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Anarquismo e Clandestinidade no XIX

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Los Discursos de la Clandestinidad en el Anarquismo del XIX
Author(s): Clara E. Lida
Source: Historia Social, No. 17 (Autumn, 1993), pp. 63-74
Published by: Fundacion Instituto de Historia Social
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/40340345
Accessed: 02-03-2023 18:36 UTC
 
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 LOS DISCURSOS DE LA CLANDESTINIDAD
 EN EL ANARQUISMO DEL XIX
 Clara E. Lida
 En una extensa carta inedita a varios "hermanos internacionales", entre ellos a algunos de
 Espana, Pierre Kropotkin escribia pocas semanas antes del Congreso secreto de Londres,
 de julio de 1881: "Creo que nos hacen falta dos organizaciones, una abierta, amplia, fun-
 cionando a la luz del dia; la otra secreta, de accion" (p. 5). La primera estaria activa donde
 le fuera permitido, pero en vez de ocuparse de politica lo haria de las huelgas: seria una
 organizacion de resistencia, una "Internationale greviste". La otra debia ser intima, frater-
 nal, secreta, formada por "uno o dos hombres en cada ciudad que sirvieran de niicleo de
 los grupos secretos" (p. 8). Estos se encargarian de organizar la "conspiracion obrera ", es
 decir, "volar una fabrica, 'tranquilizar' a un patron, etc., etc., lo cual reemplazaria ventajo-
 samente la propaganda de cualquier congreso" (p. 9). Para esto -continiia Kropotkin-, se
 debia recurrir a los grupos secretos que ya existian en paises como Italia, Francia, Espana
 y Alemania (p. 5), estrechar los lazos internacionales, tambien secretos (p. 10), y reforzar
 los grupos internacionalistas clandestinos con los "jovenes activos, buenos conspiradores
 y hombres de accion", que todos los dias surgian en esos lugares (p. 1 1). l
 Este documento casi desconocido de Kropotkin es algo mas que el testimonio casual
 de una preocupacion momentanea. El texto, como tantos otros que forman un abundante,
 aunque disperso, corpus de y sobre la clandestinidad, por una parte, esta surcado por un
 hilo conductor que enlaza el discurso desarrollado por los lideres de las organizaciones
 anarquistas internacionales con el de los anonimos militantes de minusculos grupos loca-
 les. Por otra, plantea dos discursos tacticos cuya aparente contradiction habia que resol-
 ver: lucha politica frente a resistencia economica, violencia revolucionaria o accion sindi-
 cal, organizacion piiblica o secreta, nucleos locales aislados o integrados asociaciones
 nacionales e internacionales. Mi proposito es interpretar estos discursos y reconstruir las
 claves que los sustentan. Para ello, me propongo aqui empezar por descifrar los discursos
 1 Traduzco y gloso del manuscrito original de Kropotkin, en frances, que se encuentra en el Internationaal
 Instituut voor Sociale Geschiedenis (IISG), Archiv Nettlau, Rond AIT, s.f, 1 1 pp. Max Nettlau publico una tra-
 duccion al italiano en su "Kropotkin, Malatesta e il Congresso intemazionale socialista rivoluzionario di Londra
 del 1881", Studi Sociali (Montevideo), n.os 28 (4-XII-1933) y 29 (21-IV-1934). En esta misma carta, la fraterni-
 dad secreta, encabezada por Kropotkin, aparece formada por Errico Malatesta, Carlo Cafiero, Louis Pindy, Ad-
 hemar Schwitzguebel, Tomas Gonzalez Morago y un tal Rodriguez (p. 10). Segun sabemos, este alias encubrio,
 primero, a Jose Garcia Viiias y, luego, cuando este se retiro de la fraternidad, en 1880, se refirio a Trinidad So-
 riano.
 Historia Social, n.° 17, otono 1993, pp. 63-74. I 63
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 de los pequefios grupos secretos que se mantuvieron activos en Espaiia, a pesar de la pros-
 cription que se decreto al caer la Primera Republica.
 La gran mayoria de los historiadores que han reconstruido la experiencia anarquista
 peninsular desde la creation de la Federation Regional Espaiiola, en junio de 1870, hasta
 el desmoronamiento de la Federation de Trabajadores de la Region Espaiiola -en el lustro
 que va desde la Mano Negra, en 1883, y su disolucion definitiva, en 1888-, han privilegia-
 do los escasos periodos de legalidad y de explosion en los que la voz de la clase obrera se
 escuchaba mas abiertamente. Sin embargo, cuando sumamos y restamos, advertimos que
 de esos dieciocho anos, los anarquistas pudieron actuar de una manera plenamente piiblica
 y legal solo tres, de un modo ilegal y semiclandestino, despues de la Comuna de Paris, dos
 anos y hostigados y reprimidos de facto, so pretexto de la Mano Negra, durante media de-
 cada. En cambio, a lo largo de los casi ocho anos restantes, de enero de 1874 a septiembre
 de 1881, sufrieron la proscription mas absoluta, sumidos en la clandestinidad total. 2 Casi
 todos los estudios sobre el movimiento anarquista espanol -y, justo es decirlo, tambien
 sobre el de muchos otros paises- se han limitado a esos raros y excepcionales momentos
 en que el lenguaje y los actos fluian en un espacio legal y piiblico que normalmente les es-
 taba vedado. Salvo muy contados casos, gran parte de la historiografia sobre el anarquis-
 mo no ha penetrado en esa larga historia que transcurrio al filo de las candilejas o en la os-
 curidad, como si lo marginal, lo clandestino, lo secreto fuera indescifrable o careciera de
 significado.
 No me cabe duda que las acciones manifiestas y explicitas son esenciales para com-
 prender el fenomeno anarquista, pero estas son solo una parte cuya importancia no valora-
 remos cabalmente sino cuando conozcanos el todo. Para estudiar la primera etapa del
 anarquismo espanol del xix, es indispensable iluminar las experiencias que tambien se
 desarrollaban al margen de las manifestaciones piiblicas, aunque su discurso todavia hoy
 este oscurecido por proposiciones incompletas, por lenguajes, imagenes y actos impreci-
 sos, oculto en unas fiientes que no solo son abrumadoramente fragmentarias sino volunta-
 riamente cripticas y perifrasticas.
 Debe quedar claro que al referirme al discurso no me reduzco a lo hablado o a lo es-
 crito, sino que entiendo la comunicacion como una amplia gama de formas y manifesta-
 ciones que tambien incluyen, entre otras, practicas organizativas, gestos rituales, tradicio-
 nes locales y una variedad de acciones que pueden ir desde la violencia social hasta la
 solidaridad colectiva. Pienso en los discursos de la clandestinidad en este sentido amplio
 que incorpora diversos significados y facetas: no solo como las proposiciones teoricas o
 los lenguajes cuyas palabras y simbolos abordan el tema, sino, ademas, como una suma de
 gestos, acciones y valores colectivos. 3 Nuestra meta aqui es precisa: reconocer estas for-
 mas de comunicacion y establecer su significado. Es decir, desentranar el discurso, lo que
 equivale a la suma de discursos varios, partiendo de la premisa fundamental de que toda
 comunicacion y todo lenguaje, aun el de la clandestinidad, son y pueden ser descifrables.
 2 Fueron legates de junio de 1870 a enero del 72, cuando Sagasta los declaro fiiera de la ley, y de sep-
 tiembre de 1881 a la primavera de 1883, antes de la represion de la Mano Negra. Permanecieron en la semiclan-
 destinidad despues de la Comuna, de enero de 1872 a enero del 74. En Andalucia, los anarquistas fueron hosti-
 gados y reprimidos desde la Mano Negra hasta la disolucion de la FTRE, en 1888. Para este ultimo periodovease mi articulo "Del reparto agrario a la huelga anarquista de 1883", en El movimiento obrero en la historia
 de Cadiz, Cadiz, Diputacion Provincial, 1988, pp. 127-161.
 3 En este sentido veanse los sugerentes trabajos de Iurii M. Lotman et al, en The Semiotics of Russian
 Cultural History, Ithaca, N.Y., Cornell University Press, 1985; muy especialmente: I. M. Lotman, "The De-
 cembrist in Daily Life (Everyday Behavior as a Historical-Psychological Category)", pp. 95-149. Agradezco a
 Iris M. Zavala esta referencia. Tambien es fundamental el brillante estudio de William H. Sewell, Work and
 Revolution in France. The Language of Labor from the Old Regime to 1848, Cambridge, Cambridge University
 Press, 1980 [trad, al espanol en 1992]. 64 I
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 Para esto, quisiera examinar tres temas centrales: a) el de la comunicacion secreta
 como una forma expresiva racional y eficaz: b) el de la capacidad integradora del discur-
 so clandestino desde el nivel local hasta el international y, por ultimo, c) el de la imbrica-
 tion intima del grupo con la cultura de su comunidad y la ideologia de su clase. Como
 tambien veremos, estos no son los linicos elementos distintivos de estos discursos, pero
 creo que son esenciales para delinear un modelo que nos permita analizar la clandestini-
 dad con un enfoque teorico y metodologico hasta ahora ausente en el estudio historico del
 anarquismo.
 /
 Importa tener presente que la clandestinidad anarquista surgio como una respuesta
 premeditada, prdctica, racional y efectiva a la violencia y represion legalizadas. Frente a
 una persecution sistematica, el secreto se planteaba de manera razonada, como la alterna-
 tiva menos vulnerable a la penetration del poder y de la foerza. Es decir, la clandestinidad
 fue una tactica consciente de resistencia contra los crecientes mecanismos de coercion del
 Estado y de quienes lo sostenian. Con un lenguaje que anticipaba el de la clandestinidad,
 lo expresaba en septiembre de 1873 la Comision Federal, en vista de que se recrudecian
 las persecuciones contra la International a raiz del levantamiento de Alcoy: "si no se per-
 mite reunirse a la luz del sol, deben reunirse a la sombra". 4 Menos de dos semanas mas
 tarde, ante la firme represion de Sanliicar de Barrameda, el secretario de la Comision Fe-
 deral, Francisco Tomas, lo repetia con grafica claridad: "si no os fuese permitido reuniros
 en Asambleas piiblicas, hacedlas secretas. Al efecto conviene reunirse y organizarse en
 grupos de diez individuos que puedan reunirse en cualquier parte, hasta en las barbas del
 burgues". 5
 Esta no era una consigna puramente retorica, sino un llamado practico a la reorgani-
 zation clandestina de la Federation en pequenas unidades que pudieran sobrevivir a pesar
 de la contraction de los espacios politicos piiblicos despues del fracaso federalista del 73 y
 de la proscription de la International, en enero de 1874. No nos cabe duda que esa consig-
 na se siguio al pie de la letra, especialmente en regiones donde la represion politica estaba
 aunada a la social. Solo asi comenzaremos a entender como, a pesar de la mas absoluta
 clandestinidad a partir de 1874, el anarquismo pudo mantener su ascendencia sobre el mo-
 vimiento obrero en determinados centros manufacturers y zonas agrourbanas, practica-
 mente sin ceder espacios organizativos, y por que, en 1881, pudo volver a la vida piiblica
 con el numero de sus seguidores multiplicado.
 En este sentido hubo una clara geografia de la clandestinidad. En ciertas zonas manu-
 factureras, los obreros pudieron continuar asociados piiblicamente -mientras no fuera con
 fines politicos explicitos-, tolerados por el juego mismo del capital y el trabajo, y defender
 posiciones economicas asi como mantener la cohesion y movilizacion gremial o sindical
 colectivas, 6 tal y como, en 1881, lo habia percibido Kropotkin. En cambio, en otros luga-
 4 Circular n.° 30 de "La Comision Federal a las federaciones locales", Federacion Regional Espanola de
 la Asociacion Internacional de los Trabajadores, 12-IX-1873, en Archives de la Prefecture de Police, Paris [en
 adelante, APP], B a/437, ff. 3128-3129.
 5 Carta del 23-IX-1873, citada por Clara E. Lida, La Mano Negra. Anarquismo agrario en Andalucia,
 Madrid, ZYX, 1972, p. 37, n. 25. Consiiltese la version inglesa de este estudio, ya que la edition espanola fue
 censurada bajo el franquismo, naturalmente sin autorizacion de la autora: "Agrarian Anarchism in Andalusia.
 Documents on the Mano Negra", International Review of Social History, XIV (1969), pp. 315-352.
 6 Ver las "Observations generates", en unos ineditos "Estatutos" de la Federacion Regional Espanola es-
 critos en frances (sin titulo), fechados en St. Imier el 28-X-1878, que se encuentran en APP, B a/437, f. 3192:
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 res de economia menos desarrollada, esta vida piiblica fue practicamente imposible. Los
 trabajadores de pequefias areas urbanas y del campo no solo carecian de un espacio sindi-
 cal definido, sino que, por el caracter mismo de sus aspiraciones -colectivizacion de la tie-
 rra y los talleres, del trabajo y de su producto, abolition de la propiedad y sus privilegios,
 defensa de la organization del trabajo- chocaban mas directamente con los intereses eco-
 nomicos de las oligarquias agrarias locales y nacionales. En estos universos desiguales, los
 pequenos grupos exigian y defendian la autonomia y la libertad de action y cumplian con
 la consigna de la Comision Federal de reorganizarse en grupos de diez.
 Esta forma de organization clandestina en decurias, cada una a cargo de un decurial,
 no foe original del anarquismo, sino que se nutria de una tradition organizativa que, en el
 siglo xix, se remonta a las logias masonicas y carbonarias, 7 pero que ya en el antiguo regi-
 men tenia su origen inmediato en las hermandades y los gremios. 8 Al desaparecer la In-
 ternational en Espana y acentuarse la contraction de los espacios piiblicos, los anarquistas
 se aprestaron a resistir en secreto, recuperando del pasado expresiones organizativas cuya
 vitalidad se habia probado al sobrevivir los siglos. Esta mezcla de modernidad y antiguo
 regimen quedo plasmada, por ejemplo, en las pequefias asociaciones anarquistas andalu-
 zas, como lo he podido comprobar ahora que estudio en detalle la llamada Mano Negra y
 su epoca. En esta miniiscula agrupacion clandestina (en la que de los dieciseis acusados de
 pertenecer a ella, catorce estaban afiliados a la Federation anarquista de San Jose del
 Valle), uno de sus supuestos jefes tenia, precisamente, la foncion de "decurial" o "jefe de
 grupo", en tanto otros companeros reconocian pertenecer a un grupo que llamaban "decu-
 ria".9
 Si ahora volvemos a la cita previa: "organizarse en grupos de diez individuos", vemos
 como la frase recobra su sentido literal al descubrir que la organization basica, caracteris-
 tica de estos pequenos grupos locales, en efecto, tendia a ser en decurias. A su vez, la ima-
 gen "reunirse [...] hasta en las barbas del burgues", no era solamente una expresion irre-
 verente, sino un uso metaforico que en el discurso de la clandestinidad adquiere un
 significado directo. En otras palabras, para los anarquistas era imprescindible que la pe-
 quefiez y el secreto los protegieran de la represion instrumentada por los intereses "del
 burgues" y, a la vez, les permitiera actuar frente "hasta en las barbas" de quienes contro-
 laban la foerza. Para ello era fundamental que dicho "burgues" y su clase quedaran impo-
 tentes ante los grupos que se valian del misterio para evitar que nadie penetrara en sus mi-
 nusculos pero efectivos laberintos, invisibles para todos menos para los iniciados.
 "[...] la cooperation de consommation produisant des resultats regulierset fournisant a 1' Association Internatio-
 nale un moyen commode pour permettre de reunir publiquement un nombre considerable de compagnons sans
 eveiller la surveillance de la police, les societes de cooperation de consommation doivent etre encouragees,
 ainsi que la propagande clandestine au moyen de feuilles volants".
 7 Vease el estudio pionero de Iris M. Zavala, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid, Siglo XXI,
 1971. Ademas, mi Anarquismo y revolution en la Espana delxix, Madrid, Siglo XXI, 1972.
 8 Vease Sewell, op. cit. Cf. ademas Natalie Zemon Davis, Society and Culture in Early Modern France,
 Stanford, Stanford University Press, 1975. Se echan de menos para Espana estudios semejantes sobre los gre-
 mios y otras corporaciones del antiguo regimen, asi como sobre sus miembros.
 9 Los procesos de la Mano Negra. II: Audiencia de Jerez de la Frontera. Proceso contra [...] por el asesi-
 nato del Blanco de Benaocaz. Sumario. Juicio oral. Sentencia [en adelante, Proceso], Madrid, Imprenta de la
 Revista de Legislation, 1883, pp. 62, 183, passim. 66 I
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 Esta tactica de la organization secreta en pequenos nucleos requiere de algo mas que
 de grupiisculos aislados. Para que la clandestinidad no se convierta en un discurso cerrado,
 enrarecido por meros lenguajes tradicionales y por rituales secretos, y para que cumpla
 una funcion politica dinamica, es imprescindible su permanente articulation e intercam-
 bio con los discursos de grupos externos, tanto regionales como nacionales e internaciona-
 les. Esto lo percibio con claridad la Federation anarquista espanola que, a lo largo de sus
 anos de vida subterranea, mantuvo una actividad permanente para evitar que la Internatio-
 nal desapareciera de la Peninsula. La comunicacion entre los diversos grupos se aseguro al
 sustituir los congresos federales por conferencias comarcales secretas que mantuvieran el
 estrecho contacto entre las provincias de una misma region y de las regiones entre si y con
 el exterior. En el caso particular de Andalucia, por ejemplo, se crearon dos comarcas, una
 del Este y otra del Oeste, para organizar mejor las provincias mas numerosas en militantes,
 como Cadiz y Sevilla. Esta reordenacion no foe fortuita ni implico -como han creido algu-
 nos- el centrifogalismo y el debilitamiento. Por el contrario, respondio a una estrategia de
 lucha basada en la practica militante, ajustada a las realidades de cada localidad y de cada
 comarca y, a la vez, en el intercambio continuo de information teorica y doctrinal, a traves
 de una organization bien articulada que posibilitara la difusion del discurso anarquista.
 Este objetivo se expreso con lenguaje claro en los Estatutos secretos aprobados por
 las conferencias comarcales de 1875, y ratificados anualmente, hasta 1880. 10 En ellos se
 manifiesta la necesidad de los anarquistas espafioles de mantener "una propaganda activa
 de sus principios" dentro de una organization secreta que, ademas, provea "el refogio de
 una union estrechisima", y guarde "una gran circunspeccion en la manera de obrar que
 pueda evitar [...] todo genero de violencias [...] por los barbaros gobernantes" (pp. 1-2).
 Algo semejante recogieron otros Estatutos de 1878 que hasta ahora permanecen ineditos,
 que la Federation Regional Espanola envio a la Oficina Federal de la Asociacion Interna-
 tional de los Trabajadores, en Saint-Imier. n En ellos se subrayaba la intima y continua re-
 lation de la organization international con la espanola secreta (articulo XIX). En sintesis,
 se puede decir que desde mediados de los 70, las conferencias comarcales clandestinas en
 Espana foeron uno de los vehiculos que de modo mas activo contribuyeron a desarrollar
 los discursos que encauzaran este intercambio permanente de ideas y practicas politicas y
 las expresaran en un lenguaje comun, aunque, desde luego, no unico.
 En esos anos abundaron, ademas, otras formas de comunicacion, tales como folletos,
 hojas sueltas, manifiestos y circulares, en los que los propios militantes desempefiaban un
 papel discursivo central como autores, corresponsales y lectores. Algo semejante sucedio
 con las publicaciones periodicas clandestinas, en su mayoria efimeras -aunque algunas,
 como El Orden, alcanzaron mas de sesenta niimeros entre 1875 y 78, y como El Municipio
 Libre, que de 1878 a 1880 lanzo once niimeros en menos de un aiio. En ellas, por medio
 de articulos, cartas y noticias, se difondian ideas sobre la propiedad y la organization del
 trabajo, sobre la clandestinidad y el movimiento obrero nacional e international, sobre la
 represion y la lucha revolucionaria, que los obreros de campos, aldeas, pueblos y ciudades
 debatian y explicaban. Es decir, a traves de la palabra impresa se ampliaron y precisaron el
 universo intelectual y el discurso ideologico del anarquismo decimononico.
 10 Cito del todavia inedito original espafiol que se encuentra en el IISG: "Asosiacion [sic] International de
 los Trabajadores. Federation Regional Espanola. Estatutos aprobados por las conferencias comarcales de 1875
 y reformados por las de 1876, 1877, 1878, 1879 y 1880", 1 1 pp., ms. incompleto. Lo publico, pero traducido al
 frances, Renee Lamberet en Max Nettlau, La Premiere Internationale en Espagne (1868-1888), Dordrecht,
 D.Reidel, pp. 318-323.
 11 APP,B a/437, ff. 3189-3192. I 67
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 Sin temor a alejarnos del tema, importa subrayar que, contra lo que tradicionalmente
 se ha afirmado, lo anterior denota un alto nivel de escritura y, sobre todo, de lectura indivi-
 dual o colectiva dentro de los grupos anarquistas. Esto, que suele pasar desapercibido o
 que, incluso, a menudo es negado, lo he podido verificar muy especialmente al reexaminar
 la Mano Negra. En este caso, de los dieciseis hombres del campo jerezano acusados de
 asesinato, ocho declararon saber leer y escribir, uno leer pero no escribir y tres no saber
 leer -por lo cual suponemos que tampoco sabian escribir. 12 Carecemos de datos precisos
 sobre los cuatro restantes, pero todos afirmaban que habian oido a sus compafieros leerles
 textos de diversa indole (cartas, estatutos, comunicaciones, periodicos). Es decir, mas del
 50 % de esos campesinos andaluces eran alfabetos y solamente menos del 25 % declarada-
 mente analfabetos, aunque todos participaban como escuchas cuando en las reuniones del
 grupo se realizaban lecturas en voz alta.
 Una tendencia semejante, aunque mas acentuada, la he observado en el primer tercio
 del siglo xx al resenar un libro reciente de J. Mintz sobre los anarquistas de Casas Viejas.
 Mientras su propio autor los califica de campesinos iletrados e ignorantes, los testimonios
 orales que el mismo Mintz recogio de los sobrevivientes de la masacre de 1933 desmien-
 ten esta vision estereotipada que este autor proporciona sobre el jornalero anarquista y le
 revelan al lector atento otra realidad. De los 37 participantes en esta sublevacion que fue-
 ron identificados por los informantes citados en el libro, 25 resultaron alfabetos, 3 analfa-
 betos, en tanto que de los otros 9 no se dan datos claros. Es decir, cerca del 68 % era letra-
 do, 8 % iletrado y el 24 % restante indefinido. 13 La cercana coincidencia de estos datos
 en dos momentos historicos diferentes nos debiera obligar a reflexionar seriamente sobre
 cual era, realmente, la cultura de la clase que estudiamos. Es cierto que en una sociedad
 como la espafiola del xix, ampliamente analfabeta, los trabajadores mas o menos letrados
 eran una verdadera minoria, pero dentro de esta, los anarquistas descollaron desde muy
 temprano, tanto durante los breves momentos de organizacion piiblica, cuanto en los lar-
 gos aiios de la clandestinidad, por su ambition de aprehender -jy de aprender!- un lengua-
 je cuyos instrumentos-la palabra escrita y la leida- les habian estado tradicionalmente ve-
 dados. La conciencia de los anarquistas de que la alfabetizacion no debia ser patrimonio
 de otros les permitio oponer al discurso dominante su propio discurso y desarrollar instru-
 mentos de comunicacion mas elaborados dentro de su propia clase, mas alia del horizonte
 local.
 Para comprender el desarrollo ideologico del anarquismo espafiol, tambien habra que
 reconocer que los discursos de los grupos anarquistas peninsulares se articularon continua-
 mente con los de otros grupos fuera de Espafia. Podemos afirmar que no solo fueron im-
 portantes la organizacion local y la nacional, sino que lo fueron, ademas, la constante con-
 ciencia y participation internacionalistas que impidieron el aislamiento del anarquismo
 espafiol frente al resto de Europa, donde tambien se desarrollaban discursos teoricos y tac-
 ticos sobre la clandestinidad. Claro esta que cuando estos llegaban a los grupos locales,
 eran reelaborados por quienes, al recibirlos, los reinterpretaban y adaptaban a su propio
 discurso.
 En otros paises, aunque el anarquismo tambien sufria persecuciones a raiz de la Co-
 muna de Paris, la actividad clandestina tampoco cejo en ellos. Es mas, gracias a la excep-
 cional libertad de asociacion que reinaba en lugares como Inglaterra y Suiza, emigrados
 de diversos paises ahi refugiados pudieron mantener activa su tradition internacionalista y
 12 Proceso, pp. 62, 69, passim.
 13 Vease mi resena sobre Jerome R. Mintz, The Anarchists of Casas Viejas, Chicago, Chicago University
 Press, 1982, en The American Historical Review, 5 (1983), pp. 1276-1277 y mi intercambio con el autor en la
 section "Communications" de la misma revista, en 1 (1985), pp. 270-271. 68 I
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 difundir publicaciones revolucionarias que, por conductos subterraneos, llegaban a los rin-
 cones mas reconditos de Europa y de America. Por otra parte, en Londres y, sobre todo, en
 la Suiza francesa, se realizaban conferencias y congresos obreros piiblicos y secretos a los
 que, a pesar de las dificultades reinantes, acudian delegados de Espana y de otros paises
 para revisar o reformular los principios teoricos y los mecanismos de propaganda activa.
 En otras paginas he investigado el mal estudiado Congreso secreto de Londres de 1881,
 que mencione al comenzar estas paginas. 14 En el se reunio la flor y nata del revoluciona-
 rismo europeo e, incluso, de America y su importancia en reorientar el pensamiento y la
 practica anarquistas revolucionarias fue de enorme trascendencia, gracias, sobre todo, a la
 labor de Pierre Kropotkin, de Errico Malatesta y de sus "hermanos internacionales". Alii,
 por ejemplo, descubri que participaron dos delegados espafioles, cuando hasta ahora se
 pensaba que ninguno o, si acaso, solo un espanol residente en Inglaterra, habia estado en
 Londres. En efecto, bajo los niimeros 8 y 14, que ocultaban su verdadera identidad, actua-
 ban un antiguo comunalista liones, refugiado en Barcelona, muy activo en la Federation
 espanola y miembro de su Comision directiva, Emmanuel "Manuel" Fournier, y un joven
 obrero Catalan, amigo de Kropotkin, Estanislao Santiago Figueras. En este como en otros
 congresos y conferencias secretas internacionales de los afios 70 y 80, la presencia de
 anarquistas espafioles era una realidad que ya es inexcusable negar y que consta amplia-
 mente en los archivos de distintos paises. Asi, podemos verificar que a traves de una am-
 plia red internacional, el discurso que se elaboraba en esos centros de organization anar-
 quista se difundia a diversos puntos, entre ellos a Espana.
 Durante esos afios, a raiz del intenso intercambio y participation internacionalistas, la
 preocupacion por aunar el discurso teorico con el practico fue ganando terreno dentro del
 anarquismo. Esto dio lugar al surgimiento, entre ciertos grupos de la Europa agraria y me-
 ridional, de una doctrina conocida como "propaganda por el hecho", cuya meta consistia
 en difundir activamente la ideologia anarquista y la conciencia de clase a traves de la lucha
 y los actos revolucionarios. En Espana, dentro del contexto represivo de los primeros afios
 de la Restauracion, "la propaganda por el hecho" -o "propaganda activa" y de "accion re-
 volucionaria o de guerra", como prefieren decir los Estatutos ya citados (cf. "Consideran-
 do" y art 5.°)- 15 fue, sin duda, una manifestation del discurso anarquista respecto a la
 lucha de clases. A medida que este se expandio, especialmente en las zonas rurales o esca-
 samente industrializadas, la accion directa y la violencia revolucionaria colectiva se inte-
 graron al discurso ideologico y politico del anarquismo decimononico, como estrategia de
 negotiation colectiva en ausencia de espacios sindicales, y formaron parte esencial del
 lenguaje cotidiano de la clandestinidad, con sus subterraneas pero tenaces luchas. 16
 14 Sobre este congreso vease mi "Mexico y el internacionalismo clandestino del ochocientos", en El traba-
 jo y los trabajadores en la historia de Mexico, El Colegio de Mexico-University of Arizona Press, Mexico,
 D. F. - Tucson, 1979, pp. 879-883. Trate mas extensamente el tema en mi ponencia plenaria para el "Simposio
 de historiadores hispano-luso-norteamericanos", organizados en Madrid en junio de 1985. Las Adas ineditas de
 este encuentro estan, desde 1986, en manos de sus organizadores: Manuel Espadas Burgos y Ellen G. Friedman.
 Sobre este congreso vease de Teresa Abell6 i Guell, Les relacions internacionals de Vanarquisme catald
 (1881-1914), Barcelona, Edicions 62, 1987, pp. 21-43; tengo en preparation un estudio extenso sobre el signifi-
 cado de este Congreso, ampliando los datos conocidos hasta ahora.
 15 Vease el documento mencionado en la nota 6, supra.
 16 Sobre la practica clandestina y su discurso veanse dos avances en Los mecanismos de la clandestinidad
 anarquista en la Espana del xix", en De la ilustracion al romanticismo. Ill Encuentro: Ideas y movimientos
 clandestinos, Cadiz, Universidad de Cadiz, 1988, pp. 177-186 y "Clandestinidad y cultura en el discurso anar-
 quista", Revista de Occidente, 129 (febr. 1992), pp. 112-129. 70 I
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 Hemos visto que la existencia secreta exige la comunicacion continua de los peque-
 fios grupos entre si y de estos, en circulos concentricos, con organizaciones mas amplias,
 hasta llegar a las internacionales. Sin embargo, quiero subrayar que, a la inversa, esta vida
 clandestina tambien requiere de una estrecha cercania a la cultura tradicional de sus
 miembros, pues solo esta integration puede legitimar los discursos clandestinos al imbri-
 carlos con los de la comunidad. Las normas de conducta y de solidaridad que guiaban a
 los anarquistas rara vez estaban escritas, pero su practica formaba parte de una longeva
 tradicion de hermandad comunal, traducida ahora a la fraternidad de la clase.
 En los documentos que han logrado sobrevivir el secreto de aquellos aiios, observamos
 un discurso recurrente sobre la vida municipal, con sus autonomias y tradiciones comunita-
 rias. Asi, en un "Programa" secreto para las conferencias comarcales, vemos el enfasis en la
 solidaridad comunal con los "iniitiles para el trabajo" -los viejos, los enfermos, los debi-
 les-; en la instruction y su "aplicacion conveniente en la localidad"; en la responsabilidad
 mutua y la obligation de repartir las cargas piiblicas entre los adultos capaces. 17 Es decir,
 en este como en otros casos, constatamos una continua preocupacion por las formas demo-
 craticas de participation, expresadas en actos y lenguajes diversos. En fin, en las multiples
 manifestacionesen favor de la solidaridad comunal reconocemos discursos colectivos cuya
 base era una idea justiciera de que las obligaciones mutuas, el consenso y el bien comun de-
 bian traducirse a inquebrantables y apasionadas categorias politicas y morales.
 En su vinculacion con la cultura colectiva, los anarquistas tambien recurrieron a los
 simbolos y formas que habian formado parte de discursos clandestinos tradicionales. En
 este aspecto, la tradicion ritual de oscuras ceremonias de initiation, propias de las corpo-
 raciones del antiguo regimen, se eslabonaron con diversas asociaciones decimononicas
 hasta llegar al anarquismo. Toda una familia de gestos simbolicos sobrevivio durante el
 siglo xix a fuerza de haber estado omnipresente en el multiple universo comunitario de los
 siglos anteriores, desde las cofradias de artesanos hasta las congregaciones religiosas,
 desde las fraternidades universitarias hasta las ordenes militares. 18 Entre los anarquistas de
 Espafia y del resto de Europa, uno tras otro testimonio nos permite recoger elementos tra-
 dicionales tan variados como el uso de apodos, de nombres falsos y de guerra (/ malfat-
 tori e Ifarabutti en Italia, Les affames, Les revokes y Les incendiaires en Francia, The In-
 vincibles, en Irlanda, Los desheredados y Los pelaos en Andalucia); la utilization de
 misteriosos mimeros e iniciales para encubrir la identidad de sus miembros {La Mano
 Negra), o cripticos santos y senas que intentaban proteger la seguridad del niicleo. En los
 estremecedores sellos e insignias que he encontrado aqui y alia encabezando documentos
 diversos, como la calavera del cartel de Lyon "Mort awe voleurs! ", el pufial de Los Inven-
 cibles irlandeses, la antorcha y el puiial en cruz de Los desheredados 19 o el pufial solo del
 "Programa para los grupos revolucionarios" de Espafia, que acabo de descubrir, 20 desvela-
 mos las tradicionales representaciones alegoricas de la suerte de todo traidor. En sintesis,
 en las practicas clandestinas de un moderno movimiento revolucionario, recogemos la per-
 vivencia de discursos rituales que en siglos anteriores caracterizaba a grupos cerrados, al
 margen de las normas.
 17 Vease el "Programa de realization practica inmediata aprobado por las Conferencias", citado en mis
 Antecedentes y desarrollo del movimiento obrero espanol (1835-1888), Madrid, Siglo XXI, 1973, pp. 416-418.
 18 Para los compagnonnages en Francia en visperas de la Revolution de 1789, vease el libro de Sewell.
 19 Cf. mi La Mano Negra, p. 60.
 20 Archivo General Mihtar, 2. 3., Leg. 23, con las iniciales C.D.R. sobre el punal que, dentro de un sello
 ovalado, encabeza el documento. I 71
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 En el recurso a la tradition del secreto juramentado podemos observar otra vincula-
 cion entre lo antiguo y lo moderno durante la clandestinidad anarquista. Ya sabemos que
 en el antiguo regimen este tipo de ceremonia de initiation la practicaron asociaciones de
 todo tipo, incluyendo los gremios. Con los masones y otras sociedades secretas conspira-
 doras de la primera mitad del xix, esta tradition de los juramentos secretos se comenzo a
 transformar en la de juramentos de secreto, acompanados de severos castigos para quienes
 los rompieran. Este cambio en el discurso juramentado lo recogio el anarquismo. La no-
 tion de castigar a cualquiera que revelara "la existencia [del] grupo o manifieste algunos
 de sus acuerdos y deje de realizar el hecho a que se haya comprometido", segiin reza el
 mencionado "Programa para los grupos revolutionaries" de Espana, se convirtio en una
 expresion de la necesidad de protection mutua para todos los confabulados. Esto, sumado
 al sello con un punal, que encabeza el documento, era un evidente recurso simbolico que
 referia a un pacto secreto que -al menos metaforicamente- solo la muerte deberia quebrar.
 Esta severidad retorica se relacionaba con otro discurso cuyas constantes eran la tradi-
 cion del respeto y del honor en la familia. Comprometer al nucleo era una afrenta tan
 grave como la deshonra de los propios familiares, ya que los miembros del grupo tambien
 se percibian a si mismos como hermanos de una sola familia, aunque en este caso politica.
 Este enfasis en un vinculo fraternal, tan caro a las hermandades del antiguo regimen, a la
 masoneria y a los carbonarios, entre otros, reaparece en el anarquismo europeo desde los
 primeros escritos de Bakunin. Espana nunca quedo al margen de esta notion de fraterni-
 dad internacionalista y entre muchos de sus anarquistas la idea de la familia politica se en-
 tretejio con los valores tradicionales de la honra familiar. Los ancestrales codigos sociales
 segiin los cuales manchar el honor de una familia se podia pagar hasta con la vida, tan
 vivos alii como en muchas otras sociedades agrarias, se enlazaron con el discurso politico 72 I
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 anarquista de castigar a los juramentados que traicionaran a sus hermanos. Asf , lo personal
 y lo social se integraban en un apretado tejido politico.
 Este complejo entramado lo he podido verificar al volver ahora sobre la Mano Negra.
 En un raro documento relacionado con esta misteriosa asociacion que di a conocer hace
 varios anos, se establecia, al igual que en el "Programa" que acabo de citar, que el que vio-
 lara el secreto del grupo podria ser castigado hasta con la muerte. Algunos han querido ver
 en testimonios como este la mano malevola de la policia para desacreditar a los anarquis-
 tas y han cuestionado su autenticidad, precisamente por este llamado al castigo extremo,
 que consideraban inverosimil, sin esforzarse por descifrar el variado discurso simbolico
 sobre el secreto, la familia y el honor presente en el anarquismo. Esta vision revela, entre
 otras cosas, ignorancia de la larga tradicion de castigar a los juramentados que rompieran
 el secreto, asi como de otra igualmente longeva de lavar la deshonra de una familia con
 sangre, que tan plasmada ha quedado, entre otras partes, en toda la literatura espafiola.
 La fuerza de estas tradiciones la encontramos de manera excepcionalmente clara al
 leer los procesos celebrados contra los supuestos miembros de la Mano Negra acusados de
 haber matado a uno de sus companeros, apodado el Blanco de Benaocaz. Segiin uno de los
 culpados, aquel habia mancillado la familia de otro compafiero y, con esta conducta des-
 honrosa, afrentado al grupo cuyos principios morales habia traicionado. Hoy, nuestro dis-
 curso moral rechaza cualquier justification para matar a un semejante, pero ^quien nos
 asegura que el nuestro sea el mismo discurso moral que el de hace cien anos, entre los gru-
 pos que estudiamos? La respuesta se nos aparece al avanzar en la lectura del Proceso. Cual
 no sera nuestro estupor cuando el propio padre de la victima, a la par que Uora su probable
 muerte, declara que si su hijo alguna vez le hubiera faltado al respeto, el mismo lo habria
 matado. Asi, en un dramatico dialogo, responde con firmeza e indignation al fiscal que le
 pregunta si el hijo alguna vez lo deshonro:
 £A mi? jCa! No seiior. jQue disparate! Yo soy hombre que si me faltara un hijo el [sic] respeto
 le mataba; si sefior; porque mi padre me crio a mi muy bien y yo tambien he educado como Dios
 manda a mis nifios, y antes que me faltaran, o los mataba o ellos me mataban a mi (Proceso, p. 190).
 En medio de un juicio piiblico para condenar a los supuestos asesinos del Blanco, su hijo,
 el padre reclama el derecho sobre su vida y habia de matarlo si este hubiera violado ances-
 trales normas de conducta. Y todo esto sin despertar el mas minimo reparo de jueces, abo-
 gados, testigos, acusados ni piiblico.
 Creo que este ejemplo nos da una clave que permite comprender mejor algunos de los
 elementos que conformaban una larguisima tradicion de relacionessociales basadas en
 centenarios codigos de honor. Las normas que en una sociedad regian a todos sus miem-
 bros eran conservadas y trasmitidas por individuos y grupos, consanguineos o no, a traves
 de un complejo discurso moral en el que se entretejian costumbres, simbolos y ritos que se
 imbricaban estrechamente con la cultura tradicional de la comunidad. Lejos de estar divor-
 ciados de las realidades de su sociedad, los internacionalistas espanoles estuvieron intima-
 mente ligados a ella y su discurso nunca fue ajeno al idioma de sus tradiciones. Al desci-
 frar la clandestinidad, se nos revela por primera vez un aspecto del anarquismo que hasta
 ahora ha pasado desapercibido: su sorprendente capacidad por integrar la moral colectiva
 de una cultura local a la ideologia internacional de la clase. Si bien en sus codigos de con-
 ducta los anarquistas se mantuvieron dentro de un universo de creencias tradicionales, su
 singular capacidad de incorporar estos valores comunitarios a un sistema de ideas y practi- ■
 cas propias de su clase les permitio, de modo linico en la historia del siglo xix, integrar I
 lenguajes antiguos a un moderno discurso politico. I
 * * * I 73
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 Para concluir, quisiera retomar algunas de las lineas que hemos trazado hasta aqui.
 Ante todo, debe quedar claro que a diferencia de otras organizaciones secretas anteriores,
 el exito de la clandestinidad anarquista no consistio solamente en sobrevivir los afios de
 persecution, sino en llegar hasta la legalidad de 1881 con su organization a salvo y nume-
 ricamente multiplicada, especialmente en Andalucia. Pienso que, en gran medida, este
 triunfo se debio a la capacidad del anarquismo de ampliar sus espacios de action a zonas
 hasta entonces poco atendidas por otros movimientos politicos, pero que, sobre todo, su
 logro exceptional fue desarrollar discursos originales cuya vitalidad y riqueza hemos pal-
 pado.
 La integration de los anarquistas con la comunidad y con la clase, la imbrication de
 los grupos locales y regionales entre si y de estos con el movimiento international, la ha-
 bilidad para rescatar de la tradition los elementos que formaban parte de una cultura viva
 e, incluso -aunque no lo he tratado aqui-, el manejo de la lucha social y la violencia como
 estrategias de negotiation colectiva y la participation continua y activa en reuniones y
 conferencias como estimulo a la disciplina militante, 21 son eslabones significativos de dis-
 cursos que le dieron a la clandestinidad anarquista un perfil excepcional. Mientras otros
 movimientos hicieron del secreto un mero ritual empobrecido de cuya esterilidad no supie-
 ron escapar, el anarquismo, entre 1874 y 1881, en vez de replegarse y languidecer, desa-
 rrollo un amplio discurso de la clandestinidad cuya mayor originalidad fue su excepcional
 destreza e imagination al utilizar y entretejer los lenguajes, simbolos e imagenes, los ins-
 trumentos y las formas de action que la historia puso en sus manos. Solo al iluminar sus
 sombras alcanzaremos a comprender la trascendencia de su significado para el estudio
 cabal del anarquismo no solo espaiiol sino international.
 21 Para estos y otros temas, vease "Los mecanismos de la clandestinidad", citado en la nota 16, supra. 74 I
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	Contents
	p. 63
	p. 64
	p. 65
	p. 66
	p. 67
	p. 68
	p. 69
	p. 70
	p. 71
	p. 72
	p. 73
	p. 74
	Issue Table of Contents
	Historia Social, No. 17 (Autumn, 1993) pp. 1-168
	Front Matter
	La Imagen del Sabbat en la España de los Siglos XVI y XVII a Través de los Tratados Sobre Brujería y Superstición [pp. 3-20]
	Amistad, Parentesco y Patronazgo: Redes Vinculares y Servidores Inquisitoriales en el Tribunal de Logroño (S. XVII) [pp. 21-32]
	Traficantes en el Golfo [pp. 33-46]
	þÿ�þ�ÿ���C���l���a���s���e��� ���M���e���d���i���a��� ���y��� ���B���u���r���g���u���e���s���í���a��� ���e���n��� ���l���a��� ���E���s���p���a���ñ���a��� ���L���i���b���e���r���a���l��� ���(���1���8���0���8�������1���8���7���4���)���:��� ���E���n���s���a���y���o��� ���d���e��� ���C���o���n���c���e���p���t���u���a���l���i���z���a���c���i���ó���n��� ���[���p���p���.��� ���4���7���-���6���1���]
	Los Discursos de la Clandestinidad en el Anarquismo del XIX [pp. 63-74]
	Emigración y Trayectorias Sociales Femeninas [pp. 75-94]
	Dossier: Historia, Lengueje, Percepción
	De la Historia Social de la Cultura a la Historia Cultural de lo Social [pp. 96-103]
	La Nueva Historia Socio-Cultural [pp. 105-114]
	El Proceso de la Configuración Histórica de la Clase Obrera y su Conciencia Histórica [pp. 115-129]
	Historia Oral, Historia Social [pp. 131-139]
	Libros
	Sección Femenina, Una Institución en Busca de Investigador. Análisis Crítico de la Bibliografía Disponible [pp. 141-154]
	Notas
	Las Líneas de la Historia Social [pp. 155-157]
	Ciencias Sociales e Historia en la Habana [pp. 159-161]
	Libros Recibidos [pp. 163-163]
	Back Matter

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