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Hybrido 73 
EL UNIVERSO LITERARIO DE LAURA RESTREPO 
 Bogotá: Taurus, 2007 
 
 
 
Por Elvira Sánchez-Blake 
 
 
Lo que las palabras significan y lo que se 
logra por su conducto es un compromiso 
adquirido con el simbolismo que hay detrás 
de cada una; un compromiso que tiene como 
fin rescatar la dignidad del ser humano. 
Laura Restrepo 
 
No es fácil reunir en un solo volumen la totalidad de la obra crítica sobre Laura Restrepo. 
Cuando Julie Lirot y yo abrimos la convocatoria para recibir textos críticos sobre Restrepo, recibimos un 
número significativo de ensayos, reseñas y trabajos críticos desde diversos puntos del planeta. Por tanto, 
no fue sencilla la labor de seleccionar y organizar los trabajos que recibimos, pero ha sido todo un placer 
observar la suma de perspectivas, lecturas críticas y análisis que suscita cada una de sus obras. Se podría 
afirmar que como escritora, Laura Restrepo cumple con el sueño de todos los autores: el de generar una 
amalgama de inquietudes y réplicas a partir de su literatura. 
Esta compilación crítica partió de una necesidad. Con más de siete novelas publicadas, que han 
sido traducidas a doce idiomas, Laura Restrepo es actualmente una de las escritoras colombianas más 
reconocidas y quizá la que ha trascendido con mayor éxito las fronteras nacionales. Su obra combina el 
reportaje con la ficción desde una perspectiva objetiva de los conflictos que vive Colombia. Pero es 
también, desde una perspectiva humana, el retrato de las pasiones que viven las personas en cualquier 
parte del mundo. Los ensayos que seleccionamos para esta antología así lo demuestran. Las 
consideraciones sobre su escritura aúnan diversos enfoques teóricos y son un reflejo del concepto 
universalista que nos ofrece la escritura de Restrepo. 
La antología está dividida en partes que corresponden a cada unas de las novelas más 
reconocidas, organizadas cronológicamente. Carmiña Navia, demostrando un conocimiento acertado y 
profundo de la obra de Restrepo, abre el caleidoscopio de esta compilación ofreciéndonos un panorama 
general de la obra de la escritora. Nos recuerda que “la autora pertenece a esa generación de medio siglo 
en Colombia, a la de los jóvenes y las jóvenes de los 60-70. Generación de múltiples intereses, 
compromisos, rupturas y aportes, generación de sueños y utopías que heredó de las vanguardias una 
conciencia estética de renovación”. 
Al ensayo de Navia le sigue uno, de mi autoría, sobre la primera publicación de Restrepo: 
Historia de una traición (1986), que después retitularon Historia de un entusiasmo (1999). Llama la 
atención que haya tan poca información sobre este texto y que la respuesta crítica a él sea casi inexistente. 
Sin embargo, constituye un pilar definitivo en la carrera literaria de la autora, y eso es lo que intenta 
destacar el análisis referido. 
Sigue luego la sección dedicada a La isla de la pasión (México, 1989), que ha tenido más 
reconocimiento a partir de los sucesivos éxitos y premios de Restrepo que cuando se publicó 
originalmente. En la actualidad es una de las obras que más interés ha suscitado en el campo crítico. Paolo 
Vignolo, Magdalena Maíz-Peña y Jesús Osorio nos ofrecen tres perspectivas distintas de esta novela y sus 
múltiples significados. 
Paolo Vignolo, por ejemplo, destaca que Laura Restrepo descubre entre los escombros de la 
revolución mexicana la posibilidad de la utopía y desentraña una relación que él denomina “cortocircuito” 
entre los acontecimientos que sacuden la escena internacional y el trasegar insignificante de la gente de 
Clipperton. Esto “le permite a Laura Restrepo enfrentarse, sin temores reverenciales, a los grandes 
debates que van surgiendo en el mundo académico en los años de la publicación del libro: la emergencia
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de una historia desde abajo, los conflictos entre la visión hegemónica y la visión subordinada, los 
problemas relacionados con un quehacer histórico postcolonial y postnacional, las prácticas de la 
microhistoria y de la historia oral”. 
José Jesús Osorio, por su parte, ve una relación entre el periodismo y la literatura en La isla de la 
pasión. Según él, Restrepo recurre al reportaje y a la crónica para darle mayor sentido de realidad a la 
ficcionalización de la novela. También analiza la influencia del exilio de la escritora en México y cómo 
esta difícil situación la motivó a escribir una novela donde los personajes viven condiciones de 
aislamiento y desarraigo. 
Magdalena Maíz-Peña, académica mexicana, se tomó el trabajo de visitar los lugares donde tiene 
lugar la novela para verificar “las geografías textuales, la cultura material y el género” de La isla de la 
pasión con el fin de darle una lectura desde la geografía interior mexicana. Maíz-Peña concluye que 
“Laura Restrepo desestabiliza los límites y las fronteras de representación de un episodio nacional e incita 
al lector a mirar con desconfianza el esquematismo de la documentación histórica al mostrarle en su 
práctica escritural el valor de la densidad narrativa de un imaginario que hibridiza narrativas en 
dispersión, más allá de datos, fechas, nombres y sitios”. 
 El leopardo al sol (1993)1 cuenta con dos ensayos: uno de Lourdes Rojas y otro de Samuel 
Jaramillo. El de Rojas descubre los matices de la cultura cinematográfica, telenovelesca y de folletín que 
se advierten en la novela, con un propósito evidente de conjurar esos géneros. Según Rojas: “Lenguaje e 
imágenes parodian el absurdo y el ridículo del mundo de la violencia… creando claves narrativas que nos 
permiten entender cómo viven o sobreviven bajo una guerra fraticida los que habitan la costa norte de 
Colombia, en un texto que se ubica con comodidad y voz propia dentro del paradigma literario 
colombiano de los últimos años”. Por su parte, el ensayo de Samuel Jaramillo se refiere al aspecto del 
narcotráfico de Leopardo al sol desde una dimensión cultural. Jaramillo se pregunta: “El veredicto final 
que da la autora es deliberadamente ambivalente: la ruina final de estos antihéroes, presentida, ineludible 
en la narración, ¿se da como consecuencia de la trasgresión de las pautas rígidas y tradicionales en que se 
ejerce esta violencia y que la sublima? ¿Es un castigo por el intento de trascender estas raíces, de 
asimilarse, de cambiar? ¿O por el contrario, es la penalización que da la historia a quien no se adapta a la 
mutación de sus leyes?” 
 En “La construcción del personaje femenino”, Mery Cruz Calvo hace un análisis desde una 
perspectiva de género de la novela Dulce compañía (1995), primera de las obras de Restrepo que mereció 
premios y reconocimientos internacionales. Calvo afirma que ha podido determinar un eje común en las 
novelas de Restrepo: el camino del amor no es posible, no se puede encontrar, sus sendas son tortuosas, 
dolorosas, como sucede con las mujeres de Leopardo al sol o La novia oscura. En Dulce compañía se 
recrea esta constante, pero, a diferencia de presentar decepciones personales, humanas, el amor se escapa 
por medio de un ángel, en la “esencia” de este personaje está la imposibilidad de un amor real. Sólo 
mediante los cuadernos del ángel se perfila la tradición femenina, que se perpetúa por medio de la palabra 
en la hija de la periodista narradora: una niña. 
 A continuación, Samuel Jaramillo, desde la perspectiva de lo fantástico, replica con una 
semblanza de Dulce compañía y advierte que lo sobrenatural en esta novela no tiene la dimensión que 
tiene en otros textos de género fantástico. Laura Restrepo la articula de una manera precisa y la pone al 
servicio, según Jaramillo, de uno de los elementos nucleares del texto: la segmentación de la sociedad 
colombiana. 
La sección sobre La novia oscura (1999) empieza con un ensayo de Julie Lirot que explora la 
posibilidad de retomar una historia de amor como fuente de liberación femenina. Plantea que al reescribir 
el mito del amor perfecto, la protagonista abandona lo aceptado tradicionalmente y se lanzaa lo 
desconocido, apropiándose del papel activo generalmente reservado para las figuras narrativas 
masculinas. Después, Luz Stella Angarita desarrolla un análisis basado en el proceso de “écfrasis”, por 
medio de la cual intersecta lectura y memoria personal. Angarita hace una lectura personal basada en su 
propia experiencia de infancia: “…Porque como lectora de La novia oscura cada detalle natural me apela 
culturalmente y de esa forma pude ingresar más vivamente en la retórica estética de la historia, 
apartándome de la realidad anterior a la construcción de la obra misma”. El ensayo logra así una 
perspectiva que se mueve entre texto y el recuerdo, el análisis y los enlaces conversacionales. 
 
1 La novela tiene este nombre en su primera edición, de Editorial Norma; en la edición de Alfaguara se llama 
Leopardo al sol. 
 
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 Al texto de Angarita le sigue el artículo de Monserrat Ordóñez “Laura Restrepo, ángeles y 
prostitutas: dos novelas”2. Ordóñez resalta la representación de la mujer desde los extremos en las novelas 
Dulce compañía y La novia oscura. De acuerdo con Ordóñez, en estas dos novelas Restrepo intenta 
recuperar visiones y alternativas de vida por medio de la ficción, ante la imposibilidad de aprehender las 
historias desde el periodismo. “Así, la novela reemplaza su intento de lograr reportajes periodísticos o 
documentos y testimonios que den razón de estos elusivos mundos.” 
 Sobre La multitud errante (2001) recibimos ensayos de múltiples vertientes. Gustavo Mejía 
explora las relaciones entre la multitud y el individuo; la violencia y la paz; el pasado, el presente y el 
futuro; y el carácter y la libertad. Helena Isabel Cascante aborda las teorías sobre migración e identidad 
provenientes de los campos de la geografía, la antropología y los estudios culturales para llegar a un 
entendimiento de los retos que el protagonista, Siete por Tres, enfrenta como epítome del desplazado. 
Concluye que Siete por Tres reestablece el mismo paradigma tradicional del hombre protector que salva a 
la mujer en peligro en vez de buscar una solución alternativa, reesquematizando el mismo error que ahoga 
a América Latina: “El deseo de regresar a lo conocido aunque no haya sido fructífero en el pasado”. 
Rosana Díaz responde con una exploración del uso de figuras y motivos arquetípicos en La multitud 
errante, con el objetivo de posibilitar una lectura universal y trascendente de la experiencia humana en 
tiempos de movilización indeseada y crisis nacionales de frontera. Finalmente, María Olaya compara, en 
“Nomadismo e identidad”, dicha novela con la vídeo-instalación Camino, de Rolf Abderhalden. Al 
comparar los dos trabajos, los referentes culturales de “casa colombiana” aparecen extraños y fuera de 
lugar, mostrándonos que las certezas de la domesticidad o la vida cotidiana pierden su aparente solidez en 
un país que, como bien lo ha dicho Laura Restrepo, “está en el camino”. Al final concluye que las dos 
obras no solamente coinciden sino que se complementan en la construcción de una óptica del exilio en el 
contexto colombiano. Estas cuatro lecturas de La multitud errante tienen un común denominador: el de la 
responsabilidad histórica que la novela revierte sobre el momento que vive Colombia. 
 Delirio (2004) es la obra de Restrepo que ha generado mayor respuesta y no es insólito, dada la 
repercusión que ha tenido como fenómeno literario. Delirio es el libro más vendido por Alfaguara en los 
últimos años. Este éxito editorial no es fortuito, pero sí es relevante. Delirio les cambió la vida a Laura 
Restrepo y a los lectores de su obra. De ahí las múltiples y variadas interpretaciones que presentamos en 
el aparte dedicado a esta novela. 
 Elizabeth Montes analiza Delirio desde la relación entre el deseo y la producción social, a la luz 
de las teorías de Deleuze y Guattari: “Por una parte, el delirio impulsa a Agustina y a Aguilar a romper 
los paradigmas establecidos de clase y de género (lo esquizo-revolucionario). Por otra parte, dicho delirio 
también incita a Midas y a la Araña Salazar a reafirmar los privilegios tradicionales de clase y género (lo 
paranoico) sin importar las consecuencias, que incluyen la violencia y la aniquilación de los más 
indefensos”. Por su parte, Gricel Ávila compara Delirio con la tragedia de Edipo Rey y explica el delirio 
como expiación de una culpa histórica. “En la tragedia griega se establece la necesidad de varios 
sacrificios para balancear un orden en el reino de Tebas, como el suicidio de Yocasta y la ceguera de 
Edipo. En la novela, los personajes desarrollan este sacrificio. Sus contradicciones emocionales 
simbolizan el cuestionamiento del mundo que los rodea, pues develan el origen de sus ‘desgracias’, y de 
esta manera los personajes se purgan a sí mismos, ofreciéndose como expiaciones. La expiación es para 
encontrar la raíz de los problemas que afectan a Colombia”. A continuación, Vania Barraza sorprende con 
una lectura desde la perspectiva del espacio urbano/social y el elemento detectivesco de la novela. 
Barraza explora la geografía textual y simbólica de la ciudad de Bogotá en la novela y la serie de 
desplazamientos a nivel metafórico y real y unifica todo a partir de la relación con el misterio que suscita 
la narración. 
 Después, Juan Alberto Blanco logra una de las lecturas más completas de la novela al enmarcarla 
dentro de la novelística contemporánea colombiana de temas relacionados con la violencia y el 
narcotráfico y ahonda en los asuntos que se refieren a la preservación de la memoria individual y 
colectiva de la nación. El autor explora cada uno de los personajes y su papel en la intricada maraña del 
texto y conecta todos los cabos que producen el tejido narrativo desde lo social, lo político, lo temporal y 
 
2 Este ensayo fue publicado originalmente en: Lady Rojas Trempe y Catharine Vallejo, eds., Celebración de la 
creación literaria de escritoras hispanas en las Américas, Girol Books and Enana Blanca, Inc., Ottawa, Canadá, 
2000, p. 93-101. Luego se reprodujo en: Montserrat Ordóñez (Carolina Alzate, Liliana Ramírez y Beatriz Restrepo, 
eds.), De voces y de amores, Editorial Norma, Bogotá, 2005. 
 
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lo atemporal de la novela. Leer este ensayo permite recomponer el armazón que Restrepo se propuso 
descomponer en su narración. María Victoria García acude en su ensayo a los planteamientos de Lacan y 
de Freud para comprender los rasgos de locura de Agustina. Según ella, el conflicto interno causado por 
dos fuerzas antagónicas: el amor al padre (el agresor) y el amor al hermano (la víctima) son los causantes 
de la locura. Agustina no logra reconciliar satisfactoriamente ambos afectos o bien decidirse por uno de 
ellos excluyendo al otro, y esta incapacidad le genera un fuerte sentimiento de culpa, que, en últimas, 
degenera en el delirio. Esta condición se refuerza con el ambiente de violencia e inseguridad que vive la 
protagonista a nivel de nación. García es una de las pocas que analiza también las otras enfermedades que 
menciona la novela, como la lepra, elemento determinante en la relación entre locura y descomposición 
social. 
 Para finalizar, el ensayo sobre la razón y la sinrazón, de mi autoría, se refiere a la frontera entre la 
visibilidad y la ceguera, la capacidad de ver y de no ver y la relación que se establece con el delirio o 
locura, la razón y la sinrazón, lo cual constituye el elemento central de la novela de Restrepo y en el que 
se concentra el análisis. Este ensayo establece también una conexión con las obras de José Saramago, 
particularmente El memorial del convento y Ensayo sobre la ceguera, en relación con el mismo tema de 
lo escópico y cómo influye en la manera de ver el mundo. 
Esta compilación ensayística finaliza con una sección de entrevistas a Laura Restrepo. Una realizada por 
Julie Lirot, otra por Jaime Manrique y la que cierra con broche de oro y untinte de humor: la que le hizo 
Pedro Saboulard a su madre. 
Esta compilación constituye un dialogismo de visiones críticas. Es una suma de reflexiones desde 
diversos ángulos de críticos y académicos de variadas procedencias ante el aporte literario de una voz 
sólida literariamente que refleja la contradicción de realidades que vive Colombia y Latinoamérica. Hoy 
la ponemos al servicio del público, no sólo del académico, sino del lector que puede verse reflejado en el 
espejo de la obra literaria como representación de una realidad individual y colectiva. 
 
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