Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/339466231 ¿Existió Jesús? Una perspectiva histórica Conference Paper · February 2020 CITATIONS 0 READS 18,303 1 author: Pedro M. Rosario Barbosa University of Puerto Rico at Cayey 29 PUBLICATIONS 2 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Pedro M. Rosario Barbosa on 14 February 2022. The user has requested enhancement of the downloaded file. https://www.researchgate.net/publication/339466231_Existio_Jesus_Una_perspectiva_historica?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_2&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/publication/339466231_Existio_Jesus_Una_perspectiva_historica?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_3&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_1&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Pedro-Rosario-Barbosa?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_4&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Pedro-Rosario-Barbosa?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_5&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/institution/University_of_Puerto_Rico_at_Cayey?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_6&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Pedro-Rosario-Barbosa?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_7&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Pedro-Rosario-Barbosa?enrichId=rgreq-4de2bee867a130cf155c064c2df6a3c7-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMzOTQ2NjIzMTtBUzoxMTIzMzYyMDgwMzQyMDE3QDE2NDQ4NDE3OTk0NzA%3D&el=1_x_10&_esc=publicationCoverPdf ¿Existió Jesús? Una perspectiva histórica Pedro M. Rosario Barbosa 13 de febrero de 2020 Serie de conferencias sobre Jesús de Nazaret Versión 1.2 © 2020-2022, Pedro M. Rosario Barbosa Algunos derechos adquiridos.∗ Índice 1. Introducción 2 2. Carencia de información histórica de la antigüedad 2 3. Criterios históricos y la inviabilidad de ciertas hipótesis mitistas populares 5 4. Evidencia positiva de la existencia de Jesús 11 4.1. Documentación no cristiana con relación a Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 4.1.1. Documentación judía: Flavio Josefo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 4.1.2. Documentación romana: El Testimonium Taciteum . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 4.2. Documentación cristiana como fuente de la historicidad de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . 18 4.2.1. Las cartas auténticas de Pablo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 4.2.2. Los evangelios como fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 4.3. Criterios históricos aplicados a los textos cristianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 5. Conclusiones 29 Bibliografía 31 ∗Se hace disponible este escrito bajo la Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional o superior. https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode.es. Este documento es una versión escrita que se preparó para la conferencia del mismo título, dada en la Universidad de Puerto Rico en Cayey, el 13 de febrero de 2020. Esta es la primera de tres conferencias en torno al Jesús histórico. A este escrito se le mejoró el texto, se añadieron las fuentes, referencias y aclaraciones. Este texto no corresponde verbatim a lo que se presentó, sino que es una versión más formal de lo discutido. 1 https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode.es 1. Introducción Antes que todo, quisiera agradecerle al Departamento de Humanidades por la oportunidad de hablar un tema que, sin duda, apasiona a muchas personas. Gracias también a los estimados colegas que se encuentran aquí y que han mostrado sumo interés en esta serie de conferencias. Además, quiero reconocer la presencia de Eva Quiñones, Presidenta de Humanistas de Puerto Rico y muy querida amiga, quien fue la que me pidió llevar a cabo esta serie. Con mucho gusto accedí a su petición y aquí nos encontramos. Finalmente, gracias a todos los colegas, estudiantes y otros por su interés. Esta es la primera de tres conferencias plani�cadas para este semestre. La primera, tiene que ver con el tema de si Jesús de Nazaret existió o no. La segunda, consiste en presentar un per�l aproximado de Jesús de Nazaret utilizando varios criterios históricos y qué podemos saber ge- nuinamente de él. La �nal tratará de cómo hubo un proceso de apoteosis de un judío predicador apocalíptico a una divinidad. Todas estas conferencias son frustrantes porque en todos los casos hay mucho que cubrir, pero muy poco que presentar en tan solo tres actividades de hora y media con espacio para preguntas y respuestas. De hecho, en esta misma, creo que hay más qué decir que todas las demás juntas. Por lo tanto, pido perdón con antelación debido a la variedad discusiones en relación con este tema y, desgraciadamente, no podré cubrirlo todo. Hay varios bandos en la discusión pública. Está el lado conocido como el mitismo, que postula que es dudoso que Jesús haya existido. Este es un lugar donde sobreabunda la seudohistoria. El otro sector es el historicista, es decir, que postula que Jesús sí existió. Sin embargo, no está libre de toda culpa. Existe el enorme problema de que hay estudiosos con claros intereses teológicos y religiosos que quieren identi�car al Jesús de la fe con el Jesús histórico. A veces, disfraza su erudi- ción de cienti�cidad y también fomentando la seudohistoria en la dirección contraria al mitismo. Consecuente con la Ley de Brandolini, el tiempo que uno tiene que dedicar para desmiti�car am- bos grupos es bastante grande. Por ende, inevitablemente tendré que dejar fuera una variedad de asuntos que quisiera discutir. Si quieren cuestionar algún tema que ustedes piensan que dejé fuera, siéntanse en la libertad de hacerlo en la sección de preguntas y respuestas. 2. Carencia de información histórica de la antigüedad Comencemos a hablar un poco de la noción del “Jesús histórico”. El erudito John P. Meier, profesor de teología de la Universidad de Notre Dame, sacerdote católico jesuita y destacado investigador del tema por su magna obra, Un judío marginal, acentúa la distinción entre el Jesús histórico y el Jesús real. El “Jesús real” es el Jesús de Nazaret de carne y hueso que se piensa que actuó en el área de Palestina en el siglo I. Por otro lado, el “Jesús histórico” es una construcción de los historiadores a partir de cierta evidencia y criterios historiográ�cos, y que tiene como referente al Jesús real.1 1John P. Meier, Un judío marginal: Nueva visión del Jesús histórico (Estrella: Editorial Verbo Divino, 1998), I: 29. 2 Esto no debe verse como algo inusual, el campo de la historia y el de las ciencias —naturales o sociales— se mueven entre teorías. Las ciencias factuales en general se re�eren a cómo opera el mundo. La historia, que es una especie de ciencia factual, tiene como referente a los aconteci- mientos pasados. Como he argumentado en otras ocasiones, las teorías históricas son �cciones. Quiero que este punto cale hondo en nuestra discusión. Los teóricos y �lósofos de la historia han sabido por siglos que la imaginación juega un rol esencial en la historiografía. Sin embargo, lo que distingue a la historiade un cuento de hadas es que las narraciones históricas que aparecen en nuestros libros de texto son �cciones, pero cum fundamento in re, es decir, con fundamento “en la cosa”, con base en la evidencia.2 Cuando ustedes abren un libro de texto sobre la antigüedad y vean una narración de los acontecimientos pasados, sepan ustedes que esa es toda una teoría que le trata de darle sentido a las migajas de evidencia que tenemos. Cuando digo “migajas”, tomen la metáfora en serio. La inmensa mayoría de la documentación de la antigüedad se ha perdido. Tomen estos números con pinzas, hace falta ponerlos al día, pero les da una idea del panorama que aqueja a los historiadores de la época clásica. Según un autor de hace mucho tiempo, cerca del 94 % de la documentación latina se ha perdido.3 ¿Cómo sabemos de ello? Porque muchos de los libros que sí nos han llegado hacen referencia a ellos. Igual que sucede con la Biblia Hebrea, los documentos patrísticos y otros, que hacen referencia a libros que han desaparecido. De los textos occidentales, el número de documentos que conservamos puede rondar alrededor del 3 a un 6 % de la totalidad producida. Esto es solo de los escritos que sabemos que se han perdido, hay otros libros antiguos que ni se mencionan ni tuvieron aparente impacto alguno. Añadan las diversas cartas que se han perdido, archivos completos de documentos que no sabemos dónde están, textos que han sufrido los percances de incendios o accidentes naturales, etc. ¿Qué hay de los hallazgos arqueológicos? La inmensa mayoría de las excavaciones arqueo- lógicas son marcadamente iluminadoras. Sin embargo, si usamos un poco el sentido común, no podemos sino llegar a la conclusión de que bastante de los restos se ha perdido. Estructuras impor- tantes del Antiguo Egipto yacen debajo de los suburbios del Cairo. Gran parte de las estructuras importantes de los romanos se hallan debajo de zonas habitadas. En el área de Israel y Palestina, tal vez uno de los lugares donde más se excava aun hoy en el siglo XXI, hay yacimientos que también se encuentran debajo de la población y hay áreas donde no se pueden explorar por con- siderarse sagradas, además de las implicaciones políticas que muchos de los hallazgos implicarían en una zona como esa.4 Esto no es solo en Roma, Egipto y Tierra Santa, esto aplica a muchos otros lugares del mundo. Para darles un indicio de cuánta evidencia arqueológica hemos perdido, aquí tienen una di- minuta selección de instancias en las que hubo cruci�xiones masivas por parte de los romanos. 2La frase “�cción cum fundamento in re” es del �lósofo Edmund Husserl y la aplicó al caso de la física. Sin embar- go, esta caracterización puede extenderse también a las teorías históricas en el sentido expresado en nuestro texto. Edmund Husserl, Investigaciones lógicas (Madrid: Alianza Editorial, 2013), I: 82-83. Una hipótesis es un constructo, producto de la creatividad del cientí�co —en nuestro caso, el historiador— con un rol explicativo, así que sus nociones y conceptos cumplen un rol explicativo. 3G. W. Trompf, “The Concept of the Carolingian Renaissance,” Journal of the History of Ideas 34 (1973): 20. 4Para una referencia de los hallazgos arqueológicos referentes a la época de Jesús, léanse: Jonathan L. Reed, Jesús de Galilea. Aportes desde la arqueología (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2009); John Dominic Crossan y Jonathan L. Reed, Excavating Jesus. Beneath the Stones. Behind the Texts (NY: HarperCollins, 2001). 3 6,000 personas cruci�cadas en la Península Italiana a raíz de la persecución de Espartaco. 2,000 cruci�xiones en Palestina bajo el mandato de Publio Quintilio Varo (4 a.e.c.) 500 cruci�xiones al día por tres meses (alrededor de 45,000 cruci�xiones) a raíz de la destrucción de Jerusalén bajo Tito, hijo del Emperador Vespasiano (70 e.c.)5 Estos no son los únicos casos de este tipo de ejecución, pero se pueden percatar de que en los dominios romanos hubo decenas de miles de cruci�xiones en la Península Italiana y en otros lugares como Palestina. ¿Cuánta evidencia arqueológica tenemos de todas las decenas de miles de cruci�xiones? Dos. Aquí tienen una de ellas, un pedazo de un talón atravesado por un clavo (Figura 1). Figura 1: Fotografía de Ilan Shtulman, cortesía del Museo de Israel. Reproducido bajo el concepto de uso legítimo (fair use) con el propósito de ilustrar. Imagen obtenida de: Matti Friedman, “In a Stone Box, the Only Trace of Cruci�xion” The Times of Israel (26 de marzo de 2012). https://www.timeso�srael.com/in-a- stone-box-a-rare-trace-of-cruci�xion/. La otra evidencia emergió recientemente en el 2018 y fue publicada el año pasado, de un cadáver encontrado en Venecia en el 2007 que probablemente sufrió una cruci�xión.6 Eso es todo. En otras palabras, solo utilizando los números que he presentado en la diapositiva (ignorando todos los 5Aclaro que en mi conferencia cometí un error por una lectura descuidada del texto y dije que en el tercer caso, cruci�caron a alrededor de 500 personas. Apiano, Historia romana (Madrid: Editorial Gredos, 1980), 154 (Guerras Civiles I:120); Flavio Josefo, Antigüedades judías (Madrid: Ediciones Akal, 1997), II: 1065 (XVII,295); Flavio Josefo, La guerra judía (Madrid: Editorial Gredos, 1997), Libros IV-VII:174-175 (Libro V:450-451). 6E. Gualdi-Russo, et al. “A Multidisciplinary Study of Calcaneal Trauma in Roman Italy: A Possible Case of Cruci�xion?” Archaeological and Anthropological Sciences 11, núm 5 (mayo, 2019): 1783–1791. doi: 10.1007/s12520- 018-0631-9. 4 https://www.timesofisrael.com/in-a-stone-box-a-rare-trace-of-crucifixion/ https://www.timesofisrael.com/in-a-stone-box-a-rare-trace-of-crucifixion/ demás casos), la evidencia de muertos por cruci�xión es 0.0038 %.7 Si se incluyeran otros casos que no hemos mencionado, ese porcentaje sería mucho menor todavía. Se pueden imaginar los casos en los que mucho de lo que se nos dice a nivel histórico tiene muy poco soporte arqueológico o, quizás, nada en absoluto. Una vez más, solo tenemos migajas que nos sirven de soporte para que, con la documentación, podamos forjar imaginativamente la narración histórica más verosímil y plausible posible. 3. Criterios históricos y la inviabilidad de ciertas hipótesis mitistas populares Habiendo presentado todo esto, pasamos ahora al uso de criterios históricos. Debido a la seria limitación de tiempo, utilizaré varios de ellos para argumentar en contra de propuestas seudohis- tóricas que permean en esta discusión de la existencia de Jesús, especialmente del sector mitista. Personas que no se han dedicado a pensar como historiadores expertos en el área hacen muy buenas preguntas en torno a la veracidad de muchos de los relatos, particularmente de los evan- gelios, del Nuevo Testamento y de la Biblia en general. Sin embargo, frecuentemente, se topan con literatura escrita o vídeos hechos por personas que no son especialistas en el tema. Algu- nos, tienen intereses teológicos. Otros, tienen intereses antiteológicos. No especialistas de uno y otro lado son en gran medida culpables de la proliferación seudohistórica. Por otro lado, fuera de unos pocos especialistas, la inmensa mayoría de los académicos no sale de sus investigacio- nes y o�cinas para aclararles las dudas al público de manera sencilla. Aquellos que lo han hecho, frecuentemente son opacados por la aspiración de los medios a maximizar los ratings, diseñando memes, artículos o documentales sobre estos temas que son click baits. Como resultado, el público no sabe distinguir una cosa de la otra, de lo que es histórico, de lo que no. De ahí que muchos académicos, incluyendo a un servidor, constantemente tenemos que lidiar con ciertos alegatos seudohistóricos que aparecen en línea y que se derivan de literatura de los siglos XVII, XVIII y XIX, pero que concluyentemente se han encontrado falsas en el siglo XX y que ningún profesional sostiene en la actualidad. Ejemplo de ello es el famoso vídeo de Zeitgeist producido por el conocido fundador del movimiento con el mismo nombre, PeterJoseph. Es me- nester señalar que Joseph se ha “retractado” de esa posición, pero, como bien indica la Ley de Brandolini, una vez se ha publicado este tipo de click baits, se disemina bien pronto y se queda en la conciencia de la gente que usa las redes sociales.8 Lamentablemente, no ocurre así con las 7En mi conferencia, consecuente con mi error anterior, coloqué un porcentaje de evidencia arqueológica de la cruci�xión que es mucho mayor: alrededor de 0.02 %. 8Personalmente, dudo de que se haya retractado genuinamente. Ante la incredulidad de mucha gente, Joseph publicó un texto en PDF llamado Zeitgeist: The Movie—Companion Source Guide (http://tinyurl.com/32g3d9s). En ese escrito, intenta “aguar” sus alegatos en torno a los supuestos paralelismos entre Jesús por un lado y, por el otro, los dioses y héroes antiguos. En parte, utiliza citas de historiadores auténticos o que expresan posturas serias de princi- pios del siglo XX, pero que ya no pueden sostenerse hoy día, o también a autores actuales cuyas aserciones se sacan de contexto. Sin embargo, el grueso de las demás citas proviene de autoridades dudosas como D. M. Murdoch (Achar- ya S), Thomas Doane, Gerald Massey, Barbara Walker, M. M. Mangansarian y muchos otros que ni son historiadores, ni tienen las credenciales en el campo ni son tomados en serio por historiadores profesionales. Joseph empeora en este PDF los problemas que tiene su vídeo: cae en múltiples anacronismos, algunas asociaciones entre Jesús y los 5 http://tinyurl.com/32g3d9s refutaciones de los profesionales. Por experiencia les digo que defender la historia y las ciencias un enorme reto a la hora de llegar al público. A veces, se generan pasiones en la discusión que desembocan en toda una serie de acusaciones de parte de los que emocionalmente están com- prometidos con una visión de mundo que ha sido retada por el profesional. Como resultado, veo memes como este todas las navidades rondando por Facebook siendo defendidas muchas veces con un prejuicio anticristiano (Figura 2).9 Figura 2: Véase que el meme utiliza al documental Zeitgeist como referencia. La respuesta de los expertos en la antigüedad a Zeitgeist es inequívoco: No, ninguno de los dioses no cristianos mencionados por el documental nacieron de una virgen, tuvieron doce apóstoles, fueron bautizados, fueron cruci�cados, etc. Ni tan siquiera Jesús nació el 25 de diciembre. Todo supuestos paralelos son pura fabricación, otras son malinterpretaciones de los textos antiguos para crear paralelos donde no los hay, entre otras equivocaciones. El experto en Nuevo Testamento Maurice Casey ha respondido a fondo bastante de estos disparates (aunque no especí�camente a Joseph, sino a muchos de estos autores, especialmente a Murdoch, Earl Doherty y varios blogueros) en su libro, Jesus. Evidence and Argument or Mythicist Myths? (London: Bloomsbury, 2014). Recomiendo también la excelente lectura: Tim Callahan, “The Greatest Story Ever Garbled. A Critique of “The Greatest Story Ever Told”–Part I of the Internet �lm Zeitgeist,” Skeptic 15, núm. 1 (2009): 61-67. Véase reproducida en la página cibernética eSkeptic: https://www.skeptic.com/eskeptic/09-02-25/. Advierto que ten- go muchos reparos en cuanto a la obra de Callahan y su posición agnóstica, pero este artículo desmiente bastante lo alegado en Zeitgeist. Finalmente, véase el excelente artículo: Edward L. Winston, “Zeitgeist—Companion Guide”. Skeptic Project. 2010. http://skepticproject.com/articles/zeitgeist/companion-guide/. 9Véase mi refutación del meme en mi blog Razón y política pública en el artículo titulado, “Los dioses que NO nacieron el 25 de diciembre”. http://razoncienciaspr.org/2017/12/24/los-dioses-que-no-nacieron-el-25-de-diciembre/. 6 https://www.skeptic.com/eskeptic/09-02-25/ http://skepticproject.com/articles/zeitgeist/companion-guide/ http://razoncienciaspr.org/2017/12/24/los-dioses-que-no-nacieron-el-25-de-diciembre/ esto es puro invento sin ninguna evidencia documental. Este tipo de fraudes y bromas pesadas fueron promovidos especialmente por racionalistas anticristianos de principios del siglo XX, a veces, abusando de estudios genuinos, pero que hoy día se saben que son obsoletos, tales como los de James George Frazer en su gran obra The Golden Bough.10 Ante la falta de evidencia de todos estos alegatos, no debemos dedicar un solo segundo más a ello fuera del único caso que hubiera podido decirse de una cruci�xión de un dios. Aquí ven un amuleto, alegadamente antiguo, que muestra a Orfeo o Dionisio (Baco) cruci�cado (Figura 3). Este Figura 3: Este es un amuleto que dice Orfeo Bakkikós. Representa a Orfeo (poeta báquico) o el dios Baco (en griego, Dionisio) cruci�cado. amuleto se perdió durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy día, no conozco a ningún historiador o crítico del arte que lo considere auténtico.11 Hay dos cosas que revelan que se trata de una falsi�cación anticristiana del siglo XIX. En primer lugar, la representación de la cruci�xión en el amuleto corresponde a un arte tardío, de �nales del Medioevo o comienzos del Renacimiento (Figura 4, próxima página). Aquí tienen dos representaciones de la cruci�xión, una del siglo V e.c. y otra renacentista, del siglo XV. ¿A cuál se les parece más? Además, la representación de la cruci�xión de Orfeo o de Dionisio en este amuleto tiene una forma sospechosamente semejante a la de la representación alquímica del planeta Mercurio ('). Hasta donde sabemos, los cultos báquicos de la antigüedad no estaban asociados a la alquimia. Finalmente, no tenemos ninguna narración de Orfeo o Dionisio cruci�cado proveniente de la antigüedad. Aunque se pueda tomar por obvio y una pedantería de mi parte, muchos de los documentales en YouTube han demostrado que no es obvio, pero nuestro primer criterio historiográ�co es que la teoría o la hipótesis histórica tiene que tener soporte evidencial. Se deben construir las teorías históricas con la evidencia que se tiene, no con la que no se tiene. Veamos ahora otro problema que confunde mucho a no expertos. Es bien común en los círculos escépticos y mitistas hacerse una cuestión interesante: los romanos tenían unos archivos bien 10James George Frazer, The Golden Bough. A Study in Magic and Religion. 12 vols. (London: St. Martin’s, 1906- 1915). 11Lo mismo expresa Dorothy King en su artículo “Early Images of the Cruci�xion” (Dorothy King, “Early Images of the Cruci�xion.” Dorothy King’s PhDiva. Blog. 20 agosto de 2011. https://web.archive.org/web/ 20190707094103/http://phdiva.blogspot.com:80/2011/08/early-images-of-cruci�xion.html). 7 https://web.archive.org/web/20190707094103/http://phdiva.blogspot.com:80/2011/08/early-images-of-crucifixion.html https://web.archive.org/web/20190707094103/http://phdiva.blogspot.com:80/2011/08/early-images-of-crucifixion.html Figura 4: A la izquierda, una representación de una cruci�xión en mar�l ca. 430 e.c., ahora en el Museo Británico (Foto reproducida bajo el concepto de uso legítimo (fair use) para ilustrar). A la derecha, una pintura de la cruci�xión de Jesús en la Iglesia de San Sebastián del Palau-del-Vidre, Francia (ca. 1490). detallados de lo ocurrido en Italia y sus dominios, ¿por qué ninguno de los historiadores romanos dice algo sobre Jesús? Si Jesús era tan signi�cativo y creó un impacto en Palestina, ¿por qué ningún romano dijo nada? Por supuesto, esta aserveración es un argumento de silencio. Este tipo manera de argumentar puede ser buena o mala dependiendo de la ocasión. Para que el planteamiento sea válido, se debe demostrar primero que los romanos mostraban interés por cierto tema, razón por la que debe esperarse que reportaran ciertos acontecimientos. Desde esta perspectiva, la pregunta no es si debemos esperar que dijeran algo de Jesús, sino si los historiadores y funcionarios romanos generalmente estaban pendientes a asuntos palestinenses y, particularmente, judíos, para esperar que ellos dijeran algo de cualquier palestinense de la época. Los historiadores profesionales de la antigüedad tienen clara larespuesta a esta cuestión: la evidencia de ello es que los historiadores romanos del primer siglo no mostraron interés alguno en los judíos y los acontecimientos palestinos. No solo no reportaron sobre Jesús, sino que no reportaron de nadie de Palestina, ni tan siquiera de sus gobernantes romanos como Poncio Pilatos, ni de su Sumo Sacerdote Caifás, ni tan siquiera del devastador acontecimiento que fue la destrucción de Jerusalén en el año 70 e.c. bajo Tito, el hijo del emperador Vespasiano. Es más, ninguno habló del historiador Flavio Josefo, a quien conocemos por sus escritos, pero no porque los historiadores romanos hablaran de él. Del siglo II y III tenemos referencias a Jesús como el Mesías de parte de un historiador romano (Publio Cornelio Tácito), del que hablaremos más tarde, y de funcionarios romanos que brevemente explicaban la creencia de los cristianos para saber cómo lidiar con ellos en el imperio, pero ninguno fue por un interés particular en Palestina. Dado ese hecho, ¿es de esperarse que estos historiadores del siglo I, contemporáneos a Jesús, reportaran de él? De esta discusión se desprende nuestro segundo criterio historiográ�co: el argumento de silencio solo 8 es válido si alguna declaración sobre alguien o algún asunto histórico debe esperarse. En este caso, no lo es. Hay otras ideas mitistas que son descartadas automáticamente por historiadores profesionales sin tan siquiera comenzar a considerarlas, pero que continúan siendo muy populares en el ámbito cibernético. Una de ellas es que el cristianismo fue un invento de ciertos emperadores romanos. Esta hipótesis toma dos vertientes hoy día: La primera es la propuesta por Joseph Atwill en su libro Caesar’s Messiah.12 En esta obra, se a�rma que los evangelios y varias de las documentaciones cristianas fueron producto de los emperadores �avianos y élites judías asociadas a ellos. La segunda es la propuesta por Fernando Conde Torrens en su libro Año 303. Inventan el cristianismo.13 Aquí se alega que todos los documentos cristianos que pensamos que pro- vienen de los primeros tres siglos fueron falsi�caciones hechas por un equipo de estudiosos y escribas bajo el Emperador Constantino. Los dos comparten ciertos problemas pero, antes de adentrarme en ellos, quisiera refutar bre- vemente el segundo libro mencionado, porque se ha hecho muy popular en España y en el mun- do hispano hablante en muy poco tiempo. De hecho, el rechazo unánime de los historiadores, especialmente los visibles como Antonio Piñero, ha implicado que su autor haya entrado en una campaña de intento de desprestigio a estos estudiosos en el ciberespacio.14 Su tesis supone que Constantino contaba con cerca de 50 letrados para reproducir los escritos cristianos y simular una historia de 300 años de cristianismo.15 Se puede argumentar que existe evidencia paleográ�ca que contradice esta convicción. Para los que no sepan, lo que hace la paleografía es mirar la manera en que las letras se escriben en una región para poder asignar una fecha aproximada de la creación de un fragmento o un escrito. Astuto el autor, Conde Torrens esperaba esa objeción, de que hay fragmentos cristianos que se han datado del segundo y tercer siglo con base paleográ�ca. Aquí introduce una hipótesis ad hoc para salvar su planteamiento, de que estos “más de cincuenta” escribas del imperio imitaban el estilo de épocas anteriores.16 Además de las enormes di�cultades de esa hipótesis —propuesta que hace añicos la Navaja de Occam— hay algo que el señor Conde Torrens ignora por completo cuando publicó su libro. Tenemos fragmentos cristianos del Museo 12Joseph Atwill, Caesar’s Messiah. The Roman Conspiracy to Invent Jesus (Charleston: CreateSpace, 2011). Kindle. 13Fernando Conde Torrens, Año 303. Inventan el cristianismo (España: Ediciones Alta Andrómeda, 2019). Kindle. 14Antonio Piñero, “¿Se inventó el cristianismo en el año 303? ‘Compartir’ (234) de 18 de agosto de 2016. Preguntas y respuestas.” Cristianismo e historia. Blog. 18 de agosto de 2016. https://www.tendencias21.net/crist/Se-invento-el- cristianismo-en-el-ano-303-Compartir-234-de-18-de-agosto-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2103.html. En el mo- mento de la conferencia, no sabía en absoluto que Richard Carrier también se había expresado en términos muy negativos sobre el libro. Al �nal de su declaración dice, y cito: “¡Es ridículo!”. Chris Du-Pond, “¿El cristianismo se inventó en el año 303? Parte 2: Respuesta de historiador ateo”. 2018. https://veritas�dei.org/el-cristianismo-se-invento-en-el-ano-303-parte-2-respuesta-de-historiador-ateo/. Para la res- puesta directa, vayan a: https://www.richardcarrier.info/archives/13632#comment-25596. Véase respuesta de Fer- nando Conde Torrens a Piñero: Fernando Conde Torrens, “Tertulia desagradable con Aletheia 3” SofíaOriginals.com. http://www.so�aoriginals.com/tertulia-desagradable-con-aletheia-3/. 15Conde Torrens, Año 303, cap. 1. 16Ibid. 9 https://www.tendencias21.net/crist/Se-invento-el-cristianismo-en-el-ano-303-Compartir-234-de-18-de-agosto-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2103.html https://www.tendencias21.net/crist/Se-invento-el-cristianismo-en-el-ano-303-Compartir-234-de-18-de-agosto-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2103.html https://veritasfidei.org/el-cristianismo-se-invento-en-el-ano-303-parte-2-respuesta-de-historiador-ateo/ https://www.richardcarrier.info/archives/13632#comment-25596 http://www.sofiaoriginals.com/tertulia-desagradable-con-aletheia-3/ de la Biblia datados a diferentes épocas mediante carbono-14, uno de ellos al siglo III. Aquí les presento Uncial 0220 (Figura 5).17 Figura 5: El fragmento conocido como Uncial 0220, también conocido como el Fragmento Wyman. El fragmento contiene versos de la epístola de Pablo a los romanos. Tanto la evidencia paleo- grá�ca como el carbono-14 son consistentes con su proveniencia del siglo III e.c., refutando así de manera decisiva la novela de Conde Torrens.18 En cuanto al libro de Joseph Atwill, la propuesta ha sido vista como descabellada, inclusive por mitistas académicos.19 Según él, los evangelios fueron un resultado de la intención de los em- peradores �avianos de dominar a los judíos en Palestina y otros lugares, forjando unos libros (los evangelios) para implementar una nueva religión, el cristianismo. Allí hay una �gura mesiánica, Jesús —�gura de Tiberio—, que habla de la pronta llegada del “Hijo del Hombre”, que vendría tras la destrucción del Templo de Jerusalén. Evidentemente este “Hijo del Hombre” era Tito, el “salva- dor” tras destruir el Templo. Esta postura tiene varios problemas. ¿Por qué crear cuatro evangelios contradictorios con visiones de Jesús muy distintas? ¿Por qué no mejor un solo evangelio con una cristología coherente?20 ¿Cómo se explican los pasajes antirromanos y hostiles al paganismo en 17W. H. P. Hatch, “A Recently Discovered Fragment of the Epistle to the Romans,” Harvard Theological Review 45 (1952): 81-85. 18Véase la información en la Institute für Neutestamentliche Textforschung: https://ntvmr.uni- muenster.de/liste/?ObjID=20220. La prueba de carbono-14 fue reportada en línea por el ahora fallecido Larry Hurtado. Según él, todas las pruebas hechas a este y otros documentos son consecuentes con las conclusiones paleográ�cas. Larry Hurtado, “More on Carbon-14 Dating of Manuscripts,” Larry Hurtado’s Blog. Blog. 1 de abril de 2014. https://larryhurtado.wordpress.com/2018/11/21/more-on-carbon-14-dating-of-manuscripts/. 19Véase, por ejemplo: Richard Carrier, “Atwill’s Cranked-up Jesus,” Richard Carrier. Blog. 9 de octubre de 2013. https:// www.richardcarrier.info/archives/4664; Robert M. Price, “Joseph Atwill’s, Caesar’s Messiah: The Roman Cons- piracy to Invent Jesus”. RMP. 2006. http://www.robertmprice.mindvendor.com/rev_atwill.htm. 20La respuesta a esta pregunta es que los evangelios son una “sátira” (Atwill, Caesar’s Messiah, Intro.) Pregunto si Atwill conoce ese género literario. El problema es que no hay antecedentes y casos posteriores de la creación de biografías con �nes satíricos. Laestructura y estilo de los evangelios es biográ�ca. Si el propósito fuera satírico, hubiera adoptado otro estilo muy distinto y la burla sería explícita —léanse la obra de Aristófanes—. Atwill también 10 https://ntvmr.uni-muenster.de/liste/?ObjID=20220 https://ntvmr.uni-muenster.de/liste/?ObjID=20220 https://larryhurtado.wordpress.com/2018/11/21/more-on-carbon-14-dating-of-manuscripts/ https://www.richardcarrier.info/archives/4664 http://www.robertmprice.mindvendor.com/rev_atwill.htm los textos neotestamentarios? Menciono algunos ejemplos: En Lucas, Jesús llama al rey vasallo Herodes Antipas un “zorro”, que en arameo hubiera sido “chacal”;21 en 1 Corintios Pablo desata su ira contra ciertos corintios por querer resolver asuntos en los tribunales paganos, es decir, en los tribunales validados y sostenidos por Roma;22 en 1 Tesalonicenses, se a�rma que la pax roma- na estaba pronto a terminar y su régimen aniquilado;23 el libro del Apocalipsis presenta a Roma como un tipo de Babilonia, como una gran prostituta que bebe de la sangre de los cristianos.24 Y el problema de toda teoría conspiratoria de la antigüedad: ¿por qué los evangelios no dicen explícitamente que ese “Hijo de Hombre” era Tito? Virgilio nunca tuvo problema alguno con presentar a Augusto como descendiente de Eneas y de Venus. ¿Por qué los �avianos sí tendrían ese reparo? Finalmente, ¿por qué los historiadores y funcionarios romanos consistentemente se referían a los cristianos como unos fanáticos religiosos, como unas molestias públicas, casi como unas sabandijas? ¿Por qué nunca Plinio el Joven y Tacito se re�rieron a la conspiración de los �avianos cuando hablaron de los cristianos, sino que expresaron la más absoluta indiferencia y desprecio a sus prácticas y creencias? En �n, el tercer criterio que podemos identi�car en nuestra discusión es que si la explicación requiere una teoría conspiratoria ambiciosa que supone una complot masivo del que nadie perti- nente parece haberse enterado, esa hipótesis probablemente deba ser descartada por el concepto de la Navaja de Occam. Esta no es solamente una regla de parte de los historiadores, en el ámbito escéptico hemos tenido esas discusiones. 4. Evidencia positiva de la existencia de Jesús Vamos entonces a la evidencia positiva de la existencia de Jesús de Nazaret. Antes que nada, el Jesús que se nos presenta en los evangelios es un paisano de extracción humilde, que operó mayormente en la ruralía de Galilea. Él no fue un emperador, un rey o funcionario público. Por ende, contrario a lo que muchos escépticos suelen decir, es de esperarse que no haya evidencia arqueológica de su existencia y, como vimos, es lógico que no tengamos mención de Jesús en ningún texto contemporáneo palestinense ni que fuera mencionado por historiadores romanos.25 Ahora bien, quiero hacer la salvedad de que en círculos mitistas se ha dicho que no hay evi- dencia arqueológica de la existencia de Nazaret. Lamentablemente, para ellos, sí existe evidencia y se han excavado varias estructuras humildes en la región, entre ellas dos casas, una de ellas con a�rma que se diseñó la nueva religión para que fuera un culto imperial velado. Nada de esto tiene sentido histórico, ya que todo culto imperial era explícito. Si hay algo de lo que muchos cristianos fueron culpables durante los primeros siglos de su historia es de no rendirle culto imperial al emperador. Como bien destaca Price en su reseña, Atwill cae irremediablemente en un abuso de paralelomanía y de ignorar una gran parte de los hallazgos hechos por estudiosos reputados en torno a los primeros cuatro siglos del cristianismo. 21Lucas 13:32; Casey, Jesus, cap. 3. 221 Corintios 6:1-11. 231 Tesalonicenses 5:3. Esta en particular no la mencioné en la conferencia, pero la añado aquí por ser muy pertinente, ya que el pasaje cita el eslogan “Paz y seguridad” de la pax romana y su pronto exterminio. Senén Vidal, Las cartas auténticas de Pablo (Bilbao: Mensajero, 2012), 605-605. 24Apocalipsis 17. 25Recordé en la conferencia que los únicos manuscritos palestinenses de la época de Jesús que nos han llegado son los Rollos del Mar Muerto. 11 un patio, túneles en el lugar, entre otras. En ese estrato arqueológico se han encontrado también monedas y utensilios datados a la época de Jesús. El hallazgo se refuerza con el hecho de que Ken Dark, arqueólogo que ha trabajado en ello, nos revela que hay señales de cultos cristianos en el lugar antes del siglo IV e.c. Hoy, ningún arqueólogo duda de los hallazgos y de que es muy probable que el lugar sea efectivamente Nazaret.26 Ahora bien, el que haya evidencia arqueológica de Nazaret no signi�ca que Jesús haya existido. Sin embargo, hay otras vías para llegar a ciertas conclusiones, por ejemplo, el análisis crítico literario, el examen crítico de documentos y otros. Nuestro cuarto criterio histórico es el no ignorar tan importante evidencia obtenida por estos medios. Así que veamos cómo podemos sustanciar la hipótesis de que Jesús existió. 4.1. Documentación no cristiana con relación a Jesús Tenemos documentación judía y documentación pagana que habla de Jesús, pero es extre- madamente escasa y, en un caso, relativamente débil. De la documentación cristiana sí tenemos evidencia abundante. Veamos primero la de origen no cristiano. 4.1.1. Documentación judía: Flavio Josefo El historiador Flavio Josefo fue un judío oriundo de Palestina que perteneció a unas agrupacio- nes de resistencia. En un momento dado, su grupo se vio acorralado por los romanos y participó en un pacto de suicidio. Cuando quedaban solo dos, él convenció al otro a rendirse ante las fuerzas de Vespasiano, algo que eventualmente hizo. Él le predijo a Vespasiano que llegaría a ser empe- rador, “profecía” que llegaría a realizarse y, a raíz de eso, el gobernante �aviano le adoptó como 26Los no especialistas son los que, en general, expresan sus dudas, tales como el pianista René Salm o el biólogo Frank Zindler. Salm es el que más se ha lanzado en contra de los hallazgos arqueológicos, mostrando reiteradamente su incompetencia en el campo. En teoría, algún arqueólogo puede dudar de que el Nazaret moderno sea el Nazaret antiguo donde vivió Jesús. Sin embargo, de lo que no cabe duda es la �abilidad de los hallazgos arqueológicos en el área excavada. Las propupestas y acusaciones de Salm han sido repudiadas por todos los expertos de la academia. Ale- xandre, Yardenna, Guy Bar-Oz, Ariel Berman y Noa Raban-Gerstel. Mary’s Well, Nazareth. The Late Hellenistic to the Ottoman Periods (Jerusalem: Israel Antiquities Authority, 2012); Ken Dark, “Has Jesus’ Nazareth House Been Found?” Biblical Archaeology Review 41, núm. 2 (2015): 54–63; Ken Dark, “Nazareth Village Farm: A Reply to Salm.” Bulletin of the Anglo-Israel Archaeological Society 26 (2008): 109-111. http://aias.org.uk/volume-26/; Ken Dark, “Review: René Salm, The Myth of Nazareth. The Invented Town of Jesus. Scholar’s Edition, 2008. Pp. 375 with 13 monochrome �gures, 4 monochrome photographs, 14 tables, 7 appendices. American Atheist Press: Cranford, New Jersey. Price US $20.00. ISBN 978-1-75884-003-8 (paperback).” Bulletin of the Anglo-Israel Archaeological Society 26 (2008): 140-145; Ken Dark, Roman-Period and Byzantine Nazareth and Its Hinterland (Abingdon: Routledge, 2020), Kindle: cap. 1; Bart D. Ehrman, Did Jesus Exist? The Historical Argument for Jesus of Nazareth (New York: HarperOne, 2012), Google Books: cap. 6, “Claim 2: Nazareth Did Not Exist”; Bart D. Ehrman. “Rene Salm at the Society of Biblical Literature Meeting,” The Bart Ehrman Blog. 29 de noviembre de 2012. https://ehrmanblog.org/rene-salm-at-the-society-of-biblical-literature- meeting-for-members/; Tim O’Neill, “Jesus Mythicism 5: The Nazareth ‘Myth’,” History for Atheists. 30 de octubre de 2019. https://historyforatheists.com/2019/10/nazareth-myth/; Pfann, Stephen J. y Yehudah Rapuano, “On the Na- zareth Village Farm Report: A Reply to Salm,” Bulletin of the Anglo-Israel Archaeological Society 26 (2008): 105-108. http://aias.org.uk/volume-26/;Stephen Pfann, Ross Voss y Yehudah Rapuano, “Surveys and Excavations at the Na- zareth Village Farm (1997-2002): Final Report,” Bulletin of the Anglo-Israel Archaeological Society 25 (2007): 19-79. http://aias.org.uk/volume-25/. 12 http://aias.org.uk/volume-26/ https://ehrmanblog.org/rene-salm-at-the-society-of-biblical-literature-meeting-for-members/ https://ehrmanblog.org/rene-salm-at-the-society-of-biblical-literature-meeting-for-members/ https://historyforatheists.com/2019/10/nazareth-myth/ http://aias.org.uk/volume-26/ http://aias.org.uk/volume-25/ parte de su familia. Ante esa nueva realidad, Josefo llevó a cabo su labor valiosa como historiador. El grueso de todo lo que sabemos de Palestina en el siglo I, especialmente de la Guerra Judía, pro- viene de sus escritos. El otro por el que conocemos otros aspectos, pero que no elaboró historia sino �losofía, fue Filón de Alejandría. Josefo no era �lósofo, pero sí un historiador que ya estaba comprometido con los �avianos. Por eso, los ojos maliciosos del historiador deben velar por ese prejuicio de parte del que escribió sobre esa época. De entre sus escritos se halla Antigüedades judías en el cual dio a conocer una serie de lo que consideró “desgracias” ocurridas bajo el gobierno de Poncio Pilato. Nuestros manuscritos nos dicen lo siguiente: Por estas fechas vivió Jesús, un hombre sabio, si es que procede llamarlo hom- bre. Pues fue autor de hechos extraordinarios y maestro de gentes que aceptan con placer la verdad. Y fueron numerosos los judíos e igualmente numerosos los griegos que ganó para su causa. Este era el Cristo. Y aunque Pilato lo condenó a morir en la cruz por denuncia presentada por las autoridades de nuestro pueblo, las gentes que lo habían amado anteriormente tampoco dejaron de hacerlo después, pues se les apa- reció vivo de nuevo al tercer día, milagro este, así como otros más en número in�nito, que los divinos profetas habían predicho de él. Y hasta el día de hoy todavía no ha desaparecido la raza de los cristianos, así llamados en honor a él.27 Este texto también es reproducido en la obra de Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica.28 El problema con esta sección de Antigüedades es la manera como nos ha llegado tras pa- sar por manos cristianas. Josefo nunca se convirtió al cristianismo, por lo que el textus receptus —el texto como lo hemos recibido— no es viable. Eso nos deja con dos alternativas: la primera es que se considere falsi�cación todo este párrafo o, la segunda, que hay un sustrato auténtico que fue alterado por copistas cristianos. Muchos estudiosos piensan que los textos que aquí presenta- mos en negrillas fueron añadidos. Si los eliminamos, entonces obtenemos algo que es consecuente con el estilo y pensamiento de Flavio Josefo. Por estas fechas vivió Jesús, un hombre sabio, pues fue autor de hechos extraordina- rios y maestro de gentes que aceptan con placer la verdad. Y fueron numerosos los judíos e igualmente numerosos los griegos que ganó para su causa. Y aunque Pilato lo condenó a morir en la cruz por denuncia presentada por las autoridades de nuestro pueblo, las gentes que lo habían amado anteriormente tampoco dejaron de hacerlo después y hasta el día de hoy todavía no ha desaparecido la raza de los cristianos, así llamados en honor a él.29 27Josefo, Antigüedades judías, 443 (XVIII:63-64). Modi�cación mía en este escrito para ser más �el al texto en griego. En la conferencia utilicé íntegramente la traducción de José Vara Donado, publicado por Akal. 28Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2008), 50-51 (I,17:7-8). 29James D. G. Dunn, El cristianismo en sus comienzos. Tomo I. Jesús recordado (Estrella: Editorial Verbo Divino, 2009), 179; Ehrman, Did Jesus Exist?, cap. 2, “Jewish Sources”; Craig Evans, El Jesús deformado. Como algunos estudio- sos modernos tergiversan los evangelios (Santander: Editorial Sal Terrae, 2007), 159; Meier, Un judío marginal, 84-94; Antonio Piñero, Aproximación al Jesús histórico (Madrid: Editorial Trotta, 2018), 30-31; Gerd Theissen y Annette Merz, El Jesús histórico (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1999), 86, 89-90. 13 Algunos eruditos no están totalmente satisfechos con este tipo de solución. Por ejemplo, aun- que “Este es el Cristo”, como está, ciertamente no formó parte del texto de Josefo, sí debió haber una mención del término “Cristo”, porque eso explica la razón dada por nuestro autor para decir que a los seguidores de Jesús se les conocía como “cristianos”. Además, la hipótesis generalmente aceptada solo considera que los copistas añadieron las frases notablemente cristianas, pero no si se removieron o sustituyeron textos. Por ejemplo, se han encontrado manuscritos en los que aparece la frase “Iesoûs tís”, es decir, el nombre de Jesús con un pronombre inde�nido en griego “tís”.30 Eso se traduce como “un cierto Jesús”, una expresión típica de Josefo cuando habla desfavorablemente de alguna persona, incluyendo a algunos sediciosos mencionados por él. El acercamiento estándar de los eruditos en torno al Testimonium Flavianum tampoco tiene en cuenta el hecho de que las traducciones latinas de Jerónimo y de Ru�no incluyen la frase “et credebatur esse Christus” (se creía que era el Cristo), contribuyendo a un tono escéptico del texto.31 Con todo, el texto también conserva ciertas palabras o frases que han sido usadas por Josefo en contextos negativos, revelando así que, probablemente, no tenía una buena opinión de Jesús.32 No olvidemos que el Testimonium se da en el contexto de una serie de acontecimientos tumultuosos, que Josefo consideraba “desgracias”.33 Ahora bien, habiendo dicho eso, se ha presentado una serie de objeciones a la autenticidad del Testimonium Flavianum en su totalidad: En primer lugar, se reconoce que el Testimonium interrumpe el �ujo del texto. Esto de por sí no implica que no sea auténtico, pero abona a la hipótesis de que se trata de una total fabricación. 30El primero es un manuscrito de Historia eclesiástica de Eusebio en el Codex Parisinus Graecus (Codex A) del siglo XV. El otro es la versión eslava del Testimonium que contiene la frase “muži nĕkij”, que retrotraducido al griego sería “anér tís” (un cierto hombre). Josefo utiliza esta expresión cuando habla de �guras subversivas tales como Manahem (Antigüedades XVI:373), Simón (Antigüedades XIX:332) y otro Simón (Antigüedades XX:142). Véase también, La guerra judía XVII:278. Fernando Bermejo-Rubio, La invención de Jesús de Nazaret: Historia, �cción, historiografía (Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 2019), Google Books: 24 (de ahora en adelante, la paginación de Google Books corresponde a la versión PDF); Fernando Bermejo-Rubio, “Was the Hypothetical Vorlage of the Testimonium Flavianum a ‘Neutral’ Text? Challenging the Common Wisdom on Antiquitates Judaicae 18. 63-64.” Journal for the Study of Judaism 45 (2014): 357-358; James Carleton Paget, “Some Observations on Josephus and Christianity.” The Journal of Theological Studies 52, núm. 2 (octubre 2001): 564. 31Bermejo-Rubio, La invención de Jesús de Nazaret, 24; J. Curran, “‘To Be or to Be Thought to Be’ The Testimonium Flavianum (again).” Novum Testamentum 59, núm. 1 (2017): 71-94. 32Ejemplos de ello: “Gínetai dè” se emplea por Josefo en casos de situaciones tumultuosas (Antigüedades XVIII:310; XX:118; XX:173); la frase “recibir con placer” (hedoné déchesthai) parece positiva de buenas a primeras, pero Josefo no solo utiliza la expresión en contextos positivos, sino también negativos, algunos relacionados con disturbios populares (Antigüedades XVIII:6,70,85). La palabra “epegágeto” (atrajo [para sí]) es usado negativamente por Josefo, especialmente en el sentido de “seducir” o “descarriar” (Antigüedades I:207; VI:196; XI:199; XVII:327). Quisiera añadir de que comparto con S. G. F. Brandon y otros estudiosos de que, probablemente, la frase “sofós anér” (hombre sabio) fue una manipulación cristiana y que el texto original fue “so�stés” (so�sta). En la obra de Josefo, esta palabra seasocia con algunos insurreccionistas que se hacían pasar por maestros o taumaturgos (S. F. G. Brandon, Jesus and the Zealots : A Study of the Political Factor in Primitive Christianity (NY: Charles Scribner’s Sons, 1967), 363; Piñero, Aproximación al Jesús histórico, 31-32). 33El siguiente pasaje después del Testimonium Flavianum comienza de la siguiente manera: “Por las mismas fechas otro suceso espantoso sacudió a los judíos ...” (Josefo, Antigüedades, 1089 (XVIII: 65). Véase: Piñero, Aproximación al Jesús histórico, 31). 14 Paul Hopper ha señalado ciertas irregularidades textuales debido a que no parece consis- tente con el resto de Antigüedades.34 Ken Olson postula que la totalidad del Testimonium fue obra de Eusebio de Cesarea, ya que el estilo parece tener más en común con este que con Josefo mismo. Esta es una observación muy seria que debe tenerse en cuenta en futuras discusiones.35 Gary Goldberg propone que el Testimonium se basa en algunos versos del relato del en- cuentro de los discípulos con Jesús en el camino a Emaús.36 Todas estas consideraciones perfectamente válidas han entrado en el debate en torno al texto. Sin embargo, todavía la mayoría no se persuade a aceptar que la totalidad del fragmento de Josefo sea falso. He aquí algunas razones esgrimidas por eruditos tales como Alice Whealey, Fernando Bermejo y otros. A pesar de los señalamientos de Olson y Hopper, lo que se ha identi�cado como parte del texto auténtico coincide, aunque sea parcialmente, con el estilo de Josefo. Tampoco tienen en consideración la posibilidad de un cambio de términos por parte de manos cristianas (¿tal vez de Eusebio?)37 Algunos de los términos que se alegan asociados a Eusebio son inusuales también en Eu- sebio, reconocido así por Olson.38 Orígenes menciona a Josefo y parece referirse el Pasaje de Jácobo —que discutiremos más adelante— y, muy probablemente al texto del Testimonium Flavianum. Tenemos dos obras en las que a�rma que el historiador judío no creía que Jesús fuera el Mesías. Esto puede signi�car muy fuertemente que leyó una versión neutral o negativa del Testimonium. Para muchos, es inverosímil que llegara a esa conclusión solo basándose en el Pasaje de Jácobo. La presencia de palabras y variantes escépticas, especialmente con connotaciones negativas y típicas de Josefo a la hora de hablar de sediciosos o embaucadores, puede implicar un sustrato textual auténtico que es, por el momento, imposible de reproducir. 34Hopper, Paul J. 2014. “Narrative Anomaly in Josephus: Jewish Antiquities xviii:63,” en Linguistics and Literary Studies: Interfaces, Encounters, Transfers, eds. Monika Fludernik and Daniel Jacob (Berlin: De Gruyter), 147-169. 35Ken A. Olson, “A Eusebian Reading of the Testimonium Flavianum,” en Eusebius of Caesarea: Tradition and Innovations, eds. Johnson, Aaron and Jeremy Schott (Washington, DC: Center for Hellenic Studies, 2013), 97-114. https://chs.harvard.edu/CHS/article/display/5871.5-a-eusebian-reading-of-the-testimonium-�avianum-ken-olson. 36Lucas 24:19-21,25-27; Gary J. Goldberg, “Luke and the Testimonium of Josephus.” The Journal for the Study of the Pseudoepigrapha 13 (1995): 59-77. 37Por ejemplo, Olson a�rma que la frase de Josefo en que le atribuye a Jesús haber hecho prodigios extraordinarios es más típico de Eusebio que de Josefo. Sin embargo, Brandon considera la posibilidad de que originalmente Josefo se re�riera a él en términos negativos como un taumaturgo charlatán (góes anér) (Brandon, Jesus and the Zealots, 363; Gonzalo Puente-Ojea, “6. El Evangelio de Marcos. Forma y función,” Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús, ed. Antonio Piñero (Barcelona: El Almendro, 2018), 178). Josefo utilizó esta descripción en otros lugares para referirse a pretendientes mesiánicos y embaucadores (Antigüedades XX:97-99,160). 38Por ejemplo, Olson menciona el hecho de que para muchos eruditos el término “placer” se usa en el Testimonium en sentido positivo, algo muy extraño si esta palabra fue introducida por mano cristiana. Olson reconoce que esto es también muy raro en Eusebio. Solo menciona dos casos en que esto ocurre en su obra: Alabanza a Constantino XVII:17 y Mártires en Palestina VI:6. 15 https://chs.harvard.edu/CHS/article/display/5871.5-a-eusebian-reading-of-the-testimonium-flavianum-ken-olson Personalmente, creo que este sustrato textual existe, pero esto no signi�ca que salimos de di�- cultades. Por ejemplo, aun si hubo algo auténtico de Josefo, los señalamientos de Goldberg pueden apuntar a que este pudo haber utilizado como referente algún credo cristiano en circulación. Si este es el caso, entonces es posible —aunque por el momento no concluyente— que el Testimonium no cuente como fuente independiente que corrobore la existencia de Jesús de Nazaret. Esto nada más reduce, aunque no desvanece, su valor corroborativo. El segundo texto de Josefo donde se re�ere a Jesús, lo encontramos cuando hablaba de una ejecución de varias personas que llevó a cabo el Sumo Sacerdote saduceo, entre ellas, de Jácobo, el hermano de Jesús. Nos dice Josefo en una parte conocida como El Pasaje de Jácobo o El Pasaje de Santiago: Pues bien, Anán, dado su carácter, como creyó disponer de una ocasión pintiparada por haber muerto Festo y encontrarse Albino todavía en camino, instituyó un consejo de jueces, y tras presentar ante él al hermano de Jesús, el llamado “Cristo”, de nombre Jácobo, y a algunos otros, presentó contra ellos la falsa acusación de que habían transgredido la ley y, así, los entregó a la plebe para que fueran lapidados. Pero los que parecían ser los más moderados de los habitantes de la ciudad y los más escrupulosos cumplidores de las normas legales apenas soportaron esta acción. Por lo que enviaron recado secretamente ante el rey para exhortarlo a que ordenara a Anán que no continuara con tales acciones, puesto que tampoco la primera que había realizado en esa línea de comportamiento había sido correcta. Y algunos de ellos fueron incluso al encuentro de Albino, quien hacía el viaje por tierra desde Alejandría, y, al verlo, le informaron de que Anán no estaba autorizado a instituir un consejo de jueces sin el visto bueno del propio Albino. Entonces este, convencido por sus alegaciones, envió a Anán una carta que rezumaba ira, en la que le amenazaba con exigirle responsabilidades. Y el rey Agripa a causa de ello lo despojó de la dignidad de Sumo Sacerdote, cargo que había ocupado durante tres meses, y lo sustituyó por Jesús, hijo de Damneas...39 Si bien el Testimonium Flavianum no parece salir de un ardiente debate entre expertos, hay un consenso �rme de que el Pasaje de Jácobo es auténtico. Eso no ha impedido que varias personas cuentionen la frase “el llamado ‘Cristo’” como una suerte de interpolación textual por parte de un cristiano. Según ellos, el “Jesús” al que se re�ere al pasaje es el “hijo de Damneas” que encontramos al �nal de lo que acabamos de citar. Esto tiene sentido si Agripa tomó la medida como una forma de compensarle a este Jesús la muerte de su “hermano” Jácobo y así echarle “más sal a la herida” al mismo Anán.40. Por supuesto, esto parecería ser una buena hipótesis si no fuera por un inconveniente. Si se eliminara “el llamado ‘Cristo’”, el texto resultante hubiera sido inconsistente con un patrón muy bien establecido de Josefo. En todas sus obras, cuando el historiador judío introduce a una persona, siempre coloca su apelación: Mariamne, “hermana de Fulano”, Ananías “hijo de Mengano”, etc. 39Josefo, Antigüedades judías, 1233 (XX:200-202) 40Richard Carrier, On the Historicity of Jesus. Why We Might Have Reason for Doubt (She�eld Phoenix Press, 2014), 337-342 16 Una vez ocurre esa introducción, deja de usar la apelación excepto en lugares donde el contraste con otros del mismo nombre es necesario. Eliminar la frase “el llamado ‘Cristo’” supondría que es en este lugar y ahí mismo que Josefo haría una gloriosa excepción al patrón que él mismo había establecido cuidadosamente.41 Es muy claro que la hipótesismitista es puramente ad hoc y que se postula para salvar la tesis general de que Jesús no existió, por ende, no tiene valor histórico alguno. El Pasaje de Jácobo sí tiene un fuerte valor corroborativo y es terreno �rme que sirve como base para hablar positivamente de la existencia de Jesús, como veremos más adelante. 4.1.2. Documentación romana: El Testimonium Taciteum En cuanto a la evidencia de la historiografía romana, no encontramos nada del siglo I, pero sí encontramos una del siglo II. Esta proviene de una gran obra conocida como los Anales, cuyo autor fue Publio Cornelio Tácito, senador romano e historiador. Gracias a su posición privilegiada, gozamos hoy de conocimiento de una buena parte de la historia romana del siglo I e.c. En un momento dado, mientras relataba el incendio ocurrido bajo el gobierno del emperador Nerón, hizo un comentario que se ha llegado a conocer como el Testimonium Taciteum y que pondremos a continuación en negrillas: Mas ni con los remedios humanos ni con las larguezas del príncipe o con los cultos propiciaciones perdía fuerza la creencia infamante de que el incendio había sido orde- nado. En consecuencia, para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba “chrestianos”, aborrecidos por sus ignomias. Aquel de quien tomaban nombre, Christus, ha- bía sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida irrumpía de nuevo no solo por Judea, origen del mal, sino también por la Ciudad [Roma], lugar en que de todas partes con�uyen y donde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas.42 Lo interesante de este pasaje es el tono marcadamente despectivo de Tácito, pero no es sorpren- dente para los que están familiarizados con expresiones de funcionarios romanos en cuanto al cristianismo. La oración en negrillas es la sección que habla especí�camente de Jesús y su marco 41Tim O’Neill, “Jesus Mythicism 2: ‘James, the Brother of the Lord’,” History for Atheists. Blog. 18 de febrero de 2018. https://historyforatheists.com/2018/02/jesus-mythicism-2-james-the-brother-of-the-lord/. 42Tácito, Anales (Madrid: Editorial Gredos, 1980), II:243-245 (XV:44). Mi modi�cación del texto se justi�ca en que la palabra “expiación” tiene una connotación judía, pero Tácito se re�ere a un acto pagano de reparación. Modi�qué “cristianos” a “chrestianos” a la luz del descubrimiento de que nuestro único manuscrito en el que parece basarse los demás, el texto original parece haber usado el término “chrestianos” (Erik Zara. “The Chrestianos Issue in Tacitus Reinvestigated.” 2009. http://www.diva-portal.se/smash/get/diva2:288507/FULLTEXT01.pdf). Bajo el criterio crítica textual de lectio di�cilior, el texto más difícil en relación con el copista (en este caso, cristiano) debe ser preferido. La literatura de comienzos del cristianismo y del medioevo que en latín era común el intercambio de “christianus” por “chrestianus” o “Chrestus” y “Christus” (Fernando Bermejo-Rubio, La invención de Jesús de Nazaret, 25-26; Robert E. Van Voorst, Jesus Outside the New Testament. An Introduction to the Ancient Evidence (Cambridge: William B. Eerdmans, 2000), 43-44). Finalmente, adopté el nombre “Christus” en vez del escogido por el traductor, “Cristo”, para apegarme más al nombre como aparece en latín. 17 https://historyforatheists.com/2018/02/jesus-mythicism-2-james-the-brother-of-the-lord/ http://www.diva-portal.se/smash/get/diva2:288507/FULLTEXT01.pdf histórico. Se ha argumentado que esa parte es una interpolación cristiana debido a que interrum- pe el �ujo del texto.43 Sin embargo, en un mundo en el que no existían las notas al calce, este tipo de interrupciones textuales se daba. El hecho de que una oración breve interrumpa una se- cuencia narrativa no signi�ca automáticamente que se trata de una inclusión deliberada de un copista. Es más, un gran problema para los que argumentan así es que la oración aparece sin ha- blar especí�camente de la cruci�xión, sino más bien de una ejecución y sin los típicos “adornos” cristianos, como vimos en el caso del Testimonium Flavianum. Sencillamente, no hay razón algu- na para descartarlo como auténtico. Por eso, hoy día, fuera de los eruditos mitistas y de Antonio Piñero —historicista—, no sé de ningún historiador de la antigüedad que hoy día considere al Tes- timonium Taciteum una intrusión cristiana y así lo han dicho varios expertos. Por el momento, podemos con�ar de que es probablemente auténtico.44 Dado el puesto que tenía Tácito como his- toriador y la forma de este pasaje no parece ser de procedencia cristiana, lo más probable es que los Anales sean una fuente independiente que corrobora la existencia de Jesús.45 Con Josefo y Tácito se agotan las fuentes independientes no cristianas en torno a la historici- dad de Jesús. 4.2. Documentación cristiana como fuente de la historicidad de Jesús En cuanto a la historicidad de Jesús contamos con dos tipos de fuentes bien importantes, la mayoría que encontramos en el Nuevo Testamento de la Biblia judeocristiana: en primer lugar, las cartas auténticas de Pablo de Tarso; y, en segundo lugar, los evangelios, cuatro canónicos —Marcos, Mateo, Lucas y Juan— y uno no canónico —Tomás—. 4.2.1. Las cartas auténticas de Pablo En cuanto a las cartas auténticas, hoy día existe un fuerte consenso de que al menos siete cartas paulinas son auténticas, a saber: 1 Tesalonicenses Filipenses Gálatas 43Carrier, On the Historicity of Jesus, 344; Piñero, Aproximación al Jesús histórico, 32-33. 44Ehrman, Did Jesus Exist?, 45; Bart D. Ehrman, “Fuller Reply to Richard Carrier,” The Bart Ehrman Blog. https://ehrmanblog.org/fuller-reply-to-richard-carrier/; Tim O’Neill, “Jesus Mythicism 1: The Tacitus Reference to Jesus.” History for Atheists. 7 de septiembre de 2017. https://historyforatheists.com/2017/09/jesus-mythicism-1-the- tacitus-reference-to-jesus/; Meier, Un judío marginal, 109-111; Jesús Peláez, “6. Jesús en las fuentes antiguas. Valora- ción de los testimonios externos antiguos, no cristianos,” en ¿Existió Jesús realmente? ed. Antonio Piñero (Madrid: Raíces, 2008), 231; Theissen y Merz, El Jesús histórico, 102-104. 45Una objeción que se suele decir mucho es que Tácito comete un error cuando caracteriza a Pilato como “procura- dor” —un error típico de los evangelios— cuando en realidad era prefecto. El problema con esto es que un historiador como Josefo, que vivió en Palestina por mucho tiempo, cometió exactamente el mismo error. Ambos historiadores vivieron en una época en la que los gobernantes de Judea o Palestina eran procuradores y, probablemente, retropro- yectaron ese prejuicio a la época de Pilato. 18 https://ehrmanblog.org/fuller-reply-to-richard-carrier/ https://historyforatheists.com/2017/09/jesus-mythicism-1-the-tacitus-reference-to-jesus/ https://historyforatheists.com/2017/09/jesus-mythicism-1-the-tacitus-reference-to-jesus/ 1 Corintios 2 Corintios Filemón Romanos Hoy día se debate el estatus de algunas de las demás cartas (e.g. 2 Tesalonicenses o Colosen- ses), pero una de las otras ha sido erróneamente atribuida a Pablo —Hebreos— y las demás son consideradas seudoepigrá�cas o falsi�caciones.46 La razón de por qué los historiadores están con- vencidos de que el contenido sustancial de estas siete cartas proceden de Pablo es que coinciden con la situación de la época en la que se supone que vivió, utilizan un lenguaje anterior a la des- trucción del Templo y son marcadamente especí�cas en relación con situaciones muy concretas con las que el autor lidiaba en varias de las congregaciones, aludiendo a un estado de “infancia” de estas comunidades. Las cartas falsi�cadas suelen sonar más bien a tratados teológicos.47 Ade- más, las auténticas coinciden en estilo, más o menos coherencia de pensamiento y alude a hechos históricos plenamente verosímiles.48 Dados todos estos factores, es improbable que las cartas au- ténticas no sean de Pablo y es extremadamenteraro encontrar algún académico experto que no piense que el contenido de las siete auténticas provenga de él.49 46Bart D. Ehrman, Forgery and Counterforgery. The Use of Literary Deceit in Early Christian Polemics (Oxford: Oxford University Press, 2013), 29-218; José Montserrat Torrents, La sinagoga cristiana (Madrid: Editorial Trotta, 2005), 75-76; Antonio Piñero, Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino (Madrid: Editorial Trotta, 2015), 17-18, 20-24; Piñero, Aproximación al Jesús histórico, 57; Vidal, Las cartas auténticas de Pablo, 24-27. 47Paula Fredriksen ha señalado la importancia de ciertos términos usados por Pablo en Romanos. Por ejemplo, dice Pablo que a los judíos le pertenece la “doxa” (gloria), las “diathékai” (las alianzas), la “nomothesia” (entrega de la Ley [de Moisés]), y el “latreia” (culto) (Romanos 9:4). La palabra que corresponde a “doxa” en hebreo es “kavod” y se re�ere a la presencia gloriosa de Dios que se hallaba en el Templo de Jerusalén. La palabra que corresponde a “latreia” en hebreo es “avodah” que consiste en el culto sacri�cial en el altar del Templo (Paula Fredriksen, Pablo el judío. Apóstol de los paganos (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2019), 55-56). Esto probablemente signi�ca que Pablo estaba hablando en un tiempo en el que todavía existía el Templo de Jerusalén donde se estaban llevando a cabo sacri�cios. Esto es consistente con las fechas donde se ubican las cartas auténticas (49-61 e.c.) 48Por ejemplo, Hechos de los Apóstoles, escrito décadas después de las cartas de Pablo, tal vez 55 años más tarde según algunos autores (ca. 115-130 e.c., e.g. Pervo, Dating Acts), a�rma que cuando Pablo estaba predicando en Damasco, los judíos querían matarle y que la situación era tal, que estuvieron en vigilia ante la puerta de la muralla de la ciudad. Según Hechos, Pablo tuvo que escapar colgado de una espuerta por un agujero en la muralla (Hechos 9:23-25). Esto raya en imposible. Los judíos no podían llevar a cabo un plan de tal envergadura sin que lo notaran las autoridades de Damasco. Ahora bien, Pablo nos da su versión de los hechos brevemente en una de sus cartas: “En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta guardia en la ciudad de los damascenos con el �n de prenderme. Por una ventana y una espuerta fui descolgado muro abajo. Así escapé de sus manos” (2 Corintios 11:32-33). Esto sí es plausible históricamente. Nos dice él en Gálatas 1:17 que había ido a Arabia (Nabatea) y que, parece que poco tiempo, hizo algo que no le gustó al rey Aretas IV y que desacreditaba a Pablo. Sospechosamente, el apóstol se mantiene en silencio en cuanto a lo que hizo en territorio nabateo y Hechos ni hace alusión al viaje de Pablo a Arabia. El rey Aretas no tenía dominio en Damasco, pero Josefo nos dice que, en un momento dado, aprovechó un vacío político en Roma, producto de la muerte de Tiberio, para atacar el territorio dominado por Herodes Antipas, que, da la casualidad, es cercano a Damasco (Josefo, Antigüedades judías, 1097-1100 (XVIII:109-125); Marcus J. Borg y John Dominic Crossan, El primer Pablo: La recuperación de un visionario radical (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2009), 82-84; Montserrat Torrents, La sinagoga cristiana, 85-86. 49La única excepción que me viene a la mente es Robert M. Price. Otros mitistas académicos como Richard Carrier y Raphael Lataster están en sintonía con el consenso en torno a esta documentación. 19 En una de estas epístolas, Pablo nos dice lo siguiente: Al cabo de tres años [después de unirse al movimiento de Jesús, 35 e.c.] subí a Jeru- salén a conocer a Cefas [Pedro]; y permanecí quince días en su compañía. Y no vi a ningún otro apóstol, sino a Jácobo, el hermano del Señor.50 Pablo utiliza el término “hermanos” en dos sentidos distintos: 1. Para Pablo, los judíos eran “hijos de Dios” por ser el pueblo elegido. Sin embargo, por la muerte y resurrección del Mesías, los gentiles eran adoptados como hijos y, por ende, los cristianos —tanto judíos como gentiles— eran hermanos en Cristo (Mesías). 2. Por otro lado, él utilizaba la frase “hermano del Señor” en un sentido muy particular. Llama la atención que este mismo Jácobo se convirtió en uno de los “pilares” de Jerusalén, los otros siendo Pedro y Juan (Gálatas 2:9). A Jácobo se le menciona primero, factor que parece indicar su primacía. Además, en 2 Corintios 9:5, Pablo defendía sus derechos que tenía como apóstol y mencionaba a otros apóstoles y a “los hermanos del Señor”. Claramente, en este contexto, parece que estos “hermanos del Señor” estaban en una posición de autoridad. ¿Por qué serían estos “hermanos de Jesús” autoridades? ¿Por qué Jácobo llegaría a tener ma- yor autoridad que hasta Pedro y Juan? Es más, ¿por qué, más adelante, Jácobo terminó siendo la autoridad exclusiva?51 La respuesta nos la dan otras fuentes independientes. Por ejemplo, co- mo vimos, Josefo hizo referencia a un Jácobo que era “hermano de Jesús, el llamado ‘Cristo’”. El Evangelio de Marcos hace referencia a que Jesús tuvo hermanos, el primero llamado precisamente Jácobo —los demás fueron Josés, Judas y Simón—.52 El hecho de que Jácobo se mencione primero puede indicar que, de los hijos de José, era el que le seguía al primogénito, Jesús.53 Además, en tradiciones posteriores acumuladas que nos revelan Hegesipo, las Homilías seudoclementinas, el Evangelio de los Hebreos y otros documentos, Jácobo el Justo fue “hermano de Jesús” y también el primer “obispo” —rigurosamente hablando “supervisor”— de Jerusalén.54 En nuestra segunda conferencia abundaré en el hecho de que Jesús alegaba ser el Mesías, “rey de los judíos” y, por ende, futuro rey de Israel. Los romanos se burlaron de él al colocar el famoso letrero que decía “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos” al tope de la cruz para que todo el mundo viera al “rey” humi- llado. Interesantemente, “Rey de los Judíos” es una frase que no fue defendida por el cristianismo del último tercio del siglo I. Muy probablemente, este es un dato histórico embarazoso para los cristianos, especialmente en los escritos evangélicos producidos en lugares dominados por Roma. La combinación de todos estos factores explica perfectamente por qué Jácobo fue la cabeza del movimiento de Jesús en Jerusalén. Según la comunidad jesuana palestinense, Jesús había resu- citado, había sido exaltado como Señor del cosmos y eventualmente regresaría para establecer 50Gálatas 1:18-19. 51Gálatas 2:12; Hechos 15:13-29. 52Marcos 6:3. 53Lucas 2:7. 54Esta última es una evidencia que considero más débil, porque está infestada de elementos legendarios y de la hostilidad del cristianismo judío que persistió contra Pablo el apóstol (Meier, Un judío marginal, 326-327). 20 el Reino de Dios.55 Mientras tanto, ¿quién cuidaría del Reino que ya se había sembrado y estaba germinando en Judea, en Jerusalén? Pues, el hermano del rey, el siguiente en línea después de Jesús, en este caso, Jácobo. Esto era uso y costumbre en las monarquías de la época, no es algo extraño.56 Dado todo este escenario, lo que mejor explica la evidencia que nosotros tenemos disponible es que Jácobo fue efectivamente el hermano de Jesús. Por ende, la hipótesis más razonable es que Jesús verdaderamente existió, porque es la inferencia natural a partir de la existencia, atestiguada en múltiples fuentes independientes, de Jácobo, el hermano de Jesús. Ahora bien, surgen unas objeciones del sector mitista a esta interpretación de los textos. Las más importantes proceden de Richard Carrier. No podré discutir a fondo en esta conferencia una buena parte de los puntos que trata él en sus dos libros —Proving History y On the Historicity of Jesus— dado que entre los dos suman cerca de mil páginas en total. Solamente tomaré algunas de esas objeciones y le responderé. En primer lugar, Carrier explica el contraste entre los “hermanos del Señor” mencionados por Pablo con “los apóstoles” que vemos en 2 Corintios 9:5 a�rmando que efectivamente hay una diferencia. El último es un subgrupo del primero. Pabloestaba quejándose de que no se le reconocieran los mismos derechos de los apóstoles y de los demás “hermanos” creyentes que eran técnicamente hermanos de Cristo.57 En segundo lugar, plantea Carrier que cuando Pablo estaba hablando de los “pilares” de Je- rusalén, entre los que se encuentra Jácobo, se estaba re�riendo más bien al suceso relatado una reunión entre Pablo y Bernabé con los representantes de la congregación jerusalemita en Hechos 11:19-30. Por ende, “Jácobo el pilar” no es el mismo que “Jácobo el hermano de Jesús”, sino más bien el hermano de Juan.58 Aunque esta respuesta es ingeniosa, no es aceptada hoy por el consenso de expertos por bue- nas razones. Nos reiteramos que cuando Pablo habló de sus derechos y los de Bernabé de llevar mujeres creyentes en sus viajes misionales, estaba comparando su situación de liderato con la de los apóstoles y los “hermanos del Señor”. El contexto del pasaje deja entender que varios adversa- rios de los jesuanos judeohelenistas querían aplicar una doble vara a los líderes del grupo misional palestinense y del grupo judeohelenista. Además, la interpretación de Carrier, de que Hechos 11 se re�ere al mismo evento de Gálatas 2:1-10 pierde de perspectiva la línea temporal dada por el mismo Pablo. Si Jácobo el hermano de Juan fue ejecutado por Herodes Agripa, es menester señalar que no pudo haberse dado después del 44 e.c., el año de la muerte del herodiano. Pablo dice que se unió al movimiento jesuano poco antes de su escape en Damasco (ca. 33-35 e.c.). Él también nos dice que su reunión con los “pilares” se dio catorce años después, es decir, mínimo, el 47 e.c o un 55Romanos 1:3-4; 1 Tesalonicenses 5:2-3. 56Craig S. Keener, Galatians. A Commentary (MI: Baker Academic, 2019), Scribd: 270-271. 57Carrier, On the Historicity of Jesus, 582-586. 58En Gálatas 2:1-10, Pablo menciona un acuerdo en torno a una colecta, Hechos 11:27-30 también lo hace. La inferencia natural es que se trata de uno y el mismo acontecimiento. Esto ocurrió antes de la muerte de “Jácobo el hermano de Juan” bajo la espada de Herodes Agripa (Hechos 12:1-2). Además, los evangelios siempre destacan la importancia de Pedro, Jácobo y Juan su hermano, ambos hijos de Zebedeo. Por tanto, nos dice Carrier, es mucho más probable que el Jácobo de Gálatas 2:1-10 se trate del hijo de Zebedeo, el hermano de Juan. Hechos 15 vuelve a presentar a este mismo Jácobo, razón por la que parece que el autor se olvidó de su muerte antes de ese capítulo (Carrier, On the Historicity of Jesus, 372-373, 588-589). 21 máximo del 49 e.c. Tampoco es verosímil que Jacobo “el pilar” no sea el mismo Jácobo “el hermano del Señor” cuando este había sido el único “Jácobo” del que Pablo había hablado en todo el texto de Gálatas. Es por ello que los especialistas en Pablo han concluido que Gálatas 2:1-10 y Hechos 15 se re�eren al mismo acontecimiento porque, además de la colecta, tienen en común muchos otros temas (e.g. el problema de la circuncisión y la observancia del kashrut por los gentiles). La llamada reunión y colección de Hechos 11 probablemente fue una pura fantasía del autor para intentar mostrar una unidad entre las congregaciones de Jerusalén y Antioquía que realmente no existía hasta el año 47 e.c., mínimo.59 Una vez más, estamos ante un intento mitista de ir en contra de la lectura más natural del texto de Gálatas y del epistolario paulino, no para explicarlo de la manera más sencilla posible, sino para salvar la hipótesis de que Jesús no existió. 4.2.2. Los evangelios como fuentes Los estudiosos del Jesús histórico, además de las cartas de Pablo, cuentan también con varios evangelios, los cuatro canónicos y uno no canónico —el Evangelio de Tomás—. Para propósitos de la discusión, nos atendremos a los canónicos, ya que el de Tomás es muy tardío (120-140 e.c.) A través de la crítica neotestamentaria, se ha adoptado la hipótesis de que el primer evangelio en ser redactado fue el de Marcos, escrito aproximadamente alrededor del año 70 e.c. Se escribie- ron los evangelios de Mateo y Lucas aproximadamente para la década del 80 e.c. y �nalmente, el Evangelio de Juan, disponible en su forma �nal para la década del 90 o del 100 e.c. Este es más o menos el consenso entre los estudiosos. Desde el siglo XIX y comenzando el siglo XX, varios estudiosos del Evangelio de Marcos empezaron a darse cuenta de que, lejos de ser un �el relato histórico de Jesús, era una narración bien pensada y estructurada con un retrato construido literariamente del “Mesías”. De hecho, hoy día es ampliamente aceptado que el tipo de narración se parece al de la travesía de un héroe helenístico: el autor relata el “viaje del héroe” —por así decirlo— desde que Jesús fue bautizado hasta que fue cruci�cado y resucitado —ambas cosas anunciadas por el texto y “destinadas” a ocurrir, como suele suceder en la literatura helenística—.60 Aun con eso, la estructura narrativa 59Fredriksen, Pablo el judío, 135-136; Joachim Gnilka, Pablo de Tarso: Apóstol y testigo (Barcelona: Herder, 1996), 302; Gerd Lüdemann. The Acts of the Apostles. What Really Happened in the Earliest Days of the Church (New York: Prometheus Books, 2005), Kindle: “Acts 11:19-30—The Church at Antioch”, “Acts 15:1-29—The Jerusalem Conference and Its Result”; Piñero, Guía para entender a Pablo, 147-152; Vidal, Las cartas auténticas de Pablo 482-488; Senén Vidal, Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos (Santander: Sal Terrae, 2013), Kindle: cap. 2, “2.1.7. Misión de Pedro: 9,32- 10,48”, cap. 8, “Con�ictos en Hechos”. Irónicamente, un autor excelente cuyas obras son recomendadas por Carrier, Richard I. Pervo, concurrió con el consenso en torno a la relación Gálatas 2-Hechos 15 (Richard I Pervo, Dating Acts. Between the Evangelists and the Apologists (Santa Rosa: Polebridge Press, 2006), 79-100). 60Tal vez el autor más destacado en este área sea Dennis R. MacDonald, que cali�ca la narrativa de los evangelistas como “homérica” (Dennis R. MacDonald, The Homeric Epics and the Gospel of Mark (New Haven: Yale University Press, 2000)). A pesar de su admirable obra, muchas veces lleva su tesis demasiado lejos. Los evangelios no tienen todos los elementos homéricos. Por ejemplo, el Evangelio de Marcos no comienza in media res, como suele ocurrir en La ilíada o La odisea, sino por el verdadero comienzo de la travesía: por el bautismo y la infusión del espíritu de Yahveh en Jesús. Como explico en el texto, las narración se compone de lazos de unidades autocontenidas, algo no típico de Homero. En otros casos, uno siente que los supuestos paralelos entre dicho evangelio y, por mencionar una obra homérica, La odisea, son muy forzados. Por ejemplo, MacDonald habla de los paralelismos “sorprendentes” (striking) entre el bautismo de Jesús y la visita de Atenea a Telémaco al comienzo de la obra homérica. Sin embargo, en realidad no son paralelismos —son relatos formal y sustancialmente distintos—, sino puntos de contacto muy 22 del evangelio es muy peculiar, se trata de una cadena de pequeñas narraciones autocontenidas, cada una con una forma interna consistente y que, aparentemente, fueron enlazadas por el autor del Evangelio de Marcos, culminando en el relato de la Pasión, que es toda una unidad textual que circulaba previa al escrito. A estas unidades autocontenidas se les llama “perícopas”. Algunas de estas perícopas parecen provenir del área de Palestina, por contener elementos de arameo o transliteraciones arameas al griego. Si esto es correcto, entonces estos pequeños textos deben tener su base literaria en tradiciones —en general orales, pero algunas también escritas— que debieron haberse originado mucho antes, probablemente entre el 40 al 70 e.c., provenientes de diversas partes del Mediterráneo, incluyendo a Palestina.61 Añadiendo a las fuentes del Evangelio de Marcos, contamos con los evangelios de Mateo y de Lucas, que contienen varios elementos en común debido, piensan los expertos en general, a que redactaron bastante del Evangelio de Marcos y de otro texto —hipotético— conocido
Compartir