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Estudo dos Transtornos Mentais

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Contenidos
• Objetivos de aprendizaje
• Síntesis conceptual
• Introducción
• Reflexiones sobre el
concepto de normalidad­
anormalidad
• Alteraciones de las
funciones cognitivas
• Trastornos mentales según
el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos
mentales DSM-5
• Resumen final
• Herramientas de aprendizaje
I
J
cpatole
Objetivos de aprendizaje
.... Comprender la complejidad del estudio de los trastornos mentales
en cuanto a su definición, explicación y clasificación.
00"" Aprender los principales criterios para delimitar el concepto de nor­
malidad-anormalidad
~ Comprender los diferentes modelos teóricos que tratan de definir qué
son los trastornos mentales y cuáles son los principales factores
que los explican.
rr Conocer los principales sistemas de clasificación actuales de la psico­
patología así como sus fundamentos teóricos.
.... Conocer las diferentes formas en que los procesos psicológicos bási­
cos pueden verse alterados, ya sea como parte de un proceso patoló­
gico o debido a circunstancias más o menos comunes.
rr Conocer la clasificación de los trastornos mentales que propone
el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en
su última versión [DSM-5J
Síntesis conceptual ~
ti' ...La psicopatología es la disciplina que estudia los trastornos mentales
con el objetivo de describirlos, clasificarlos y explicarlos.
V'" La frontera para diferenciar la normalidad-anormalidad es difusa, si
bien existen distintos criterios que considerados conjuntamente con­
tribuyen a aclararlo: criterios biológicos, estadísticos, subjetivos o per­
sonales, consensuales y normativos o adaptativos.
11' Existen distintos modelos teóricos que intentan explicar los trastornos
mentales. Cada uno otorga un peso diferente a la influencia de deter­
minados factores en su explicación. Concretamente, se dividen en los
siguientes modelos: modelo biológico o biomédico, modelo psicodiná­
mico, modelo conductual, modelo humanista, modelo cognitivo, mode­
lo cognitivo-conductual, modelos sociogenéticos y modelo biopsicoso­
cial, que a su vez incluye los modelos de vulnerabilidad-estrés y el
modelo transdiagnóstico.
ti' Con respecto a la clasificación de los trastornos mentales, actualmen­
te existen dos grandes sistemas clasificatorios: el Manual Diagnóstico
y Estadístico de los Trastornos Mentales [versión actual, DSM-5J y la
Clasificación Internacional de Enfermedades [versión actual, CIE-l0).
Son clasificaciones descriptivas, no etiológicas.
ti' Finalmente, otra manera de abordar la descripción de la psicopatología se
basa en considerar las alteraciones de los distintos procesos cognitivos.
197
Fundamentos de psicología
íi};1Elobjetivo de la psicopatología
es estudiar los trastornos mentales
para describirlos, clasificarlos y
explicarlos. Existen muchos criterios
y modelos teóricos diferentes sobre
qué es lo normal y lo patológico,
y cómo se clasifican y explican
los trastornos mentales ¡,~;A
iNTRODUCCiÓN
Definir la psicopatología puede parecer un asunto sencillo. Así, se podría decir, de la
manera más simple posible, que la psicopatología es la disciplina que estudia los tras­
tornos mentales con e! fin de describirlos, clasificarlos y explicarlos. Pero hablar de
psicopatología no es tan sencillo como esta definición pudiera dar a entender. Yes que
ni tan siquiera existe un amplio acuerdo sobre qué es un trastorno mental o si hay
que llamarlo así. A lo largo de los siglos han sido incontables los intentos por describir,
clasificar y explicar los trastornos mentales sin que a día de hoy se pueda decir que es
una cuestión resuelta. y es que la cuestión de encontrar los criterios que permitan
diferenciar qué es un trastorno y qué no lo es se está mostrando tan esquiva que no ha
propiciado aún un acuerdo más o menos amplio de los investigadores y profesionales
de la salud en torno a una definición clara, una clasificación clara y, menos aún, una
explicación etiológica clara de la patología mental. Tan complejo se ha mostrado e!
asunto que ni tan siquiera hay un acuerdo general sobre si se trata de enfermedades,
trastornos o conductas desadaptadas. Y, consiguientemente, su abordaje terapéutico
también presenta e!mismo grado de desacuerdo, para desgracia de quienes sufren este
tipo de problemas.
A lo largode este capítulo se trata de hacer una revisión breve y clara sobre e! esta­
do de la cuestión. En primer lugar se revisan los criterios que se utilizan para separar
lo normal de lo patológico, así como los modelos explicativos de los trastornos psico­
lógicos más prevalentes, considerando las ventajas y limitaciones de cada uno de ellos.
A continuación se exponen los diferentes sistemas clasificatorios que se han propues­
to, centrándose en e!más reciente Manual Diagnóstico y Estadístico de losTrastornos
Mentales (DSM-5) creado por la American PsychologicalAssociation (APA), que intro­
duce notables cambios (no de! agrado de todos los profesionales e investigadores) con
respecto a su predecesor (DSM-IV-TR), si bien también se presenta de modo sucinto
e! otro gran sistema clasificatorio, la Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE-IO) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero más allá de los siste­
mas clasificatorios, se puede abordar también la descripción de la psicopatología orga­
nizándola por áreas funcionales, es decir, por e! tipo de alteraciones de los diferentes
procesos mentales básicos (atención, consciencia, memoria, pensamiento, etc.) que se
han descrito. Tampoco ésta es una cuestión exenta de polémica, puesto que según qué
se entienda por, por ejemplo, la atención, así se deberá considerar su normal funcio­
namiento y sus alteraciones, al margen de que alteración no es sinónimo de patología,
dado que algunas alteraciones de p¡ocesos básicos pueden considerarse normales o no
según en..qué contexto y por qué causas ocurran. A propósito de esta polémica, en este
capítulo .se presenta también una de las propuestas más actuales que se han puesto
sobre I~mesa, e! enfoque transdiagnóstico, propuesta que pretende una nueva forma
de abordar la descripción y clasificación de la psicopatología basada en los factores
causales de los diferentes problemas y que, partiendo de un modelo biopsicosocial,
rechaza los actuales sistemas clasificatorios y e! concepto de diagnóstico en sí mismo.
REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO
DE NORMALIDAD-ANORMALIDAD
Lo que las personas han venido considerando como normal o anormal en e! ámbito de!
comportamiento ha dependido, depende y dependerá de lo que la sociedad piensa so­
bre ello, y esto es variable según la cultura de referencia ysegún e!momento histórico.
A modo de ejemplo, hoy día, en los países occidentales, la homosexualidad es con­
siderada una elección que forma parte de la libertad de! individuo. Consiguientemen­
te es una decisión personal y respetable y en modo alguno se la podría describir como
un trastorno mental. Sin embargo, no son pocos los países en los que no se comparte
dicho punto de vista, considerándose que una elección tan «anormal» (dirían en ese
contexto) no puede ser una decisión libre, sino que ha de ser producto de un trastorno
que sitúa al individuo en una condición indeseable. En estos países, en e! mejor de los
casos, se considerará una enfermedad que debe tratarse y, en el peor, un delito, una
ofensa a la moral de los demás, que debe castigarse. Este ejemplo ilustra la influencia
Capítulo 8. Psicopatología 199
de la cultura en la definición de aquello que se considera o no trastorno mental pero,
al mismo tiempo, plantea otra cuestión muy importante en el ámbito de la psicopato­
logía: ¿los trastornos mentales son algo objetivo, como lo son las enfermedades médi­
cas? ¿O tal vez son algo subjetivo, yes la sociedad la que decide en cada momento qué
es y qué no es demasiado «raro»? ¿Con qué criterio decidimos lo que es «demasiado
raro»? Si es algo que decidimos arbitrariamente, ¿cómo puede tener una causa médica,
como sí la tienen las enfermedades? ¿Es, pues, apropiado, llamarlas enfermedades?Criterios para diferenciar Lonormal de Lopatológico
Ciertos modos de comportamiento han sido universalmente considerados anormales;
aunque hayan recibido nombres distintos o hayan sido descritos con ciertas diferen­
cias, siempre han estado ahí. Pero al mismo tiempo otros trastornos han sido conside­
rados anormales y ya no lo son. Los criterios utilizados a lo largo de los siglos para
trazar la difusa línea que separa lo normal de lo patológico siguen vigentes hoy en día.
Se pueden agrupar en cinco tipos: biológicos, estadísticos, consensuales, normativos
(o adaptativos) y subjetivos (o personales).
Criteriosbiológicos
Dentro de este grupo se encuentran multitud de criterios diferentes, pero todos ellos
caracterizados por una misma hipótesis: las causas de los trastornos mentales son físi­
cas, luego deben existir biomarcadores que indiquen la existencia objetiva de un
trastorno. Así, la enfermedad (denominación habitualmente utilizada en este contex­
to) puede deberse a alteraciones anatómicas o funcionales de diferentes estructuras o
de las funciones que realizan dichas estructuras por causas genéticas o ambientales,
pero en todo caso se debe poder detectar la alteración e, idealmente, su causa. La in­
vestigación en esta línea ha sido y es muy profusa, y hoy en día utiliza la tecnología de
secuenciación del genoma y las tecnologías de observación no invasiva del cerebro en
funcionamiento (corno los escáneres fMRI, TAC, etc.) para tratar de encontrar dichas
alteraciones o biomarcadores, que, al igual que en la enfermedad médica, indican la
presencia de la enfermedad. El gran problema con los biomarcadores es que, hoy por
hoy, son más un deseo que una realidad, es decir, apenas existen biomarcadores claros
de casi ningún trastorno mental, lo que pone en cuestión si realmente existen de ma­
nera generalizada o si tan sólo son útiles en un puñado de trastornos en los que los
factores biológicos sí han sido demostrados. Por otra parte, existen casos.en los que el
biomarcador indica la presencia de un síndrome, pero éste no termina por provocar
un trastorno. Por ejemplo, se puede identificar sin lugar a dudas la presencia de un
síndrome de Down, pero no siempre conlleva un retraso mental, dado que otros fac­
tores juegan un importante papel también en el desarrollo del retraso mental y, por
tanto, son necesarios otros criterios para determinar si realmente se padece o no un
retraso mental, además del criterio biológico.
Criteriosestadísticos Mis ideas
Otra manera de diferenciar lo normal de lo patológico es estudiar en qué medida el
comportamiento de una persona se aparta de lo habitual en el resto de personas. Por
ejemplo, si la mayoría de personas tienen una inteligencia de entre 85 y 115 puntos
de Cl y alguien obtiene sólo 60, se puede decir que su inteligencia está significativa­
mente por debajo de lo normal. Pero ¿eso es sinónimo de trastorno? ¿Lo es en todos
los casos o sólo en algunos? Considerar que lo inhabitual es sinónimo de patológico
resulta bastante problemático. Entre otras cosas, una postura como ésta amenaza la
libertad de las personas, por cuanto si alguien decide libremente comportarse de ma­
nera diferente a lo habitual, ¿será considerada trastornada? Sin embargo, es innegable
que este criterio facilita en algunos casos una información relevante a la hora de deci­
dir si alguien es tan diferente que su condición no puede ser considerada normal,
como por ejemplo si alguien tiene una capacidad anormalmente reducida para recor­
dar cosas. En otras palabras, si bien el criterio estadístico es informativo, por sí solo
es insuficiente para diferenciar lo normal de lo patológico. Elllhi\§@!l!!¡¡¡¡¡ !l!!4!i1l! ..m¡¡¡¡;jI¡&!!lIlIlIl,.II!iliII!l!!· +&l1li' 113' .
200 Fundamentos de psicología
t :Tiempo para la reflexión
- ¡
Muchas personas piensan que el diag­
nóstico de un trastorno mental es tan
objetivo como el diagnóstico de una
fractura o un resfriado, ¿escorrecta esta
afirmación?
t Tiempo para la reflexión- '
Escribir en el espacio en blanco el criterio
con que se identifican las siguientes afir­
maciones:
l. Seha encontrado que el factor funda­
mental que explica la aparición de Un
trastorno mental es el biomarcador X.
2. Seconsidera que Miguel tiene un tras­
torno porque su conducta es muy
poco frecuente.
3. Una persona manifiesta sentirse tre­
mendamente mal porque tiene pro­
blemas con su pareja.
Criterios subjetivos o personelee
Cuando una persona afirma que es infeliz y que preferiría morir, sin duda pensaremos
que su comportamiento no es normal. El criterio subjetivo, el malestar que una per­
sona manifiesta, parece una forma clara de distinguir lo normal de lo anormal. Sin
embargo, no siempre es tan fácil. Existen trastornos (o entidades que se consideran
trastornos) que cursan sin conciencia de enfermedad, es decir, el sujeto no siente nin­
gún tipo de malestar ni cree que padezca trastorno alguno. Por ejemplo, así ocurre en
un episodio maníaco, cuando el sujeto se siente extremadamente alegre, sociable, sin
sentido del riesgo; una persona en fase maníaca puede poner en riesgo su vida y la de
los demás, y sin embargo se siente mejor que nunca y jamás admitirá que tenga un
problema. También se puede dar lo contrario: personas que sienten un enorme males­
tar sin que la enfermedad que creen padecer realmente esté presente. Las personas que
padecen una hipocondría creen padecer graves enfermedades médicas y sufren sus
síntomas pese a que la enfermedad no es real. Sin embargo, no creen padecer un tras­
torno mental, que es la verdadera causa de su sufrimiento. Más claro aún sería el caso
de alguien que sufre por la pérdida de un ser querido, cuando ésta es una reacción
emocional normal (por esperable) en cualquier persona. Una vez más, se trata de un
criterio valioso, pero que por sí sólo es insuficiente.
Criterios consensuales
A lo largo de la historia ha habido trastornos que han dejado de ser considerados tales,
y esto se ha debido al criterio de consenso social acerca de lo que es y lo que no es
anormal. Uno de los cambios introducidos en la última versión del DSM, el sistema
clasificatorio de los trastornos mentales más extendido en la actualidad, ha sido eliminar
el trastorno de la identidad sexual, que describía a las personas que sentían que su sexo
biológico no se correspondía con su sexo psicológico, es decir, se sentían o bien mujeres
atrapadas en un cuerpo de hombre o bien lo contrario. Pues bien, en el DSM-5 este
trastorno ha sido sustituido por el de disforia de género, en el que la clave es la experien­
cia de un profundo malestar relacionado con el hecho de sentirse de un sexopsicológico
diferente al biológico, no el hecho en sí mismo de la disconformidad con su género. Este
cambio indica un cambio social en el tratamiento de esta cuestión: ahora la sociedad
considera que si alguien manifiesta disconformidad de género y lo decide cambiar qui­
rúrgicamente, no es un trastorno. De esta forma ha pasado a considerarse un trastorno
si esta disconformidad ~epresent~ junto a un acusado malestar psicológico.
Es o~vio que este criterio es poco o nada objetivo. Y, desde luego, convive mal con
el modelo biológico. Por otra parte, resulta peligroso atenerse a la opinión generaliza­
da a I~hora de decidir qué es un trastorno mental. Y por si fuera poco, es culturalmen­
te muy variable, lo que hace que la mayor parte de las veces el consenso se limite a una
determinada cultura. No obstante, es una realidad que este criterio influye en nuestra
visión de la anormalidad. Ha sido utilizado por los detractores de cualquier sistema
clasificatorio como prueba de la subjetividad de las etiquetas diagnósticas. La realidad
es que resulta muy difícil evitarlo, pero ciertamente es necesario limitar su influencia
lo más posible.
Criterios normativos fa adaptativos)
En realidad, se podrían considerar diferentes los criterios adaptativos y los normativos,
e incluso considerar los normativos como asimilables a los consensuales. Lo cierto es
que, a pesar de ser parecidos,existen matices que los diferencian. Los criterios norma­
tivos son aquellos que comparan el comportamiento con la norma social, con lo espe­
rable en cada momento. Es decir, permiten juzgar si algo es patológico por su grado
de semejanza con lo que la sociedad espera que un individuo haga, con la norma. En
este sentido, el individuo que se ajusta a lo esperable es un individuo adaptado al
entorno social en el que se desenvuelve; de ahí que también se llame adaptativo. El
criterio de adaptación ha sido clave en la evolución del concepto de psicoparología en
la historia. En este sentido, el criterio se asemeja al consensual, por cuanto quien «de­
cide» si algo es o no patológico, es la sociedad. Por ello, algunos autores agrupan estos
dos criterios bajo el nombre de criterios sociales. No obstante, el matiz está en que en
el caso del criterio consensual la sociedad marca un patrón de comportamiento como
anormal, mientras que en el caso del criterio normativo lo que se juzga es la medida
en que un individuo es capaz de hacer lo que la sociedad espera de él (trabajar, relacio­
narse con otros, cuidar de sí mismo, etc.). En otras palabras, se trata más de juzgar la
capacidad de un individuo para integrarse adecuadamente en la sociedad, y varía de
una cultura a otra el grado de separación de la media que es tolerable. De hecho, se
trata de un criterio fundamental en las definiciones modernas de trastorno mental.
Como conclusión, es obvio que cada criterio aporta algo de información sobre si un
comportamiento o un conjunto de comportamientos representan o no una patología.
Igualmente, ninguno de ellos es capaz por sí solo de establecer una línea separadora
entre lo normal y lo patológico. Dado lo complejo del concepto mismo de trastorno
mental, no es de extrañar que resulte también complejo delimitarlo. Sin embargo, si se
ponen juntos los criterios se puede concluir que se considera anormal a un patrón de
comportamiento o experiencia interna que se aparta de lo común para el grupo social
al que el individuo pertenece y que le causa sufrimiento, desadaptación, riesgo incre­
mentado de morir o pérdida de libertad.
Es importante aquí subrayar la necesidad de no convertir en patológico todo lo que
se aparta de la norma social. La libertad del individuo debe prevalecer frente a la pato­
logización de la diferencia. La diferencia es indicativa de trastorno cuando no es desea­
da por el individuo o su condición de salud le impide o le dificulta comportarse de otro
modo. No es lo mismo que a una persona no le interesen las relaciones sociales, aunque
sepa relacionarse con los demás, que, deseando mantener relaciones sociales, no sepa
hacerlo y sea rechazada continuamente por su falta de habilidad. O que ni lo intente
por miedo a ser criticada. No es lo mismo que alguien decida libremente vivir al mar­
gen de la sociedad porque no comparta los valores de su grupo a que alguien tenga una
percepción tan distorsionada (por irreal) de los demás, que prefiera apartarse de todos
por temor a ser atacado.
La diferencia es una ventaja social. Que los individuos tengan libertad para ensayar
nuevas formas de comportamiento enriquece al grupo, al permitir un más amplio
abanico de comportamientos y pensamientos que pueden ser útiles para solucionar
problemas. La psicopatología debe permanecer atenta a no ser utilizada como una
forma de exclusión de las personas simplemente por el hecho de ser diferentes. Inclu­
so aunque haya razones para considerar patológico un comportamiento, hay que pro­
curar no estigmatizar o apartar de la sociedad a las personas por esta causa. El riesgo
de la utilización de etiquetas diagnósticas (etiquetaje), más allá de la discusión sobre si
reflejan o no una realidad y sobre la utilidad el. las mismas, es que se convierta a una
persona en el trastorno que padece. Es decir, convertir a un individuo que padece es­
quizofrenia en esquizofrénico supone convertir a la persona en diferente al resto, olvi­
dando que esa persona comparte muchas otras características con el resto de la socie­
dad, más que las que no comparte. Adjetivar las etiquetas diagnósticas supone, sin
duda, un grave error porque contribuye al estigma y la exclusión de las personas que
padecen trastornos mentales. Por ello, hay que entender que la etiqueta en sí misma
tan sólo tiene un valor informativo para el profesional que le aporta información sobre
lo esperable dada la condición de salud del individuo, sobre el posible tratamiento,
sobre las posibles causas, etcétera.
Modelos en psicopatología
Modelo biológico o biomédico
El enfoque biológico procede de la época de la Grecia clásica y, si bien ha ido propo­
niendo diferentes modelos explicativos desde el desequilibrio de los humores hasta la
genética, pasando por la anatomopatología o la fisiopatología, sigue postulando lo
mismo: que los trastornos mentales tienen una causa médica, aun cuando no se co­
nozca. Si en los inicios de este planteamiento afirmar causas físicas de los trastornos
mentales supuso abandonar las explicaciones míticas y asumir la capacidad de las
personas para investigar la salud mental, el paso de los siglos ha demostrado que la
cuestión no es tan sencilla (Para saber más 8.1).
Capítulo 8. Psicopatología
Paradefinir qué es un trastorno
mental, es importante delimitar qué se
considera normal y anormal. Esto ha
variado en función de la sociedad, la
cultura y el momento histórico
concreto. Existen distintos criterios
para separar lo normal de lo patológico
que, aunque por sí mismos son
insuficientes para definir lo que es un
trastorno mental, considerados
conjuntamente contribuyen en gran
medida a ello. Concretamente, se han
diferenciado los siguientes criterios:
biológicos, estadísticos, subjetivos o
personales, consensuales y normativos
o adaptativos. Si bien los criterios
biológicos consideran que los
trastornos mentales son enfermedades
explicadas por causasfísicas
(biomarcadoresl, los criterios
subjetivos resaltan el malestar
subjetivo manifestado por la persona
para su definición. Mientras que los
criterios estadísticos consideran que
un comportamiento es patológico en
función de si es infrecuente o
inhabitual, los consensuales se basan
en el establecimiento de un consenso
social acerca del mismo. Finalmente,
los criterios normativos o
adaptativos consideran como
fundamental la adaptación del
individuo a su entorno social [4;]
Actividad 8.1
¿Quées normal o anormal? Reflexión so­
bre la dificultad para establecer fronteras
entre la normalidad y la anormalidad.
~&:~f:1p
albllot-=a • Infor1ftllC16.,
202 Fundamentos de psicología
8.1. Unpoco de historia
A lo largo de la historia la concepción de la salud y la enfer­
medad en general y de la salud mental en particular ha evo­
lucionado notablemente. Poco se puede saber acerca de lo
que pensaban en la etapa prehistórica sobre las enfermeda­
des mentales, dado que no se conserva registro escrito. Sin
embargo, del registro fósil y del estudio de culturas primiti­
vas contemporáneas, así como del registro histórico de las
primeras etapas de desarrollo de la civilización que han de­
jado escritos sobre la cuestión, sededuce que en esta época,
como en las primeras etapas históricas, se atribuía la enfer­
medad mental a la influencia de agentes externos, es decir,
a la posesión de espíritus o fuerzas naturales. Conforme las
civilizaciones van volviéndose más sofisticadas y son capa­
ces de crear sistemas religiosos complejos, casi invariable­
mente incorporan explicaciones espirituales como causa de
la enfermedad mental y asignan a los sacerdotes de deter­
minados dioses la intercesión ante los dioses respectivos
para la curación de las personas.
Así es hasta que en la Grecia Clásica se planteó por pri­
mera vez la causa natural de las enfermedades en general y
de las enfermedades mentales en particular, Si bien el más
famoso precursor de la medicina fue Hipócrates, años an­
tes Alcmeón de Crotona escribió el primer manual de me­
dicina en el que ya planteaba la hipótesis de que la salud
era productodel equilibrio entre contrarios y la enferme­
dad, consecuencia de su desequilibrio. Hipócrates concre­
tó este equilibrio en cuatro humores (líquidos) corporales,
basándose en la entonces extendida idea de que el univer­
so estaba compuesto de cuatro elementos (aire, agua, tie­
rra y fuego). Aunque posteriormente autores como Platón
o Aristóteles volvieron a explicaciones más místicas de la
enfermedad, la hipótesis de Hipócrates sobrevivió muchos
siglos y aún se pueden encontrar rastros de ~Ia incluso en
el siglo XVIII.
Aunque tras la pérdida de influencia de Grecia en el Medi­
terráneo, sus herederos, el Imperio Romano, continuaron la
misma línea de desarrollo del estudio de la enfermedad, tras
su caída se produjo un retorno a las explicaciones místicas.
Elinflujo del cristianismo acabó imponiendo durante toda la
Edad Media la idea de que la enfermedad mental es fruto
del pecado del hombre, que es castigado con la posesión
demoníaca. Erá pues tarea de los sacerdotes (una vez más)
expulsar a los demonios mediante el exorcismo y el castigo
al pecador. Esto,unido a la lucha implacable de las autorida­
des religiosas contra las diferentes formas alternativas de
interpretar la religión y contra lo que consideraban pecado
(y los pecadores), condujo a una época en la que el pensa­
miento divergente fue perseguido hasta el extremo, lo que
setradujo en una era de oscurantismo y avance nulo del co­
nocimiento científico que no finalizó hasta el Renacimiento.
Por otra parte, esta explicación demonológica de la enfer­
medad mental implicó además la asunción de que el pade-
cimiento de un trastorno mental es culpa de quien lo pade­
ce, por haber pecado. Las consecuencias de esta idea aún
son patentes en los tiempos modernos, donde se observa
que la opinión generalizada es la de pensar que quien pade­
ce un trastorno mental es culpable de ello mismo, si no por
suspecados, sí por su debilidad de carácter o su incapacidad
para comprender el mundo. Ello implica un trato despectivo
hacia quienes sufren un trastorno mental que incrementa
las posibilidades de que estas personas sevean en situación
de desventaja social.
Paralelamente, la expansión del Islam trajo otra concep­
ción también mística de la enfermedad mental, dado que el
Corán indica que los «locos» son iluminados de Dios, es de­
cir, al contrario que el cristianismo, los locos están en contac­
to directo con Dios, por lo que se les profesaba respeto e
incluso veneración y se los trataba con exquisito mimo en
centros (antecedentes de los manicomios) con baños de flo­
res,música y toda clase de atenciones. Pero el islam además
se ocupó de traducir los textos griegos al árabe, lo que salvó
muchas obras que el cristianismo había declarado herejes y
había tratado de borrar de la faz de la tierra, salvaguardando
así la tradición hipocrática, que se retomó en Europa en el
Renacimiento, mil años después.
Durante el Renacimiento se volvió al punto de partida de
la Grecia Clásica, lo que permitió un avance de la medicina
notable que comenzó a dar frutos en los siglos XVII y XVIII. Sin
embargo, la comprensión de la enfermedad mental desde el
modelo biológico seguía topando con notables dificultades,
ya que no se lograban encontrar explicaciones anatomopa­
tológicas, ni fisiopatológicas ni orgánicas en general para la
enfermedad mental, de manera que algunos incluso secues-
./ tionaban' si son verdaderas enfermedades. A mediados del
siglo XIX comenzaron a aparecer explicaciones alternatívas a
las del enfoque biomédico. Algunos filósofos y los pri~e-ros
psicólogos empezaron a poner el énfasis en la funcionalidad
del comportamiento, es decir, en que el comportamiento
debe adaptarse al medio. Esteenfoque, inspirado en las teo­
rías evolutivas de Darwin, dio lugar al modelo conductual
de la salud mental, que ya no habla de enfermedad (no exis­
te una causa orgánica) sino de conductas desadaptadas o,
de modo más general, de trastornos del comportamiento.
En resumen, se hipotetizó que los trastornos mentales no
son más que conjuntos de comportamientos desadaptados,
es decir, que no permiten, sino que dificultan, al individuo
adaptarse a sumedio, limitando su libertad y dificultando su
participación y funcionamiento.
A lo largo de toda la historia, junto con las explicaciones
más biologicistas, todos los autores han venido mencionan­
do otras causas de las enfermedades mentales, causas que
se ha dado en llamar «morales» y que hacen referencia a
causas ambientales, hábitos, acontecimientos externos, pa­
siones excesivas,etc. Esdecir, incluso dentro de la tradición
(Continúa)
Capítulo 8. Psicopatología 203
8.1. Un poco de historia (cont.)
biológica, se venía reconociendo la existencia de múltiples
factores de carácter muy diverso y no exclusivamente bioló­
gico en la génesis y mantenimiento de la enfermedad men­
tal. Todo ello llevó a la aparición en la segunda mitad del si­
glo xx de la hipótesis biopsicosocial (v. apartado Modelo
biopsicosocialen este capítulo) y que es la base de la actual
concepción de los trastornos mentales y de su explicación y
clasificación, es decir, la base de la psicopatología moderna.
Según esta hipótesis, la salud y la enfermedad dependen de
la concurrencia de múltiples factores tanto biológicos como
psicológicos y sociales y, consiguientemente, la considera­
ción de todos ellos esde gran importancia para comprender
tanto la génesis como el mantenimiento de los trastornos
mentales y su tratamiento. Esasí que la psicopatología mo­
derna ha conseguido un notable grado de acuerdo y ha vivi­
do en las últimas décadas un avance significativo que ali­
menta la esperanza de un futuro mucho más halagüeño en
el tratamiento de los problemas mentales de las personas,
uno de los problemas que más preocupa en la actualidad a
la Organización Mundial de la Salud.
Si bien en algunos casos se han encontrado factores biológicos claramente impli­
cados en la aparición o el desarrollo de algunos trastornos, también se ha podido ver
que no siempre es así y que incluso en esos casos suelen existir otros factores que
también juegan un importante papel. De ahí que las críticas recibidas hablen de re­
duccionismo, al plantear que la mente sólo es su sustrato biológico y los pensamientos
y comportamientos, una consecuencia mecánica de la configuración biológica. Este
punto de vista ignora la importancia de las experiencias y el aprendizaje a lo largo de
la vida, pero especialmente ignora que la biología es un soporte, comparable al hard­
ware de un ordenador, en el que «secargan» algoritmos de resolución de problemas (lo
que se aprende), comparables a programas, y que tanto puede ocurrir un fallo en el
hardware como en el software. Es más, las limitaciones del software no tienen por qué
ser determinantes de qué programas se pueden o no cargar e incluso el software puede
dañar al hardware. Es por ello que la mera observación de un malfuncionamiento de,
por ejemplo, los neurotransmisores en el cerebro, no es indicativo necesariamente de
que esa sea la causa de un patrón de comportamiento anormal, sino que puede ser la
consecuencia, puesto que el software controla cómo se usa el hardware. La mera co­
rrelación entre dos variables no indica causalidad, tan sólo que existe algún tipo de
relación entre ambas variables.
Modelopsicodinámico
Freud pensaba que los síntomas en un trasto.rno mental procedían de los conflictos
ocultos entre las fuerzas del ello y el superyó, especialmente por los impulsos sexuales
reprimidos y desviados, dado que el deseo sexual (libido) es la fuerza vital principal.
Por ello se conoce como modelo intrapsíquico, dado que postula que son fuerzas
internas las que producen la enfermedad. La liberación de las tensiones mediante el
acceso a los deseos y pensamientos reprimidos es la forma de tratamiento del psico­
análisis, que cree que al hacer conscientes tales deseos y pensamientos, el sujeto expe­
rimenta una liberación que le permite eliminar los síntomas neuróticos que manifies­
ta. Existen notables diferencias entre las diferentesescuelas psicodinámicas, desde el
psicoanálisis original de Freud hasta los planteamientos de Jung o Adler. Pero a gran­
des rasgos todos ellos se basan en la existencia de una parte inconsciente de la mente,
cuyos conflictos generan los síntomas que se observan en el paciente.
El modelo psicoanalítico ha recibido fuertes críticas. El hecho de que los plantea­
mientos psicoanalíticos no se ajusten a las exigencias científicas, hace que éste sea
imposible de verificar por el método científico, de manera que sus afirmaciones no
pasan de ser una mera especulación no basada en evidencias. Ésta es la principal críti­
ca que ha recibido, pero no la única.
El énfasis de las últimas décadas en la intervención basada en la evidencia, es decir,
en la medida de la eficacia (en contexto de laboratorio) y la efectividad (en contexto
clínico) de las diferentes formas de terapia, incluida la farmacológica, ha arrojado da­
tos difíciles de interpretar. Según la resolución adoptada por laAmerican Psychological
A lo largo de la historia se han
desarrollado diferentes modelos o
enfoques teóricos para intentar explicar
el origen y el mantenimiento de los
trastornos mentales. Cadauno de los
modelos enfatiza ciertos factores o
aspectos que tienen máspeso en la
explicación de la psicapatología, y no
todos ellos sehan comprometido en
igual medida con el método científico
para avalar sushipótesis. Losmodelos
sepueden clasificar en modelo
biológico o biomédico, modelo
psicodinámico, modelo conductual,
modelo humanista, modelo
cognitivo, modelo cognitivo­
conductual, modelos sociogenéticos
y modelo biopsicosocial, que a su vez
incluye el modelo de vulnerabilidad­
estrésy el modelo transdiagnóstico.
Mientras que el modelo biológico
considera que los factores biológicos
constituyen lascausasde los trastornos
mentales, el psicodlnárnlco considera
que lascausassedeben a conflictos
intrapsíquicos de las personas \'L-'
11
2041 Pundamentos de psicoloqia
Desdeelmodelo conductual se
considera que lasconductas
desadaptadas seaprenden y sepueden
modificar mediante la terapia de
conducta
¡;;¡ Elmodelo humanista, formado por
distintos enfoques, considera que la
saludmental depende del grado en que
una personacontrole su camino y su
vida, enfatizando la experiencia
subjetiva de laspersonas,la empatía
y la relación profesional-paciente !~
Association (APA) en agosto de 2012, I los estudios empíricos demuestran la eficacia a
corto y largo plazo de las diferentes formas de psicoterapia en una amplísima gama de
trastornos mentales, con un efecto superior al de los tratamientos farmacológicos y
menores tasas de recaídas. Sin embargo, los estudios no establecen superioridad de
unas formas de psicoterapia frente a otras. Las recomendaciones de la propiaAPA van
en la línea de estudiar los factores comunes que todas las terapias presentan para así
poder reconocer más claramente cuáles son los puntos clave que hacen que una forma
de psicoterapia sea eficaz. En concreto, en relación con las terapias dinámicas, resulta
difícil distinguir qué funciona de las mismas dado que existen multitud de formas de
terapias derivadas del psicoanálisis que no siempre se asemejan demasiado entre sí y sí
se asemejan, sin embargo, a las terapias cognitivas. .
Modelo conductual
El modelo conductual surge de las teorías del aprendizaje desarrolladas inicialmente
por la escuela conductista americana (v. capítulo 3, Aprendizaje). A finales de la déca­
da de 1950 comenzaron a aparecer técnicas de tratamiento basadas en la investigación
experimental en el laboratorio destinadas a tratar ciertas condiciones de salud. El prin­
cipio fundamental del modelo conductual es el de que la conducta desadaptada se
aprende igual que la conducta adaptada y la intervención terapéutica debe consistir
en aplicar los principios del aprendizaje clásico e instrumental para modificar aquellas
conductas que causan malestar o desadaptación al individuo. De ahí que se conozca
como terapia de conducta o modificación de conducta.
Adicionalmente, la terapia de conducta mantiene algunos principios fundamenta­
les tales como el énfasis en la conducta observable, para evitar cualquier nivel de
subjetividad en cuanto a la posible eficacia del tratamiento; énfasis en el aquí y ahora,
frente al énfasis en la infancia que distinguía al psicoanálisis, reinante en aquellos
momentos en el ámbito de la salud mental; énfasis en la metodología científica tam-
. bién en el tratamiento, o énfasis en la ligazón de la práctica clínica con la teoría psico­
lógica probada experimentalmente.
La terapia de conducta, especialmente en sus inicios, resulta radicalmente opuesta
a toda forma de intervención no basada en la teoría conductual. Se opone a cualquier
interpretación biológica y, en ese sentido, resulta tan reduccionista como el modelo
biológico, por cuanto niega la influencia de factores biológicos. Pero también niega la
intervención de variables internas tales como pensamientos o emociones: tan sólo los
hechos externos controlan el comportamiento y, por tanto, todo lo demás no sólo
no es medible de acuerdo con los principios epistemológicos de la ciencia, sino que no
interesa porque no ejerce una influencia significativa sobre el comportamiento. -Estas
afirmaciones pronto fueron puestas en cuestión por la propia psicología con el surgi­
miento del modelo cognitivo.
Modelo humanista
Tras la Segunda Guerra Mundial, la población estaba tremendamente impresionada
por todo lo ocurrido. La imagen del ser humano como un ser bueno por naturaleza,
lleno de cualidades positivas, se vino abajo ante la observación de hechos tan terrorí­
ficos como los ocurridos. En medio de este sentimiento colectivo, surgió una corrien­
te que postulaba lo contrario, la bondad innata del ser humano, sus capacidades y su
necesidad de desarrollo. En realidad, hablar de modelo humanista es simplificar mu­
cho, porque existen multitud de escuelas, desde las inspiradas en el cristianismo hasta
las inspiradas en la filosofía existencialista, pero todas ellas plantean una visión del ser
humano como un organismo que puede controlar su destino y que necesita encontrar
su camino para desarrollarse plenamente y alcanzar así su máximo potencial. Resulta
difícil resumir en una frase lo que las diferentes escuelas piensan sobre la salud mental,
dado que las diferencias en este ámbito son grandes, pero quizá se pueda resumir en
que la salud mental depende del grado en que una persona controle realmente su
camino, esto es, su vida. Las diferentes circunstancias vitales a las que las personas se
l. http://www.apa.org/about/ policy/ resolution-psychotherapy.aspx
enfrentan a lo largo de la vida, el proyecto vital que se plantean, las actitudes con que
afrontan la vida, etc., pueden determinar su grado de felicidad y ajuste.
Las escuelas humanistas comparten la idea de que el ser humano es libre, tiene ca­
pacidad de decidir frente, según ellas, al mecanicismo de la ciencia que niega la liber­
tad individual. Se centran en la fenomenología, una forma filosófica de entender la
realidad que plantea que los hechos observables (fenómenos) son sólo un reflejo de
la existencia de entidades inobservables e inalcanzables para la ciencia, razón por la
que consideran el método científico como inapropiado para el estudio del ser huma­
no. También rechazan el psicoanálisis por su visión negativa de la persona. Esta co­
rriente teórica es conocida como la tercera fuerza.
Al centrarse en la experiencia subjetiva de las personas, aportaron algunas ideas
interesantes, como la importancia de la interpretación de los fenómenos por parte de
cada individuo. Esto es, un mismo hecho no es interpretado de igual forma por todos
los individuos, de manera que la influencia que este fenómeno tiene en la conducta
del individuo puede variar. O la importancia de no juzgar al paciente, abstenerse de
criticar su comportamiento y, por el contrario, mostrar empatía y comprensión. O la
importancia de la relación profesional-paciente, base para poder ayudar al paciente,entre otras. El modelo humanista puro apenas cuenta con seguidores hoy en día, pero
su influencia ha sido asumida por la psicología, especialmente a través del modelo
cognitivo, que vino a confirmar algunas de estas afirmaciones desde la metodología
científica.
Modelo cognitivo
Como se ha dicho en el apartado dedicado al modelo conductual, la psicología de
principios del siglo xx rechazaba toda forma de subjetividad como forma de investigar
el comportamiento humano y, en lo referente a la psicopatología, negaba la influencia
de otros factores que no fueran los ambientales. Sin embargo, en la década de 1960
surgió un nuevo modelo psicológico, igualmente fiel a la metodología científica, que
trataba de conocer lo que ocurre dentro de la mente, la forma en que los organismos
procesan la información que reciben de los sentidos y el modo en que este procesa­
miento interviene en la consiguiente decisión de acción. Los conductistas ya habían
observado que existían algunos factores no observables directamente que producían
variaciones en el comportamiento que no resultaban completamente explicables por
las variables externas ambientales. Los primeros intentos por comprender cómo el
cerebro procesa la información se basaron en la comparación cerebro-ordenador, una
tecnología entonces naciente y que supuso ~ impulso definitivo al estudio de la
mente no basado en la introspección, que tan escasos resultados había dado en el pa­
sado y que estaba tan sujeta a la subjetividad yfalta de control experimental. Original­
mente, el cognitivismo se opuso al conductismo, planteando que el verdadero control
de la conducta está en nuestra mente y no en el ambiente. No significa que negaran
la influencia del ambiente, sino que ésta está mediada por nuestras interpretaciones,
nuestra motivación, nuestros propósitos. El descubrimiento del aprendizaje por mo­
delado, es decir, por observación, cuando las influencias ambientales no afectan direc­
tamente a un individuo sino que éste modifica su comportamiento por la observación
de 10 que a otros individuos les ocurre, vino a apoyar definitivamente esta visión.
Para el cognitivismo, las interpretaciones erróneas de los hechos, las creencias irra­
cionales, el establecimiento inapropiado de metas, la inadecuada atribución de causas
a los hechos, etc., pueden provocar la desadaptación y el malestar que caracterizan a
los trastornos mentales. Modificar el sistema de creencias de una persona es la vía
elegida para ayudar a las personas a recuperar una vida más adaptada y feliz.
Modelo cognitivo-conductual
La superación de las diferencias entre el modelo cognitivo y el conductuallleva a la
integración de los postulados de uno y otro modelo. El nuevo modelo plantea que el
medio ambiente ejerce una influencia clave sobre el comportamiento que es procesada
por la mente para tratar de conseguir un estado de adaptación lo más ajustado posible y
10más acorde con lasmetas y propósitos. La terapia de conducta fue incorporando poco
Capítulo 8. Psicopatología
Elmodelo cognitivo considera que
cuando la mente interpreta de forma
errónea la realidad, sedesarrollan los
trastornos mentales @i
fm Elmodelo cognitivo-conductual
surge de la combinación de los
principios compatibles entre sídel
modelo conductual y el cognitivo ~j
:1
206·~ Fundamentos de psicología
Losmodelos sociogenéticos
consideran que los trastornos mentales
tienen un origen social
Elmodelo biopsicosocial considera
que los factores biológicos,
psicológicos y sociales,asícomo la
interrelación entre los mismos,
contribuyen en gran medida a explicar
la psicopatología, incluyéndose dentro
de ésteel modelo vulnerabilidad-estrés
y el modelo transdiagnóstico (que
considera que existen factores
comunes responsables del origen y
mantenimiento de diferentes tipos
de trastornos mentales) t'J
a poco nuevas técnicas a su repertorio, modificando otras para adaptarlas a los nuevos
descubrimientos en el ámbito cognitivo. Los factores ambientales que más influyen en
el comportamiento de un individuo son de ámbito social y, además, están matizados
por el modelado. El nuevo modelo, pues, pone elénfasis tanto en los factores individua­
les, psicológicos, como en los grupales, sociales, siendo un modelo psicosocial.
Modelos socíogenéticos
A partir de la década de 1950 surgieron en la psiquiatría varias corrientes inspiradas
en posiciones filosóficas y políticas más que académicas, que planteaban una interpre­
tación de la psicopatología en clave social. Aunque tampoco era un modelo unitario,
básicamente estos enfoques proponían que los trastornos mentales tenían un origen
social, desde el enfoque que planteaba que el origen de la enfermedad se encontraba
en los sistemas familiares, hasta el que directamente postulaba que la enfermedad
mental era un puro invento social que resultaba más dañino que beneficioso, pasando
por el que afirmaba que la alienación social era la responsable de la alienación mental.
Estos enfoques influyeron notablemente en el movimiento conocido como antipsi­
quiatría que, entre otras cosas, promovió un cambio del modelo de atención a la sa­
lud mental basado en hospitales psiquiátricos a la atención comunitaria. Lo cierto es
que las reformas inspiradas en estos planteamientos han sido muy dispares en diferen­
tes países, produciendo situaciones catastróficas en algunos de ellos, pero sus princi­
pios (mejora de las condiciones de atención a los enfermos mentales, protección de sus
derechos y traslación del peso de la atención de los hospitales psiquiátricos a disposi­
tivos más integrados en la comunidad) han cuajado en la psiquiatría comunitaria.
Modelo biopsicosocial
En la década de 1970 apareció un nuevo modelo en el ámbito de la medicina que
pronto se convirtió en el paradigma oficial tras su adopción por la OMS. La proposi­
ción de este modelo se atribuye a George Engel partiendo de la teoría de sistemas
(1977). El modelo biopsicosocial no se limita al ámbito de la salud mental, sino a la
salud en general. Según este modelo, la salud depende de factores biológicos, psico­
lógicos y sociales. Es una propuesta muy cercana a cómo la OMS definió la salud ya
en el año 1946: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y
no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades» (Preámbulo de la Constitu­
ción de la Organización Mundial de la Salud, 1946).
S modelo propuesto por Engel enfatiza la influencia mutua de los tres tipos de
factores sobre la salud, afirmando que es imposible entender ni la salud ni la.enferme­
da? sin comprender las complejas interrelaciones entre todos estos factores. Pese al
impulso de la OMS, la adopción del modelo biopsicosocial se ha encontrado a lo
largo de los años con dificultades para su aplicación, desde modelos asistenciales arrai­
gados basados en el modelo biomédico hasta dificultades técnicas y oposición de par­
te de la comunidad médica. De esta forma, hoy por hoy el modelo es el oficial, pero
no el real, si bien en los últimos tiempos algunos países (como Reino Unido) han
comenzado a realizar reformas notables de sus sistemas de salud encaminadas a hacer
realidad dicho modelo.
Modelo de vulnerabilidad-estrés
Este modelo se puede considerar como un desarrollo del modelo biopsicosocial por
cuanto mantiene sus mismos principios, pero concretando la forma en que se produce
la adaptación o desadaptación de un individuo. El modelo surgió en la década de
1970 (Zubin, 1977) como una hipótesis explicativa de la esquizofrenia. En este mo­
delo se entiende por estrés la reacción de un individuo ante una situación que deman­
da de él una acción, decisión o elección, ya sea como una oportunidad o como una
restricción. Implica un conjunto de respuestas fisiológicas, motoras y cognitivas, y
éstas se disparan ante situaciones naturales (como cambios en la vida) o extraordina­
rias (como catástrofes). El modelo hipotetiza que las personas se enfrentan a las situa­
ciones estresantes con diferente nivel de capacidad de afrontamiento de las mismas,
de maneraque unas presentan mayor y otras menor capacidad para superar estas si­
tuaciones sin que su salud sufra. Se dice así que vulnerabilidad es la probabilidad de
que una persona responda a una situación estresante de manera inadaptada y se habla
de factores de riesgo para referirse a todos aquellos que contribuyen a que una persona
sea más vulnerable. Por el contrario, se habla de factores de protección para referirse
a aquellos que ayudan a una persona a responder de manera adaptada. Los factores de
riesgo y protectores pueden ser de tipo biológico, psicológico o social.
Modelotransdiagnóstico
Se trata de un modelo muy reciente que también se puede considerar dentro del mo­
delo biopsicosocial por idénticas razones que el anterior y que en la actualidad está
suscitando un gran número de publicaciones. El modelo transdiagnóstico plantea que
ha llegado el momento de estudiar los factores comunes en la génesis y el manteni­
miento de los trastornos mentales y que se pueden encontrar en diferentes tipos de
trastornos. Se espera que agruparlos en función de tales factores comunes y abordar
su tratamiento de acuerdo con estos factores implicados favorecerá la ocurrencia de
una mejora en la efectividad de los tratamientos. Se trata de un modelo que se basa en
la evidencia empírica y que resulta completamente compatible con el enfoque biopsi­
cosocial. Nace del reconocimiento de los avances obtenidos en las últimas décadas en
la clasificación diagnóstica, peco pretende ir más allá, replanteando dicha clasificación
en función de los factores responsables de la génesis y el mantenimiento de los dife­
rentes trastornos mentales.
Sistemas clasificatorios actuales
Hay que indicar, en primer lugar, que ni tan siquiera hay un acuerdo amplio respecto
a la cuestión de si los sistemas clasificatorios tienen sentido y reflejan la realidad o si
por el contrario resultan poco útiles y son arbitrarios. La tradición médica en el abor­
daje de los trastornos mentales (enfermedades, desde el punto de vista biomédico) ha
impuesto la búsqueda de un sistema clasificatorio basado en la premisa de que, al igual
que con las enfermedades médicas, el diagnóstico refleja una entidad real, objetivable
y cuya causa simple puede descubrirse. Pero a lo largo de la historia ha habido que
plegarse a la evidencia de que los trastornos mentales son cualquier cosa menos una
entidad simple y fácil de definir, explicar y clasificar. ¿Quiere eso decir que los sistemas
clasificatorios son entelequias sin contacto con la realidad y sin.ningún efecto práctico
y quizá sí muchos aberrantes, como proponeQ, desde la sociología (GofFman, 1963)?
Lo cierto es que, más allá de la influencia del modelo biomédico, describir y clasificar
son dos actividades que los humanos tratamos de realizar siempre con toda parcela de
la realidad. y lo hacemos porque ésa es la forma en que nuestro cerebro puede después
analizar los fenómenos y los objetos de nuestro entorno. Más aún, la ciencia necesita
parcelar la realidad, definirla de manera unívoca y describirla para posteriormente
poder estudiarla y explicarla. Por lo tanto, está claro que una cosa es que los sistemas
clasificatorios sean o no plenamente satisfactorios en el momento actual, y otra es que
no sean útiles. Son tan sólo un intento de organizar la realidad para poder estudiarla,
con defectos y consecuencias indeseadas, pero también con virtudes.
Así, los actuales sistemas clasificatorios pecan de escasa validez diagnóstica, porque
no siempre reflejan entidades reales, sino más bien construidas socialmente. Reflejan
una realidad fragmentada, dividida en categorías, frente a una realidad continua en la
que las cosas no son una cuestión de todo o nada, sino más bien de cuánto. Cuando
se utilizan sin el conocimiento necesario, son peligrosos, porque la etiqueta que se
aplica a un individuo por sí misma tiene un efecto sobre su comportamiento y el
comportamiento que la sociedad tendrá en relación con este individuo. Éste es un
efecto no intrínseco de los sistemas, sino que ocurre por la interacción con la ignoran­
cia y el prejuicio sociales hacia los trastornos mentales, pero ocurre. Igualmente ocurre
que a veces la industria y las asociaciones profesionales ejercen presión sobre los crea­
dores de los sistemas clasificatorios para que éstos beneficien sus intereses. Yes que no
se puede olvidar que los diagnósticos implican la intervención de profesionales y la
prescripción de tratamientos, y todo ello tiene un gran impacto económico.
Capituto 8. Psicopatoloqía 1207
Tiempo para la reflexión' ,.
Piense en alguna situación en la que
haya acudido a su médico porque sesen­
tía mal físicamente o le dolía algo. ¿Cuál
fue el diagnóstico del médico sobre lo
que le ocurría? ¿Qué efectos tuvo el he­
cho de que le etiquetara con palabras
(diagnóstico)? ¿Positivos o negativos?
¿Qué cree que pensaban los demás so­
bre su diagnóstico?
Ahora piense en una situación (si no le ha
ocurrido, imagínelo) en la que se haya
sentido triste, sin ganas de hacer nada,
con pensamientos negativos sobre su si­
tuación, su vida, su futuro ... Acude a su
médico, quien le dice que tiene un tras­
torno mental; le diagnostica un trastorno
depresivo mayor y le recomienda que
vaya a ver a un psicólogo o un psiquiatra.
¿Quéefectos cree que puede tener el he­
cho de que le diga que tiene una depre­
sión? ¿Positivos o negativos? ¿Qué cree
que pueden pensar los demás sobre su
diagnóstico? ¿Encuentra alguna diferen­
cia con respecto al ejemplo anterior? ¿En
qué sentido? ¿Creeque hoy en día toda­
vía existen prejuicios sociales sobre los
diagnósticos o etiquetas de los trastor­
nos mentales?
Actividad 8.2
Explicaciónde los comportamientos anor­
males desde diferentes modelos teóricos.

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