra de tal manera que le previene los males, una cordura que 
parte más desde la emoción y no desde el exterior como lo plantea el estado 
constitucional. La educación para la comunidad posibilita mucho más el 
planteamiento democrático: “todo ciudadano es considerado un gobernante en 
potencia” (Weill E, 1956, p. 203, citado por Flores, C., 1999, p. 14) porque supone 
todo un esfuerzo estatal y social por satisfacer las necesidades educativas de las 
personas, preponderando la pertinencia y la virtud en ella. Un esfuerzo 
mancomunado al lado de la familia, la religión y los medios de comunicación, ya que 
son estos quienes difunden las ideologías y centran gran parte el poder formativo. 
De la combinación de sentimientos forma cada hombre su conciencia, y por 
ella regla su conducta. En sociedad cada individuo debe considerarse como 
un sentimiento, y han de combinarse los sentimientos para hacer una 
conciencia social (Rodríguez, 1990, p. 34) 
 
La voluntad del pueblo es pues la sumatoria de las voluntades de cada individuo, 
una comunidad libre y soberana es aquella en las que estas son conjugadas y 
orientadas al porvenir común, por ello, la educación debe estar orientada a tal 
interés. Además, la comunidad y su pacto social tienen un fin que parte de la 
sobrevivencia, ya que el hombre es inminentemente sociable y no le es posible la 
producción sin la relación con los otros: 
20 
 
Es la debilidad del hombre la que lo vuelve sociable: son nuestras miserias 
comunes las que llevan nuestros corazones hacia la humanidad. Todo apego 
es un signo de insuficiencia: si cada uno de nosotros no tuviéramos ninguna 
necesidad de los demás, apenas pensaríamos en unirnos a ellos. (Arango, 
2006, p. 5) 
 
Así como las necesidadesnos vuelven sociables, para Rousseau son necesarias 
las instituciones que nos desnaturalicen para entrar en tal estado. En este aspecto 
se refiere a la naturalidad como el principio egoísta del hombre, en el que vive en 
función de sí y se ocupa de satisfacer sus necesidades más inmediatas. La 
educación para el bien común es percibir como necesaria la comunidad, defenderla 
y entregarse para formar parte de tal unidad. Para Simón Rodríguez, este aspecto 
está sedimentado sobre las costumbres creadas por la educación, pero orientada al 
establecimiento de las relaciones mutuas, en las que prima el ser colectivo y público 
y una autoridad basada en dicha voluntad, coincidiendo con Rousseau en esta 
necesidad. 
En el Sistema republicano las Costumbres que forma una Educación Social 
Producen una autoridad pública no una autoridad personal, una autoridad 
sostenida por la voluntad de todos, no la Voluntad de uno solo, convertida 
en Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la educación porque 
educar es crear voluntades. Se desarrolla en las costumbres que son 
efectos necesarios de la educación y vuelve a la educación por las 
tendencias de los efectos a reproducir la AUTORIDAD. Es una circulación de 
la autoridad en el Cuerpo Social como es la circulación de la Sangre en el 
Cuerpo Animal. No habrá jamás verdadera Sociedad, sin Educación ni 
autoridad Razonable, sin costumbres Liberales. (Rodríguez, 1990, p. 123) 
 
21 
 
En este sentido, Rousseau pretende ingresar al individuo a la sociedad, pero esto 
se hace abandonando los sentimientos egoístas, por ello ejemplariza con las 
historias espartanas y romanas de lealtad a su pueblo, en el que estos personajes 
dan cuenta de lo que es ser un sujeto social: con corazón limpio preponderan los 
intereses comunes a los individuales con la advertencia de la dejación y el 
encerramiento de pequeños grupos, que sienten como valeroso a aquel que está 
próximo, mientras que a aquellos extranjeros son tratados con inicua tolerancia, 
apartándose de lo grande por su intimidad y unidad. 
 
La crítica a su realidad es centrada en los aspectos vanidosos que no les permite 
ver la voluntad general ni la virtud propia de los ciudadanos. Observa las iniquidades 
del clero y la monarquía, de los burgueses y del pueblo, creando una atmosfera 
para argumentar el porqué del método individual de Emilio, es decir, pretende 
formarlo primero a él, ablandarle su corazón, para ingresar a la sociedad con 
capacidad de abstraerse de tales vicios. 
 
Por su parte Simón Rodríguez, le asigna tal responsabilidad a la escuela, siendo la 
encargada de formar los corazones de los hombres para integrar la voluntad 
general, esta debe ser universal, es decir, para todos. Aquí constituye la educación 
popular, una propuesta incluyente en la cual no hay distinciones económicas ni 
sociales: 
(…) Quién hará que las voluntades se pongan de acuerdo? 
¿Será aquel sentimiento del deber, que coarta las facultades del poder?... 
Este sentimiento nace del conocimiento que cada uno tiene de sus 
verdaderos intereses; y para adquirir este conocimiento debe haber Escuela 
en las Repúblicas… y Escuela para todos, porque todos son ciudadanos. 
(Rodríguez, 1990, p. 34) 
22 
 
 
La importancia para Rodríguez de la educación consiste en que ella evita la 
ignorancia, forma porque “la ignorancia es la causa de todos los males que el 
hombre se hace, y hace a otros” (Rodríguez, 1990, p. 33), por lo cual, la instrucción 
es equivalente a las costumbres propicias para la república. Sin embargo, este 
proceso debe ser encaminado también a la creación de criterios en los sujetos, con 
el fin de que asuma miradas críticas de su realidad; la escuela no debe limitarse a 
la instrucción, trascender tal aspecto debe ser su búsqueda constante ya que es la 
encargada de la formación de los ciudadanos. 
No esperen de los Colegios lo que no pueden dar... están haciendo 
Letrados... no esperen Ciudadanos. Persuádanse que, con sus libros y sus 
compases bajo el brazo, saldrán los estudiantes a recibir, con vivas, a 
cualquiera que crean dispuesto a darles los empleos en que hayan puesto 
los ojos… ellos o sus padres. (P. 34) 
 
Rousseau procura introducirse en la profundidad de la constitución humana, 
desenmascarar al hombre para darle elementos suficientes para construirse en el 
plano virtuoso, lo cual para él es saber vencer los afectos, seguir la razón y la 
conciencia, cumplir con el deber y no apartarse de él. Por ello enseña a Emilio la 
templanza y la sensibilidad hacia el mundo, a poseer también criterios propios de 
este, obtenidos por medio de la experimentación y el contacto directo con la 
realidad. 
 
La virtud trasciende la palabra, sin el gesto o la acción que manifiesta la voz, sería 
un vocativo sin sentido, el vacío de un discurso. No es predicable, es más bien 
aprehendido desde el mismo momento en que es observada por un referente 
identitario, por ello los niños y jóvenes son reflejos de sus padres o sociedad. 
23 
 
Rousseau le impide a Emilio dar limosna a los pobres porque este no sabe el valor 
de lo que da, pero procura que esté siempre presente cuando el tutor la brinda, 
esperando que él también tome tal hábito por parecerle bueno, además, lo anima a 
regalar cosas que si le son valiosas como sus juguetes. 
Maestros, dejad estas puerilidades, sed virtuosos y buenos y procurad que 
vuestros ejemplos queden grabados en la memoria de los alumnos, hasta 
que puedan penetrar profundamente en su tierno corazón. En lugar de 
exigirle a mi alumno obras de caridad, prefiero hacerlas yo en su presencia, 
y aún trataré de evitar que me imite, debido a que no es conveniente a su 
corta edad, ya que es importante que no considere las obligaciones de los 
hombres como costumbres de los niños. (Rousseau, 1990, p. 59) 
 
 Al no poseer otros recursos de realidad, los niños se ciñen a los imaginarios 
existentes como patrones determinantes, reproduciendo las injusticias o violencias 
culturales. Rousseau manifiesta una querencia por la imitación en este sentido: “el 
ejercicio de las virtudes sociales planta en el interior de los corazones el amor de la 
humanidad, y haciendo el bien nos hacemos buenos” (p. 372). Teniendo en cuenta 
que el proceso educativo es la acción formativa que ejerce una generación sobre 
otra más joven, procurando generar personas con las condiciones necesarias para 
la vida en sociedad, este hacer no siempre va ligado a lo positivo por las 
depravaciones de los seres humanos. La repetición sin conciencia de la virtud es un 
primer paso para la práctica autónoma de esta, ya que el niño observa que es un 
hecho necesario para su vida en relación con los otros. 
Sé que las virtudes por imitación son como las de los monos, y que ninguna 
buena acción es moralmente buena sino cuando se hace como tal y no 
porque otros la hagan. Pero es necesario procurar que los niños imiten los 
actos cuyo hábito queremos que adquieran, puesto que a su edad todavía no 
siente nada su corazón, y mientras va llegando el tiempo del discernimiento, 
24 
 
pueden realizarlos por amor al bien. Sabemos que el hombre es un ser que 
imita a los demás, lo mismo que los animales. La propensión a imitar sale de 
la naturaleza bien ordenada, pero en la sociedad degenera en vicio. (p. 59) 
 
Detrás del sujeto político se encuentra el sujeto moral, un sujeto que con sus 
prácticas cotidianas va moldeando sus relaciones interpersonales, diálogo 
intrínseco ya que la misma palabra política tiene en su origen la ética. La pregunta 
sobre la relación con el otro y lo otro es fundamental en una educación para la virtud, 
porque cuestiona lo cotidiano en busca de reconocer factores opresivos hacia lo 
que rodea. La práctica de la virtud contrae el deber de ser oyente y portador, si 
hablamos de sujeto político hacemos referencia a un ser consciente, en estado de 
alerta y reflexivode la realidad, denunciante y visibilizador de lo invisible y voz de 
los que no tienen voz. 
Debéis ocupar a vuestro alumno en todas las obras buenas que estén a su 
alcance, que siempre se interese por los desvalidos, que no les ayude sólo 
con su dinero, sino también con su solicitud, que los sirva, ampare y les 
consagre su persona y su tiempo; que se convierta en su agente de negocios, 
puesto que no hay más noble empleo. Muchos oprimidos que nunca hubieran 
sido escuchados, alcanzarán justicia cuando la solicite por ellos con la 
entereza que infunde la práctica de la virtud. (p. 372) 
 
Pero entonces, ¿cuál es la causa de las depravaciones sociales?, Rousseau asume 
que la vanidad es lo que afecta las relaciones, ya que esta es la que genera la 
avaricia y las envidias, la que obliga a portar las máscaras haciendo perder la 
esencia de la existencia, constituyendo la materialidad como lo fundamental y 
olvidando el espíritu: “si algo sorprende al lector actual del Emilio de Rousseau, es 
la penetración de sus observaciones sobre la vanidad, la cual constituye, según él, 
25 
 
la pasión que opone los mayores obstáculos al crecimiento moral del hombre 
moderno” (Arango, 2006, p. 9). 
 
La vanidad es, como la llama Rousseau “el veneno de la opinión”, es prevalecer las 
percepciones que poseen otros sobre uno mismo, por ello las personas se 
esfuerzan llegando al punto de excentricidades inútiles, olvidando el ser pero 
privilegiando el tener. Es por esto que analiza a las personas desde esta 
característica, para así comprender las raíces y el cómo debe inculcarle a Emilio la 
virtud. 
Para formar a Emilio en la virtud –aquella que está en la base de una 
sociedad democrática-, la cual consiste en el respeto a la igualdad y en la 
indignación ante la discriminación, es necesario para Rousseau conocer con 
detalle el funcionamiento de la vanidad, que es lo que ocasiona mayores 
daños cuando se trata de la formación moral. (Arango, 2006, p. 10) 
 
Rodríguez distingue el egoísmo como aquella condición en la que el hombre es solo 
para sí, complementando las raíces de los vicios de Rousseau ya que este 
individualismo apremia el rechazo a la voluntad general. Estas son ideas de niño, 
por ello debe ser educado, precisamente la educación es una relación social en la 
cual su objetivo es la conformación de identidades culturales. Centra también el 
origen de los males en el orden y la conveniencia: 
ORDEN Y CONVENIENCIA, La mala inteligencia de estas 2 palabras es la 
causa de todos nuestros desaciertos; aun cuando, separados de nuestros 
semejantes, imitamos nuestras relaciones, a las que debemos establecer con 
las cosas, que nos alimentan y nos abrigan. Todo lo que nos agrada, nos 
parece estar en el Orden, y en todo lo que se presta a nuestros deseos, 
vemos una Conveniencia, —Este sentimiento, hijo del amor propio y de la 
26 
 
tendencia al bienestar [o amor de sí mismo] es lo que llamamos Egoísmo— 
Yo solo soy y solo para mí son ideas del niño. (Rodríguez, 1990, p. 98) 
 
Este individualismo que parte de la opinión ajena, es proclive a los libertinajes 
propios de quienes privilegian el afán personal al colectivo: “el hombre del mundo 
está todo entero en su máscara. Como casi nunca está en él, es siempre ajeno y se 
siente a disgusto cuando se ve forzado a replegarse a su interior. Lo que es no es 
nada, lo que parece es todo para él” (Rousseau, 1990, p. 205) 
 
Este es el germen de la maldad, el no reconocer la voluntad general en pro de 
satisfacer los caprichos propios. El ser humano, al aceptar entrar en una sociedad, 
inmediatamente ingresa también al pacto común, que no es más que convivir en 
pos de la armonía colectiva y la dignificación del género humano por medio de la 
participación activa en las decisiones políticas. Pero al decaer esto, los vicios 
perjudican al conglomerado, priorizando lo que tiene precio por lo que tiene valor; 
como lo afirma Iván Darío Arango (2006): “La sociedad moderna reduce y simplifica 
la vida moral porque cambia las cosas que tienen valor por las cosas que tienen 
precio, y porque coloca más alto los medios que los fines” (p. 10) 
 
Esta forma de obrar que satisface el interés personal, es la que priva a la sociedad 
de un desarrollo justo y libre de los ciudadanos, un actuar que es natural, pero que 
es menester desnaturalizar para la formación del ciudadano que ingresa al colectivo, 
no es ordenar todo para sí sino para todos, no es estar en el centro, es acercarse a 
la circunferencia (Rousseau, 1990, p. 210) 
 
 
27 
 
Educación práctica y técnica, el conocimiento pasa por los sentidos 
 
La educación sería entonces el proceso que sucede en la vida, en el cual unas 
personas buscan propiciarles herramientas a otras más jóvenes que les sirvan en 
su existencia para la resolución de los problemas, no ejercitarlos para sentirlos 
(Rousseau, 1990, p. 46) ya que vivir es mucho más que respirar, es obrar (p. 47). 
Al afirmar tal proposición, trasciende el concepto porque hace cambio de sentido, 
ya no como el espacio en el que el muchacho aprende elementos sobre áreas de 
estudio determinadas sino donde la curiosidad cobra vida para llegar 
autónomamente a las preguntas y sus respuestas, “a las plantas se les forma 
mediante el cultivo y a los hombres mediante la educación” (p. 38). 
Se sueña en conservar al niño, pero eso no es suficiente; debieran enseñarle 
a conservarse cuando sea hombre, a soportar los golpes de la desgracia, a 
arrastrar la opulencia y la miseria, a vivir, si es necesario, en los hielos de 
Islandia o en las ardientes rocas de Malta. Inútil es tomar precauciones para 
que no muera, pues al fin tiene que morir, y aunque no sea su muerte un 
resultado de vuestros cuidados, aun serán éstos mal entendidos. (Rousseau, 
p. 320). 
 
Es así como se entrevé los intereses educativos de Rousseau, vanguardista en tal 
campo, porque no lo reduce al contenido, sino al contrario, amplía de tal forma el 
concepto que introduce nuevas perspectivas en el hacer, con base a su edad y sus 
intereses, los cuales en los niños es curiosear, experimentar y divertirse. Tampoco 
la centraba en la institución escolar, sino que la espontaneidad era imprescindible, 
donde el tutor o maestro es quien facilita todos los aspectos que el niño necesita, 
en pocas palabras, él organiza todo un “modelo universal ya que le interesa es 
28 
 
enseñar el arte de vivir” (Rojas, 2010, p. 127), es decir, “enseñar lo útil para el niño” 
(Rousseau, 1990, p. 160) 
Se trata menos de impedir morir que de hacerle vivir. Vivir no consiste en 
respirar, sino saber hacer uso de nuestros órganos, de nuestros sentidos, de 
nuestras facultades, de todas las partes de nosotros mismos que dan el 
sentimiento de nuestra existencia. El hombre que más ha vivido no es el que 
tiene más años, sino el que más aprovechó la vida. Uno que murió al nacer 
se le enterró a los cien años; mejor le hubiera sido morir en su *juventud si 
por lo menos hubiera vivido hasta este tiempo. (p. 160) 
 
El naturalismo es la posibilidad de formar al hombre, como ya se había reseñado, 
por medio del contacto con el mundo, en plena interacción con los sentidos y la 
experimentación, “es la pedagogía de la igualdad, de la libertad, de los derechos 
naturales, de la bondad humana. Es la educación de las leyes de la espontaneidad 
del niño” (Acevedo, 1984, p. 97). 
En los inicios de la vida, cuando la imaginación y la memoria aún son 
inactivas, el niño sólo está atento a cuanto afecta a sus sentidos; las 
sensaciones, siendo los primeros materiales de sus conocimientos, se le 
deben ofrecer de un modo conveniente, o sea preparar su memoria para que 
un día las ofrezca en el mismo orden a su entendimiento, pero como sólo 
atiende a sus sensaciones, es suficiente mostrarle primeramente con 
distinción la conexión de estas mismas sensaciones con los objetos que las 
causan. (Rousseau,1990, p. 105) 
 
Simón Rodríguez se refiere a este aspecto en el sentido que los conocimientos 
adquiridos en la escuela deben perdurar porque fueron adquiridos de tal forma que 
propiciaron un encuentro con el sentido y la necesidad de estos, de lo contrario, son 
29 
 
débiles y proclives al olvido. En este caso, es lo mismo no enseñar que hacerlo, ya 
que sería inútil tal esfuerzo si el estudiante no lo interioriza, lo metaforiza con un 
edificio mal cimentado ya que son frágiles porque no poseen la base firme de la 
pertinencia: 
No es propiedad de lo que se aprende en la Escuela el olvidarse: lo será de 
lo que se aprende mal; así como se desploma y arruina luego el edificio mal 
cimentado. Dígase que fue superficial la enseñanza y no que fue inútil” 
(Rodríguez, 2004, p. 9) 
 
Los sentidos eran importantes tanto para Rousseau como para Rodríguez porque 
son los encargados de ser el puente entre la razón y el mundo; tocar, oler, saborear, 
oír y ver lo que el mundo tiene para ofrecer; aprender a través de los errores, las 
causas y efectos que generan las actitudes y experimentaciones son las 
condiciones básicas para el establecimiento del criterio; la vivencia permite la 
apropiación del mundo para ver la realidad y no las imitaciones creadas por otros. 
Se entiende regularmente que los libros de meditaciones, o discursos 
espirituales, son los que necesita un niño en la Escuela, y sin otro examen 
se procede a ponerlos en sus manos. Santos fines sin duda se proponen en 
esto: pero no es éste sólo el asunto que se trata en el mundo. Es necesario 
saber leer en todos sentidos y dar a cada expresión su propio valor. Un niño 
que aprende a leer sólo en diálogo no sabrá más que preguntar o referir si 
sólo usa de un sentido historial. Lo mismo digo del escribir y de todo lo demás 
que toca a la enseñanza. El vicio o limitación que toma en su principio, con 
dificultad se enmienda y siempre es conocido el reparo. (Rodríguez, 2004, p. 
14) 
 
30 
 
El aprendizaje por medio de las guías y libros escolares coarta el descubrimiento de 
los significados del mundo solamente posibles con su lectura, Rousseau lo pone de 
manifiesto al querer brindarle al Emilio todas las alternativas que le hicieran posible 
su propio aprendizaje, él disponía los momentos y los objetos y ya su pupilo se 
encargaba de encontrar los aspectos representativos que le permitieran hacer uso 
o experimentarlos. Rodríguez en Suramérica brindaba tales recursos en los talleres 
técnicos, los cuales eran los centros educativos para formar a quienes tenían en sus 
manos la fundación de las repúblicas. Sabía que era necesaria la producción para 
satisfacer las necesidades de la población, lo cual ya no era obligación ni deber de 
los esclavos ya que Bolívar procuraba su libertad, por ende esta labor ya es función 
de todo aquel que pueda prestar tales servicios. 
 
Propone una educación en cuatro planos: social, corporal, técnica y científica, como 
lo muestra la imagen 1: 
Imagen 1. Planos de la educación 
 
Nota: Imagen extraída de Rodríguez, 2004, p. 63 
 
31 
 
La educación social es la encargada de generar las relaciones encaminadas a 
orientar las voluntades en pro del unísono interés del progreso colectivo; la corporal 
porque el cuerpo es el instrumento con el cual se percibe el mundo y la herramienta 
de producción y trabajo, por lo cual debe ser fuerte; la técnica es la urgencia del 
siglo XIX ya que es la encargada de generar la prosperidad a las naciones 
libertadas; y la científica para desarrollar tales técnicas y llenar de luces la república. 
 
Así pues, estos dos autores privilegian la vivencia y el explorar la vida, en esto 
consiste la forma como se debe ser educado, una preparación para afrontar las 
situaciones de la vida, asumir los riesgos y disfrutar de estos: una formación para la 
resolución de problemas cotidianos y el desarrollo productivo de la sociedad con 
base en la instrucción técnica. Para esto no se necesita memorizar preceptos ni 
transcribir las teorías de un tablero, es abrir el mundo a un sinfín de posibilidades 
ya que este es el mejor recurso de aprendizaje. El mejor educado es quien ha sido 
privilegiado con el encanto de la naturaleza como instrumento educativo, aquel en 
condiciones de “sobrellevar los bienes y los males de esta vida”, porque “la 
verdadera educación consiste menos en preceptos que en ejercicios” (Rousseau, 
p. 139). 
 
 
 
 
 
 
 
32 
 
 
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