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La ciudad de Gijón (Fig. 1) está situada en la zona central de la costa asturiana al E del abrigo que ofre- ce el cabo Torres, de modo que en el costado occi- dental se extiende la amplia ensenada de El Musel, a partir de la cual se construyó el puerto autónomo, actualmente en ampliación. Al E se formó un tómbo- lo al abrigo del cerro de Santa Catalina, en cuyo cos- tado oriental se extiende la playa arenosa de San Lorenzo, la cual se confinó en su perímetro inter y supramareal con la construcción de un muro peato- nal; asimismo, la franja de posplaya estaba ocupada por un campo dunar y, hacia el borde oriental, la des- embocadura del río costero Piles estaba constituida por sendas superficies de marismas. Trabajos de Geología, Universidad de Oviedo, 28 : 137-157 (2008) Estratigrafía y sedimentología del recubrimiento costero de la ciudad de Gijón (Asturias) G. FLOR Y S. LHARTI Departamento de Geología. C/ Arias de Velasco, s/n. 33005 Oviedo (gflor@geol.uniovi.es; slaharti@geol.uniovi.es) Resumen: Los depósitos costeros de recubrimiento (Holoceno) de buena parte de la ciudad de Gijón (Asturias) se estudian a partir de numerosos sondeos mecánicos antiguos y otros testificados para este trabajo, analizando los sedimentos arenosos representativos, las facies y asociaciones de facies para reconstruir la geometría de la cuenca sedimentaria y su evolución durante el relleno. Se trata de siste- mas de estuarios confinados (canales mareales, llanuras arenosas y fangosas internas) por barreras are- nosas, que se han depositado en 3 fases sucesivas de carácter transgresivo con un último episodio pro- gradante (sistemas de playas y dunas). Las fases 1 (más antigua) y 2 se depositaron antes de los 5.000 años B.P., culminando el alto nivel del mar (TD), que marcaría el inicio de los depósitos de máximo eustático (MD), hasta los 4.500 años B.P. (transgresión Flandriense) dentro de la fase 3; posteriormen- te, se produce el proceso regresivo generalizado con la progradación sedimentaria correspondiente. Palabras clave: sedimentos, estuario, dunas-playa, transgresión holocena, subsuelo de Gijón, Asturias Abstract: Holocene coastal deposits covering an important area of the city of Gijón (Asturias) are studied from many drill cores (old recorded and recently ones), analyzing representative sand sedi- ments, facies and their associations, deducing the basin geometry and the evolutive sedimentary infill. It can be inferred that they are deposited as confined estuaries (tidal channels, sand flats, and inner mud flats) by sand barriers during the last three transgresive phases and the most recent prograding etape (dune/beach systems). Phases 1 (older) and 2 deposited before 5,000 years B.P., reaching the sea- level highstand, which shows the begining of the last eustatic maximum deposits (MD), until the 4,500 years B.P. (Fladrian transgression) during the Phase 3; after the transgression, a global regression with the corresponding prograding deposition was tha main coastal process. Key words: sediments, estuary, dune-beaches, Holocene transgression, subsurface of Gijón, Asturias El litoral se desarrolla sobre un entorno rocoso acan- tilado culminando por diversas superficies planas de erosión (rasas). El espacio sumergido está recubierto por sedimentos costeros relativamente escasos en lo que constituye una plataforma continental interna de tipo desnutrido (Fernández-Valdés, 1997). La ciudad se apoya superficialmente sobre un glacis amplio y de escasa pendiente, que aprovecha en buena parte la disposición estructural de los materia- les que constituyen el sustrato rocoso, formado por calizas, dolomías y margas de la Formación Gijón (Valenzuela, 1988) del Lías (Jurásico Inferior), que buzan suavemente hacia el E. Sobre una buena parte de este conjunto, se dispone un recubrimiento relati- vamente heterogéneo de limos y arcillas, en mucho casos conteniendo cantos y gravas angulosas, como parte de un conjunto coluvionar generado en condi- ciones continentales: alteraciones limoso-arcillosas y coladas de solifluxión (Gutiérrez Claverol et al., 2002). Sobre alguno de estos materiales descritos o bien directamente sobre el sustrato jurásico, se extienden unos depósitos costeros de litología variada que son el objeto de este trabajo. En la trasera de la playa de San Lorenzo, constituyendo el subsuelo, se conserva un relleno sedimentario, ligado principalmente al río Piles, que desemboca en el extremo E de la playa mencionada. También justo al O y S del cerro de Santa Catalina, existe otro conjunto sedimentario de menor magnitud (El Humedal) y en posición más ale- jada hacia el O, otro de menor importancia (Natahoyo), este último drenado por el río Cutis, totalmente canalizado y soterrado. Desde que comenzaron los primeros sondeos para la construcción urbana a mediados del siglo pasado, se pusieron en evidencia importantes acumulaciones de sedimentos litorales constituidos fundamentalmente por arenas, entre las que se intercalan niveles de can- tos y gravas con arenas, así como de fangos carbono- sos y turba. Estos depósitos fueron estudiados por Torres Alonso (1983 y 1984), Torres Alonso et al. (1998) y Gutiérrez Claverol et al. (2002) desde la perspectiva geotécnica, detallando la distribución de las isopacas del recubri- G. FLOR Y S. LHARTI 138 Figura 1. Distribución de las iso- pacas (en metros) representativas del paleorrelieve sobre el que se ha producido el relleno sedimen- tario costero holoceno de la ciu- dad de Gijón, repartido en las áreas de Natahoyo, El Humedal y La Arena (simplificado de Torres Alonso et al., 1998). miento sedimentario dentro del que distinguen las tres ensenadas mencionadas que, de O a E y de menor a mayor magnitud, son: Natahoyo, El Humedal y La Arena (Fig. 1), estas últimas separadas por el promontorio rocoso del cerro de Santa Catalina y su prolongación hacia el S (Begoña) Los rellenos de El Humedal y La Arena fueron estu- diados parcialmente por Lharti (2002) y publicadas algunas reseñas (Lharti et al., 2004), de modo que el objetivo de este trabajo se centrará en éstos detallan- do la caracterización estratigráfica se incluyen las des- cripciones litológicas y análisis texturales para caracte- rizar los ambientes deposicionales y de composición, que permiten reconstruir la paleogeografía litoral y la evolución espacio-temporal del relleno sedimentario, así como su relación con las variaciones relativas del nivel del mar. Metodología Se ha utilizado la información recopilada por Gutiérrez Claverol et al. (2002) de un total de 365 son- deos de longitudes y ubicaciones muy dispares, nunca superiores a los 30 m de profundidad. En 1999, la empresa SEINCO proporcionó un sondeo (SI) y en 2001 otros 17 sondeos completos para el anteproyec- to del metrotrén de Gijón que fueron oportunamen- EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 139 Figura 2. A) Localización de los sondeos testificados y muestrea- dos para este trabajo: SI y los rea- lizados para el metrotrén (4 al 23) y B) situación de la totalidad de los sondeos previos y anteriores con los perfiles transversales seleccionados para las correlacio- nes estratigráficas. te testificados y muestreados por los autores. Los son- deos testificados se situaron en una franja compren- dida desde el área occidental del barrio de El Humedal hasta el oriental de La Arena (Fig. 2A). Se han recogido algunas muestras representativas de arena (39) en aquellos sondeos y testigos donde se conservaba inalterado el sedimento extraído. Se levantaron todas y cada una de las columnas estra- tigráficas, incluyendo las referentes a los 365 sondeos previos, inicialmente a escala 1/100, sobre las que se situaron las muestras en las que se han realizado los análisis granulométrico y el porcentaje carbonatado bioclástico (Fig. 3). Se describieron las características estratigráficas y sedimentológicas de los depósitos y las relaciones geométricas, analizando 39 muestras de depósitos arenosos desde la perspectiva granulomé- trica (tamizadogravimétrico estándar) y del conteni- do carbonatado bioclástico (calcímetro de Bernard), obteniendo el centil (1%) y los restantes percentiles, necesarios para calcular los parámetros de relación, según Folk y Ward (1957). Se han definido las facies y las secuencias de facies más importantes, atendiendo a su carácter princi- palmente textural y composicional y, en ocasiones, incluyendo otros aspectos como el color o el esca- so contenido macropaleontológico encontrado y, muy ocasionalmente, algún tipo de estructura sedi- mentaria que permitieran asignar el origen de los depósitos. En una etapa última se ha procedido a correlacionarlas entre sí al objeto de reconstruir la cuenca sedimentaria, partiendo de 20 perfiles transversales N-S al perfil costero (Fig. 2B), sepa- rando los conjuntos transgresivos y regresivos de mayor entidad. Granulometrías y composición Los resultados de las granulometrías se han incluido en el apartado de asociaciones de facies con el objeto de caracterizarlas de la manera más precisa posible (Tabla I) a la hora de la interpretación de los diferen- tes ambientes sedimentarios; se han tenido en consi- deración los percentiles en unidades phi (φ): 1, 5, 16, 25, 50, 75, 84 y 95, necesarios para la obtención de los parámetros de relación: media, calibrado, asimetría y angulosidad. Los datos de centil y media se expresan en unidades phi y en sus correspondientes valores en milímetros, al objeto de facilitar su interpretación, y, G. FLOR Y S. LHARTI 140 Figura 3. Columnas estratigráficas de los sondeos testificados en las que se consignan la posición de las muestras arenosas analizadas. para la totalidad de los parámetros de relación, se cua- lifican según las clases o intervalos propuestos por Folk y Ward (1957). Predominan las arenas finas, con una participación escasísima de las fracciones medias. Mayoritariamente muestran calibrados buenos, seguido de moderadamente clasificadas y, final- mente, son menos abundantes las arenas muy bien clasificadas. Las asimetrías son predominantemen- te muy negativas. Las curvas dominantes son muy picudas, seguidas de cerca por las picudas y sola- mente una minoría pertenece a la categoría de cha- tas y ocasionales las medias. De acuerdo con la relación existente entre los componentes mineralógicos siliciclásticos y carbo- natados biogénicos, que son prácticamente exclu- sivos, obtenidos mediante análisis calcimétricos, las arenas pertenecen a la categoría de silíceas, donde los carbonatos bioclásticos raramente supe- ran el 50% del total, siendo los valores medios entre el 20 y el 25%. Los depósitos cuyo tamaño es superior a la fracción arena tienen una composición cuarcítica, que contras- ta con la mayor variedad atribuible a coluviones, en que además de esta litología aparecen calizas y dolo- mías. Las fracciones de limos y arenas son, en la prác- tica, de naturaleza silícea con proporciones muy varia- bles de materia orgánica. Facies Las litologías predominantes están representadas por cantos y/o gravas con arenas, arenas con proporcio- nes variadas de bioclastos (Tabla I), limos y arcilla, con mayor o menor contenido en materia orgánica, algunos restos de infauna (preferentemente gasteró- podos), restos vegetales fragmentados y turba. Facies A. Cantos y/o gravas (>-2,0 φ) con arenas Predominan los primeros con un desgaste variable de los clastos desde subredondeados a subangulosos- subredondeados. Son de naturaleza silícea y suelen tener matriz arenosa lavada. Facies B. Arenas medias (1,0 - 2,0 φ) Subfacies b1. Arenas de tonos beiges bien lavadas (calibrados variables desde 0,32 a 0,58 φ) con carbo- natos bajos (10,4-23,2%). En algunos casos, aparecen niveles grisáceos por la presencia de materia orgánica y, en otros, abundantes gravas cuarcíticas. Algunos niveles muestran cementación incipiente. Subfacies b2. Arenas medias, poco numerosas, de tonos anaranjados con clasificaciones peores (moderada- mente calibradas) y contenidos medios en carbonatos del 32,2-35,4%. Facies C. Arenas finas y muy finas (2,0-4,0 φ) EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 141 Tabla I. Resultados granulométricos y composición carbonatada biogénica, pertenecientes a los ambientes sedimentarios de las fases de deposición 2 y 3. (B = barrera confinante y E = estuario propiamente dicho). Subfacies c1. Arenas de tonos beiges bien lavadas (cali- brados variables desde 0,37 a 0,66 φ, peores que la subfacies b1), y contenidos en carbonatos bajos (16,8- 23,0%), mayores que la subfacies b1. En algunos casos, se intercalan niveles de gravas silíceas subre- dondeadas con matriz arenosa lavada. Subfacies c2. Arenas de tonos grises mejor lavadas (0,25-0,40 φ) que la subfacies c1, con bajos conteni- dos carbonatados (12,4-25,5%), algo inferiores a la anterior. Se pueden intercalar niveles de cantos y gra- vas silíceos subredondeados dispersos. Hay cementa- ción incipiente sobre las arenas. Subfacies c3. Arenas finas oscuras por materia orgáni- ca no abundante, con calibrados moderados a pobres y poco carbonato (10,4-13,6%), algunas con restos vegetales y otras con raíces. Pueden contener frag- mentos de gasterópodos de concha fina de áreas salo- bres. Eventualmente, hay pasadas de cantos y gravas redondeadas y subredondeadas. Subfacies c4. Arenas finas compactas de tonos beiges, conteniendo gasterópodos continentales. Facies D. Limos y arcillas Generalmente de tonos gris oscuro (con materia orgánica), que ocasionalmente están laminadas hori- zontalmente con restos vegetales pequeños y son muy frecuentes con abundante fauna de bivalvos y gaste- rópodos salobres, tanto enteros como fragmentados. Alcanzan espesores máximos de algo menos de 2 m. Facies E. Turbas Litologías limoso-arcillosas de tonos negruzcos con restos vegetales fragmentados. Ocasionalmente se intercalan pasadas de arenas con bivalvos salobres en posición de vida. En registros de sondistas, esta termi- nología se ha extrapolado a la totalidad de las facies fangosas, motivo por el cual representaban espesores métricos, pero en los testificados para este trabajo sólo se detectaron espesores variables desde 0,20 a 0,60 m. Secuencias de facies Las facies se ordenan en secuencias con potencias de escalas métrica y decamétrica y, relativamente, de poco contraste litológico. Es muy frecuente que estén representadas solamente litologías arenosas, cuya separación en la vertical sólo puede realizarse, en con- tadas ocasiones, con la ayuda de los datos granulomé- tricos (Tabla I). 1) Secuencia de facies A en la base, constituida por cantos y/o gravas cuarcíticas subredondeadas con arenas en la base (espesor de unos pocos metros), que pasa a techo a gravas cuarcíticas subredondeadas de espesor métrico, arenas finas lavadas con unos pocos metros (subfacies c1) y que culmina con limos (facies D), cuyo espesor es métrico. Se interpreta como un canal de origen fluvio-mareal o un canal principal estuarino que evoluciona a llanuras aluviales y/o estuarinas, a techo, ligado probablemente a la desem- bocadura del sistema que drenaba un estuario meso- mareal en una de las fases de relleno; dada la proximi- dad del río Piles actual, estaría situado en ese momen- to en una posición cercana al registro. En la columna 23, se superponen dos secuencias estrato y grano decrecientes de 7 m y 5 m, las cuales forman, a su vez, otra secuencia de orden mayor e igual signo. Se trata del mismo tipo de secuencia. 2) Secuencias de cantos y/o gravas subredondeados con arena (facies A), en la base, que pasan a arenas beiges de tamaño medio (facies B) o finas (facies C), a techo. Su espesor total es de 4 m (sondeo 15). Se tra- taría de depósitos de playa expuesta en la base de una barrera confinante (sondeos 15 y SI). 3) Secuencias de unos 4 m arenas finas grises com- pactas (subfacies c2) que pasan a techo a algo más finas, eventualmente con costras de cementación inci- piente, muy probablemente de origen freático. Se tra- taría de depósitos de playa que culmina con una duna eólica costera, productode la progradación de los depósitos costeros. Aparece en el sondeo SI. 4) Secuencia de cantos/gravas cuarcíticos subredon- deados con matriz arenosa (facies A), en la base, que pasa a techo a fangos ricos en materia orgánica y res- tos vegetales (facies D), con algunas gravas dispersas, y culminando con limos orgánicos que contienen gas- terópodos y bivalvos salobres (sondeo SI). Se inter- preta como un relleno parcial de un canal principal de un estuario, que experimenta un abandono y una col- matación posterior por fangos, pasando a formar parte, en la etapa póstuma, de una llanura de fangos. 5) Facies de arena basal (facies C) con espesor métri- co y, a techo, fangos orgánicos, con frecuentes restos vegetales (facies D), ocasionalmente con pasadas de arenas (espesor variable de decimétrico a métrico). Se interpreta como un canal secundario o un bancal are- noso interno o barra que evoluciona, a techo, a una llanura fangosa. 6) Arena basal de tamaño fino y muy bajo contenido G. FLOR Y S. LHARTI 142 carbonatado (subfacies c3) con espesor métrico, que pasa a limos (facies D) de unos pocos metros de espe- sor y, a techo, fangos orgánicos (espesor métrico) con frecuentes restos vegetales y culminando con una turba (facies E). Canal mareal o bancal arenoso que se colmata con litologías pertenecientes a llanuras de fangos y marisma. 7) Limos basales (facies D) con espesor métrico a decimétrico y, a techo, fangos orgánicos (espesores variables de decimétricos a métricos), algunos con restos vegetales, culminando con turba (facies E). Ocasionalmente, se intercalan pasadas arenosas. Se trataría de una llanura fangosa que evoluciona a una marisma (sondeos 20 y 21). 8) Alternancias irregulares de arenas (facies B y C) y fangos (facies D), e incluso, turba (facies E), pudien- do existir infauna salobre (gasterópodos y bivalvos) en posición de vida, con potencias muy variables de ambas litologías. En ocasiones, las arenas contienen bioturbación de raíces. Se trataría de llanuras fangosas EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 143 Figura 4. Secciones transversales N-S en el área de El Humedal (I a III) en las que se incluyen los cortes estratigráficos localizados en las Figs. 2A y B. y marismas próximas a algún canal mareal, el cual experimenta fluctuaciones laterales de su posición (sondeo 18). En todas estas secuencias estuarinas y playeras descri- tas hasta este apartado, dominan las distribuciones de carácter positivo. El abanico de secuencias se comple- ta con las que se describen seguidamente. 9) Secuencias de 2 m de arenas medias (facies B) o finas (facies C), ligeramente granocrecientes a techo. Probable culminación de una playa supramareal con una duna eólica, perteneciente a una barrera que cie- rra un estuario (sondeo 18). 10) Secuencias de unos 5 m arenas finas lavadas (facies C) que pasan a techo a medias grises y beiges (facies G. FLOR Y S. LHARTI 144 Figura 5. Secciones transversales en el área de El Humedal (I a III), pasando hacia el E a las de La Arena (IV a VII) en las que se inclu- yen los cortes estratigráficos localizados en las Figs. 2A y B y los tipos de facies detallados en la Fig. 4. EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 145 Figura 6. Secciones transversales en el área occidental de La Arena (VIII a XI) en las que se incluyen los cortes estratigráficos locali- zados en las Figs. 2A y B y los tipos de facies detallados en la Fig. 4. B). Se tratarían de depósitos de playa producto de un proceso transgresivo (sondeo 21), las basales pertene- cientes al intermareal inferior y las suprayacentes a la playa intermareal superior y/o supramareal. 11) Secuencia de carácter decamétrico (algo más de 10 m), constituida por arenas lavadas (facies B y/o C) o con cantos dispersos en la base (mayor potencia de este término), pasando a arenas (facies B y/o C) con un contenido algo mayor de cantos con arena o bien con arenas ligeramente más groseras (facies B). Forman parte de cuerpos sedimentarios potentes que representan a barreras confinantes en las que estarían incluidos ámbitos de playa diversos, con litologías arenosas dominantes con lechos de cantos intercala- dos, igualmente de playa. Combinando las interpretaciones de las facies y aso- ciaciones, junto con los datos granulométricos y de composición carbonatada, se obtienen una caracteri- zación de los medios sedimentarios arenosos (Tabla I). No obstante, solamente se diferencian depósitos dunares, de playas, bancales o barras arenosas, canal mareal y el complejo de la barrera confinante, dentro de la cual deben incluirse las franjas relativas a la playa intermareal expuesta, barra supramareal, bermas de sotavento y playas estuarinas. Correlaciones Se llevaron a cabo una serie de correlaciones en sen- tido N-S en los enclaves desde El Humedal hasta La Arena (Figs. 4 a 9), aprovechando el mayor número de sondeos disponibles localizados en la Fig. 2A y B. De esta manera, se incorpora un mayor número de columnas estratigráficas que las testificadas (Fig. 3) para deducir aquellos aspectos que interesen, inclu- yendo las estructuras sedimentarias y contenidos bio- génicos. Las correlaciones de las sucesiones cortadas en los sondeos y de las secuencias de facies definidas han permitido establecer tres fases de relleno sedimenta- rio en las áreas de El Humedal y La Arena, que mues- tran numerosas coincidencias, pero también cada una con sus particularidades propias. Comoquiera que en la zona centro-occidental de La Arena, el paleorrelieve ha excavado sendas geometrí- as atribuibles a cabeceras de valle (Fig. 1), la geome- tría de la cuenca sedimentaria alcanza profundidades superiores a los 20 m y, consecuentemente, el espesor sedimentario es mucho mayor. Además y sólo en esta zona, por esta causa apuntada, se ha desarrollado una etapa de relleno más antigua. Esta sedimentación más antigua se ha referido como correspondiente a la Fase 1. Desde el punto de vista del medio de depósito, está representada por secuencias de facies estuarinas (E1) que se cierran por una barrera de arenas en exclusiva o con cantos y arenas (B1). Las facies estuarinas mejor representadas corresponderían a llanuras fangosas que son drenadas por canales mareales, produciéndo- se una mayor participación fluvial hacia el costado oriental. La barrera (B1) alcanza potencias de hasta 15 m en el centro occidental de la zona de La Arena en donde está representada por secuencias positivas con cantos en la base y arena con gravas y cantos en el techo; en otros casos, solamente por arena. Queda perfectamente ilustrado en los cortes XI-XI’ (Fig. 6), XII-XII’ (Fig. 7), XIV-XIV’ (Fig. 7) y XV-XV’ (Fig. 8). El espesor mínimo de este conjunto es muy variable, desde 3 m hasta 16 m. Posteriormente, tuvo lugar un proceso transgresivo lo cual implica que el nuevo conjunto sedimentario, atri- buible a la Fase 2, produzca una erosión importante sobre los depósitos subyacentes de la Fase 1. Está representada, igualmente, por facies estuarinas (E2) y su barrera arenosa confinante (B2), situándose la línea de costa más hacia el S (tierra adentro). Las facies estuarinas características corresponderían a llanuras fangosas, con una proporción mayor, y marismas bien desarrolladas, surcadas por canales mareales. La barrera prácticamente no se conserva en El Humedal, excepto en su extremo oriental en lo que constituyó una franja umbral rocosa, continuación de la colina de Begoña, con La Arena, donde alcanza un desarrollo notable. En El Humedal (Fig. 4), las llanuras fangosas y maris- mas tenían un gran desarrollo superficial, máximo de 1.100 m transversalmente a la línea de costa, y unos 600 m, longitudinalmente; alcanzaban potencias muy variables, con máximos de 7 m. Eran drenadas por canales mareales, relacionados con la existencia de manantiales próximos, como se deduce del trabajo de Luque Cabal et al. (2002). En la zona de La Arena, los canales mareales son importantes y están representados en las zonas cen- tral y centro-occidental. Hacia el E seconserva un registro interpretado como canal fluvial, probable- mente relacionado con el sistema fluvial que confor- maba el canal principal estuarino, como lo atestigua el carácter de los depósitos (una secuencia positiva de 7 m de potencia) y la presencia de abundantes cantos (Fig. 9). Las facies de llanuras fangosas y marismas tienen una mayor extensión y espesor, alcanzando un G. FLOR Y S. LHARTI 146 EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 147 Figura 7. Secciones transversales en el área de La Arena (XII a XIV) en las que se incluyen los cortes estratigráficos localizados en las Figs. 2A y B y los tipos de facies detallados en la Fig. 4. G. FLOR Y S. LHARTI 148 Figura 8. Secciones transversales en el área oriental de La Arena (XV a XVII) en las que se incluyen los cortes estratigráficos localiza- dos en las Figs. 2A y B y los tipos de facies detallados en la Fig. 4. EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 149 Figura 9. Secciones transversales en el área más oriental de La Arena (XVII a XIV) en las que se incluyen los cortes estratigráficos localizados en las Figs. 2A y B y los tipos de facies detallados en la Fig. 4. máximo superficial de 900 m, transversalmente a la línea de costa, y 1.714 km, longitudinalmente. La barrera confinante de estos estuarios alcanzaba potencias muy variables. En la parte occidental de El Humedal, estaba mayoritariamente constituida por arena; en la casi totalidad no se conserva esta barrera y solamente en el extremo nororiental (área SO del cerro de Santa Catalina) está representada por secuen- cias positivas en su mayor parte, constituidas con can- tos en la base y pasando a arena con gravas y cantos hacia el techo: cortes VIII-VIII’, IX-IX’ y X-X’ (Fig. 6). Estas secuencias podrían representar rellenos de canal que pasan lateralmente a las barreras confinan- tes, mejor caracterizadas por playas expuestas. En la zona de La Arena, la barrera (B2) totaliza poten- cias más elevadas (18 m) que la de la Fase 1, no obs- tante, cabe matizar que el registro de esta última no está representado en su totalidad en este área. En los sectores centro occidental y central está constituida indistintamente por secuencias positivas y negativas, las primeras con cantos o bien cantos con arena en la base y arena en el techo, mientras que las segundas por arenas o arenas con cantos que culmina con mayor proporción de estas últimas; excepto en la franja central, con una proporción mucho mayor de arenas, en el resto existe una participación importan- te de cantos y gravas. En la zona más oriental, este conjunto de estuario y barrera solamente está representado por facies areno- sas de playa con su probable barrera confinante ubi- cada en la porción septentrional, sin que se hayan conservado las correspondientes zonas estuarinas (corte XX-XX’, Fig. 9). El relleno culminante de ambas zonas de El Humedal y La Arena queda definido por la Fase 3, que llega hasta posiciones más meridionales y supone el sellado de los estuarios, excepto en el área oriental donde desemboca el Piles. En El Humedal, los depósitos de esta fase se extendí- an sobre una longitud máxima en superficie de 1.100 m, transversalmente a la línea de costa y de unos 700 m, longitudinalmente. Las potencias sedimentarias varían sustancialmente desde 1,5 m hasta 13 m, sien- do las secuencias fiables de carácter negativo en aqué- llas que se sitúan, preferentemente en la franja exter- na. Los rellenos comparativamente más espesos se localizan en bandas oblicuas y discontinuas a la línea del agua en aquel momento, pero sin una tendencia determinada, debido en todos los casos a la erosión sobre los materiales subyacentes de la Fase 2, que ha producido una mayor incisión. Los datos disponibles para la interpretación de estas facies solamente permiten suponer su pertenencia a rellenos de playas arenosas que pudieran culminar con mantos eólicos, algunos como dunas remontan- tes sobre la ladera oriental del promontorio de Begoña. En cualquier caso, la gran extensión de este relleno induce a pensar que debió producirse como resultado de una primera transgresión con erosión intensa y relleno posterior, seguido de una prograda- ción más o menos continuada. Los registros en los que se correlacionan las columnas estratigráficas se detallan en los cortes I-I’ a IX-IX’ (Figs. 4 a 6), los orientales de transición a La Arena. En La Arena, los depósitos alcanzaban una extensión de 900 m transversalmente y unos 1.600 m longitudi- nalmente a la línea del agua. Comparativamente, los espesores del relleno son menores: máximo de 3 a 8 m, con mayores potencias concentradas regularmen- te en la zona central, siguiendo una distribución alar- gada en dirección E-O y otros máximos ubicándose de una manera discontinua. Los depósitos son mayoritariamente arenosos, salvo en áreas muy localizadas y más ampliamente en la esquina oriental donde cantos y gravas con arenas toman un mayor protagonismo; también en esta últi- ma zona se han depositado facies de arcilla y limo. Las secuencias muestran tendencias mayoritariamen- te positivas y, solamente en casos esporádicos, de tipo negativo. Dentro de las primeras se detectan numero- sas facies arenosas con una proporción destacada de bioclastos y, a techo, niveles de arenas con gasterópo- dos terrestres y costras débilmente desarrolladas por cementación freática. Se interpretan como depósitos de playa culminando con depósitos dunares eólicos, que, en este último caso, no parece que superen los 2 m de potencia. En el Humedal, cabe deducir un relle- no transgresivo, representado por facies playeras que erosionan los depósitos subyacentes, en una primera etapa, y la consiguiente progradación en la que se generan depósitos de playas y dunas progradantes. En La Arena, las secuencias de cantos y gravas con arenas, culminando con facies arenosas se interpretan como depó- sitos de canal estuarino (canal principal), que pasa lateral- mente a llanuras fangosas (en este registro hacia el O), recu- bierto transgresivamente por facies de playa. La geometría del relleno sedimentario representado por esta Fase 3 se detalla en los cortes X-X’ al XX-XX’ (Figs. 6 a 9). G. FLOR Y S. LHARTI 150 Estos rellenos sedimentarios en los que están involu- crados sistemas estuarinos confinados han sido docu- mentados ampliamente, y pueden ser aplicados en estos rellenos de Gijón, bien sea como estadios suce- sivos (Roy et al., 1980) o mediante la modelización a lo largo del eje estuarino (Dalrymple et al., 1992), como consecuencia del evento transgresivo. Estos últimos autores prefieren considerar a este tipo de estuarios bajo el término de dominados por el oleaje y dis- tinguen secuencias positivas en la mayor parte de las secciones para los ámbitos fluvial y estuarino (bahía central y desembocadura), alternándose con otras de carácter negativo hacia la cola del estuario. Evolución El relleno sedimentario registrado de esta cuenca lito- ral se produjo en tres fases, relacionadas con oscila- ciones del nivel del mar del último ciclo finipleistoce- no-holoceno hasta culminar con la distribución de las áreas sedimentarias costeras actuales. En la Fig. 10, se muestran las distribuciones de las isopacas represen- tativas de cada una de las tres fases que tuvieron lugar en ambas cuencas costeras a lo largo del tiempo, com- plementadas por los cambios paleogeográficos en superficie (Fig. 11). Las dos fases iniciales están representadas por cuen- cas estuarinas mesomareales independientes, la del Humedal y la de La Arena drenada por el río Piles. Estarían constituidas por una barrera arenosa, situada en una posición más septentrional y probablemente alineada en una dirección similar al borde costero actual; esta barrera permitiría el confinamiento del ámbito estuarino, cuya extensión sería comparativa- mente mucho mayor que aquélla, como lo revelan las deducciones precedentes. En la cuenca de El Humedal, las facies de la barrera no se han detectado en los sondeos, salvo en la zona oriental, mientrasque en La Arena existen numerosos testimonios de su presencia. La Fase 1 solamente está representada en La Arena debido a la existencia de un paleorrelieve negativo, el cual está marcado por la existencia de dos incisiones fluviales situadas en la mitad occidental, de las cuales la oriental es mayor y tiene dos ejes de avenamiento; probablemente representen cabeceras fluviales, que serían afluentes por la izquierda del Piles, un río de mayor jerarquía. También debería incluirse la incisión correspondiente a la cuenca de este último río Piles, de la cual no se poseen aún testigos de sondeos, pero que debería ser la más pronunciada y, consecuente- mente, alcanzar los mayores espesores de sedimentos. Este conjunto sedimentario de la Fase 1 requeriría una cierta estabilización del nivel del mar en una cota determinada y durante un cierto tiempo para que fuera posible la formación y desarrollo del sistema. En la Fig. 11, se muestra la posición estimada de la antigua línea de costa y de la línea límite entre la barrera y el entorno estuarino. La Fase 2 se inicia por una nueva pulsación de ascen- so del nivel del mar, que genera un nuevo espacio de acomodación con el relleno durante la estabilización posterior a lo largo de un periodo más o menos pro- longado. Se repite el mismo esquema deposicional EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 151 Figura 10. Reconstrucción de las cuencas sedimentarias a lo largo de las tres fases evolutivas, basada en la distribución de las isopa- cas para cada una de ellas. que en la fase anterior: estuario-barrera, migrando la línea de costa hacia posiciones meridionales y afec- tando también, por vez primera, al área de El Humedal. Se alcanza la mayor extensión del sistema tanto superficialmente como con potencias mayores de las facies estuarinas en El Humedal que en La Arena. En el sondeo 31a2 situado en la plaza de Europa de El Humedal (corte VIII-VIII’ de la Fig. 6), Luque Cabal et al. (2002) consignan una datación realizada en una turba perteneciente al techo de la Fase 2, basada en la relación 13C/12C, que arroja una edad de 5.360 ± 80 B.P. Los cortes transversales XIV-XIV’ (Fig. 7) y XV- XV’ (Fig. 8) revelan la existencia de dos barreras superpuestas lateralmente que podrían correspon- der a una primera etapa transgresiva (barrera inter- na), seguida de una progradación, que expansiona el ámbito estuarino hacia el N. Se han reconstrui- do los mapas de isopacas y trazado las dos líneas representativas del límite barrera-estuario (Figs. 10 y 11), la interna (más antigua) en trazo continuo y la externa (más moderna) en discontinuo, lo cual pone en evidencia la mayor anchura del sistema como consecuencia de la regresión final. En La Arena se detectan facies de canal principal y barras probablemente mareales de cantos y gravas y are- nas en las proximidades del Piles (Fig. 11). En esta Fase 2 ya se insinúa el istmo arenoso situado al abrigo meridional del cerro de Santa Catalina, bien desarrollado y documentado históricamente desde la Edad Media. La Fase 3 se inicia, al igual que las anteriores, ante un nuevo ascenso del nivel del mar. Se diferencian dos relle- nos superpuestos, mayoritariamente arenosos, de los cua- les el más antiguo es de mayor espesor y de carácter transgresivo, dominando las facies de playa. El segundo es progradacional debido a la estabilización del nivel del mar en que estarían representados conjuntos de playa/dunas, habiéndose observado topografías residua- les de forma alomada correspondientes a cordones dunares poco desarrollados (o de escaso relieve). El máximo transgresivo, situado entre los dos rellenos, estaría relacionado con la trangresión Flandriense, cuya altura máxima se situaría en torno a los +2,5-3,0 por encima de las pleamares vivas medias actuales (Flor, 1995). Si se parte del “0” topográfico actual en que la cota máxima de estabilización de las playas arenosas se establece en alrededor de +5,0 m, los límites superiores de las playas antiguas alcanzarían cotas de +7,5-8,0 m; es posible que las playas energéticas, en este caso San Lorenzo (conectada con La Arena), lleguen a alturas algo superiores que las protegidas, como sería la de La Trinidad (ligada a El Humedal); por su parte, si existieran recubrimientos arenosos eólicos asociados a la playa, alcanzarían alturas algo superiores, dependiendo de la entidad morfológica de la duna. Las alturas del suelo de la ciudad de Gijón, de una forma muy aproximada, corresponden a las topografías sedi- mentarias culminantes de esta Fase 3; por ello, analizan- G. FLOR Y S. LHARTI 152 Figura 11. Interpretación de la posición paleogeográfica en plan- ta de los conjuntos de las barreras confinantes y sus correspon- dientes recintos estuarinos propiamente dichos. do la distribución de las mismas en sentido transversal, podría deducirse algún detalle sobre la presencia/ausen- cia de depósitos dunares, como culminantes de los siste- mas de la posplaya, puesto que el límite superior de las playas tendría una cierta constancia. En la zona de El Humedal, las cotas del suelo se sitúan a alturas entre 6,8 y 8,0 m, lo cual indicaría que las arenas superiores representarían playas are- nosas, con la posibilidad de recubrimientos eólicos tabulares, pero muy poco potentes (espesor métri- co), reproduciendo cordones dunares laxos (pro- bablemente en el extremo meridional del corte VII-VII’ en la Fig. 5). En la franja de transición, entre el cerro de Santa Catalina y Begoña, representada por el corte IX- IX’ (Fig. 6), se elevan dos crestas, la interna de menor entidad y la externa muy neta de hasta 2,0 m en relación con las áreas laterales (cota también absoluta de +10,0 m), que podría representar una arena dunar culminante (cordón dunar?), la cual se continúa claramente por el costado occidental de La Arena. En el extremo suroriental de Begoña, se adosarían dunas de tipo remontante, cuya sedimentación estaría inducida por vientos del NE desde la playa funcional en ese momento, situada en posición más septentrional. El resto de La Arena conserva elevaciones muy laxas atri- buibles a restos de cordones dunares, extensos longitudi- nalmente, pero con alturas muy reducidas, como ocurre en ámbitos costeros con tasas de sedimentación no demasiado excedentarias y alineaciones oblicuas a los vientos del NE, ya que los del NO dominantes quedan amortiguados por el cabo de Torres. En referencias históricas de finales del siglo XIX, se hace mención a la existencia de dunas en la pri- mera línea de edificios de El Muro, que correspon- derían al sistema natural de playa/cordón dunar más externo, antes de la urbanización definitiva e irreversible. En el tercio oriental de La Arena solamente se depo- sitarían playas culminantes al disminuir las cotas hasta valores de +8,0 m, que decrecen paulatinamente hacia el Piles. Sedimentación en relación con los cambios eustáticos Se parte de los procesos sedimentarios que tienen lugar como consecuencia de los cambios eustáticos sin la inter- EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 153 Figura 12. El relleno sedimenta- rio costero de las áreas de El Humedal y La Arena está directa- mente relacionado con las oscila- ciones del nivel del mar (eventos transgresivos generalizados), existiendo la posibilidad de asig- nar edades absolutas a los últi- mos eventos que culminan con la progradación final gracias a las dataciones realizadas por dife- rentes autores en este entorno y en estuarios cantábricos, así como en otros puntos del litoral ibérico atlántico. vención de fenómenos de subsidencia, que no se han detectado en esta zona; en este sentido, se podría incluir una cierta tasa de elevación cortical prácticamente inapre- ciable, de acuerdo con los criterios de Peón (1992). Las tres fases de relleno se relacionan directamente con cambios relativos de nivel del mar (Fig. 12); la Fase 1 sola- mente queda caracterizada por una transgresión con retrogradación (T1) a la que sigue una interrupción sedi- mentaria. El conjunto representativo de laFase 2 está marcado, en la base, por una superficie de erosión impor- tante relacionada con una subida del nivel del mar que eli- mina buena parte de los sedimentos de la Fase 1; la acu- mulación intensa de sedimentos en la base de las facies arenosas sugiere que se podría incluir una etapa indefini- da de acreción, pero sin que existan pruebas concluyen- tes. En cualquier caso, el proceso dominante consiste en una transgresión con retrogradación (T2) a la que sigue una etapa corta de relleno/agradación con progradación, debido al volumen de aporte de sedimentos tan intenso que llega al entorno en ese episodio (R1); ello implica que la cuenca se expanda hasta que se inicie la fase siguiente. Con la Fase 3, se asiste a una nueva etapa transgresiva con retrogradación a partir de una superficie erosiva de gran magnitud; en los primeros momentos también podría reproducirse una cierta acreción (T3). Se alcanza la máxima inundación eustática con la mayor altura del nivel del mar (trangresión Flandriense) a partir de la cual se produce la regresión con agradación (R2) hasta el momento presente con los cambios históricos en rela- ción con la antropización del entorno. Este último proceso final se podría comparar con el que ha generado los amplios complejos sedimentarios actuales representados en los sistemas de playa/dunas de Salinas (Flor, 1995) y Xagó (Flor, 2004), donde se diferencian hasta tres conjuntos dunares (interno, intermedio y exter- no) en relación con la progradación desde ese máximo eustático (más antiguo a más moderno, respectivamente). En este caso, la imposibilidad de asignar morfologías de complejos dunares, dada la destrucción por urbanización de la ciudad, solamente permite aventurar la existencia de este último proceso progradante de un complejo de playa/dunas; del cordón dunar activo hasta finales del siglo XIX restan evidencias históricas documentadas. Las tres fases de relleno en que se ha subdividido la suce- sión sedimentaria estudiada, se interpretan como tres secuencias deposicionales (parasecuencias), que a tenor de los datos disponibles serían de 6º orden, es decir, con inter- valos de recurrencia o periodicidades inferiores a 20 ka (Vera Torres, 1994), con sus discontinuidades característi- cas a muro y techo, producto de las oscilaciones relativas del nivel del mar holoceno. No obstante, en los trabajos desarrollados en los estuarios del Tinto y Odiel y Guadalete (Golfo de Cádiz), donde se sondearon la totali- dad de los depósitos de relleno, Dabrio et al. (2000) dedu- cen oscilaciones eustáticas de 4º orden, en el que se inclu- yen al menos dos niveles altos del mar en el Pleistoceno Superior (IS 3) y Holoceno, y ciclos de 5º orden sobreim- puestos; este último orden podría corresponder, realmen- te, al relleno gijónés, por cuanto se puede datar como pro- piamente holoceno en su mayor parte. Como describen algunos autores (Vail et al., 1987; Posamentier y Vail, 1988), quedan incluidas dentro de un cortejo transgresivo (TST), constituido por un conjunto de parasecuencias retrogradacionales, de modo que el depósi- to culminante corresponde a la máxima inundación. Una vez finalizado este evento, le sucede un nuevo cortejo de nivel alto (HST), cuya superficie basal es erosiva, que podría iniciarse con un proceso agradante para terminar con el máximo avance sedimentario y la implantación de dispositivos progradantes. Este registro sedimentario de la ciudad de Gijón tiene cier- tas similitudes, a grandes rasgos, con el propuesto por Hernández-Molina et al. (1995) para la sedimentación de la plataforma continental interna en el cabo de Gata (Almería); establecen un modelo teórico, incluyendo como más antiguas, unidades sísmicas representadas por cuerpos sedimentarios trangresivos de terrazas submarinas con sedimentos progradantes en la base y agradantes a techo, que representan un cortejo transgresivo TD (10.000-6.000 años B.P.). Le sucede un cortejo asociado al máximo eus- tático (MD) de 6.500 años B.P., obviamente transgresivo, de una unidad sísmica agradante y paralela. Finalmente, se depositaron cuerpos progradantes de alto nivel del mar (HD), desde esa última fecha hasta la actualidad. En el área cantábrica, sobre unas marismas internas del estuario de Guernica (reserva de Urdaibai), Pascual et al. (2001) detectaron cambios de nivel del mar que pudieran correlacionarse, tanto en la edad como en los procesos, con las deducidas en este trabajo. Sobre un conjunto limo- so arcilloso con laminación horizontal y niveles bioturba- dos de un ambiente estuarino salobre submareal e inter- mareal (somerización a techo), se depositaron limos algo más groseros y mayor contenido carbonatado con nume- rosas conchas de moluscos enteras y fragmentadas, proce- dentes de la plataforma marina; este episodio, pertenecien- te a una marisma intermareal baja, se ha datado en 4.640 ± 40 años B.P. Lo hacen corresponder con el final de la fase transgresiva iniciada hace 5.000 años B.P. en el límite entre los estadios Atlántico y Subboreal. Los depósitos posteriores corresponden a la formación de un complejo de marisma que pasa de marisma intermareal baja (a par- tir de 4.500 años B.P.), a media salobre y, finalmente, a una G. FLOR Y S. LHARTI 154 colmatación con la aparición de una marisma alta supra- mareal vegetada. Aunque no se disponga de un mayor número de nive- les datados, especialmente en las Fases 1 y 2, que representan el volumen sedimentario más importan- te, y que la primera no haya registrado la totalidad del espesor potencial en relación con los subyacentes, se pueden apuntar algunas consideraciones. El espesor sedimentario de cada fase decrece hacia el techo; esto a su vez podría ponerse en relación con una decelera- ción de la tasa de sedimentación, consecuencia de una menor velocidad de elevación del nivel del mar. Para el estuario del Guadiana (Boski et al., 2002), a partir de los 9.800 años B.P. comenzaría una fase ace- lerada de relleno con una tasa de sedimentación de 0,85 m/año; entre 7.500 y 7.000 años B.P. seguiría esta misma tendencia, terminando a los 6.500 años B.P. En este estuario, un ambiente en el que el volu- men sedimentario excede considerablemente al del área de Gijón y dentro del que la elevación relativa del nivel depende fuertemente de las aportaciones de sedimento, el estacionamiento del nivel del mar ten- dría lugar en torno a 5.000 B.P., después de un perío- do de elevación lenta (0,30 m/año). También Dias et al. (2000) documentan para la plataforma continental de Portugal una elevación rápida del nivel del mar entre 10.000 y 8.000 años B.P., atenuándose entre 4.000 y 5.000 años B.P. Por su parte, Dabrio et al. (2000) interpretan, desde el comienzo del Holoceno y con ocasión de la transgre- sión Flandriense, que la elevación del nivel del mar y, consecuentemente el relleno sedimentario de los estuarios del Odiel, Tinto y Guadalete, fue disconti- nua con subidas rápidas repetidas, seguidas de esta- cionamientos o, al menos, tasas muy lentas de eleva- ción con lo que se produjeron acomodaciones; la máxima inundación tendría lugar a los 6.500 años B.P., y con posterioridad la tasa de elevación del nivel del mar decreció y también la sedimentación, debido a los aportes intensos de procedencia fluvial. Desde 4.500 años B.P. estas descargas anularon la elevación del nivel marino, produciéndose una emersión parcial de las llanuras fangosas y de las barreras arenosas. En registros sobre sondeos verticales de diferentes estua- rios de la costa cantábrica y gallega, Pagés y Alonso (2006) deducen que hace 8.500 años se anegó la parte interna del estuario del Navia y hace 7.500 años la del de Villaviciosa, con tasas de ascenso del nivel del mar entre 5,2 y 5,7 mm/año hasta 6.500 años B.P.; con posterioridad, se ralen- tizaría entre 6.500 y 5.000 años B.P. hasta 2,0 mm/año. Alrededor de esta última fecha, el nivel del mar se estabili- zaría con la formación de barras arenosas costeras de gran anchura para reanudarse la elevación del nivel del mar y la sedimentacióncon tasas de 1,4 a 1,8 mm/año, en que se colmatarían los estuarios. En el caso del relleno de las cuencas de El Humedal y La Arena (Fig. 11), las Fases 1 y 2 corresponderían a dos cuerpos sedimentarios transgresivos de sistemas barrera confinante/estuario propiamente dicho, depositados sucesivamente (cortejo transgresivo TD). La Fase 1 está pobremente representada, razón por la cual el registro solamente permite deducir una trans- gresión con retrogradación (T1). Ambas correspon- den a una sedimentación relativamente rápida, como se desprende de las potencias medias (Fig. 12). La Fase 2 completa un cortejo de transgresión con retrogradación (T2) y la etapa posterior de relleno/agradación con progradación. Comoquiera que el techo de esta Fase 2 se puede datar en una fecha posterior a 5.360 ± 80 años B.P. (Luque Cabal et al., en 2000), coincide bastante fielmente con la propuesta por Pascual et al. (2001) motivada por la transgresión que supone la formación del conjunto perteneciente a la Fase 3, cifrada en los 5.000 años B.P., que coincide con las apreciaciones mencionadas por otros autores (Pagés y Alonso, 2006). Dabrio et al. (2000) deducen cambios acelerados desde 2.500 años B.P. con una intensificación de las tasas de progradación de las barreras estuarinas y agradación vertical, produciéndose una expansión de las llanuras fangosas y un crecimiento rápido de las barreras areno- sas. En la plataforma continental portuguesa, el nivel actual se alcanzaría hacia los 3.500 años, mientras que en el Sado y Ria Formosa entre los 5.000 años y 2.500 años B.P. (Dias et al., 2000), lo mismo que ocurre en los estuarios del Golfo de Cádiz, con tasas muy elevadas de sedimentación de origen fluvial, una tendencia dife- rente a las costas de Galicia y el Cantábrico, donde las plataformas continentales son desnutridas (Fernández- Valdés, 1997) y los ambientes sedimentarios costeros son relativamente escasos. La Fase 3 podría estar representada en un primer episo- dio por una agradación dentro de una etapa transgresiva con retrogradación (T3) hasta culminar con depósitos asociados al máximo eustático (MD) en 4.500 años B.P.; esto implica una tasa importante de sedimentación. Posteriormente, se produce la regresión con prograda- ción (R2) similar a las documentadas en Guernica (Pascual et al., 2001) y Avilés (Flor, 1995). EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 155 En la evolución de los campos dunares de Salinas, se detectó una interrupción sedimentaria, marcada por un paleosuelo bien desarrollado conteniendo clastos cuarcíticos y fragmentos cerámicos de tamaño grava de tonos oscuros, estos últimos de difícil asignación (Flor, 1995), que se pueden correlacionar con la pul- sación positiva del paso del estadio Subboreal al Subatlántico (3.500-2.500 años B.P.), según Cearreta (1992) y Pascual et al. (2001), coincidente con el Bronce antiguo/medio. Es posible que este evento quedara registrado en la última etapa R2 de La Arena y que se tendrá la oportunidad de investigar en las próximas testificaciones a realizar en el futuro. Conclusiones Gracias a la testificación de numerosos sondeos en los depósitos holocenos del subsuelo de la ciudad de Gijón, se han distinguido facies de cantos y gravas con arenas, are- nas medias, arenas finas, limos y arcilla, y turba. Los análi- sis granulométricos revelan la predominancia de arenas finas, mayoritariamente con calibrados buenos. Los com- ponentes mineralógicos principales son siliciclásticos con escasa participación carbonatada, siempre de origen biogé- nico. Antes de su urbanización, los ambientes sedimentarios estaban constituidos por depósitos fluviales, tanto neta- mente continentales como con influencia mareal, playas arenosas, dunas costeras y entornos de barrera arenosa confinante, que encerraban conjuntos estuarinos represen- tados por canal principal, canal secundario o bancal areno- so, llanuras de fangos y marismas. A partir de las correlaciones entre los sondeos testificados y la disponibilidad de otro gran número de registros anti- guos, se ha podido establecer la geometría del medio depo- sicional. Se separan dos subcuencas: El Humedal y La Arena, representadas por un relleno sedimentario a lo largo de tres fases: F1 (más antigua) a F3, que supusieron eventos predominantemente transgresivos, separadas por superficies erosivas que culminaron con una progradación neta. La fase 1 solamente está representada en La Arena debido a la existencia de un paleorrelieve sobre cuya base se apoya, marcado por dos incisiones en el sustrato rocoso, proba- blemente correspondientes a cabeceras fluviales, lo que ha propiciado la acumulación de los mayores espesores de sedimentos. Dentro de este relleno se distingue un conjun- to de estuario (E1) hacia posiciones meridionales, con facies arenosas y fangosas, en algunos tramos orientales más groseras (gravas) y su barrera confinante (B1) hacia el N, de carácter arenoso. Durante la siguiente fase 2, se repite el mismo tipo de dis- positivo estuarino, con la barrera migrando hasta posicio- nes meridionales, y afectando, por vez primera, a El Humedal; se alcanzan la mayor extensión de la cuenca sedimentaria y potencias mayores de las asociaciones de facies estuarinas en El Humedal que en La Arena. Es pro- bable la existencia de dos barreras confinantes distribuidas lateralmente correspondientes a dos eventos distintos, siendo el superior progradante. La última fase 3 está representada por dos conjuntos superpuestos de carácter mayoritariamente arenoso con asociaciones de facies dominantes de playa, y, finalmente, conjuntos de playa/dunas (cordones) progradantes. En la zona de El Humedal, representa- rían playas arenosas, con la posibilidad de recubri- mientos eólicos tabulares. En la franja de transición, entre el cerro de Santa Catalina y Begoña, correspon- derían a un cordón dunar. En el extremo suroriental de Begoña, serían dunas remontantes por vientos del NE. En el resto de la Arena se construirían cordones dunares, tanto por vientos del NO como del NE, produciéndose una pérdida de sus alturas y desapari- ción paulatina hacia el E. La fase 1 solamente está caracterizada por una trans- gresión con retrogradación (T1). La fase 2 se iniciaría por una etapa de acreción, si bien el proceso domi- nante consistió en una transgresión con una retrogra- dación (T2) (agradación) a la que siguió una etapa corta de transgresión con progradación, lo que impli- caba una cierta expansión de la cuenca. La fase 3 correspondió a una nueva etapa transgresiva con retrogradación (T3) (agradación), cuyos depósitos basales eran probablemente de acreción desde los 5.000 años B.P., alcanzándose la máxima inundación con ocasión de la transgresión Flandriense (4.500 años B.P.) a partir de la cual se produce la regresión con progradación del sistema de playa/dunas. Gracias a la datación absoluta disponible en la serie de El Humedal, extrapolable a la de La Arena, y al esta- blecimiento de las secuencias deposicionales (parase- cuencias), se han podido correlacionar los procesos de relleno descritos con eventos eustáticos recientes registrados en otras áreas del Cantábrico y Golfo de Cádiz. La mayor parte del espesor sedimentario (Fases 1 y 2) se produjo con anterioridad a los 5.000 años B.P. como culminación de depósitos de alto nivel del mar (TD); esta cifra marcó el inicio de los depósitos de máximo eustático (MD) que abarcarían hasta la fecha de 4.500 años B.P. Finalmente y desde entonces hasta la actualidad, los depósitos son pro- gradantes, ligados a una regresión generalizada. G. FLOR Y S. LHARTI 156 Agradecimientos Agradecer el apoyo y la colaboración de los Dres. Miguel Torres Alonso y Manuel Gutiérrez Claverol quienes proporcionaron la numerosa base de datos de sondeos antiguos. A D. César Casero Fernández, geólogo, que facilitó los testigos de sondeos. Al Dr. Germán Flor Blanco por su colaboración desinteresada en las tes- tificaciones. Finalmente, al Dr. Gracia de la Universidad de Cádiz que ha supervisado detalladamenteel manuscrito y ha sugerido una serie de recomendaciones permitiendo la mejora del trabajo. EL RECUBRIMIENTO COSTERO DE LA CIUDAD DE GIJÓN 157 Bibliografía BOSKI, T., MOURA, B., VEIGA-PIRES, C., CAMACHO, S, DUARTE, D., SCOTT, D.B. AND FERNANDES, S.G. (2002). Postglacial sea-level rise and sedimentary response in the Guadiana Estuary, Portugal border. Sediment. Geol., 150, 103-122. CEARRETA, A. (1992). Cambios medioambientales en la ría de Bilbao durante el Holoceno. Cuad. Secc. Historia, 20, 435-454. DABRIO, C.J., ZAZO, C., GOY, J.L., SIERRO, F.J., BORJA, F., LARIO, J., GONZÁLEZ, J.A. AND FLORES, J.A. (2000). Depositional history of estuarine infill during the last postglacial transgression (Gulf of Cadiz, Southern Spain). Mar. Geol., 162, 381-414. DALRYMPLE, R.W., ZAITLIN, B.A. AND BOYD, R. (1992). Estuarine facies models: conceptual basis and stratigraphic implications. J. Sed. Petrol., 62, 1130-1146. DIAS, J.M.A., BOSKI, T., RODRÍGUES, A. AND MAGALHÃES, F. (2000). Coast line evolution in Portugal since the Last Glacial Maximum until present – a synthesis. Mar. 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