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Naturaleza de la Filosofia

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Naturaleza de la filosofía.
Si bien es cierto que la filosofía es más (mucho más) de lo que mis escuetas palabras logren plasmar en el presente, es necesario que todo aspirante al saber comience a introducirse, con paciencia y determinación, a los conceptos “básicos” con un asombro inicial para puerilizarnos y comenzar así, a partir de la vivencia y reflexión propia a filosofar; por tanto, para “aprender a filosofar”1 será necesario interrogarnos ¿qué es la filosofía? ¿De qué se ocupa? ¿Cómo es que se “hace” filosofía? Para que, por medio de estos cuestionamientos lleguemos a responder lo siguiente: ¿Quién puede filosofar? Y ¿Quién es el filósofo? Todo esto porque, de no hacernos estas preguntas, no podremos si quiera acercarnos al quehacer filosófico. 
Comencemos pues, con la pregunta que todo allegado o interesado a la filosofía se hace: ¿qué es la filosofía? Este cuestionamiento implica desde el vamos, un gran problema, ya que no se puede definir la filosofía sin antes hacer filosofía; por tanto, demos respuesta a dicha pregunta.
Para hacerlo, veremos que ante tal cuestión existe gran pluralidad de respuestas, debido a que todo el mundo cree saber lo que es la filosofía, pero lo cierto es que los filósofos no están seguros de poder dar una definición real de ella. Por eso, encontraremos desde el que usa únicamente la etimología para responder, diciendo que es “el amor a la sabiduría” y llegando hasta lo que concluyen varios autores: no se puede definir, pues al hacerlo limitaríamos y encapsularíamos la esencia de la misma.
A priori podemos decir que ambas respuestas nos dan pautas de esta diciplina; la etimológica por ejemplo nos dice que es una aspiración al saber, no lo poseemos pero queremos encontrarlo, mientras que la otra nos permite contemplar la realidad tan inmensa de esta diciplina que no puede ser definida; sin embargo, considero una salida fácil y un tanto mediocre estas respuestas, ya que, no responden realmente, nos dan muestras, nos dejan en la superficie pero no nos dan herramientas para profundizar e introducirnos en la materia, nos dan solo un mero espejismo de la realidad filosófica. 
Lo anterior podría parecer un tanto soberbio, pues quien es este neófito para criticar a los grandes; sin embargo, ¿podría ser un verdadero aspirante al saber si no cuestiono ni reflexiono? Tal vez mi crítica actual sea escueta, pero es justamente, así como poder entrar en “dialogo” con los filósofos, para aprender entonces su lenguaje y lograr, por tanto, alcanzar un nuevo pensar, iniciándome así en la filosofía. 
 Dicho esto, ¿podremos realmente definir la filosofía? Basándonos en que “no hay nunca una filosofía formada ni acabada”2 veremos que el definir la filosofía será hasta cierto punto inútil, pues al ser siempre cambiante lo que terminemos diciendo sobre esta será incompleto, por tanto, si llegamos a comprender, lograremos entender porque es tan difícil y hasta imposible definir exactamente el cometido y el ser de la filosofía. Sin embargo, para no quedarnos en la superficie antes criticada, tenemos que, si bien no es posible dar una definición concisa, lo que si podemos e incluso debemos es caracterizar a la filosofía, ya que de no hacerlo podremos tener múltiples candidatos inauténticos a ocupar ese tan preciado lugar del filosofar provocando un falso pensar y un falso saber.
Entonces, para caracterizar la filosofía podríamos hacerlo como lo hace García Morente o Salazar Bondy, a través de decir lo que no es la filosofía, debido a que esto resulta un tanto más sencillo, sin embargo, he preferido mostrar lo propio de la filosofía para caracterizarla:
· Primeramente, diremos que tiene como rasgo la reflexión profunda sobre los problemas del conocimiento, es decir, implica problematizar lo ya establecido, romper con la credulidad, es un repensar, un saber segundo que permite ver de otro modo las mismas cosas; lo cual, necesariamente necesita de libertad ya que al problematizar lo establecido provocara incomodidad y conflicto entre los “indispuestos” debido a que la filosofía será una conciencia crítica de la sociedad y de la cultura.
· Seguido de lo anterior, tenemos que las preguntas que la filosofía se hace, o mejor dicho en las que se interesa, son aquellas interrogantes radicales, que buscan la raíz, lo no perceptible a simple vista, las ultimas causas. Es pasar de los efectos a las causas, no quedarnos en lo a priori, lo inmediato, sino en lo a posteriori. 
· Luego entonces, observaremos que la filosofía abarcara toda la realidad, pues ¿acaso hay algo que no sea necesario cuestionar su raíz, su esencia, su existencia o su ser? Es decir, es un estudio totalitario, no particular, y justamente es por esto por lo que la filosofía no puede ser una ciencia, ya que, aunque ambas comparten rigurosidad, una es universal mientras que la otra se particulariza.
· Por otra parte, a palabras de Wittgenstein “La filosofía no es una teoría, es una actividad”, esto porque no basta con solo hacerse preguntas “profundas” o “trascendentes”, no es solo interrogarse o criticar, es reflexionar, es repensar, es método, es rigor, es ir más allá, es buscar respuesta, es una acción continua y fundamentada , es librarnos de la “tiranía de lo común”, y eso no solo se logra con las palabras, sino que se logra en el ejercicio de esas palabras.
Todo esto, claramente es imposible abordarlo desde una sola perspectiva, es por eso por lo que nos encontraremos con las diciplinas filosóficas, las cuales tienen el riego de separase de la filosofía, debido a que como tienden a particularizarse podrían volverse ciencia. Estas diciplinas al igual que la filosofía misma, según Romero, no será posible e incluso deseable, darle una organización rigurosa, debido a que no se adaptaría a todas las situaciones pasadas y muy probablemente, tampoco a las futuras, por lo que algo que podría darnos un buen encauce, sería el retornar a la historia y ver como han ido apareciendo y desapareciendo ciertas diciplinas.
Es así como el esquema siempre será provisional y fluctuante, además de que cada pensador ha presentado diferentes esquemas a lo largo del tiempo, es por eso que a continuación mostraremos el acomodo realizado por mi actual casa de estudios (UCEM):
Encontraremos que separa a la filosofía en tres grupos; el primero será la Ontología o teoría del objeto, en la que a su vez hallaremos a la filosofía de la naturaleza, la antropología y la filosofía social. El segundo será la teoría del conocimiento o Gnoseología, dentro de la cual hallamos a la filosofía de la ciencia y por último tenemos a la Axiología, en la que encontramos la filosofía de la “praxis” es decir la ética y la estética. Naturalmente, cada una de estas diciplinas implica un gran estudio y profundidad, sin embargo, esa no es la finalidad del presente, ya que requería de su propio artículo. Lo que, si podemos decir, es que estos esquemas siempre tendrán variaciones y alteraciones, un claro ejemplo es en la organización que realiza uno de los más grandes, Kant, en la cual no incluye a la metafísica. Es por eso que el encasillarnos con una estructura impediría el propio quehacer filosófico de replantear y reformular.
A la par de las diciplinas filosóficas, encontraremos posiblemente lo que hace a la filosofía ser filosofía: el método.
Pero antes de mencionar los métodos en sí, es necesario preguntarse ¿qué es lo que hace al filósofo ser filósofo? ¿lo hace su capacidad de asombro? Lo cual ya es bastante, pues ¿quién de nosotros está dispuesto a salir de lo convencional, a criticar lo establecido, a quitar la mirada del piso y ponerla en el cielo?, ciertamente este primer asombro y esfuerzo de salir de lo cotidiano es notable y justamente reconocido, pero ¿basta el asombro para volver a alguien filosofo? ¿basta con buscar la verdad? O ¿basta con ser un enamorado del saber? 
Claro que todo esto son cosas que el filosofo realiza e incluso que lo podrían caracterizar, pero no son lo que lo vuelven verdadero filósofo, ya que todos podemos asombrarnos, cuestionarnosy buscar verdades (como es sabido, no todos lo hacemos) pero no, el filosofo va más allá de un asombro inicial, va más allá de la puerilización, que aunque necesarios para el filosofar no bastan para convertirse en filósofo, ya que ni siquiera el estudiante egresado de esta licenciatura puede llamarse propiamente filosofó por el siempre hecho de haberla estudiado. 
Entonces ¿quién es el filósofo? A palabras de Hessen: cualquiera puede serlo, cualquiera con la facultad de asombrarse de lo cotidiano, a esto se le suma la frase de que los mejores filósofos son los niños pues cuestionan de todo, y si, obviamente hay algo de verdad en esto, pero no concuerdo, ya que “un espíritu simplón puede pasarse la vida extrañándose de las cosas más banales y corrientes sin llegar nunca a filosofar.”3 Esto porque el filósofo supera lo anterior, usa método y un rigor tan grande como el de la ciencia, pero sin ser igual. 
El filósofo será entonces aquel que se comprometa realmente con la filosofía, aquel cuya actitud responda verdaderamente al querer aprender a filosofar, a asumir problemas y prepararse para afrontarlos de un modo original y creativo, a tener una mirada inédita. Justamente es por eso por lo que un estudiante de dicha diciplina no necesariamente es un filósofo, pues, aunque yo tenga la mejor formación del mundo y la mejor plantilla docente, si yo leyera los más sublimes tratados filosóficos de las más grandes figuras, si no tengo esta actitud, si no puedo hacer de la filosofía una actividad más que la teoría, entonces no puedo llamarme filósofo. 
Con esto no me refiero a darle una “utilidad” a la filosofía pues eso caería en el utilitarismo, lo cual es justamente un objetivo de crítica de la filosofía, me refiero más bien a que si yo no vuelvo mi actitud a una reflexión verdadera complementada por una rigurosidad y un método, entonces no me será posible entrar al filosofar.
Así que, si me fuera posible, para completar a Hessen diría que no cualquiera puede filosofar, más bien cualquiera que este realmente comprometido y dispuesto a adentrarse en la aspiración al saber será el que pueda filosofar, pues no hay filosofía que haya surgido de la nada, de la mera espontaneidad, sino que de las vivencias y de la actitud a esas vivencias es como comienza el carácter filosófico. 
Ahora bien, he hablado tal vez indiscriminadamente del método filosófico, o mejor dicho que es el método y el rigor lo que hace al filósofo, por lo que es necesario “definirlo” de ser posible.
Siguiendo a García Morente, descubriremos que ciertamente es posible describir el método filosófico, sin embargo, esta descripción no tendrá tanto sentido ni tomará un aspecto real y vivaz hasta que no lo apliquemos, hasta que no lo practiquemos. 
Nuevamente, antes de hablar del método propiamente, veremos que es necesaria la actitud, la capacidad de problematizar, y el espíritu de rigor, cosas que se conjuntan y dan como resultado una etapa para comenzar a filosofar, siendo esta la juventud, ya que en las características del joven encontraremos la exigencia en el rigor, en la racionalidad y en la intelectualidad cosas que muchas veces el anciano, a causa de su experiencia ha perdido.
Dicho esto, aclaremos que el método del que hablaremos es tan riguroso y estricto como el de la ciencia, que como hemos dicho antes, son profundamente diferentes debido al objeto de estudio. 
El hablar de método obliga remitirse a la historia, pues justamente es aquí donde veremos su origen y como es que son estos los que ayudan a dar progreso a la filosofía.
Al ser Grecia donde surge ya un pensamiento mas racional y por tanto una “filosofía” es aquí donde encontraremos el primer método, el cual es aplicado por Sócrates, dicho método es la Mayéutica, el interrogar, el cual consiste en preguntar. Este es mejorado por Platón y llegamos a la Dialéctica, en la cual además de la pregunta, se hará la critica de ella, esto podría llevarnos al infinito y es por eso que surge la necesidad de un orden y estructura, llegando así la lógica con Aristóteles, es decir, las leyes del pensamiento racional, las cuales siguen siendo aplicadas hoy en día. Justamente es esta lógica acompañada de gran rigor como llegamos a la Disputa en el medioevo, teniendo como representante a Santo tomas. Después de esto llegaremos a lo que rige la filosofía hasta nuestros días, el método de la Intuición que es presentado por Descartes.
Veremos que es la Intuición el método de la filosofía como lo diría Bergson, y es esta intuición la que tomará distintos matices de acuerdo al autor y a la corriente, pasando de la intelectual, emotiva y votiva hasta una fenomenología con Husserl o una Hermenéutica con Hegel.
Tenemos entonces que la filosofía no se puede hacer sin preparación, sin método y justamente será el método lo que, de la disposición del cuestionamiento de las cosas, para poder llegar a un discurso racional y por tanto a un trabajo filosófico. 
Al igual que con el concepto de filosofía o con la organización de las diciplinas, existe gran diversidad de métodos filosóficos, lo cual podría parecer bastante bueno para que el aspirante acogiera el que mejor se acople; sin embargo, el número es tan amplio que nos perderíamos al tratar de abarcarlos. Esta diversidad la debemos a que nos encontramos a que cada Filosofo (grande o pequeño), cada aspirante y pseudo aspirante pretenden crear su propio método, lo cual podría crear un nuevo problema, que entre tantos métodos nos perdamos en el quehacer filosófico y terminemos haciendo cualquier cosa menos filosofía. Además, si todos tienen un método ¿este no perderá el rigor y la exigencia que lo caracteriza? ¿No nos haría caer en una subjetividad tremenda o, mejor dicho, relativismo? ¿De ser así la filosofía podría peligrar?
 Es por esto por lo que me parece oportuno hacer lo que Ockham y parar con la creación de nuevos métodos, pues cada método nuevo implica un nuevo reflexionar y por tanto un nuevo pensar y si bien es cierto que de lo nuevo pueden llegar genialidades como ya sucedió antes ¿Será necesario y prudente correr el riego?
Lo anterior, naturalmente es producto de años de evolución del quehacer filosófico, es el reflejo y continuidad del trabajo “comenzado” por aquellos griegos en el siglo VI antes de nuestra era en una región de Grecia llamada Thales, consecuencia del llamado paso del mito al logos; es por eso, que la historia de la filosofía es una pieza fundamental para la comprensión de esta, ya que por medio de dicha diciplina lograremos interpelar a los Filósofos para tratar así de continuar su trabajo.
Hasta ahora, con todo lo ya mencionado podremos concluir que la filosofía es tan basta que necesita de ella misma para poder estudiarse, y que si bien no podremos encontrar una respuesta a las preguntas que para tantos parecen tan obvias, podremos, a través de estos cuestionamientos, llegar a los lugares más insospechados de la naturaleza del pensar, del saber y de la verdad, probablemente con errores y sin acertar completamente en la diana, pero justamente es este caminar lo que hace a la filosofía, lo que le da su naturaleza, no la respuesta clara concisa y breve, sino el camino que se recorre en la búsqueda de la repuesta, pues es a través de este camino que veremos el método, y por medio del método veremos al filósofo, para que en esta observancia, nosotros los espectadores, seamos capaces de problematizar lo ya dicho y no, a palabras de Heidegger, solo examinar y describir opiniones de filósofos, si no que discutir con ellos lo que hablan lo que proponen para logar entonces una verdadera introducción a la filosofía.
¿Así que será necesario cuestionar y dudar de todo? ¿O será mejor cuestionarnos a nosotros mismos para saber si estamos dispuestos a ingresar al filosofar? 
Apéndice
1.- Kant, Immanuel: “hasta el momento no se puede aprender ninguna filosofía, pues ¿dónde se encuentra, quien la posee y en qué podemos reconocerla? Sólo se puede aprender a filosofar”
2.-Salazar Bondy, Augusto parafraseando a Kant: “la mera recepciónes menos concebible en filosofía que en otra diciplina teórica, porque como señalaba Kant, no hay nunca una filosofía formada ni acabada.”
3.-Salazar Bondy, Augusto, “Iniciación filosófica”
Referencias
· BEUCHOT, Mauricio. (2011). Manual de filosofía. México: San Pablo.
· GARCIA MORENTE, Manuel. (2018). Lecciones Preliminares de filosofía. (19° ed.). México: Porrúa. 
· SALAZAR BONDY, Augusto. (1969). Iniciación filosófica. Lima: Arica.
· Romero, Francisco. (1961). Qué es la filosofía. Columba
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