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ISSN 2718-8124 
Serie de Documentos para el Cambio Estructural 
 
 
Bioinsumos para la agricultura 
que demandan esfuerzos de 
investigación y desarrollo 
Capacidades existentes y estrategia de política 
pública para impulsar su desarrollo en Argentina 
 
Gabriela Starobinsky, Jesica Monzón, Exequiel di Marzo Broggi y 
Hernán Braude 
 
 
 
Documento de Trabajo N° 17 
Noviembre 2021 
 
Cita sugerida: Starobinsky, G., Monzón, J., Di Marzo Broggi, E. y Braude, E. (noviembre 
de 2021). Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y 
desarrollo. Capacidades existentes y estrategia de política pública para impulsar su 
desarrollo en Argentina. Documentos de Trabajo del CCE N° 17. Consejo para el 
Cambio Estructural - Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. 
 
 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
Bioinsumos para la agricultura 
que demandan esfuerzos de 
investigación y desarrollo 
Capacidades existentes y estrategia de política 
pública para impulsar su desarrollo en Argentina 
 
Noviembre 2021 
_______ 
Gabriela Starobinsky, Jesica Monzón, Exequiel di Marzo Broggi y Hernán Braude 
 
 
ISSN 2718-8124 
Corrección y diagramación: María Laura Lafit, Natalia Rodríguez Simón y Juliana Adamow 
Consejo para el Cambio Estructural 
Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación 
Julio A. Roca 651, Ciudad Autónoma de Buenos Aires 
info@produccion.gob.ar 
 
Los resultados, interpretaciones y conclusiones de esta obra son exclusiva 
responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con la visión institucional del 
Ministerio de Desarrollo Productivo o de sus autoridades. El Ministerio de Desarrollo 
Productivo no garantiza la precisión de los datos incluidos en esta obra. 
La serie de Documentos para el Cambio Estructural se hace circular con el propósito de 
estimular el debate académico y recibir comentarios. 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
Autoridades 
 
Presidente de la Nación 
Dr. Alberto Fernández 
 
Vicepresidenta de la Nación 
Dra. Cristina Fernández de Kirchner 
 
Jefe de Gabinete de Ministros 
Dr. Juan Luis Manzur 
 
Ministro de Desarrollo Productivo 
Dr. Matías Kulfas 
 
Director del Centro de Estudios para la Producción XXI (CEP-XXI) 
Dr. Daniel Schteingart 
 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
Resumen 
Los bioinsumos pueden desempeñar un papel clave en la conformación de un nuevo paquete tecnológico 
que se alinee con la tendencia a la descarbonización de los procesos productivos y que dé respuesta a 
las crecientes regulaciones sobre el uso de agroquímicos en el ámbito agrícola. De allí que, aunque aún 
representen una porción marginal del mercado de insumos para la producción agrícola, su marcada 
dinámica de crecimiento –en torno al 15% anual– contrasta con el estancamiento que evidencian los 
agroquímicos. 
Los bioinsumos permiten abordar diversas problemáticas tales como el combate y la regulación de 
plagas y enfermedades, la inducción de defensas, y la promoción del crecimiento y desarrollo vegetal, sin 
demandar derivados de recursos no renovables para su producción ni dejar trazas de residuos tóxicos 
en los alimentos. Los desarrollos existentes tienden a aplicarse por medio de métodos compatibles con 
las técnicas tradicionalmente utilizadas por los productores y presentan precios de mercado 
competitivos. 
Sin embargo, la mayor variabilidad en su efectividad, los tiempos requeridos para apreciar su accionar y 
la cantidad de aplicaciones o dosificaciones son algunos de los aspectos que conspiran contra su 
adopción. Y en algunos segmentos –en especial el del combate de malezas– existe todavía un abanico 
muy acotado de alternativas que, además, no cuentan con las condiciones económicas y técnicas para 
ser utilizadas a escala. 
Más allá de esos elementos, como acontece con todo cambio paradigmático, el proceso de adopción 
enfrenta dificultades “primarias”: sensibilización de los productores acerca de la importancia de iniciar el 
cambio, formación de profesionales y asesores para incorporar la transición tecnológica a los planteos 
productivos, e información imparcial sobre la eficacia y eficiencia de las soluciones ofrecidas. 
Los países donde más avanzó su adopción son, a la vez, aquellos donde se establecieron regulaciones 
públicas y privadas más estrictas sobre las condiciones sanitarias de los alimentos, en particular en frutas 
y verduras, y con mayor consumo de productos orgánicos. De allí que los principales mercados a nivel 
mundial sean Estados Unidos y la Unión Europea, aunque también tienen un lugar destacado países como 
China, India, Brasil o México. 
La esperable profundización de esas tendencias regulatorias en el futuro mediato permite avizorar una 
aceleración futura del ritmo de adopción de bioinsumos. A esto podría también contribuir la incorporación 
de tecnologías 4.0 en la agricultura, en la medida en que facilitarían su manipulación. 
La oferta de bioinsumos se caracteriza hasta hoy por su atomización: no existe una firma que se destaque 
a nivel global, como sí ocurre en otros mercados emergentes asociados al desarrollo sustentable, como 
podría ser el de los autos eléctricos. Las menores barreras a la entrada y la interacción con clima y suelo 
que lleva a varios segmentos a la definición de mercados más regionales que globales parecieran 
conspirar contra esa alternativa, lo que permite el despliegue de un universo de pequeñas y medianas 
empresas. 
No obstante, las grandes firmas multinacionales que desarrollaron el paquete tecnológico de la 
“revolución verde” han comenzado en los últimos años a incursionar en la producción de bioinsumos, 
apoyándose para ello en un abanico de estrategias que abarcan la adquisición de empresas, el 
establecimiento de alianzas estratégicas, la inversión en capital de riesgo, el incremento de los esfuerzos 
propios en I+D y la vinculación con los sistemas científico-tecnológicos. A su vez, en los casos en que los 
bioinsumos se combinan con el paquete de agroquímicos, estas firmas tienden a aprovechar sus activos 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
complementarios y vincular las ventas de sus distintos productos, lo que se transforma en un desafío 
importante para quienes buscan competir desde una estrategia monoproducto. 
Este contexto configura un conjunto de oportunidades y riesgos para la economía argentina, cuyo grado 
de factibilidad difiere y tiende de hecho a estar correlacionado con el período temporal considerado. A 
corto y mediano plazo, las crecientes exigencias de los destinos de exportación, en especial en lo 
concerniente a frutas y verduras, implican que el riesgo/oportunidad más importante es el de la 
pérdida/ganancia de participación de mercado a manos/expensas de quienes adopten 
tempranamente/tardíamente tecnologías más sustentables. 
Ahora bien, el crecimiento de esa demanda, tanto a nivel nacional como regional, constituye en ese 
período de tiempo el impulso más relevante para el desarrollo de estas tecnologías, con lo que el país 
puede apoyarse en sus capacidades científico-tecnológicas y empresarias para convertirse en un 
desarrollador, productor y exportador de tecnologías en algunos de los segmentos vinculados, por 
ejemplo, al control de plagas. 
En el largo plazo, lo que está en juego no es solo la oportunidad de sostener y/o expandir las 
exportaciones de productos agrícolas (ya no solo frutas y verduras) y bioinsumos, sino también la 
sustitución –aunque sea parcial– de un mercado local de agroquímicos cuyo tamaño se estima en unos 
USD 2.800 millones, 40% del cual se abastece hoy con producción nacional. Además, la incapacidad de 
modificar el paradigma tecno-productivoconllevaría no solo el riesgo de pérdida de mercados para la 
producción agrícola, sino también el de verificar una pérdida de productividad, sea por la reducción de los 
rendimientos o bien por la necesidad de mayores inversiones para sostenerlos. 
Argentina tiene una larga trayectoria en materia de adopción de bioinsumos, pero en gran medida 
circunscripta a la incorporación de inoculantes a base de bacterias para la fijación de nitrógeno en los 
cultivos de soja. Ese producto es el que da cuenta de la mayor parte de un mercado cuyo tamaño ronda 
hoy los USD 80 millones. 
Sin embargo, si se dejan a un lado los inoculantes, Argentina presenta hoy un bajo nivel de adopción de 
bioinsumos en comparación con otros países de la región, como Chile y Brasil. En el primer caso, el mayor 
impulso proviene de la mayor dimensión del mercado de frutas y verduras para exportación, mientras 
que en el segundo inciden más las condiciones climáticas que tornan más acuciante la necesidad de 
implementar estrategias para el control de plagas. En todo caso, esto plantea el desafío de que, en la 
actualidad, el estímulo de la demanda interna para traccionar la oferta de estas nuevas tecnologías 
resulta menos dinámico que en otros países que son potencialmente tanto consumidores como 
competidores. 
Esa oferta encuentra una de sus fortalezas en las capacidades del subsistema científico-tecnológico. El 
trabajo relevó las capacidades existentes en 13 de los principales centros de investigación, 
pertenecientes al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Consejo Nacional de 
Investigaciones Científicas y Técnicas, y/o las universidades nacionales, y también aquellos con mayores 
capacidades productivas financiados por gobiernos provinciales. Estos centros, desplegados en nueve 
provincias del país, cuentan en general con plantel de investigadores e infraestructura adecuada para 
llevar a cabo desarrollos a escala de laboratorio, pero tienden a encontrar mayores limitaciones para 
avanzar en las instancias de formulación, escalado y pruebas a campo. Estas últimas sí se encuentran 
presentes en las instituciones más ligadas a los gobiernos provinciales, especialmente en lo concerniente 
a macroorganismos. 
El trabajo relevó una cartera conjunta de 55 desarrollos en distintos grados de avance, sobre la base de 
diversos agentes efectores (principalmente hongos, bacterias y artrópodos). Un conjunto importante de 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
ellos ya cuenta con formulaciones probadas a escala de laboratorio o incluso están en proceso de 
registro, y un número más acotado ya ha sido transferido al sector productivo (cinco de estos desarrollos 
se comercializan en el mercado bajo marcas registradas por empresas). 
En términos de su orientación, se destacan mayormente los avances de productos de biocontrol para su 
aplicación en cultivos intensivos como frutales y hortalizas. Sin embargo, no se han identificado grupos 
o experiencias que se encuentren trabajando en el desarrollo de bioherbicidas para el combate de 
malezas, una de las principales problemáticas que enfrenta el sector agrícola y la oportunidad de 
mercado de mayor tamaño. Sí existen empresas locales que están invirtiendo en investigación y 
desarrollo de bioherbicidas, algunas incluso a través de la vinculación con centros de otros países. 
El subsistema científico-tecnológico presenta en este mercado un nivel de articulación con el ámbito 
empresario relativamente elevado, aunque principalmente asociado a la provisión de cepas y servicios 
especializados. Como fue apuntado, las experiencias de transferencia de tecnología y surgimiento de 
spin-offs han sido, hasta la fecha, menos habituales. 
El ecosistema empresarial está hoy conformado por un conjunto de organizaciones con trayectorias 
fundamentalmente ligadas a la producción y comercialización de inoculantes para cultivos extensivos. 
Se trata de un grupo de 110 empresas, que abarcan tanto grandes firmas de capitales extranjeros como 
pequeñas, medianas y grandes de origen nacional. Para el caso de biocontroladores se identificaron 45 
empresas que han registrado productos de carácter más reciente. También se encuentran en instancia 
de registro desarrollos orientados a la promoción del crecimiento. Así, en términos generales, mientras 
que las empresas del sector se especializan en desarrollos para cultivos extensivos, la orientación del 
subsistema científico-tecnológico apunta principalmente a cultivos intensivos. 
Este universo presenta diversos modelos de negocios y estrategias: desde empresas integradas, hasta 
startups especializadas en I+D, pasando por aquellas orientadas al desarrollo y producción y otras 
exclusivamente abocadas a la comercialización de bioinsumos. Entre las medianas y grandes empresas 
de origen nacional que están llevando adelante estrategias que abarcan la integralidad de la cadena de 
valor para el desarrollo de nuevas tecnologías, cabe destacar a Bioceres (a través de Rizobacter)1, 
Terragene (a través de Protergium) e YPF-Agro (apoyándose en Y-TEC). 
El mercado interno es hasta ahora el principal destino de la producción, aunque se destacan algunas 
experiencias de exportación y de procesos de registro en otros países. Así, si bien aún la inserción externa 
es débil, un conjunto de empresas (incluso PyMEs) se encuentra llevando adelante estrategias 
exportadoras, que dependen del tipo de producto, de su potencialidad para internacionalizarse y de las 
regulaciones vigentes en cada país; en este sentido se destacan los costos que insumen las gestiones 
del proceso de registro. 
Asimismo, el surgimiento de nuevas empresas encuentra en las aceleradoras de base científica, como 
GridX, Cites o la del Litoral, una fuente de capital de riesgo. Pero la presencia de startups basadas en el 
desarrollo de bioinsumos en el portfolio de estas entidades es marginal. Pocos desarrollos cumplen con 
los criterios de inversión de esos fondos (potencial de retorno exponencial), en algunos casos por la 
característica tecnológica ya apuntada previamente (interacción específica con clima y suelo), que tiende 
a limitar el grado de globalización de las soluciones obtenidas. En consecuencia, el capital de riesgo que 
de todos modos requieren estos desarrollos –en tanto demandan tiempo y operan en contexto de 
incertidumbre– para su despegue tendería a estar más ligado a estrategias de innovación abierta de 
empresas existentes y/o a capital emprendedor provisto por el sector público. 
 
1 Rizobacter es una de las principales empresas productoras de biofertilizantes a nivel mundial. 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
En este sentido, la especialización en los procesos de incubación de proyectos de base biológica o 
biotecnológica, a través de iniciativas tales como Bioloop (Universidad Nacional de San Martín) o Uovo 
(Terragene), constituyen iniciativas estratégicas para ampliar la base empresaria del sector. 
Además de los factores que dificultan la adopción desde la perspectiva de la demanda, y de las 
necesidades de capital de riesgo y de alineación entre las estrategias de investigación y –sobre todo– 
desarrollo del subsistema científico-tecnológico y empresarial, una dimensión crítica para facilitar la 
difusión de nuevas soluciones tecnológicas es la regulatoria. Los tiempos involucrados, las exigencias de 
ensayos y pruebas, el tratamiento enmarcado en las normativas de agroquímicos, la falta de 
clasificaciones específicas y la diversidad normativa vigente entre provincias se presentan como los 
mayores obstáculos para la comercialización de nuevos desarrollos. 
Adicionalmente, el mercado enfrenta hoy dificultades para certificar la calidad de las soluciones. La 
heterogeneidad que,en consecuencia, enfrenta el productor atenta contra la confiabilidad en estas 
soluciones, elemento que se torna especialmente crítico en el caso de una tecnología emergente, para la 
que existe escaso conocimiento sobre el producto y los proveedores. 
Finalmente, en cuanto a las estrategias de protección de la propiedad intelectual, la imposibilidad de 
registrar organismos vivos en Argentina es otra limitación para empresas de mayor porte que apuntan a 
hacer innovación de frontera, aunque no así para aquellas que son de menor envergadura. 
A partir de este análisis, el documento presenta una serie de lineamientos de políticas públicas para 
maximizar las probabilidades de que el país tenga un rol activo en el desarrollo –y no solo en la adopción– 
de bioinsumos. En este sentido, lo que se propone es un abordaje integral de aspectos relacionados tanto 
con la oferta como con la demanda de estas tecnologías, para contribuir así a la construcción de un 
mercado que aún se encuentra en un estadio emergente. Abordaje que, dada la diversidad de organismos 
con incumbencia en la materia, debe además encontrar los mecanismos adecuados para materializar la 
articulación interinstitucional. 
Así, el documento propone lineamientos para las acciones dirigidas a promover la investigación, el 
desarrollo, la producción, la demanda y la exportación de bioinsumos, así como también para los 
esquemas de regulación y gobernanza de este conjunto de acciones. Realizar convocatorias de 
investigación dirigidas a suplir las áreas de vacancia identificadas que son relevantes en términos 
económicos; inducir la vinculación academia-empresa para la realización de ensayos a campo y 
escalado; conformar una Red Nacional de centros de demostración, “productores líderes” y 
extensionistas para la agricultura avanzada; incentivar la participación de los propios productores 
agrarios como capitalistas de riesgo; apoyar los procesos de registro en mercados externos; diferenciar 
impositivamente la compra de bioinsumos; y generar una instancia especializada para la evaluación 
previa a su comercialización son algunas de las iniciativas que se sugieren. 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
Índice 
1. Introducción ............................................................................................................................................................. 9 
2. Caracterización e implicancias tecno-económicas de los bioinsumos agrícolas ................................... 11 
2.1. Bioinsumos para la agricultura: definición y alcances del trabajo ........................................................ 11 
2.2. Clasificación de los bioinsumos agrícolas ................................................................................................ 12 
2.3. Etapas para el desarrollo de bioinsumos agrícolas ................................................................................. 16 
2.4. Principales implicancias tecno-económicas ............................................................................................ 18 
3. Panorama y tendencias mundiales .................................................................................................................. 22 
3.1. Principales tendencias y drivers .................................................................................................................. 22 
4. Bioinsumos para la agricultura en Argentina: demanda y mercados potenciales .................................. 35 
4.1. El sector agrícola argentino: principales productos y mercados .......................................................... 35 
4.2. Mercado y uso de agroquímicos en Argentina ......................................................................................... 38 
4.3. Difusión y mercado de bioinsumos en Argentina .................................................................................... 43 
5. Oferta: capacidades nacionales de I+D y producción de bioinsumos ....................................................... 45 
5.1. Actividades y actores involucrados en la cadena de valor ..................................................................... 45 
5.2. Capacidades del subsistema científico-tecnológico ............................................................................... 46 
5.3. Producción y comercialización nacional de bioinsumos: capacidades y 
estrategias empresarias ....................................................................................................................................... 59 
6. Regulación de bioinsumos para la agricultura ............................................................................................... 67 
6.1. Alternativas de protección de la propiedad intelectual ........................................................................... 67 
6.2. Aspectos regulatorios locales: normativa vigente y requisitos para el registro ................................. 69 
7. Marco institucional y políticas públicas de promoción vigentes para el sector de bioinsumos........... 73 
7.1. Articulación institucional............................................................................................................................... 73 
7.2. Sensibilización y promoción de la adopción de bioinsumos ................................................................. 76 
7.3. Promoción para el desarrollo de bioinsumos ........................................................................................... 77 
8. Estrategia nacional de desarrollo para bioinsumos agrícolas .................................................................... 79 
8.1. Análisis de oportunidades y amenazas ..................................................................................................... 79 
8.2. Lineamientos de acción: Plan Estratégico de Promoción de Bioinsumos .......................................... 81 
8.3. Impacto potencial de las líneas de acción sobre oportunidades y amenazas ................................... 85 
Anexo 1. Especificidades de los efectos según tipo de organismo ................................................................. 90 
Anexo 2. Caracterización de los centros y grupos de investigación entrevistados ...................................... 93 
Anexo 3. Descripción de los desarrollos del sistema científico-tecnológico relevados ............................... 97 
Anexo 4. Principales instrumentos de promoción vigentes ............................................................................ 104 
Referencias bibliográficas ...................................................................................................................................... 132 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
1. Introducción 
En el marco de los desafíos que se enfrentan a nivel mundial en torno al cambio climático, la degradación 
de recursos naturales y la contaminación ambiental, existe amplio consenso en relación con la necesidad 
de avanzar hacia procesos productivos que promuevan un desarrollo sustentable. 
En particular, las proyecciones sobre el crecimiento de la población mundial, el nivel de ingresos y los 
procesos de urbanización indican para las próximas décadas una tendencia de fuerte incremento en el 
nivel de consumo de bienes y servicios, que implicará mayores niveles de producción (IPCC, 2021; IICA, 
2019; Hodson de Jaramillo et al., 2019). Para el año 2028 se estima una población mundial de 8.400 
millones de personas y de 10.000 millones para fines del siglo XXI, principalmente en África subsahariana 
y Asia meridional. Esto, junto con el aumento del nivel de ingresos en ciertas regiones, impulsará la 
demanda de alimentos no solo en términos de cantidad sino también de calidad nutricional. Así, la 
seguridad alimentaria y la transformación de los paradigmas tecno-económicospara una producción 
agropecuaria más sustentable se tornan desafíos centrales para las próximas décadas (OCDE/FAO, 
2019; Hodson de Jaramillo et al., 2019). 
En este contexto emerge la bioeconomía como concepto y herramienta para alcanzar una utilización más 
eficiente y sustentable de los recursos biológicos, a través de la biologización de las estrategias de 
consumo e industrialización para la provisión de bienes y servicios. La bioeconomía, a través de la 
convergencia de conocimientos de las ciencias biológicas, físicas, químicas, ingenieriles y de la 
información y la comunicación, abarca procesos productivos circulares de reutilización de recursos que 
permiten reducir la huella de carbono y los impactos ambientales negativos. Por medio del desarrollo y 
la implementación de nuevas tecnologías, la bioeconomía apunta a un uso más productivo de los 
recursos biológicos, a través, por ejemplo, de la generación de insumos agropecuarios ambientalmente 
amigables, del aprovechamiento de biomasa derivada de residuos para la producción de biomateriales, 
de la generación de bioenergía, de la biorremediación, y de nuevos servicios relacionados con la sanidad 
vegetal y animal, y con la salud humana, entre otros (IICA, 2019; Hodson de Jaramillo et al., 2019; 
Rodríguez et al., 2019; Bisang y Trigo, 2017; Trigo et al., 2016). 
En este marco, el uso de agroquímicos como componente central del paquete tecnológico de la 
producción agrícola enfrenta cuestionamientos por sus efectos tanto sobre el ambiente como sobre la 
inocuidad de los alimentos y la salud humana. De hecho, un conjunto de países y regiones como la Unión 
Europea, Estados Unidos, China, entre otros, conducen desde hace varios años una serie de políticas en 
torno a la regulación del uso de productos de síntesis química, así como al establecimiento de límites 
máximos de residuos químicos en alimentos,2 y la promoción de insumos de origen biológico para la 
producción agropecuaria. 
En consonancia con estas señales, se observa a nivel mundial un crecimiento dinámico y sostenido –
aunque no exponencial– del mercado de bioinsumos para la agricultura, estimado en torno al 15% anual 
desde hace una década.3 Estos insumos de origen biológico para la agricultura encuadran en la estrategia 
de la bioeconomía, al ser productos ambientalmente sustentables que no dejan residuos químicos en los 
alimentos. A su vez, la difusión a campo de estas tecnologías puede tener un impacto directo sobre los 
Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 
producción y consumo responsable (Objetivo 12); y a la preservación de los ecosistemas terrestres, el 
 
2 Ver National Pesticide Information Center (Estados Unidos), European Comission, CIRS y Tierra Viva Agencia de Noticias para el 
caso de Alemania. 
3 Estimaciones basadas en informes de las consultoras internacionales Mordor Intelligence (2019 a, b, c, d y e) y Dunham Trimmer 
(2018). 
http://npic.orst.edu/reg/laws.html
https://ec.europa.eu/food/plants/pesticides_en
https://www.cirs-reach.com/news-and-articles/Interpretation-of-China-Regulatory-Requirements-on-Public-Health-Pesticides.html
https://agenciatierraviva.com.ar/alemania-ratifico-su-intencion-de-prohibir-el-glifosato/
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
uso sustentable de los bosques, la lucha contra la desertificación y degradación de tierras, y la utilización 
sustentable de la biodiversidad (Objetivo 15) (Hodson de Jaramillo et al., 2019, Rodríguez et al., 2019). 
Argentina, como uno de los principales productores y proveedores de alimentos a nivel mundial, 
desempeña un rol relevante en materia de seguridad alimentaria, y enfrenta así una serie de desafíos y 
oportunidades en torno a los procesos señalados. Por un lado, los desafíos de reconvertir la matriz tecno-
productiva del sector agrícola para disminuir el uso de agroquímicos y cumplimentar con las mayores 
exigencias y regulaciones de los mercados de destino, y de avanzar hacia la difusión de tecnologías 
ambientalmente amigables como los bioinsumos. Por otro lado, las posibilidades del país de convertirse 
en desarrollador, adoptante y exportador temprano de estas tecnologías, que muestran un dinamismo 
creciente en la última década y una proyección destacada para la próximas; así como de consolidarse y 
expandirse como exportador de alimentos en mercados con crecientes exigencias de calidad e inocuidad. 
Cabe destacar que Argentina cuenta con una importante dotación de activos biológicos y capacidades 
científico-tecnológicas en materia de biotecnología para la promoción de la bioeconomía, y en particular 
de las tecnologías para el desarrollo de insumos agropecuarios (Anlló et al., 2019; Trigo et al., 2015 y 
2016). 
Ante el escenario planteado, los objetivos del presente trabajo son: efectuar un diagnóstico de situación 
sobre las capacidades de investigación, desarrollo, producción y empresariales que existen a nivel 
nacional en materia de bioinsumos para la agricultura, identificando oportunidades y amenazas; y, sobre 
la base de un análisis integral, plantear una serie de lineamientos de acción para la promoción de este 
sector emergente. Si bien, tal como se mencionó, estos insumos biológicos representan una alternativa 
tecnológica sustentable para el desarrollo de nuevos sistemas de producción agrícola, el eje del trabajo 
se centra principalmente en su potencial impacto sobre la estructura productiva del país. 
El estudio ha sido desarrollado a partir de un profundo relevamiento de información primaria y secundaria, 
tanto a nivel internacional como nacional, y de la conducción de un amplio conjunto de entrevistas con 
actores involucrados en la investigación, desarrollo, producción, comercialización y regulación de 
bioinsumos a nivel nacional. Se realizaron 33 entrevistas a centros y grupos de investigación del 
subsistema científico-tecnológico, organizaciones de apoyo a nuevos emprendimientos como 
incubadoras y aceleradoras, al ente regulatorio Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria 
(SENASA), y a actores del ecosistema empresario tales como startups, pequeñas y medianas empresas 
(PyMEs), grandes empresas nacionales, y multinacionales. 
En una primera instancia, se efectuó una caracterización inicial sobre la evolución y tendencias generales 
a nivel mundial y en Argentina. Luego, se analizaron las capacidades del sistema científico-tecnológico 
nacional y del sector empresario, así como las dimensiones de la infraestructura de apoyo a 
emprendimientos, el marco regulatorio y las políticas de promoción vigentes. Por último, se llevó a cabo 
un análisis integral de oportunidades-capacidades, amenazas y debilidades para terminar proponiendo 
ejes y lineamientos de acción. 
El trabajo se encuentra estructurado en ocho secciones. A continuación de esta introducción, se presenta 
una caracterización técnica de los bioinsumos para la agricultura, así como sus principales implicancias 
tecno-económicas. En tercer lugar, se abordan las principales tendencias y drivers a nivel mundial en 
torno a la dinámica de los mercados de bioinsumos. Luego, en las secciones 4 y 5 se profundiza sobre el 
diagnóstico de situación a nivel nacional, que incluye una caracterización de los mercados de 
agroquímicos y de bioinsumos, y un análisis en profundidad de las capacidades de investigación, 
 
 
 
 
11 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
desarrollo y transferencia del subsistema científico nacional, así como de las estrategias y capacidades 
empresarias junto a la infraestructura de apoyo a emprendimientos. En la sección 6 se desarrolla el marco 
regulatorio para el registro y protección de la propiedad intelectual de estos productos a nivel nacional,y 
en la 7 el marco institucional y las políticas de promoción vigentes. Por último, se plasman las estrategias 
y líneas de acción propuestas para la promoción del desarrollo y producción nacional de bioinsumos. 
 
 
2. Caracterización e implicancias tecno-económicas de los 
bioinsumos agrícolas 
2.1. Bioinsumos para la agricultura: definición y alcances del trabajo 
El concepto “bioinsumo” es amplio y abarca aplicaciones para diferentes industrias. El Ministerio de 
Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGyP) de la Nación lo define como productos constituidos por 
microorganismos (hongos, bacterias, protozoos, virus), macroorganismos (ácaros, artrópodos, 
nemátodos), extractos de plantas y compuestos derivados de origen biológico o natural, destinados a 
aplicarse como insumos en la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial, agroenergética 
e incluso en el saneamiento ambiental. Estos productos mejoran la productividad, son amigables con el 
ambiente y contribuyen al agregado de valor en origen. 
La definición de bioinsumos incluye (pero no se limita a) biofertilizantes, bioestimulantes, 
biocontroladores, biorremediadores y/o reductores del impacto ambiental, biotransformadores para el 
tratamiento de subproductos agropecuarios y bioinsumos para la producción de bioenergía (Bocchetto 
et al., 2020). 
Existen bioinsumos elaborados a partir de organismos presentes en los cinco reinos de la vida: vegetal 
(plantas naturales y modificadas genéticamente), animal (artrópodos y nemátodos), bacterias, hongos y 
protistas (protozoos y algas). También pueden ser elaborados a partir de virus, aunque estos no son seres 
vivos. 
A los fines del presente trabajo, se tomará para su análisis una fracción de los bioinsumos, comprendida 
por los bioinsumos agrícolas, es decir todo producto basado en micro o macroorganismos vivos, así 
como compuestos y/o extractos derivados de ellos u otras fuentes biológicas, capaces de mejorar la 
productividad (o rendimiento), calidad y/o sanidad al aplicarlos sobre cultivos vegetales. En ese sentido, 
no serán incluidos los bioinsumos utilizados en la producción ganadera, agroalimentaria, agroindustrial, 
agroenergética, en saneamiento ambiental ni en salud animal. 
Los bioinsumos agrícolas abarcan aquellos que tienen un efecto directo sobre la agricultura, impulsando 
el crecimiento o desarrollo vegetal, combatiendo directa o indirectamente una plaga y/o disminuyendo 
los efectos negativos de todo tipo de estrés biótico o abiótico sobre los cultivos. A estos efectos, se 
entiende por plaga a todo animal, planta o microorganismo que tenga un efecto negativo sobre la 
producción agrícola. 
Cabe aclarar que las plantas que se encuentran modificadas genéticamente con el fin de lograr un efecto 
equivalente o similar al alcanzado por un insumo químico o un bioinsumo (por ejemplo, para la 
 
 
12 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
producción de una molécula con capacidad insecticida por parte de la misma planta de interés agrícola)4 
son consideradas bioinsumos por la EPA (Environmental Protection Agency) de Estados Unidos y por la 
FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations), pero no así por la Unión Europea. Por 
tratarse de tecnologías y mercados diferentes, a los fines del presente trabajo las plantas genéticamente 
modificadas no se incluyen como parte del estudio. 
Otro factor que se tuvo en cuenta para definir el alcance del trabajo es el grado de esfuerzo tecnológico 
implicado en los desarrollos. Es decir, se consideran aquellos que impliquen un grado alto, mientras que 
se dejan afuera aquellos que no lo requieren, como los abonos orgánicos desarrollados de manera 
intrapredial o por parte de la agricultura familiar. Para el caso de los bioestimulantes, se priorizan aquellos 
que se basan en microorganismos o derivados de ellos y se excluyen los derivados de sustancias 
orgánicas como ácidos húmicos, hidrolizados de proteínas, quitosano, etcétera. 
Por último, existen ciertas moléculas bioquímicas que se encuentran en una zona intermedia entre lo 
biológico (su origen es natural) y lo químico (por lo general son de bajo peso molecular y se producen por 
síntesis química). Estas moléculas son las denominadas feromonas, que se han utilizado desde hace 
bastante tiempo para técnicas de control biológico. Por diferir su proceso productivo significativamente 
de los procesos biotecnológicos o microbiológicos, este grupo no se incluye en el análisis. 
 
2.2. Clasificación de los bioinsumos agrícolas 
Los bioinsumos agrícolas pueden ser clasificados en dos grandes grupos: los que estimulan el 
crecimiento o desarrollo de las plantas y los que buscan combatir plagas o disminuir sus efectos 
negativos. Asimismo, estas categorías se dividen en subcategorías, como se explicará más adelante. 
Tanto en la literatura consultada como en las entrevistas realizadas, se encontró que no existe una 
clasificación de los bioinsumos universalmente aceptada, y que se utilizan los mismos términos para 
referirse a diferentes tipos de bioinsumos y diversos sinónimos para un mismo tipo de bioinsumo. Sobre 
esto, cabe mencionar que el relevamiento realizado evidencia una necesidad a nivel global de unificación 
de conceptos y de constante adaptación de las normas regulatorias a los principios científicos que 
subyacen detrás de las tecnologías de los bioinsumos, como resultado de un continuo proceso de 
innovación. A continuación, se presentan las clasificaciones empleadas a los fines de conducir el análisis 
realizado en el presente trabajo, pero que pueden diferir de las clasificaciones consideradas por otros 
autores y organizaciones. 
Los bioinsumos agrícolas se pueden clasificar en dos grandes grupos: bioestimulantes y 
biocontroladores.5 
Un bioestimulante vegetal es cualquier sustancia de origen biológico o microorganismo que se aplica a 
las plantas con el objetivo de mejorar la eficiencia nutricional, la tolerancia al estrés abiótico y/o los rasgos 
de calidad del cultivo, independientemente de su contenido de nutrientes. Los rasgos de calidad pueden 
referirse a valor nutricional, contenido de proteína de grano, vida útil, etcétera. Por extensión, los 
bioestimulantes de plantas también designan productos comerciales que contienen mezclas de 
sustancias de origen biológico y/o microorganismos que cumplen estas finalidades. Muchos 
 
4 Un ejemplo de este tipo de tecnologías son los cultivos Bt, los cuales se encuentran modificados mediante ingeniería genética 
para brindar protección frente a ciertas plagas a través de la expresión, en sus tejidos, de proteínas insecticidas denominadas 
proteínas Bt. Los genes que codifican para las proteínas Bt provienen de la bacteria del suelo Bacillus thuringiensis. 
5 En el anexo 1 se presentan con mayor detalle los principales componentes y efectos para distintos tipos de organismos. 
 
 
13 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
bioestimulantes mejoran la nutrición independientemente de su contenido de nutrientes, lo que los 
diferencia de los fertilizantes, que consisten en sustancias orgánicas o inorgánicas que contienen 
nutrientes en formas asimilables por las plantas. Los biofertilizantes representan una subcategoría de 
los bioestimulantes, a pesar de que, en muchos casos, ambos términos se presentan como categorías 
diferentes y en otros casos se utilizan como sinónimos. A diferencia de los fertilizantes, los biofertilizantes 
aumentan la eficiencia en el uso de nutrientes y abren nuevas rutas de adquisición de estos por parte de 
las plantas. 
Un biocontrolador es todo producto conformado por organismos vivos, extractos o compuestos 
derivados de ellos, utilizados para el control de plagas y enfermedades que afectan la producción 
agrícola. Los biocontroladoressuelen ser altamente específicos contra las plagas objetivo y 
generalmente representan poco o ningún riesgo para las personas o el ambiente. Muchas veces el 
término bioplaguicida se utiliza como sinónimo de biocontrolador. En ese sentido, cabe aclarar que el 
término “biocontrolador” es más amplio que el término “bioplaguicida”, ya que abarca los productos que 
tienen una acción sobre la plaga tanto directa –ya sea por ocasionar su muerte, impedir su alimentación, 
etcétera– como indirecta –estimulando mecanismos de defensa propios de la planta, impidiendo la 
reproducción de los organismos plaga, etcétera–. Debido a las numerosas maneras en que actúan los 
biocontroladores, es difícil que se desarrolle resistencia a lo largo de muchas generaciones. 
Es importante comprender que un mismo agente biológico puede tener más de un efecto benéfico sobre 
las plantas. Por ejemplo, algunos microorganismos que inducen el crecimiento vegetal también pueden 
controlar plagas, de manera que funcionan como bioestimulantes y biocontroladores a la vez. Tal es el 
caso del hongo Trichoderma harzianum, que se encuentra en algunos productos registrados como 
biofertilizantes y en otros registrados como biocontroladores (biofungicidas). 
 
Recuadro 1. Glosario de "biosoluciones" que contribuyen a la producción sostenible de plantas 
Bioestimulante: sustancias de origen biológico o microorganismos que se aplican a las plantas con el 
objetivo de mejorar la nutrición, eficiencia, tolerancia al estrés abiótico y/o rasgos de calidad del cultivo, 
independientemente de su contenido en nutrientes. 
Biofertilizante: bioestimulante microbiano (bacteriano o fúngico) aplicado a las plantas con el objetivo 
de incrementar la disponibilidad de nutrientes y su absorción, para mejorar la eficiencia de la nutrición 
de las plantas, independientemente del contenido de nutrientes del biofertilizante. 
Inoculante: bioestimulante conformado por microorganismos vivos. En la práctica, este término se 
utiliza para referirse a un biofertilizante que se aplica a la semilla en el momento de la siembra. 
Biocontrolador: organismos vivos, extractos o compuestos derivados de estos, que protegen a las 
plantas contra sus enemigos reduciendo la población de plagas o enfermedades a niveles aceptables. 
Los modos de acción incluyen competencia, antibiosis, parasitismo y también inducción de la 
resistencia sistémica mediada por la planta. 
 
 
 
14 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
2.2.1. Clasificación de los bioestimulantes 
Los bioestimulantes se dividen en dos grandes grupos: los promotores del crecimiento vegetal y los 
inductores de la tolerancia vegetal frente a estrés abiótico.6 Cabe aclarar que muchos bioestimulantes 
ejercen ambos efectos, es decir, promueven el crecimiento a la vez que incrementan la tolerancia frente 
a algún tipo de estrés abiótico. A su vez, un tercer efecto logrado muchas veces por estos dos grupos de 
bioestimulantes consiste en la mejora de distintos rasgos de calidad del cultivo, como el valor nutricional, 
el contenido de proteína del grano, la vida útil, etcétera. Este tercer efecto no se agrega como otra 
categoría adicional de bioestimulantes puesto que, en general, es un efecto secundario de los otros dos 
efectos principales. Por otra parte, algunos bioestimulantes como los extractos de algas marinas, 
además de ejercer un efecto por múltiples mecanismos, aportan nutrientes, aunque esto no es una 
condición necesaria para conformar un bioestimulante. 
 
Figura 1. Principales tipos de bioestimulantes, según su efecto sobre los cultivos 
 
 
Como puede observarse en el esquema anterior, los promotores del crecimiento se dividen en 
biofertilizantes y otros promotores del crecimiento. Los biofertilizantes se basan en microorganismos 
(hongos y bacterias) que aumentan la eficiencia en el uso de nutrientes, lo que abre nuevas rutas de 
adquisición de estos por parte de las plantas; los principales biofertilizantes se componen de bacterias 
fijadoras de nitrógeno y bacterias y hongos solubilizadores de fosfatos. Los biofertilizantes microbianos 
pueden contener cepas únicas (por ejemplo, Bacillus subtilis) o mezclas de microorganismos que 
presentan efectos aditivos o sinergias. 
Otros promotores del crecimiento se basan en microorganismos o sustancias orgánicas (extractos de 
algas marinas, ácidos húmicos, hidrolizados de proteínas, etcétera), que estimulan el desarrollo vegetal 
mediante mecanismos que no implican un aumento directo en la eficiencia de absorción de nutrientes, 
sino que ejercen efectos indirectos, por ejemplo, aportando fitohormonas o mediante el aumento de la 
actividad microbiana, la respiración o la fertilidad general del suelo. 
Por otra parte, existen bioestimulantes destinados a incrementar la tolerancia frente a distintos tipos de 
estrés abióticos como el salino, el hídrico y el térmico, entre otros. Estos pueden estar conformados tanto 
por microorganismos como por sustancias orgánicas, tales como los hidrolizados de proteínas, cuya 
actividad antioxidante contribuye a la mitigación del estrés. 
 
6 El estrés biótico es el que se produce en las plantas como resultado del daño causado por organismos vivos, como bacterias, 
virus, hongos, insectos y malezas (los bioinsumos destinados a combatir los efectos negativos del estrés biótico se engloban dentro 
de los biocontroladores). El estrés abiótico es el impacto negativo sobre las plantas causado por factores no vivos en un entorno 
específico, tales como temperaturas extremas, fuentes insuficientes de agua, salinidad, etcétera; los destinados a combatir este 
tipo de efectos se engloban dentro de los bioestimulantes. 
Bioestimulantes
Promotores del 
crecimiento
Tolerancia a estrés 
abiótico
Biofertilizantes
Otros promotores 
del crecimiento
Fijadores de nitrógeno
Solubilizadores de 
fosfatos
Otros
 
 
15 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
2.2.2. Clasificación de los biocontroladores 
En el desarrollo de un bioinsumo agrícola para el control biológico se utilizan estrategias que surgen del 
estudio y caracterización de lo que sucede en las distintas interacciones de las plantas con su entorno. 
Los biocontroladores parten de los procesos de la propia naturaleza, donde existe una gran cantidad de 
productos y de estrategias que pueden utilizarse para el manejo sostenible de plagas y enfermedades de 
las plantas. Esta afirmación se basa en la premisa de que todos los organismos vivos están dotados de 
un sistema de defensa, que en general tiene la característica de ser de amplio espectro, y de mecanismos 
y/o compuestos que producen efectos sobre la fisiología de sí mismos o de otros organismos (Mamani 
de Marchese y Filippone, 2018). 
Los biocontroladores se pueden agrupar en productos fitosanitarios de acción directa, generalmente de 
origen microbiano o botánico, y en productos de acción indirecta, generalmente conformados por 
moléculas efectoras, que estimulan los mecanismos de defensa de las plantas o que actúan como 
barrera del desarrollo de los macroorganismos plaga. Dentro de los biocontroladores de acción directa, 
también encontramos a los macroorganismos (insectos o nemátodos) que actúan como depredadores 
o parasitarios de insectos, nemátodos y ácaros plaga. 
 
Figura 2. Principales tipos de biocontroladores para el control de plagas 
 
 
En el esquema anterior se observa que el subconjunto de bioplaguicidas (aquellos que tienen un efecto 
directo sobre el organismo atacante, como biofungicidas, bioinsecticidas, etcétera, también referenciados 
como biopesticidas), se incluye dentro de los biocontroladores, aunque en algunos casos estos dos 
conceptos se utilizan como sinónimos. Si bien en el esquema se muestran los tipos de bioplaguicidas más 
comunes,se pueden incluir en este grupo otros de menor frecuencia como biobactericidas y bioacaricidas. 
Dentro de los biocontroladores de acción indirecta, se encuentran las moléculas bioquímicas, comúnmente 
denominadas feromonas, que actúan como atrayentes, hormonas, reguladores del crecimiento de insectos, 
enzimas y otras sustancias de señalización química, muy importantes en la relación planta-insecto; la 
Técnica del Insecto Estéril (TIE), que implica la cría en masa, la esterilización por medio de radiación y 
liberación de insectos estériles causantes de una plaga concreta; y los bioinductores de la defensa vegetal 
(también denominados “vacunas para cultivos”), que provocan un incremento en las barreras de defensa 
físicas y/o químicas de las plantas frente a patógenos. 
Biocontroladores
Acción directa
Acción indirecta
Bioplaguicidas Biofungicidas
Bioinsecticidas
Bioherbicidas
Bionematicidas
Enemigos naturales 
(macroorganismos)
Moléculas 
bioquímicas
Insectos 
estériles
Bioinductores
de defensas
Depredadores
Parasitarios
 
 
16 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
Figura 3. Principales tipos de bioinsumos agrícolas según su acción y agentes efectores 
 
 
2.3. Etapas para el desarrollo de bioinsumos agrícolas 
En la cadena de desarrollo de un bioinsumo agrícola, se encuentran tres grandes etapas: desarrollo y 
pruebas de concepto en laboratorio, validación en condiciones controladas y validación en entorno real. 
A continuación, se describen las principales actividades involucradas en cada una de estas etapas. 
 Desarrollo y prueba de concepto en laboratorio: en esta etapa se identifican nuevos agentes 
efectores –por ejemplo mediante el screening y aislamiento de nuevas cepas de microorganismos, o 
la identificación de una nueva función de un metabolito derivado de ellos, etcétera– y se comprueban 
sus efectos mediante pruebas de laboratorio –por ejemplo, exponiendo a un agente identificado como 
biofungicida, a una serie de hongos plaga y mensurando su capacidad de eliminar a los distintos 
hongos plaga–. Una vez comprobados los efectos del nuevo agente, se desarrolla la formulación (una 
mezcla de diferentes compuestos y sustancias que se incorpora al agente efector para otorgarle 
viabilidad, aplicabilidad y eficacia en su aplicación a campo), para lo cual se proponen distintas 
opciones y se efectúan pruebas de laboratorio. A partir de los resultados obtenidos, las formulaciones 
más eficientes pasan a la siguiente etapa. 
 Validación en condiciones controladas: las formulaciones posibles se evalúan en invernáculo o sala 
de plantas. Siguiendo el ejemplo del agente biofungicida identificado, probado en laboratorio y 
formulado en la etapa anterior, ahora se prueban los distintos formulados potenciales sobre una serie 
de plantas expuestas al hongo plaga, bajo distintas condiciones controladas de luz, temperatura, 
humedad, etcétera. De esta forma, se pueden medir los efectos del agente sobre la plaga o sobre 
distintas características del crecimiento o desarrollo de la planta, bajo distintas condiciones pero 
siempre controladas, lo cual difiere de lo que ocurre a campo. En esta etapa también se evalúan 
distintas características de las formulaciones como vida media, condiciones de almacenamiento, 
Bioestimulantes
Promotores del 
crecimiento Tolerancia a 
estrés 
abiótico
Biofertilizantes
Fijación de N
Biocontroladores
Efecto indirectoEfecto directo sobre las plagas
Otros
Solubilización
de P
Otros
Bacterias y 
hongos
Bacterias, hongos y 
sustancias orgánicas 
(extractos 
de algas, sustancias húmicas, 
quitosano, hidrolizados 
proteicos)
Bioplaguicidas
Enemigos 
naturales 
(macroorga-
nismos)Biofun-
gicidas
Bioinsec-
ticidas
Bioher-
bicidas
Bionema-
ticidas
Depreda-
dores
Parasita-
rios
Moléculas 
bioquímicas
Insectos estériles
Bioinductores de 
defensas (estrés 
biótico)
Bacterias, hongos, virus, protozoos, 
biomoléculas efectoras y extractos 
botánicos.
Artrópodos y 
nemátodos
Feromonas
Artrópodos plaga 
estériles
Biomoléculas 
efectoras y 
microorganismos
 
 
17 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
etcétera. Antes de poder avanzar en la etapa siguiente, se debe producir el bioinsumo en una escala 
piloto-productiva, ya que la siguiente etapa demanda mayores cantidades del bioinsumo para seguir 
desarrollándolo. Para ello, es necesario escalar el desarrollo, poniendo a punto el proceso productivo 
a escala al menos piloto o intermedia. 
 Validación en entorno real: en esta etapa se prueban las formulaciones del bioinsumo en parcelas 
por medio de ensayos a campo, para comprobar que el producto funcione en condiciones reales, no 
controladas, donde las múltiples combinaciones de condiciones ambientales y del suelo (luz, 
temperatura, humedad, pH, salinidad, etcétera) y las múltiples interacciones posibles en la rizosfera 
(zona de interacción entre las raíces de las plantas y los microorganismos del suelo) pueden afectar 
la efectividad del producto desarrollado. Esta etapa es fundamental para comprobar que el producto 
funciona y para medir su grado real de efectividad (por ejemplo, midiendo el aumento del rinde o la 
disminución de la incidencia de una plaga, dependiendo del tipo de bioinsumo). A su vez, se 
determinan variables como concentración, dosis, etcétera, y se realizan los ajustes que fueran 
necesarios. Una vez que se obtiene un prototipo comercial validado en entorno real, se deben realizar 
más ensayos a campo, en diferentes regiones agroecológicas, para iniciar la solicitud de registro del 
producto ante la autoridad regulatoria correspondiente. 
 
Figura 4. Principales tipos de bioinsumos agrícolas según su acción y agentes efectores 
 
Nota: TRL: Technology Readiness Level, en español Escala de Madurez Tecnológica o niveles de madurez de la Tecnología. 
Las etapas 1 a 4 corresponden a laboratorio; 5 a 6 a invernáculo y 7 a 8 a campo. 
Fuente: elaboración propia sobre la base de Lecuona (2021). 
TRL
6
TRL
5
TRL
4
TRL
3
TRL
2
TRL
1
TRL
7
TRL
8
TRL
9
Aplicación comercial: Producto a escala comercial
Prototipo comercial: ensayos en diferentes regiones geográficas para ajustar dosis y 
momentos de aplicación, evaluar rendimientos. Registro final en SENASA. 
Prototipo validado en entorno real: ensayos en parcelas en campo para evaluar eficiencia, 
dosis y hacer ajustes económicos.
Prototipo validado en ambiente simulado: evaluación de las formulaciones, almacenamiento, 
vida media y compatibilidad en invernáculo.
Desarrollo a escala real en ambiente controlado: ensayo de eficiencia de las formulaciones en 
invernáculo. Comienzo de los procedimientos para registro.
Tecnología validada en laboratorio: integración de los componentes de la formulación y su 
evaluación en laboratorio.
Prueba de concepto: evaluación de los diferentes componentes de las formulaciones 
propuestas en laboratorio.
Propuesta de la tecnología a desarrollar: análisis del desarrollo de las futuras formulaciones, 
posibles usos en campos.
Investigación básica sobre el agente efector: aislamientos, caracterización biológica y 
molecular, selección de cepas en bioensayos.
 
 
18 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
2.4. Principales implicancias tecno-económicas 
El empleo de plaguicidas químicos no siempre es la mejor estrategia para combatir una plaga específica, 
debido a que frecuentemente está asociado a efectos negativos como el resurgimiento de la plaga blanco 
luego de un lapso de tiempo, los estallidos de plagas secundarias como consecuencia de la mortandad 
de los enemigos naturales que la controlaban (resultado de la baja especificidad de los plaguicidas 
químicos) y/o la adquisición de una resistencia al plaguicida por parte de la plaga. Por el contrario, el uso 
de biocontroladores cuenta con unaserie de beneficios, tales como no dejar residuos químicos y actuar 
de manera más específica y permanente sobre la población de plaga que origina el problema, y lograr 
múltiples efectos en muchos casos (Fischbein, 2012). A su vez, son productos factibles de emplearse de 
manera complementaria con agroquímicos y en distintos casos pueden incluso hasta sustituirlos. 
En términos técnicos y económicos en torno a su implementación a campo, se destacan como ventajas 
la modalidad de aplicación adaptada a las prácticas productivas vigentes (su empleo no significa 
mayores esfuerzos técnicos por parte de los productores agrícolas), así como un precio de mercado 
competitivo en relación con los productos de síntesis química (excepto para el caso de macroorganismos 
para cultivos extensivos). 
Sin embargo, la utilización de biocontroladores conlleva una serie de desventajas que elevan el riesgo 
para su adopción frente a los plaguicidas químicos. Entre las principales, se puede mencionar una menor 
eficiencia relativa frente a los químicos en presencia de alta concentración de plagas y mayores tiempos 
de acción, con la consecuente necesidad de su aplicación antes de que se presenten brotes severos de 
plaga y de un mayor número de aplicaciones. Por otra parte, dado que se trata de productos aplicables a 
ecosistemas específicos, enfrentan limitaciones en relación con su globalización a distintas regiones 
(cuadro 1). 
Así, a partir de la información relevada tanto en los centros como en las empresas, se encuentra que los 
biocontroladores actuales, en general, se aplican sin adicionar complejidad a las prácticas agrícolas 
habituales y a costos competitivos con los químicos. Pero el hecho de que no actúan con la misma 
rapidez que los químicos y de que, en general, no son eficaces ante brotes severos de plagas implica que 
sean utilizados más para prevención que para remediación. 
 
Cuadro 1. Principales ventajas y desventajas tecno-económicas de los biocontroladores 
 Tecnológicas Técnicas / económicas 
Ventajas 
● Ambientalmente sustentables 
● No dejan residuos químicos 
● Acción plaga/enfermedad específica 
● Múltiples efectos 
● Bajo riesgo de liberación (organismos 
autóctonos) 
● Complementariedad con agroquímicos 
● Potencialidad de sustitución de 
agroquímicos 
● Precio competitivo 
(excepto 
macroorganismos) 
● Modalidad de aplicación 
adaptada a prácticas 
productivas (excepto 
macroorganismos para 
cultivos extensivos) 
 
Continúa en la página siguiente. 
 
 
 
 
19 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
Cuadro 1. Principales ventajas y desventajas tecno-económicas de los biocontroladores 
(continuación) 
 Tecnológicas Técnicas / económicas 
Desventajas 
● Variabilidad y falta de consistencia 
de resultados 
● Mayores tiempos de acción 
● Baja efectividad ante alta 
incidencia de 
plagas/enfermedades 
● Ecosistema específicos: limitación 
de globalización 
● Momento de aplicación (antes de la 
aparición de plagas / 
enfermedades): más riesgo 
económico 
● Dosificación (mayor cantidad de 
aplicaciones) 
● Requerimiento de condiciones 
controladas de transporte y 
almacenamiento 
 
Para el caso de los bioestimulantes también se pueden identificar ciertos aspectos positivos y negativos. 
Entre sus beneficios se puede resaltar el incremento de los rendimientos por hectárea y la calidad de los 
cultivos, su complementariedad con productos químicos y una mayor potencialidad de globalización. A 
su vez, pueden ejercer funciones adicionales a las de los fertilizantes químicos, como promoción del 
crecimiento o aumento de la tolerancia al estrés abiótico. 
Al igual que los biocontroladores se trata de productos que se comercializan a precios competitivos 
(representan una baja proporción de los costos de producción) y cuya modalidad de aplicación también 
se encuentra adaptada a las prácticas productivas vigentes. Sin embargo, al no tratarse de insumos 
necesarios para la producción, resultan en general una variable de ajuste en las campañas agrícolas que 
presentan menores márgenes de rentabilidad. Por último, como se explicará en el apartado siguiente, los 
biofertilizantes exhiben cierto potencial para sustituir a los fertilizantes químicos, pero no es su totalidad 
(cuadro 2). 
 
Cuadro 2. Principales ventajas y desventajas tecno-económicas de los bioestimulantes 
 Tecnológicas Técnicas / económicas 
Ventajas 
● Incremento de rendimientos y calidad 
● Alta complementariedad con 
agroquímicos 
● Mayor potencialidad de globalización 
● Precio competitivo 
● Modalidad de aplicación 
adaptada a prácticas productivas 
● Baja proporción en los costos de 
producción 
Desventajas 
● Menor potencialidad de sustitución de 
agroquímicos (fósforo y potasio) 
● Al no tratarse de insumos 
necesarios para la producción 
resultan variable de ajuste ante 
menores márgenes de 
rentabilidad 
 
 
 
 
20 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
2.4.1. Sustitución de agroquímicos 
Para abordar el tema de la posibilidad de sustituir el uso de agroquímicos con bioinsumos debe 
considerarse que existen diferencias entre las distintas plataformas, por lo cual este análisis se segmenta 
por tipo de plataforma. Cabe destacar que en esta materia son escasos los estudios e investigaciones 
publicadas que efectúan mediciones sobre el potencial de sustitución de productos de síntesis química 
por parte de bioinsumos. 
Según los especialistas entrevistados una aplicación de enemigos naturales (artrópodos o nemátodos 
predadores o parasitarios de otro artrópodo, nemátodo o ácaro plaga, presentes naturalmente en los 
agroecosistemas donde se utilizan, y aplicados mediante liberaciones inundativas)7 permite disminuir 
entre dos a tres aplicaciones de insecticidas químicos. Esta opción es en general más costosa que los 
insecticidas químicos, pero para los productores orgánicos frutihortícolas resulta más adecuada. En la 
producción orgánica es posible reemplazar el 100% de los agroquímicos con el uso de enemigos 
naturales. Las liberaciones inundativas de enemigos naturales tienen, en general, mayor aplicación en 
cultivos intensivos, ya que para cultivos extensivos resulta compleja y costosa. 
En el caso de los bioplaguicidas basados en microorganismos o derivados de ellos, no es posible 
generalizar el porcentaje en que pueden reemplazar al uso de agroquímicos, debido a que esto depende 
de múltiples factores como el cultivo por tratar, la plaga específica, el biocontrolador y las condiciones 
agroecológicas, entre otros. En la mayoría de los casos, los entrevistados mencionaron que no cuentan 
con estudios comparativos para determinar con precisión qué porcentaje de agroquímicos se puede 
reemplazar con los desarrollos de bioinsumos; en otros casos, indicaron que es posible reemplazar en 
un 50% y hasta un 100% el uso de plaguicidas químicos. 
Cabe aclarar que, en general, un biocontrolador basado en micro- o macroorganismos vivos no siempre 
es factible de emplearse en conjunto con la aplicación de insecticidas químicos, ya que el químico puede 
perjudicar al biocontrolador. Por este motivo, en general, se utiliza de manera intercalada en cada 
aplicación un químico o un biocontrolador, pero no en conjunto. 
Para el caso de los biofertilizantes (inoculantes microbianos), el porcentaje potencial de reemplazo de 
fertilizantes químicos se encuentra más estudiado para el caso del nitrógeno (N) y en menor medida para 
el caso del fósforo (P) y otros nutrientes. Según los entrevistados, es posible cubrir entre un 35% y un 85% 
del N requerido por algunos cultivos, mediante la utilización de inoculantes basados en bacterias fijadoras 
de N. En cuanto al P, se encontraron ciertas discrepancias, debido a que la necesidad de suministrar P 
como fertilizante es muy variable según el tipo de suelo y el cultivo; así, enla literatura se encontraron 
ejemplos de hasta un 50% de reemplazo del P químico con el uso de bacterias solubilizadoras de P (Díaz-
Blanco y Márquez-Reina, 2011), mientras que el experto en suelos entrevistado expresó que 
potencialmente un 10% sería el máximo porcentaje por reemplazar, particularmente en nuestro país, 
donde grandes cantidades de P son requeridas para la producción y exportación de cultivos extensivos 
como la soja.8 
 
7 Las poblaciones de organismos están reguladas por la acción natural de sus depredadores, parásitos, parasitoides, patógenos y 
competidores; un fenómeno ecológico que mantiene a las especies en un estado de equilibrio. El problema surge cuando, por 
diversos motivos, las poblaciones de algunas especies aumentan de tal modo que pueden causar daños económicos y/o 
ecológicos severos convirtiéndose en plagas. Mediante la multiplicación y liberación de grandes poblaciones de enemigos naturales 
de estos organismos plaga en la zona afectada (liberaciones inundativas), se logra reducir su impacto perjudicial, restableciendo 
los niveles de control natural autosostenido. Cada vez que la población plaga vuelva a aumentar a niveles perjudiciales, se deberá 
repetir la aplicación de enemigos naturales. 
8 Esto es solo una estimación, ya que no se cuenta con estudios realizados para medir ese porcentaje. 
 
 
21 
 
Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
Para el caso de los herbicidas, puntualmente para el reemplazo del glifosato, no se relevaron avances 
significativos en cuanto a alternativas biológicas para el control de malezas, ni en la literatura, ni en los 
centros entrevistados. Particularmente, a nivel nacional no se encontraron centros que se encuentren 
desarrollando bioherbicidas. Por el contrario, muchas de las empresas y startups entrevistadas 
mencionaron que cuentan en su cartera con al menos un proyecto para el desarrollo de bioherbicidas. En 
algunos casos, mencionaron que estos bioherbicidas se basan en extractos botánicos y en otros casos 
no mencionaron el tipo de agente biológico, dada la confidencialidad con la que manejan ese tipo de 
información. Es por ello que, actualmente, no existe en el mercado reemplazo biológico para el combate 
de malezas, por lo que aún se desconoce su potencial sustitución. 
 
2.4.2. Límites para la globalización 
Los bioinsumos, ya sean a base de micro o macroorganismos vivos, presentan ciertas particularidades 
en relación con su efectividad y potencial riesgo de liberación, vinculadas a las condiciones 
agroecológicas y la biodiversidad presente en cada región. En ese sentido, su potencialidad de 
globalización se encuentra sujeta a las características de cada territorio, y deben conducirse ensayos a 
campo y evaluaciones específicas para su introducción en nuevas regiones. 
Considerando las distintas plataformas, algunos entrevistados expresaron que los enemigos naturales 
(macroorganismos) son potencialmente exportables en la región pero no en otro hemisferio, debido a 
que estos no se encuentran generalmente presentes. Otros entrevistados mencionaron que los 
macroorganismos para control biológico son factibles de exportarse (de hecho, algunos países europeos 
los exportan a otros mercados), pero que es más probable que los aislamientos autóctonos funcionen 
mejor. Es decir, los macroorganismos pueden aplicarse en diversas regiones, aunque en general tienen 
mejores resultados al implementarse en su lugar de origen. Además, la liberación de macroorganismos 
exóticos es compleja a nivel regulatorio y más riesgosa en términos de su impacto en el ecosistema. Para 
el caso de insectos plaga estériles, el potencial exportador sería mayor. 
En el caso de los biocontroladores basados en microorganismos, muchos de los expertos entrevistados 
mencionaron que se pueden exportar potencialmente a cualquier región donde esté presente la plaga 
objetivo, conduciendo los ensayos correspondientes. Sin embargo, algunos entrevistados coincidieron 
en que las biomoléculas efectoras tienen un mayor potencial exportador que los bioinsumos basados en 
organismos vivos, debido a cuestiones técnicas que le otorgan mayor efectividad a nivel global, a 
diferencia de los organismos vivos que suelen funcionar mejor en los territorios donde son aislados. La 
dificultad de exportación en términos regulatorios varía según la normativa de cada país; en algunos 
casos es más fácil introducir organismos vivos que biomoléculas efectoras. 
Finalmente, la mayoría de los entrevistados coincidieron en que, en general, los biofertilizantes 
(inoculantes microbianos) tienen un mayor potencial exportador que los biocontroladores, debido a su 
menor dependencia de las condiciones del agroecosistema y a que no son plaga-específicos como los 
biocontroladores, por lo que no dependen de la presencia de plagas o enfermedades particulares. 
Asimismo, la normativa para su introducción en diversos países suele presentar menores exigencias. 
 
 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
3. Panorama y tendencias mundiales 
3.1. Principales tendencias y drivers 
La revolución que en su momento implicó el uso en el sector agrícola de pesticidas y fertilizantes 
químicos enfrenta crecientes limitaciones. Esto se observa tanto desde aspectos productivos, como una 
creciente resistencia de plagas y patógenos, así como también desde una perspectiva ambiental, por el 
impacto sobre la biodiversidad de los suelos que se evidencia en crecientes regulaciones y en nuevos 
patrones de los hábitos de consumo. Estas tendencias cada vez más acentuadas representan los 
principales drivers que impulsan el desarrollo y difusión de bioinsumos en la agricultura. 
 
Figura 5. Principales tipos de bioinsumos agrícolas según su acción y agentes efectores 
 
 
En ese marco de creciente controversia en torno al uso de agroquímicos a nivel mundial, se encuentran 
una serie de países que establecen de manera paulatina regulaciones sobre los niveles de residuos 
tóxicos en alimentos, la degradación de suelos y contaminación de aguas, la prohibición y restricción del 
uso de ciertos agroquímicos, y mayores controles y pruebas para su registro. Así, en diversos países se 
establecen de manera conjunta políticas articuladas de regulación del empleo de pesticidas9 y de 
promoción de bioinsumos agrícolas (proceso liderado por Europa, Estados Unidos, y recientemente 
nuevos actores como China). 
 
9 Para más información, véase National Pesticid Information Center (Estados Unidos), European Comission, CIRS, y Tierra Viva 
Agencia de Noticias para el caso de Alemania. 
Cambios en hábitos de consumo 
(orgánicos, impacto ambiental)
DRIVERS
BIOINSUMOS
Regulación 
(uso de agroquímicos, residuos 
en alimentos)
Agricultura 4.0 (AgroTech
y startups)
http://npic.orst.edu/reg/laws.html
https://ec.europa.eu/food/plants/pesticides_es
https://www.cirs-reach.com/news-and-articles/Interpretation-of-China-Regulatory-Requirements-on-Public-Health-Pesticides.html
https://agenciatierraviva.com.ar/alemania-ratifico-su-intencion-de-prohibir-el-glifosato/
https://agenciatierraviva.com.ar/alemania-ratifico-su-intencion-de-prohibir-el-glifosato/
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
De manera adicional, a nivel mundial se observa una tendencia hacia el consumo de productos más 
saludables, con un cambio cultural en los hábitos de consumo orientados a la prevención de 
enfermedades y mayor bienestar, que se tradujo en un crecimiento del 53% del mercado de productos 
orgánicos durante los últimos años. Así, en el año 2020 el consumo de estos productos alcanzó entre 
USD 100.000 millones y USD 120.000 millones, y el segmento de frutas y verdurasparticipó del 36% 
(Willer et al., 2021). 
Cabe destacar que una parte cada vez más significativa de este segmento de mercado es canalizada por 
grandes supermercados que buscan atender esta creciente demanda en los grandes conglomerados 
urbanos. Aprovechando esta tendencia, estos intermediarios han avanzado en el desarrollo de 
proveedores agrícolas especializados, ofreciendo contratos de largo plazo para el aprovisionamiento a 
sus cadenas, y en otras oportunidades incursionando incluso en la producción propia de productos 
orgánicos (Willer et al., 2021). 
Los principales mercados son aquellos países de altos ingresos como Estados Unidos y la Unión Europea 
(que concentran entre el 85 y el 90%), lo que ha permitido traccionar el desarrollo de la industria 
bioinsumos. En la actualidad, este proceso está avanzando en países de ingresos medios tales como 
China, India y Brasil, donde como se mencionó anteriormente también se observa un interesante 
desarrollo industrial en torno a insumos biológicos. 
A partir de estas tendencias de la demanda, los Estados nacionales han avanzado con proyectos de 
impulso y registro para la producción orgánica a la par con la regulación en el uso de productos químicos. 
Estos procesos se encuentran liderados por la Unión Europea, donde se ha establecido una fuerte 
estrategia para promover una alimentación más saludable (“De la granja a la mesa”), de manera articulada 
con un uso más sustentable de agroquímicos en los países miembros (Directiva 2009/128/EC). 
A su vez, otros países han estimulado el desarrollo de la biotecnología y en algunos casos incluso han 
avanzado con herramientas focalizadas en la industria de bioinsumos. En el caso de Estados Unidos, los 
bioestimulantes fueron incorporados recientemente a la Ley Agrícola 2018 (Farm Bill),10 y también se ha 
elaborado el BioPreferred Program, que impulsa la demanda de bioproductos por parte de organizaciones 
del Estado y fomenta su etiquetado y certificación, entre otros objetivos. A nivel regional, Brasil 
recientemente ha puesto en marcha el Programa Nacional de Bioinsumos, desde el cual apunta a generar 
un marco regulatorio para el sector, fomentar el desarrollo de I+D y la instalación de biofábricas, entre 
otras metas. 
 
 
10 Si bien aún se encuentra en proceso de formulación, la norma deja abierta la posibilidad que los productores puedan recibir 
subsidios por el uso de bioestimulantes. 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
Recuadro 2. Green Deal de la Unión Europea 
Directiva 2009/128/EC – Uso sustentable de pesticidas 
A través de esta Directiva la Unión Europea busca reducir el impacto sobre la salud humana y el 
ambiente por el uso de pesticidas químicos. Para ello, sus países miembros debieron implementar 
planes nacionales que cumplan con las siguientes directivas: 
 Prohibición de fumigación aérea. 
 Prohibición de la aplicación de pesticidas en parques, escuelas, hospitales y otras áreas sensibles. 
 Generación de espacios de formación para productores agropecuarios acerca del uso de 
pesticidas. 
 Implementación por parte de productores agropecuarios de técnicas de manejo integrado de 
plagas y preferencia de métodos biológicos. 
 Protección de fuentes acuíferas contra el uso de pesticidas. 
En última instancia, el objetivo de la UE es reducir en un 50% el uso de los plaguicidas químicos para el 
año 2030. 
Estrategia “De la granja a la mesa” 
Esta iniciativa forma parte del Pacto Verde europeo y aspira a la formación de un sistema alimentario 
sostenible. Esto involucra una transformación tanto en el sector primario como en el industrial y 
comercial, que vendrá acompañada por una difusión por parte de los Estados para promover pautas 
de consumo saludable. 
Parte de este proyecto apunta a modificar la Política Agrícola Común, ofreciendo fuentes de 
financiamiento a los productores agropecuarios para que avancen con explotaciones ambientalmente 
sustentables, a través de inversión en tecnología y prácticas ecológicas y digitales. 
A su vez, la Unión Europea invertirá €10.000 millones para I+D en bioeconomía, recursos naturales, 
agricultura, pesca, acuicultura y medio ambiente, así como en el uso de tecnologías digitales y 
soluciones basadas en la naturaleza para el sector agroalimentario. 
Otros agentes involucrados son la industria alimentaria, en tanto deberán utilizar productos 
ambientalmente sustentables, y los comercios para que aumenten la disponibilidad y el acceso a este 
tipo de opciones. Debe remarcarse que la UE administrará el comercio exterior a los fines de que los 
productos que ingresen al mercado común se adapten a estas normativas. 
Por último, también sumará iniciativas vinculadas a la promoción del consumo, avanzando con la 
difusión de dietas, implementando etiquetados sobre productos y apuntando a otorgar incentivos 
fiscales a través de deducciones impositivas sobre el consumo de productos como frutas y hortalizas 
ecológicas. 
 
 
 
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Bioinsumos para la agricultura que demandan esfuerzos de investigación y desarrollo 
 
 
Recuadro 3. Programa Nacional de Bioinsumos en Brasil 
Por medio del Decreto Nº10.375/2020, en el ámbito del Ministerio de Agricultura, Brasil puso en marcha 
el Plan Nacional de Bioinsumos para ampliar y fortalecer el uso de bioinsumos tanto para la producción 
vegetal como animal. 
El programa funcionará a través de un Consejo Estratégico compuesto por referentes en la materia del 
sector público y privado, entre cuyos objetivos se destacan: 
 Modernizar el marco regulatorio para incentivar la producción de bioinsumos. 
 Centralizar y coordinar esfuerzos de I+D para la oferta de productos, tecnologías, procesos, etc. 
 Articular instrumentos de crédito para el desarrollo y producción de bioinsumos. 
 Incentivar la instalación de biofábricas. 
 Estimular la capacitación y formación en buenas prácticas de producción y de uso de bioinsumos. 
 
Otro aspecto para destacar es el avance de las tecnologías 4.0 para el sector agrícola (Agricultura 4.0). 
La tendencia a la incorporación de nuevas tecnologías tales como internet de las cosas, sensores y 
herramientas de análisis de suelos, drones, GPS, robótica, big data, entre otras, está permitiendo el 
desarrollo de una agricultura de precisión para el uso más racional de los insumos tendiendo hacia 
producciones más sustentables (De Clercq et al., 2018). 
A través de la mayor información, sistematización de datos y conocimiento específico de las condiciones 
agroclimáticas, los productores podrán focalizar y eficientizar el uso de fertilizantes y pesticidas sobre 
sus explotaciones, así como analizar efectivamente sus resultados. Por otra parte, el desarrollo de 
tecnologías para la aplicación de distintos tipos de bioinsumos podría ofrecer soluciones más accesibles 
para su difusión; por ejemplo, para el segmento de control biológico a base de macroorganismos 
enemigos naturales de plagas en cultivos extensivos, práctica que actualmente enfrenta dificultades de 
aplicación y costos. 
Por otro lado, la complementación de nuevas tecnologías 4.0 y de insumos biológicos puede potenciar el 
impacto de estas técnicas productivas, que no solo son ecológicamente más sustentables, sino que 
también generan aumentos de productividad en el mediano plazo. Así, la mayor utilización de manera 
conjunta de estas tecnologías podrá redundar en un futuro no solo en la recuperación de tierras de baja 
productividad caracterizadas, por ejemplo, por falta de agua o alta salinidad, sino también en la 
incorporación de nuevas tierras a la producción agrícola. En ese sentido, su uso combinado puede dar 
lugar a la progresiva recomposición de la biodiversidad de los suelos, y por lo tanto a mayor disponibilidad 
de nutrientes, que en última instancia permite mayores rendimientos

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