Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
En la Apología de Sócrates (en griego, "Απολογια Σωκρατους" Apologia Socratus), diálogo compuesto entre 393 y 389 a.C., Platón (c. 427 - 347 a.C.) ofrece una versión de la defensa que hizo de sí mismo Sócrates frente al jurado de Atenas tras ser acusado de corromper a los jóvenes y despreciar a los dioses. El diálogo, perteneciente al ciclo platónico de obras socráticas o de juventud, además de rescatar el texto de la apología (defensa) ante el tribunal, constituye la apología (elogio) que hace Platón de su maestro. Sócrates comienza el diálogo diciendo que no sabe si los atenienses han sido ya persuadidos por los que le acusan. Este inicio resulta crucial para establecer el tema del discurso, pues es frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. Sócrates pide al jurado que no atienda a sus virtudes oratorias, sino a la verdad que éstas convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente preparadas, sino que dirá lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones; pero demuestra ser un maestro en retórica, no sólo elocuente y persuasivo, sino hábil con el jurado. Aun así, este discurso, que durante más de dos milenios se ha ganado el favor de los lectores, no consigue ganar el juicio. Sócrates fue condenado a muerte, y desde entonces se le ha admirado por su serena aceptación de la sentencia. Más concretamente, la presente edición viene introducida por el enorme y magníficamente esclarecedor prólogo elaborado por el profesor y doctor Alejandro G. Vigo, que facilitará al lector el entendimiento del desarrollo de la obra a través de una explicación clara y verdaderamente transparente, sin prescindir no obstante de la precisión y de la profundidad analítica propias de un entendido en el tema como es G. Vigo. www.lectulandia.com - Página 2 Platón Apología de Sócrates Diálogos de juventud I ePUB v2.1 jcastro94 20.07.12 www.lectulandia.com - Página 3 Título original: Απολογια Σωκρατους Platón, 393 - 389 a.C. Traducción: laeditorialvirtual.com.ar Diseño/retoque portada: jcastro94 Editor original: jcastro94 (v1.0 a v2.1) Corrección de erratas: Clash_63 ePub base v2.0 www.lectulandia.com - Página 4 Cuatro características corresponden al juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente ponderar prudentemente y decidir imparcialmente. Sócrates, cita atribuida por Platón Es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece no. Sócrates, cita atribuida por Platón Sólo sé que no sé nada; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo. Sócrates, cita atribuida por Platón Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia. Sócrates, cita atribuida por Platón www.lectulandia.com - Página 5 Prefacio www.lectulandia.com - Página 6 Sobre esta edición La presente edición de la obra Apología de Sócrates, cuyo autor es el filósofo griego Aristocles, más conocido por su sobrenombre Platón, surgió de una idea, que a su vez, nació fruto de una necesidad. Dicho requerimiento no es otro que el menester de obtener las obras más relevantes de los autores más representativos de la historia de la filosofía, todo ello con el requisito de conseguirlas de forma gratuita a ser posible. Sin embargo, las versiones de la obra que se podían encontrar en el amplísimo almacén de recursos que constituye Internet dejaban mucho que desear, básicamente en cuanto a lo que el formato o el diseño se refiere, pero también en lo concerniente a los errores ortográficos y gramaticales, cuya ausencia no puedo sin embargo garantizar en la presente maquetación del clásico ante la que nos encontramos. Así pues, tras diversas aunque no demasiado profundas búsquedas por la red, y ante la no precisamente agradable sorpresa que me producía la indisponibilidad de la Apología platónica con una mediana calidad en relación con los factores comentados, me decidí a tratar de elaborar una maquetación del escrito en cuestión que fuese al menos lo bastante digna como para albergar en sí una obra de tamaño nivel y trascendencia como la Apología de Platón. En fin, he aquí el resultado. Para la elaboración del presente ePub, me he valido de diversas fuentes, las cuales me gustaría citar a continuación con el objeto de que, si es de su agrado, el lector de estas líneas no sólo compare las diferencias con respecto al presente producto final, sino que pueda tener una referencia a partir de la cual pueda criticar y más positivamente sugerir algún tipo de mejora que pueda implementar la calidad de esta edición, lo cual no es ni mucho menos improbable. De tal forma, aquí resumo mediante un esquema las fuentes utilizadas: Citas: Wikiquote (Sócrates). Para acceder, haga clic aquí. Información acerca del Prof. Dr. Alejandro G. Vigo, autor del prólogo seleccionado: Nota biográfica de la web de la Universidad de Navarra. Para acceder, haga clic aquí. Información acerca de Sócrates: Artículo de webdianoia sobre Sócrates. Para acceder, haga clic aquí. Información acerca de Platón: Reseña de laeditorialvirtual.com.ar sobre Platón. Para acceder, haga clic aquí. Prólogo: Introducción a la Apología de Sócrates de Platón, incluida en la versión de Alejandro G. Vigo, concretamente en la edición de la Editorial Universitaria de 2005. Para acceder, haga clic aquí. www.lectulandia.com - Página 7 http://es.wikiquote.org/wiki/S%C3%B3crates http://www.unav.es/filosofia/agvigo/ http://www.webdianoia.com/presocrat/socrates.htm http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Platon/LaRepublica_00.html http://books.google.es/books?id=6amfsNu9FrEC&lpg=PA11&ots=9dDSLIvh2i&dq=apolog%C3%ADa%20de%20s%C3%B3crates%20introducci%C3%B3n%20por&hl=es&pg=PA11#v=onepage&q&f=false Notas del prólogo: Notas de la misma introducción a la Apología de Sócrates de Platón, incluida en la versión de Alejandro G. Vigo, concretamente en la edición de la Editorial Universitaria de 2005. Texto de la obra: Traducción de laeditorialvirtual.com.ar datada en 2004, Buenos Aires. Para acceder, haga clic aquí. Notas de la obra: Notas de la misma traducción de laeditorialvirtual.com.ar datada en 2004, Buenos Aires. Más notas de la obra: Notas de la edición de la Apología de Sócrates de librodot.com. Para acceder, haga clic aquí. Distinción entre los diferentes apartados según la traducción de Enrique Estéfano (París, 1578): Diferenciación de los mismos en la propia edición de la Apología de Sócrates de librodot.com. Una vez establecido esto, sólo resta añadir que, tras las sucesivas reseñas referidas al Prof. Dr. Alejandro G. Vigo, a Sócrates (cuya mención aquí es, quizá, más justificada que con respecto a cualquier otra obra platónica) y a Platón, se presentará el prólogo introductor a la obra y finalmente la Apología de Sócrates propiamente dicha. Así pues, que el lector disfrute de este magnífico tesoro literario, tanto como lo ha hecho un servidor al escribir estas líneas. Jesús Castro Martín, 26 de marzo de 2012 www.lectulandia.com - Página 8 http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Platon/LaRepublica_01.html http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/S/Socrates%20-%20Apologia.pdf Breve nota biográfica de Alejandro G. Vigo Alejandro G. Vigo, nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1958, es Profesor en Filosofía (1984) y Licenciado en Filosofía (1988) por la Universidad de Buenos Aires, y Doctor en Filosofía (1994) por la Universidad de Heidelberg. Ha sido becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) (Argentina), el DeutscherAkademischer Austauschdienst (DAAD) (Alemania) y la Alexander von Humboldt Stiftung (Alemania). Entre 1982 y 1988 se desempeñó como Docente Auxiliar de Griego y de Historia de la Filosofía Antigua en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Entre 1993 y 2001 ha sido Profesor de Filosofía Antigua y de Seminarios de Textos en el Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes (Santiago de Chile). Entre 2002 y 2006 ha sido Profesor Adjunto Ordinario del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile). Como profesor visitante ha enseñado en diversas universidades de Hispanoamérica y Europa. Desde 2006 es Profesor Ordinario del Departamento de Filosofía, de la Universidad de Navarra. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Aristóteles, Física, Libros III-IV (introducción, traducción y comentario; Buenos Aires 1995); Zeit und Praxis bei Aristoteles. Die Nikomachische Ethik und die zeitontologischen Voraussetzungen des vernunftgesteuerten Handelns (Freiburg – München 1996); La concepción aristotélica de la felicidad. Una lectura de ‘Ética a Nicómaco’ I y X 6-9 (Santiago de Chile 1997); Platón, Apología de Sócrates (traducción anotada con introducción y análisis; Santiago de Chile 1998; 3ra. edición corregida y ampliada 2001); Estudios aristotélicos (Pamplona 2006). Ha publicado también unos 70 artículos en volúmenes colectivos y revistas especializadas de Iberoamérica, Europa y EEUU. Es coeditor de Méthexis. International Journal for Ancient Philosophy (Academia Verlag, Sankt Augustin, Alemania) y Miembro Titular del Institut International de www.lectulandia.com - Página 9 Philosophie, École Normal Supérieur – CNRS, París. www.lectulandia.com - Página 10 Vida y obra de Sócrates (470 - 399 a.C.) Biografía Sócrates nació en Atenas el año 470 a.C. de una familia, al parecer, de clase media. Su padre era escultor y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida de Sócrates coinciden, pues, con el período de esplendor de la sofística en Atenas. El interés de la reflexión filosófica se centraba entonces en torno al ser humano y la sociedad, abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza. Probablemente Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas de Empédocles, Diógenes de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto orientó sus investigaciones hacia los temas más propios de la sofística. Pensamiento Sócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece mayor consideración. www.lectulandia.com - Página 11 Más problemas plantea la interpretación del Sócrates platónico: ¿Responden las teorías puestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al personaje histórico, o al pensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates sus propias teorías en buena parte de los diálogos llamados de transición y en los de madurez, aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el pensamiento socrático. Esta posición se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no "separó" las Formas, lo que nos ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia. El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda de la definición universal, que pretendía alcanzar mediante un método inductivo; probablemente la búsqueda de dicha definición universal no tenía una intención puramente teórica, sino más bien práctica. Tenemos aquí los elementos fundamentales del pensamiento socrático. Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno" será porque tenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates, por el contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo. ¿Cómo proceder a esa búsqueda? Sócrates desarrolla un método práctico basado en el diálogo, en la conversación, la "dialéctica", en el que a través del razonamiento inductivo se podría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Dicho método constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica. En la primera fase el objetivo fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo reconocida nuestra ignorancia estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase consistiría propiamente en la búsqueda de esa verdad, de esa definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales. La dialéctica socrática irá progresando desde definiciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta alcanzar la definición universal. Lo cierto es que en los diálogos socráticos de Platón no se llega nunca a alcanzar esa definición universal, por lo que es posible que la www.lectulandia.com - Página 12 dialéctica socrática hubiera podido ser vista por algunos como algo irritante, desconcertante o incluso humillante para aquellos cuya ignorancia quedaba de manifiesto, sin llegar realmente a alcanzar esa presunta definición universal que se buscaba. Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácter práctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. En este sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se busca estrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo "Bueno", no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones será identificada pues con la ignorancia,y la virtud con el saber. En el año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la doble acusación de "no honrar a los dioses que honra la ciudad" y "corromper a la juventud". Al parecer dicha acusación, formulada por Méleto, fue instigada por Ánito, uno de los dirigentes de la democracia restaurada. Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65 votos, se negó a marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le preparaban sus amigos, afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la ciudad, y a sus principios. El día fijado bebió la cicuta. La influencia de Sócrates Sócrates ejercería una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarían su pensamiento en direcciones distintas, y aun contrapuestas. Algunos de ellos fundarían escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de Mégara (fundador de la escuela de Mégara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense Antístenes (escuela cínica, a la que pertenecería el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo de Cirene (escuela cirenaica). www.lectulandia.com - Página 13 Vida y obra de Platón (427 - 347 a.C.) Reseña Platón (ca. 427 a.C./428 a.C. – 347 a.C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia nobilísima y de la más alta aristocracia. Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Durante su juventud luchó como soldado en las guerras del Peloponeso de las cuales Atenas salió derrotada, y el poder y la economía que ostentaba sobre el mundo griego cayó en las manos de Esparta. Entre sus obras más importantes se cuentan los diálogos La República (en griego politeia, "forma de gobernar - ciudad"), en la cual elabora la filosofía política de un estado ideal; el Fedro, en el que desarrolla una compleja e influyente teoría psicológica; el Timeo, un influyente ensayo de cosmología racional influida por las matemáticas pitagóricas; y el Teeteto, el primer estudio conocido sobre filosofía de la ciencia. Las narraciones alegóricas de algunas de sus obras, entre ellas el Timeo y el Critias, dieron origen al mito de la Atlántida. Fue fundador de la Academia de Atenas, donde estudió a Aristóteles. Participó extensivamente en la enseñanza en la Academia y escribió sobre muy diversos temas filosóficos, especialmente los que trataban de la política, ética, metafísica y epistemología. Las obras más famosas de Platón fueron sus diálogos; si bien varios epigramas y cartas también han sobrevivido. Se cree que todos los diálogos de Platón que se conocen son auténticos. Los diálogos de Platón tienen mucha vitalidad y frecuentemente incluyen humor e ironía. Se considera que Platón es el filósofo más ameno de todos. A Sócrates lo menciona frecuentemente en los diálogos. Cuánto del contenido y de los argumentos es obra de Sócrates o de Platón, es difícil decir, por cuanto Sócrates no dejó evidencia escrita de sus enseñanzas. Esta ambigüedad es la que se www.lectulandia.com - Página 14 conoce como el "problema socrático". No hay duda, sin embargo, que Platón fue influido profundamente por las enseñanzas de Sócrates; de hecho sus primeras ideas y ensayos lucen como adaptaciones de las de Sócrates. Biografía Platón, que realmente se llamaba Aristocles Podros, y cuyo seudónimo Platón significa "el de los hombros anchos", era hijo de una familia que pertenecía a la más rancia aristocracia ateniense, concretamente a la familia denominada Glaucón. Su padre se llamaba Aristón y su madre Perictione. Durante su juventud vivió las consecuencias de la guerra del Peloponeso. A los 21 años pasó a formar parte del círculo de Sócrates, el cual produjo un gran cambio en sus orientaciones filosóficas. Tras la muerte de Sócrates en el 399 a.C., Platón se refugió en Megara durante un breve espacio de tiempo, donde comenzó a escribir sus diálogos filosóficos. Sus conocimientos y habilidades eran tales que los griegos lo consideraron como hijo de Apolo y decían que en su infancia las abejas habían anidado en sus labios como profecía de las palabras melosas que salían de ellos. Platón fue discípulo de Sócrates en su juventud y de acuerdo a sus propias palabras, estuvo presente durante su juicio, pero no en su ejecución. El trato que Atenas dio a Sócrates afectó profundamente a Platón y mucho de sus primeros trabajos registran la memoria de su maestro. Se dice que mucho de sus escritos sobre la ética estaban dirigidos a evitar que injusticias como la sufrida por Sócrates volvieran a ocurrir. Después de la muerte de Sócrates, Platón viajó extensamente por Italia, Sicilia, Egipto y Cirene en busca de conocimientos. En el 396 a.C. emprendió un viaje de diez años por Egipto y diferentes lugares de África e Italia. En Cirene conoció a Aristipo y al matemático Teodoro. En Magna Grecia se hizo amigo de Arquites de Tarento y conoció las ideas de los seguidores de Parménides. En el 388 a.C. viajó a Sicilia y en Siracusa, donde quiso influir en la política de Dionisio I y aprendió mucho de las formas de gobierno que plasmaría después en La República (en griego politeia que significa ciudadanía o forma de gobierno). Sus manifestaciones políticas, que en algunos casos eran irreverentes con la clase dominante, lo llevaron a prisión . Aníceris de Círene reconoció a Platón en la venta de esclavos y le compró para devolverle la libertad. En el 361 a.C., tras recobrar su libertad, Platón compró una finca en las afueras de Atenas, donde fundó un centro especializado en la actividad filosófica y cultural, al cual llamó Academia. El nombre procede del anterior dueño de la finca llamado Academo y dicha academia funcionó ininterrumpidamente hasta su clausura por Justiniano I en el 529 dC, pues veía en esta una amenaza para la propagación del cristianismo. Muchos filósofos e intelectuales estudiaron en esta academia, www.lectulandia.com - Página 15 incluyendo a Aristóteles. Platón también recibió influencias de otros filósofos, como Pitágoras, cuyas nociones de armonía numérica se hacen eco en la noción de Platón sobre las Formas; también Anaxágoras, quien enseñó a Sócrates y que afirmaba que la inteligencia o la razón penetra o llena todo; y Parménides, que argüía acerca de la unidad de todas las cosas y quien influyó sobre el concepto de Platón acerca del alma. Murió en el 347 a.C., dedicándose en sus últimos años a la Academia. Obra La obra de Platón está escrita en forma de diálogos y puede dividirse en cuatro etapas: 1. Primeros diálogos o diálogos socráticos o de juventud. Se caracterizan por sus preocupaciones éticas. Están plenamente influidos por Sócrates. Las más destacadas son: Apología de Sócrates, Critón, Protágoras, Cármides, Laques y Eutifrón. 2. Época de transición. Esta fase se caracteriza también por cuestiones políticas, además, aparece un primer esbozo de la Teoría de la Reminiscencia y trata sobre la filosofía del lenguaje. Destacan: Gorgias, Menón, Crátilo, Menéxeno, Eutidemo, Hipias Menor e Hipias Mayor. 3. Época de madurez o diálogos críticos. Platón introduce explícitamente la Teoría de las Ideas recién en esta fase y desarrolla con más detalle la de la Reminiscencia. Igualmente se trata de distintos mitos. Destacan: El Banquete, Fedón, La República y Fedro. 4. Diálogo de vejez o diálogos críticos.En esta fase revisa sus ideas anteriores e introduce temas sobre la naturaleza y la medicina. Destacan: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo y Leyes. Los personajes de los diálogos son generalmente personajes históricos, como Sócrates, Parménides o Gorgias, aunque a veces también aparecen algunos de los que no se tiene ningún registro histórico aparte del testimonio platónico. Cabe destacar, además, que si bien en muchos diálogos aparecen discípulos de Sócrates, Platón no aparece nunca como personaje. Solamente es nombrado en Apología de Sócrates y en Fedón, pero nunca aparece discutiendo con su maestro ni con ningún otro. En la actualidad se cree que Platón escribió cuarenta y dos diálogos, recopilados por sus discípulos y otros escritores contemporáneos (que también escribieron sobre él). Además de los diálogos, se conservan algunas cartas que Platón supuestamente escribió en sus años de vejez. Si bien el carácter de algunas de ellas es apócrifo, otras, como la Carta Séptima, son consideradas auténticas y resultan muy importantes para reconstruir parte de la vida y el pensamiento ulterior de Platón. Su teoría más conocida es la de las Ideas o Formas. En ella se sostiene que todos los entes del mundo sensible son imperfectos y deficientes, y participan de otros www.lectulandia.com - Página 16 entes, perfectos y autónomos (Ideas) de carácter ontológico muy superior y de los cuales son pálida copia, que no son perceptibles mediante los sentidos. Cada Idea es única e inmutable, mientras que, las cosas del mundo sensible son múltiples y cambiantes. La contraposición entre la realidad y el conocimiento es descrita por Platón en el célebre mito de la caverna, en La República. Para Platón, la única forma de acceder a la realidad inteligible era mediante la razón y el entendimiento; el papel de los sentidos queda relegado y se considera engañoso. Es importante resaltar que la dicotomía entre un mundo inteligible y otro mundo sensible es más bien un recurso pedagógico que suele usarse para ilustrar la diferencia ontológica entre los entes inteligibles y los sensibles. En el Timeo menciona también lo que ahora conocemos como los sólidos platónicos. Temas A diferencia de Sócrates, Platón escribió profusamente acerca de sus puntos de vista filosóficos, dejando un considerable número de manuscritos. En los escritos de Platón se pueden ver conceptos acerca de la mejor forma de gobierno, incluyendo la aristocracia, la democracia y la monarquía. Un tema central de su obra es el conflicto entre la naturaleza y las creencias de la época concernientes al rol de la herencia y del medio ambiente en el desarrollo de la personalidad y la inteligencia del hombre mucho antes que el debate sobre la naturaleza y la crianza del Hombre comenzara en la época de Thomas Hobbes y John Locke. Otro tema que Platón trató profusamente fue la dicotomía entre el saber y la opinión, que anticipaba los debates más modernos entre empirismo y racionalismo, y que posteriormente trataron los post-modernistas y su oponentes al argüir sobre la distinción entre objetivo y subjetivo. Inclusive la historia de la ciudad o continente perdido de la Atlántida nos llegó como una historia ilustrativa de Platón en su obra Timeo y Critias. Formas y bases Platón escribió principalmente en forma de diálogo. En sus primeros diálogos, diferentes caracteres discuten un tópico haciendo preguntas el uno al otro. Sócrates figura prominentemente de aquí que se denominen como "Diálogos Socráticos". La naturaleza de estos diálogos cambió sustancialmente en el curso de la vida de Platón. Es reconocido generalmente que las primeras obras de Platón estaban basadas en el pensamiento de Sócrates, mientras que las posteriores se van alejando de las ideas de su antiguo maestro. En los últimos diálogos, que más bien tienen la forma de tratados, Sócrates está callado o ausente, mientras que en los inmediatamente anteriores es la figura principal y los interlocutores se limitan a responder "si", "por supuesto" y "muy cierto". Se asume que si bien los primeros diálogos están basados www.lectulandia.com - Página 17 en conversaciones reales con Sócrates, los subsecuentes son totalmente la obra e ideas de Platón. La ostensible puesta en escena de un diálogo distancia a Platón de sus lectores de la filosofía que se está discutiendo; uno puede elegir dos opciones de percepción; una es participar en el diálogo y las ideas que se discuten o simplemente leer las respuestas de las personalidades que intervienen en el diálogo. El formato del diálogo le permitió a Platón expresar opiniones impopulares en la boca de caracteres antipáticos, tales como "Thraysymachus" (Trasímaco) en La República. Metafísica Se ha interpretado tradicionalmente al Platonismo como una forma de dualismo metafísico, a veces referido como Realismo Platónico o Exagerado. De acuerdo a esto, la metafísica de Platón divide al mundo en dos distintos aspectos; el mundo inteligible —el mundo del auténtico ser—, y el mundo que vemos alrededor nuestro en forma perceptiva — el mundo de la mera apariencia. El mundo perceptivo consiste en una copia de las formas inteligibles o Ideas. Estas formas no cambian y sólo son comprensibles a través del intelecto o entendimiento – es decir, la capacidad de pensar las cosas abstrayéndolas de como se nos dan a los sentidos. En los Libros VI y VII de La República, Platón utiliza diversas metáforas para explicar sus ideas metafísicas y epistemológicas: las metáforas del sol, la muy conocida "alegoría de la caverna" y, la más explícita, la de la línea dividida. En su conjunto, estas metáforas transmiten teorías complejas y difíciles. Está, por ejemplo, la Idea del Bien, a la que tiene como principio de todo ser y de todo conocer. La Idea del Bien realiza esto de manera similar a la del sol que emana luz y permite la visión de las cosas y la generación de éstas en el mundo perceptivo (ver la alegoría del sol). En el mundo perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor no son sino una ligera resemblanza con las formas más reales y fundamentales que representa el mundo inteligible de Platón. Es como si viéramos una sombra de las cosas, sin ver las cosas mismas. Estas sombras son una representación de la realidad, pero no la realidad misma (ver la alegoría de la cueva en La República, libro VII). Podemos imaginarnos que todo en el mundo está representado por una línea donde la realidad va apareciendo gradualmente. La primer parte de la línea representa la diferencia entre el mundo perceptivo y el inteligible. A su vez el mundo perceptivo está dividido en segmentos representado por cosas y también por sombras, reflejos y representaciones de éstos. Similarmente, el mundo inteligible esta divido en segmentos que representan los principios y formas generales y por otra parte, formas más derivativas o reflejadas. www.lectulandia.com - Página 18 La metafísica de Platón, y particularmente el dualismo entre lo inteligible y lo perceptivo, inspiró posteriormente a los pensadores Neoplatónicos, tales como Plotinus y Gnostis, y a otros realistas metafísicos. Si bien las interpretaciones de las escrituras de Platón (particularmente La República) han tenido una inmensa popularidad en la larga historia de la filosofía occidental, también es posible interpretar sus ideas en una forma más conservadora que favorece la lectura desde un punto de vista epistemológico más que metafísico como sería el caso de la metáfora de la Cueva y la Línea Dividida. Existen obvios paralelos entre la alegoría de la Cueva y la vida del maestro de Platón, Sócrates, quien fue ejecutado en su intención de abrir los ojosa los atenienses. Este ejemplo revela la dramática complejidad que frecuentemente se encuentra bajo la superficie de los escritos de Platón (no hay que olvidar que en La República, quien narra la historia es Sócrates). Epistemología Las opiniones de Platón también tuvieron mucha influencia en la naturaleza del conocimiento y la enseñanza. La primer pregunta que surge es la de si la virtud puede ser enseñada. Platón procede a exponer los conceptos de la memoria y el aprendizaje como un descubrimiento de conocimientos previos y opiniones correctas que son correctas pero no tienen una clara justificación. Afirmaba que el conocimiento está basado esencialmente en creencias verdaderas justificadas; una creencia influyente que más adelante llevó al desarrollo de la epistemología. En el "Theaetetus" (Teeteto), Platón distingue entre la creencia y el conocimiento por medio de la justificación. Muchos años después, Edmund Gettier demostraría los problemas de las creencias verdaderas justificadas en el contexto del conocimiento. El Estado Las ideas filosóficas de Platón tuvieron muchas implicaciones sociales, particularmente en cuanto al estado o gobierno ideal. Hay discrepancias entre sus ideas iniciales y las que expuso posteriormente. Algunas de sus más famosa doctrinas están expuestas en La República. Platón decía que las sociedades debieran tener una estructura tripartita que respondía a una estructura, según la inclinación, el espíritu y la razón del alma de cada individuo: Productores – Eran nos trabajadores y correspondían a la parte de "apetito" o "inclinación" del alma. Protectores – Eran los guerreros aventureros, fuertes, valientes y que formaban www.lectulandia.com - Página 19 el "espíritu" del alma. Gobernantes – Eran aquellos que eran inteligentes, racionales, apropiados para tomar decisiones válidas para toda la comunidad. Éstos formaban la "razón" del alma. De acuerdo con este modelo, los principios de la democracia ateniense resultaban rechazados ya que allí, en realidad, muy pocos estaban en capacidad de gobernar. En lugar de retórica y persuasión, lo que Platón dice es que deben gobernar la razón y la sabiduría. Sin embargo, esto no equivale a tiranía, despotismo u oligarquía, pues, como Platón decía: Hasta que los filósofos no gobiernen como reyes, o aquellos que ahora son llamados reyes y los dirigentes o líderes puedan filosofar debidamente; es decir: hasta tanto el poder político y el filosófico no concuerden, mientras las diferentes naturalezas busquen uno solo de estos poderes exclusivamente, las ciudades no tendrán paz, ni tampoco la tendrá la raza humana en general. Platón describe a estos "reyes filósofos" como aquellos que "aman ver la verdad esté donde esté, con los medios de que se disponen" y apoya su idea con la analogía de un capitán y su navío, o un médico y su medicina. Navegar y curar no son prácticas que todo el mundo está en condiciones de ejecutar. Gran parte de La República está dedicada a indicar el proceso educacional necesario para formar a estos "reyes filósofos". www.lectulandia.com - Página 20 Prólogo de Alejandro G. Vigo www.lectulandia.com - Página 21 1. Sócrates, la Apología y los escritos tempranos de Platón Se ha dicho con razón que Sócrates goza del raro privilegio de haber sido elevado a través de la historia al rango de representante de la humanidad como tal1 . Desde posiciones muy diversas, y en épocas muy diferentes, la figura de Sócrates ha sido vista casi unánimemente como el ejemplo paradigmático de un cierto tipo de actitud frente a los problemas fundamentales de la vida humana, particularmente, en su dimensión ética, religiosa y también política. Esto vale no sólo para los muchos y diversos adherentes a la figura y la actitud socráticas, sino del mismo modo también para quienes, como Nietzsche y en su tiempo ya Aristófanes, se convirtieron en radicales críticos de Sócrates, precisamente por estar convencidos de que encarnaba de modo ejemplar los rasgos de una actitud decadente, dotada de un enorme potencial disolutorio. Este carácter indiscutiblemente paradigmático de su figura explica también, en buena medida, el hecho de que el caso de Sócrates siga teniendo hoy para nosotros un interés que no se reduce al plano meramente histórico, sino que se conecta también, de modo directo, con nuestras propias dudas y convicciones respecto de los problemas fundamentales que el caso pone en juego. Ahora bien, la permanente presencia de la figura de Sócrates, un filósofo que no dejó nada escrito, como un eje de referencia básico a lo largo de un proceso de recepción histórica que lleva ya bastante más de dos mil años, no habría sido ni remotamente posible sin la mediación de una tradición literaria que, partiendo de la experiencia histórica inmediata, conservó, configuró y estilizó los rasgos del personaje, hasta elevarlos a la categoría de arquetipo. A esa tradición literaria pertenecen, entre otros, escritores como Jenofonte, un seguidor e incondicional admirador de Sócrates, y Aristófanes, uno de sus más incisivos críticos de la Antigüedad, mencionado como tal ya en la Apología escrita por Platón. Pero la figura principal es aquí, sin duda, Platón mismo2 . Puede decirse que el Sócrates que influyó de modo directo y decisivo en la recepción histórica posterior fue, casi siempre, el Sócrates conservado y recreado por Platón. Como se sabe, la fascinación por la figura de Sócrates y el duro impacto producido por la experiencia de su juicio y condena a muerte dieron el impulso inicial a la carrera literaria de Platón, quien se dedicó, en un principio, a escribir obras que retrataran la verdadera figura de su maestro y el carácter de su indagación filosófica, con el fin de defenderlo y reivindicarlo de las imputaciones que llevaron a su ejecución. De hecho, tres de los primeros escritos de Platón —a saber, la Apología, el Critón y, de modo menos directo, el Eutifrón— están conectados en el proceso y la condena de Sócrates. Y aunque los demás diálogos del período temprano, que tienen a Sócrates como personaje principal, no muestran la misma vinculación con el tema, el motivo del juicio y la condena a Sócrates reaparece todavía, con renovada fuerza, www.lectulandia.com - Página 22 en un diálogo del período de madurez tan importante como el Fedón, compuesto unos diez años más tarde que la Apología, cuya escena principal, tras un breve diálogo introductorio, está situada, a modo de recuerdo, en los momentos que preceden inmediatamente a la ejecución de Sócrates en la prisión. Respecto a la Apología hay que suponer que fue compuesta no muchos años después de la muerte de Sócrates, ocurrida en el 399 a.C. El argumento habitual para poner el 393 como fecha límite de la composición (terminus ante quem) remite al hecho de que el escrito platónico no replica de modo directo a los cargos realizados contra Sócrates por el sofista Polícrates en su Acusación contra Sócrates, publicada casi seguramente en ese año3 . En todo caso, la Apología, que es el único de los escritos publicados por Platón que no presenta la forma literaria del diálogo, se halla en vecindad inmediata, tanto desde el punto de vista cronológico como desde el punto de vista del contenido, con los escritos del período socrático más temprano como Critón, Ion, Eutifrón, Cármides y Laques4 . Sin embargo, aunque emparentada estrechamente con los otros escritos referidos al proceso de Sócrates, la Apología tiene, sin duda, una especial importancia como fuente para el conocimiento de aspectos fundamentales de la figura de Sócrates. El escritoprovee un rico y vívido retrato del modo en que Sócrates enfrentó la instancia decisiva, en la que debió probar la firmeza de sus propias convicciones frente a la amenaza cierta de muerte. Como nos informa el escrito (cf. 34a, 38b), Platón estuvo presente en el juicio. Y tradicionalmente se ha argumentado, con razón, que necesariamente tiene que haberse ceñido, al menos, en general a lo efectivamente ocurrido, tratándose de hechos de dominio público y estando interesado el propio Platón, sobre todo, en mostrar la injusticia del juicio y castigo a su maestro. Con todo, la versión de Platón seguramente no puede verse como una simple crónica de los acontecimientos, que pretenda ser históricamente fiel hasta en sus mínimos detalles. Constituye, más bien, una recreación genial, que apunta, sobre todo, a rescatar y poner de manifiesto el significado de lo acontecido5 . Pero justamente por eso puede sernos, tal vez, de mayor utilidad, a la hora de intentar establecer, desde un punto de vista más puramente filosófico que histórico, en qué consistía realmente el sentido nuclear de la actitud y la indagación de Sócrates. www.lectulandia.com - Página 23 2. El juicio a Sócrates Desde el punto de vista del contenido, la Apología de Sócrates escrita por Platón constituye en su parte fundamental una reproducción no literal del alegato de descargo pronunciado por Sócrates ante el tribunal ateniense, tras los alegatos pronunciados por sus acusadores. El juicio tuvo lugar en el año 399 a.C., a comienzos del mes de Anthesterion, es decir, en época cercana al inicio de la primavera boreal (febrero-marzo). Este hecho tuvo consecuencias posteriores importantes, pues durante ese mes Atenas enviaba todos los años un navío a la isla de Delos para dar gracias en el santuario de Apolo, y hasta el regreso de la delegación no podían realizarse ejecuciones. Esto hizo que, tras el juicio, Sócrates debiera aguardar en prisión un tiempo bastante prolongado, más o menos un mes, antes de ser ejecutado, mientras que normalmente las ejecuciones judiciales se realizaban de modo inmediato, por lo general, al día siguiente del juicio. Las conversaciones que proveen la trama de los diálogos Critón y Fedón están situados, precisamente, en los días de cautiverio previos a la ejecución de la sentencia. Todo indica que el proceso contra Sócrates se inició y desarrolló de acuerdo con el curso normal de las causas judiciales de este tipo. El procedimiento se iniciaba con la presentación formal de cargos ante el rey- arconte, quien, tras evaluar los argumentos de las partes, dictaminaba acerca de si las imputaciones tenían o no el mérito suficiente como para dar lugar a un juicio. En caso afirmativo, el caso era remitido a la corte que entendía en la materia correspondiente: en procesos por impiedad, a la corte denominada Eliaia. El tribunal era colegiado, y no unipersonal. Los jueces eran elegidos por sorteo entre los ciudadanos que se postulaban voluntariamente cada año para desempeñar el cargo. El número de jueces designados para cada proceso era elevado y, al parecer, podía oscilar fuertemente: desde unos pocos cientos hasta miles, según la importancia y la seriedad del caso6 . No conocemos con certeza cuál fue el número exacto de los jueces en el juicio contra Sócrates. Pero la opinión mayoritariamente aceptada, la cual se basa en una serie de conjeturas a partir de indicaciones de fuentes antiguas, fija su número en 5017 . Los juicios eran públicos. En la Apología Sócrates alude marginalmente a la presencia de oyentes, además de los jueces encargados de dictar sentencia (cf. 24e; véase también 33d-34a). Una vez reunido el jurado en el tribunal, se procedía a leer el texto de la acusación. A partir de allí, el proceso comprendía una secuencia fija de tres bloques de igual duración, destinados a los alegatos de las partes. En el primer turno presentaba sus argumentos la parte acusadora, es decir, el promotor formal de la acusación y quienes hacían causa común en él. En el caso del juicio a Sócrates, www.lectulandia.com - Página 24 además de Méleto parecen haber alegado formalmente a favor de la acusación también Ánito y Licón (cf. 36a-b). A continuación, como segundo turno, se otorgaba el mismo tiempo a la defensa para hacer su alegato de descargo. También en este caso podían hablar, además del acusado, quienes cooperaban en su defensa. Sin embargo, la Apología platónica implica que Sócrates asumió en soledad la tarea de defenderse8 . A estos primeros alegatos de las partes seguía una primera votación del jurado, en la que se decidía exclusivamente por el veredicto de culpabilidad o inocencia. Tras el anuncio del veredicto se abría, en caso de culpabilidad, un tercer tiempo, de igual longitud que los dos anteriores, destinado a establecer el tipo y / o el monto de la pena a aplicar. Primero tomaba la palabra la parte acusadora para proponer una determinada pena. Luego la defensa hacía una contrapropuesta. Para comprender algunos aspectos de la lógica interna del proceso contra Sócrates resulta importante recordar que, cuando la ley no fijaba expresamente un tipo de penalidad para el delito que era materia del juicio, el tribunal podía fijar por sí mismo la pena, pero con la importantísima restricción de que para ello debía limitarse a escoger entre la propuesta de la parte acusadora y la contrapropuesta de la defensa, sin posibilidad de modificarlas. En casos que quedaban encuadrados en esta situación, si la parte acusadora lograba un veredicto de culpabilidad, quedaba de inmediato en posición favorable para forzar determinadas salidas proponiendo determinados tipos de penas. En el caso concreto del juicio a Sócrates, hay buenas razones para suponer que el pedido de condena a muerte de parte de la acusación tenía como genuino objetivo forzar a Sócrates a una contrapropuesta de exilio, a fin de lograr así, de modo indirecto, una salida elegante, que resultara más o menos aceptable para todos9 . Después de oír las proposiciones de ambas partes en torno al tipo y / o monto de la pena, el jurado procedía a votar para decidir en favor de una de ellas. Con esto, el proceso quedaba formalmente concluido. Pero no es improbable que, en ciertos casos especiales, se concediera al ya condenado la posibilidad de dirigirse nuevamente a los jueces. Así acontece, de hecho, en la Apología platónica. Y es razonable suponer que, fuera o no realmente cierto que Sócrates dispuso efectivamente de tal posibilidad, Platón no hubiera incluido en su escrito un nuevo discurso de Sócrates con posterioridad a la proclamación de la decisión sobre la modalidad de la condena, si no hubiera habido ciertos precedentes al respecto en la práctica forense de la época10 . Considerada esta última posibilidad, el acusado estaba entonces, al menos en ciertos casos, en condiciones de tomar la palabra en tres oportunidades a lo largo del proceso. La estructura de la Apología platónica refleja directamente esta secuencia de pasos. El contenido del escrito está dado por los tres discursos que habría pronunciado Sócrates a lo largo del proceso. La parte más extensa de la obra (17a- 35d) está dedicada a la primera intervención de Sócrates, al hacer su alegato de www.lectulandia.com - Página 25 descargo frente a las imputaciones de la parte acusadora. El segundo discurso (35e- 38b) contiene la contrapropuesta de Sócrates frente al pedido de pena de muerte realizado por los acusadores, tras conocerse el veredicto de culpabilidad. Por último, el tercer discurso (38c-42a) contiene las palabrasque Sócrates habría dirigido a los jueces tras la proclamación de la sentencia a muerte. www.lectulandia.com - Página 26 3. La actitud de Sócrates. Piedad, saber e ignorancia El juicio a Sócrates tomó la forma de un proceso por impiedad (asébeia)11 . Sabemos de varios procesos de este tipo contra intelectuales y personas públicas en Atenas, y sabemos también que, en general, solían encubrir tras la motivación alegadamente religiosa razones de otra índole, predominantemente políticas. En muchos casos, el proceso por impiedad constituía, en la práctica, un recurso para forzar la salida al exilio del acusado, fin respecto del cual la motivación propiamente religiosa jugaba un papel secundario o incluso meramente instrumental. En este aspecto, el juicio a Sócrates puede no haber sido la excepción, al menos, en la intención de quienes lo iniciaron. Sin embargo, el curso que tomaron posteriormente los acontecimientos lo convirtió, finalmente, en un caso completamente excepcional. De hecho, no sabemos de ningún otro caso en el cual el resultado de un proceso por impiedad haya sido la condena a muerte y la ejecución del acusado. A este resultado excepcional e inesperado contribuyeron, sin duda, muchos factores, entre ellos, también el peculiar tipo de actitud que Sócrates adoptó y puso de manifiesto en su defensa. Pues, distanciándose críticamente de muchas prácticas habituales en los alegatos de este tipo, Sócrates optó por realizar una defensa a través de la cual se mostraba intransigente en cuestiones de principios, presentando su actividad pública como fundada directamente en un conjunto de premisas y convicciones fundamentales, respecto de las cuales se mostraba completamente reacio a todo tipo de concesión y negociación. No se trataba simplemente del rechazo a una actitud pragmática que abandonara determinadas convicciones en favor de una supuesta utilidad más inmediata. Por el contrario, Sócrates creía estar obrando del único modo que le aseguraba, finalmente, no causar un verdadero daño, a sí mismo y a la ciudad toda. Lo que estaba en juego era, en definitiva, la oposición entre dos conjuntos de convicciones acerca del bien y de la felicidad —las de Sócrates, por un lado, y las de la mayoría de quienes debían juzgar su conducta, por el otro—, oposición en virtud de la cual las razones alegadas por cada una de las partes así como sus respectivas representaciones acerca de lo que podría contar como una salida razonable resultaban, de algún modo, inconmensurables. En dicha actitud de Sócrates frente a sus jueces juega, sin duda, un papel especialmente relevante el componente ético y religioso. Un aspecto importante para comprender la actitud general adoptada por Sócrates frente a los jueces reside en el hecho de que, en el marco de un proceso por impiedad, Sócrates presenta su actividad, precisamente, como un servicio al dios Apolo, es decir, como una peculiar forma de la piedad frente a los dioses. Platón explota esta situación en todo su potencial, a la vez, trágico e irónico. Las actividades por las que se lo acusa de impiedad constituyen en su motivación inicial y básica, explica Sócrates, la respuesta www.lectulandia.com - Página 27 a una exigencia del dios, expresada a través del oráculo. Con todo, no es casual que haya podido tener lugar aquí un malentendido tan profundo entre las partes, ya que el tipo de servicio piadoso al dios que Sócrates cree necesario llevar a cabo tiene poco o nada que ver con las formas habituales de la piedad cívica ateniense. En tal sentido, Sócrates encarna, de hecho, una nueva forma de religiosidad vinculada a las tendencias centrales del movimiento cultural y espiritual de la Ilustración del siglo V12 . Uno de los componentes esenciales de esta peculiar actitud socrática está dado por la conexión inmediata que Sócrates establece entre el respeto piadoso ante lo divino, por un lado, y la actitud crítica frente al saber y el conocimiento, propia de la reflexión filosófica, por el otro. Sócrates explica el origen de su actividad filosófica de indagación como un intento por interpretar el sentido de la sentencia del oráculo de Delfos, que declaraba, para su asombro, que no había ningún hombre que lo superase en sabiduría, mientras que él mismo creía estar consciente de los límites de su saber y se tenía a sí mismo por ignorante. Justamente era el contraste entre lo que afirmaba el oráculo, por un lado, y lo que Sócrates mismo creía saber respecto de sí mismo, por el otro, lo que hacía imperioso que Sócrates se dedicara a establecer qué quería decir realmente el oráculo, sobre la base de la convicción de que el dios, en algún sentido, debía estar diciendo de verdad. Su actividad de indagación y cuestionamiento de aquellos que parecían, en principio, ser más sabios que él mismo, por poseer algún conocimiento especializado o, al menos, una cierta reputación pública de sabios, lo llevó finalmente a constatar que en todos los casos el saber — real o aparente— de sus interlocutores iba acompañado de una clara falta de conciencia de los límites de la competencia que dicho saber —real o supuestamente — les proporcionaba. Sobre esta base, Sócrates concluyó que la superioridad en sabiduría que le atribuía el oráculo sobre el resto de sus conciudadanos no aludía a la posesión de un peculiar saber de contenidos, que él mismo estaba consciente de no tener, sino más bien precisamente a su consciencia de los límites del propio saber. La conciencia de los límites del propio saber constituye un modo peculiar de referirse de modo expreso a dicho saber, un modo situado en un plano de reflexión más alto que el correspondiente a la mera posesión y ejercicio de ese saber como tal. A falta de dicho componente reflexivo, piensa Sócrates, toda posesión de saber constituye potencialmente —al menos, en el caso del hombre, cuyo saber es siempre limitado— también una forma peculiar de error e ignorancia, pues lleva tendencialmente al sujeto a arrogarse conocimiento y competencia también en áreas y materias respecto de las cuales ya no sabe realmente nada. Liberar al sujeto que se halla en tales condiciones de esta peculiar —y pertinaz— forma de error e ignorancia, haciéndole advertir precisamente los límites de su propio saber, es uno de los objetivos fundamentales del método refutatorio puesto en práctica por Sócrates. En www.lectulandia.com - Página 28 este sentido, interpreta Sócrates, el dios lo ha puesto como ejemplo de un tipo peculiar de sabiduría. Esta sabiduría está caracterizada ante todo, precisamente, por la conciencia de los límites del propio saber, y es como tal una sabiduría propiamente humana, por oposición al conocimiento acabado y perfecto, que sería más bien exclusivo de los dioses. Por lo mismo, la sabiduría humana involucra, a la vez, una peculiar forma de piedad. El que reconoce los límites del propio saber queda preservado del error de creerse sabio en el sentido habitual del término y permanece, a la vez, abierto a la debida actitud de respeto frente a aquello que, como lo divino mismo, lo supera en sabiduría. Pero la función de Sócrates en la ciudad no queda adecuadamente descrita por referencia exclusivamente a la tarea de producir en sus interlocutores el reconocimiento de la propia ignorancia. Sócrates mismo presenta su tarea en la Apología como una tarea de exhortación a una vida verdaderamente humana, que dé más importancia a la virtud y los bienes del alma que al bienestar material y las posesiones exteriores. Junto a la conciencia de los límites del propio saber, laactitud socrática aparece así, al mismo tiempo, como fundada en ciertas convicciones sólidas acerca de lo que es mejor o más valioso como también acerca del modo de vida que resulta preferible para el hombre. Y tales convicciones son lo suficientemente fuertes como para que Sócrates prefiera morir perseverando en ellas, antes que seguir viviendo a costa de sacrificarlas y dañar así su propia alma. Al menos en un primer nivel de análisis, hay una tensión manifiesta entre dos componentes esenciales de la actitud socrática, la conciencia de los límites del propio saber y la convicción fuerte en materias de crucial relevancia moral. De hecho, buena parte de la investigación más reciente en torno a la filosofía de Sócrates ha girado en torno de las paradojas que involucraría la actitud socrática: Sócrates no sabe, pero es sabio porque sabe que no sabe; Sócrates no sabe cómo definir las nociones morales básicas como la piedad, la justicia y la valentía, que son objeto habitual de sus indagaciones, pero sabe que lo más importante son la virtud y los bienes del alma, al punto de estar dispuesto a morir, con tal de no actuar de modo contrario a sus convicciones, etcétera13 . No es claro hasta qué punto Sócrates mismo estuvo en condiciones de diagnosticar y, eventualmente, de resolver satisfactoriamente todas las dificultadas vinculadas con este complejo entramado de problemas. Pero hay razones para pensar que, lejos de ver como incompatibles la búsqueda de la virtud y el reconocimiento de la propia ignorancia, Sócrates apuntaba más bien hacia una dimensión en la cual ambos aspectos resultaban tendencialmente convergentes. Pues si la ignorancia es un mal para el alma, tanto más lo será allí donde no es reconocida como tal y puede así incluso pasar falsamente por conocimiento. Donde el saber es finito y falible, como en el caso del hombre, todo genuino conocimiento se obtiene por el camino de la www.lectulandia.com - Página 29 superación del error y la ignorancia. Y el primer paso para ello consiste, en definitiva, en reconocer como tales el error y la ignorancia mismos. Tal es, al menos, en parte también el significado de la famosa sentencia socrática, según la cual la vida humana no debe sustraerse a la necesidad de ser sometida a permanente examen, si es que de veras pretende ser una vida genuinamente humana (Apología 38a)14 . www.lectulandia.com - Página 30 Primera parte www.lectulandia.com - Página 31 Introducción www.lectulandia.com - Página 32 Introducción 17a0 ¡Ciudadanos atenienses! Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores. Han hablado de forma tan seductora que, al escucharlas, casi han conseguido deslumbrarme a mí mismo. www.lectulandia.com - Página 33 Cualidades de orador Sin embargo, quiero demostraros que no han dicho ninguna cosa que se ajuste a la realidad. Aunque de todas las falsedades que han urdido, hay una que me deja lleno de asombro: la que dice que tenéis que precaveros de mí y no dejaros embaucar, porque soy una persona muy hábil en el arte de hablar. 17b Y ni siquiera la vergüenza les ha hecho enrojecer ante la sospecha de que les voy a desenmascarar con hechos y no con unas simples palabras. A no ser que ellos consideren orador habilidoso al que sólo dice y se apoya en la verdad. Si es eso lo que quieren decir, gustosamente he de reconocer que soy orador, pero jamás en el sentido y en la manera usual entre ellos. Aunque vuelvo a insistir en que poco, por no decir nada, han dicho que sea verdad. 17c Y, ¡por Zeus!, que no les seguiré el juego compitiendo con frases redondeadas ni con bellos discursos bien estructurados, como es propio de los de su calaña, sino que voy a limitarme a decir llanamente lo primero que se me ocurra, sin rebuscar mis palabras, como si de una improvisación se tratara, porque estoy tan seguro de la verdad de lo que digo, que tengo bastante con decir lo justo, de la manera que sea. Por eso, que nadie de los aquí presentes espere de mí, hoy, otra cosa. Porque, además, a la edad que tengo sería ridículo que pretendiera presentarme ante vosotros con rebuscados parlamentos, propios más bien de los jovenzuelos con ilusas aspiraciones de medrar. www.lectulandia.com - Página 34 Estilo del alegato Tras este preámbulo, debo haceros, y muy en serio, una petición. Y es la de que no me exijáis que use en mi defensa un tono y estilo diferente del que uso en el ágora, curioseando las mesas de los cambistas o en cualquier sitio donde muchos de vosotros me habéis oído. Si estáis advertidos, después no alborotéis por ello. 17d Pues ésta es mi situación: hoy es la primera vez que en mi larga vida comparezco ante un tribunal de tanta categoría como éste. Así que —y lo digo sin rodeos— soy un extraño a los usos de hablar que aquí se estilan. Y si en realidad fuera uno de los tantos extranjeros que residen en Atenas, me consentiríais, e incluso excusaríais el que hablara con la expresión y acento propios de donde me hubiera criado. 18a Por eso, debo rogaros, aunque creo tener el derecho a exigirlo, que no os fijéis ni os importen mis maneras de hablar y de expresarme (que no dudo de que las habrá mejores y peores) y que, por el contrario, pongáis atención exclusivamente en si digo cosas justas o no. Pues, en esto, en el juzgar, consiste la misión del juez, y en el decir la verdad, la del orador. Así, pues, lo correcto será que pase a defenderme. En primer lugar, de las primeras acusaciones propaladas contra mí por mis antiguos acusadores; después pasaré a contestar las más recientes1 . www.lectulandia.com - Página 35 Las primeras acusaciones www.lectulandia.com - Página 36 Las primeras acusaciones 18b Todos sabéis que, tiempo ha, surgieron detractores míos que nunca dijeron nada cierto, y es a éstos a los que más temo, incluso más que al propio Ánito y a los de su comparsa, aunque también ésos sean de cuidado. Pero lo son más, atenienses, los que tomándoos a muchos de vosotros desde niños os persuadían y me acusaban mentirosamente diciendo que hay un tal Sócrates, sabio, que se ocupa de las cosas celestes, que investiga todo lo que hay bajo la tierra y que hace más fuerte el argumento más débil. Éstos, son, de entre mis acusadores, a los que más temo, por la mala fama que me han creado y porque los que les han oído están convencidos de que quienes investigan tales asuntos tampoco creían que existan dioses. 18c Y habría de añadir que estos acusadores son muy numerosos y que me están acusando desde hace muchos años, con la agravante de que se dirigieron a vosotros cuando erais niños o adolescentes y, por ello, más fácilmente manipulables, iniciando un auténtico proceso contra mí, aprovechándose de que ni yo, ni nadie de los que hubieran podido defenderme, estaban presentes. www.lectulandia.com - Página 37 Los acusadores anónimos 18d Y lo más desconcertante es que ni siquiera dieron la cara, por lo que es imposible conocer todos sus nombres, a excepción de cierto autor de comedias2 . Ésos, pues, movidos por envidias y jugando sucio, trataron de convenceros para, que una vez convencidos, fuerais persuadiendo a otros. Son, indiscutiblemente, difíciles de desenmascarar, pues ni siquiera es posible hacerles subir a este estrado para que den la cara y puedan ser interrogados, por lo que me veo obligado, como vulgarmente se dice, a batirme contra las sombras y a refutar sus argumentos sin que nadie me replique. 18e Convenid, pues, conmigo, que dos son los tipos de acusadores con los que debo enfrentarme: unos, los más antiguos, y otros, los que me han acusado recientemente. Por ello, permitidme que empiece por desembarazarme primero de los más antiguos, pues fueron sus acusaciones lasque llegaron antes a vuestro conocimiento y durante mucho más tiempo que las recientes. Aclarado esto, es preciso que pase a iniciar mi defensa para intentar extirpar de vuestras mentes esa difamación que durante tanto tiempo os han alimentado, y debo hacerlo en tan poco tiempo como se me ha concedido. 19a Esto es lo que pretendo con mi defensa, confiado en que redunde en beneficio mío y en el vuestro, pero no se me escapa la dificultad de la tarea. Sin embargo, que la causa tome los derroteros que sean gratos a los dioses. Lo mío es obedecer a la ley y abogar por mi causa. 19b Remontémonos, pues, desde el principio para ver qué acusación3 dio origen a esta mala fama de que gozo y que ha dado pie a Méleto para iniciar este proceso contra mí. www.lectulandia.com - Página 38 El origen de la mala fama Imaginémonos que se tratara de una acusación formal y pública y oímos recitarla delante del tribunal4 : "Sócrates es culpable porque se mete donde no le importa, investigando en los cielos y bajo la tierra. Practica hacer fuerte el argumento más débil5 e induce a muchos otros para que actúen como él". 19c Algo parecido encontraréis en la comedia de Aristófanes, donde un tal Sócrates se pasea por la escena, vanagloriándose de que flotaba por los aires, soltando mil tonterías sobre asuntos de los que yo no entiendo ni poco ni nada. Y no digo eso con ánimo de menosprecio, no sea que entre los presentes haya algún aficionado hacia tales materias y lo aproveche Méleto para entablar nuevo proceso contra mí, por tan grave crimen. 19d La verdad es, oh, atenienses, que no tengo nada que ver con tales cuestiones. Y reto a la inmensa mayoría para que recordéis si en mis conversaciones me habéis oído discutir o examinar sobre tales asuntos; incluso, que os informéis los unos de los otros, entre todos los que me hayan oído alguna vez, y publiquéis vuestras averiguaciones. Y así podréis comprobar que el resto de las acusaciones que sobre mí se han propalado son de la misma calaña. www.lectulandia.com - Página 39 Referencia a los sofistas Pero nada de cierto hay en todo esto, ni tampoco si os han contado que yo soy de los que intentan educar a las gentes y que cobran por ello6 ; también puedo probar que esto no es verdad. 19e Y no es que no encuentre hermoso el que alguien sepa dar lecciones a los otros, si lo hacen como Gorgias de Leontinos o Pródicos de Ceos o Hipias de Élide7 , que van de ciudad en ciudad, fascinando a la mayoría de los jóvenes y a muchos otros ciudadanos, que podrían escoger libremente y gratis la compañía de muchos otros ciudadanos y que, sin embargo, prefieren abandonarles para escogerles a ellos para recibir sus lecciones, por las que deben pagar y, aun más, quedarles agradecidos. 20a Y me han contado que corre por ahí uno de esos sabios, natural de Paros, que precisamente ahora está en nuestra ciudad. Coincidió que me encontré con el hombre que más dinero se ha gastado con estos sofistas, incluso mucho más él solo que todos los demás juntos. A éste —que tiene dos hijos, como sabéis— le pregunté: 20b —Calias8 , si en lugar de estar preocupado por dos hijos, lo estuvieras por el amaestramiento de dos potrillos o dos novillos, nos sería fácil, mediante un jornal, encontrar un buen cuidador: éste debería hacerlos aptos y hermosos, según posibilitara su naturaleza, y seguro que escogerías al más experto conocedor de caballos o a un buen labrador. Pero, puesto que son hombres, ¿a quién has pensado confiarlos? ¿Quién es el experto en educación de las aptitudes propias del hombre y del ciudadano? Pues me supongo que lo tienes todo bien estudiado, por amor de esos dos hijos que tienes. ¿Hay alguien preparado para tal menester? —Claro que lo hay —respondió. —¿Quién?, ¿y de dónde?, ¿y cuánto cobra? —le acosé. —¡Oh, Sócrates! Se llama Eveno9 , es de Paros y cobra cinco minas. Y me pareció que este tal Eveno puede sentirse feliz, si de verdad posee este arte y enseña de forma tan convincente. Pues si yo poseyera este don, me satisfaría y orgullosamente lo proclamaría. Pero, en realidad, no entiendo nada sobre eso. 20c www.lectulandia.com - Página 40 Acaso ante eso alguno de vosotros me interpele: "Pero entonces, Sócrates, ¿cuál es tu auténtica profesión? ¿De dónde han surgido estas habladurías sobre ti? Porque si no te dedicaras a nada que se salga de lo corriente, sin meterte en lo que no te concierne, no se habría originado esta pésima reputación10 y tan contradictorias versiones sobre tu conducta. Explícate de una vez, para que no tengamos que darnos nuestra propia versión". 20d Esto sí me parece razonable y sensato, y por ser cuerdo, voy a contestarlo, para dejar bien claro de dónde han surgido esas imposturas que me han hecho acreedor de una notoriedad tan molesta. www.lectulandia.com - Página 41 La sabiduría de Sócrates es simplemente humana Escuchadlo. Quizá alguno se crea que me lo tomo a guasa; sin embargo, estad seguros de que sólo os voy a decir la verdad. Yo he alcanzado este popular renombre por una cierta clase de sabiduría que poseo. ¿De qué sabiduría se trata? Ciertamente, de una sabiduría propia de los humanos. Y en ella es posible que yo sea sabio, mientras que, por el contrario, aquellos a los que acabo de aludir quizá también sean sabios, pero en relación a una sabiduría que quizá sea extrahumana, o no sé con qué nombre calificarla. 20e Hablo así porque yo, desde luego, ésa no la poseo ni sé nada de ella, y el que propale lo contrario o miente o lo dice para denigrarme. www.lectulandia.com - Página 42 El testimonio del dios de Delfos Atenienses, no arméis barullo porque parezca que me estoy dando autobombo. No voy a contaros valoraciones sobre mí mismo, sino que os voy a remitir a las palabras de alguien que merece vuestra total confianza y que versan precisamente sobre mi sabiduría, si es que poseo alguna, y cuál sea su índole. Os voy a presentar el testimonio del propio dios de Delfos. Conocéis sin duda a Querefonte11 , amigo mío desde la juventud, compañero de muchos de los presentes, hombre democrático. 21a Con vosotros compartió el destierro y con vosotros regresó. Bien conocéis con qué entusiasmo y tozudez emprendía sus empresas. Pues bien, en una ocasión, mirad a lo que se atrevió: fue a Delfos12 a hacer una especial consulta al oráculo, y os vuelvo a pedir calma, ¡oh, atenienses! y que no me alborotéis. Le preguntó al oráculo si había en el mundo alguien más sabio que yo. Y la pitonisa respondió que no había otro superior. Toda esta historia la puede avalar el hermano de Querefonte, aquí presente, pues sabéis que él ya murió. 21b Veamos con qué propósito os traigo a relación estos hechos: mostraros de dónde arrancan las calumnias que han caído sobre mí. Cuando fui conocedor de esta opinión del oráculo sobre mí, empecé a reflexionar: ¿Qué quiere decir realmente el dios? ¿Qué significa este enigma? Porque yo sé muy bien que sabio no soy. ¿A qué viene, pues, el proclamar que lo soy? Y que él no miente, no sólo es cierto, sino que incluso ni las leyes del cielo se lo permitirían. www.lectulandia.com - Página 43 La ignorancia de los políticos Durante mucho tiempo me preocupé por saber cuáles eran sus intenciones y qué quería decir en verdad. Más tarde y con mucho desagrado me dediqué a descifrarlo de la siguiente manera. Anduve mucho tiempo pensativo y al fin entré en casa de uno de nuestros conciudadanos que todos tenemos por sabio, convencido de que éste era el mejor lugar para dejar esclarecido el vaticinio, pues pensé: "Éste es más sabio que yo y tú decías que yo lo era más que todos". 21c No me exijáis que diga su nombre; baste con decir que se trataba de un renombrado político. Y al examinarlo, ved ahí loque experimenté: tuve la primera impresión de que parecía mucho más sabio que otros y que, sobre todo, él se lo tenía creído, pero que en realidad no lo era. Intenté hacerle ver que no poseía la sabiduría que él presumía tener. Con ello, no sólo me gané su inquina, sino también la de sus amigos. 21d Y partí, diciéndome para mis cabales: ninguno de los dos sabemos nada, pero yo soy el más sabio, porque yo, por lo menos, lo reconozco. Así que pienso que en este pequeño punto, justamente, sí que soy mucho más sabio que él: que lo que no sé, tampoco presumo de saberlo. Y de allí pase a saludar a otro de los que gozaban aún de mayor fama que el anterior y llegué a la misma conclusión. Y también me malquisté con él y con sus conocidos. 21e Pero no desistí. Fui entrevistando uno tras otro, consciente de que sólo me acarrearía nuevas enemistades, pero me sentía obligado a llegar hasta el fondo para no dejar sin esclarecer el mensaje del dios. Debía llamar a todas las puertas de los que se llamaban sabios con tal de descifrar las incógnitas del oráculo. 22a Y ¡voto al perro! —y juro porque estoy empezando a sacar a la luz la verdad— que ésta fue la única conclusión: los que eran reputados o se consideraban a sí mismos como los más sabios, fue a los encontré más carentes de sabiduría, mientras que otros que pasaban por inferiores, los superaban. Permitid que os relate cómo fue aquella mi peregrinación, que, cual emulación de www.lectulandia.com - Página 44 los trabajos de Hércules13 , llevé a cabo para asegurarme de que el oráculo era irrefutable. www.lectulandia.com - Página 45 La ignorancia de los poetas 22b Tras los políticos, acosé a los poetas; me entrevisté con todos: con los que escriben poemas, con los que componen ditirambos o practican cualquier género literario, con la persuasión de que aquí sí me encontraría totalmente superado por ser yo muchísimo más ignorante que uno cualquiera de ellos. Así, pues, escogiendo las que me parecieron sus mejores obras, les iba preguntando qué querían decir. Intentaba descifrar el oráculo y, al mismo tiempo, ir aprendiendo algo de ellos. Pues sí, ciudadanos, me da vergüenza deciros la verdad, pero hay que decirla: cualquiera de los allí presentes se hubiera explicado mucho mejor sobre ellos que sus mismos autores. 22c Pues pronto descubrí que la obra de los poetas no es fruto de la sabiduría, sino de ciertas dotes naturales, y que escriben bajo inspiración, como les pasa a los profetas y adivinos, que pronuncian frases inteligentes y bellas, pero nada es fruto de su inteligencia y muchas veces lanzan mensajes sin darse cuenta de lo que están diciendo. Algo parecido opino que ocurre en el espíritu de los poetas. Sin embargo, me percaté de que los poetas, a causa de este don de las musas, se creen los más sabios de los hombres y no sólo en estas cosas, sino en todas las demás, pero que, en realidad, no lo eran. Y me alejé de allí, convencido de que también estaba por encima de ellos, lo mismo que ya antes había superado a los políticos. www.lectulandia.com - Página 46 La ignorancia de los artesanos 22d Para terminar, me fui en busca de los artesanos, plenamente convencido de que yo no sabía nada y que en éstos encontraría muchos y útiles conocimientos. Y ciertamente que no me equivoqué: ellos entendían en cosas que yo desconocía, por tanto, en este aspecto, eran mucho más expertos que yo, sin duda. Pero pronto descubrí que los artesanos adolecían del mismo defecto que los poetas: por el hecho de que dominaban bien una técnica y realizaban bien un oficio, cada uno de ellos se creía entendido no sólo en esto, sino en el resto de las profesiones, aunque se tratara de cosas muy complicadas. Y esta petulancia, en mi opinión, echaba a perder todo lo que sabían. 22e Estaba hecho un lío, porque intentando interpretar el oráculo, me preguntaba a mí mismo si debía juzgarme tal como me veía —ni sabio de su sabiduría, ni ignorante de su ignorancia— o tener las dos cosas que ellos poseían. Y me respondí a mí mismo y al oráculo, que me salía mucho más a cuenta permanecer tal cual soy. www.lectulandia.com - Página 47 La verdad del oráculo 23a En fin, oh atenienses, como resultado de esta encuesta, por un lado, me he granjeado muchos enemigos y odios profundos y enconados como los haya, que han sido causa de esta aureola de sabio con que me han adornado y que han encendido tantas calumnias. En efecto, quienes asisten accidentalmente a alguna de mis tertulias se imaginan quizá que yo presumo de ser sabio en aquellas cuestiones en que someto a examen14 a los otros, pero, en realidad, sólo el dios es sabio, y lo que quiere decir el oráculo es sólo que la sabiduría humana poco o nada vale ante su sabiduría. Y si me ha puesto a mí como modelo es porque se ha servido de mi nombre como para poner un ejemplo, como si dijera15 : "Entre vosotros es el más sabio, ¡oh hombres!, aquél que como Sócrates ha caído en la cuenta de que en verdad su sabiduría no es nada". 23b Por eso, sencillamente, voy de acá para allá, investigando en todos los que me parecen sabios, siguiendo la indicación del dios, para ver si encuentro una satisfacción a su enigma, ya sean ciudadanos atenienses o extranjeros. Y cuando descubro que no lo son, contribuyo con ello a ser instrumento del dios. Ocupado en tal menester, da la impresión de que me he dedicado a vagar y que he dilapidado mi tiempo, descuidando los asuntos de la ciudad, e incluso los de mi familia, viviendo en la más absoluta pobreza por preferir ocuparme del dios. www.lectulandia.com - Página 48 Los discípulos 23c Por otra parte, ha surgido un grupo de jóvenes que me siguen espontáneamente, porque disponen de más tiempo libre, por preceder de familias acomodadas, disfrutando al ver cómo someto a interrogatorios a mis interlocutores, y que en más de una ocasión se han puesto ellos mismos a imitarme examinando a las gentes. Y es cierto que han encontrado a un buen grupo de personas que se pavonean de saber mucho pero que, en realidad, poco o nada saben. Y en consecuencia, los ciudadanos examinados y desembaucados por éstos se encoraginan contra mí —y no contra sí mismos, que sería lo más lógico—, y de aquí nace el rumor de que corre por ahí un cierto personaje llamado Sócrates, de lo más siniestro y malvado, corruptor de la juventud de nuestra ciudad. 23d Cuando alguien les pregunta qué enseño en realidad, no saben qué responder, pero para no hacer el ridículo echan mano de los tópicos sobre los nuevos filósofos: "que investigan lo que hay sobre el cielo y bajo la tierra, que no creen en los dioses y que saben hostigar para hacer más fuerte los argumentos más débiles". Todo ello, antes que decir la verdad, que es una y muy clara: que tienen un barniz de saber, pero que en realidad no saben nada de nada. Y como, en mi opinión, son gente susceptible y quisquillosa, amén de numerosa, que cuando hablan de mí se apasionan y acaloran, os tienen los oídos llenos de calumnias graves durante largo tiempo alimentadas. www.lectulandia.com - Página 49 El origen de las denuncias 23e De entre éstos es de donde han surgido Méleto y sus cómplices, Ánito y Licón. Méleto, en representación de los resentidos poetas; Ánito, en defensa de los artesanos y políticos, y Licón, en pro de los oradores. 24a Así, pues, me maravillaría —como ya dije antes— de que en el poco tiempo que se me otorga para mi defensa fuera capaz de desvanecer calumnias tan bien arraigadas. Ésta es, oh atenienses, la pura verdad de lo sucedido, y os he hablado sin ocultar ni disimular nada, sea importante o no. Sin embargo, estoy seguro que con ello me estoy
Compartir