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Consumo de Alcohol en Adolescentes

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Paternó Manavella, María Agustina
Factores asociados al consumo de alcohol y 
asistencia a previas en adolescentes del área 
metropolitana de Buenos Aires
Tesis de Licenciatura en Psicología
Facultad de Psicología y Psicopedagogía
Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional 
desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual 
de la Institución.
La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.
Cómo citar el documento:
Paternó Manavella, M. A. (2018). Factores asociados al consumo de alcohol y asistencia a previas en adolescentes del 
área metropolitana de Buenos Aires [en línea]. Tesis de Licenciatura, Universidad Católica Argentina, Facultad de 
Psicología y Psicopedagogía. Disponible en: 
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/greenstone/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=tesis&d=factores-asociados-consumo-alcohol 
[Fecha de consulta: …..]
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Universidad Católica Argentina 
"Santa María de los Buenos Aires" 
Facultad de Psicología y Psicopedagogía 
 
 
 
Trabajo de Integración Final: 
Factores asociados al consumo de alcohol y asistencia a previas 
en adolescentes del Área Metropolitana de Buenos Aires. 
 
 
 
Carrera: Psicología 
Alumna: María Agustina Paternó Manavella 
N° de Registro: 12 - 140122 - 9 
 
Dirección: Angelina Pilatti 
Co-Dirección: Solange Rodríguez Espínola 
 
Año 2018 
 
Angelina Pilatti 
 
 2 
AGRADECIMIENTOS 
Agradezco a mi directora, la Dra. Angelina Pilatti, y a mi tutora, la Dra. 
Solange Rodríguez Espínola, por su apoyo, dedicación e inspiración para estudiar la 
temática abordada en el presente estudio, así como también la afición por la 
investigación en psicología que me han transmitido. 
En agradecimiento a las autoridades, alumnos y familias que forman parte de 
las instituciones que participaron de la muestra y también a los estudiantes de la 
cátedra de Metodología de la Investigación de 2017 de la carrera de Psicología de la 
Pontificia Universidad Católica Argentina. Por su buena predisposición y 
colaboración. 
 3 
RESUMEN 
 El alcohol es la sustancia psicoactiva mayormente consumida entre los 
adolescentes de Argentina, quienes suelen realizar dicho consumo de modo abusivo. 
La presente investigación tiene por objetivo principal poder conocer el patrón de 
consumo de alcohol en las previas y por fuera de dicho ámbito recreativo, de los 
adolescentes de 13 a 18 años de edad, del Área Metropolitana de Buenos Aires. 
Asimismo, con el fin de conocer más acerca de este fenómeno actual, explora la 
correlación entre los indicadores de consumo de alcohol y asistencia a previas, con 
diversas variables: sociodemográficas (sexo, edad, residencia), cognitivas 
(expectativas hacia el consumo de alcohol), sociales (normas descriptivas) y de 
personalidad (impulsividad rasgo). 
 La recolección de datos se llevó a cabo de manera presencial en diversas 
escuelas de gestión pública y privada, donde 442 adolescentes participaron, mediante 
la respuesta de diversos instrumentos autoadministrados. Entre los resultados es 
posible destacar que 6 de cada 10 adolescentes consumen alcohol usualmente, siendo 
4 de cada 10 los que consumen excesivamente. A su vez, 5 de cada 10 adolescentes 
asisten a previas regularmente y la mitad de ellos, continúa consumiendo al retirarse 
de la previa. No se encontraron diferencias significativas en el patrón de consumo de 
alcohol y asistencia a previas en función del sexo y residencia. Sin embargo, los 
resultados exhibieron un aumento en la frecuencia y cantidad de consumo en general y 
en las previas en particular, en función de la edad. 
 Asimismo, la posibilidad de socializar con sus pares es el efecto principalmente 
anticipado como consecuencia del consumo de alcohol por los adolescentes, 
conduciéndolos a una ingesta de alcohol en mayor cantidad y frecuencia. A su vez, la 
percepción del consumo de los pares coincide con el patrón de consumo de los 
adolescentes y la tendencia a actuar bajo estados afectivos positivos y negativos, se 
asocia significativa y positivamente con la cantidad y frecuencia de consumo de 
alcohol. 
Palabras Clave: alcohol, adolescentes, previas, consumo excesivo episódico, 
ebriedad, normas descriptivas, expectativas hacia el consumo, impulsividad. 
 4 
TABLA DE CONTENIDOS 
 
1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………...6 
 1.1 Preguntas de Investigación………………………………………………………8 
 1.2 Objetivo General…………………………………………………………………..8 
 1.3 Objetivos Específicos……………………………………………………………..8 
 1.4 Hipótesis………………………………………………………….………………..9 
 
2. MARCO TEÓRICO……………………………………………………………...10 
2.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de alcohol?.....................................10 
2.2 Consumo de Alcohol en Adolescentes………………………………………...11 
2.3 Asistencia a Previas……………………………………………………………..14 
2.4 Factores Asociados....................................................................................16 
 2.4.1 Variables Sociodemográficas……………………………………………..16 
 2.4.2 Expectativas hacia el Alcohol…………………………………………….17 
 2.4.3 Normas Descriptivas………………………………………………............20 
 2.4.4 Impulsividad Rasgo….……………………………………………………...22 
 
3. METODOLOGÍA………………………………………………………………...25 
 3.1 Descripción de la Muestra .……………………………………………………25 
 3.2 Procedimiento para la Recolección de Datos .………………………………25 
 3.3 Instrumentos para la Recolección de Datos.………………………………...26 
 3.4 Análisis de Datos………………………………………………………………...28 
 3.5 Consideraciones Éticas…………………………………………………………29 
 
4. RESULTADOS…………………………………………………………………...30 
 4.1 Resultados Descriptivos………………………………………………………...30 
4.1.1 Descripción de la muestra…………………………………………………30 
4.1.2 Indicadores de consumo de alcohol......................................................31 
4.1.3 Indicadores de asistencia a previas………………………………………37 
 4.2 Correlaciones entre indicadores de consumo de alcohol, asistencia a 
previas y variables cognitivas, sociales y de personalidad……………………………...41 
 
 5 
5. DISCUSIÓN, CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES………………...44 
 5.1 Discusión………………………………………………………………………….44 
 5.2 Conclusiones……………………………………………………………………..49 
 5.3 Recomendaciones………………………………………………………………..50 
 
6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………….53 
 
 
 6 
1. INTRODUCCIÓN 
La presente investigación evaluará el perfil de consumo de alcohol en general, 
y en previas en particular, de adolescentes de 13 a 18 años residentes en el Área 
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA desde aquí), es decir, el área que comprende 
tanto la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA desde aquí) y el Gran Buenos 
Aires (GBA desde aquí). Asimismo, se examinará la relación entre el consumo de 
alcohol, en y por fuera de las previas, con variables sociodemográficas (sexo, edad y 
residencia), cognitivas (expectativas hacia el consumo de alcohol), sociales (normas 
descriptivas) y de personalidad (impulsividad rasgo). 
Por un lado, las expectativas hacia el consumo son los efectos, tanto positivos 
como negativos, esperados ante el consumo de alcohol (Goldman, Brown, 
Christiansen & Smith, 1991). Las normas descriptivas hacen referencia a la influencia 
del grupo de pares sobre el consumo de alcohol, a través de las creencias y valores 
compartidos entre ellos e internalizados (Cialdini, Kallgren & Reno, 1991). Por 
último, la impulsividad rasgo, evalúa ciertos comportamientos como la incapacidad de 
inhibir una respuesta, la tendencia a realizar acciones no planificadas, la dificultad 
para considerar las consecuencias de una conducta y la preferencia por recompensas 
inmediatas, pero pequeñas, sobre recompensas de mayor tamaño, aunque demoradas 
en el tiempo (Verdejo-García, Lawrence & Clark, 2008). 
Con respecto al alcohol, se trata de la sustancia psicoactiva de mayor uso en 
los países occidentalesindustrializados. Su consumo representa un problema social 
global debido, principalmente, a la difusión que ha alcanzado en las últimas décadas, 
en que dejó de considerarse una problemática a nivel individual para convertirse en 
una conflictiva colectiva y una preocupación de la Salud Pública (Secretaría de 
Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico 
[SEDRONAR], 2011). Principalmente debido a las nuevas conductas asociadas, que 
tiempo atrás no eran usuales, como por ejemplo el fin ampliamente difundido de 
lograr un estado de ebriedad en cada ocasión y el aumento en el consumo de alcohol 
en las mujeres. Asimismo, aún cuando el uso de bebidas fermentadas como la cerveza 
se mantiene como la bebida más consumida en las sociedades occidentales, al mismo 
tiempo sigue en alza la ingesta de bebidas de alta graduación, que, a diferencia de las 
anteriores, son mayormente visualizadas como alcohol (SEDRONAR, 2011; 
 7 
Ministerio de la Salud de la Nación, 2011). 
En Argentina, se observa en el año 2016, que el alcohol es la sustancia 
psicoactiva más consumida entre los adolescentes y que a su vez, suelen realizar dicho 
consumo de modo abusivo (SEDRONAR, 2017). Estudios nacionales indican que el 
70% de los estudiantes de nivel medio consumió alcohol alguna vez en la vida, el 50% 
lo ha hecho durante el mes previo (Observatorio Argentino de Drogas [OAD], 2016) y 
el 62% en el último año (SEDRONAR, 2017). Las consecuencias negativas que 
conlleva en general el consumo de bebidas alcohólicas en los adolescentes son 
variadas e incluyen: la intoxicación o ebriedad, obstáculos en el rendimiento escolar, 
prácticas sexuales sin la adecuada protección, siniestros viales, el consumo de otras 
drogas, conflictos legales, suicidios, entre otros (Espada, Méndez, Griffin & Botvin, 
2003). 
Asimismo, si bien todo consumo de alcohol es riesgoso en el caso de los 
adolescentes, actualmente se ha instalado un modo de consumo que es particularmente 
problemático y que conlleva un enorme riesgo. Se trata del Consumo Episódico 
Excesivo de Alcohol, que, a grandes rasgos, consiste en la ingesta de cuatro / cinco o 
más medidas de bebidas alcohólicas en una misma ocasión o en un período de dos 
horas o menos (NIAAA, 2004). Dicho consumo problemático entre los adolescentes, 
suele ocurrir los fines de semana preferentemente, ya que se ha comenzado a asociar 
la bebida alcohólica y el fin de la semana a la diversión (SEDRONAR, 2011). Así, 
surgen las 'previas', espacio en el que los adolescentes consumen alcohol antes de 
asistir a un evento (Pedersen & Labrie, 2007; Zamboanga et al., 2011). Por lo tanto, si 
bien el consumo se concentra en pocos días y en pocas horas, éste se realiza en exceso 
y en atracones, convirtiéndolo en un contexto de riesgo (OAD, 2016). 
Si bien es una conducta de riesgo ampliamente difundida en la actualidad, son 
escasos los estudios locales acerca del uso de alcohol en los adolescentes en general 
(Pilatti, Godoy, Brussino & Pautassi, 2013) y, en particular, en las previas (Del Zotto 
Libonati, 2015). A partir de ello, reside la relevancia del presente estudio, al brindar 
información con gran valor teórico y práctico, permitiendo la intervención y 
prevención del consumo de alcohol en adolescentes, teniendo en cuenta las variables 
sociodemográficas, cognitivas, sociales y de personalidad asociadas, que han sido 
estudiadas en otros países y también en jurisdicciones de Argentina, como la provincia 
 8 
de Córdoba, pero de modo escaso en AMBA. 
 
1.1 Preguntas De Investigación 
- ¿Cuál es el perfil de consumo de alcohol, y su modulación por variables 
sociodemográficas (sexo, edad y residencia), de los adolescentes de Buenos Aires en 
previas y fuera de este contexto recreativo? 
- ¿Hay diferencias en el consumo de alcohol en función de la asistencia o no a 
previas? 
- ¿Cuál es la relación que existe entre las variables de personalidad, sociales y 
cognitivas y el consumo de alcohol en general y en previas en particular? 
 
1.2 Objetivo General 
Analizar el perfil de consumo de alcohol, general y en previas, en adolescentes 
de 13 a 18 años residiendo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Gran Buenos 
Aires y su relación con variables sociodemográficas, de personalidad, sociales y 
cognitivas. 
 
1.3 Objetivos Específicos 
1. Describir el perfil de consumo de alcohol en previas y por fuera de este 
contexto recreativo y en función del sexo, la edad y residencia de los adolescentes. 
2. Analizar posibles diferencias en las conductas de consumo de alcohol y en 
las conductas de previas en función del sexo, la edad y residencia. 
3. Comparar el consumo de alcohol en función de la ocurrencia y frecuencia de 
asistencia a previas. 
4. Examinar la relación de variables de personalidad (i.e., impulsividad), 
sociales (i.e., normas descriptivas del consumo de alcohol y de conductas de previa) y 
cognitivas (i.e., expectativas hacia el alcohol) sobre el consumo de alcohol en previas 
 9 
y por fuera de este contexto recreativo. 
 
1.4 Hipótesis 
H1: Se anticipa una elevada ocurrencia de consumo episódico excesivo de 
alcohol y de asistencia a previas (≈40%). 
H2: Se anticipa que el consumo general de alcohol sea más elevado entre los 
bebedores que asisten a previa en comparación con aquellos bebedores que no realizan 
este tipo de práctica. 
H3: Los hombres consumirán alcohol con mayor frecuencia y en mayores 
cantidades y asistirán a mayor cantidad de previas que las mujeres, si bien no se 
esperan diferencias importantes. 
H4: El consumo de alcohol general y la conducta de asistencia a previas 
mostrarán un patrón de incremento en función de la edad. 
H5: Se anticipa una correlación significativa entre las conductas de consumo y 
asistencia a previas y las expectativas hacia el alcohol: una correlación positiva en el 
caso de las expectativas positivas y una correlación negativa con respecto a las 
expectativas negativas. 
H6: Se espera que los adolescentes sobreestimen el consumo de los pares (i.e., 
normas descriptivas) y que este sesgo se asocie a un mayor consumo de alcohol de los 
adolescentes. 
H7: Se espera que un mayor nivel de impulsividad se asocie a mayor consumo 
de alcohol, especialmente respecto a las dimensiones: búsqueda de sensaciones, 
urgencia negativa y urgencia positiva. 
 10 
2. MARCO TEÓRICO 
 
2.1 ¿De Qué Hablamos Cuando Hablamos De Alcohol? 
Las bebidas alcohólicas son una sustancia psicoactiva, es decir que son 
compuestos químicos capaces de alterar el normal funcionamiento de las estructuras 
neuronales, afectando así funciones propias de la mente humana. Dichas sustancias 
son clasificadas según el efecto que causan sobre el cerebro, adoptando el alcohol una 
función depresora sobre el sistema nervioso central. Produce una inhibición de las 
neuronas, disminuyendo su actividad, principalmente en relación con la toma de 
decisiones y el autocontrol. Por esta razón, suele asociarse el consumo de alcohol con 
una sensación de relajación y como consecuencia, ha aumentado la cantidad y 
frecuencia del consumo para lograr dicho fin. Asimismo, el uso de bebidas alcohólicas 
realiza un efecto significativo sobre el sistema de recompensa, volviendo al individuo 
susceptible de originar una adicción, al producir una notable sensación de placer en el 
organismo al consumirla (Cremonte & Pilatti, 2017). 
A nivel mundial, los individuos mayores de 15 años consumen un promedio de 
6.2 litros de alcohol puro anual, con un promedio diario de 13.5 gramos (World 
Health Organization [WHO], 2014). Los mayores niveles de consumo corresponden a 
los países desarrollados, principalmente en Europa (WHO, 2014), aunque Argentina 
no queda rezagado y se ubica en quinto lugar, entre los países de mayor consumo de 
alcohol en América (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2015) y en 
segundo lugarentre los países de América Latina (Cremonte & Pilatti, 2017). En el 
caso de Argentina, las personas mayores a 15 años consumen un promedio de 9 litros 
de alcohol al año, es decir, 3 litros más que el promedio observado a nivel mundial 
(Cremonte & Pilatti, 2017). 
A pesar de tratarse de una sustancia psicoactiva legal, incorporada en el patrón 
alimentario, a partir de la ingesta reiterada o el consumo excesivo de bebidas 
alcohólicas en una misma ocasión, surgen innumerables consecuencias tales como 
enfermedades cardiovasculares y hepáticas a la propia persona y también daños a 
aquellos individuos de su entorno cercano, al ocasionar por ejemplo situaciones de 
violencia o accidentes automovilísticos (SEDRONAR, 2011). Las bebidas alcohólicas 
son identificadas como el principal factor de riesgo en América, ocupando a nivel 
 11 
mundial, el cuarto lugar (WHO, 2014). A nivel internacional, el uso de alcohol se 
ubica en octavo lugar en relación con las causas de muerte, ya que no existe una clase 
de consumo que sea libre de riesgos (Cremonte & Pilatti, 2017). Notablemente, en el 
25% de las defunciones de personas entre 20 y 39 años es posible identificar al 
alcohol como etiología de las mismas (OPS, 2015). 
El alcohol es una droga ampliamente popularizada a nivel mundial, por lo que 
los seres humanos se han familiarizado en gran medida con ella, desconociendo sus 
efectos dañinos sobre el cuerpo y el cerebro humano e incluso su condición de 
narcótico. En el caso particular de Argentina, el inicio del consumo de alcohol en la 
población debe su origen a la influencia de la zona mediterránea, de países como 
España e Italia, así como también de las comunidades originarias. A partir de dicha 
influencia, como ha sucedido a lo largo del mundo, la ingesta de bebidas alcohólicas 
se ha popularizado en gran medida, alcanzando un nivel alto de aceptación en la 
sociedad y una amplia integración del alcohol en la vida cotidiana de los seres 
humanos (Cremonte & Pilatti, 2017). La evidencia de ello manifiesta que, en 
Argentina, la cantidad de personas entre 12 y 65 años que ha comenzado a beber 
alcohol ha aumentado de 9,7% a 37,1% del 2010 al 2017, cuadruplicando su valor en 
el caso de los varones (SEDRONAR, 2017). 
 
2.2 Consumo De Alcohol En Adolescentes 
La adolescencia es una etapa del desarrollo, que representa un momento de 
transición entre la infancia y la adultez. Aunque en la literatura hay variaciones 
respecto a la ventana temporal que comprende este período, se lo suele ubicar, 
aproximadamente, entre los 10 y 19 años (Fondo de las Naciones Unidas para la 
Infancia [UNICEF], 2011). Esta fase se caracteriza por cierta vulnerabilidad, ya que 
las personas tienden a incurrir en conductas de riesgo (UNICEF, 2011). Entre dichos 
comportamientos, el consumo de alcohol es probablemente uno de los más extendidos 
entre los adolescentes en las últimas décadas. Esencialmente, el consumo de alcohol 
en la adolescencia implica un riesgo, sin importar la cantidad y frecuencia, ya que el 
adolescente se encuentra en pleno desarrollo físico y psicosocial (Cremonte & Pilatti, 
2017). 
En esta etapa vital, acontecen modificaciones en las estructuras y funciones 
 12 
neuronales del cerebro adolescente, principalmente en relación con la búsqueda de 
placer y la toma de decisiones impulsiva, provocando una tendencia a incurrir en 
comportamientos placenteros pero riesgosos, sin tener en consideración las 
consecuencias negativas. Consecuentemente, existe una mayor susceptibilidad en los 
adolescentes a incidir en una adicción hacia cualquier droga, en comparación con los 
jóvenes que ya han concluido la etapa de maduración física y neuronal (Godoy, 2017). 
Específicamente, en relación con el alcohol, los adolescentes de 11 y 12 años tienen 
una doble probabilidad de incurrir en una adicción, cotejando con los adolescentes de 
15 y 16 años; y es diez veces más probable que sufran adicción al alcohol, en 
comparación con los adolescentes de 19 años (Godoy, 2017). Asimismo, en la 
adolescencia, el último órgano en desarrollarse es el hígado a la edad de 18 años 
aproximadamente, encargado precisamente de metabolizar y desintoxicar el alcohol, 
por lo cual las toxinas se dirigen al cerebro y otros órganos, originando un efecto más 
dañino en adolescentes que en los adultos (Mate Rothgerber, 2013). 
Las bebidas alcohólicas son las sustancias mayormente difundidas entre los 
adolescentes, en la actualidad, siendo las más consumidas la cerveza, seguido por las 
bebidas fuertes y, por último, el vino (SEDRONAR, 2011; SEDRONAR, 2017). En 
Argentina, se ha observado en estudios previos orientados a adolescentes de 13 a 18 
años, que el 80% reportó tomar alcohol el año anterior (Pilatti et al. 2013). Aún más 
problemático, debido a las consecuencias asociadas, alrededor del 60% de los 
estudiantes de nivel medio (Pilatti et al., 2013) y universitarios (Pilatti, Caneto, 
Garimaldi, Vera & Pautassi, 2014; Pilatti, Read & Caneto, 2016) consume alcohol de 
manera excesiva. Esto último comenzó a observarse en las últimas décadas, en las 
cuales el consumo comenzó a ser intensivo y episódico, incrementando la 
morbimortalidad asociada a accidentes y violencia y ya no a cuadros de tolerancia y 
abstinencia (Miguez, Fernández & Mansilla, 2010). Siguiendo un estudio reciente de 
la SEDRONAR (2017), la evidencia indica que el 60.5% de los adolescentes entre 12 
y 17 años, ya han consumido alcohol alguna vez, el 53.8% lo ha hecho en el último 
año y el 34.7% en el último mes. Asimismo, certifica que los adolescentes de entre 12 
y 17 años que han consumido alcohol en el último mes, 1 de cada 2 lo ha hecho de 
manera abusiva (SEDRONAR, 2017). 
El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA, 
2004), afirma que dicha modalidad de consumo abarca tanto al consumo episódico 
 13 
elevado de alcohol [ingesta de ≥56/70 gramos o ≥4/5 unidades de alcohol 
mujeres/hombres, siendo 1 unidad ≈14 gramos, en una misma ocasión] y al consumo 
intensivo abusivo [ingesta de ≥56/70 gramos de alcohol en ≤2 horas, induciendo 
niveles de alcohol en sangre ≥ 0.08 gr./100 ml] o binge drinking como es denominado 
dicho patrón según la literatura anglosajona (Hingson, Heeren, Winter, & Wechsler, 
2005). 
La NIAAA (2004) propuso una definición estandarizada de binge drinking 
como el patrón de consumo de alcohol que resulta en una concentración de alcohol en 
sangre de ≥0.08 gramos por ciento. Esta misma entidad indicó que, en adolescentes, 
esto equivale al consumo de ≥3/4 unidades (mujeres/varones) en aproximadamente 
dos horas. A nivel nacional, se ha caracterizado el consumo abusivo o binge drinking 
como rápido, intensivo y en atracones, identificado como 5 bebidas alcohólicas en 
pocas horas (SEDRONAR, 2011). Cabe destacar que, en las definiciones anteriores, 
las medidas de alcohol consideradas riesgosas, difieren entre hombres y mujeres ya 
que la capacidad de metabolización del alcohol difiere entre ambos sexos, provocando 
un menor o mayor nivel de alcoholemia siendo la misma cantidad de alcohol ingerida. 
El consumo episódico excesivo de alcohol (CEEA a partir de aquí) incrementa, 
de manera marcada, el riesgo de experimentar una gran variedad de consecuencias 
negativas de diversa severidad, como amnesia, comportamientos impulsivos, deterioro 
del sueño y la alimentación, entre otros (Keough, O'Connor & Read, 2016; Pilatti, 
Read & Caneto, 2016; Read, Beattie, Chamberlain & Merrill, 2008). A su vez, dicho 
patrón de consumo puede producir cambios profundos en el sistema nervioso y 
déficits severos a nivel cognitivo (Squeglia et al., 2012; Vetreno, Yaxley, Paniagua, 
Johnson & Crews, 2016). Sin embargo, a pesar de las innumerables consecuencias 
adversas que provoca la ingesta abusiva de sustancias psicoactivas, la frecuencia y 
cantidad de consumo sigue en alza entre los adolescentes por motivosdiversos como: 
diversión, desinhibición, facilidad en el relacionarse con otras personas, desconexión 
y evasión de preocupaciones y responsabilidades, entre otras (Del Zotto Libonati, 
2015). 
 
 
 14 
2.3 Asistencia A Previas 
En los últimos años, se ha instalado en la cultura una nueva práctica en 
relación con el consumo de alcohol, debido al despliegue de un ambiente de mayor 
aceptación y tolerancia, al asociar la bebida y el fin de la semana a la diversión 
(SEDRONAR, 2011). De este modo, el consumo se ha circunscrito principalmente a 
la previa (prepartying o pregaming según la literatura anglosajona y botellón en 
España), es decir, a la situación de consumo antes de asistir a eventos de índole social, 
musical o deportivo donde puede o no continuar la ingesta de alcohol (Pedersen & 
LaBrie, 2007; Zamboanga et al., 2011). El contexto de las previas se caracteriza por el 
consumo de una elevada cantidad de alcohol en un período relativamente corto de 
tiempo, lo que lo convierte en un contexto de riesgo y de elevada vulnerabilidad para 
los adolescentes (OAD, 2016). Una limitación respecto al estudio sobre dicha práctica 
de consumo es que la gran mayoría de las investigaciones se concentran casi 
exclusivamente en población norteamericana y europea (Foster & Ferguson, 2014). 
Aunque la evidencia es muy escasa y tardía en nuestro país, un estudio manifestó que 
el 82% de estudiantes de enseñanza media y universitaria habían asistido a una previa 
en alguna ocasión y el 68.5% había presentado CEEA en dicho contexto recreativo 
(Del Zotto Libonati, 2015). 
El consumo de alcohol en la Argentina, alrededor de 1980, se encontraba 
limitado principalmente al ámbito familiar y al goce de las bebidas al mismo tiempo 
que uno disfrutaba del almuerzo o cena, ya sea en familia o con amigos. Se 
rechazaban los excesos alcohólicos, que sólo se expresaban en patologías individuales 
y no en un descontrol masivo con las bebidas (Miguez, 2007). En los últimos años, el 
consumo de alcohol moderado, cuyo origen provenía de los países mediterráneos, 
comenzó a ser reemplazado por un consumo repetido y abusivo, cuyos antecedentes 
encontramos también en Europa (el botellón en España o el consumo anglosajón 
presente en los países nórdicos). Así fue surgiendo lo que en Argentina fue llamado 
“Previa” y fue denominado por el colectivo social y principalmente adolescente 
como: “juntarse en algún hogar o sitio y allí ingerir cualquier tipo de bebida alcohólica 
pasando el momento, para luego ir o no, dependiendo del estado de alcoholemia, al 
boliche bailable o discoteca” (Del Zotto Libonati, 2015). 
Como consecuencia de esta nueva costumbre argentina asociada al tiempo de 
 15 
ocio y a jóvenes de edades cada vez más tempranas, se produce un consumo intensivo 
de bebidas alcohólicas en pocas horas, concluyendo en un estado de embriaguez 
severo y en innumerables consecuencias, tanto físicas como psicológicas. 
Constantemente suelen oírse en los medios de comunicación, los desenlaces fatídicos 
de las noches de ‘diversión’ y descontrol entre los adolescentes. Accidentes de tráfico, 
violencia en las calles, defunciones, embarazos no deseados y casos de intoxicación 
etílica severa en las salas de emergencia de los hospitales, entre otros sucesos. De 
igual modo, produce consecuencias que se observarán a largo plazo en la generación 
actual de adolescentes y jóvenes: mayor vulnerabilidad al consumo de otras drogas y 
como peor panorama, alteraciones neurológicas en un cerebro que se encuentra en 
pleno desarrollo y maduración bio-psico-social. Amnesia lacunar, un procesamiento 
de información más lenta y las dificultades en la atención y concentración son otras de 
las consecuencias producidas por alteraciones estructurales en el cerebro joven (Del 
Zotto Libonati, 2015). 
Si bien la evidencia acerca de la asistencia a previas en los adolescentes es 
sumamente escasa, destaca entre ella, una investigación realizada en la provincia de 
Córdoba, Argentina (Del Zotto Libonati, 2015). Entre los resultados encontrados, 
podríamos destacar los siguientes: las personas suelen relacionar la previa con juntarse 
con amigos (55%), con el consumo de alcohol (38%) y con una actividad anterior a la 
salida (38%). De los 690 sujetos, el 82% afirmó haber asistido a una previa en alguna 
ocasión, mientras que el 86% de los varones y el 79% de las mujeres refirieron haber 
asistido alguna vez en la vida. Asimismo, a diferencia de lo que ocurre en países como 
España, donde suele realizarse la actividad recreativa en la calle, los adolescentes 
refieren que las previas son realizadas principalmente en casa de un amigo (94%) o la 
propia casa (46%). Estos datos exhiben la complicidad y promoción de las previas por 
parte de los padres, a pesar de las consecuencias en la salud de sus hijos (Mate 
Rothgerber, 2013). 
Asimismo, otros datos indican que la incidencia de la realización de previas es 
de jueves a domingos, principalmente viernes y sábados, desde las 23 hs. hasta las 2 
am. Principalmente, siendo las motivaciones más frecuentes para realizar la previa: la 
diversión (79%), estar con amigos (59%), esperar la apertura de los boliches (53%), 
consumir alcohol (39%) y la desinhibición (22%). Asimismo, es esencial mencionar, 
que el 99% de los que asisten a las previas consumen alcohol, siendo la edad 
 16 
promedio del inicio de consumo, a los 14 años y la edad promedio de inicio en la 
asistencia a previas, a los 15 años (Del Zotto Libonati, 2015). 
 
2.4 Factores Asociados 
Teniendo en cuenta la información acerca del consumo de alcohol y la 
asistencia a previas en adolescentes, es necesario conocer aquellos factores que se 
relacionan a una mayor vulnerabilidad a presentar consumo elevado de alcohol o 
mayor involucramiento en previas. Entre ellas se destacan las variables 
sociodemográficas (i.e., sexo y edad), de personalidad (i.e., impulsividad rasgo), 
sociales (i.e., normas descriptivas del consumo de alcohol y de conductas de previa) y 
cognitivas (i.e., expectativas hacia el alcohol). 
 
2.4.1 Variables sociodemográficas 
Primeramente, la conducta de consumo se encuentra íntimamente ligada con 
las características individuales y sociodemográficas de las personas, como lo son la 
edad, sexo y residencia del individuo. El inicio del uso de drogas en general se ubica 
entre las edades 13 a 15 años y a medida que aumenta en edad, aumenta la prevalencia 
de consumidores, así como también la frecuencia y la cantidad de bebida consumida 
en cada ocasión (Pedrosa, 2009; Mate Rothgerber, 2013). Este incremento progresivo 
logra su valor más elevado entre las edades de 18 a 24 años, para luego comenzar su 
descenso (González Calleja, García Señorán & González González, 1996). 
En el caso particular de las bebidas alcohólicas, la edad de inicio promedio se 
ubicaba a los 13,7 años de edad y el 50% de los adolescentes de 14 años ya ha 
consumido en alguna ocasión, siendo la edad de inicio más baja en comparación con 
el consumo de otras drogas (SEDRONAR, 2017). El inicio temprano en el consumo 
de drogas en general y de alcohol en particular, ha correlacionado con mayor 
frecuencia de consumo más tarde (González Calleja et al., 1996). A su vez, se ha 
evidenciado que la diferencia más significativa entre la cantidad y frecuencia de 
consumo se ubica entre los adolescentes de 14 años en comparación con aquellos de 
15 a 17 años (SEDRONAR, 2017). 
 17 
Con respecto al sexo, los hombres registran una edad de inicio del consumo 
inferior y son quienes más consumen habitualmente las distintas drogas disponibles. 
Sin embargo, se ha observado en los últimos años, que las mujeres han aumentado la 
frecuencia y cantidad de ingesta, incluso igualando a los hombres en el consumo de 
alcohol y evidenciando diferencias no significativas en los indicadores de consumo 
entre ambos sexos (SEDRONAR, 2017;González Calleja et al., 1996). 
Por otro lado, existe evidencia sobre el consumo de alcohol tanto en CABA 
como en GBA, que exhiben indicadores sobre cómo se presenta este nuevo hábito 
entre los adolescentes en AMBA. Actualmente, entre los estudiantes de nivel medio 
de CABA y de Buenos Aires, el 45% y 50% ha consumido alcohol el último mes, 
respectivamente, de los cuales el 87% y 84% ha consumido bebidas fuertes, que son la 
segunda bebida alcohólica más difundida entre los adolescentes a nivel país (OAD, 
2017). Otros datos indican que el 42% de los adolescentes en CABA y el 48% de 
Buenos Aires, ha bebido cinco tragos o más en una misma ocasión, presentando así 
CEEA (OAD, 2017). Sin embargo, ya desde el año 2003 eran preocupantes las cifras 
de los jóvenes consumidores en GBA: el 67% de los adolescentes menores a 18 años 
había consumido el mes anterior y 2 de cada 10 experimentaba un consumo abusivo 
(Miguez, 2004). 
 
2.4.2 Expectativas hacia el alcohol 
Las expectativas de acción-resultado, concepto derivado de autores varios, 
tales como Bandura, Tolman y Rotter de la Teoría Social Cognitiva (Goldman, 
Brown, Christiansen & Smith, 1991), se refieren a la información acerca de un evento 
y sus consecuencias, que las personas forman siguiendo el patrón ‘si-entonces’ y que 
influyen en toda toma de decisiones (Goldman et al. 1991; Goldman & Darkes, 2004). 
En este caso en particular, estas expectativas refieren a los efectos positivos o 
negativos que se anticipan como consecuencia del consumo de alcohol (Goldman et 
al. 1991). 
Este tipo de creencias se desarrollan incluso antes que el contacto directo con 
el alcohol tenga lugar (Pilatti, Godoy & Brussino, 2011), en parte debido a las 
influencias sociales (Pilatti, Brussino & Godoy, 2013) pero a su vez, debido a las 
 18 
modificaciones neuronales en los adolescentes, que los impulsan a la búsqueda de 
relajación y placer sin considerar las posibles consecuencias negativas. Por ejemplo, 
se ha estudiado que los niños entre 10 y 12 años, incluso previo al inicio del uso de 
alcohol, suelen asociarlo con expectativas positivas como “sentirse bien o feliz” 
(Cremonte & Pilatti, 2017). De este modo, la anticipación de efectos positivos se 
asocia al inicio temprano y a un mayor consumo de alcohol, mientras que el anticipo 
de efectos negativos se asocia a un inicio tardío y a un menor consumo de alcohol 
(Cassola, Pilatti, Alderete & Godoy, 2005; Pilatti et al. 2011; Pilatti, Cupani & 
Pautassi, 2015; Randolph, Gerend & Miller, 2006; Tush y Wiers, 2007). 
Las expectativas hacia el alcohol (EA a partir de aquí) que han alcanzado 
correlaciones positivas significativas con el perfil de consumo de alcohol del 
adolescente son las EA positivas de relajación y sociabilidad y la EA negativa de 
riesgo y agresividad (Pilatti et al., 2011; Fromme & D’Amico 2000). Esto puede 
deberse a que actualmente ha comenzado a naturalizarse el consumo abusivo por parte 
de adolescentes y adultos, quienes suelen relacionarlo directamente con los procesos 
de socialización y estados de relajación, debido a su acción depresora sobre el sistema 
nervioso central, anticipando en menor medida la agresividad y los riesgos a los cuales 
verdaderamente se encuentran expuestos (SEDRONAR, 2011; OAD, 2016). 
Incluso se lo ha denominado consumo farmacológico, ya que los adolescentes 
equiparan el alcohol a una medicación que les permite alterar sus estados de 
conciencia y estados anímicos, logrando así un estado de relajación y de diversión que 
sólo logran estando bajo los efectos de la ‘medicación’ alcohólica (Mate Rothgerber, 
2013). Gran parte de la inducción de las bebidas alcohólicas entre los adolescentes se 
debió a las campañas publicitarias que a partir de 1990 comenzaron a circular, 
directamente destinada a la población infanto-juvenil, incluyendo los beneficios del 
uso farmacológico y la posibilidad de liberarse de las obligaciones y responsabilidades 
que la vida cotidiana presenta (Miguez et al., 2010). 
En los últimos años, la nocturnidad se ha instalado como un escenario propicio 
para el encuentro, intercambio y la diversión, siendo la bebida una condición 
inevitable. Esto se debe a que promueve un comportamiento espontáneo, 
desinhibición, integración e identificación recíproca entre pares y la diversión grupal. 
Funciona como un facilitador de intercambio y socializador, provocando en 
 19 
consecuencia que los riesgos asociados a un consumo abusivo no sean percibidos por 
los adolescentes (Miguez et al., 2010). El consumo de alcohol se ha asociado a 
expresiones de agresión tanto física como mental en innumerables ocasiones 
(Menéndez & Di Prado, 2004), pero a pesar de ello, existe una inadvertencia de los 
riesgos, como consecuencia del inicio temprano en la ingesta (Miguez et al., 2010). 
Considerando evidencias a nivel país, en Argentina, el 25% de los estudiantes 
que han consumido alcohol recientemente, lo han hecho en búsqueda de relajación o 
sociabilidad, siendo más prevalente entre las mujeres y con un incremento con la 
edad, a partir de los 15 años (SEDRONAR, 2011). La investigación de Del Zotto 
Libonati (2015), incluyó diversas interrogaciones acerca de las expectativas de los 
adolescentes en relación con el consumo de alcohol. Por un lado, los participantes 
establecen que el alcohol les permite ser ‘habladores’ (47%), relajarse (24%), aunque 
también refirieron un incremento de la agresividad, pero en menor medida (11%). 
Asimismo, fue verificada la diferencia entre el grupo con CEEA y el grupo no 
CEEA, en relación con las creencias acerca del consumo de alcohol. Las puntuaciones 
fueron notablemente diversas con respecto a las siguientes creencias: “Sin alcohol no 
hay fiesta”, “Consumir sólo en fines de semana no engancha”, “Alcohol toma todo el 
mundo”, “Cuando las cosas van mal el alcohol ayuda a relajarte”, “Con alcohol soy 
mejor, más divertido”, “El alcohol me ayuda a relacionarme” y “El alcohol es 
inofensivo, no puede hacerme daño”, en las cuales los participantes con CEEA 
puntuaron más elevado (Del Zotto Libonati, 2015). Dicha evidencia es sumamente 
significativa, ya que hace referencia a las EA positivas de relajación y sociabilidad y 
la EA negativa de riesgo y agresividad, que fueron incluidas en la presente 
investigación. 
El concepto de EA se encuentra emparentado con el concepto de percepción 
del riesgo, es decir, la apreciación individual acerca del daño que podría causar el 
consumo de alcohol en este caso en particular, a partir de su historia personal, 
creencias, actitudes, motivaciones y la información derivada de distintas fuentes 
(SEDRONAR, 2017). Las creencias y expectativas acerca de las consecuencias que 
imparte una conducta determinada como el consumo de alcohol, afectan en la 
percepción del adolescente sobre el riesgo que el consumo de alcohol puede ocasionar 
en uno mismo. Las personas suelen realizar aquellas conductas que les proporcionarán 
 20 
efectos positivos o evitará efectos negativos (Pedrosa, 2009). Por lo tanto, en este caso 
en particular, como los adolescentes suelen valorar en mayor medida las 
consecuencias positivas del alcohol y no perciben como posibles aquellas 
consecuencias negativas, actúa como una disuasión y se produce la conducta de 
manera reiterada y abusiva. Asimismo, la falta de información permite que el riesgo 
potencial de las drogas legales no se perciba, a diferencia de lo que ocurre con las 
drogas ilegales, incrementando la frecuencia y cantidad del consumo de drogas legales 
(Pedrosa, 2009). 
La evidencia empírica exhibe que únicamente el 10% de los adolescentes 
encuestados, percibían el riesgo que imparte el consumo esporádico de alcohol, 
habiendo consumido el último año o no. No obstante, el riesgo percibido en relación 
con el consumo frecuente de bebidas alcohólicas aumentó entre el 68% y el 74%, a 
pesar de que aproximadamente lamitad de las personas que han consumido en el 
último año, lo han hecho de modo abusivo (SEDRONAR, 2017). Estos datos 
demuestran que, al momento de evaluar los daños y los beneficios del consumo de 
alcohol, los adolescentes perciben los costos que puede producir, pero no le otorgan la 
importancia que le merece y no modifican su comportamiento en consecuencia. 
 
2.4.3 Normas descriptivas 
En las últimas décadas, ha surgido una aprobación social en relación con el 
consumo de alcohol y específicamente en adolescentes, a la vez, que se realiza una 
construcción del imaginario social del alcohol como uno de los principales elementos 
socializadores. En este sentido, el rol de la influencia social, principalmente del grupo 
de amigos, es de gran relevancia al momento de estudiar el consumo de alcohol. 
Incluso algunos autores han establecido que la conducta del uso de drogas, se debe 
enteramente a la influencia social (Pedrosa, 2009). Son sus amigos más cercanos, 
quien suelen introducir a los adolescentes al consumo de drogas (González Calleja et 
al., 1996), ya sea de modo directo mediante el ofrecimiento activo de la sustancia o de 
modo indirecto a partir de las normas sociales (Neighbors, Lindgren, Knee, Fossos, & 
DiBello, 2011). 
Las normas sociales, con su origen en la Teoría de la Acción Razonada, aluden 
 21 
a la percepción de los adolescentes acerca del comportamiento de las personas 
significativas en su vida (Alonso Castillo et al., 2009). En relación con el consumo de 
alcohol, las normas sociales se han clasificado en las normas sociales descriptivas y 
las normas sociales prescriptivas. Mientras que éstas últimas, atañen a la percepción 
de los adolescentes acerca de las conductas de consumo de sus padres, las normas 
descriptivas hacen referencia a la percepción que sostienen los adolescentes sobre la 
cantidad y frecuencia de consumo de bebidas alcohólicas de sus amigos más cercanos 
(Alonso Castillo et al., 2009). 
En la adolescencia, la persona se encuentra en plena construcción de su 
identidad e independencia (Del Zotto Libonati, 2015). En dicho momento de 
transición es fundamental el grupo de pares, que acompañarán el proceso en el cual el 
individuo comienza a separarse de su familia de origen. Justamente, esta es la 
problemática de hoy en día, ya que es justo en ese ámbito de compañerismo y amistad, 
donde el joven comienza el consumo recreativo a temprana edad, debido a las 
actitudes favorables hacia el consumo de sustancias tanto legales como ilegales, de sus 
pares y en algunos casos también de los padres. De este modo, la independencia y 
autonomía comienza a asociarse a conductas de riesgo como el consumo de diversas 
sustancias, y el alcohol se transforma en un instrumento necesario para la construcción 
de la identidad adolescente (OAD, 2005). Por estos motivos, la previa se convierte en 
un ritual caracterizado por el consumo socializado, entre pares, con el fin de alcanzar 
el descontrol, desinhibición y la embriaguez (Del Zotto Libonati, 2015). 
Las normas descriptivas funcionan como un factor predictor, ya que al percibir 
el consumo de alcohol en el grupo de pares, hay una mayor probabilidad de que imiten 
dicho comportamiento (Alonso Castillo et al., 2009). La evidencia exhibe a su vez, 
que el consumo de pares suele ser sobreestimado por los adolescentes, provocando la 
creencia sesgada de que el propio consumo no es excesivo ni problemático y así, 
presentan ellos mismos un mayor consumo de alcohol. Estos efectos de las normas 
sociales se encontraron tanto en estudios transversales (Pilatti et al. 2011) como 
longitudinales (Pillati, Brussino & Godoy, 2013). Asimismo, existen discordancias 
con respecto a si varones o mujeres son más sensibles a la influencia social, ya que 
algunos casos señalan a las mujeres (Franca, Dautzenberg, Falissard & Reynaud, 
2010), a la vez que otra evidencia, indica a los varones como más susceptibles ante la 
influencia social (Stappenbeck, Quinn, Wetherill & Fromme, 2010). Por otro lado, 
 22 
aunque no se han podido identificar trabajos que analicen la relación entre las normas 
sociales y la asistencia a previas, es posible pensar que esta influencia social se 
extiende a esta práctica particular del consumo de alcohol. 
 
2.4.4 Impulsividad rasgo 
En los últimos años, la investigación sobre rasgos de personalidad y conductas 
adictivas se ha focalizado particularmente en la impulsividad. Actualmente, se 
entiende a la impulsividad como un constructo multidimensional, que incluye diversos 
comportamientos: incapacidad de inhibir una respuesta, tendencia a accionar sin 
planificar, dificultad para estimar consecuencias de una conducta y, por último, la 
preferencia por recompensas pequeñas, aunque inmediatas, frente aquellas que sean 
mayores pero demoradas en el tiempo (Potenza & de Wit, 2010). 
La impulsividad puede ser medida tanto con pruebas conductuales (i.e., 
impulsividad conductual) como a partir de medidas psicométricas (i.e., impulsividad 
rasgo) (Winstanley, Olausson, Taylor & Jentsch 2010; Pilatti, Rivarola Montejano, 
Lozano & Pautassi 2016; Pilatti, Fernández, Viola, García & Pautassi, 2017). En este 
caso en particular, mediante una medida psicométrica, se distinguen las siguientes 
dimensiones o rasgos: búsqueda de sensaciones, falta de premeditación, falta de 
perseverancia, urgencia negativa y urgencia positiva (Cyders, Flory, Rainer & Smith, 
2009). Con respecto a la urgencia positiva y negativa, ambos indican la tendencia a 
actuar precipitadamente bajo estados afectivos positivos y negativos, respectivamente. 
La falta de perseverancia hace referencia a la imposibilidad por mantener una tarea 
larga, aburrida o difícil, mientras que la falta de premeditación refiere a realizar 
conductas sin medir las consecuencias negativas del acto. Por último, la búsqueda de 
sensaciones alude a la implicancia en actividades que sean nuevas, excitantes o 
peligrosas (Navas, Torres, Cándido & Perales, 2014). 
Según estudios, existe una relación recíproca, bidireccional y de 
retroalimentación entre el rasgo de impulsividad exacerbado y las conductas de riesgo, 
entre las que se presenta el consumo de alcohol (Pilatti et al., 2017). Estudios 
longitudinales, exhiben que un mayor nivel de impulsividad correlaciona 
positivamente con una mayor frecuencia y cantidad de consumo de alcohol (Stautz & 
 23 
Cooper, 2013; Pilatti et al., 2017). A su vez, la evidencia indica que niveles más altos 
de impulsividad se asocian de manera diferencial a distintos indicadores de consumo 
de alcohol (Coskunpinar, Dir & Cyders, 2013; Cyders, 2011) y también a la 
anticipación de más EA positivas y, por esta vía, a un mayor consumo de alcohol 
(Pilatti, Brussino & Godoy, 2013). Por otro lado, al consumir bebidas alcohólicas, 
ciertas funciones cerebrales se bloquean o inhiben, provocando que haya una 
dominancia de los centros neuronales a cargo de emociones primitivas como la 
impulsividad (Mate Rothgerber, 2013). Por otro lado, en la adolescencia prima en la 
persona, la búsqueda de placer y la toma de decisiones impulsivas que lo conducen a 
cometer conductas de riesgo (Godoy, 2017). 
Asimismo, a partir de los resultados obtenidos fue posible conocer la 
correlación entre el consumo y las distintas dimensiones del constructo de 
impulsividad, principalmente con búsqueda de sensaciones y urgencia positiva. La 
búsqueda de sensaciones en las personas fue asociado a mayor cantidad de alcohol 
consumido, ya sea como elemento para disminuir el hastío y aburrimiento o como 
estimulación, en relación con factores bio-fisiológicos propios de la adolescencia 
(Pilatti et al., 2017; González Calleja, et al., 1996). Por su parte, la urgencia positiva, 
se encuentra emparentada con el consumo problemático de alcohol, influyendo 
principalmente en la cantidad de alcohol consumido (Cyders et al., 2009). 
La literatura indicaque hombres y mujeres de Argentina tienen distintas 
puntuaciones con respecto a sus niveles de impulsividad, que se asocian de distinto 
modo a los indicadores acerca del consumo de alcohol. Por un lado, urgencia positiva 
y negativa correlaciona positivamente con la frecuencia, cantidad y severidad de 
problemas asociados al alcohol en las mujeres; la búsqueda de sensaciones 
correlaciona con la frecuencia de consumo en mujeres y con la cantidad de consumo y 
la severidad de los problemas suscitados, en los hombres; por último, la falta de 
perseverancia ha sido asociada a mayor cantidad y consecuencias negativas en las 
mujeres (Pilatti et al., 2016). Asimismo, el mismo estudio indica que un mayor nivel 
de impulsividad en las mujeres, considerando todas las dimensiones evaluadas, 
corresponde a mujeres con CEEA; mientras que, en los hombres, la dimensión de falta 
de perseverancia es aquella que permite distinguir la correlación con CEEA (Pilatti et 
al., 2016). 
 24 
En síntesis, tomando toda la información en consideración, se destaca la 
importancia de realizar la presente investigación, principalmente dada la escasa 
información local acerca del consumo de alcohol en adolescentes y, especialmente, en 
el contexto de las previas, a la vez, que son correlacionadas ambas conductas con 
diversas variables propias de la psicología. De este modo es posible lograr 
significativos avances en el área de Psicología, en dicho grupo etario, en el cual el 
consumo se encuentra de modo ampliamente difundido. 
 25 
3. METODOLOGÍA 
 
Se utilizó un diseño cuantitativo, no experimental, transversal, en el que se 
indagó acerca de la correlación entre la conducta de consumo de alcohol y asistencia a 
previas en adolescentes y otros factores asociados: variables sociodemográficas, el 
rasgo de impulsividad, la percepción del consumo de pares y las expectativas hacia el 
consumo de alcohol. 
 
3.1 Descripción de la Muestra 
La muestra estuvo conformada por 442 adolescentes de 13 a 18 años de edad, 
escolarizados en el nivel medio (1ro a 5to año) de escuelas de gestión pública y 
privada, residentes en AMBA. Únicamente participaron del estudio aquellos 
adolescentes que fueron autorizados a participar por sus padres, mediante un 
consentimiento informado escrito y, además, ellos mismos aceptaron la participación 
voluntaria. 
Con respecto a la selección de la muestra integrante del estudio, ésta fue no 
probabilística y discrecional, ya que la elección de los participantes fue a partir de un 
criterio del investigador. El mismo realizó la selección a partir de las características de 
edad y escolarización particular, seguida por el contacto con las autoridades de 
distintas instituciones educativas, quienes debieran permitir la participación de los 
alumnos en el estudio. 
 
3.2 Procedimiento para la Recolección de Datos 
Primero, se llevó a cabo el contacto con distintas escuelas de CABA y GBA 
vía telefónica y se brindó información a las autoridades acerca de la investigación que 
se intentaba realizar: las variables a estudiar, el método de recolección de datos, el 
rango de edad de los alumnos, la cantidad de veces que se requería la presencia del 
investigador en la escuela y asegurar que no se produciría ningún riesgo o perjuicio a 
ninguno de los alumnos. Más tarde, las autoridades de las escuelas solicitaron un 
encuentro con el investigador, para esclarecer dudas acerca de la investigación. En 
 26 
dicha reunión, acordaron el modo de proceder con los instrumentos y la fecha de 
administración de los mismos, junto con los directivos, a quienes se les exhibió el Plan 
de Trabajo de Integración Final y cada uno de los cuestionarios que sería suministrado 
a los alumnos de la escuela. 
Luego de obtener el permiso de los directivos de la escuela, se notificó acerca 
del estudio a los padres de los posibles participantes y se les solicitó una autorización 
escrita, a través del cuaderno de comunicaciones de sus hijos. Así, se excluyeron en la 
recolección de datos, aquellos alumnos cuyos padres no asintieron su participación. Se 
les comentó a los alumnos acerca de la investigación: su anonimato, su carácter 
voluntario, la importancia de la sinceridad y que ningún caso sería considerado de 
manera particular, sino que los datos serían examinados de modo general, sólo con 
fines de investigación. La recolección de datos se llevó a cabo de manera colectiva, 
dentro de cada aula de dictado de clases en cada colegio, a cargo del propio 
investigador. Es decir, que los alumnos respondieron las distintas escalas en el mismo 
momento, todos juntos en su propia clase. Se les explicó la consigna de cada uno de 
los cuestionarios y luego de responderlos, continuaron con el dictado de la clase. 
 Una vez que la recolección de datos fue llevada a cabo en las distintas escuelas 
de CABA y GBA, se procedió a realizar el análisis de los mismos. Para ello, se 
construyó una matriz de datos en el programa de computación SPSS Versión 25.0, 
donde se codificaron las respuestas de los 442 cuestionarios administrados. 
 
3.3 Instrumentos para la Recolección de Datos 
- Datos sociodemográficos: Se procedió a indagar acerca de la edad, género y 
residencia de los participantes. 
- Cuestionario de consumo de alcohol en adolescentes: un set de preguntas 
que indaga la cantidad y la frecuencia del consumo. Los adolescentes respondieron de 
manera autorreferencial a las distintas interrogantes. Para hacerlo, debían observar una 
imagen que el investigador les brindó, que especifica qué volumen de alcohol (ml.) de 
una amplia variedad de bebidas, corresponde a una medida de alcohol (i.e., 14 gramos 
de alcohol puro; NIAAA, 2004). Los estudiantes contestaron el uso de alcohol en su 
vida en general, en el último año, en el último mes y en la última semana, así como 
 27 
también la edad de inicio del consumo y preguntas acerca de las veces en las cuales 
alcanzó un estado de embriaguez. 
- Preguntas de frecuencia y cantidad de consumo en previas: A partir de 
distintas preguntas autorreferenciales, fue indagada la frecuencia de asistencia de los 
adolescentes a las previas, en los últimos doce meses y últimos treinta días. A su vez, 
como en el cuestionario anterior, a partir de la imagen brindada al alumno, debían 
reportar la cantidad de alcohol que consumen en promedio, en dichos espacios 
recreativos. 
- Normas descriptivas para el consumo de alcohol: Se respondieron una serie 
de interrogantes con el fin de explorar la percepción de los adolescentes acerca del 
consumo de sus pares, siguiendo las estimaciones de Baer, Stacy y Larimer (1991). 
Una de las preguntas, indagó a través de una escala visual, la cantidad de amigos y 
amigas más cercanas (es decir, con quienes pasa más tiempo) que consumen alcohol. 
Los participantes debían indicar su respuesta, en una línea de 10 centímetros con 10 
divisiones, donde la opción 1 se refería a ninguno/a o casi ninguna/o de sus 
amigas/amigos y la opción 10 a todas/os o casi todas/os sus amigas/amigos. En las 
demás respuestas, los adolescentes debieron referirse a la cantidad de alcohol que 
consume su amigo y su amiga más cercana. La sumatoria de las respuestas, permitía 
estimar la percepción acerca del consumo de sus amistades. Los valores de 
confiabilidad fueron adecuados tanto para las preguntas acerca de su amiga cercana 
(a=.79), como para las preguntas acerca de su amigo cercano (a=.82). 
- Cuestionario de expectativas hacia el alcohol en adolescentes (CEA-A) 
(Pilatti, Godoy & Brussino, 2010): El instrumento mide las expectativas positivas o 
negativas del consumo de alcohol de los adolescentes. Aunque el instrumento cuenta 
con 46 ítems agrupados en seis sub-escalas, en la presente investigación se utilizaron 
los 24 ítems correspondientes a las tres sub-escalas que en estudios previos resultaron 
en una alta correlación con la conducta del uso dealcohol: sociabilidad, relajación y 
riesgo y agresividad (Pilatti et al. 2011; Fromme & D’Amico 2000). El cuestionario 
global (a=.92) y las tres sub-escalas seleccionadas mantienen valores de confiabilidad 
adecuados: sociabilidad (a=.86), relajación (a=.72), riesgo y agresividad (a=.89) 
(Pilatti et al. 2010). Los alumnos respondieron con una escala tipo Likert de 5 
opciones de respuesta (1=nunca y 5=siempre). Tanto los participantes que hayan 
 28 
consumido alcohol como aquellos que no hayan consumido, debían contestar el 
instrumento, ya que éstos últimos podían hacerlo en función de los efectos que 
consideran posibles en el caso que bebieran alcohol. De este modo, un puntaje elevado 
implica una mayor anticipación de los efectos de cada escala. La sumatoria del puntaje 
directo, permite obtener un puntaje general de expectativas hacia el alcohol positivas o 
negativas. 
- Escala de Impulsividad (UPPS-P versión en español): (Verdejo-García, 
Lozano, Moya, Alcázar & Pérez-García, 2010) Se trata de un instrumento adaptado al 
español (Pilatti, Lozano & Cyders, 2015) para obtener información acerca de la 
impulsividad como rasgo y no como conducta, en adolescentes en Argentina. Está 
compuesta por 40 ítems distribuidos en cinco dimensiones: urgencia positiva, urgencia 
negativa, falta de premeditación, falta de perseverancia y búsqueda de sensaciones, 
que cuentan con adecuados valores de confiabilidad (desde a=.74 hasta a=.84) (Pilatti 
et al. 2016). Con respecto a las respuestas, fueron indicadas con un formato tipo 
Likert, en el que 1 corresponde a "nada parecido a mí" y 4 a "muy parecido a mí". Por 
lo tanto, un mayor puntaje en cada dimensión, implica una mayor impulsividad rasgo 
en el sujeto. 
 
3.4 Análisis de Datos 
A partir de la construcción de la base de datos en el programa de computación 
SPSS Versión 25.0 y de la codificación de los datos de los 442 participantes, se 
procedió al análisis de los datos. Primero, se realizaron análisis descriptivos (i.e., 
frecuencias y porcentajes [variables nominales] y medias [variables continuas]) para 
describir la ocurrencia de los indicadores de consumo de alcohol y asistencia a 
previas. Estos análisis se realizaron para la muestra total y en función del sexo, edad y 
residencia de los participantes. 
El estadístico t de Student fue utilizado para conocer las diferencias en el uso 
de alcohol (variables continuas) en función del sexo y residencia, así como también 
para conocer las diferencias en el patrón de consumo (variables continuas) entre 
aquellas personas que asistieron a una previa en el último mes y aquellas que no han 
asistido. Estos últimos análisis se realizaron con la sub-muestra que reportó haber 
 29 
consumido bebidas alcohólicas en el último mes. Luego, también fue analizada la 
correlación en la muestra total de participantes, entre distintos indicadores de consumo 
de alcohol y asistencia a previas (variables continuas), con las variables de 
expectativas hacia el alcohol, normas descriptivas e impulsividad. 
 
3.5 Consideraciones Éticas 
Se respetaron los lineamientos éticos para la investigación con humanos, 
recomendados por la Asociación Psicológica Americana: los menores contaron con el 
consentimiento informado activo de sus padres y dieron, asimismo, su consentimiento 
verbal para participar. Se tomaron medidas para garantizar el respeto de los derechos 
humanos y el cuidado del medio ambiente. Además, se realizó un estricto control para 
evitar cualquier riesgo emergente y para garantizar el buen uso y manejo de la 
información. Las personas que llevaron a cabo la investigación, directa o 
indirectamente, declaran conocer y realizar las salvaguardas previstas en la 
Declaración de Helsinski; así como también la Declaración Universal sobre Genoma 
Humano y Derechos Humanos aprobada por la Conferencia General de la UNESCO, 
así como en la LEY 25.326 de Protección de los Datos Personales. 
 30 
4. RESULTADOS 
 4.1 Resultados Descriptivos 
 4.1.1 Descripción de la muestra 
En lo que respecta a la muestra, la misma consiste en 442 participantes, de los 
cuales el 58% son mujeres (n=257) y el 42% son varones (n=185) (Figura 1). Al 
dividirlos en tres grupos, a partir de su edad, el 24% de ellos tiene entre 13 y 14 años 
(n=104), el 44% entre 15 y 16 años (n=196) y, por último, el 32% tiene entre 17 y 18 
años de edad (n=142) (Figura 2). Todos ellos, atienden diariamente al dictado de 
clases, ya sea en escuelas de gestión pública (8.6%) o de gestión privada (91.4%). De 
los participantes encuestados, el 61% de ellos reside en CABA (n=264), mientras que 
el 39% tiene su lugar de residencia en GBA (n=169) (Figura 3). 
Figura 1: Participantes en función del sexo. En porcentajes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 2: Participantes en función de la edad. En porcentajes. 
 
 
 
 
 
 
58%
42%
Mujeres Varones
24
44
32
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
13-14 años 15-16años 17-18años
 31 
Figura 3: Participantes en función de residencia. En porcentajes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
4.1.2 Indicadores de consumo de alcohol 
Con respecto al patrón de consumo en general de los adolescentes, el 70.5% de 
los participantes reportó haber consumido una medida o más de alcohol alguna vez en 
la vida, de los cuales el 68.6% consumió en el último año, el 56.1% consumió en el 
último mes y el 24% en la última semana (Figura 4). Es decir, más de la mitad de los 
adolescentes encuestados refirió haber consumido una medida de alcohol en el mes 
previo, siendo 4 días el promedio de frecuencia de consumo y 4 medidas de alcohol el 
promedio de la cantidad consumida por ocasión en el último mes. 
Asimismo, la edad de inicio del consumo reportada por los adolescentes que 
han bebido alcohol alguna vez en la vida, fue en promedio a los 14,5 años de edad. La 
figura 5 evidencia el incremento de la cantidad de bebidas alcohólicas consumidas en 
función del aumento de la edad del adolescente, alcanzando valores más altos entre los 
17 y 18 años de edad: 9 de cada 10 consumió alcohol alguna vez en la vida, 8 de cada 
10 lo ha hecho en el último año y casi la mitad de los adolescentes entre 17 y 18 años, 
consumió alcohol en la semana previa (Figura 5). A su vez, no se encontraron 
diferencias significativas en el patrón de consumo de los adolescentes en función del 
sexo, siendo que el 55.6% de las mujeres y el 56.8% de los varones, ha consumido una 
medida o más de alcohol en el último mes (Figura 4). 
61%
39%
CABA GBA
 32 
Figura 4: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo de alcohol 
alguna vez en la vida, en el último año, mes y semana, en la muestra total y en función 
del sexo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Figura 5: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo de alcohol alguna 
vez en la vida, en el último año, mes y semana, en función de la edad. 
 
E 
 
 
 
 
 
 
Al diferenciar la muestra en función del lugar de residencia del encuestado, los 
resultados no evidencian diferencias significativas en la ocurrencia de consumo de 
alcohol entre ambos grupos. Los participantes de GBA, refirieron levemente en mayor 
medida haber consumido alcohol alguna vez, en el último año y en la última semana; 
mientras que 6 de cada 10 adolescentes de CABA y GBA consumieron alcohol en el 
mes previo (Figura 6). 
70,5
67,1
75,1
68,6
65,8
72,4
56,1 55,6 56,8
24 22,7
25,9
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Total Mujeres Varones
Alguna vez Último año Último mes Última semana
33,7
77,8
87,3
75
84,5
22,1
58,7
77,5
1,9
19
47,2
34,6
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
13 a 14 años 15 a 16 años 17 a 18 años
Alguna vez Último año Último mes Última semana
 33 
 Figura 6: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo de alcohol alguna 
vez en la vida, en el último año, mes y semana, en función de residencia. 
 
En relación con el consumo episódico excesivode alcohol, el 57.8% de los 
adolescentes ha consumido alcohol de modo abusivo alguna vez en la vida y el 41.4% 
en el último mes (Figura 7), siendo la frecuencia de consumo promedio, 3 días en el 
último mes. Nótese que, entre quienes reportaron este tipo de consumo alguna vez en 
la vida, la media de edad del primer consumo episódico excesivo de alcohol se ubica a 
los 15 años. Asimismo, la ocurrencia de esta modalidad de consumo muestra un 
patrón de incremento con la edad, siendo que 8 de cada 10 y 7 de cada 10 adolescentes 
de 17 y 18 años han consumido excesiva y episódicamente alguna vez en la vida y en 
el último mes, respectivamente (Figura 8). 
Figura 7: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo episódico 
excesivo de alcohol alguna vez en la vida y en el último año, en la muestra total y en 
función del sexo. 
 
69,2
72
67,4 69,8
56,1 55,6
24 24,9
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
CABA GBA
Alguna vez Último año Último mes Última semana
57,8 58 57,4
41,4 43,3
38,8
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Total Mujeres Varones
Alguna vez Último mes
 34 
Nuevamente, no se encontraron diferencias significativas en función del sexo y 
del lugar de residencia, siendo que el 43.3% de las mujeres y 38.8% de los varones 
consumió de modo abusivo en el último mes (Figura 7), así como lo hicieron 4 de 
cada 10 adolescentes de CABA y GBA (Figura 9). 
Figura 8: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo episódico 
excesivo de alcohol alguna vez en la vida y en el último mes, en función de la edad. 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 9: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo episódico 
excesivo de alcohol alguna vez en la vida y en el último mes, en función de residencia. 
 
 
 
 
56,9 58,1
41,4 41,2
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
CABA GBA
Alguna vez Último mes
21,4
61,3
79,4
9,6
41,1
65,2
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
13 a 14 años 15 a 16 años 17 a 18 años
Alguna vez Último mes
 35 
 
 
Al consultar a los adolescentes por la cantidad de medidas de alcohol 
consumidas en el día que más alcohol han consumido en el último mes, el promedio 
fue de 5 medidas de alcohol. Dicha cifra se observó tanto en hombres y mujeres, así 
como en los participantes de CABA y GBA. Sin embargo, la evidencia demuestra que 
la cantidad consumida incrementa en función de la edad, ya que los adolescentes entre 
13 y 14 años consumieron 3 medidas de alcohol el día que más alcohol consumieron 
en el último mes, mientras que 5 medidas consumieron los adolescentes de 15 y 16 
años y 6 medidas en el caso de los participantes de 17 y 18 años de edad. 
Con respecto al consumo hasta la ebriedad, la mitad de los adolescentes 
encuestados alcanzó la ebriedad alguna vez en la vida y 3 de cada 10 en el último mes 
(Figura 10), siendo 3 días la frecuencia promedio de consumo hasta la ebriedad, en el 
mes previo. No se encontraron diferencias significativas en función del sexo, siendo 
que 3 de cada 10 adolescentes mujeres y varones ha consumido hasta la ebriedad en el 
mes previo (Figura 10). 
Figura 10: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo hasta la 
ebriedad alguna vez en la vida y en el último mes, en la muestra total y en función del 
sexo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Al consultarles acerca de la edad en que experimentaron el primer consumo 
hasta a la ebriedad, los adolescentes que han consumido alguna vez en la vida, 
46,7 48
44,8
33 32,4 33,9
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Total Mujeres Varones
Alguna vez Último mes
 36 
reportaron en promedio los 15 años y dicha práctica aumenta en función de la edad, 
hasta que el 74.6% y el 58.5% de los adolescentes de 17 y 18 años ha consumido hasta 
lograr la ebriedad, alguna vez en la vida y en el último mes, respectivamente (Figura 
11). 
 En función de la residencia de los participantes, no se encontraron 
diferencias significativas en la ocurrencia de consumo hasta la ebriedad alguna vez en 
la vida o en el último mes (Figura 12). Sin embargo, la evidencia demuestra que las 
diferencias se observan en la cantidad de días que lograron la ebriedad en el último 
mes, siendo 4 días en el caso de CABA y 2 días en los participantes de GBA. 
 
Figura 11: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo hasta la 
ebriedad alguna vez en la vida y en el último mes, en función de la edad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 12: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo hasta la 
ebriedad alguna vez en la vida y en el último mes, en función de residencia. 
 
 
 
 
 
 
6,8
47,4
74,6
4,9
29,4
58,5
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
13 a 14 años 15 a 16 años 17 a 18 años
Alguna vez Último mes
46,9 47
33,2 32,7
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
CABA GBA
Alguna vez Último mes
 37 
 
 
 
 A través del estadístico t de Student, fue posible ampliar la evidencia que refiere 
al consumo de alcohol en función del sexo y residencia de los participantes, resultando 
en diferencias no significativas (Tabla 1 y 2). Así, verificamos que entre los 
participantes que han consumido alcohol en el último mes, no existen diferencias 
significativas tanto en la cantidad consumida ni en la frecuencia del consumo, en 
función del sexo y de la residencia. 
Tabla 1: Indicadores de consumo de alcohol en la muestra de bebedores en el último 
mes, en función del sexo 
 
Tabla 2: Indicadores de consumo de alcohol en la muestra de bebedores en el último 
mes, en función de la residencia 
 Mujeres Varones t 
Frecuencia de Consumo del Último Mes 3.22 + .215 3.91 + .371 - 1.626 
Medidas Consumidas en el Último Mes 4.47 + .247 4.05 + .311 1.066 
Frecuencia de CEEA en el Último Mes 2.43 + .215 2.02 + .245 1.255 
Frecuencia de CEEA en 2 Horas, en el Último Mes 1.93 + .180 1.82 + .247 .346 
Frecuencia de Ebriedad en el Último Mes 5.09 + .269 5.13 + .353 - 0.72 
Medidas Consumidas el Día de Mayor Consumo del 
Último Mes 
1.82 + .255 2.15 + .329 - .810 
 38 
 
4.1.3 Indicadores de asistencia a previas 
Al consultarle a los participantes acerca de la asistencia a previas, el 64.3% de 
los participantes ha asistido a una previa alguna vez en la vida y el 47.3% ha asistido 
en el último mes (Figura 13). La frecuencia de asistencia en el último mes fue en 
promedio de 3 días y la cantidad de alcohol promedio consumido en cada previa fue 4 
medidas de alcohol. A su vez, la investigación no evidenció diferencias significativas 
en la asistencia a previas en función del sexo, siendo que el 49% de las mujeres y el 
44.9% de los varones, refirió haber asistido a previas en el último mes (Figura 13). 
Figura 13: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de asistencia a previas 
alguna vez en la vida y en el último mes, en la muestra total y en función del sexo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los adolescentes que han asistido a una previa alguna vez en la vida, refirieron 
la media de edad de la primera previa a la que han asistido, a los 15 años de edad. La 
 CABA GBA t 
Frecuencia de Consumo del Último Mes 3.56 + .251 3.51 + .353 .116 
Medidas Consumidas en el Último Mes 4.19 + .225 4.51 + .364 - .755 
Frecuencia de CEEA en el Último Mes 2.45 + .210 1.87 + .227 1.876 
Frecuencia de CEEA en 2 Horas, en el Último Mes 2.21 + .204 1.46 + .207 2.567 
Frecuencia de Ebriedad en el Último Mes 5.20 + .281 5.06 + .353 .305 
Medidas Consumidas el Día de Mayor Consumo del 
Último Mes 
2.36 + .308 1.39 + .212 2.592 
64,3 65 63,2
47,3 49
44,9
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Total Mujeres Varones
Alguna vez Último mes
 39 
proporción de adolescentes que asisten a previas, incrementa en función de la edad, al 
igual que los indicadores de consumo. Los valores más altos se registran en el grupo 
de edad de 17 y 18 años, en el cual 9 de cada 10 adolescentes asistieron a una previa 
alguna vez en la vida y 7 de cada 10 lo ha hecho en el último mes (Figura 14). Con 
respectoa la residencia de los adolescentes, si bien se observaron mayores porcentajes 
de asistencia a previas en GBA, las diferencias entre ambos grupos no son 
significativas, siendo que el 45,5% de los residentes de CABA y 49,7% de los 
residentes en GBA asistió al menos a una previa en el último mes. (Figura 15). 
 
 
 
 
 
 
 
 Figura 14: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de asistencia a previas 
alguna vez en la vida y en el último mes, en función de la edad. 
 
 
 
 
 
 
20,2
70,4
88
13,5
48,5
70,4
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
13-14 años 15-16 años 17-18 años
Alguna vez Último mes
 40 
 
 
 
 
Figura 15: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de asistencia a previas 
alguna vez en la vida y en el último mes, en función de residencia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Asimismo, el 23% de los adolescentes reportó que, en el último mes, continuó 
el consumo de medidas de alcohol luego de retirarse de la previa (Figura 16). Siendo 
que el 47.3% de los adolescentes asistió a una previa en el último mes, los resultados 
evidencian que la mitad de los asistentes consumió al retirarse de la previa. La 
cantidad de alcohol consumido en el evento posterior a la previa fueron 2 medidas en 
promedio. Dicho consumo posterior fue observado en mayor medida en las mujeres, 
los adolescentes de mayor edad y los ciudadanos de GBA, a pesar de no evidenciar 
diferencias significativas en función de la residencia (Figura 16). 
Figura 16: Ocurrencia (expresada en porcentajes) de consumo de alcohol 
después de la previa en el último mes. 
62,9
66,3
45,5
49,7
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
CABA GBA
Alguna vez Último mes
 41 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A partir de los resultados obtenidos, fue posible conocer las diferencias 
entre los adolescentes bebedores que han asistido a previas en el último mes y los 
adolescentes bebedores que no han asistido. Los participantes que beben y hacen 
previa, consumen significativamente más alcohol que aquellos que no asisten a 
previas (Tabla 3). Específicamente, si bien no evidenciaron diferencias significativas 
en relación con la cantidad de días de consumo usual, los indicadores que refieren a la 
cantidad consumida o la frecuencia de consumo episódico y excesivo de alcohol, 
exhiben diferencias que indican un mayor consumo en los bebedores que asistieron a 
previas en el último mes (Tabla 3). 
 Tabla 3: Indicadores de consumo de alcohol en la muestra de bebedores, 
en función de haber asistido o no a previas en el último mes 
 Previa No Previa t 
Frecuencia de Consumo del Último Mes 3.56 ± 2.93 3.28 ± 4.23 .386 
Medidas Consumidas en el Último Mes 4.60 ± 3.01 2.69 ± 2.63 4.045 
Frecuencia de CEEA en el Último Mes 2.49 ± 2.62 .95 ± 1.43 5.177 
Frecuencia de CEEA en 2 horas, en el Último Mes 2.08 ± 2.37 .78 ± 1.27 4.850 
Frecuencia de Ebriedad en el Último Mes 2.23 ± 3.35 .50 ± 1.18 5.738 
Medidas Consumidas el Día de Mayor Consumo 
del Último Mes 5.44 ± 3.30 3.22 ± 3.08 4.004 
 4.2 Correlaciones entre indicadores de consumo de alcohol, asistencia a 
previas y variables cognitivas, sociales y de personalidad. 
23,1 24,1
21,6
2,9
19,9
42,3
22,7 23,7
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
Tota
l
M
uje
re
s
Varo
nes
13-1
4 años
15-1
6 años
17-1
8 años
CABA
GBA
 42 
La correlación llevada a cabo entre los indicadores de consumo de alcohol, 
asistencia a previas y las expectativas hacia el consumo de alcohol, evidenció 
correlaciones significativas. Las mismas fueron positivas en el caso de las 
expectativas de sociabilidad y relajación y negativa en el caso de la expectativa de 
riesgo y agresividad (Tabla 4). El indicador de sociabilidad ha sido la más 
determinante tanto en relación con la cantidad de alcohol consumido como con la 
frecuencia de consumo y asistencia a previas. Por otro lado, el indicador de riesgo y 
agresividad influye en mayor medida en los indicadores de cantidad de consumo de 
alcohol, en comparación con los indicadores de frecuencia de consumo de bebidas 
alcohólicas (Tabla 4). 
 
Tabla 4: Correlación entre indicadores de consumo, asistencia a previas y 
expectativas hacia el alcohol. 
 Sociabilidad Relajación Riesgo y 
Agresividad 
Frecuencia de Consumo del Último Mes .28 .22 -.04 
Medidas Consumidas en el Último Mes .32 .23 -.16 
Frecuencia de CEEA en el Último Mes .25 .14 -.10 
Medidas Consumidas el Día de Mayor Consumo 
del Último Mes .33 .24 -.15 
Frecuencia de Ebriedad en el Último Mes .24 .12 -.05 
Frecuencia de Asistencia a Previas en el Último 
Mes .27 .16 -.10 
Medidas consumidas en cada previa, en el Último 
Mes .30 .22 -.13 
 
 Asimismo, se llevó a cabo una correlación entre los indicadores de consumo de 
alcohol y de asistencia a previas con la variable social de las normas descriptivas. La 
percepción de los adolescentes acerca de la cantidad de amigos que consumen alcohol, 
correlacionó de modo significativo y alto con la cantidad de alcohol consumido por 
los participantes (Tabla 5). A su vez, la percepción de la frecuencia de asistencia a 
previas y la cantidad de medidas consumidas en cada previa por sus amigos/as más 
cercanos/as correlacionó también significativamente con la frecuencia y cantidad de 
alcohol consumida en cada previa, respectivamente (Tabla 6). 
 
 43 
 Tabla 5: Correlación entre indicadores de consumo de alcohol y normas 
descriptivas. 
 Cantidad de Amigas que 
toman Alcohol 
Cantidad de Amigos que 
toman Alcohol 
Frecuencia de Consumo del Último Mes .34 .36 
Medidas Consumidas el Último Mes .40 .43 
Frecuencia de CEEA en el Último Mes .33 .28 
Medidas Consumidas el Día de Mayor 
Consumo del Último Mes 
.43 .44 
 
 
 Tabla 6: Correlación entre indicadores de asistencia a previas y normas 
descriptivas. 
 
Frecuencia de 
Asistencia a 
Previas de 
Amiga Cercana 
en el Último 
Mes 
Frecuencia de 
Asistencia a 
Previas de 
Amigo 
Cercano en el 
Último Mes 
Cantidad de 
Medidas 
consumidas en 
cada previa por 
Amiga Cercana, 
en el Último 
Mes 
Cantidad de 
Medidas 
consumidas en 
cada previa por 
Amigo Cercano, 
en el Último 
Mes 
Frecuencia de Asistencia a 
Previas en el Último Mes 
.65 .51 .44 .37 
Medidas consumidas en 
cada Previa, en el Último 
Mes 
.44 .32 .62 .50 
 
Por último, el rasgo de impulsividad correlacionó de modo significativo con 
los indicadores de frecuencia y cantidad de alcohol consumido en el último mes, a la 
vez que no exhibió una correlación significativa con la frecuencia de asistencia a 
previas en el mes previo. Asimismo, los indicadores de impulsividad que fueron más 
determinantes tanto en relación con la frecuencia así como con la cantidad de alcohol 
consumido en el último mes, fueron urgencia positiva y urgencia negativa (Tabla 7). 
 
 44 
Tabla 7: Correlación entre indicadores de consumo de alcohol, asistencia a 
previas e impulsividad. 
 
 
 
Urgencia 
Negativa 
 
Falta de 
Premeditación 
 
Falta de 
Perseverancia 
 
Búsqueda de 
Sensaciones 
 
Urgencia 
Positiva 
Frecuencia de Consumo 
del Último Mes .16 .12 .12 .07 .12 
Medidas Consumidas en 
el Último Mes .20 .08 .08 .14 .16 
Frecuencia de CEEA en 
el Último Mes .18 .12 .12 .05 .11 
Medidas Consumidas el 
Día de Mayor Consumo 
del Último Mes 
.21 .10 .10 .12 .16 
Días de Ebriedad en el 
Último Mes .15 .09 .09 -.03 .14 
Frecuencia de Asistencia 
a Previas en el Último 
Mes 
.09 .07 .07 0 .06 
Medidas consumidas en 
cada previa, en el Último 
Mes 
.20 .09 .09 .09 .11 
 
 
 45 
5. DISCUSION, CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
 
 5.1 Discusión 
Los resultados de la presente investigación confirman aquellos obtenidos por 
estudios similares y encuestas a nivel nacional en Argentina, resaltando nuevamente la 
importancia de esta problemática actual que involucra principalmente a los 
adolescentes. En primera instancia, la proporción de adolescentes que ha consumido 
alcohol alguna vez en la vida y en el último

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