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Facultad de Educación y Humanidades. Escuela de Psicología. RESILIENCIA: UNA MIRADA SISTÉMICA. CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN PRELIMINAR DE TEST. TESIS PARA OPTAR AL TÍTULO DE PSICÓLOGA. Integrantes : María Aurora Espinoza Alveal. Annabelle Elena Matamala Yáñez. Profesor Guía : Sr. Carlos Javier Ossa Cornejo. Chillán, 2012. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 2 AGRADECIMIENTOS. Primero que todo, agradezco a Dios por haberme dado la oportunidad de ingresar a esta maravillosa carrera que ha llenado todas mis expectativas y ha promovido nuevos desafíos. En segundo lugar, agradezco a mi familia por el apoyo constante y confianza que siempre han depositado en mi. También, agradecer a mi pareja por ser un pilar fundamental en mi vida durante estos últimos años y por haberme alentado incondicionalmente en este proyecto. Porque con la finalización de esta meta, comenzamos una nueva juntos. A mis amigos/as más cercanos por la motivación, paciencia y compañía permanente, pues siempre creyeron en mis capacidades y reconocieron mi trabajo. Por otra parte, dar gracias a todas aquellas hermosas personas que conocí en este camino de 5 años de universidad, quienes me dieron su ayuda y cariño cuando los necesité. Entre ellos, agradezco especialmente a la familia Guzmán Loyola, por todo el apoyo brindado. Finalmente, agradecer a mi compañera de tesis por su paciencia y colaboración en este arduo trabajo de tesis que hemos concluido juntas, y por la amistad en estos años hemos forjado. A todos/as una vez más: ¡Gracias!. Annabelle Matamala Yáñez. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 3 Al culminar estos cinco años de esfuerzo, miro atrás y reconozco durante este periodo, el apoyo y ayuda incondicional de mis seres amados. Primero, agradezco la bondad y el amor de Dios. Pilares que me han sostenido y dado el valor para perseverar en este cometido. Segundo, agradezco a mi familia por su apoyo constante. Por creer en mis capacidades e infundirme la confianza necesaria para cumplir con éxito este meta. Tercero, agradezco la compañía y guía constante de mi Tutor de Resiliencia. Cuarto, valoro la comprensión y paciencia de mi compañera de tesis, no sólo en ésta, nuestra última actividad académica, sino también a lo largo de los últimos años. Por compartir su conocimiento y brindarme amenos momentos de charla. Quinto, expreso mi gratitud a nuestro guía de tesis, el Sr. Carlos Ossa, por su disposición a atender nuestras dudas y compartir sus conocimientos con nosotros. Sexto, agradezco a mis compañeras Paula Bustos y Carolina Riquelme, por todos los momentos compartidos durante nuestra vida universitaria. Por integrarme a su grupo y permitirme conocer parte de sus vidas. Séptimo, valoro enormemente la particular amistad de mi amigo Sebastian Baeza, con quien a lo largo de estos cinco años, tuve la bendición de compartir muchos y variados momentos. Gracias por tu ánimo, ayuda y por hacerme reir. Y por último, pero nunca menos importante, agradezco a todos y cada una de las personas que se cruzaron en mi camino durante estos cinco años. Sepan ustedes, que de una u otra manera, fueron una bendición a mi vida. María Aurora Espinoza Alveal Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 4 ÍNDICE. I. INTRODUCCIÓN 7 II. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA 9 2.1. Planteamiento del problema 9 2.2. Justificación 12 2.3. Pregunta de investigación 14 2.4. Objetivos: General y específicos 14 III. MARCO REFERENCIAL 15 3.1. Antecedentes Teóricos 15 3.1.1. Definición del concepto 15 3.1.2. Resiliencia y etapa evolutiva 18 3.1.3. Factores protectores y de riesgo 23 3.1.4. Teorías de la resiliencia 26 3.1.4.1. Teoría Personalista 26 3.1.4.2. Teoría Sistémica 27 3.1.5. Teoría Ecológica de Bronfenbrenner: Un Modelo explicativo de la resiliencia 29 3.1.6. La Resiliencia en las personas 34 3.1.7. Resiliencia familiar 40 3.1.8. Resiliencia y contexto escolar 44 3.1.9 Resiliencia en las comunidades y grupos 47 3.1.10. La promoción de la resiliencia 49 3.1.11. Resiliencia y nivel socioeconómico 53 3.1.12. Resiliencia y género 54 3.1.13. Otros conceptos relacionados con la resiliencia 55 3.1.14. Investigaciones para medir resiliencia 65 Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 5 3.1.14.1. Escuela Anglosajona 65 3.1.14.1.1. Primera Generación 66 3.1.14.1.2. Segunda Generación 67 3.1.14. 2. Escuela Europea 68 3.1.14.3. Escuela Latinoamericana 69 3.1.15. La medición de la resiliencia 70 3.1.16. Paradigma Conceptual 75 3.1.16.1. Psicología Positiva 75 3.1.16.2. Teoría Sistémica 76 3.2. Antecedentes Empíricos 77 3.3. Marco Epistemológico 84 3.3.1 Paradigma metodológico: Neopositivismo 84 IV. DISEÑO METODOLÓGICO 88 4.1 Metodología 88 4.2 Diseño 88 4.3. Definición de la variable 90 4.3.1. Definición conceptual 90 4.3.2. Definición operacional 90 4.4. Técnicas de recolección de información 91 4.5. Instrumento 91 4.6. Población / muestra 98 4.7. Análisis de datos propuestos 98 4.8. Criterios de calidad 100 4.9. Aspectos éticos 102 4.10. Cronograma 103 Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 6 V. PRESENTACIÓN DE RESULTADOS 104 5.1. Construcción del instrumento 104 5.2. Validación de expertos 105 5.3. Primera prueba: Muestra piloto 106 5.4. Validación 106 5.4.1. Confiabilidad 107 5.4.2. Validez 107 5.5. Análisis factorial 109 5.6. Análisis de constructo 116 5.7. Cumplimiento de objetivos 120 VI. CONCLUSIONES 122 VII. REFERENCIAS 131 VIII. ANEXOS 150 8.1 Escala de resiliencia 151 Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 7 I. INTRODUCCIÓN. Nuestra investigación se sustenta en un concepto reciente de la Psicología que aún se encuentra en vías de desarrollo para formar parte del área de la Salud Mental. Sin embargo, es a partir de esto que surge nuestro interés por abordar el tema de la resiliencia y conocer los lineamientos y perspectivas que luchan por entregar un sustento teórico al concepto, considerando que con nuestra investigación, pudiéramos también contribuir a tal cometido. La resiliencia es concebida por Walsh (1998), como el resultado de la interacción de los procesos internos del individuo con su medio, que le permiten recobrarse de la adversidad y salir fortalecido de ella, como así también dueño de mayores recursos. Por lo tanto, sería un proceso activo de resistencia, autocorrección y crecimiento como respuesta a lascrisis y desafíos de la vida. A fin de estudiar la resiliencia, se hace necesaria la presencia de un instrumento que pueda medir el constructo de forma integrada. Sin embargo, los instrumentos presentes en la actualidad no nos permiten llegar a tales resultados, por lo que por medio de este estudio se pretende crear y validar una escala que mida el potencial resiliente y entregue los lineamientos empíricos preliminares para una validación a nivel país, con el fin de contribuir en la correcta evaluación del constructo en la población chilena, como así también promover su correcto desarrollo. La presente investigación nace de nuestro interés por obtener resultados empíricos que nos den el sustento metodológico para entregar indicios de las posibles soluciones a problemas prácticos, que en la actualidad giran en torno al tema, como lo es la definición del concepto de resiliencia y el problema que esto conlleva en su correcta medición. El presente texto, consta de tres partes principales. En la primera de ellas se muestra el problema de investigación y la motivación para la realización de la misma en Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 8 torno a esta temática. Seguidamente en esta misma parte, se exponen las razones que justifican la realización de este estudio, la pregunta guía y los objetivos, tanto generales como específicos. En la segunda parte se encuentra el marco referencial sobre la temática investigada, el cual brinda soporte teórico al estudio. Incluye también lo relativo al marco empírico y epistemológico. La tercera parte recoge el diseño metodológico que se utilizó en el desarrollo de esta investigación, en este caso, la metodología cuantitativa. Luego, se procede a presentar los resultados de nuestro estudio, junto al proceso de creación de test. Finalmente, se plantean las conclusiones a las que se llegó mediante esta investigación, presentando algunas proyecciones y limitaciones de la misma. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 9 I. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA. 2.1. Planteamiento del problema: La resiliencia es una capacidad que siempre ha estado presente en la vida de las personas, no obstante, ha permanecido silenciosa entre los seres humanos (Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla, 1996), pues, como dicen Munist et al (1998), “desde hace mucho tiempo, la humanidad ha observado que algunos seres humanos logran superar condiciones severamente adversas y que, inclusive, logran transformarlas en una ventaja o un estímulo para su desarrollo bio-psico-social” (p. 8). No obstante, no fue sino hasta fines de los años 70, que los científicos comenzaron a darle importancia, a partir de los hallazgos de estudios realizados, que arrojaban resultados significativos de las diferencias individuales que se observaban en poblaciones de alto riesgo, respecto de la manera en que éstas enfrentaban situaciones adversas (Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla, 1996). Entre la década de los `60 a los `80, las investigaciones se han focalizado en el riesgo, centrándose en la enfermedad, el síntoma y en aquellas condiciones que se asocian a una elevada probabilidad de daño biológico o social, es decir, se le ha atribuido a las situaciones adversas un significado exclusivamente negativo y que va en desmedro del crecimiento y desarrollo integral de los individuos (Munist et al, 1998). Sin embargo, a pesar de la recurrencia de las investigaciones en esta línea, éstas dejaron muchas interrogantes sin responder, por lo cual muchas veces “las predicciones de resultados negativos hechas en función de factores de riesgo que indicaban una alta probabilidad de daño, no se cumplían” (p.8), lo que trajo consigo que la gran mayoría de los modelos teóricos resultaran insuficientes para explicar los fenómenos de supervivencia y desarrollo psicosocial de los seres humanos (Munist et al, 1998). Posteriormente, los estudios se centraron en el Modelo del Desafío o de la Resiliencia, evidenciando que las influencias negativas, tales como daños o riesgos, si Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 10 bien existen, no encontrarían a un individuo indefenso, en el cual se determinarán, inevitablemente, daños definitivos o permanentes, sino a sujetos con capacidad de hacer frente a los desafíos, amortiguar sus potenciales efectos negativos y aprender de la adversidad (Grotberg, 1995). Este planteamiento ha sido apoyado por estudios como los de Werner (1982 en Munist, 1998) que reportan que algunas personas aún la adversidad, logran salir adelante, reponerse y utilizar las condiciones dificultosas para triunfar en la vida, capacidad a la cual se ha llamado resiliencia. Tales modelos si bien se refieren a aspectos distintos, se complementan y enriquecen entre sí, aumentando su aptitud para analizar la realidad y diseñar intervenciones eficaces, como así también para aumentar la flexibilidad y generar una mirada global (Munist et al, 1998). Para el presente estudio respecto de la resiliencia se adopta la concepción de ella como una capacidad que resulta de la interacción del individuo con el medio en el cual éste se encuentra inserto, es decir, una combinación de las características de la persona con su entorno social, idea afín con lo planteado por autores como Melillo y Suárez (2001) y Rutter (1993 en Llobet y Wegsman, 2004), expuestas más adelante. Sin embargo, no existen instrumentos que midan el concepto en esta perspectiva integradora, donde se conozca el nivel de resiliencia a partir de una medición que evalúe tanto las capacidades del sujeto resiliente como la interacción de éste con su medio (Melillo y Suárez, 2001). Con esto, la promoción de la resiliencia se verá facilitada, ya que en la medida en que exista un instrumento que sea capaz de medir este concepto en su totalidad, se podrá orientar respecto de aquellas áreas resilientes que ya están presentes en los individuos y que pudieran constituirse en puntos de partida para el progreso de aquellas más débiles (Ospina, 2007). El enfoque de este recién abordado concepto, reconoce que todos los individuos se ven enfrentados a lo largo de su vida a factores tanto favorables como adversos, que afectan el bienestar tanto físico como mental de las personas. No obstante, más que centrarse en los factores desfavorables, la resiliencia se focaliza en observar aquellas condiciones que posibilitan un desarrollo más sano y positivo (Klotiarenco, Cáceres y Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 11 Fontecilla, 1996). Por lo cual, la misión de esta investigación es determinar cuáles son esos factores resilientes que impulsan el desarrollo de la resiliencia, con el fin de construir un instrumento basado en la evaluación de dichos factores que integran la variable resiliencia, y que permiten conocer el potencial resiliente (Ospina, 2007). Instrumento que se configuraría en un potente facilitador del desarrollo de la resiliencia, en la medida que, luego de identificar los factores, permitiera el posterior trabajo en pos de su despliegue, considerando el carácter dinámico de este constructo (Henderson, 2006). Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla (1996), sostienen que si bien no existiría una determinada nómina de cualidades en este respecto, sí han encontrado en sus investigaciones ciertas características distintivas que poseerían las personas resilientes, las cuales las dividen en factores internos y externos. Dentro de los primeros, figura un temperamento fácil, ausencia de déficit orgánico, pérdidas o separaciones tempranas, mayor coeficiente intelectual, habilidades de resolución de problemas, mejores estilos de afrontamiento, motivación al logro, empatía, autonomía, locus de control interno, voluntad y capacidad de planificacióny sentido del humor positivo. Mientras que en los externos, los autores mencionados, consideran que estarían incluidos los propios del ambiente, tales como padres competentes, posibilidad de contar con el apoyo de personas significativas, mejor red de apoyo informal por medio de la creación de vínculos sociales y mejor red formal por medio de la experiencia educacional y la participación en actividades religiosas. No obstante lo anterior, como ya se ha mencionado, se debe evitar considerar la resiliencia como una característica o atributo de la personalidad, como habitualmente se le ha conceptualizado desde el enfoque tradicional. Promover la resiliencia es reconocer en las personas la fortaleza de la que son portadoras, es creer que son capaces de obtener una mejor calidad de vida a partir de ellas mismas y de los significados que le asignan a las diferentes experiencias de las que son parte cada día, es reconocer como válidas sus formas de percibir y enfrentar el Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 12 mundo que les rodea, es identificar y reconocer sus habilidades y puntos fuertes, aquellos que hasta ahora han contribuido a que puedan salir adelante en medio de la adversidad (Grotberg, 1995). Cualidades que necesitan ser potenciadas en el entorno en el cual el individuo se desenvuelve, a fin de que se mantengan presentes en éste y continúen contribuyendo al enfrentamiento positivo de las experiencias adversas (Munist et al, 1998). 2.2. Justificación: La principal relevancia que posee esta investigación es la metodológica, ya que se basa en la creación y validación de un instrumento que mida el potencial resiliente de las personas y con esto, ser un aporte en la correcta evaluación de la población en relación a este tema, pues en la actualidad no existe en Chile un instrumento eficaz que mida el concepto desde una posición integradora del desarrollo de la resiliencia. De este modo, la existencia de tal instrumento, contribuiría al logro de una definición y comprensión más acabada del concepto, siendo en la actualidad, el escaso acuerdo alcanzado respecto de su definición, un obstáculo para los efectos antes mencionados. Al referirse a instrumentos que midan resiliencia, Ospina (2007) menciona la dificultad de tales efectos, debido a la falta de una definición común del concepto entre los autores, existiendo actualmente dos polos que intentan explicar el constructo. El primero de ellos, hace alusión a la capacidad innata de la persona por mantener la adaptación eficaz tras un hecho estresante (Masten, Best y Garmezy, 1991 en Ospina, 2007), definición que adopta el instrumento actual validado en Chile, mientras que el segundo, cree que la mejor definición es aquella que la considera como un conjunto de factores o mecanismos de interacción, que se conjugan durante el desarrollo humano (Rutter, 1990 en Ospina, 2007). Definición, esta última, que sustenta esta investigación y que sirve de base para la creación y validación de un instrumento que contenga estas premisas. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 13 De este modo, este estudio pretende ser un aporte en la creación de un instrumento que mida el concepto desde la mirada sistémica, ya que en la actualidad, el existente, lo hace desde la teoría personalista, la cual atribuye el concepto a una característica personal de los seres humanos, imposibilitando su promoción, mirada que se ha transformado en la principal crítica del instrumento (Ospina, 2007). Como dice Henderson (1995 en Henderson, 2006), la resiliencia es un concepto dinámico que puede ser aprendido, por lo cual el desafío es promover su desarrollo en las personas, familias y la comunidad, pues en la actualidad sólo un tercio de la población mundial demuestra superar y salir renovado de las adversidades. De este modo, se hace necesaria la construcción de un instrumento que mida el concepto en la totalidad de su dimensión (Ospina, 2007), contribuyendo de esta manera a que se puedan conocer los factores resilientes que se encuentran desarrollados en una persona y trabajar a partir de ellos, para posteriormente, potenciar aquellos que se encuentran más debilitados (Henderson, 2006). Como dice Salgado (2005), “el estudio de la resiliencia es trascendental hoy en día por las implicancias que tiene tanto a nivel personal como social, por lo que urge concentrar esfuerzos en construir instrumentos que sean capaces de medir y evaluar este constructo con precisión” (p. 47). Por ende, la creación y validación de un instrumento que mida el potencial resiliente, tendrá relevancia como antecedente empírico, ya que se constituirá en una instancia preliminar a nivel local, la que más tarde podría facilitar su validación a nivel nacional. Sus resultados justificarán el valor teórico de este estudio, y a su vez implicarán una relevancia social, ya que contribuirán a que nuevos investigadores se interesen en el tema, y quizás, se ramifique el área de estudio respecto al concepto, el cual desde una parte de la psicología ha sido criticado por problemas prácticos, tales como su Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 14 inestabilidad en la definición y su similitud con otros conceptos existentes. Así, esta investigación pretende crear un instrumento que mida el constructor desde la teoría sistémica, tratando de precisar en su definición integral, facilitando además que futuros estudios profundicen en su medición y en temas tales como estrategias de fortalecimiento de ésta, pues tal como dice Cyrulnik (2003b), “lo que provoca el hundimiento no es el golpe, es la falta de apuntalamiento afectivo y social que impide encontrar tutores de resiliencia” (p.92). Finalmente, la conveniencia principal se centra en determinar si realmente el concepto puede extrapolarse a una situación cuantificable o, debido a su compleja definición, es necesaria la investigación cualitativa para su sustento teórico, o si más bien su utilización no cabe dentro de la rama psicológica. Con ello, pretendemos ayudar a resolver los problemas prácticos en torno al tema. 2.3. Pregunta de Investigación: ¿Qué instrumento podrá medir el potencial resiliente desde la perspectiva sistémica en población universitaria de la ciudad de Chillán? 2.4. Objetivo General: Crear y validar un instrumento que mida el potencial resiliente a partir del sustento teórico de la perspectiva sistémica, en la población universitaria de la ciudad de Chillán. 2.5. Objetivos específicos: Crear un instrumento que mida el potencial resiliente desde la mirada sistémica en la población universitaria de la ciudad de Chillán. Validar un instrumento que mida el potencial resiliente desde la mirada sistémica en la población universitaria de la ciudad de Chillán. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 15 III. MARCO REFERENCIAL. 3.1. Antecedentes teóricos: 3.1.1. Definición del concepto: El concepto de resiliencia surge de las Ciencias Físicas y de la Ingeniería Civil, entendiéndola como la resistencia que tiene un cuerpo ante la rotura por golpe, donde su fragilidad decrecería en la medida que la resistencia aumenta. También se la considera como la capacidad o poder de un material de poder recobrar su forma original después de verse sometido a una presión que puede ser deformadora (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1996). El concepto de resiliencia fue adoptado y adaptado luego por las Ciencias Sociales, donde adquiere un sentido diferente, que incluye un aspecto dinámico, en el cual un individuo que vivencia un acontecimiento traumático es capaz de reponerse y crecer a partir de éste y no sólo resistirlo (Manciaux, 2003). Específicamente, es Michael Rutter, en el año 1978, quien integra el concepto en el ámbito psicológico,a partir de la observación que hace de diversas investigaciones que se desarrollan en torno a la variabilidad de respuestas entregadas por niños/as y adolescentes expuestos a situaciones adversas de distintas índoles (Burak, 1995). Entre estos estudios se encuentran los trabajos de Werner (1982 en Munist et al, 1998), quien estudió a un grupo de personas desde su nacimiento hasta aproximadamente los 40 años, grupo en el cual notó que algunos niños pese a vivir en condiciones de vulnerabilidad, establecieron relaciones afectivas, lograron ser exitosos en el futuro, constituyeron familias estables y fueron aportes significativos para la comunidad (Puerta, 2002 en Villalobos, 2009). Desde ese entonces, el concepto de resiliencia se comienza a utilizar para referirse a aquellas personas que a pesar de haber nacido y haberse desarrollado en condiciones de riesgo, logran desarrollarse normalmente en las diferentes áreas de su Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 16 vida, sin que el contexto o las condiciones de vulnerabilidad les impidan realizarse (Munist et al, 1998). Según Grotberg (1995), la resiliencia es el poder o la capacidad de una persona para enfrentar las adversidades de la vida, prevalecer sobre ellas y muy especialmente, salir renovado. Mientras que Wolin y Wolin (1993 en Peralta et al., 2006) a partir del estudio de Werner en 1982, la conciben como el “conjunto de características o cualidades protectoras que todos los sobrevivientes exitosos tienen para afrontar la adversidad” (p. 199). En tanto, es definida también, como la capacidad de resistencia frente a la adversidad y posterior construcción de conductas vitales positivas, de manera de lograr niveles de calidad de vida adecuados a partir de eventos potencialmente perturbadores (Vanistendael, 1995 y Klotiarenco, 1997 en Cardozo y Alderete, 2009). Rutter (1987) en Cardozo y Alderete (2009), sostiene que la resiliencia es un proceso que no elimina los riesgos ni las condiciones adversas de la vida, sino que permite al individuo manejarlos de modo efectivo. Mientras que para Munist et al (1998), es un proceso que puede ser tanto promovido como desarrollado y cuyos resultados no serán homogéneos ni estables en todos los ámbitos, por lo tanto, no puede ser considerada como una capacidad fija, sino que puede variar a través del tiempo y de las circunstancias. Es considerada también, como un constructo dinámico que incluye una amplia gama de fenómenos que estarían implicados en las adaptaciones exitosas que alcanzan los individuos en situaciones o medios potencialmente amenazantes para el desarrollo (Masten y Coatsworth, 1998). Para Saavedra y Villalta (2008b), la resiliencia sería un rasgo personal que va evolucionando a lo largo de la vida de cada persona y que probablemente se encuentre presente desde muy temprano, siendo ésta una condición para el desarrollo de una “apropiación de los sucesos de la vida” (p.31). Mientras que Siebert (2007), sostiene que si bien todas las personas poseerían esta característica, la diferencia radicaría en Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 17 que algunos individuos la poseen en forma innata y otros la tendrían en forma potencial y en espera de ser desarrollada. Por su parte Rutter (1993) citado en Llobet y Wegsman (2004), define la resiliencia como “el conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan el enfrentamiento exitoso a la adversidad” (p. 145), es decir, no se trataría, según él, de algo congénito ni adquirido, sino un resultado, el que provendría de la combinación entre el individuo y el medio en el cual éste se encuentra inserto. Idea afín con Melillo y Suárez (2001), quienes definen este concepto como el producto de una interacción. Es decir, resultaría de la relación del sujeto con su entorno social. Además, estos autores sostienen que la resiliencia surge del entrelazamiento de elementos propios de la interioridad de las personas con componentes de su entorno, por lo que no habría que considerarla proveniente de una fuente en particular, sino de la combinación de ambas instancias. Para Suárez (2005) en Cardozo y Alderete (2009), la resiliencia es el resultado de un equilibrio entre los factores de riesgo, los factores protectores y la personalidad del ser humano. Así, la resiliencia implicaría la interacción e interdependencia entre ellos (Cardozo y Alderete, 2009). En tanto, Villalba (2004) afirma que la resiliencia emerge de la confluencia de una gran heterogeneidad de influencias ecológicas, cuya unión produce una reacción adaptada y positiva frente a factores potencialmente amenazantes. Peña (2009), describe la resiliencia como la “capacidad humana universal que se manifiesta cuando un individuo se ve expuesto a condiciones de riesgo o adversidades, permite afrontar de modo efectivo dichos eventos y salir fortalecido o transformado positivamente por ellos. Este proceso se da en una interacción recíproca entre las influencias del ambiente y el individuo, a través de la adaptación o transformación constructiva y conduce a un desarrollo sano y productivo” (p. 59-60). Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 18 Pese a las distintas definiciones existentes, que en su mayoría se diferencian por la teoría de base que las origina y en los contextos que se aplican, existen aspectos que se comparten en muchas de ellas, con lo cual se desprende que hay ciertas características que el concepto implica necesariamente. Primero, el experimentar éxito a pesar de exponerse a situaciones de riesgo; segundo, adaptarse a la adversidad manteniendo las competencias personales, y finalmente, salir favorecido y tener un ajuste positivo tras la crisis (Fraser, Richman y Galinsky, 1999). 3.1.2. Resiliencia y etapa evolutiva: Si se cree que la resiliencia es una capacidad dinámica, que se desarrolla en la historia interaccional de las personas, se hace necesario hacer la conexión con las distintas etapas de la vida (Saavedra y Villalta, 2008b). Como dice Villalta (1996 en Saavedra y Villalta, 2008b), los períodos de la vida están definidos por medio de “cambios y/o crisis que caracterizan a un grupo de edad en un contexto sociohistórico determinado” (p. 34). A estos cambios Erikson (1970) los denominó crisis de la vida, y según él no constituyen una propiedad de un grupo etáreo, si no más bien son inherentes a todo proceso de desarrollo, por lo cual se les conoce con el nombre de crisis normativas. Aunque Díaz y Villalta (2002) en Saavedra y Villalta (1998b), mencionan que investigaciones posteriores, hechas desde otros enfoques, como el epigenético, sociocultural y ecológico, entre otros, aportan en la comprensión de las formas como se configuran y abordan las diversas crisis de la vida, clasificando estas crisis en normativas, traumáticas o existenciales. A partir de esto, Erikson (1970) organizó el desarrollo del ciclo vital en 8 estadios que explican el desarrollo psicosocial de las personas. Las crisis se presentan en cada una de las etapas de la vida y de acuerdo a cada contexto personal y sociocultural, involucrando además la resolución de un conflicto entre polaridades, lo cual es propio del proceso madurativo del ser humano. Tal Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 19 resolución constituye el avance de un estadio a otro, determinando un proceso progresivo de cambio o estancamiento de las estructuras operacionales según la resolución que se le haya dado a la crisis (Erikson, 1970). Es aquí donde cobra real importancia el tema de la resiliencia, ya que el tipo de afrontamiento que se le de a cada una de estas crisis, determinará el desarrollo de la característica resiliente (Saavedra y Villalta, 2008b). Erikson (1998 en Bordignon, 2005), menciona que la existenciay desarrollo de una persona depende en todos los momentos de su vida de tres factores, primero, el proceso biológico, que involucra “la organización jerárquica de los sistemas biológicos, orgánicos y el desarrollo fisiológico” (p. 51), a lo que denominó soma; segundo, el proceso psíquico, que implica las vivencias personales y las experiencias relacionales, a lo cual llamó psique, y tercero, el proceso ético-social, que integra la organización cultural, ética y espiritual de los seres humanos y de la sociedad, lo cual se expresa en principios y valores de orden social. A partir de esto último, Erikson (1980) destaca la influencia de la sociedad y la cultura en cada uno de los períodos de edad en que divide la vida. Lo cual es apoyado por Munist, et al (1998), quien menciona que “el medio socio-económico y cultural en que nace cada niño estará presente a lo largo de su crecimiento e influirá en su desarrollo, como también lo harán el aspecto biológico y el psicológico” (p. 28), los cuales estarán interrelacionados, actuando integradamente en la vida de las personas. Como dicen Munist et al (1998), la resiliencia está basada sobre la interacción que se da entre la persona y su entorno, por lo que no se puede aseverar que procede exclusivamente del entorno o es una característica innata del ser humano, como también es cierto que esta capacidad nunca es absoluta ni terminantemente estable, por lo que los niños y adolescentes no son permanentemente resilientes. La resiliencia en la infancia se determina por características como el trabajar y jugar bien en actividades propias de la edad y el tener buenas expectativas, lo cual Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 20 parece demasiado generalizable y abstracto, por lo que se ha tratado de explicar en mayor profundidad su significancia (Grotberg, 1995). Los atributos que posee un niño/a resiliente estarían determinados por la competencia social, la resolución de problemas, capacidad autónoma, y poseer un sentido de propósito y futuro. La primera se relaciona con “cualidades como la de estar listo para responder a cualquier estímulo, comunicarse con facilidad, demostrar empatía y afecto, y tener comportamientos prosociales”, lo cual es posible de visualizar desde muy temprana edad, pues los niños resilientes tienden a establecer mayor cantidad de relaciones interpersonales positivas, mientras que la resolución de problemas, sería una capacidad que se desarrolla a muy temprana edad y que incluye la habilidad para pensar en abstracto, reflexiva y flexiblemente, y la posibilidad de intentar soluciones nuevas para problemas tanto cognitivos como sociales (Munist et al, 1998, p. 20). Por su parte la autonomía hace alusión a la capacidad de independencia, sentido de la propia identidad y la habilidad para controlar algunos factores del entorno, por lo que otros autores han identificado esta característica de la resiliencia en aquellos niños que son capaces de separarse de una familia disfuncional y ponerse psicológicamente lejos de los padres enfermos, entendiendo que ellos no son culpables ni causa de la situación experimentada, comprendiendo que su futuro puede ser distinto al de sus padres (Munist et al, 1998). Sin embargo, esta misión de distanciamiento adaptativo implica dos desafíos en el niño: 1) “descomprometerse lo suficientemente de la fuerza de la enfermedad parental para mantener objetivos y situaciones en el mundo externo de pares, escuela y comunidad” y 2) “sacar a la familia en crisis de su posición de mando en el mundo interno del propio niño” (Munist et al, 1998, p.22). Este distanciamiento otorga un espacio protector al niño, que le permite el desarrollo de su autoestima y de habilidades para alcanzar metas constructivas (Grotberg, 1995). El sentido de propósito y de futuro, se relaciona con la autonomía y la autoeficacia, donde se experimenta algún tipo de grado de control sobre el medio, y a la vez, se reconocen los factores resilientes como el poseer expectativas saludables, tener Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 21 una dirección de éxito en los objetivos, motivación de logro, fe en un futuro mejor, y sentido de anticipación y coherencia (Munist et al, 1998). Según Bordignon (2005), estas capacidades se van adquiriendo a lo largo del desarrollo del niño, lo que se va relacionando con la superación de las crisis experimentadas en este período. Es decir, confianza básica v/s desconfianza, entre los 0 y 18 meses; autonomía v/s vergüenza y duda, entre los 18 meses y 3 años; la iniciativa v/s culpa, entre los 3 y 6 años; e industrisidad v/s inferioridad, que se desarrolla en la edad escolar entre 6 años hasta la pubertad (Erikson, 1970). Aunque estudios recientes han identificado características adicionales de los niños resilientes, las cuatro que se han mencionado son las que integran los atributos que con mayor frecuencia se presentan en la infancia y que se asocian a experiencias exitosas de vida (Munist et al, 1998). En la adolescencia también se deben expresar los atributos resilientes desarrollados en la infancia, pero en esta etapa de la vida se manifestarán de una forma diferente (Grotberg, 1995). Por ejemplo, la competencia social se expresará en la interrelación con sus propios pares y en la facilidad que se tenga para hacer amistades de su propia edad, “esta cercanía con los amigos es progresivamente selectiva y pasa de actividades grupales a otras en pareja; es frecuente que se inicien relaciones sentimentales que tengan valor como indicadores positivos de competencia social” (Munist et al, 1998, p.21). Respecto a la resolución de problemas, ésta se identificará con la capacidad de jugar con ideas y sistemas filosóficos (Grotberg, 1995). Justamente es en esta etapa de la vida cuando se debe tener la capacidad para resolver la crisis de la identidad v/s confusión de la identidad (Erikson, 1970), donde la resiliencia precisamente actúa en contextos donde no se posee las condiciones para una resolución positiva del conflicto (Grotberg, 2006 en Saavedra y Villalta, 2008b). Con la resolución de este problema, los adolescentes continúan con la lucha por su autonomía, ya que en esta etapa “se busca encontrar en el medio social las Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 22 posibilidades para que su identidad sea reconocida y que su autonomía sea validada en las decisiones y acciones que asumen, para progresivamente dar sentido y forma a su proyecto vital” (Saavedra y Villalta, 2008b, p. 34). En la adultez joven, período caracterizado por ser una transición para alcanzar la adultez, entre los 23 y 29 años aproximadamente (Saavedra y Villalta, 2008b), la resiliencia se relaciona con el fortalecer la autonomía, cuyo aprendizaje vital ha adquirido en la niñez, por lo cual se basa en la puesta en práctica de esta capacidad autónoma que permite gestionar los propios proyectos responsablemente (Grotberg, 2006 en Saavedra y Villalta, 2008b). Esto se vincula a su vez con la resolución de la crisis de intimidad v/s aislamiento (Erikson, 1970), donde el justo equilibrio de resolución estaría dado por el fortalecimiento de la capacidad de realización en el amor y en el ejercicio profesional (Bordignon, 2005). Por su parte, Saavedra y Villalta (2008a) creen que este período está determinado por el desafío al que se enfrenta el adulto joven de concretar sueños e ideales adolescentes de forma realista, pues tiene la sensación de que el tiempo se acaba y debe enfrentar las situaciones de vida de forma responsable, decidida y comprometida, ya que lo que definirá el paso a la nueva etapa será la integración personal del individuo en la sociedad como sujeto independiente. Es por esto que la resiliencia en esta etapa tiene que ver con la resignificación de la confianza básicaen las personas (Saavedra y Villalta, 2008a), aunque para Grotberg (2006) en Saavedra y Villalta (2008a), la confianza sería el primer factor resiliente, el cual es transversal a todas las etapas de la vida. En cambio en la adultez intermedia, etapa en la que las personas se enfrentan a la crisis de productividad v/s estancamiento (Erikson, 1970) y que según Bordignon (2005), se desarrolla entre los 30 y 50 años, el sujeto lucha por experimentar el sentimiento de generatividad, es decir, alcanzar la productividad desde el propio esfuerzo, donde se vivencia la percepción de integración al mundo laboral, implicando el cuidado de una nueva generación y necesitando concretar un aporte propio a la humanidad (Saavedra y Villalta, 2008a). Por ello, en este grupo etáreo la resiliencia Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 23 estará relacionada con la capacidad de aprender de los resultados de sus propias experiencias, sean estas positivas o negativas, y con la iniciativa para empezar y concluir proyectos (Saavedra y Villalta, 2008a). Finalmente, se encuentra la etapa de la adultez tardía, posterior a los 50 años (Bordignon, 2005), donde la crisis experimentada es la de la integridad v/s desesperación (Erikson, 1970). Es aquí donde la persona debiera realizar una integración de las experiencias pasadas vitales (Erikson, 1970). Esta integración se relacionará con la aceptación de sí mismo y su historia, integración emocional de la autonomía, confianza y demás fuerzas sintónicas, la experimentación del amor universal vivenciado como el resumen de la vida y trabajo, convicción del estilo e historia de vida como contribución significativa a la humanidad, y la confianza de sí mismo y en los demás, especialmente en las nuevas generaciones, confiando en la labor realizada y en los frutos obtenidos (Bordignon, 2005). Así, a través de la reflexión de estas vivencias, la resiliencia se relacionará con la fuerza básica, denominada sabiduría, que se adquiere con la integración positiva de las experiencias (Saavedra y Villalta, 2008a). 3.1.3. Factores protectores y de riesgo: La resiliencia está asociada con factores protectores y factores de riesgo, entendiéndose por los primeros aquellas condiciones o contextos que promueven el desarrollo de las personas o grupos, producto de que intervienen como amortiguadores ante situaciones complejas o de riesgo que podrían causar un gran impacto en el individuo e influir negativamente, impidiendo su progreso (Saavedra y Villalta, 2008a). Estos factores pueden ser considerados como no universales, es decir, que no hay unos que son más importantes que otros, ni que tienen un efecto igual en cada persona, sino que esto va a depender de la valoración que cada individuo haga de ellos, de acuerdo a sus características y las circunstancias particulares que le rodeen (Rutter, 1993, citado en Llobert y Wegsman, 2004), y por otro lado, hay quienes Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 24 reconocen la mayor recurrencia de unos sobre otros, por ejemplo, dentro de los de riesgo figura la presencia de familias escasamente apoyadoras y dentro de los protectores, la perseverancia, fortaleza y experiencias pasadas exitosas (Acosta y Sánchez, 2009). Entre los factores protectores, se distinguen los externos, es decir, aquellos que ocurren más allá de la persona misma y que actúan reduciendo la probabilidad de daño o desajuste social, tales como la familia extendida, el contar con el apoyo de un adulto significativo, o integración social y laboral, mientras que los internos, se refieren a aquellos atributos de la propia persona, tales como la introspección, la estima, seguridad y confianza de sí mismo, facilidad para comunicarse, empatía, entre otros (Munist et al, 1998). Según Garmezy, Masten y Tellegen (1984) en Klotiarenco, Cáceres y Álvarez (1996), los factores protectores actuarían a través de tres mecanismos que son: el Modelo del Desafío, el Modelo Compensatorio y el Modelo de Inmunidad. En el primero, el estrés resultante de la exposición a eventos traumáticos es visto como un estímulo para actuar con mayor competencia, siempre y cuando éste no sea excesivo. En el Modelo compensatorio, los factores estresantes y los atributos individuales actúan de forma combinada en la predicción de una consecuencia y el estrés severo que podría traer consecuencias negativas para el individuo, es contrarrestado por cualidades personales o fuentes de apoyo. Por último, en el Modelo de la Inmunidad existe una relación condicional entre los factores protectores y los estresantes, en la que los primeros actúan como amortiguadores del impacto del estresor, aún cuando éste ya no se encuentre presente. Los modelos mencionados no son excluyentes entre sí, pudiendo presentarse de manera conjunta o en distintos momentos del desarrollo del individuo (Klotiarenco, Cáceres y Álvarez, 1996). Respecto de los factores de riesgo, éstos hacen referencia a cualquier cualidad o característica ya sea de la propia persona o de la comunidad en la cual se encuentra inmersa, que aumenten la probabilidad de que el individuo sufra algún desajuste Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 25 psicológico o social que deteriore su salud física o mental y con ello su bienestar psicológico y/o calidad de vida (Munist et al, 1998). Según Saavedra y Villalta (2008a), dentro de los factores de riesgo, podemos identificar los biológicos y los medioambientales. Para estos autores los primeros comprenden los defectos congénitos, bajo peso al nacer, falta de cuidado médico durante el embarazo, ingestión de sustancias antes del nacimiento, entre otros. Mientras que en los medioambientales figuran la pobreza, la discordia familiar, familia numerosa, enfermedades mentales presente en alguno de los miembros de la familia, baja escolaridad de los padres, negligencia paterna, entre otros. El enfoque propuesto por la resiliencia se explica en el Modelo del Desafío o de la Resiliencia, el cual expresa que si bien existen fuerzas negativas que pudieran dañar al individuo, éste cuenta con recursos que actúan como escudos protectores para hacer frente a estas fuerzas, resistirlas y más aún, utilizarlas como medios para su progreso (Grotberg, et al., 1998 en Peralta, Ramírez y Castaño, 2006). Estos recursos serían los factores resilientes (Henderson, 2006). Dentro de las investigaciones en torno al tema, han surgido diversas fuentes de interés centradas en los factores protectores y de riesgo que implica la resiliencia, los que se han dividido en una primera instancia en estudiar los factores personales que estaban a la base de una conducta resiliente, como lo eran la autoestima y la autonomía; para luego indagar en los factores externos al individuo, como el nivel socioeconómico y la estructura familiar. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos en el tema se adscribían al modelo triádico de la resiliencia, el cual se basa en la organización de los factores protectores y de riesgo en tres categorías distintas: aquellos que son personales, los que son propios del contexto familiar y finalmente, los que provienen de los contextos sociales en que el individuo se desarrolla. Posterior a esta línea de investigación, los estudios se centraron en la importancia de este modelo triádico, pero principalmente, se enfocaron en la interacción de estos factores (Villalobos, 2009). Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 26 3.1.4. Teorías de la resiliencia: Diferencias tales como las implicadas en las definiciones de resiliencia, han llevado a la aparición de dos posiciones teóricas respecto de este concepto (Grotberg, 1995). Una de ellas, de corte cognitivo conductual, señala que serían las conductas adaptativas frente a situaciones estresantes acumulativasdel medio en el que el sujeto se desenvuelve, las que promoverían la aparición de patrones comportamentales resilientes, los cuales existen innatamente en la personalidad de los individuos, por lo que se adscribe a la teoría personalista del concepto. Mientras que la otra, que combina perspectivas de sistemas, interaccionismo y otras corrientes teóricas, sostiene que la resiliencia sería una cualidad potencial de los seres humanos, que se va desarrollando a medida que el individuo se enfrenta a situaciones de riesgo o traumáticas que suceden en su entorno, sumado a la presencia de ciertos factores resilientes que promueven su desarrollo desde la infancia (Siebert, 2007). 3.1.4.1. Teoría personalista: Junto a las primeras interrogantes sobre resiliencia, surgen las novatas ideas sobre cómo responder a ellas, a partir de las investigaciones exploratorias que se iniciaban en torno al tema, donde se observaba que no todas las personas que estaban sometidas a situaciones de estrés o de riesgo padecían alguna enfermedad o consecuencia negativa, por lo que se presumía que existía alguna cualidad personal que las hacía diferentes, pues su contexto social era similar. Así, se planteó la Teoría Genética, que comprendía la existencia de personas invulnerables, capaces de no ser afectadas por las dificultades y problemas del medio, lo que se atribuía a características genéticas tales como un temperamento especial y capacidades cognitivas superiores, que potenciaban esta capacidad resiliente, entendiéndose desde entonces como una cualidad personal (Gómez, 2010). La resiliencia es concebida desde esta perspectiva como capacidad inherente a algunos seres humanos para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas, Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 27 salir transformado de ellas y así, poder proyectarse en el futuro (Munist et al, 1998). Por ello, Block (2002 en Gil, 2010), la define como “una característica de la personalidad, consistente en la habilidad de adaptar el propio nivel de control temporalmente según dicten las circunstancias” (p.12), lo cual es apoyado por Wagnild y Young (1993) en Gil (2010), quienes sostienen que la resiliencia se trataría de una cualidad personal positiva que favorece la adaptación individual. Por esto, la resiliencia sería una habilidad que acompañaría a algunos individuos desde el nacimiento mientras que otros carecían de ella irremediablemente por el resto de la vida, ya que según esta visión, se trataría de una condición fija y no de un proceso dinámico, impidiendo por tanto la posterior emergencia y desarrollo de la misma en aquellos sujetos que no hubiesen contado con ella desde el nacimiento (Munist et al, 1998). Por ello, se trataría de una condición personal que acompaña al sujeto como una capacidad innata, la cual lo ayuda a mantenerse adaptado satisfactoriamente tras una adversidad o crisis de la vida (Masten, Best y Garmezy, 1991 en Ospina, 2007). Con esta definición, establecida a partir de los diversos estudios que avalaban la Teoría Genética, se comenzaron a profundizar temas tales como las características personales y particulares que describían a las personas resilientes, tratando de describir a cabalidad la personalidad de estos individuos, para así determinar aquellos/as que poseían la capacidad, de los/las que no tenían la dicha de tenerla (Gómez, 2010). 3.1.4.2. Teoría sistémica: Tras los estudios que atribuían la capacidad resiliente a la Teoría Genética, surgen dudas en torno al tema. Posteriormente, los investigadores se comenzaron a dar cuenta de que los/as niños/as y/o personas resilientes tenían al menos una persona, ya sea familiar u otro, que los aceptaba y apoyaba de forma incondicional, lo que comenzó a generar una nueva teoría respecto al desarrollo de la resiliencia, centrando las investigaciones desde entonces, en determinar las características externas que Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 28 promovían el desarrollo de la resiliencia, pues ya no se consideraba una cualidad estable (Gómez, 2010). Así, Greco, Morelato e Ison (2006), definen la resiliencia como un proceso dinámico, el cual depende de factores internos y externos, los que en interacción con el riesgo, facilitan el enfrentamiento de situaciones adversas. Así, el contínuo intercambio entre estos mecanismos, permite obtener una adaptación positiva, entendida ésta como la posibilidad de dar continuidad al desarrollo o a algunos aspectos del mismo, debido a la superación de la situación de adversidad, entendida como trauma, riesgo o amenaza surgida en la vida de una persona (Henderson, 2006). Según Greco, Morelato e Ison (2005), los factores internos dicen relación con aspectos biológicos y psicológicos en constante y mutua interacción, mientras que los externos se refieren a las características del contexto familiar y social en el cual los sujetos se encuentran inmersos y en relación recíproca. Para Johansen (2004), la descripción de estos factores externos es apoyada por la Teoría General de Sistemas, la que se fundamenta en premisas básicas y concordantes con lo antes planteado, como son, primero, la existencia de sistemas dentro de otros sistemas, es decir, cada sistema existe dentro de otro más grande y, segundo, que los sistemas serían abiertos y consecuencias del anterior, donde cada uno de ellos, exceptuando el menor y mayor, descarga algo en los otros sistemas, generalmente contiguos, caracterizándose por un proceso de incesante intercambio con su entorno. Así, según estos lineamientos, cada individuo en cuanto a su naturaleza, se constituiría en un sistema abierto, que se encuentra en una relación interactiva permanente y constante de intercambio de materia, energía y/o información con su medio ambiente, tendiendo siempre hacia la evolución y crecimiento. A su vez Siebert (2007), menciona que desde la mirada sistémica la resiliencia es concebida como una capacidad originada a partir de la interacción entre el sujeto y su medio, donde según Garassini (2010), la familia y el entorno social juegan un rol fundamental. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 29 La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el 2001, entrega un nuevo significado integral de Salud Mental que define como “…un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” (p.1). Así, la salud mental se transforma en algo fundamental para el funcionamiento efectivo de una persona y comunidad, y se relaciona con la presencia de emociones positivas, la felicidad, recursos psicológicos y capacidad para hacer frente a una adversidad, lo que llamamos resiliencia (OMS, 2004). Es por esto que la OMS (en Manciaux, 2003), partir de algunos estudios realizados en diversas culturas, confeccionó una lista de factores que favorecen el desarrollo del adecuado enfrentamiento de crisis y la capacidad resiliente, entre los cuales destacan: poseer un entorno familiar que sea capaz de responder a las necesidades del niño en desarrollo, tener un autoconcepto y una autovaloración positiva de sí mismo, la autonomía, poseer un sentido de eficacia de los recursos personales, integrar un entorno social que esté dispuesto a acoger, ser capaz de integrarse adecuadamente en el ámbito escolar, social y personal, y finalmente tener una situación económica favorable. 3.1.5. Teoría Ecológica de Bronfrenbrenner: Un modelo explicativo de la resiliencia. El intercambio constante entre individuo y entorno, es posible comprenderlo mejor a través de los postulados del modelo de Bronfenbrenner (1979, citado en Craig, 2001), quien percibe el desarrollo humano comoun proceso dinámico, bidireccional y recíproco, en el cual los individuos reestructuran de modo activo su ambiente al mismo tiempo que son influenciados por éste. Urie Bronfenbrenner, psicólogo norteamericano, es el precursor de la teoría más actual del desarrollo humano, que más allá de comprender las relaciones que se tejen entre el sujeto y su entorno, lo que persigue es otorgar un modelo explicativo del desarrollo humano, al cual llama Modelo Ecológico y que tiene como objetivo principal Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 30 el estudio del desarrollo en el contexto en el que se produce, sin embargo, en su reelaboración la denomina Teoría Bioecológica, y destaca la importancia de los factores biológicos en el desarrollo psicológico y el papel activo del propio sujeto (Ochaita y Espinosa, 2004). Para Bronfenbrenner, el desarrollo humano, según su versión ecológica, es “el proceso por el que la persona adquiere una comprensión más amplia, diferenciada y válida de su medio de vida (entorno ecológico); se hace más motivada y capaz de realizar actividades que revelan las propiedades del mismo, de mantenerlas o reestructurarlas en su forma o en su contenido, en niveles de complejidad parecida o superior” (Perinat, 2007, p. 56). Bronfenbrenner (s/f) en Ochaita y Espinosa (2004), reconoce tres aspectos importantes a considerar en esta definición, el primero tiene que ver con que el cambio que se produce en el desarrollo no es momentáneo ni depende de la situación, si no que más bien implica una reestructuración que tiene estabilidad en el tiempo y espacio. Lo segundo, es que este cambio se produce a nivel de la percepción y también de la acción, y finalmente, destaca el ámbito de la representación, pues señala la importancia que tiene saber cómo el mundo de la persona en desarrollo se extiende más allá de la situación inmediata. Para explicar esto es que toma consideraciones de la teoría cognitiva, agregando que para poder afirmar que ha existido desarrollo, es necesario que el cambio producido se extienda a otras situaciones y contextos de su vida, utilizando para esto el concepto de procesos próximos (Ochaita y Espinosa, 2004). Por lo tanto, el desarrollo humano se logra a través de una progresiva acomodación entre un ser humano activo y sus entornos inmediatos, lo cual a su vez, se ve influenciado por las relaciones que se establecen en estos entornos y por los contextos de mayor alcance, en los que se encuentran éstos (Bronfenbrenner, 1979 en Torrico et al., 2002), posición congruente con la concepción de resiliencia propuesta por Rutter (1993) en Llobet y Wegsman (2004), quien sostiene que esta capacidad sería el resultado de la combinación entre el individuo y el medio en el cual se encuentra inserto. Por ello, todos los autores que conciben la resiliencia como un proceso Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 31 dinámico, como Masten, Siebert, Luthar y Cushing, Kaplan y Benard entre otros, se adscriben al Modelo Ecológico Transaccional de la resiliencia, el que se basa en la idea de que el sujeto se encuentra inmerso en una ecología determinada por diferentes niveles que interactúan entre sí, incidiendo directamente en el desarrollo humano, como lo son el nivel individual, el familiar, el comunitario y el cultural (Villalobos, 2009). De la misma forma, Bronfenbrenner (s/f) en Perinat (2007) propone que este desarrollo se da en instancias, a las cuales denominó ámbitos que están mutuamente relacionados, donde la persona desde pequeña comienza a desenvolverse en actividades típicas, a tomar contacto con diferentes personas y a tejer sus diversas redes sociales, que posteriormente, contribuirán en la integración armónica de ellas, que sentarán las bases del desarrollo humano y que influirán en todos los ciclos vitales, por medio de las experiencias que en los distintos ámbitos se adquieren. Asimismo, se otorga gran importancia a la dimensión temporal como eje fundamental, ya que influye en los distintos contextos, por lo cual se hace necesario estudiar la incidencia que tienen los grandes cambios culturales que se producen durante sus vidas (Ochaita y Espinosa, 2004). Bronfenbrenner, deja de lado la eterna discusión herencia/ambiente y se centra en la compleja interacción que se establece entre las características propias del individuo y las de los sistemas en los que se da el desarrollo (Ochaita y Espinosa, 2004). Si bien todas las teorías contextualistas hacen mención a este planteamiento, lo significativo en este autor es su forma de comprender a estos sistemas, otorgándoles un carácter dinámico y global, siendo necesario tener en cuenta cada uno de los elementos que los conforman y las diversas relaciones que se dan entre todos y cada uno de éstos (Torrico et al., 2002). Para comprender esto, el autor recurre al concepto de transición ecológica, que por definición es lo que ocurre cada vez que la persona entra en un ámbito nuevo y se caracteriza por el cambio en las actividades, relaciones y roles de los sujetos que lo integran. Son un suceso normal y potencialmente positivo, y es la clave de la expansión del nicho ecológico (Perinat, 2007). Sin embargo, son de interés para los estudios psicológicos, ya que suponen una situación de riesgo para el Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 32 desarrollo, convirtiéndose al mismo tiempo, en origen y consecuencia de los procesos de cambio (Ochaita y Espinosa, 2004). Tal interacción con el entorno y los desafíos que representa la inmersión en un nuevo contexto, serán potencialmente factores de riesgo o protectores, considerando el enfoque de la resiliencia, de acuerdo a las características y circunstancias de la persona, como así también de la valoración que ésta le otorgue a tal situación (Rutter, 1993, citado en Llobert y Wegsman, 2004). Según Bronfenbrenner y Morris (1998 en Ochaita y Espinosa, 2004), tres serían las características que poseen los individuos que mayor influencia tienen en la formación de su propio proceso de desarrollo, tanto por la capacidad de afectar la dirección como la potencia de los procesos proximales a lo largo de la vida. La primera de estas características, las disposiciones personales, se relaciona con la puesta en marcha de esos procesos en un dominio específico del desarrollo. La segunda, los recursos bioecológicos, se refieren a las características físicas, biológicas y cognitivas de las personas, que pueden actuar como facilitadores u obstáculos para el avance a la siguiente etapa en el proceso de desarrollo, y por último, la tercera condición, las características requeridas para facilitar o dificultar la interacción con el medio, como por ejemplo, el temperamento, la apariencia física o la sociabilidad, actúan haciendo que los otros sean más o menos propensos a la interacción, también pudiendo dificultar o ayudar a la puesta en marcha del proceso de desarrollo próximo. De esta manera, la combinación que se produce entre los resultados de las variaciones de las tres características antes mencionadas, originan distintas formas de estructura personal, las cuales afectan de diferentes maneras el desarrollo humano. Así, la forma, potencia, contenido y dirección de los procesos de desarrollo varían en función de factores tales como, las características propias de la persona en desarrollo, el medio en el que éste ocurre, la naturaleza de los resultados que se estén considerando y las continuidades o cambios que se producen a lo largo de la trayectoria de la vida, en el periodo histórico concreto en el que ésta suceda. De esta manera, se puede sostener que dentro de este modelo, las características de los individuos, serían simultáneamente, causa y efecto de los procesos del desarrollo (Ochaita y Espinosa, 2004). Tal variación en el carácter de las característicasde los sujetos, obedece a lo propuesto por Becoña Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 33 (2006), quien sostiene que el desarrollo no necesariamente ocurre de manera uniforme ni invariable ante situaciones similares. Así, lo que hoy impulsa al desarrollo, en un momento posterior, puede obstaculizarlo. Por lo que continuar adelante en éste requiere de la presencia de factores protectores que lo motiven aún en adversidad (Ospina, 2007). A partir de estas premisas, surgen lo que Bronfenbrenner llama ambiente ecológico, entendido como un conjunto de niveles interrelacionados que caben dentro del otro y que interactúan entre sí (Torrico et al., 2002). Así, estableció cuatro sistemas que conforman el ambiente ecológico: el microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema (Cortés, 2002). Según García (2001), el primer nivel, el microsistema, corresponde al nivel más cercano al individuo, el más inmediato en el que éste se desarrolla, tales como el conjunto de actividades, roles y relaciones interpersonales que el individuo experimenta en el entorno determinado en el cual participa, usualmente la familia, los pares, vecindario, escuela y trabajo. El mesosistema, comprende las interrelaciones existentes entre los diversos entornos o contextos en los cuales la persona se desenvuelve (Ochaita y Espinosa, 2004). Así por ejemplo, para un niño, este sería la relación que existe entre el hogar, la escuela y su grupo de pares, mientras que para un adulto, puede ser la familia, el trabajo y la vida social (Cortés, 2002). El tercer nivel corresponde al exosistema, entornos en los cuales el individuo en desarrollo no se encuentra incluido de forma directa, pero en los cuales ocurren eventos que afectan o influyen en los contextos en los cuales sí está incluido, por lo tanto, terminan afectándolo de algún modo (Ochaita y Espinosa, 2004). Entre estos contextos se encuentran, el sistema escolar, sanitario, laboral, entre otros (Bronfenbrenner y Morris, 1998 en Ochaita y Espinosa, 2004). Concretamente, para un niño por ejemplo, puede ser el trabajo de sus padres, el círculo de amigos de su hermano mayor o las decisiones tomadas en el consejo escolar de su centro educativo (Cortés, 2002). Y por último, el macrosistema, el cual dice relación con los marcos culturales o ideológicos dentro de los cuales el individuo nace y se desarrolla y que tienen un rol clave en el proceso de Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 34 socialización de éstos, como así también en su estilo de vida y que afectan o pueden potencialmente influir sobre los sistemas de menor nivel, como son el micro, meso y ecosistema (Bronfenbrenner y Morris, 1998 en Ochaita y Espinosa, 2004). Los niveles propuestos se constituyen en los diferentes ámbitos de interacción en los cuales se desenvuelven los individuos a lo largo de su vida, por lo que representan importantes instancias, ya sea de riesgo o protección para el desarrollo humano, dependiendo de la valoración que se haga de ellos (Ochaita y Espinosa, 2004). Bronfenbrenner (1987 en Cortés, 2002) argumenta que la capacidad de formación de un sistema depende de la existencia de las interconexiones sociales entre ese sistema y otros. Todos los niveles del Modelo Ecológico propuesto dependen unos de otros y, por lo tanto, se requiere de una participación conjunta de los diferentes contextos y de una comunicación entre ellos (Frías, López y Díaz, 2003). Así, el Modelo Ecológico propuesto por Bronfenbrenner, es especialmente útil para una mejor comprensión del constructo de resiliencia, en la medida que permite entenderlo como el resultado de la interacción entre el individuo y los diferentes contextos de los cuales llega a ser parte en el transcurso de su vida (Greco, Morelato e Ison, 2006). 3.1.6. La resiliencia en las personas: Siebert (2007), distingue dos clases de individuos ante la adversidad, aquellos que se dejan invadir por pensamientos negativos, que se quejan constantemente por las circunstancias que experimentan y permiten que les acometan sensaciones de incapacidad para enfrentar las dificultades, pues más que responder ante las situaciones, se limitan a reaccionar, es decir, actúan sin pensar conscientemente acerca del suceso ni valoran las distintas alternativas de solución, adoptando la posición de víctimas. Mientras que se hallan también aquellos que son más flexibles y que ante iguales o similares circunstancias, son capaces de hacerles frente, asumir la realidad presente y trabajar activamente para construir de manera positiva a partir de ella, de tal Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 35 forma de salir fortalecidos. Comportamiento que resulta de la confianza que estos individuos tienen en sus propias capacidades, independiente de cuán duros sean los eventos logran verle el lado positivo o factible de ser abordado para obtener óptimos resultados. Y si bien los hechos pueden causarles tristeza o dolor, no permiten que éstos se alojen de forma permanente en sus vidas, pues no se limitan a reaccionar ante los acontecimientos, sino que responden a ellos, es decir, antes de llevar a cabo cualquier acción, la evalúan conscientemente (Siebert, 2007). Llama la atención las diferencias individuales existentes entre personas que si bien comparten situaciones muy similares, difieren significativamente en la manera en que las enfrentan, ya sea por los diferentes niveles de aspiración que poseen y las expectativas o motivaciones distintas que hacen sobresalir a unos de otros (Kotliarenco, Cáceres y Álvarez, 1996). Wolin y Wolin (1993) en Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla (1997), plantean la existencia de ciertas características personales, descritas como todos aquellos recursos internos que favorecen el óptimo enfrentamiento a situaciones de crisis, adversidad o factores de riesgo potencialmente desestabilizadores, fomentando su resignificación positiva y finalmente, constituyéndola en una instancia de aprendizaje. Posición que es apoyada por Werner (1982) en Peralta, Ramírez y Castaño (2006), quien concluyó a partir de sus investigaciones, que existían ciertas dimensiones frecuentes en las personas resilientes, a las que denominó pilares de la resiliencia. Así, se encuentra la independencia, que hace referencia a la capacidad de establecer límites entre uno mismo y los ambientes adversos, de mantener cierta distancia emocional y física sin llegar a aislarse del entorno. La capacidad de relacionarse, o sea, la destreza de establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas, tanto para satisfacer las necesidades personales como de los otros en este respecto. Iniciativa, entendida como la capacidad de hacerse cargo de los problemas y ejercer control sobre ellos; la moralidad, capacidad de comprometerse con valores, discriminando entre lo bueno y lo malo. El humor, entendido como la habilidad de encontrar lo cómico y positivo en situaciones de adversidad y por último, la creatividad, que se refiere a la capacidad de Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 36 crear orden, belleza y fines a partir de situaciones caóticas o de desorden (Wolin y Wolin, 1993 en Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla, 1996). Según Grotberg (1995), las fuentes interactivas de la resiliencia que facilitan la apropiación que el sujeto hace tanto de su vida como de la realidad, son clasificables en tres categorías: aquellas que dicen relación con el apoyo que la persona siente que puede recibir en un momento dado; aquellas tocantes con las fortalezas intrapsíquicas y condiciones internas de la persona y aquellas que tienen que ver con sus habilidades para interactuar con otros como así también resolver problemas. Por su parte, Saavedra y Villalta (2008a), elaboraron un modelo emergente donde señalan que “la respuestaresiliente es una acción orientada a metas, respuesta sustentada o vinculada a una visión abordable del problema; como conducta recurrente en visión de sí mismo, caracterizada por elementos afectivos y cognitivos positivos o proactivos ante los problemas; los cuales tienes como visión histórico-estructural a condiciones de base, es decir, un sistema de creencias y vínculos sociales que impregnan la memoria de seguridad básica y que de modo recursivo interpretan la acción específica y los resultados” (p.32). Al conjugar las ideas de los autores se pueden describir 12 dimensiones de la resiliencia, las cuales son: identidad, autonomía, satisfacción, pragmatismo, vínculos, redes, modelos, metas, efectividad, autoeficacia, aprendizaje y generatividad (Saavedra y Villalta, 2008a). Por la primera, entendemos los juicios generales que definen al individuo de una manera relativamente estable y que están tomados de los valores culturales. La autonomía se refiere a la visión que el sujeto tiene de sí mismo, son juicios que apuntan al vínculo que el individuo establece consigo mismo en pos de definir el aporte que realiza a su entorno. La satisfacción, se refiere a los juicios que muestran la manera en que la persona interpreta una situación. Por pragmatismo se entienden los juicios que revelan la forma de interpretar los actos que realiza; y respecto a los vínculos, éstos se refieren a los juicios que enfatizan el valor de la socialización primaria y las redes sociales. Por su parte redes, da cuenta de los juicios que muestran el vínculo afectivo que el individuo establece con su entorno social más cercano. Los modelos son los juicios que narran la convicción del rol de las redes sociales más próximas para brindar apoyo en la resolución de situaciones Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 37 problemáticas. Las metas se refieren al valor contextual de metas y redes sociales por sobre las situaciones problemáticas; la afectividad describe las posibilidades sobre sí mismo y el vínculo con el entorno. La autoeficacia expresa las posibilidades de éxito que la persona reconoce en sí misma en una situación problemática; por aprendizaje se entienden los juicios que se refieren a ver un problema como una instancia de aprendizaje y, por último, la generatividad, da cuenta de la posibilidad de pedir ayuda a otras personas para solucionar situaciones problemáticas (Saavedra y Villalta, 2008a). Continuando con la perspectiva personalista, Salgado (2005) cree en la existencia de factores resilientes personales, como lo son la autonomía, el humor, la autoestima, creatividad y empatía. Según sus investigaciones existen autores que avalan su punto de vista; por ejemplo, Soebstad (1995), Rutter (1985) y Vanistendael (1995), avalan la relación entre autoestima y resiliencia, además Rutter (1985) señala la importancia de la autonomía y por su parte, Soebstad (1995) y Vanistendael (1995) agregan el sentido del humor como rasgo característico en el desarrollo de la resiliencia (Salgado, 2005). Por otro lado, Wolin y Wolin (1993) en Borda (1999), consideran como características personales de un sujeto resiliente, la creatividad y el humor. Finalmente, Fonagy et al (1994) en Klotiarenco, Cáceres y Fontecilla (1997), se refieren a otros factores como la autonomía, empatía y creatividad. Por su parte, Vanistendael (1996) en Arranz (2005), propone cinco sistemas o áreas interconectadas, necesarias de considerar en el favorecimiento de la resiliencia. Estas son, primero la aceptación incondicional de la persona como tal, sin que esto implique necesariamente que se deba aceptar su comportamiento, la cual involucra el reconocer al otro y establecer con él o ella una relación fundada en el conocimiento, respeto, cuidado y responsabilidad de uno por el otro. Segundo, la capacidad de descubrir un sentido a la vida, de ser autónomo y tomar decisiones propias, motivado por la proyección trascendente del individuo más que la mera realización contingente. Tercero, un clima educacional emocionalmente positivo, que promueva y facilite el desarrollo de aptitudes y/o capacidades potenciales, intelectuales y emocionales. Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 38 Cuarto, la autoestima y confianza que el individuo posea en sí mismo, así como también su sentido del humor; y por último, otras experiencias por descubrir. Por otra parte, Henderson (2000 en Herdenson, 2006), en su estudio sobre resiliencia descubrió que las personas resilientes poseen ciertos factores que contribuyen a identificar aquello que es útil y efectivo a la hora de superar adversidades. Se encuentran los factores externos que se relacionan con el “yo tengo”, la fuerza interior que habla del “yo soy”, y los factores interpersonales y de resolución de conflictos que se refieren al “yo puedo”. Dentro de los factores externos incluye el tener una o más personas dentro y fuera de la familia en las cuales se pueda confiar y donde exista amor, tener personas que alienten la independencia, tener límites en el comportamiento y bueno modelos a imitar, tener acceso a la salud, educación, servicios de seguridad y sociales que se necesiten, y finalmente, una familia y entorno social estable. Respecto a la fuerza interna, ésta se relaciona con ser una persona que le agrada a la mayoría de sus semejantes, generalmente tranquilo y bien predispuesto, alguien perseverante que alcanza sus objetivos y con metas al futuro, una persona respetuosa consigo misma y con los demás, ser un ser humano empático, responsable de las acciones y consecuencias de sus actos, seguro de sí mismo, optimista, confiado y esperanzado. Finalmente, en los factores interpersonales y de resolución de conflictos se debe proponer nuevas alternativas para hacer las cosas, realizar tareas hasta finalizarlas, tener humor en la vida y utilizarlo para reducir tensiones, expresar sentimientos y pensamientos en la comunicación con los demás, promover la resolución de conflictos en diversos ámbitos, tales como los laborales, familiares, sociales, académicos, entre otros, tener autocontrol del comportamiento y saber pedir ayuda cuando sea necesario (Henderson, 2006). Para Grotberg (1995), la diferencia estaría en la utilización de los factores resilientes frente a una situación adversa, ya que cada persona desplegará el factor que esté más desarrollado o el que amerite la situación. Lo cual se suma a lo mencionado por Luthar, Cicchetti y Becker (2000), cuando señalan que es importante recordar que los “criterios de éxito y adaptación de la resiliencia no implican requerimientos rígidos de Universidad del Bío-Bío. Red de Bibliotecas - Chile 39 excelencia sino criterios generales de adaptación bajo ciertas circunstancias específicas” (p. 552), lo que no significa que la persona tenga éxito en todos los ámbitos de su vida, sino más bien, que sea capaz de ajustarse psicológicamente y satisfactoriamente ante ciertas situaciones de adversidad a través de sus propios recursos y de los que el ambiente le ha proporcionado, obteniendo finalmente una fortaleza que le permita resolver situaciones similares en el fututo, pero siempre actuando dentro de las normas sociales establecidas en un espacio y tiempo determinado. Respecto a su promoción, Henderson (2006) enfatiza que los factores resilientes pueden ser promovidos por separado, aún cuando frente a una circunstancia adversa, se entrelazan todos basándose en aquella categoría que sea más necesario utilizar. Por otra parte Becoña (2006), sostiene que este desarrollo no necesariamente ocurrirá en presencia de cada factor de riesgo, puesto que la resiliencia no sería una condición uniforme o estable a través del tiempo, sino más bien un estado temporal, así, al referirnos a una persona que la posee, sería más correcto afirmar que está resiliente,
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