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1 F A C U L T A D D E H U M A N ID A D E S Y C IE N C IA S D E L A E D U C A C IÓ N UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Trabajo Fin de Grado Yoga y meditación: Cambios en el cerebro Alumno/a: Nuria Martínez Del Cubo Tutor/a: Prof. Dña. Ángeles Agüero Zapata Dpto.: Psicología Junio, 2020 2 Índice Resumen/Abstract………………………………………………………….……..………....... 3 Introducción……………………………………………………….………………...……..…. 4 Capítulo 1. Yoga y meditación: Origen y Filosofía………………………………………..…. 6 1.1 Las Ocho Etapas del Raja Yoga………………………………………………………..….. 7 1.2 Los Cinco puntos del Yoga……………………………………………………………..… 10 1.3 Hatha Yoga, y Actualidad……………………………………………………………..….. 11 Capítulo 2. Cambios Neurobiológicos y Conductuales derivados del Yoga 2.1Efectos neuroprotectores de la práctica del yoga: plasticidad dependiente de la edad, la experiencia y la frecuencia……………………………………………………………………12 2.2 Práctica de Yoga y modificación de estructuras cerebrales: Hipocampo…………..……...20 2.3 Efecto de un programa de Hatha Yoga en pacientes con enfermedad de Alzheimer………………………………………………………………………………….….21 2.4 Efectos del yoga en el cerebro en relación con el rendimiento motor, la conciencia corporal y el dolor…………………………………………………………………………….....…….. 23 2.5 Efectos del yoga versus caminar sobre el estado de ánimo, la ansiedad y los niveles cerebrales de GABA………………………………………….………………….27 2.6 Hemodinámica cerebrovascular durante la práctica de pranayama…………….………….30 Capítulo 3. Cambios neurobiológicos y conductuales derivados de la Meditación 3.1 Red de modo predeterminado, meditación y tarea activa……...……………………......... 33 3.2 Red de modo predeterminado, meditación y cambios asociados con la edad…..................35 4. Conclusiones....……....…...…………………………………………………………...…... 38 5. Bibliografía…...……..………………………………………………………….………......39 3 Resumen La salud es un tema que preocupa por igual tanto al campo de la ciencia como a la sociedad en general. Son muchos los estudios que han permitido descubrir la relación entre cambios cerebrales y conducta, tanto factores genéticos como ambientales influyen en el curso de una enfermedad y la calidad de vida de quién la padece. Se ha descubierto que algunas técnicas de pranayama (ejercicios respiratorios), asanas (posturas) o meditación (toda una amplia gama), incluidos en la práctica de yoga, aumentan la metaconciencia, la capacidad cognitiva y retrasan el deterioro de algunas estructuras como el hipocampo y la amígdala. Además, puede influir en la regulación del sistema nervioso autónomo, la homeostasis o los niveles de neurotransmisores monaminérgicos, interviniendo en procesos como el sueño, la digestión y alteraciones afectivas o del comportamiento. El yoga se presenta a priori, como una herramienta accesible, adaptable y económica a tener en cuenta. Palabras clave: Yoga, meditación, cambios cerebrales, salud, calidad de vida Abstract Health is an issue that concerns both the field of science and society in general.There are many studies that have revealed the relationship between brain changes and behavior, both genetic and environmental factors influence the course of a disease and the quality of life of those who suffer from it. Some techniques of pranayama (breathing exercises), asanas (postures) or meditation (a whole wide range), included in the practice of yoga, have been found to increase metaconsciousness, cognitive ability and delay the deterioration of some structures such as the hippocampus and the amygdala. Furthermore, it can influence the regulation of the autonomic nervous system, homeostasis or the levels of neurotransmitters monoaminergic, intervening in processes such as sleep, digestion and affective or behavioral changes. Yoga is presented a priori, as an accessible, adaptable and inexpensive tool to consider. Key words: Yoga, meditation, brain changes, health, quality of life 4 Introducción Si hay una razón para que el siglo XXI deba pasar a la historia, es sin duda su alta representatividad en cuanto a avances tecnológicos y científicos. La revista Science define el pasado año 2019 como “un año muy movido a nivel científico, en el que la humanidad ha avanzado a pasos agigantados tanto en la comprensión del universo, como sobre el origen del hombre” (Ingrassia, 2019). Descubrimientos como el origen de organismos multicelulares o los medicamentos encontrados en la lucha contra el ebola; la realización de una fotografía a un agujero negro, o la posibilidad de viajar a miles de kilómetros de la tierra gracias a la Nasa, son algunos ejemplos de ello. Sin embargo y en contraste, es, en este siglo, cuando la ciencia, la medicina y la psicología se enfrentan con una realidad mesurable y alarmante. Frente al espejo de una población envejecida, converge un aumento de población con enfermedades crónicas (hipertensión arterial (19,8%), colesterol elevado (17,9%), obesidad (17,4%) y (7,8%) diabetes) (Figura 1). Figura 1. Aumento de las enfermedades crónicas en %. 1993-2017. Fuente: Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, (2018) Además se ha producido un aumento en problemas del aparato locomotor o cardiovasculares, se incrementan cada día las demandas sanitarias (86,6%), las limitaciones para realizar las actividades de cuidado personal (19,6% >65 años) y discapacidad funcional (movilidad 45,3% y cognitiva 31,3%; >65 años) (Figura 2) según recoge la Encuesta Nacional de salud de España (ENSE), 2017 en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística (INE), 2017. 5 Figura 2. Dificultades para mayores de 65 años expresado por rangos. Fuente: Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, (2018) Respecto a la Salud mental, una de cada diez personas mayor de 15 años declaró haber sido diagnosticada de alguna enfermedad mental, destacando como las más frecuentes: ansiedad (6,7%) y depresión (6,7%). Relacionado con el consumo de psicofármacos encontramos que un 10,7% de la población toma tranquilizantes, un 13,9% relajantes o pastillas para dormir y un 4,8% antidepresivos o estimulantes, (ENSE e INE, 2017). Con todos estos datos sobre la mesa, parece determinante encontrar alternativas o medidas que se sumen a las existentes e impulsar la prevención de la enfermedad para garantizar un curso de vida de calidad y llegado el momento un envejecimiento con garantías. Una de estas alternativas o medidas, objeto de estudio en este trabajo, va en la línea de la psicoeducación hacia la cultura de una mejor calidad de vida. Trabajar en prevención, es a la vez que trabajar en bienestar y salud, un trabajo en economía, dado que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “España tuvo en el año 2018 un gasto en salud mental correspondiente al 4,2% de Producto Interior Bruto Estatal, correspondiente a 40.000 millones de euros” (Albendea, 2018). Incorporar la práctica de yoga de forma temprana tal vez podría considerarse como un factor de protección frente a los daños en el Sistema Nervioso Central (SNC), ya que en esta práctica se cuida a la persona de forma holística (cuerpo, mente, emoción, conducta y realización del ser…) y se le ofrece un alto grado de control sobre su bienestar y autoestima. La orientación de este estudio se va a centrar por tanto, en observar, a través de una revisión de estudios, la relación entre el comportamiento y los posibles cambios cerebrales originados a partir de la práctica de yoga y meditación, tanto en sujetos sanos como en sujetos con distintas patologías, cuya selección responde a las características anteriormente mencionadas; morbilidad y altaprevalencia en la población general, tanto adolescente como adulta. 6 Capítulo 1. Yoga y meditación: Origen y Filosofía Hace falta viajar en el tiempo hasta el año 2.500 antes de Cristo para encontrar en los Vedas, una amplia colección de escrituras de la India, y de forma más concreta, en su última parte, los Upanishads, las primeras referencias al yoga y su filosofía, la filosofía Vedanta. En esta filosofía, sobresale la idea de una realidad o conciencia absoluta conocida como Brahman o creador que subyace en el universo entero (Lidell, Narayani y Rabinovitch, 1983). En este sentido, la conciencia universal representa el estado más elevado de conciencia, y se adquiere cuando el hombre se identifica con su auténtico “Yo”. A través de la evolución de la mente, el hombre camina hacia un estado en el que no existe dualidad, ni objeto ni sujeto, donde el conocedor, el conocimiento y lo conocido son todo una misma cosa. De esta forma, el yogui libera al espíritu o alma de la dolorosa idea de separación y se desvincula de la ilusoria relatividad del tiempo, el espacio y la causalidad. Así, la esencia del Yoga puede percibirse en su definición: “Yoga” significa unión, y se refiere a la cohesión del ser o conciencia individual (el sí mismo) con la conciencia universal (el todo). Su filosofía sostiene que hombres, animales, árboles y tierra son uno, de manera que no puede el hombre dañar a la naturaleza sin resultar dañado él también (Devananda, 1974). En la rueda de la vida y la muerte se representa el continuo de nacimiento y muerte en la que el hombre queda atrapado hasta evolucionar al Ser (Foto 1). Para conseguir sus objetivos el Yoga cuenta con cuatro sendas o caminos principales: 1.-Karma Yoga, conocido como el yoga de la acción desinteresada; 2.- Bhakti Yoga, es el camino de la devoción y la entrega motivada por el amor; 3.- Jñana Yoga, es el Yoga del conocimiento o la sabiduría y 4.- Raja Yoga, es la ciencia del control físico y mental, que ofrece un método global para controlar los procesos de la razón y convertirlos en energía mental, física y espiritual ( Lidell et al., 1983). Foto 1. Rueda de vida y muerte Fuente: oroborus anaphaxeton La rueda de la vida y la muerte simboliza el ciclo de la existencia: El ciclo perpetuo de nacimiento, muerte y renacimiento, del cual el hombre se libera cuando alcanza la plena realización del Ser. 7 1.1 Las Ocho Etapas del Raja Yoga En “The New Book of Yoga” (El Nuevo Libro de Yoga) (Lidell et al., 1983), se describe un secuencia de ocho hitos o etapas que sirven de guía al neófito en el aprendizaje del yoga y lo va introduciendo en el conocimiento de los distintos aspectos bajo los que se enmarca el más practicado entre todos los tipos de yoga; el Raja Yoga (Yoga de las ocho etapas). Esta secuencia o escalera de ocho etapas por los que ha de pasar cualquier persona que busque la liberación de la enfermedad de la mente y el cuerpo son: (1) Yamas: (Restricciones) Nos ofrece una visión sobre nuestra relación con nosotros mismos a través de una serie de limitaciones que pretenden destruir nuestra naturaleza inferior. Son 5: 1. Ahimsa: No violencia, no agredir o hacer daño físico, mental o verbalmente. 2. Satya: Veracidad; se contempla la mentira sólo en aquellos casos en que decir la verdad haga daño y esa mentira no vulnere ningún derecho fundamental. 3. Brahmacharya: Control de los sentidos, enfocada en lo divino, el amor Universal, la mente se aleja de los deseos y necesidades de los sentidos. 4. Asteya: No robar, codiciar ni ser celoso de lo ajeno. 5. Aparigraha: No aceptar sobornos ni regalos que impliquen coacción o manipulación. (2) Niyamas: (Observaciones) Se refiere a nuestra relación con el mundo exterior, sirven de pautas preliminares ante cualquier situación o acontecimiento (5): 1. Saucha: Pureza externa e interna. 2. Santosha: Contentamiento en las distintas situaciones y experiencias. 3. Tapas: Austeridades, o sencillez, reducir las necesidades, contener a la mente cuando se vuelva caprichosa para reducir la esclavitud hacia los objetos. 4. Swadhyaya: Estudio de las escrituras. 5. Ishwara-pranidhana: Rendición del ego, adoración de lo Divino. Las Yamas y Niyamas juntas reflejan un alto comportamiento moral, y una conducta respetuosa con todo lo que nos rodea, personas, animales, cosas. Así, en esa armonía la mente se eleva y purifica para la meditación profunda. (3) Asanas: (Asiento o postura inmóvil.) Las asanas se dividen esencialmente en dos grupos: Posturas de meditación (4), padmasana, siddhasana, Swatiskasana y sukasana (foto 2) o posturas culturales (foto 3). 8 Foto 2. Padmasana Fuente: Espacio yoga.com Es importante resaltar la diferencia entre los ejercicios de yoga y los ejercicios físicos comunes, ya que estos últimos ponen el énfasis en los movimientos violentos de los músculos, mientras los ejercicios de yoga se oponen a ello, proporcionando así, un mayor aporte de oxígeno y evitando la sensación de cansancio mientras se actúa sobre ellos. En el Yoga, todos los movimientos son lentos y progresivos, y van acompañados de respiración adecuada y relajación, de esta forma se evita que el corazón soporte una tensión extra y se le proporciona un estímulo adecuado. Se sabe que la práctica de asanas ayuda a fortalecer el sistema endocrino y a manejar las emociones (Devananda, 1974). Entre las posturas (asanas) inmóviles más conocidas encontramos la postura sobre los hombros, el arado, la postura sobre la cabeza, la flexión adelante, el pez, triángulo... Foto 3. Ejemplos de asanas (posturas inmóviles) Fuente: Blog.fiatc.es (4) Pranayama: (Control de la energía vital) Corresponde a un conjunto de ejercicios respiratorios que mejoran la capacidad pulmonar, ayudando al equilibrio y regulación de los niveles internos de oxígeno y dióxido de Padmasana, también llamada la postura del loto es una de las asanas indicadas para meditación. Las personas con dificultades físicas pueden meditar sentándose en una silla. El requisito fundamental es mantener la espalda recta y apartar la mente de los deseos y pensamientos negativos. 9 Carbono. Entre los más comunes está Kapalabatti (se realiza la exhalación de gran cantidad de aire) y Anuloma Viloma o respiración alterna (fotos 4,5). Además de los beneficios físicos, aporta un estado de calma mental que sirve de preparación a la meditación. Los practicantes de yoga lo llaman manejo de la energía vital porque “prana” en sánscrito significa energía. Foto 4. Posición de la mano Foto 5. Ciclo respiración alterna Fuente: Lidell et al., (1983) (5) Pratyahara: (Retracción de los sentidos de los objetos) La persona que se afana constantemente en adquirir toda clase de objetos vivirá en un continuo desequilibrio y desazón y no tendrá descanso ni paz mental, y así no alcanzará un estado de meditación, objetivo del practicante de Yoga. (6) Dharana: (Concentración) En este paso el estudiante va tratando de focalizar la mente en una idea o referencia divina, puede ser también un maestro o un elemento de la naturaleza, o cualquier otro elemento de carácter filosófico (Dios, la naturaleza, el amor, la amistad,...), la idea es reducir todos los pensamientos a uno solo, manejar la mente hacia ese nivel. (7) Dhyana: (Meditación) Aquí el estudiante ya no tiene que esforzarse por enfocar la mente porque ocurre de forma natural, sin lucha, hay fijación en un sólo objeto. La meditación se da como un flujo inquebrantable de pensamientos hacia lo divino, excluyendo cualquier otra percepción sensorial. (8) Samadhi: (Estado de Superconciencia) Es un estado sublime que sobrepasa toda descripción. Está más alláde las capacidades de la mente puesto que trasciende el tiempo, el espacio y la causación. Para el practicante de yoga comprometido supone la meta de toda existencia. La liberación del dolor y de necesidades mundanas es la forma en que se puede distinguir a un practicante que ha alcanzado ese estado. 10 1.2 Los Cinco puntos del Yoga Sin embargo, el principiante que no se vea con la suficiente capacidad o ánimo para enfrentarse a las dificultades de una completa y verdadera vida de yogui puede sin duda apoyarse en cinco sencillos pasos y disfrutar de sus beneficios para acrecentar su calidad de vida; Los cinco puntos del yoga (Devananda, 1974): 1. La relajación adecuada: Cualquier persona que se levante temprano por la mañana para comenzar a realizar un trabajo, sea del tipo que sea, va a provocar en su organismo un considerable gasto energético con su correspondiente sensación de cansancio al final de la jornada. Tanto las acciones como las emociones o los pensamientos suponen un gasto de energía y cierto grado de tensión. La relajación está indicada para liberar tensiones y reparar energía, ofreciendo una sensación de descanso y bienestar. Además enfría el organismo tras un trabajo físico y mental excesivo, y ayuda así a recargarlo de forma natural 2. La respiración adecuada: El cuerpo almacena su gran potencial de energía en el plexo solar, a través de ejercicios respiratorios específicos (pranayama) libera esta energía y se fortalece física y mentalmente. 3. El ejercicio adecuado: Las asanas (posturas) son el principal medio para influir metódicamente sobre todas las partes del cuerpo, músculos, articulaciones, columna y huesos, tendones, fascias... Estirando, tonificando y manteniéndolos flexibles, de forma moderada, se consiguen los beneficios de cualquier otro ejercicio, a la par que aumenta la cantidad y el tiempo de duración de oxígeno en la sangre sin que el corazón o el sistema nervioso tengan que sufrir por ello ninguna alteración. 4. La dieta adecuada: Nutritiva y equilibrada, a base de alimentos naturales y frescos, ideal para prevenir las enfermedades y fortalecer la salud. La dieta yóguica es fundamentalmente vegetariana por respeto a las escrituras (Ahimsa, no matar). 5. El pensamiento positivo y la meditación: La verdadera meditación consiste en liberarse de las garras de los sentidos y de la mente inferior. Por definición es trascendental, osea, se trata de trascender los temores, deseos, ansiedades y emociones negativas. Es un estado donde no hay dualidad ni conciencia de cuerpo o mente. El conocedor se funde con el conocimiento y lo conocido, ahí radica su belleza (Devananda, 1974). 11 1.3 Hatha Yoga y Actualidad Aún cuando el yoga no fue concebido como una terapia, se han encontrado evidencias de que sus técnicas benefician tanto al cuerpo como a la mente y aumentan la capacidad de resistencia del sistema inmune. La modalidad de Yoga más extendida actualmente en América y Europa se conoce con el nombre de Hatha Yoga o Yoga Físico y mental y está incluido en el Yoga de las ocho etapas (Raja Yoga). No hay límite de edad para la práctica de Yoga, niños, adolescentes, adultos y mayores pueden beneficiarse de sus técnicas adaptándolas previamente, a la etapa de vida en la que se encuentre y sus posibilidades cuando comience la práctica. Los ejercicios físicos y respiratorios junto con la relajación van a mejorar tanto el sistema nervioso como el respiratorio o el endocrino, sin olvidar el osteolocomotor. Además de las asanas y pranayama, el hatha yoga incluye técnicas de limpieza del cuerpo (shatkarmas o Kriyas) y técnicas de aprovechamiento de la energía (mudras o bhandas). Estas técnicas centradas en la atención, se indican para prevenir desórdenes, regular las funciones corporales, estabilizar principios vitales y desarrollar la conciencia. A nivel psicológico, el yoga funciona como una toma de conciencia de las sensaciones corporales y las emociones, el yogui aprende a descubrir sus condicionamientos internos, el caos y la confusión de su mente, los observa imparcialmente y los transforma. Para los yoguis la enfermedad es una ruptura del equilibrio energético, debido a malos hábitos, pensamientos nocivos o actitudes desequilibradas (Calle, 2011). En E.E.U.U lo practican más de veinte millones de personas por distintas razones, aumento de energía (66%), para mejorar la respuesta inmune (50%), como mantenimiento de la salud y prevención de enfermedades (28%), dolor de espalda (20%), artritis (6%) y estrés (6%), estando considerado como una modalidad asequible para aliviar estas situaciones a un bajo costo. A través de esta conexión cuerpo-mente, la práctica de yoga ha sido contemplada como una modalidad de tratamiento para el dolor segura y efectiva en personas con dolor crónico y persistente que habitualmente suelen huir de tratamientos que exigen movilidad por la ansiedad que les genera (Rivest y Boudrias, 2019). En estudios recientes se ha comprobado que la meditación reduce la actividad cerebral. Aunque hay estudios que comparan la meditación con el descanso, otros sin embargo han contrastado los resultados entre grupos control en reposo y los patrones de actividad de meditadores (Garrison, Zeffiro, Scheinost, Constable y Brewer, 2015). 12 Capítulo 2. Cambios Neurobiológicos y conductuales derivados del Yoga 2.1 Efectos neuroprotectores de la práctica del yoga: plasticidad dependiente de la edad, la experiencia y la frecuencia (Villemure, Čeko, Cotton y Bushnell, 2015). El hecho de que una práctica oriental y milenaria como el yoga, se realice cada vez más en occidente (citado en Villemure y Cols.), parece relacionarse con la variedad de estilos que ofrece la práctica de hatha yoga (ejercicio físico, ejercicios respiratorios, meditación y canto de mantras), y de los beneficios que para la salud se pueden obtener de ellos, tales como mejorías en situaciones depresivas, afecciones dolorosas, estrés y ansiedad (citado en Villemure y cols.). Explorando los efectos de la práctica de yoga a largo plazo, se ha podido demostrar que los practicantes con una larga experiencia en yoga tienen un mayor volumen de materia gris (GM) cerebral que los controles igualados. Estos cambios se han observado en regiones como el hipocampo, las cortezas somatosensoriales primaria y secundaria (S1, S2), la corteza orbitofrontal (OFC), corteza prefrontal medial, giro temporal superior, cerebro, la corteza insular, corte cingulado anterior y posterior (ACC y PCC) y las cortezas parietales inferiores y superiores, lo que a nivel funcional produce mejoras en una amplia gama de tareas cognitivas y habilidades motoras (citado en Villemure y cols.). Igualmente, una revisión de la literatura desveló que la actividad física, una mayor amplitud cardiorespiratoria y la meditación se asociaron de forma consistente con mayor volumen hipocampal y materia gris (GM) prefrontal (citado en Villemure y cols.). Proteger el hipocampo es de vital importancia ya que entre sus funciones destaca la de intervenir en procesos de retención y consolidación de la memoria, principalmente en el desarrollo de aprendizajes. Estos procesos de memoria están asociados a un patrón de ondas lentas y angulares (LIA) que aparecen durante el sueño No Rem, en el descanso. Sin embargo otro patrón de ondas, las ondas theta son las responsables de los procesos de inhibición que ocurren en situaciones de miedo y ansiedad (Gratacós, M., 2019) (Foto 6). Foto 6. Hipocampo en color rojo Fuente: lifeder.com De forma reiterada se ha encontrado asociación entre la práctica de meditación y un mayor tamaño del hipocampo (citado en Villemure y cols.) 13 Para poder replicar los resultados que confirmaran que los cambios en materia gris son dependientes de la práctica de yogay que a su vez, estos cambios estaban condicionados con el tiempo de práctica semanal, la experiencia en años y la edad de los practicantes, se realizó un estudio tomando población para un grupo yoga y para un grupo control con el comparar los resultados obtenidos a través de imagen de resonancia magnética. La Junta de Revisión Institucional de la Universidad McGill aprobó el estudio en el que participaron 14 practicantes de yoga con experiencia (datos obtenidos de la población descrita en el estudio de Villemure et al., 2013) y 14 controles (anuncios publicados en los clasificados en McGill) físicamente activos, que se emparejaron de forma individual con los yoguis respecto a la edad, índice de masa muscular, sexo, manos, educación y nivel de ejercicio fuera del yoga. Se entrevistó a los sujetos telefónicamente (Figura 3) para conocer el número de años de experiencia, horas de práctica semanales, horas de enseñanza y/o práctica personal, y las proporciones de tiempo dedicados a los distintos componentes de la práctica, ejercicios físicos y respiratorios, meditaciones (también los cantos) incluidas en yoga. Además, como parte del estudio, los sujetos participaron en una sesión de exploración anatómica de diez minutos en la que estaba incluida la Imagen de Resonancia Magnética (IRM) y una exploración de 15 minutos de imágenes de tensión de difusión (DTI). Figura 3. Reparto de los 3 componentes. Fuente: Villemure et al., (2015) Buscando la relación entre los cambios en el cerebro y la experiencia en años de práctica (Figura 4) controlando la edad, y a través de regresiones de morfometría basada en voxel (VBM) de todo el cerebro, encontramos que la duración de la práctica de yoga (años) se asocia . Reparto de práctica de yoga distribuida en tres componentes: posturas, respiración y meditación. Posturas Respiración Meditación Eje de Abcisas: número de sujetos: 14. Eje de Ordenadas: Distribución en total de práctica de yoga en horas a la semana. Sólo incluye la práctica personal. 14 con mayores niveles de GM en la ínsula izquierda, el opérculo frontal izquierdo, el giro temporal medio derecho y la corteza orbitofrontal izquierda. Figura 4. Relación edad/ % materia gris. Fuente: Villemure et al., (2015). Los hallazgos que relacionan años de experiencia en práctica de yoga y mayor volumen de materia gris, se identifican mayormente en áreas con lateralización izquierda. Parece que el prosencéfalo izquierdo está asociado con la alimentación de energía, la actividad parasimpática, la relajación, los comportamientos de aproximación y las emociones orientadas al grupo (afiliación), mientras que el prosencéfalo derecho se asocia con el gasto de energía, la actividad simpática, la retirada de excitación en el comportamiento aversivo y las emociones orientadas a la supervivencia como indviduo (citado en Villemure et al., 2015). Esto sugiere, que la acumulación de años de práctica de yoga, va orientando el cerebro hacia una prevalencia de activación parasimpática y estados emocionales más positivos. Por otro lado, más horas de práctica semanal se asociaron con aumentos en el volumen de GM en el S1 / SPL derecho, hipocampo izquierdo, precuneus / PCC de línea media y córtex V1 derecho. En el análisis de las variables se observó que entre un 41 y un 45% de los resultados se explicaba por la combinación de posturas de yoga y meditación, mientras que en el caso de las variaciones de estructuras como el hipocampo, los cambios se debían en su mayoría a la meditación. Además, se observó que la combinación de ejercicios respiratorios con ejercicios de meditación contribuyeron al tamaño máximo de V1. Los resultados se obtuvieron llevando a cabo una serie de pruebas tales como la morfometría basada en voxel (VBM) para comparar las imágenes anatómicas (figuras 5 y 6), un análisis de regresión común, análisis de correlación adicional, y distintas correlaciones de Pearson en SPSS PASW Statistics 18.0, con las que los investigadores examinaron también, qué aspectos de la práctica de yoga predicen mejor los volúmenes de MG de las áreas del Círculo negro y línea continua- Grupo Yoguis. Círculo hueco y línea discontinua Grupo Controles. Eje de abcisas: Edad de los participantes. Eje de ordenadas: Porcentajes totales de materia gris. Relación edad/materia gris. 15 cerebro (Corteza Orbitofrontal izquierda, Opérculo frontal izquierdo, La ínsula izquierda y Giro temporal medio derecho). Figura 5. Relación práctica (años)/ regiones Figura 6. Relación práctica semanal y cerebrales activadas cambios cerebrales según práctica. Fuente: Villemuere et al., (2015) Las posturas de yoga, los ejercicios respiratorios y la meditación contribuyeron de distinta manera a los cambios estructurales de las cuatro áreas del cerebro asociadas con la cantidad de práctica de yoga semanal, conforme a las distintas índoles de procesamiento que tiene lugar en esas áreas. Los hallazgos relacionados con la experiencia se correlacionaron mayormente con cambios lateralizados en el área izquierda de las estructuras. De acuerdo con lo citado en Villemure et al., (2015), el GM global del cerebro disminuye con la edad y en esa dirección apuntaron los datos obtenidos en este estudio respecto a los grupos control, sanos y activos físicamente que mostraron descenso, no fue así en el grupo de yoguis, lo que sugiere que la práctica de yoga puede ofrecer efectos neuroprotectores contra la pérdida de GM relacionada con la edad. 16 No obstante, el haber obtenido estos resultados a través de estudios transversales representa en sí mismo un obstáculo para atribuir estas diferencias entre grupos a la práctica de yoga como evidencia empírica, ya que también se contempla la posibilidad de que determinadas personas con estructuras cerebrales concretas se sientan atraídas por la práctica de yoga. En otro estudio sobre efecto de la práctica de yoga y meditación relacionado con el tamaño de la amígdala derecha (Gotink, Vernooij, Ikram, Niessen, Krestin, Hofman, Tiemeier y Hunink, 2018), en Holanda (Países Bajos, 1990), se reclutó a una población de 14.926 sujetos de 45 años en adelante, con el objetivo de estudiar las causas que pudieran determinar la enfermedad de adultos mayores (citado en Gotink et al., 2018). Este estudio recibió el nombre de “Estudio de Rotterdam” y se planteó como una cohorte poblacional en curso, por lo que cada dos o tres años todos se sometían a exámenes físicos y psicológicos. A partir de 2005, a los sujetos que cumplían con los requisitos, se les realizó un examen con Imagen de Resonancia Magnética (IRM), para observar los cambios cerebrales que se hubieran producido y fueran atribuibles a efectos de la edad (citado en Gotink et al., 2018). Para los análisis transversales fueron examinados 3.742 individuos en el centro de investigación, entre 2008 y 2013. Los criterios de exclusión se referían a la prescripción de diagnóstico de accidente cerebrovascular clínico, Parkinson y demencia (n=34). Los sujetos incluidos se sometieron a una resonancia magnética del cerebro y respondieron a un único cuestionario de meditación y práctica de yoga, en el que estaban implícitos los ejercicios respiratorios y en el que se preguntaba si la práctica de yoga elegida ayudó a sobrellevar el estrés. Con el criterio “menos de una hora de práctica a la semana o menos de un año de experiencia” se asignaba a los individuos al grupo control, y con “más de una hora a la semana o más de una año de práctica y experiencia se les asignaba al grupo “profesionales”. Se tuvieron en cuenta variables demográficas como el volumen intracraneal total, los factores de riesgo cardiovascular (índice de masa muscular, presión arterial, medicación antihipertensiva, colesterol,consumo de tabaco y alcohol, triglicéridos) y el funcionamiento psicológico, todas ellas como posibles variables que pudieran afectar a las medidas de la estructura cerebral para evaluar la relación entre volumen de la amígdala y el hipocampo y la práctica de yoga y meditación (citado en Gotink et al., 2018) . A través de las correspondientes escalas, se registraron los síntomas depresivos y niveles de ansiedad. Entre las características de los participantes, en el momento de la resonancia magnética la edad media era de 64,1 años y el 55% de los sujetos mujeres. Informaron haber 17 participado en alguna de las formas de práctica 588 (15,7%) individuos, poniendo un punto de corte de 1 hora por semana estaban 289 (Tabla 1), 98 sujetos practicaron yoga o movimientos similares y 75 realizaron ejercicios de respiración. Entre los que habían participado en más de una práctica se contaron 43 participantes, si bien, la meditación se contabilizó como la práctica más frecuente con una muestra de 159 participantes. En las fotos (7,8) se muestran dos ejercicios fáciles indicados para flexibilizar la espalda en personas con dificultades. Tabla 1. Tipos de práctica, duración media y horas semanales de cada tipo Meditación Yoga Ejercicios de respiración N 0 1 h semanales 96 37 106 N 1 2 h semanales 83 69 36 N > 2 h semanales 76 29 39 Duración media. Años 14,9 (15,5) 11,2 (10,6) 13,7 (13,2) (SD) N (%) 159 (55%) 98 (34%) 75 (26%) Algunos participantes realizaron más de una práctica (por ejemplo, meditación y yoga. Único N = 289, único total N = 588) a Corte: practique 1 hora o más por semana Foto 7. Indicadas para dificultades de espalda Foto 8. Fuente: Calle, (2011) En comparación con las personas que informaron ninguna forma de práctica (ni yoga ni meditación), las que informaron una forma de práctica tenían una educación superior, el 73% eran mujeres y menores de 61 años. Aunque los participantes asignados al grupo “profesionales” (más de una hora de práctica a la semana y/o más de un año de experiencia) presentaban niveles más altos en las variables estrés y depresión, el 90% de ellos informaron que realizar sus prácticas les había 18 ayudado a combatir el estrés. Sin embargo, no hubo diferencia entre grupos en la variable ansiedad. En cuanto a los síntomas depresivos, eran significativamente más altos en meditadores pero no en practicantes de yoga o ejercicios de respiración. Esto se contradice con lo encontrado en estudios previos con muestras más pequeñas donde se halló que el yoga y la meditación reducen el estrés, la depresión y la ansiedad y mejoran localidad de vida (citado en Gotink et al., 2018), lo que nos puede llevar a pensar, que el tamaño de la muestra en este caso es demasiado grande tanto para poder realizar un buen seguimiento de los sujetos (lo que se confirma al comprobar que sólo se tomaron medidas de estrés una vez, y no había datos para el análisis longitudinal) como de su forma de realizar las prácticas de yoga. Se muestran (tabla 2. análisis transversales yoga/volumen, (n= 3742), entre 2008 y 2013) (Tabla 3. análisis longitudinal, tras cinco años, n= 2397) las mediciones del hipocampo y la amígdala en distintas situaciones temporales. Tabla 2. Análisis transversales. Tabla 3. Análisis Longitudinal. Fuente: Gotink et al., (2018) En cuanto a los cambios estructurales, en el análisis longitudinal nos encontramos una reducción significativa en el volumen de la amígdala y un mayor tamaño del hipocampo. Aquí si encontramos coherencia con la literatura, que sostiene que un tamaño menor de la amígdala se asocia con menores niveles de estrés y ansiedad y un mayor tamaño del hipocampo con mejoras de la memoria, relacionado con la práctica de la meditación. Por tanto hay que valorar tanto el sesgo información, como el efecto de muerte experimental, a lo que se suma que el cuestionario que evaluó la cantidad de práctica de yoga y meditación lo hizo retrospectivamente y que no se pasó cuestionario completo y validado 19 sobre depresión, sino una escala Likert con un sólo ítem, sin olvidar la dificultad de realizar un seguimiento a una muestra tan grande. Por otro lado, la avanzada edad de la muestra y el gran periodo que comprende el estudio, supone por sí misma otra de las limitaciones, ya que los sujetos podrían no estar tan motivados para participar y mostrar una respuesta estructural diferente frente a la de los participantes más jóvenes a causa de la disminución de la plasticidad cerebral. Probablemente, la actividad física, que funciona como intermediario en esta asociación, no se tuvo en cuenta como sugiere la metodología de inferencia causal (citado en Gotink y cols). A pesar de las limitaciones, este gran estudio ofrece una dirección para seguir investigando sobre las relaciones de la práctica de yoga y los cambios que produce en las reducciones de estrés, ya que los participantes indicaron haber percibido un descenso en estrés y un mayor bienestar con la práctica. Se ha demostrado que la práctica de yoga y meditación, reducen la ansiedad, la depresión y el estrés, hecho que per se mejora la calidad de vida Es difícil ofrecer un resultado causal para las variables planteadas en el estudio, ya que el contexto en el que se realiza es complejo. La influencia de los factores estresantes acumulados a los largo de los años hasta la vida adulta parecen tener un efecto creciente sobre el volumen de la amígdala y un efecto decreciente sobre el tamaño del hipocampo (Foto 9) que correlaciona con la edad (citado en Gotink et al., 2018). Foto 9. La amígdala cerebral y el hipocampo Fuente: lifeder.com La amígdala es una estructura que parece estar involucrada en el estrés y la ansiedad a través de su conexión con la corteza orbitofrontal encargada de los procesos de adaptación y aprendizaje y las relaciones estímulo respuesta dependientes del contexto por lo que estaría involucrada con situaciones de lucha o huida, añadiéndole el valor emocional a la información sensorial recibida, de ahí su importancia en procesos de ansiedad, estrés y depresión. 20 2.2 Práctica de Yoga y modificación de estructuras cerebrales: Hipocampo (Hariprasad, Varambally, Shivakumar, Kalmady, Venkatasubramanian, y Gangadhar, 2013). Los bajos niveles de materia gris en el hipocampo son un claro indicador de deterioro cognitivo y funciona como factor predictor de demencias tipo Alzheimer, sin embargo, no todos los mayores tienen que terminar presentando esta patología. Es posible hacer un seguimiento preventivo observando los cambios que se van produciendo longitudinalmente y reducir así, la vulnerabilidad de esta estructura asociada al envejecimiento e implementar programas que retrasen este deterioro (citado en Hariprasad et al,. 2013). Con una pequeña muestra de siete personas mayores (4 hombres y 3 mujeres), sanas, en un rango de edad comprendida entre 69 y 81 años y residentes en hogares para mayores se implementó un programa bajo consentimiento informado en el que se prestaron a realizar pruebas de resonancia magnética antes y después de 6 meses de prácticas de hatha yoga. En el programa, que realizaron los siete sujetos de la muestra, cinco días a la semana durante una hora de duración estaban incluidos: ejercicios físicos adaptados (asanas), ejercicios respiratorios (pranayama) y meditación (El instituto Nacional de Salud Mental y el Comité de Ética de Neurociencia aprobaron el estudio). Los resultadosde este estudio se basan en la comparación intersujeto de las pruebas pre y post intervención. Se concluyó que tras seis meses de práctica de yoga se había producido un aumento en el volumen de materia gris hipocampal, pero no en la corteza occipital. No obstante, este estudio adolece de serias limitaciones; sumado al escaso tamaño de la muestra, encontramos la falta de un grupo control, la ausencia de evaluación de algunos parámetros neurobiológicos, como el neurotrófico BDNF, y la realización de correcciones de comparación múltiple. También se esperaba una correlación conductual/ funcional con el efecto neuroplástico observado. Sin embargo y a pesar de estas limitaciones, se puede concluir que practicar yoga y meditación reduce la vulnerabilidad de esta estructura por efectos del envejecimiento. Además, hay evidencias de que también en adultos mayores sanos se van produciendo reducciones de materia gris en el hipocampo, en torno al 1-2% anual (citado en Hariprasad et al. ,2013), lo que sugiere que la práctica de yoga podría contemplarse como una medida protectora y de prevención. En cualquier caso, dada la aceptación cultural del Yoga, podría explotarse como intervención de salud pública para combatir la neuro-senescencia y enfermedades asociadas. 21 2.3 Efecto de un programa de Hatha Yoga en pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA) (Rodríguez, Meneses, Quintero y Rodriguez, 2017). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2012 “Amnesia, anomia y apraxia, son tres de los síntomas más característicos de la enfermedad de Alzhemier (EA), que prospera por una combinación de factores ambientales, genéticos y de estilos de vida, asociado a la vejez, pero que se puede desarrollar a cualquier edad”. La enfermedad de Alzheimer pertenece al grupo de las demencias y hasta hoy no tiene cura, por ello, tanto los tratamientos farmacológicos como los no farmacológicos van dirigidos principalmente a mejorar la calidad de vida y aliviar los síntomas. Los resultados de estudios epidemiológicos recomiendan programas de actividad física para personas diagnosticadas de EA (adaptados a la etapa) por la vinculación demostrada entre actividad física y funcionamiento cognitivo (OMS, 2012) ya que se ha observado que aumenta el estado de ánimo, la movilidad, el equilibrio y reduce el riesgo de caídas. También mejora la resistencia cardiorespiratoria, la densidad ósea, la fuerza muscular, la calidad del sueño, la funcionalidad e interacción social, y además se disminuyen los problemas del comportamiento y alteraciones emocionales (citado en Rodríguez y cols.). Los efectos del ejercicio en EA se explican por los cambios metabólicos y neurológicos que producen en la corteza frontal e hipocampo: disminuyendo la producción anómala de proteína β-amiloide, además y de forma muy general, incrementando la circulación sanguínea en los lóbulos frontales, temporales y parietales, y propiciando el crecimiento de capilares en la corteza motora primaria. Asimismo, el ejercicio favorece la regulación de óxido nítrico, los factores asociados al crecimiento nervioso, el aumento de neurotransmisores, los niveles de calcio y la síntesis de dopamina. También, incrementa la producción de endorfinas, hormonas vinculadas a sentimientos de bienestar, que por tanto actúan como protector ante situaciones de depresión (citado en Rodríguez et al., 2017). Respecto al Hatha Yoga, su práctica se basa en programas que incluyen tres componentes básicos: asanas, que podrían considerarse el componente de ejercicio físico (movimientos lentos y conscientes), pranayama, un componente que trabaja y mejora la capacidad respiratoria, y ejercicios de meditación, como componente dirigido a enfocar la atención (dhyana). El Yoga disminuye el arousal (activación cerebral), la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y facilita la respiración (citado en Rodríguez y cols.). 22 Diversos estudios han puesto de manifiesto que la práctica de hatha yoga puede aumentar los niveles de dopamina endógena en el estriado ventral y los niveles de GABA talámico (citado en Rodríguez y cols.). Los autores, para este estudio, tomaron una amplia muestra de 20 hombres y 41 mujeres con una media de edad de 76,9 años. Todos con diagnóstico de Enfermedad de Alzheimer (EA) y deterioro cognitivo global leve (36%). El programa se compuso de 32 sesiones de una hora de duración tras la cual se obsequiaba con un refresco a los participantes y una ayuda para transporte. Las sesiones estaban distribuidas en un tiempo de concentración/concienciación en la que se les pedía mantenerse concentrados en el aquí y ahora a través del seguimiento continuado del flujo de la respiración, unos ejercicios de calentamiento previos a las posturas, combinadas para realizar de pie, sentado o acostado, cuyo objetivo era proporcionar flexibilidad y fortaleza progresivamente, y unos ejercicios de relajación en los que revisar y aflojar la musculatura, con un cierre final de observación general del cuerpo. Para evaluar el efecto de este estudio cuasi experimental de medidas repetidas (pre, post y seguimiento) se utilizaron escalas de Calidad de Vida y otros instrumentos. Como resultado se obtuvo que entre pre y post tratamiento se incrementaron las puntuaciones en Calidad de Vida y atención, pero dichas medidas no se mantuvieron 6 meses más tarde, tras la intervención (figura 7). En el análisis de medidas repetidas (ANOVA) no se encontraron diferencias significativas en ninguna variable, sin embargo en el análisis cualitativo de ocho grupos focales de pacientes y cuidadores se percibieron cambios positivos en pacientes respecto a estado de ánimo, atención, memoria episódica y procedimental. Como conclusión se infiere que para mayor eficacia hay que realizar tratamientos más largos. Figura 7. Seguimiento pre y post y seis meses sin tratamiento. Fuente: Rodríguez et al., (2017) 23 2.4 Efectos del yoga en el cerebro en relación con el rendimiento motor, la conciencia corporal y el dolor (Rivest y Boudrias, 2019) En occidente, recientemente ha crecido el interés científico por conocer los efectos de la práctica del yoga. Se cuentan más de 20 millones de seguidores en E.E.U.U donde algunos admiten practicarlo porque les proporciona energía (66%) y otros le atribuyen una mejora para el sistema inmune (50%). En una encuesta a la población el 28% reconocieron practicarlo como una herramienta preventiva de salud, por dolor de espalda (20%), artritits (6%) o estrés (6%) (citado en Rivest y Boudrias, 2019). Tradicionalmente, el dolor musculoesquelético crónico era tratado con ejercicio físico, sin embargo, no es fácil conseguir la adhesión al tratamiento ya que las personas con esta patología asocian el movimiento/ejercicio con miedo a más dolor, y les hace vivir la experiencia con ansiedad e ideas catastróficas. A ese respecto, el yoga les proporciona flexibilidad y amplia capacidad de adaptación, y es este hecho, lo que lo convierte al yoga en una forma efectiva y segura de aliviar el dolor a través de la conexión cuerpo-mente y la mejora en conciencia corporal (Villemure et al., 2015). Por todo ello, se plantea la posibilidad de contemplar la práctica de yoga como una modalidad para tratar diversas afecciones crónicas, dolor o trastornos neurológicos, ya que disminuye el miedo al movimiento, alivia el dolor, normaliza la respuesta al estrés y mejora la conciencia del cuerpo. Además, se plantea como un enfoque prometedor, porque su implementación se puede hacer tanto en contexto comunitario como clínico, individualmente y en grupo, y todo ello a un bajo costo. Aquí presentan los autores una amplia revisión de la literatura narrativa que incluye 32 artículos. De ellos, 10 están relacionados con el rendimiento motor, 14 con la conciencia corporal, y 8 con el dolor.El objetivo era observar los marcadores cerebrales en relación con cada uno de los aspectos estudiados (rendimiento motor, conciencia corporal y dolor) conjuntamente y por separado y el efecto de la práctica de yoga. El principal criterio de inclusión fue que los artículos debían asociar los efectos del yoga con medidas cerebrales validadas, osea, medidas de neuroimagen o electrofisiológicas. También se incluyeron como marcadores cerebrales los niveles de cortisol salival, ya que se usan para evaluar la actividad y el ritmo secretor del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal. Con todo, se buscó que estas medidas mantuvieran una adecuada relación con los criterios objetivo de estudio (rendimiento motor, dolor y conciencia corporal y práctica de yoga). 24 A cerca de la tradición yóguica, se incluyeron los artículos referentes a los ocho pasos que describe Patanjali en sus 8 sendas o caminos (Yamas, Niyamas, Asanas, Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi, descritos en la introducción de este trabajo) y a una muestra de participantes (para la práctica de yoga) adultos y sanos o aquellos que sufrieran alguna forma de dolor musculoesquelético. En esta revisión narrativa se discuten los efectos del yoga en torno a tres situaciones particulares, que para mayor comprensión se van a reflejar en los siguientes puntos de forma individual y como conclusión final de forma conjunta. Los efectos del yoga en el cerebro en relación con el rendimiento motor (n=10). En un estudio, los investigadores eligieron un paradigma de imágenes motoras para decodificar la intención del usuario que se origina en las cortezas somatosensoriales utilizando señales de electro encefalograma (EEG).Tras examinar la experiencia en entrenamiento de conciencia mente-cuerpo (MBAT), se asignó al grupo experimental a los participantes que practicaban yoga y meditación al menos dos veces a la semana por más de una hora y media durante el año anterior al estudio. La tarea consistía en aprender una nueva habilidad, en este caso, aprender a usar una interfaz cerebro-computadora (BCI), que habitualmente requiere un largo tiempo de aprendizaje (citado en Rivest y Boudrias, 2019). Se reveló que el grupo MBAT, aprendió y logró la tarea a un ritmo más rápido y con mayor precisión que el grupo control. Estos resultados se asociaron con un mejor control de los ritmos sensoriales por parte del grupo MBTA. Respecto a la consolidación de la memoria, se descubrió que los participantes que aprendieron un estilo de yoga denominado Yoga de Sudarshan Kriya (SKY) mejoraron su capacidad de memoria en comparación con el grupo control. También se demostró que la práctica de SKY favorece la densidad espectral de potencia (PSD) en las bandas gamma, alfa y theta, ésta última asociada con la consolidación de la memoria. Además de las mejoras en memoria y rapidez en el aprendizaje, se encontraron evidencias de una mayor activación del núcleo caudado y la corteza precentral, vinculada con un mejor control motor y ejecución del movimiento (citado en Rivest et al., 2019). Los efectos del yoga en el cerebro en relación con la conciencia corporal (n=14). Se define la conciencia corporal como: “la conciencia sensorial que se origina en los estados fisiológicos del cuerpo, procesos (incluyendo dolor y emoción) y acciones (incluido el movimiento), y funciona como un proceso interactivo que incluye la evaluación de una persona y está conformado por actitudes, creencias y experiencia en su contexto social y cultural” citado en Rivest y Boudrias, (2019). 25 Como síntesis de los 14 estudios revisados para este apartado en el que se analizan distintas formas de meditación, y prácticas yóguicas incluidas en las 8 sendas del yoga, se encuentran atractivos resultados. Se encontró una reducción significativa de la amígdala derecha, el área sensoriomotora y la corteza medial dorsal tras el análisis de medidas pre y post utilizando escaneos con tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) que se realizaron en situación de reposo y en estado de meditación. A su vez, se evaluó el grosor cortical usando resonancia magnética estructural, lo que proporcionó evidencia de plasticidad cortical dependiente de la experiencia relacionada con la práctica de meditación. Se descubrió, que los grupos que meditaban una media de 40 minutos al día en comparación con los grupos control o práctica de yoga, presentaban un mayor grosor tanto en las regiones cerebrales asociadas con la atención, la interocepción, el procesamiento sensorial como en la corteza prefrontal (PFC) y la ínsula anterior derecha (AI) (citado en Rivest et al., 2019). Para finalizar el resumen de este apartado, encontraron un considerable aumento (65%) de la liberación endógena de dopamina en el cuerpo estriado ventral en yoguis experimentados que se sometieron a Tomografía por Emisión de Positrones (PET) durante la meditación Yoga Nidra. La concentración de dopamina correlacionó con la activación de las ondas theta características de la meditación. Basándose en estos resultados, los autores propusieron la posibilidad de que el estado consciente de meditación podría ser la causa de una supresión en la transmisión glutamatérgica corticostriatal (citado en Rivest y Boudrias, 2019). Los efectos del yoga en el cerebro en relación con el dolor (n=8). Comparando la percepción de dolor inducido por un láser en dos grupos, en el que un grupo correspondía a practicantes de meditación (alguna de las formas incluidas en las ocho sendas del yoga) y el otro a grupo control, se encontró que fue el grupo de meditadores el que percibió el dolor como menos desagradable frente al grupo control. Los investigadores, a través de encefalograma (EEG) observaron en los meditadores una mayor activación en la corteza prefrontal medial y en la corteza cingulada anterior, y asociaron esta activación como una función cognitiva mejorada, indicación de que los meditadores modulaban mejor la anticipación y la evaluación del dolor. En esa misma dirección apuntaron los resultados de otro estudio, en el que a través de resonancia magnética funcional, obtuvieron que la práctica de meditación disminuye la sensación desagradable de dolor en un 22% y la ansiedad anticipada en un 29% y además, se vio que se producía una reducción en la activación en PFC así como una activación de la ínsula posterior derecha por la estimulación eléctrica dolorosa. Parece, que centrar la atención en 26 aspectos sensoriales del estímulo se vincula con el aumento de la activación observado en la ínsula posterior, área involucrada en el procesamiento interoceptivo y sensorial (citado en Rivest y Boudrias, 2019). Efectos del yoga cuando se combinan los resultados de los tres elementos El total de estudios revisados por los autores (n=32) evidencian que la práctica de yoga tiene un efecto positivo en el aprendizaje, la precisión y la velocidad de una tarea motora a través de una ventaja en el control de los ritmos sensoriomotores que aumentan la atención y disminuyen el estrés (citado en Rivest y Boudrias, 2019). Además se mostró que el yoga regula la entrada autónoma, aumenta la actividad parasimpática y promueve la autorregulacion, reduce la señal de amenaza y por tanto la ansiedad que se asocia a este estado, traduciendo la experiencia de forma positiva al crear una disminución en la percepción del dolor y en el malestar ante el afrontamiento de su presencia. Se conoce que áreas como la ínsula, la amígdala y el hipocampo están involucradas en estas respuestas de dolor, pero aún no se ha esclarecido por completo y de forma precisa los mecanismos fisiológicos que subyacen a los efectos mencionados. Con todo, se propone que el yoga podría impulsar un cambio hacia el procesamiento interoceptivo de abajo hacia arriba, además de incorporar un medio deautorregulación de los sistemas cardiovascular, musculoesquelético y neuroendocrinos (arriba-abajo y abajo-arriba). A cerca de los ejercicios de respiración se obtuvo, que la práctica de 30 minutos de respiración alterna al término de una sesión de ejercicios o a las 24 horas, favorecía funciones complejas como la memoria motora, o que una técnica simple de respiración profunda facilitaba la retención de una habilidad motora recién aprendida, aunque este resultado parece inconsistente con los resultados que obtuvieron los mismos autores en otro estudio en los que necesitaban de sesiones de seis a once horas para obtener el mismo resultado. Por lo tanto, no se pueden sacar conclusiones a cerca de la cantidad de entrenamiento específico y necesario para que ocurran cambios funcionales y estructurales en el cerebro y es necesario realizar más estudios para concretarlo. Como conclusión, el yoga se presenta como una herramienta útil para aprender conductas adaptativas, y desaprender las desadaptativas frente al dolor, la ansiedad y el estrés, que son posibles como consecuencia de los efectos de resistencia de los circuitos neuronales de los ganglios basales. Además, yoga enseña también a centrar la atención y alejarla de lo inconveniente, lo que le ofrece un merecido valor para desarrollar como técnica de neurorehabilitación, y para adquirir un nuevo conocimiento sobre sí mismo (citado en Rivest y Boudrias, 2019). 27 2.5 Efectos del yoga versus caminar, sobre el estado de ánimo, la ansiedad y los niveles cerebrales de GABA (Streeter, Whitfield, Owen, Rein, Karri, Yakhkind y Jensen, 2010) Se ha encontrado evidencia en la literatura de la existencia de una clara relación entre los niveles de activación de los sistemas de γ -aminobutiricácido (GABA) y la presencia de trastornos de la salud mental, trastornos de ansiedad y epilepsia (citado en Streeter y cols.). En este estudio, los autores demostraron por vez primera que existe una asociación directa entre la mejora en problemas de estado de ánimo, la disminución de la ansiedad y el aumento de los niveles de GABA (ácido γ-aminobutírico) talámico, siendo también, la primera vez que se vinculan estos resultados con una intervención conductual (relacionada con la práctica de yoga) (citado en Streeter y cols.). Para ello seleccionaron una muestra de 34 sujetos con edades entre 18 y 45 años y evaluaron su estado de ánimo y ansiedad con las correspondientes escalas. El estado de ánimo se evaluó con el Inventario de Sentimiento Inducido por el Ejercicio (EIFI), que consta de cuatro subescalas: (Compromiso Positivo, Revitalización, Tranquilidad y Agotamiento Físico) y la ansiedad se evaluó con la escala de Estado del Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo de Spielberger (STAI). Las correspondientes escalas (EIFI) y (STAI) se pasaron en cuatro ocasiones (Semana 0, semana 4, semana 8 y semana 12), y siempre antes de la espectroscopia por resonancia magnética (MRS) con la que se exploró a los sujetos tres veces. La primera exploración se realizó para establecer la línea base al inicio del estudio, la segunda tras la intervención de 12 semanas y la tercera inmediatamente después de haber concluido una intervención de 60 minutos de yoga o caminata, tras la segunda exploración. Los individuos fueron aleatorizados en dos grupos al azar, un grupo de Yoga Iyengar (n=19) y otro grupo control Caminar (n=15), igualando la situación a 60 minutos de práctica tres veces por semana para ambos grupos. Para el grupo caminar se estableció que durante su práctica de 60 minutos por sesión, debían seguir un ritmo constante de 2,5 millas por hora (4,2 kilómetros por hora) en superficie plana con el objetivo de igualar los equivalentes metábolicos yoga – caminar, para ello recibieron la colaboración y asesoramiento del Colegio Americano de Medicina del Deporte, aunque en el estudio no se especifica la composición de las sesiones de yoga si se documenta la formación a los participantes. La duración del estudio fue de 12 semanas estructuradas en 36 sesiones y al final del estudio se contabilizó una participación de dos tercios para cada grupo. El grupo de Yoga 28 informó haber realizado una clase extra semanal en casa, y el grupo caminar mostró una mayor actividad diaria respecto al grupo de yoga. Los datos obtenidos del análisis estadístico en el que se utilizó la prueba t para dos muestras, un contraste de hipótesis con 0,05 nivel de significación con un intervalo de confianza del 95% y desviaciones estándar, arrojan resultados significativos para la tres variables medidas (estado de ánimo, ansiedad y GABA talámico). Concretamente, se obtuvo un aumento casi significativo en los niveles de GABA talámico (Fig.8), si bien no se encontraron diferencias significativas en los niveles agudos o tónicos de GABA ni en el grupo yoga ni en el grupo caminar (fig. 9). Figura 8. Los datos espectrales muestran un aumento de GABA desde la exploración 2 a la 3 para el voxel talámico izquierdo en el grupo de yoga. Fuente: Streeter et al., (2010) Parece que los niveles de GABA talámico podrían aumentar como consecuencia de la práctica de yoga a través del aumento de la actividad del sistema nervioso parasimpático (SNP). Esta asociación se vería mediada por otra estimulación que ocurre durante la práctica de yoga, la estimulación del nervio vago, que actuaría primero sobre el SNP aumentando su actividad y después sobre los niveles de GABA, incrementando los niveles de liberación a razón de sus aferentes vagales (citado en Streeter y cols.). Al respecto de la hipótesis inicial que pretendía descubrir si el aumento de los niveles de GABA fueron debidos exclusivamente a la condición ejercicio o no, se comprueba que en la condición Yoga se encuentran mayores niveles de GABA que en la condición caminar. 29 Figura 9. Cambios tónicos y agudos en los niveles de ácido gamma-aminobutírico talámico (Streeter et al., 2010) Los sujetos de yoga mostraron mejorías en el estado de ánimo como indican las puntuaciones en las subescalas del EIFI (tranquilidad y revitalización y compromiso positivo) y mayores descensos en ansiedad reflejado en la disminución de las puntuaciones en STAI además de obtener correlaciones positivas en los cambios de los niveles de GABA, mientras que los grupos caminar que obtuvieron mayores puntuaciones en Revitalizar (EIFI). (Figura 10). Figura 10. Correlaciones significativas de los niveles de ácido gamma-aminobutírico talámico con puntuaciones de estado de ánimo y ansiedad Fuente: Streeter et al., (2010) Por tanto, la mejoría en el estado de ánimo así como la disminución de la ansiedad se explicarían por el aumento de activación de los sistemas de g-aminobutiricácido (GABA), aunque el pequeño tamaño de la muestra se podría considerar una limitación, la correlación positiva entre la significación del aumento de GABA con las puntuaciones del estado de ánimo y la disminución de ansiedad, podrían compensar esta limitación, sin mermar el interés por seguir investigando (citado en Streeter y cols.). 30 2.6 Hemodinámica cerebrovascular durante la práctica de Pranayama (Nivethitha, Mooventhan, Manjunath, Bathala y Sharma, 2017). Los diversos desafíos fisiológicos ante los que el organismo se enfrenta continuamente, generan cambios en los parámetros hemodinámicos cerebrales que requieren continuas adaptaciones para mantener un flujo sanguíneo cerebral constante (CBF) sobre la dilatada gama de oscilaciones de la presión arterial. Esto afecta mayormente a la arteria cerebral media, con una velocidad de flujo superior a cualquier otra arteria intracraneal, responsable de irrigar la mayor parte del hemisferio cerebral. Hoy es posible seguir estos cambios y características del flujo sanguíneo y la hemodinámica cerebral en tiempo real y de forma no invasiva utilizandoultrasonido Doppler Transcraneal (TDC) (citado en Nivethitha y cols.). El Yoga, una antigua ciencia de la India, incluye entre sus prácticas: ejercicio físico (asanas), meditación (dhyana), y una serie de técnicas de ejercicios respiratorios (de los que existe una amplia gama) llamada “pranayama”. Se puede definir pranayama como: “un arte de control y prolongación de la respiración”, que se refiere a la capacidad de regular de forma consciente la respiración y que para este estudio se compone de cuatro aspectos importantes: 1- Poorakha (inhalación); 2- Rechaka (exhalación); 3- Antar Kumbhaka (retención de la respiración tras la inhalación profunda) y 4- Bahir Kumbhaka (retención de la respiración tras la exhalación) (citado en Nivethitha y cols.). Se demostró que algunos tipos de pranayama lento producen una reducción de la frecuencia cardíaca (HR) mientras otros modos rápidos, la incrementan. También se ha demostrado su efecto en funciones pulmonares, cardiovasculares y funciones autónomas o cognitivas entre otras (citado en Nivethitha y cols.). Tras conocer los resultados en hemodinámica cerebrovascular de estudios previos sobre algunos tipos de pranayama; Bhastrika pranayama y Antar-Kumbhaka (Nivethitha et al., 2017), los autores de este estudio evaluaron los efectos de otros tres tipos de pranayama: Bhramari pranayama (aliento de zumbido de abeja, un tipo de pranayama lento y con vibración), Kapalhbati ( limpieza frontal del cerebro a través del aliento, una técnica de yoga de respiración rápida) y Bahir-Kumbhaka (retención de la respiración tras la exhalación), sobre la hemodinámica cerebrovascular. Para ello eligieron a 18 sujetos sanos, (Varones y Hembras) con una media de 23,78 años y con un mínimo de 1 año de práctica de yoga. Todos los participantes eran voluntarios de una universidad residencial de Yoga del sur de la India y todos firmaron consentimiento 31 informado tras conocer las características del estudio. Cada uno de los participantes realizó las tres técnicas de pranayama seguidas y en distinto orden, seleccionado al azar. Antes de comenzar el estudio, se instruyó a los participantes sobre la secuencia de cada uno de los tres métodos, aunque no todos tuvieron los mismos tiempos para realizarla, porque se adaptó a la capacidad individual. Si tuvieron en común 5 minutos de descanso entre una técnica y otra para restablecer los niveles hemodinámicos basales. Los tiempos de la intervención eran 5 minutos para (1) Bhramari pranayama que se evaluó en el segundo 0, primer, segundo, tercer, cuarto y quinto minuto; 1 minuto para (2) Kapalbhati, tomando medidas en los 15, 30, 45 y 60 segundos de la práctica, en la que se tomó como control la respiración normal, y 30 segundos de práctica para (3) Bahir-Kumbhaka, medido a los 10, 20 y 30 segundos. Se estableció un seguimiento continuo de los parámetros de velocidad máxima sistólica (TCD), velocidad diastólica final (EDV), velocidad media de flujo (MFV) e índice de pulsatilidad (PI), que se registraron tres veces; antes, durante y después de la práctica de pranayama. Para monitorear los cambios en el flujo sanguíneo utilizaron ultrasonido Doppler transcraneal (TCD). Los resultados de este estudio de medidas repetidas de un solo grupo, mostraron parámetros hemodinámicos cerebrovasculares estables y sin cambios significativos durante la respiración normal y Bhramari pranayama en PSV, EDV, MFV y PI. Quizá este efecto esté relacionado con el equilibrio del sistema nervioso autónomo y el mantenimiento de los niveles de presión parcial de dióxido de carbono arterial (PaCO2) (citado en Nivethitha y cols.). Sin embargo, hubo una reducción significativa en EDV y MFV con un aumento de PI en Kaphalbati (Tabla 4), aunque esos valores volvieron a la normalidad a los pocos segundos (30,45) tras el cese de la práctica. Kapalbhati, conocida también como respiración de yoga de alta frecuencia (> 60 respiraciones / min), puede conducir a hipocapnia, esto es, una reducción de (PaCO2) adecuado al aumento de la frecuencia de la respiración con exhalación forzada y así modificar el estado autonómico aumentando la actividad simpática y reduciendo la parasimpática (citado en Nivethitha y cols.). En la Tabla 4 y 5 todos los valores están en media ± desviación estándar, y corresponden a: velocidad sistólica máxima (PSV), velocidad diastólica final (EDV), velocidad de flujo promedio (MFV), e índice pulsátil (PI). En dirección opuesta se hallaron los resultados de Bahir-Kumbhaka (tabla 5), ya que se obtuvo un aumento significativo en EDF y MFV y un descenso de PI, que también recuperó los valores normales a los pocos segundos de la práctica (15, 30). 32 Tabla 4. Hemodinámica cerebrovascular durante Kapalbhati. Tabla5. Hemodinámica cerebral durante Bahir- Kumbhaka. Fuente: Nivethitha et al., (2017) Como entre la dinámica de ejecución de Bahir-Kumbhaka se incluyen tiempos de retención de la respiración tras la exhalación, podemos justificar estos resultados a razón de la evidencia sobre los efectos de la retención de la respiración, que ha mostrado, que produce un aumento de la presión parcial de CO2 arterial y una disminución de la misma en O2 explicando así el aumento del flujo sanguíneo cerebral (citado en Nivethitha y cols.). Sin embargo, este estudio también adolece de limitaciones, que nos indican cautela para establecer una relación causal. Hay que saber, que no se monitorearon las presiones parciales, ni de oxígeno, ni de dióxido de carbono durante la ejecución de otros tipos de pranayama que pudieran servir de comparación. Tampoco se hizo con la presión arterial o la frecuencia cardíaca, que habrían servido de variables autónomas de referencia para trazar los mecanismos fisiológicos subyacentes para observar los cambios hemodinámicos cerebrales. Por tanto, para una mayor comprensión de los resultados se requiere una muestra de mayor tamaño y un método de medición más objetivo, junto a un grupo control con el que poder comparar los resultados 33 Capítulo 3. Cambios Neurobiológicos y conductuales derivados de la Meditación 3.1 Efectos de la meditación sobre la Red de modo predeterminado Permanecer en un estado de meditación, conlleva mantener la atención constante en la experiencia inmediata y alejarse de las distracciones y deambuleos mentales cada vez que estos aparezcan, por lo que podría interpretarse como una tarea que requiere esfuerzo cognitivo. En este sentido, la meditación se ha relacionado con una actividad relativamente reducida en “La red de modo predeterminado” (DMN) en meditadores comparados con grupos control de no meditadores. La DMN, es una red de regiones cerebrales implicadas en el procesamiento autoreferencial, que también está involucrada en procesos de atención y desorden mental (citado en Garrison y cols.). En este estudio, los investigadores querían encontrar evidencias de que esta red (DMN) mostraba una activación reducida tanto en tres tipos de meditación como en una tarea cognitiva activa y además, comprobar si la reducción que se producía en el grupo meditadores era mayor o igual que la producida con la tarea. Querían determinar también si algunos mecanismos neurales son comunes en distintos tipos de meditación, para poder generalizar los resultados y buscar las posibles implicaciones clínicas de estas técnicas. Para los grupos de meditación se enseñaron tres tipos distintos de meditación: A) Concentración: en la que se les pedía que atendieran a la sensación física que emergente de la respiración sin distraerse y volviendo a enfocarse en ello cada vez. B) Amabilidad: se trataba de buscar en el recuerdo algún momento en el que se hubiera tenido un sentimiento amable hacia alguna persona, y desde ahí dejar que se fuera generalizando a todos los seres con la ayuda de alguna frase relacionada y repetida,del tipo” que todos los seres sean felices”, y C) Conciencia de elección: donde el objetivo era prestar atención a cualquier elemento que emergiera de la conciencia, ya fuera pensamiento, sensación corporal o emoción, y dejar que ocurriera sin forzarlo o reprimirlo, sencillamente, había que observarlo sin intervenir. Para la tarea activa, se les presentaban una serie de adjetivos de una lista de 60 palabras y debían emitir dos juicios. Por una lado se les preguntaba si el adjetivo presentado les representaba o se sentían identificados con el significado (Bself) y por otro lado si la palabra estaba escrita en mayúsculas (Bcase), y responder si o no. Se asignaron 20 sujetos al grupo meditadores experimentados y 26 al grupo control. Se tomaron medidas de imagen de resonancia magnética funcional (fMRI) en las ocasiones: instrucciones de meditación, meditación, instrucciones de tarea activa, tarea activa. Los grupos fueron emparejados por raza, sexo edad y estudios. 34 Tras analizar los resultados de comportamiento obtuvieron que respecto a la tarea activa no se encontraron diferencias significativas en los tiempos de reacción entre ambos grupos. Los grupos meditadores tuvieron menos errores en la condición Bcase que los controles, sin embargo en la condición Bself no se encontraron diferencias significativas. Como era previsible, los meditadores informaron menos distracción mental que los controles durante la meditación. Respecto a los resultados de imagen con resonancia magnética se encontraron diferencias entre los grupos. Los meditadores (fig. 11) mostraron una reducción de la activación respecto a la línea base, de la corteza cingulada anterior (ACC), la corteza cingulada dorsal (dPCu) y ventral posterior (VpCu) frente a una mayor activación al realizar la tarea en ACC y Pcu. La interacción grupo/tarea (fig. 12) reveló efectos en la corteza cingulada anterior (ACC), y el precuneus dorsal (Pcu) entre grupos y condiciones de tarea. Figura 11. Figura 12. Fuente: Garrison et al., (2015) En general, el presente estudio muestra fiables diferencias grupales en la actividad de la red de modo predeterminado en las distintas condiciones experimentales, a la par que se evidencia la asociación entre meditación y reducción de la actividad de la red DMN, lo que además se vincula con un mayor rendimiento de la memoria de trabajo y mejoras en la atención. Por otro lado, como el aumento en la actividad de la red DMN, se ha asociado con patologías como depresión, adicciones y ansiedad (citado en Garrison et al., 2015) la meditación resulta ser una medida de prevención válida para la mejora de la salud, aunque por las limitaciones observadas en este estudio, se sugiere seguir investigando. 35 3.2 Red de modo predeterminado, meditación y cambios cerebrales asociados con la edad (Barrantes, Arancibia, Stojanova, Sanchez, Córdova y Hernández, (2019) A raíz de los cambios sociales, las mejoras en alimentación y en sanidad, la esperanza de vida mundial ha aumentado en los últimos años, hasta tal punto, que según informes de las Naciones Unidas, (2015) se prevé que para el año 2050, el 20% de la población de los países desarrollados será mayor de 60 años, el doble de la actual. El envejecimiento, es, per se, el periodo del ser humano de mayor vulnerabilidad, ya que con él se acompaña en general, el deterioro de las funciones fisiológicas que implica un descenso progresivo de las redes cerebrales específicas y los procesos cognitivos. Codificación y recuperación (memoria), flexibilidad y adaptación a los cambios, optimización de recursos, son procesos dependientes e interrelacionados (funciones ejecutivas) que juegan un papel crucial en situaciones difíciles de la vida (citado en Barrantes y cols.). Una de las redes asociadas al envejecimiento, es la red de modo predeterminado (DMN), que incluye procesos como el pensamiento espontáneo, el pensamiento autorreflexivo, el habla interna, el pensamiento independiente del estímulo, o el no relacionado con la tarea, la memoria autobiográfica o los lapsos de atención momentánea, entre otros. Las redes atencionales y las de tareas positivas, también resultan afectadas por el envejecimiento. Parece que el funcionamiento anómalo de esta red (DMN), podría ser un factor que predisponga a las personas a sufrir enfermedades mentales como depresión, ansiedad, estrés postraumático o déficit de atención, de modo que a largo plazo, la calidad de vida de los individuos se vería afectada considerablemente (citado en Barrantes y cols.). Como medida preventiva ante estos indicios, cabe considerar prioritario establecer estrategias que ayuden a regular las redes implicadas, esto es, la red de modo predeterminado (DMN) y la red de tareas positivas (TPN), y establecer así protocolos de neuroprotección, tanto de cara a los efectos del envejecimiento como de trastornos neurodegenerativos y neuropsiquiátricos. La red en modo predeterminado pertenece a un conjunto de variaciones congruentes de la actividad cerebral llamada redes de estado de reposo (RSN) que se activa cuando los individuos cesan su actividad cognitiva superior, esto se refiere a que permanecen en estado de reposo mental. La meditación es una de las técnicas actuales más sencillas para modificar los patrones de actividad cerebral de las redes DMN y TPN, que tiene como propósito mejorar las capacidades psicológicas como la autorregulación atencional y emocional, la metaconciencia y 36 la toma de perspectiva, a través del entrenamiento mental bajo el concepto de prácticas contemplativas que incluye distintos métodos (citado en Barrantes y cols.). En este estudio se observan algunas de las prácticas contemplativas y sus mecanismos cognitivos primarios (Figura 13), basadas en tres familias: I-familias constructivas (toma de conciencia y reevaluación); II- familias deconstructivas (indagación y perspicacia) y III-familia atencional (regulación de la atención y metaconciencia). La familia atencional se divide en dos subcategorías. La primera, atención enfocada (FA) implica atender un objeto sensorial o mental elegido, la segunda se llama monitoreo abierto (OM) e implica mantener la atención a lo que surja en el campo de la conciencia. Ambas influyen en la actividad DMN. Figura 13: Tipología de prácticas de meditación y papel de la familia atencional en la regulación de redes DMN y TPN. Fuente: Barrantes et al., (2019) Se comprobó una reducción en la actividad de la red DMN tanto en meditación OM como en FA meditación (citado en Barrante y cols.), además de que en ambos tipos de meditación se mantiene el efecto sobre el control de la DMN más allá de la práctica, en la vida diaria. La red de modo predeterminado (DMN) se caracteriza por la activación sincronizada de varias regiones separadas en el cerebro entre las que están incluidas: la corteza prefrontal medial, la corteza cingulada posterior, el precúneo, el lóbulo parietal inferior y la corteza 37 temporal inferolateral. Esta red, muestra un alto nivel de activación simultánea durante el descanso y un bajo nivel de activación durante la realización de tareas dirigidas a objetivos (citado en Barrantes y cols.). De esta manera, se podría interpretar que un entrenamiento tanto en OM como en FA, mejorarían la atención sostenida y los mecanismos de control cognitivo, osea que produciría una mejora en la eficiencia del funcionamiento del cerebro. Se pueden observar los efectos teóricos de la meditación sobre distintas áreas como el tálamo, la amígdala, el hipocampo, la ínsula y la corteza cingulada anterior y su relación sobre la preservación cognitiva frente a los cambios asociados con la edad y en base a ello se proponen modelos
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