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TDAH Hablar con el cuerpo Jose Ramon Ubieto

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Niños movidos y desatentos en relación a los 
aprendizajes ha habido siempre. La novedad radica 
en la mentalidad contemporánea, ligada a la prisa y 
a una noción del tiempo que no contempla la espera 
ni el tiempo para comprender. 
El libro quiere poner el énfasis en señalar la 
importancia de la subjetividad en todo el proceso de 
comprender el TDAH: la subjetividad de la época en 
primer lugar, ligada a lo fast. La subjetividad de los 
sujetos diagnosticados de TDAH, cuyos cuerpos 
agitados expresan así un malestar que confluye en 
unos síntomas, pero que responde a situaciones muy 
diversas. Y la subjetividad de los profesionales que 
intervienen: educadores y clínicos, que no pueden 
pensarse fuera del cuadro en el que se dibujan junto 
a los pacientes o educandos. 
José Ramón Ubieto
Psicólogo clínico y Psicoanalista. Miembro de la 
Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela 
Lacaniana de Psicoanálisis. Colaborador docente de 
la Universidad Oberta de Catalunya. 
ISBN: 978-84-9064-187-3
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JOSÉ RAMÓN UBIETO
TDAH
HABLAR CON EL CUERPO
11
Laboratorio de Educación Social
“Todo síntoma tiene su envoltorio formal ligado 
a las condiciones discursivas e históricas en las 
que toma cuerpo. La categoría TDAH (trastorno 
por déficit de atención con hiperactividad) se 
configura como una “clase” capaz de “fabricar 
mundos” en el sentido que da a este término el 
filósofo y lógico Nelson Goodman (1990). Para 
él una clase, definida a partir de los miembros 
que incluye y de sus rasgos comunes, tiene la 
capacidad de reconfigurar nuestro pasado, 
definir el presente y anticipar el futuro. En ese 
sentido crea un nuevo mundo a partir de la 
clase misma. Es por eso por lo que el TDAH 
tiene hoy, más allá de su uso clasificatorio en 
psicopatología, el poder de nombrar el malestar 
en la infancia y la adolescencia, y ahora 
también en los adultos.”
José Ramón Ubieto
Títulos de la colección
3. Crítica, educación y acción política
Jordi Solé
4. Cartografías pedagógicas para 
educadores sociales
José García Molina
5. Trabajo y vinculo social
Xavier Orteu
6. Pensar las adolescencias
Susana Brignoni
7. #EDUSOENTREVISTAS
Miquel Rubio
8. Danza inclusiva
Neus Canalias
9. Ciudad y educación social
De la calle al medio abierto
Antonio Rosa Palomero
10. Etnografía para educadores
Gemma Celigueta y Jordi Solé
Podéis consultar nuestro catálogo en
www.editorialuoc.com
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TDAH: 
Hablar con el cuerpo
José Ramón Ubieto
Directores de la colección: Segundo Moyano y Jordi Planella 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Diseño del libro y de la cubierta: Natàlia Serrano 
 
 
Primera edición en lengua castellana: mayo 2014 
Primera edición en formato digital: junio 2014 
 
 
© José Ramón Ubieto, del texto. 
© Editorial UOC (Oberta UOC Publishing, SLU), de esta 
edición, 2014 
Gran Via de les Corts Catalanes, 872, 3a planta 
08018 Barcelona 
www.editorialuoc.com 
 
 
Realización editorial: Natàlia Serrano 
ISBN: 978-84-9064-263-4 
 
Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño general y el de la 
cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de ningún 
modo ni a través de ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, 
óptico, de grabación, de fotocopia o por otros métodos sin la previa 
autorización por escrito de los titulares del copyright. 
www.editorialuoc.com
Para Mari Carmen, mi compañera del alma, in memoriam
7
“Yo hablo con mi cuerpo, y eso sin saberlo. 
Digo pues siempre más de lo que sé” 
Jacques Lacan
“Ese cuerpo no habla sino que goza en silencio, 
ese silencio que Freud atribuía a las pulsiones; 
pero sin embargo es con ese cuerpo con el que se habla, 
a partir de ese goce fijado de una vez por todas.”
Jacques-Alain Miller
 
9
AGRADECIMIENTOS
Este libro debe mucho a mucha gente: pacientes, fa-
miliares y colegas. A todos ellos mi agradecimiento por lo 
que me han enseñado.
Quiero hacer una mención especial al Dr. Javier Petei-
ro, jefe de la Sección de Bioquímica del Complejo Hospi-
talario de A Coruña y autor de El autoritarismo científico, por 
sus informaciones acerca de los estudios neurobiológicos 
y genéticos del TDAH, por su humor y rigor científico. 
Al Dr. Joan-Ramon Laporte, catedrático de Farmacología 
(UAB); jefe del Servicio de Farmacología Clínica (Hospi-
tal Vall d’Hebron) y director de la Fundació Institut Català 
de Farmacologia, por su amplio conocimiento y sus ob-
servaciones sobre el efecto de los fármacos en el abordaje 
del TDAH. Al Dr. Josep Moya, director del OSAMCAT 
(Observatorio de Salud Mental de Cataluña), por sus aná-
lisis críticos sobre el constructo del TDAH y sus investi-
gaciones. A Francesc Vilà, psicoanalista y director socio-
sanitario de la Fundació Cassià Just, por sus comentarios 
y sus precisiones clínicas y la amistad que compartimos.
11
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................... 13
1. TDAH: CONSTRUCTO Y PATOLOGÍA ..................... 19 
Breve historia del TDAH ...................................................... 21
Criterios diagnósticos ............................................................ 25
Aspectos etiológicos .............................................................. 34
Paradojas “digitales” de la atención .................................... 43
La venta del TDAH ............................................................... 47
2. ABORDAJES TERAPÉUTICOS DEL TDAH ........... 55
Tratamiento farmacológico .................................................. 59
Consultas y asesoramiento a los padres .............................. 70
Trabajo en red: atención social, educación y salud ........... 78
Cómo darse el tiempo de escuchar a los niños 
y adolescentes hiperactivos ................................................... 87
Caso 1: “TACHE” .............................................................. 90
Caso 2: “DESPISTADO” ................................................ 94
3. PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES ........................ 99
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................... 103
13
INTRODUCCIÓN
Pensar hoy la hiperactividad exige pensar el uso que 
hacemos del tiempo en nuestra vida cotidiana. Los soció-
logos Zygmunt Bauman o Richard Sennett nos han hecho 
una deconstrucción minuciosa, mostrando que el tiempo 
hiperactivo es un discurso que impregna el conjunto de 
nuestras vidas. De allí que ese significante, hiperactividad, 
nombre hoy muchas de nuestras dificultades.
Si partimos de la tesis que un discurso constituye una 
modalidad de lazo social, la hiperactividad se revela hoy 
como el significante amo de un discurso que define una 
nueva manera de vincularse al “otro” (Lacan, 1992). Una 
manera contemporánea de responder con el cuerpo a la 
presencia del “otro”, sea bajo la forma verborreica del 
niño que no hace sino interrumpir al profesor/adulto, o la 
desatenta de ignorarlo. En los dos casos podemos ver una 
modalidad del vínculo que nos habla de una dificultad cre-
ciente de la palabra para regular lo que se agita en el cuerpo. 
Todo síntoma tiene su envoltorio formal ligado a las 
condiciones discursivas e históricas en las que toma cuer-
po. La categoría TDAH (trastorno por déficit de atención 
14
con hiperactividad) se configura como una “clase” capaz 
de “fabricar mundos” en el sentido que da a este térmi-
no el filósofo y lógico Nelson Goodman (1990). Para él 
una clase, definida a partir de los miembros que incluye y 
de sus rasgos comunes, tiene la capacidad de reconfigurar 
nuestro pasado, definir el presente y anticipar el futuro. 
En ese sentido crea un nuevo mundo a partir de la clase 
misma. Es por eso por lo que el TDAH tiene hoy, más 
allá de su uso clasificatorio en psicopatología, el poder de 
nombrar el malestar en la infancia y la adolescencia, y aho-
ra también en los adultos. 
Pretender reducirlo –como se hace a veces– a una 
versión desubjetivadadel sufrimiento humano, a un tras-
torno en el cual no haría falta escuchar al sujeto, es una 
ilusión, porque lo reprimido –aquí la subjetividad del ser 
hablante– no cesa de manifestarse y expresarse. 
Usamos a menudo el dicho coloquial “lo hace para 
llamar la atención”, y ese dicho ya muestra cómo en ese 
movimiento hay palabras apresadas en el cuerpo, palabras 
ausentes. En cierto modo es así, hay una dimensión de 
acting out en muchos de esos niños, un actuar sin palabras 
pero no sin la relación con el otro: adulto, profesor, com-
pañero. Por tanto, ese actuar nos incluye.
La fórmula tradicional para estar atentos y quietos re-
sultaba de mezclar el ideal de esfuerzo, la disciplina cor-
poral del ejercicio físico, la presencia de una autoridad re-
conocida (padre/maestro) y la garantía de que en el futuro 
habría una recompensa en forma de ascenso social. Eso 
anudaba la palabra al cuerpo. 
Hoy vivimos en otra época, la del consumo generaliza-
do, caracterizada por un empuje al goce instantáneo como 
la vía regia de la búsqueda de la excelencia y la felicidad. 
15
Eso implica que dejamos el cuerpo abandonado a su sa-
tisfacción autoerótica confiando en que él encontrará su 
propia regulación. 
La realidad en cambio nos muestra que ese satisfacer-
se sin otro límite que la resistencia del cuerpo, hasta que 
aguante o explote, nos conduce a un callejón sin salida e 
incluso a la muerte, como le sucedió al aspirante ruso al 
título mundial de sauna, Vladimir Ladyschenski, que en 
agosto del 2010 sufrió un colapso y falleció en el mismo 
lugar de la competición tras alcanzar la final. 
Otro dato reciente: las muertes por suicidio entre los 
militares norteamericanos, jóvenes que someten su cuer-
po al máximo rendimiento, ya superan las bajas por com-
bate. Igualmente es conocido el tráfico de anabolizantes 
en estos mismos ejércitos, consumidos por estos jóvenes 
que desean hacerse un cuerpo musculado.
El imperativo actual del funcionamiento y la optimiza-
ción de las competencias aparece como un pragmatismo 
radical aplicado a la “gestión” del cuerpo, concebido como 
una máquina, conectado siempre en on (Miller, 2006). Este 
funcionamiento, basado en el empuje a la satisfacción in-
mediata, interfiere directamente en el vínculo educativo. 
Alan Schwarz, redactor de salud del New York Times, 
señala, en un interesante artículo sobre el TDAH, el uso 
creciente de los psicoestimulantes en niños procedentes 
de barrios desfavorecidos –y que presentan dificultades 
escolares (bajos aprendizajes y problemas de conducta)– 
como estímulo de mejora, independientemente de si cum-
plen o no el diagnóstico. De hecho, muchos de los pedia-
tras y psiquiatras consultados admiten que los prescriben 
por ser la fórmula más sencilla y económica, y que cuentan 
para ello, en la mayoría de los casos, con el consentimien-
16
to y la demanda de las familias. “Hemos decidido, como 
sociedad, que es demasiado caro modificar el entorno de 
estos niños, así que mejor modificamos a los niños” (M. 
Anderson, pediatra del Cherokee County, Atlanta)1.
Tenemos pues el eje del tiempo hiperactivo, que 
incluye la prisa y la inquietud, lo que se mueve sin pa-
rar, pero al mismo tiempo hay algo fijo, algo que tie-
ne que ver con la satisfacción de la repetición. Junto a 
la dispersión y el movimiento del TDAH encontramos, 
en los mismos niños, una fijeza, algo a lo que no pue-
den dejar de atender, como veremos en las viñetas clí-
nicas más adelante. Es conocido también cómo mu-
chos de estos niños pueden pasar horas pegados a una 
pantalla (internet, móvil, videojuego), mostrando así 
una hiperatención en una tarea que sea de su interés.
Para terminar esta introducción, cabe indicar que hoy 
tenemos también una versión adulta del TDAH, que in-
cluye en su categoría el estrés como patología contem-
poránea de la prisa. Y junto a estas manifestaciones del 
exceso de actividad, no hay que olvidar aquellos niños y 
adolescentes hipoactivos, que pasan desapercibidos por su 
timidez, inhibición e incluso “fobia social”. A veces, años 
después, tenemos noticias de ellos cuando esa posición se 
vuelve conflictiva y se manifiesta en trastornos de conduc-
ta, en ocasiones graves, como ha ocurrido en algunas de 
las matanzas juveniles escolares, protagonizadas por estos 
chicos “discretos”.
Hemos empezado refiriéndonos al tiempo porque es-
tas patologías del cuerpo hiperactivo no serían pensables 
1 Alan Schwarz. “Attention Disorder or Not, Pills to Help in School”. New York 
Times, edición del 9 de octubre del 2012. http://www.nytimes.com/2012/10/09/
health/attention-disorder-or-not-children-prescribed-pills-to-help-in-school.ht-
ml?pagewanted=all&_r=0. Consultado el 23 de marzo del 2014.
http://www.nytimes.com/2012/10/09/
health/attention-disorder-or-not-children-prescribed-pills-to-help-in-school.html?
pagewanted=all&_r=0. Consultado el 23 de marzo del 2014.
17
sin esa idea tan actual de que corriendo, sin parar, podría-
mos evitar la pérdida del tiempo. Cultivamos la ilusión de 
que sumando actividades, extraescolares y extralaborales, 
llenaremos todos los vacíos de nuestras vidas. No es, pues, 
pensable el creciente fenómeno de la hiperactividad –que 
incluye las dificultades de detención del sujeto– sin esa 
dimensión del apresuramiento y el multitasking, propia y 
aceptada socialmente en nuestra época.
18
19
1. TDAH: CONSTRUCTO Y PATOLOGÍA
Las manifestaciones más importantes del padecimien-
to psíquico de los niños del s.XXI giran en torno a la es-
cuela y los aprendizajes. Lo cual no tiene nada de extraño, 
ya que la escuela es su principal foco socializador, tanto 
por lo que se refiere a la adquisición de conocimientos y 
de hábitos como a la interacción social con sus semejantes.
Buena parte de este sufrimiento está ligado a los apren-
dizajes y a la relación que mantienen con el saber, que no 
siempre es fácil, y marcada por un deseo y un consenti-
miento en aprender. Encontramos dificultades relaciona-
das a la carencia de recursos personales o déficits cogniti-
vos, dificultades vinculadas a la atención y concentración 
y a veces rechazo directo de los aprendizajes (absentismo). 
Algunas de las dificultades en el ámbito escolar toman 
la forma del denominado TDAH, diagnóstico que sirve 
en muchos casos como cajón de sastre, que incluye ver-
daderas dificultades de atención vinculadas a conductas 
hiperactivas y otras respuestas con etiología diferente.
Por eso hoy resulta fundamental responder a la pre-
gunta: ¿A qué llamamos hiperactividad? ya que asistimos a 
una proliferación de etiquetas diagnósticas, acompañadas 
20
de medicación, que adquieren ya visos de epidemia. Bas-
ten algunos datos recientes: un 20% de niños hiperactivos, 
en Estados Unidos, toman ritalina para los problemas de 
conducta2. En el Reino Unido, un 10% de los niños tienen 
algún trastorno mental y en el 2007 se expidieron 34 mi-
llones de recetas médicas de antidepresivos. En Holanda, 
uno de cada 3 niños toma fármacos para la hiperactividad. 
En España más de 250.000 niños (entre el 3-7% en niños 
y adolescentes) los toman. Muchos estudios calculan que 
entre el 30 y el 50% de los individuos diagnosticados de 
TDAH en la infancia sigue con esa sintomatología en la 
vida adulta. Aun así, algunos expertos se lamentan de que 
solo el 20% de los adultos, presuntos hiperactivos, y el 
50% de los niños hiperactivos reciben medicación. Llama 
la atención que en países como Francia y Suecia el uso del 
metilfenidato, psicoestimulante prescrito para el TDAH, es 
prácticamente nulo.
El Dr. Conners, psicólogo y profesor emérito de la 
Universidad de Duke y uno de los investigadores y clí-
nicos del TDAH más reconocido mundialmente, señaló 
recientemente, en una entrevista para el New York Times, 
que el número de niños diagnosticados con TDAH se ha-
bía elevado a 3,5 millones (600.000 detectados en 1990). 
Él mismo calificó estas cifras de “un desastre nacional de 
proporciones peligrosas”, y añadió diversas consideracio-nes en su blog3. El trastorno es ahora, en Estados Unidos, 
el segundo diagnóstico más frecuente a largo plazo reali-
zado en niños, muy cerca ya del asma. 
2 http://www.nytimes.com/2013/04/01/health/more-diagnoses-of-hyperac-
tivity-causing-concern.html?_r=1&. Consultado el 23 de marzo del 2014..
3 ADHD World: http://adhd-world.blogspot.com.es/. Consultado el 23 de 
marzo del 2014.
http://www.nytimes.com/2013/04/01/health/more-diagnoses-of-hyperactivity-
causing-concern.html?_r=1&. Consultado el 23 de marzo del 2014..
http://adhd-world.blogspot.com.es/. Consultado el 23 de
marzo del 2014.
21
Como reconoce la propia “Guía de práctica clínica 
sobre el trastorno por déficit de atención con hiperacti-
vidad (TDAH) en niños y adolescentes” (GPC-TDAH), 
del Ministerio de Sanidad, los desacuerdos actuales sobre 
el diagnóstico y tratamiento del TDAH son numerosos: 
“No hay acuerdo en nuestro medio acerca de qué instru-
mentos hay que utilizar para la evaluación de niños con 
posible TDAH; también existe controversia sobre los 
criterios que se deben emplear para su diagnóstico. Estas 
dificultades en la detección, el proceso diagnóstico y la 
metodología originan amplias variaciones (geográficas y 
demográficas), lo que conduce a un infradiagnóstico o so-
brediagnóstico del TDAH. No existen marcadores bioló-
gicos que nos permitan diagnosticar el TDAH, por lo que 
el diagnóstico es clínico. Los instrumentos que se utilizan 
habitualmente para la evaluación de los niños, en quienes 
se sospecha el trastorno, no siempre han sido validados 
en la población española. En lo que respecta a las opcio-
nes terapéuticas con fármacos, existe controversia acerca 
de si usar estimulantes o no estimulantes como primera 
elección, si la eficacia persiste en los tratamientos de más 
de 12 semanas de duración, si es recomendable suspender 
la medicación durante los períodos vacacionales o fines 
de semana, así como la duración del tratamiento farma-
cológico”4.
Breve historia del TDAH
El TDAH es, en realidad, una vieja enfermedad con 
ropajes nuevos (Esebbag, 2008). La primera referencia la 
4 GPC-TDAH. Pág. 34.
22
encontramos en el año 1865 en un artículo titulado “Der 
Struwwelpeter”, donde el médico alemán Heinrich Hoff-
man se refiere a un niño que no paraba nunca y no hacía 
nada de lo que se le ordenaba. Más tarde, en 1902, Still 
y Tredgold realizaron las primeras descripciones sistemá-
ticas, agrupando, bajo la denominación de síndrome de 
lesión cerebral, un conjunto de niños que presentaban 
una hiperactividad importante en el inicio del aprendizaje 
escolar. A pesar de que en algunos casos no se pudo esta-
blecer ninguna asociación entre hiperactividad y lesión ce-
rebral, la idea subyacente era que los síntomas observados 
eran causados por una lesión cerebral. Smith propuso en 
1926 sustituir el término de lesión cerebral por el de lesión 
cerebral mínima.
En el año 1963, un grupo de expertos (Oxford Inter-
national Study Group of Child Neurology) propuso susti-
tuir el término de lesión cerebral mínima por el de disfunción ce-
rebral mínima, desplazando la connotación de daño lesional 
a la de alteración funcional, más abierta a la complejidad 
neurobiológica cerebral (Lasa, 2008). 
Unos años antes, en 1957, Eisenberg introdujo un 
nuevo término, hyperkinetic, para referirse a niños con una 
actividad motora excesiva respecto de lo que se podría 
considerar normal para su edad y sexo. En 1968, el DSM 
II describió la reacción hipercinética de la infancia. En el año 
1980, con la publicación del DSM III, se produjo un cam-
bio importante puesto que se sustituyó el anterior término 
de reacción hipercinética por el de trastorno por déficit de 
atención con o sin hiperactividad. Esto comportó poner 
el énfasis en la carencia de atención y en la impulsividad. 
Por otro lado, supuso el uso del término hiperactividad en 
sustitución del término hipercinesia. Finalmente, en el 2000, 
23
la edición del DSM IV-TR se refirió a este trastorno con 
el término de Trastorno por déficit de atención con hiperactividad 
(TDAH). 
En la reciente versión del DSM-V se observan algunos 
cambios notables, que, como señala Allen Frances (2010), 
“junto con un marketing extremadamente activo de las 
compañías farmacéuticas, contribuirán a aumentar las 
tasas de TDAH, a un abuso generalizado de medicacio-
nes estimulantes para la mejora de las competencias y a la 
emergencia de un gran mercado secundario ilegal”. 
Los cambios más notables, que empeorarán el ya exis-
tente sobrediagnóstico al reducir significativamente la es-
pecificidad del diagnóstico de TDAH en adolescentes y 
adultos, y producir un flujo de falsos positivos, son los 
siguientes:
•	 Elevar la edad requerida de comienzo de 7 a 12 
años.
•	 Reducir a 5 el número de síntomas requeridos 
para adultos.
•	 Permitir el diagnóstico de TDAH en presencia de 
autismo. Esto podría crear la interacción de dos 
falsas epidemias, incrementando el uso de estimu-
lantes en una población especialmente vulnerable. 
•	 Por último, el TDAH se colocó en el capítulo de 
trastornos del desarrollo neurológico para reflejar 
correlatos cerebrales de desarrollo con TDAH. 
En esta nueva revisión del DSM-V ya se observa el 
TDAH en el adulto, pues hasta ahora se contemplaba 
como un trastorno de la infancia. Una de las principales 
manifestaciones en la vida adulta es el déficit en la auto-
24
rregulación emocional, o inestabilidad emocional. Esto se 
traduce en:
•	 Déficits en la autorregulación del aurosal fisiológi-
co causado por emociones intensas.
•	 Dificultades en la inhibición de conductas inapro-
piadas en respuesta a emociones positivas o ne-
gativas.
•	 Problemas para recentrar la atención después de 
emociones intensas.
•	 Desorganización de la conducta coordinada en 
respuesta a una activación emocional.
Hasta ahora (DSM IV) no existía la consideración 
diagnóstica del TDAH adulto, sino que los criterios en 
los que se basan los clínicos para diagnosticar este trastor-
no eran los empleados para la población infanto-juvenil. 
Ya Barkley (2009) anticipó la necesidad de limitar a nueve 
síntomas lo que se necesitaba para clarificar con precisión 
a los adultos con TDAH. Entre ellos, ni un solo síntoma 
de hiperactividad demostraba utilidad diagnóstica, conclu-
yendo que “podría existir un conjunto mejor de síntomas 
para identificar a los adultos con TDAH que el que se 
utiliza para los niños”. Propone la supresión de la edad de 
inicio dejándola en “algún punto de la infancia a la ado-
lescencia”, lo que permite un más amplio diagnóstico e 
inclusivo de los adultos, donde predominaría la impulsivi-
dad y la desatención.
Por otra parte, sigue sin existir un consenso ni una 
regulación en los medicamentos indicados para el tema, 
sobre la posología para la edad adulta. 
Todos estos cambios se pueden relacionar con la ca-
rencia de criterios diagnósticos objetivos homogéneos, 
25
con la multiplicidad y heterogeneidad de los síntomas y 
con la psicopatología asociada, así como con la imposibi-
lidad de encontrar una etiología única del trastorno.
Hay que recordar que la fenomenología clínica de la 
hiperactividad es detectable en numerosos cuadros psicó-
ticos y neuróticos, así como en procesos de duelo, mi-
graciones o adopciones. También en niños víctimas de 
violencia o abuso sexual. De hecho, todos los trastornos 
infantiles tienen sobreactividad motora, en algunos casos 
inducidos por la medicación, como es el caso del uso re-
gular del Ventolín en niños asmáticos. 
Se acepta comúnmente que los primeros síntomas 
(edad preescolar) corresponden a la hiperactividad y que 
luego, con la entrada a la escuela, se constatan las dificul-
tades de atención que son las que continúan en la ado-
lescencia y vida adulta ya que la hiperactividad disminu-
ye con el paso del tiempo hasta desaparecer, sin que ello 
sea atribuible a la medicación5: “Esta disminución de los 
síntomas de hiperactividad-impulsividad no es la conse-
cuencia de lamedicación u otro tratamiento, sino que es 
posible que sea evolutiva”.
Criterios diagnósticos del TDAH
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad 
está constituido por tres síntomas nucleares: el déficit de 
atención, la hiperactividad y la impulsividad. Actualmente, 
a la espera de que se implemente en España el nuevo manual 
del DSM-V (previsto para mediados del 2014), el diagnós-
tico se hace siguiendo los criterios del DSM IV-TR (Ame-
rican Psychiatric Association, 2000) y de la CIE-10 (OMS). 
5 GPC-TDAH, pág. 53.
26
El DSM identifica tres grupos de síntomas fundamen-
tales e incluye el TDAH en la categoría de los trastornos 
del comportamiento perturbador, junto con el trastorno 
negativista desafiante y el trastorno disocial. 
Los criterios establecidos por el DSM IV-TR son los 
siguientes: 
A) (1) o (2)
(1) Seis o más de los siguientes síntomas de déficit de 
atención han persistido al menos durante 6 meses con una 
intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación 
con el nivel de desarrollo.
Déficit de atención:
•	 A menudo no presta suficiente atención a los deta-
lles, cometiendo errores por descuido en las tareas 
escolares, en el trabajo o en otras actividades.
•	 A menudo tiene dificultades para mantener la 
atención en tareas o en actividades lúdicas.
•	 A menudo parece no escuchar cuando se le habla 
directamente.
•	 A menudo no sigue instrucciones y no finaliza 
tareas escolares, encargos, u obligaciones en el 
centro de trabajo (no se debe a comportamiento 
negativista o incapacitado para comprender ins-
trucciones).
•	 A menudo tiene dificultades para organizar tareas 
y actividades.
•	 A menudo evita, le desagrada o es reticente en 
cuanto a dedicarse a tareas que requieren un es-
27
fuerzo mental sostenido (como trabajos escolares 
o domésticos).
•	 A menudo pierde objetos necesarios para llevar a 
cabo tareas o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios 
escolares, lápices, libros o herramientas).
•	 A menudo se distrae fácilmente por estímulos 
irrelevantes.
•	 A menudo es descuidado en las actividades diarias.
2) Seis o más de los siguientes síntomas de hiperactivi-
dad-impulsividad han persistido al menos durante 6 me-
ses, con una intensidad que es desadaptativa e incoherente 
en relación con el nivel de desarrollo
Hiperactividad: 
•	 A menudo mueve en exceso manos o pies, o se 
mueve en su silla.
•	 A menudo se levanta de su asiento en la clase o 
en otras situaciones en las que se espera que esté 
sentado.
•	 A menudo corre o salta excesivamente en situacio-
nes en las cuales es inadecuado hacerlo.A menudo 
tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquila-
mente a actividades de ocio.
•	 A menudo suele actuar como si tuviera un motor.
•	 A menudo habla en exceso.
Impulsividad: 
•	 A menudo da respuestas antes de haber sido com-
pletadas las preguntas.
28
•	 A menudo tiene dificultades para guardar el turno.
•	 A menudo interrumpe o se mete en las actividades 
de los otros.
B) Algunos de los síntomas de hiperactividad- impul-
sividad o déficit de atención que causaban alteraciones es-
taban presentes antes de los 7 años de edad (el DSM-V lo 
eleva a los 12 años).
C) Algunas alteraciones provocadas por los síntomas 
se presentan en dos o más situaciones o contextos (escue-
la, familia,..).
D) Tienen que existir pruebas claras de un deterioro 
clínicamente significativo de la actividad social, académica 
o laboral. 
E) Los síntomas no aparecen exclusivamente en el 
transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, 
esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explica 
mejor por la presencia de otro trastorno mental.
El diagnostico por el DSM V requiere la presencia de 
seis síntomas de déficit de atención o seis síntomas de 
hiperactividad-impulsividad, o de ambos. En cambio, la 
CIE-10 exige la presencia de seis síntomas de déficit de 
atención, más tres síntomas de hiperactividad y un sínto-
ma de impulsividad.
A partir de aquí se plantea la existencia de tres subtipos 
diferenciados de TDAH. Se distingue un “subtipo combi-
nado” (TDAH-C), cuando se cumplen los criterios com-
pletos para déficit de atención y para hiperactividad-im-
29
pulsividad, un “subtipo con predominio del déficit de 
atención” (TDAH-DA) y un “subtipo hiperactivo- impul-
sivo” (TDAH-HI), cuando se cumplen seis o más criterios 
de un tipo y menos de seis criterios del factor contrario. 
Asimismo, se distingue un “subtipo sin especificar”.
Por lo que se refiere a las diferencias de género, se 
acepta comúnmente que es un trastorno más frecuente 
en varones que en mujeres, y en ambos sexos, el subtipo 
combinado (inatención + hiperactividad/impulsividad) es 
el más frecuente, pero en el subtipo inatento parece que 
hay un mayor porcentaje de chicas, en las que los síntomas 
de impulsividad e hiperactividad pueden aparecer con me-
nor intensidad. Se considera que las diferencias en cuanto 
al sexo tienen que ver más con las escalas de valoración 
psicopatológica y/o conductual, que no incluyen ítems 
específicos para chicas, que con una especificidad en fun-
ción del sexo, y hay estudios que señalan que los maestros 
detectan menos en las niñas que en los niños con TDAH.
En cuanto a la comorbilidad, el DSM IV-TR reconoce 
todos los diagnósticos que están presentes, salvo la esqui-
zofrenia, el autismo y el trastorno general del desarrollo. 
En cambio, la CIE-10 desaprueba los diagnósticos múlti-
ples. Así, cuando hay trastornos afectivos, la CIE-10 no 
recomienda el diagnóstico de TDAH.
Las consecuencias en las prevalencias son notables: 
por cada diez individuos diagnosticados según criterios 
DSM-IV, se diagnostica uno con el CIE-10. Esta diferen-
cia de tasa, según el manual usado, explica el hecho de 
que las autoridades de Estados Unidos alerten sobre un 
exceso de diagnósticos de TDAH. Esto ha propiciado que 
en los últimos 10 años los supuestos casos aumenten un 
53% en el país, de acuerdo con nuevos datos del Centro 
30
de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus 
siglas en inglés). Los resultados forman parte de un am-
plio estudio del CDC sobre los problemas de salud en los 
niños, recogidos de febrero del 2011 hasta junio del 2012. 
La agencia entrevistó telefónicamente a más de 76.000 pa-
dres en todo el país6.
Hasta junio del 2012, cerca de uno de cada cinco ni-
ños varones en el instituto y uno de cada 10 de los alum-
nos de primaria habían sido diagnosticados alguna vez 
con TDAH7. Estos datos han alertado a los expertos, que 
creen que el crecimiento tan elevado de nuevos diagnós-
ticos está provocando también que se medique de forma 
abusiva. Dos tercios de los casos han recibido tratamiento 
con estimulantes alguna vez.
La propia Academia Americana de Pediatría admite 
que el 20% de médicos se guían por su instinto, y no por 
la guía clínica, a la hora de diagnosticar el TDAH. W. Graf, 
pediatra y neurólogo infantil en New Haven, admite que 
sea la familia quien decida el uso del psicoestimulante si 
con ello aumenta el rendimiento académico, limitándose 
el clínico a monitorizar los posibles efectos secundarios, 
muchos de los cuales no han sido suficientemente estudia-
dos, y también se desconoce las posibles interferencias en 
la maduración cerebral.
Un inspector de primaria de California, consultado por 
Schwarz, señala que a medida que han disminuido los fon-
dos de financiación de la escuela pública (muchas con 42 
niños por clase), ha aumentado el diagnostico de TDAH. 
6 http://www.cdc.gov/nchs/slaits/nsch.htm. Consultado el 23 de marzo del 
2014.
7 http://www.nytimes.com/interactive/2013/03/31/us/adhd-in-children.html. 
Consultado el 23 de marzo del 2014.
http://www.cdc.gov/nchs/slaits/nsch.htm. Consultado el 23 de marzo
http://www.nytimes.com/interactive/2013/03/31/us/adhd-in-children.html.
Consultado el 23 de marzo del 2014.
31
Añade que ante las quejas de los padres frustrados es 
usual que el médico apunte el diagnóstico de TDAH y la 
medicación como una salida experimental:“vamos a pro-
barlo a ver si funciona”8.
Tabla 1. Estudios de prevalencia del TDAH en España. 
Fuente: Guía clínica TDAH INSS 2010
Autores y año Edad (años) Prevalencia (%)
Cardo y otros, 2007 (Mallorca) 6-11 4,57
Andrés y otros, 1999 (Valencia) 10 3,6
Gómez-Beneyto y otros, 1994 
(Valencia)
8
11
15
14,4
5,3
3
Benjumea y Mojarro, 1993 (Sevilla) 6-15 4-6
Farré y Narbona, 1989 (Navarra) 5-10 1-2
Instrumentos de diagnóstico
En el proceso de evaluación de este trastorno se utili-
zan diferentes procedimientos e instrumentos. Entre ellos 
encontramos las escalas de valoración como uno de los 
instrumentos más utilizados en la evaluación del TDAH. 
Una de las más utilizadas son las “escalas de Conners” 
(Amador, 2002).
8 Alan Schwarz. “Attention Disorder or Not, Pills to Help in School”. New York 
Times, edición del 9 de octubre del 2012. http://www.nytimes.com/2012/10/09/
health/attention-disorder-or-not-children-prescribed-pills-to-help-in-school.ht-
ml?pagewanted=all&_r=0 . Consultado el 23 de marzo del 2014.
http://www.nytimes.com/2012/10/09/
health/attention-disorder-or-not-children-prescribed-pills-to-help-in-school.html?
pagewanted=all&_r=0 . Consultado el 23 de marzo del 2014.
32
Descripción de las escalas
Las “escalas de Conners” fueron diseñadas por C. 
Keith Conners en 1969. Aunque estas escalas se desarro-
llaron para evaluar los cambios en la conducta de niños 
hiperactivos que recibían tratamiento farmacológico, su 
uso se ha extendido al proceso de evaluación anterior al 
tratamiento. Estas escalas se han convertido en un instru-
mento cuyo objetivo es detectar la presencia de TDAH 
mediante la evaluación de la información recogida de pa-
dres y profesores.
Las escalas de Conners cuentan con dos versiones (la 
original y la abreviada) tanto para la escala de padres como 
la de profesores9. Ambas contienen 10 preguntas, que se 
agrupan dando lugar al “índice de hiperactividad”, que se 
considera uno de los que mejor describen las conductas 
prototípicas del niño/a hiperactivo.
- La escala o test de Conners para padres (CPRS-93). La 
escala de Conners para padres contiene 93 preguntas rea-
grupadas en 8 factores:
•	 Alteraciones de conducta
•	 Miedo
•	 Ansiedad
•	 Inquietud-Impulsividad
•	 Inmadurez-Problemas de aprendizaje
•	 Problemas psicosomáticos
•	 Obsesión
•	 Conductas antisociales e hiperactividad
9 La versión abreviada de estas escalas se puede consultar en numerosas webs: 
http://www.fundacioncadah.org/web/articulo/en-que-consisten-las-escalas-
de-conners-para-evaluar-el-tdah.html. Consultado el 23/03/2014.
32
http://www.fundacioncadah.org/web/articulo/en-que-consisten-las-escalasde-
conners-para-evaluar-el-tdah.html. Consultado el 23/03/2014.
33
En su forma abreviada (CPRS-48) las 48 preguntas se 
reparten en 5 factores:
•	 Problemas de conducta
•	 Problemas de aprendizaje
•	 Quejas psicosomáticas.
•	 Impulsividad-Hiperactividad
•	 Ansiedad
- Escala o test de Conners para profesores (CTRS-39). La 
escala de Conners para profesores es mucho más breve y 
está compuesta de 39 preguntas repartidas en 6 factores:
•	 Hiperactividad
•	 Problemas de conducta
•	 Labilidad emocional
•	 Ansiedad-Pasividad
•	 Conducta antisocial
•	 Dificultades en el sueño
En la versión abreviada para profesores (CTRS-28) las 
28 preguntas se dividen en 3 factores:
•	 Problemas de conducta
•	 Hiperactividad
•	 Desatención-Pasividad
Aplicación de las escalas
Cada pregunta describe una conducta característica de 
estos niños/as, que los padres o los profesores deberán 
valorar de acuerdo con la intensidad con que se presenten. 
Para responder se proponen cuatro opciones: Nada-Po-
34
co-Bastante-Mucho, que se puntúan de 0 a 3 (Nada = 0, 
Poco = 1, Bastante = 2, Mucho = 3).
Corrección de las escalas
Para valorar los datos, hay que sumar las puntuaciones 
obtenidas en el índice de hiperactividad de la escala.
En la escala de padres los niños que obtienen una 
puntuación de 15 o superior requieren un estudio en pro-
fundidad porque posiblemente sean hiperactivos. Para las 
niñas, la puntuación es de 13 o superior.
En la escala de profesores, una puntuación de 17 para 
los niños y de 13 para las niñas hace sospechar la existen-
cia de una posible hiperactividad.
Aspectos etiológicos
Es habitual leer en manuales, folletos y webs dedica-
das al TDAH que si bien no existe una sola variable que 
podamos señalar como causa del TDAH, hay evidencias 
(?) de que se trata de un problema neurobiológico, con 
una heredabilidad muy alta y sobre el que los datos de 
neuroimagen y genética cada vez están aportando mayor 
información. Parece paradójico que se niegue la mayor 
(monocausal) y luego se hable de evidencias genéticas o 
biológicas.
Estudios neurobiológicos
Los datos que tenemos son numerosos. Siguiendo la 
revisión minuciosa del Dr. Javier Peteiro (2013), solo en 
PubMed se publicaron, a lo largo del 2012, 1732 trabajos 
35
sobre el TDAH. Antes del 2003, el grupo de Castellanos 
(2002) proporcionó el estudio neuroanatómico más rele-
vante sobre el TDAH, que fue realizado a lo largo de diez 
años, y mostró que el cerebro de los niños afectados era 
un 3% más pequeño que el de los controles, aunque hubo 
un efecto evidente del sexo en esas curvas de crecimiento. 
Philip Shaw (2009), en una revisión más reciente, mostró 
la alta heterogeneidad metodológica existente entre traba-
jos similares, así como el escaso tamaño muestral analiza-
do en cada uno. 
Una de las hipótesis concernientes al TDAH sería una 
disfunción en la red neuronal por defecto, de tal modo 
que su actividad no estaría perturbada en reposo pero 
no se atenuaría en la transición a la realización de tareas. 
Queda por evaluar la causalidad entre la perturbación en 
materia blanca con la disfunción cortical. Los patrones de 
conexión en pacientes con TDAH se parecen a los obser-
vados en controles típicamente más jóvenes. Mientras que 
en niños y adolescentes con TDAH se ha mostrado una 
reducción en la materia blanca en general, hay una tenden-
cia a un aumento en ella en adultos con el síndrome. 
Es importante tener en cuenta que la mayoría de casos 
que entran en estudios morfológicos están o han estado 
medicados. Comparando 14 casos no tratados con 18 tra-
tados crónicamente y 15 controles, el grupo de Pliszka 
(2006) sugirió la posibilidad de que el tratamiento podría 
normalizar las estructuras defectuosas. Una conclusión 
similar la obtuvo el equipo de Semrud-Clikeman a partir 
de un estudio caso: control con 21 controles sanos y 30 
pacientes, 16 medicados (Peteiro, 2013). 
Si consideramos todas las fuentes de variabilidad a in-
cluir en cada estudio de imagen y la heterogeneidad de 
36
los realizados, parece que estamos lejos de establecer un 
patrón neurobiológico consistente del trastorno y, mucho 
menos, de un marcador morfológico del mismo. No es 
extraño, por ello, una insistencia en buscar en los genes lo 
que no se encuentra de un modo perfectamente claro en 
el cerebro. 
Genética del TDAH
En los años noventa se vio claramente que muchas en-
fermedades tenían un componente genético pero que no 
residía en un locus determinado, sino que era más bien 
poligénico. El estudio de genes candidatos se fue com-
plementando por el análisis comparativo, entre casos 
y controles, de variantes a lo largo de todo el genoma, 
mediante el enfoque “Genome Wide”, sustentado en una 
hipótesis conocida como “enfermedad común – variante 
común”, que relacionaría el posible determinismo genéti-
co subyacente con la existencia de determinadas variantes 
comunes en un número relativamente limitado de genes, 
teniendo cada variante un efecto moderado. La hipótesis 
parecía adecuarse a enfermedades como la diabetes. En el 
caso de la esquizofrenia, parece que un riesgo importante 
de padecerla se asocia a variantes comunes de miles de ge-
nes, teniendo cada una de esas variantes un efecto mínimo 
sobre el desarrollo de la enfermedad. 
En el 2010, uno de esos estudios realizados por el 
grupo de BenjamínNeale (2010) no encontró asocia-
ciones significativas al TDAH, pero surgió una hipótesis 
alternativa, la de múltiples variantes raras. En el caso de 
trastornos relativamente frecuentes como el TDAH, esta 
37
aproximación solo daría cuenta de una fracción mínima 
de casos. 
Investigadores del Hospital Clínic de Barcelona han 
desarrollado una técnica de diagnóstico que permite ver 
si el cerebro de un recién nacido ha tenido un desarrollo 
correcto en el útero. La técnica facilita la identificación de 
los bebés que aparentemente son normales, pero que pre-
sentan un alto riesgo de sufrir fracaso escolar y que más 
adelante “suelen tener trastornos de atención, exceso de 
irritabilidad y dificultades de relación social”. El director 
de la investigación no dudaba, a pesar del carácter expe-
rimental de la técnica, en afirmar que “por primera vez 
tenemos la capacidad de predecir el riesgo individual de 
cada niño”10. 
Al estudiar la bibliografía científica existente sobre 
TDAH, estamos ante una gran heterogeneidad en méto-
dos y resultados. La ausencia de marcadores morfológicos 
o bioquímicos no facilita las cosas. Los datos genéticos 
obtenidos hasta el momento muestran un panorama con-
fuso sin que se pueda a día de hoy establecer una asocia-
ción clara con el trastorno. 
Como señala Peteiro (2010), a propósito de los límites 
de la investigación genética “Transcurridos ya diez años 
desde el término del Proyecto Genoma, la conclusión más 
sólida sobre los genes es que no sabemos lo que son, ni 
siquiera si tiene sentido la pregunta sobre su naturaleza, 
más allá de aproximaciones operacionales”. Lo mismo 
ocurre con el poder seductor de las neuroimágenes, que 
ofreciendo explicaciones neurobiológicas de las activida-
10 Josep Corbella. “El Clínic detecta el riesgo de fracaso escolar desde los pri-
meros días de vida”. La Vanguardia (edición del miércoles, 23 noviembre 2011, 
página 34).
38
des humanas dan a entender más de lo que hay, como si 
estas fueran la razón y causa final (Pérez-Alvarez, 2011), 
cuando lo cierto es que, pese a los ingentes esfuerzos de 
tiempo y dinero, los hallazgos neurocientíficos no han su-
puesto avances notables en el conocimiento de la psique. 
De hecho, estas tesis parecen confundir la subsecuencia 
con la consecuencia, esto es admitir que por el hecho de 
que un acontecimiento se produzca detrás de otro, este 
último es su causa.
No es descartable que en el futuro se obtenga una 
perspectiva neurobiológica o genética clara del TDAH, 
pero ahora esa posibilidad parece muy remota, en el caso 
de que fuera posible establecerla. Hay que recordar al 
respecto que ni siquiera para algo tan prevalente como la 
depresión mayor disponemos de una explicación neuro-
biológica mínimamente satisfactoria. La GPC-TDAH lo 
señala claramente citando diversos estudios internaciona-
les: “No hay un marcador biológico específico que per-
mita el diagnóstico de TDAH (SIGN 20051, AAP 2000). 
Aunque se han encontrado en algunos estudios diferen-
cias en pruebas de neuroimagen y neurofisiológicas entre 
casos TDAH y controles, estas pruebas no permiten iden-
tificar casos individuales (AACAP, 2007; AAP 2000)”11.
En esta situación de ausencia real de un cuadro fisio-
patológico consistente, parece que solo desde la clínica 
pueden tomarse decisiones diagnósticas y terapéuti-
cas adecuadas para cada caso. “Se ha trabajado sobre el 
TDAH desde el punto de vista científico positivista y es 
de suponer que se seguirá haciendo. También se hace so-
bre el autismo. La perspectiva científica del mundo y de 
nosotros es un arma de doble filo. Buena, si se la toma en 
11 GPC-TDAH: pág. 67.
39
su justa medida. Perversa si se erige como única mirada” 
(Peteiro, 2013).
Si vivimos en un medio en el que se ha descrito una 
alta prevalencia o hay una fuerte presión social favorable 
a identificar a niños con TDAH, esa probabilidad pre-
via será mayor. Carecemos de marcadores o, dicho de 
otro modo, de pruebas complementarias, por lo que por 
“positivo” indicaremos un resultado final que podrá ser 
el resultado de seguir un algoritmo, como podría hacer 
un ordenador, basado en un manual tipo DSM, o de una 
impresión clínica sustentada en un saber. Esa positividad 
tendrá una consecuencia práctica dicotómica: tratamiento 
farmacológico sí o no. Es fácil pensar que, en situaciones 
sociales poco propicias, puede haber una tendencia a una 
hipermedicalización, compensadora de carencias que in-
ducirían a pensar en un TDAH cuando no lo hay. 
“Ciertamente, es verdad que un amplio número de 
niños tienen problemas con la atención, la autorregula-
ción y la conducta. Pero estos problemas ¿se deben a al-
gunos aspectos presentes ya al nacer? ¿O están causados 
por experiencias en la primera infancia? Estas preguntas 
solo pueden ser respondidas estudiando a los niños y sus 
entornos desde antes del nacimiento y a través de la in-
fancia y la adolescencia; como con mis colegas de la Uni-
versidad de Minnesota desde 1975, que hemos seguido 
a 200 niños que nacieron en la pobreza y por lo tanto, 
son más vulnerables a problemas de conducta. Se incluyó 
a sus madres durante el embarazo, y en el transcurso de 
sus vidas hemos estudiado sus relaciones con los cuida-
dores, maestros y compañeros. Hemos seguido su pro-
greso a través de la escuela y sus experiencias en la edad 
adulta temprana. A intervalos regulares se mide su salud, 
40
su comportamiento, el desempeño en pruebas de inteli-
gencia y otras características. Al final de la adolescencia, el 
50% de la muestra recibió algún diagnóstico psiquiátrico. 
Casi la mitad había mostrado problemas de comporta-
miento en la escuela por lo menos en una ocasión, y hubo 
un 24% de abandono escolar hasta el 12.º grado; el 14% 
cumplieron con los criterios para el ADD entre 1.º y 6.º 
grado. Otros estudios epidemiológicos a gran escala con-
firman estas mismas tendencias en la población general de 
niños desfavorecidos. Entre todos los niños, incluidos to-
dos los grupos socioeconómicos, la incidencia del TDA-
ADD se estima en un 8%. Lo que encontramos fue que el 
ambiente del niño predice el desarrollo de problemas de 
ADD-TDA. En marcado contraste, la medición de ano-
malías neurológicas al nacer, del C.I., y del temperamento 
infantil –incluido nivel de actividad infantil– no predicen 
un ADD” (Sroufe, 2012). 
La comorbilidad 
La complejidad y diversidad de los signos clínicos po-
nen de manifiesto las contradicciones y los abusos en al-
gunas de las teorías actuales sobre el TDAH. Una de las 
características más destacables del TDAH es su elevada 
comorbilidad. Este término se utiliza para hacer referencia a 
aquellos casos en los cuales se da una clara entidad clínica 
adicional a lo largo del curso clínico de un paciente con 
una enfermedad clasificada” (Feinstein, 1970). También 
significa “casos en los cuales el paciente recibe dos o más 
diagnósticos médicos”. Ha sido señalado por varios au-
tores (Soutullo, 2007; Stahl y Mignon, 2011) que más que 
41
cualquier otro diagnóstico psiquiátrico, el TDAH tiende 
a aparecer combinado con otros trastornos psicopatoló-
gicos. 
Las cifras son variables, pero hay un consenso al con-
siderar que aproximadamente en un 70% de casos de 
TDAH se cumplen criterios de, al menos, otro trastorno 
psiquiátrico adicional (Jensen y otros, 2001). 
El TDAH puede presentarse asociado a varios tras-
tornos: a) trastorno negativista desafiante habiéndose 
encontrado prevalencias de hasta un 40% en niños diag-
nosticados de TDAH; b) trastorno de conducta (14%); 
c) trastornos de los aprendizajes (15-40%); d) trastornos 
de ansiedad (25-33%); e) trastornos del humor (20-30%) 
(San Sebastián, Soutullo, y Figueroa, 2010).
Aun así, el uso del término comorbilidad ha sido cues-
tionado por varios autores (Maj, 2007) puesto que en una 
gran parte de los casos no queda claro si los diagnósticos 
concomitantes reflejan la presencia de entidades clínicas 
diferentes o bien se refieren a múltiples manifestacionesde una única entidad. Además, los DSM están basados en 
criterios diagnósticos operacionales, los cuales no permi-
ten expresar la esencia de cada entidad diagnóstica (Moya, 
2013). 
Un experto internacional como Rusell Barkley (2007) 
afirma que las causas son genéticas y neurológicas, origi-
nadas en una tercera parte en el período de gestación, pero 
al mismo tiempo admite que hay mucha comorbilidad de 
otras patologías, hasta en un 80% de casos, y que el entor-
no familiar afecta de manera muy importante. Sabemos 
que el recurso a la comorbilidad en las hipótesis etiológi-
cas no deja de ser un eufemismo para aceptar, sin recono-
cerlo explícitamente, que hay otras causas no admitidas. 
42
Una reflexión sorprendente sobre la consistencia del 
diagnóstico de TDAH nos la ofrece el semanario alemán 
Der Spiegel, en un artículo en el que pone de relieve el au-
mento de enfermedades mentales en la población alema-
na. Allí explica que Eisenberg, inventor como decíamos 
antes del término hyperkinetic, dijo siete meses antes de 
morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH 
es un ejemplo de enfermedad ficticia”12. El logro de Ei-
senberg y sus colaboradores fue conseguir difundir la 
creencia en la causalidad genética del TDAH, y él mismo 
declara ahora que la idea de que un niño tenga TDAH 
desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, el 
efecto de esta tesis etiológica en la población y en los pa-
dres, produce una aparente desculpabilización, ya que los 
padres se sienten aliviados y aceptan mejor el tratamiento 
farmacológico. En 1993 se vendieron en las farmacias ale-
manas 34 kg de metilfenidato y en el año 2011, 1.760 kg.
Eisenberg, que llegó a dirigir el servicio de psiquiatría 
del prestigioso Hospital General de Massachusetts en 
Boston, donde fue reconocido como uno de los más fa-
mosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del 
mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir 
afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que 
debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar 
las razones psicosociales que pueden producir problemas 
de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay 
discusiones en la familia, si los padres están juntos o sepa-
rados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta 
adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, 
lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo, y concluyó: 
12 http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-83865282.html . Consultado el 
23/03/2014.
http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-83865282.html . Consultado el
23/03/2014.
43
“prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más 
rápido”. 
Para concluir este apartado diremos que un buen diag-
nóstico supone que se haga a partir de entrevistas con la 
familia y el niño o la niña, y también con la información 
que se obtenga de los profesionales del centro educativo 
(de primaria o de secundaria). Además de las informacio-
nes procedentes de la familia y de los docentes, resulta 
muy útil e imprescindible la observación directa de la niña 
o el niño en el mismo marco escolar. En cualquier caso 
los cuestionarios y las escalas de valoración nunca pueden 
sustituir las entrevistas con el niño y su familia. Escuchar 
al niño es la única posibilidad de captar las dificultades y el 
sufrimiento, que a veces puede ser negado por el entorno.
Paradojas “digitales” de la atención
Actualmente no parece existir un claro acuerdo sobre 
qué es atención y qué no lo es. En lo que sí hay un con-
senso es en la existencia de una gran confusión termino-
lógica que dificulta el estudio de los mecanismos cogniti-
vos incluidos dentro de este constructo (Ríos, Periáñez, y 
Rodríguez, 2011). La atención no es un proceso unitario 
sino el nombre dado a una serie limitada de procesos, que 
pueden interactuar mutuamente durante el desarrollo de 
tareas perceptivas, cognitivas y motoras (Parasuranam, 
1998).
Luria (1975) definió la atención como el proceso se-
lectivo de la información necesaria, la consolidación de 
los programas de acción elegidos y el mantenimiento de 
un control permanente sobre ellos. Por lo tanto, la aten-
44
ción tiene que considerarse como un sistema complejo de 
subprocesos específicos, a través de los cuales dirigimos la 
orientación, el procesamiento de la información, la toma 
de decisiones y la conducta.
La dispersión teórica existente favorece la proliferación 
de micromodelos explicativos que dificultan una postura 
teórica integradora, hasta el punto de discutir cuestiones 
tan esenciales como la propia naturaleza de la atención 
(Roselló, Munar, Barceló y otros, 2001). Algunos de estos 
modelos son de carácter clínico y permiten diferenciar as-
pectos relevantes para la práctica clínica cotidiana. Así, el 
modelo de Sohlberg y Mateer (1987) establece seis niveles 
jerárquicos de manera que cada nivel requiere el correcto 
funcionamiento del nivel anterior, y la asunción de que 
cada componente es más complejo que el que lo precede. 
Atendiendo a este modelo, parecería que muchos niños/
niñas diagnosticados de TDAH tienen problemas en los 
niveles de atención sostenida o atención selectiva.
Como han señalado varios autores (Barkley, 2009; 
Soutullo, 2007), el núcleo del problema de las personas 
con TDAH no radica únicamente en la función “aten-
ción”, sino en un proceso mucho más complejo: función 
ejecutiva, que consiste en un conjunto de mecanismos que 
están implicados en la optimización de los procesos cog-
nitivos para orientarlos hacia la resolución de situaciones 
complejas o nuevas. 
Estas funciones ejecutivas incluyen un conjunto de 
procesos cognitivos, entre los que destacan la anticipa-
ción, elección de objetivos, planificación, selección de la 
conducta, autorregulación, automonitorización y uso de 
feedback (Tirapu, 2011). Por lo tanto, considerando la 
complejidad del problema, no parece demasiado apropia-
45
do seguir haciendo referencia a la carencia de atención, 
sino que habría que ampliar el foco y considerar las fun-
ciones ejecutivas en toda su complejidad. Algunos investi-
gadores ya afirman haber identificado un nuevo trastorno 
que podría ampliar enormemente el número de jóvenes 
tratados por problemas de atención. Llamado “Tiempo 
cognitivo lento”, se caracteriza por el letargo, el soñar des-
pierto y el procesamiento mental lento. Según estimacio-
nes estaría presente en tal vez dos millones de niños.13
Por otro lado, y como analizaremos después, sabemos 
de los fenómenos de hiperatención observados en niños 
y relacionados habitualmente con tareas de juego (video-
consolas).
Hoy se habla cada vez más de la brecha digital consis-
tente en la separación que existe entre las personas (comu-
nidades, estados, países...) que utilizan las tecnologías de 
información y comunicación (TIC) como una parte ruti-
naria de su vida diaria, y aquellas que no tienen acceso a las 
mismas y que aunque lo tengan no saben cómo utilizarlas. 
En lo que se refiere a los nativos digitales, se sabe que a 
medida que el cerebro evoluciona y sitúa su punto de mira 
en las nuevas destrezas tecnológicas, se aleja de habilida-
des sociales fundamentales, como las de leer la expresión 
facial durante la conversación o la de captar el contexto 
sentimental de un gesto sutil (Small y Vorgan, 2009).
Las redes neuronales del cerebro de los nativos digita-
les son muy diferentes de las del cerebro de los inmigran-
tes digitales. El cerebro de la generación joven está co-
nectado de forma digital desde la infancia, muchas veces 
a expensas del cableado neuronal que controla la destreza 
de las personas en realizar una cosa después de otra. 
13 http://www.nytimes.com/2014/04/12/health/idea-of-new-attention-di-
sorder-spurs-research-and-debate.html?_r=0 . Consultado el 12.04.2014
http://www.nytimes.com/2014/04/12/health/idea-of-new-attention-disorder-
spurs-research-and-debate.html?_r=0 . Consultado el 12.04.2014
46
La revolución de la alta tecnología provoca un estado 
de atención parcialcontinua que Linda Stone ha descri-
to como un estar permanentemente ocupados: siempre 
atentos a todo pero sin centrarnos nunca de verdad en 
algo concreto.
No obstante, algunos juegos de ordenador pueden 
mejorar la habilidad cognitiva y las destrezas en múltiples 
tareas (Kearney, 2007). Pero hay un punto más destaca-
ble: todas las personas diagnosticadas de TDAH parecen 
practicar algunas actividades, en las cuales sus problemas 
crónicos de deterioro de las funciones consecutivas están 
ausentes. Estas actividades podrían ser jugar un deporte 
particular, navegar por internet o jugar un juego de or-
denador (por ejemplo, un juego de estrategia). Cuando se 
les pregunta cómo es que pueden prestar atención a unas 
determinadas actividades, pero en cambio tienen dificulta-
des crónicas para realizar las mismas funciones en la ma-
yor parte de las restantes actividades de la vida cotidiana, 
responden: “Si la tarea me interesa, la puedo hacer”. 
Algunos autores (Brown, 2010) consideran que esta 
variabilidad en función del contexto es un dato de que 
los deterioros encefálicos implicados en este trastorno no 
se refieren a las funciones cognitivas primarias, sino a las 
redes centrales de gestión que las activan o desactivan. No 
obstante, otra perspectiva sobre esta cuestión consiste en 
analizar específicamente el papel que desarrolla la variable 
motivación en la modificación sintomática (atención e hi-
percinesia).
La observación clínica muestra que niños y adolescen-
tes que tienen dificultades para mantenerse atentos y quie-
tos en el aula son capaces de prestar atención y permanecer 
sentados durante una hora seguida cuando se les coloca 
ante una tarea que los motiva (Escalera y otros, 2012)
47
La venta del TDAH
La investigación actual, por parte de la industria far-
macéutica, de nuevos medicamentos para el tratamiento 
de la patología mental es muy escasa. Las innovaciones 
que conocemos son pequeños cambios en la composición 
molecular del producto, que permiten salvar las limitacio-
nes de la caducidad de la patente y alargar así unos años 
la vida comercial del fármaco. De esta manera se consi-
gue también un aumento del precio final y del margen 
de beneficio. El metilfenidato, en su presentación clásica 
(Ritalin), apenas llegaba a un coste mensual de 5 euros, 
mientras que las versiones que incorporan la fórmula re-
tard (Concerta), que consiguen una liberación retardada 
del principio activo evitando las fluctuaciones plasmáticas, 
cuestan entre 65-90 euros mensuales y en el caso de la ato-
moxetina (Strattera) alcanza los 125 euros mensuales. Es 
significativo que la regulación de estos fármacos se ejerza 
en la actualidad por la OMC (Organización Mundial del 
Consumo) y no por la OMS (Organización Mundial de la 
Salud). 
Este declive de la investigación y producción de nue-
vos fármacos, paralela al avance de las neurociencias que 
apuestan por la biomedicina y la genética, donde se espera 
que surjan los futuros avances, deja a la infancia como un 
sector del mercado muy provechoso, ya que el aumento 
de la medicación en los niños, además de constituir por 
sí mismo un sector poblacional amplio, es una apuesta de 
futuro para asegurar la continuidad de esa medicación en 
la edad adulta. 
Thomas Steitz (premio Nobel de Química del 2009) 
afirmaba recientemente que los laboratorios farmacéuti-
48
cos no invierten en investigar en antibióticos, que puedan 
curar definitivamente, sino que prefieren centrar el ne-
gocio en medicamentos que sea necesario tomar durante 
“toda la vida”.14 Esta idea revela un nuevo paradigma en la 
medicalización de la sociedad, que es el de la cronificación 
como estado permanente de ingesta de medicamentos. 
Todo ello requiere de un afinado marketing al que la 
industria dedica ya un porcentaje muy elevado de sus gas-
tos. Marketing que no es ajeno a la promoción de enfer-
medades (disease mongering). También traducida como tráfico 
de enfermedades, es una expresión que se refiere al esfuer-
zo que realizan las compañías farmacéuticas por llamar 
la atención sobre condiciones o enfermedades frecuen-
temente inofensivas con objeto de incrementar la ven-
ta de medicamentos mediante campañas publicitarias, 
visitadores médicos o estudios que intentan medicalizar 
cualquier dolencia (Moynihan, 2006). Los ejemplos de la 
osteoporosis, los umbrales del colesterol o la menopausia 
son algunos de los casos más conocidos de la medicaliza-
ción de una condición natural.15 
Philipe Pignarre, directivo de un laboratorio farmacéu-
tico (Sanofi-Synthélabo) durante 17 años y profesor en la 
Universidad París-VIII, donde imparte cursos sobre psi-
cótropos, ha dedicado uno de sus libros El gran secreto de la 
14 http://www.lavanguardia.com/salud/20110826/54205577068/thomas- 
steitz-premio-nobel-muchas-farmaceuticas-cierran-sus-investigaciones-so-
bre- antibiotictveos.html#ixzz2w2KdT6ZY. Consultado el 23/03/2014.
15 El periodista australiano Ray Moynihan es uno de los que más han contri-
buido a la difusión del concepto. Ha promovido diversas conferencias sobre 
el tema: Moynihan, R.; Doran, E.; Henry, D. (2008). “Disease Mongering Is 
Now Part of the Global Health Debate”. PLoS Med (vol. 5, núm. 5) e106. 
doi:10.1371/journal.pmed.0050106 http://www.plosmedicine.org/article/in-
fo%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pmed.0050106. Consultado el 23/03/2014.
http://www.lavanguardia.com/salud/20110826/54205577068/thomas-
steitz-premio-nobel-muchas-farmaceuticas-cierran-sus-investigaciones-sobre-
antibiotictveos.html#ixzz2w2KdT6ZY. Consultado el 23/03/2014.
http://www.plosmedicine.org/article/info%
3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pmed.0050106. Consultado el 23/03/2014.
49
industria farmacéutica (Gedisa) a analizar el funcionamiento 
de los laboratorios, más preocupados de optimizar los be-
neficios que de inventar nuevos fármacos, lo que los lleva 
a inventar nuevas enfermedades donde prescribir los me-
dicamentos ya existentes: “Popularizan enfermedades que 
no lo son, como “menopausia masculina” o “depresión 
puntual recurrente”, y logran que los médicos receten mas 
fármacos sin necesidad verdadera, ¡incluso para prevenir! 
Abogan por medicalizarnos la vida… ¡y lo consiguen!”.16
Marcia Angell, que dirigió la prestigiosa revista médica 
New England Journal of Medicine, es autora de La verdad sobre 
las compañías farmacéuticas. Cómo nos engañan y qué hacer sobre 
ello, donde señala cómo “la industria no resulta especial-
mente innovadora en lo que se refiere a descubrimientos 
de nuevas drogas, pero en cuanto a inventar maneras de 
ampliar sus derechos de monopolio, es innovadora en ex-
tremo (y agresiva)” (Angell, 2006).
Joan Ramon Laporte, catedrático de Farmacología 
(UAB); jefe del Servicio de Farmacología Clínica (Hospi-
tal Vall d’Hebron) y director de la Fundació Institut Ca-
talà de Farmacologia, es una de las mayores autoridades 
mundiales en su especialidad. En el prólogo al libro del 
periodista alemán Jörg Blech, Los inventores de enfermedades 
(Destino), escribe lo siguiente: “La práctica de hacer creer 
a la gente que está enferma cuando en realidad está sana 
no es nueva. Es una de las estrategias usadas por algunos 
médicos para reforzar su posición social. Debe de ser tan 
vieja como la propia medicina, la cual, en formas diferen-
tes según la cultura, ha sido y es una forma de poder –do-
minación sobre los demás– basada en la magia. Solo que, 
16 http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2005/05/21/pagina-68 
/39776760/pdf.html. Consultado el 23/03/2014.
50
en la actualidad, la magia se reviste de argumentos apa-
rentemente científicos. La atención a la salud está cada día 
más impregnada de valores de mercado, y las funciones 
de cuidar, curar y rehabilitar han perdido la centralidad”. 
El marketing del TDAH
El marketing moderno de los psicoestimulantes em-
pezó ya con la elección del nombre del medicamento de 
mayor venta en Estados Unidos: Adderall. El Sr. Griggs 
compró un pequeño laboratorio farmacéutico que produ-
cía unapíldora para perder peso, Obetrol. Ante la sospe-
cha de que el TDAH, presente entonces en un 3-5% de 
los niños, podría generar un potencial mercado muy supe-
rior, le cambió el nombre jugando con el término ADD 
(trastorno por déficit de atención, en inglés) hasta con-
seguir el ADD for all (TDA para todos). Como él mismo 
declaró, se trataba de un producto que incluyese a todos.
Este marketing de medicamentos ha supuesto también 
un buen negocio para las revistas médicas, las mismas que 
publican documentos de apoyo al uso de los psicoestimu-
lantes. La publicación más importante, The Journal of the 
American Academy of Chile & Adolescent Psychiatry, pasó de 
no tener ningún anuncio de medicamentos para el TDAH 
en 1990 a cerca de 100 páginas al año solo una década 
más tarde. La mayoría de páginas en color eran sobre me-
dicamentos para el TDAH. Resulta habitual, en esta pu-
blicidad, que los posibles efectos secundarios (insomnio, 
irritabilidad, episodios psicóticos) aparezcan en letra pe-
queña y siempre de manera muy poco visible.
Un anuncio de Concerta presenta a una madre agrade-
cida diciendo: “Mejores resultados escolares, más tareas 
51
hechas en casa, una independencia que trato de alentar, 
una sonrisa con la que siempre puedo contar”.
La primera asociación de afectados, en defensa de los 
pacientes diagnosticados con TDAH, fue fundada en Es-
tados Unidos en 1987 y denominada CHADD (Children 
and Adults with Attention Déficit/Hiperactivity Disor-
der). Promovían una mayor atención a su problema y al 
tratamiento mediante el Ritalin, la principal droga dispo-
nible en ese momento. Los fondos de puesta en marcha 
de la asociación fueron proporcionados por Ciba-Geigy, 
fabricante principal del Ritalin, y en la convención anual, 
celebrada en el 2000, Chadd expresó su agradecimiento a 
los 11 patrocinadores principales, todos ellos laboratorios 
farmacéuticos. Patrocinio que sigue en activo, y Shire, fa-
bricante del Adderall, pagó hasta 3 millones de dólares, 
entre 2006-09, para que la revista bimestral de la asocia-
ción llegara a todos los médicos del país. Se calcula que un 
tercio de los ingresos anuales de Chadd provienen de las 
donaciones de empresas farmacéuticas.
En nuestro país, por lo que hace a los encuentros cien-
tíficos entre pediatras, el patrocinio tradicional de los fa-
bricantes de leche para bebés dejó el paso primero a los 
fabricantes de vacunas, y en la actualidad son los labora-
torios productores de los medicamentos para el TDAH 
los principales patrocinadores. Leemos en el programa 
científico de la Reunión anual de la Sociedad Española 
de Neurología Pediátrica (SENEP) del 2012, que su pri-
mera mesa redonda lleva por título: “Symposium Janssen: 
TDAH”, auspiciada por el fabricante del Concerta (Jans-
sen) y otra “Symposium Lilly: El TDAH desde nuevos 
puntos de vista” auspiciada por Lilly, fabricante de Stra-
ttera (atomoxetina), medicamento no estimulante que se 
52
utiliza en el tratamiento del TDAH. En su página web no 
dudan en afirmar que “Se calcula que entre un 30 y un 
60% de los niños con este trastorno seguirá con síntomas 
en la edad adulta” sin que haya hasta el momento ninguna 
evidencia que pruebe esta afirmación. Sobre otros patro-
cinios de los laboratorios, se puede consultar el anexo 6 
de la vigente “Guía de práctica clínica del TDAH”, en la 
que 21 de sus autores declaran conflictos de intereses con 
diversos laboratorios17.
Una de las novedades de esta “venta” del TDAH18 es el 
marketing dirigido a los adultos, que no deja de incremen-
tarse al tiempo que la prevalencia del trastorno aumenta 
de año en año. Habida cuenta que los adultos representan 
un sector de la población mucho más numeroso que los 
niños, el mercado potencial podría doblar el infantojuve-
nil. Se calcula, sin que haya evidencias concluyentes, que 
esta prevalencia llegaría hasta el 10% en los adultos, ba-
sándose en la hipótesis –ya mencionada antes y no demos-
trada– de que un porcentaje elevado de niños con TDAH 
continúan con el trastorno en la vida adulta.
Para ello, el marketing se centra en campañas masivas, 
sobre todo en la web y las redes sociales, que animan a 
los adultos a verificar ellos mismos –en tests (!) cortos– si 
son potenciales pacientes con TDAH. Cualquiera puede 
acceder a esta página web: everydayhealth.com, donde en 
pocos minutos, a través de 6 preguntas, se puede descu-
brir si es un TDAH. De hecho, prácticamente la mitad de 
los que lo prueban resultan ser potenciales TDAH. 
17 http://www.gencat.cat/salut/depsan/units/aatrm/pdf/gpc_tdah_hiperac-
tividad_aiaqs2010_compl.pdf. Consultado el 23/03/2014.
18 http://www.nytimes.com/2013/12/15/health/the-selling-of-attention-de-
ficit-disorder.html?_r=0. Consultado el 23/03/2014.
http://www.gencat.cat/salut/depsan/units/aatrm/pdf/gpc_tdah_hiperactividad_
aiaqs2010_compl.pdf. Consultado el 23/03/2014.
18 http://www.nytimes.com/2013/12/15/health/the-selling-of-attention-de-
ficit-disorder.html?_r=0. Consultado el 23/03/2014.
53
Un video de educación médica patrocinado por Shire 
presentaba a un médico haciendo el diagnóstico del tras-
torno en un adulto durante una conversación de 6’, des-
pués de lo cual le recomendaba tomar medicación.
Para aquellos que no se animen a navegar por la web, 
las compañías productoras de psicoestimulantes se acer-
can a sus domicilios mediante autobuses, en el marco de 
un Tour, que en pocos minutos les diagnostican el trastor-
no, aconsejándoles de manera gratuita la toma de medi-
camentos19. Estos tours se repiten de manera sistemática 
por diversas ciudades de Estados Unidos y no dejan de 
evocar los buses de la metadona, que en nuestro país se 
ubicaban en barrios con un alto porcentaje de toxicóma-
nos en proceso de rehabilitación.
En todas estas campañas de marketing se repiten tres 
mensajes básicos:
1.	 El trastorno esta infradiagnosticado y de ahí el es-
fuerzo de la publicidad.
2.	 Los fármacos estimulantes son eficaces y seguros.
3.	 Un TDAH no medicado implica riesgos relevan-
tes: fracaso escolar, drogodependencia, accidentes 
de tráfico y conflictos con la ley.
Las denuncias y condenas, a veces millonarias, de la 
Administración hacia las compañías farmacéuticas, por 
publicidad engañosa y ocultamiento de datos relevantes 
acerca de los efectos secundarios, no parecen frenar la co-
dicia de Big Pharma dado que los beneficios de la venta 
superan claramente las multas. La empresa farmacéutica 
19 http://www.prnewswire.com/news-releases/shire-launches-nationwide- 
adult-adhd-mobile-awareness-tour-57234422.html. Consultado el 23/03/2014.
www.prnewswire.com/news-releases/shire-launches-nationwide-
adult-adhd-mobile-awareness-tour-57234422.html. Consultado el 23/03/2014.
54
británica GlaxoSmithKline tuvo que pagar 3000 millones 
de dólares en Estados Unidos por errores en la comercia-
lización de sus productos Paxil y Wellbutrin (antidepresi-
vos) y Arandia (diabéticos). Recomendaba el uso de Paxil 
para menores de 18 años cuando no había sido aproba-
do por la FDA (Agencia Federal del Medicamento) es-
tadounidense y había estafado al programa MEDICAID 
por sobreprecio en sus productos. Anteriormente, Pfizer 
y Lilly habían pagado cantidades elevadas por delitos si-
milares, y de nuevo Pfizer fue multada por el Gobierno 
norteamericano en agosto del 2012 con 60 millones de 
dólares por sobornos a médicos.
55
2. ABORDAJES TERAPÉUTICOS DEL TDAH
Desde hace más de 30 años la aproximación predomi-
nante en salud mental ha estado centrada en la búsqueda 
de las causas biológicas de los trastornos mentales. De 
acuerdo a este modelo biomédico, que ha calado de lleno 
en la ciencia, las políticas y las prácticas en salud mental en 
todo el mundo, los trastornos mentales son considerados 
enfermedades cerebrales causados por un desequilibrio de 
neurotransmisores, anormalidades genéticas y defectos en 
la estructura y funciones del cerebro, que se pueden corre-
gir mediante psicofármacos específicos. 
De esta manera, el augedel modelo biomédico en sa-
lud mental ha ido acompañado de la expansión en el uso 
de fármacos psiquiátricos, cuya utilización se ha extendi-
do de manera exponencial durante los últimos 30 años. 
Esta fe generalizada en el potencial de la neurociencia 
para revolucionar la práctica en salud mental se ha ca-
racterizado por una falta de innovaciones clínicas y por 
unos resultados desfavorables. Además, el paradigma bio-
médico ha afectado profundamente a la psicología clínica, 
con la adopción de la metodología de ensayos clínicos en 
56
la investigación en psicoterapia, que ha dejado de lado el 
estudio de los procesos de los tratamientos, dificultando la 
innovación en los tratamientos y su difusión, y dividiendo 
el campo de la salud mental entre la ciencia y la práctica 
profesional.
Deacon (2013), en un trabajo reciente, desglosa algu-
nas de las creencias asociadas al modelo biomédico en 
salud mental, contrastándolas con los datos disponibles:
Creencia 1: Los trastornos mentales son enfermedades cerebra-
les causadas por el desequilibrio de los neurotransmisores, anorma-
lidades genéticas y defectos en la estructura y funciones del cerebro.
Hecho: Los científicos no han identificado una causa 
biológica, ni siquiera un marcador biológico inequívoco, 
de ninguno de los trastornos mentales.
Creencia 2: La medicación psicotrópica funciona mediante el 
reajuste de los desequilibrios en los neurotransmisores responsables 
de la enfermedad mental.
Hecho: No existe evidencia concluyente de que los 
trastornos mentales sean causados por un desequilibrio 
químico, o de que los fármacos funcionen corrigiendo di-
chos desequilibrios.
Creencia 3: Los avances en neurociencia han dado paso a una 
nueva era de fármacos más eficaces y seguros.
Hecho: Los fármacos psiquiátricos modernos no son, 
a grandes rasgos, ni más seguros ni más eficaces que los 
descubiertos casualmente hace medio siglo.
57
Creencia 4: La psiquiatría biológica ha hecho grandes progre-
sos para la reducción de la carga de las enfermedades mentales en 
el mundo.
Hecho: Los trastornos mentales se han vuelto más 
crónicos y graves, y el número de personas con discapa-
cidad asociada a sus síntomas ha aumentado de manera 
constante en las últimas décadas.
Creencia 5: Educar a la sociedad sobre la idea de que los 
trastornos mentales tienen su origen en causas biológicas reduce el 
estigma asociado a la enfermedad mental.
Hecho: A pesar de que la sociedad ha aceptado am-
pliamente la idea de que los trastornos mentales tienen un 
origen y tratamiento biológico, los problemas de estigma-
tización no han mejorado e, incluso, se están agravando.
Creencia 6: Una mayor inversión en investigación en el campo 
de las neurociencias permitirá desarrollar tests diagnósticos basados 
en componentes biológicos y tratamientos farmacológicos curativos (no 
solo paliativos).
Hecho: La industria farmacéutica ha reducido drás-
ticamente sus esfuerzos en desarrollar nuevos fármacos, 
debido a la falta de dianas moleculares prometedoras ca-
paces de incidir sobre los trastornos mentales, y al fracaso 
constante de los nuevos compuestos en demostrar su su-
perioridad frente al placebo.
Tras la revisión de los estudios científicos publicados, 
Deacon concluye que, a la luz de los resultados, los “fru-
tos de la revolución biomédica en salud mental” se tradu-
cen en un fallo en la identificación de las bases biológicas 
58
de los trastornos mentales, en la promoción de desequili-
brios bioquímicos infundados, en su fracaso para reducir 
el estigma, en la falta de innovación y en pobres resultados 
a largo plazo de los tratamientos farmacológicos, unido a 
un incremento en la cronicidad y severidad de los trastor-
nos mentales. 
Como hemos visto en los apartados anteriores, el 
TDAH solo es comprensible si tomamos en cuenta los 
diferentes factores en juego (neurobiológicos, psicológi-
cos, educativos, familiares y sociales). En consecuencia, 
el tratamiento tiene que ser global incluyendo el contexto 
social del niño, la calidad de la escolarización que recibe, 
la naturaleza de las relaciones con los padres y las posibles 
alteraciones psicopatológicas. Por otra parte, el tratamien-
to tiene que ser flexible en consonancia con los cambios 
que se vayan produciendo a lo largo del tiempo. 
El plan general del tratamiento del TDAH tiene cuatro 
pilares: farmacológico, psicoterapéutico, de asesoramien-
to a los padres y de trabajo en red con docentes, trabaja-
dores sociales y clínicos.
Hoy los tratamientos más habituales están centrados en 
la farmacología. Son los propios padres los que a veces lo 
piden, incluyendo otros fármacos como hipnóticos infan-
tiles (!!) para favorecer el sueño infantil, en ocasiones alte-
rado por las vicisitudes propias de la infancia (nacimiento 
de un hermano, peleas entre compañeros, cambios brus-
cos,..). Estos mismos padres cada vez más necesitan que 
sea el médico quien dé significado a los síntomas del niño. 
59
Tratamiento farmacológico
El abordaje farmacológico, si nos fijamos en los da-
tos de Estados Unidos, en la actualidad está considera-
do como la opción básica del tratamiento a pesar de que 
siempre se insista en que el tratamiento del TDAH es mul-
timodal. Aproximadamente uno de cada 5 adolescentes 
en secundaria y uno de cada 10 en primaria está siendo 
medicado en este momento. Las ventas de los fármacos 
más usados (Adderall, Ritalin, Concerta) se han multipli-
cado en los últimos cinco años y mientras que en el 2007 
este mercado obtuvo unos beneficios de 4.000 millones 
de dólares (3.122 millones de euros); en el 2012 las ven-
tas fueron de 9.000 millones de dólares (7.025 millones). 
Debido a su eficacia en los casos más graves, el uso de los 
fármacos se ha extrapolado a los que simplemente pade-
cen rasgos del trastorno, convirtiendo el tratamiento con 
estimulantes en una especie de atajo popular para mejorar 
las calificaciones de los estudiantes sin tener en cuenta el 
riesgo para su salud.
Por lo que se refiere a España, en el informe del año 
2010 del Comité de Derechos del Niño, organismo de 
Naciones Unidas que vela por la aplicación de la Conven-
ción sobre Derechos del Niño, y en las recomendaciones 
dirigidas al Estado español, en el apartado de “Salud y 
acceso a servicios sanitarios” dice textualmente: 
“El Comité expresa también su preocupación por la in-
formación, que indica un aumento, en un período corto, en la 
prescripción de psicoestimulantes a niños diagnosticados con 
un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)”.
60
“El Comité recomienda al Estado parte que examine con 
detenimiento el fenómeno de la prescripción excesiva de me-
dicamentos a los niños y adopte iniciativas para proporcionar a 
los que están diagnosticados con un TDAH y otros trastornos 
del comportamiento, así como a sus padres, madres y maes-
tros, acceso a una amplia gama de medidas y tratamientos edu-
cativos y psicológicos”20.
Entre los factores que están influyendo en este incre-
mento, según los expertos, se encuentran tanto la publici-
dad positiva de los medicamentos por parte de las farma-
céuticas –en EE UU los anuncios de fármacos con receta 
no están prohibidos– como la presión de algunos padres 
para que el comportamiento de su hijo varíe. 
Los fármacos más utilizados son el metilfenidato y la 
atomoxetina. El metilfenidato es un derivado anfetamí-
nico, que actúa predominantemente liberando dopamina 
de los terminales dopaminérgicos presinápticos. El me-
tilfenidato se administra por vía oral y se absorbe rápida-
mente en el tubo digestivo. Sus efectos aparecen entre 20 
minutos y 1 hora después de la ingestión. Su acción dura 
de 3 a 6 horas, según los individuos. Esta circunstancia 
comporta tener que hacer dos administraciones, una por 
la mañana y la otra a mediodía. Se tiene que evitar la toma 
vespertina puesto que puede provocar dificultades para 
conciliar el sueño. Su metabolito, el ácido ritalínico, se eli-
mina por la orina. El 90% de

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