Logo Studenta

Siempre has sido tú - Tamy Rezepka Heran

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Siempre has sido tú
 
 
 
Tamy Rezepka Heran
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Una vez me dijiste que iba a tener
mi propio cuento de hadas.
Pensé que tú ibas a ser el príncipe.
Como no lo fuiste,
escribí el cuento yo sola.
 
 
 
 
 
 
Para ese niño que no me pudo amar de vuelta.
Este libro no es para ti, es para mí.
 
 
Los sabios dicen
que solo los tontos apuran el amor,
pero no puedo evitar
enamorarme de ti.
 
Elvis Presley
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Primera parte
❤
 
Mi primer amor
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1
 
 
 
Tengo un problema. En realidad, tengo muchos, pero hay uno en
específico que me complica y no tiene solución.
Me gusta mi mejor amigo.
No puedo dejar de pensar en él. Su imagen está adherida a mi mente
incluso cuando estoy con él. Tal como en este instante, en que siento su
cabeza recostada en mi hombro mientras vemos una película, pasatiempo
que es más un hábito.
Lo otro que invade mi mente es nuestro último año en la secundaria, el
que estamos a punto de vivir. Hicimos el pacto de aprovecharlo, y como
ninguno de los dos tiene muchos amigos, lo vamos a disfrutar juntos. Solo
entre nosotros.
Repentinamente, Dani parece tener un pensamiento que lo impulsa a
separarse de mí para mirarme y bajar el volumen del computador, donde
estábamos mirando la película.
—¿No estás ansiosa por entrar a último año, Eli? —me pregunta.
No lo estoy, al menos por el tema académico.
—La verdad, lo único que me pone nerviosa es que te llegues a
enamorar de una chica y me abandones —le digo.
Es mentira. Yo lo sé y él también: Dani no es el tipo de chico que se
enamora, o al menos así lo veo yo. Es como un bello castillo con una gran
defensa que solo deja entrar a unos pocos afortunados, para visitar el
interior.
A ojos del mundo, parece algo tímido.
La barrera es enorme, pero detrás de esa fortaleza hay una enorme
dulzura y empatía, la mejor que puede existir. Casi no lo puedo transmitir
con palabras. Mientras uno más se adentra en ese castillo, más increíble es,
y en su interior se descubren lugares inexplicables, como una biblioteca
más grande que el salón de baile, con centenares de libros llenos de
aprendizajes y reflexiones. Hay muchas puertas cerradas con llave, varias
que ni siquiera yo he podido conocer, como las que contienen la solemnidad
y desconfianza con las que se presenta a los demás.
Es indudable que es especial, y yo lo veo claro como el agua.
Dani se ríe de mi chiste y no puedo evitar sonreír de vuelta. Tiene una
sonrisa hermosa, muy única. Sé que es un regalo presenciarla, ya que no es
cotidiana. Sus labios no acostumbran formarse así, pero al hacerlo sus
dientes blancos y derechos resplandecen y en el lado derecho de su mejilla
aparece una pequeña margarita que me derrite.
Para seguir molestándolo, le quito las gafas. Me levanto de la cama y
él me empieza a perseguir para que se las devuelva. Son de un color oscuro,
casi negro, bastante simples y parcialmente redondas. Honestamente,
cumplen el estereotipo de nerd, pero aun así le quedan bien. Para su suerte,
logra lucir el aire intelectual sin caer en lo ñoño. Se llega a ver incluso
tierno con ellas. Tras el lente, se encuentran los ojos más hermosos que
conozco. Claros, con una mezcla de gris, azul y verde, un color que por más
que lo observe y estudie, continúa siendo indescifrable, haciéndolo mucho
más excepcional.
Luego de un rato, le entrego sus gafas y caemos sentados en la cama
con la respiración un tanto agitada. Nos miramos. Esa mirada, dios mío, no
la aguanto. Lo intento, pero no puedo. Yo siempre soy la primera en romper
el contacto visual, porque mis hormonas no pueden soportar cómo me mira.
Me pongo nerviosa y me molesta. No hay nada que pueda hacer al respecto,
así que solo detengo la interacción visual y cambio el tema.
Una vez más, le pregunto a qué se quiere dedicar, aunque ya sé la
respuesta. Solo lo hago para saber si seguimos en la misma página, para
estar segura.
—Ingeniería comercial y negocios —me dice—. ¿Tú?
Yo toda la vida he querido estudiar lo mismo, mi sueño es tener una
licenciatura en contaduría y economía. A ambos nos encantan las
matemáticas, pero en áreas distintas.
—Lo de siempre. —Hago una breve pausa para disfrutar el silencio y
su compañía—. No sé qué haría sin ti —las palabras escapan de mi boca,
sin procesarlas.
Su expresión reactiva a mi comentario me hace dar cuenta de la
herida. Un tema que ninguno desea tocar. Tenemos miedo. A ambos nos
asusta salir del colegio y separarnos, que cada uno tome su camino y
perdamos el contacto. Es un asunto que tarde o temprano será puesto en la
mesa, pero nunca lo hacemos, porque hacerlo significaría volverlo real, que
va a pasar, que nos vamos a separar, y claro que ninguno quiere que eso
suceda.
Por eso evadimos el tema, y estoy segura de que lo vamos a seguir
haciendo hasta que sea inevitable.
Mañana es el primer día de clases. En otras palabras, el mejor día del
año, junto con Halloween y mi cumpleaños. Genuinamente adoro las clases
en general, me encanta aprender de todo un poco, ver a Dani todos los días,
estudiar, leer y desarrollar mis otros intereses. La diferencia de este año es
que voy a agregar una variante a lo extracurricular. Sí, hago voleibol, pero
este año quiero vivir la adolescencia que nunca pude experimentar. No soy
una persona a la que le encante salir de fiesta. Sí, soy extrovertida, pero no
muy buena socializando. Además, no bebo, lo que no me ayuda mucho a
ser invitada a eventos que involucren esa actividad, pero sí me gusta mucho
bailar. Este año me prometí a mí misma que iba a probar, a ver si me gusta.
Sé que gran parte de la vida universitaria es ir de fiesta, por ende,
tengo que intentarlo y disfrutarlo. El problema es que a Dani realmente no
le gustan las fiestas, ni siquiera tiene curiosidad, así que no sé cómo lo voy
a convencer. Pero lo voy a intentar.
—Dani, tengo que pedirte algo… pero necesito que digas que sí. Por
favor —le digo algo nerviosa por la reacción y la respuesta. Me importa
mucho su opinión y odiaría que sea negativa.
—Eli, sabes que puedes decirme lo que sea y que voy a decirte que sí
a todo.
“No a todo”, pienso.
—Bueno, es que estaba pensando que este año podríamos ir a algunas
fiestas de curso… para, ya sabes, divertirnos, bailar y todo eso que se hace
en las fiestas. Además, así nos preparamos para la universidad. ¿Qué dices?
Dani hace una mueca y me dice, muy despacio:
—Bueno, pero nos portamos bien.
Sé que se refiere al alcohol, pero después lo convenceré de probar.
Vamos de a poco. De todos modos, tengo que admitir que me encanta que
haya dicho que sí. No creía tener el valor para ir yo sola. Además, así
podemos compartir la experiencia, incluso pueden salir anécdotas
divertidas, seguro que lo pasamos bien.
—¡Gracias! Mañana hay una fiesta, para celebrar nuestro último
primer día —le digo.
—Está bien —responde desanimado y con un suspiro—. Paso por ti a
las ocho y media, no olvides que no pienso salir sin un DEZ previo.
Me pongo a reír a carcajadas y Dani sonríe. Qué chistoso, es su café
favorito y no puede vivir ni un solo día sin un DEZ, da igual la hora del día,
le encanta y a mí me encanta molestarlo con eso.
¿Qué tan básico tienes que ser para que tu café favorito sea ese?
Bueno, digamos que yo no soy muy excéntrica, pero ese no es mi café
favorito. Por eso, cada vez que paso por un DEZ me acuerdo de él y le
envío una foto.
 
 
❤
 
 
Es mi primera fiesta oficial, estoy sumamente exaltada. Me alisto
detalladamente, aunque en general no tengo interés en ponerle demasiado
esfuerzo a mi apariencia. Me pongo un vestido apretado negro, un tanto
básico, pero que resalta mis ligeras curvas. Me aplico un poco de
maquillaje, algo de rímel, delineador, iluminador y labial. También me
despeino un poco el pelo para darle un toque alocado. Me pongo unos
tacones negros, ni tan altos ni tan bajos, en los que tengo que admitir que
mis piernas se lucen bastante bien y ya estoylista para salir. Mis ojos claros
color esmeralda resaltan con el negro, mi pelo castaño y todo lo demás lo
dejo igual que siempre. Siento que me veo bonita, incluso un poco sexi.
Adoro ese sentimiento de confianza propia, como si fuera dueña del mundo
y todos se rindieran a mis pies. Mientras siento esta euforia, tocan el timbre.
Dani siempre llega puntual.
Sé que está afuera esperándome, así que solo abro la puerta de mi
casa y salgo. Me ruborizo apenas sus ojos chocan con los míos: está atónito,
me analiza de arriba abajo. Noto cómo aprieta la mandíbula levemente,
siento que le cuesta hablar:
—Sí, hoy me voy a pelear con alguien —no me da tiempo de
procesar lo que dice, porque no entiendo bien a lo que se refiere. Pero
después mira mi casa y continúa hablando, un tanto inquieto—: Es broma,
tranquila, pareciera que no conoces mi humor. Por cierto, te ves
espectacular.
—Créeme, sí que lo conozco, es solo que a veces se me olvida.
Excusas, excusas, no se me olvida. Simplemente quiero que sus
bromas sean algo más que eso. También me desconcierta su mirada.
Dani nunca reacciona a nada. Por consecuencia, el hecho de que
reconozca lo bien que me veo significa mucho para mí.
Luego, llega mi turno: él lleva su cabello rubio un tanto
desordenado y una camisa burdeos oscura que le sienta fenomenal. Los
jeans azules que utiliza siempre, no está usando sus gafas, pero se ve tan
atractivo…
De repente, despierto de mis pensamientos y recuerdo que tengo que
seguir caminando para subirme al auto. Lo hago y él comienza a conducir.
No puedo dejar de mirar cómo sus manos se aferran al volante, sus
dedos largos y algunas venas que se ven mejor cuando dobla o hace fuerza.
Es objetivamente sexi, hay que admitirlo, o simplemente yo soy muy
hormonal.
Empieza a sonar Still Falling for you, de Ellie Goulding. Amo esa
canción, así que comienzo a cantarla:
 
Still falling for you
and just like that
all I breathe
all I feel
you are all for me…
 
Me siento un poco identificada con la letra —y algo avergonzada de
saberla—, así que la canto, pero despacito mientras miro por la ventana. Me
volteo para ver a Dani, y lo encuentro mirándome. Aunque sé que me mira
con ojos de amistad, no puedo parar de soñar con que fueran ojos de amor o
deseo.
Llegamos al club EVA. Ya había oído hablar de él, pero nunca había
ido. Nos piden las identificaciones, y ya que Dani tiene dieciocho, lo dejan
entrar. Le dice al guardia que yo vengo con él, así que también me dejan
pasar sin problemas. El lugar está lleno de gente, hay miles de luces de
colores, la gente salta y baila en la pista de baile y fuera de ella.
Dani y yo nos miramos con caras muy distintas, la mía dice: “Guau,
no puedo creer que nos estábamos perdiendo de esto”, con unas ganas
inmensurables de pasarlo bien y probar todo lo que se cruce en mi camino.
Por otro lado, el rostro de Dani es más de: “¿Qué es esto y por qué
vinimos?”.
Le aseguro que lo pasaremos genial, así que comenzamos nuestra
aventura en la barra.
—¡Dos gin-tonics, por favor! —pido con entusiasmo.
Dani me mira con cara de que no quiere beber.
Personalmente, creo que beber es parte de la experiencia. Además,
partimos con un trago no tan fuerte para tantear el terreno, para probar
juntos nuestro primer trago de alcohol.
—    Iu, no mas para mi gracias, además estoy manejando.
No me gusta mucho el sabor, pero la sensación de tener fuego en la
garganta me parece tan desagradable como interesante, así que me lo bebo
completo. Dani, con expresión de asco, deja el suyo en la mesa. Después se
dirige al baño, por lo que me quedo sola un rato.
—¡Qué sorpresa verte por aquí, Elizabeth! —me saluda Sam, un
compañero de clase que aparece de la nada. No lo conozco tanto, pero sé
que tiene fama de mujeriego y que es capitán del equipo de fútbol.
Pero no es Dani.
¿Por qué tengo que comparar a todos los hombres con él?
—¿Bailamos? —me invita.
Lo considero parte de la experiencia, así que le digo que sí. Me
agarra de la mano y me lleva a la pista.
Estoy nerviosa, pero tengo mis movimientos de baile, los que nunca
he usado en público.
Empiezo a bailar con Sam, quien tiene su pecho contra mi espalda.
Yo comienzo a mover la cadera en círculos, mientras suena Head & Heart
de Joel Corry.
Repentinamente, siento que alguien está muy cerca de mí, alguien
bastante más alto que yo y que Sam. Cuando miro para arriba, veo a Dani,
con unos ojos de rabia que pocas veces había presenciado. Pero esta vez es
distinto, es puro odio. Está mirando a Sam, y se nota que lo intimida con su
mirada y su altura, a pesar de que en la jerarquía social de la escuela Dani
está mucho más abajo.
—¿Se te perdió algo? —dice Sam, un tanto desafiante.
—Sí, mi acompañante —responde Dani, aún más desafiante.
Me agarra de la mano y me desplaza a otra parte de la pista.
Simplemente no puedo creer lo que acaba de pasar. Dani no es una persona
posesiva, de hecho, es primera vez que hace algo así conmigo.
Dani rompe el silencio acercando su boca a mi oído:
—Bailemos —lo dice con un tono mucho más tranquilo, pero con
deseo de algo, no sé de qué, tal vez al fin ha decidido pasarlo bien y ponerse
a disposición del lugar y la gente.
Comienza a sonar There´s Nothing Holdin´Me Back de Shawn
Mendes, y empezamos a bailar, saltando de las manos, nuestros cabellos
desordenados volando de arriba abajo. No estamos tan cerca, hasta que
alguien me empuja y sin querer choco con su cuerpo. Pero seguimos
saltando hasta el coro, el que empezamos a cantar fuerte, en total sintonía,
extremadamente cerca, nuestras bocas a centímetros de distancia mientras
gritamos:
 
Oh, I've been shaking
I love it when you go crazy
You take all my inhibitions
Baby, there's nothing holdin' me back
You take me places that tear up my reputation
Manipulate my decisions
Baby, there's nothing holdin' me back.
 
  Termina la canción y de repente siento mucho calor, no sé si por la
gente, por saltar tanto o por lo que acaba de pasar, que aún no logro
procesar. Al momento empieza a sonar otra canción de una cantante que me
encanta: Shake It Off, de Taylor Swift. Seguimos bailando con todo lo que
tenemos. Honestamente, es muy divertido. El momento de mi vida, y lo
estoy teniendo con Dani, que copia mis movimientos y me mira sonriendo.
Yo no puedo dejar de ver su sonrisa, me gusta que sea grande, así es que en
la parte del rap le robo la gorra a otra persona, me la pongo al revés y
empiezo a rapear con las manos y a cantar la canción:
 
Hey, hey, hey!
Just think while you've been gettin' down and out
about the liars
And the dirty, dirty cheats of the world
You could've been gettin' down
To this sick beat.
 
My ex man brought his new girlfriend
And she's like, Oh my God
But I'm just gonna shake
And to the fella over there with the hella good hair
Won't you come on over, baby?
We can shake, shake, shake
Yeah, oh!
 
No puedo dejar de mirar cómo se ríe a carcajadas de mí, me encanta
ser la única persona que tiene ese efecto en él. Son tan pocas las veces que
lo he visto reírse sin parar, con las manos en el abdomen por tantas
carcajadas. Me hace sentir especial. Sé que me hace mal, pero es él: Dani,
mi Dani. No puedo evitar sentirme así.
Sinceramente, quiero besarlo, viéndolo ahí bailando y cantando,
sonriéndome. Bueno, siempre he querido hacerlo, pero en este momento
más. Si lo pienso, la situación es un tanto triste. Yo lo quiero, mucho, y sé
que él también, pero solo como amiga y yo como algo más. Mucho más.
Ignoro mis pensamientos por el resto de la noche para seguir
disfrutando. Bebemos un poco más de otra cosa, no sé cómo se llama, pero
da igual, porque la estoy pasando de maravilla.
Nunca pensé que todo esto de las fiestas me iba a gustar tanto, pero
estar con Dani claramente cambia el escenario. Estoy segura de que sin él
hubiese sido diferente.
Lo disfruto al máximo y le saco mucho provecho a la noche, hasta
que acaba, como todas las cosas buenas.
 
❤
 
Al llegar a casa, pongo música (Someone to You de Banners) y me
empiezo a alistar para dormir. Sacoel maquillaje de mi rostro y lo enjuago,
me lavo los dientes, me pongo el pijama y me acuesto. Comienzo a pensar
en la letra de la canción, y en lo que había pasado en el club. Cómo
cantábamos, tan cerca, cómo me miraba, sonreía, bailábamos juntos,
tomaba mi mano, se sabía las canciones de Shawn Mendes y Taylor Swift.
Interrumpió mi baile con Sam para que bailara con él y con nadie más. Me
pasó a buscar y me vino a dejar, como todo un caballero.
Lo quiero tanto.
No.
Lo amo tanto.
Al fin lo admito: lo amo, lo hago de verdad, hace mucho tiempo
atrás. Me cuesta mucho, pero ya es hora de admitirlo. No puedo evitarlo,
todo el tiempo pienso en él y cuando estamos juntos, mis ojos no pueden
controlarse y me cuestiono cómo sería estar con él. ¿Cómo sería besarlo?, y
mi maldita imaginación no para de hacer escenarios falsos en mi cabeza,
que sé que nunca van a pasar, pero es que no puedo evitarlo.
 
Estamos en su habitación. Está oscuro, pero tenemos la luz del
escritorio, porque estamos estudiando. Le enseño algo de la clase de
biología, la diferencia molecular entre ADN y ARN, mientras nuestras
caras están muy cerca. No puedo seguir con su aliento en mi nuca, nos
miramos. Él, con esos ojos claros profundos que tiene, una mirada tan
intensa que nunca he logrado percibir lo que trata de decirme por
completo. Ambos estamos en silencio, pero no es incómodo. Hay mucha
tensión, siento que los dos tenemos algo que decir, pero ninguno se atreve a
hacerlo. Los dos tenemos miedo, yo sé por qué lo tengo, pero no sé por qué
él también. Dani se acerca más, nuestros alientos chocan y siento la
necesidad de besarlo, así que lo hago. Siento sus suaves y delgados labios
en los míos, y me doy cuenta de lo que estoy haciendo, así que me separo de
él con mis manos en su pecho e intento decir que está mal, que no lo
deberíamos hacer porque somos amigos. Pero sí quiero hacerlo, aunque sé
que él no. Con una mano me agarra de la nuca y con la otra de la cintura
para acercarme a él y a su cuerpo, a pesar de que estemos sentados.
Estampa sus labios contra los míos, esta vez con más decisión, pasan unos
segundos y él se separa esta vez. “Eli, no sabes cuánto tiempo había
esperado esto. Sentir lo que es besarte”, me dice. Me vuelve a besar y lo
seguimos haciendo hasta el infinito.
 
Es una estúpida imaginación de nuestro primer beso, y tengo
muchos más escenarios de esa escena de mi vida que jamás sucederán. Qué
triste es el amor no correspondido, ¿verdad? No obstante, es lo que hay, y
tengo que aprender a vivir con ello, por más que me cueste tanto guardarme
lo que siento, sobre todo con la persona en la que más confío. Solo espero
alguna vez tener la valentía suficiente para hacer algo al respecto. Sé que el
miedo al rechazo no lo voy a perder, pero quizás algún día logre que el
coraje supere el miedo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
2
 
 
 
Al despertar, me duele mucho la cabeza. Mi primera resaca, y es justo
como en las películas: dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y al sonido. De
todos modos, no hay tiempo que perder, es mi último primer día de clases,
así que tengo que prepararme y desayunar.
Una vez lista, me despido de mi mamá, que anoche no estaba, ya que
trabaja lejos de aquí y además es doctora. Ayer estaba de turno y durmió
ahí, lo hace bastante seguido, por lo que casi no la veo, pero la amo igual.
Fue una madre muy presente en mi infancia, así que está bien. Además, así
tengo la casa para mí sola la mayor parte del tiempo. No es que haga
muchas cosas, pero así puedo estar con Dani sin que nos molesten.
Como siempre, Dani y yo nos encontramos en la entrada del colegio.
Ambos llegamos a la escuela caminando, pero de direcciones contrarias, así
que quedamos en vernos aquí para poder entrar juntos.
Justo antes de entrar lo llaman por teléfono. No me quiere decir quién
es, a pesar de que pregunto varias veces. No deja de hacerme señas para que
vaya sin él. Sé que para él este día no es importante, pero me hubiese
gustado entrar con él.
No es la primera vez que tiene llamadas misteriosas, que se aleja para
que no escuche y no me diga quién llama. Se me hace extraño cada vez que
pasa, pero así es él: un misterio.
Qué triste es admitir que estás celosa de alguien que ni siquiera
conoces bien. Quizás celos no es la palabra correcta, pero me molesta que
me oculte una parte de su vida que parece importante.
Caminando por el pasillo, me pongo a pensar que hoy es un día vital,
el comienzo de un año que marca el fin oficial de mi adolescencia. Junto
con eso, es un año sumamente idealizado en películas y libros, llenando la
mente de expectativas y promesas, tal vez demasiadas. Pero así soy yo, me
emociona soñar y creer que este sí va a ser un increíble año, inolvidable y
especial. Espero tener razón.
La primera clase que me toca es Química. Entro al laboratorio y
recuerdo lo mucho que me gustan los experimentos y lo impecable que está
siempre el lugar: todo blanco, limpio y perfecto. Esta clase me toca sola,
porque no tengo amigos aparte de Dani. Claro que hay gente que me cae
bien y con la que hablo de vez en cuando, pero cada uno está con su grupo.
Así es el colegio.
Cuando me siento, alguien se acomoda a mi lado. Justo como lo
sospeché, es Alex, el chico que lleva detrás de mí un poco más de año. Sé
que le gusto y se supone que somos amigos, aunque yo sea la única que
sabe que en realidad no lo somos. A él solo le gusta decir que esa es la
relación que tenemos, para que parezcamos más cercanos. Siento que nunca
hablamos de nada, y a mí personalmente me gusta discutir distintos puntos
de vista, conocer otras perspectivas, estimulación intelectual, y sé que Alex
no me entrega eso. Sé cómo se siente gustarle a alguien que no puedes tener
porque no siente lo mismo, y aunque no te lo haya dicho, lo deja claro en su
forma de actuar. Es triste ver a alguien que sufre lo mismo que tú, pero
contigo. Jamás me gustaría hacer sentir a alguien que no vale la pena ser
querido, al menos de la manera que desea, por la persona que le gusta. Es
eso lo que yo siento con Dani, y no se lo deseo a nadie.
—Hola, Elizabeth. ¿Lista para Química? Bueno, en realidad la
química la tenemos nosotros. —Alex nos señala a ambos con su dedo índice
y sonríe con entusiasmo, pero es una muy mala frase para coquetear y un
peor chiste, así que me quedo en silencio.
La verdad es que no me molesta que la gente me perciba como alguien
fría o pesada, ya que esas personas no me conocen. Por ende, pueden pensar
lo que quieran y a mí me va a importar dos hectáreas de pepino. Decido
ignorar su estúpido comentario y concentrarme en la clase.
 
 
❤
 
 
Termina el día, interesante como siempre, sobre todo estadística y
probabilidad, mis clases favoritas. Cuando llego a casa, me da hambre de
algo dulce y rico, así que me pongo a cocinar. Soy bastante buena
haciéndolo.
Me pongo a hacer galletas. Ya tengo el delantal puesto, el pelo
tomado, las manos lavadas y todos los materiales en la mesa. Justo cuando
voy a comenzar, tocan el timbre y recuerdo que había invitado a Dani, así
que voy a abrir la puerta.
—¿Estabas cocinando? —pregunta un tanto curioso, mientras deja
sus cosas en el sillón.
—Sip. ¿Me quieres ayudar?
Sé que a Dani le gusta cocinar, también que lo hace muy bien, pero
nunca lo hemos hecho juntos. Creo que será toda una experiencia.
Ponemos música para que sea más divertido y podamos bailar un
poco, como a mí me gusta.
Tenemos todos los ingredientes mezclados, solo nos falta la harina y
los chips de chocolate. Al agregar la harina, me pongo un poco de sobra en
las manos para molestar a Dani. Lo voy a ensuciar y le pongo las manos
llenas de harina en la cara y en el pelo. No se enoja, me sigue el juego, me
ensucia él a mí, y comenzamos una guerra de harina mientras bailamos al
son de la música.
Comienza una canción que conozco, pero no me sé. Después de
todo, Dani es el DJ, y parece que esta es su canción favorita, porque es la
primera con la que baila: Solo Dance de Martin Jensen. Con una mano toma
lamía para acercarme a él y la posiciona en mi cintura, con la otra lleva una
de las mías a sus hombros. Nuestras manos libres se encuentran, como
bailando tango, y empezamos a movernos al ritmo de la música mientras
nos reímos.
Al parecer, Dani se entusiasma, porque empieza a cantar:
 
But you can cool it down
Not here to fool around
Just wanna dance, dance, dance
Dance, dance, dance
I know you want me
But I don't care, baby
Just wanna dance, dance, dance
Dance, dance, dance.
 
Saltamos por el lugar, corremos de la mano alrededor de la mesa de
la cocina y perdemos el control. Aprendo un poco el coro y comienzo a
cantarla con él. Tengo un flashback de la fiesta, cuando cantábamos con las
bocas muy cerca.
—Dance, dance, dance…
Yo muevo el cabello, nos separamos y ambos hacemos pasos
divertidos para que el otro se ría. Dejamos de cocinar, porque esto se
convierte en un concierto.
Al terminar la canción, nos tiramos en el sillón más cercano, con un
ataque de risa por nuestros pasos de baile.
Repentinamente, Dani parece recordar lo que estábamos haciendo,
porque se levanta con una sonrisa, pero no una cualquiera, una genuina. De
esas que siguen, aunque te hayas cansado de reír, pero el cuerpo quiere
seguir y te sale eso. A él le queda muy bien, cualquier sonrisa le queda más
que bien, pero esta la disfruto más, porque es solo para mí.
Me toma de la mano y me lleva a la cocina para seguir cocinando.
Solo faltan las chispas y, una vez agregadas, comenzamos a hacer la forma
redonda de las galletas con la masa, para finalmente ponerlas en la bandeja
y meterlas al horno.
Tienen que estar un buen rato horneándose, así que decidimos ver
una película. Elegimos nuestra película favorita.
Sí, la de los dos.
Tenemos gustos muy distintos en el cine, pero esta es de las pocas
películas que ambos disfrutamos enormemente: Grease, un musical de los
setenta. Yo amo esa película por la época, la música, los actores, los
vestuarios y el romance. Dani la ama por la historia, los problemas, los
grupos de amigos, la música y porque es simplemente uno de los mejores
clásicos.
Gozamos la película bailando y cantando las mejores canciones. Mi
favorita es Summer nights. La favorita de Dani es You're The One That I
Want.
Siempre lo molesto porque se llama Dani, igual que el protagonista,
Danny Zuko, aunque no se parecen en casi nada, solo en que están cerrados
a la idea del amor y que cantan y bailan bien.
Después de la película, mientras comemos las galletas que hicimos,
sabrosas, comentamos el primer día de clases, un buen primer día.
Lo llaman y otra vez decide contestar lejos de mí. Odio el misterio y
no saber qué pasa, aunque creo que nunca lo sabré.
Cuando vuelve, lo hace con cara de amargado. Me dice que era su
papá, pero no me dice de qué hablaron.
—Yo nunca conocí al mío y tú te quejas del tuyo. Está bien, pero
igual estoy un poco celosa… aunque sé que el tuyo no es perfecto… bueno,
solo un comentario —digo la última parte un poco más despacio, porque no
sé si fue un comentario muy necesario.
—Lo sé, Eli. Lo siento, pero tú no lo conoces como yo. Él… no es
como tú crees, pero no quiero hablar de eso, no quiero hablar de él. —
Suspira, y con una voz grave continúa—: Por favor, intenta entenderme. Sé
que es muy difícil, pero nuestra relación no es muy sana. Él es… es como
es, y yo no lo puedo cambiar, solo aceptar y aguantar… así que, por favor,
te pido que lo dejemos hasta aquí y cambiemos el tema.
Me da tanta curiosidad saber qué pasa entre Dani y su padre. Sé que
tienen una relación distante, pero es más que eso. Se nota porque Dani
nunca quiere hablarme de eso, y hablamos de TODO. Todo lo que hubo,
hay y habrá por hablar, todos los temas existentes, menos de él. Siempre
que alguien lo menciona, él se pone tenso y aprieta los puños, no entiendo
por qué. A veces me imagino lo peor, pero siento que eso es muy malo
como para que alguien lo viva, más aún Dani, así que solo lo olvido y hago
lo que me dice; no sacar el tema. Lo intento, de verdad que lo hago, pero es
que hay veces que simplemente no me lo puedo aguantar. Aun así, no dice
nada, por ende, sé que no saco nada preguntando.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3
 
 
 
Llevamos unas semanas de clases, regresando a nuestra rutina. Parte
de ella es ir a nuestro lugar especial; un spot en medio del bosque, cerca del
pequeño pueblo en el que vivimos.
Cuando llegamos, paso mi mano por los árboles buscando el sello que
hicimos para marcar nuestro lugar, hace ya cuatro años.
Es de día, está soleado y un tanto caluroso. Estoy sola con Dani en el
bosque, mirando la marca de nuestras iniciales en un árbol. Está a la altura
de nuestros ombligos, ya que cuando la hicimos ambos éramos bastante
más bajos. Al parecer hemos crecido y cambiado mucho. Cada vez que la
admiramos recuerdo cómo nos conocimos.
 
Fue un 6 de marzo, yo estaba muy nerviosa por mi primer día de
secundaria, así que decidí dar un paseo por el pueblo. Sola. No tenía
muchos amigos, pero era feliz y añoraba seguir siéndolo.
Perdí la noción de cuánto caminaba y, sin darme cuenta, ya no sabía
dónde estaba. Me había perdido. Sabía que el pueblo era un lugar seguro,
así que ignoré mis miedos y seguí mi camino. Observé un bosque no tan
lejos, muy lindo, verde, lleno de árboles altísimos, el suelo lleno de hojas
naranjas caídas por el otoño pasado. Hacía un poco de frío, pero todavía
no era hora de que anocheciera. Decidí entrar al bosque, caminé y lo
admiré, al igual que siempre lo hacía con la belleza de la naturaleza, hasta
que escuché un sonido. Parecía que había alguien más ahí.
—¿Hola? —pregunté, dudosa y un poco asustada.
—Hola, ¿cómo te llamas? —era un chico de mi edad, con cabello
color oro, que cubría más la frente que los laterales. Tenía unos ojos que
parecían de ensueño, pero se notaba en su tono un poco de tristeza. No era
tan alto, pero sí más alto que yo. Me pregunté si iba a mi escuela, aunque
dudaba que quisiera ser mi amigo.
—Soy Elizabeth, ¿y tú? —respondí un tanto nerviosa.
—Un placer, Eli. Soy Daniel —dijo mientras estiraba su mano para
estrechar la mía, volviendo más formal la presentación.
No pude evitar notar que me llamó Eli. Nunca antes me habían dicho
así, ni siquiera mi madre. Sinceramente, nunca había tenido un apodo.
Tenía que admitir que me gustaba tener uno, me sentía querida de alguna
manera, como si me lo dijeran de cariño, incluso si salía de la boca de un
completo extraño.
—Igualmente, Dani —vi una reacción por el sobrenombre que le
había puesto, tal vez a él tampoco lo habían llamado así de cariño. De
todos modos, yo lo iba a hacer. Lo transformaría en una persona especial.
La curiosidad me ataba. Pensé que este lugar nadie lo conocía, así
que pregunté:
—¿Puedo preguntar qué haces aquí?
—Simplemente tomaba un atajo, ¿y tú?
—Vine a pensar, estoy nerviosa. —Vi en su mirada que se preguntaba
por qué, así que seguí—: Mañana es mi primer día de secundaria.
—Supongo que nos veremos ahí entonces, porque también es el mío.
Sabía que lo que diría a continuación sonaría raro, pero no perdía
nada:
—¿Crees que podríamos conocernos mejor y quizás ser amigos? Ya
sabes… no conocemos a nadie en un nuevo colegio… para no sentirnos tan
solos. ¿Qué te parece?
—Creo que somos un poco grandes para hacernos amigos solo
preguntando si queremos serlo. Aunque la idea de conocernos mejor no
suena mal. Intentémoslo…
 
“Intentémoslo”, con eso me quedé, y aquí estamos. Tres años después,
siendo los mejores amigos del mundo, con un nivel extremo de confianza,
un montón de risas y viviendo al máximo. Al menos, así lo veo yo. Quizás
es porque estoy enamorada, aunque no creo, pienso que nuestra relación es
así de sana y asumo que Dani opina lo mismo.
Venimos a este lugar a hacer de todo: hablar, pensar, leer, jugar,
estudiar. La ocasión de hoy es leer, un pasatiempo que ambos disfrutamos
mucho. Así que Dani apoya su espalda en un árbol, yo me pongo entre sus
piernas para apoyar mi espalda en su pecho, y cada uno saca su libro.Hay que admitir que la posición en la que estamos contiene mucha
interacción física. Casi siempre lo hacemos así, aunque no lo hacíamos hace
tiempo. Sin embargo, esta vez se siente un tanto distinto, por lo que me
cuesta concentrarme en el libro.
De repente, me arrebatan la lectura. Dani me lo quitó para leer la
escena que estaba leyendo. Me pongo nerviosa, porque justo leía una escena
no muy… ¿apropiada?
—Eli, una pregunta —siempre me pasa lo mismo: al escuchar mi
nombre en su voz, me mata. No sé por qué, pero de alguna manera
interfiere con mis latidos.
Asiento con la cabeza, inquieta.
—¿Desde cuándo lees literatura erótica? —pregunta con una sonrisa
pícara. No puedo responder “desde siempre”, así que solo me río
incómodamente, esperando que olvide el tema—. ¿De qué te ríes, Eli?
¿Acaso no quieres responder? ¿O quieres que te hablen así?
Solo me río más fuerte, porque es verdad lo que dice.
—“¿Por qué está tan agitada tu respiración? Te pongo nerviosa. No,
no es una pregunta, es un hecho. Lo sé. Al igual que sé que al poner mis
manos en tu cuerpo pierdes el control, la lógica y el sentido. Ese es el efecto
que tengo en ti”.
Sé que Dani solo está leyendo el libro, pero lo dice como si fuera real.
Nunca pensé que lo escucharía decir algo así, aunque no fuera cierto, pero
fue lo más sexi que escuchado en mi vida.
Pensé que había terminado, pero con una voz incluso más grave y más
despacio, como un susurro, continúa:
—“Y si te digo la verdad, me encanta tener ese efecto”.
Esta parte no está escrita en el libro. No sé si de la tensión que hay me
la imagino yo o es real, porque mis hormonas no me están ayudando.
Lo peor de todo es que es cierto. Sí tiene ese efecto en mí.
El ambiente está muy serio. De repente, siento una mano colarse por
mi suéter. Una mano tibia que se nota que sabe lo que hace. Me pongo roja
como un tomate y Dani empieza a mover sus dedos, haciéndome cosquillas.
Considerando que soy una persona muy sensible, me río cada segundo más
fuerte. Quiero que se detenga, porque a nadie le gusta que le hagan
cosquillas, pero él no deja de reír, y si tengo que sufrir cosquillas por verlo
así de contento, lo voy a hacer.
Nos cambiamos a mil posiciones en pocos segundos, dado que mi
cuerpo da mil vueltas, buscando escapar de sus escurridizos dedos. De un
instante a otro, él queda arriba mío, nuestras caras están sumamente cerca.
Instantáneamente, deja las cosquillas y nos quedamos con una sonrisa un
tanto incómoda. Sus ojos me miran con intensidad, mucha más de la que
puedo soportar. Pero seguimos ahí, pegados cuerpo a cuerpo, sin cortar el
contacto visual. No quiero que el momento termine, pero temo que, si no
pasa pronto, haré algo de lo que me voy a arrepentir.
Sé que lo que leyó no es real, pero se sintió así. Ese es el efecto que
tiene en mí. Solo espero que no se note, que no se dé cuenta.
—Dani —me sale un suspiro de voz muy bajito, que solo se alcanza a
escuchar por lo cerca que estamos.
No sé qué va a hacer él. Si responderá, se quedará así o se levantará.
Hasta que reacciona.
Mueve un poco su cabeza a los lados, como negando con sutileza. Lo
hace con los ojos cerrados, como si saliera de un trance. Luego, los abre.
—Sí, perdón. —Se levanta, pero no completamente. Se sienta en el
suelo lleno de hojas y me da la mano para levantarme.
En cuanto nos encontramos sentados, soltamos el contacto. Ambos
parecemos incómodos, no sé cómo remediarlo. ¿Tengo que irme? No quiero
hacerlo, así que decido cambiar de tema para olvidar nuestra…
¿incomodidad?
Justo cuando voy a hacerlo, suena un teléfono.
Ambos sacamos nuestros dispositivos.
No es mi celular, sino el suyo. Levanta su dedo índice para que lo
disculpe, porque necesita hablar en privado. Se levanta y contesta la
llamada mientras con la otra mano sacude las hojas que quedan en su ropa.
Alcanzo a oír un “hola” muy tenso y serio, antes de que se aleje y yo no
pueda escuchar más.
Sigo leyendo, pero me invade la curiosidad. Pese a ello, él ya me dijo
que no quiere hablar del tema. Insistir sería inútil, por lo que respetaré su
decisión.
Después de media hora, Dani vuelve en silencio. Muy callado. Se
sienta junto a mí y mira al suelo.
Tengo cada vez más preguntas.
¿Con quién hablaba?
¿De qué?
¿Por qué no me quiere decir nada?
¿Estará bien? Esa última me deja pensando, así que decido preguntar:
—¿Todo bien, Dani?
—Mmm —dice, asintiendo.
—No, Dani. —Tomo su mano antes de seguir, para que entienda a lo
que me refiero—: Lo digo en serio. ¿Estás bien?
Tengo los ojos muy abiertos, quiero que sepa que es en serio.
—Sí.
—¿Seguro? ¿No me tengo que preocupar por ti?
—Mmm…
—Sé que no me vas a decir, Dani, pero te lo repito: aunque odie que
no me quieras decir tu secreto, acá estoy, para que me lo cuentes cuando
estés listo. Siempre estaré para ti cuando me necesites, para lo que sea.
¿Okey?
Siempre se lo digo cuando pasan cosas así, pero siento que no lo sabe,
por eso se lo recuerdo tan seguido.
Me abraza fuerte, de manera intensa. No entiendo por qué.
Dice en un susurro, su boca cerca de mi oído:
—Gracias, Eli.
Quizás necesitaba una amiga o solo un abrazo, no lo sé.
Pero, lo que sea que pueda llegar a necesitar, se lo daré.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4
 
 
 
Dani sacó una mala nota en biología que, para su suerte, es uno de mis
ramos fuertes. Por lo tanto, como la buena amiga que soy, le ofrecí ayuda
para hacer un trabajo extra. Así le suben nota. Ahora mismo estamos en mi
casa estudiando.
Mi habitación está un tanto desordenada. Llena de cachureos y alguna
ropa tirada, pero nada que Dani no haya visto antes. Él está sentado en mi
escritorio y yo parada, respirando en su nuca, tratando de explicar la
estructura de una célula procarionte. Pese a que a veces le cuesta entender,
lo considero un buen aprendiz. Repentinamente, se da vuelta a mirarme,
supongo que con mi respiración constante en su nuca se siente presionado.
Nuestras caras están más cerca de lo que me acomoda. No me encanta
reconocerlo, pero sí me incomoda estar tan cerca de la boca de la persona
que me gusta, sabiendo que es mi mejor amigo. Después de un breve y
tenso silencio, me alejo y me siento en la cama, mirando en dirección a la
ventana, porque ya no quiero mirarlo y desconcentrarme, como siempre me
pasa.
Se me ocurre traer bocadillos y así nos tomamos un descanso.
Vuelvo de la cocina con fresas, su fruta favorita. Cuando me ve llegar
con las fresas sonríe inmediatamente. Lo sabía. Este chico es muy
predecible, en el mejor sentido de la palabra.
—La fruta prohibida —dice en un tono bajo, con una sonrisa pícara.
—Es solo para el descanso, así que no te desconcentres tanto con
ellas. —No puedo evitar sonreír.
Le llamamos “la fruta prohibida” como un chiste interno, porque está
puesta en todas las películas y series como una fruta sexual. La llamamos
así porque creemos que es sumamente gracioso cómo la sociedad sexualiza
todo lo que toca, así que nosotros lo exageramos.
Dani suelta una risita, porque sabe que es verdad lo que digo. Los dos
agarramos una fresa, la chocamos como si fuese un brindis y nos la
llevamos a la boca de manera sexi, para acentuar el chiste. Aunque, la
verdad, para mí no es mucho un chiste.
Están deliciosas, pero no tanto como ver a Dani comiendo. Sus labios
se quedan en cada fresa mientras da un pequeño mordisco; poco a poco se
va alejando de las hojas superiores, al despegar su deseable boca
completamente de la frutilla. Hace una mueca de goce, mirando para arriba
y terminando de masticarla. Creo que es lo más sexi que he visto en mi
vida, y no sé si mis hormonas van a poder seguir con esto.
Verlo es un delirio, me hace sufrir y disfrutar al mismo tiempo. Podría
decir que las fresas no son la única fruta prohibida, para mí Dani es justo
como eso. Algo que deseo, pero que no puedo tener.
—Oye, Eli. ¿Cómo va la liga de voleibol?
—Acabamos de empezar los entrenamientos la semana pasada, así que
nada muy nuevo. Supongo que divertido, como siempre.
—Me alegro. ¿Cuándo tienen el primer partido?
—El próximomes… ¿Por qué la pregunta? ¿Vas a venir a verme?
—Sabes que nunca me pierdo un partido tuyo.
—Pero tú odias los deportes.
—Esto es distinto. Eres tú. —Sonríe.
No sé qué significa eso. Es decir, sé que se refiere a nuestra amistad y
lo dice así, como si no significara nada, pero yo escucho algo un poco más
profundo. Algo como que, a pesar de que no le gusten los deportes, va a
verlos por mí.
Pero no puedo pensar eso, es muy irrealista.
Seguimos estudiando unas dos horas más. Llega un punto en que me
duele la cabeza de tanto leer. Dani me mira a los ojos y se saca las gafas.
Dios, esas gafas. ¿Cuán ñoña tengo que ser para volverme loca por unas
gafas? ¿O será por cómo las luce él?
—Eli, estoy mal, necesito aclarar mi mente. ¿Me prestas tu ducha?
No puedo decirle que no. Esto va a ser realmente negativo para mis
escenarios imaginarios.
—Claro —respondo, asintiendo con la cabeza alterada.
Dani entra al baño y se escucha el sonido de la ducha. Estoy
muriendo, tengo demasiada imaginación para sobrevivir a esto. Lo peor de
todo es que, para él, la situación es lo más normal del mundo. Para mí, es
un suplicio que disfruto y odio al mismo tiempo. Solo pensar que está ahí,
en mi baño, desnudo, mojado, alimentando mis fantasías:
 
Dani me grita del baño. “No hay toalla, Eli”. Yo, con toda la
confianza del mundo, sin saber lo que me espera al abrir la puerta, voy a
buscar una toalla y golpeo antes de entregársela. Meto la mano en el baño
con la toalla, todo el resto de mi cuerpo aún al otro lado de la puerta,
porque obviamente no quiero invadir su intimidad. “Pasa, déjala en el
colgador”, me pide. Al entrar me encuentro con el vidrio de la ducha
empañado. El agua está caliente, aunque no por completo. Alcanzo a verlo
desde su ombligo hacia arriba. El agua recorre su cuerpo, desde su cabello
dorado caen las gotas, bajan por su cara, marcando la línea de su
mandíbula, la cual considero muy sexi. Continúa el recorrido por su cuello
y su manzana de Adán; si es que alguna vez me cuestioné si le daba
masculinidad, esto deja más que claro que la respuesta es sí. Levanta su
cabeza para que el agua le llegue directo a la cara y levemente abre su
boca. Parece que lo está disfrutando, por decirlo de alguna manera menos
obscena. Pero, si así fuera, no me hubiese pedido que entrara. ¿O sí? Dani
pasa una mano por su cabello para sacárselo de la cara, tirando unas
gotas hacia atrás. Y yo sigo ahí, parada como estúpida, habiendo perdido
la movilidad y la decencia de no mirar. Me dice algo con su voz grave que
tanto me gusta. Sin siquiera mirarme, me pide otro favor…
 
Me da un escalofrío cuando noto que se abre la puerta, y salgo
instantáneamente de mi fantasía. Miro para el lado y lo veo, a Dani, con el
pelo húmedo y su buzo gris puesto, con la camiseta pegada a su torso por la
humedad. Solo quiero desmayarme. Si antes dije que lo más sexi que había
visto en mi vida era a Dani comer la fruta prohibida, estaba completamente
equivocada. Ver a Dani recién salido de la ducha es realmente lo más
caliente que he visto.
Él sale como si fuese una situación cotidiana, con su camiseta blanca
casi traslúcida, sin compasión por los seres humanos que tenemos ojos y
hormonas descontroladas.
 
 
 ❤  
 
Justo antes de que se cierre la puerta, Dani la detiene.
—Gracias por lo de hoy… Bueno, en realidad, por todo. Eres la
mejor amiga que existe.
Sonrío, pero al cerrar la puerta quiero llorar.
Amiga. Sé que para él soy solo eso, pero no puedo dejar de desear
más.
Estoy tan enamorada de Dani, Que cada vez es peor que me siga
viendo como solo una simple y aburrida amiga.
En algún momento nos vamos a separar y lo voy a perder. No estoy
diciendo que dependo de él ni nada de eso, sin embargo, es la persona más
importante para mí.
Me meto a la ducha para dejar de pensar un rato. Entonces recuerdo
que la última persona en bañarse aquí fue Dani. Mi mente corre a
imaginarlo.
¿Cómo alguien puede ser así de perfecto? Así de alucinante,
intelectual, dulce y amargo al mismo tiempo, tan sexi y sobrio… de verdad,
no lo entiendo.
Espero que alguna vez se me quite. Quiero dejar de imaginar cosas
que no son ni van a ser reales. Pero, sobre todo, quiero que acaben mis
sentimientos por mi mejor amigo. Sé que él no siente lo mismo, así que
nunca va a pasar nada entre nosotros. Lo más fácil sería solo dejar de sentir.
El problema es que uno no controla sus sentimientos, es imposible decidir
quién te atrae. Mucho menos de quién te enamoras.
Ay Dani, hay tanto que muero por decirte. Pero, ¿para qué? Con lo
poco emocional que eres, no lo entenderías.
Tampoco quiero perder nuestra amistad.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5
 
 
 
Amo a mi mamá. Siempre he tenido buena relación con ella. Eso sí,
casi nunca está en casa. Se la pasa en el hospital y muchas noches duerme
allá. A lo largo de los años, gracias a mi buen comportamiento, me he
ganado su confianza. Por ende, me da libertad para hacer casi todo lo que
quiera. Soy hija única, así que me quedo sola, pero soy feliz de todos
modos. Casi nunca estoy realmente sola, así que la verdad es que no me
quejo.
Es hora de comer, pero justo suena el timbre cuando voy a hacerlo.
Más allá de las paredes de mi casa, logro escuchar algo mágico. Una
bella canción, el contacto entre las gotas de lluvia y la tierra. Maravilloso.
Me encanta el sonido de la naturaleza, aunque a veces creo que tiene pena.
Compartimos el sentimiento. La lluvia es una de mis cosas favoritas en el
mundo, por lo que no puedo evitar sonreír.
El timbre vuelve a sonar. Es difícil saber de antemano quién se
encuentra tras la puerta.
Al abrir me encuentro con Dani, quien está empapado por la lluvia.
Extraño, hoy no habíamos quedado en juntarnos, así que no esperaba su
visita.
En su rostro aparece una expresión de preocupación y tristeza.
—Dani, ¿qué pasa? ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí?
Se limpia la cara con una mano y responde en voz baja, muy despacio:
—Eli, las cosas en mi casa están mal y no quería dormir allí. Imaginé
que podría quedarme aquí… no tengo ningún otro lugar donde ir…
No lo dejo terminar. Lo agarro del brazo para que entre y deje de
empaparse, porque a este ritmo se va a enfermar:
—Claro, Dani. Lo que necesites.
Mi trabajo como mejor amiga es ayudarlo y estar ahí para él. Sin
duda, haré lo que necesite para que se sienta mejor.
Como ningún hombre vive en mi casa, siempre me he preocupado de
que Dani tenga un conjunto de ropa en caso de emergencia. Esta es la
ocasión perfecta para usarlo. Le doy la ropa para que se cambie, un buzo y
una camisa, casi como un pijama.
Mientras se viste en mi habitación, le preparo un chocolate caliente en
la cocina, y la cena.
No lo quiero dejar solo tanto tiempo, así que no me complico la vida:
omelette de verduras. Cuando baja, ya está todo listo. Cenamos en silencio,
porque sé que no va a decirme lo que pasó. Pero quiero que sepa que me
importa.
—Dani, ni siquiera voy a preguntarte. Pero te voy a repetir que haré lo
que esté en mis manos para ayudar.
—Gracias, Eli. Eres la mejor.
—Lo sé —digo en tono de broma, para calmar un poco el ambiente.
Terminamos de comer. A pesar de que es viernes y de que podemos
dormir tarde, ambos estamos agotados.
Obviamente, no vamos a dormir juntos. No sería capaz de sobrevivir
esa experiencia.
Saco la cama de abajo y pongo unas sábanas junto a un plumón para
que Dani duerma ahí. Me agradece de nuevo y apagamos la luz.
—Buenas noches, Eli.
—Buenas noches, Dani.
 
 
❤
 
 
Unos ruidos interrumpen mi sueño. Son las 2:47 a. m. Los sonidos
provienen de la cama en el suelo. Dani está sudando y murmurando cosas
sin sentido, como si estuviera muy asustado. Claramente, se trata de una
pesadilla.
Bajo de mi cama a la suya para despertarlo. Empiezo a moverlo,
hasta que abre sus ojos, un poco desorientado.
—Dani, ¿estás bien? ¿Qué pasó?
No responde, solo niega con la cabeza bruscamente.
Le agarro la cabeza con ambas manos, una en cada mejilla, y lo
miro directamente a los ojos.
—Mírame, Dani. Mírame. Estás bien, solo fue una pesadilla…Tranquilo…
Se sienta inmediatamente y me abraza muy fuerte, enredando sus
dedos como si no quisiera soltarme, lo cual me sorprende un poco. Dani
odia el contacto físico, sobre todo el que viene con sentimientos, por eso
casi nunca nos abrazamos. Recuerdo que lo hemos hecho solo dos veces en
los cuatro años que llevamos siendo amigos. Siento que intenta
transmitirme algo, pero no me queda muy claro qué.
—¿Qué soñaste? ¿Qué pasó?
Esta vez sí responde, con la voz agitada y más grave de lo normal:
—Fue horrible… por favor, quédate conmigo…
—Claro…
Me mira fijamente a los ojos, sin soltarme, todavía un poco
asustado.
—Te perdía, Eli… te perdía por siempre…
No entiendo de qué habla, pero lo dice como si de verdad le asustara
la idea. Lo abrazo más fuerte, mientras le acaricio el cabello con dulzura
para tranquilizarlo. Tal como lo hacía mi madre cuando yo tenía pesadillas.
—Dani, fue solo un sueño. No vas a perderme, te lo prometo.
Empieza a respirar más tranquilo. Le propongo que sigamos
durmiendo y él asiente, pero con la condición de que no esté solo. Así que
me quedo con él en la cama de abajo, ambos acostados mientras nos
abrazamos. Su cabeza en mi pecho y sus brazos apretados alrededor de mi
cintura. No me siento incómoda, siempre he disfrutado su contacto.
Además, esta vez él lo había iniciado.
Sigo acariciando su cabello con la punta de mis largas uñas, hasta
que nos quedamos dormidos.
 
 
❤
 
 
Despierto por un pedacito de sol que entra por una abertura de la
cortina. Al abrir los ojos, siento unas manos a mi alrededor. Dani me abraza
por atrás, él sigue dormido. Sus brazos rodean mi cintura y su cuerpo está
pegado al mío, muy pegado, más de lo que los amigos llegan a estar. Me
doy cuenta de lo cómodo y seguro que se siente estar así con Dani, y me
vuelvo a dormir otro ratito, hasta que él despierta.
—Buenos días, Eli —me dice al oído, con una voz ronca de recién
despertado, sin siquiera moverse.
—Buenos días, Dani —respondo un poco nerviosa, pero satisfecha
con la situación.
Sé que no se repetirá y que no durará mucho. Tengo claro que me
sentiré mal si él rompe el contacto físico primero, así que lo hago yo. No vi
la cara que puso cuando lo hice, pero tampoco quería verla.
—¿Te sientes mejor? —le digo, ya de pie.
—Sí, Eli, muchas gracias por cuidarme y por hacerme el favor de
dormir conmigo. Eres una gran amiga.
A veces olvido que solo soy eso. Una amiga.
Bueno, su mejor amiga.
—No te preocupes —respondo como si no me doliera su comentario
—. ¿Vamos a desayunar?
Bajamos a la cocina, aún en pijama. Dani con la ropa que tenía en
mi casa y yo con unos shorts y una camiseta suelta, muy cómoda.
Dani desayuna yogurt con cereales y yo un poco de fruta.
—¿Crees que se habrá arreglado la situación en tu casa?
—Eso espero. De todos modos, si no te molesta, preferiría irme más
tarde.
—Claro. ¿Qué quieres hacer?
—Podríamos ver una película o jugar un juego de mesa, lo que usted
estime conveniente.
Sonrío, me encanta cuando me habla de manera formal.
—Si no le molesta, podríamos llegar a un acuerdo. ¿Qué le parece?
—respondo en el mismo tono.
—Me parece apropiado.
 
Dani
 
 
Qué noche. No puedo creer que la primera vez que duermo con una
chica sea con mi mejor amiga. Ahora que la veo, ya que en la mañana no
pude por la vergüenza de amanecer abrazados, noto que esos pequeños
shorts de pijama le quedan bastante bien, acentuando su figura. Creo que
nunca me había fijado en su figura, al menos no de manera sexual. No
debería pensar así de ella, es mi mejor amiga, la hermana que nunca tuve.
Siempre me cuida, anoche lo hizo.
Debo admitir que no me gusta verme vulnerable, es algo aterrador.
En mi casa, los sentimientos son una debilidad.
Pero Eli me ha ayudado a entender que no todos los sentimientos
son malos, así como que no todos te usan por interés.
Fue tan tierna, a pesar de mi intensidad y su incertidumbre. Confío
en ella. Solo hay cosas que no puedo compartir.
Vuelve a mi mente esa curiosidad. Eli siendo otra cosa para mí, algo
más que mi mejor amiga. Es demasiado raro para imaginarlo, aunque quizás
no tenga que hacerlo del todo, si miro atrás y cambio la perspectiva de
algunas cosas. Cuando comíamos fruta, por ejemplo. No sé.
No me gusta pensar así de ella, es demasiado raro.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6
 
 
 
Como es sábado, el plan es salir y pasarlo bien con Dani. Esta vez
planeamos hacer algo un poco distinto. En vez de ir a una fiesta con
nuestros compañeros, decidimos ir a un bar con karaoke.
Me maquillo los ojos de negro, resaltando el verde claro de ellos. Un
poco de colorete y rojo en los labios. Tengo planeada la canción que quiero
cantar, y la idea es que el atuendo esté a tono. Por eso, me pongo una
camiseta llena de lentejuelas y brillos de color azabache, un poco corta.
También decido ponerme unos jeans de talle bajo, de pata elefante, que me
quedan como un guante. Se me ve un poco el abdomen, dando así un toque
sexi. Para finalizar, me pongo unas zapatillas con plataforma que combina
con mi top, unas argollas grandes de aretes y dejo el cabello suelto, con
ondas desordenadas.
Esta vez me toca a mí pasar a buscarlo. Sale con su ropa de siempre,
porque sé que no le importa cómo se ve, aunque en realidad siempre se ve
bien.
—Guau. ¿Ropa nueva? —pregunto con un toque de sarcasmo.
—Ja, ja —dice mientras cierra la puerta del coche y se da vuelta a
verme. Su cara de estupefacción es hermosa, solo por verme a mí, aunque
no dice nada al respecto, pero sé lo que piensa.
Me veo bien.
Llegamos al karaoke. Hay un escenario y una pista de baile, mesas y
un gran bar. Las luces de colores cambian cada cierto tiempo, dándole un
toque único al ambiente. La música está a máximo volumen y todos se
mueven con ganas.
Nos sentamos en una mesa y me inscribo para ser la siguiente en
cantar. Mientras espero que sea mi turno, bailamos 24K Magic, de Bruno
Mars.
—Elizabeth Acosta, al escenario.
Con toda la personalidad que tengo, me subo al escenario a dar un
show. Dicen que mientras más dramático es, mejor se pasa.
Comienza a sonar Give It Up, de Annapantsu. Muevo mi cabeza con
fuerza para dar vueltas con mi cabello al empezar la canción:
 
Someday I'll let you in, treat you right
Drive you outta your mind, oh
You never met a chick like me
Burn so bright
I'm gonna make you blind.
 
Always want what you can't have
Is it so bad, if you don't get what you wanted?
Make you feel good as I whip you into shape
Yeah, boy, let's get it started.
 
Give it up, you can't win, 'cause I know where you've been
Such a shame, you don't put up a fight
That's a game that we play at the end of the night
It's the same old story but you never get it right
Give it up!
 
Bailo sintiéndome la persona más sexi del mundo. Para la siguiente
parte necesito un voluntario, el cual no tengo. No obstante, tengo a Dani
haciéndome barra en el público. Gracias a que de repente saco toda la
personalidad que tengo, no pierdo nada volviéndolo loco, o al menos
intentándolo. Me bajo del escenario y me acerco a Dani mientras canto:
 
Woo-ooh!
Mm-hmm
Heeya, heeya, heeya, heeya
Heeya, no-o-o!
Come a little closer
Come a little closer, baby, baby!
Come a little closer
Come a little closer, baby, baby!
Come a little closer
Come a little closer, baby!
 
Muevo mi cuerpo contra el suyo, acompañado de sacudidas de
cabello. Acercando mi cara a la suya, para que sepa que la canción es para
él y para mí. Que conste que esto es solo gracias a la canción, ya que en
cualquier otro escenario jamás sería capaz de soportar estar así de cerca sin
hacer nada.
 
Give it up, you can't win, 'cause I know where you've been
Such a shame, you don't put up a fight
That's a game that we play at the end of the night
It's the same old story but you never get it right
Give it up!
 
Termino la canción como la reina que soy. Nunca nada en mi vida
me había salido tan bien y, de paso, dejé loco a Dani. De repente, es él
quien está en el escenario y yo en el público. Dani había accedido a
acompañarmey pasarlo bien, pero nunca ha hecho cosas así en público. Me
llevo una sorpresa cuando se convierte en el alma de la fiesta y empieza a
cantar DJ Got Us Fallin´ In Love:
 
So we back in the club
With our bodies rockin' from side to side
Side, side to side
Thank God the week is done
I feel like a zombie gone back to life
Back, back to life
Hands up, and suddenly we all got our hands up
No control of my body
Ain't I seen you before?
I think I remember those eyes, eyes, eyes
Eyes, eyes, eyes.
 
No sé qué está pasando. Tiene una voz espectacular, esta vez no está
cantando en broma, y le queda increíble la canción. Está bailando como
nunca antes, de verdad parece una superestrella.
Se baja del escenario y viene a mí, a bailarme a mí, a cantarme a mí,
solo a mí. Empezamos a bailar juntos, tiene sus manos en mi cuerpo y yo
las mías en el suyo. No puedo creer lo que está pasando, este Dani es otro.
Me encanta. Con una mano agarra mi barbilla, me sube un poco la cara para
que lo vea a los ojos y me canta en la boca, dejando el micrófono bajo
nuestras caras, como si solo quisiese que yo lo escuchara. Y lo hago, alto y
claro, a pesar de la música. No sé qué significa esto, pero estoy teniendo el
momento de mi vida. Honestamente, creo que la única razón por la que no
estoy intentando besarlo en este preciso instante es porque estamos en
público. Aunque las ganas de hacerlo no me faltan.
 
Put your hands on my body
Swear I seen you before
I think I remember those eyes, eyes, eyes, eyes
Eyes, eyes, eyes.
 
 
Termina la canción de rodillas en el escenario, como un famoso y
bota el micrófono al piso como toda una celebridad.
Sigo en shock, sin entender qué acaba de pasar. ¿De dónde salió este
Dani tan extrovertido? Pensé que este chico no podía gustarme más. Estoy
tan orgullosa de que sacara este lado a la luz, el mundo merecía verlo. Y yo
también.
Empieza Feel So Close, de Calvin Harris. Dani se acerca y empieza
a bailar conmigo, pero no como la primera vez que fuimos a una fiesta, esta
vez con toda la seguridad del mundo.
—¿Te gustó? —me deja helada, pero luego comprendo que se
refiere a la canción.
—¡Me encantó! ¿Dónde aprendiste a cantar así? ¿Y por qué nunca
te había escuchado? Lo tenías muy escondido —digo casi a gritos, para que
me escuche a pesar de la música.
—Todos tenemos secretos —responde levantando los hombros.
Supongo que es verdad.
—¿Y mi canción, te gustó?
—Gustar es poco, te salió espectacular.
Me siento halagada, no solo porque me importa su opinión, sino que
también porque pocas veces la daba y casi nunca era positiva.
—Eli, ¿cantamos juntos?
Ahí estamos, los dos juntos en el escenario, cada uno con su
micrófono listo para la acción. Dani eligió la canción, así que es sorpresa
para mí.
Cuando empieza a sonar Edge of Great, de Julie and the Phantoms,
genuinamente quiero llorar. Mi primer instinto es comenzar a cantar junto a
Dani, y eso hago, pero entonces me abarca la confusión. Vi esta serie hace
dos años, no solo la amé, sino que me enamoré de Luke, el fantasma
principal. Recuerdo habérselo comentado a Dani, pero ignoró
completamente mis comentarios, hasta me dijo que dejara de hablar de
cosas de niños. Si Dani vio la serie o se aprendió esta canción solo porque a
mí me encanta, me muero. En serio, dudo que así haya sido, pero no
encuentro otra explicación.
 
Running from the past
Tripping on the now
What is lost can be found, it's obvious.
 
And like a rubber ball
We come bouncing back
We all got a second act, inside of us.
 
Cuando llegamos al coro, canta él, para que yo haga las segundas
voces, sin perder el intenso contacto visual.
 
Cause we're standing on the edge of great
(On the edge of great) great
(On the edge of great) great
(On the edge of great)
'Cause we're standing on the edge of great.
 
We all make mistakes
But they're just stepping stones
To take us where we wanna go
It's never straight, no.
 
Saltamos y cantamos al unísono, con toda la energía del mundo. El
público enloquece, gritando y bailando con euforia.
Dani se aleja de su micrófono, acercándose al mío lentamente y
mirándome a los ojos. Ubica su boca igual de cerca que la mía en mi
micrófono, un tanto agachado, para compartirlo en la última parte de la
canción:
 
Running from the past
Tripping on the now
What is lost can be found, it's obvious…
 
En la serie pasaba exactamente lo mismo con Julie y Luke. Soñé con
que me pasara, tantas veces. Claro que era imposible, porque es una serie.
Se sintió irreal, la forma en la que él me miraba, con sus ojos claros
indescriptibles, me sonreía solo a mí mientras cantaba. Nuestros alientos
mezclados, al igual que nuestras voces, que suenan perfectas juntas.
Al terminar la canción, los segundos de silencio, ambos
completamente quietos para grabar el momento y quedarnos ahí lo máximo
posible. No nos damos cuenta de dónde estamos, a mí hasta se me olvida
que estamos en público.
Y el momento desaparece.
No sé en qué mundo esto pasa en la vida real, y menos a gente como
yo, común y corriente. Lo que aún no logro descifrar, es por qué de la nada
Dani es otra persona, alguien que no puedo reconocer.
¿De dónde salió este Dani? Tan valiente, sin miedo al público,
cantante innato y que me viene a cantar a la boca. ¿Qué está pasando?
Definitivamente, no es una queja, solo… me da esperanza de que algo sí
pueda pasar entre nosotros. Me llena de más dudas y sé que eso hace mal.
Pero disfruto tanto este lado suyo.
 
 
❤
 
Dani
 
 
Dios mío. Justo cuando pensé que esta extraña sensación en mi
pecho se iría, comienza a reactivarse en cuanto me acerco a Eli. Creí que
esa curiosidad que me invadió el otro día había desaparecido. De todos
modos, decidí probarla, por eso hoy me atreví a cantar con Eli. Pero no fue
real, y estoy seguro de que ella lo sabe tan bien como yo. Fue solo una
prueba, para ver si seguía con eso… que aún no sé qué fue. La respuesta a
la pregunta sigue inconclusa. Odio la incertidumbre, no sé qué pienso, no
sé… ¿qué siento? No sé qué pasa, no sé qué me pasa… y está todo muy
raro. Quiero que esto termine.
 
 
 
 
 
 
 
 
7
 
 
Hoy es domingo. En breve comenzará el primer partido de voleibol
de la temporada. Estoy eufórica por ir. Genuinamente disfruto haciendo
deporte. Lo único malo es que mi madre nunca puede venir a verme. No
obstante, sé que Dani estará ahí, como siempre lo ha estado.
Aún no lo veo, pero sé que va a venir, no lo dudo ni por un segundo.
Después de calentar, empieza el partido. Aún no lo veo. Cuando
hago el primer punto con un increíble remache, escucho a una persona
haciéndome barra. Me vuelvo y veo a Dani, sonriéndome con la más linda
de las sonrisas, mientras no deja de aplaudir orgulloso.
 
 
❤
 
 
Termina el partido y ¡mi equipo gana!
Voy a ducharme y cambiarme para saludar a Dani.
—Una ganadora, como siempre —dice mientras levanta su mano
para que la choque.
—¿Hagamos algo?
—¿Contigo? Siempre.
—¿Vamos a pasear?
—Vamos.
 
❤
 
(Música recomendada para poner de fondo: All I Need, de Avery Lynch)
 
❤
 
Caminamos en silencio por las calles de nuestro pequeño pueblo. El
silencio entre nosotros casi nunca es incómodo y eso me encanta.
Al llegar al centro, encontramos una pequeña feria con unos cuantos
puestos. Viendo media despistada lo que hay para comprar, observo una
cosa que me llama la atención. Me acerco para ver mejor. Son unas pulseras
artesanales de cuero, bastante sencillas. Sin embargo, me atraen mucho.
Solo quedan dos.
Se me ocurre una idea.
—Oye, Dani, ¿y si las compramos? Como brazaletes de amistad.
Sonrío con esperanza de escuchar un sí, a pesar de que Dani no usa
joyas de ningún tipo.
—No soy mucho de pulseras, pero no me disgusta tanto la idea.
Las compramos. Yo le pongo la suya y él la mía. Quizás no
signifique tanto para él, pero para mí significa demasiado. Cada vez que vea
mi muñeca me voy a acordar de él; aunque estemos distanciados o no nos
volvamos a ver nunca, siempre lo llevaré conmigo.
Volvemos a su casa para descansar un rato. Ya hicimos todos losdeberes escolares, así que somos libres. Voy al baño y noto que ha
empezado mi periodo. Con Dani tenemos tanta confianza, que casi siempre
le cuento cuando estoy con la regla. Además, lo paso bastante mal esos
días: me llega muy fuerte, me decaigo y me duele mucho, entonces me
pongo de mal humor. Por ello, es mejor avisarle a Dani, para que tenga un
poco más de paciencia conmigo.
Al decírselo, lo primero que hace es ofrecerme toallitas higiénicas.
Aunque en su casa no vive ninguna mujer, porque solo vive con su padre,
siempre tiene estas cosas para mí. Como sabe que me pongo sensible, me
trae chocolate al sillón y pone otra de mis películas favoritas: The
Notebook. Sé que a él no le gusta, aunque lo veo bastante concentrado.
Estamos abrazados, ya que, aunque Dani no sea una persona de contacto
físico, a veces rompe ese límite, solo cuando es necesario, como ahora. No
puedo parar de llorar cuando se besan en la lluvia. Sí, estoy un poco
hormonal, pero también me pregunto si alguna vez algo así me pasará a mí.
Me refiero a ese amor, ese sentimiento de alma gemela, que nunca vas a
amar a nadie como a esa persona, tener esa certeza.
Todavía soy joven, pero no creo que alguien me ame alguna vez de
esa manera.
Dani me mira a los ojos. Se me caen las lágrimas.
Quisiera que me amara como yo lo amo.
Me quita un mechón de pelo que se cayó de mi moño desordenado y
me hace cariño en la mejilla con el pulgar.
—¿Estás bien? —dice suavemente—. ¿Qué pasa?
—Nada, no importa. Sigamos viendo la película, por favor.
—Eli, te conozco mejor que nadie. —Me abraza por detrás para que
sigamos viendo la película mientras me consuela. Me acaricia el cabello
para que me calme—. Aunque no lo demuestres muy seguido, eres una
romántica… Y yo no puedo ver el futuro, pero sé que un día tendrás tu
cuento de hadas y encontrarás a tu príncipe azul. Va a llegar, quizás ya lo
conoces.
—Ay, Dani, tú siempre sabes qué decir y cómo decirlo…
Dejo de llorar y le ofrezco una sonrisa. Seguimos con la película.
No puedo negar que se me quedan pegadas esas palabras: “cuento
de hadas” y “príncipe azul”.
¿Y si se refería a él?
No, no hay forma.
—Gracias —le digo repentinamente.
—¿Por qué, Eli?
—Por ser el mejor amigo que alguien podría desear. Por consolarme
cuando más lo necesito y darme un abrazo sin siquiera tener que pedírtelo.
Por ir a verme a mis partidos. Por quererme y soportarme tal como soy, con
las cosas buenas y las malas. Por entenderme sin que tenga que explicarte lo
que siento. Por todo, Dani… gracias por todo.
—Sé que no soy la mejor compañía —dice muy serio, pero sus
ojitos están tristes—. Gracias por confiar en mí, Eli. Eres la mejor amiga
que existe.
Y me pongo a llorar de nuevo, parece que la sensibilidad me está
pegando fuerte.
—Eres la mejor compañía que he conocido, Dani —se lo digo
bajito, como si fuera un secreto—. No te atrevas a pensar lo contrario.
Sé que le cuesta creer lo bueno que es. A veces necesita mi ayuda
para subir un poco su autoestima, aunque no lo sepa.
Entiendo que nada va a pasar entre nosotros, me lo dejó más que
claro: solo me quiere como amiga.
Dicen que el primer amor nunca se olvida, y yo no lo quería creer, o
no lo entendía, hasta que me enamoré.
Tengo que superarlo de una vez por todas, aunque no sé si puedo
hacerlo.
 
❤
Intento levantarme, pero me cuesta. Mi mente manda la señal. Nada.
Soy joven, estoy sana, pero no puedo ponerme de pie, el dolor no me lo
permite.
Me duele el útero, un dolor tan familiar para mí. Pasa todos los
meses. Siento como si me enterraran una estaca y la torcieran cada vez más.
Una vez que logro levantarme, Dani me ayuda a ponerme de pie.
—¿Qué puedo hacer por ti? —me pregunta, limpiándome las
lágrimas con su pulgar.
—Útero —respondo—. ¿Me prestas tu baño, por favor? Necesito
una ducha.
Dani me acompaña al baño.
Cierro la puerta.
Me saco la ropa con lentitud para evitar el dolor. Se me cae la
camiseta, tengo que agacharme para recogerla. No puedo. Lo intento, pero
no puedo.
Me meto a la ducha mientras lloro del dolor. Mis lágrimas se
mimetizan con el agua que cae por mi cara. Mis rodillas están juntas,
tiemblan al sujetar el peso de mi cuerpo. Mis brazos intentan cruzarse frente
a mi torso, pero solo logran tocarlo.
Tengo que lavarme el cabello, pero me cuesta.
Mi mente lo repite una y otra vez: no puedo.
Se me escapan gemidos que se mezclan con mi llanto.
Me cubro la cara con ambas manos para que nadie me escuche, con
la lejana y tonta esperanza de que alguien llegue a rescatarme de este
maldito sufrimiento.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dani
 
 
Escucho cómo corre el agua de la ducha.
Escucho cómo llora sin parar.
Escucho su dolor.
No puedo decir que la entiendo, pero me duele mucho verla así.
Siento impotencia.
Mientras ella sigue en la ducha, le preparo una bolsa caliente. Sé
que le sirve para controlar el dolor. También le saco un paracetamol, un
antiinflamatorio y un antiespasmódico junto con un vaso de agua para que
se lo tome cuando salga.
Intento buscar en la cocina cosas ricas para que se sienta un poco
mejor. Cuando llego a los cereales, escucho cómo deja de correr el agua.
Ya no escucho su llanto. No escucho nada.
Me preocupo. Ya no me importa si invado su privacidad, necesito
saber que está bien. Antes de entrar, me preparo para lo peor.
Veo a Eli cubierta con la toalla, en el suelo, mirando para abajo. El
piso de mi baño está lleno de sangre. Se desmayó.
Me acerco para girarla, intentando que no se le caiga la toalla. Veo
su pálida tez, sus ojos cerrados y sus labios secos, semiabiertos. Me duele
verla así. Se que está bien, puedo sentir su pulso.
Ella agita la cabeza, sacándome de mis pensamientos más oscuros.
La levanto como si fuese lo más frágil que he tocado. La llevo a mi cama,
abro la ventana y la tapo con una manta.
Le comienzo a acariciar la mejilla y a soplarle suavemente la carita
para que despierte.
Abre los ojos lentamente, parpadeando, intentando volver.
—Todo está bien, Eli… tranquila —digo en un susurro, tratando de
tranquilizarla.
—Perdón… perdón… —repite, avergonzada.
—¿Por qué me pides perdón?
—Ensucié todo tu baño… y ahora tu cama…
—Estás loca, eso no importa. Mientras tú estés bien. —No puedo
evitar sonreír. Siempre preocupándose de estupideces—. Ah, y te prometo
que no vi nada… te traje aquí completamente tapada… Perdón, pero no
podía dejarte ahí.
—Gracias por salvarme.
Voy en busca de las cosas que le había separado y se las entrego.
—Toma, esto es para que te sientas mejor: una bandeja con bolsita
de calor y medicinas. —La dejo en mi velador—. También te traje ropa y
algunas cosas… femeninas…
Cierro la puerta y suspiro de nuevo.
A limpiar se ha dicho.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
8
 
 
 
Siendo sincera, es agotador ocultar mis sentimientos. Tengo que
aceptar que nuestra amistad será siempre igual.
Me conozco y sé que soy una mujer fiel, aunque ni siquiera esté con
alguien. No voy a hacer nada con nadie, ya que para mí solo existe él.
Dani.
Al mismo tiempo, ya me di cuenta de que a este ritmo tendré todas
mis primeras experiencias demasiado tarde. No es que haya un límite de
edad, ni nada de eso, pero ya casi tengo dieciocho: mis hormonas están
revolucionadas, tengo necesidades y mucha curiosidad. Aún no he dado mi
primer beso. Quiero que sea con una persona especial, que sienta lo mismo
que yo y que sea único.
Claramente, la persona ideal es Daniel Montero, pero no creo que esté
disponible para eso.
Ha llegado la hora de un poco de acción. No será como mis fantasías,
porque no es con la persona que deseo, pero una no puede esperar por
siempre.
No soy la chica más solicitada del instituto, aunque igual tengo a
algunos detrás, como Sam.
Supongo que él será el afortunado en la fiesta de esta noche.
 
 
❤
 
 
Me visto especialmente sexi para esta fiesta. Llevo unas medias
negras de red, unos shorts del mismo color y una blusa escotada y estrecha
de color rojo intenso, pasión, el cual siempre me dicen que me queda muy
bien. Esto me hace sentir increíble, comola dueña del mundo. Me veo en el
espejo como una mujer poderosa. Acompañó el look con labios rojos.
Me dirijo a la fiesta, que es en casa de Amanda, una compañera de
clases. Esta vez vengo sola, completamente sola, ya que a Dani no le
apetecía salir. Lo positivo es que no me pondré nerviosa con su cercanía y
no me impedirá dar este paso.
Estas cosas significan mucho para mí. El romance me genera unas
expectativas muy altas, aunque nunca lo haya tenido. Sé que Sam no está a
la altura de la situación, pero da lo mismo.
Me pongo a bailar una canción de Luisa Sonza: VIP *-*. Lo hago en
la sala de estar, que se está utilizando como pista de baile. Esta noche no he
tomado nada, porque me sobra con mi propia energía y entusiasmo.
Sé que esta noche, al fin, algo va a pasar.
Me acerco a Sam y empezamos a bailar. Después de un rato, le
pregunto si quiere tomar un poco de aire y nos vamos afuera. No hay mucha
gente, solo algunas parejas. Nos movemos a un rincón y me coloca
suavemente contra una pared.
Tengo más que claro que no soy una princesa, ni nada parecido, pero
cuando era más pequeña siempre soñé con el plop, como en la película El
diario de la princesa, cuando se besan por primera vez y ella levanta un pie
en noventa grados. El plop. Cuando es con la persona correcta, siempre hay
un plop.
Sé que Sam no lo es, no tendré mi plop esta vez, lo sé y está bien.
Solo me pregunto si alguna vez lo tendré.
Me besa, pero no es un beso tal cual. Sus labios tocan los míos, pero
es un poco brusco, con mucha lengua y sus manos moviéndose por todo mi
cuerpo. Seguimos así unos minutos y no puedo evitar sentirme… ¿sucia?
No como si estuviera haciendo algo malo, pero no es placentero. Me quiero
ir, ya tuve demasiado y quiero apartarme. Se podría decir que este fue mi
primer beso, aunque para mí realmente no cuenta, porque no fue con la
persona correcta.
Me voy sin más, no quiero hablar con él, ni nada. Tengo que admitir
que, en mi subconsciente, muy al fondo, hay algo de culpa. No fue con la
persona que quería, por eso no fue tan especial como me hubiese gustado.
Me siento mal, hasta un poco infiel conmigo misma, porque no fue
con Dani.
No puedo dejar de preguntarme un millón de cosas. Si hubiera sido
con Dani, ¿lo habría disfrutado? ¿Fue porque Sam no lo sabe hacer bien, o
solo porque no fue con Dani?
Quizás fue porque soy una novata en esto.
Aunque no puedo dejar de pensar en cómo hubiese sido…
 
❤
 
 (Música recomendada para poner de fondo: Only Love Can Hurt Like This,
de Paloma Faith)
 
 ❤
Al volver a comenzar la semana, el único tema de conversación es la
fiesta de Amanda y todo lo que se rumorea. No sé por qué, pero no vi a
Dani en todo el fin de semana y tampoco hablamos.
Mejor, no me siento lista para enfrentarlo.
Como Dani y yo no tenemos el primer periodo juntos, recién lo veo
en el descanso. Tiene cara de enojado.
—¿Cómo estuvo la fiesta del fin de semana, Eli? —me pregunta, sin
siquiera saludarme.
—Hola, Eli. ¿Cómo estás? Muy bien, Dani, gracias por preguntar,
¿y tú? —respondo, irónica.
—Eli, solo respóndeme, por favor —nunca había dicho mi nombre
con tan poco cariño y honestamente me dolió un poco.
Me encanta cuando su boca pronuncia mi nombre, pero en esta
ocasión no.
—Bien.
—¿Qué hiciste?
—Lo de siempre… bailar… y qué sé yo.
—Recuerda que cuando quiero soy el inspector Daniel. Lo puedo
descubrir todo, así que no me mientas.
Amo cuando usa ese término. Generalmente soy yo quien lo llama
así, pero cuando él lo hace, significa que va a ganar, que va a conseguir lo
que busca, como siempre. No sé cómo hace para ser tan inteligente y
obtener toda la información que desea. No sé si es porque yo soy muy mala
guardando secretos, o si él es muy bueno sacando conclusiones.
—Te voy a hacer una pregunta y necesito que seas sincera conmigo.
—Dime.
—¿Besaste o no a Sam Carter en la fiesta de Amanda? —pregunta
con un tono de esperanza.
—Sí. ¿Por qué? —respondo con miedo a su reacción.
—Eli, ¿qué pasó contigo? ¿Quién eres? —dice muy decepcionado
—. No te reconozco. Pensé que querías que fuera con alguien especial…
Imaginé que estaría enojado, pero me equivoqué. El tono en que me
lo dijo, la decepción en sus ojos… no puedo con todo eso. ¿Cómo pude
decepcionar a la persona que más me importa? Siento unas inmensas ganas
de llorar, me duele el estómago. Tengo ganas de vomitar.
Corro al baño y me siento al lado del retrete. Rompo en llanto, me
arrepiento tanto de lo que hice.
Pensé que no le importaba, lo único que sabía era que me dolía.
¿Qué pasa si lo pierdo? ¿Si pierdo su amistad, o si no vuelve a ser como
antes? Jamás lo había visto así.
Toda la clase de cálculo estuve ahogada en mis pensamientos, hasta
que suena la campana y salgo corriendo del salón a buscar a Dani. No lo
encuentro por ninguna parte.
¿Debería preocuparme?
Tengo que buscarlo.
Está decepcionado. Dios, espero que no cambie su forma de verme
por esto. Necesito encontrarlo.
No dejo de pensar en él. Me paso la clase de química en mis
pensamientos. Así es todo el día.
Nunca me había pasado, aunque supongo que hay una primera vez
para todo.
 
❤
 
Ya ha pasado todo un día sin saber de él. Me preocupa Dani, no ha
aparecido. ¿Y si le pasó algo?
Escucho el timbre de casa mientras me recorre un alivio.
Abro la puerta y antes de que pueda hablar, dispara:
—Eli, escucha —dice, dejando escapar un suspiro—. No puedo
creer que no me hayas contado… Pensé que confiabas en mí. —Vuelve a
suspirar—. Claramente me equivoqué… Me equivoqué en muchas cosas.
—Dani, sabes que confío en ti más que nadie del mundo… Te lo iba
a decir… pero no fue tan especial como pensé que sería. Me avergonzaba
que supieras esa parte…
—Me decepcionaste —repite—. Ya te lo dije, pero no te lo expliqué.
Yo solía tener esta visión de ti… una mujer decidida, determinada y
sensible, alguien en quien confiar. Pero hoy me demostraste cuán
equivocado estaba. No eres la persona que creí que eras, o quizás solo
cambiaste… Pero ¿cómo no me di cuenta?
Ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos. Me duele el pecho de
escucharlo decir esas cosas, me duele el corazón.
—Dani, yo… —No sé cómo explicárselo, no puedo confesar lo que
siento, menos ahora. No lo entendería, él no es una persona sentimental,
solo lo asustaría y arruinaría nuestra amistad, aunque creo que eso ya está
sucediendo—. De verdad, no sé cómo explicártelo. Dani, tú siempre me
dices que tienes límites, que hay cosas que simplemente no puedo
preguntar. Bueno, en este caso es lo mismo: este es mi límite. Sé que no
estoy en posición de hacerlo, pero no lo entenderías…
—Pruébame —dice, extremadamente seguro.
—Me encantaría, pero hay cosas que conozco de ti… incluso mejor
que tú. Y esto no lo puedo compartir, no todavía. Te digo el próximo año…
Qué frase más salvadora, siempre ha sido un juego entre nosotros.
Cuando nos arrepentimos de decir algo, justo antes de hacerlo, viene ese “te
digo el próximo año”. Si la persona no pregunta en un año, pierde y se
queda sin respuesta, pero si se acuerda de preguntar, es obligatorio
responder lo que íbamos a decir. Odio cuando Dani me lo hace y él odia
cuando se lo hago yo, pero es parte de nuestra amistad.
—No, Eli —dice, mirando para arriba—. Esta vez no.
—Recuerda, 21 de abril. Si no te acuerdas, te lo pierdes.
Dani entorna los ojos, me mira con desagrado. Amo fastidiarlo,
aunque esto haya sido más una salvación que una risa. Al menos entendió
lo de los límites. Como él también los tiene, supongo que no le cuesta tanto
captar esa parte.
El próximo año, cada uno estará en otro lado del país, por lo que no
tendré problema en decirle que estaba enamorada de él. Lo digo en pasado,
ya que espero que en un año deje de sentir lo mismo. ¿Cómo va a ser tan
difícil olvidar?
 
9
 
 
 
  Es viernes, al fin. Tengo toda la casa para mí sola. Me gusta poner
música al máximo volumen en mi habitación para bailar y cantar. Esto me
ayuda a olvidar mis preocupaciones. No es que tenga muchas, pero siempre
es bueno alejar la mente un poco de la realidad.
Saco el parlante

Continuar navegando