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Revista Española de Ant>’opologza Americana IS5N: 0556-6533
2001, n.> 31: 59-96
Ideologia, poder territorio.
Por un análisisde/fenómenochulípario
desdela Arqueologíade la Percepción1
FranciscoMiguel GIL GARciA*
RESUMEN
Considerandola distinción de significado establecidaentre los conceptosde
espacio,paisaje y territorio, estetrabajo pretendepresentarun modelo teóricode
interpretacióndcl fánómenochulípario desdela Arqueologíade la Percepción.Así,
desdeel capital simbólico acumuladopor estasestructurasfunerariasen tantofor-
masde expresiónarquitectónica,plantearemosel fenómenocomounamonumen-
talizacióndel paisajea partir de la exaltaciónde los antepasados,lograndocon ello
el establecimientode un philum ciánicoque relacioneel orden cosmogónicocon
la percepcióndel espacioy quedesdeel no-tiempode la muertelegitima la orde-
nacióndel territorio.
Palabrasclave:Chulípas,arqueologíade la percepción,espacio,paisaje,terri-
torio, monumentos,mundo funerario,culto a los antepasados,Andesmeridionales,
PeriodoIntermedio Tardío.
Este trabajo eter¡vade una ponenciahomónimapresentadaoriginariamentedentrodel
SimposioARQ-8 «Arqueologíade los Andesde Sur (Argentina,Bolivia, Chile): nuevosapor-
tes»,desarrolladoen el marcodel 50.’ CongresoInternacionaldeAmericanistascelebradoen
Varsoviadurantelos días 10-14dejulio del 2000.
Departamentode HistoriadeAméricaIt (AntropologíadeAmérica),FacultaddeGeo-
grafia e llistoria, Universidad Complutensede Madrid. Ciudad Universitaria, sIn. 28040
Madrid.E-mail: tacliiyoct4hotmail.com.
59
Ideología. pcder territorio
ABSTRACT
Consideringthe differenccof meaningbetwcenthe conceptsof space,lands-
cape and íerriitoo.’, this paperpí’etendsto presenta theoreticalmodel fin theinter-
pretationof chulíparianphenomenoninterpretationfrom the Arehaeologyof Per-
ception. So, from the symbolic capital piled by this mortuary structuresas
architectonicalexprcssionforms, xvc establishthe phcnomenonas a monumental
action over the landscapebcginning from the ancestorsexaltation.Thus, a clanie
philuní resultsfoundedin order to legitimate the territory arragementfroni no—time
of the deaththat relateda cosmogonieorder with the spaceperception.
Key words: Chulípas, archaeologyof perception,space,landscape,territory,
monuments,mortuarypractices,ancestorscult, SouthernAndes, Late Intermedia-
te Period.
INTRODUCCIÓN
Partiendode esaacepciónsemánticaquevincula la ideade territorio a un
espaciogeográfico,un poderpolítico y unosrecursoseconómicos,no resul-
ta dificil la asociaciónque aquí proponemoscon los conceptosde ideología
y poder Sin embargo,a distintospoderespolíticos~y en definitiva, a dife-
rentesgruposhumanos—-,dependiendode las ideologías,correspondengene-
ralmentediscursosvariadosacercadel conceptode espacio.A pesar de los
sistemasde pensamientoculturalmentedelimitadospropiosde cadasociedad,
lo cierto es queel Tiempo y el Espacioconstituyendos constantesuniversa-
les de percepcióndel entornoy de ubicaciónde nuestraidentidad en él. A
partir de aquípodremoshablarde formacionessociales,políticasy económi-
cas,perono antesde considerarla percepciónquelos individuos tenemosde
aquello quenosrodeay que,por otra parte,nosatemoriza:el pasodel Tiem-
po y la mutabilidaddel Espacio.
i)esdeestaproposicióninicial cadagrupohumanoha elaboradoaquellas
ideologíasque,en tanto que valor adaptativo,mejor contribuyerana contro-
lar estosdos axiomas,a percibir el entornoy a fijar sobreél unosdetermi-
nadosespacios.Si entendemosla naturalezadel Espaciocomo un hipotético
continuutn cuyos extremosvendrían mateadospor stí entendimientocomo
escenarioen el que se refleja la sociedady, al mismo tiempo, como un ele-
mentomásde las estrategiassocialesy políticas,no estaremossino asumien-
do uno de los problemasque con más énfasisvienecaptandola atenciónde
Revista Españo/oc/el oti’opo!<~io ..‘i me,icana 60
2001, ni’ 31:
Francisco Miguel Gil García Ideología, poder territorio
diversasdisciplinasde la Ciencia Social: el espacioy la organizaciónsocial.
Negandotodaposiblerelaciónmecánicay unívocaentreespacioy formasde
organizaciónsocial y enfatizandopor el contrario los aspectosideológicosy
los mecanismossimbólicosen la definición de los espaciossociales,el obje-
tivo del presentetrabajono seráotro que el de plantearun análisis,aunque
seadesdela teoría, que interrelacionandola sociedad,el espacioy la arqui-
tectura,los sistemasde pensamiento,las formacioneseconómico-socialesy
el paisaje, acometala interpretaciónde un tipo concretode registroarqueo-
lógico monumental,clJén¿menochulípario, propio de los Andesmeridiona-
les de la segundamitad del PeríodoIntermedioTardío (ca. 900——primer ter-
do del siglo XV).
En suma,la propuestaquea travésde estaspáginasplanteamosno es otra
que la de sentarlas basesideológicas,socio-políticasy económicasque en
última instancianos permitanplantearun modelo a travésdel cual podertra-
zar una línea que nos lleve desdela caracterizaciónde las estructuraschulí-
pariasen tanto ejemplos de arquitecturafuneraria hastasu interpretación
como indicadoresmonumentalesen los que confluyen la muerte, las creen-
cias, el tiempo, la sociedad,el espacioy la percepciónde todo ello por los
agentessociales.
ACERCA DE LA VISIÓN ARQUEOLÓGICA DE LA ARQUITECTURA
COMO EXPRESIÓN DE CULTURA MATERIAL
Así como los antropólogosbasansusconclusionesen el estudio de la
experienciade la vida real dentrode las comunidadesactuales,puededecirse
que los arqueólogoslo hacena partir de los restosmaterialesdejadospor los
habitantesdel pasado.A lo largo de la historia de la disciplina hansido diver-
soslos tratamientosdados a esteregistro arqueológicode la culturamaterial,
dependiendode los enfoquesteóricosal uso y de aquellosproblemasquepre-
tendieranresolversea partir de ellos. Uno de los aspectosquemáshanllama-
do la atenciónde la Arqueología,especialmentea partir del desarrollode la
NewArchaeologvallá a finalesde la décadade 1960y plenamentedurantela
de 1970, ha sido sin duda la emergenciade la desigualdady la evolucióndel
podersocial. Sin embargo,coincidiremoscon Axel E. Nielsen(1995: 50) en
que,si se ha venidoponiendoel acentoen la determinaciónde las condicio-
nes históricasy medioambientalesbajo las cualesse ha desarrolladola desi-
gualdad,así como de las diferentesformasde poder(político) quehan inter-
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5: 0 oc’is<o Miguel (Ji! (Sarcia Ideología. pode’; teiritorio
venido en el proceso,poca ha sido la atenciónprestadaa cómo la cultura
material participade éstos.Hastaalcanzarel viraje impuestopor lan Hodder
y su Svrnbols itt Action (1982a) desdela Arqueologíapost-Procesualde la
décadadc 1980,se consideraríanlos objetosde culturamaterialen tanto refle-
jo directo de las estructurassociales,y así, si bien la ¡netaa la quetratabade
orientarsela NewArchaeologyconsistíaprecisamenteen explicitar el método
para sujetar la proyecciónde subjetividades.se buscaríanexplicacionesque,
en suma, no escaparíande esa proyección —-muchasvecesacritica-— -. de la
propia í’ealidadsubjetivadel investigador,olvidando con ello que las categorí-
as de l)ensatnientono vienen universal y ateinporalmentepredefinidas,sino
que varíandependiendode los contextosparticularesde cadasociedaden su
tiempo y lugar (v.g.’: Hernando1997, 1999ay 1999b).
La arquitectura,por su parte,no iba a ser menosque cl resto de expre-
siones culturalesde soportematerial. Desdesusorígenes,las aproximaciones
que los arqueólogosvendríanmayoritariamenterealizandode las ruinas
arquitectónicasdel pasadoquedaríanmarcadaspor la Historia del Arte y por
criteriosde funcionalidadadaptaliva(Moore 1996: 4 y ss.). Habría queespe-
rar muchohastaque la arquitecturadel pasadodejasede sercontempladaen
plantay se asumiese,por lo menos,un análisis bidimensionalque,atendien-
do a plantasy alzados,recurriesea principios de espacialidadcon relación a
modelos de organización socio—política y observaciónastronómca. Sin
embargo.aún un poco más habríaque aguardar,ya bien avanzadala Arqueo-
logia Procesualy plenamentea raíz delos post-procesuales,para que las
aproxiníacionesarqtieológicasa la arquitecturarecoweranperspectivasy pre-
ocupacionesantropológicas,entendiendoque las estructurasarquitectónicas
denotanaspectosno-adaptativoscargadosde significado cultural. Siguiendo
el planteamientode DeniseLawrcneey SethaLow (1990: 455,cit. in Moore
i9q6:iÓ~jl) se habríandc establecerentoncescomo puntosde interéspara
la arqueología:
1) (le qué maneralas construccionesse acomodanal comportamiento
humanoy se adaptana sus necesidades,
2) cuál es el significado de las formas arquitectónicasy cómo éstas
expresanvaloresculturales,
3) cómo la arquitecturacontribuye a reproducir la sociedadmediante
relacionesde poderen el espacioy
4) cómo actúan estas formas en el procesomental de autoconcepción
esliacialde los individuos.
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Erancisco Miguel Gil García Ideología, poder territorio
Volviendo sobre la historia de la disciplina (Trigger 1992 y Hodder
1994), diríamos que durantemucho tiempo los arqueólogosestaríanmás
familiarizadoscon el primero de los puntosseñalados(ArqueologíaTradicio-
nal), adentrándosepaulatinamente—y de maneraselectivasobrelas grandes
construccionespúblicas de los definidoscomo «centrosceremoniales»—en
los puntos2) y 3) (NewArchaeology),perotan sólo aventurándosea penetrar
muy recientementeen el punto 4) (Arqueologíaspost-Procesuales).En cual-
quier caso,hastaalcanzarpropuestasteóricasaúnmuy frescas,las relaciones
entrela ideologia y la arquitecturahansido generalmenteentendidasen tan-
to la segundaresultarareflejo del estilo propio de cadasociedado del «espí-
ritu de una época»,y no tanto afrontadascomo un problemaa sercontrasta-
do desdela teoría(Agrest 1991: 31, citt in Moore 1996: 170).
En estesentido, insistiremosen nuestroobjetivode relacionarlas formas
arquitectónicascon las formacionessocialesy el manejodel espaciodesde
aquellosmecanístnossimbólicosquepermitenconvertir unaestructurafune-
raria en monumentoen el paisajey perpetuarcon ello un discursode poder
encaminadoa la definición de territorios2.
DEL ESPACIO GEOGRÁFICO A LA CONSTRUCCIÓN DEL
PAISAJE. LA IDEA DE ARQUEOLOGIA DE LA PERCEPCIÓN
Generalmenteel paisaje ha sido entendidobien como superficievisible,
susceptiblede captaciónestética,o en tanto realidad complejaen la que se
manifiestaninterrelacionesentreelementosde distinta índole (Orejas 1991)
(Fig. 1). Desdeel «funcionalismo ecológico»de la NewArchaeology se
entenderíael espaciocomo un conjunto de recursosque habríade estaren
equilibrio con sushabitantes,contempladaasí la Cultura como un mecanis-
mo extrasomáticode adaptaciónal medio. Bajo estospresupuestosnacerían
2 Mucho podríadiscutirsesobrela ideade territorio, tanto desdela geografía,la eco-
nomia, la historia, la arqueologíay la antropología,poniendoen tela de dudaesadimensión
politizadadel espacioqueaquí señalamos.Conscientesde ello y en un intento de solventarlo,
a fin de operaeionalizarconceptosdentrodel argumentoexplicativoquehemoselegido, esta-
blecemosestadistinciónentreespaciocomoabstracciónculturalmentesemantizada,paisajeen
tantoconstrucciónsocial del espacio,y territorio en calidadde apropiaciónpolitizadade un
espaciofísico y construcciónde un paisajesocial definido desdela exclusividadpositiva y
negativa(vgr Garcia 976: 29 y rs.), de lo eual sederiva indisolublementela idea defronte-
ra. Volveremossobrecadaunade estasideas a su debidotiempo.
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7rane’is’e’o Aligad Gil (Sarcia tdeolcgía. pode’: territorio
la Arqueología Espacial y el Site CatchmentAnalysis (y. gr Clarke 1977,
Hoddery Orton 1990),con las miras puestasen
1) la relación del ser humanocon el medio en términosecológicos,
2) el medio como recursoy
3) el territorio en su relación estrictacon el grupo.
Posteriormente,desdela Arqueologíapost-Procesual,centradaen la lec-
tura simbólica y estructuralde los elementosarqueológicos,se propondría
una ArqueologíaContextual quepermitiera observarlas relacionessimbóli-
cas--—mentales--—entrelas gentesy los modelosespacialesquegeneraron.Se
asistiríaentoncesal desarrollode unaArqíteologíadel Paisaje,entendidoéste
como la objetivación de las prácticassociales,tanto de caráctermaterial
corno imaginario. Se subraya así la distinción entre el espaciofísico y el
espaciosocial, partiendode la ideade quetanto los individuoscomo losgru-
poshumanosdesarrollansistemassimbólicosqueles permitensentirseorien-
tados y segurosdentro de su realidad circundante.Asumiendo un pensa-
miento kantiano, puedeen este sentido decirse que ha sido a partir de la
construccióny semantizaciónde las dos abstraccionesde Espacioy Tiempo
como el ser humano ha venido desarrollandola creenciade que controlasu
entorno, condición ésta primordial para su supervivenciaeficaz (Hernando
1997: 248, 1999b: 8-9).
De estamanera,identificadocon la noción dc una«naturalezano-huma-
na»,desdeel puntoen que resultaconstituidopor los elementosfijos de ésta,
el espacioquedaentoncesdefinidoen tanto cualidadde ordcnaciótide la rea-
lidad conformea unasreferenciasfijas. Desdeestabaseseconcluyequesi la
construccióndel espaciono apelapues,a travésde un modelode representa-
cion, a unos límites o hitos abstractossuperpuestos,sino más bien al propio
contenidode aquella,resulta entoncestransformabledesdela representachin
mcta/crica de la realidad: de hecho, no venimos razonandodirectamente
sobre Ja naturalezamisma, sino sobrelos modelosinventadospara represen-
tarla (Leacb 1978, Olson 1994; cfi: Hernando 1999ay 1999b parala aplica-
ción del modelo de Olsonen Historia y Antropología).
Consecuentemente,si hablardel espacioen arqueologíaimplica referirse
apa¡sa;esconstituidosdesdelos sistemasde organizaciónhiemal propios dc
cadagrupo humanoy su momento,y si el avpaeioquedaconstituidosimbó-
licamentey concebidosólo a travésde la experienciamásquedesdela reali-
dad física (Ingold 1993). entoncestal vez debiéramosapostarpor una
Revisto Española de’ /4 n trc>po logia A‘nericano 64
2001. n.” 3!: 59-91,
Irancisco Miguel Gil García
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65 Revista Española de Antropología Americana
2001,nY 31: 59-96
Itone ¡seo Atki,e:l (Sil Gco’cía Ideología, pode,: territorio
Arqueologíade la Percepciónque,en palabrasde Felipe Criado (1 993a: 33),
arranquedcl reconocimientode la visibilidad como característicaintrínsecaa
los elementosdel registro arqueológicoe intente «definir la actitud cultural
hacia el espacioa travésde la basede la formacomo se visibilizan los efec-
tos y productosde la acción social». Partiendodel presupuestode que «la
visibilidad es,de hecho,el resultadou objetivaciónde la concepciónespacial
subyacenteal registroarqueológico»(Criado 1993a:33), estaArqueologíade
la Percepción,en suma,«tendríaentresusobjetivosevaluarel efecto de los
rasgosnattíralesy artificiales del paisajesobre susobservadorespretéritos»
(Criado y Villoch 1998: 63).
Desdeestesubstratoteórico, si el paisajequedaresueltocomo un espa-
cío cultural y socialmenteconstituido y simbólicamentesemantizado,podre-
mosentoncessin lugar a dudashablarde unaconcepciónespacialparalelaa
la edificación de construccionesartificiales (monumentales)—. ya seande
naturalezafuneraria,defensivao palaciega——-,concebidasparaservistasen cl
espacioy perduraren el tiempo. configurandoasi un paisajeque nos habla
de las sociedadesque lo generan.La arquitecturamonumentalcobra enton-
ces una.tridimensiotialidad tanto utilitaria como simbólicay sc convierte en
recursoa la vez espacialy temporal: por un lado, regulaculturalmente los
hechossocialesy determinala experienciadel observadorde forma intencio-
nal e ideologi~’ada;y al mismo tiempodeja constancia(permanente)de estos
hechossociales(Criado 1 993a: 33, 35). Así, resolveremoscon Jerry1). Moo-
re (1996: 2, 98) que los monumentosson, ante todo, testimoniosfisicos del
uso simbólico del podercuyo particularpoder visual y legitimadordepende
de su percepcióny visibilidad.
Ahora bien, plantearun tipo de análisisque trate de atendera la dimen-
sión social del naisajedesdelanosiciónnerceptivade aquellosqiloin onqe
truyeron, como venimos intentando,entrañados serios problemasteóricos.
Por un lado, no seriaclifici 1 tacharlode subjetivoo stíbjetivizantede no lograr
cvitar .-.--o cuandomenosintentarlo esaperspectivalogocéntricapropia de
la metafisicamodernaoccidental,estimandoerróneamenteque las categorías
de percepciónhumanasson universalesy atemporales.De maneraanáloga,
teniendoen cuentala necesidadde contarcon un sujetoperceptivoa la hora
de poder hablarde percepción,esteplanteamientovolvería a caer en esas
mismas acusacionesde subjetividad y egocentrismo,razón por la cual la
Árqueolog,ade la Percepciónse propotie descubrir no las actitudesindivi-
dualessino, en tanto queéstasseencuentrandeterminadaspor códigosparti-
cularessocial y etílturalmenteestablecidos.adentrarseen esossistemassocio-
Re,’ista F.s’panola de’ A;> tmpO/o=j’ie,.1;,;e,’ic’aoo 66
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Francisco Miguel Gil (Sarcia Ideologia.poder territario
culturalesqueguían,orientany predeterminanla percepción.Es decir, como
quedaseñalado,seaspira desdeestemareo teórieo-metodológicoa alcanzar
la percepciónen su objetividad a travésdel análisisde los rasgosde visibili-
dad (Criadoy ‘Villoch 1998: 64-65).
Comobien plantearaMaurice Godelier (1989), la realidadestáconstitui-
da por lo material y lo ideal o imaginario,de maneraque el carácterrealde
un fenómenono viene definido por su cualidadfisica sino por su capacidad
de producirefectossocialesreales,esoqueFoueaulttitulasecomo «materia-
lismo dc lo incorpóreo».Porconsiguiente,considerandoque los monumen-
tos no hacensino patentizardiferenciacionessocialesy que suconstrucción
sueleir aparejadaa momentosde tensiónsocial, podemosalcanzara relacio-
nar la construccióndel paisajesocial a travésde elementosartificiales monu-
mentalescon un cambioen las formasde conceptualizacióndel tiempoy del
espaciocomo correlatosbásicosde nuevasestrategiassocialesde construc-
ción de la realidad(Criado 1993b:40).
Así, insistiendoen esaconceptualizacióndel paisajecomo objetivación
espacialde las prácticassocialesde caráctermateriale ideal, trataremosde
sumarnosaquí a la idea de Felipe Criado (passim,Criado y Villoeh 1998,
Santos,Parceroy Criado 1997) dc que la Arqueología,ademásde atendera
la dimensiónmaterial del paisajesocial -—-como señalamos,en lo que ha
venidocentrándosebásicamentela ArqueologíaEspacial—,deberíaempezar
a prestar especialatencióna susdimensionesidealeso imaginarias,recono-
ciendo que todoobjeto cultural estáproduciendounaparticularracionalidad
espacial.En consecuencia,no habríaqueperderde vista la voluntadde hacer
quelosprocesossocialesy/o susresultadosseanmáso menosvisibleso invi-
siblesa nivel social; del mismo modo que las condicionesde visibilidad de
estosresultadosde accionessocialesson de hecho la objetivaciónde la con-
cepción espacialvigente dentro dcl contextocultural en que se desarrolla
dichaacción (Criado 1993b:42, 43-figí, 44-fig. 2) (flg. 2).
LA IDEOLOGÍA COMO SISTEMA DE REFERENCIAS
CULTURALES
Tratandode clarificar estoúltimo y el esquemade la Figura2, arrancare-
mos de la proposición de que todo agentesocial (individual o colectivo) se
encuentrainínersoen una racionalidadparticular definida culturalmentea
partir de la cual desarrollasusaccionessociales.En estesentido,imprimien-
67 Revista Española de Antropología Americana
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Francisco Miguel Gil García Ideología,podec territorio
do un carácterintencional a las mismas, se conseguiráque dichapráctica
social —eso que Pierre Bourdieu denominahabitas— tenga como conse-
cuenciasunosproductos-—en el casoque nos ocupa,los monumentos—y
unosresultadosintencionales——su visibilidad—. De estemodo, consideran-
do la ideologíacomo «la mayorherramientaen la creaciónde legitimidad,en
la justificación de las relacionesde poder»(Moore 1996: 172, la traducción
es nuestra),la apariciónde un monumentoen el paisajeno harásino perpe-
tuar un discursoideológico.
Ahorabien, evitandoesacaracterizaciónclásica(marxista) de la ideolo-
gia como práctica de un poderdominanteen la sociedadque se sirve de lo
simbólicopara ocultar, enmascararo desfigurarlas relacionessocialesreales
(para su crítica, Hodder1987: 17-19, 1994: 80-85), coincidiremosmás bien
aquícon Geoffrey W. Conrady Arthur A. Demarest(1988: 17-18)en quelas
ideologíasson
«un conjunto de ideas interrelacionadasqueproporcionana los
mietnbrosde un grupouna razónde existir. La ideología dice a esos
miembros quiénesson y les explica sus relacionescon todos los
demás,con la genteajena al grupo, con el mundonaturaly con el
cosmos.Tambiénestablecereglasde actuaciónde acuerdocon estas
relaciones».
En estesentido, cualquier ideología se presentarácomo un «sistemade
creenciasacercadcl mundo, verdaderao falsa, no importa, pero causadaso
determinadassocialmente»(Garvia 1998: 53), lo quenos muevedefinitiva-
mentea coincidir con Clifford Geertz(1997: 179) en quela ideología,entan-
to «sistemacultural», no viene sino a «sumínistrar ‘una salida simbólica’ a
las agitacionesemocionalesgeneradaspor el desequilibriosocial». Así pues,
nos estaremossumandoaquí a esacorrientede pensamientopara la cual el
análisisde las ideologíasno debieraconducirsehaciala enunciaciónde sus
principios dogmáticos-—ejercicio en el que la arqueologíaestadapor demás
diseapacitada—,sino másbien a la identificaciónde aquelloselementosque
expliquensu emergencia,desarrolloy resultadoadaptativosatisfactorio.
De este modo procuraremosorganizarlas siguientespáginas,sin perder
de vistadesdela perspectivateóricaqueel análisisde las ideologíasy lo sim-
bólico en arqueologíano ha adquirido cierta relevanciahastaun momento
relativamentereciente(i’. gr Hodder 1982b, Spriggs1984 o Miller y Tilley
1984a).Como apuntábamos,seríaa partir de Sytnbolsin Action de lan Hod-
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¡2,0,> cisco ;ttig, ccl G,l (Sarcia Ideología. poder. territorio
der (1982a)y la consolidaciónde la ArqueologíaContextual,y ya plenamen-
te durantela décadade 1990 y el surgimientode la ArqueologíaInterpretati-
va, cuando,a partir del estudiode las manifestacionesde «culturamaterial»,
estos dos aspectosrelativos a la «cultura ideal» (quizás mejor dicho «idea—
cional») captasenplenamentela atenciónque merecían(Hernando 1992,
Hodder 1987, 1994: cap. 4).
Desdeeste ángulo, revestir a las mati.ifestaeionesde cultura materialde
un componentesimbólico abriría una puertade análisis de múltiples aplica-
ciones:el usode lo simbólico y sudesarrolloplástico sobrediferentessopor-
tes constitutriaun nexoentrelos planosideal y real, entrelas ideologíasy las
practicassocio—culturales.Mucho de adíttel lo que anteriormenteera simple-’
mente cotisideradocomo «arte»pasaríacon esteviraje de revertir un interés
estéticoa otro de naturalezaideológica.Podemosdecircínecon el desarrollo
teórico y metodológico de las Arqueologíaspost—Procesualesse abría una
nuevadimensiónde análisis:el poder (simbólico) de los objetos,y con ello
una vía de aproximacióna las ideologíasprehistóricas.Influidos por la Ten—
ría Crítica de Anthony (iiddens y el post-estructuralismode Pierre Bourdieu
o Miehel Foucault,algunosarqueólogosempezaríana aplicar un nuevo trata-miento a la noción de /301k’,’, consideradaintrínsecaa toda acción social a
partir de las posicionesde statusde sus agentes,convertidasentonceslas
prácticassociales en un ejercicio de (re)negoeiaciónde las relacionesde
poder existentespara/en cada situación socio—cultural. Sobre estas ideas
regresaremosmás adelanteal tratar de la apropiacióndel espacio,la cons-
lrttcción de fronterasy la definición de territorios, al igual que al analizarel
componentede- poder simbol co mpreso en la monumentalización de la
muerlecomo expresióncultural quevincula la ideologb del culto a los ante-
pasadosy la consecuciónde resultadosterritoriales.
CONTEXTIJALIZANDO EL FENÓMENO CH ULLPARIO
Como hemosvenido afirmando, la explicación de las culturasarqueoló-
gicas debicia ser efectuadadesdesus propias estructurasen tanto que las
categoríasde percepción,los sistemasde representacióny los mecanismosy
valoresde sen]antizaciónresultanparticularesde cadagrupo humanodentro
de sus propios contextoshistóricosy culturales<Geertz1997: cap. 1, Hodder
1994: cap. 7). Así, de caraa podercontinuarde maneracoherenteestaexpo-
sición y a fin de ir aproximándonosa la delimitación impuestapor el subti—
Rocise, Espoñolo 1>-’ .4 ,-c Iropologí> .‘ . -i ¿ci¿‘orn; 70
~001 ,“V’ ~996
Franc‘iseo Miguel (Sil García Ideología, poden territorio
tulo que dimos a la misma, puntualizaremosantesde continuarquéentende-
mos por «fenómenochulípario» y procederemosa enmarcarloen su tiempo
histórico,su espaciogeográficoy su contextocultural.
Porchulípa seentiendeen arqueologíaandinaun tipo concretode estruc-
tura funeraria«torriforme»monumentalque,a vecesmimetizadaen el paisa-
je, otras ostensiblementevisible, se extiendepor los Andes Meridionales
duranteel PeríodoAgroalfareroTardío o de DesarrollosRegionalesdentrode
la segundamitad del PeríodoIntermedioTardío (ca. 1100/1200dC.—-íntcio
del períodoincaico [ca. 1471]), aunqueposiblementehundesusraícesen la
cultura Tiwanaku (Tiahuanaco).Calificaremos entoncescomo fenómeno
chulípario aquellaideologíafunerariaquetoma la estructurachulípariacomo
unídadde deposiciónfuneraria formal y eje de toda una seriede construe-
cíonessocialesde naturalezaespacialy política.
Desdeel punto de vistageográficoel fenómenochulípario se extendería
por la regióndel Collasuyoo Kollasuyu, esavastaáreaal sur del Titicacaque
abarcala zonacircunlacustre,los vallesorientalesde la Cordillera, los valles
occidentaleshaciala costapacíficay la punainterandinaprolongadahaciael
Noroesteargentino(Fig. 3). Una amplia extensión,estrechamentevinculada
con el valle del Cuzco y en la queprimaríauna consolidadarelación econó-
ínica entrela agriculturay la ganadería,por la que se repartíandistintosgru-
posétnicos,en sti prácticamayoríade origenaymara.Así, en las zonasaltas
del altiplano hacia la vertienteoccidentalde la Cordillera, lo que yaen épo-
ca incaicaseríallamado Urcosuyo,habitaríancollas, lupacas,pacajes,caran-
gas,quillacasy caracaras.Desdela bandaorientaldel Titicacahastael surde
Potosí,el posteriorUmasuyo,lo haríancharcas,soras,chuis, chichas,lipes,
collas y pacajes,a los que vendríaa unirse un grupo étnico de origen no
aymara,los uros, cazadoresy pescadoresasentadosen la riberaseptentrional
del lago3.
Al nivel de integraciónregionalpolitica, en estasegundamitad del Peri-
odo IntermedioTardío los distintos gruposétnicos, a veces actuandocomo
unidadesfederativasheterogéneas—v gr los Collas inmediatamenteprevios
a la dominacióninca——, seestructurana partir de un curaca(tambiénmalllcu
o cacique),desdeel cual se escalonanlos distintosayllus o linajes. Consti-
Paraunadescripciónmásdetalladadel panoramaétnicodelos AndesMeridionalesde
estosmomentosy dc sus formasde organizacionsocio-politicay económica,dr Berberiany
RaIlino 1991: cap.y Hidalgo 1982, Lumbreras1974, Murra 1988 y la primera partede Platt
1988.
71 Revista Española de Antropología Americana
2001, nY 31: 59-96
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FícLRA 3.—— Panoran~aétnico del altiplanomeridionalparael PeríodoIntermedio
Tardío. Deha., Chulípasde Sillustaní,en el extremooccidentaldel Titicaca,según
grabadode GeorgeSquierde mediadosdel siglo XIX.
• Presenciade estructuraschulíparias.
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Revista Erpañola cíe <lo ooj;r>1opio A mne’rie’aros 72
2001. nY 3!: 59-96
Francisco Miguel (Sil García Ideología, poder; territorio
tuirían por tanto un modelo de organizaciónsocio-políticaa medio camino
entre las sociedadestribales segmentariasy el estado,las conocidascomo
jefaturaso señoriosy que las fuentescolonialesnombrarántambiéncomo
cacicazgos,reinos o naciones(Berberiany Raffino 1991: 134-135).
Desdeel punto de vista económicoy urbanístico,el periodo quedaría
definido por tres aspectosfundamentales:
a) consolidaciónde espaciosterritoriales y poblacionesurbanizadas
sobre cerros y mesetas,que en algunos casosalbergaránla mayor
densidadde concentracióndemográficade toda la zonaandinapara
estosmomentosgraciasa unaexplotaciónde recursosmásque satis-
factoría.
b) desdela óptica agrícola, regadíoartificial con aguascanalizadasde
deshielosy manantiales;aterrazadode faldasy piedemontes;aumen-
to del númerode tubérculos,leguminosasy cerealesadaptadosa dife-
rentescondicionesambientales.
e) en la puna alta, ganaderíade llama y alpaca,así como explotaciones
agrícolasen los fondosde oasisfértiles, incentivándosela recogidade
sal, elementomineral muy requeridodesdetiemposde Tiwanaku.
Así, estaríamosasistiendoa un períodohistórico queEduardoBerberian
y Rodolfo Raifino (1991: 134-136)califican como «de ‘éxito reproductivo’
en la estrategiaadaptativa»y que serápercibidoen el registro arqueológico
desdelos siguientesaspectos:
1) proliferación del númerode sitios arqueológicosen relación al perío-
do anterior:
2) mayor tamañoy especializaciónurbanadentro de las áreasde insta-
lación;
3) «colonización»y poblamientode regionesquehastael momentoper-
manecíanlibres de ocupación;
4) captaciónde nuevosespaciosparala arquitecturaen piedra[y adobe],
erigida en sectoresde montaña,prácticaque requierede un notable
esfuerzodetrabajocomunaly de unamayoraplicaciónde tecnología.
De todoello se deduceun panoramade expansióndemográfica,urbanís-
tica y territorial en el que sobresaldríala competenciaentre los distintos
señoríospor los espaciossocialesy los recursoseconómicos,algo que aca-
73 Revista Española de Antropología Americana
2001, ni’ 31: 59-96
1,-un irco Miguel (Ji! (So,’cio ideología, pode’,: territorio
ba¡’ía por desencadenarno pocosconflictos territoriales,como podemosinfe-
rir de la proliferación de asentamientosurbanizadosen lo alto de mesetaso
colinas escarpadas:los pukat’as(del quechua«fortín, fortaleza»).En defini-
tiva, un momentocaracterizadopor la tensiónpolítica interétnicay las conti-
nuasescaramuzasbélicas, como llegarona recogerlos Cronistasde Indias.
Así por ejemplo,PedroCiezade León se haceeco de cómo
«habíaatitiguamentegrandesordenen todaslasprovinciasdesterei-
no quenosotrosllamamosPero,y quelos naturaleserande tanpoca
razóny entendimientoquees de no creer;porquenosdicen4que cran
mus’ bestiales[.4. Sin esto,por los cerrosy colladosaltostenianstís
castillos y Fortalezas,desdedonde,por causasmuy livianas, salíana
darseguerraunos a otros, y se matabany captivabantodos los más
quepodían.Y no embargantequeanduviesenmetidosen estospeco-
dos y cometiesenesasmaldades,dicen también que algunosdelios
eran dados st la religión, que loe causaque cii muchaspartesdeste
reinose hicierongíandestemplos, en dondehacían su oracióny era
visto el demonioy porellos adorado,haciendodelantede los ídolos
grandessacrificiosy supersticiones»(Cieza. [1553], cap. XXXVI II,
l985:lSl-182í.
Del trismo modo, el PadreBernabéCoborefiere que
«¡--Jacíansecontinuaguertaunos pueblosa otros por causasmuy
livianas. cautivándosey matándosecon extraordinariacrueldad.Las
ocasionesmás frecuentesde sus contiendaseran quitarseunosa
otros el aguay campo. ... aunque...]Con vivir tan bestialmente,no
faltaron algunosque se dieranmuchoa la religión de susfalsosdio-
ses ...]; o cual fue causade edífícarsemuchostemplos5, adonde
acudíana haceroracionesy ofrecer stís sacrificios» t Cobo, [1653],
Lib. XII, cal). i, 1964 (II): 58>.
.ÁdviértasequeCiezaestáreproduciendocn estefragmentolas noticiasquerecibede
sus iii tormaníesIncas con lo que Habremosde interpretarloen tanto resultadodc un í it ini
pulacion de la Histo>u l;cclnu desdeel pueblo conqoistador—daminaníeque se prcsciit i isí
comacix—ilizadoi qoc Ii lrcíucalogia ha venido a desmentiren parle.
1..
uúinc’i’I que amboscroiuisias se estcíi rciínícndo ¿qut ‘1
estrocluraschutlparias lo; ritas funerarios a ellas asociadas,máxin,e cuandotanto 1. icz
(11553). cap;. LXIII x ( l955: 26(352v xx) como (Jobo(11653] t.ib. 14, Clip. 8 1964 (II)
271 —223) se det caun <u su descripción porrnenori>’adaen alros pasajesdc su abrí Sin
Re-it-lo LS/’oo;)lo ele.’ .-I;I/vopologia Ic,¡¿’,-ie’u,eea 74
2001 u 31’ <9—06
Francisco Miguel Gil (Sco’c’ia ideología, poder territorio
Por no extendernosya más en este asunto,que escaparíaal propósito
concreto de estaspáginas,podemosresumirqueduranteestasegundamitad
del PeríodoIntermedioTardío,a tenorde lo visto, pareceasistirsea un pro-
cesode transformacionesrelativasno sólo al cambio de la estructurasocio-
política de estosgruposhumanos,sino paralelamentetambiénen la explota-
ción del paisajeeconómicoy la construcciónde un paisajesocialen y desde
el cual se patentizaránlas relacionesde poder interétnicas.En este sentido,
a las ya contempladasideas de espacioy paisaje, vendremosa añadirotra
más: la de territorio, un conceptoconnotadopolíticamentey que hundesus
raícesetimológicasen el DerechoRomanocon el sentidode «ordenaciónde
la tierra».
Resumiendo:que tanto el aumentodemográfico,manifiestoen esacon-
centraciónde población,como el alto grado de intensificación económica,
del quederivaun incrementosubstancialdel áreade captaciónde recursosde
los asentamientos,fundamentalmenteen áreasde produccióndiversificadas,
conducirían a una situación de inestabilidad política intergrupal definida
igualmentepor continuosenfrentamientosarmadosy, al mismo tiempo, por
una conductaterritorial caracterizadapor esa apropiacióndel espacioque
ilustran tanto los pukaras,exponentesno sólo de un podercoercitivo sino
tambiénde la competenciapor los recursos,como los monumentos,manifes-
tacionesde un podersimbólico.
FRONTERAS Y TERRITORIOS, DOS CONCEPTOS IMBUIDOS
DE LA NOCIÓN DE PODER
Como consecuencialógica y aparentementenecesariade un panorama
político-económicobélicos y en competenciapor los recursoscomo el que
aquíhemosdescrito,parecieraquehabríade serla apropiacióndel espacto,su
delimitación de uso exclusivo y suconversiónen «territorio de coerción»lo
queviniesea constituirel paradigmade las jefaturas(Nocete 1984, 1990). Sin
embrago,al tratar de aplicara los Andesestemodelo ideal—quepor otrapar-
embargo,lo que si parecequedarpatentees cómo en medio de esteambientebélico en com-
petenciapor los recursos,la ideologíareligiosa en estosmomentosde crisis semater,alízaba
sígnificatívamenleen eí paisaje. A nuestrosefectos, las estructuraschulípariasvienen a ser
eso: manifestacionesarquitectónicasde Lina ideologia religiosa (funeraria)con ineludibles
implicacionesespaciales.
75 Revista Española de Antropología Americana
2001, n.’ 31: 59-96
kYa,,e’iÁc’c, .-Vhgae’l Gil (Sai-cia Ideología, pode,. le’,’,’;tono
te, sí parecefuncionaren otros escenarios—no tardaríamosmuchoen chocar
con ligeros problemasde tipo fisico y económicoa la horade definir fronte-
ras étnicay politícamentedelimitadas.En estesentido,dadaslas peculiarida-
des medioambientalesde la Cordillera, los grupos humanosandinosse han
venido situandoanteunaserie de micro-ambientesderivadosde las oscilacio-
nesclimáticasconsecuenciade la altítuck que han tenido queir ocupandosin-
crónicamentea fin de satisfaceruna dieta equilibraday precaversecontra la
escasez.De estemodo, cadacomunidado ayllu mantendríaáreasde explota-
ción aeTropecuarlaen diferentesnichos ecológicos,dandoasí lugar a lo que
JohnVMurra (1972, 1975, 1980) denominase«controlvertical». En estesen-
tido, la resoluciónespacialadoptadaseríala de asentamientosseparadosentre
sí por áreasdeshabitadasy/o pertenecientesa otros gruposétnicos,semeján-
dosea-si a islas encadenadasdiseminadaspor un «archipiélagovertical».
A pesarde las criticas objetadasa estemodeloen cuantoa su concepción
panandinade dudosaaplicación para el conjunto de los Andes Centrales
(Conrad y Demarest l988: 194 y ss.), sí pareceacomodablea los últimos
períodosprehistóricosdel altiplano sur como consecuenciade la rupturade
las primitivas redes(le intercambioy a los primerossignosde desintegración
del estadoregionalde Tiw’anaku a paí’tir de mediadosdcl siglo IX (Browman
1980: 109, 117). En cualquier caso,seriande esperarlas dificultadesen el
mantenimientode la verticalidaddentro de un clima de integraciónregional
pacíficacuandoestarnoshablandode un períodoinmediatamenteposteriora
la desi ntegracion de una estructura socio—política más amplía como fuera
Tiwanaku,y en el que enclavesde colonos máso menospequeños,rodeados
por gentesde otro grupo étnico, o incluso compartiendolos recursosdentro
(le un paisajeplttriétnieo, convivirían en un ambientede hostilidad latentey
enfrentamiet]tosarmadosrecurrentes.
En estecaso,la ideade un espacioapropiadode uso exclusivoy delimi-
tadopor el establecimientode unoslímites fijados medianteuna fuerzacoer-
cítiva militaí’, que permitiera tanto excluir a los extranjeroscomo adscribira
la población integradadentro de esoslímites, creemosqueconstituye,parael
altiplano surdeestosmomentos,unarealidadsocial,económicay politica de
dificil materializacióny que nos conducea replanteamosla noción de poder
desdetina perspectivade lo simbólico. A partir de aquí, consideraremosel
podercomo algo que puedeser multitérmey no unitario, queno esdetenta-
do necesariamentepor individuos o institucionesde forma directa,pero que
si es ejercido por ellos de acuerdoa distintasestrategias.concluyendoenton-
cesque el poderresultaomnipresenteen la sociedad.
11eV/sto Esoc,ñola de .1 ntropologia A n>ec’i>’c;,-ir 76
20111 n “ t - S9—96
Francisco Miguel Gil (Sarcia Ideología, poder territorio
De acuerdocon Anthony Giddens(1979: 69 y 1984: 15), el poderque-
daríadefinido como la habilidad del agentesocial (individual o colectivo)
para movilizar los recursos—objetos,información,las accionesde otros...—
que constituyenlas basesde la acción,siendoestacapacidaddesarrolladaen
virtud de la posición del agenteen la estructurasocial, lo que para Pierre
Bourdieu constituyeel «capitalsocial».
En arqueología,por suparte,la ideade poderha venidoconcibiéndoseen
términosde rankingy control, relacionadacon la presencia/ausenciade aque-
llos que se interpretancomo símbolosde status,cuandoen realidad,como
mantienenMichaelShanksy ChristopherTilley (1987: 72), debieraanalizar-
se atendiendoa susraíces sociales,aquellasque denotansu surgimientoy
mantenimiento.l)e tal modo, si el poderes creadoy sólo existe en las rela-
cionessociales,susformasespecíficashabránde serligadasa aquellassitua-
cionessocialese históricasen las queseproducen(Miller y Tilley 1984b:8),
resultandoentoncesnecesariauna distinción entrepoderpara y podersobre
(Miller y Tilley 1984b:5-8, Shanksy Tilley 1987: cap. 7).
Porpoderpara seentenderáaquelelementointegraly recurrenteen todos
los aspectosde la vida social, componenteintrínsecode toda interaccióny
prácticasociales,que haceque definamosel podercomo una fuerzapositiva
envueltaen la producción,reproduccióny transformacióndel ordensocial.
Como expresiónparticular y contextualizadade éste, la idea de un poder
sobrenos referirá a las formasespecíficasde control social, de maneraque
tan sólo los agentessociales(individualeso colectivos)podránejercitareste
poder, a travésde la agenciade otros y dandoentoncescomo resultadounas
relacionessociales(de poder) asimétricasy contingentes.Desdeestapers-
pectiva, el poderpara habráde seranalizadoen términosde la capacidadde
las manifestacionesculturalespara producirpoder—y aquí incluiríamosese
poder simbólico del que nos ocuparemosmás adelante—,mientras que el
poder sobre remitirá a las formasde dominación,autoridady persuasión
social y política, tanto fisica como psiquica.
Contemplandoambasacepciones,coincidiremosentoncescon Pierre
Bourdieu (1996: 29-30) en que las estructurassimbólicas«tienenun poder
absolutamenteextraordinariode constitución(enel sentidode la filosofia y
de la teoría clásica)que se ha subestimadomucho»,lo que nos llevará con-
secuentementea afrontar la dimensiónarquitectónica-monumentalde los
ritos funerariosdesdeel análisisde su «capital simbólico»acumulado,retor-
nandode estemodoa la interpretacióndel papelde las ideologíasen la diná-
mica de construccióndel paisajesocial.
77 Revista Española de Antropología Americana
200l,n. 31: 59-96
F;’anc ‘seo ;tÍigíacl (Sil (Sarcia Ideología, pode;: tc’,’ritorio
LOS ANTEPASADOS,UN REFERENTE(A)TEMPORAL
DE LEGITIMACIÓN ESPACIAL
Volviendo sobreel modelo de distribución espacialde los gruposandi-
nos, y en función de la maximización del aprovechamientode recursos,se
presentade granrelevanciala circunstanciade quelos campos,pastos~,aguas
y animalesno recaensobrelos individuoscomo propiedadesenajenadas,sino
que pertenecenal dominio colectivo de sus ayllus. en los que en sentido
extensoconfluyen tanto la comunidadde los vivos como la de los difuntos.
A partir de aquí, en consecuencia,se estápenetí’andouna concepciónideoló-
gica de la identidadgrupal en la que el papelde los muertos,de los antepa-
sados (acizac’hiías) constituirá entoncesun claro referenteinstitucional: el
culto a los antepasados.
N4ientí’as quepara la sociedad(post>modernaoccidental la muerteresul-
ta distanciadasocíalmentehastasuprácticanegaciónen tanto negaciónde la
vida, pat-a las sociedadescIánicas»constituye,por contra,un cambio de esta-
do, un til timo rito de paso que «supone la eontintiidad temporal del orden
ontológicoo, por lo menos,la semejanza,quees su aspectosimbólico»(Tho-
mas 1993: 255). A través del pensamiento,«lo real-ausentese convierteen
En lo sucesLo, al referirnos a las sociedadesandinasy al culto a los antepasadoslo
haremosen térnj nos de «sociedadesciánicas»y «
1,hu/ítn; e lánico», no sin antesmatizar la
apI icacion de los modelos organizativos de clan o linaje a caso del ayllu andino. Ambos
coinciden en la creenciade que sus miembrosdesciendendel mismoantepasadoapical, si
bien el lineje haceoso de una filiación demostradamientrasque el cían recurrea una fi ha—
eion estipulada.En el pu mcm casosus miembros podránrecitar los nombresde sus antepa-
sadosremontándosedesdeel presentehasta ese antepasadoapical tío cual no quieredecir
<inc sus referenciasseancorrectas,sino que los it embrosdel linaje asi lo creen).Los mcm—
bios del clan, por el contrario,no necesilarianestaprecisión,puestoque su antepasadoapi-
cal suelecítiedar inmerso en la imprecisión genealógicapropia (leí milo, convertido asi en
ao ces
Pat-a nuestrocasodc «ayltus con sepucros abiertos»(Isbel1 1997) y pali-unesde asenta-
miento molí ietn leo dispersopodriamosconsiderarla existencialanro dc clanescomo (le lina-
jes. Por un lado, la figura del curacay sus ascendientesestaríaactuatidocomo referenciavisi-
ble de un modcío dc linajes segmenLtdo como conseenenei a dc los desplazamiento
poblacionalesconsecuenciadc los modeloseconómicos.Al mismo tiempo, la estructurachuhI-
par: y tus bultos funerarios(sacralizados)en ella depositadosacruariancomo monumentode
íd brenci a cii la filiación dc aquellosgruposhu manosque están 1 egilimando asi su territorio
perdidaentoncesla identidadpersonalizada(le cadauno dc los muertos.consíder:idostodasen
su coíuunto cuino símbolodc la unidady la identidaddcl grupo. Estecontextoideológicoserá
el que ríos nineva a optar por el adjetivocalificativo de «ciánico».
Reí‘isla lflpañola de Aal; ‘oooloí,’ia ‘1 ¿oí’ric-a;ío ~8
2001. it.” 3t: 59-96
Francisco Miguel Gil Ga,’eía Ideología, poder; territorio
el otro-imaginado-presente»(Thomas1993: 280). De estemodo, la muerte
resultareducidaal mínimo, incidiendoen la aparienciaindividual peroprote-
giendoa la especiesocial,quedandoasí integrada(aceptada,asumiday orde-
nada) en el sistemacultural, manteniéndosedesdela omnipresenciade los
antepasadosun philum cIánico.
Sedesarrollarádesdeestabasela creenciade quelosantepasadosdesem-
peñanun papelactivo y crucial en el mundo de los vivos, a partir de lo cual
suculto seconvertiráenpunto fundamentalen la tradiciónreligiosa.En pala-
brasde Reiner Toíri Zuidema(1973: 16), el culto a los antepasados«consti-
tuyó el meollo de la religión andina», cumpliendo igualmente funciones
socialesde granrepercusióny que Louis-VincentThomas(1993: 617) sinte-
tiza paratoda expresiónde culto a los muertosdel siguientemodo:
a) reorganizacióndel equilibrio de fuerzasespiritualesperturbadopor la
primera muertemítica a fin de asegurarel ordenmetafisicoy social
y regeneraral grupo;
b) asegurarla continuidaddel philum socialen relacióncon la filiación
cIánica;
e) favorecerla fecundidadde la tierra;
d) multiplicar los contactosy manteneruna buenaarmonlaentre los
vivos y los muertos,entrela sociedadvisible y la invisible,con el pro-
pósito de permitir la cohesióny la perdurabilidaddel grupo; y
e) satisfacerlas necesidadesmaterialesde los vivos desdela interme-
díación en el mundode los muertos.
Convertidosde estemodo los antepasadosen protectoresde la comunt-
dad, susrestosmortuoriospasarána sertratadoscomo símbolossagrados,en
pos de lo cual adquirirán <da función de sintetizarel el/tos del pueblo —el
tono, el caráctery la calidadde suvida, su estilo moral y estético—y su cos-
movisión, el cuadroque esepueblo se forja de cómo son las cosasen reali-
dad,sus ideasmásabarcativasacercadel orden»(Geertz 1997: 89). En este
sentido,el orden ideal de lo sagradoactuaríasobrela prácticasocial y polí-
tica del grupo detal maneraquela prosperidaddel ayllu dependedel correc-
to cuidadode susmuertos.El culto a losantepasadosconstituyeasi unafuer-
za conservadoraque ata al individuo al curaca, la tierra del ayllu y a las
prestacionestradicionales,constituyendo las desviacionesde este modelo
motivo de irritación de los antepasadosy fuentede enfermedadesindividua-
les y de penuriasparala comunidad.
79 Revista Española de Antropología Americana
200I,n.”31:59-96
Ira,;; ‘i.Ñco AIií,’uel Cii Gen-cia Ideolopta. parle;: territorio
Uniendo las genealogías,las relacionessocio-económicasy la construc-
ción del paisaje, resolveremosentoncesque la semantizacióndel espacio
funerario revertirá automáticamenteen legitimación del lerriíot’io. Conse-
cuentemente,coincidiremoscon Trevor Kírk (1993: 205) en que «la renego-
cíaciónsimbólicadel ordensocial a travésde la prácticafuneraria»estásig-
nificativamente estructuradaen el tiempo tanto como dentro del espacío
(monumental) En estesentido,el no-tiempode la muerte seconcebiráespa-
cíaimenteactualizandola eternidaden los paisajessociales,de tal maneraque
el Tiempo, como abstracciónde referenciamóvil, sc colocaráal serviciodel
Espacioen tanto relación de hechosobservablescon referenciasinmóviles
constituyendocon ello rin principio de ordenacióndesdela metáfora.En con-
secuencia,anteel aparenteuso del no-Tiempoque rige el culto a los antepa-
sados,el Espaciosc cargaráde valor desdesu vinculación con lo sagrado,
constituyendoasí un referenteesencialpara la identidaddel grupo (Hernan-
do l999a y 1 999b).
LAS FRONTERAS ANDINAS COMO «ESPACIOS DE TRANSICIÓN»
Considerandola identidadétnicano sólo como tina lista de atributos sino
mas biencomo unaprácticasocial de (re)negociacióii,lan I-lodder concluiría
en Svníbo/s in Acíion (1982a)que,existiendotensióneconómicainterétnica,
los gruposhumanosreforzaránsu cohesióne identidada tmvésde su expre-
sion en la culturamaterial, que quedaentoncescaracterizadano tanto como
reflejo de unaactividad sino más bien en símbolos que sirven igualmenteal
mantenimientode la organizaciónsocialcomo al desafio de las relaciones
sociales.
Ahora bien, desdeestaperspectiva,aquella ideaclásica(neoevolucionis-
ta) provenientede la ArqueologíaTradicional y la NewArchaeo/ogvde que
los cambiosen los objetos(pasivos)de cultura material sc constituyencomo
referenteindicativo de cambio en las identidadesétnicas, se muestra hoy
insuficiente, centradala atención más bien en cambiosen los patronesde
asentamientoy en la presenciade áreasvacíasde ocupación,así como de for-
tificaciones (Nocete i984: 207). Como bien señalanPV Castro y P. Gonzá-
lez (1989: 8) en suclarificador ensayosobre«El conceptode frontera»,éstas
seconstituyencomo el prodúctóiiiá~éTalibYáddde la construccióndel país’a-
/e social en su acepciónde íet’í’iborio. Como hemosvenido reflejando,a tra-
ves de las ideologíasse intentajustificar una situación actualcomo atempo—
Re-ro-ro Fvpaoola ríe’ A Otiopologia Aa; (‘,‘i<’~,oa 80
2001, it.’ 31: 59-96
Fraocís’ca Miguel Gil G,,re’ía Ideología, poder; territorio
ral e inmanenteal territorio o a la voluntadde los individuos queresidenen
su interior. Sin embargo,en función de la ideade los «archipiélagosvertica-
les»,el conceptode fronteraparael mundoandinoentrañala paradojade que
los recursoseconómicosnecesariospuedenquedarfuerade unoslímites geo-
gráficos a partir de los cuales,por otra parte,no se garantizanla posesión
exclusivadel territorio que contienen.
Si retomamosla ideade queen los Andes prehispánicosel espacioterri-
tonal no constituyeunaextensióngeográficacontinua,sino quemásbien un
mismo grupo étnico vienea tenerpoblacióndispersapor diferentesecosiste-
mas, insertos éstosen espaciosmultiétnicos que cadagrupo considerapar-
cialmentesuyo, acabaremosresolviendoque,en términos de identidadétni-
ca, los territorios andinosquedaríandeterminadosdemográficamente.Sitan
sólo atendiéramosa la administracióncolonial y a susdificultadesparaads-
cribir territorialmentea los diferentessenortosandinos(Pease1995: 124-126,
208-209)podríamoscaeren el error de considerarla inexistenciade linderos
prehispánicoscuandorealmentesí los había, tan sólo que, a diferencia del
territorio político-administrativoeuropeo,unalinde podía sertoda unapam-
pa, o un cerro, o tal vezun corral,porquela concepciónandinade lindero no
es tanto la de un límite fijado como la dc un espacioconcreto7.En estesen-
tido, si la ideade fronteraconstituyelos límites querelacionany separana
dos o másunidadesétnicasy/o políticas y les confiereunidady coherencia,
habremosde concluir en la caracterizaciónde las fronterasandinascomo un
«espaciode transición» en el que no quedadefinido hegemónicamenteel
dominio efectivo de ningunade las partes implicadas (Castro y González
1989: 9).
De este modo, si las entidadespolíticasno contienenen sí mismasun
territorio, sino quelo construyena partir de supoderparaconsolidar,expan-
dir y defendersusfronteras,será la interacciónpolítica,desdeel empleode
Al mismo tiempo, a través de la Nuevacrónicay buengobiernode Felipe Guamán
Pomade Ayala([1615] folios 352 [354]-355[357], ¡987: 356-359),conocemoscómo, enépo-
ca inca al menos,los caminosrealescontabancon la presenciade mojonesdepiedra.Por su
parte,John Hyslop (1977: 152-153)toma la representaciónpictóricaquedeestoshitosofrece
el cronistay, medianteparalelosestilisticoscon las estructurasehulipariaslupacasde Arku
Punkoen ci áreade Cutimbo(Perú),desarrollasu planteamientode quelas chulípas,casicon
toda seguridad,estuvieranfuncionandocomo mojonesterritoriales tal como la concepción
occidentallos plantea. Pesea queestaconclusiónpudieraresultar,en última instancia,motor
de estaspáginas,a tenor de nuestroparticularanálisis, no coincidiremosconel desarrollode
su interpretación.
81 Revista Española de Antropología Americana
200l, ni’ 31: 59-96
k>’a;teisco A-liga tel Gil Go; ‘cia Ideologia. podee: territorio
la ftterza, los intereseseconómicoso la acción simbólicala quegenereestos
espaciostransicionales,Sin embargo,esteconceptode espaciosde transición
no contieneunivocamentela ideade frontera,siendoquepuedeno haberpre-
sencíacoercitiva armaday entoncesquedardefinida la apropiacióndel terri-
tono cii función de criteriosde utilización, entrandoasí en juego,por un lado,
la noción de «lo cítie no es»,espaciosdefinidos por la no-explotacióneconó-
mica o el uso no exeluyente(Castroy González1989: II), y al mismo tiem-
po, del ejercicio de podersimbólico.
Considerandoaquellos apuntesque antes’- señalamosreferentesal con-
texto politico de los Andes Meridionalespara estemomentode Desarrollos
Regionalespost-Tiwanakuque nosocupa.podríamoscaracterizarel período
como un tiempo de crisis propicio no sólo para promoverla contintiidadde
la cultura propia, sino también para interrogarsesobrela sociedadmisma.
Así, la desintegracióncíe estaentidadpolítica regionalsupondríala revitalí—
‘.acíoií y autoafirmaciónde las entidadessocio—políticaslocales,punto éste
en el que la ideologia funeraria cobra especial importancia, coincidiendo
plenametite cori Mi chad Parker 1’earson(1 982: 1 1 2) en qtte «la p ubí1 ci dad
social en ci ritual funerario puede ser expresamentemanifestadacuando
cambianlas relacionesde dominio que resultande un reordenamientodel
statusy de la consolidaciónde nuevasposicionessociales»(la traducciónes
nuestra).
EL FENÓMENO CHIJLUPARIO Y LA MONIJMENTALIZACIÓN
DEL PAISAJE: BASES PARA UN MODELO INTERPRETATIVO
Con todo lo dicho hastael momento,en tanto que expresiónarquitectó-
niea <le? ehiircnsinncg;~inn;;montaloc ;qrmfldt río c,,nhnlkrn r’.A,-o’;,”,’~ la,~.’,-.
U;V ve., e; e; ji; u
ducción y reproducciónde tinas relacionesdc poderen y desdecl espacioa
partir dc la ideología religiosa,vendremosa concluirque el fenómenochulí—
pario devendríaal tiempo (le tina acción social y tina acción simbólica. Por
una. lado, la movi 1 izacion de gentesy recursoseconomicosdesdela interac-
eón social y el coorporativismo:por otra parte, la posicionque expresansus
resultadosdentrodel paisajesocial construido.
Recordandoaquellasprimerasconsideracionesque hacíamosrespectode
la reí ación eíítre las ideologiasy la arquitectura.y volviendo sobre aquel
esqnema planteadodesdela Arqueologíade la Percepción(Criado 1 993b)
q ti e presentabala ecuación
Re’;’isueí lúvpe;iiíla de’ -1 ;íl;’ol)olot.ic, .‘lou-’<’<ooa 82
FranciA-co Miguel Gil (Sen-cia Ideología, poder territorio
acción social -. intencionalidad-~ prócticasocial- monumentos-* resultados,
consideraremoslos productosarquitectónicoscomo expresióncultural espe-
cialmenteaptapara la creaciónde capital simbólico por denotarel capital
económicoy cultural de susconstructores,ademásde aquelcapital simbóli-
co derivadodel tipo de construcciónresultante(Nielsen 1995: 53-55). Inten-
taremosclarificar estasideaspartiendode la caracterizaciónque de los dis-
tintos tipos de capital establecePierreBourdieu.
Si bien cualquierconstrucciónarquitectónicacuentaantesque nadacon
un capital utilitario fundamentadosobrecriterios de funcionalidad,también
aglutinaun capital económicoexpresadoa partir de movilización de recursos
(humanos,económicos,materiales)puestaen la construccióny que empeza-
ra a generaruna expresióny manipulaciónsimbólica derivadade los mate-
riales y la forma escogidos,lo cual dotaráa susconstructoresde unascapa-
cidadesespecíficaspara la acción social. Del mismo modo, concentra
igualmenteun capital cultural entanto productode un conocimientoacumu-
lado de técnicasconstructivasy modelosestéticos,considerandoque estos
últimos se engendrany funcionan«entanto queestrategiassimbólicasen las
luchaspor la dominaciónsimbólica,es decirpor el podersobreun usoparti-
cularde unacategoríaparticularde signosy, por allí, sobrela visión del mun-
do natural y social» (Bourdieu 1996: 146-147).De estamanera,mediantela
expresiónde estosdos capitaleseconómicoy cultural no seestarásinodesa-
rrollando una lucha simbólicaen tanto
1) manipulaciónde las representacionespropiasy, especialmente,de la
posiciónde los constructoresen el espaciosocial,y
2) actuaciónpor reordenarlas categoríasy estructurasde percepciónde
eseespaciosocial(Bourdieu 1996: 137; 1999: 169 y ss.).
Consecuentemente,el capital simbólicono seráotra cosaque la legiti-
macióndel restode capitalesdesdesureconocimientodesdelas categoríasde
percepciónimperantes(Bourdieu 1996: 131, 138; l999: 108).
En este sentido, la carenciaque desde nuestro planteamientoteórico
podría achacarsea la interpretaciónque viene dándosedel fenómenochulí-
pariono es otra queun excesivocelo en losestudiosformalesde «Chulípas»,
enseriodetrimentode las dimensionessimbólicasde las estructurasehulípa-
rias entanto monumentosconstitutivosde un paisajesocial. Hastadondelle-
ga nuestroconocimiento,y considerandoalgunasexcepciones,se ha venido
83 Revista Española de Antropología Americana
2001, nY 31: 59-96
Fra ,,e’ise’o ?l-Iignel Gil (SOPeO Ideología, poder territorio
manteniendoen buenamedidael modelo propuestodesdeaquellaArqueolo-
gía de la Muertedesarrolladaal hilo del paradigmafuncionalistay neoevolu-
cionísta de la NewArchaeologv(y gr l3ínford 1971, cfi: Lulí y Picazo 1989
para unacrítica parcial a estosmodelos>,quecentrasu atenciónen el muer-
to por un lado, los aspectos-formalesde la deposicióndel cadáverpor otro
-—englobandola estructurafuneraria si la hubiera—,y finalmenteen el aná-
lisis cuantitativoy cualitativo del ajuar como única intromisión en posibles
inící-pretacionessimbólicasdirigidas al establecimientode posicionesde rol
y status.
Desdeque las estructuraschulípariasllamasenpor primera vez la aten-
ción de la arqueologíaallá entradoel siglo XIX, ha sido perseveranteel
empeñopuestoen el registroeartográt’icoy descriptivode estructurasehulí-
paríascon vistas a pretenderunastipologias formales(y. gr Aldunatey Cas-
tro 1981, Frisancho1967, l-lyslop 1977, Ryden 1947), muchasvecescondu-
cidas haciael establecimientode un desarrolloformal cronológico.Desdeel
punto de vista de la ArqueologíaSocial, generalmentese ha incidido en la
asociacion de las estructuraschulíparíascon curacaso personajesde élite
social y/o politica, de ahí el interésen el análisis de formasarquitectónicasy
del tratamientode sus superficiesexteriores.Desdela presenciadc relieves
antropomorfésy zoomorfosen un considerablenúmero de los ejemplos
peruanosse sugirió la posibilidad de algún tipo de heráldica indígena(Hys-
lop 1977. Isbelí [997). Medianteun análisiscomparadode las pinturasexter-
nas (le las estructuí’asde adobequequedarondentrode los señoríoscaranga,
pacajey 1 upacadelimitadospor la Colonia con los tejidosarqueológicosy las
descripcionesctnohistóricasalusivasa los textilesandinoscomoexpresiónde
statusy filiación étnicade sus portadores,se ha estadotrabajandoúltima-
mente la relación entreestructttraschulípariasy étnicidad, si bien más inte—
resadámentesób#Júfjdáhbíisás%¿~ío la Historia del Arte que de la
Antropología(Gisbert 1994, Gisbcrt ci allí 1996).
Por lo que a tentativasde una Arqueologíadel Paisajeehulípariose refie-
re, podemosdecirquevienen siendoescasoslos análisis que van más allá de
un apéndice-final sobreel entornomedioambientalen que se ubican estas
estructurasfunerarias,si bien pudieranseñalarsealgunos intentospuntuales
quetratande relacionarestructuraschulípariascon patronesde asentamiento
locales (Aldunatey Castro 1981) o con entornossobre los que la ni itología
local despliegasuspersonajes(Gisbert 1994,Gisberteta/li 1996), aunqueen
nuestraopinión -——y desdeel modelo que aquíestamosexponiendo----ningu-
no de el los sacaun máximopartido interpretativo.
Revista Españolo de’ 4 it t)opolo=4t¿; A nterie’aoa 84
2001, m/’ 3]: 59-96
Francisco Miguel Gil García Ideología, poder territorio
Desdeunosplanteamientosya más cercanosa nuestroargumento,ven-
dremosa encontrarproposicionesquehantratadode buscarinterpretaciones
de ordenamientoespacialrelacionadascon el pensamientocosmológico,con-
siderandoasí las estructuraschulípariascomo apus(cerrossacralizados)arti-
ficiales participantesdel poderde esosotros grandesapuslocalesen los que
habitanimportantesachachilasrelacionadosfrecuentementecon mitos de ori-
gen. Desdeesta perspectiva,las estructuraschulípariascaracterizaríandesde
5L1 verticalidadun entornode conexiónentreel mundode arriba (hananpacha)
y el mundode abajo(hurinpacha),relacionando(o mejor naturalizando)así el
orden cosmogónicoy el orden terrestre(Harris y Bouysse-Cassagne1988,
Sagárnaga1993).
Sin embargo,y a pesarde todo, entendemosque la interpretacióndel
fenómenochulípario se ve necesitadade un análisis que profundiceen sus
dimensionesespacialesy perceptivas,en tanto que,como arquitecturamonu-
mental.debieradefinirseno sólo desdesusestructurasformalessino también
y esto es lo que fundamentalmenteechamosen falta y desdeaquí busca-
mos alentar——a partir de la intencionalidadpuestaen éstaspor susconstruc-
tores y susresultadossociales,especialmenteen términos de manipulación
ideológicay visibilidad en el paisaje.
Por más quealgunossehayanplanteadoestableceruna tipologíacrono-
lógica de las estructuraschulíparias,finalmentecreemospoderdeducirque
no existe una secuencíaevolutiva concretaglobalizantesino más bien unos
modelosseleccionadosdesdeadscripcionesétnicasy, sobretodo, voluntades
y estrategiasparticularesde expresiónvisual quese proyectansobreel entor-
no circundante.Consideraremosentoncesla monumentalizacióndel paisaje
como un ejercicio permanentede apropiacióndel espacioy de constitución
del paisaje como territorio, cuyo resultadonos situaráconsecuentemente
anteunametáforavisual (Criado 1991). Revestidaspor tanto de un capital
simbólico proveniente igualmentede su forma y dimensiones,del trata-
miento de superficiesexteriores,de su localización en el paisajey en el
entramadolocal y regionaldc la distribuciónde asentamientos,dc las expre-
sionesde cultura materiala ellas asociadaso de la cantidadde bultos fune-
rarios depositados—estos dos últimos aspectosde compleja observación
como consecuenciade la politica colonial de extirpaciónde idolatrías y de
un huaqueocontinuadoenel tiempo—, las estructuraschulípariasresultarán
entonces,recapitulando,dotadasde un poder simbólico desdela ideología
que,por apelacióna los ancestros,se pondráal servicio de la reproducción
social mediantela naturalizacióndel ordensocial a través de la manipula-
g5 Revista Española de Antropología Americana
2001, nY 31: 59-96
T’i’aoc’¡.yc-o A’Iig’ue’l (III Gatt -itt Ideología, pocíe’i: territorio
ción del pasado.Así, en tanto monumentos,haránque la mutabilidaddel
Tiempo se torne inmutable en el Espaciodesdeel no-tiempo de la muerte
refiriendo en consecuenciala ideología la contingenciadel presente(com-
petenciaeconómicay dc apropiaciónde territorios) como algo natural y
atemporal ordenado desdeuna dimensiónancestral,punto éste en el cual
consideramosque Mttmnzías’ and mortuarymonumenísde William H. 1 sbell
(1997) suponeun interesantel)tinto de inflexión en la Iradición interpretati-
va del fenómenochulIpario.
Pruebasde esta atemporalidadde naturalezaancestralque reviste a los
moííomentos(y rtí iii as) nos las of-rece PedroCiezade León al relatar cómo
«preguntéa los naturales [. . .] si estosedificios [las ruinasde ii wa—
nato] se habianhechoen tiempo de los ingas, y riéronsedesta pre-
gunta. afirmando lo ya dicho, que antesde que ellos reinasenesta-
banhechos,masqueellos no podíantleeir ni afirmar cíuíén los hizo,
ilias cíueoyerona suspasadosqueen tina nocheremanecióhecho lo
quealli sc via» (Cieza. [1553], cap. CM 1985: 367).
Del mismo modo, testimoniode cómo operaestecapital simbólicoatem-
poral de las estructurasfunerariaspuedeencontrarseen las «hojas de servi-
cm» dc los señorescharcao quillaca, que sistemáticamenteincluyen la pre-
senciade las chulípasde susantepasadoscomo evidencia de rango (Murra
1988: 72).
Sin embargo,y volviendo sobrela idea de frontera, quizás la expresión
(paisajística) más significativa del capital simbólico acumuladopor las
estrmíeturaschitílpariasvengaa coincidir con su asociacióna esosespaciosde
transición a los que antesaludíamos.De la observacióndel paisajeandino
meridional, y así lo atestiguala documentacióncolon ial, seapreciacomo son
paramos,heredades,pastizalesydehesas,cerrillos, vegas,despoblados,los
espacioselegidos para levantarestasestructurasfunerarias,ocasionalmente
próximas pero normalmenteapartadasde los asentamientosurbanos,que a
veces ven palabrasde Fray Bartoloméde las Casas([1552-1561?] Lib. III,
cap ( (Xl IX. 1967: 571), «parecianotro pueblo muy poblado,y cadauno
tenía It sepulturade su abrio y linaje». Ya veníamosplanteándoloy esta
retcrenc¡í dc.1 Padre Las Casascontribuye aún más a reforzar ituestro argu—
maito It lc.ettira i macinaria ti-e las estructurasehtillparias sc reviste de tin
cnt rent im íeuto i nterinr1exterior,propio/ajeno,como mecanismosimbólico de
constínecion de su monumeníaldad. En tanto que el fenómenochulípario
Re;-’isra Espanolt; ‘le’ A i;trt>polotju, ‘4 Oh’t’it’OOO 86
2<30 ¡ . ir’’ 3]: 59—9<’
F,’an cisco Miguel Gil (jarcio Ideología, poder, territorio
quedadefinido por su naturalezareligiosa, funeraria y simbólica, no es
entoncesextrañoque establezcaunacontraposiciónprimera entrehábitat de
los muertosy hábitat de los vivos que, por considerarla comunidadde los
antepasadosestrechamentevinculada a la comunidadde los vivos hastael
punto de constituir un punto de referenciasocial único sobre la basedel
parentesco,no tardaráen proyectarsehacia una oposición propio/ajenoal
grupo, ya seaentendidoéstecomo ayllu o étnia. En estesentido,buscando
hacervisible la muerteen el paisaje,el fenómenoehulíparioalcanzael pro-
pósito de esgrimir una consignaidentitaria de especial repercusiónpara
momentosde conflictibidadpolítica, competenciaterritorial y reivindicación
étnica: «la tierra de nuestrosantepasados».
CONSIDERACIONES FINALES O LA PRETENSIÓN
Dli FORMULAR UN MODELO
A tenorde todo lo dicho en estaspáginasanteriores,consideramosestar
en disposición de enmarcarlos paisajeschulípario dentro de esos espacios
liminares dominadospor los muertosy quecontribuyena la definición de los
patronesde territorialidad de los vivos desdeun manejosimbólico del espa-
cio en el que confluyennocionesde identidad étnica,jerarquizaciónsocial,
poderpara, distribuciónde los patronesde asentamientoy culto a los ante-
pasados.
Deliberadamente,en ningúnmomentohemospretendidoadentramosen
cuestionesde tamaños,cantidadde trabajoempleadoen la construcciónde
las estructuraschulíparias,ni tampocoen el poderde convocatoriade deter-
minadosagentessociales,aspectosque,sin desmerecera aquellosque vie-
nentrabajandosobreellos, creemosno seacercanverdaderamentea la varia-
bilidad y complejidad de la naturalezadel fenómenoque nos ocupa. Ésta
constituye,como hemosvenido apuntado,el ordende racionalidadpresente
en las relacionessocialesque se establecenen torno al acceso,reparto y
explotacióndel espaciogeográficoy la actitud o representaciónideacional
y simbólicade los gruposhumanosrespectodel medio bajo la cual se lleva
a caboesaterritorializacióndel paisaje. En otras palabras,a travésde estas
páginashemos tratado de recogeresaracionalidadque da coherenciaa la
estructurasocial de los gruposhumanosdel altiplano meridional durantelos
DesarrollosRegionalespost-Tiwanaku,tanto a ese nivel externo definido
por la representaciónsimbólicade las relacionesCultura-Naturaleza,como
87 Revista Española de Antropología Americana
2001. ni 31: 59-96
fi’ ‘tau ‘irte A-l¡guel (Sil (Sca ‘t’io Ideología, poder territorio
desdeaquellosfactores ideológicosque, a nivel interno, legitimanlas moda-
lidadesde acceso,repartoy consumode los recursosde quecadagrupo dis-
pone(~k4).
E.n este sentido,hemosvenido manejandola Arqueologíade la Percep-
ción, como un modelo de análisis que, partiendode una reordenaciónde
matei’ialesnaturalesquegeneraun espaciocultural visible y permanenteen
nc
~ desdeunaperspec-y en función de lo cual
interpretarla valoracióndel Tiempo y del Espaciode aquellosque particí—
paroui tIc él, en smima, la forma de pensarsea sí mismos (Criado 1989). Así
en el montímentosubyacela idea (le conmemoraciónpermanente,dc mate-
rial izacióíí cmi cl presentedel recuerdodel pasado.Porconsiguiente,en tan—
leenologia
Representación
simbólica
(apró>.cuantitativa)
apróx.cualitativa
Orden
de racionalidad
MONUMENTOS
Ideología
IMISAJIZACION DEL ESPACIO,TERRITORIALIDAD DEL PAISAJE
¡¡GURA 4---—EI fenómenochulIparioy sn manejodel medio.
Revista Española de Aat;-etpoloria .4n; ericana 88
2001 a
0 3!- S9.96
Francisco Miguel (Sil García Ideología, poder, ter,’itorio
to ejesy elementosde equilibrio de un grupo humano,las estructuraschulí-
pariastienen una función social de indicadoresterritoriales que regulanla
adaptaciónal entornode estascomunidades,y al mismo tiempo,constituyen
eso que M. Larssondenomina «expresionesde un sistemade ideología-
poder», siendoque ante todo constituyenun fenómenoifinerario y por lo
tanto simbólico. Así, en suvertientemonumental,las estructuraschulíparias
son símbolos materialessocialmenteactivos tanto o más que indicadores
territoriales,poi’quc lo primero engulle a lo segundo(Criado 1989: 76-79)
(Fig 5).
ESTRUCTURASCHULLPARIAS
MONUMENTOS
FIGURA 5.-—Acepeionesde las estructuraschulípariasdesdesu caracterización
monumental.
EXPRESIONESDE UN SISTEMA
DE IDEOLOGÍA-PODER
89 Revista Española de Antropología Americana
200l,n.’3i:59-96
F,’on e ‘iseo .Ilitj;íe’l Gil (Sa,’t-it, Itlcologia. flOtíer, te’,’ritorio
Con todoello podemosconcluirque si bien el fenómenoehulípariotiene
una dimensiónespacial,éstano llega a reconstruirla humanización,ni efec-
tiva ni material, de su entorno,resultandoentoncesigualmentenecesariocon-
templar la construcciónsimbólicaque lo ciñe para descubrircómo se trans-
forma el espacio natural enpaisaje social, puestoque la preminenciadc las
construccionesmonumentalessobreel paisajeestáseñalandoun tipo de apro-
píación (leí territorio apoyadafrindamentalmenteen recursossimbólicosque
uponen al medro naturalun orden cmiItural
l-<esumiendu,y con ello terminamos,remarcaremosqmte desdenuestra
optíca las estructuraschu 1 Iparias no eonstitttirian entonces,en tanto monu—
menmosfunerariosque solí, sino símbolosde ordenaciónterritorial desdela
construcciónde un paisajesocial que hunde profundamentesus raícesen el
culto a los antepasadosy qmte, lejos de poderdefinir - en última instancia,no
estamosmás que en disposiciónde reconocere interpretar—----de ahi la nece-
sidad de habertoca-doa lo largo de estaspáginasaspectosdiversosy de tan
distinta naturaleza . Dc tal manera,podetnoscaracterizarestaspáginasque
concluyencomo nuestraparticularvisión de la dimensiónespacialdel fenó-
menochulípario, dcseguromásarriesgadaque muchasde laspropuesíashas-
ta el momentoy portadorade nueva tu reflexiva que nos permitair del sig—
u ificado de las cstíúéfú’tás- ál’ - i4éii’tído ‘46 lok iii¿iibhknt¿s. Descripciones
formales cíe «ChtiII pas» tenemosya mas que sul’íeíentes,planteémc>nos
entoncesla necesidadde interpretarel fenómenochulípario desdeuna pers-
pectiva integradoraque las contextualicesocial y culturalmente,debateéste
que desdeacíní tratarnosde alentar.
A la memoriade Antonio GarcíaDía,’,
«Papabrumnim», «l’apanmoni o». «Nonono»,
Ml ABUELO
AGRADECIMIENTOS
Deseomanifestarmi agradecimientoa Alicia Alonso Sagasetay a Axel
Nielsen por supermanenteapoyo y aliento en mi aproximaciónal fenómeno
chmtllpario. Con JesúsAdánezPavón y AlmudenaHernandoGonzaloestoyen
deudapor la constructivadiscusiónde conceptosteóricossuscitadaa partir
de la detalladalectura qmíe prestarona estetexto. A JuanJoséBatalla Rosa-
do, interesadodesdeel principio por mi trabajo, y a EstefaníaRivas Díaz,
1? ti ‘irlo IÁ,9001)ltt tít’ -iO lt’OpOlot4ttl ‘lo; t-3’i<’t;e¡t; 90
2]]]] 1. o?’ 3]: 59—96
[‘tancisco Miguel Gil (Sarcia Ideología, poder territorio
siemprepaciente,debo seguramenteel intento de expresarcon mayor clari-
dad mis ideas sobreel papel. Mi hermano,Antonio José,me ayudó con el
formato informático de las figuras. Por supuesto,no habermesabidohacer
eco de los comentariosde todosellos resulta, así como los planteamientos
asumidos,de mi únicaresponsabilidad.
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